EL RETO DE LAS NUEVAS ADICCIONES-vías de Intervención PDF
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511-525
Resumen
En este artículo se señalan los principales retos de futuro en el tratamiento de
las adicciones sin drogas. Es urgente el desarrollo de estrategias de motivación
para el tratamiento. Excepto en el caso del juego patológico, el objetivo terapéu-
tico es el control responsable de la conducta adictiva. La terapia de elección parece
ser el control de estímulos y la exposición, seguida por una intervención cognitivo-
conductual en prevención de recaídas. Se comentan las implicaciones de esta revi-
sión para la práctica clínica y para las investigaciones futuras en este campo.
PALABRAS CLAVE: Adicciones sin drogas, motivación para el tratamiento, objetivo
terapéutico, terapia cognitivo-conductual.
Abstract
This paper deals with the new developments in the treatment for non-chemical
addictions. Motivational enhancement strategies are necessary in these disorders.
Except in the case of pathological gambling, responsible control of addictive
behavior is the therapeutic aim. The choice treatment appears to be stimulus
control and in vivo exposure with response prevention, followed by a cognitive-
behavioral intervention in relapse prevention. The relevance of this review for
clinical practice and future research in this field are commented upon.
KEY WORDS: Behavioral (non-chemical) addictions, motivational enhancement
strategies, therapeutic aim, cognitive-behavioral therapy.
Introducción
1 Correspondencia: Enrique Echeburúa, Facultad de Psicología, Universidad del País Vasco, Avda.
de Tolosa, 70, 20018 San Sebastián (España). E-mail: [email protected]
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las conductas generadas por sustancias químicas, como los opiáceos, la cocaína,
la nicotina o el alcohol. De hecho, existen hábitos de conducta aparentemente
inofensivos que, en determinadas circunstancias, pueden convertirse en adictivos
e interferir gravemente en la vida cotidiana de las personas afectadas (Echeburúa y
Corral, 1994; Mellody, 1997).
En realidad, cualquier actividad normal percibida como placentera es suscep-
tible de convertirse en una conducta adictiva. Lo que define a esta última es que
el paciente pierde el control cuando desarrolla una actividad determinada y que
continúa con ella a pesar de las consecuencias negativas de todo tipo, así como
que adquiere una dependencia cada vez mayor de esa conducta. De este modo, el
comportamiento está desencadenado por una emoción que puede oscilar desde un
deseo intenso hasta una auténtica obsesión y que es capaz de generar síndrome de
abstinencia si se deja de practicarlo. Por ello, el sujeto, ofuscado por el objeto de
su adicción, llega a perder interés por otro tipo de conductas que anteriormente le
resultaban gratificantes (De la Gándara, 1996).
Asimismo todas las conductas adictivas están controladas inicialmente por refor-
zadores positivos —el aspecto placentero de la conducta en sí—, pero terminan
por ser controladas por reforzadores negativos —el alivio de la tensión emocional,
especialmente— (Echeburúa, 1999; Marks, 1990). En otras palabras, una persona
normal consume alcohol, juega a las máquinas tragaperras, habla por el móvil o va
de compras por el placer de la conducta en sí misma; una persona adicta, por el
contrario, lo hace buscando el alivio del malestar emocional (aburrimiento, soledad,
ira, nerviosismo, etc.).
En suma, de conductas normales —incluso saludables— se pueden hacer usos
anormales en función de la intensidad, de la frecuencia o de la cantidad de dinero
o de tiempo invertida. Es decir, una adicción sin droga es toda aquella conducta
repetitiva que resulta placentera, al menos en las primeras fases, y que genera
una pérdida de control en el sujeto (más por el tipo de relación establecida por la
persona que por la conducta en sí misma), con una interferencia grave en su vida
cotidiana, a nivel familiar, laboral o social (Fairburn, 1998).
No obstante, las adicciones psicológicas se diferencian en algunos aspectos
de las adicciones químicas. Desde una perspectiva psicopatológica, las adicciones
químicas múltiples al tabaco, al alcohol, a los ansiolíticos, a la cocaína, etc., es
decir, las politoxicomanías, son relativamente habituales. No es frecuente, por
el contrario, encontrarse con pacientes aquejados de adicciones psicológicas
múltiples, como, por ejemplo, juego patológico, hipersexualidad y adicción a los
móviles. Lo que sí es más habitual es la combinación de una adicción psicológica
con otra u otras químicas. Así, por ejemplo, el juego patológico se asocia prin-
cipalmente con el tabaquismo y el consumo abusivo de alcohol. Y la adicción al
trabajo, por poner otro ejemplo, aparece íntimamente ligada con el abuso de
drogas dirigidas a neutralizar el agotamiento ocupacional (cocaína y estimulantes,
principalmente).
El reto de las nuevas adicciones: objetivos terapéuticos y vías de intervención 513
Tabla 1
Clasificación de las adicciones
Juego patológico
Adicción al sexo
Psicológicas Adicción a las compras
Adicción a la comida
Adicción al trabajo
Adicción al ejercicio físico
Adicción al móvil
Adicción a Internet
Opiáceos
Alcoholismo
Químicas Cocaína/anfetaminas
Alucinógenos
Otras drogas (cannabis, drogas de síntesis)
Tabaquismo
Tabla 2
Factores psicológicos de predisposición
— Impulsividad
Variables de — Búsqueda de sensaciones
personalidad — Autoestima baja
— Intolerancia a los estímulos displacenteros
— Estilo de afrontamiento inadecuado de las dificultades
— Estado de ánimo disfórico
Vulnerabilidad — Carencia de afecto
emocional — Cohesión familiar débil
— Pobreza de relaciones sociales
El reto de las nuevas adicciones: objetivos terapéuticos y vías de intervención 515
estas personas es el cariño, que llena de sentido nuestra vida y contribuye de forma
decisiva a nuestro equilibrio psicológico (véase tabla 2).
En resumen, un sujeto con una personalidad vulnerable, con unos recursos psi-
cológicos defectuosos, con una cohesión familiar débil y con unas relaciones sociales
pobres corre un gran riesgo de hacerse adicto si cuenta con un hábito de recom-
pensas inmediatas, tiene el objeto de la adicción a mano, se siente presionado por
el grupo y está sometido a circunstancias de estrés (fracaso escolar, frustraciones
afectivas, competitividad, etc.) o de vacío existencial (inactividad, aislamiento social,
falta de objetivos, etc.). El esquema del inicio y mantenimiento de las adicciones
psicológicas se describe en la figura 1.
Figura 1
Inicio y mantenimiento de las adicciones sin drogas
Ni todas las adicciones sin drogas son similares ni tampoco lo son las personas
que están enganchadas a ellas. No obstante, hay ciertos aspectos comunes en la
motivación para el tratamiento, en la elección del objetivo terapéutico y en la selec-
ción de las técnicas de intervención.
demás (echarle del trabajo, quitarle la custodia de los hijos, etc.) o a adoptar una
actitud soberbia de autosuficiencia, con un aparente dominio de la situación.
La conducta adictiva se mantiene porque el beneficio obtenido es mayor que el
coste sufrido. El paciente sólo va a estar realmente motivado para el tratamiento
cuando llegue a percatarse, en primer lugar, de que los inconvenientes de seguir
como hasta ahora se pliegan ante las ventajas de dar un cambio a su vida y, en
segundo lugar, de que por sí solo no puede lograrlo. El terapeuta debe ayudar al
paciente a lograr esa atribución correcta de la situación actual y a descubrirle las
soluciones a su alcance (Echeburúa, 2001; Miller y Rollnick, 1999).
La rueda del cambio es una buena herramienta para evaluar la disposición a un
nuevo estilo de vida y para elegir la estrategia de aproximación al paciente. Según
Prochaska y Di Clemente (1983), la motivación para el cambio consta de diversas
fases (véase figura 2):
Figura 2
Fases de cambio
Objetivos terapéuticos
Vías de intevención
Las vías de intervención postuladas son muy similares en todos los casos. A corto
plazo, el tratamiento inicial de choque se centra, en una primera fase, en el apren-
dizaje de respuestas de afrontamiento adecuadas ante las situaciones de riesgo
(técnicas de control de estímulos); y en una segunda fase, en la exposición pro-
gramada a las situaciones de riesgo (técnica de exposición en vivo con prevención
de respuesta a los estímulos y situaciones relacionadas con la conducta adictiva)
(Echeburúa, 1999).
a) Control de estímulos
Figura 3
Exposición a los estímulos para la recuperación del sujeto
520 ECHEBURÚA, CORRAL Y AMOR
Figura 4
Recuperación en los trastornos adictivos
Prevención de recaídas
Tabla 3
Prevención de recaídas en las adicciones
TRATAMIENTO INICIAL
Control de estímulos
Exposición con prevención de respuesta
TRATAMIENTO DE MANTENIMIENTO
A medio plazo
Identificación de situación de riesgo
Aprendizaje de respuestas de afrontamiento adecuadas
Modificación de las distorsiones cognitivas sobre su capacidad de control
Cambio de expectativas sobre las consecuencias de la conducta adictiva
A largo plazo
Control del ansia por la conducta adictiva
Solución de problemas específicos
Cambio en el estilo de vida
522 ECHEBURÚA, CORRAL Y AMOR
Tabla 4
¿Qué hacer ante un deseo impulsivo de realizar la conducta adictiva?
Más en concreto, las técnicas de distracción cognitiva tienen por objetivo des-
conectar este tipo de imágenes (deseos o pensamientos de reanudar las pautas
adictivas) de las conductas que lleva a cabo la persona. La forma de conseguir este
objetivo está resumida en la tabla 5.
Tabla 5
Técnicas de distracción cognitiva
TÉCNICA CONTENIDO
Orientación atencional Lo que debe captar la atención del sujeto puede ser
a sucesos externos no la concentración en algún estímulo ambiental neutro
amenazantes —por ejemplo, la adivinación del lugar de origen
de las personas que pasan por la calle— o, en otros
casos, el recuerdo de una situación agradable vivida
recientemente.
Ocupación de la mente Contar hacia atrás de tres en tres, hacer un trabajo
en una actividad manual absorbente, jugar una partida de ajedrez,
absorbente aprender a hacer algo nuevo o resolver un crucigrama
pueden ser ejemplos de este tipo de actividad.
Ejercicio físico Mantenerse físicamente ocupado ayuda a uno a
distraerle de sus pensamientos problemáticos. Ejemplos:
practicar deporte de forma habitual, lavar el coche,
andar sistemáticamente, etc.
El reto de las nuevas adicciones: objetivos terapéuticos y vías de intervención 523
Los problemas específicos pueden ser variables de unos casos a otros, pero hay
algunos que son prácticamente constantes en todos los adictos: el exceso de ansie-
dad, el control de la ira, el estado de ánimo deprimido, las discusiones familiares y
de pareja, los problemas laborales, el abuso de alcohol, etc. Es difícil mantener el
control de las conductas adictivas si no se interviene también en todos estos aspec-
tos, ya que aumentan la probabilidad de que se produzca una recaída a medio y
largo plazo. Por ello, es necesario incluir durante el tratamiento la intervención en
los problemas más específicos de los pacientes. Las posibles áreas de actuación
incluyen autoafirmación, control del estrés, relajación, control de la ira, habilidades
de comunicación y habilidades de solución de los problemas cotidianos.
Conclusiones
Todas las adicciones acaban por minar la vida de quienes las sufren y de todos
los que les rodean. Por ello, lo fundamental para determinar si una conducta es
adictiva no es la presencia de una droga, sino más bien la de una experiencia que
es buscada con ansia y con pérdida de control por el sujeto y que produce una
relación de placer/culpa.
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Las adicciones sin drogas funcionan, en unos casos, como conductas sobre-
aprendidas que traen consigo consecuencias negativas y que se adquieren a fuerza
de repetir conductas que en un principio resultan agradables; en otros, como estra-
tegias de afrontamiento inadecuadas para hacer frente a los problemas personales
(por ejemplo, acudir al bingo o comer en exceso para hacer frente a la ansiedad o
al aburrimiento).
En todos los casos los estímulos condicionados desempeñan un papel impor-
tante en el mantenimiento de las adicciones. Los estímulos condicionados externos
pueden variar de una adicción a otra: la presencia de un ordenador, en el caso de
un adicto a Internet; el sonido de una máquina tragaperras, en el caso de un juga-
dor patológico; el olor a alimentos, en el caso de un adicto a la comida; la visión de
una mujer sola, en el caso de un sexoadicto; los anuncios de rebajas, en el caso de
un adicto a las compras, etc. Sin embargo, los estímulos condicionados internos son
muy similares en todas las adicciones. La disforia es, sin duda, el más importante.
De hecho, los adictos de todo tipo tienden a recaer cuando se encuentran nervio-
sos, enfadados o deprimidos (Echeburúa, 1999).
El objetivo terapéutico en las adicciones sin drogas es el reaprendizaje de la
conducta de una forma controlada. Concluida la intervención terapéutica inicial, los
programas de prevención de recaídas, en los que se prepara al paciente para afron-
tar las situaciones críticas y para abordar la vida cotidiana de una forma distinta,
pueden reducir significativamente el número de recaídas en los primeros meses de
seguimiento, que constituyen el momento crítico.
Si una persona se mantiene alejada de la adicción durante un período prolon-
gado (1 ó 2 años), la probabilidad de recaída disminuye considerablemente. A
medida que aumenta temporalmente el control de la conducta y que se es capaz de
hacer frente con éxito a las diversas situaciones presentadas en la vida cotidiana, el
sujeto experimenta una percepción de control, que aumenta la expectativa de éxito
en el futuro. Todo ello genera una gran confianza en el logro de los objetivos tera-
péuticos y una disminución de la probabilidad de recaída (Echeburúa, 1999).
Referencias