El Tercer Apóstol Maiakovski

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Alaide Lucero Rodríguez

El tercer apóstol1. Maiakovski o más acá de la revolución.

Tal vez sea a través de un arte poético como cada cual, en el núcleo de una acción solidaria, pueda
salvaguardar su intimidad y desarrollar una sensibilidad donde descubrir nuevas formas y nuevos
valores. Sería una locura creer que sólo las ideas, el intercambio de ideas y acciones comunes, basten
para rehacer el mundo. Es necesario, sin duda, pero también aquello que cada uno pueda descubrir en
su propia singularidad

Los palestinos. Jean Genet

“Hoy,/ soy el único pregón de las verdades futuras” escribe Maiakovski en 1916 “El hombre

/libre/que yo proclamo/vendrá/creedme/¡Creed!”2 grita en la publicación finalizada en 1917,

marchando en una Rusia patas arriba. Años después –en 1930- “La barca del amor se estrelló

contra la vida cotidiana”3 y el “Cantor de la Revolución”, con un disparo, se suicidó. Los

periódicos alegaron motivos “estrictamente personales”: nada tiene que ver- insistían- la muerte

de Maiakovski con la revolución.4 En otro tono y anteriormente, Trotsky, en Literatura y

Revolución, había criticado –aunque defendido también- la poesía futurista y a su representante

de blusa amarilla, alegando que éste no llegaría a ser un gran poeta hasta que consiguiera

distinguir con lucidez lo particular de lo general, lo pequeño de lo grande, lo estrictamente

personal de la sublimidad revolucionaria. El nudo incómodo de la Estética del que habla

Ranciére y el esfuerzo –legítimo o no- de deshacerlo, parece aparecer ya aquí. Eso veremos.

El futurismo ruso tiene en su nacimiento un manifiesto: el Bofetón al gusto del público que se

despide de “La academia y Pushkin” de la lengua que ha existido antes de ellos, del “buen

gusto”5, en fin, de “la mierda ya petrificada del hoy” 6. Y saluda, en cambio, “a la ampliación del

volumen del vocabulario con palabras arbitrarias y derivadas”7.

1
Este era el título original del poema Una nube en pantalones, cuya publicación fue detenida por la censura hasta
que se le cambió el título, N. del A. Vid., Miakovski, Poesía y Revolución,
2
Maiakovski, “La Guerra y el Mundo”, Antología poética, p. 74, p. 88
3
Ibid, verso de su carta de despedida, en Antología poética, p.
4
“De ningún modo corresponde su muerte a todo su aspecto de poeta totalmente dedicado a la revolución”
5
“Bofetón al gusto del público” en Poesía y Revolución, pp. 11-12
6
“A plena Voz” citado en Diego Ibáñez, Maiakovski y el futurismo ruso: una revolución del canon, p. 5
7
Bofetón al gusto del público” en Poesía y Revolución, pp. 11-12
Tal proclamación no obedece al capricho, si “no es la idea lo que genera la palabra, sino la

palabra la idea”8, la ampliación del vocabulario ha de ampliar el alcance de las ideas –de la

experiencia, diríamos nosotros. Y así, no es la forma la que determina la materia, la palabra es el

material de la producción del poeta.

En efecto, como el Lef se dedicaría a propagandar después, el poeta ha de ser un productor, el

arte es trabajo y han de estudiarse entonces sus procesos de producción como los de cualquier
9
otro trabajo productivo, la “elaboración técnica” de la poesía no tiene un valor en sí misma,

sino sólo en tanto responde a la necesidad de una “ordenación social”, “debe ser tendenciosa (…)

para la lucha, para la agitación literaria”10, hacer estallar una experiencia y marchitarse después.

Es la misión del poeta adelantar el futuro que ya se anuncia, deben lanzarse “hacia adelante para

arrastrar consigo el tiempo que han comprendido”11, son ellos “los constructores de una nueva

cultura”12, en donde el arte “no embellece la vida, sino que la modela”13 (“Váyase al diablo toda

esta literatura que se sirve como postre”14). Se proclama por la voz de “los poetas, los obreros,

los estudiantes, las prostitutas”15, incluidos todos en el “escollo de la palabra <nosotros>”16, el

“nosotros” del comunismo y también, el “nosotros” del proletariado.

Sin embargo, unido el arte a la vanguardia de la historia, el mismo Maiakovski terminaría por ser

un “trasero de bronce” obsoleto y deslucido ante un joven de la clase obrera. Y cuando para los

camaradas del mañana el arte se hubiera fundido con la vida, éste habría de desaparecer. “El

poeta está condenado a ser un «desecho del presente»” 17, a sacrificar la vida del arte mismo en la

8
“Dos Chejov” en ibid, p. 20
9
Vid, “Nuestro trabajo verbal” y “¿Cómo hacer versos” en Poesía y Revolución, pp. 41-90
10
Ibid, p. 78
11

12
“Lector” en ibid, p. 92
13
Trotsky
14
Roman Jakobson
15

16

17
Roman Jakobson, El caso Maiakovski, p. 44
batalla de la nueva cultura: “¡Muere verso mío, muere como soldado, como anónimo en el asalto

moría cada uno de los nuestros!”18.

Ahora bien, en las dos vías paradójicas que El malestar en la estética analiza como formas de

relación entre arte y política, el futurismo se inserta sin duda en “el proyecto del arte convertido

en forma de vida”19. Se menciona explícitamente: la disolución del umbral entre vida y arte, que

toma la forma de una “supresión” del arte en el futurismo soviético, se trata de “la supresión

conjunta del disenso político y de la heterogeneidad estética en la construcción de las formas de

vida y los edificios de la vida nueva”20. Es el enlazamiento, propone Ranciére, de “una

revolución del modo mismo de la vida material” 21, es decir, de la revolución comunista, con una

“revolución como formación de una comunidad del sentir” 22, una revolución estética ya presente

en el arte que, de hecho, habría posibilitado la idea misma de la revolución en general23.

Ciertamente, desde los solos versos con los que hemos hecho la apertura de este texto, nos es

posible observar las coincidencias entre el nudo estético y el pensamiento del futurismo: “La

poiesis y la aisthesis, de aquí en más (es decir, en lo que Ranciére llama el régimen estético del

arte) se relacionan inmediatamente una con la otra. Pero se relacionan en la separación misma de

sus razones. La única naturaleza humana que las armoniza es la naturaleza perdida o una

humanidad por venir”24. Es decir, que el régimen estético en el que el arte del futurismo ruso -y

por tanto Maiakovski- se inserta y se hace posible, sobrevive en la inadecuación de los

elementos mencionados, unidos, en este caso, sólo por la promesa del hombre del futuro: el

camarada del mañana.

18

19
Ranciere, El malestar en la estética, p. 51
20
ibid
21
Ibid, p. 45
22
Ibid, p. 50
23
Vid. Ibid,, pp.45-46
24
Ibid., p.
También nos es posible decir que la forma que se había sometido a la materialidad de la palabra

es una subversión en la jerarquía que coloca la inteligencia activa sobre la naturaleza sensible. 25

Relacionar el llamado a la voz de “los poetas, los obreros, los estudiantes, las prostitutas/son a

los que debemos escuchar y comprender” 26, con la toma de la palabra. La cuestión de quién

posee la palabra y el derecho a enunciar lo común. 27 La introducción de “sujetos y objetos

nuevos” al régimen de lo visible, puede verse en poesía: “un clavo en mi zapato” es un verso, y

el mejor: “Camaradas/Los obreros y las tropas de Cantón/tomaron a Shangai” 28. Ese nudo

complejo entre “las sublimidades del arte y el ruido de una bomba de agua, entre una veladura de

cuerdas y la promesa de una nueva humanidad”29, son el programa explícito de la poesía de

Maiakovski, “Cuando metáis los dedos en la mierda ya petrificada del hoy (…) fui un poeta que

cantaba al agua hirviendo/enemigo del agua corriente/Yo, basurero y aguador/por la revolución,

movilizado y dirigido”30.

Hay, por supuesto, una diferencia vital. El público de Maiakovski ha de ser el proletariado y ha de darle

voz sin pertenecer a él. Trotsky lo dice: “El individualismo revolucionario de Maiakovski ha desembocado

entusiásticamente en la revolución proletaria, pero no se ha confundido con ella” 31. Aunque antes el poeta

ya había escrito “ser proletario/no significa estar/sucio de carbón/ser el que maneja las fábricas/ser

proletario/es amar el futuro/que ha hecho saltar la suciedad de los sótanos/créanme.” 32. ¿Qué hay que creer?

La crítica de Trotsky es en su mayoría sensata y bien pensada, no pueden, dice, los futuristas

pretender adelantar la cultura nueva por la fuerza, “no disponen (…) de ningún puente hacia el

porvenir”33. Y en cuanto a Maiakovski, “Con los mayores acontecimientos de la historia se

permite un tono completamente familiar”, “se desvanecen las proporciones de nuestros asuntos

25
Ranciere, p. 24
26

27
Vid. Ranciere, op. cit., pp. 33-34
28
Miakovski
29
Ranciere, op.cit., p. 25
30
Maiakovski
31
Trotsky, p. 98
32
Maiakovski
33
Trotsky
terrenos y no se puede distinguir lo pequeño de lo grande (…) Por eso, cuando Maiakovski habla

de su amor, lo hace como si hablara de emigraciones de pueblos” 34, “Qué fuera de lugar y qué

frívolos resultan estos cuentos de hadas y estas baladas primitivas adaptados (…) a la lucha de

clases¡”35, necesita, dice Trotsky, una lucidez que le enseñe a distinguir lo particular de lo

general36. Sencillamente, la transformación de los sentimientos, del mundo que se expresa en la

poesía37, ha de ser una tarea trabajosa y larga, “por eso hay tanta gente en el mundo que piensa

como revolucionarios y siente como filisteos” 38.

Quizá a esto último no se habría opuesto Maiakovski y es para ello que lanza su apuesta,

“Nosotros pulimos las almas/con la gublia del verso” 39. Así como un ingeniero conquista a la

técnica -las condiciones materiales- el poeta habría de encargarse de la difícil y más tardía,

revolución “espiritual”. Quizá tampoco se habría opuesto en voz alta a la crítica a su indiferencia

entre temas íntimos y revolucionarios: “En este tema/personal/y modesto/repetido y cantado/más

de una vez”40, aunque después grite “Este tema llegará/y ordenará/¡La verdad!” 41. Es un artículo

inteligente, habría de decir Maiakovski sobre el escrito de Trotsky42.

¡Qué frívolas y fuera de lugar, suenan, sin embargo, las críticas de Trotsky y su mal-tratar el

amor por su “terrenalidad”!. Rabietas aparte, parece que quiere distinguir entre las sublimidades

del arte de la revolución y las banalidades contingentes de la vida cotidiana, hay que dejar la vida

quieta en la pequeñez y elevar el lenguaje poético a cantar las alturas de la revolución, a la que

nunca puede alcanzar, “nada puede cantar más fuerte que la guerra o la revolución” 43. Hay que

distinguir lo que es particular y lo que es público. ¡Qué no se mezclen! Que se mate Vladimir, no

34
99
35
101
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105
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97
39
Maiakovski “El poeta obrero”
40
Id, “De esto”
41
ibid
42
Roman Jakobson
43
Trotsky 99
el “Cantor de la Revolución”. Hay que disculpar la “preferencia casi monstruosa por el sonido

contra el sentido”44. ¿Cómo puede entonces el arte devenir vida? ¿ Cómo evitar eso que, pensaba

Schiller, llevó a la Revolución (francesa) al terror al mantener el constreñimiento de la

materialidad sensible por la intelección activa 45? Maiakovski habría de insistir sobre Lenin

“enterramos/al más terrenal/de todos los hombres/que pasaron por la tierra” 46 Hay que traer a la

revolución más acá,

44
Trotsky 95
45
Ranciere 43
46
Maiakovski, “Vladimir Ilich Lenin”

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