2fisac Badell Tatiana, El Otro Sexo Del Dragón PDF

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Taciana Fisac Badell

El otro sexo del dragón


Mujeres, literatura y sociedad en China

N ARCEA, S. A. D E EDICIONES
Colección
MUJERES

Títulos publicados:

ACKER, Sandra: Género y educación. Reflexiones sociológicas sobre mujeres, ense­


ñanza y feminismo.
AR.BER, Sara y GlNN, Jay: Relación entre género y envejecimiento. Un enfoque socio­
lógico.
ASLANBEIGUI, N ah id , et. al.: Mujeres en tiempos de transformaciones económicas.
Impacto en el género de las reformas en países post-socialistas y en vías de desarrollo.
FlSAC B a d e l l , Taciana: E l otro sexo del dragón. Mujeres , literatura y sociedad en
China.
FLECHA G a r c í a , C onsuelo: Las primeras universitarias en España. 1 8 72-1910.

© NARCEA, S.A. DE EDICIONES


Dr. Federico Rubio y Galí, 9. 28039 Madrid
© Taciana Fisac
Cubierta: Andrea Tomasov
Fotografía: Vicente González España
ISBN: 84-277-1178-6
Depósito legal: M. 25-1997
imprime e p c a . s .a . Pol. “Las Monjas”. 28850 Torrejón (Madrid)
Impreso en España. Printed in Spain
A mis padres,
a Fernando,
a Daniel y Millán
Indice

Introducción

1. Las m ujeres en la c u lte ra china im p e ria l..................


La posición de las mujeres en la tradición confuciana. Los
ritos de compromiso y casamiento. El impacto de las
dinastías extranjeras. La introducción del rigorismo
neoconfuciano. El vendaje de los pies. Castidad y pureza.

2. Lengua y género en la trad ició n co efn cian a..............


El espacio semiótico femenino en la lengua china. El uso de
lo femenino en la lengua china.

3. La im agen de la m ujer en la literatu ra china clásica...


Mujeres escritoras en la cultura china imperial. Poetisas.
Historiadoras y pedagogas. Dramaturgas. La mujer en la
literatura china clásica. Cuentos de Liao Zhai. Al borde del
agua. Jin Ping Mei. La historia extraoficial del bosque de
los letrados. El sueño del pabellón rojo. La predestinada
afinidad del espejo y las flores.
© narcea s. a. de ediciones
8 Taciana Fisac tíadell

4. El lu id o de las reivindicaciones fem inistas: el


p e rio d o m o d e rn o .................................................................. 75
En busca de la persona: individualidad y literatura. Ding
Ling, una escritora de la Revolución Literaria. La obra de
Ding Ling.

5o Tres décadas de realism o socialista chino: la historia


de quienes sostenían la m itad del cielo............... ........ 93
Los fundamentos éticos y estéticos de la nueva literatura.
Mujeres intelectuales en Yan'an. Literatura china y realismo
socialista. La nueva literatura revolucionaria. La literatura de
las Cien Flores y el Movimiento Antiderechista. La imagen
de la mujer durante el Gran Salto Adelante y la Revolución
Cultural.

6. E n tre el inconform ism o y la resignación: m ujeres y


lite ra tu r a después de M ao ............................................... 117
El contexto general de la literatura posmaoísta. La
reaparición de las mujeres en la escena literaria. El amor no
puede olvidarse. Del inconformismo a la resignación.

C ro n o lo g ía............................................................................................. 142
Acerca de la transcripción y pronunciación de los términos chinos.... 143
Glosario de nombres y términos chinos........................................ 145
Bibliografía .............................................................................................. 149

© «arcea s. a. de ediciones
Introducción

El dragón es el símbolo más emblemático de la China milenaria. En él


están representados el vigor y la fertilidad. Su bondad se asocia con las
aguas, tanto de la lluvia como del mar; se trata de un animal mítico que
reina en los cielos, pero tam bién se preocupa de la tierra.
Tradicionalmente, el dragón se relacionaba con la imagen del emperador, si
bien su apariencia masculina ocultaba una gran ambigüedad y riqueza
femenina. A lo largo del tiempo, el dragón fue escondiendo esa dimensión
femenina y acentuó, al menos en su aspecto físico, la ostentación del poder
masculino. Del mismo modo, las mujeres chinas a lo largo de su historia
han permanecido invisibles y relegadas en su protagonismo. Es pues el
momento de recuperar la feminidad del dragón.
Si escribir sobre China en España resulta siempre novedoso, hacerlo
sobre el otro sexo del dragón puede serlo aún más. El lector que se
adentre en las páginas de este libro encontrará un recorrido por la sociedad
y la literatura a través de la historia de China, desde los orígenes hasta
nuestros días, con las mujeres como protagonistas. Al hablar de China es
muy fácil caer en tópicos. En pocos años ha pasado de ser un país
misterioso y lejano, envuelto en un cierto halo de exotismo, a convertirse
en un lugar en donde el pragmatismo y el rápido enriquecimiento se
configuran corno una de sus características principales, convirtiéndolo en
centro de atención mundial. Pero la realidad, en una civilización con más
de tres mil años de antigüedad, es muy compleja.
Ciertamente, la República Popular China ha registrado a lo largo de las
dos últimas décadas un crecimiento económico prodigioso. La sociedad y
la cultura de este país denotan transformaciones sorprendentes. La reciente
apertura al exterior ha incrementado la influencia de los valores y patrones
de vida occidentales, pero ei dinamismo interior ha impulsado a un mismo
tiempo un fuerte resurgir de la propia tradición cultural. Tratar de entender
los cambios que están sucediendo únicamente en términos de

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10 Taciana Fisac Badell

modernización y crecimiento económico es insuficiente. Por eso hoy, más


que nunca, para entender a la China actual hay que conocer bien sus raíces.
Modos y costumbres, que se establecieron hace más de dos mil años,
siguen teniendo hoy un gran peso. De ahí que, en el primer capítulo de
este libro, se rastrean las huellas de las mujeres en la sociedad imperial,
desde una de las dinastías más antiguas, surgida alrededor deí siglo XII
antes de la era cristiana hasta la última, finalizada a inicios del siglo XX.
Pudiera parecer que muchas de las tradiciones ancestrales están ya
superadas, pero la realidad nos muestra que su vigencia ha perdurado más
allá de los tiempos.
La lengua china encierra en sus bellos caracteres una historia en donde
las mujeres también ocupan un espacio, aunque sea reducido. A las
diferencias de género que deja entrever la escritura va dedicado el segundo
capítulo de este libro. En él se analizan, entre otras cosas, la diferencia
sexual que se inscribió de modo permanente en la escritura, los
mecanismos de degradación semántica que la lengua mantiene en ciertas
expresiones relacionadas con lo femenino, así como dichos y giros que
generalizan visiones negativas sobre la mujer.
La imagen de la mujer que se ha ido transmitiendo en la literatura
china clásica resulta de un gran interés. Permite comprender una
importante herencia cultural, al tiempo que ayuda a entender el impacto que
dicha imagen puede tener en eí proceso de socialización de las mujeres. Si
en nuestro marco cultural occidental predominan las historias de princesas
que esperan ser rescatadas por su príncipe azul, en la cultura china las
princesas son sustituidas por mujeres que incitan al varón y provocan su
mala fortuna. Las propias mujeres asumen en un principio el papel de
subordinación al varón que les confería la sociedad y dejan testimonio de
ello en los primeros escritos de autoría femenina. A través de los textos de
historiadoras, poetisas y dramaturgas, que hasta un periodo relativamente
reciente habían sido olvidados en el canon literario, es posible conocer la
realidad en la que estaban inmersas. A estas mujeres escritoras, a algunas
de sus obras y a la imagen de la mujer en la literatura clásica dedico el tercer
capítulo.
Las mujeres chinas comienzan a ser protagonistas de su propia historia
a partir de las últimas décadas del siglo XIX. Es entonces cuando surgen
con fuerza sus reivindicaciones individuales y colectivas. Las mujeres
piden acceso a la educación y al trabajo, a la igualdad de derechos con sus
conciudadanos varones. Dada la importancia que en China ha tenido y
tiene la escritura, las escritoras del periodo moderno se convierten en
portavoces de algunas de estas importantes demandas. En el cuarto
capítulo de esta obra se profundiza en todo ello.

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Introducción 11

Con la llegada al poder de Mao Zedong y la fundación de la República


Popular China en 1949 se inicia una nueva etapa en la historia de este país.
Para las mujeres van a suponer años de importantes cambios. Se
reconocerá que ellas sostienen la mitad del cielo, como afirmaría el
Presidente Mao, pero a un mismo tiempo el asfixiante clima político
impedirá la consolidación de muchos logros y provocará la aparición de
nuevos problemas. Las escritoras, junto con otros intelectuales, serán
víctimas de duras campañas políticas y muchas se verán confinadas en el
exilio interior. En la literatura se van consolidando nuevos estereotipos
femeninos bajo la bandera del llamado realismo socialista. Este periodo
maoísta se analiza en el quinto capítulo.
En el sexto y último capítulo entramos en la nueva era de las reformas,
en la reciente década de los ochenta. Se abre uno de los periodos más
fascinantes y dinámicos de la China contemporánea desde un punto de vista
social y literario. Sin embargo, resulta también uno de los más
contradictorios y ambiguos para las vidas de las mujeres. Modernización y
vuelta a la tradición se combinan en un mezcla explosiva e irán
configurando una nueva realidad de posibilidades y retos. Es en este
tiempo cuando las mujeres que expresan sus inquietudes a través de la
literatura irán alejándose de los patrones masculinos, o incluso de la lucha
por la igualdad, para tratar de expresar sus propias vivencias personales
como mujeres.
El siglo XXI será sin duda el siglo de China. El gran dragón de
Oriente requerirá una mirada más atenta desde España y el resto de los
países occidentales. Al escribir estas páginas deseo ofrecer a los lectores
algunas claves para acercarse más directamente a la civilización viva más
antigua del mundo. La idea de este libro surgió con motivo de una
prolongada estancia que disfruté en la Universidad de Stanford. No
hubiera podido acceder a la consulta de la bibliografía necesaria, tanto en
lengua china como en otras lenguas occidentales, a no ser por la magnífica
acogida que tuve en el Departamento de Lenguas Asiáticas de aquella
universidad norteamericana y de su director, el profesor John C. Y.
Wang. Aprendí de mis cotidianos encuentros con mi colega y amiga Ming-
Bao Yue, así como en los seminarios dirigidos por la profesora Mary
Louise Pratt, que me fueron introduciendo en el estudio de las mujeres en
China. Más tarde, pude completar el material que no había obtenido en mis
numerosos viajes a la República Popular China con la ayuda del Centre for
Modern Chinese Studies de la Universidad de Oxford. Mis conversaciones
con la profesora Tao Tao Liu y, en especial, la magnífica acogida del Dr.
Steve Tsang contribuyeron a que el año transcurrido en Oxford fuera
realmente inolvidable. Ya en España, tengo que agradecer al profesor

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12 Taciana Fisac Badell

Francisco Marcos Marín su desinteresado apoyo, que tanto facilitó mi


trabajo. Mi contacto con el Instituto Universitario de Estudios de la Mujer
de la Universidad Autónoma de Madrid y la posterior creación en esta
misma Universidad del Centro de Estudios de Asia Oriental, del que
actualmente soy directora, supusieron un gran estímulo para llevar a buen
término mi tarea. También agradezco a la editorial NARCEA, en particular
a María Dolores Gant, el entusiasmo con el que acogió mi manuscrito.
Mi introducción en el mundo de China no habría ocurrido sin la
temprana iniciativa y la permanente ayuda mis padres. Mi aprendizaje de
la cultura y la literatura china tampoco hubiera dado tantos frutos sin la
sabia y amistosa guía de Zhang Baowei. Pero es a mi marido, Femando, a
quien más agradezco el apoyo que me ha dado en los últimos años, tanto
por compartir el cuidado de nuestro hijo Daniel, como por sus comentarios
y ánimo, que me han permitido terminar este libro y avanzar otros muchos
proyectos orientados a desarrollar el campo de los estudios sobre la
civilización china en la comunidad académica española.

El Escorial, Julio de 1996

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1, Las mujeres en la cultura
china Imperial-----------

A través de los siglos, tanto la imagen como la posición de la mujer en


China han estado marcadas por la filosofía y la visión confuciana de la
s o c i e d a d e l lugar» o más bien la ausencia de lugar, que
Confucitíl¿j51-479 a. C.) otorgó a la mujer en su sistema de organización
social se remonta a tiempos más antiguos, tal como revela el análisis de la
escritura china./ Así, el primitivo carácter que se utilizaba para denominar a
la mujer se'asémeja a una figura humana aíTodillada y con los pechos
desproporcionados o bien, si se quiere Interpretar cíe otro modo posible, a
U fifá in a j^ é n ^ sumisión o reverencia con las manos cruzadas
sobre sus rodillas. En cualquier caso, no se trata de un carácter en el que
esté representado ningún atributo que indique una posición superior de la
mujer, en el contexto simbólico y social de la cultura china más antigua,
sirio incluso todo lo contrario. Sin embargo, en general, numerosos
arqueólogos, historiadores y otros estudiosos consideran que hasta el
periodo Zhou (1122-256 a. C.) la muier ocupaba un lugar relevante en la
.socieílad.
Es cierto que en gran parte de la im sfiencgentranjiguras
femeninas,con uu papel importante. A la diosa madre Nüwá&nitad mujer
yv:mitad dragón, atribuyen ciertas mitologías la creación?.deí orden y del.
propio ser humano. También resulta correcto indicar que de los héroes y
emperadores míticos, alo s "que la tradición ha considerado fundadores de
la civilización china, 5sei:üOítOSS'tf'ñom® los
padres. Los Anales de Primavera y Otoño de Lüshi se remontan a un
pétídio en la ántigugdM cuando^ tal como se aduce, lás gentes «conocían a
sus madres pero no a sus padres». (Los anales históricos Primavera y
Otoño (450-221 a. C ) registran que en tiempos remotos lalfffiJff^ra'W ’
encarga&Oe las ofrendas a los antepasados, si bien la sacralidad del rito
impedía que la participación se extendiera también a las mujeres casadas.
No obstante, algún tiempo después las mujeres pasarían a ocupar un claro
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14 Taciana Fisac Badell

segundo plano en las ceremonias de culto familiar. Algunos historiadores,


sin embargo, han aventurado incluso la posibilidad de una. sociedad china
primitiva en la que se aceptaba plenamente la poliandria^ es decir, la
relación de una mujer con varios hombres, Pero ninguna de estas
hipótesis dispone de una evidencia suficiente.
Después de la revolución maoísta, la lectura marxista de la historia,
que aún perdura en nuestros días, ha continuado subrayando en
innumerables ocasiones la existencia de la poliandria y del matriarcado en
los orígenes de la sociedad china1. Una de las razones para considerar la
sociedad primitiva del periodo Yin (1765-1122 a. C.), el más antiguo del
que se tienen indicios, como detipo matriarcal ha sido ef carácter utilizado
para denotar «apellido» {xing) que está formado por dos elementos cuyo
significado corresponde a «mujer» y «nacer». No obstante, en realidad es
más exacto afirmar que este hecho aislado evidencia la existencia de una
sociedad matrilineal, es decir aquella en la que predomina la filiación
materna, algo muy distinto a que las mujeres ostentaran la primacía social.
Incluso en nuestros días se encuentran sociedades patriarcales en las que
persiste la matrilineal idad2. Por eso no se puede afirmar la existencia de un
matriarcado en los orígenes de la sociedad china con pruebas fidedignas y
la interpretación de muchos historiadores chinos en este sentido responde,
evidentemente, más a una adecuación de las teorías elaboradas por Engels
en sli téxtó El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, que a
una teoría documentada con algo^mastíúétnBfáSrsü$ó£i£iofies basadas erí
la orientación ideológica de su autor3.
Todos los datos que se aportan para sostener la existencia del
matriarcado en China pueden ser interpretados más bien como indicaciones
acerca del distinto papel desempeñado por las mujeres en la sociedad
primitiva, lo que no significa ni mucho menos que tuvieran una posición
de superioridad o dominio sobre el sexo contrario. Un aspecto interesante
y significativo que las fuentes chinas señalan, al referirse a los tiempos
prehistóricos de la civilización y describir los periodos de la matrilineal idad
y posterior patrilinealidad, es el de identificar un estadio de desorden y
desorganización social con el predominio de la consanguinidad materna,
mientras que el establecimiento de la patrilinealidad supone la llegada de la

' Esta es la teoría que, entre otros, sostiene ei famoso literato e historiador Guo Moruo
en Zhongguo j h i g p o , Beijing: Renmin chubanshe, 1979; vol. I; p. 32-72.
2 5' W endy James, "Matrifocus on African Women", pp. 140-162 en S. Ardener (ed.),
Defming Females: The Nature o f Women in Society, Londres: Croom Helm, 1978.
5 Para una relectura del texto de Engels y las diversas interpretaciones que se han dado al
debate dei matriarcado, véase Celia Amorós, "Origen de la familia, origen de un malentendido",
pp. 49-73 en AA. W . , El Origen de la Fam ilia, de la P ropiedad Privada y del Estado. Cien Años
D espués 1884-1984, Madrid: Fundación de Investigaciones Marxistas, 1985.

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¡m s mujeres en la cultura china imperial 15

ley y el orden. Esa es una idea que aparece repetida en todos los mitos del
matriarcado como mito de origen, en donde las mujeres representan lo
caótico y los varones vienen a implantar el orden frente al caos4.

La posición de las mujeres en la tradición confuciana


El sistema patriarcal, para la gran mayoría de los estudiosos, se habría
institucionalizado definitivamente a partir del periodo Zhou (siglo XII a.
C.) y se perpetuará hasta el siglo XX.
En El libro de la poesía (S h ijin g ), uno de los cinco clásicos
confucianos que recoge trescientas cinco canciones anteriores al siglo V
antes de Cristo, se describen brevemente, pero de forma muy elocuente,
los diferentes destinos que aguardan a los recién nacidos dependiendo de
su sexo:

754^ 7 , w m z -fc ,

7 5 4 * 7 , ü « ± íé , m ttz n ,
?c^?cfX, ítfS'&ftiSC, ?ci'#iníSo
«Hijos varones os nacerán, sobre la cama les acostaréis,
con faldones les vestiréis, con tablillas de jade les divertiréis.
Sus lloros fuertes y vibrantes serán.
Rojas calzas en sus piernas brillarán,
casas de reyes y emperadores fundarán.

Hijas os nacerán, sobre el suelo las acostaréis,


con paño las vestiréis, con un huso de barro las divertiréis,
no desobecerán ni descuidadas serán,
del alcohol y los manjares se ocuparán,
ninguna desdicha a sus padres causarán.»

Aún hoy el lenguaje conserva los dos términos que aparecen en este
texto para denominar un nacimiento dependiendo de si se trata de una niña
o un niño: el nacimiento de un varón se puede traducir por «divertir al niño
.con tablillas de jade» (nongzhang) mientras que si por el contrario es una

J ¡bídem .\ p. 70.

© narcea s. a, de ediciones
16 Taáana Fisac Badell

niña se utiliza una expresión que significa «divertir a la recién nacida con
un huso de tierra cocida» (nongwa).
Una vez consolidado el patriarcado (quizás sería más correcto hablar
del cambio a la patrilinealidad), la sociedad china y en especial la familia
pasó a estar regulada por el llamado sistema zongfa. Como el mismo
término indica, se trataba de una serie de normas establecidas para la
determinación del nivel de parentesco con el objetivo fundamental de
continuar la línea genealógica masculina para mantener el culto a los
antepasados. La visión confuciana de la mujer parte de esa misma
estructura de la sociedad. Confucio vino de hecho a sancionar con su
pensamiento una situación de sometimiento que ya existía; se puede
afirmar que institucionalizó definitivamente la subordinación de la mujer
aunque no fue el promotor de dicha pauta. De entre los escritos atribuidos
directa o indirectamente a este filósofo, las referencias explícitas a las
mujeres se limitan a unas pocas palabras que, además, indican bastante
poca consideración con respecto a ellas:

fH :
« |$ o I
«Dice el maestro: Solamente las mujeres y los criados son
personas de difícil trato. Si se les trata con confianza pierden la
deferencia, pero se disgustan si se les trata con despego.»

Con estas normas se institucionaliza en cierto modo la dependencia y


la subordinación de las mujeres. Se establece el lugar que ocupará la mujer
en el seno de la familia, desde su nacimiento hasta su casamiento, con
especificaciones respecto a sus obligaciones y exiguos derechos. A partir
de entonces la suerte de cualquier muchacha estaba en manos de que su
familia concertara un buen matrimonio. Al contrario que sus hermanos
varones, la mujer no tenía derecho a heredar la fortuna de su padre y en el
caso de fallecimiento de éste en edad temprana, el hijo primogénito asumía
los derechos y deberes paternos. Con su casamiento, la mujer pasaba a
pertenecer a la familia del marido y rompía sus vínculos de parentesco que
se redefinían en tomo a su nuevo hogar. Entraba entonces a participar en
los ritos de culto a los antepasados de su cónyuge. Al comienzo de su
nueva situación quedaba completamente a merced de su marido y de su
suegra, que era en realidad quien organizaba todas las actividades en el
ámbito interior de la casa. Sin embargo, también es cierto que el
matrimonio le confería una posición notablemén'té fñéjór qué cuándo sólo
"érrtína muchacha casadera, debido a que se podíaoóhvéHir Birlarfutura
© narcea s. a. de ediciones
Las mujeres en la cultura china im perial 17

engendradqra de un bástago que daría continuidad a la saga. En el libro


atribuido al filósofo penci© se refleja la importancia que tenía este hecho
para la sociedad chináff®'^

S Í S : I

«Dice Mencio: Hay tres cosas contrarias a la piedad filial, y no


tener descendencia masculina es la peor de ellas.»

La mujer joven casada, por ese imperativo de perpetuación de la


descendencia, cuando era capaz de dar a luz un hijo varón incluso llegaba a
tener un cierto poder y sobre todo adquiría respetabilidad de cara a su
familia y a la sociedad. En caso de fallecimiento del marido, la esposa
heredaba su fortuna, pero eso no significaba que pudiera administrada
directamente. Su hijo, o en su defecto el hijo de algún pariente cercano
que ella adoptaba como propio, lo hacían en su lugar.

L m ritos de compromiso y casamiento


Parece ser que también a aquella época se remonta otra tradición que
se respetará durante siglos y que, incluso en la actualidad, persiste en la
sociedad china con algunos matices distintos. Me refiero concretamente a
la costumbre que practican las familias de concertar los matrimonios
apelando a la intervención de casamenteras y casamenteros. Era tal la
consideración de estos personajes que un matrimonio podía ser invalidado
por parte del marido si no había sido concertado a través de un
intermediario. Las normas exigían que los prometidos no se vieran antes
del día de su boda y las referencias que tenían el uno del otro eran siempre
a través de terceras personas. De nuevo encontramos en el libro de Mencio
una referencia a este hecho:

ü tf f lis i, ü i s + i j A , j

«Cuando nace un varón, se quiere encontrarle esposa, cuando


nace una mujer, encontrarle marido. Este deseo de los padres lo
tienen todos los hombres. Pero si no esperan la orden de ios
padres, ni las negociaciones de los intermediarios, y los jóvenes

© narcea s. a. de ediciones
18 Taciana Fisac Badell

abren un agujero en la pared para verse o saltan la valla para estar


juntos, sus padres y todas las personas los despreciarán.»

En la sociedad confuciana las reglas de conducta de los distintos


niembros estaban claramente especificadas y se regían por un códice moral
iy social aceptado que se conocía como el Liji qjLih w dé los ritos un texto
que probablemente fue escrito hacia el síglolV a. C j si bien se reelaboró
algún siglo más tarde durante el periodo HaiñT'Xa consideración 4e ia
posición de la mujer ha estado en la historia de China marcada por este
texto, clásico por excelencia en el acerbo del confücianismó. Los ritos han
establecido el comporíamiento de hombres y mujeres éñ los más diversos
aspectos desde tiempos muy remotos y se referían principalmente al
comportamiento social dentro y fuera de la familia en relación con los
antepasados, los superiores y los ancianos, con una especial referencia a
momentos de cambio en la vida como son el nacimiento o el matrimonio.
El comportamiento de las mujeres estaba regido en concreto por lo
que se conoce como «tres obediencias»y «cuatro conductas morales». Las
obediencias eran un eufemisTfió pafá denominar la total pertenencia y
subordinación al sexo masculino representado en cada momento por el
padre, el marido o el hijo primogénito:

i& h k it, ÍÜ & W J c ,


«En la familia se obedece al padre, al casarse se obedece al
marido, a la muerte del marido se obedece al hijo.»

Las conductas se referían al modo de comportamiento que se


consideraba decoroso para una mujer y que debía estar regido por la
Amoralidad, el bien hablar, el modo de aparentar y los deberes laborales.
En el Libro de los ritos, se establecían de modo muy preciso todos y
cada uno de los pasos y condiciones fundamentales para la celebración de
los matrimonios. La familia del novio podía llevar a cabo el casamiento
cuando el chico cumpliera los 17 años de edad, mientras que para la chica
la edad mínima eran 14. Cumplir la treintena suponía, en cualquier caso,
sobrepasar el tiempo aceptable para el matrimonio. Después de establecer
los primeros contactos a través de terceras personas, cuando las familias
decidían establecer vínculos más estrechos se enviaba un regalo a la familia
de la novia. La aceptación de este regalo era el primer paso hacia un
compromiso matrimonial. Siempre a través de un casamentero, la novia
respondía con una tarjeta en la que se detallaba su nombre, fecha y hora de
nacimiento. Aquellos datos eran muy importantes ya que debían ser
© narcea s. a, de ediciones
Las mujeres en la cultura china im perial 1.9

presentados ante el altar de los antepasados del novio y, una vez allí, se
utilizaban para realizar las prácticas adivinatorias que establecerían la
compatibilidad y fortuna de los futuros esposos. Si el horóscopo resultaba
favorable, se establecía la fecha y se disponían más regalos para la familia
de la novia, dependiendo de la posición social que tuviera.
El día de la boda, el novio acudía a la casa de su prometida,
presentaba sus respetos ante el altar de los antepasados y después
regresaba nuevamente a su casa escoltando a la futura esposa que era
conducida en otro palanquín. La ceremonia se celebraba al atardecer por
una reminiscencia de las todavía más antiguas prácticas de rapto de la novia
que, naturalmente, tenían lugar en horas de oscuridad. De ahí que, incluso
en nuestros días, permanezca el recuerdo de esa costumbre eni-os
caracteres que se utilizan para denominar a la ceremonia de la boda(kunlfi
El segundo ideograma significa «ceremonia»; el primero está compuesto
por «mujer» y otro elemento que se utiliza para indicar «atardecer». La
boda, o mejor dicho el rapto, era la ceremonia que se llevaba a cabo al caer
el sol.
La pareja llegaba a casa del novio y ambos pasaban a la cámara
nupcial para celebrar una cena privada. Se trataba del preludio a las
numerosas comidas que estaban destinados a compartir unidos a lo largo
de sus vidas. Pero con eso no se daban por concluidos todos los ritos
matrimoniales, especialmente para la novia. Al día siguiente ella debía
presentar sus respetos a los suegros y, de acuerdo con una complicada
ceremonia, servirles algunos manjares para simbolizar que a partir de
entonces se sometía a ellos. Posteriormente se producía un intercambio de
regalos.
El último ritual para ratificar la aceptación de la novia tenía lugar una
vez cumplido el tercer mes y consistía en una visita de cortesía a los
parientes del marido para proceder a la presentación oficial de la esposa.
De este modo quedaba sellado definitivamente el matrimonio. En
ocasiones, la familia de la joven dejaba durante los primeros meses un
caballo en los establos del novio con objeto de que ella tuviera un medio
para regresar a su hogar de origen en el caso de ser rechazada.
Una de las responsabilidades más importantes de las mujeres era la de
atender a sus suegras asegurándose de cubrir satisfactoriamente todas sus
necesidades. La nueva esposa se ocupaba también de la cocina y de la
compleja preparación de manjares para las ofrendas rituales a los.
antepasados. Dada la importancia de la piedad filial en el seno de la
estructura familiar china, las relaciones con los suegros marcaban de forma
decisiva el rechazo o la aceptación del nuevo matrimonio.

© narcea s. a. de ediciones
20- Taciana Fi.rnc Badell

En el mismo Libro de ios ritos ya mencionado, j e MJ ^ n ^ $ n


establecidas las razones por las cuales se admitía efétlj^íip de la mujer,»/
Siete eran los supuestos en los que era aceptado: la desobediencia o falta de
piedad filial hacia los suegros, el adulterio, cualquier enfermedad que
pudiera provocar repulsión, la esterilidad, el robo, la locuacidad o exceso
de chismorreo y, finalmente, los celos.
Ahora bien, también es necesario puntualizar que la mujer no estaba
completamente desprotegida, al menos en la letra. Se permitía que
mantuviera su posición de casada en el supuesto de que no tuviera ningún
pariente que pudiera hacerse cargo de ella o cuando hubiera contribuido de
algún modo a alcanzar la posición social y la prosperidad económica del
marido, o incluso solamente si gozaba de las simpatías de sus suegros.
También si se trataba de la esposa del emperador, incluso cuando no
hubiera dado a su consorte descendencia masculina.
El divorcio o el repudio fue aceptado en la sociedad china desde una
fecha muy temprana, pero tenía efecto principalmente en las clases con
medios económicos elevados ya que significaba la necesidad de afrontar
una vez más los gastos de un nuevo matrimonio. Otra razón que llevaba a
evitar el divorcio era la aceptación de la poligamia; en caso de desear a
otras mujeres, se las podía tomar como segunda esposa o concubina.
Cuentan, en este sentido, que en la dinastía Jin Oriental (317-420), un
primer ministro se enamoró de una muchacha y quiso tomarla como
concubina. Su primera esposa se puso tan celosa que algunos de sus
allegados decidieron tranquilizarla y le recordaron ciertas historias de
mujeres virtuosas que habían aceptado la nueva realidad y no se habían
dejado dominar por el horrendo vicio de los celos. Para ello utilizaron el
argumento siguiente:

-El duque de Zhou escribió un poema en el cual defendía el


concubinato.
A lo que ella respondió:
-El duque de Zhou era un hombre, si hubiera sido la duquesa la
que escribiera el poema, habría dicho otra cosa muy distinta5.

Son innumerables los relatos como éste de mujeres celosas a las que
frecuentemente se tachaba de irracionales, crueles e inhumanas, mientras
que a las esposas que aceptaban de forma sumisa la voluntad de sus
maridos se las consideradas ejemplares. No resulta extraño el énfasis en

5 Citado en Esther S. Lee Yao, Chinese Women: Paxt and Present, Mesquite, Texas: ide
House, 1983; p. 52-54.

© narcea s. a. de ediciones
ím s mujeres en la cultura china imperial 21

un tema así dado que la familia china tenía como centro a un varón, dueño
y señor de todo, alrededor del cual giraban las mujeres de ia casa. Las
relaciones entre los dos sexos, con la aceptación legal del concubinato y la
posesión de varias esposas, adquiría unas características muy peculiares
que, en cualquier caso, ponían de manifiesto la falta de consideración hacia
los sentimientos y deseos de las mujeres, convertidas en la mayoría de los
casos en meros objetos de intercambio, medio de procreación o
instrumentos de placer para el varón.
Es preciso ten er;,en .cpenta que todas estas prescripciones de
compromiso y casamiento que he ido enumerando eran observadas por las
clases.privilegiadas de la sociedad china. No éíi vano, las normas que
regían las vidas de las mujeres que sé describen en los textos antiguos se
refieren a familias acomodadas o ubicadas en el entorno imperial. Por
tanto, sería, excesivamente aventurado especificar cuales eran las
costumbres de las mujeres del mundo campesino o de clases sociales más
modestas y hasta qué punto t í Libro de los ritos funcionaba corno norma
pára toda la sociedad en general durante los periodos anteriores aí siglo"I.
Sin embargó, también es cierto que no se puede menospreciar la influéncia
de este libro puesto que se convirtió en texto básico de los exámenes
imperiales realizados a partir de 1313 y hasta seis años antes de la caída del
último emperador enJ 911.
Con la dinastía Han (206 a. C.- 220) Q£U&£Um^QiQ&G&W-QÍ
confinamiento de. las mujeres las estancias interiores^de la casa. La!
visión de la mujer en la tradición confuciana se idealizó y plasmó, en varias
obras de las dinastías Han anterior y Han posterior:Biografías de mujeres
eminentes'de Liu Xiang y para mujeres de Ban Zhao son los
manuales más relevantes. Sobre este último me extenderé más adelante, ya
que la autora es una rmij(?r..
Con respecto a las fBiografías de mujeres eminentes, él texto más
antiguo, (se data aproximidáffiettté'hacia el añü 30 a7C.) era el más leído y
utilizado en la educación de las mujeres. Se trata de una colección de
ciento veinticinco episodios biográficos de personajes femeninos, que
representan tanto a los estratos más modestos como a la alta sociedad,
desde las épocas legendarias hasta el periodo de los Estados Combatientes
(453-222 a. €.). jA .íravés ^ e estaSr historias se presenta el modelo de
'mujer ideal, catalogándolas dentro de diversos apartados en los que se
enumeran virtudes o defectos esenciales: maternidad ideal, sagacidad,
benevolencia y sabiduría, pureza y obediencia, castidad y rectitud,
raciocinio y comprensión y por ultimo, perversión y depravación. El texto
original constaba sólo de siete capítulos que más tarde fueron
sucesivamente editados y aumentados.

© narcea s. a. de ediciones
22 Taciana Fisac Badell

El impacto de las dinastías extranjeras


Durante muchos años, los territorios del imperio chino estuvieron
gobernados por dinastías extranjeras: jürchen, mongola, qitan y tangute,
entre otras6. Eran gobernantes y pueblos que traían consigo costumbres
distintas que ciertamente debieron tener alguna repercusión en la
consideración de la posición de la mujer. Sin embargo, hasta el momento
existen escasos estudios acerca de la influencia de estas invasiones
extranjeras y, normalmente, se considera que no afectó en gran manera a la
situación general más que en las élites políticas. Éstas mantenían algunas
actitudes ligeramente más abiertas o quizás por rigor deberíamos
calificarlas simplemente de diferentes, por formar parte de su propio bagaje
cultural y social7.
Otro hecho que no debe olvidarse es que en algunos momentos de la
sucesión dinástica china se produjeron movimientos, filosofías, teorías o
simplemente individualidades que ponían en cuestión la posición asignada
a las mujeres en la sociedad. El taoísmo y el budismo fue en ocasiones un
modo de escape que permitía justificar la huida de la esfera familiar y el
acceso de las mujeres a puestos vetados para ellas por la sociedad
confuciana. Así por ejemplo, la famosa emperatriz Wu, de la dinastía
Tang, justificó su entronización en sutras budistas y fundó una nueva
dinastía denominada Zhou (690-705). No obstante tampoco conviene
maximizar los privilegios que tanto el taoísmo como el budismo pudieron
proporcionar a las mujeres. La tarea de su análisis está todavía por hacer.

La introducción del rigorismo neoconfuciano


La dinastía Song (960-1279) marca el inicio de un periodo de
reunificación del imperio, florecimiento de las ciudades y aumento del
comercio, así como la llegada del neoconfucianismo que supondría la
reelaboración de conceptos filosóficos y la introducción de cierto rigorismo
en las costumbres sociales.
El proceso de expansión económica y urbana que se produce durante
la dinastía Song tiene como consecuencia una mayor movilidad de la.
población. El número de comerciantes, tran^poTtíSfás^^' mañJnOTPy"

6 Para un repaso histórico de todos estos periodos dinásticos véase Jacques Gernet, El
mundo chino, Barcelona; Editorial Crítica, 1991; p. 311-337.
5 A este respecto, véase Herbert Franke, "Women under the Dynasties of Conquest"; pp.
23-43 en Lionello Lanciotti (ed.), La donna nella Ciña im periale e nella Ciña repubblicana,
Firenze: Leo S. Olschki Editore, 1980.

© narcea s. a. de ediciones
Las mujeres en la cultura china im perial 23

funcionarios que recorren todo eí territorio del imperio aumenta y,


consecuentemente, se producen modificaciones en las actividades,
divertimentos y modos de relación de la gente. Por parte de las élites
letradas se propulsa eptonces un mayor control d é la s mujeres qué, en
definitiva, consiste en un aplicación estricta y más rígida de los clásicos
confuciarios, a ios que se añaden nuevos usos y valores restrictivos. Por
eso^ en términos generalesv se puede afirmar qué durante esta dinastía se
prüdüctew mayor sometimiento de las^mujeres en todos los ámbitós dé la
sociedad; "

E l vendaje de los pies


Los ritos de compromiso, casamiento y posterior vida familiar de la
mujer se regían por los principios que ya se han señalado, pero a éstos se
añadieron costumbres que vinieron a empeorar la situación. Una de las
más conocidas es el vendaje de los pies.
Se puso de moda principalmente en las regiones del centro y .norte de
China, no así en el sur8. Existen diversas historias sobreTu'ongen, si bien
la más generalizada es la que se atribuye al emperador Li de la dinastía
Tang del Sur (937-975). Cuentan que diseñó unas zapatillas especiales
para la danza de una de sus concubinas preferidas. Y así, por el encanto y
erotismo que provocaron aquellos pies diminutos, el vendaje de los pies
llegó a considerarse un símbolo de distinción9. El fetichismo llegó a tal
extremo que el pie se convirtió en el objeto central de la atracción sexual.
El hecho de que los pies fueran tocados por un hombre, incluso de forma
accidental, se consideraba imperdonable y podía acarrear serias
complicaciones si no existía la aceptación previa de mantener relaciones
sexuales con aquella mujer.
El proceso para la disminución del tamaño de las falanges en las
extremidades inferiores era un tanto laborioso y muy doloroso. Daba
comienzo a la edad de cuatro o cinco años. Mediante ungüentos y baños
se conseguían ablandar los pies de modo que fuera poco a poco posible
doblar los dedos bajo la planta para dar forma a un diminuto muñón. Los
pies tendrían que permanecer para siempre vendados ya que despojarlos de
las telas que los comprimían provocaba fuertes calambres. Al dolor había
que añadir los problemas higiénicos y las agresiones a la salud que

* Esther S. Lee Yao, op. cit. ', p. 94.


’ Un detallado estudio respecto al in icio y proceso del vendaje de lo s pies se puede
encontrar en R. H. Van Gulik, Sexual U fe in Ancient China, Leiden: E. J. Brill, 1974; pp. 2 1 2 y
ss.
© narcea s. a. de ediciones
24 Taciana Fisac Badell

conllevaba iodo aquel proceso, además de la disminución en la capacidad


de movimiento. En el fondo, el vendaje de los pies también se puede
interpretar como un burdo mecanismo para dificultar la movilidad, o
incluso, en último extremo, la ya de por sí improbable huida de las
mujeres, que se veían así confinadas en e! interior de los muros de la casa.
Un sutil y doloroso modo de control que las convertía en seres totalmente
dependientes de los varones. Y no sólo eso, afectaba también la propia
confianza en las personas de su mismo sexo, madres o parientas próximas,
ya que eran ellas las encargadas de llevar a cabo tan inútil como tormentoso
mutilamiento. El único fin de esta práctica era la adecuación a las pautas
estéticas del momento impuestas por el mundo masculino y totalmente
interiorizadas por las mujeres10. Los pies vendados eran también signo de
distinción y poder económico puesto que sólo las casas pudientes podían
permitirse el lujo de tener ociosas a sus mujeres. Sin embargo poco a poco
la costumbre se generalizó, de tal modo que se puso en práctica entre
familias dé todos los estratos sociales, especialmente durante la última
dinastía Qing, hasta el punto de déhorhinarse <<el periodo de la locura de
los pies pequeños». Bien entrado él siglo veinte se continuaba con la
'c o ^ m S re ’'de’vendar los pies de las mujeres, por eso no es infrecuente
encontrar hoy en las calles de las cada vez más modernas ciudades chinas a
alguna anciana que camina arrastrando sus muñones enfundados en
diminutas zapatillas negras.
Desde Occidente se ha interpretado este suplicio en ocasiones como
«una curiosa costumbre erótica», mientras en otras se ha visto como la
particularidad que tienen las mujeres chinas «de destrozarse los pies desde
muy niñas»11. La tradición cuentista occidental recogió esa misma
fascinación por los pies diminutos en el relato de La Cenicienta, al que se
atribuye origen chino, y en algunas de cuyas versione's se cuenta cómo las
hermanastras cortaron los dedos de sus pies para conseguir que entrarán en
JárjL.delicado zapato, única prenda que poseía el príncipe para encontrar a su
amada.

10 Un interesante artículo que apunta en esta dirección es el de Mary Daly, "Chínese


Footbinding: On Footnoting the Three-Inch «Lotus H ooks»”, Gyn/Ecology. The M etaethics o f
R adical Fem inista, Boston: Beacon Press, 1978; pp. 134-152.
" A sí lo describe, en su crónica sobre los aspectos más variopintos de la cultura y la
civilización china, un español a finales de! siglo XIX: Eduardo Toda, La vida en el Celeste
Im perio, Madrid: Ei progreso editorial, 1887; p. 9.

© narcea s. a. de ediciones
Las mujeres en la cultura china im perial 25

Castidad y pureza
La exigencia de la castidad y la pureza en la mujer antes de llegar al
matrimonio se remonta a tiempos muy antiguos. Sin embargo, es también
durante la dinastía Song cuando se impone la costumbre de guardar
ausencia a los maridos muertos. Si antes era un hecho habitual que las
viudas volvieran a contraer matrimonio, a partir de estos momentos se ven
obligadas a preservar la castidad hasta la muerte. La presión social
resultaba tan fuerte que las viudas eran capaces incluso de automutilarse o
suicidarse para no caer en la tentación de sustituir al marido o permitir la
entrada de otro hombre en sus vidas, fif smcidicMe las viudas o de las
mujeres que preferían la muerte a perder su castidad vino entonces a
añadirse al suicidio que se producía como única huida a la venta o
concertación de un matrimonio no deseado por la joven. De ello dan
testimonio los numerosos ejemplos que aparecen a lo largo de la
literatura12. Existen numerosas historias referidas a la rigurosidad en la
castidad de las viudas, e incluso en muchas de ellas se cuenta cómo los
maridos inventaban estratagemas para comprobar si la fidelidad de sus
esposas llegaba hasta el punto de desear la muerte antes que romperla. Al
filósofo Cheng Yi (1033-1107) se atribuye una de las frases más duras
respecto a los extremos a los que llegaba esta defensa de la castidad en la
viuda. A la pregunta de que si estaba permitido casarse en segundas
nupcias a una mujer que no tenía siquiera recursos económicos para
comer, él respondió del modo siguiente:

Ü J
«Morir de hambre es un asunto de poca importancia, pero perder
la castidad es algo muy grave.»

Aunque también es cierto que, como sucede en todas las épocas y en


todos los lugares, no era extraño encontrar hombres y mujeres que se
saltaban las normas sociales en vigor, e incluso cuentan que, pese a las
opiniones del tan estricto filósofo mencionado, un familiar indirecto, la
esposa de un sobrino, se volvió a casar al poco tiempo de fallecer su
marido. El problema adquiría dimensiones muy graves si pensamos que

En un estudio del suicidio femenino a principios del sigio XX en la zona de Taiwan


aparecen algunos datos que apuntan hacia la influencia de las prácticas matrimoniales en las altas
cotas de suicidio de las mujeres. Véase el artícuia-^ A f a f f e r y W olf. "Women and Suicide in
China" en Margery W olf y Roxane Witke (eds.J, Women in Ü hínese^ octetf, Stanford: Stanford
University Press, 1975; pp. 111-141.

© narcea s. a, de ediciones
26 Taciana Fisac Badell

entonces se consideraban viudas a aquellas muchachas cuyo novio o


prometido fallecía antes de producirse el matrimonio, y eran obligadas a
permanecer toda su vida con el recuerdo de un hombre al que nunca habían
llegado a conocer.
Otras costumbres sociales confirman esta tendencia restrictiva hacia la
mujer. Mientras durante la dinastía Tang era habitual el escote en el hábito
femenino, a partir del siglo X es visto como indecente y se impone el
cuello alto que hoy consideramos tan típicamente chino. Además de todo
lo expuesto, se puede afirmar que a partir de la dinastía Song se impone de
modo explícito, respaldado por pensadores y burócratas letrados, un doble
Irhddelo de moral: permisivo para el varón y sumamente restrictivo para la
mujer.
Otro aspecto interesante que afectaba a la mujer, especialmente a
efectos rituales, era su consideración de pureza. En China las sustancias
que hacían a la mujer impura y le impedían participar en el culto de
adoración de los antepasados eran principalmente dos: los flujos
menstruales y los flujos posparto. Se pensaba que cuando la mujer
quedaba embarazada sus flujos menstruales se iban acumulando en el
cuerpo y eran expulsados en el parto y durante algún tiempo después. La
razón de considerar estos flujos como impuros era la creencia de que el
cuerpo los echaba fuera por ser sangre sucia, residuos no necesarios para
el organismo que podían reponerse con buenos alimentos. Todo aquello
que entraba en contacto, incluso indirecto, con la sangre menstrual
quedaba automáticamente excluido de ios ceremoniales de adoración a los
dioses o del culto a los antepasados.
A su vez, la sangre siempre ha tenido una importante carga simbólica
como fuerza posibilitadóra de vida. Existía la creencia de que el semen
solamente capacitaba el comienzo de la formación de la criatura en el
vientre de la madre, mientras que la sangre menstrual se convertía en su
carne y sus huesos. Eí flujo menstrual se puede interpretar como símbolo
de la función social de una mujer casada, reproductora del orden o
amenaza para el mismo. La sangre menstrual era signo de poseer el
potencial de tener hijos puesto que garantizaba no haber llegado aún a la
menopausia. En dichas condiciones, la mujer podía suponer un peligro
para la familia del marido, ya que alteraba la estructura de ésta añadiendo
miembros, dividiéndola y afectando a la supremacía del varón adulto13.
En cualquier caso, la sangre de la mujer ha sido vista como una
sustancia llena de fuerza, lo que dio lugar a numerosas supersticiones. Así

a Esta interpretación está desarrollada en Emily M. Ahern, "The Power and Pollution of
Chinese Women", en Margery W olf and Roxane Witke (eds.), op. cit.\ pp. 193-214.

© narcea s. a. de ediciones
Las mujeres en la cultura china imperial 27

por ejemplo, la sangre de un parto debía ser enterrada o echada a una


corriente, con formas muy establecidas, ya que de lo contrario se pensaba
que podía afectar al recién nacido o a otras personas. Las creencias
populares de cariz irracional se complicaban aún más y añadían que si el
fuego tocaba aquella sangre la criatura corría peligro de arder junto a ella.
La literatura ha recogido de modos muy diversos esta fuerza) e
impureza de los flujos de la mujer. En la famosa novela Jin Ping Mei, en
la cual me detendré en otro capítulo posterior, se recoge el siguiente
ejemplo en boca de una de las protagonistas femeninas:

±o n m m m & m K o m m u w jo im n
14

«Aunque me lave, no estaré limpia. Si la menstruación de una


mujer mancha el cuerpo de un varón, atraviesa y provoca mala
suerte. Si mañana muero, tú también me seguirás.»

También en el capítulo XXXVI de la famosa novela titulada La


familia, ambientada en los años veinte, se pone de manifiesto cómo estas
ideas perduraron hasta hace tan solo unas cuantas décadas:

J l f l f c j E í t t t f e “ É L & 2 .1 K ” * .

íB^íajíajígio /cíaé5iíL3fcjS'srw
¡ a r m ^ n , i*n
íi*, m m m n aaflto

f » , „

«Se acercaba la fecha del parto de Rui. Aquel acontecimiento


inquietaba a la concubina Chen, a las señoras cuarta y quinta y a

14 Lanting X iaoxiaosheng, Jin Ping M ei cihua, Hong Kong: Taiping shuju, 1982; p.
1 .3 2 5 .

© narcea s. a. de ediciones
28 Taciana Pisac Badell

algunas criadas, que se pasaban las horas chismorreando.


Finalmente un día, la concubina Chen, con una, expresión muy
seria, expuso sus temores a Gemin y a sus hermanos acerca de "ios
desastres de las pérdidas de sangre": cuando tenía lugar un
nacimiento, si había cerca un cadáver, las pérdidas de sangre de la
parturienta podían llegar al difunto y cubrirle todo el cuerpo.
Solamente había un remedio para evitar las desgracias, apartar a la
mujer preñada del recinto. Pero con eso no bastaba, el flujo podía
volver a la casa, así que había que llevarla fuera de la ciudad. Y aún
con eso no era suficiente, las puertas de la ciudad no podrían detener
las pérdidas del parto, era necesario llevar a la parturienta al otro
lado de un puente. Además esta medida no parecía totalmente
segura, al mismo tiempo había que cubrir el cadáver con ladrillos y
tierra, simulando una tumba. Así se podrían impedir "los desastres
de las pérdidas de sangre”.»i5

La ambivalencia del poder e impureza de la sangre coincide con una


imagen de la mujer posibilitadora de la vida, por una parte, pero también
posible causante de la muerte. En el ámbito jurídico, sin embargo, no se
ha plasmado esta ambivalencia. Hasta periodos modernos del siglo XX se
reconoció la autoridad plena que ejercían los padres, el marido y los
suegros sobre la mujer. Este control solamente tuvo visos de
resquebrajamiento en estamentos sociales muy localizados, tales como
algunas sociedades secretas chinas en las que la mujer tomó parte desde
tiempos de la dinastía Han y en donde, ocasionalmente, formaba cuerpos
paralelos con jerarquías semejantes a las masculinas participando también
de forma activa en movimientos revolucionarios contra la autoridad
imperial16. Ciertos documentos históricos dan a entender que eso sucedió
durante la rebelión Taiping (1850-1864), cuyo cabecilla Hong Xiuquan,
cuentan que se inspiró en ciertos aspectos del cristianismo, si bien con una
interpretación un tanto curiosa (su autoproclamación como hermano menor
de Jesucristo y afirmación de estar en constante relación con Dios Padre y
Espíritu), para promover una mayor igualdad entre hombres y mujeres, o
al menos una mayor participación de las mujeres en ciertas funciones
tradicionalmente consideradas como masculinas17. Sin embargo, aunque a

15 Una versión de esta novela, abreviada con ei permiso del autor, se puede encontrar en
Ba Jin, La fam ilia K ao, Madrid: Ediciones S. M. 1985; p. 191 (traducción de Taciana Fisac).
16 Un breve artículo referente a este tema es el de Lionello Lanciotti, "La donna neile
Societá segrete cinesi" en Lionello Lanciotti (ed.), op. c i t pp. 55-64.
Ono Kazuko, Chinese Women in a Century o f Revolution, Stanford: Stanford
University Press, 1989; especialmente las páginas 1-22. También puede leerse el artículo de

© narcea s. a. de ediciones
Las mujeres en la cultura china imperial 29

veces se negaran o se adaptaran a las circunstancias, en realidad los


principios básicos confucianos respecto a la dependencia y subordinación
al varón no se pusieron nunca en discusión y la inclusión de la mujer fue
más bien fruto de la necesidad de obtener su apoyo en momentos muy
concretos.

Mario Sabattini, "La posizione della donna nel m ovimento dei Taiping" en Lionelio Lanciotti
(ed.), op. cit.', pp. 65-77.
© narcea s. a. de ediciones
2. Lengua y género en la
tradición confuciana-----

Las características tan especiales de la lengua china escrita y la relativa


inmutabilidad de los caracteres, que han llegado hasta nosotros con pocas
variaciones en comparación con lo acontecido en otras lenguas, nos
permite reconstruir de forma bastante objetiva la diferenciación sexual
arcaica que simbólicamente se inscribió de modo permanente en la
escritura.
Los primeros testimonios escritos de la lengua china se remontan a la
dinastía Shang (entre los siglos XIV y XI a. C.) y nos llegan a través de
inscripciones en huesos y caparazones de tortugas que se utilizaban para la
adivinación y otros actos rituales durante este periodo remoto de la
civilización china.
En sus orígenes, la escritura china pertenece a un sistema morfémico,
ya que es la primera articulación, es decir, el contenido, el que está
representado. Cada carácter es un morfema con uno o varios significados.
Pese a su antigüedad, aún en nuestros días, el signo lingüístico puede
remitimos de modo directo al objeto al que hace referencia. La fuerte carga
simbólica de los primitivos dibujos y trazos no se ha perdido totalmente,
aunque con las modificaciones sufridas a lo largo de los siglos en
ocasiones ha adquirido muchos rasgos de vaguedad.
Un análisis, tanto de los distintos morfemas que han conservado el
radical de mujer como de algunos lexemas que en la lengua actual
mantienen dicha marca de género, puede resultar interesante porque la
lengua inscribe y simboliza en el interior de su misma estructura la
diferencia sexual, de forma ya jerarquizada y orientada'. A lo largo de este
capítulo intentaré hacer alguna descripción que permita entrar en el ámbito
lingüístico y cultural del mundo chino y, más concretamente, que permita
delimitar cómo se ha estructurado en él la categoría de género, entendiendo

1 Patrizia Violi, El infinito singular, Madrid: Cátedra, 1 9 9 i; p. 36.

© narcea s. á. de ediciones
32 Taciana Fisac Badell

por género no al accidente gramatical por el cual ciertas palabras se


clasifican como masculinas, femeninas o neutras, sino a todo aquello que
se refiere a la organización cultural y social de las relaciones entre los
sexos2.

El espacio semiótsco femenino en la lengua china


Resulta interesante comprobar cuál es el espacio semiótico en donde
se inscribe lo femenino en la lengua china ya que, a diferencia de otras
lenguas, al no tener mecanismos de concordancia gramatical de género,
deja entrever de modo más limpio el valor simbólico de la diferenciación
sexual que ha quedado plasmada en el idioma.
En la mayoría de los caracteres chinos podemos distinguir un
elemento fundamental denominado radical. El radical generalmente denota
la agrupación semántica de pertenencia. En gran parte de los caracteres
corresponde al conjunto de trazos que figura en la posición izquierda, pero
también puede estar situado a la derecha, en la parte superior o inferior. El
carácter genérico que se utiliza en la lengua china para denominar a la
persona es ren, que abarcaría tanto a la mujer como al varón. El
pictograma más específico para designar a la mujer es un radical indivisible
en sí mismo que tiene también función de radical nü. Algunos estudiosos
consideran que de este mismo radical proceden dos variantes que
sigmtican respectivamente «madre» y «negación»3. Al contrario que en el
caso cHrmujer, 'ñcTeTisreTr^^ denominar al varón, sino que
hay varios que denotan claramente una marca masculina tales como fu
cuyo significado es «padre» y representaba originalmente a una mano y un
palo. Otro ejemplo es el de fu que en su origen aparece como un derivado
de otro radical con el significado de «grande» (da), representado por el
dibujo de un hombre adulto de cierta edad con un alfiler en el cabello y
que, actualmente, significa «varón adulto» y «marido». Un último radical
en el que podemos fijamos es zi, cuyo significado corresponde a «hijo» o
«hija». Aunque teóricamente abarcaba a ambos sexos, en su origen tenía
connotaciones claramente masculinas y era referido principalmente al
varón. Hoy en día se utiliza en numerosas ocasiones como genérico. El
ideograma que actualmente se usa para significar al varón adulto, como ya

2 Joan W. Scott, "El género: una categoría útil para el análisis histórico” en James S.
Amelang y Mary Nash, Historia y Género: Las mujeres en la Europa Moderna y Contemporánea,
Valencia: Edicions Alfons El Magn&nim e Institució Valenciana d'estudis i investigació, 1990;
p. 23 y ss.
1 R. H. Van Gulik, op. c it.; pp. 5-7.

© narcea s. a. de ediciones
Lengua y género en la tradición confuciana 33

he mencionado, no es un radical sino un compuesto de campo y fuerza


(,non).

persona (ren) A
mujer (nü)
madre (mu) ^
negación (wu) 9
padre (fu)
varón adulto o marido (fu)
grande (da) A
hijo o hija (zi)
campo -ffuerza =varón (nan) ffl

I M ientras son abundantes los caracteres que mantienen una


connotación femenina y están compuestos por el radical de mujer, existen
tan sólo unos pocos a los que se atribuye una marca masculina.
Como he mencionado anteriormente, el carácter que representa a la
mujer en chino tiene un origen pictográfico. En inscripciones sobre
huesos, bronces y vasijas antiguas se ha podido encontrar un dibujo que
representa a una persona de rodillas y, aparentemente, obien con dos
grandes pechos desarrollados o simplemente sentada sobre sus pies y con
las manos cruzadas sobre las rodillas. La primera interpretación es la que
defiende, entre otros estudiosos, Van Gulik la segunda insinúa otra línea
de interpretación favorable a una más alta consideración de la mujer en la
antigüedad4. Ambas demuestran una lógica de interpretación de dos
posibles orígenes del carácter de mujer.
A través de los tiempos, el pictograma de mujer fue evolucionando
hasta el que se utiliza en nuestros días:

£ i :

A partir de este radical y otros componentes surgen numerosos


caracteres que llevan una marca sexual femenina. Un repaso de estos

4 Véase en esta línea el trabajo de Kan Yin, Guwen zi xing fa w ei, Beijing: Beijing
chubanshe, 1990; pp. 655-656.

© narcea s. a. de ediciones
34 Taciana Fisac Badell

caracteres que mantienen el radical de mujer nos permite reconstruir la


imagen de io femenino que originalmente se plasmó en la lengua china.
Los grupos semánticos a los que se adscriben se podrían reducir
básicamente a siete:
En el primero encontramos todos los términos de parentesco, que
tanto abundan en la lengua china debido a la importancia de la familia eri la
estructura social primitiva y al mantenimiento de una diferenciación para
los parientes de línea materna respecto a la línea paterna. A continuación,
todos aquellos caracteres relacionados con el casamiento, la concepción y
el nacimiento, en los que la mujer viene definida en términos de
matrimonio, concubinato y maternidad. No se ha de olvidar que hasta
muy entrado el sigio XX, el concubinato estaba legalmente aceptado e
institucionalizado en la sociedad china. Un tercer conjunto de caracteres
correspondería a los términos que hacen referencia al cuerpo o al aspecto
físico, tanto en sentido negativo como positivo. En el cuarto grupo
podríamos encuadrar a aquellos términos que denotan un sentido
peyorativo o un cierto valor de devaluación tales como «envidia» o
«fastidiar, importunar, molestar». Junto a éstos encontramos también
aquellos relacionados con la prostitución o las relaciones sexuales
consideradas ilícitas. En sexto lugar se hallan algunos caracteres que
tienen un sentido positivo y denotan un orden establecido claramente desde
una subjetividad masculina, tales como «bueno», un compuesto de mujer
e hijo, o «paz y tranquilidad», que se representa con una mujer bajo un
techo o «satisfactorio, apropiado y seguro» que muestra a una mano
sujetando a una mujer. Por último encontramos los caracteres que se
utilizan como apellidos o nombres propios.

Hermana menor o cuñada (di)


Concubina; esposa segunda (qie)
Esbelto, cautivadora (yan)
Feo (chi)
Envidia (jí)
Fastidiar, importunar; molestar (niaó)
Bueno (haó)
Paz y tranquilidad (cití)
Satisfactorio, apropiado y seguro (tuó)
Nombre propio (tá)

© narcea s. a. de ediciones
Lengua y género en la tradición confuciana 35

Como no son muy abundantes, es posible hacer un repaso por los


caracteres que mantienen un rasgo diferenciado masculino, para de ese
modo tener una idea comparativa. Los términos que comprenden los dos
radicales de carácter masculino mencionados anteriormente se podrían
agrupar deí siguiente modo. En primer lugar los nombres, apellidos y
términos de parentesco; en segundo, las diversas acepciones para la
concepción, la crianza y la prole; en tercer lugar algunos términos que
implican relación con la confianza, la piedad filial, el aprendizaje o las
letras, que en la filosofía confuciana se consideran valores muy relevantes.
Por último, aquellos términos relacionados con el mundo vegetal y animal.
Asimismo, se puede comprobar cómo las pocas palabras que se forman
con el radical de «padre» se refieren al parentesco o a instrumentos básicos
utilizados ya en las sociedades primitivas.
En el repaso a través de los caracteres que llevan una marca femenina
o masculina podemos, pues, afirmar que la nominación de la mujer tiene
un mayor número de términos, si bien la categoría principal a través de la
cual se construye dicha nominación femenina se centra principalmente en la
sexualidad, la corporeidad, las tareas asociadas con la maternidad y el
parentesco. Por su parte, los términos masculinos analizados son muchos
menos en número, pero de mayor diversidad, comparativamente, ya que
exceptuando a los de parentesco y los relativos a la prole, no hacen
ninguna alusión a la corporeidad, sino más bien al uso de ésta y a las
cualidades morales o capacidades de la persona.

El uso de lo femenino en la lengua china


En las lenguas con género gramatical lo masculino suele ser principio
de dominación; la concordancia gramatical siempre se realiza con el
masculino. Así, por ejemplo, en español se dice: Pedro y Josefa son
traviesos, mientras que no sería correcto, Pedro y Josefa son traviesas. En
chino, al no existir concordancia no encontramos ese problema, y cuando
se quiere significar una pluralidad o bien se utiliza un sufijo que no tiene
indicación de género, como men, o bien se combina el masculino y el
femenino para denotar el plural. Para decir niños se utiliza la
yuxtaposición de la palabra «niño» y «niña». Si niño se antepone en el
orden es porque en el caso de posponerse se convierte en sufijo denotador
de niña. Es decir, nos encontramos, en cierto sentido, con un mecanismo
que da anterioridad posicional a lo masculino sobre lo femenino. Eso es lo
que sucede también en otros casos tales como la formación de frases
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36 Taciana Fisac Badell

hechas en donde el masculino siempre precede al femenino. Así, por


ejemplo, se dice «marido y mujer» o «papá y mamá» y un largo etcétera.
No en vano, la palabra que hoy se utiliza para «señor» se forma con dos
caracteres que en chino significan «primer nacido».
En lo referente a la formación de nombres de profesiones, como éstas
en numerosos casos no estaban marcadas con un género que las definiera
claramente, cuando la mujer se ha ido incorporando a los diversos campos
laborales, simplemente se ha antepuesto el pictograma de mujer a los
enunciados de trabajos considerados anteriormente como típicamente
masculinos. Y así, por ejemplo, «escritor» (zuojia) se convierte en
(nüzuojia) «escritora» Naturalmente, no se antepone el carácter de varón
(nan), ya que lo que de hecho debería considerarse un genérico, por
razones culturales obvias, tiene connotaciones masculinas.
En la lengua china podemos distinguir dos tipos de términos
dependiendo del modo en el cual han adquirido una connotación o marca
de género determinada. Aquellos en los que la simbolización precede a la
inscripción lingüística y por eso mantienen el elemento de mujer, y
aquellos en los que su caracterización simbólica masculina o femenina es
posterior a su inscripción lingüística. Este último caso podría ser el de de
los términos luna y sol, yin y yang respectivamente, en donde luna
simbolizará a la mujer y sol al varón. Curiosamente, como una de las
pocas excepciones existentes, el orden común en que se utilizan estos dos
términos de forma correlativa antepone la luna al sol.
Otro fenómeno en donde la caracterización simbólica es posterior al
origen lingüístico es el de los nombres propios. La combinación de
caracteres tradicionalmente utilizados han variado dependiendo de si se
trataba de una niña o de un niño. Para las niñas ha sido muy frecuente
usar términos que tuvieran relación con la belleza, los elementos de la
naturaleza, tales como el viento, las flores, la nieve y el tiempo, o palabras
referentes a las virtudes confucianas de la docilidad, pureza, etcétera. Sin
embargo, para el varón se generalizaban nombres compuestos en donde
tenían preferencia términos como honor, inteligencia, esplendor, valentía,
modelo y eminencia, por nombrar sólo algunos. En cualquier caso, existe
una mayor preocupación por el nombre de un varón que por el de una
mujer. En ese sentido, son muy interesantes los nombres en donde se deja
patente la frustración de los padres por haber engendrado una hija, como
es el caso de varios que se podrían traducir por «seguirá un hermanito»5.

5 Véase el estudio de V iviane Alleton, Les Chinois e t la passion des nom s, París:
Aubier, 1993; especialmente las páginas 205-222.

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Lengua y género en la tradición confuciana 37

Otro análisis interesante es el de los términos de parentesco. Es


importante señalar que la lengua china mantiene una diferenciación entre
todos y cada uno de los parientes, con la particularidad de que los de
relación por parte de las mujeres se consideran en el ámbito externo,
puesto que no continúan la línea genealógica de los antepasados, mientras
que los del varón pertenecen al ámbito interno de la casa y de la familia.
Por eso muchas veces encontramos el término «fuera, externo» (wai)
precediendo la denominación de los parientes de relación materna: «abuela
materna» (waizumu); «nieta nacida de una hija» (waisunnü).
En la lengua china encontramos muy pocos términos que diferencian
si el sujeto de la acción es un varón o una mujer. Uno de los pocos casos
en los que se ha mantenido es en la palabra «casarse», que varía
dependiendo de si la acción la realiza la mujer (jiá) o ei varón (qu). Un
análisis más detallado de la composición de los dos términos indica que el
acto de casarse supone para la mujer, como efectivamente ocurre, entrar a
formar parte de la familia del prometido, puesto que al radical de mujer se
yuxtapone el que significa «casa» o «familia», mientras que para ei varón
encontramos superpuesto al pictograma de mujer otro que significa
«obtener». Un varón obtiene una mujer al contraer matrimonio, mientras
que la mujer pierde la propia identidad de su clan familiar. Ambos
términos siguen en uso actualmente en la lengua hablada y escrita y reflejan
parte de la realidad social.
En la lengua china se produce el mismo fenómeno que aparece en
otras muchas lenguas de degradación semántica de ciertas expresiones que
hacen referencia a lo femenino, así como de dichos y giros que generalizan
ciertas visiones negativas sobre la mujer. La lengua china tiene en general
una tendencia a primar o anteponer lo masculino sobre lo femenino6; pero
además existen, especialmente en el habla cotidiana, numerosas
expresiones, en su mayoría de carácter peyorativo, que no encuentran una
simetría en su referencia al varón. Algunos ejemplos pueden ser los que
enumero a continuación:

(Zhang she fu) «Mujer de lengua larga y maldiciente».


> iS ils fe (Toufa zhang, jianshi duan) «El pelo largo y el
juicio corto».
P*3A (Neiren) Literalmente significa la persona del interior y se
utiliza para denominar a la propia esposa: «persona del interior».

* Tang Tingchi, Hanyu cifa jufa lunji, Taibei: Taíwan xuesheng shuju, 1989; pp. 59-65.

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38 T adarn Fisac Badell

(,Jiannei) Expresión compuesta por «de baja condición o mi


humilde» e «interior» que se utiliza frecuente en las novelas antiguas
como referencia a la mujer con connotaciones peyorativas.
(Mulaohu) Literalmente «tigresa» Tiene el significado de
arpía.
(Mudachong) Literalmente «tigresa». Tiene el mismo
significado de la anterior.
m m (.Poxie) Literalmente compuesto por «roto» y «zapato». Es
una expresión que tendría su equivalente en el «ligera de cascos»
que se utiliza en castellano para denominar a la mujer.
ÍÉJfE (.H uaping) Literalmente «jarrón de flores». Se utiliza
vulgarmente para denominar a una secretaria seleccionada para
ocupar su puesto por su agradable presencia y no por la eficacia de
su trabajo. '
(Peiqianhuo) Literalmente «mercancía que se vende con
pérdidas». Se refiere vulgarmente a las hijas que no suponen más
que pérdidas a causa del matrimonio.
(Saohuo) Literalmente «libertina» y «mercancía». Se utiliza
despectivamente para referirse a la mujer ligera de cascos.
Ü&3 (Dangfu) Mujer veleidosa e infiel. Prostituta.
{Ja made) Maldito/~a sea. Literalmente: «de su madre» si
bien su origen parece ser una abreviatura de «joder a su madre».
(Chiven weifu, xiannü w eifu) «El idiota
teme a su esposa, la mujer virtuosa teme a su esposo».
^ (Huoshui) Acepción utilizada para denominar a la mujer
como sinónimo de causa de desgracias. Literalmente «calamidad de
aguas».

Así pues, a lo largo de este análisis se puede comprobar cómo, en su


origen, la lengua china simboliza en el interior de su estructura una clara
diferenciación del varón y la mujer. El espacio semiótico que la lengua
otorga a la mujer refleja las categorías principales de parentesco,
corporeidad y maternidad como configuradoras del modo de nominar a la
mujer de la cultura china anterior al siglo III a. C. y que, en muchos
sentidos, como veremos más adelante, continúan teniendo un papel
preponderante en la China actual. En cualquier caso, de los diversos
aspectos que he ido señalando, se puede concluir que la lengua china
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Lengua y género en la tradición confuciana 39

adscribe una subordinación de lo femenino con respecto a lo masculino,


cuando no otorga un marcado cariz peyorativo como es el caso de las
últimas expresiones dei habla cotidiana que he enumerado como ejemplo
de asimetría semántica.

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La relación de las mujeres chinas con la escritura se encuentra
estrechamente vinculada a las posibilidades de acceso a la educación que les
fue permitida a lo largo de las distintas dinastías. En un principio, como
sucede en otras muchas culturas, las mujeres aprendían desde muy
pequeñas aquellas tareas manuales que desempeñaban en el ámbito
doméstico. En China se trataba fundamentalmente del cultivo y tejido de la
seda, así como de la manipulación de los alimentos. La madre era el agente
principal de la educación de las niñas. Estas a los siete años se separaban
de los niños y su espacio de movimientos, desde tan temprana edad,
quedaba reducido a las estancias interiores del hogar. Así, se establecía lo
siguiente:

ft o J
«A las niñas, al llegar a la edad de ocho años, no les estará
permitido salir de casa acompañando a sus madres, y en lo que
respecta a las visitas de los parientes por afinidad tampoco les
estarán permitidas»1.

El segundo aspecto importante en la educación de las niñas era su


preparación para el rol de esposas, puesto que una vez adquirida la

! Corresponde a lo que en Occidente consideramos como siete años, puesto que en China
un niño ai nacer contaba ya con un año de edad. Zhenshi jiafan, citado en Tao Qiuying, Zhongguo
funü yu wenxue, Shanghai: Beixin shuju, 1933; p. 67.

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42 Taciana Fisac Badell

condición de casadas debían cumplir estrictamente toda una compleja serie


de reglas en relación a los suegros y al marido.

M ujeres escritoras en la cultura china Imperial


Ya he mencionado con anterioridad la existencia de numerosos
manuales para la educación de las mujeres, desde los primeros, Biografías
de mujeres eminentes (Lienüzhuan) y Lecciones para mujeres (Nüjie),
escritos en el siglo I a. C., hasta los publicados durante la última dinastía
Qing tales como Las enseñanzas de la mujer (Fuxue), datado en 17482.
Estos eran los textos que leían o eran leídos a las mujeres y por eso,
normalmente, el lenguaje que utilizan es simple y cercano a la lengua
vernácula. Naturalmente, el hecho de poder comprender los caracteres de
estos manuales se podía considerar como indicativo de poseer un nivel
cultural alto. En realidad sólo las mujeres pertenecientes a las élites con un
rango social elevado o en tomo al palacio imperial tenían acceso a este tipo
de educación. La sociedad, en general, mostraba una escasa sensibilidad
hacia la alfabetización de la mujer, que no sólo se consideraba innecesaria
sino incluso perjudicial. No en vano, durante la dinastía Ming se hizo
muy popular un dicho que recogía de este modo lo que se entendía como
mérito en la mujer:

«En una mujer, la falta de talento es virtud.»

En donde «talento» se refería al saber adquirido por el estudio y la


lectura. Este dicho recogía lo que ya muchos autores anteriores habían
expresado en contra del acceso de las mujeres a las letras. Quizás también
repercutía en estas ideas el hecho de que muchas mujeres con una
educación poética y musical se dedicaban a mostrar sus habilidades para el
disfrute de los hombres en fiestas y actos públicos, es decir, ejercían una
especie de alíeme elegante, mientras que las mujeres virtuosas guardaban

2 Para un repaso por todos los manuales clásicos utilizados en la educación de las
mujeres véase Tienchi Martin-Liao, "Traditional Handbooks of Women's Education” en Anna
Gerstlacher, Ruth Keen, W olfgang Kubin, Margit M iosga y Jenny Schon (eds.), Woman and
Literature in China, Bochum: Brockmeyer, 1985; pp. 165-i 89.

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Im imagen de la mujer en la literatura china clásica 43

sus conocimientos entre los muros de sus casas, preocupadas únicamente


de la buena marcha de las tareas domésticas3.
Sin embargo, siempre se pueden encontrar excepciones, y por eso,
pese a tener una gran cantidad de factores educativos y culturales en su
contra, desde tiempos muy remotos encontramos en China numerosas
mujeres escritoras singulares. La mayoría de las antologías y de los
manuales de historia de la literatura china ha dedicado un exiguo espacio al
corpus literario con autoría femenina. Solamente en el marco de la poesía
se han recordado algunos nombres de poetisas y siempre, con dos o tres
excepciones muy puntuales, tales como Ban Zhao y Li Qingzhao,
considerando su obra de escaso interés. Sin embargo, un reciente
diccionario de mujeres ilustres recoge a cuatrocientas setenta autoras desde
la antigüedad hasta la última dinastía Qing, con una selección de más de mil
obras4. Muchas de ellas han sido desconocidas e ignoradas durante siglos,
pero algunas alcanzaron la fama y el reconocimiento en vida e incluso las
historias de sus autoras pasaron a formar parte del corpus de cuentos
seudobiográficos tan abundantes en China.
Lo que a continuación enumero no es una lista exhaustiva de esas
autoras y de sus obras. Mi interés no se centra en hacer referencia a todos
y cada uno de los nombres que hasta hace muy poco fueron olvidados,
sino que deseo simplemente realizar una aproximación al modo en el que
las mujeres se han acercado tradicionalmente a la escritura, tratando de
aportar una visión general de los géneros y los motivos más importantes
que han sido elegidos por las escritoras a través de los siglos, así como de
algunos aspectos concretos referentes a su propia condición de mujeres o a
su relación con el sexo masculino.

P o etisa s
Los primeros textos que se atribuyen a un pincel femenino se
encuentran en El libro de la poesía, en algunas canciones cuya autoría se
atribuye a Wei Chuangjiang, una dama que vivió hacia la mitad del siglo
VIII a. C. La mujer se queja de que su marido la ha postergado a su
concubina. A la concubina pone encima por ser verde (joven) y a ella
debajo, como forro de vestido.

s V éase Hong Pimo y Jiang Yuzhen, G udai nüxing sh ijie , Shanghai: Shanghai guji
chubanshe, 1990; pp. 41-58.
4 Me refiero concretamente a un volumen de 2.099 páginas editado por Zheng Guangyi
(ed,), Zhongguo lidai cainü shige jian sh an g cidian , Beijing: Zhongguo gongren chubanshe,
1991.
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44 Taciana Fisac Badell

m m m ,

m m , ¿ c m $ ,
ñ ñ ^ A ,
M;
m m A , úo
«Verde es, verde es la chaqueta,
verde es la chaqueta y amarillo el forro.
Qué triste está el corazón
¿Cuándo acabará esto?
Verde es, verde es la chaqueta,
la chaqueta verde y la falda amarilla.
Qué triste está el corazón
¿Cuándo se producirá el desenlace?
Verde es, verde el hilo de seda,
tú lo has dispuesto.
Yo recordaré a los antepasados
para no incurrir en falta.
Los vestido finos, los más gruesos,
son fríos cuando sopla el viento;
yo recordaré a los antepasados,
para tener contento mi corazón.»

A la misma autora se atribuyen otras poesías, entre las que se


encuentran "Sol y luna", "Golondrinas", "Sopla el viento todo el día",
todas de gran belleza y con el mismo trasfondo. La última de ellas es una
canción de lamento de la volubilidad del marido de la dama, al que compara
con el tiempo:

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La imagen de la mujer en la literatura china clásica 45

«Sopla el viento y sopla con furia,


me mira y se ríe.
Se burla, se entrega a pasiones y se divierte.
Mi corazón está afligido.
Sopla el viento y oscurece el día.
Con cariño, ¿accederá a venir?
Ni viene, ni se va,
pienso en él con melancolía.
Sopla el viento y el cielo está encapotado,
no ha pasado un día y de nuevo se encapota.
Me despierto y ya no me duermo.
Desearía estornudar.
El cielo sigue muy negro y encapotado,
retumba con estruendo el trueno.
Me despierto y ya no me duermo.
Desearía añoranza.»

Una de los formas poéticas que se utilizaban durante la dinastía Han es


el fu, una suerte de prosa poética descriptiva, que en ocasiones también se
convierte en expresión de profundos sentimientos de tristeza. Tal es el
caso en la obra de Zhuo Wenjun, esposa del más famoso compositor dtfu ,
Sima Xiangru (179-117 a. C.), que al enterarse de que su marido deseaba
tomar a una concubina plasmó en "La canción de la cabeza blanca” sus
anhelos de separación por sentirse humillada y abandonada en favor de otra
mujer más joven. Una mujer más que se siente agraviada por el abandono
de su amado es Ban Jieyu (48 a. C ), que canta su tristeza ante la pérdida
de la solicitud del emperador Cheng. De otra conocida poetisa de nombre
Zuo Fen, se cuenta que se convirtió en la concubina del emperador Wu de
Jin en el año 272, no por su belleza sino por su talento y conocimientos de
poesía.
De muchas autoras solamente tenemos datos indirectos y se las conoce
fundamentalmente por el apellido de casadas y por referencias a sus
maridos. Este es el caso, por ejemplo, de la esposa Hou, una dama
imperial de principios del siglo VII que, tras el asesinato de su marido,
escribe eí llamado "Canto de la esposa viuda”.
Podríamos continuar con una larga lista de poetisas de los siglos
imperiales cuyas obras no son extensas pero han dejado huella por su
sensibilidad y expresividad. Muchas de ellas, como las anteriormente
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46 Taciana Fisac Badell

mencionadas, utilizaban la poesía como medio de expresión de sus


sentimientos de insatisfacción personal o para manifestar algunas
experiencias vitales importantes.
La más conocida poetisa con un corpus extenso y reconocido en vida,
así como por los críticos posteriores, es Li Qingzhao (1084-1151). Es,
entre otros, autora de numerosos poemas o cánticos del género conocido
como ci, una suerte de prosa poética en verso irregular, cantada en base a
un ritmo y una rima sobre un motivo melódico dado. Una de estas baladas
más conocidas es "La primavera de Wuling":

«El viento ha cesado, la tierra huele a fragancia,


las flores han caído, al caer la noche peino cansada mis cabellos.
Sus cosas están, él no, todo descansa,
deseo hablar y fluyen las lágrimas
Oigo decir que en el Doble Torrente la primavera está exhuberante,
también pienso en navegar en un ligero bote,
temo sólo que las barquichuelas del Doble Torrente
no puedan cargar, ni transportar tanta tristeza.»

La fama adquirida por Li Qingzhao se extendió con gran rapidez, hasta


el punto de que en uno de los textos novelescos clásicos del siglo XVIII,
La historia extraoficial del bosque de los letrados, se menciona aúna dama
de gran talento, refiriéndose a ella en el curso de uno de los diálogos
irónicos tan abundantes a lo largo del libro:

-Invocamos la presencia de una mujer de gran talento-. El señor


Ma Er se rió para sí al escucharlo y, al rato, otro preguntó si se
trataba de Li Qingzhao.

5 Wu Jingzi, Rulin w aish i, Beijing: Renmin wenxue chubanshe, 1975; p. 12 del


capítulo XIV.

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La imagen de la mujer en la literatura china clásica 41

Sin embargo, pese a reconocer su valía y la intensidad expresiva de


sus obras, ima de las observaciones que tradicionalmente se han hecho
sobre la poesía de Li Qingzhao ha sido la de estar demasiado centrada en
sus propias experiencias vitales y ser en exceso autobiográfica, ya que
incluso gran parte de su vida puede ser reconstruida a través de sus
poemas. En realidad, ésta es una forma un tanto reduccionista de leer su
obra, más aun considerando que los dos modos tradicionales de entender la
poesía china han subrayado tanto su carácter didáctico en cuanto
instrucción moral y social, como el hecho de constituir una fuente de
expresión personal de las emociones. La línea del pensamiento de
Confucio, enfatizada con posterioridad por Mencio, daba una importancia
primordial a la expresión real de los sentimientos del corazón y a la
adecuación de éstos con el actuar del ser humano. En esta misma línea, la
poesía sería la expresión en palabras de los deseos del corazón. De ahí que
la poesía de Li Qingzhao podría encoadrarse dentro de una corriente
personalista, entendida como expresión del deseo, la emoción y el anhelo
del corazón más que en una concepción didáctica que insiste en la
expresión de la voluntad y el ideal de la mente6. En cualquier caso,
resultaría paradójico que se estimara la validez de las obras de una poetisa
por su nivel de preocupación social cuando vivía en una sociedad que
impedía precisamente la participación de las mujeres en el ámbito de la
educación y prohibía su presencia en las instituciones públicas.
No obstante, hay que tener también en cuenta que durante la dinastía
Song, la poesía se recitaba en público y se consideraba que una de sus
funciones era la de crear un estado de opinión7. Una poetisa como Li
Qingzhao, que además se movía en los círculos de palacio, con el mero
hecho de escribir y expresar sus sentimientos, críticas e ideas, realizaba un
acto de osadía rompiendo los moldes que prohibían la intervención de las
mujeres en un espacio tradicionalmente atribuido a varones ilustrados. A
todo lo dicho hay que añadir también que Li Qingzhao no fue ajena a los
problemas políticos de su época, como demuestra el telón de fondo sobre el
que transcurren algunas de sus poesías8.
La fama de Li Qingzhao fue tal que incluso se crearon algunos mitos
alrededor de su vida, siempre acentuando su actitud de mujer virtuosa de la

6 James J. Y. Liu, The A rt o f Chínese P oetry, Chicago: The University o f Chicago


Press, 1962; especialm ente la Parte II dedicada a algunas consideraciones tradicionales de la
poesía china; p. 63-81.
7 Chung Ling, "Li Qingzhao: the M oulding of Her Spirit and Personality" en Anna
Gerstlacher, Ruth K een, W olfgang Kubin, M argit M iosga y Jenny Schon (ed s.), op. cit.\
especialm ente pp. 150-160.
’ Chung Ling cita algunas de estas poesías, op. cit.\ pp. 141-164.
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48 Taciana Fisac Badell

época. Se cuenta que al quedar viuda guardó fidelidad a su marido, en la


más pura línea neoconfuciana, cuando de hecho parece ser que contrajo
matrimonio en segundas nupcias. Quizás los varones letrados de la época,
o incluso otras mujeres, consideraron la importancia de preservar así la
reputación de esta mujer para poder otorgarle un puesto en la historia de la
literatura. El hecho es que Li Qingzhao ha sido una de las pocas mujeres
que entró con nombre propio y recibió el reconocimiento de los críticos y
estudiosos chinos en vida9.

H istoriadoras y pedagogas
Uno de los géneros más valorados en el corpus de las letras chinas es
la historia. La tradición china de anales oficiales que registraban todos los
acontecimientos sucedidos en el imperio tiene en La historia de los Han
(Hanshü) el primer texto sobre la historia dinástica escrito por decreto de
un emperador. La tradición cuenta que su autor, Ban Gu, se vio envuelto
en intrigas de palacio, fue arrestado y murió después en el año 92 sin haber
podido finalizar su trabajo. Sería su hermana, Ban Zhao (45/51-114-120),
la encargada de completarlo. De ese modo, su nombre ha quedado
registrado como el de la primera historiadora china. Además de continuar
los trabajos de su hermano, ella también es autora de una obra de cierta
extensión especialmente dirigida a un público femenino. Se trata
concretamente de Lecciones para mujeres (Nüjie), un texto clásico en su
género que pasó a convertirse en modelo para generaciones y obras
posteriores. El libro se divide en siete secciones precedidas por una
introducción cuyos subtítulos son los siguientes: «Bajeza y debilidad»,
«Marido y mujer», «Respeto y cuidado», «Conductas de la mujer»,
«Devoción al marido», «Indiscriminada aceptación de las opiniones del
marido y sus padres» y, por último, «Intimidad con las hermanas menores
del marido».
En el primer capítulo la autora recoge la tradicional consideración de la
mujer en el pensamiento confuciano:

B , B te iT F , f f n i t n S o B te
it f , í t a í S o ±

’ Respecto a las controversias acerca de la vida y obra de Li Qingzhao, remito al artículo


de Chung Ling, op. cit. y a Zheng Guangyi (ed), op. cit.\ pp. 767-835.

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Im imagen de la mujer en la literatura china clásica 49

«En los tiempos antiguos, cuando una niña nacía, a los tres días era
colocada debajo de la cama, se le daba una teja de barro para jugar.
Se le colocaba bajo la cama para que se diera cuenta de que, siendo
baja y débil, le correspondería estar por debajo del varón. Se le daba
una teja de barro para jugar de modo que supiera que tendría que
trabajar con laboriosidad. Se daba cuenta de su nacimiento a los
antepasados para dejar claro que ella iba a continuar el culto a los
ancestros.»

La explicitud del texto no necesita mayor comentario, pone de


manifiesto claramente la aceptación por parte de la mujer de esa situación de
inferioridad impuesta por la sociedad patriarcal desde el mismo momento
de su nacimiento. Más adelante, en la mencionada obra, se continúa
acentuando esa actitud de subordinación y servicio al varón cuando, en el
capítulo dedicado al «Respeto y cuidado», se pone de relieve que las
relaciones entre el marido y la mujer son como las del yin y el yang,
basadas en un orden creado por el equilibrio entre el control que ha de
ejercer el marido y la actitud servicial que debe estar dispuesta a asumir la
mujer.
Ban Zhao recoge también «las cuatro conductas morales» que se
suponen en una mujer virtuosa:

W ü t , s h B & ié o -U M a íto j
«La virtud en la mujer. No tiene necesariamente que significar un
talento distinguido: calma y pureza, lealtad y serenidad, conducta
con recato, la apacibilidad en concordancia con las reglas. Este es el
comportamiento de la mujer virtuosa.»

fsn, W f A o -JlA íaW . j


«El hablar correcto de la mujer. No significa necesariamente
agudeza o elocuencia: ha de elegir las palabras, no pronunciar

10 El texto está recogido en Shi Yun y Zhang Yihe, Zhongguo gudai fu n ii de zhenjie
guang, Xi'an: Shanxi renmin chubanshe, 1988; pp. 90-91.

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términos malsonantes, esperar el momento oportuno de decirlas, que


no disturben a quienes las oigan. Este es el correcto hablar en la
mujer.»

KBÍ, 1
«El aspecto correcto de la mujer. No significa necesariamente
colorido y belleza: lavarse y remover las impurezas» vestidos y
atavíos elegantes y limpios, aseo del cuerpo con regularidad, que el
cuerpo no dé escándalo. Este es el aspecto correcto en la mujer.»

m t , j
«El buen hacer de la mujer. No significa necesariamente una
habilidad superior a la de otras personas: poner su corazón en el
tejido, no gustar de las risas y juegos, limpieza y proporción en los
vinos y las viandas para bien servir a los invitados. Ese es el buen
hacer de la mujer.»

Pese a que en prácticamente todos los aspectos tratados en el libro se


asume el papel que la tradición confuciana otorga a la mujer, la autora,
como buena mujer letrada, muestra su desacuerdo con la situación de la
mujer en un punto muy concreto: a pesar de que en el Libro de los ritos se
indica que únicamente los muchachos deben aprender a leer a la edad de
ocho años y acudir a la escuela a los quince, ella es partidaria de que las
niñas disfruten también de esa misma educación.
Otras mujeres siguieron a Ban Zhao y utilizaron este género
instructivo de los manuales11. Estos son los casos de algunas damas

11 Este género de manuales educativos dirigidos a la mujer, aunque con características


formales distintas, también era frecuente en Occidente. A modo de ilustración comparativa es
interesante hojear el tratado escrito por un humanista con preocupaciones sociales, Juan Luis
V ives (1492-1540) titulado: Instrucción de la mujer cristiana. Tratado de las vírgenes (reimpreso
en la colección Biblioteca de la mujer, dirigida por Emilia Pardo Bazán), Madrid: Agustín Avrial
(sin fecha). En dieciocho capítulos se hace un recorrido por todos los aspectos considerados
importantes para la época, entre los que se encuentran los siguientes epígrafes: Capítulo I: "De
cóm o se debe criar a la virgen desde su niñez”; capítulo V: "Cuáles libros se deben leer y cuáles
no”; capítulo Vi: "De la virginidad. Su valor y su precio"; capítulo IX: "De los atavíos, afeites y
olores”; capítulo XII: "De las virtudes de la mujer, y de los ejemplos que ha de imitar"; capítulo
XIII: "Conveniencia del poco salir y de vivir en retiro absoluto".

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La imagen de la mujer en la literatura china clásica 51

pertenecientes a las clases altas o incluso esposas de emperadores que en su


mayoría se dedicaron a imitar fielmente textos anteriores. Entre ellas cabe
destacar a la emperatriz Wen Renxiao cuya obra Instrucciones para los
recintos interiores o Neixun (1407), estaba originalmente destinada a los
miembros de la corte imperial. A lo largo del texto la autora hace una gran
exaltación de su suegra la emperatriz Gao. La autora plantea también la
defensa del acceso a la educación de las mujeres. Otro texto escrito durante
la dinastía Ming es La instrucción de las mujeres (Nüxun), datado en
1508, cuya autoría se debe a la consorte del emperador Wuzong, que
recoge todas las tareas domésticas y principios morales por los que la mujer
ha de guiarse, incluyendo también un apartado acerca del amor a los
suegros, el respeto al marido y el amor a las concubinas12. La viuda Wang
o madre de Wang Xiang ha llegado hasta nosotros como autora de Concisa
selección de mujeres modélicas (Nüfan jielu). En ella, asume todos los
tópicos ya establecidos con anterioridad respecto al papel de las mujeres,
excepto el de considerar una virtud la falta de talento y conocimientos.
Como se puede apreciar a lo largo de este breve recorrido por iodos
estos manuales escritos por mujeres y dirigidos a lectoras, uno de los
lugares comunes que defienden todas las autoras es el de permitir a las
mujeres el acceso a una educación letrada semejante a la que recibían los
varones. El énfasis que ellas ponen en este tema es evidente, pero sus
casos resultan excepcionales y el hecho de que pertenecieran a los círculos
del palacio imperial muestra que, en realidad, a esa educación tenían acceso
ocasionalmente las mujeres de la clase social privilegiada.
Quizá sea necesario también aclarar otro punto respecto a la costumbre
que tenían estas autoras de imitar textos antiguos. En el contexto de la
sociedad china no puede interpretarse como falta de imaginación y
originalidad, sino más bien en el sentido de que sus obras se inscribían en
una de las más puras tradiciones chinas de valoración de la copia. Esta
costumbre, que incluso se sigue practicando hoy en día en otras artes como
la caligrafía y la pintura, tuvo durante la dinastía Ming a algunos de los más
grandes defensores. Así, por ejemplo, Li Mengyang (1472-1529)
argumentaba que las obras literarias debían guiarse por reglas y modelos
para resultar armónicas, al igual que ios cuadrados y círculos necesitaban
de la escuadra y el compás de un carpintero13. El conocimiento de las
formas y estilos de los antiguos se consideraba absolutamente
indispensable en el arte de la literatura.

12 Tienchi Martin-Liao, op. cif, p. 177-178.


15 j. Y. Lia, Chínese Theories o f L iterature, Chicago: The University o f Chicago Press,
1975; p. 92.
© narcea s. a. de ediciones
52 Taciana Fisac Badeii

En China, uno de los géneros en el que resulta muy evidente esa


imitación de los antiguos es el histórico. La descripción de las sucesiones
dinásticas es un ejemplo claro de la importancia que se otorgaba a los
modelos. En realidad, esta forma de recurrir a la perpetuación de lo
antiguo se puede interpretar como un aspecto más del culto a los
antepasados que practicaba la sociedad china.

Dramaturgas
Pasemos a continuación a otro grupo de obras escritas en un género
completamente distinto, todas ellas en relación con el escenario y la
representación dramática. Uno de los géneros utilizado por algunas
escritoras es el zaju, una suerte de teatro de variedades en el que se
intercalaban música, poesía y drama, cuyo origen se remonta a finales del
siglo VIII, que posteriormente durante la dinastía Yuan tiene un gran
apogeo y en la dinastía Ming se convierte en repertorio dramático
representado en los círculos imperiales. Ye Xiaowan (1613-1660) es la
autora de un zaju titulado Sueños de fidelidad conyugal (Yuanyang meng).
Se trata de un drama en cuatro actos a modo de alegoría por la muerte de
dos hermanas suyas a las que se reconocía un gran talento literario en la
vida real. Uno de los detalles curiosos de esta obra es que la autora hace
perder la identidad femenina a las dos hermanas y las representa en forma
de personajes masculinos. El texto fue elogiado y prologado por uno de
los más famosos autores d q zaju a finales de la dinastía Ming.
Otro género que también se recitaba en público con acompañamiento
de algún instrumento musical es el tanci xiaoshuo, una suerte de narración
en la que se intercalaban la prosa y una forma poética llamada tanci. Varios
son los nombres de autoras que alcanzaron cierto renombre en este género.
Una de ellas es Liang Yisu, que escribió en 1644 El tintero de los
enamorados (Xiangsi yan), la historia de dos enamorados que, tras sufrir
numerosas dificultades para defender su amor, concluye felizmente con la
reunión de ambos. A Tao Zhenhuai (1644) se atribuye Flores de lluvia
celeste (Tian yu hua), una historia en la que se defiende la monogamia
indistintamente para el varón y la mujer, y en la que resalta la técnica
impecable de la autora utilizando un ritmo único a lo largo de todo el
texto14. Chen Duansheng (1751-1796?) es otra escritora nacida en el seno

14 Para una más detallada explicación de la trama de este tan ci, véase Marian Galik,
"Letteratura scritta dalle donne cinesi prima del 1917" en Lionello Lanciotti (ed), op. cír.; p.
155-56.

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La imagen de la mujer en la literatura china clásica 53

de una familia con buena reputación literaria y de la que junto a algunas


obras de poesía se debe la creación de una interesante obra titulada La
predestinación del renacer (Zaisheng yuan). Chen Duansheng comenzó a
escribir esta historia a ia edad de dieciocho años, si bien nunca pudo
completarla. En ella se cuentan las peripecias de una mujer que se esconde
bajo la apariencia de un varón aspirante a los exámenes de funcionarios
letrados y que llega a ocupar el puesto de primer ministro. Ese mismo
motivo, el de la suplantación de la personalidad masculina, es el que inspira
también el texto de otra autora, Qiu Xingru (1805-1873) en Flores bajo el
pincel (Bi sheng hua )15.
Resulta interesante comprobar cómo en muchas de estas obras
literarias escritas para ser representadas o formar parte de algún tipo de
espectáculo público era muy común el recurso a la suplantación de las
mujeres de la personalidad masculina, lo cual permitía dar un dinamismo
mayor y más abierto a los personajes. En el contexto de la poesía o de la
historia educativa no era posible otorgarse esas libertades, más propias de
un espectáculo o divertimento. Los géneros del zaju y el tanci xiaoshuo
iban dirigidos a un ambiente menos serio en donde se admitía incluso la
reivindicación de 1a monogamia para los hombres.
Este recorrido por los personajes femeninos que hicieron alguna
contribución en el ámbito de las letras podría continuar a lo largo de
muchas páginas. Sin embargo, antes de dar por finalizado este apartado
deseo mencionar a una mujer que, por su peculiaridad y radicalismo,
supone realmente un y^ento-iconoclasta de lucha contra el sistema
confuciano. Se trata d^ Qiu Jin (J875-Í907), una escritora y poetisa que
decidió dedicar su vida a la Gausafpolítica y feminista radical para conseguir
que la mujer saliera de la ignorancia, el analfabetismo y el control impuesto
por las costumbres tradicionales16. En una de sus obras en el género ya
mencionado de tanci, expuso sus críticas sobre la posición que la sociedad
china tradicional otorgaba a la mujer. Marchó a estudiar a Japón dejando
atrás a dos hijos y a su marido, con quien había contraído matrimonio por
imposición de su familia. Su actividad política y literaria la llevó a fundar
primero El periódico en lengua vernácula, y posteriormente, a su regreso a
China, una revista en cuyo título quería hacer explícito el público al que
principalmente quería dirigirse: La mujer china. En el primero se publicó
un artículo en defensa de la utilización de un lenguaje inteligible por todo el

15 Véase el capítulo dedicado a este género de cuento poético en Tao Qiuying, op. á t.\
pp. 274 y ss.
16 Catherine Giupoulon, Qiu Jin, Femme et Révolutionnaire en Chine au XlXéme Siécle,
París: Editions des Femmes, 1976 y Oro Kazuko, Chínese Women in a Century o f Revolution,
1850-1950, Stanford: Stanford University Press, 1989; especialmente las páginas 59-65.

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54 Taciana Fisac Badell

mundo incluyendo jóvenes y mujeres. Es decir, Qiu Jin, junto a otros


reformadores de la época, anticipó la defensa del bai hua o la lengua
vernácula frente el w enyan o lenguaje utilizado por los burócratas
m an d arin es17. Sin embargo algunas de sus posiciones resultaban
excesivamente radicales y, sobre todo, implicaban una lucha política que
promulgaba una revolución total contra el sistema patriarcal e imperial. La
muerte le llegó muy joven. A la edad de treinta y dos años fue decapitada
por su actividad política y especialmente antimanchú. Song Qingling,
esposa de Sun Yat-Sen, el fundador de la República en 1912, se refería a
ella años más tardes como a «una de las nobles mártires de la revolución»18.

La m ujer en la literatura china clásica


El corpus de las grandes obras de la literatura clásica china ofrece
interesantes imágenes de la mujer que muestran cómo la subjetividad
masculina fue objetivando y conformando unos prototipos femeninos,
producto de la propia idiosincrasia cultural y social china. En las novelas
de gran extensión y en los cuentos breves, objeto de análisis en este
apartado, se recogieron gran número de mitos e historias que circulaban en
su tiempo como tradiciones orales u otras formas escritas. De ese modo se
consolidó definitivamente su transmisión de generación en generación y
muchas de las epopeyas y fantasías entraron a formar parte de la tradición
mítica de la sociedad china de modo permanente. El análisis de estos
textos, que engloban a diversos géneros literarios, se convierte en un
instrumento básico para conocer cuál era el lugar que la mujer ocupaba
socialmente y los estereotipos que sobre ella se generalizaron de forma
popular y después fueron recogidos por algunos escritores célebres.

17 Me refiero concretamente a lo que después se ha conocido por la Revolución Literaria.


En enero de 1917 la revista N u eva J u ven tu d (Xin Q ingnian) publica un artículo de gran
importancia para la «Revolución Literaria» en curso. Su autor era Hu Shi, un estudiante de
doctorado en la Universidad de Coiumbia (Estados U nidos), y el artículo se titulaba "Mis
modestas sugerencias para la reforma literaria" ( Wenxue gailiang chuyi). En él se expresaba la
necesidad de utilizar el baih.ua o lengua vulgar como medio nacional de comunicación, en lugar de
la minoritaria y elistista lengua clásica escrita, el wenyan. El uso del baihua se fue imponiendo
sobre el wenyan, tan representativo de la China imperial, y de ese modo comenzó a consolidarse
la revolución lingüística y literaria. La mayor parte de los historiadores chinos de este siglo han
reconocido únicamente a Hu Shi y a otros intelectuales de los años veinte com o promulgadores de
los cambios acaecidos en el ámbito de la literatura cuando en justicia ésta ya se había iniciado con
numerosos revolucionarios de finales del siglo XIX.
18 Citado en inglés en Kumari Jayawardena, "Feminism and Revolutionary Struggles in
China" en Feminism and Nalionatism in the Third World, London y New Jersey: Zed Books Ltd,
1986; p.181.

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La imagen de la mujer en la literatura china clásica 55

Muchos de estos relatos pertenecen a un grupo considerado menor en el


periodo durante el cual fueron escritos» si se comparan con las obras de
filosofía e historia, especialmente por el tipo de lenguaje con el que estaban
redactados, más semejante a la lengua coloquial y vernácula que a la lengua
culta de los literatos. Sin embargo hoy en día se reconoce su gran valor y
su estudio ocupa un lugar privilegiado en la historia cultural y literaria de
China.
XJn aspecto muy importante de todas estas narraciones, así como de
otros cuentos más breves que también presentaré a continuación, es que
hoy siguen formando parte del patrimonio cultural en el que se socializan
desde pequeños las niñas y los niños en China. Las leyendas pseudo-
históricas de grandes guerreros, héroes o gobernantes, las narraciones
fantásticas de espíritus y demonios, las descripciones del mundo terrestre y
sobrenatural, conforman todas ellas una tradición oral y escrita, entre
mitológica, histórica y fantástica que, se sigue valorando y transmitiendo,
si bien, en la actualidad, con un talante distinto.

Cuentos de Liao Zhai


Cuentos de Liao Zhai es una importante colección de extrañas
historias escritas por un hombre de letras que nunca consiguió superar más
que ios primeros escalafones de la burocracia imperial durante la dinastía
Qing19. El autor, Pu Songling (1640-1715), ha pasado a ser considerado
uno de los mejores cuentistas de la historia de la literatura clásica china.
Las más de cuatrocientas historias reunidas en esta colección fueron
escritas en chino clásico y tienen como protagonistas a numerosos letrados
o estudiosos que conviven en un mundo con espíritus, zorros, demonios y
toda clase de seres prodigiosos. En numerosas ocasiones se han leído
estas historias como una crítica soterrada al sistema de reclutamiento de los
burócratas letrados de la época.
A lo largo de las narraciones surgen las más variopintas figuras
femeninas, pero de nuevo encontramos que las mujeres aparecen siempre
en una ambivalencia que responde principalmente a dos estereotipos: la
joven cuya belleza seductora embelesa al varón y la mujer carente de
principios morales tras la cual se esconde un demonio o espíritu maligno.
A modo de ejemplo, me detendré en algunos cuentos y resumiré su

* Pu Songling, Liao Zhai zhiyi, Shanghai: Shanghai gujie chubanshe, 1981 (segunda
edición). Una selección de estos cuentos han sido traducidos al español por Laura A. Rovetta y
Laureano Ramírez: Pu Songling, Cuentos de Liao Zhai, Madrid: Alianza Editorial, 1985.

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56 Taciana Fisac Badeil

contenido para poder comprobar de qué modo se reproducen estrictamente


estos dos modelos.
"El pellejo pintado" es la historia de un hombre que se compadece de
una bella muchacha vagabunda y decide darle cobijo. Ella cuenta haber
sido vendida como concubina y, al llegar a su nuevo hogar, haber
encontrado a una horrible mujer celosa que la maltrataba. Al cabo de unos
días, el hombre encuentra a un monje taoísta que le descubre la verdad:
aquella mujer lo está embrujando. Al volver a su casa, por la ventana
contempla con asombro como aquella beldad es un demonio de cara
verdosa y dientes afilados y en el suelo yace un trozo de piel pintada con la
figura de la joven. Espantado, el hombre corre en busca del monje taoísta
para que le libere del monstruo, y obtiene de él una especie de
espantamoscas que ha de colgar a la puerta de su habitación. Antes de
despedirse, el monje lo cita de nuevo en el templo deí mítico emperador
Qin. Pero de vuelta a casa, el amuleto no amedrenta a la demonia, que
entra en la habitación del hombre y le saca las entrañas y el corazón. El
hermano del hombre corre en busca del monje y éste descubre al demonio
convertido ahora en una viejecita en busca de trabajo y contratada por la
propia viuda de su última víctima. Finalmente, el monje termina con el
horrible demonio y, ante la insistencia de la esposa del hombre, la remite a
un loco que le dará un remedio para resucitarlo: tendrá que tragarse un
repugnante escupitajo, el cual, posteriormente, se convierte en un palpitante
corazón que ayuda a dar vida de nuevo a su marido. La historia termina
con esta moraleja:

M üitA ! ü i s s a ! n m s
Ú, -SSflAáifeífn
■ n z .% 0 S is !
«jQué tonta es la gente! Confunden a un demonio con una
hermosa mujer. ¡Cómo se engaña a los tontos! Una mentira tan
clara, la toman por verdad. Por conquistar a una belleza, su esposa
tuvo que tragarse el escupitajo de otro como si fuera un manjar. El
cielo retribuye los méritos, pero los tontos que son seducidos no
caen en la cuenta. ¡Ay, ay! »

En otro cuento, "Ma Jiefu", se cuenta la historia de una mujer que


tiraniza a su suegro y a su marido letrado hasta el punto de padecer éste «el
miedo de Ji Chang», un mal que debe su nombre a otra leyenda acerca de
un personaje de la dinastía Song, famoso por el terror que tenía a su mujer,
una persona envidiosa y celosa por impedirle, entre otras cosas, disfrutar
© narcea s. a. de ediciones
La imagen de la mujer en la literatura china clásica 57

de la compañía de bailarinas. Un espíritu-zorro bondadoso, Ma Jiefu,


intenta con sus poderes rehabilitar a la esposa, pero ella vuelve siempre a
las andadas. La historia termina felizmente para el letrado, de muy débil
carácter, quien después de sucesivas desgracias, rehace su vida con una
antigua concubina, mientras la mujer se casa con un carnicero que no le
permitirá más maldades. Ella termina intentando suicidarse, humillada y
convertida en una mendiga.
Los estereotipos se suceden a lo largo de las múltiples historias: la
bellas muchachas u horripilantes mujeres-espectros se acercan a los
hombres para incitarlos, seducirlos, pervertirlos o, incluso, cometer
asesinatos. Cuando no es así, aparecen como perfectas esposas abnegadas
que aceptan todas las reglas sociales aunque ello les conduzca a la muerte.
Las costumbres confucianas afectan también a las princesas de
mundos fantásticos y a sus hijas, tal como ocurre en una de las historias
más extensas, "Los ráksasas y el mercado marino", donde el protagonista
atraviesa un mercado de sirenas, tesoros y maravillosos seres marinos y un
país en el cual la fealdad está considerada beldad. Cuando todas las
aventuras han finalizado, se narra el paradero de los dos hijos fruto del
amor entre la princesa marina y un mortal. La hija de la princesa llora por
no conocer la suerte que le espera, pero las incertidumbres de la joven
encuentran consuelo en su madre que hace una fantástica aparición. El
texto reproduce la costumbre generalizada entre las mujeres jóvenes de
permanecer en el hogar hasta contraer matrimonio y abandonar a su familia.
Dice así:

- b , m ,
A, ih £ 0 i "JIMm, KStfífct "
«Longgong por ser mujer no podía salir de casa, pasaba el tiempo
llorando en su habitación. Pero un día, el cielo se oscureció y
apareció ante ella la princesa dragón que le dijo:
-Pronto tendrás tu propia casa. ¿Por qué sigues llorando?»

Otra historia interesante es "Transformada en varón", en la que de


forma muy breve se cuenta cómo a una muchacha le cae una especie de
aerolito del cielo, que en lugar de matarla la convierte en varón. El hecho
no resulta preocupante para sus padres, todo lo contrario:

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58 Taciana Fisac Badell

«Su familia no la tomó por un espectro» sino que en lo más hondo


se regocijaron de tener un hijo varón.»

El primer texto extenso en el que me detendré lleva por título Al Borde


del agua20. Se trata de un gran número de relatos entrelazados con el
trasfondo histórico de la rebelión del bandido Song Jiang y sus secuaces
durante el reinado de Hui Zong, de la dinastía Song del norte (1101-1125).
No me pararé a discutir los problemas de autoría, diferencias textuales y
estructura de la novela, aspectos éstos muy debatidos entre los especialistas
de la literatura clásica, sino que haré hincapié en las numerosas figuras
femeninas que surgen a lo largo de los diversos episodios. La versión de
la novela que más se popularizó en China está compuesta de setenta
capítulos, se atribuye a Shi Nai'an y Luo Guanzhong y se suele datar hacia
la segunda mitad del siglo XIV. A lo largo de la historia, harto compleja
como para resumirla en unas cuantas líneas, aparecen cuarenta y dos
figuras femeninas en los papeles más diversos: como esposas, criadas,
prostitutas, adúlteras, madres, hijas e incluso una diosa. Ninguna de ellas
tiene un papel protagonista, pero algunas resultan de cierta importancia para
la trama argumental de varios episodios. Las mujeres son figuras
secundarias que viven alrededor de los gobernantes corruptos, los
bandidos y los héroes; diríase que el mundo girara alrededor de ellas y ellas
giraran alrededor de los hombres.
Puede resultar obvio puntualizar cómo con tan abundante número de
personajes femeninos que van surgiendo a lo largo de la narración, no se
presenta una imagen unívoca de la mujer. Ahora bien, las imágenes
descritas se pueden sintetizar en una dualidad ambivalente basada
principalmente en una visión que las reduce al ámbito de la sexualidad21.
Por una parte, la mujer aparece como débil y necesitada de cuidado,
no importa cual sea su condición social; por otra, las mujeres son
poderosas, vitales e incluso amenazantes por el ejercicio de sus capacidades
seductoras. De ahí se deduce una necesidad de protección de los hombres
o un control férreo por parte de éstos. La mujer es débil, tímida y
explotada sexualmente, pero también un ser peligroso, poderoso y
sexualmente insaciable- Algunas mujeres aparecen retratadas en el rol de

20 La versión de! texto que utilizo es Shi Nai'an y Luo Guanzhong, Shuihu quan zhuan,
Hong Kong: Zhonghua shuqu, 1976.
21 Irene Eber, "Weakness and Power: Women in the Water Margin” en Anna Gerstlacher,
Ruth Keen, W olfgang Kubin, Margit M iosga y Jenny Schon (eds.), op. cit/, pp. 3-28.

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Im imagen de la mujer en la literatura china clásica 59

buenas y sumisas esposas e hijas colaboradoras de los héroes del


Liangshanbo. También las hay que muestran un gran coraje y se unen a las
luchas de los hombres, pero entonces se distancian del mundo de las
mujeres, convirtiéndose en figuras masculinizadas que no darán a luz hijos,
ni ejercerán nunca como madres.
Un aspecto interesante que surge en la novela se refiere a las escenas
en las que se describen con una gran suerte de detalles las revanchas que
llevan a la muerte a varias mujeres. La profesora y especialista en literatura
china, Irene Eber, ve en ellas un simbolismo ritual que respondería a la
necesidad de eliminar el poder sexual femenino que sienten los héroes
protagonistas en el nuevo orden social que buscan implantar con sus
luchas22. A modo de ejemplo, en el capítulo XLVI se narra como Yang
Xiong da muerte a su esposa tras haberse enterado de que le engañaba y
había buscado todo tipo de estratagemas para separarle de su hermano de
juramento Shi Xiu:

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iff¡? J r B ^ B # S T 7 , g t 'N f f i , ü
W ñ f i , j W ñ -. rip » M £ ? i 5
22Ibídem. ; p. 19-21.

© marcea s. a. de ediciones
60 Taciana Fisac Badell

3IÜ : r f f * T A ,
ft, iP K M * ? J IE S :
m m -k m m , i i f i m í „

-Hermano, hazme el favor de quitarle a esta canalla sus aderezos de


la cabeza, quítale el vestido, que yo me ocuparé de ella
personaímente-dijo Yang Xiong. Shi Xiu entonces despojó a
aquella mujer de las horquillas y adornos del pelo y de los vestidos.
Yang Xiong cortó dos tiras de la falda, y él mismo ató a su mujer al
árbol.
Shi Xiu arrancó también los adornos a Yingr y, pasando el sable,
dijo:
-Hermano, para qué vamos a dejar con vida a esta pequeña canalla,
la mala hierba hay que arrancarla de raíz.
Yang Xiong contestó:
- i Pues claro! Hermano, pásame el sable, ¡me voy a encargar yo
personalmente!
Al ver el mal cariz que tomaba la situación, Yingr quiso gritar, pero
Yang Xiong ya había levantado la mano y de un tajo, la tronchó en
dos.
La mujer atada al árbol gritó: Tío, ¡te lo suplico!
-Cuñada -contestó Shi Xiu-, mi hermano mayor se ocupará de ti.
Yang Xiong se abalanzó, comenzó por arrancarle la lengua, y
cortársela de un tajo, para enseñarle a aquella mujer a no gritar.
Después, señalándola con el dedo, la insultó:
-Eres una maldita canalla, ya te he escuchado bastante, ¡he estado a
punto de dejarme embaucar por ti! En primer lugar, has querido
sembrar cizaña en la amistad que me une con mi hermano para
separarme de él; en segundo lugar, hubieras sido capaz de terminar
un día con mi vida, así que mejor será que hoy me toque a mí ganar.
Me gustaría saber de qué están hechos el corazón, el hígado y las
cinco visceras de una puta como tú. ¡Voy a verlo enseguida! -De un
solo golpe la abrió desde el corazón hasta las tripas, sacó el corazón,
el hígado y las cinco visceras y las colgó en las ramas de un pino.
Yang Xiong también separó las pertenencias de la mujer, y guardó
en un hatillo sus aderezos de la cabeza y sus vestidos.

* Shi Nai’an y Lúo Guanzhong, op. cit.\ p. 764.

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La imagen de la mujer en la literatura china clásica 61

-Acércate, hermano, tenemos que discutir nuestros planes para el


futuro. Al amante y la adúltera ya los hemos matado. ¿Donde
iremos tú y yo para estar a salvo?
-Por mi parte yo ya he pensado en un lugar adonde podemos ir, si
te parece, hermano; vayámonos sin demora -contestó Shi Xiu.
-¿Qué lugar es ese?
-Hermano mayor, has matado a una persona, y yo a otra, si no nos
unimos a la banda de los montes y el lago Liang ¿dónde nos vamos a
refugiar? -contestó Shi Xiu.
Y así es:
Un amante y una mujer adúltera son el motivo,
en un instante un cadáver se convierte en polvo.
Si desea evitar calamidades y desgracias,
los montes y el lago Liang es un buen lugar para ocultarse.

La ejecución de su mujer marca en la trayectoria de Yang Xiong un


punto final y el inicio de una nueva vida en compañía de los hermanos
bandidos de los montes y el lago Liang . La figura de su esposa no es más
que un episodio para justificar el posterior comportamiento del personaje.
En los capítulos anteriores, ella aparece como incitadora e infiel esposa que
rompe con sus mentiras y engaños el orden que la sociedad establece. El
comportamiento de ella es sancionable tanto por las normas sociales
vigentes como por aquellas por las que luchan los bandidos de ios montes
y el lago Liang. El de él también. Por eso Yang Xiong reconoce su crimen
y busca otro camino para huir de la sociedad corrupta y redimirse, mientras
que a ella sólo le depara el trágico y único destino de la muerte.

Jin Ping Mei


Jin Ping Mei es otra famosa novela de gran extensión, escrita a finales
del siglo XVI, que ha sido considerada y leída de muy diversas formas:
como una obra pornográfica o moralista budista, ejercicio de naturalismo y
novela de costumbres24. El título de la obra consiste, literalmente, en la
yuxtaposición de los tres nombres propios de las mujeres coprotagonistas,
que giran alrededor de un nuevo rico llamado Ximen Qing, Los nombres
de ellas son: Pan Jmlian, Li Ping'er y Pang Chunmei. También en este
caso existen numerosos problemas de autoría que no viene al caso tratar

24 La versión que utilizo para el análisis es Lanling Xiaoxiaosheng, Jin Ping M ei cihua,
Hong Kong: Taiping shuju, 1982.

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62 Taciana Fisac Badell

ahora. Tradicionalmente se ha atribuido a dos personajes: uno ciertamente


enigmático, conocido como el burlón letrado de Lanling, y el otro Wang
Shizhen (1526-1590), que para más detalles habría escrito esta obra en
venganza contra el asesino de su padre y, ciertamente, con un método un
tanto original. Las crónicas extraíiterarias cuentan que el libro iba dirigido
al hijo de un primer ministro, sumamente apasionado por la historia, el cual
habría ido pasando una a una las hojas con el dedo húmedo por la saliva,
sin percatarse de que el papel estaba envenenado y aquella lectura iba a
provocarle la muerte.
El argumento parte de un episodio que aparece en Al borde del agua,
de ahí se desarrolla un drama que gira alrededor de Ximen Qing y que
terminará no sólo con su muerte sino también con la supervivencia de su
propia descendencia. Hago a continuación un breve resumen:
Ximen Qing es un comerciante con un negocio de farmacia, un
hombre que alcanza una buena posición social y económica de modo un
tanto vertiginoso, entre otras cosas gracias a las aportaciones de su mujer y
de sus tres concubinas. Su vida licenciosa y volcada hacia todo tipo de
placeres no parece satisfacer nunca su ambición. Un día, casualmente,
conoce a una mujer casada, Pan Jinlian, y la atracción que siente hacia ella
le lleva finalmente a envenenar a su marido. Pero su deseo de riqueza y
posesión de otras mujeres no se quedará solamente ahí. Después le tocará
el tumo a'Li Ping'er, que también estaba casada, a quien conseguirá con
engaños y tomará como la sexta de sus esposas. Pang Chunmei es la
tercera mujer en la que se centra la novela, criada de la primera, Pan
Jinlian.
A mitad de la historia, Ximen Qing compra un afrodisiaco a un monje
budista proveniente de la India y, ansioso por probarlo, un tanto ebrio
propone a Li Ping'er mantener relaciones sexuales. Ella objeta que tiene la
menstruación y podría provocar una desgracia. Sin embargo, él no hará
caso de sus consejos y, de ese modo, iniciará de modo definitivo su
autodestrucción. La muerte de su primogénito marca el principio real del
declinar de su estirpe, a la que luego seguirá la de su esposa preferida y,
finalmente, él mismo por una sobredosis de afrodisiaco. Algunas de sus
mujeres son vendidas y otras, como Pan Jinlian, asesinadas. Su último
descendiente es inducido a la vida monacal por el misterioso monje que le
vendió el afrodisiaco. Un criado tomará a una de sus esposas y continuará
el negocio. La dinastía de Ximen Qing ha quedado rota y destruida para
siempre.
Los personajes femeninos de Jin Ping Mei han sido tradicionalmente
considerados como el prototipo de la mujer adúltera y depravada, capaz de
llegar al homicidio e incluso al infanticidio. Ya en el prólogo, se advierte al

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La imagen de la mujer en la literatura china clásica 63

lector de las numerosas damas que, como cuentan los anales de historia,
provocaron la caída de más de un emperador.
Los personajes femeninos de Jin Ping Mei son víctimas de su propia
tragedia y maldad. La historia de Pan Jinlian habla de una niña que nunca
recibió una educación; a los nueve años queda huérfana de padre y a partir
de entonces comienza a ser vendida de aquí para allá, como objeto de deseo
por el que, además, se quiere pagar poco dinero. Sin embargo todos esos
posibles condicionantes sociales de los que eran víctimas las niñas,
tradicionalmente no han sido tomados en cuenta y, si bien, la maldad de
Ximen Qing ha estado fuera de toda duda, la de las mujeres que lo
rodeaban se ha considerado incluso más sutil y deplorable, cuando, como
se ha señalado en alguna ocasión, «esas mujeres no eran merecedoras del
infierno, sino que ya estaban dentro del infierno»25. En Jin Ping Mei se
encuentra uno de los prototipos más claros que en la tradición literaria china
se ha creado en tomo a la mujer y se ha ido reproduciendo una y otra vez a
lo largo de los siglos: la mujer es siempre la que incita primero al varón y la
que lo lleva a la destrucción y la muerte.
El famoso escritor Lu Xun, en un artículo escrito en 1932, que
además lleva por título "Los nuevos «don quijotes» de la República de
China", subrayaba lo siguiente:

S fíífA iM ^ , , iiie ü t,
& & & # « , ~2N p,

Í I , Í W ® ; * , a .$ í & ^ - - á ¡ s ± l n , ÍS
M its u i? *
«Los españoles, cuando están enamorados, acuden todos los días a
cantar bajo la ventana de las mujeres, cuando profesan una religión
pierden la cabeza y luchan a muerte contra la herejía, cuando hacen la
revolución arrasan las iglesias y dan una patada al emperador. Sin
embargo nuestros hombres de letras en China ¿no han dicho siempre
que las mujeres son las que les incitan, que todas las religiones
tienen un mismo origen, que hay que mantener la descendencia real?

3 Xie Pengxiong, Wenxue zhang de miren. Taipei: Jiuge chubanshe, 1990; p. 22.
2I' Lu Xun, "Zhonghua minguo de xin tang jihedemen", Lu Xun quanji, vo¡. 4, Beijing:
Kenmin wenxue chubanshe, 1973; pp, 342-344.
© narcea s. a, de ediciones
64 Taciatm Fisac Badeii

y ¿no es por eso por lo que a Xuantong, después de la revolución, le


permitieron permanecer en palacio ejerciendo de emperador?»”

De un modo un tanto crítico con la cultura propia, Lu Xun contrapone


dos modelos y estereotipos culturales entre Oriente y Occidente. Este
prototipo sobre la mujer incitadora al que hace referencia Lu Xun, como ya
se ha podido vislumbraren algunos de los análisis anteriores es, con ciertas
variantes y complejidades, evidentemente el que de manera más nítida
aparece en la literatura china y, como veremos más tarde, perdura incluso
en nuestros días. Esta idea de Lu Xun ha sido posteriormente analizada y
se ha buscado una interpretación acerca del porqué se produce esa
representación de la mujer y ese prototipo ha penetrado tan profundamente
en la conciencia colectiva de la tradición cultural china2*. Por supuesto, ni
que decir tiene que este prototipo literario parte claramente de una
objetivación de la subjetividad masculina que es la que, durante muchos
siglos, tenía el derecho, casi en exclusiva, a la educación, a la escritura y,
en China aún más que en cualquier otro país, por medio de la escritura, al
poder. Se ha apuntado la importante influencia del propio sistema social
chino que permitía a un varón la posesión de varias mujeres de forma lega!,
pero, naturalmente, ese hecho en sí es insuficiente para explicar el
fenómeno. Tampoco resulta fácil encontrar la relación directa de la
posición de hombres y mujeres en la realidad social sobre los modelos
literarios, pero es evidente la importancia que la tradición cultural y el orden
social tienen sobre éstos.
El pensamiento confuciano ha equiparado el deseo sexual a otras
funciones del organismo como el comer o el beber y no ha dado cabida en
el orden de la relación entre varón y mujer a los sentimientos o deseos
subjetivos. Pero la negación de los deseos no implica la inexistencia de
éstos, y por eso surgen mecanismos para controlar el orden establecido que
pueden dar lugar en la cultura a prototipos como el de que «ella fue la
primera que me incitó». La unión de la fatalidad a la fuerza de seducción
de la mujer pudiera ser utilizado como una suerte de mecanismo de control
del deseo para el mantenimiento del orden-’. El orden social es una de las
bases de la filosofía confuciana, que se sustenta a su vez en el orden
familiar. Se trata de un sistema que legitima el dominio del varón sobre

Xuantong fue nombrado emperador a la edad de tres años en 1908. Se trata en realidad
de Puyi, el emperador que se popularizó con la película de Bernardo Bertoiucci, El último
emperador.
* Me refiero concretamente al interesante artículo de Wang Youqin,HYige xiaoshuo
«yuanxin» "níiren xian lai yinxiu ta", Shanghai Wenlun, vol. 2 (1989); pp. 25-28,
Wang Youqin, np. d f.\ p. 28.

© narcea s. a. de ediciones
La imagen de la mujer en la literatura china clásica 65

varias mujeres y en el cual ellas conviven en una situación de clara


desigualdad y sumisión. De ahí que resulten necesarios complejos
mecanismos ideológicos para el mantenimiento del «statu quo», y uno de
ellos bien pudiera reflejarse en esa etiqueta de incitadora que van a tener las
mujeres.
No es casual, pues, que al inicio de una novela como Jin Ping Mei. se
haga un recorrido a lo largo de la historia de las mujeres que provocaron el
derrocamiento de emperadores y gobernantes, mujeres a las que se atribuye
la quiebra del orden social. Para concretar aún más, transcribiré uno de los
episodios del Jin Ping Mei en el que la mujer aparece como incitadora y
posteriormente causa de las desgracias de los varones, si bien son
innumerables los ejemplos que se encuentran a lo largo del texto.
Ya en el primer capítulo se narra la historia de Pan Jinmei y cómo a la
edad de quince años, por iniciativa de la misma esposa del señor Zhang, es
comprada para que con sus cantos y músicas aminore la tristeza de éste.
Sin embargo, el señor Zhang se encapricha tanto con la muchacha que al
final no le causa más que problemas y decide casarla con un viudo, que no
parece muy del agrado de ella. Pero de repente aparece el hermano menor
del viudo, mucho más apuesto que el ahora marido de Pan Jinmei, y ésta
decide poner en marcha sus artes de seducción. Estos son los
pensamientos que pasan por la cabeza de ella poco después de conocerle:

XÜÜ-feAo A tf tt
Ho ¡m ftS T o
fóTJífo H t f f t l A . -bíHKíto ÍKSPtMÜíio i S U n
4 . fg ifiífé o « li
¿ p f t& iio a $ £ 3 A -ffiM ± « r

«Pensó para sus adentros: Hermanos nacidos de una misma madre,


uno grande y robusto, con aspecto saludable, ¿y a mí por qué me
casarían con éste, así de cualquier manera? Hay que ver el aspecto
endeble de un arbusto que apenas llega al metro de envergadura con
el que me han casado. Parece tres partes de hombre, y siete de
espectro. ¿Qué he hecho para ser merecedora hasta hoy de toparme
con esta peste? Wu Song tiene un aspecto saludable y fuerte, ¿por
qué no pedirle que se traslade a vivir a nuestra casa? Quién iba a
pensar que el hombre que se me había predestinado iba a encontrarse
justamente aquí. Y al tiempo que mostraba una sonrisa en su rostro,
le preguntaba al cuñado-: ¿Dónde te alojas?»
S narcea s. a. de ediciones
66 Taciana Fisac Badell

Este, naturalmente, es sólo el inicio de las incitaciones y


provocaciones de Pan Jinmei, que con su sola presencia va sembrando la
desventura. Se podrían extraer mil ejemplos más de esta novela, pero
continuaré el recorrido por otras obras.

La historia extraoficial del bosque de los letrados


La historia extraoficial del bosque de los letrados30 es otro de los
textos que ocupa un lugar preferente en la literatura china de la dinastía
Qing. Su autor, Wu Jingzi (1701-1754), escribe una sátira sobre un
mundillo de funcionarios y letrados que conoce por experiencia propia y no
se encuentra reflejado en las crónicas oficiales. Como sucede en otras
obras que ya he comentado, los personajes femeninos no son ni mucho
menos protagonistas, pero surgen esporádicamente a lo largo del relato.
En su mayoría se repite la imagen de la mujer necesitada de cuidado y
protección del varón o la de aquélla deseosa de lograr algún objetivo y
capaz de cualquier cosa para conseguirlo. No se puede considerar esta
novela como creadora de ningún estereotipo nuevo referido a la mujer,
puesto que además aparece sólo en el telón de fondo del relato, pero su
lectura sirve para comprobar una vez más la consideración del papel
confuciano de la mujer y la visión que de ella se ha tenido en el ámbito de
las letras, otrora limitado al varón. En el párrafo perteneciente al inicio del
capítulo XI que, a modo de ejemplo, transcribo a continuación aparece una
doble ironía crítica hacia los funcionarios letrados: se describe la historia de
una mujer conocedora de los clásicos que pone en ridículo a los varones.
En ella están representadas la vacuidad y el formalismo de la época.

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30 Wu Jingzi, Rulin waishi, Beijing: Renmin wenxue chubanshe, 1975. Se ha publicado


una traducción al español de Laureano Ramírez con el título de Los mandarines. H istoria del
Bosque de los Letrados, Barcelona: Seix Barral, 1991.

© narcea s, a. de ediciones
La imagen de la mujer en la literatura china clásica 67

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Cuentan que el nieto del Prefecto Qu fue adoptado como yerno y
tomó el apellido de la hija del compilador Lu, y antes de conocer sus
talentos, sin saber que ella era una joven ilustrada, distinta a otras
jóvenes ilustradas, ya su belleza lo tenía trastocado. El compilador
Lu no tenía hijos varones, la había educado como a un hijo,
poniéndole ya desde los cinco o seis años preceptor para el estudio
de los Cuatro Libros y los Cinco Clásicos; de modo que a los doce
explicaba los libros, leía composiciones y dominaba la obra de Wang
Shouxi. Había aprendido a componer textos dividiéndolos en
prefacio, introducción, exposición, desarrollo, interpretación. El
tutor cobraba unos honorarios y dirigía sus estudios como si de un
muchacho se tratara. La joven era inteligente y tenía buena memoria,
hasta el momento había leído todas las obras de Wang, Tang, Qu,
Xue y otros renombrados prosistas, así como los exámenes escritos
en las principales convocatorias provinciales, y podía recitar más de
tres mil composiciones. En cuanto a las suyas, eran concisas,
razonadas y elegantes. En no pocas ocasiones el compilador Lu
suspiraba diciendo: «De ser varón, habrías llegado a letrado doctor o
habrías obtenido al primer puesto en el examen de la Academia
Imperial Hanlin». Aprovechando un momento de reposo,
aconsejaba a su hija: «Si dominas el estilo octóstilo, cuando
acometas otro género literario, sea poesía, prosa u otro cualquiera,
tus latigazos dejarán cicatriz, y tus bofetadas marca. Si no dominas
el octóstilo, todo cuando escribas serán herejías y desviaciones de la
doctrina budista». La hija atendía los consejos de su padre, sobre el
tocador y junto al bastidor de bordar se amontonaban las
composiciones, que todos los días corregía minuciosamente, con
letrilla de cabeza de mosca.

© narcea s. a. de ediciones
68 Taciana Fisac Badell

En la historia que se cuenta en este capítulo» la hija del compilador Lu


comienza a sentirse disgustada al comprobar que se ha casado con un
hombre al que no le interesa la carrera de letrado, y lo mismo le ocurre a su
padre que, al ver frustrado el deseo de tener un renombrado letrado en la
familia, decide tomar una concubina para que dé a luz un varón en quien
ver cumplidas sus aspiraciones. Sin embargo su esposa se opone y el
Compilador tiene un arrebato de cólera, quedando con perlesía de medio
cuerpo y con la cara desfigurada.
En el capítulo se ridiculizan los deseos del Compilador Lu que intenta
educar a su hija como si de un varón se tratase. Pero el progresivo
desenlace satírico del relato desvela que, pese a la diligencia y dedicación
de la hija, ella nunca estará predestinada a satisfacer a su padre. El
simulacro de sustitución no funciona, pero la hija se ha identificado de tal
forma con la educación que le han inculcado que busca en su marido el
éxito en una carrera que a ella le está vetada. El texto revela una crítica a un
cierto mundo de valores masculinos, pero no significa, ni mucho menos,
una defensa de las mujeres, ya que ellas más bien son el pretexto para la
devaluación del ámbito de los varones letrados.

E l sueño del pabellón rojo


La obra a la cual me referiré a continuación es quizás la más
importante de la literatura clásica china. Se trata de El sueño del pabellón
rojo, escrita durante la primera mitad del siglo XVIII e impresa por primera
vez en 1792, y es ciertamente la obra cumbre de la literatura de la dinastía
Q ing31. Su análisis ha sido tan exhaustivo que existe en China una
disciplina denominada hongxue o rosología. Su autor, Cao Xueqin,
(1715-1764) vive durante un periodo de famosos emperadores que dejaron
una profunda huella en la cultura china, tanto por su labor de promotores,
como fue el caso de Kang Xi (1662-1722) que ordenó la edición de un
gran diccionario, o por su control de censores, como en el de Qian Long
(1736-1795). Al igual que en otras obras de las mismas características, El
sueño del pabellón rojo tiene una larga extensión, en su versión más
popularizada de ciento veinte capítulos, de los cuales los últimos cuarenta
se atribuyen a Gao E. A lo largo de tantas páginas surgen varios cientos de

31 Cao Xueqin, H onglou m eng, Hong Kong: Zhonghua shuju, 1983; p. 1. Se han
publicado dos tomos en castellano (a falta de un tercer y último volumen) en traducción de Tu Xi,
revisada, corregida y anotada por Zhao Zhenjiang y José Antonio García Sánchez: Cao Xueqin y
Gao E, Sueño en el Pabellón Rojo, Granada: Universidad de Granada, 1988.
© narcea s. a. de ediciones
La imagen de la mujer en la literatura china clásica 69

personajes, en su gran mayoría femeninos. Escrito en lenguaje coloquial y


fluido, sin embargo el texto está salpicado de poesías y rimas formando un
conjunto elegante y recurrente. El relato se sitúa en el trasfondo de una
familia adinerada, y el hilo conductor es la vida de un muchacho apuesto,
caprichoso e inteligente, que nació con un pedazo de jade en la boca y
parece predestinado a una vida placentera rodeado de los cuidados y
atenciones que le prodigan las mujeres de su casa, desde su abuela a las
criadas. Su nombre es Jia Baoyu y dos son las mujeres con las que vivirá
una triste historia de amor: Daiyu y Baochai. Ambas son primas de Baoyu
pero tienen un carácter muy distinto. Mientras Daiyu es de una belleza
melancólica, sensible, inteligente e introvertida y ha sido acogida en la casa
grande al quedar huérfana, Baochai es una joven más extrovertida, bella
también y mucho más conformista con la vida y la situación que le rodea.
Jia Baoyu vive en un jardín de ensueño que se construyó con motivo
de la visita de una hermana convertida en consorte del emperador. Es el
niño mimado de la casa, rodeado de figuras femeninas con las que se
divierte y pasa la mayor parte de su tiempo, mostrando su rechazo hacia el
mundo de los varones que, como su padre, se dedican a las ocupaciones y
obligaciones propias de los letrados de su época. Pese al amor que hay
entre Baoyu y Daiyu, la familia decide su compromiso con Baochai y,
mediante una engañosa estratagema, celebran el casamiento con ella.
Daiyu, que siempre había estado algo delicada de salud y había sospechado
que existían muchos obstáculos para que el amor por su primo se
consumara en el matrimonio, agoniza en el mismo momento en el que se
está celebrando la boda de Baoyu y Baochai. El dramático desenlace de la
novela comienza así de modo definitivo en el capítulo noventa y siete. La
familia pasa por difíciles momentos, pero todo parece que va a volver a su
cauce cuando Baoyu supera los exámenes oficiales y el clan, por otras
razones, recupera los favores del emperador, pero en realidad el
protagonista desaparece para seguir la doctrina de Buda mientras Baochai,
su esposa, llora embarazada y abandonada.
Al inicio, el autor sitúa la narración con una primera confesión de
intenciones:

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© narcea s. a. de ediciones
70 Tartana Fisac Badell

i z m ¿ .A n a & ,

«En este mundo atareado y polvoriento, no culminé nada de


cuanto emprendí, y de pronto recordé a todas las mujeres que había
conocido, las fui examinando una a una, y caí en la cuenta de que en
conducta y entendimiento todas me habían superado; yo, digno
varón, no valía más que aquellas faldas y horquillas; pero realmente
la vergüenza sobraba y el arrepentimiento era también inútil, ¡ya
nada se podía hacer!
En los días siguientes, decidí divulgar y contar al mundo cómo yo,
vestido de sedas y delicadamente nutrido, con el favor imperial y la
virtud de los antepasados, contravine las bondadosas enseñanzas de
mis padres y hermanos, los rectos consejos de los maestros y
amigos, para acabar desperdiciando la mitad de mi vida sin haber
aprendido un solo oficio: Sé que mucha es la responsabilidad de mis
faltas, pero claramente a algunas de aquellas muchachas no podía, a
causa de mi degeneración y por ocultar mis errores, hacerlas
desaparecer.»

En una primera lectura el libro muestra una gran sensibilidad por las
figuras femeninas y sus tristes destinos. Las criadas, hermanas y primas
de Baoyu ven, ante la indignación y tristeza de éste, cómo sus vidas y
matrimonios son decididos de forma arbitraria, sin tener en cuenta para
nada sus sentimientos. Sin embargo, toda la historia de El sueño del
pabellón rojo es en realidad eso, un sueño irrealizable. En la novela
aparecen dos planos: el tiempo de vigilia en el cual se desarrollan las
ilusiones y desgracias de las protagonistas, y el tiempo del sueño, en el que
las diosas muestran a los mortales la verdad de las cosas y lo engañoso de
la vida real. Es en este segundo plano de los sueños en donde ya no
aparece tan clara esa ambigüedad respecto a las mujeres y en donde no sólo
se anticipan sus tristes destinos sino que su inexorable fin está marcado por
la propia fatalidad inherente al ser mujer.

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© narcea s. a. de ediciones
La imagen de la mujer en la literatura china clásica 71

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No había terminado de hablar, cuando aparecieron varias hadas:
sus mangas de loto giraban, sus vestidos de pluma flotaban al
viento, graciosas como flores de primavera, cautivadoras como la
luna de otoño. Al ver a Baoyu reprocharon a la diosa:
-No sabíamos que fuera éste tu invitado, jpara eso nos hemos dado
tanta prisa en salir! Nos dijiste, hermana, que hoy a esta hora
vendría el espíritu de la hermana Perla Escarlata a visitar su antiguo
hogar, por eso hemos estado esperando. ¿Por qué traes aquí a esta
sucia criatura que no hará sino contaminar este ámbito de puras
doncellas?
Al escuchar aquel comentario, Baoyu, asustado, se sintió
intolerablemente vulgar y sucio y quiso en aquel momento poder
escabullirse, pero no pudo. Desencanto se apresuró a cogerle de la
mano y explicó a las hadas:
-No comprendéis este asunto. Hoy fui a la Mansión Rong para
buscar a Perla Escarlata, pero al pasar por la Mansión Ning me
encontré con los espíritus del duque de Ning y del duque de Rong,
que me dijeron: «Desde el inicio de esta dinastía, durante varias
generaciones, nuestra familia ha disfrutado de buena reputación,
rango y fortuna. Cien años más tarde vemos cómo nuestra riqueza
se agota, jy no podemos hacer nada para evitarlo! Tenemos muchos
descendientes, pero incapaces de continuar nuestra obras. El único
es nuestro bisnieto Baoyu, de naturaleza excéntrica, terco y poco

* Cao Xueqin, op. cit. ; p. 58-59.

© narcea s. a. de ediciones
72 Taciana Fisac Badell

inteligente, pero no deja de despertar en nosotros algunas


esperanzas. Sin embargo, la fortuna abandonó a nuestra familia y
nadie hay que pueda mostrarle el sendero correcto. Por suerte nos
hemos encontrado contigo, diosa. Te suplicamos que le adviertas de
los peligros que implica la lujuriosa persecución de las mujeres, para
que así pueda escapar de sus garras y tomar el camino correcto.
Entonces los dos hermanos seremos felices.» Ante esta súplica, he
decidido ser benevolente y lo he traído hasta aquí. Para empezar, le
he permitido hojear los registros de las jóvenes de su propia casa.
Como no ha entendido hada, he querido que probara aquí la ilusión
de la delicia camal, ¡quizá así pueda despertar más tarde a la verdad!

Otro aspecto que marca una diferencia en la vida de las mujeres que
aparecen en El sueño del pabellón rojo es la edad. En todo el relato aparece
un mundo de mujeres ya casadas que actúan y se mueven por objetivos y
valores típicamente confucianos y que no dudan en seguir las tradiciones
aunque de ese modo eliminen para siempre las esperanzas de bellas
muchachas, o en otras ocasiones no les importa colocarlas en situaciones
que les exige el comportamiento heroico del suicidio, que además las
jóvenes aceptan como la única salida honrosa ofrecida por la sociedad. El
trasfondo confuciano sobre la situación y las tareas que se otorga a las
mujeres en los recintos interiores está de telón de fondo e incluso es
proclamado por las protagonistas, como sucede en esta afirmación de
Baochai:

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- m i ,
Ó M iífA ít, ¿P sS & E S o »
-La poesía naturalmente es posible que caiga en tópicos, pero
tampoco se puede poner un énfasis excesivo en la originalidad; si las
ideas son frescas, las palabras no serán vulgares. En cualquier caso,
escribir poesía no es una actividad tan importante, nuestras
principales tareas son hilar y coser. Si tenemos algún tiempo libre,
lo correcto es leer algunos capítulos de un libro edificante.

35 Cao Xueqin, op. cií.; p. 454.

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La imagen de la mujer en la literatura china clásica 73

Toda la triste historia de amor que se narra está empapada de una


sensibilidad hacia lo femenino y está, sobre todo, maravillosamente
contada y escrita. Se diría que el autor ha tomado partido por las mujeres
jóvenes y defiende además la legitimidad de los deseos individuales frente a
los condicionamientos sociales Sin embargo, también es cierto que
ninguna de las mujeres que aparece en el relato cuestiona seriamente la
posición de subordinación que le otorga la sociedad de su tiempo, y
necesitan de la voz de un hombre que las estime, se compadezca y hable
por ellas. El intento de ruptura real que se alza contra el sistema patriarcal
parte del único personaje varón protagonista: Baoyu. Pero al fin y al cabo,
las desgracias de Baoyu provienen de su enfrentamiento con el mundo
masculino y de su relación con las mujeres, que está predestinada a
terminar mal. Y esto último se encargarán de subrayarlo las diosas y los
sueños. De ahí que sea quizás demasiado aventurado considerar que el
autor de El sueño del pabellón rojo adopta un punto de vista feminista
frente al sistema patriarcal. El sueño del pabellón rojo hace una afirmación
de la autonomía de la persona frente a una sociedad que niega la
individualidad y da prioridad al estatus o al poder en detrimento de una
posible realización personal. Sin embargo esa defensa de la individualidad
choca también violentamente con la fuerza de la predestinación que se sitúa
como telón de fondo de todo el drama. La riqueza de matices y elegancia
de la obra hacen de El sueño del pabellón rojo una obra de gran relevancia
y recurrente referencia para todos los escritores y las escritoras en lengua
china.

La predestinada afinidad del espejo y las flores


Si bien la lista de obras importantes de la literatura clásica china podría
ser interminable y dar lugar a varios volúmenes, para acabar de delinear de
forma general cuál es la imagen que se ha ido conformando en la tradición
literaria sobre la mujer mencionaré, por último, otra conocida novela de la
dinastía Qing. Se trata de La predestinada afinidad del espejo y las flores
(Jing hua yuan), una novela de cien capítulos escrita en lengua vernácula,
cuyo autor es Li Ruzhen (1763-1830)34. El interés por incluir esta obra en
este rápido recorrido por la narrativa clásica china se debe no sólo a su
importancia literaria sino a que en numerosas ocasiones los manuales
chinos de literatura la han considerado como una obra que alaba el talento
de las mujeres y reivindica sus derechos de igualdad social y política con

u Li Ruzhen, Jing hua yuan, Beijing: Renmin wenxue chubanshe, 1979.

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74 Taciana Fisac Badell

respecto a los varones. Sin embargo, quizás no se pueda llegar a una


conclusión tan rotunda.
La trama de la historia lleva a un literato de nombre Tang Ao, su hija y
su yerno, que trabaja como mercader, por un viaje a través de países
imaginarios y personajes fantásticos. Encuentran en su camino a pueblos
de gigantes o seres humanos con largos brazos y, sobre todo, un país en el
que gobiernan las mujeres. Se trata de un lugar en donde los varones se
vendan los pies y desempeñan todo tipo de trabajos para servir a las
mujeres, mientras ellas se dedican a las letras, a la poesía y a la música, al
tiempo que ordenan y mandan.
El relato se sitúa en un periodo de la historia de China famoso por
haber llevado al trono imperial a una mujer que además se convirtió en
fundadora de una dinastía. Se trata concretamente de la emperatriz Wu
Zetian, que de concubina del emperador Gao Zong pasó a ostentar poder
político a partir del año 684 y fundó seis años más tarde la dinastía Zhou,
utilizando para su propósito un sutra budista que profetizaba la
reencarnación de Maitreya en una divinidad femenina que reinaría en el
mundo. La emperatriz Wu Zetian murió destronada en el año 705 y
además ha pasado a la historia por su fama de déspota y usurpadora del
trono. La relación de las crueldades que cometió durante su reinado pasa
incluso por el infanticidio. El autor toma esta época como telón de fondo
para la crítica y sátira que hace a lo largo de cien capítulos. La historia
finaliza con la restauración de la considerada legítima dinastía Tang. Si a
todo eso se añade que en ciertas ocasiones se glorifican valores
tradicionales como el de la castidad, obediencia y subordinación de las
mujeres, resulta, pues, un tanto simplista concebir al Jing hua yuan como
un libro que tiene carácter feminista sólo porque haga una crítica a un modo
del quehacer masculino y se construya una sátira en tomo a un mundo
imaginario en el que las mujeres tienen el acceso a los exámenes de
funcionarios letrados y gozan del servicio de los hombres.

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reivindicaciones
----- el periodo moderno

Durante siglos, el orden social establecido por la tradición confuciana


se había estructurado en tomo a dos raundos claramente diferenciados para
ambos sexos: las estancias interiores y todo lo relativo al quehacer de la
casa constituía el ámbito destinado a las mujeres, mientras los varones
estaban obligados a volcar sus actividades hacia el exterior y proseguir la
carrera de letrado si querían obtener algún reconocimiento social. No en
vano, un término como neiren, que literalmente significa la persona del
interior, se convirtió en sinónimo de esposa.
Como ya señalé anteriormente, es sobre todo a partir de la dinastía
Song cuando las mujeres ven reducida de modo drástico su capacidad de
movimiento y se impone de forma generalizada el vendaje de los pies, la
castidad de las viudas y otro tipo de costumbres sociales que resultan en
una mayor desigualdad entre los géneros y en un sometimiento más
acentuado si cabe del sexo femenino. Los tres primeros emperadores de la
dinastía Qing (1644-1728), debido a su origen manchú, intentaron poner
fin a algunas prácticas extremas tales como la que obligaba a las mujeres a
cortarse un trozo de carne de su propio cuerpo para dar de comer a sus
padres (signo de máxima piedad filial), o el suicidio de las viudas o,
incluso, el vendaje de los pies. Sin embargo no tuvieron mucha fortuna
con sus edictos y, progresivamente, las muchachas machúes comenzaron a
vendar sus pies y a someterse a las estrictas normas vigentes en China. En
este mundo patriarcal, que daba una enorme importancia a las
convenciones y a los formalismos sociales, las mujeres recibían una
educación precaria que limitaba no sólo su acceso a los ámbitos del poder
© narcea s. a. de ediciones
76 Taciana Fisac Badell

sino la mera posibilidad de adquirir una mínima autonomía en la toma de


decisiones importantes con respecto a sus propias vidas.
En la segunda mitad del siglo XIX la cultura y la sociedad china, que
siempre había girado sobre sí misma y se había considerado autosuficiente,
choca virulentamente con el mundo exterior. En un primer momento,
China intenta abrirse únicamente a la técnica moderna y trata de continuar
preservando su herencia cultural, pero Occidente invade, con el uso de la
violencia, los espacios de la política, la economía y la cultura. La
legitimación de los grandes pilares de la tradición consuetudinaria china
empiezan a derrumbarse y se abre un periodo de grandes reformas, tanto
políticas y sociales como culturales.
Las reivindicaciones de las mujeres comienzan de modo definitivo y
radical a finales del siglo XIX, en el transcurso del surgimiento de algunos
intentos reformadores de un orden imperial que arrastraba ya varias
décadas de decadencia. Desde el propio sistema político se levantan voces
que tratan de ofrecer distintas salidas a un país sumido en una grave crisis
interna, a causa de los levantamientos y rebeliones campesinas, al tiempo
que humillado y acuciado por las continuas derrotas inflingidas por las
diversas potencias extranjeras. El discurso en favor de las mujeres se
articula en tomo a un proyecto general de cambio y reforma social
defendido por algunos relevantes intelectuales como Kang Youwei (1858-
1927) y Liang Qichao (1873-1929). El primero de ellos es autor de una
famosa obra, La armonía universal (Datong shu), en donde se propugnaba
un cambio total en la estructura social y familiar, con capítulos a favor de la
desaparición de las clases sociales, la abolición de la propiedad privada, la
consideración de los problemas de la mujer y una nueva reorganización
administrativa, entre otros. El segundo fue su seguidor y propagandista,
además de introductor de corrientes occidentales del pensamiento y
partidario, incluso, de la conversión del imperio en una monarquía al estilo
británico1. Era tan evidente y generalizada la práctica de costumbres
degradantes para las mujeres que incluso Kang Youwei se preocuparía en
1881 de promover una sociedad para la defensa de los pies sin vendar,
mientras Liang Qichao conseguiría fundar un club en Shanghai, cuyos
estatutos estaban destinados a proteger a las mujeres con los pies «al
natural» y otorgarles a éstas las mismas posibilidades de matrimonio y

1 Para una visión de conjunto de la reformas propugnadas por Kang Youwei y Liang
Qichao, con especial hincapié en sus ideas respecto a la mujer, véase Ono Kazuko, C h ín ese
Women in a Century o f Revoluüon í 850-1950, Stanford, California: Stanford University Press,
1989; pp. 24 y ss.

© narcea s. a. de ediciones
El inicio de las reivindicaciones fem inistas 77

relación que tenían las muchachas que continuaban con la ancestral


costumbre.
Las propias mujeres también se convirtieron en protagonistas de su
historia. Muchas de ellas participaron de forma activa en este periodo de
lucha por una sociedad más igualitaria y algunas, con una fuerte militancia
política, rompieron de forma radical con el sistema, como fue el caso de la
ya mencionada Qiu Jin (1875-1907). Su figura es ciertamente peculiar e
iconoclasta y su vida se ha llegado incluso a mitificar hasta convertirla en
símbolo de la mujer revolucionaria por excelencia en la República Popular
de China. Sobre esta mujer se han escrito incluso cuentos acerca de sus
inquietudes políticas, sus deseos de autonomía y su interés hacia el estudio
que se asemejan mucho a las historias de niñez y juventud de los santos en
el mundo occidental, si bien la perspectiva sea muy distinta. Se ofrece de
ella una imagen de revolucionaria precoz, en donde se cuentan, por
ejemplo, episodios de cómo a los cinco años se opuso a que le vendaran
los pies y decidió que deseaba estudiar.
Todas las figuras femeninas que intervienen en algún tipo de
reivindicación feminista son conscientes de la importancia que la educación
de las mujeres tiene para incidir de forma efectiva en los cambios que
debían producirse en la estructura familiar y social. Y esa reivindicación
iba también muy unida a otro debate en curso. Me refiero, concretamente,
a los cambios y retos que se producían en el ámbito lingüístico y literario.
Las preocupaciones de índole lingüística, literaria, educativa y política
en realidad se inician durante el siglo XIX, pero la historia oficial que nos
ha llegado sitúa como punto de ruptura definitiva lo que se conoce como
«Revolución Literaria» o también denominado «Movimiento del cuatro de
mayo de 1919». Será necesario que algún día los historiadores retomen el
análisis de este periodo para ofrecer un cuadro más completo de las
aportaciones realizadas durante finales del XIX y principios del XX en la
llamada «Revolución Literaria», ya que los manuales actuales hacen un
hincapié excesivo en la fecha del «4 de mayo de 1919», cuando en realidad
con anterioridad se habían creado las bases para los cambios que se
produjeron. Eso afecta también a ciertas autoras, completamente
olvidadas, que realizaron importantes aportaciones e incluso fueron
pioneras en la utilización de la lengua vernácula.
A lo largo de las diversas dinastías, el dominio de la lengua y de la
literatura se había ido con virtiendo en el principal modo de legitimación del
poder de los funcionarios a las órdenes del emperador. El tan conocido
sistema de exámenes de acceso a la burocracia imperial y a los puestos de
poder provinciales y locales se había basado en el conocimiento de la
lengua y la literatura de los clásicos confucianos. La lengua escrita, que
© narcea s. a. de ediciones
78 Taciana Fisac Badell

cultivaba la élite masculina, fue adoptando características cada vez más


lejanas del lenguaje usado comúnmente por la población. Se produce así la
distinción entre el wenyan o estilo literario clásico y el baihua o lengua
hablada. Pero la lengua clásica se mostraba incapaz de responder a las
nuevas demandas históricas, de asumir los nuevos términos científicos y
técnicos, así como los conceptos de la filosofía occidental. Para permitir
que las letras no fuesen sólo patrimonio de las clases privilegiadas era
necesario adoptar un lenguaje escrito más acorde con el habla de la gente
de la calle. La importancia que otorgan algunos intelectuales y activistas
políticos de finales del XIX a la lengua y a la literatura llega a ser tal que
incluso ven en ella la raíz de la debilidad de China y gran parte de los
problemas que padece. Lengua, literatura y educación se convierten en
tres vertientes de un mismo problema. Y así, por ejemplo, para Liang
Qichao, el papel de la literatura era fundamental en la modernización del
país y en la definición de nuevos valores necesarios para una
transformación profunda de las desigualitarias estructuras imperiales. La
literatura de aquel entonces, según Liang Qichao, era incapaz de ofrecer un
sentido patriótico y una unidad necesaria para configurar una nueva
ciudadanía. Bajo todas sus afirmaciones subyacía el carácter pedagógico
que las letras habían tenido siempre en la tradición confuciana.
Las inquietudes de los intelectuales chinos en temas literarios y
lingüísticos no se limitaban a un mero interés cultural, sino que se
circunscribían en los ásperos debates en tomo al problema de la
reconstrucción nacional: hombres y mujeres se preguntaban cuál era su
papel en relación a una cultura y a una civilización en profunda crisis.
Los primeros años del siglo son intensos y llenos de cambios y
reivindicaciones tanto para la literatura como para la sociedad y las
mujeres. En tomo a numerosas revistas se fueron creando las plataformas
para la promoción de las ideas reformistas y revolucionarias. Los
impulsores constituían un número más bien reducido, pero muy activo, de
intelectuales y estudiantes que con gran entusiasmo lanzaban consignas y
proponían una discusión sobre todos los aspectos de la cultura, la sociedad
y el sistema político.
Algunas de estas revistas, fundadas por agrupaciones de las más
diversas tendencias, se propusieron el objetivo de defender una nueva
posición de la mujer en la sociedad y en la familia. En 1902 había
aparecido en Shanghai el número inaugural de La revista de la mujer
(Nübao) la primera publicación dirigida especialmente a un público
femenino. A ésta siguieron muchas más. Así, en 1903 surge El mundo de
la mujer (Niizi shijie), La campana de la mujer (Nüjie zhong), La
nueva mujer (Xin funü), La critica de la mujer (Funü pinglun) y La
© narcea s. a. de ediciones
El inicio de las reivindicaciones fem inistas 79

revista de la mujer (Funü zazhi)1. Son años en los que el fervor patriótico,
la política y las letras se mezclan y van impregnando todos los
acontecimientos de la vida cotidiana. Los gritos de bienvenida a «la señora
Ciencia» y «la señora Democracia» se alzaban en medio de una sociedad
totalmente anclada en una cultura y una tradición forjada durante muchos
siglos y con reticencias al cambio.
Durante Su estancia en Tokio, Qiu Jin edita también La revista en
lengua vernácula (.Baihua bao). Poco tiempo más tarde, en 1907, también
participará en la publicación de El periódico de la mujer china (Zhongguo
nübao) y continuaría propagando su mensaje sobre la necesidad de hacer
una revolución que debía comenzar en el seno de la familia y tenía como
meta la igualdad entre hombres y mujeres.
En medio de las revueltas que se desencadenaron, provocando la
definitiva ruptura con el sistema imperial y la fundación de la primera
República en 1911, durante el mes de noviembre de ese año se funda en
Shanghai la llamada «Alianza para la participación política de las mujeres»
{Funü canzheng tongmenghui), una suerte de asociación que agrupaba a
diversos grupos de mujeres que habían comenzado ya la lucha política y
que se marcaron como objetivo lograr una igualdad real entre varones y
mujeres, la generalización de la educación para las mujeres, así como la
abolición de estructuras familiares ciertamente opresivas, tales como el
concubinato, la venta de muchachas y la intervención de las familias para
concertar los matrimonios. Se configuraba así el primer movimiento
organizado con objetivos claramente feministas.
Era tan evidente la situación de dependencia de las mujeres, tan triste
el espectáculo de cómo se jugaba con sus vidas cual si fueran simplemente
muñecas, que muchos sectores de la sociedad llegan a tomar conciencia de
sus problemas y reconocen la necesidad de un cambio radical. Chen
Duxiu, el que posteriormente fuera fundador del Partido Comunista Chino,
en un artículo publicado en septiembre de 1915 en la revista Nueva
Juventud, abogaba de modo tajante por el reconocimiento de la dignidad y
libertad de hombres y mujeres:

«La nuestra es una época de emancipación, emancipación civil,


religiosa, económica y, para las mujeres, emancipación del yugo del
hombre. La dignidad humana consiste en ser libres, patrones de sí
mismos...»3

2 Magda Abbiati, "II movimento della donna in Ciña nel periodo de! 4 m aggio 1919" en
Lionello Lanciotti (ed), op. cit.; p. 172-173.
3 Recogido en Magda Abbiati, op. cit.; p.165.
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80 Taciana Fisac Badeü

Los movimientos sociales en pos de una sociedad más igualitaria


surgen en tomo a numerosas organizaciones formadas por jóvenes que
desean romper la hegemonía de la estructura familiar y social ancestral para
configurar una sociedad que ofrezca un mayor numero de opciones
individuales. Las organizaciones de la más variada índole servirán de
plataforma para las reivindicaciones femeninas en el marco de una
situación interna de crisis generalizada en todo el país. Se forman grupos
que promueven la salud física y mental, la lucha por las reformas
matrimoniales o por el impulso al estudio y el acceso de la mujer a la
educación, o alianzas para la lucha por el derecho al voto o incluso en
contra del infanticidio femenino. Todas ellas están también impregnadas
de un fuerte sentimiento patriótico que se fue progresivamente
acrecentando al hilo de la debilidad mostrada por las instancias políticas
chinas y la incesante apropiación de territorios chinos por parte de diversas
potencias extranjeras.
Una de las primeras instituciones en permitir el acceso a la enseñanza
superior de las mujeres fue la Universidad de Pekín, y a ésta siguieron
muchas otras. La provincia de Hunan sería la pionera en reconocer los
derechos de igualdad entre varones y mujeres.
Muchas de las acaloradas controversias de la época tuvieron su fuente
en la traducción y difusión de diversos textos occidentales. Este es, por
ejemplo, el caso de Casa de muñecas de Ibsen, que se publicó en la revista
Nueva Juventud, en junio de 1918. La figura de Nora, la protagonista, y
su abandono del hogar provocó una gran discusión, y se interpretó como
un símbolo de la individualidad, la provocación de una mujer que rompía
con las ataduras de una sociedad tirana4. Los debates que se
desencadenaron no se refirieron a aspectos literarios, sino que se
trasladaron a la experiencia real de las personas y, concretamente, a las
posibilidades de supervivencia de una mujer que se atrevía a cerrar tras de
sí las puertas de una casa y abandonar a un marido que le proporcionaba
todas sus necesidades básicas. ¿Tenían las mujeres chinas alguna otra
alternativa real a la de sacrificar sus propios deseos personales y
permanecer bajo el yugo de una familia impuesta? Fue tal el alcance de
esta obra que, de hecho, la expresión Ibsenismo ( Yiboshengzhuyi) se
popularizó a partir de 1918, convirtiéndose en sinónimo de una actitud
reivindicativa del derecho a ser persona individual. El famoso escritor Lu

4 Elisabeth Eide, “Optimistic and Disillusioned Noras on the Chínese Literary Scene,
1919-1940" en Anna Gerstlacher, Ruth Keen, W olfgang Kubin, Margit Miosga y Jenny Schon
(eds.), op. c i t pp. 193-222 y Ono Kazuko, op. cit.; p. 97-101.
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El inicio de las reivindicaciones fem inistas 81

Xun aludía al tema en una conferencia pronunciada en la Escuela Normal


femenina de Pekín, posteriormente publicada con el título de "Qué le pasó
a Nora después de marcharse", y en la que llegaba a la siguiente
conclusión:

m u ,
w » , u r sí
fá tiíñ ñ zn m & T iB ? , s íp ttí
m, m&me t , íi
*
«De los principios anteriores se puede inferir que Nora en realidad
no tenía más que dos alternativas: o bien caer en la degradación, o
bien regresar. Como si de un pequeño pájaro se tratara, en el caso
de estar en una jaula ciertamente no sería libre, pero al salir por la
puerta de la jaula, encontraría que hay aves de presa, gatos, y otras
cosas del mismo género; se le habrían entumecido las alas de estar
encerrado, y se habría olvidado de volar, sin género de dudas no
sabría qué camino tomar. Le quedaría también otra salida, la de
morir de hambre. Pero cuando se muere de hambre se abandona la
vida, y ya todo da igual, así que tampoco se puede considerar un
camino.»

En una sociedad como la china de principios de siglo, la única vía que


Nora o cualquier mujer tenía después de marcharse de casa era la
prostitución. De hecho, algunos estudios apuntan a que en los años veinte
se produjo un incremento de la prostitución procedente de las mismas
ciudades, producto de la mayor movilidad demográfica, por una parte, y
de la carencia de alternativas laborales para las mujeres, por otra.
Tradicionalmente, en ciertas familias de zonas urbanas, la prostitución era
vista como un modo de supervivencia para las hijas y mujeres, preferible a
otras formas no menos dramáticas de resolver este tipo de problemas de
subsistencia, tales como el infanticidio o la venta de niñas.
Desde su fundación en Shanghai el año 1921, el Partido Comunista
Chino incorporó a su programa la lucha por los derechos de la mujer.

5 Lu Xun, "Nala zou hou zenyang'1, Lu Xun xuanji, vol. II, Beijing: Renmin wenxue
chubanshe, 1983; p. 30.
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82 Taciana Fisac Badell

Entre sus filas también encontramos figuras femeninas que simbolizan el


fuerte espíritu reivindicativo de la época. Tal es el caso de Xiang Jingyu
(1895-1928), que sería miembro del Comité Central del Partido desde
1922 hasta 1928, cuando fue arrestada por su militancia política y
posteriormente ejecutada por el Partido Nacionalista6. El Partido
Comunista Chino se convertiría en férreo defensor de las mujeres. La
primera vez en hacerlo de forma pública fue en el Manifiesto del II
Congreso Nacional del Partido Comunista Chino. Pero el objetivo de
dicho Partido no era la liberación de la mujer sino un proyecto de
transformación social mucho más ambicioso. Por eso, desde un principio
se irán integrando y difuminando las reivindicaciones de las mujeres en el
programa general de su proyecto político. Cada vez más se identificará la
lucha contra el sistema patriarcal con la lucha contra el capitalismo y todas
sus variantes. La implantación del socialismo se presentaba así como la
solución definitiva para la emancipación de las mujeres. De hecho, los
movimientos en favor de los derechos de la mujer se instrumentalizaron de
modo subalterno para la consecución de los cambios sociales, políticos y
económicos que reclamaba la angustiosa y crítica situación del país.
Quizás fuera un análisis de la realidad comprensible desde aquel
momento histórico, pero también es cierto que los planteamientos fueron
demasiado simplistas y, como pocos años más tarde se iría comprobando,
en la práctica se perpetuaron numerosos problemas tradicionales o se
sustituyeron por otras formas de discriminación. Resulta interesante un
estudio realizado sobre las practicas matrimoniales entre los cuadros del
Partido durante los tiempos de fervorosa lucha de «La larga marcha». La
desigualdad en la valoración de actitudes entre hombres y mujeres era
evidente si se considera que se concedía el divorcio con suma facilidad a
una pareja, pese a la oposición de la esposa, cuando la petición había
surgido del marido y más aún si se trataba de un alto mando,
argumentando que no afectaba en modo alguno al trabajo revolucionario.
Sin embargo, si la petición de divorcio se iniciaba por parte de la mujer,
una de las razones para denegarlo era que en tiempos tan difíciles suponía
un peligro para la causa7. La revolución maoísta ganó, por su parte, el

6 Para una visión de Xiang Jingyu véase Catherine Gipoulon, "L'intellectual au feminin:
Féminisme et révolution en Chine au début du XXe stecle", S xtrém e-O ríen t Extreme-Occident,
núm. 4 (1984); pp. 159-173.
7 Estos y otros muchos interesantes aspectos de la relación entre hombres y mujeres
miembros del Partido Comunista Chino están recogidos en Hua Chang-Ming, La condition
fém inine et les communiste chinois en action. Yan'an 1935-1946, Paris: Centre de Recherches
et de Documentation sur la Chine Contemporaine, Editions de l’Ecole des Hautes Etudes en
Sciences Sociales, 1981; especialmente las páginas 83-119.

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El inicio de las reivindicaciones fem inistas 83

apoyo de innumerables mujeres que dieron sus vidas por la causa


comunista.

En busca de la persona: individualidad y literatu ra


La tradición cultural y filosófica china ha subrayado siempre la
condición social del ser humano, hombre o mujer, como perteneciente a
una entidad comunitaria y, especialmente, miembro de una familia. Todas
las tentativas encaminadas a revalorizar a la persona en su condición de ser
humano, libre, autónomo y con una dignidad propia, han sido siempre
despreciadas en favor de la concepción de Confucio y Mencio, que acentúa
especialmente la dimensión social. Por eso, aún a riesgo de simplificar en
exceso, podemos considerar que mientras en la reflexión filosófica
occidental existe una mayor preocupación acerca de la individualidad del
ser humano como persona autónoma, tras lo cual se reconoce su naturaleza
social, en el pensamiento chino ha predominado la comunidad sobre el
individuo: el ser humano lo era en tanto que parte de un todo social; la
mujer fue durante siglos, y en alguna medida lo sigue siendo, tan solo un
objeto más del patrimonio familiar, particularmente en el ámbito rural.
En el periodo inicial de la «Revolución Literaria», esta reflexión sobre
el ser humano en su condición de persona autónoma con derechos
inalienables nace no sólo por necesidad vital sino por la influencia de
ciertos escritores y pensadores occidentales. Ibsen, Nietzsche y Tolstoi
son, entre otros, causantes de las inquietudes en torno a conceptos
esenciales como libertad, autonomía y dignidad. Gran número de
escritores y escritoras de los años veinte se ven envueltos en las diversas
discusiones sobre la persona, y algunos muestran una peculiar
preocupación filosófica, situándose en lo que se podría denominar
corriente humanista. Este es, por ejemplo, el caso de Zhou Zuoren, que
en varios de sus ensayos sostenía la responsabilidad de las letras en la
defensa de la dignidad del hombre como animal racional y argumentaba
que toda literatura debía tratar de los sentimientos humanos y de la
naturaleza de las cosas, del mundo real. Otro escritor que retoma algunos
años después esta misma tendencia humanista es Ba Jin. En su famosa
novela La familia, este autor, fuertemente influido por las ideas de la
Revolución Francesa y el anarquismo, defiende la libertad de las mujeres y
los hombres que son tratados únicamente como objetos de la hacienda
familiar, encarcelados en la esclerosis de las tradiciones, los ritos y la
piedad filial.

© jiarcea s. a. de ediciones
84 Taciana Fisac Badell

La búsqueda de algo «nuevo» para resolver los numerosos problemas


que padecía la convulsa sociedad china de principios de siglo se plasma en
los más variopintos artículos, ensayos y textos literarios, publicados
principalmente en revistas. El discurso de gran número de escritores y
escritoras de la época, en general, adopta un lenguaje y un tratamiento de
temas relacionados con la mujer bastante influido por la novela occidental.
Aunque también es cierto que, junto a esta corriente literaria, la cual
podríamos denominar como moderna, perdura otra muy enraizada eri el
estilo tradicional y de gran popularidad, excluida hasta ahora en la historia
de la literatura de este periodo. Me refiero concretamente a los textos
literarios denominados «de patos mandarines y mariposas» (yuanyang
hudie bai wenxue) y que no entraré a analizar aquí.
El inicial interés por la reflexión sobre la persona se eclipsa ante una
realidad social tan compleja y extrema como es la de inicios del siglo XX.
La sociedad china está enferma, no sólo espiritualmente sino también
materialmente, y los intelectuales no pueden preocuparse de las
necesidades del individuo, sino del futuro de la colectividad nacional. Por
eso en este periodo de cambio y crisis, un importante corpus literario
emerge ligado fundamentalmente a la política y a la revolución. Para
algunos escritores, como por ejemplo, Lu Xun, la elección de la vía
literaria nace de la convicción de que ésta es la forma de lucha más
adecuada a las necesidades de la época8. Para transformar y conseguir que
China fuera independiente y se encaminara por una vía de progreso, la
literatura se convertía en un arma con un rol fundamental . Pero el sentido
de este arma podía ser interpretado de muy diversos modos. Y así, en las
manos de una parte de los intelectuales, en los años veinte comienza a
adquirir una única dirección de orientación marxista: la de convertirse en
una literatura revolucionaria al servicio del proletariado. Esta es la
posición que encontramos, por ejemplo, en muchos escritores de la Liga
de Izquierdas (Zuolian). Uno de cuyos más destacados miembros, el
romántico escritor Guo Moruo, tras el contacto con el marxismo, comenzó
a enfatizar la relación entre la literatura y la revolución, e incluso llegó a

8 La importancia de la figura de Lu Xun en la literatura moderna china es. sin lugar a


dudas, fundamental. Sin embargo también es cierto que su figura y sus obras como humanista y
revolucionario han sido interpretadas y manipuladas, por lo cual necesitan una seria revisión;
por eso en los ejem plos que doy de algunos escritores, en esta breve introducción al periodo,
prefiero citar a autores que representan una línea de interpretación más clara. Un intento en este
sentido de relectura de Lu Xun es el que hace Filippo Coccia en MLu Xun e la cultura ciñese del
primo novecento: note biografiche e rilettura degli scritti del periodo giapponese (1902-
1909)", A n n ali (Istituto Universitario Orientale di Napoli), vol. 43; pp. 621*659, y vol. 44;
pp. 83-129.

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El inicio de las reivindicaciones fem inistas 85

afirmar que la única tarea de la literatura era la de convertirse en


propaganda y arma de lucha para la realización de la revolución socialista.
Esta última visión de la literatura será la que prevalecerá entre muchos
intelectuales de los años anteriores a 1949 y alcanzará su versión más
ideologizada en algunos periodos posteriores a la fundación de la
República Popular de China.
Las mujeres escritoras, de las más diversas tendencias, participaron
activamente en esta «Revolución Literaria». Algunos de los nombres que
resaltan durante los años veinte y treinta son : Ding Ling, Bing Xin, Ling
Shuhua, Wu Shutian, Lu Yin, Xiao Hong, Feng Keng, Chen Ying, Feng
Yuanjun y Luo Shu*. Las dos primeras, Ding Ling y Bing Xin, fueron
caracterizadas como representantes de una escritura esencialmente
femenina10. Con la primera de ellas, Ding Ling, trataré de profundizar en
el hilo conductor de las reivindicaciones feministas de este periodo.

Ding Ling* una escritora de la Revolución L iteraria


El contexto de cambio y conflictividad social marca la adolescencia de
esta autora, fundamental para comprender los acontecimientos literarios
que afectaron decisivamente la historia de las mujeres chinas durante las
cuatro primeras décadas de este siglo. Nacida en 1904 en Linli, provincia
de Hunan, Ding Ling quedó huérfana de padre cuando tenía tres años de
edad. Los antecedentes eran los de una buena familia venida a menos; la
madre de Ding Ling quedará en una precaria situación tras la muerte de su
esposo, viuda y con dos niños pequeños. Pero desde el inicio, su madre
muestra un espíritu abierto y progresista y le apoya para que adquiera una
buena educación, lo cual no estaba ni mucho menos generalizado entre las
mujeres de aquel tiempo. Por eso, para poder continuar sus estudios,
Ding Ling se instala en la ciudad de Changsha.
Como otras jóvenes de entonces, acude a manifestaciones, reuniones
y mítines y realiza acciones simbólicas en favor de la reivindicación de sus
derechos, en una sociedad donde todavía no se aceptaba que las mujeres
expresaran sus opiniones. Uno de estos gestos consistía en cortarse la
trenza, que toda muchacha casadera y decente debía mantener hasta
contraer matrimonio, para a partir de aquel momento convertirla en un

5 Una antología en lengua inglesa que recoge algunas obras de estas autoras es VV.
A A ., Chínese Women Wriiers. A Collection o f Short Stories b y Chínese Women Writers o f the
1920s and 3 0s, Hong Kong: Joint Publishing C o., 1985.
10 Wendy Larson, "The End of «Funü wenxue»: Women's Liíerature from 1925 to 1935",
Modern Chínese U terature, Vol 4, núm.3&2 (1988); pp. 39-54.
© narcea s. a. de ediciones
86 Taciana Fisac Badell

moño. El cabello, junto con el cuerpo se consideraban tradicionalmente


como una herencia de ios padres, y todo ataque hacia éste, fuera de ias
normas establecidas, podía considerarse como un acto carente de piedad
filial.
En realidad, sus demandas respondían a las necesidades y esperanzas
de una juventud propiamente urbana con preocupaciones intelectuales.
Para las mujeres de las zonas rurales, peticiones como las del derecho a la
participación política o la demanda del divorcio representaban un verdadero
ataque a todo aquello que les garantizaba una posición social estable de por
vida. Las reivindicaciones eran posibles en las grandes ciudades, pero no
así en las pequeñas aldeas en donde se mantenía un fuerte control social.
Si a todo eso añadimos el hecho de que, en el inmenso territorio chino, la
gran mayoría de la población pertenecía a los ámbitos rurales, podemos
imaginar las dificultades y resistencias con las que topaban todos estos
intentos reformistas.
Como y a he mencionado, gracias a la abierta mentalidad de su madre
y a sus propios empeños, Ding Ling pudo recibir una cuidada educación.
Una de sus profesoras de literatura utilizaba en sus clases artículos de la
revista Nueva Juventud, que de una forma tan decisiva influyó en la
difusión de las nuevas ideas y en la introducción de autores extranjeros. Eí
pensamiento y, especialmente, la literatura occidental moldeó de modo
importante la percepción de la realidad de la joven intelectualidad. Ding
Ling recuerda, por ejemplo, que Daudet y Maupassant eran algunos de sus
autores favoritos11.
Su activismo y convencimiento de lucha la llevó a convertirse en
promotora de algunas manifestaciones de envergadura, como fue la llevada
a cabo ante el gobierno provincial de Hunan para pedir que las mujeres
tuvieran derecho a la herencia. Sus convicciones la moverán a actuar de
forma escandalosa para la sociedad de su tiempo. Junto con otras
compañeras de estudios, entre las que se encontraba Yang Kaihui, la que
fuera años después primera esposa de Mao Zedong, ingresa en una escuela
hasta entonces masculina, una institución fundada por notables
intelectuales de izquierdas.
Sin embargo, Ding Ling no puede evitar verse afectada por ciertos
•conflictos característicos de la familia tradicional china. Así, por ejemplo,
al vivir en la casa de una tía materna, se ve envuelta en un compromiso
matrimonial impuesto por su tío y, naturalmente, sin su consentimiento,
del que logra desembarazarse de nuevo gracias al apoyo de su madre. La

11 Y i-tsi Mei Feuerwerker, Ding Ling's Fiction. Ideology and N arrative in Modern
Chínese Literature, Cambridge, Mass, London: Harvard University Press, 1982; p. 4,

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El inicio de las reivindicaciones fem inistas 87

huida a Shanghai, una ciudad prometedora, cuna de las nuevas ideas y


movimientos sociales, lugar en donde se fundaría el Partido Comunista
Chino, se vislumbra entonces como la única esperanzadora salida.
El Partido Comunista, fundado en 1921, se convertirá durante este
tiempo en uno de los más firmes defensores de algunos problemas claves
para las vidas de las mujeres. Esto atraía a numerosas jóvenes que habían
logrado escapar a matrimonios convenidos y que ahora se encontraban ante
un futuro algo incierto. Ding Ling, como otras muchachas de su
generación, muestra su adhesión al programa político defendido por el
Partido Comunista y comienza a frecuentar sus círculos.
Logra el acceso a la Universidad de Shanghai, en donde estudia
durante un año aproximadamente, pero posteriormente se traslada a Pekín.
Allí se reúne con los escritores Shen Congwen y Hu Yepin; con este
último contraería posteriormente matrimonio. Su ingreso oficial en el
mundo público de la literatura lo hará a través de la Revista Mensual de la
novela (Xiaoshuo yuebao). A la edad de veinte años publica su primera
obra. Corría el año de 1927. Unos meses más tarde publica el texto que la
convertiría en una autora polémica y que aún hoy sigue considerándose un
hito en las reivindicaciones feministas de los años veinte. Se trata de El
diario de la señorita Sofía, inicia así lo que será una fructífera carrera
literaria, pero a un mismo tiempo se abre un periodo azaroso en su vida
privada. Primero escribe relatos breves, después novelas de mayor
extensión y, más adelante, obras de teatro, prosa poética, artículos en
periódicos y revistas. Su producción comprende unos doscientos setenta
escritos de extensión diversa.

L a o b ra de D ing L in g

La mayoría de las figuras que aparecen en los primeros textos de Ding


Ling son jóvenes en medio de una sociedad urbana en proceso de cambio,
mujeres solas en su enfrentamiento con la sociedad opresiva. La más
conocida es sin duda Sofía, la protagonista de El Diario de la señorita
Sofía. Publicada en 1928 en la revista Xiaoshuo yuebao, ésta es una de
las obras más representativas, conocidas y polémicas de la primera época
de Ding Ling’2. Como el propio título indica, se trata de un relato escrito

12 La versión que he utilizado para el análisis del texto es la original: Ding Ling, "Shafei
nüshi de riji", Xiaoshuo yuebao, núm.2, (10 de febrero de 1928); pp. 202-223. Desde entonces
esta obra ha sido reimpresa numerosas veces en China y traducida a las principales lenguas
occidentales, pero nunca al castellano.
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88 Taciana Fisac Badell

en forma de diario, en el que «na joven de veinte años, enferma de


tuberculosis, expresa sus atormentados y contradictorios sentimientos,
encerrada entre la insatisfacción que le produce la limitación impuesta por
el mal que afecta a su cuerpo y el deseo inexpresado de un amor, que ni
ella misma es capaz de comprender. El texto se consideró novedoso e
incluso provocativo, ya que, Sofía, la protagonista y redactora del diario
mostraba sus emociones de un modo un tanto abierto e incluso en
ocasiones libertino para una mujer de entonces.
El diario de la señorita Sofía debe ser leído y entendido en el contexto
de una sociedad cuya estructura familiar comienza a derrumbarse, y asume
de forma mayoritaria que los sentimientos de amor y atracción mutua no
cuentan, perpetuando de este modo tradiciones alienantes para la persona.
También ha de ser entendido como testimonio de la afirmación
reí vindicativa de una joven feminista. El hecho de que fuera una mujer la
autora venía a aumentar el escándalo y colocaba a la obra fuera de los
límites de la permisividad de la época.
La estructura de la obra es sencilla y lineal: se trata de un diario,
escrito entre el 24 de diciembre y el 28 de marzo, en donde la narradora se
centra en su estado de ánimo y la relación con algunos amigos y amigas
que la rodean y que, como en el caso del «hermano Wei», la aman sin ser
correspondidos por ella. Sofía siente una inexplicable atracción física por
un muchacho procedente de Singapur de nombre Ling Jishi y no duda en
dejar constancia de ello en su diario:

**»& IW IM W L iit,
ftW'Mfésiíñ#, Xjime, mím, t
«Pero últimamente no entiendo ya nada. Cuando me encuentro a
solas delante de ese corpulento físico, mi corazón empieza a
palpitar, con vergüenza, con miedo, y él, sin embargo, se sienta
tranquilamente, cuenta como si tal cosa episodios de su pasado e
incluso, a veces, me coge la mano y lo hace también con toda
naturalidad, (...)»

Sofía vive en Pekín, en la habitación de una residencia. En su diario


no aparece más que una lejana referencia a su padre y a sus hermanas.

” Ibídem . ; p. 212.

© narcea s. a. de ediciones
El inicio de las reivindicaciones fem inistas 89

Está rodeada de unos cuantos amigos y amigas que se mueven en el ámbito


universitario. A lo largo del texto no se hace tampoco ninguna indicación
sobre por qué Sofía se encuentra sola en una gran ciudad, ni quién financia
sus estancias en la residencia y el hospital, ío cual podría interpretarse
como una alegoría al sentimiento de aislamiento que una muchacha que
reivindica su individualidad debía sentir en aquel tiempo. La joven,
indudablemente, pertenece a una clase acomodada y, sobre todo, urbana y
educada, que ha elegido un modo de vida más independiente. La
protagonista simboliza la ruptura con la sociedad tradicional en la búsqueda
de una identidad propia como mujer. Ella, en diversas ocasiones, se siente
de una forma ambivalente, diferente e igual a las demás.
El espacio físico en el que se desarrolla el diario es un recinto cerrado.
Primero la habitación de una residencia, después la habitación de un
hospital y, finalmente, un lugar en las montañas a las afueras de Pekín. El
traslado de un sitio a otro de la protagonista es una especie de huida de las
angustias que la agobian y se proyectan en los pesados muros de la
habitación.
Al igual que el espacio aparece como una metáfora de los
constreñimientos sociales y personales que la agobian, existe un
paralelismo entre la atmósfera climática y la estabilidad física de la
protagonista. En los primeros días se produce un juego de alusiones a la
relación entre la mejoría de la salud y el cambio del tiempo. El pasar de los
días augura la llegada de un futuro distinto y más prometedor.
Sofía mantiene una esperanza que, sin embargo, va truncando su
enfermedad. El único espacio más abierto del texto aparece en el
testimonio que ella plasma de su propia intimidad en su diario. El
pensamiento y la ensoñación son el lugar para la expresión más profunda
de los sentimientos y las rebeldías de Sofía. Sin embargo para la sociedad
de aquella época, el sitio más apropiado de una muchacha de bien, y
además enferma, no es un cuarto de la capital rodeada de amistades
masculinas que entran y salen sin ningún control.
A lo largo del texto aparece incansablemente la idea de ser
incomprendida por todos, incluso por sus más allegados amigos:

14 fbídem.-, p. 203.
© narcea s. a. de ediciones
90 Taciarn Fisac Badell

«Estoy continuamente asaltada por el deseo de encontrar a esa


persona que me entienda de verdad. ¿Para qué quiero amor y
atenciones si no me comprenden? Mi padre, mi hermana mayor,
mis amigos, todos me quieren y me compadecen de un modo tan
ciego, (...)»

La falta de coherencia de su propio sentimiento pasional con lo


establecido para una joven de sus características la sume en una profunda
confusión que expresa de forma explícita en varias ocasiones. Todo el
diario es una búsqueda de algo que se desconoce. Las reglas sociales son
un referente carente de valor, pero que producen una considerable presión
sobre la protagonista; los propios deseos y sentimientos son la única
realidad a la que parece oportuno dar crédito, pero tampoco causan
serenidad y sosiego.
La figura de Sofía muestra una gran influencia occidental, desde la
elección del nombre propio de la narradora, hasta el hecho de que el
hombre al que ama, pese a tener rasgos orientales, proceda de Singapur, o
simplemente las alusiones a costumbres occidentales, tal como el beber
leche frecuentemente. Ding Ling, al igual que otros tantos escritores y
escritoras de su época, está fuertemente influida por las traducciones de
literatura occidental que se publican en las revistas de este periodo. Ella
misma afirma haber leído más de una docena de veces la traducción de
Madame Bovary. El intento de caracterizar con rasgos occidentales a sus
personajes es una reafirmación contra los valores tradicionales.
En El diario de la señorita Sofía no se intenta ofrecer una imagen
coherente o unívoca de la protagonista. Es la contradicción, ambivalencia
y confusión de sentimientos lo que caracteriza al personaje femenino
principal. Sofía es internamente emocional e impulsiva y, sin embargo, a
un mismo tiempo mantiene un control hacia el mundo exterior.
La figura masculina que provoca la pasión en Sofía no aparece en
ningún momento admirada por sus valores morales. Muy al contrario, es
la causa de la confusión que la invade. Su físico provoca en Sofía una
atracción irresistible. Pero, finalmente, el encantamiento se rompe cuando
el propio Ling Jishi se declara y le ofrece a Sofía una vida convencional:
formar una familia con una buena posición económica y social. Es
entonces cuando resulta obvio para ella que aquel es un amor totalmente
loco. Sofía se deja besar por Ling Jishi y, al sentirse entre sus brazos, le
invade una especie de amargura, al tiempo que siente que ha logrado su
objetivo y ha podido saborear la belleza física por la que sentía una
atracción irracional. Con el rechazo a Ling Jishi y la huida de Pekín
finaliza el episodio de amor. Sofía no logra entender todo lo que ha dejado
© narcea s. a. de ediciones
El inicio de las reivindicaciones fem inistas 91

que sucediera. Su estado de confusión parece vislumbrarse en el hecho de


que la narradora, en las últimas páginas del texto, se nombra a sí misma en
segunda persona, hasta llegar incluso a la autocompasión final:

m í é s t # , m m w a , m , m « m t , i »

«Vive tranquilamente, muere tranquilamente, ay, Sofía, ¡te


compadezco!»

Un aspecto que llama la atención en la literatura de la «Revolución


Literaria» es la proliferación de una suerte de sentimentalismo y
autocompasión, que aparece, por ejemplo, de forma muy acentuada en
ciertos escritores como Yu Dafu. El personaje de Sofía adolece también de
esa especie de autocontemplación. Esta autocontemplación y aparente
búsqueda de la felicidad individual fue en un cierto momento caracterizada
como típica de la escritura femenina, y duramente criticada por algunos
autores de los años treinta, arduos defensores de una literatura
comprometida con un proyecto socialista. Años más tarde, la propia Ding
Ling descalificó la producción literaria de su juventud, por no mostrarse en
línea con el programa político maoísta. Sin embargo, su prestigio está
indudablemente ligado a las obras de su primera época. Entre ellas
destacará de forma especial El diario de la señorita Sofía por ser un
ejercicio de autoafirmación de la individualidad de una mujer, expresada en
la propia búsqueda de sus sentimientos y contradicciones como sujeto. Un
relato que se ha de leer también como un intento de ruptura con el papel
que se atribuye a la mujer en la sociedad china de su época y, sobre todo,
con la imagen que de ella tiene la sociedad y refleja la literatura tradicional.

15 Ibídemr, p. 223.
© narcea s. a. de ediciones
socialista chino: la historia de
quienes sostenían la mitad del

La mayor parte de los movimientos de reivindicación feminista, así


como la producción literaria moderna, poco a poco, se irán
circunscribiendo a un marco político que ciertamente delimitará su
desarrollo. La trama de los acontecimientos históricos desembocará en la
toma del poder por parte del Partido Comunista Chino y la fundación, a
mediados del siglo XX, de la República Popular China. A partir de este
momento se puede también trazar una línea divisoria en el curso que
tomará la historia de las mujeres.
Mao Zedong y sus seguidores se encontraban atrincherados en
Yan'an, desde donde se lanzaría la ofensiva final que les llevaría a la
victoria. Algunos activos participantes en los movimientos literarios de
izquierdas habían huido de la ocupación japonesa y se habían unido a las
tropas lideradas por Mao Zedong y Zhu De en su fortaleza de una zona
montañosa en la provincia de Shanxi, que en el año 1942 se encontraba en
una difícil situación de aislamiento. El. papel ideológico jugado por estos
intelectuales y escritores durante los años de continuas luchas
revolucionarias sería innegable, pero también limitado. El grueso
fundamental de las tropas sobre las que Mao Zedong se apoyaría en su
lucha sería el campesinado; su movilización le llevaría a la derrota del
Partido Nacionalista.
Un buen número de intelectuales, hombres y mujeres movidos por los
ideales que propugnaba entonces el Partido Comunista Chino habían
acudido a Yan'an para ofrecer sus servicios a la causa. La camaradería que
se suponía iban a encontrar en aquel paraíso comunista no fue tal y
© narcea s. a. de ediciones
94 Taciana Fisac Badell

provocó un progresivo descontento entre muchos. Sin embargo, poco


tiempo después de su llegada, algunos comenzaron a criticar la situación y
a denunciar los problemas, haciendo pública su frustración en el Diario de
la Liberación, el órgano oficial del Partido del que, entre otros, era editora
entonces Ding Ling. El gran Timonel decidió inmediatamente poner
ciertos límites a las voces disonantes para reforzar la cohesión y la unidad
interna y convocó una reunión para los intelectuales.

Los fundam entos éticos y estéticos de la nueva literatu ra


Para entender la línea seguida por la literatura después de la fundación
de la República Popular de China es necesario remontarse a las
intervenciones de Mao Zedong en el Foro de Yan’an sobre la literatura y el
arte, celebrado en mayo de 1942‘. Toda la producción literaria posterior a
la llamada Liberación de 1949, como se denomina la fundación de la
República Popular, siguió de un modo u otro las directivas fijadas
entonces por Mao e incluso, cuando han pasado ya más de cuarenta años,
en gran medida la producción literaria en la República Popular de China
continúa bajo la sombra de los principios heredados de Mao.
Un aspecto importante que se ha de tomar en cuenta es que estas
directrices sobre la literatura y el arte fueron concebidas durante un periodo
de cruenta guerra y, consecuentemente, las letras y las artes eran
fundamentalmente o, incluso, exclusivamente un sostén al conflicto bélico
en curso. El frente cultural se considera un apoyo al verdadero ejército
formado por las masas. La literatura, de acuerdo con las directrices
maoístas, era entendida y utilizada principalmente como un instrumento de
propaganda al servicio del Partido, y como tal debía partir de hechos
reales, de la situación de conflicto y cambio político de aquel momento. La
literatura debía estar al servicio de los trabajadores y de la clase dirigente de
la revolución. Desde este punto de vista, el escritor estaba obligado a
asumir una actitud de combate contra los enemigos y de apoyo
incondicional a la línea marcada por el Partido2.

1 La versión del discurso a la que hago referencia a lo largo de este apartado es la


siguiente: Mao Zedong, "Zai Yan’an wenyi zuotanhui shang de jianghua", Mao Zedong xuanji,
vol. III, Beijing: Renmin wenxue chubanshe, 1968; pp. 804-835. Existe una versión en
español de las obras completas de Mao publicada en Pekín por la Editorial de Lenguas
Extranjeras y de este discurso en particular también en Mao Tse-tung. Escritos sociológicos y
culturales, Barcelona: Editorial Laia, 1977; pp. 99-145.
2 Mao Zedong, op. cit.; pp. 805-806.

© narcea s. a. de ediciones
Tres décadas de realism o socialista chino 95

Para Mao Zedong la literatura no podía desligarse de una clase social


determinada ni de una línea política concreta; el arte y la literatura debían
subordinarse a la política, ya que únicamente así era posible expresar las
verdaderas necesidades de las masas. Pedía, asimismo, una fidelidad total
a las directrices de los dirigentes del Partido Comunista Chino.
Las ideas de Mao Zedong eran claras y tajantes, muy poco dadas a
perderse en sutilezas o interpretaciones ambiguas. De acuerdo con sus
perspectivas, sólo dos podían ser los criterios de análisis de una obra
literaria: uno político y otro literario. El primero de ellos debía
considerarse como el más importante para la crítica literaria; era el que
mostraba la verdadera actitud de la obra literaria en relación al pueblo.
Mao Zedong, pese a utilizar la distinción entre contenido y forma de
una obra literaria, entre contenido político revolucionario y perfección
artística, privilegiaba claramente el contenido y rechazaba todo texto con un
supuesto valor literario si no incluía los principios de la lucha
revolucionaria, llegando incluso a afirmar:

s ííé ííís # a r ,

«Cuanto más valor artístico tiene una obra de contenido


reaccionario, más dañosa es para el pueblo y, por tanto, más
necesario es rechazarla»

En ningún momento define Mao lo que es para él valor artístico de


una obra literaria o lo que convierte a un texto en literatura, los parámetros
por los que se puede delimitar la frontera del arte y la literatura y, que él
también denomina como «el criterio de la ciencia del arte» (yishu kexue de
biaozhun). Mao Zedong en realidad no es ningún teórico de la literatura
sino un ideólogo y político que instrumentaliza la literatura, aunque eso no
quita para que por sus discursos y ensayos fluya una innegable elegancia
del lenguaje, así como su propia capacidad personal para la creación
poética que continúa la clásica tradición de manejo de la lengua de los
hombres de estado chinos.
Mao afirmaba que el verdadero escritor revolucionario debía ser buen
conocedor del marxismo-leninismo; por el hecho de ser miembro del
Partido sabría lo que debía denunciar y alabaf en sus obras. La literatura
revolucionaria era un producto del reflejo de la vida del pueblo, de las
contradicciones y de las luchas existentes en el seno de la sociedad, que al

3 Mao Zedong, op. cit.; p. 826.


© narcea s. a, de ediciones
96 Taciana Fisac Badell

ser tipificadas por el escritor producirían el efecto de educar a las masas y


contribuir al progreso. Pero para lograr el efecto deseado en el lector, la
condición de escritor revolucionario implicaba eí conocimiento del público
al que iban dirigidas las obras; solamente en la convivencia con los
trabajadores, los campesinos, los soldados y los cuadros del Partido, en su
contacto con el pueblo, los escritores y escritoras serían capaces de
transformar sus sentimientos e ideas burguesas y pequeño burguesas.
Los intelectuales que se encontraban en Yan'an recibieron de forma
muy desigual las nuevas directrices de Mao4. La polémica no se podía dar
por definitivamente cerrada, pero lo que sí era evidente es que gran parte
del público al que hablaba el dirigente chino compartía una gran confianza
en la utopía comunista liderada por él y adecuó su quehacer literario al
modelo marcado. Las pautas fijadas en el foro de Yan'an sobre la
literatura y el arte se convirtieron en el vademecum de toda expresión
artística. De hecho supusieron el inicio de la demarcación explícita de los
límites de la creatividad.

M ujeres intelectuales en Y an’an


Ding Ling era una de las escritoras que habían acudido a Yan’an
después de azarosas experiencias vitales. Ella sería una de las primeras en
lanzar sus críticas sobre la permisividad del Partido ante actitudes que
consideraba totalmente opuestas a los principios de igualdad entre varones
y mujeres o simplemente del ser persona que ella había defendido5.
Ding Ling había conocido en Pekín a un escritor de nombre Hu Yepin
que estaba fuertemente implicado en las actividades clandestinas del partido
Comunista. Con él contraería matrimonio y tendría un hijo. No obstante
la felicidad de la pareja se vería truncada cuando, el 17 de enero de 1931,
Hu Yepin era arrestado por la polícía nacionalista. No pasó un mes
cuando, junto a otros cinco escritores y dieciocho jóvenes militantes
comunistas fue ejecutado. Un gran amigo y también notable escritor, Shen
Congwen, ayudaría a Ding Ling a alejarse del lugar de los trágicos hechos
y regresar con su madre para entregarle el cuidado de su hijo. Sin
embargo, no permanece con ella sino que regresa para volcarse aún más en
su trabajo con el Partido Comunista. Su actitud es un tanto provocadora

4 Para una visión más pormenorizada del conflicto entre ios escritores y el Partido
Comunista Chino en los años 40-50 véase: Merle Goldman, L iterary D issent in Communist
China, Cambridge, Massachusetts: Harvad University Press, 1967.
5 Véase D. W. Fokkema, Literary Doctrine in China and Soviet influence i 956-¡960,
London, The Hague, Paris: Mouton, 1965; p.12.
© narcea s. a. de ediciones
Tres décadas de realismo socialista chino 97

para la época y, a! instalarse en Shanghai, el lugar donde había nacido el


Partido Comunista y la sede más activa, a lo largo de varios meses vive
con otro joven miembro también del Partido. Ella misma había efectuado
su ingreso oficial en dicha organización, pero el 4 de mayo de 1933 era
arrestada y confinada durante varios años en Nanjing, sede del gobierno
central del Partido Nacionalista. Durante algún tiempo sus amigos la
dieron por muerta. Años más tarde, Ding Ling describiría con todo lujo de
detalles el periodo de encarcelamiento, la huida y las múltiples peripecias
por las que tuvo que pasar hasta que consiguió llegar a territorio controlado
en 1937 por el Partido Comunista6.
El inicio de la desilusión de Ding Ling se empieza a vislumbrar en
algunos de los escritos que publica poco tiempo después de su llegada a
Yan’an. Me refiero concretamente a un relato muy breve titulado "En el
hospital", en donde Ding Ling plantea una disyuntiva entre la disciplina del
Partido y la libertad personal y muestra una crítica a la ineficacia de la
dirección del centro hospitalario, lo cual se puede también entender como
una alusión a otras instancias del Partido Comunista. Pero es sobre todo
en un artículo redactado con motivo de la celebración del día de la mujer
cuando da rienda suelta a sus críticas. En "Pensamientos con motivo de la
fiesta del ocho de marzo", Ding Ling denuncia lo poco que han variado en
Yan'an ciertas actitudes respecto a las mujeres, especialmente en la familia
y el matrimonio. El peso de la tradición y la doble moral impuesta por el
varón continúan presentes; se sigue mirando con malos ojos a la mujer que
inicia los trámites de divorcio, mientras que todo está permitido a los
maridos. Para la escritora, el mal ejemplo de los altos cuadros del Partido
es fundamental, y no sólo con una buena teoría y retórica sino con la
práctica. Las palabras de Ding Ling al final del artículo son de una
elocuencia y explicitud que no necesitan mayor comentario:

7 o t # W J S i S W J i - 'M í í c
m m A ttm v io
A m i& r , M em w T m m m m

6 Ding Ling, "Wangliang shijie -Nanjing qiuju huiyi”, Xin wenxue shi liao, nám. i
( i 987); pp. 10 y siguientes
7 Ding Ling, Ding Ling wenji, vol. 4, Changsha: Hunan renmin chubanshe, 1982; p.
392.
© narcea s. a. de ediciones
98 Taciana Fisac Badell

«He terminado este artículo, lo he vuelto a releer, me parece que


algunas partes son inadecuadas y tengo muchas más ideas que me
gustaría expresar. Pero me urge la entrega del manuscrito, no
dispongo de tiempo para reordenarlas. Sin embargo, tengo la
impresión de que si algún alto dirigente se expresara de este mismo
modo en alguna reunión, muchas personas aceptarían sus palabras.
Pero como quien las escribe es una mujer, probablemente serán
censuradas. Sin embargo, como ya están escritas, que puedan
leerlas esas personas que probablemente compartirán mis
opiniones.»

Literatura china y realismo socialista


Mao Zedong en sus discursos de 1942 no se refirió explícitamente al
término «realismo socialista», pero si consideramos que fue utilizado por
escritores y críticos chinos pocos años después, este es el marco más
apropiado para encuadrar la producción literaria después de la fundación de
la República Popular de China. En la base de la concepción del realismo
socialista chino siempre se encontrarán las directrices maoístas que he
comentado en el apartado anterior.
Me detendré brevemente y de modo muy general en la problemática
que se plantea en el método de creación literaria que se conoce como
«realismo socialista». Su conceptualización inicial proviene de la Unión
Soviética8. En la correspondencia entre Friedrich Engels y Minna Kautsky
en 1885 se encuentran algunos conceptos claves que delimitarán el marco
central de discusión planteado por el realismo socialista: la tendencia y lo
típico9. Según Engels, la tendencia es la relación entre literatura y
compromiso político, sin que sea necesario «presentar al lector la solución
futura, histórica de los conflictos sociales que describe». Por otra parte,
en relación a lo típico, comenta Engels: «El realismo, en mi opinión,
implica, además de la verdad del detalle, la reproducción verosímil de
personajes típicos en circunstancias típicas»10. Se plantean dos problemas
cuya resolución da lugar a concepciones de la literatura muy distintas; son
aspectos que, si se convierten en una directriz oficial única, tienen

8 Un texto fundamental para la comprensión del realismo socialista en China es el ya


citado de D. W. Fokkema.
9 D. W. Fokkema y Elrud Ibsch, "Teorías marxistas de la literatura", Teorías de la
literatura del siglo XX, Madrid: Cátedra, 1984; pp. 11-112.
10 Ibídem.
© narcea s. a. de ediciones
Tres décadas de realismo socialista chino 99

importantes repercusiones sobre la libertad y el trabajo de la imaginación y


expresión del escritor. Cuando la idea de tendencia, que por otra parte está
presente en muchas obras literarias, comporta la obligada representación de
la situación futura y del desarrollo de los conflictos sociales en una
interpretación socialista y revolucionaria, la literatura del realismo socialista
se convierte en toda una serie de estereotipos temáticos con personajes tipo
incapaces de escapar a su fin último de propaganda política: el lector es
capaz de adivinar sin finalizar su lectura, cuál será el desarrollo del
argumento, dado que el perfil de los personajes dependerá de la clase
social a la cual pertenecen en la trama.
En 1934, el I Congreso de Escritores soviéticos formulaba la
definición de realismo socialista que se aceptaría de modo oficial a partir de
entonces:

«El realismo socialista, método de la literatura y crítica literaria


soviéticas, demanda del verdadero artista la representación
históricamente concreta de la realidad en su desarrollo
revolucionario. Al mismo tiempo, la verdad y la concreción
histórica de la representación artística de la realidad tiene que
combinarse con el objetivo de remodelamiento ideológico y de la
educación de la clase trabajadora en el espíritu del socialismo.»11

En China se hacen eco de la definición del realismo socialista


elaborada por los escritores soviéticos. En 1953, el escritor Zhou Yang,
subdirector del departamento de propaganda del Comité Central del Partido
y viceministro de cultura, utiliza el término en el II Congreso Nacional de
Escritores y Artistas para referirse al método que propone los más altos
principios de la creación literaria. Todas la posiciones de Zhou Yang están
subordinadas y justificadas en premisas formuladas por Mao Zedong
anteriormente en Yan’an. La idea de tendencia se entiende como la
necesidad de describir claramente la solución futura e histórica de los
conflictos sociales en una interpretación socialista y revolucionaria,
haciendo uso de personajes tipo que respondieran a las divisiones
implícitas en la lucha de clases.
Y así, por ejemplo, Zhou Yang destacará el valor de la idealización de
personajes con un carácter tipo positivo (dianxing de zhengmianti) que van
a convertirse en modelos de referencia para la construcción del socialismo.
Se trata de crear protagonistas literarios que luchan contra aquellos que
están al servicio de la perpetuación de los valores negativos de la vieja

“ Fokkema e Ibsch, op. cit. ; p. 121.


© narcea s. a. de ediciones
100 Taciana Fisac Badell

sociedad; supone también el nacimiento del héroe como la personalidad


ideal {lixiang renwu) que puede ser admirada y anuncia la anticipación de
la realización de la nueva sociedad futura12.
Algunos problemas delineados por los críticos soviéticos tales corno
la fidelidad al espíritu del partido, la posible discrepancia entre la visión y
la vida del autor y el significado de su obra, junto con las contradicciones
en la formulación del realismo socialista, se vuelven a encontrar en las
discusiones de los críticos chinos. A través del tiempo, y según los
diversos movimientos políticos, nos encontramos con matices e
interpretaciones distintas. El énfasis en un aspecto u otro es consecuencia
de la oportunidad y de las necesidades políticas de cada momento. Sin
embargo las directrices formuladas por Mao Zedong en Yan'an serán
siempre el punto de referencia de toda la literatura y el objetivo
revolucionario el más importante. No obstante, a lo largo de los años
posteriores a 1949 se produjeron momentos de menor control ideológico
por parte del Partido que dieron lugar a obras de muy diversas
características, tal como se verá más adelante.

La nueva literatu ra revolucionaria


Como resultado de las directrices y planteamientos oficiales, durante
los primeros años a partir de la fundación de la República Popular de
China, la literatura abordará algunos grupos temáticos tales como las
narraciones que tienen el trasfondo de guerra (guerra antijaponesa, guerra
contra el Partido Nacionalista, guerra de Corea) y las vicisitudes de la
Revolución hasta la fundación de la República Popular de China; las
novelas que describen la vida rural, con especial hincapié en la reforma
agraria y la colectivización del campo y, finalmente, las novelas que giran
en tomo a la industrialización y la problemática de los trabajadores13.

12 Fokkema, "Chou Yang, soviet literatura, and the Second National Congress o f Writers
and Artists", op. cit.; pp. 36-48.
13 Para una revisión de estas obras, véase Lin Manshu, Hai Feng, Cheng Hai, Zhongguo
dan dai wenxue shigao, París: Bali diqi daxue dongya chuban zhongxin, 1978. Todos estos
m otivos están representados entre otras en las siguientes novelas: Yang Mo, Qingchun zhi g e,
Beijing: Zuojia chubanshe, 1958. Ou Yangshan, Yidai fengliu, Guangzhou: Guangdong renmin
chubanshe, 1959 (primer volumen), 1963 (segundo volumen). Yang Shuo, Sanqianli jiangshan,
Beijing: Renmin wenxue chubanshe, 1953. Ding Ling, Taiyang zhao zai Sanggan heshang,
Beijing: Renmin wenxue chubanshe, 1952. Zhou Libo, Shanxiang ju b ia n , Beijing: Zuojia
chubanshe, 1958. Zhao Shuli, Sanliwan, Beijing: Tongsu duwu chubanshe, 1955. Liu Qing,
Chuangye shi, Beijing: Zhongguo qingnian chubanshe, 1960. Xiao Jun, Wuyue de kuangshan,
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Tres décadas de realismo socialista chino 101

Un repaso por las novelas escritas y publicadas en los diez primeros años
de la República Popular muestra que el espíritu revolucionario no ha
impedido que las mujeres aparezcan con atribuciones propias de su papel
de hijas, esposas o madres abnegadas en una continua situación de
subordinación14. Mientras los problemas relacionados con la mujer eran
fundamentales en los años de inicios de siglo, cuando se fraguaba un
profundo cambio de las estructuras familiares y de la Revolución Literaria,
en periodos posteriores, el nuevo orden para la construcción del socialismo
parece haber extremado aún más ciertas bipolaridades que presentaba la
literatura tradicional. En ocasiones, parece que se han cambiado
únicamente las costumbres sociales de la dinastía Song por los no menos
opresivos sacrificios exigidos por la lucha comunista. Si antes las mujeres
eran objetos del patrimonio familiar, ahora se convierten en meros
instrumentos al servicio de la colectividad. Una prueba de ello es un
conocido relato breve que escribiera Ding Ling en junio de 1941 y que
lleva por título "Cuando estuve en la aldea Xia". En el relato se cuenta, en
primera persona, la visita a un pueblo liberado de la invasión japonesa a
manos de las tropas del Ejército de la Liberación y el encuentro con una
extraña muchacha que durante la ocupación había sido violada por los
japoneses y contraído una enfermedad venérea. A la muchacha, de
nombre Zhenzhen, querían casarla con un joven viudo de familia bien,
pero ella se oponía rotundamente. Durante la dominación japonesa,
Zhenzhen se había convertido en la amante de uno de los jefes enemigos y
había ido pasando por los brazos de diversos hombres. A su regreso, una
vez expulsados los japoneses, se convierte en el centro de las
murmuraciones del pueblo que no conocen la verdadera historia que se
esconde bajo su comportamiento: en realidad había estado cumpliendo una
misión secreta al servicio del Ejército de la Liberación. Cuando la
narradora del relato se despide de Zhenzhen, estas son las palabras que ella
pronuncia:

isa,
i$ W A 7 o
?S£*iAiRWA®Íf, JfcjgftfcM, f t g

Beijing: Zuojia chubanshe, 1954. Ai Wu, B ailian chenggang, Beijing: Zuojia chubanshe,
1958.
14 Irene Eber, "Social Harmony, Family and Women in Chínese Novéis, 1948*58", The
China Quarterly, núm.117 (Marzo 1989); pp. 71-96.

© narcea s. a. de ediciones
102 Taciana Fisac Badell

m , w i i i a i # ,
g -, f l * < a »
«Me considero ya una persona enferma, ciertamente me han
pisado tantos diablos japoneses, han sido tantos que ni siquiera me
acuerdo claramente del número, a fin de cuentas, soy una persona
que no estoy limpia. Y aunque estoy falta de cariño, no espero ya
ninguna felicidad, por eso creo que es mejor que viva rodeada de
gente que no conozco, muy ocupada, que no en casa, en el lugar en
donde estén mis seres queridos. Ahora ellos me han prometido
enviarme a Yan'an para recibir tratamiento para mi enfermedad, y
pienso quedarme allí para estudiar, he oído decir que es un lugar
muy grande, con muchas escuelas; donde todo el mundo puede
estudiar.»

Zhenzhen afirma su autonomía rechazando todos los compromisos


matrimoniales que le propone su familia y recibe el rechazo de la sociedad
que no entiende su sacrificio; ella se ha entregado en cuerpo y alma a la
revolución. Indudablemente, en el carácter de la protagonista parece que
ha cambiado la sumisión de una mujer a la familia, pero el mensaje que
subyace en el relato, leído desde un punto de vista de afirmación feminista
es realmente triste: el precio que las mujeres entregadas a la construcción
del socialismo debían pagar en aquellos años de lucha podía ser
excesivamente alto y en el fondo sólo representaba la desgracia implícita en
el hecho de haber nacido mujer y carecer de un medio mejor que el propio
cuerpo para ser útil en la construcción de una supuesta sociedad más
igualitaria16.
La autora, Ding Ling, muestra también en esta obra cómo su
progresivo compromiso político fue parejo a una sustitución de la rebeldía
y reivindicación inicial por una subordinación de la lucha de la mujer a la
causa del Partido Comunista Chino, en donde poco a poco las mujeres se
iban incorporando pero no obstentaban ni mucho menos una situación de
igualdad. Una situación que se había perpetuado durante más de treinta
siglos no iba a cambiarse radicalmente en tan sólo unas décadas.

15 Ding Ling, D ing Ling wenji, vol. III, Changsha: Hunan renmin chubanshe, 1982; p.
241. La mención explícita a Yan'an no aparecía en la edición original sino que fue añadida
posteriorm ente.
14 En esta misma línea de interpretación está un artículo titulado "¿Es realmente una
desgracia ser mujer?" que apareció publicado en una revista sobre cuestiones de las mujeres
editada en Taibei, que incluye también colaboraciones de la China continental: Wang Dew ei,
"Zuole nüren zhen daomei?", Nüxingren, volumen innagural (febrero de 1989); pp. 113-119.
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Tres décadas de realismo socialista chino 103

La lucha contra los abusos cometidos con la mujer tales como el


concubinato o la venta para el matrimonio o el mismo patriarcalismo pronto
habían sido enarbolados como una de las reivindicaciones del Partido. El
propio Mao Zedong afirmaría en uno de sus primeros escritos:

«Los hombres de China viven dominados generalmente por tres


sistemas de autoridad: 1) el sistema estatal (la autoridad política),
estructurado en órganos de poder a nivel nacional, provincial, de
distrito y cantonal; 2) el sistema de clan (la autoridad de clan) que
comprende desde los templos ancestrales del clan y del linaje hasta
los jefes de familia; y 3) el sistema sobrenatural (la autoridad
religiosa) constituido en su conjunto por las fuerzas subterráneas: el
rey de los infiernos, el dios protector de la ciudad y las divinidades
locales, y por las fuerzas celestiales: dioses y divinidades, desde el
Emperador de los Cielos hasta los más diversos espíritus. En
cuanto a las mujeres, además de estar dominadas por los tres
sistemas de autoridad, han soportado la dominación del varón (la
autoridad marital). Estas cuatro clases de autoridades -autoridad
política, autoridad del clan, autoridad religiosa y autoridad marital-
representan todo el pensamiento y la institución del feudalismo
zongfa, y son las cuatro grandes sogas que han atado al pueblo
chino y especialmente a los campesinos.»57

La subordinación de la mujer se entendía que estaba en la propia


dinámica que generaba el feudalismo, el fascismo y el imperialismo. De
ese modo se difuminaba la reivindicación feminista en el conjunto de un

17 Mao Zedong, Mao Zedong xuanji, vol. I, Beijing: Renmin chubanshe, 1968; p. 31.
Una traducción completa del texto está publicada en Mao Tse-tung, E scritos sociológicos y
culturales, Barcelona: Editorial Laia, 1977; pp. 24-83.
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104 Taciana Fisac Badell

ambicioso proyecto social y se proponía a las mujeres obtener su liberación


mediante la participación en la producción y en la revolución. Eran
aquellos años de ardor político y profunda idealización de las metas
comunistas, y por eso los aparentemente radicales cambios sociales que
defendió el nuevo gobierno comunista, con importantes leyes como la
promulgada respecto al matrimonio, no supusieron ni mucho menos la
transformación de las estructuras patriarcales tan arraigadas en todos los
niveles sociales y económicos de la sociedad, aunque naturalmente de
forma más acentuada en el medio rural y campesino que en el urbano e
intelectual'8. La fundación de la República Popular de China fue traumática
y se hizo realidad después de varias décadas de cruentas guerras que
afectaron de forma trágica a todos los estratos, sociales. La
reestructuración del tejido social suponía un esfuerzo prioritario que
relegaba a un segundo plano los problemas de las mujeres, en ocasiones
por ignorancia, dejadez o incluso incompatibilidad de intereses.
Dos de las reformas más significativas que acometió Mao con gran
prioridad fueron la reforma agraria, que se comenzó a implantar ya en
1946, y la ley del matrimonio promulgada en mayo de 1950. En esta
última se prohibía la venta de mujeres, la concertación de los matrimonios
ejercida por los padres y se defendía el derecho de los jóvenes de ambos
sexos a elegir su pareja así como el de las mujeres a solicitar el divorcio.
La relación entre ambas reformas a veces resultó en la práctica conflictiva
ya que, mientras por un lado se otorgaba a las mujeres una independencia
económica con la asignación de tierras, por otro, en muchas ocasiones, las
tierras se convertían en un artículo más que las familias incluían en el lote
para las negociaciones matrimoniales.
Todo esto es perceptible a través del mensaje que ofrecían los textos
publicados entre los años 40 y 50. Las cuestiones sobre la mujer se habían
eclipsado dando paso a una supuesta armonía social ordenada por el nuevo
gran patriarca en que se había convertido el Partido. Muchas de las
novelas famosas de este periodo se construyen sobre las relaciones
antagonistas de opresor y oprimido o explotador y explotado y están
estructuradas en tomo a espacios que aparecen ya en la construcción de la
novela tradicional: el ámbito interno doméstico pertenece a la mujer y es el
lugar en donde ejerce el trabajo principal o donde realiza una extensión de
su trabajo exterior. El espacio público continuaría siendo
predominantemente dominio masculino, lugar .caótico y poco apropiado

'* Este aspecto se ilustra con más datos en el estudio de Phyllis Andors, The Unfinished
Liberation o f Chínese Women, 1949-1980, Bloomington y Sussex: Indiana University Press y
W heatsheaf Books, 1983; especialmente las páginas 30-35.
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Tres décadas de realismo socialista chino 105

para la mujer. Muchas mujeres habían entrado en el mundo laboral


exterior, sin embargo se les sigue asignando un espacio y una forma de
actuar de acuerdo con su estado como casadas o comprometidas en
matrimonio, y su aparición en la escena pública se entiende sólo como
respuesta a una agresión externa. De no cumplirse estos requisitos, cruzar
estas barreras supone una pérdida de la rectitud de conducta que atenta con
el orden establecido'9.
Esta tendencia se mostraría de forma explícita en una serie de artículos
publicados en 1954 por la revista Xin zhongguo funü, en los que se
apuntaba que la mujer podía también contribuir a la causa socialista como
hacendosa ama de casa20. A este hecho en sí no se le podría dar mayor
importancia si no fuera porque dichas consignas se ofrecían dependiendo
de las necesidades del Partido, no de las propias mujeres.

L a lite ra tu r a de las C iee F lores y el M ovim iento


A ntiderechfsta
Los escritores y escritoras aceptaron las rígidas líneas marcadas por el
Partido durante aquellos años en ocasiones de forma desigual, si bien
cuando deseaban ver publicadas sus obras no tuvieron más remedio que
plegarse a las exigencias políticas del momento. En ese sentido es
importante aclarar el modo en el que una persona accede a su
reconocimiento social de escritor o escritora en China, puesto que en la
sociedad maoísta y postmaoísta funcionan mecanismos distintos a los de
los países occidentales.
Desde la fundación de la República Popular el estado se otorgó la
exclusividad para legitimar a quienes iban a ejercer una carrera dedicada a
las letras y destinarles a puestos de trabajo que les permitieran ese
cometido, tales como el de directores de revistas y editoriales. Eso, por
una parte, permitía a los jóvenes con talento iniciarse pronto en el ámbito
de la literatura y les abría grandes posibilidades por la disponibilidad de
tiempo y el acceso a las casas editoriales, pero, por otra parte, imponía
también un gran control en su trabajo. La línea seguida por la literatura
quedaba completamente supeditada a la preeminencia de un grupo u otro de
intelectuales en los ámbitos de poder del Partido.

w En el artículo ya mencionado de Irene Eber se hace una ampliación de todas estas ideas
con ejemplos concretos extraídos de las novelas más representativas de ese periodo.
20 La serie de artículos tenía el sugestivo título de "Cómo pueden las amas de casa servir
al socialismo" y aparece citado en Phyllis Andors, op. cit.; p. 37.
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106 Taríana Fisac Badell

Las polémicas entre la creación literaria y los límites impuestos por la


guía del Partido se manifestaron abiertamente en campañas como la llevada
a cabo contra Hu Feng, un escritor que consideraba la inspiración creativa
como algo dependiente esencialmente de la impresión subjetiva del escritor
individual. Entre mayo y junio de 1955 se criticaron sus llamadas «ideas
burguesas e idealistas». Fue atacado con dureza y considerado un
contrarrevolucionario. Su rehabilitación se produjo solamente en 1980.
En varias ocasiones se abrieron periodos en los cuales la literatura
perdió su carácter exclusivo de instrumento de propaganda y se convirtió
en el termómetro de las tensiones fíltrelos intelectuales y el poder. Uno de
los más importantes comienza e 4 1956 <^on un movimiento que se conoce
con el nombre de las Cien Flores.
El 2 de mayo Mao Zedong pronuncia un discurso bajo el lema: «Que
cien flores florezcan, que cien escuelas discutan», dando inicio a un
movimiento que incitaba a una mayor libertad de expresión21. Era una
llamada a una participación más activa de los intelectuales en la
construcción del socialismo; una llamada necesaria después de las
presiones y el control que el Partido había ejercido contra ellos en la
campaña de crítica a Hu Feng y otros importantes pensadores como Hu
Shi. El Partido tenía necesidad no sólo de personas dedicadas a la
literatura y el arte sino de todos aquellos intelectuales que trabajaban en el
campo de la investigación, la ciencia y la técnica en general, aunque no
militaran en sus filas32.
En enero de aquel mismo año, Zhou Enlai había pronunciado un
discurso en el cual anunciaba una nueva política hacia los intelectuales: era
necesario mejorar sus condiciones de trabajo, respetar y valorar sus
opiniones xam p especialistas. En China, la expresión «intelectuales»
izhishi/éwgdjábarca un campo semántico mucho más amplio que el que
tiene en ©ecMente; se consideran en este grupo a todas aquellas personas
que han recibido una enseñanza superior o técnica, o incluso a quienes han
tenido acceso a la cultura en sentido amplio. Naturalmente, las personas
dedicadas a las letras se encuentran también incluidas.
En mayo, después del discurso de Mao Zedong, Lu Dingyi, director
del departamento de propaganda del Comité Central, declaraba que la
literatura podía recurrir á otros métodos además del «realismo socialista»,

21 Este discurso nunca se ha publicado. La expresión utilizada en el título hace referencia


al conocido periodo de «Primavera y Otoño» y de los «Estados Combatientes» que abarcan desde
el año 770 hasta el 221 a. C y durante el cual nacieron las escuelas de pensamiento chino más
im portantes.
22 Merle Goldman, "The Hu Feng Campaign", Literary Dissen t in Communist China,
Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1967; pp. 129-157.
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Tres décadas de realismo socialista chino 107

los escritores debían elegir sus temas y describir, tanto lo positivo de la


nueva sociedad que estaba ya moldeándose, como aspectos negativos de la
sociedad que debían ser reformados. En el trasfondo siempre persistirá
una visión utilitarista de la literatura y su destino irá unido
inexcusablemente a la tarea primordial de construcción de la colectividad.
Algunos teóricos como Wang Ruowang usaban la expresión «realismo de
la época socialista» en un intento de ampliar los límites de la creatividad.
Parecía así que se estaba abriendo una pequeña puerta para huir de los
rígidos tabúes y de las fórmulas estereotipadas anteriores. Una muestra de
ello es la actitud más crítica hacia la literatura soviética, la publicación de
nuevas traducciones de autores occidentales como Heinrich Boíl, Alberto
Moravia o Hemingway y la aparición de ensayos sobre Bertrand Russell o
Kant.
Los literatos e intelectuales no se hacen esperar, e inmediatamente
comienzan a escucharse sus voces disonantes. Surge así un interesante
grupo de obras que se pueden encuadrar con el nombre de literatura de
intervención en la vida (ganyu shenghuó), en donde intervenir en la vida
significa investigar la vida y dar una explicación a los diversos fenómenos;
consiste en tener el valor de adentrarse en los problemas reales,
descubrirlos, desvelarlos y denunciar todo aquello que es negativo. Se
termina con la unívoca presentación de valores positivos y héroes positivos
para reflejar la verdadera situación de la sociedad. Para este fin, el escritor
fija su atención en el lado oscuro de la vida (xie y irían miari), se introduce
en ella y desvela el otro lado de las luchas y los acontecimientos. Con
estas premisas comienza a producirse un nuevo fenómeno literario que
refleja el rostro de la sociedad enfatizando sobre todo los problemas del
presente más que los ideales del futuro.
Los autores más representativos de la literatura de intervención en la
vida, en sus obras hacían patente el esfuerzo por desvelar el lado oscuro de
la vida y, concretamente, él conservadurismo y el burocratismo que había
penetrado en el Partido23. La mayor parte de esos escritores se
preocupaban por denunciar la degeneración de algunos cuadros del Partido
que, petrificados en la rutina del trabajo, habían perdido sus ideales
revolucionarios, constituyendo un verdadero obstáculo para la realización
del socialismo.

23 Ü u Binyan, "Zai qiaoliang gongdi shang", Renmin wenxue, núm. 4 (1956); pp. 1-17;
Wang Meng, "Zuzhibu xiníaide qingmanren", Renmin wenxue, núm. 9 (1956); pp. 29-43; Li
Guowen, "Gaixuan”, Renmin wenxue, núm. 7 (1957); pp. 1-6; Li Jin, "Ma Duan de duoluo”,
Renmin wenxue, ndm.2 (1957); pp. 102-109.
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108 Taciana Fisac Badell

La repercusión de estas narraciones fue muy importante, y dio lugar a


vivos debates. Era, quizás, un signo de cómo estos autores habían
verdaderamente puesto el dedo en la llaga y la sociedad estaba inmersa en
una suerte de conservadurismo y un burocratismo dañoso a todos los
niveles. Debemos señalar que muchas de estas narraciones, la mayor parte
de ella breves, habían sido escritas o habían encontrado el tema que las
inspiraba antes de la apertura de 1956, pero únicamente en este efímero
periodo de menor control político encontraron la oportunidad de ser
publicadas.
Ese conservadurismo denunciado se refleja también en otras esferas.
Mientras en 1951 el porcentaje de mujeres cuadros del Partido suponía un
8% y en 1955 ascendía al 14,6%, esa cifra se veía disminuida hasta un
10% un año después24. En el fondo las instancias del Partido dedicadas
especialmente a propagar las reformas en temas relacionados con la mujer
nunca se habían alejado completamente de ciertas formas y costumbres
tradicionales.
Una curiosa anécdota, reflejo de esta nueva situación, sería, entre
otras muchas, una carta publicada en los periódicos que provocó un debate
de ciertas repercusiones. Se trataba de una muchacha de diecinueve años
que exponía sus dudas ante las propuestas matrimoniales que le llegaban
de un primo lejano mayor que ella, al que había conocido de pequeña. Ella
describía a su prometido como un convencido revolucionario y afirmaba
admirar su espíritu luchador, pero no estaba enamorada. La contestación
oficial que le ofreció, a través de la prensa, la Federación de Mujeres, la
institución oficial encargada de los temas de la mujer, fue la de aceptar el
matrimonio. Puesto que se trataba de un buen combatiente revolucionario,
el amor nacería en un clima de respeto y amistad. Finalmente se hacía
mención a las innumerables mujeres felizmente casadas con primos
lejanos25.
Los planteamientos matrimoniales para las mujeres en general seguían
siendo los mismos que antes de la revolución, los modos no habían
cambiado en muchas ocasiones, si bien ahora estaban arropados con
justificaciones distintas. Las diversas campañas lanzadas para aplicar las
leyes del matrimonio sobre la mujer no habían penetrado en la sociedad,
convirtiéndose nada más en una buena reforma sobre el papel.

74 Véase Esther S. Lee Yao, Chínese Women: P ast and Present, Mesquite, Texas: íde
House, 1983; p. 160.
25 Citado en Patria Dado, "Em anapazione della donna nella política del PCC", en
Lionello Lanciotti, La donna nella Ciña imperiale e nella Ciña repubblicana, ¡Florencia: Leo S.
OIschki, 1980; p. 229.
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Tres décadas de realismo socialista chino 109

Retomando de nuevo al periodo de las Cien Flores, es posible afirmar


que los problemas de la mujer no ocuparon las páginas de las narraciones
más polémicas de este momento. La historia oficial que ha llegado hasta
nosotros de aquel periodo no recoge tampoco la contribución de ninguna
autora relevante, pero como mostrarán los hechos posteriores algunas
importantes figuras femeninas se convertirán en el blanco simbólico de la
campaña represiva que seguiría a este efímero momento de apertura26.
El discurso de Mao Zedong, "Sobre la justa solución de las
contradicciones en el seno del pueblo", pronunciado en febrero de 1957
durante la XI sesión de la Conferencia suprema de Estado, y después
publicado (con algunas revisiones) en el Diario del Pueblo, parecía incitar a
la continuación del debate en el foro público. Mao hablaba de cómo el
nacimiento de «flores perfumadas» no impedía que crecieran «hierbas
venenosas». Pero el Partido no debía tener miedo a las críticas. Mao
establecía seis criterios básicos para distinguir lo que era verdadero de lo
que era falso, subrayando como más importante aquello que favorecía las
transformaciones y la edificación socialista y aquello que favorecía el
reforzamiento de la dirección del Partido Comunista. El 27 de abril se dio
oficialmente el inicio de un nuevo movimiento: la llamada «Campaña de
Rectificación», una lucha contra el burocratismo, el sectarismo y el
subjetivismo. Durante estos meses surgieron las críticas más diversas y
los cuadros del Partido continuaron escuchando en silencio. Pero «las
hierbas venenosas» crecían demasiado y a la Campaña de Rectificación
siguió, en junio de 1957, la Campaña Antiderechista27.
El 8 de junio Mao Zedong proclamó una nueva directriz que fue
adoptada por el Comité Central del Partido: "Organicemos nuestras fuerzas
para rechazar los ataques frenéticos de los elementos de derechas".
Inmediatamente, el órgano oficial del Partido, el Diario del Pueblo, se hizo
eco del mensaje en numerosos artículos. Los intelectuales que habían
dejado oír sus voces disonantes pasaron a formar parte del grupo opositor
al Partido. Todos ellos fueron criticados y estigmatizados. A numerosos
escritores se les confirió el calificativo de «elementos de derechas de la
burguesía». Expulsados del Partido, fueron confinados en lugares lejanos
y sometidos a un régimen de trabajos forzados. Esta será una fuerte
experiencia que pondrá a los intelectuales en contacto con la realidad de la
vida de la gran mayoría de la población de China.

26 El hecho de que el discurso político sobre la mujer vaya perdiendo importancia en el


contexto general repercute en la falta de estudios publicados sobre ese periodo.
11 Un interesante recuento de los años 1956-57 está realizado por Mu Fusheng, The
Wilting o f the H undred Flowers, London: Heinemann, 1962; para el movimiento de rectificación
y la campaña antiderechista, véase a partir de la página 166.
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110 Taciana Fisac Badell

Esa misma suerte correría también Ding Ling» que después de la


fundación de la República Popular China, como la escritora con mayor
prestigio entonces, asumió cargos de cierta responsabilidad en las tareas
comunistas. Fue encargada jefa del Departamento de Propaganda de la
literatura y el arte, así como la Vicepresidenta de la Asociación de
escritores chinos, y ostentó el cargo de redactora jefe de revistas tan
importantes como el Wenyi bao (Periódico de la Literatura y el Arte) y
Renmin wenxue (Literatura Popular). En 1957, durante el movimiento
anti-derechista, Ding Ling se convirtió en el blanco de duras críticas; uno
de sus más fuertes detractores, Zhou Yang, aprovecharía el momento para
saldar viejas cuentas28. El propio Partido Comunista que la había
ensalzado y otorgado el premio Stalin en 1951 por su novela El sol brilla
sobre el río Sanggan, ahora la criticaba, entre otras muchas razones, por lo
que considera su arrogancia y complejo de superioridad surgidos a raíz de
los éxitos conseguidos por su novela29. Ding Ling se convertía en el
prototipo de intelectual, miembro del Partido, que había abusado de la
posición que éste le había otorgado y había ampliado su perversa influencia
a otros ámbitos literarios. Si la propia Ding Ling había supeditado sus
reivindicaciones feministas a los ideales del Partido, era éste el que
terminaba censurando sus escritos y ahogaba completamente cualquier
esperanza. Hablar y pensar con autonomía costaba un alto precio por el
que se pagaba una alta factura. Ding Ling, como todos aquellos que en
algún momento habían hecho escuchar sus voces disonantes, fue
expulsada del Partido y obligada a «llevar un sombrero», es decir, fue
acusada de ser «un elemento burgués de derechas». Uno de los
numerosos artículos que se publicaron criticándola, argumentaba en su
contra que su espíritu de libre pensadora ya se hallaba presente en su
artículo de 1942, con motivo de la celebración del 8 de Marzo, ya que en
éste se aconsejaba a las mujeres el fortalecimiento de sus propias
individualidades, decidir por sí mismas y guiarse por sus propios
principios.
Ding Ling no volvió a ver publicadas sus obras hasta más de veinte
años más tarde. Durante todo aquel tiempo permanecería censurada y se
vería envuelta en una de las páginas más tristes de la historia de la
República Popular de China. Al igual que otros muchos escritores y
escritoras, fue enviada al campo para reeducarse mediante el trabajo

28 Una más pormenorizada relación de los acontecim ientos se encuentra en Merle


Goldman, Literary Dissent in Communist China, Cambridge, Massachusetts: Harvard University
Press, 1967; pp. 209-216.
59 Ding Ling, Taiyang zhao zai Sanggan heshang, Beijing: Renmin wenxue chubanshe,
1 952.
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Tres décadas de realismo socialista chino 111

manual. El socialismo maoísta no había conseguido una sociedad


igualitaria, pero hombres y mujeres eran víctimas de la represión de la
misma forma indiscriminada.

La imagen de la mujer durante el Grae Salto Adelante y


la Revolución Cultural
En mayo de 1958, la II Sesión de la VIII Asamblea Nacional del
Partido Comunista Chino proponía una nueva política económica que se
conocería como el Gran Salto Adelante. En un principio, tenía como
objetivo alcanzar e incluso sobrepasar los niveles de industrialización de
Gran Bretaña en un breve periodo de quince años pero en la práctica se
convirtió en un modo absolutamente irrealizable de encaminarse hacia el
comunismo. En realidad, el Gran Salto Adelante buscaba el modo de
sustituir las leyes económicas del proceso de producción con los
movimientos políticos de masas. Había que aumentar la producción de
hierro y acero, y todo el pueblo al unísono se movilizó en las comunas
populares para construir pequeños hornos de fundición. Las mujeres eran
de nuevo un foco de atención por el potencial de mano de obra que
suponían. Más de 300 millones de mujeres fueron llamadas a salir de sus
hogares y unirse al movimiento. La nueva movilización les otorgaba el
papel subsidiario de sustituir a los hombres en sus ocupaciones agrícolas
para permitir a éstos la creación de nuevas industrias y la diversificación de
tareas en las zonas rurales. La Federación de Mujeres se unió a las
directrices del Partido para el reclutamiento de mujeres, sin embargo la
campaña no tuvo nunca el éxito deseado30.
Las consecuencias del Gran Salto Adelante fueron unas grandes
hambronas que provocaron estragos entre la población y que los medios de
comunicación del Partido ocultaron entonces31. En 1961, la aplicación de
una política económica de «reajustamiento, consolidación, complemento y

30 Phyllis Andors analiza el periodo del Gran Salto Adelante en "Politics o f Chínese
DeveJopment: The Case o f W om en, 1960-1966", Signs. Journal o f Women in Culture an d
S ociety, vol. 2 núm. í (1976); pp. 89-119. También se puede consultar el estudio de Vibeke
Hemmeí y Pia Stndbjerg, Women in Rural China. Policy tow ards women before a n d after the
Cultural Revolution, London y Malmo, Atlantic Hishlands: Curzon Press y Humanities Press,
1 984.
31 Existen algunas estadísticas reveladoras, de las consecuencias negativas, tales com o
que la tasa de crecimiento de la población en 1960 registra un descenso de más de catorce puntos
con respecto al año anterior. Éstos y otros datos aparecen publicados en Colín Mackerras y
Amanda Yorke, The Cam bridge Handbook o f Contem porary China, Cambridge, New York:
Cambridge University Press, 1991.
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112 Taciana Fisac Badell

elevación de la cualidad» fue la declaración pública de que el Gran Salto


Adelante había sido un error. Muchos intelectuales obtuvieron permiso
para regresar a sus antiguos puestos de trabajo, pero sin perder en muchos
casos el estigma de derechistas.
Son años difíciles para muchos escritores y escritoras, ya que los
ataques dirigidos contra ellos no sólo no cesaron sino que se
incrementaron con la Revolución Cultural, cuyo inicio oficial se sitúa en
1966. En un principio, muchos creyeron entender que la Revolución
Cultural se proponía como una autocrítica del propio Partido. Iba dirigida
contra los cuadros en el poder que, se decía, estaban desviándose del
camino revolucionario o siguiendo una política de restauración del
capitalismo. En realidad, además de ser una lucha de poder en el seno del
propio Partido, se convirtió en uno de los más negros episodios de la
historia reciente de China.
Los años crueles de la Revolución Cultural dibujan un contradictorio
panorama respecto a la situación del género femenino. Las mujeres,
especialmente las más jóvenes, también participaron activamente en las
distintas campañas ideológicas desplegadas durante esos años y formaron
parte de los grupos de Guardias Rojos que se movilizaron a lo largo de
todo el país, sembrando el pánico con un pequeño libro rojo en la mano.
Las mujeres salían a la escena pública y, a un mismo tiempo, sufrían de
modo muy especial la interferencia en la vida privada que ejerció el Partido
durante este periodo. Los dramas personales y familiares sufridos por
muchas de ellas se plasmaron en algunas obras literarias una vez terminada
la Revolución Cultural32.
La imagen de la mujer trabajadora se utilizó sobreabundantemente en
la propaganda que se ofrecía hacia el exterior durante la Revolución
Cultural. Las revistas a todo color resaltaban los supuestos logros sociales
y económicos, inundadas de complacientes figuras femeninas en múltiples
poses: con el fusil en la mano, pilotando un avión, en los campos de
cereales y participando en proyectos de tecnología avanzada. Las mujeres
no sólo «sostenían la mitad del cielo», sino que se convertían en
verdaderas heroínas de la revolución. En algunos artículos de exaltación
de los logros en favor de la emancipación femenina se apuntaban los
pluriempleos a los que ahora se encontraban sometidas:

«Antes en nuestra aldea circulaba un proverbio: Si las mujeres


toman decisiones, se producirán resultados caóticos, igual que si los

32 Una novela que muy posteriormente ha narrado el dramatismo de aquellos años es la


escrita por Jung Chang, Cisnes Salvajes, Barcelona: Circe, 1993.

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Tres décadas de realismo socialista chino 113

burros reemplazan a los caballos, la carreta disminuye su velocidad.


(...) Las mujeres nos dimos cuenta de la responsabilidad que
teníamos para transformar las 67 hectáreas de terrenos pantanosos y
de bajo rendimiento cerealero de nuestra brigada, porque los 160
hombres no eran suficientes. Entonces más de 100 mujeres
dispusimos bien los quehaceres domésticos, incluido el cuidado de
los niños, y empezamos a trabajar en el campo.»33

«Mientras participábamos en la producción agrícola, realizábamos


el trabajo para apoyar al frente. Además de confeccionar 1.500
pares de zapatos, cuidar y tratar a más de 300 soldados heridos del
VIII Ejército y transportar 25.000 Kg de granos y 400 cajas de
municiones, montábamos guardia y recogíamos y enviábamos
información militar.»34

Los esfuerzos y trabajos que realizaban las mujeres se ilustraban con


unas alegres jóvenes que además de todo lo enumerado, tenían tiempo para
escribir poemas y participar en la alfabetización de las ancianas con una
amplia sonrisa en sus caras. Resultaba una imagen demasiado irreal para
ser humana, el trabajo que, se decía, desempeñaban era abrumador para
resultar satisfactorio y las fotografías de una falta de naturalidad
asombrosa.
Durante los años que van desde la campaña antiderechista hasta el fin
de la Revolución Cultural, con algunas excepciones puntuales, la mayor
parte de los escritores e intelectuales chinos se ven obligados a aceptar el
exilio interior. El silencio de innumerables escritores y escritoras es el más
dramático testimonio de la experiencia de aquellos años.
Como consecuencia del Gran Salto Adelante, el voluntarismo político
se refleja en un romanticismo literario que se ve en la redefinición de las
fórmulas del realismo socialista: «la combinación del realismo
revolucionario y del romanticismo revolucionario»35. Durante la
Revolución Cultural, sin embargo, se publican numerosos libros y relatos
breves que seguían fielmente las directivas impartidas por Yao Wenyuan y

35 Las revistas China y China Reconstruye se editaban traducidas en numerosas lenguas y


constituían e! órgano oficial de la propaganda exterior de China aquellos años. Las citas
pertenecen a un artículo firmado por Chou Ke-chou, "Igual remuneración por igual trabajo”,
China Reconstruye, vol. XVI num. 3 (marzo de 1975); pp. 6-9.
34 Feng Feng-ying, "Historia de una miliciana", China Reconstruye, vol. XVI núm. 3
(marzo de 1975); pp. 4.
35 Zhou Yang,” Xin minge kaituole shige de xin daolu", Hong qi, num. 1 (1958); pp. 33 -
39.

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114 Taciana Fisac Badell

Jiang Qing. Los autores que se dedican a las tareas literarias se convierten
en una extensión de la maquinaria del Partido que, con su manejo de la
técnica de la escritura, tienen como única finalidad la fiel reproducción de
la propaganda ideológica36. Casi ninguno de los nombres, tanto
masculinos como femeninos, de esa década han pasado a ocupar un lugar
en la historia de la literatura china contemporánea. La característica más
representativa de la literatura de este período podemos afirmar que se
resume en una sola palabra: esterilidad,
Yao Wenyuan, que después será conocido como uno de los miembros
de «la banda de los cuatro», en 1963 asumió la guía exclusiva de la crítica
literaria, colocando la lucha de clases como el principio básico de la
literatura37. Las obras que resultan se alejaron todavía más de la
representación de la realidad; la idealización y el fuerte maniqueísmo de los
personajes encuentran el máximo de la tipificación. La lucha de clases se
convirtió en el hilo conductor del comportamiento de los «héroes y
heroínas» de los cuentos y de las novelas de la Revolución Cultural que no
tenían tiempo para sí mismos, ni para sentimientos, ni relaciones
personales, ni pensamientos propios, ya que el único código moral era el
de la revolución fundada en las directrices del Partido. La literatura
mostrará entre otras cosas una gran carencia de valores humanistas y
perderá conexión con la realidad y con los intereses de los lectores.
Un autor que ha quedado en solitario en el panorama literario de
aquellos años es Hao Ran. Con algunas características estilísticas muy
particulares y un método de creación de la obra en contacto directo con las
masas, es un exponente de la literatura al servicio de la consolidación de la
dictadura del proletariado, que encuentra en la tipificación de héroes
proletarios y positivos, y en la guía de los lectores a la comprensión de la
lucha de clases su única y limitada justificación. El autor aborda en varias
obras los problemas de la incorporación de la mujer a los medios de
producción. En sus obras aparecen figuras femeninas que, además de
desempeñar sus tradicionales tareas en la casa, son valoradas y respetadas
por su trabajo en el exterior. La imagen que se transmite, en última
instancia, es la de que además de una gran competencia profesional, las
mujeres triunfan y obtienen reconocimiento fuera del ámbito del hogar,
álgo que resultaba impensable treinta años antes. Sin embargo lo

36 D. E. Pollard, "The Short Story in the Cultural Revolution”, The China Quqrterly,
(1977); pp. 99-121; y D. W. Fokkema, "Chínese Literature Under the Cultural Revolution",
Literature East and West, 13, num. 3-4 (diciembre 1969).
37 Lars Ragvald, "Yao Wenyuan on Literary Theory" en Wolfang Kubin y Rudolf G.
W agner (eds.), E ssays in M odern Chínese L iterature and L iterary C riticism , Bochum:
Brockmeyer, 1982; pp. 309-333.

© narcea s. a. de ediciones
Tres décadas de realismo socialista chino 115

consiguen gracias a su tenacidad, tacto, paciencia y, en la mayoría de los


casos, aceptando su papel de apoyo o subordinación al varón38.

38 Véase Irene Eber, ”Images of Women in Recent Chínese Fiction: Do Women Hold Up
H alf the Sky?”, Signs. Journal o f Women in Culture and Society, vol. 2 núm. 1 (1976); pp. 24-
34 .

© narcea s. a. de ediciones
6, Entre el inconformismo y
la resignación: mujeres y
- literatura después de Mao —

El 9 de septiembre de 1976 moría Mao Zedong y algunos días


después daba comienzo una fase de transición política. La fecha oficial
que marca el fin de la Revolución Cultural es el 6 de octubre de ese mismo
año, día en el cual la Oficina Política del Comité Central dio la orden de
arresto de la llamada «Banda de los Cuatro»1. En las calles de Pekín y
Shanghai comenzaron a aparecer manifiestos (dazibao ) irónicos y críticos
contra la mujer de Mao y sus secuaces. Los límites de la censura se
ampliaron de acuerdo con los importantes cambios producidos en el vértice
del poder: primero» con Hua Guofeng que, sin embargo, se mostró
incapaz de aplicar las medidas adecuadas a la nueva andadura y, después,
con la reaparición de Deng Xiaoping en el Comité Permanente del
Politburó, el cual fue consolidando cada vez más su posición de fuerza en
el interior del Partido. En marzo de 1979 comenzaron a aparecer algunos
artículos un poco desacralizadores de la figura de Mao Zedong. Todos
estos cambios en la estructura política permitieron una nueva dinámica en
la literatura, dando lugar a lo que se conoce como «el segundo periodo de
las cien flores»2.
La III Sesión Plenaria del XI Comité Central hizo una llamada a la
modernización del país y de nuevo surgió la necesidad de recuperar la
cooperación de los intelectuales y tecnócratas. Por eso, en abril de 1978,

' Los miembros de la «Banda de los Cuatro» eran Jíang Qing, tercera esposa de Mao
Zedong, Zhang Chunqiao, Yao Wenyuan y Wang Hongwen.
2 Véase Sylvia Chan, "The Blooming o f a «Hundred Flowers» and the Literature o f the
«Wounder Generation»" en Bill Brugger (ed.), China since the «Gang ofF our», London: Croom
Helm, 1980; pp. 174-201.
© narcea s. a. de ediciones
118 Taciana Fisac Badell

el Comité Central del Partido decidió quitar definitivamente los calificativos


de «elementos de derechas» a quienes les habían sido atribuidos en 1957.
Gran número de escritores y escritoras fueron rehabilitados y se admitieron
los errores cometidos con todos ellos.

El contexto general de la literatu ra posmaoísta


La celebración del IV Congreso Nacional de Escritores y Artistas en
otoño de 1979, supuso la confirmación de que algo estaba sucediendo en
el ámbito literario. Una simple ojeada a algunos de los discursos
pronunciados por los participantes en esta reunión permite observar una
transformación muy significativa del lenguaje. Se produce una
modificación de los lemas y consignas utilizados para definir la andadura
de las letras3. Los medios de comunicación se hacían eco de estos hechos,
lo cual daba a entender que existía un respaldo en el Partido y, de forma
muy sutil, ofrecían las pistas para interpretar los puntos principales en
tomo a los cuales se desarrollaba el debate. Así, por ejemplo, un motivo
como el de «la literatura al servicio de la política», tan fundamentaren
anteriores periodos, ahora desaparece de los periódicos y es sustituido por
otro que parece ofrecer un mayor margen de creatividad: «la literatura al
servicio del pueblo, la literatura al servicio del socialismo». Sin embargo,
la polémica no está ni mucho menos cerrada definitivamente, el Partido no
se mostraba dispuesto a abandonar la instrumentalización y control sobre la
literatura de la que hacía uso y, por eso, antiguas discusiones y problemas
en tomo al papel de la literatura y del escritor no cesarán de surgir una y
otra vez a lo largo de los años sucesivos y, naturalmente, después de la
masacre de Pekín y Tian'anmen ocurrida en 1989. Pero antes de llegar a
esa dramática fecha, es posible afirmar que, en líneas generales, la
literatura de los ochenta irá perdiendo progresivamente su carácter
exclusivo de instrumento político para la lucha de clases y conformará un
corpus más abierto y heterogéneo.
En el mundo de las letras, comienza un periodo de una diversidad
incomparable a cualquier otro momento de la historia de la República
Popular de China. Ahora bien, esta afirmación ha de tomarse en su
contexto concreto, dentro de la propia dinámica limitada por los
condicionamientos políticos de la literatura china contemporánea. Las

J Todos los textos más importantes de este IV Congreso Nacional de Escritores y


Artistas están traducidos al inglés y recogidos en Howard Goldblatt (ed.), Chínese Literature f o r ■
the I980's. The Fourth Congress ofW riters and Artists, New York: M. E. Sharpe, 1982.
© narcea s. a. de ediciones
Entre el inconformismo y la resignación 119

obras publicadas con posterioridad a 1977 tienen su valor fundamental en


el gran impacto social que producen y en el hecho de ser documentos a
través de los cuales es posible comprender las transformaciones acaecidas
estos últimos años; su análisis aislado fuera del entorno y momento al que
concretamente responden, resultaría ciertamente sesgado.
Surgen tantas autoras y autores nuevos que se convierte en una tarea
muy difícil tratar de describir el panorama de estos años sin olvidar alguna
figura importante. En la escena se habla principalmente de tres grupos de
autores: los veteranos y veteranas que no escriben textos nuevos, pero
vuelven a reimprimir sus obras; aquellos denominados como «la
generación de la mediana edad», muchos de los cuales habían sido
censurados en la campaña antiderechista de 1957 y desde entonces no
habían podido volver a publicar, y los jóvenes noveles, que inician por
primera vez su andadura en el mundo de las letras4. Los dos primeros
grupos prefieren las revistas oficiales para su vuelta a la literatura y
consideran una de sus tareas primordiales la recuperación de la credibilidad
de los lectores, perdida durante la Revolución Cultural. La libertad
creativa es entendida por esta generación de la mediana edad,
sustancialmente, como libertad de restablecimiento de una verdadera
relación con las masas, lo cual han de lograr con la expresión de los
sentimientos reales sobre la realidad social que les rodea. En el fondo se
sigue arrastrando una concepción de la literatura y del autor cargada de
responsabilidad social. Por su parte, muchos jóvenes deciden explorar
nuevos campos y publicar en las revistas que no están controladas
directamente por el Partido.
Gran parte de la literatura, tanto de los autores consagrados como
noveles, tiene como trasfondo las arbitrariedades de la Revolución
Cultural. En cierto sentido, durante un primer periodo, desde el propio
Partido se fomenta la publicación de estos relatos desvelando los grandes
males provocados por la política de la «Banda de los Cuatro», pero
también es cierto que responde a una necesidad sentida por los propios
autores. En la sociedad persiste un profundo deseo de proclamar la
verdadera historia de amargura y muerte sufrida durante esa década, del
cual el mundo de las letras se convierte en legítimo portavoz.
Un grupo de obras que abordan directamente este tema de las secuelas
de la Revolución Cultural es el que en seguida pasó a etiquetarse con el

4 Ha aparecido una recopilación de algunos relatos de estas escritoras de la «mediana


edad» y otras autoras jóvenes con una breve introducción a sus obras en la versión llevada a cabo
en Pekín por la Editorial de Lenguas Extranjeras, publicada ahora en España: O cho Escritoras
Chinas, Madrid: Icaria, 1990.
© narcea s. a. de ediciones
120 Taciana Fisac Badell

nombre de «literatura de las cicatrices», un intento de poner en evidencia el


mal causado a las generaciones más jóvenes.
Una de las características generales más notables de la literatura que
emerge después de 1977 es su mayor preocupación humanista. Después
de tantos años en los que las consignas políticas habían bastado para
determinar e, incluso, terminar con la vida de las gentes, tras la larga
represión de los sentimientos individuales y deseos personales,
supuestamente para la consecución de una igualitaria sociedad comunista,
se retoma un discurso que otorga un lugar a las personas de carne y hueso.
Ahora bien, siempre será necesario matizar que esa apertura humanista se
produce bajo una particular tutela del Partido.
Esto último es perceptible durante toda la década de transición
posmaoísta. El control literario había disminuido, pero eso no significaba
ciertamente que la situación fuese óptima. El Partido continúa ejerciendo el
papel de salvaguardia de la moral y de la correcta ideología de los
ciudadanos, y para ello lanza sucesivas campañas recordando cuáles son
los límites de tolerancia permitidos. Por ejemplo, el entonces director del
departamento de propaganda del Comité Central del Partido, Hu Yaobang,
recordaba los efectos sociales de la literatura y la responsabilidad de los
escritores; la campaña lanzada en este sentido, en febrero de 1980,
encontraba sin embargo una importante contestación entre los escritores.
En 1981, otra campaña, en esta ocasión contra la liberalización burguesa,
se concreta en las críticas al escritor Bai Hua5. A éstas seguirán otras
muchas, y así, en el invierno entre 1983 y 1984, estallaba una campaña
contra la contaminación espiritual, que se decía provenir de Occidente.
Uno de los ejes causantes seria el debate en torno a la posibilidad de
alienación bajo el socialismo, al cual algunos filósofos como Wang
Ruoshui y literatos respondían con la propuesta de un humanismo
socialista. En el curso de esta última campaña no se realizó ninguna
depuración ni crítica polarizada hacia un escritor concreto, pero
evidentemente se produjo una fuerte presión y control sobre todos ellos6.
Por eso, durante estos años de cambio político y social, se corría un
cierto riesgo al profundizar en temas, técnicas y formas literarias

5 Bai Hua, en su obra Amor am argo (Ku lian), por boca de la hija de un intelectual, ponía
en duda que los sentimientos de amor de los intelectuales hacia su patria fueran correspondidos
por ella. Respecto al debate provocado véase Ana Dolezalova, "Two Waves o f the Film Script
«Bitter Love» and the Writer Bai Hua", Asían and African Studies, núm. 19 (1983).
6 El escritor Bai Hua manifestaba con posterioridad que durante la campaña contra la
contaminación espiritual sufrió un control mucho más férreo que en Ja de 1981 (véase la
entrevista de Li Yi a Bai Hua publicada en la revista Jiushi niandai, núm. 216 (enero 1988); p.
84.

€> narcea s. a. de ediciones


Entre el inconformismo y la resignación 121

prohibidas dorante tanto tiempo. Dicho riesgo era compartido por los
editores, los críticos y algunos miembros del Partido, pero la
responsabilidad máxima siempre recaerá sobre los autores. De ahí que
publicar algunos textos se convertirá casi en un acto de puro heroísmo.
Éste es, claramente, el caso de Liu Binyan, un escritor que después de más
de veinte años de silencio impuesto regresó a la escena literaria con la
publicación de uno de los más polémicos reportajes literarios. Publicado
en 1979, supuso una de las más fuertes críticas sociales y políticas hasta
aquel momento. Llevaba por título "Entre hombres y monstruos”, y en él
se describía el mundo subterráneo de delitos y corrupciones habituales en
la burocracia de un distrito en la provincia de Heilongjiang y se
cuestionaban las condiciones sociales que habían permitido tales abusos7.
La figura protagonista de todos los favoritismos y corrupciones
imaginables era una mujer. Su imagen presentaba a un ser despiadado y
capaz de las mayores atrocidades y chantajes posibles. El hecho de que el
autor encontrara en una figura femenina el prototipo de la maldad durante
ia Revolución Cultural, no implica, como es natural, ninguna
tendenciosidad especial contra las mujeres en general, pero sí subrayo este
dato para resaltar que, en el contexto posterior a la Revolución Cultural, se
produce un reforzamiento general de una imagen social peyorativa de la
mujer con alguna posición de poder o deseos de ambición. La mujer
aparece como un ser capaz de perversidades mayores incluso que las del
varón. El ejemplo más claro de esto es Jiang Qing, la que fuera tercera
esposa de Mao Zedong, que se convertiría en el prototipo de la persona
ambiciosa y carente de todo valor moral, continuadora de la saga de las dos
únicas emperatrices de la historia de China, Wu Zetian y Cixi. La imagen
de la mujer con poder que tiene la sociedad en general se une así a la
tradicional concepción de incitadora y provocadora de catástrofes, que
algunas obras literarias y cinematográficas siguen reproduciendo con
fidelidad y, en ocasiones, gran maestría8.

7 Liu Binyan, "Renyao zhi jian” en Huang Dazhi (ed.), Zhongguo xin xieshizhuyi
pinglun xuan -Liu Binyan j i qi zuopin, Hong Kong: Bowen shuju chuban, 1980. Existe una
traduccción en lengua inglesa de este texto en Liu Binyan, P eople or M onsters? And other
stories and reportage from China after Mao (Editado por Perry Link), Bloom ington, Indiana:
Indiana University Press, 1983.
8 Un ejem plo muy ilustrativo sería el magnífico libro de Qian Zhongshu, Wei Cheng,
que pese a estar escrito en los años cuarenta, obtiene de nuevo una gran acogida a final de los
ochenta. Existe una traducción realizada por mí de esta novela con el título de La fortaleza
asediada, publicada en Barcelona: Editorial Anagrama, 1992. Otro ejemplo, referido al cine, es
una película dirigida por Zhang Yimou, Judou (1989), que reproduce con gran maestría el
estereotipo clásico de la mujer provocadora del hombre y causante de las mayores catástrofes.

& narcea s. a. de ediciones


122 Tacitmu Fisac Badeli

La literatura se ha comenzado a humanizar, es decir, ahora quiere


referirse a problemas y a personas más acordes con la realidad. No
obstante es muy fuerte el lastre que arrastra e, inevitablemente, tantos años
de «realismo socialista» quedan patentes en las miles de hojas que aparecen
publicadas y son ávidamente devoradas por los lectores durante la primera
década posmaoísta. Es obvio también, en este corpus literario, la propia
autocensura que se imponen los autores y la reproducción de estereotipos
anteriores. En muchas obras resulta evidente una excesiva simplicidad y
b ipolarización en la caracterización de los personajes, que ahora se
distinguen por su posición ante la Revolución Cultural y en ser causantes o
victimas del sufrimiento de aquellos años.

La reaparición de las mujeres en la escena literaria


Los cambios políticos, sociales y, especialmente económicos,
producidos a partir de 1977, volvieron a reestructurar el tejido social y a
sacar a la luz distintos conflictos que afectaban directamente a la vida de las
mujeres. Los logros que proclamaban las asociaciones provinciales ponían
de manifiesto que las mujeres desempeñaban ahora todo tipo de
profesiones, desde el ámbito de la investigación y la ciencia hasta la
industria y la agricultura. Sin embargo, también era evidente que muchos
problemas que afectaban a las vidas personales de millones de mujeres
seguían sin resolverse y no dependían solamente de sus opciones
individuales, sino de las costumbres y presiones sociales. El matrimonio,
la sexualidad, las relaciones familiares, el divorcio, la compaginación de
una doble jornada laboral, fuera y dentro de casa y, en último término, la
subordinación real al mundo masculino son temas ele debate que vuelven a
retomarse a finales de los setenta. El problema se acentuaba aún más en
las zonas rurales. No en vano, a lo largo de los años ochenta la prensa
diaria recoge con cierta frecuencia noticias tales como el infanticidio
femenino, la compra-venta de mujeres en arreglos matrimoniales y la huida
de jóvenes que escapan a una suerte incierta como objetos de intercambio
patrimonial.
En un principio, el debate en torno a las cuestiones de las mujeres
aparecerá durante varios años mediatizado por la trágica experiencia de la
Revolución Cultural. De hecho existía una nueva excusa, real en muchos
casos aunque no en todos, para considerar que las desigualdades entre
varones y mujeres provenían más de la situación política sufrida que de la
persistencia de modos y valores patriarcales en las entrañas de la sociedad.

© narcea s. a. de ediciones
Entre el inconformismo y la resignación 123

Los datos respecto a la igualdad entre hombres y mujeres que


aparecen en los medios de comunicación hasta entrados los noventa son
ambiguos y no demasiado optimistas. Así, por ejemplo, una encuesta
llevada a cabo en 21 provincias y regiones autónomas, que decía haber
recogido la opinión de más de 41.000 hombres y mujeres, revelaba que la
mitad de los encuestados consideraban al hombre superior y el 43 % estaba
de acuerdo en que la mujer debía ocuparse únicamente de las tareas
domésticas. El 87% de las mujeres entrevistadas ganaban menos que sus
compañeros masculinos9.
Uno de los fenómenos más interesantes de los años ochenta es la
aparición en escena de un gran número de mujeres escritoras que, aunque
son una minoría en el conjunto de autores de este periodo, acaparan gran
parte de la atención de la crítica y del público. No en todas ellas se puede
encontrar una preocupación especial sobre temas concretos de
reivindicación feminista, pero sí recogen algunas cuestiones que afectan
especialmente al mundo femenino.
Ciertamente heterogéneo en edad y experiencia, este grupo bien
podría subdividirse, a su vez, principalmente en cuatro. Esta agrupación
se debe más a razones generacionales, por haber estado sus vidas
marcadas por algún momento histórico concreto, que a criterios
estrictamente literarios. Me detendré brevemente en las autoras de este
periodo para ofrecer una panorámica general, antes de pasar a analizar la
imagen de la mujer que aparece en las obras de dos renombradas autoras:
Zhang Jie y Zhang Xinxin.
En primer lugar, deseo mencionar a una autora, Yang Jiang, la que
fuera además traductora del Quijote al chino. Mujer de refinada educación
y gran conocedora de la cultura occidental y china, lo cual se trasluce en
sus textos, es quizás la única autora de avanzada edad que ha hecho una
aportación realmente importante en el panorama de la literatura china
contemporánea posmaoísta. Entre sus obras más conocidas se encuentra
un relato, en gran parte autobiográfico, sobre la separación familiar y la
vida con motivo de la aparición de escuelas agrarias a las que fueron
enviados los intelectuales durante la Revolución Cultural.
En una escala generacional más joven, encontramos a Ru Zhijuan
(1925-), buena conocedora de la técnica de la escritura, fiel a las pautas
marcadas por los cánones ortodoxos del Partido que, en sus obras

’ Estos datos se publicaron en un diario chino editado en lengua inglesa: Wang Rong,
"Survey sees improved status for women", China D aily, vol. 11 núm. 3 163 <19 de septiembre de
1 9 9 i)fp . 1-
© narcea s. a. de ediciones
124 Taciana Fisac Badell

recientes, intenta retratar la vida cotidiana de la gente y sus más diversos


problemas.
En otro grupo posterior se podría incluir a algunas autoras que
tuvieron contacto con las zonas controladas por el Partido Nacionalista
antes de la Liberación. Entre ellas destaca Zong Pu (1928-), una escritora
especialmente conocida por su retrato de los intelectuales y su modo de
expresar sus rebeldías. En una de sus obras más conocidas, por la que
obtuvo un premio nacional, relata la osadía que tuvieron algunas personas
a! manifestar su oposición a la «Banda de los Cuatro» con motivo de la
muerte de Zhou Enlaí.
En un cuarto grupo encontramos a Chen Rong, Dai Houying, Dai
Qing y Zhang lie. Todas ellas crecieron y se educaron ya en el momento
de mayor credibilidad del socialismo chino, antes de la Revolución
Cultural.
Chen Rong (1936-) obtuvo un premio nacional en 1981 por su obra,
"Llegada la madurez," en la cual retrata a una doctora, representante de lo
que se considera en China profesionales intelectuales, cuya abnegada
dedicación a su trabajo y la presión familiar desencadenan su
desmoronamiento físico. El relato tuvo un fuerte impacto, ya que se
consideró como un texto que describía un problema social real y, además,
representaba a gran número de profesionales de esa generación que se
habían empeñado en sus tareas, sin obtener ningún reconocimiento social.
Dai Houying (1938- ) es conocida principalmente por una novela,
¡P ersona! en la que intenta explorar los sentimientos de culpa,
insatisfacción y resentimiento provocados durante los años de la
Revolución Cultural. Está considerada como una de las primeras autoras
que trataron de conjugar el marxismo y el humanismo. Por su parte, Dai
Qing ha destacado en un género conocido como «literatura reportaje», cuya
principal característica es la de estar basada en hechos y personajes reales.
Dai Qing ha publicado numerosos reportajes planteando los más diversos
problemas sociales, entre los que se incluyen algunos relacionados con las
mujeres.
Zhang Jie (1937-) es la que más ha publicado de todas las nombradas
hasta ahora. Está considerada como una autora especialmente preocupada
por temas relativos a la mujer.
En un quinto grupo de autoras más jóvenes, que comienzan su carrera
literaria después de la Revolución Cultural, momento en el cual se
encuentran en plena adolescencia, encontramos nombres como Zhang
Kangkang, Tie Ning, Zhang Xinxin, Wang Anyi y Liu Suola.
Zhang Kangkang (1950- ) trata en sus obras las dificultades,
frustraciones y choques generacionales sufridos por la política de la
© narcea s. a. de ediciones
Entre el inconformismo y la resignación 125

Revolución Cultural, y también algunos problemas relacionados con las


mujeres. Zhang Xinxin (1953-) obtuvo el reconocimiento internacional
con la publicación de un volumen que recogía entrevistas a los más
diversos caracteres reales de la vida corriente de la China actual. El texto,
escrito en cooperación con un periodista, llevaba por título El hombre de
Pekín. Además, ya como escritora de novela, ha tratado de profundizar en
la psicología de las mujeres. Wang Anyi (1954- ), hija de la ya
mencionada Ru Zhijuan, es otra joven autora que ha intentado explorar
diversas técnicas y estilos narrativos, como por ejemplo el realismo
mágico, y ha obtenido varios premios nacionales (1981 y 1982). Tie Ning
(1957- ) es también una joven que, con un estilo desenfadado e ingenuo,
retrata la vida cotidiana de la juventud china que comienza a descubrir el
mundo. Su novela más conocida es La blusa roja sin botones, que obtuvo
un premio nacional e incluso fue llevada al cine10. Por último, mencionaré
a Liu Suola (1955-), una figura un tanto peculiar, proveniente del mundo
de la música. Sus obras tuvieron una gran aceptación juvenil por conectar
con las inquietudes y el sentimiento de determinismo vital de su
generación.
Comparativamente, el corpus literario escrito por mujeres tiene mucha
menor extensión que el de sus compañeros masculinos. Sin embargo, la
repercusión de sus obras ha sido muy importante. En este sentido, es
significativo el énfasis dado por algunos críticos literarios, como es el caso
de Liu Zaifu que, en un recuento del panorama general de la literatura
durante los primeros diez años después de la muerte de Mao Zedong,
subrayaba varios periodos de búsqueda y profundización de valores
humanistas que él diferenciaba concretamente en tres momentos.
El primero, representado por la «literatura de las cicatrices y la
literatura que quiere demostrar cómo «amor» y «humanismo» tienen algo
que decir en un proyecto socialista. La figura más emblemática de este
periodo sería Liu Binyan y su llamada a la valorización de la dignidad
humana. El segundo momento, una reafirmación de esta llamada
consciente a la consideración de la persona se cristaliza en obras como
/Persona! de Dai Houying, "Llegada la madurez" de Chen Rong y otras en
su misma línea. El tercer momento de profundización del humanismo sería
el de Zhang Jie con "El amor no puede olvidarse".
Resulta significativo comprobar cómo gran parte de las obras que
enumera este conocido crítico literario como muy representativas en la

10 Tie Ning, Meiyiu niukou de hong chenshan, Beijing: Zhongguo qingnian chubanshe,
1984. Versión española traducida por Taciana Fisac en Tie Ning, La blusa roja sin botones,
Madrid: Ediciones S. M., 1989 (segunda edición 1990).

© narcea s, a. de ediciones
126 Taciana Fisac Badell

nueva línea de recuperación humanista están escritas por mujeres. Su


opinión también será compartida por otros estudiosos de la historia literaria
del posmaoísmo.
Este dato es todavía más relevante si se tiene en cuenta que, por
ejemplo, en 1985 la Asociación Nacional de Escritores Chinos contaba con
un total de 2.525 miembros, de los cuales 1.660 habían entrado a formar
parte en los últimos cinco años y 1.229 se consideraban de joven o
mediana edad, es decir el 49%. Las mujeres eran tan sólo 226, un 9% del
total, con un porcentaje igual al de los escritores pertenecientes a las
minorías nacionales. No obstante, los datos son alentadores si se tiene en
cuenta que en 1949, las mujeres ascendían a sólo 1311.
Por eso, es posible afirmar que las escritoras de la primera etapa
posmaoísta representan, de modo muy especial, la recuperación de una voz
preocupada por la persona.

El am or no puede olvidarse
A inicios de la década de los ochenta ¿qué imagen de la mujer ofrecen
estas autoras? La generación de escritoras llamada «de la mediana edad»
comparte dos características generales. Una, la de haber nacido durante el
periodo anterior al establecimiento de la República Popular China. Otra, la
de haber tomado parte durante su juventud en las luchas y discusiones
ideológicas del momento, empeñándose con ilusión en el proyecto
entonces propuesto por el Partido Comunista. Muchas no comienzan su
quehacer literario hasta los años posteriores a la muerte de Mao Zedong,
pero todas ellas sufrieron en sus propias carnes las consecuencias
represivas de la Revolución Cultural. Las que tomaron postura en las
discusiones ideológicas durante el periodo de las Cien Flores, fueron
represaliadas en el movimiento antiderechista del 57. Unas y otras
pusieron muchos años de su vida y su trabajo al servicio del Partido
Comunista, y terminaron por convertirse en las víctimas de una lucha
interna por el poder en la que no habían participado. Sus voces eran
silenciadas en el exilio interior cada vez que el Partido lanzaba una
campaña de control ideológico.
Todas las escritoras de la mediana edad se educaron y creyeron en los
valores socialistas. De ahí que, incluso cuando se'ampliaron los límites de
la censura, sus obras siguieran ubicadas en el marco del realismo
socialista. A partir de 1977, sin embargo, algunas escritoras «de la

11 Estos datos están extraídos de Littérature chinoise, núm. 3 (1985); p. 18.

€> narcea s. a. de ediciones


Entre el inconformismo y la resignación 127

mediana edad» aparecen en la escena literaria suscitando una fuerte crítica,


a favor y en contra, tanto entre los especialistas de la literatura como entre
el público en general. Éste es el caso de una famosa autora
contemporánea, Zhang Jie, a la que dedicaré un mayor espacio.
Zhang Jie nació en Pekín, en el seno de una familia humilde; corría el
mes de abril de 1937. Sus primeros estudios ha de realizarlos en una
escuela localizada en el área rural, pero luego tiene la posibilidad de
regresar a la ciudad y cursar estudios superiores de economía en la
Universidad del Pueblo de Pekín. Finaliza su carrera en 1960, uno de los
años más dramáticos para la economía china. Le asignan entonces un
puesto de trabajo en el Ministerio de Industria Mecánica. La vocación
literaria de Zhang Jie se revela con posterioridad y la publicación de su
primer relato se hace realidad sólo a partir de 1978. Sin embargo, apenas
un año más tarde, en 1979, entrará a formar parte de la Asociación
Nacional de Escritores y su nombre resonará de forma destacada en el
mundo de las letras chinas. Zhang Jie inicia así una fructífera carrera que
le reportará numerosos premios nacionales de literatura e incluso el premio
Malaparte de literatura, concedido en Italia en 1989.
Se considera a Zhang Jie una escritora especialmente preocupada por
los problemas de la mujer. En cierto sentido, su obra representa a un
feminismo moderado pero tenaz, o quizás sea más correcto decir que así
es como ha sido etiquetado por la crítica52. Y es más, esa consideración de
escritora en favor de las mujeres es asumida y proclamada por ella misma.
La obra de Zhang Jie en la que me voy a detener es quizás la más
conocida y, sin duda, también una de las más polémicas. Se trata
concretamente de "El amor... no puede olvidarse", publicada en 197813.
El relato es breve, con algo más de 10.000 caracteres, pero muy
representativo de la autora. En ciertos aspectos, a ojos de un occidental,
toda la historia puede resultar simple y no está carente de un fuerte
moralismo ideologizado, pero ciertamente tiene una lectura harto más
compleja en el contexto de la sociedad y la cultura china contemporánea tal
como demuestra el simple hecho de la importante repercusión que tuvo su
publicación. Las preocupaciones que Zhang Jie delinea en "El amor... no
puede olvidarse" están presentes, de un modo u otro, a lo largo de toda su
obra posterior.

12 Véase Wu Zonghui, "Qiang ji fen, hong shen qing -ping Zhang Jie xiaoshuo zhong de
nüxing xinxiang”, Xiaoshuo pinglun , núm. 4 (1985); pp. 21-25.
15 El relato apareció publicado por primera vez en el n° 11 de la revista B eijing Wenyi
(1979).
© narcea s. a. de ediciones
128 Taciana Fisac Badell

El relato está escrito en primera persona; la narradora, Shanshan, es


una joven de treinta años que se encuentra en el límite de la edad para
casarse y que, en sus propias palabras, «corre el peligro de convertirse en
una solterona». Tiene un apuesto pretendiente, al que describe físicamente
como parecido al Discóbolo de Mirón, y con el que mantiene relaciones
desde hace dos años, pero ella duda mucho que sea el hombre de su vida y
no se decide a dar el paso definitivo. Estas son algunas de las reflexiones
que se hace a sí misma:

j? K F £ -fe , m n m m & w
m m m ....................... s i j t A m t é e s i A T -

iíT Ü B ? «
«Quizás no debería dar tantas vueltas a las cosas, sería posible
vivir como la mayoría de las familias: tener un hijo y una hija,
criarlos juntos, y mantener una absoluta fidelidad tal como
determina la ley... aunque la humanidad ya ha entrado en la década
de los setenta del siglo XX, en este punto, nada impide que la gente
siga haciendo lo mismo que hace varios miles de años, que el
matrimonio sea un instrumento para perpetuar la especie, un
intercambio, una compraventa, que además el matrimonio y el amor
puedan estar separados. Puesto que tanta gente se comporta de esa
manera, ¿por qué tendré yo que llevar la contraria y no podré hacer
las cosas del mismo modo?»

La idea del matrimonio que la protagonista atribuye a la generalidad de


la sociedad poco tiene que ver con los deseos y sentimientos personales, y
menos aún con ningún tipo de idealismo romántico. Las distintas
concepciones del matrimonio que aparecen enumeradas en el texto, con
ligeros matices, han sido numerosas veces referidas por los antropólogos
como características de la sociedad china. La necesidad de un heredero
varón, las alianzas políticas u otros intereses, la necesidad de tener una

M Ibídem .; p. 358.

© narcea s. a. de ediciones
Entre el inconformismo y la resignación 129

ayuda económica o contar con mano de obra y, finalmente, la seguridad de


tener a alguien en quien apoyarse durante la vejez, han sido las cuatro
razones principales para los matrimonios convenidos en ese país asiático15.
El vínculo matrimonial como contrato, intercambio y comercio, surge de
forma repetitiva a lo largo del texto como el modo de entender la relación
matrimonial en la sociedad china contemporánea. Ni siquiera se retoma la
idea de mutua compresión (huxiang liaojie) que durante tantos años
después de la Liberación predominaba en la propaganda del Partido y era
sostenida por la Federación de Mujeres Chinas16. El modo de entender ese
amor, que exige la protagonista y aparece explicitado en el título, se irá
construyendo en el texto a través de otra historia de un amor frustrado.
Desde el principio se dibujan las reticencias sociales que provoca la
protagonista con su inclinación a buscar algún motivo más para decidirse a
contraer matrimonio. A lo largo de las páginas, la presión social aparece
delineada en la lejanía, pero no tiene mayor fuerza que la de asistir como
música de fondo, en contraposición con la convicción y decisión
individual de la narradora. Muchas de las críticas posteriores
caracterizarían el texto en atención a su preocupación acerca del amor y el
matrimonio y, como la propia autora hace, lo considerarán reflejo de un
problema social generalizado, otorgando con esta interpretación un cierto
carácter sociológico a su obra.
A lo largo del relato, la protagonista busca el porqué de su forma de
entender la vida en su infancia y su adolescencia. Ya desde pequeña
parecía una niña difícil «que se pasaba las noches llorando sin razón
alguna». Sus rarezas aparentes han aumentado con la edad y, ahora,
desea algo más en la relación con su novio, Qiao Lin aspira a que exista
una atracción mutua que vaya más allá de un mero contrato. Y no sólo por
parte de ella. También en él busca una respuesta más convincente de la
que le dio en una ocasión, al preguntarle la razón de su amor. Entonces
él, después de un buen rato meditabundo, contestó:

«jPorque eres buena!»

15 iMargery W olf, "Cooked Rice: Marriage in New China”, R evolution P ostponed.


Women in Contem porary China, Stanford: Stanford University Press, 1985; pp. 140-181.
16 Es interesante este sentido de la preponderancia de la mutua comprensión (lia o jie )
frente al amor (a iq in g ) que aparecen en los primeros tiempos de la sociedad maoísta. A este
respecto véase el análisis que hace Julia Kristeva, "On the Women o f China”, Signs. Journal o f
Women in Culture and Society, vol. 1. núm. 1 (1975); pp. 57-81.
17 Ibídem .; p. 358.

© narcea s. a, de ediciones
130 Taciana Fisac Badell

El relato se inicia así con el planteamiento del problema, que se


articula en tomo al deseo de una relación de amor en el matrimonio frente a
lo que está institucionalizado y sancionado como comportamiento correcto
de una muchacha por las costumbres sociales. La protagonista se
considera a sí misma una persona complicada que no se amolda a las
normas establecidas y, para mostrar el modo en que ella entiende el
problema en el cual se encuentra envuelta, rememora a una persona
querida que en el relato da respuesta a su modo de entender el amor y el
matrimonio. Se trata concretamente de su madre. Será ella la que dará
una respuesta y un sentido a su actitud e incertidumbre. El retorno al
pasado, a los orígenes de su propia historia como mujer, transmitida por
su madre, es la clave a su problema. El presente, que es la realidad social
que la circunda, no entiende ni da sentido a las posibilidades de un futuro
abierto en donde ella reivindica la libre elección en el matrimonio y la
primacía de los sentimientos personales sobre las convenciones sociales.
La identidad de la madre y de la hija se confunden de forma
consciente a lo largo del texto. Shanshan busca en ella el modelo para su
vida, el freno que la coloca de nuevo, como a su madre, en el idealismo
frente a una sociedad mercantilista. Pero la identificación llega a ser
demasiado extrema y la hija se conmueve y llora por el amor que no pudo
ser para su madre, prolongando el drama porque quizás el amor ahora
tampoco es posible, o bien no podrá nunca serlo. La hija se encuentra de
nuevo con la disyuntiva de aceptar la relación con su novio o arriesgarse a
encontrar ese hombre conveniente que su madre no pudo lograr. El relato
se remonta al pasado y la narradora rememora algunos episodios de su
vida con su madre y el dramático amor que acompañó su existencia.
Su madre era una escritora que vivió entre la ensoñación y la
desesperación por un hombre que le correspondía, pero que el destino
había decidido separar. A través de retazos de experiencias suyas y de un
diario escrito por su madre se reconstruye la historia que transcurre en el
espacio de lo privado, articulado aquí como una manifestación de lo íntimo
y lo personal y como autoafirmación ante la sociedad.
La madre tiene un mundo exterior o público en su profesión, que
además desempeña en el mismo lugar que el hombre de su vida. Las
características de tan peculiar compañero de trabajo, sin embargo, se
presentan en el relato de una forma excesivamente tópica e ideologizada: él
era un cuadro, con un exaltado sentido de la responsabilidad hacia el
Partido Comunista, lo cual le llevó a casarse con la hija de un representante
de la clase proletaria en dificultades.

© narcea s. a. de ediciones
Entre el inconformismo y la resignación 131

Su apariencia externa se equipara a la de Sun Yat-Sen, el llamado


padre de la Revolución China y prototipo del caballero chino. Sus virtudes
morales son la rectitud y una honestidad escrupulosa, que parecen
expresarse en su mirada fría pero fuerte. Se trata de un modelo de hombre
que entrega su vida a la revolución y es capaz de sacrificar su felicidad
personal en favor de la lucha y la causa del Partido. La figura masculina
que está en el trasfondo de todo el relato resulta un tanto plana y poco
convincente. Es como la voz de ese doble discurso que se impone a lo
largo de todo el texto, la voz del Partido, la voz de la conciencia de la
protagonista que ve en los ideales propuestos por el personaje masculino
aquello que ella anhela y parece carecer. Zhang Jie presenta aquí una
figura que responde por completo al presentado en tantas otras obras
típicas del realismo socialista del periodo maoísta. «Él» aparece en la vida
de las dos mujeres, madre e hija, como referencia moral idealizada, como
una instancia que incluso está por encima de ellas, rememoración de la vida
feliz que pudo ser y no fue. Incluso existe un cierto sentimiento de
culpabilidad en la madre por no haber sido capaz de superar aquella
relación, mientras que él parece haberla asumido plenamente. También se
podría interpretar como una mayor capacidad del hombre para el sacrificio
por la revolución, y en el fondo, como una incapacidad de la autora para
escapar de la subordinación a un interiorizado mundo de valores
masculinos.
Como símbolo de aquel amor que quedó frustrado, la madre de
Shanshan conserva una colección de las obras completas de Chejov,
regalo de él. La escritura se convierte en un intento de recuperar lo más
preciado. La escritura es también el modo en el que la madre intentaba
descargar sus ansias y preocupaciones, sin conseguirlo realmente. Esa
escritura, que para la madre es la única posibilidad de expresar con libertad
su voz personal e íntima, se tomará en un arma contra ella misma a causa
de los condicionamientos políticos y sociales. Se produce en el texto una
clara defensa de la figura del intelectual, especialmente de quien encuentra
en la escritura un modo de expresión. Se trata en el fondo de una propia
loa y defensa de la figura del escritor y de su tarea como signo de un
compromiso que va más allá de si mismo.
Los dos personajes femeninos, madre e hija, se dibujan más
complejos que el personaje masculino, y no están exentos de
contradicciones. La madre quiere encontrar en la hija a una persona que
realice la vida que ella no ha podido. Pero la búsqueda de la propia
identidad que quiere prolongar en la hija, o quizás que la hija quiere
encontrar en la madre, está cargada de incertidumbres:

© narcea s. a. de ediciones
132 Taciana Fisac Badeli

"ate g éaiijissíf^o "«


«Temo no estar segara todavía de lo que realmente quiero»

Es ciertamente fuerte el contraste entre la caracterización de los dos


personajes femeninos principales y el masculino. Ellas se hayan sumidas
entre las dudas, la inestabilidad de los sentimientos y la propia búsqueda
por comprender lo que ocurre dentro de sí mismas. Su lucha
contracorriente de las convenciones sociales está marcada por un pensar y
un actuar contradictorio. Y es por eso por lo que la madre habría accedido
a casarse con un hombre al que no amaba, arrastrada por la presión de su
alrededor.
El comportamiento de la madre romperá en un momento determinado
con lo establecido y se tornará en escandaloso. A pesar de no haber
podido contraer el matrimonio deseado, ella actuará como si se hubiera
hecho realidad. Será capaz de mostrar abiertamente una relación que la
sociedad, naturalmente, no acepta, y más aún en el clima de peculiar
puritanismo, rigidez y confusión social que se creó durante la Revolución
Cultural. Cuando le llega la noticia de que él ha sido asesinado de forma
violenta, en señal de luto, ata un brazalete negro en su manga.
No faltan de nuevo alusiones a la moral y al tipo de hombre
revolucionario que defiende la propaganda deí Partido Comunista de
China. El varón representa aquí el único modelo ideal para las dos
mujeres: madre e hija, que pese a su intento de ruptura, parecen atrapadas
por los ideales propuestos por el Partido, que a su vez no representan sus
propios deseos. O quizás se debería decir que la autora intenta controlar la
pasión de sus personajes para no escapar de los límites permitidos por la
censura política.
El amor y la pasión de la madre trasciende los límites imaginables y se
convierte en una fuerza más poderosa que la muerte, que busca un anhelo
de eternidad. Se trata también de otro ejercicio de afirmación individual, y
por lo tanto, ciertamente susceptible de condena para la ortodoxia
ideológica de algunos sectores del Partido19.
El relato finaliza con una descripción de la respuesta que una mujer
recibe en la sociedad cuando decide no casarse por conveniencia,
señalando cómo se transgreden así los límites de lo privado y lo público,

18 Ibídem.-, p. 361.
19 Véase a este respecto el artículo de uno de los más famosos críticos literarios en esta
línea conservadora, representante de la ortodoxia marxista: Li Xifan, "Tangruo zhen you suowei
tianguo...”, W enyibao, núm. 5 (1980).

© narcea s. a. de ediciones
Entre el inconformismo y la resignación 133

lo personal y lo político, las tradiciones y las maldiciones, las virtudes y


los defectos.

ii« . ^ A m ^ n m m m j m , j® * # * fh a m *

n ^ u m m A * é ,± ,

H" o ”

«Porque una persona que decide no casarse, se convierte en un


desafío contra esa clase de conciencia. Habrá quien diga que estás
mal de los nervios» que tienes algún secreto que ocultar, que tienes
algún problema de tipo político, o que eres rara, que desprecias a la
gente normal, y te comportas de modo irrespetuoso con ías
milenarias costumbres sociales, seguro que eres una pérfida fuera de
toda norma y virtud. En resumen, buscarán todo tipo de
chismorreos vulgares y de mal gusto para arruinar tu reputación.
Entonces, no te quedará más remedio que ceder a la presión y darte
por vencida, para terminar cansándote de mala manera. Pondrás en
tomo a tu cuello las cadenas de un matrimonio que nada tendrá que
ver con el amor, y a partir de entonces no te quedará más remedio
que arrastrarlas y sufrir el resto de tu vida.»

Las últimas líneas son un grito mudo de llamada a la aceptación social


del derecho de una mujer a elegir la soledad y la espera antes que un
matrimonio de conveniencia.
Esta obra de Zhang lie, al igual que otras suyas posteriores, supone
un intento de profundización en ciertos problemas que afectan muy
directamente a la mujer y las relaciones personales. Pero desde una
perspectiva más total, su voz se ahoga en medio de una internalizada
educación del Partido. La voz de mujer del relato quizás se pueda
identificar en ese intento de relectura a través de la historia de otras

20 t b í d e m p. 373.
© narcea s. a. de ediciones
134 Taciana Fisac Badell

mujeres, así como en la caracterización de los personajes femeninos que


admiten la duda, la posibilidad de equivocarse y la importancia que otorgan
al ámbito personal de los sentimientos. En el fondo, en esta primera etapa
de su obra, su pluma no cuestiona realmente la subordinación de la mujer,
más bien se limita a denunciar algunas costumbres muy arraigadas en la
sociedad, que afectan a ambos sexos, si bien con especial acritud a las
mujeres.

De! inconformismo a la resignación


La generación de la escritora Zhang Xinxin tuvo una experiencia vita!
muy distinta a la de Zhang Jie. La Revolución Cultural fue el trasfondo de
su adolescencia, y los años siguientes estuvieron marcados por una falta de
confianza en los ideales propuestos por el Partido Comunista Chino.
Zhang Xinxin nace en octubre de 1953 en la ciudad de Nanjing. Su
padre es militar y escritor; su madre también tiene una buena formación
literaria. Como cualquier otra niña, Zhang Xinxin acude al parvulario y
después a la escuela elemental. La influencia del entorno familiar provoca
su interés hacia la literatura y desde muy temprana edad empieza a escribir
un diario.
Cuando acababa de terminar el sexto curso de la escuela elemental,
comienza la Revolución Cultural. Zhang Xinxin se encuentra, sin saber
muy bien por qué, en medio de una oleada de densa atmósfera política y
desorden social. Algunos episodios vividos en aquellos años le
producirían una profunda huella que quedaría plasmada posteriormente en
sus relatos. Uno de ellos, concretamente, tiene como trasfondo su
participación en el registro y confiscación de los bienes de un famoso
«derechista», bajo el mando de algunos guardias rojos21. En aquel
entonces le habría correspondido comenzar los estudios secundarios, pero
después de un año, más de esperpento político que de aprendizaje, le
otorgaron el correspondiente diploma de la escuela secundaria.
En 1969, cuando aún no había cumplido los dieciséis años, inicia un
obligado viaje itinerante por diversas regiones de China. Gran parte de la
juventud era enviada a zonas rurales, alejadas de sus lugares de origen,
para participar en una supuestamente instructiva campaña que tenía por
objeto ponerles en contacto con el mundo agrícola. Se produjo una gran

21 Zhang Xinxin, "Futu", recogido en Zhang Xinxin, Zai lu shang, Beijing: Beijing
Chubanshe, J987.

© narcea s. a. de ediciones
Entre el inconformismo y la resignación 135

movilización de la población que afectó especialmente a los jóvenes y a los


intelectuales urbanos.
El inicio en el mundo de la literatura no fue sencillo. No resultaba
fácil para ningún escritor y menos aún para aquella generación de jóvenes
marcados de modo especial por las dolorosas experiencias de la
Revolución Cultural que, en numerosos casos, habían truncado sus
aspiraciones a una educación universitaria.
Su ingreso en el mundo de la literatura se inicia en 1979, pero es
sobre todo con sus novelas posteriores cuando se consagra como una de
las autoras más innovadoras dentro de la joven generación posmaoísta22.
Su obra, en conjunto, ha sido adjetivada como representativa de una
novela psicológica y de una literatura preocupada por la lucha existencial
de la persona.
En 1981, se publica el que será el primer texto de cierta extensión de
Zhang Xinxin: "En el mismo horizonte"23. La novela provocará grandes
controversias. En dicha obra se plantea uno de los problemas que
aparecen de forma recurrente en otras obras de esta autora: las dificultades
que las mujeres encuentran para lograr conjugar su vida pública y privada.
En este caso concreto, el argumento gira en tomo a las contradicciones e
incompatibilidades provocadas en una mujer por el deseo de tener una
carrera profesional, al tiempo que una satisfactoria relación amorosa. La
historia muestra a una joven pareja con ambiciones profesionales que sólo
en la separación encuentra la posibilidad de proseguir sus vidas, sin
sacrificar el éxito en su trabajo. En ella se vislumbra en cierto modo la
propia experiencia vital de la autora.
La novela en la que me voy a detener fue publicada un año más tarde,
pero retoma también el mismo motivo desde una nueva perspectiva. En
ella, Zhang Xinxin se adentra en la psicología de una mujer confrontada
con las diferencias entre sus expectativas y las frustraciones de una
realidad rutinaria en el ámbito doméstico, en donde convive con un marido
incapaz de proporcionarle satisfacción personal alguna. El relato lleva por
título "El sueño de nuestra generación", y fue publicado en 198224.
El texto entremezcla el mundo de los cuentos y los sueños con la
rutina de una mujer cuya vida gira en torno al cuidado de un niño, las

■2 Existe una traducción al español de su obra Beijing ren: Zhang Xinxin y Sang Ye, El
hombre de Pekín, Sabadell: Editorial AUSA, 1989 (traducción de Dolors Folch).
2S Zhang Xinxin, "Zai tongyi dipingxian shang", Shouhuo (1981); pp. 172-233.
54 Zhang Xinxin, "Women zhege nianji de meng", Shouhuo (abril de 1982); pp. 95-120.
La versión que utilizo y cito a continuación es la publicada en Zhang Xinxin, "Women zhege
nianji de meng", Zhongguo zuojia xiehui chuangzuo yanjíubu (ed.), Gongkai de neican, Beijing:
Shidai wenyi chubanshe, 1989 (segunda edición); pp. 397-453.
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Taciana Fisac Badell

tareas domésticas, la compra, la cocina y un marido indiferente. El modo


en el que la autora recurre al pasado y al presente, con la yuxtaposición de
la fantasía y la realidad, dan a la historia una atmósfera de evocación
infantil, que se rompe en el contraste con una vida de inconformismo y
resignación.
La narración comienza en un mercado, donde la protagonista pasea
con su hijo, rodeada de campesinos que ofrecen sus mercancías. Para
entretener al niño, la madre le cuenta la historia de un príncipe que, un día,
en un barco con una vela roja, vendrá a rescatar a la princesita. Sin
embargo, el cuento ha de ser interrumpido por una necesidad tan trivial
como es hacer la compra. La autora anticipa así una constante que surge a
lo largo de las páginas: la continua alusión al mundo de la fantasía,
intercalando historias de la tradición occidental y oriental, como único
escape a la realidad. Lo que en un principio parece simplemente el retrato
de una madre que busca el modo de distraer a su hijo es, de hecho, una
continua búsqueda de evasión de la protagonista femenina; es un intento de
negación del mundo de los adultos que le rodea y un refugio en la época de
los sueños de juventud.
El retrato que se ofrece de ella es parco. No hay ninguna alusión a su
físico, ni a ninguna cualidad personal especial. Es joven, trabaja fuera de
casa como correctora de pruebas de imprenta y el resto del día está ocupada
con múltiples tareas intrascendentes. Ahora bien, diríase que su profesión
no le resulta plenamente satisfactoria. Incluso, en ocasiones se siente
castigada simplemente por el hecho de ser mujer, tener una doble jomada
no reconocida, dentro y fuera de casa, y atender sin tregua a las dos
personas con las que convive, su marido y su hijo:

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© narcea s. a. de ediciones
Entre el inconformismo y la resignación 137

te ,

«Su casa, el trabajo y el jardín de infancia estaban en tres lugares


muy distantes el uno del otro. Cuando llegaba la reunión de estudio
político de jos sábados por la tarde, su preocupación se centraba en
aquel temible triángulo y deseaba que terminara lo antes posible. Si
alguien se le acercaba y se comenzaba a alargar con cualquier
charleta, se le quedaba mirando de una forma tal, que acababa
aburriéndole. Ni Peng accedía con frecuencia a su petición, le
permitía marcharse antes de tiempo, añadiendo además algunas
palabras de consideración: "En verdad no es nada fácil... los
autobuses van tan llenos..." No eran más que un par de frases, a
las que ella asentía con la cabeza, para coger rápidamente su bolsa y
salir corriendo, pero le hacían sentirse profundamente emocionada.
Emocionada de la consideración de un hombre, de su tono de voz
suave y amable. Quién hubiera imaginado que cuando se celebró la
tercera ronda de evaluación para el incremento de los salarios, se
producirían luchas a muerte, abiertas y secretas, hasta el punto de
que, finalmente, los jefes celebraron una reunión a puerta cerrada.
El entonces, inesperadamente, durante la reunión apuntó el hecho de
que ella se marchaba antes de tiempo, y dijo que se trataba de un
problema de actitud hacia el estudio político.»

La instrucción política no parece sino un modo de empeorar su ya


alienante doble jornada laboral. A lo largo del texto, al contrario que
Zhang Jie, Zhang Xinxin no hace ninguna referencia positiva hacia el
Partido y lo que representa.
En todo el relato se percibe ese escepticismo de la autora hacia el
futuro y hacia las relaciones de convivencia que comparte gran parte de su
generación.
Zhang Xinxin, simplemente, delinea la psicología de sus personajes,
pero no presenta sus cualidades morales o sus ideales de una forma
definida. En ese sentido es posible afirmar que representa una cierta
ruptura con el maniqueísmo presente en toda la literatura maoísta. Los
personajes son más de carne y hueso, con virtudes y defectos que no se
llevan al extremo.

25 Zhang Xinxin, op. cit.; p. 405-406.


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138 Taciana Fisac Badell

A lo largo de los siete capítulos en los que está dividido el texto


surgen más figuras masculinas que femeninas. La protagonista no sólo no
encuentra ningún modelo emblemático femenino, sino que además las
pocas mujeres que aparecen a lo largo de la historia tienen como única
preocupación la de ejercer como casamenteras y conseguir, a toda costa,
encontrar pareja a las muchachas de su entorno. Incluso la protagonista
participa durante algún tiempo en esa tarea que parece tan típicamente
femenina. La sociedad que se retrata en el trasfondo parece mantener una
tradicional diferenciación en los papeles atribuidos a hombres y mujeres.
Ninguna figura femenina tiene un puesto de responsabilidad en el mundo
laboral, pese a que todas ellas trabajan fuera de casa. Y los hombres, por
su parte, se resisten, tanto en el ámbito doméstico como profesional, a
abandonar sus privilegios. Esta constante aparece de forma regular en
otras obras de Zhang Xinxin.
El mundo de los hombres parece estar más abierto y ofrecer un mayor
abanico de posibilidades. Por eso ella busca a lo largo de toda la historia el
encuentro con ese hombre ideal que tantas veces nombra como «él», y que
parece ofrecerle la única esperanza de romper la rutina.
En varios momentos se narran distintos encuentros concertados,
encaminados a la celebración de un matrimonio, que la protagonista tuvo
por iniciativa de amigos y familiares. Los episodios son un vivo retrato de
lo que ocurre en la realidad hoy en China, de ahí que resulte simpático, y a
la vez triste, el modo como se describen las primeras citas encaminadas al
matrimonio, en las que la protagonista, en un principio, busca con
ingenuidad al hombre fuerte y con los estudios universitarios que ella no
pudo realizar. Pero al fin, los encuentros se toman en algo demasiado
serio y se siente obligada a un matrimonio de circunstancias.
Una de las decisiones más importantes de una persona continúa
presentándose más como una exigencia social que como una decisión
personal. La revolución maoísta y sus reformas de la ley del matrimonio
parecen haberse quedado en el papel; los constreñimientos sociales hacia el
individuo perduran con otras formas distintas a las tradicionales. El
puritanismo de la década de los ochenta no permite a una muchacha
mantener más que unos pocos encuentros con el sexo contrario para no ser
tachada de libertina. Por eso, encontrar esa relación que pueda ofrecer la
felicidad no es posible sin pagar el precio del descrédito y la desaprobación
social. Pero aceptar las presiones sociales, parece afirmar "El sueño de
nuestra generación”, conduce a la rutina y la falta de sentido en la vida.
No se puede decir que fuera muy engañada al matrimonio, pero pocos
días después de casada, comprendió que su esposo no era «él». Parecía
bueno, o quizás sería mejor calificarlo de blando. Pero al fin y al cabo
© narcea s. a. de ediciones
Entre el inconformismo y la resignación 139

tenía un marido, lo cual socialmente la convertía en una mujer


supuestamente satisfecha.
La protagonista tiene que ahogar sus deseos intelectuales en la cocina,
puesto que con nadie puede hablar de asuntos menos triviales que los
surgidos durante la insoportable cotidianeidad. En último extremo, su
capacidad mental parece poder ponerse en práctica únicamente con la
discriminación de las buenas y malas verduras. Pero un leve rayo de luz
aparece en los últimos capítulos con la llegada de un nuevo matrimonio aí
vecindario. Él es un escritor, lo cual atrae fuertemente la atención de la
protagonista. De nuevo surge aquí ese tema tan recurrente en toda la
literatura posmaoísta: la defensa y admiración del escritor y su tarea,
prototipo del intelectual víctima de represalias desde los mismos inicios de
la revolución maoísta.
Una tarde que acude a visitar a su nuevo vecino, la conversación
desemboca en la experiencia que ambos vivieron en las zonas rurales
durante su época de juventud. Ella entonces se entera de que está casado
con quien se podría llamar el amor de su adolescencia y, sin embargo,
tampoco ha encontrado la comprensión que buscaba. Su esposa, en
palabras de él, «es una buena persona y además la pobre tiene que recorrer
todos los días un buen trecho para ir a trabajar». Él opina incluso que es
más fácil encontrar esa mutua comprensión en una persona desconocida.
Durante la animada conversación algo provoca en ella que despierte de sus
sueños:

“ A ,
»
' . . . a s , m é j s

-Las personas parece que son así, el pasado y el futuro son un


sueño.;.
-¿Un sueño? Ahora ya no soy tan tonto como antes, he
comprendido que esta generación es así, no parece dedicarse a
soñar.

De ese modo se comienza a intuir el fina! de la historia. No se ofrece


una conclusión cerrada, sino que se da a entender la aceptación de la
protagonista del mundo que la rodea: las cosas están organizadas de ese

211 Zhang Xinxin, op. cit.\ p. 445.


© narcea s. a. de ediciones
140 Taciana Fisac Badell

modo y nada se puede hacer para cambiarlas. Así las acepta la sociedad y,
consecuentemente, debe aceptarlas el individuo, tanto más si se trata de
una mujer. Las circunstancias y los constreñimientos sociales no ofrecen a
la protagonista más solución que olvidar ese feliz sueño de la infancia, al
tiempo que intentar darle un sentido a su presente en la cocina, con el único
horizonte de ofrecer, un día más, un nuevo y sabroso menú a su familia:

«Entonces, se fue a limpiar el arroz, a lavar las verduras, a


encender el gas, a preparar la cena, la más importante de las tres
comidas del día.»

La obra literaria de Zhang Xinxin pone en evidencia el sistema


patriarcal, en muchos aspectos semejante al del mundo occidental, que,
con ciertas variantes a las de principios de siglo, continúa oprimiendo a las
mujeres, especialmente con la persistencia de toda una serie de pautas y
valores sociales tradicionales. Es, quizás, en ese sentido en el cual se
puede admitir que las mujeres ciertamente desearían romper ese orden
social y volver a un supuesto caos original, tantas veces descrito en los
mitos del matriarcado. Sin embargo la obra de Zhang Xinxin sólo se
atreve a ponerlo tímidamente en entredicho. Muy al contrario, es posible
afirmar que en el fondo las figuras femeninas participan y transmiten las
normas aprendidas e incluso continúan buscando los valores ideales en las
figuras masculinas, más que en la revalorización de ellas mismas como
sujetos. De esa forma se puede leer el hecho de que la protagonista cuente
a su hijo historias en las que las mujeres (princesitas) necesitan ser
rescatadas por los varones (príncipes).
Ahora bien, el relato de Zhang Xinxin pone de relieve que la mera
incorporación a los medios de producción no supone la liberación de la
mujer como en un principio el sistema preveía. Varios planos
superpuestos continúan perpetuando la subordinación del género
femenino. Por una parte, el peso de una tradición que impide la ruptura
con la posición y la imagen de la mujer tradicional. Por otra, el peso de un
sistema político que no ha sabido, o quizás no ha querido, ofrecer una
salida satisfactoria a la convivencia de ambos géneros. Por último, el
componente social, tan característico de la comunidad china, que se

v Zhang Xinxin, op. cit.; p. 453.

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Entre el inconformismo y la resignación 141

muestra particularmente opresor, invadiendo las esferas más íntimas del


individuo e interviniendo en sus decisiones personales.
En "El sueño de nuestra generación" no se ofrecen alternativas, en
ningún momento se propone una ruptura a la situación que sufre la
protagonista. Simplemente se expone una historia de desilusión personal,
lo cual en el contexto de la literatura china contemporánea ya supone una
osadía. En este sentido, si bien la obra de Zhang Xinxin participa en gran
medida de los valores y percepciones del mundo cultural dominante
masculino, es posible escuchar en ella la incipiente búsqueda de una voz
propia de mujer1*.
Dicha voz ha tenido dificultades para desarrollarse en esta autora y en
otras, debido al control de la creación y la imaginación a la que se han visto
sometidas en diversos momentos de la década de ios ochenta. El último de
ellos está marcado por los acontecimientos de la plaza de Tian'anmen el 4
de junio de 1989, cuando el ejército chino masacró a cientos de ciudadanos
que quisieron impedir el paso de las tropas a la plaza, así como a
numerosos estudiantes que se encontraban desde hacía varias semanas
reivindicando algunas libertades y denunciando la corrupción. A partir de
este momento es posible trazar una nueva línea divisoria en la historia de la
sociedad y la literatura china. Si bien en un principio se creyó que esta
dramática fecha supondría el fin de la nueva literatura, el grado de apertura
y el pragmatismo de las reformas económicas y sociales, que hasta
entonces se habían desarrollado, ha llevado a las autoridades chinas a una
paulatina ampliación de los límites de la censura en algunos ámbitos, entre
los que se encuentra una reflexión más plural sobre la verdadera situación
social de las últimas décadas. Hoy, las mujeres y las escritoras chinas
siguen escribiendo y tienen todavía mucho que decir sobre sus problemas,
sus anhelos y sus esperanzas.

28 Utilizo aquí el término de mujer con el sentido que le otorga Elaine Showalter en su
estudio A literature o f their Own, London: Virago Press, 1982.

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Cronología

H istoria de China

Dinastía X ia (2207-1766) Dinastía Tang (618-907)


Neolítico Cinco Dinastías (908-960)

Dinastía Shang o Yin (1765-1122) Dinastía Song (960-1279)


Edad de bronce Dinastía Liao -qitan- (917-11.27)
Dinastía Xia -tangut-( 1032-1227)
Dinastía Zhou (1.122-256) Dinastía Jin -jürchen-(l 15-1234)
Primavera y Otoño (450-221) Dinastía Song del Sur (1127-1279)
Confucio (551-479)
Reinos Combatientes (453-222)
Mencio (372-289) Dinastía Yuan -mongola- (1206-1367)

Dinastía Qin (221-206) Dinastía Ming (1368-1644)


Construcción de la Gran Muralla
Dinastía Qing -manchú- (1644-1911)
Dinastía Han (206 a. C .-220 d. C.) Rebelión Taíping (1850-1864)
Fin de la última dinastía (1911)
Los tres Reinos (220-265)
Wei (220-265) República de China (1912-1949)
Shu (221-263)
Wu (222-280) República Popular China (1949- )
Ley del Matrimonio (1950)
Jin Occidental (265-316) Inicio Revolución Cultural (1966)
Jin Oriental (317-420) Muerte de Mao (1976)
Comienzo de las Reformas (1978)
Masacre de Tian'anmen (1989)
Dinastía del Norte y del Sur (317-589) IV Congreso Mundial de la Mujer
celebrado en Pekín (1995)
Dinastía Sui (589-618)

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Acerca de la transcripción y
pronunciación de los términos
chinos

La transcripción fonética para los términos y nombres chinos que se


utiliza a lo iargo de todo el libro es el hanyu pinyin. Se trata de la
transcripción oficial de la República Popular China, cuyo uso se ha
generalizado en el ámbito internacional, sustituyendo paulatinamente a
otras anteriores. Esa es la razón por la cual, por ejemplo, Mao Tse-tung ha
pasado a escribirse Mao Zedong. Sin ninguna pretensión de exactitud o
exhaustividad, a continuación se ofrecen algunas reglas para pronunciar la
transcripción del hanyu pinyin, si bien no se indica el tono de cada
carácter. Estas son algunas posibles equivalencias en la pronunciación con
el castellano y otras lenguas europeas.

Sonidos iniciales:

h Como la p castellana en papá,


p Como la p aspirada en el inglés picture.
d Como la í castellana de tila,
t Como la t en el inglés tea.
g Como la c castellana de coco.
k Semejante a la k en el inglés key.
h Semejante a la j inicial en castellano,
zh Como la ch castellana de muchacho.
ch Como la ch inglesa de church, pero más explosiva,
sil Como la sch alemana o la ch francesa de chez.
j Parecida a la ch de chico.
q Como la ch de cheese en inglés, aunque más fuerte y aspirada,
x Parecida a la s de simio en castellano.

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144 Acerca de la pronunciación

i Semejante a la z en las palabras vascas o a l a z inicial italiana de zio.


c Un sonido z más fuerte que Zeit en alemán,
s Semejante a la s castellana inicial en s a l.
y Equivale a la I cuando precede a la i; se pronuncia como la u
francesa cuando se escribe yo.
w Equivale a la u cuando precede a la a, e, o y u.

Sonidos finales:

ü Se pronucia como una u francesa. Suele perder el signo diacrítico


si va tras la j, q, y x.

Combinación de sonidos finales:

ian Se pronuncia ien.


le Igual que en castellano, pero con la e finalrelajada,
oii Como la o de la palabra inglesa code.
nan Como en castellano, salvo si la letra anterior es una j, q , x o y. En
estos casos, cualquier u que siga a dichas letras se pronuncia como
una 11francesa y la combinación tian pasa a pronunciarse lien.
«e Como la u francesa seguida de una e.

El resto de las consonantes y vocales pueden pronunciarse de forma


semejante a como se haría en castellano.

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G losario de nombres y
términos chinos

Ai, sh i b u n en g w a n g jid e DaWei *3?


a, Dai Houying
Ba Jin E.& Dai Qing M
Bai Hua é # Daiyu
B a ih u a b a o ÉIÜSM D a to n g shu
baihua ÓiS dazibao
B a ito u y in Deng Xiaoping
BanGu SEB de f!
Ban Jieyu StÉf£f dianxing de zhengmianti
Ban Zhao SSft &§Üi$IE®{£
Baochai dianxing m
Bei ruó Ding Ling rn
B i sh en g h u a Ji Chang mt
Bing Xin fanyou & t¡
Cao Xueqin f f l f fr Feng Keng nm
Cao Yu Feng Yuanjun
Cixi Fufu
d m Fuxing m
Changde Funü canzheng tongmenghui
Changsha ja * * m n m
Chen Duansheng Funü p in g lu n
Chen Duxiu Funü zazh i
Chen Rong tu JR
Chen Ying fu n
Cheng $ funü wenti ía * i« m
Cheng Yi Fuxue
Chunqiu ganyu shenghuo

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146
Taciana Fisac Badell

GaoE * * Li
Gao * Liji ^LiS
Gao Zong re?Tí? Li Pinger m m ji
Gongchandang Li Qingzhao m
gong X Li Ruzhen m m
Grnfufu unm Li Si m
Guo Moruo Liang Qichao m m
Guomindang m m Liang Shanbo
Hanshu m Liang Yisu
Han a Liao Zhai zhiyi
Han Yu m Lienüzhuan m w
Hao Ran m Ling Jishi m ±
He shu mei m m Ling Shuhua
Heilongjian Linli im
Hong Xiuquan Liu Binyan
Honglou meng Liu Suola n m íL
Hongxue Liu Xiang
Hu Feng mw, Liu Xinwu
Hu Shi mm Liu Zaifu n u n
Hu Yaobang mmn lixiang renwu t o a m
Hu Yepin Longhua
Hua Guofeng Lu Dingyi U sL ~
Huanan m Lu Xinhua
Hua pi MA Lu Xun m
Hui Zong Lu Yin A lt
Hunan mm Luo Guanzhong
hunli m i Luo Shu wm.
huxiang liaojie m im Lüshi chunqiu 3m ?Á
Jia Baoyu Ma Jiefu m w
Jia w. Mao Zedong
Jiang Qing £ » Ming m
Jiang Nanjing m
Jin n Neixun
Jin Oriental neiren rtA
Jin Ping Mei Ni Peng m
Jing hua yuan n m nongwa
jingshen m nongzhang m t
Jingwei shi Niijie
Kang Xi mm Nübao ■kU
Kang Youwei Nüfan jielu
Hou Nüjie zhong

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G losario 147

Nüwa izM Song Jiang


Nüxun Song Qingling
Nüzi shijie
¡mm Sun Y at-Sen 4* ÜJ
Pan Jinlian
mm Taiping

mm
Pang Chunmei Tang Ao JÉflfc
Pu Songling TangdelSur í%JÍf
Qi # Tang If
Qian Long m tanci
Qiao Lin m tanci xiaoshuo
Qin m Tao Zhenhuai P liW
Qing n Tian yu hua rTclJÍS
qing wu m Tian'anmen iT & H
Qiu Jin Tie Ning ffcÜ
Qiu Xingru CP'OSD Wang Anyi
Qu cong ÉM Wang Í
Ren yao zhi jian AUZ® Wang Ruowang 3E^M
Renmin ribao A& ñM Wang Shizhen
Ri yue Bñ Wang Xiang iíB
rong # Wei Chuangjiang JLB:§£
Ru Zhijuan Wei J2
Rulin waishi wei renmin fuwu % A Pv¡JJÜ%■
Sanbajie you gan H A W * wei shehuizhuyi fuwu
Sang Ye
sancong Zlhk
mw wei zhengzhi fuwu
Wen Renxiao
Shafei nüshi de riji wen ge
wenyan M
Shang n Wenyibao ^C"J£f8
shanghen wenxue V/o zai Xia cun de shihou
Shanshan mm ñ ttm n m m
Shanxi Women zhege nianji de meng
shehui xiaoguo m m ^m ñ m
Shen Congwen Wu Jingzi m w
Shen Zizheng m m Wu S5
Shijing
Shi Nai’an
Wí& Wu Shutian
Wu Zetian mm
Shi Xiu Wuling chun ci
Shouhuo m Wuzong
Shuihu zhuan M m Ximen Qing
Xiang Jingyu
Sima Xiangru
side mm
*
Xiangsi yan
xianming m
Song

© narcea s. a. de ediciones
.148
Taciana Fisac Badell

Xiao Hong Zhang Xinxin


Xiaoshuo yuebao 'H & m Zhang *
xie yin'an mian zaju m
Xin funü zhanguo m
Xin qingnian Zhangxingong fu
xing Zhenzhen
Yan'an & zhengfeng yundong
Yang Jiang m ; zhishi fenzi
Yang Kaihui m m Zhongfeng m
Yang Xiong m Zhongguo nübao
Yanyan Zhou Enlai i i j
yan Zhou Yang m
yang m Zhou Zuoren a
Yao Wenyuan B J c jt Zhou m
Ye Xiaowan Zhu De m%
Yiboshengzhuyi ZhuXi
Yin m Zhuang &
yin m Zhuo Wenjun
yishu kexue de biaozhun zi
zongfa
Yuanyang meng
Zong Pu
Zaisheng yuan ■ Í l4 i Zuo Fen m
Zhang Jie m
Zuolian im
Zhang Kangkang

© narcea s. a. (je ediciones


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Esta bibliografía recoge todos los textos citados anteriormente así como otras referencias que pueden ser de
interés para ampliar los diversos temas tratados a lo largo del libro.

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