Muñoz Vega Def

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Pablo Cardenal Muñoz Vega, Arzobispo de Quito

David Chamorro Espinosa, S.J.

Después del Vaticano II siguió, para el Pueblo de Dios, un tiempo de hondas


transformaciones, grandes esperanzas… y desconcierto. Muchas iglesias locales
experimentaron la “crisis posconciliar”. La Iglesia ecuatoriana no fue ajena a esas
convulsiones, pero por pura bondad del Señor, fue guiada durante aquellos años por un
pastor que olía verdaderamente a oveja, porque había nacido en el seno del pueblo
trabajador y creyente. Su nombre: Pablo Muñoz Vega y fue un hijo genuino de san
Ignacio de Loyola. En su calidad de primado del Ecuador, el cardenal Muñoz mostró
además que era un patriota: parafraseando el núm. 230 de los Ejercicios, amó a su país
con obras más que con palabras. Aquel humilde y abnegado jesuita fue el líder espiritual
de la Iglesia y de la nación ecuatorianas en una época decisiva.

1. Sección historiográfica
Pablo Muñoz Vega fue un intelectual y prelado que influyó en la Iglesia de América
Latina durante las décadas de 1960 y 1970 -fue primer vicepresidente del Consejo
Episcopal Latinoamericano (CELAM)-; sin embargo, poco se ha escrito sobre él fuera de
su país. Hay que reconocer que ha sido eclipsado por figuras como Hélder Câmara y
Eduardo Pironio, así como por Gustavo Gutiérrez y todo lo relacionado con la Teología
de la Liberación. En la bibliografía sobre el cardenal Muñoz destacan los aportes de su

1
secretario, el historiador Francisco Miranda, S.J.1, quien recurrió a textos autobiográficos
del cardenal, a correspondencia y a los archivos de la Gregoriana y de la Provincia
Ecuatoriana S.J. Miranda consigue reconstruir una larga trayectoria de servicio, así como
la evolución de un pensamiento que giró siempre en torno a Agustín, pero que también
supo leer los “signos de los tiempos”. Otro aporte, que ubica a Muñoz en el contexto
ecuatoriano, es el de Jouanen y Villalba, Historia de la Compañía de Jesús en la
República del Ecuador.2
En cuanto a la propia producción de Muñoz, tenemos su tesis, La psicología de la
conversión según san Agustín, publicada en entregas en Gregorianum (1941-42). Su obra
más representativa es Introducción a la síntesis de san Agustín (1945)3, a la que siguió
Causalidad filosófica y determinismo científico (Gregorianum, 1946). Antes de su
promoción al episcopado escribió Fe e inteligencia en la génesis de la ciencia moderna.4
Sus cartas pastorales fueron publicadas por el Boletín Eclesiástico de la Arquidiócesis de
Quito (1964-85). Su ponencia en la II Conferencia General del CELAM (1968) está
incluida en el primer volumen de documentos.5 Con motivo de los cincuenta años de
aquella conferencia, Diego Jiménez, Jorge Núñez y Mauro Cuevas -profesores de la
Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE)- publicaron el volumen Medellín:
memoria y profecía, que analiza las ponencias de los obispos ecuatorianos (Muñoz y
Proaño) e incluye sendos capítulos sobre el contexto histórico, la eclesiología de Medellín
y la espiritualidad y la religiosidad popular latinoamericanas.6 Por último, en 2019,
Angélica Andrade culminó una tesis doctoral (Gregoriana, Instituto de Espiritualidad)
sobre el itinerario interior del cardenal.7
Para una más prolija investigación sobre Muñoz Vega se deben revisar los
archivos de la Provincia Ecuatoriana (Quito)8, de la PUCE, de Alcalá de Henares (fondo
“Ecuador”), el Archivum Romanum S.I., la secretaría de la Gregoriana, así como el
archivo del Colegio Pío Latinoamericano (Roma). En enero de 2020, la Biblioteca
Ecuatoriana “Aurelio Espinosa Pólit” (Quito) inauguró el fondo del cardenal, legado por

1
Francisco Miranda, Pablo Muñoz Vega: expresión de humanismo eclesial en servicio (Quito: PUCE,
1984); Francisco Miranda, Carlos Torres y Miguel A. Rodríguez, eds., Al cardenal Pablo Muñoz Vega, S.J.
(Quito, 1994). La primera obra, un homenaje con motivo de sus bodas de oro sacerdotales, contó con el
beneplácito del cardenal. La segunda es un homenaje póstumo, escrito en colaboración.
2
José Jouanen, Historia de la Compañía de Jesús en la República del Ecuador (Quito, 2003), 709-748.
Jorge Villalba, S.J. editó y completó los manuscritos legados por Jouanen, antiguo superior de la Misión.
La obra fue publicada por la Provincia Ecuatoriana, pero Villalba renunció a figurar como autor.
3
He revisado la segunda edición: Pablo Muñoz Vega, Introducción a la síntesis de San Agustín (Quito:
PUCE, 1981).
4
Pablo Muñoz Vega, Fe e inteligencia en la génesis de la ciencia moderna (Roma: Editrice Università
Gregoriana, 1965).
5
Pablo Muñoz Vega, “La puesta al día de las estructuras pastorales en la Iglesia latinoamericana con miras
a su unidad”, en CELAM, La Iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del Concilio.
I. Ponencias (Bogotá: Secretariado General del CELAM, 1969), 229-247.
6
Diego Jiménez, Jorge Núñez y Mauro Cuevas, eds., Medellín: memoria y profecía (Quito: PUCE, 2020).
7
Angélica Andrade, Una sola Verdad y dos amores. La dimensión espiritual-agustiniana del cardenal
Pablo Muñoz Vega, S.J. (Roma: PUG, 2019).
8
Una veintena de cajas marcadas “Cardenal Muñoz Vega” y “Francisco Miranda” contienen
correspondencia y documentos de sus etapas como viceprovincial y arzobispo.

2
la arquidiócesis.9 Es de esperar que la causa de beatificación en curso –está por concluir
la fase diocesana- genere una Positio; el vicepostulador es José Benítez, S.J., quien me
concedió una iluminadora entrevista.

2. Orígenes familiares y formación inicial (1903-30)


Segundo Pablo Mardoqueo Muñoz Vega nació el 22 de mayo de 1903, hijo de Antonio
Salustiano Muñoz y Josefina Vega, una cristiana pareja de mestizos agricultores.10 Su
ciudad natal fue Mira (la antigua Chontahuasi), en la provincia del Carchi, fronteriza con
Colombia. A inicios del siglo XX, Carchi era un reducto conservador en la periferia norte
de un Ecuador que vivía la hegemonía del liberalismo. Desde la revolución de 1895, Eloy
Alfaro (1842-1912) y sus sucesores se empeñaron en modernizar el país, por medio del
libre comercio, una legislación anticlerical, la institucionalización del Ejército, la
educación laica y la extensión de obras de infraestructura y de las comunicaciones.11
Pablo era un niño tímido, de pequeña estatura y muy inteligente, que creció
rodeado del afecto de sus tres hermanas. Abandonó la escuela local para estudiar por su
cuenta; su devoto padre fue su mejor maestro. A sus once años, se sintió llamado al
sacerdocio y decidió ingresar a la Compañía de Jesús; influyó en esta decisión el párroco
de Mira.12 En aquel hogar tan católico, la vocación del único hijo varón fue recibida como
una bendición. A mediados de 1916, Don Antonio acompañó a su hijo hacia el pueblo de
Cotocollao, al norte de Quito, donde los jesuitas ecuatorianos -alrededor de setenta-
acababan de reabrir su noviciado. En aquellos tiempos -al menos en Sudamérica-, las
directrices respecto al ingreso de candidatos eran estrictas y francamente elitistas. Los
formadores tuvieron reservas acerca de ese muchacho provinciano, mestizo y
aparentemente enfermizo. Como prueba, le pidieron que aprendiese una de las Églogas
de Virgilio. Pablo la repitió de memoria y así consiguió impresionar a los buenos padres,
que le admitieron para continuar sus estudios en la escuela apostólica adjunta al
noviciado.13 Eran los años finales del gran arzobispo de Quito e historiador, Federico
González Suárez (1844-1917).
Pablo Muñoz Vega fue admitido al noviciado el 26 de septiembre de 1918.14 Su
maestro de novicios fue el P. José Ma. Gabela; el superior de la Misión Ecuatoriana S.J.
era el francés Joseph Jouanen (1860-1952). El Hermano Muñoz pronunció sus primeros
votos el 27 de febrero de 1921. Los años siguientes los consagró a los estudios de
Humanidades en la más pura tradición jesuítica: Retórica, Gramática latina y castellana,

9
La BEAEP es una obra jesuítica. El fondo consiste en la biblioteca personal del cardenal.
10
Edin Hurtado, Historia de la Diócesis de Tulcán (Quito: Don Bosco, 2015), 187; Jouanen, Historia S.J.,
741-742; “Editorial”, Boletín Eclesiástico, enero-abril de 1964, 3-4.
11
Enrique Ayala Mora, Historia de la Revolución Liberal Ecuatoriana (Quito: CEN, 2002).
12
El párroco era hermano de Manuel Reyes, S.J. (1883-1936), quien desempeñó cargos en Riobamba y
Quito antes de ser nombrado administrador apostólico de Portoviejo. David Chamorro Espinosa, Los
jesuitas en Manabí y Esmeraldas. Historia de una Misión, 1918-1962 (Quito: PUCE, 2018), 132-143.
13
Gonzalo Ortiz Crespo, Su Eminencia. El cardenal Carlos María de la Torre y el Ecuador de su tiempo
(Quito: Plaza Grande, 2018), 630.
14
Noviciado San Ignacio (Quito), Elenchus admissorum (1874-1934).

3
Griego, Historia... Hacia 1923 comenzó la Filosofía, junto a una decena de compañeros,
y fue entonces cuando eclosionó su enorme talento. En 1924, se creó la Provincia Bética
(Andalucía) y la Misión Ecuatoriana fue adscrita a ella.15
En julio de 1925 se produjo una ruptura en la política ecuatoriana. Un grupo de
oficiales reformistas depuso al presidente liberal Gonzalo Córdova. Terminó así la
dominación bancaria (plutocracia) y se abrió una época de inestabilidad política y
económica que se prolongó hasta 1948.16 Mientras tanto, Pablo Muñoz obtuvo la
licenciatura; defendió con brillantez su tesis en el Colegio “San Gabriel”. Comenzó su
magisterio enseñando Lógica y Psicología a los juniores, antes de marchar a Riobamba
como profesor en el Colegio “San Felipe Neri” (1928-30). Los informes fueron muy
positivos. A finales de la década, los superiores de la Compañía no tenían ya dudas: Pablo
Muñoz, el hijo de agricultores que vino del Carchi, era una gran promesa.

3. Europa (1930-48)
El presidente de la República, el médico Isidro Ayora (1926-31), había recibido de los
militares el encargo de gobernar el país en medio de la crisis. En ese contexto, Muñoz fue
destinado para emprender sus estudios teológicos en el Colegio Máximo de Oña (Burgos,
España). Le acompañaron dos condiscípulos: Julio Armijos y Arturo Miranda. El
proyecto de la Misión -viceprovincia desde 1931- era que aquel prometedor trío se
constituyera en el núcleo iniciador de un Filosofado de altura.
El ambiente (en Oña) fue para mí de gran satisfacción por el nivel y seriedad en los
estudios. Llevaba un sufrimiento en el alma: la gravedad de nuestra cuestión social en el
Ecuador. Para mí tenía ya entonces un interés grande el poder darme cuenta de la
problemática social tal como se vivía en España y en Europa en general: qué sucedía en
el gran mundo de los trabajadores. Me percaté pronto que tanto la Iglesia española como
nuestra Compañía tenían preocupación social, pero era una preocupación que llegaba
tarde. Aparecía muy claro y era doloroso comprobarlo, que la Iglesia había perdido al
mundo obrero.17

Como vemos, el joven religioso maduraba hondas inquietudes sociales. Entre sus
profesores cabe mencionar a jesuitas de la talla de Pedro de Leturia y José Zameza; entre
sus compañeros se contaron Ricardo García Villoslada (historiador), José A. de Aldama
(teólogo) y Pedro Arrupe (1907-91).18 En 1931 estalló la tormenta. Después de unas
elecciones municipales que precipitaron la abdicación de Alfonso XIII, se instauró la II
República. El régimen anticlerical estaba decidido a golpear con fuerza a la Iglesia y,
como en el pasado, el primer objetivo fue la Compañía de Jesús. Ante la inminente

15
Jouanen, Historia S.J., 705-711.
16
Juan J. Paz y Miño, Ecuador: los gobiernos julianos 1925-1931 (Quito: PUCE, 2018).
17
Miranda, Torres y Rodríguez, Al cardenal Pablo Muñoz, 23-24.
18
Pedro Miguel Lamet, Arrupe. Un profeta para el siglo XXI (Madrid: Temas de hoy, 2001).

4
disolución de la orden en el país -decreto del 23 de enero de 1932-, los superiores
decidieron poner a salvo a los escolares.19 Muñoz recordó así aquel éxodo:
Se organizó la salida con destino a Bélgica, a la población denominada Marneffe, en
donde se tomó en arriendo un edificio grande de propiedad del gobierno. Allí nos
organizamos más de 200 estudiantes jesuitas provenientes de los colegios de Oña y de
Granada y allí hicimos el 2do. semestre del año académico 1931-1932. Durante esos
meses, enviado por el padre general Wlodimiro Ledóchowski nos visitó uno de sus
asistentes para analizar la situación… En esa ocasión se decidió que yo fuera a continuar
mis estudios en la Universidad Gregoriana.20

Comenzó entonces su tercer año de Teología (1932-33) en Roma; su residencia


fue el Colegio Bellarmino, cerca del Panteón. Era el pontificado de Pío XI (1922-39),
intelectual y diplomático que resolvió el impasse con el Reino de Italia; sin embargo, a
inicios de los años 30, las relaciones de la Iglesia con el régimen fascista se deterioraban
rápidamente. El ecuatoriano estaba atento a estos desarrollos, así como a la situación de
su país, agitado por la crisis económica y continuos golpes de Estado. Entre sus maestros
resalto a Giuseppe Filograssi, S.J. (1875-1962), quien enseñaba brillantemente el tratado
De Eucharistia, y al filósofo y sociólogo Gustav Gundlach, S.J. (1892-1963), uno de los
artífices de Quadragesimo anno.21 “Mi aspiración predominante era prepararme para
trabajar en lo relativo a una amplia problemática social”, en clave latinoamericana. 22

Roma: Pontificia Università


Gregoriana, Piazza della Pilotta
4. Al frente funciona el Pontificio
Instituto Bíblico.

Pío XI proclamó 1933-34 como el Año Santo de la Redención. Pablo Muñoz fue
ordenado diácono el 23 de julio de 1933 y, dos días después, recibió la ordenación
presbiteral en Sant’Ignazio. El 26 de julio celebró su primera misa. En esas jornadas, el
neo sacerdote meditó sobre el misterio de su vocación.
Sentía que crecía en mí la dimensión de la universalidad de la Iglesia y su apostolicidad.
Celebré mi primera misa en la capillita de San Pedro dentro de la cripta de la gran basílica.
Quería sentirme sacerdote y jesuita para llevar el mensaje de Jesús a todas las razas y
culturas… Mi pequeño Ecuador -en él volcaba en ese día mis sentimientos- se presentaba

19
Ricardo García Villoslada, Manual de Historia de la Compañía de Jesús (Madrid: Compañía
Bibliográfica Española, 1940), 726-729.
20
Miranda, Torres y Rodríguez, Al cardenal Pablo Muñoz, 24.
21
Franz H. Mueller, “In Memoriam: Gustav Gundlach, S.J.”, Review of Social Economy 22, no. 2
(September, 1964): 130-134.
22
Miranda, Torres y Rodríguez, Al cardenal Pablo Muñoz, 25.

5
como parte preciosa de un todo preciosísimo al que consagraba, desde ese instante, todo
mi sacerdocio.23

La Gregoriana organizó un acto académico en la clausura del Año Santo -20 de


marzo de 1934- y el orador principal fue Muñoz, quien disertó sobre las concepciones
teológicas en torno al sacrificio de la Cruz, en presencia de Réginald Garrigou-Lagrange,
O.P. y de Anselm Stolz, O.S.B. Terminado el cuarto año, pasó unos meses en París para
reflexionar sobre el apostolado social, acompañado por el mexicano Jaime Castiello, S.J.
En la residencia de la Action Populaire –“ese gran centro de apostolado social moderno
de nuestros jesuitas franceses”24- los dos sacerdotes reconocieron su deuda intelectual con
la Europa católica, pero no podían aceptar la agobiante mirada eurocéntrica que
justificaba la colonización y el imperialismo. A continuación, el ecuatoriano hizo su
tercera probación en un lugar emblemático: Paray-le-Monial, donde el Sagrado Corazón
se manifestó a santa Margarita María de Alacoque.
Muñoz fue destinado a estudiar el doctorado en Filosofía en la PUG (1935-37).
Pronunció sus votos solemnes el 15 de agosto de 1936. Después de dialogar con Gundlach
y Zameza en torno a los problemas vitales del hombre moderno, se convenció que el
obispo de Hipona seguía siendo el gran referente; surgió así el tema, ya referido, de su
tesis doctoral. La defensa, en presencia del P. Ledóchowski, fue aclamada: summa cum
laude. En Quito, el viceprovincial De Clippeleir esperaba el retorno de la “gran promesa”:
el profesor Muñoz sería la piedra angular del nuevo Filosofado. Pero el prefecto de
estudios de la Gregoriana solicitó que el joven doctor se incorporase a la Facultad de
Filosofía. El P. General comunicó su decisión al provincial de Andalucía y De Clippeleir
se lamentó parafraseando la parábola del profeta Natán: “una sola oveja tenía, Señor, y
me la quitaste…”25
En la Gregoriana se sentía “con ardiente preocupación” –mit brennender Sorge,
si se me permite emplear el título de la encíclica dirigida por Pío XI a los católicos
alemanes atribulados por el nazismo- la persecución que sufría la Iglesia desde diversos
frentes: España, México, la URSS… El joven profesor se comprometió a fondo: comenzó
con la cátedra de Cosmología y continuó con cursos sobre Agustín, Pascal y Newman. Su
norte filosófico fue explorar las relaciones entre la fe y la ciencia moderna. Se enriqueció
con la amistad de jesuitas notables: su carismático compañero de estudios, Riccardo
Lombardi (el “Micrófono de Dios”, 1908-7926), el historiador Robert Leiber (secretario
privado de Pío XII, 1887-1967) y el teólogo moralista Franz Hürth (1880-1963). En
medio de la II Guerra Mundial y del pontificado de Pío XII (1939-58), el prestigio
intelectual de Muñoz fue en ascenso. Bajo el rectorado de Paolo Dezza (1901-99), fueron
años de trabajo tesonero, de congresos y disquisiciones entre colegas en torno a la paz
mundial, el racismo, los totalitarismos… Su competencia docente estuvo fuera de duda.
Solía confesar en el Gesù, donde una voz de Dios le recordó quiénes debían ser los

23
Ibid.
24
Miranda, Torres y Rodríguez, Al cardenal Pablo Muñoz, 27.
25
Miranda, Pablo Muñoz: expresión de humanismo eclesial, 19.
26
Giancarlo Zizola, Il Microfono di Dio. Pío XII, Padre Lombardi e i cattolici italiani (Milano: Mondadori,
1990).

6
primeros en su pensamiento: “Una vez el Señor me sacudió fuertemente cuando una
piadosa mujer, advirtiendo en mí cierta prisa y como impaciencia ante sus muchas
preguntas, me dijo: ‘Dicen que Ud. es muy inteligente. ¿Para qué toda esta ciencia si no
es para nosotros, los pobrecitos?’”27
Otra colaboración pastoral, en el marco de los retiros espirituales a jóvenes, le
puso en contacto con monseñor Giovanni Battista Montini (1897-1978), antiguo asistente
de la Federazione Universitaria Cattolica Italiana y, desde 1937, sostituto de la Secretaría
de Estado.28 La guerra no pasó desapercibida en la “universidad de las naciones”. “¡Cómo
nos dolía mirar salir, llamados a las filas del ejército, a jóvenes capacitados! (…) Nuestra
universidad no perdió oportunidad de socorrer a grupos perseguidos secundando la
voluntad expresada por el papa”.29 En 1944, Muñoz promovió la Acción por la Unidad
Católica de América Latina, movimiento precursor del CELAM (f. 1955). Tuvo la alegría
de dirigir las tesis de dos jesuitas ecuatorianos, Eduardo Rubianes y Luis E. Orellana. En
septiembre de 1945, a la par que concluía la guerra, una noticia luctuosa: la muerte de su
madre, a quien no veía desde 1930.

4. Regreso a la Patria (1948-55)


El conflicto mundial interrumpió la comunicación regular entre América y Europa. La
situación era delicada para una orden internacional como la Compañía de Jesús. El P.
Ledóchowski falleció en 1942; le sucedieron dos vicarios, Alessio Magni (1942-44) y
Norbert de Boynes (1944-46), quien convocó la CG XXIX. Asistieron 167 delegados,
que eligieron prepósito al belga Jean-Baptiste Janssens (1946-64).30 En cuanto a la
Viceprovincia Ecuatoriana, fue gobernada entre 1937 y 1945 por Benigno Chiriboga; le
sucedió un exprovincial andaluz, Antonio Revuelto. La viceprovincia había crecido
durante la ausencia de Muñoz. Dirigía tres colegios, la Misión de Manabí, dos residencias
(en Quito y Guayaquil) y un colegio universitario31, pero las obras predilectas eran las
casas de formación: el noviciado, el colegio máximo y el seminario menor “Loyola”.
Descollaban dos jesuitas ecuatorianos: el humanista Aurelio Espinosa Pólit (1896-1964),
experto en Virgilio de talla mundial, y su hermano Manuel (1891-1973), maestro de
novicios y autor espiritual.32 El gran influjo de los hermanos Espinosa encontraba
resistencias, así como el modo de proceder de algunos españoles, muy apostólicos, pero
que, al parecer, no habían conseguido inculturarse en el medio ecuatoriano. Menciono a
Eduardo Vásquez Dodero, acompañante espiritual de María Augusta Urrutia (1901-87),

27
Miranda, Torres y Rodríguez, Al cardenal Pablo Muñoz, 30.
28
Peter Hebblethwaite, Paul VI: The First Modern Pope (New Jersey: Paulist Press, 1983).
29
Miranda, Torres y Rodríguez, Al cardenal Pablo Muñoz, 31.
30
John W. Padberg, Martin D. O’Keefe y John L. McCarthy, For matters of greater moment. The first
thirty jesuit general congregations (St. Louis: Institute of Jesuit Sources, 1994), 621-622.
31
Colegios S. Gabriel (Quito), S. Felipe (Riobamba) y Borja (Cuenca). La Misión de Manabí, en el litoral,
suponía un arduo trabajo parroquial. El colegio universitario se llamaba “Hogar Xavier” y era una iniciativa
del P. Vásquez y de la Sra. Urrutia, Jouanen, Historia S.J., 709-748.
32
La obra maestra del P. Aurelio fue su traducción de la obra completa del poeta mantuano, Virgilio en
verso castellano: Bucólicas, Geórgicas, Eneida (México: Jus, 1961). Su hermano Manuel, escribió un
tratado muy valorado en su tiempo, La obediencia perfecta (Quito: Ed. Ecuatoriana, 1940).

7
una rica viuda quiteña que fundó la Fundación “Mariana de Jesús” (1937), gran
bienhechora de la Compañía de Jesús y de la ciudad de Quito.
1941 fue un año trágico para el Ecuador. Décadas de errores políticos y
diplomáticos condujeron a una guerra con el Perú y a la pérdida definitiva de buena parte
de la Amazonía, sentenciada por el Protocolo de Río de Janeiro (enero de 1942). 33 La
nación responsabilizó del desastre al gobierno de Carlos Arroyo, quien fue depuesto por
una insurrección popular en mayo de 1944. Retornó como salvador nacional un católico
populista, exalumno de los jesuitas: José María Velasco Ibarra (1893-1979). En 1946, un
puñado de caballeros católicos, apoyados por el arzobispo de Quito, Carlos María de la
Torre (1833-1967), generó un movimiento que condujo a la fundación de la Universidad
Católica, la primera universidad particular del país. Su primer rector fue el P. Aurelio
Espinosa. Velasco fue depuesto por un golpe en agosto de 1947. Durante la década
siguiente, el temor a una revolución “roja” desató una fuerte campaña anticomunista.

Ese fue el Ecuador al que regresó Pablo Muñoz Vega, un jesuita de 45 años, con
una respetable trayectoria académica a cuestas. Vino en calidad de visitador34; su función
era recorrer la viceprovincia, dialogar con sus hermanos jesuitas e informar de todo al P.
General. El estado de la formación le satisfizo; su opinión sobre el noviciado era que
estaba en “estado de florecimiento” y que las perspectivas para la apertura del Filosofado
eran excelentes. En Sevilla y Roma se creía que había llegado la hora de que los jesuitas
ecuatorianos se erigiesen en viceprovincia independiente; para ello, debían garantizarse
suficientes vocaciones autóctonas, sostenibilidad financiera y un liderazgo adecuado. 35
Otro proyecto era la fundación de un colegio en Guayaquil, con miras a reforzar la causa
católica en la capital económica del país, viejo bastión del liberalismo, sometida a la
propaganda protestante. Estos fueron los temas principales abordados por el visitador,
quien constataba “buen espíritu” en una viceprovincia que trabajaba “hasta el
agotamiento con abnegación ignaciana”.36 Un informe de Aurelio Espinosa (1949)
clarifica el status del personal: “Con los últimos aumentos del Noviciado y Juniorado

33
Los países garantes fueron Estados Unidos, Brasil, Chile y Argentina, Fredrick B. Pike, The United States
and the Andean Republics: Peru, Bolivia and Ecuador (Cambridge, MA: Harvard University Press, 1977),
266-267.
34
Visitador: oficio creado por la CG I (decreto 91); su tarea consistía en visitar una unidad administrativa,
poniendo particular atención en la disciplina religiosa y al cumplimiento de la misión de la orden, Padberg,
O’Keefe y McCarthy, For matters of greater momento, 91, 168-169, etc. Janssens recurrió a visitadores
para enterarse de primera mano de la situación de las provincias y misiones. Respecto a su nombramiento,
Muñoz señaló: “Me parece que el padre general encontraba en mí cualidades de objetividad… y también
la prudencia suficiente”, Miranda, Torres y Rodríguez, Al cardenal Pablo Muñoz, 31. Arrupe suprimió los
visitadores, Lamet, Arrupe, 254-255.
37
“Hay una penuria enorme de sujetos aptos para gobernar las Casas. Esto se palpa cuando hay que mandar
las ternas para Superiores”, Archivo de España S.J. (Alcalá de Henares), fondo ECU 24-12, Luis Mancero,
Informe (17 de mayo de 1947).
36
“Estoy contento, porque aquí en el Ecuador hay un campo de apostolado prometedor, y la Compañía va
aumentando notablemente en vocaciones selectas”, carta del 18 de septiembre de 1948, Jouanen, Historia
S.J., 744.

8
debemos actualmente pasar un poco de los 200. Son 71 Padres, 41 Coadjutores, los demás
–unos 90- Escolares.”37

El visitador volvió a Roma para presentar su informe a Janssens, quien quedó


satisfecho y le nombró viceprovincial. Entró en funciones en septiembre de 1949; en carta
a su familia, anotó:

Finalmente estoy de nuevo en la Patria, con satisfacción, pero también con pena, porque
la encuentro tan atrasada y en muchas cosas aún tan primitiva. Pronto tomaré el
superiorato para el que se ha nombrado. Por carácter y temperamento me gustaría más la
vida de súbdito, consagrada principalmente a actividades intelectuales.38

El contexto de su gobierno (1949-55) fue muy favorable, pues se trató de uno de


los periodos de mayor estabilidad de la Historia ecuatoriana, con tres presidentes que
concluyeron sus mandatos: Galo Plaza (1948-52), José Ma. Velasco (1952-56) y Camilo
Ponce (1956-60), el primer presidente conservador desde 1895, exalumno del “San
Gabriel”.39 La paz política, sumada a su talento para el gobierno y la colaboración de sus
súbditos, le permitieron a Muñoz alcanzar logros significativos:

 La inauguración de un nuevo edificio para el “Loyola”, así como la apertura de la


Facultad interprovincial de Filosofía “San Gregorio” (1950). En esa facultad estudió
Ignacio Ellacuría, S.J. (1930-89).40
 La conclusión del proceso de Mariana de Jesús, “Azucena de Quito” (1618-45),
canonizada por Pío XII el 9 de julio de 1950.
 La erección de la viceprovincia independiente (1 de junio de 1952).41
 La construcción de nuevas sedes para los colegios “San Gabriel” y “Borja”.
 La preparación de los festejos por las bodas de oro del prodigio de la Virgen Dolorosa
(1906-56).42
 Muñoz y sus consultores planificaron la apertura de dos colegios en Guayaquil
(“Javier” y “Veinte de Abril”) y de la sección secundaria de la Escuela “Cristo Rey”
(Portoviejo). Se robusteció así la presencia de la orden en el litoral ecuatoriano.
El gobierno del P. Muñoz concluyó el 7 de agosto de 1955. Le sucedió su antiguo
discípulo, el P. Luis E. Orellana.

37
Archivo de Provincia (Quito), caja “San Gregorio”, Informe del P. Aurelio Espinosa al R.P. Provincial
acerca de la Viceprovincia del Ecuador (21 de noviembre de 1949).
38
Jouanen, Historia S.J., 743.
39
Fernando Jurado Noboa, Camilo Ponce Enríquez. El estadista. Tomo I (Quito: Centro Cultural BEAEP,
2019).
40
El “San Gregorio” funcionó en la década de 1950 en Cotocollao; allí se formó Ellacuría (1950-55). La
Provincia S.J. de Maryland otorgó un préstamo para la construcción de un nuevo edificio en unos terrenos
donados por la Sra. Urrutia, Jouanen, Historia S.J., 756-758.
41
“Viceprovincia Aequatoriana Provincia Baetica seiungitur et in Viceprovinciam independentem
erigitur”, Acta Romana Societatis Iesu 12, fasc. II (1952): 207-208.
42
El 20 de abril de 1906, cuarenta testigos -en su mayoría estudiantes del “San Gabriel”-, reportaron que
una litografía de Nuestra Señora de los Dolores abrió y cerró los ojos durante quince minutos. Después de
un proceso canónico, el hecho fue declarado auténtico por el arzobispo González Suárez. La devoción a la
Dolorosa del Colegio se extendió desde la capital al resto del país, Jouanen, Historia S.J., 665-672.

9
5. Rector del Pío Latinoamericano y de la Gregoriana (1955-63)
De vuelta a Roma, el P. Muñoz Vega asumió el rectorado del Pío Latinoamericano el 4
de noviembre de 1955. Su antecesor, el P. Mendoza Guízar, le legó dos tareas: la
celebración del centenario del colegio y la construcción de la nueva sede.43 En julio de
1957, Pío XII le nombró rector de la Pontificia Universidad Gregoriana, el alma mater de
trece papas. El legado del rector anterior, Pedro Ma. Abellán (1951-57), era significativo:
la PUG, con tres mil estudiantes provenientes de 76 naciones y distribuidos en ocho
facultades y dos escuelas, seguía siendo la universidad pontificia más prestigiosa.44

Sede actual del Pontificio Colegio


Pío Latinoamericano, inaugurada por
Pablo Muñoz (Roma, Aurelia Antica
408).

El rectorado del ecuatoriano (el primer latinoamericano en dirigir aquel venerable


centro de estudios, 1957-63) coincidió con la convocatoria del concilio y sus trabajos
previos. Muñoz relató una anécdota: durante su primera visita a la universidad, lo primero
que hizo Juan XXIII (1958-63) al bajar del automóvil fue cuadrarse militarmente ante el
pequeño jesuita ecuatoriano, diciendo: “¿Qué menos puede hacer un cabo del Ejército
italiano ante un rector de la Gregoriana?45 A la muerte del Papa Bueno, le sucedió el
cardenal Montini. Muñoz abrazó convencido el programa propuesto por Pablo VI (1963-
78). He aquí un balance de su rectorado:
Aumento de profesores en número notable, creación del Instituto de Espiritualidad,
reestructuración del Instituto de Ciencias Sociales, nuevos cursos de sociología religiosa,
nuevas cátedras, como la de ecumenismo y las corrientes teológicas del protestantismo,
apertura en la Facultad de Misionología al estudio sobre las culturas y religiones no
cristianas. (…) Juzgo que en algunos casos de importancia la timidez me impidió tomar
algunas decisiones que debí haber afrontado. Pienso, en cambio, que acerté plenamente
en no ceder a presiones de los que querían que la Gregoriana se identificara con la línea
extremista marcada por determinados personajes del Vaticano, línea que, para mí era
claro, rompía la apertura que debe tener un auténtico pensamiento universitario.46

Es una somera alusión a las tensiones de los años conciliares; por ejemplo, el
Pontificio Instituto Bíblico recibió el embate de sectores integristas que no compartían
las nuevas tendencias en la exégesis de las que fue pionero Agustin Bea, S.J. (1881-

43
Luis Medina A., Historia del Colegio Pío Latinoamericano (México: Jus, 1979), 232.
44
“Editorial”, Boletín Eclesiástico, enero-abril de 1964, 3.
45
Miranda, Torres y Rodríguez, Al cardenal Pablo Muñoz, 35.
46
Otros logros fueron la creación del fondo económico para la biblioteca, la publicación de nuevas
colecciones y la anexión al campus del Palazzo Frascara, Miranda, Torres y Rodríguez, Al cardenal Pablo
Muñoz, 34. Su sucesor en el rectorado hizo un elogio de Muñoz, Edoardo Dhanis, “Sollemnis Instauratio
Studiorum anni accademici 1963-1964”, Liber Annualis (1964) 11-16.

10
1968).47 El rector participó de la preparación del concilio como miembro de la comisión
De seminariis, de studiis, et de educatione catholica. Al concluir su gestión (verano de
1963), Muñoz se mudó al Bellarmino. Janssens había pensado en él como rector de ese
colegio romano, transformado en una comunidad de jesuitas en estudios especiales
(carácter que conserva hasta hoy). Sin embargo, la correspondencia advirtió a Muñoz que
en Quito se hablaba de su promoción al episcopado. “Casi me pareció una broma
semejante rumor”.48

6. Arzobispo y cardenal. El espíritu de Medellín (1964-70)

Poco tiempo después, el cardenal Confalonieri, presidente de la Pontificia Comisión para


América Latina, le preguntó, en nombre del papa, si estaría dispuesto a prestar un nuevo
servicio a la Iglesia: aceptar la promoción al episcopado para la arquidiócesis de Quito.
Como buen jesuita, un estupefacto Muñoz pidió audiencia al P. General, quien le confesó
que había agotado todos los recursos para disuadir a la Santa Sede.
En ese momento, me encontraba con la aspiración de adentrarme en el campo de los
estudios a velas desplegadas. El venir a un cargo tan diverso significaba cortar amarras y
quemar velas. Sin embargo, había una circunstancia que debía valorar y era la voluntad
del Papa. Hubo también otra circunstancia: el Cardenal de Quito, Mons. Carlos María de
la Torre, uno de los grandes hombres de la Iglesia, estaba prácticamente imposibilitado
en su salud.49

Pablo Muñoz Vega, S.J. fue proclamado obispo titular de Ceramo y coadjutor de
la arquidiócesis de Quito sedi datus, con todas las facultades de obispo residencial
(febrero de 1964). Escogió por lema Aeterna veritas, vera caritas.50 La consagración
episcopal tuvo lugar el 19 de marzo de 1964, en Sant’ Ignazio, la misma iglesia donde
recibió el presbiterado tres décadas atrás. El consagrante fue Confalonieri.
La sede quiteña, creada en 1545, había estado ocupada por nombres ilustres: José
Ignacio Checa, Federico González Suárez, Manuel Ma. Pólit ... Carlos de la Torre, el
primer cardenal ecuatoriano, venía gobernando la arquidiócesis desde 1933. La capital
del Ecuador tenía 400 000 habitantes. Un desafío pastoral era la incipiente secularización;
según estimaciones, apenas el 40% de los católicos cumplían el precepto dominical.51 En
lo político, el cuarto gobierno de Velasco Ibarra (1960-1961) terminó con un golpe de

47
Juan María Laboa, Historia de la Iglesia Católica, Tomo V: Edad Contemporánea (Madrid: BAC, 2004),
474-477. “Tal actitud la juzgué contraria al auténtico progreso de las ciencias eclesiásticas y a la misma
misión de la Iglesia frente al mundo”, Miranda, Torres y Rodríguez, Al cardenal Pablo Muñoz, 35.
48
Miranda, Torres y Rodríguez, Al cardenal Pablo Muñoz, 36.
49
Ortiz, Su Eminencia, 626.
50
Sacra Congregatio Consistorialis, “Provisio Ecclesiarum”, AAS 56 (1964), 460.
51
“Las dificultades y complicaciones que en el campo pastoral se presentan como anexas a la inquietud y
a la crisis de la hora presente, el crecimiento de la población de nuestras ciudades y parroquias” eran
sobrados motivos para la nómina de un obispo auxiliar, “La promoción del Excmo. Pablo Muñoz Vega,
S.J. a la Sede Quitense”, Boletín Eclesiástico, enero-abril de 1964, 70-71.

11
Estado. El principal legado de la junta militar que gobernó entre 1963 y 1966 fue la
reforma agraria.
La expectativa en el católico Ecuador era enorme. El nuevo pastor llegó a Quito
el 6 de junio. La recepción fue concurrida y afectuosa; Muñoz agradeció al cardenal de la
Torre, a quien llamó “antorcha del Evangelio” e hizo votos para que el Ecuador sea una
sola familia, “sin hirientes contrastes de riqueza y pobreza”.52 Acto seguido, oró en el
santuario de la Dolorosa, que los jesuitas estaban construyendo junto al “San Gabriel”.
Por la tarde, tomó posesión de su sede en la catedral. Pocos meses después, le
correspondió implementar la reforma litúrgica. En efecto, una instrucción de la Sagrada
Congregación de Ritos dictaminó que la entrada en vigor del novus ordo fuese el primer
domingo de cuaresma, 7 de marzo de 1965.53
En julio de 1965 eclosionó el malestar popular contra la represiva junta militar y
se registraron choques violentos en las calles de Quito. El arzobispo y su coadjutor
hicieron un llamado a la concordia; Muñoz añadió que el problema de fondo era la crisis
nacional, que consistía en “un desarrollo económico-social tan deficiente que cada día se
agudiza más la situación de pobreza y aún de miseria en muy extensos sectores de nuestro
pueblo” y anunció que se gestaba una nueva conciencia por la promoción de la
“transformación social y humana”.54
El 11 de septiembre, el episcopado ecuatoriano viajó para asistir a la cuarta sesión
del Vaticano II. En esa última sesión se aprobaron las constituciones Dei Verbum y
Gaudium et Spes, así como seis decretos y la controversial declaración de libertad
religiosa. El 16 de noviembre, una veintena de obispos, en su mayoría latinoamericanos,
participaron del célebre “Pacto de las Catacumbas”. Pablo Muñoz no firmó la declaración;
el único ecuatoriano presente en ese momento crucial fue Leonidas Proaño, obispo de
Riobamba (1954-85).55
Dos años después parecía que los cambios iban demasiado rápido para el gusto de
algunos. El concilio rompió una presa y desencadenó un torrente de renovación, retenida
desde hacía tiempo. Se volvió a hablar en Occidente de la muerte de Dios; se percibía una
menor asistencia al culto y una disminución de vocaciones sacerdotales. La crisis tardó
algunos años en hacerse sentir en Ecuador. Mons. Muñoz puso empeño en la renovación
pastoral, la organización de parroquias y la orientación doctrinal del clero y de los fieles.
En la asamblea del CELAM, fue electo primer vicepresidente; la presidencia recayó en
Avelar Brandao Vilela, arzobispo de Teresina (Brasil), en reemplazo del recientemente

52
Pablo Muñoz Vega, “Discurso pronunciado por S. Excia. en el Acto Social Gratulatorio”, Boletín
Eclesiástico, enero-abril de 1964, 85-94.
53
Ortiz, Su Eminencia, 638-641.
54
Pablo Muñoz, “El Excmo. Obispo Coadjutor de Quito pide a todos contribuir para un sólido
entendimiento en bien de la Patria”, Boletín Eclesiástico 72, no. 8 (agosto de 1965): 271-272.
55
Virginia R. Azcuy, “La pobreza de la Iglesia y los signos de los tiempos. Medellín como recepción
inacabada del Vaticano II”, Revista Teología 110 (abril 2013): 111-138; Nelly y Nidia Arrobo R., eds.,
Quedan los árboles que sembraste: testimonios sobre Monseñor Leonidas Proaño (Quito: Fundación
Pueblo Indio del Ecuador/ La Tierra, 2008).

12
fallecido Manuel Larraín (1900-66).56 El 10 de septiembre de 1967, ante la renuncia del
nonagenario cardenal, Pablo Muñoz se posesionó como arzobispo de Quito.57
La prensa había creado la imagen de Pablo VI como un progresista, lo que pareció
confirmarse con sus viajes y con la encíclica social Populorum Progressio. En cuanto a
la sexualidad y la planificación familiar, la opinión pública -también en Ecuador-
esperaba una liberalización de la doctrina, pues el control demográfico estaba asociado
con el desarrollo. Humanae vitae (julio de 1968) terminó con la ilusión del papa
reformista. Las críticas a la encíclica fueron múltiples, hasta el punto de evidenciar “una
separación brutal entre el papa y el mundo”.58
En el espíritu del Vaticano II, el arzobispo de Quito amplió su mirada a escala
continental. Era un momento providencial: la Iglesia latinoamericana, fundada a finales
del siglo XV, llegaba a su madurez, de la mano de una generación de grandes pastores;
además de Muñoz, es obligatorio mencionar a Hélder Câmara, Manuel Larraín, Marcos
McGrath, Eduardo F. Pironio, Samuel Ruiz… A mediados de los años sesenta, pese a su
incipiente industrialización, América Latina seguía siendo un continente atrasado.
Millones abandonaban el agro para poblar los cinturones de miseria de Ciudad de México,
Caracas, Bogotá, Lima, Sao Paulo, Buenos Aires… La urbanización era acelerada,
fenómeno que significó todo un reto pastoral. El desempleo se disparó y amplias capas
de la población quedaron desatendidas en salud, educación y vivienda. La reforma agraria
o la revolución violenta parecían las únicas salidas.59 Después de la Revolución Cubana
se temía una oleada de insurrección; en 1966 cayó en combate el colombiano Camilo
Torres, arquetipo del cura guerrillero. Con la muerte del Che Guevara en Bolivia, la causa
revolucionaria halló al mártir que necesitaba. El 2 de octubre de 1968 se produjo la
matanza de estudiantes en Tlatelolco (México). Y en Ecuador, el triunfador de las
elecciones de 1968 fue, por quinta ocasión, Velasco Ibarra.
En ese contexto, algunos prelados se aproximaron de una forma renovada a los
problemas sociales. En general, la postura del episcopado era favorable a una
redistribución de tierras. En 1968, Mons. Pironio, obispo auxiliar de Mar del Plata y
secretario general del CELAM, ultimaba los preparativos de la II Conferencia General,
que tendría lugar en Medellín con el tema La presencia de la iglesia en la actual
transformación de América Latina a la luz del Vaticano II. La gran novedad era la
presencia de Pablo VI. Pironio y Muñoz, entre otros, vislumbraron el objetivo de la
asamblea: que la Iglesia latinoamericana se preguntase ante Dios acerca de su identidad
y de su misión, de frente a pueblos enteros que esperaban la salvación integral anunciada

56
Alberto Methol Ferré et al., CELAM. Elementos para su historia (Bogotá: CELAM, 1980), 94-99.
57
Ortiz, Su Eminencia, 661-662.
58
Laboa, Edad Contemporánea, 499; “’No’ dijo el Papa a la píldora…”, Vistazo, septiembre de 1968, 91-
102.
59
La administración Kennedy (1961-63) emprendió la Alianza para el Progreso, un programa de ayuda
para el desarrollo, con el doble objetivo de evitar una revolución marxista y de aumentar la influencia
estadounidense en América Latina. Las guerrillas rurales se extendieron por Venezuela, Perú, Guatemala
y Colombia; en cuanto a la guerrilla urbana, surgieron los tupamaros (Uruguay) y los montoneros
(Argentina), Edwin Williamson, Historia de América Latina (México: FCE, 2013), 332-346.

13
por Jesucristo.60 Populorum Progressio había sido recibida con entusiasmo, pero la
venida de Pablo VI tuvo sus críticos: ¿acaso el Santo Padre va a bendecir la injusticia
institucionalizada y la represión? En la otra orilla, los cambios inquietaban a buena parte
del clero y del laicado; al fin y al cabo, durante mucho tiempo la Iglesia había sostenido
un acuerdo tácito con los terratenientes y con los conservadores, quienes ahora temían
una aproximación al marxismo.
La visita de Pablo VI fue un hito (22-24 de agosto de 1968). En su discurso ante
el episcopado, no ocultó su viva emoción ante un evento histórico: la primera vez que el
Sucesor de Pedro visitaba la tierra de Rosa de Lima y Mariana de Jesús, de Juan Diego y
de Martín de Porres en una hora decisiva:
La obra no está acabada. Más aún, el trabajo realizado denuncia sus límites, pone en
evidencia las nuevas necesidades. (...) Nos compartimos vuestra pena y vuestro temor,
Hermanos. Desde lo alto de la mística barca de la Iglesia, también Nos y no en menor
grado, sentimos la tempestad que nos rodea y nos asalta.61

Medellín significó la recepción del Vaticano II en América Latina.62 La asamblea


comenzó (24 de agosto) con siete ponencias centrales, entre las que menciono: Los signos
de los tiempos (McGrath, Panamá), Interpretación cristiana de los signos de los tiempos
(Pironio) y La evangelización en América Latina (Ruiz, México). Muñoz pronunció la
sexta ponencia: La puesta al día de las estructuras pastorales en la Iglesia
latinoamericana con miras a su unidad63, que resaltó aspectos como la renovación
conciliar, la desorientación en buena parte del clero y del laicado, el peligro de la
polarización, las tensiones del aggiornamento… Hizo un llamado a atender a los
seminaristas y sacerdotes jóvenes, a los universitarios y a la juventud obrera. El texto
revela el carácter mesurado del arzobispo de Quito y su sintonía con el pensamiento del
papa Montini. En su visión, los extremismos –tanto la contestación carismática como el
juridicismo- amenazaban la unidad eclesial y la sana reforma:
Para lograr este feliz resultado es de suma importancia la idea orientadora que nuestro
Santo Padre Pablo VI nos dio a propósito del cambio de las estructuras sociales, pero que
es aún, si cabe, más necesaria al tratarse del cambio de las estructuras eclesiales: “la llave
para resolver el problema -nos dice- la ofrece un doble esfuerzo, simultáneo, armónico y
recíprocamente benéfico: proceder así a una reforma de las estructuras pero que sea
gradual y por todos asimilable.”64

60
Avelar Brandao Vilela y Eduardo F. Pironio, “Presentación”, en CELAM, La Iglesia en la actual
transformación, 9-12.
61
Pablo VI, “Discurso de apertura”, en CELAM, La Iglesia en la actual transformación, 25-38.
62
Los asistentes fueron 247 (obispos, presbíteros delegados de las conferencias episcopales, religiosos y
laicos -invitados en calidad de expertos-, etc. Virginia R. Azcuy, Carlos Schickendantz y Eduardo Silva,
Teología de los signos de los tiempos latinoamericanos (Santiago de Chile: Universidad Alberto Hurtado,
2013).
63
El arzobispo explicó que la vida espiritual del clero y de los seglares comprometidos estaba polarizada
entre “una insatisfacción que crece hasta la angustia” y el llamado urgente por “la edificación de un mundo
nuevo”, Pablo Muñoz Vega, “La puesta al día de las estructuras pastorales en la Iglesia latinoamericana
con miras a su unidad”, en CELAM, La Iglesia en la actual transformación, 231-247.
64
Muñoz, “La puesta al día”, 238. Cita la homilía de Pablo VI en Bogotá (23 de agosto de 1968).

14
Entre los criterios para el aggiornamento pastoral, el arzobispo de Quito mencionó
una visión justa de las relaciones entre sacerdocio y laicado, la revitalización de las
relaciones entre obispos, presbíteros y diáconos, la apertura a los carismas, el respeto del
principio de subsidiariedad y el testimonio de pobreza. En varios pasajes se advierten
resonancias de las ideas de De Lubac (Meditación sobre la Iglesia): el apóstol de hoy
debe evitar la tentación de glorificar nostálgicamente un supuesto pasado ideal.
La última ponencia estuvo a cargo de otro ecuatoriano. Leonidas Proaño había
participado en Roma del Pacto de las Catacumbas (16 de noviembre de 1965) y con su
apostolado de reivindicación y defensa del pueblo indígena se estaba convirtiendo en un
referente continental. El obispo de Riobamba era el presidente del Departamento de
Pastoral de Conjunto; por tanto, habló sobre la coordinación pastoral. Su ponencia fue
valiente y concreta; criticó la explotación de los indígenas a manos de una élite blanca-
mestiza, que se consideraba a sí misma católica practicante.65 La situación descrita por
Proaño no era exclusiva de la Sierra ecuatoriana: con variantes, se replicaba desde México
hasta el Cono Sur. El “obispo de los indios” advirtió que ya han comenzado a levantarse
las voces de protesta y vislumbró la postura que debía asumir la Iglesia: la defensa de los
empobrecidos.
La conferencia continuó con el trabajo de las dieciséis comisiones y
subcomisiones encargadas de elaborar las aplicaciones pastorales, recogidas en el
documento final, aprobado por el papa en octubre.66 Dos fueron los motivos conductores
de esas conclusiones: los pobres y la liberación. Medellín mostró al pueblo fiel de Dios
el nuevo rostro de una Iglesia que quería ser signo e instrumento efectivo de salvación,
en medio del kairós que vivía el continente. Las conclusiones evidenciaron, pese a
algunas ambigüedades, una recepción fiel, selectiva y creativa del concilio, en concreto
de Lumen Gentium y de Gaudium et spes; Populorum Progressio fue también muy
influyente. Medellín se convirtió en la carta de identidad del catolicismo latinoamericano
contemporáneo, que hoy se expresa en el pontificado de Francisco.67
Muñoz y Proaño eran los referentes de la Iglesia ecuatoriana, pero no estuvieron
solos. En esos años comenzó la actividad pastoral y social de un puñado de sacerdotes,
religiosos y religiosas comprometidos con el espíritu del concilio y con la liberación
integral. Esos pioneros le enseñaron a la muy tradicional Iglesia ecuatoriana un nuevo y
urgente concepto: el apostolado social.68 El 28 de abril de 1969 se hizo pública la noticia
de que Mons. Muñoz sería elevado al cardenalato; recibió la birreta en el tercer consistorio
del pontificado de Pablo VI, junto a otros treinta y tres cardenales. Por tanto, asistió como
cardenal primado del Ecuador a la asamblea extraordinaria del Sínodo de los Obispos

65
Los terratenientes, según el prelado, explotan al pueblo sin ninguna misericordia, pero lo hacen con
“elegancia e ingenio”, hasta el punto de hacerse agradecer como grandes benefactores, Leonidas Proaño,
“Coordinación pastoral”, en CELAM, La Iglesia en la actual transformación, 252-272.
66
CELAM, II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano: Conclusiones (Bogotá: CELAM,
1968).
67
John Lynch, Dios en el Nuevo Mundo (Barcelona: Crítica, 2012), 458-465.
68
Menciono a los padres José Carolo en el sur de la ciudad y a John Halligan, S.J., quien trabajó por la
promoción de los niños lustrabotas del centro de Quito; en Guayaquil destacó el carismático José Gómez
Izquierdo.

15
(octubre de 1969) y a la segunda asamblea ordinaria del mismo Sínodo (sobre la justicia
en el mundo, septiembre-noviembre de 1971), que presidió junto a los cardenales Léon
É. Duval y John J. Wright.

Algunos de los “santos padres de la Iglesia latinoamericana”, de izquierda a derecha: Manuel Larraín
(obispo de Talca, 1900-66), Helder Câmara (arzobispo de Olinda y Recife), 1909-99 y Leonidas Proaño
(obispo de Riobamba, 1910-88), “el obispo de los indios”.

7. Pastor en tiempos difíciles (1970-1979)


Durante los años 70 se vivieron convulsiones inéditas en la Iglesia ecuatoriana. Methol
Ferré resalta la paradoja de que la contestación en el seno de la Iglesia latinoamericana
no llegó para abrir las puertas, sino que empezó después de que se abrieron.69 Esa crisis,
quizá necesaria, coincidió con la dictadura militar más larga de la historia nacional (1972-
79) y el boom petrolero. Como en otros países, la vida consagrada emprendió tanto el
regreso a sus fuentes como el aggiornamento, en medio de una crisis de identidad.
Después del Vaticano II –por mencionar un caso-, los jesuitas ecuatorianos se entregaron
a la educación y al apostolado social con renovado fervor, en medio de ideologizaciones
y conflictos internos. Muñoz presenció la disminución de la viceprovincia, de 255
miembros en 1965, a 173 diez años más tarde. La Facultad de Filosofía por él fundada
fue clausurada.70
Otro problema característico de esa época fue la crisis de la autoridad, como lo
ejemplificó el caso de un párroco de Quito, Virgilio Cammarata. Este comboniano
italiano firmó, como parte de un grupo de reflexión de jóvenes sacerdotes, un manifiesto
que cuestionó abiertamente al arzobispo por el anunciado nombramiento de dos obispos
auxiliares sin consultar al clero quiteño. Cuando Cammarata fue llamado de vuelta a Italia
por sus superiores, estudiantes de la PUCE se congregaron en el aeropuerto y le
impidieron abordar el avión. Horas después, el religioso fue entregado sano y salvo a

69
Alberto Methol Ferré, “De Medellín a Puebla”, en Alberto Methol Ferré et al., CELAM. Elementos para
su historia, 101-110.
70
Catalogus Viceprovinciae Aequatorianae S.I. (1965-75).

16
Mons. Muñoz. Este “secuestro” fue muy comentado por la prensa.71 Conflictos de ese
tipo –incluyendo una huelga de los seminaristas- fueron la tónica de la década.72
Más grave fue la incursión del Ejército (12 de agosto de 1976) al Hogar “Santa
Cruz”, la residencia de Mons. Proaño, durante una reunión de trabajo con prelados y
teólogos latinoamericanos (diecisiete obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, entre ellos
Adolfo Pérez Esquivel, Nobel de la Paz 1980). Al parecer, el Ministerio del Interior
recibió la denuncia de que se había reunido un grupo subversivo. Proaño y sus
compañeros fueron detenidos y trasladados a Quito. Los consulados levantaron su
protesta y el cardenal tuvo que hacer escuchar su voz ante la junta para resolver el penoso
incidente.73 Una historia objetiva de las tensiones del posconcilio en el Ecuador está
pendiente; por el momento cito a Benítez, quien sostiene que Muñoz fue el gran apoyo
de Proaño en el seno de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, pues buena parte del
episcopado tendió a aislar al obispo de los indios, acusado de marxista.74
El cardenal ecuatoriano asistió a los dos cónclaves de 1978. El primer destino
internacional de Juan Pablo II (1978-2005) fue México, para inaugurar la III Conferencia
General del CELAM (enero-febrero de 1979). Mucha agua había corrido debajo del
puente. La Teología de la Liberación estaba en auge y causaba preocupación en Roma.75
En todo caso, en Puebla, los obispos hablaron libremente sobre la evangelización en el
presente y en el futuro del continente. El siguiente párrafo resume bien lo sucedido
después de Medellín:
El crecimiento demográfico ha desbordado las posibilidades actuales de la Iglesia para
llevar a todos la Buena Nueva. También por falta de sacerdotes, por escasez de vocaciones
sacerdotales y religiosas, por las deserciones producidas, por no haber contado con laicos
comprometidos (…). Los ministros de la Palabra, las parroquias y otras estructuras
eclesiásticas resultan insuficientes para satisfacer el hambre de Evangelio del pueblo
latinoamericano. Los vacíos han sido llenados por otros…76

El diagnóstico fue profundo, pero lo más importante fue la gran elección del
episcopado, delante del Señor: la “opción preferencial por los pobres”. Gutiérrez resaltó
la continuidad de Puebla con Medellín; en su opinión, la opción por los pobres no fue una
actitud paternalista, sino un compromiso profético para luchar por los “crucificados de la
tierra”, con miras a incidir en las estructuras sociales, para que los pueblos puedan vivir

71
Hugo Mas, “El día que raptaron al Padre Cammarata”, Vistazo, abril de 1969, 122-127.
72
En el caso de los jesuitas, tuvieron que cerrar su noviciado y filosofado, así como el “Loyola”. En diálogo
con el autor, Giovanni Botasso, SDB (1936-2019), recordó los muchos “dolores de cabeza” que el clero
provocó al cardenal, 15 de noviembre de 2019.
73
Los autores de izquierda recriminan al nuncio apostólico por a ver denunciado el encuentro ante las
autoridades militares, Edgard R. Beltrán, “Obispo Leonidas Proaño. La bondad de un profeta”, en Arrobo
y Arrobo, eds., Quedan los árboles que sembraste, 110-119.
74
José Benítez, entrevista con el autor, 8 de enero de 2020.
75
Lynch, Dios en el Nuevo Mundo, 445-453.
76
CELAM, Puebla. La evangelización en el presente y en el futuro de América Latina (Lima: CELAM,
1979), 62.

17
en libertad su vocación de hijos de Dios.77 Puebla proveyó una eclesiología que ahondó
en la imagen conciliar del pueblo de Dios y desarrolló el tema de la evangelización de la
cultura.
En su condición de Gran Canciller de la Universidad Católica, el cardenal Muñoz
se preocupó de la marcha de esa obra confiada a la Compañía de Jesús. Durante el
rectorado del filósofo Hernán Malo, S.J. (1971-78), la PUCE se colocó en la vanguardia
de la investigación y del compromiso con el país, pero no faltaron las tensiones entre
renovadores y tradicionalistas. De todas formas, se consiguió fundar la Facultad de
Teología, una vieja aspiración de la Iglesia ecuatoriana. Otros logros fueron la creación
de “Munera” (una obra solidaria diocesana, 1977), de Radio Católica (1981) y la
construcción de un hogar de reposo para los sacerdotes ancianos: la Casa Sacerdotal del
Corazón de Jesús.

El Cardenal Muñoz y el primer


presidente de la República luego
del retorno a la democracia,
Jaime Roldós (1979-81).

Últimos años y legado (1979-94)

Ecuador volvió a la democracia en 1979. A esas alturas, el cardenal era todo un referente
de la vida nacional, respetado por la clase política y los intelectuales. Durante la
presidencia de Jaime Roldós (1979-81), Su Eminencia fue miembro de la comisión de
notables que medió durante la pugna de poderes entre el Ejecutivo y el Legislativo. El
fenómeno del Niño de 1983 causó estragos en el litoral; el cardenal formó parte de la
campaña nacional “Unidos somos más”, que procuró aliviar la situación de los
damnificados. Al año siguiente, presentó su renuncia al gobierno pastoral de su diócesis.
A la espera de una respuesta de Roma, el 29 de enero de 1985 le correspondió dar la
bienvenida a Juan Pablo II, la primera visita de un papa al Ecuador. El Santo Padre visitó
Quito, Latacunga, Cuenca y Guayaquil.78 Para el anciano prelado, esas tres jornadas
fueron las más felices de su ministerio.

77
Puebla resaltó también el respeto incondicional a la dignidad de la persona humana, en un contexto
latinoamericano de atropellos contra los derechos humanos, particularmente graves en el Cono Sur,
Gustavo Gutiérrez, “Pobres y liberación en Puebla”, Páginas 4 (1979): 1-32.
78
He aquí, en breve, el itinerario de Juan Pablo II. Quito, Iglesia de la Compañía: encuentro con los
intelectuales; Plaza de San Francisco: encuentro con los trabajadores; misa campal en el parque La Carolina;

18
Juan Pablo II aceptó su renuncia en junio de 1985. A finales de ese año, el cardenal
participó en la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, convocado con
motivo de los veinte años de la clausura del concilio. El balance fue agridulce.79 A partir
de entonces, Muñoz vivió retirado en la casa del Corazón de Jesús. Hizo acopio de fuerza
para asistir, con casi noventa años, a la IV Conferencia General del CELAM en Santo
Domingo (octubre de 1992). Murió el 3 de junio de 1994. Fue enterrado en la catedral
primada, acompañado por el pueblo y sus hermanos del episcopado; asistieron el
presidente Sixto Durán Ballén (1992-96) -quien decretó tres días de luto nacional- y la
cúpula del gobierno.

Así se despidió un intelectual, un pastor y un patriota. Su poderoso intelecto se


fundamentó siempre en san Agustín. Fue el líder espiritual indiscutido de la nación: “se
impuso por los conceptos precisos, el pensamiento diáfano, la unción del asceta, la
autoridad de un pontífice”.80 Acerca de la alineación eclesial de Muñoz Vega, lo califico
como un reformista moderado. Era lo suficientemente inteligente y dialogante para
comprender que la Iglesia necesitaba cambios. Si bien su formación fue preconciliar,
comprendió que la mentalidad eclesiástica de su juventud correspondía a un insostenible
“estado de sitio”; en consecuencia, trató de abrirse a los problemas contemporáneos.
Factor decisivo para su ministerio fue su cercanía con G. B. Montini; al frente de la Iglesia
quiteña, Muñoz se identificó plenamente con el programa expuesto en Populorum
Progressio. Aquel jesuita -uno de los ecuatorianos más universales- se entregó, ante todo,
a la gente sencilla. Como cardenal, siempre tuvo una palabra de autoridad, oportuna y
clara, en defensa del pueblo ecuatoriano. Su personalidad y obra deben entenderse en la
perspectiva del Vaticano II, de Medellín, de Puebla. Por todo eso, Muñoz pertenece con
todo derecho a aquella pléyade de pastores con que Dios bendijo a nuestra América en la
era posconciliar.

El 21 de febrero de 2013, el arzobispo de Quito, Fausto Trávez, promulgó el


decreto de inicio de la causa de beatificación de Pablo Muñoz Vega. El postulador
diocesano, P. Benítez, ha recopilado desde entonces amplia información. Salvando el
debido sigilo, me ha compartido un dato vital: durante la etapa diocesana del proceso,
buena parte de los sacerdotes, religiosos y religiosas han resaltado la extrema bondad de
Pablo Muñoz y más de uno repitió convencido: “yo era el preferido del cardenal”.81
¿Cómo es eso posible? El otro Pablo nos puede ayudar a comprender tal misterio: “Me
he hecho débil con los débiles para ganar a los débiles. Me he hecho todo a todos para
salvar a toda costa a algunos” (1 Cor. 9:22).

Latacunga: encuentro con los pueblos indígenas (es muy significativo que ese encuentro no se haya
realizado en Riobamba); Cuenca: visita a la Catedral y misa campal en Miraflores; Guayaquil: visita al
suburbio, encuentro con los jóvenes y misa de beatificación de Mercedes Molina en Los Samanes.
79
El cardenal Ratzinger decía en 1985: “Resulta incontestable que los últimos veinte años han sido
decisivamente desfavorables para la Iglesia católica. Los resultados que han seguido al Concilio parecen
oponerse cruelmente a las esperanzas de todos, comenzando por las del papa Juan XXIII y, después, las de
Pablo VI”, Joseph Ratzinger y Vittorio Messori, Reporte sobre la fe (Madrid: BAC, 1985), 35.
80
Jorge Salvador Lara, “Pablo, cardenal Muñoz Vega”, El Comercio, 10 de junio de 1994, 4.
81
Benítez, entrevista con el autor, 8 de enero de 2020.

19
Fuentes y bibliografía
Archivo S. J. de España (Alcalá de Henares)
Fondo “Ecuador”.
Archivo de la Provincia Ecuatoriana de la Compañía de Jesús (Quito).
Fondos “Pablo Muñoz Vega” y “Francisco Miranda”; caja “San Gregorio”.
Noviciado San Ignacio (Quito).
Elenchus admissorum (1874-1934).

Fuentes primarias
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“Editorial”, “La promoción del Excmo. Pablo Muñoz Vega, S.J. a la Sede Quitense”.
Boletín Eclesiástico, enero-abril de 1964: 3-4, 70.
“’No’ dijo el Papa a la píldora…” Vistazo, septiembre de 1968: 91-102.
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Boletín Eclesiástico, agosto de 1965, 271-272.
_______ “El Excmo. Obispo Coadjutor de Quito pide a todos contribuir para un sólido
entendimiento en bien de la Patria”. Boletín Eclesiástico, agosto de 1965, 271-272.
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(1964), 460.

Entrevistas
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Botasso, Giovanni. Salesiano, misionero y antropólogo. Noviembre de 2019.

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agustiniana del cardenal Pablo Muñoz Vega, S.J. Roma: PUG, 2019.
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