Muñoz Vega Def
Muñoz Vega Def
Muñoz Vega Def
1. Sección historiográfica
Pablo Muñoz Vega fue un intelectual y prelado que influyó en la Iglesia de América
Latina durante las décadas de 1960 y 1970 -fue primer vicepresidente del Consejo
Episcopal Latinoamericano (CELAM)-; sin embargo, poco se ha escrito sobre él fuera de
su país. Hay que reconocer que ha sido eclipsado por figuras como Hélder Câmara y
Eduardo Pironio, así como por Gustavo Gutiérrez y todo lo relacionado con la Teología
de la Liberación. En la bibliografía sobre el cardenal Muñoz destacan los aportes de su
1
secretario, el historiador Francisco Miranda, S.J.1, quien recurrió a textos autobiográficos
del cardenal, a correspondencia y a los archivos de la Gregoriana y de la Provincia
Ecuatoriana S.J. Miranda consigue reconstruir una larga trayectoria de servicio, así como
la evolución de un pensamiento que giró siempre en torno a Agustín, pero que también
supo leer los “signos de los tiempos”. Otro aporte, que ubica a Muñoz en el contexto
ecuatoriano, es el de Jouanen y Villalba, Historia de la Compañía de Jesús en la
República del Ecuador.2
En cuanto a la propia producción de Muñoz, tenemos su tesis, La psicología de la
conversión según san Agustín, publicada en entregas en Gregorianum (1941-42). Su obra
más representativa es Introducción a la síntesis de san Agustín (1945)3, a la que siguió
Causalidad filosófica y determinismo científico (Gregorianum, 1946). Antes de su
promoción al episcopado escribió Fe e inteligencia en la génesis de la ciencia moderna.4
Sus cartas pastorales fueron publicadas por el Boletín Eclesiástico de la Arquidiócesis de
Quito (1964-85). Su ponencia en la II Conferencia General del CELAM (1968) está
incluida en el primer volumen de documentos.5 Con motivo de los cincuenta años de
aquella conferencia, Diego Jiménez, Jorge Núñez y Mauro Cuevas -profesores de la
Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE)- publicaron el volumen Medellín:
memoria y profecía, que analiza las ponencias de los obispos ecuatorianos (Muñoz y
Proaño) e incluye sendos capítulos sobre el contexto histórico, la eclesiología de Medellín
y la espiritualidad y la religiosidad popular latinoamericanas.6 Por último, en 2019,
Angélica Andrade culminó una tesis doctoral (Gregoriana, Instituto de Espiritualidad)
sobre el itinerario interior del cardenal.7
Para una más prolija investigación sobre Muñoz Vega se deben revisar los
archivos de la Provincia Ecuatoriana (Quito)8, de la PUCE, de Alcalá de Henares (fondo
“Ecuador”), el Archivum Romanum S.I., la secretaría de la Gregoriana, así como el
archivo del Colegio Pío Latinoamericano (Roma). En enero de 2020, la Biblioteca
Ecuatoriana “Aurelio Espinosa Pólit” (Quito) inauguró el fondo del cardenal, legado por
1
Francisco Miranda, Pablo Muñoz Vega: expresión de humanismo eclesial en servicio (Quito: PUCE,
1984); Francisco Miranda, Carlos Torres y Miguel A. Rodríguez, eds., Al cardenal Pablo Muñoz Vega, S.J.
(Quito, 1994). La primera obra, un homenaje con motivo de sus bodas de oro sacerdotales, contó con el
beneplácito del cardenal. La segunda es un homenaje póstumo, escrito en colaboración.
2
José Jouanen, Historia de la Compañía de Jesús en la República del Ecuador (Quito, 2003), 709-748.
Jorge Villalba, S.J. editó y completó los manuscritos legados por Jouanen, antiguo superior de la Misión.
La obra fue publicada por la Provincia Ecuatoriana, pero Villalba renunció a figurar como autor.
3
He revisado la segunda edición: Pablo Muñoz Vega, Introducción a la síntesis de San Agustín (Quito:
PUCE, 1981).
4
Pablo Muñoz Vega, Fe e inteligencia en la génesis de la ciencia moderna (Roma: Editrice Università
Gregoriana, 1965).
5
Pablo Muñoz Vega, “La puesta al día de las estructuras pastorales en la Iglesia latinoamericana con miras
a su unidad”, en CELAM, La Iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del Concilio.
I. Ponencias (Bogotá: Secretariado General del CELAM, 1969), 229-247.
6
Diego Jiménez, Jorge Núñez y Mauro Cuevas, eds., Medellín: memoria y profecía (Quito: PUCE, 2020).
7
Angélica Andrade, Una sola Verdad y dos amores. La dimensión espiritual-agustiniana del cardenal
Pablo Muñoz Vega, S.J. (Roma: PUG, 2019).
8
Una veintena de cajas marcadas “Cardenal Muñoz Vega” y “Francisco Miranda” contienen
correspondencia y documentos de sus etapas como viceprovincial y arzobispo.
2
la arquidiócesis.9 Es de esperar que la causa de beatificación en curso –está por concluir
la fase diocesana- genere una Positio; el vicepostulador es José Benítez, S.J., quien me
concedió una iluminadora entrevista.
9
La BEAEP es una obra jesuítica. El fondo consiste en la biblioteca personal del cardenal.
10
Edin Hurtado, Historia de la Diócesis de Tulcán (Quito: Don Bosco, 2015), 187; Jouanen, Historia S.J.,
741-742; “Editorial”, Boletín Eclesiástico, enero-abril de 1964, 3-4.
11
Enrique Ayala Mora, Historia de la Revolución Liberal Ecuatoriana (Quito: CEN, 2002).
12
El párroco era hermano de Manuel Reyes, S.J. (1883-1936), quien desempeñó cargos en Riobamba y
Quito antes de ser nombrado administrador apostólico de Portoviejo. David Chamorro Espinosa, Los
jesuitas en Manabí y Esmeraldas. Historia de una Misión, 1918-1962 (Quito: PUCE, 2018), 132-143.
13
Gonzalo Ortiz Crespo, Su Eminencia. El cardenal Carlos María de la Torre y el Ecuador de su tiempo
(Quito: Plaza Grande, 2018), 630.
14
Noviciado San Ignacio (Quito), Elenchus admissorum (1874-1934).
3
Griego, Historia... Hacia 1923 comenzó la Filosofía, junto a una decena de compañeros,
y fue entonces cuando eclosionó su enorme talento. En 1924, se creó la Provincia Bética
(Andalucía) y la Misión Ecuatoriana fue adscrita a ella.15
En julio de 1925 se produjo una ruptura en la política ecuatoriana. Un grupo de
oficiales reformistas depuso al presidente liberal Gonzalo Córdova. Terminó así la
dominación bancaria (plutocracia) y se abrió una época de inestabilidad política y
económica que se prolongó hasta 1948.16 Mientras tanto, Pablo Muñoz obtuvo la
licenciatura; defendió con brillantez su tesis en el Colegio “San Gabriel”. Comenzó su
magisterio enseñando Lógica y Psicología a los juniores, antes de marchar a Riobamba
como profesor en el Colegio “San Felipe Neri” (1928-30). Los informes fueron muy
positivos. A finales de la década, los superiores de la Compañía no tenían ya dudas: Pablo
Muñoz, el hijo de agricultores que vino del Carchi, era una gran promesa.
3. Europa (1930-48)
El presidente de la República, el médico Isidro Ayora (1926-31), había recibido de los
militares el encargo de gobernar el país en medio de la crisis. En ese contexto, Muñoz fue
destinado para emprender sus estudios teológicos en el Colegio Máximo de Oña (Burgos,
España). Le acompañaron dos condiscípulos: Julio Armijos y Arturo Miranda. El
proyecto de la Misión -viceprovincia desde 1931- era que aquel prometedor trío se
constituyera en el núcleo iniciador de un Filosofado de altura.
El ambiente (en Oña) fue para mí de gran satisfacción por el nivel y seriedad en los
estudios. Llevaba un sufrimiento en el alma: la gravedad de nuestra cuestión social en el
Ecuador. Para mí tenía ya entonces un interés grande el poder darme cuenta de la
problemática social tal como se vivía en España y en Europa en general: qué sucedía en
el gran mundo de los trabajadores. Me percaté pronto que tanto la Iglesia española como
nuestra Compañía tenían preocupación social, pero era una preocupación que llegaba
tarde. Aparecía muy claro y era doloroso comprobarlo, que la Iglesia había perdido al
mundo obrero.17
Como vemos, el joven religioso maduraba hondas inquietudes sociales. Entre sus
profesores cabe mencionar a jesuitas de la talla de Pedro de Leturia y José Zameza; entre
sus compañeros se contaron Ricardo García Villoslada (historiador), José A. de Aldama
(teólogo) y Pedro Arrupe (1907-91).18 En 1931 estalló la tormenta. Después de unas
elecciones municipales que precipitaron la abdicación de Alfonso XIII, se instauró la II
República. El régimen anticlerical estaba decidido a golpear con fuerza a la Iglesia y,
como en el pasado, el primer objetivo fue la Compañía de Jesús. Ante la inminente
15
Jouanen, Historia S.J., 705-711.
16
Juan J. Paz y Miño, Ecuador: los gobiernos julianos 1925-1931 (Quito: PUCE, 2018).
17
Miranda, Torres y Rodríguez, Al cardenal Pablo Muñoz, 23-24.
18
Pedro Miguel Lamet, Arrupe. Un profeta para el siglo XXI (Madrid: Temas de hoy, 2001).
4
disolución de la orden en el país -decreto del 23 de enero de 1932-, los superiores
decidieron poner a salvo a los escolares.19 Muñoz recordó así aquel éxodo:
Se organizó la salida con destino a Bélgica, a la población denominada Marneffe, en
donde se tomó en arriendo un edificio grande de propiedad del gobierno. Allí nos
organizamos más de 200 estudiantes jesuitas provenientes de los colegios de Oña y de
Granada y allí hicimos el 2do. semestre del año académico 1931-1932. Durante esos
meses, enviado por el padre general Wlodimiro Ledóchowski nos visitó uno de sus
asistentes para analizar la situación… En esa ocasión se decidió que yo fuera a continuar
mis estudios en la Universidad Gregoriana.20
Pío XI proclamó 1933-34 como el Año Santo de la Redención. Pablo Muñoz fue
ordenado diácono el 23 de julio de 1933 y, dos días después, recibió la ordenación
presbiteral en Sant’Ignazio. El 26 de julio celebró su primera misa. En esas jornadas, el
neo sacerdote meditó sobre el misterio de su vocación.
Sentía que crecía en mí la dimensión de la universalidad de la Iglesia y su apostolicidad.
Celebré mi primera misa en la capillita de San Pedro dentro de la cripta de la gran basílica.
Quería sentirme sacerdote y jesuita para llevar el mensaje de Jesús a todas las razas y
culturas… Mi pequeño Ecuador -en él volcaba en ese día mis sentimientos- se presentaba
19
Ricardo García Villoslada, Manual de Historia de la Compañía de Jesús (Madrid: Compañía
Bibliográfica Española, 1940), 726-729.
20
Miranda, Torres y Rodríguez, Al cardenal Pablo Muñoz, 24.
21
Franz H. Mueller, “In Memoriam: Gustav Gundlach, S.J.”, Review of Social Economy 22, no. 2
(September, 1964): 130-134.
22
Miranda, Torres y Rodríguez, Al cardenal Pablo Muñoz, 25.
5
como parte preciosa de un todo preciosísimo al que consagraba, desde ese instante, todo
mi sacerdocio.23
23
Ibid.
24
Miranda, Torres y Rodríguez, Al cardenal Pablo Muñoz, 27.
25
Miranda, Pablo Muñoz: expresión de humanismo eclesial, 19.
26
Giancarlo Zizola, Il Microfono di Dio. Pío XII, Padre Lombardi e i cattolici italiani (Milano: Mondadori,
1990).
6
primeros en su pensamiento: “Una vez el Señor me sacudió fuertemente cuando una
piadosa mujer, advirtiendo en mí cierta prisa y como impaciencia ante sus muchas
preguntas, me dijo: ‘Dicen que Ud. es muy inteligente. ¿Para qué toda esta ciencia si no
es para nosotros, los pobrecitos?’”27
Otra colaboración pastoral, en el marco de los retiros espirituales a jóvenes, le
puso en contacto con monseñor Giovanni Battista Montini (1897-1978), antiguo asistente
de la Federazione Universitaria Cattolica Italiana y, desde 1937, sostituto de la Secretaría
de Estado.28 La guerra no pasó desapercibida en la “universidad de las naciones”. “¡Cómo
nos dolía mirar salir, llamados a las filas del ejército, a jóvenes capacitados! (…) Nuestra
universidad no perdió oportunidad de socorrer a grupos perseguidos secundando la
voluntad expresada por el papa”.29 En 1944, Muñoz promovió la Acción por la Unidad
Católica de América Latina, movimiento precursor del CELAM (f. 1955). Tuvo la alegría
de dirigir las tesis de dos jesuitas ecuatorianos, Eduardo Rubianes y Luis E. Orellana. En
septiembre de 1945, a la par que concluía la guerra, una noticia luctuosa: la muerte de su
madre, a quien no veía desde 1930.
27
Miranda, Torres y Rodríguez, Al cardenal Pablo Muñoz, 30.
28
Peter Hebblethwaite, Paul VI: The First Modern Pope (New Jersey: Paulist Press, 1983).
29
Miranda, Torres y Rodríguez, Al cardenal Pablo Muñoz, 31.
30
John W. Padberg, Martin D. O’Keefe y John L. McCarthy, For matters of greater moment. The first
thirty jesuit general congregations (St. Louis: Institute of Jesuit Sources, 1994), 621-622.
31
Colegios S. Gabriel (Quito), S. Felipe (Riobamba) y Borja (Cuenca). La Misión de Manabí, en el litoral,
suponía un arduo trabajo parroquial. El colegio universitario se llamaba “Hogar Xavier” y era una iniciativa
del P. Vásquez y de la Sra. Urrutia, Jouanen, Historia S.J., 709-748.
32
La obra maestra del P. Aurelio fue su traducción de la obra completa del poeta mantuano, Virgilio en
verso castellano: Bucólicas, Geórgicas, Eneida (México: Jus, 1961). Su hermano Manuel, escribió un
tratado muy valorado en su tiempo, La obediencia perfecta (Quito: Ed. Ecuatoriana, 1940).
7
una rica viuda quiteña que fundó la Fundación “Mariana de Jesús” (1937), gran
bienhechora de la Compañía de Jesús y de la ciudad de Quito.
1941 fue un año trágico para el Ecuador. Décadas de errores políticos y
diplomáticos condujeron a una guerra con el Perú y a la pérdida definitiva de buena parte
de la Amazonía, sentenciada por el Protocolo de Río de Janeiro (enero de 1942). 33 La
nación responsabilizó del desastre al gobierno de Carlos Arroyo, quien fue depuesto por
una insurrección popular en mayo de 1944. Retornó como salvador nacional un católico
populista, exalumno de los jesuitas: José María Velasco Ibarra (1893-1979). En 1946, un
puñado de caballeros católicos, apoyados por el arzobispo de Quito, Carlos María de la
Torre (1833-1967), generó un movimiento que condujo a la fundación de la Universidad
Católica, la primera universidad particular del país. Su primer rector fue el P. Aurelio
Espinosa. Velasco fue depuesto por un golpe en agosto de 1947. Durante la década
siguiente, el temor a una revolución “roja” desató una fuerte campaña anticomunista.
Ese fue el Ecuador al que regresó Pablo Muñoz Vega, un jesuita de 45 años, con
una respetable trayectoria académica a cuestas. Vino en calidad de visitador34; su función
era recorrer la viceprovincia, dialogar con sus hermanos jesuitas e informar de todo al P.
General. El estado de la formación le satisfizo; su opinión sobre el noviciado era que
estaba en “estado de florecimiento” y que las perspectivas para la apertura del Filosofado
eran excelentes. En Sevilla y Roma se creía que había llegado la hora de que los jesuitas
ecuatorianos se erigiesen en viceprovincia independiente; para ello, debían garantizarse
suficientes vocaciones autóctonas, sostenibilidad financiera y un liderazgo adecuado. 35
Otro proyecto era la fundación de un colegio en Guayaquil, con miras a reforzar la causa
católica en la capital económica del país, viejo bastión del liberalismo, sometida a la
propaganda protestante. Estos fueron los temas principales abordados por el visitador,
quien constataba “buen espíritu” en una viceprovincia que trabajaba “hasta el
agotamiento con abnegación ignaciana”.36 Un informe de Aurelio Espinosa (1949)
clarifica el status del personal: “Con los últimos aumentos del Noviciado y Juniorado
33
Los países garantes fueron Estados Unidos, Brasil, Chile y Argentina, Fredrick B. Pike, The United States
and the Andean Republics: Peru, Bolivia and Ecuador (Cambridge, MA: Harvard University Press, 1977),
266-267.
34
Visitador: oficio creado por la CG I (decreto 91); su tarea consistía en visitar una unidad administrativa,
poniendo particular atención en la disciplina religiosa y al cumplimiento de la misión de la orden, Padberg,
O’Keefe y McCarthy, For matters of greater momento, 91, 168-169, etc. Janssens recurrió a visitadores
para enterarse de primera mano de la situación de las provincias y misiones. Respecto a su nombramiento,
Muñoz señaló: “Me parece que el padre general encontraba en mí cualidades de objetividad… y también
la prudencia suficiente”, Miranda, Torres y Rodríguez, Al cardenal Pablo Muñoz, 31. Arrupe suprimió los
visitadores, Lamet, Arrupe, 254-255.
37
“Hay una penuria enorme de sujetos aptos para gobernar las Casas. Esto se palpa cuando hay que mandar
las ternas para Superiores”, Archivo de España S.J. (Alcalá de Henares), fondo ECU 24-12, Luis Mancero,
Informe (17 de mayo de 1947).
36
“Estoy contento, porque aquí en el Ecuador hay un campo de apostolado prometedor, y la Compañía va
aumentando notablemente en vocaciones selectas”, carta del 18 de septiembre de 1948, Jouanen, Historia
S.J., 744.
8
debemos actualmente pasar un poco de los 200. Son 71 Padres, 41 Coadjutores, los demás
–unos 90- Escolares.”37
Finalmente estoy de nuevo en la Patria, con satisfacción, pero también con pena, porque
la encuentro tan atrasada y en muchas cosas aún tan primitiva. Pronto tomaré el
superiorato para el que se ha nombrado. Por carácter y temperamento me gustaría más la
vida de súbdito, consagrada principalmente a actividades intelectuales.38
37
Archivo de Provincia (Quito), caja “San Gregorio”, Informe del P. Aurelio Espinosa al R.P. Provincial
acerca de la Viceprovincia del Ecuador (21 de noviembre de 1949).
38
Jouanen, Historia S.J., 743.
39
Fernando Jurado Noboa, Camilo Ponce Enríquez. El estadista. Tomo I (Quito: Centro Cultural BEAEP,
2019).
40
El “San Gregorio” funcionó en la década de 1950 en Cotocollao; allí se formó Ellacuría (1950-55). La
Provincia S.J. de Maryland otorgó un préstamo para la construcción de un nuevo edificio en unos terrenos
donados por la Sra. Urrutia, Jouanen, Historia S.J., 756-758.
41
“Viceprovincia Aequatoriana Provincia Baetica seiungitur et in Viceprovinciam independentem
erigitur”, Acta Romana Societatis Iesu 12, fasc. II (1952): 207-208.
42
El 20 de abril de 1906, cuarenta testigos -en su mayoría estudiantes del “San Gabriel”-, reportaron que
una litografía de Nuestra Señora de los Dolores abrió y cerró los ojos durante quince minutos. Después de
un proceso canónico, el hecho fue declarado auténtico por el arzobispo González Suárez. La devoción a la
Dolorosa del Colegio se extendió desde la capital al resto del país, Jouanen, Historia S.J., 665-672.
9
5. Rector del Pío Latinoamericano y de la Gregoriana (1955-63)
De vuelta a Roma, el P. Muñoz Vega asumió el rectorado del Pío Latinoamericano el 4
de noviembre de 1955. Su antecesor, el P. Mendoza Guízar, le legó dos tareas: la
celebración del centenario del colegio y la construcción de la nueva sede.43 En julio de
1957, Pío XII le nombró rector de la Pontificia Universidad Gregoriana, el alma mater de
trece papas. El legado del rector anterior, Pedro Ma. Abellán (1951-57), era significativo:
la PUG, con tres mil estudiantes provenientes de 76 naciones y distribuidos en ocho
facultades y dos escuelas, seguía siendo la universidad pontificia más prestigiosa.44
Es una somera alusión a las tensiones de los años conciliares; por ejemplo, el
Pontificio Instituto Bíblico recibió el embate de sectores integristas que no compartían
las nuevas tendencias en la exégesis de las que fue pionero Agustin Bea, S.J. (1881-
43
Luis Medina A., Historia del Colegio Pío Latinoamericano (México: Jus, 1979), 232.
44
“Editorial”, Boletín Eclesiástico, enero-abril de 1964, 3.
45
Miranda, Torres y Rodríguez, Al cardenal Pablo Muñoz, 35.
46
Otros logros fueron la creación del fondo económico para la biblioteca, la publicación de nuevas
colecciones y la anexión al campus del Palazzo Frascara, Miranda, Torres y Rodríguez, Al cardenal Pablo
Muñoz, 34. Su sucesor en el rectorado hizo un elogio de Muñoz, Edoardo Dhanis, “Sollemnis Instauratio
Studiorum anni accademici 1963-1964”, Liber Annualis (1964) 11-16.
10
1968).47 El rector participó de la preparación del concilio como miembro de la comisión
De seminariis, de studiis, et de educatione catholica. Al concluir su gestión (verano de
1963), Muñoz se mudó al Bellarmino. Janssens había pensado en él como rector de ese
colegio romano, transformado en una comunidad de jesuitas en estudios especiales
(carácter que conserva hasta hoy). Sin embargo, la correspondencia advirtió a Muñoz que
en Quito se hablaba de su promoción al episcopado. “Casi me pareció una broma
semejante rumor”.48
Pablo Muñoz Vega, S.J. fue proclamado obispo titular de Ceramo y coadjutor de
la arquidiócesis de Quito sedi datus, con todas las facultades de obispo residencial
(febrero de 1964). Escogió por lema Aeterna veritas, vera caritas.50 La consagración
episcopal tuvo lugar el 19 de marzo de 1964, en Sant’ Ignazio, la misma iglesia donde
recibió el presbiterado tres décadas atrás. El consagrante fue Confalonieri.
La sede quiteña, creada en 1545, había estado ocupada por nombres ilustres: José
Ignacio Checa, Federico González Suárez, Manuel Ma. Pólit ... Carlos de la Torre, el
primer cardenal ecuatoriano, venía gobernando la arquidiócesis desde 1933. La capital
del Ecuador tenía 400 000 habitantes. Un desafío pastoral era la incipiente secularización;
según estimaciones, apenas el 40% de los católicos cumplían el precepto dominical.51 En
lo político, el cuarto gobierno de Velasco Ibarra (1960-1961) terminó con un golpe de
47
Juan María Laboa, Historia de la Iglesia Católica, Tomo V: Edad Contemporánea (Madrid: BAC, 2004),
474-477. “Tal actitud la juzgué contraria al auténtico progreso de las ciencias eclesiásticas y a la misma
misión de la Iglesia frente al mundo”, Miranda, Torres y Rodríguez, Al cardenal Pablo Muñoz, 35.
48
Miranda, Torres y Rodríguez, Al cardenal Pablo Muñoz, 36.
49
Ortiz, Su Eminencia, 626.
50
Sacra Congregatio Consistorialis, “Provisio Ecclesiarum”, AAS 56 (1964), 460.
51
“Las dificultades y complicaciones que en el campo pastoral se presentan como anexas a la inquietud y
a la crisis de la hora presente, el crecimiento de la población de nuestras ciudades y parroquias” eran
sobrados motivos para la nómina de un obispo auxiliar, “La promoción del Excmo. Pablo Muñoz Vega,
S.J. a la Sede Quitense”, Boletín Eclesiástico, enero-abril de 1964, 70-71.
11
Estado. El principal legado de la junta militar que gobernó entre 1963 y 1966 fue la
reforma agraria.
La expectativa en el católico Ecuador era enorme. El nuevo pastor llegó a Quito
el 6 de junio. La recepción fue concurrida y afectuosa; Muñoz agradeció al cardenal de la
Torre, a quien llamó “antorcha del Evangelio” e hizo votos para que el Ecuador sea una
sola familia, “sin hirientes contrastes de riqueza y pobreza”.52 Acto seguido, oró en el
santuario de la Dolorosa, que los jesuitas estaban construyendo junto al “San Gabriel”.
Por la tarde, tomó posesión de su sede en la catedral. Pocos meses después, le
correspondió implementar la reforma litúrgica. En efecto, una instrucción de la Sagrada
Congregación de Ritos dictaminó que la entrada en vigor del novus ordo fuese el primer
domingo de cuaresma, 7 de marzo de 1965.53
En julio de 1965 eclosionó el malestar popular contra la represiva junta militar y
se registraron choques violentos en las calles de Quito. El arzobispo y su coadjutor
hicieron un llamado a la concordia; Muñoz añadió que el problema de fondo era la crisis
nacional, que consistía en “un desarrollo económico-social tan deficiente que cada día se
agudiza más la situación de pobreza y aún de miseria en muy extensos sectores de nuestro
pueblo” y anunció que se gestaba una nueva conciencia por la promoción de la
“transformación social y humana”.54
El 11 de septiembre, el episcopado ecuatoriano viajó para asistir a la cuarta sesión
del Vaticano II. En esa última sesión se aprobaron las constituciones Dei Verbum y
Gaudium et Spes, así como seis decretos y la controversial declaración de libertad
religiosa. El 16 de noviembre, una veintena de obispos, en su mayoría latinoamericanos,
participaron del célebre “Pacto de las Catacumbas”. Pablo Muñoz no firmó la declaración;
el único ecuatoriano presente en ese momento crucial fue Leonidas Proaño, obispo de
Riobamba (1954-85).55
Dos años después parecía que los cambios iban demasiado rápido para el gusto de
algunos. El concilio rompió una presa y desencadenó un torrente de renovación, retenida
desde hacía tiempo. Se volvió a hablar en Occidente de la muerte de Dios; se percibía una
menor asistencia al culto y una disminución de vocaciones sacerdotales. La crisis tardó
algunos años en hacerse sentir en Ecuador. Mons. Muñoz puso empeño en la renovación
pastoral, la organización de parroquias y la orientación doctrinal del clero y de los fieles.
En la asamblea del CELAM, fue electo primer vicepresidente; la presidencia recayó en
Avelar Brandao Vilela, arzobispo de Teresina (Brasil), en reemplazo del recientemente
52
Pablo Muñoz Vega, “Discurso pronunciado por S. Excia. en el Acto Social Gratulatorio”, Boletín
Eclesiástico, enero-abril de 1964, 85-94.
53
Ortiz, Su Eminencia, 638-641.
54
Pablo Muñoz, “El Excmo. Obispo Coadjutor de Quito pide a todos contribuir para un sólido
entendimiento en bien de la Patria”, Boletín Eclesiástico 72, no. 8 (agosto de 1965): 271-272.
55
Virginia R. Azcuy, “La pobreza de la Iglesia y los signos de los tiempos. Medellín como recepción
inacabada del Vaticano II”, Revista Teología 110 (abril 2013): 111-138; Nelly y Nidia Arrobo R., eds.,
Quedan los árboles que sembraste: testimonios sobre Monseñor Leonidas Proaño (Quito: Fundación
Pueblo Indio del Ecuador/ La Tierra, 2008).
12
fallecido Manuel Larraín (1900-66).56 El 10 de septiembre de 1967, ante la renuncia del
nonagenario cardenal, Pablo Muñoz se posesionó como arzobispo de Quito.57
La prensa había creado la imagen de Pablo VI como un progresista, lo que pareció
confirmarse con sus viajes y con la encíclica social Populorum Progressio. En cuanto a
la sexualidad y la planificación familiar, la opinión pública -también en Ecuador-
esperaba una liberalización de la doctrina, pues el control demográfico estaba asociado
con el desarrollo. Humanae vitae (julio de 1968) terminó con la ilusión del papa
reformista. Las críticas a la encíclica fueron múltiples, hasta el punto de evidenciar “una
separación brutal entre el papa y el mundo”.58
En el espíritu del Vaticano II, el arzobispo de Quito amplió su mirada a escala
continental. Era un momento providencial: la Iglesia latinoamericana, fundada a finales
del siglo XV, llegaba a su madurez, de la mano de una generación de grandes pastores;
además de Muñoz, es obligatorio mencionar a Hélder Câmara, Manuel Larraín, Marcos
McGrath, Eduardo F. Pironio, Samuel Ruiz… A mediados de los años sesenta, pese a su
incipiente industrialización, América Latina seguía siendo un continente atrasado.
Millones abandonaban el agro para poblar los cinturones de miseria de Ciudad de México,
Caracas, Bogotá, Lima, Sao Paulo, Buenos Aires… La urbanización era acelerada,
fenómeno que significó todo un reto pastoral. El desempleo se disparó y amplias capas
de la población quedaron desatendidas en salud, educación y vivienda. La reforma agraria
o la revolución violenta parecían las únicas salidas.59 Después de la Revolución Cubana
se temía una oleada de insurrección; en 1966 cayó en combate el colombiano Camilo
Torres, arquetipo del cura guerrillero. Con la muerte del Che Guevara en Bolivia, la causa
revolucionaria halló al mártir que necesitaba. El 2 de octubre de 1968 se produjo la
matanza de estudiantes en Tlatelolco (México). Y en Ecuador, el triunfador de las
elecciones de 1968 fue, por quinta ocasión, Velasco Ibarra.
En ese contexto, algunos prelados se aproximaron de una forma renovada a los
problemas sociales. En general, la postura del episcopado era favorable a una
redistribución de tierras. En 1968, Mons. Pironio, obispo auxiliar de Mar del Plata y
secretario general del CELAM, ultimaba los preparativos de la II Conferencia General,
que tendría lugar en Medellín con el tema La presencia de la iglesia en la actual
transformación de América Latina a la luz del Vaticano II. La gran novedad era la
presencia de Pablo VI. Pironio y Muñoz, entre otros, vislumbraron el objetivo de la
asamblea: que la Iglesia latinoamericana se preguntase ante Dios acerca de su identidad
y de su misión, de frente a pueblos enteros que esperaban la salvación integral anunciada
56
Alberto Methol Ferré et al., CELAM. Elementos para su historia (Bogotá: CELAM, 1980), 94-99.
57
Ortiz, Su Eminencia, 661-662.
58
Laboa, Edad Contemporánea, 499; “’No’ dijo el Papa a la píldora…”, Vistazo, septiembre de 1968, 91-
102.
59
La administración Kennedy (1961-63) emprendió la Alianza para el Progreso, un programa de ayuda
para el desarrollo, con el doble objetivo de evitar una revolución marxista y de aumentar la influencia
estadounidense en América Latina. Las guerrillas rurales se extendieron por Venezuela, Perú, Guatemala
y Colombia; en cuanto a la guerrilla urbana, surgieron los tupamaros (Uruguay) y los montoneros
(Argentina), Edwin Williamson, Historia de América Latina (México: FCE, 2013), 332-346.
13
por Jesucristo.60 Populorum Progressio había sido recibida con entusiasmo, pero la
venida de Pablo VI tuvo sus críticos: ¿acaso el Santo Padre va a bendecir la injusticia
institucionalizada y la represión? En la otra orilla, los cambios inquietaban a buena parte
del clero y del laicado; al fin y al cabo, durante mucho tiempo la Iglesia había sostenido
un acuerdo tácito con los terratenientes y con los conservadores, quienes ahora temían
una aproximación al marxismo.
La visita de Pablo VI fue un hito (22-24 de agosto de 1968). En su discurso ante
el episcopado, no ocultó su viva emoción ante un evento histórico: la primera vez que el
Sucesor de Pedro visitaba la tierra de Rosa de Lima y Mariana de Jesús, de Juan Diego y
de Martín de Porres en una hora decisiva:
La obra no está acabada. Más aún, el trabajo realizado denuncia sus límites, pone en
evidencia las nuevas necesidades. (...) Nos compartimos vuestra pena y vuestro temor,
Hermanos. Desde lo alto de la mística barca de la Iglesia, también Nos y no en menor
grado, sentimos la tempestad que nos rodea y nos asalta.61
60
Avelar Brandao Vilela y Eduardo F. Pironio, “Presentación”, en CELAM, La Iglesia en la actual
transformación, 9-12.
61
Pablo VI, “Discurso de apertura”, en CELAM, La Iglesia en la actual transformación, 25-38.
62
Los asistentes fueron 247 (obispos, presbíteros delegados de las conferencias episcopales, religiosos y
laicos -invitados en calidad de expertos-, etc. Virginia R. Azcuy, Carlos Schickendantz y Eduardo Silva,
Teología de los signos de los tiempos latinoamericanos (Santiago de Chile: Universidad Alberto Hurtado,
2013).
63
El arzobispo explicó que la vida espiritual del clero y de los seglares comprometidos estaba polarizada
entre “una insatisfacción que crece hasta la angustia” y el llamado urgente por “la edificación de un mundo
nuevo”, Pablo Muñoz Vega, “La puesta al día de las estructuras pastorales en la Iglesia latinoamericana
con miras a su unidad”, en CELAM, La Iglesia en la actual transformación, 231-247.
64
Muñoz, “La puesta al día”, 238. Cita la homilía de Pablo VI en Bogotá (23 de agosto de 1968).
14
Entre los criterios para el aggiornamento pastoral, el arzobispo de Quito mencionó
una visión justa de las relaciones entre sacerdocio y laicado, la revitalización de las
relaciones entre obispos, presbíteros y diáconos, la apertura a los carismas, el respeto del
principio de subsidiariedad y el testimonio de pobreza. En varios pasajes se advierten
resonancias de las ideas de De Lubac (Meditación sobre la Iglesia): el apóstol de hoy
debe evitar la tentación de glorificar nostálgicamente un supuesto pasado ideal.
La última ponencia estuvo a cargo de otro ecuatoriano. Leonidas Proaño había
participado en Roma del Pacto de las Catacumbas (16 de noviembre de 1965) y con su
apostolado de reivindicación y defensa del pueblo indígena se estaba convirtiendo en un
referente continental. El obispo de Riobamba era el presidente del Departamento de
Pastoral de Conjunto; por tanto, habló sobre la coordinación pastoral. Su ponencia fue
valiente y concreta; criticó la explotación de los indígenas a manos de una élite blanca-
mestiza, que se consideraba a sí misma católica practicante.65 La situación descrita por
Proaño no era exclusiva de la Sierra ecuatoriana: con variantes, se replicaba desde México
hasta el Cono Sur. El “obispo de los indios” advirtió que ya han comenzado a levantarse
las voces de protesta y vislumbró la postura que debía asumir la Iglesia: la defensa de los
empobrecidos.
La conferencia continuó con el trabajo de las dieciséis comisiones y
subcomisiones encargadas de elaborar las aplicaciones pastorales, recogidas en el
documento final, aprobado por el papa en octubre.66 Dos fueron los motivos conductores
de esas conclusiones: los pobres y la liberación. Medellín mostró al pueblo fiel de Dios
el nuevo rostro de una Iglesia que quería ser signo e instrumento efectivo de salvación,
en medio del kairós que vivía el continente. Las conclusiones evidenciaron, pese a
algunas ambigüedades, una recepción fiel, selectiva y creativa del concilio, en concreto
de Lumen Gentium y de Gaudium et spes; Populorum Progressio fue también muy
influyente. Medellín se convirtió en la carta de identidad del catolicismo latinoamericano
contemporáneo, que hoy se expresa en el pontificado de Francisco.67
Muñoz y Proaño eran los referentes de la Iglesia ecuatoriana, pero no estuvieron
solos. En esos años comenzó la actividad pastoral y social de un puñado de sacerdotes,
religiosos y religiosas comprometidos con el espíritu del concilio y con la liberación
integral. Esos pioneros le enseñaron a la muy tradicional Iglesia ecuatoriana un nuevo y
urgente concepto: el apostolado social.68 El 28 de abril de 1969 se hizo pública la noticia
de que Mons. Muñoz sería elevado al cardenalato; recibió la birreta en el tercer consistorio
del pontificado de Pablo VI, junto a otros treinta y tres cardenales. Por tanto, asistió como
cardenal primado del Ecuador a la asamblea extraordinaria del Sínodo de los Obispos
65
Los terratenientes, según el prelado, explotan al pueblo sin ninguna misericordia, pero lo hacen con
“elegancia e ingenio”, hasta el punto de hacerse agradecer como grandes benefactores, Leonidas Proaño,
“Coordinación pastoral”, en CELAM, La Iglesia en la actual transformación, 252-272.
66
CELAM, II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano: Conclusiones (Bogotá: CELAM,
1968).
67
John Lynch, Dios en el Nuevo Mundo (Barcelona: Crítica, 2012), 458-465.
68
Menciono a los padres José Carolo en el sur de la ciudad y a John Halligan, S.J., quien trabajó por la
promoción de los niños lustrabotas del centro de Quito; en Guayaquil destacó el carismático José Gómez
Izquierdo.
15
(octubre de 1969) y a la segunda asamblea ordinaria del mismo Sínodo (sobre la justicia
en el mundo, septiembre-noviembre de 1971), que presidió junto a los cardenales Léon
É. Duval y John J. Wright.
Algunos de los “santos padres de la Iglesia latinoamericana”, de izquierda a derecha: Manuel Larraín
(obispo de Talca, 1900-66), Helder Câmara (arzobispo de Olinda y Recife), 1909-99 y Leonidas Proaño
(obispo de Riobamba, 1910-88), “el obispo de los indios”.
69
Alberto Methol Ferré, “De Medellín a Puebla”, en Alberto Methol Ferré et al., CELAM. Elementos para
su historia, 101-110.
70
Catalogus Viceprovinciae Aequatorianae S.I. (1965-75).
16
Mons. Muñoz. Este “secuestro” fue muy comentado por la prensa.71 Conflictos de ese
tipo –incluyendo una huelga de los seminaristas- fueron la tónica de la década.72
Más grave fue la incursión del Ejército (12 de agosto de 1976) al Hogar “Santa
Cruz”, la residencia de Mons. Proaño, durante una reunión de trabajo con prelados y
teólogos latinoamericanos (diecisiete obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, entre ellos
Adolfo Pérez Esquivel, Nobel de la Paz 1980). Al parecer, el Ministerio del Interior
recibió la denuncia de que se había reunido un grupo subversivo. Proaño y sus
compañeros fueron detenidos y trasladados a Quito. Los consulados levantaron su
protesta y el cardenal tuvo que hacer escuchar su voz ante la junta para resolver el penoso
incidente.73 Una historia objetiva de las tensiones del posconcilio en el Ecuador está
pendiente; por el momento cito a Benítez, quien sostiene que Muñoz fue el gran apoyo
de Proaño en el seno de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, pues buena parte del
episcopado tendió a aislar al obispo de los indios, acusado de marxista.74
El cardenal ecuatoriano asistió a los dos cónclaves de 1978. El primer destino
internacional de Juan Pablo II (1978-2005) fue México, para inaugurar la III Conferencia
General del CELAM (enero-febrero de 1979). Mucha agua había corrido debajo del
puente. La Teología de la Liberación estaba en auge y causaba preocupación en Roma.75
En todo caso, en Puebla, los obispos hablaron libremente sobre la evangelización en el
presente y en el futuro del continente. El siguiente párrafo resume bien lo sucedido
después de Medellín:
El crecimiento demográfico ha desbordado las posibilidades actuales de la Iglesia para
llevar a todos la Buena Nueva. También por falta de sacerdotes, por escasez de vocaciones
sacerdotales y religiosas, por las deserciones producidas, por no haber contado con laicos
comprometidos (…). Los ministros de la Palabra, las parroquias y otras estructuras
eclesiásticas resultan insuficientes para satisfacer el hambre de Evangelio del pueblo
latinoamericano. Los vacíos han sido llenados por otros…76
El diagnóstico fue profundo, pero lo más importante fue la gran elección del
episcopado, delante del Señor: la “opción preferencial por los pobres”. Gutiérrez resaltó
la continuidad de Puebla con Medellín; en su opinión, la opción por los pobres no fue una
actitud paternalista, sino un compromiso profético para luchar por los “crucificados de la
tierra”, con miras a incidir en las estructuras sociales, para que los pueblos puedan vivir
71
Hugo Mas, “El día que raptaron al Padre Cammarata”, Vistazo, abril de 1969, 122-127.
72
En el caso de los jesuitas, tuvieron que cerrar su noviciado y filosofado, así como el “Loyola”. En diálogo
con el autor, Giovanni Botasso, SDB (1936-2019), recordó los muchos “dolores de cabeza” que el clero
provocó al cardenal, 15 de noviembre de 2019.
73
Los autores de izquierda recriminan al nuncio apostólico por a ver denunciado el encuentro ante las
autoridades militares, Edgard R. Beltrán, “Obispo Leonidas Proaño. La bondad de un profeta”, en Arrobo
y Arrobo, eds., Quedan los árboles que sembraste, 110-119.
74
José Benítez, entrevista con el autor, 8 de enero de 2020.
75
Lynch, Dios en el Nuevo Mundo, 445-453.
76
CELAM, Puebla. La evangelización en el presente y en el futuro de América Latina (Lima: CELAM,
1979), 62.
17
en libertad su vocación de hijos de Dios.77 Puebla proveyó una eclesiología que ahondó
en la imagen conciliar del pueblo de Dios y desarrolló el tema de la evangelización de la
cultura.
En su condición de Gran Canciller de la Universidad Católica, el cardenal Muñoz
se preocupó de la marcha de esa obra confiada a la Compañía de Jesús. Durante el
rectorado del filósofo Hernán Malo, S.J. (1971-78), la PUCE se colocó en la vanguardia
de la investigación y del compromiso con el país, pero no faltaron las tensiones entre
renovadores y tradicionalistas. De todas formas, se consiguió fundar la Facultad de
Teología, una vieja aspiración de la Iglesia ecuatoriana. Otros logros fueron la creación
de “Munera” (una obra solidaria diocesana, 1977), de Radio Católica (1981) y la
construcción de un hogar de reposo para los sacerdotes ancianos: la Casa Sacerdotal del
Corazón de Jesús.
Ecuador volvió a la democracia en 1979. A esas alturas, el cardenal era todo un referente
de la vida nacional, respetado por la clase política y los intelectuales. Durante la
presidencia de Jaime Roldós (1979-81), Su Eminencia fue miembro de la comisión de
notables que medió durante la pugna de poderes entre el Ejecutivo y el Legislativo. El
fenómeno del Niño de 1983 causó estragos en el litoral; el cardenal formó parte de la
campaña nacional “Unidos somos más”, que procuró aliviar la situación de los
damnificados. Al año siguiente, presentó su renuncia al gobierno pastoral de su diócesis.
A la espera de una respuesta de Roma, el 29 de enero de 1985 le correspondió dar la
bienvenida a Juan Pablo II, la primera visita de un papa al Ecuador. El Santo Padre visitó
Quito, Latacunga, Cuenca y Guayaquil.78 Para el anciano prelado, esas tres jornadas
fueron las más felices de su ministerio.
77
Puebla resaltó también el respeto incondicional a la dignidad de la persona humana, en un contexto
latinoamericano de atropellos contra los derechos humanos, particularmente graves en el Cono Sur,
Gustavo Gutiérrez, “Pobres y liberación en Puebla”, Páginas 4 (1979): 1-32.
78
He aquí, en breve, el itinerario de Juan Pablo II. Quito, Iglesia de la Compañía: encuentro con los
intelectuales; Plaza de San Francisco: encuentro con los trabajadores; misa campal en el parque La Carolina;
18
Juan Pablo II aceptó su renuncia en junio de 1985. A finales de ese año, el cardenal
participó en la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, convocado con
motivo de los veinte años de la clausura del concilio. El balance fue agridulce.79 A partir
de entonces, Muñoz vivió retirado en la casa del Corazón de Jesús. Hizo acopio de fuerza
para asistir, con casi noventa años, a la IV Conferencia General del CELAM en Santo
Domingo (octubre de 1992). Murió el 3 de junio de 1994. Fue enterrado en la catedral
primada, acompañado por el pueblo y sus hermanos del episcopado; asistieron el
presidente Sixto Durán Ballén (1992-96) -quien decretó tres días de luto nacional- y la
cúpula del gobierno.
Latacunga: encuentro con los pueblos indígenas (es muy significativo que ese encuentro no se haya
realizado en Riobamba); Cuenca: visita a la Catedral y misa campal en Miraflores; Guayaquil: visita al
suburbio, encuentro con los jóvenes y misa de beatificación de Mercedes Molina en Los Samanes.
79
El cardenal Ratzinger decía en 1985: “Resulta incontestable que los últimos veinte años han sido
decisivamente desfavorables para la Iglesia católica. Los resultados que han seguido al Concilio parecen
oponerse cruelmente a las esperanzas de todos, comenzando por las del papa Juan XXIII y, después, las de
Pablo VI”, Joseph Ratzinger y Vittorio Messori, Reporte sobre la fe (Madrid: BAC, 1985), 35.
80
Jorge Salvador Lara, “Pablo, cardenal Muñoz Vega”, El Comercio, 10 de junio de 1994, 4.
81
Benítez, entrevista con el autor, 8 de enero de 2020.
19
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