La Evolucion de Las Filosofias de Los Pueblos
La Evolucion de Las Filosofias de Los Pueblos
La Evolucion de Las Filosofias de Los Pueblos
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NUEVA BIBLIOTECA FILOSÓFICA
Exclusiva de venta, Espasa-Calpe» S. A.-Madrid
XXXI
• )
NUE¥A BIBLIOTECA FILOSOFICA W . W U N D T
VO LU M EN ES PU BLIC A D O S
I .—EMERSON (Ralph Waldo). Diez ensayos.
II al V .—FO UILLEE (Alfredo). Historia de la Filoso E V O L U C I Ó N
fía (cuatro tornos).
VI.—EMERSON (Ralph Waldo. La ley de la vida, d e : l_ a .s
V I L —SCH OPENH AUER (Arturo). Aforismos de filo
sofía práctica.
V I I I .—DOUMER (Pabio). El perfecto ciudadano.
IX .—P A S C A L (Blas). Pensamientos.
X .—EMERSON (Ralph Waldo). Hombres simbólicos.
Filosofías de los pueblos
X I y X I I.—PLATON. Obras completas. Diálogos so
cráticos (dos temos).
X III y X IV .—PLATON, Obras completas. Diálogos po Traducción del alemán por
lémicos (dos tomos,!.
X V y X V I.— PLATON. Obras completas. Diálogos
e: E
VJ ! 5_ i o r . s a o ¡ a.
dogmáticos idos tomos).
X V II.—EMERSON (Ralph Waldo). Diez nuevos en
sayos. !»
X V III ai X X .—REINACH (Salomón). Cartas a Zoé
(tres tom os).
X X L —PLATON. Obras completas. La República.
X X II y X X III.—PLATON. Obras completas. Las Le
yes (dos tomos).
X X IV .—PLATON. Obras completas. Diálogos apócri
fos y dudosos. Cartas.
X X V .— EMERSON (Ralph Waldo), Doce ensayos.
Cartas.
X X V I y X X V II.—EMERSON (Ralph Waido). Vida y
discursos (dos tomos).
X X V III.— POLITZER ( J .). La Psicología y la Psica- B d ílo iia a 2 >aaU t <V dU gM
nálisis. SB* C O L E G iO D E &3EX5CO, A. C .
X X IX .—WALH (Juan). Estudio sobre el «Parrnéni-
des» de Platón.
X X X .—M EREJKO VSKY (Dmitry). Los Misterios del
Oriente. Egipto. Babilonia.
X X X I.—WUNDT (W). Evolución de las Filosofías de los M ADRlJ
Puebles. , 19 2 9
P R O L O G O
cristiana, respecto de la construcción, claramente que además dio expresión a una idea, con la que-
distribuida, del templo griego. Casi un siglo se completó y emuló las de los otros dos, más en
interpone entre el pastorcillo de Kues, que en tregados a la contemplación del todo universal.
1464 aca^ó su vida siendo cardenal romano, y Cierto que este hombre todavía estaba aferrado-
el canónigo erroelandés Nikolaus K opernikus, a en parte a la superstición alquimista y astrológi
quien, sus estudios matemáticos llevaron al nuevo ca de la época, y que se le pegó bastante de la
sistema que recibe su nombre. A éste le repugna nunca extinguida tradición de las ideas neopla-
la ideología de su más viejo homónimo, apegada torneas. Sin embargo, así como, ya un siglo an
a las regiones suprasensibles: el firmamento es tes, estas ideas habían adoptado en la doctrina
para él, como- para los .antiguos, el límite del del maestro Eekbart y de sus discípulos una for
mundo. Con todo, concibió un pensamiento no ma interiorizada, que transformaba el pensamien
to cosmológico en psicológico, y más propiamen
menos importante en -su primera aplicación lógi
ca: el pensamiento de la relatividad de los fen ó te en religioso, así Paracelso, en cuanto los me
menos en su doble significación, como principio
dios de su discurso lo permitían, transformó esta-
■de la relatividad de los movimientos en su mutua idea religiosa en filosófica, considerando el alma
humana como un microcosmost no sólo copia,
correspondencia, y como principio de su relati
vidad respecto, del sujeto percipiente. Ambos han sino también arquetipo del mundo, que ha d'e al
•sido tan' ricos en consecuencias como la idea de bergar en sí las mismas fuerzas espirituales que-
lo infinito: el primero proyecta todavía sus som el hombre encuentra en sí mismo. Así, el alma,
bras muy dentro de La Física actual; al segundo como microcosmos, implica el tercer pensamien
se refirió Kant, cuando a su reforma de la teoría to más fecundo de ia nueva edad, junto con la
del conocimiento la llamó reversión capemicana. idea de lo infinito y el principio de la relativi
A estos dos representantes de la nueva ideología dad: el pensamiento de la mónada y de la esen
se añade otro tercero, el tan desdeñado' y luego cia espiritual de las cosas inherente a este con
tan desconocido Tkeophrastus P>zracshus, con cepto .
temporáneo de Copérnico, quien como médico am Mas a pesar de que los países alemanes produ
bulante fué el reformador de la Medicina, pero jeron en esta primera época de la nueva Filosofía
— 15 —
pensadores aislados, que descollaron en su tiem aurora de una Filosofía nueva e independiente,
po y habían de descolLar en tiempos futuros; a mientras que Alemania seguía dominada por la
pesar de que tales pensadores crearon ideas, tan
Escolástica.
significativas del carácter de la nueva concepción
E l proceso, que la evolución de la nueva Filo
del mundo como orientadoras ále la evolución -es
sofía siguió ien los pueblos cultos de Europa, coin
piritual de los siglos siguientes, los tiempos 110
cide exactamente con la sucesión de su predomi
estaban maduros para la formación de mía Filo
nio en la cultural En primer lugar, asume la di
sofía que reuniera en un todo aquellos pensamien
rección Italia, el más antiguo de los países de
tos desparramados. Y es q w la 'evolución de la
Europa en cultura general. Pasa ésta luego a
Filosofía depende de la cultura general de un
Francia. A lgo más tarde entra Inglaterra en el
pueblo más q.ue la de las distintas ciencias. Nor comercio espiritual internacional. Y por último,
ma segura, aunque no externa, para medir esta en una época en que las demás naciones ya ha
cultura general, es el lenguaje. Al penetrar el bían pasado del apogeo de su producción filosó
.lenguaje popular, primero en la Poesía, luego en fica, interviene Alemania. En este sentido de una
ia Ciencia, descubre la índole espiritual de las sucesión, que no excluye, sobre todo- para los es
naciones. Así, el sello de la nueva Filosofía, fren tadios posteriores, una simultaneidad, se puede
te al pensamiento medioeval, es que se divide en hablar de una era italiana, francesa, inglesa y
direcciones en que se manifiesta el carácter espi
alemana de la Filosofía,
ritual de los pueblos. De ahí que la sentencia de
Fichfe: «La Filosofía que se tiene muestra qué
•clase de hombre se es», puede aplicarse también
•a las naciones. L a división comienza en una épo
ca, en que el latín domina todavía, así en la F i
losofía como en la Ciencia. Más claramente se
presenta, cuando se introduce el lenguaje popu
lar. A sí se comprende que Leibniz se lamentara
-de qu:e en otros países hubiera despuntado ya la
r
IL El Rercacimisnio if&iiarco
La antigüedad clásica, ¡a Virgilio. Pero todos es Las ideas, en que se randa la Filosofía de los
tos elementos se amalgaman en una creación, que .italianos de ios siglos X V I y X V II, no nacieron
rebosa del nuevo espíritu de la época. Ko de otro tccLas en suelo italiano. E l mayor filósoáo italia
modo procedió la Filosofía italiana ce los siglos no dei Renacmii'enío, Gioráanc BiunOj en un no
posteriores. La antigüedad clásica es siempre la table discurso que pronunció al despedirse de
que primero marca al pensamiento su camino; Wiítenberg, la cuna de la Reforma, adonde llegó
pero el Renacimiento italiano' no se abraza a la -en su inga de la Inquisición romana, ensalza a
antigüedad con dependencia servil, como La Edad Nikolaus von Kties, a KopeniiLus y a Para-cel-
Media «escolástica, que se apoyaba en la autori sus, como los tres grandes alemanes -que -habían
dad de un solo filósofo, de Aristóteles. Cierto que marcado ¡a Ja Filosofía nuevas orientaciones, y
es Platón quien como poeta y como filósofo más añade el nombre de Lotero, «que- coino un nue vo
se acomoda al ¡anhelo de la época. Pero junto Hércules domeñó al Cerbero de la triple corc-na;;.
con él, y reclamando casi los mismos derechos, V, efectivamente, la fecunda aplicación de los
se impone la concepción, sugestiva por su uni pensamientos de aquellos hombres quedó reserva
dad y consecuencia, del .hasta entonces casi olvi da a la -ciencia italiana. E l .concepto de infinito
dado DemcexitOj a quien prestó nueva vida el del Cusanc se había limitado todavía en él a La
estudio' de su poético intérprete Lucrecio! Caro. Teología especulativa, E l sistema de Copémíco
Por eso Platón es principalmente en Filosofía el fuá concebido por su autor meramente como una
espíritu piloto, y Demccrito lo es en las Ciencias hipótesis astronómica, en la que perseveraba, la
Exactas, que se inician con la nueva era de des antigua forma de imaginar la limitación del uni
cubrimientos geográficos y cosmográficos. Desde verso, como circunscrito por la esfera, del firma
luego ninguno exclusivamente. Las- Ciencias -Na mento estrellad o. Sólo cuando el más genial pen
turales en ñoración y los intentos de fundar una sador del Renacimiento italiano, Gicrdano Bni
nueva Filosofía ejercen poderosa influencia re ño, concibió el atrevido pensamiento de aplicar
cíproca. Así este proceso, enteramente como ocu la idea de infinito del Gusano al nuevo sistema
rrió antes con la Poesía, conduce a nuevas for de Copémico y conciliar así el pensamiento del
maciones, cuyo efecto llega hasta la actualidad. teólogo alemán con el del astrónomo también ale-
— 2 1 —
t-erior la nueva Ciencia, ;a los dos corifeos ¿e Sur ha echado raíces en parte la Filosofía ale
aquella lucha les ha otorgado la Ciencia del por mana. E11 par acular, es la Filosofía histórica del
venir «1 premio de la victoria. idealismo alemán la que ejerce notable fuerza de
Bu ambos hombres se refleja el espíritu de atracción -sobre la joven Italia, A l porvenir queda
la nación que les -dió el ser. Este espíritu na es reservado saber cuál de -estas- corrientes, que en
unitario. E l baliano del Sur y cel Norte—aquel parte todavía -están en confusa fermentación, ha
con su desbordante fuerza de fantasía y de afec brá de triunfar, o si de ellas habrá de salir un,a.
to, éste con su discreta claridad de raciocinio, nueva creación independiente del' espíritu italia
apareada no raras veces en las personalidades pro no, como sucedió ’en el -período -del Renacimiento.
ceres con la desenfrenada energía—constituyen
tipos opuestos que s e rechazan, y, sin embargo,
en momentos decisivos, pueden aunarse para uba
obra más eficaz. Dé esta miión participaron Bru
no y Galilei, los portaestandartes del Renaci
miento científico. Y todavía h oy no han desapa
recido estos tipos antagónicos, que en último
término acaso procedan de particulares mezclas
de raza del Norte y del Sur. Desde que la cien
cia italiana, con 'el resurgimiento- político de Ita
lia, ha despertado a nueva vida, sooi, .ante todo,
las influencias -de otras naciones las que aparecen
en primer pliano, como suele ocurrir en semejan
tes períodos de transición. Sin embargo, hasta
en tales derivaciones, se descubre claramente la
antigua contraposición. En el Norte, el movi
miento iniciado- se presenta principalmente bajo
el influjo del positivismo francés e inglés; en el
III. La Filosofía francesa
Descartes a la 'doctrina de San Agustín, que con te en el punto en que comienza el verdadero pro
sidera al alma como principio del pensamiento, blema. Es de admirar el arte, con que Descartes
.'directamente derivado dei espíritu divino, y asi sabe tapar esta falta y presentar como verdad
se convierte en creador de una concepción dua necesaria, que elimina trmníalmente toda duda,
lista, en que se fund-en los antiguos y los nue lo que a cualquiera .se le ocurriría poner en tela
vos motivos del pensar, perene hay tres subs de juicio. Este arte de la persuasión’lo ejercita
tancias, que forman el contenido- de todo ser: con una maestría de estilo, que todavía hoy hace
ía materia extensa mecánicamente movida, el de La lectura de Descartes un placar intelectual.
.alma racional del hombre, y Dios, que las creó De todos modos, para nosotros sólo puede ser
a ambas, les impuso sus leyes- e infundió al al considerado hoy corno clasico de la Filosofía,
ma humana -el conocimiento ele Dios, del propio en cuanto que planteó los problemas, que agita
ser y de la materia' extensa como ideas innatas. ron a la época siguiente, no en cuanto que los
Con admirable agudeza acertó el filósofo—hay resolvió. Quien desee conocer a Descartes por
que reconocerlo—a satisfacer con esta unión de algo en que junte Las dos cosas, en -que plantee
■conceptos en sí desligados la necesidad de los los problemas y los resuelva con insuperable
hombres ilustrados de su época, y en nada tal claridad, debe leer su ((Geometría)). Alia es> don
"vez se acredita esto más que en el hacho de que de aparece el gran investigador independiente, a
estos tres postulados de la .Filosofía cartesiana quien muchos de los matemáticos, posteriores
han seguido siendo en lo esencial, casi hasta boy, aventajaron en profundidad de pensamiento, nin
ios dogmas supremos de la gran masa de los guno en elegancia de exposición.
hombres cultos. Sin embargo, la insuficiencia de De -Las- tres partes constitutivas de su dogma
su Filosofía consiste precisamente en que Des filosófico1, la materia extensa, el alma racional,
cartes se abstiene por completo de hacer com y la divinidad, que impuso- a 'este mundo sensi
prensible la interna trabazón de estos principios. ble sus leyes, para una generación posterior, que
Semejante mezcla de 'elementos deslzgado-s podrá no aspiraba, como Descartes y sus inmediatos
■estar muy de acuerdo con el pensamiento popu discípulos, a someter sus convicciones a La. doc
la r, pero .al filósofo le deja suspenso precisamen trina de La Iglesia, sólo quedó La materia extensa
— 32 — — 33 —
como única substancia, que ■demuestra su reali con ir 6 un enemigo en un escritor, que, -siendo
dad por su existencia sensible. Así, de la Filoso brillante estilista como Descartes, le superaba en
fía cartesiana se derivo el materialismo francés arrebatadora pasión y profundidad de sentimien
del siglo X V III, No sin razón, por consiguiente, to: en Jean Jcicques Rousseau. Sin embargo, ccn
los representantes de este materialismo se pro haber influido poderosamente Rousseau en la épo
clamaban discípulos consecuentes de Descartes. ca siguiente por sus ideas políticas y pedagógi
Si la mate~i.a se -mueve según las leyes eternas cas, con haber ocupado po-r ellas incondicional-
de la Mecánica, ¿qué i,alta hace un autor de esto© mente el primer puesto entr-e los enciclopedistas
movimientos eternos, por lo tanto nunca p-rodu- que prepararon la Revolución, su ¡eficacia como
cidos? Y si la materia es la única substancia ver filósofo es, precisamente en Francia, muy limi
dadera, ¿por qué no liemos de considerar al pen tada. Además, carecía su pensamiento de las
samiento como producto de estos movimientos? cualidades que contribuyeron al pie dominio de
En realidad, el mismo- Desear-t-es había anticipa la Filosofía cartesiana, de claridad y de conse
do ya semejante apreciación en su Filosofía Na cuencia diáfana para la comprensión popular. Las
tural, la parte más perfectamente acabada de su obras de Rousseau, dirigidas siempre al senti
sistema. Por otra parte, sus encarecimientos de miento natural y a la intuición inmediata, en
obediencia a la Iglesia, eran testimonio bastante contraron terreno mucho más propicio en otros
claro d-e que el resto de su Metafísica, no -estaba países de Europa, sobre todo en Alemania, que
concebido con mucha seriedad. De todos modos, no en Francia, -donde la tendencia racionalista,
es indiscutible que el materialismo meta-físico, le que llegó a dominar en la Ciencia y en el Arte,
vantado sobre su Filosofía Natural, no admite se mostraba esquiva para esta Filosofía religiosa,
réplica desde su peculiar punto de vista. De he a juicio de los contemporáneos enemiga de la cul
cho ¡alcanzó el triunfo, en Francia casi ilimita tura. También contribuyeron a esta actitud es
damente, y -en otros países de Europa por lo me quiva las influencias que desde los primeros de
nos dentro de tendencias filosóficas particulares, cenios clel siglo XVlTl comenzó ,a ejercer en
determinadas por la Ciencia natural .mecánica de Francia la Filosofía inglesa.
la época. Cierto que a mediados de siglo en- Por lo demás, si Descartes somete su doctrina
Pil. X X X I
a la censura de la Iglesia, como a La suprema funda y genuúiamente escolástica evasiva, de
¡autoridad en cuestiones de Ciencia y de Fe, bien que la idea de Dios sólo ha podido ser mfmidida
pudo ser una medida de precaución, para esca en el alma humana por Dios mismo, y por lo
par a la suerte de Bruno y de Galilei. De todos tanto ha de ser tan verdadera como todo lo' que
modos, es;o significa cierta inseguridad de con percibimos clara y distintamente. Contra esta
vicciones, que concuerda muy bien con el matiz argumentación advirtió Bayle, realmente no sin
escéptico tan frecuente en la Filosofía de Fran razón, que podría bastar para satisfacer a los
cia. Brilla abe muestra de este escepticismo fue profanos, no para aquietar a la crítica filosófica.
ron ya un siglo ¡antes los Ensayos de Micliel Mon Pero esta oscilación entre el dogma y el escep
taigne; y en el siglo posterior ;a Descartes acha ticismo no es peculiar y exclusiva de Descartes,
có Fierre Bayle, el francés más docto y clarivi sino que constituye una cualidad muy extendida
dente de su época, la. misma r.ota de irónico es entre los franceses filosofantes. Ejemplo expre
cepticismo a toda la Filosofía, particularmente sivo es particularmente Voltaire. quien no raras
a la cartesiana. Bayle señala la arbitrariedad iccn veces, precisamente al asentar una afirmación co
que Descartes junta conceptos heterogéneos, pa mo indiscutible, hace dudar si é1 cree en ella:
ra terminar renunciando a la solución filosófica así, por ejemplo, cuando., para robustecer las prue
de los problemas, al reducirlo todo a un milagro bas de Dios, declara que habría que inventar un
de creación. En Descartes como en Bayle, el dog Dios, si realmente no existiese, porque el hombre
matismo y el escepticismo se nos presentan como le necesita. Asimismo, tenemos una plegaria de
las dos notas acaso más características del espí Diderot, la mitad de la cual se dirige a Dios en
ritu francés, lo mismo en su desacuerdo que en su caso de que exista, y la otra mitad al mismo en
maridaje. E l más. brillante ejemplo de consonan caso de que no exista. K1 dogmatismo y el escep
cia de estas cualidades nos lo ofrece el propio ticismo son colindantes, como Descartes sobre
Descartes, que .es dogmático» y escéptico a la todo demuestra, y como ya observó Eayle, allí
vez. Comienza sus ^Meditaciones» con la supues donde la duda y el deseo de librarse de ella se
ta duda radical, para no tomar luego muy en se aúnan, aunque se recurra con harta facilidad a
rio esta duda, pues la elimina con la no muy pro Has salidas más superficiales. E l mismo ingenioso
escritor Eayle, para eludir el dilema entre una.
Ciencia -engañosa y una F e que remmcie en. .la época, síntesis en la que dejan estampada s-u
principio al verdadero- conocimiento, no s-ahe-dar huella los distintos pueblos, que participan en
otro consejo que el de so-meterse de antemano a. la vida espiritual de entonces. Por su nacimiento
la Fe transmitida por La Iglesia, pertenece .Spinoza a la .rama portuguesa, del pue
Con relación a las innú-encías recíprocas dé blo judío, muy superior por su cultura y apti
los pueblos que participaron de la cultura de. tudes a la de oriente; en tierra holandesa es in
esta época, hay mi .hecho significativo. El hom fluido luego por la cultura germánica del país
bre que resolvió el problema planteado por la. que le ^coge, y. merced a. las- relaciones interna
Filosofía francesa, desde luego no de una -mane cionales de este país, entra en contacto con la
ra definitiva—¿cómo imaginar' fin en estas cues Ciencia italiana, francesa y alemana; de suerte
tiones?—, pero- sí dentro del -espíritu de la época-, -que su Filosofía es inte-macicnai en el más ri
y de acuerdo con los postulados admitidos -en la-, guroso sentido. Spinoza no pertenece a ninguna
Ciencia, no pertenecía a ninguna na-ción, o, me nación y pertenece ,a todas, análogamente a la
jor dicho, pertenecía al mismo tiempo a todas- raza judía, que, con haberse asimilado- siempre
las naciones que en aquellos días contribuían al ■a los pueblos europeos, ha conservado al mismo
trabajo espiritual. Nos referimos a Sfiinoza, quien-:, tiempo su carácter. De todos modos, las vicisi
coordina en un todo casi coherente -el sistema, tudes de este pueblo, los enlaces que estableció,
para el que Descartes aportó el material. Desde particularmente en el curso de su historia euro
luego este sistema no es una simple transforma pea, no han dejado -de influir en su idiosincrasia.
ción de la Filosofía cartesiana, como' antes por Mientras en el judaismo oriental, fiel a las creen
un superficial estudio y un insuficiente conoci cias de sus padres, perdura todavía, hoy el aca
miento de su origen se creía, sino que -es una tamiento a> la Fey del antiguo Israel, en el Occi
obra de una pieza, íntegramente nacida de la dente la mística del judaismo- oriental más tardío
genialidad creadora de su autor, pues constitu recibió poderosos i-i-fkijos por sus rozamientos
ye al mismo tiempo la síntesis, fundida en un -con la iniligracióa mauritana en territorio his
todo, de las grandes corrientes ideológicas de* pano, y así este matiz místico se conservó tam
bién en Spinoza, per mucho cite se apartó de
Por -'a coordinación de pensamientos, que ha
la fantasía ¡aventurera en que el ape eslip ti cismo-
bían madurado previamente en las -distintas na
medioeval dal judaismo había incurrido-. A est-e
ciones de Europa, surgió así una concepción del
todo fundamental místico se añadió- por último
mundo, -que-, al fundir todos aquellos elementos,
el pensamiento 'de lo infinito de la Filosofía natu
acaso resultaba la. expresión más perfecta del
ral italiana, basado en el sistema de I\ ikoiaus
contenido, ideológico de la época; pero la época
von Kues y de Copérnioo, a la vez que de su in
era incapaz de reconocerse a sí misma en .aquel
mediata periferia anuía a él el espíritu místico
sistema. Así ocurrió- lo que en la historia del
religioso- de la Teología alemana, que también
pensamiento humano sucede con frecuencia: el
se había extendido por Holanda. Acabó de com
sistema fué mal comprendido, o_,,-después de un
pletar La obra la Filosofía francesa, •que aportó
examen superficial, parcialmente interpretado.
la exactitud rormal par,a la construcción lógica
Sólo una época mucho posterior, para la -que el
del sistema merced a la claridad del pensamien
sistema quedaba muy atrás, acertó ;a -estimarlo
to matemático que >en ella predominaba- Spino
debidamente. E-u su época, propia y en la subsi
za salvó -el dualismo cartesiano, reduciendo a
guiente mantuvo el predominio la Filosofía car
unidad en su única substan-cia infinita los con
tesiana.
ceptos de naturaleza y de espíritu, mantenidos
Si Descartes fue el primero ele las filósofos acau
en aquel por un milagro incomprensible. A l co
dilladores de Francia, en el fondo íué también
nocimiento de esta substancia v.a unido para el
el último. Francia ha dado ¡al mundo después de
hombre el amor a Dios como la más alta de las
él muchos investigadores exactos, que suelen dis
cualidades morales, puesto que, siendo emana
tinguirse. por sus mismas cualidades; en las cien
ción -directa clel conocimiento de Dios, sólo es una
cias históricas y políticas ha. producido homores
parte del amor infinito con que Dios ciñe al mun
sobresalientes; pero después -de Descartes no ha
do y a sí mismo. En esta idea unitaria., cuya
procreado ya ningún gran filósofo. E l materia
fuente más próxima, entre todas las de que se
lismo francés <Lel siglo X V D d, por importante
deriva, es la Mística cristiana, se unifican la mo
que sea para. la historia d-e la cultura y como
ralidad y la religión, como también, en el domi
signo meteorológico -de la Revolución inminente,
nio del conocimiento, la naturaleza y el espíritu..
— 41 —
como Filosofía radica, parte en ■el Librepensamien mo en el culto de la Iglesia romana. Pero estas
to inglés, piarte en la Filosofía Natural carte tentativas no alcanzaron a muy amplios círculos.
siana. _¡>íí .siquiera cabe tomar en cuenta a Au- Especialmente los partidarios de la primitiva F i
guste C cm ie, en quien pudiera pensarse. Sus losofía de Comte, -entre ellos Littré y la revista
principales pensamientos los tocio de escritores so por él dirigida «Ea Bh ilos opine Bos-itiveo, donde
ciólogos más antiguos, d>e un TurgcL de un se recogían los trabajos de tales discípulos, re
IXAlembert de un Saint-Simón. Cierto que su chazaron los últimos escritos como una aberra
Enciclopedia de las Ciencias, aparte de Las limi ción de su caduco maestro.
taciones impuestas por la parcial cultura mate Aun cuando en la época moderna asoman en
mático-naturalista del autor, es una producción Francia intentos de construcción filosófica, o se
admirable para su época, pero no es una otra •apoyan en sistemas forasteros, o, bien mirados,
filosófica independiente. Por último, las obras son transformaciones modernas del dualismo csr-
posteriores, en que Combe se presenta como fun tesiatio. Así un filósofo muy renombrado en Ale
dador de una nueva religión,—para la que la Hu mania, H en ñ Bergson, contrapone la memoria y
manidad es el «ser supremo», al que se lia de el recuerdo como funciones primordiales del co
venerar conforme a un culto minuciosamente nocimiento humano: aquella como La facultad de
prescrito por él, .con sacerdotes, Con los grandes recoger y fijar impresiones; éste como- la .aptitud
hombre de la historia como- nuevos santos, con de enlazar contenidos temporalmente distancia
símbolos de las más altas virtudes humanas co dos: mientras que el cerebro sirve a ambos como
mo nuevos sacramentos— , constituyen un testi un mecanismo que reacciona automáticamente.
monio palpable de las necesidades religiosas del Sustituyanse a La memoria y al recuerdo los an
filósofo, tan duramente tratado por la vida; y el tiguos conceptos de cuerpo y alma, y se obtendrá
mandamiento de esta nueva, religión o: Vivre fiour en lo esencial la Metafísica cartesiana. La única
Vautruá», de donde Comía derivó por primera diferencia es que la substancia anímica, que en
vez la palabra «altruismo», se refiere evidente la Psicología actual lia llegado a estar algo fuera
mente a la Etica. católica, así como el culto de de moda, se reemplaza por el recuerdo, más acce
esta religión positiva tiene su modelo más prósi- sible a la percepción directa, y cue en lugar de
— 42 —
— 43 —
los ((espíritus nerviosos»» que en tiempos de Des cióa que en épocas anteriores aun el profano- re
cartes llenaban como una materia 5na el sistema lativamente culto podía tomar en las discusiones
nervioso y se convertían en .el cerebro en movi
-de la sabiduría monacal sobre «cuestiones como si
mientos corpóreos externos, se lia introducido la los conceptos son realidades o simples nombres,,
expresión más imprecisa de omemciiao. Esto úl
si las diferencias individuales se basan en La ma
timo, a tocias Luces-, siguiendo el ejemplo de los
teria o en la forma, etc. Cierto ¡que por el nue
fisiólogos, que suelen atribuir ya La propiedad de
vo camino se babía adelantado en parte- Italia, y
La memoria a la substancia nerviosa. Se añaden
también Inglaterra, pero Francia fue la primera
además aportaciones de la Filosofía .ai emana, con
que resolvió el problema de convertir la Filosofía,
las que este cartesianismo moceril izado trata, de
en objeto de cultura general. Y hay que recono
responder al pensamiento evolutivo, del que Des-
cerle otro servicio. Da Filosofía francesa fu é la
- cartes en su tiempo nada sabía aún.
primera que acertó' a plantear clara y distinta
Pero si Descartes no¡ lia tenido en Francia un
continuador de la misma talla, seríamos injustos mente los problemas, que desde entonces agitan
con él y con la Filosofía francesa si quisiéramos al pensamiento moderno. No es que resolviera es
desconocer el valor que ésta alcanzó para la cul tos problemas; más aún, contribuyó muy poco a
tura espiritual del mundo, Merced a su gran ca encontrar las relativas soluciones, en torno a las
pacidad de clara evolución ideológica, fué la p-ri- cuales se ¡afanaron Las generaciones futuras. Pero
. mera que se introdujo, en amplios círculos ilus liay tiempos en la historia de La Ciencia, en los
trados, y de este modo La Filosofía llegó a ser un cuales la exacta formulación de Las cuestiones en
elemento de cultura general. H ay que leer las vuelve ya una importancia decisiva; y un tiempo-
« Femmss savante.'; ¡> de Moliere, para formarse así fué la primera mitad del siglo X V II, después,
idea del interés filosófico, que los escritos de Des de la cual cesó en esencia el influjo directivo de-
cartes despertaban entonces en amplios círculos; Francia en la Filosofía occidental,
y aun cuando este interés por la Filosofía deca Si en la época siguiente decayó caña vez más-
yera de vez en cuando, nunca se .extinguió des la influencia de La Filosofía francesa en la histo
de entonces. Compárese en cambio la participa- ria espiritual de Europa con relación a la ingle-
— 44 —
tonces ha permanecido el -mismo, cuando quierat
-sa, se debió no en pequeña parte a que desde en que la Etica francesa ha seguido derroteros inde
tonces los problemas éticos» peí ti cu 1-armente cul-- pendientes. Es el pensamiento' de que todos los
vivados en Inglaterra, pasaron a primer término. impulsos mera le &radican directamente en el amor
E l interés de los pensadores franceses se enfocó propio, no indirectamente, como trató de expli
preferentemente desde -el principio a las cuestio car al mismo tiempo en Inglaterra la Moral de
nes generales de 1.a concepción metafísica del la simpatía. El mas popular escritor de esta ten
mundo; y así se comprende que en Francia no dencia rué rlelvethis. Lo que un’ siglo antes, con
.hubiera en el dominio ético ninguna aportación satírica exageración, presentó Xarcchefoucauld.
original. E l mismo tratado de Descartes sobre las en sus «Máximas:') como espejo al hombre verda
«Pasiones del alma» sól<o ti-ene en lo esencial un dero, lo tomó Helvetius con toda seriedad. To
•valor psicológico. Por otra parte, lo mismo en él dos los hombres son iguales en sus disposiciones..
que ya antes de él en Montaigne, ejerció evidente Todos, en particular, están animados de las mis
y decisivo influjo la Moral estoica. Lo que más mas pasiones. Sería, pues, insensato ¡querer con
atrae hacia ella, a los escritores franceses es, a to dena: estas pasiones, que en último término se
adas luces, el fiatkcsj que en la doctrina estoica ■derivan todas del amor propio y del ansia, inhe
se contiene. Pero la escuela de Descartes se refu rente al hombre, de recreo y de placer. L a edu
gia en la Moral teológica tradicional; 3' la ilus cación, tanto privada como pública, debe dar co
tración posterior vive de prestado. En -esto no mienzo más bien por encauzar este egoísmo na
hay que hacer excepción alguna con el « Vivre tural de modo que redunde en provecho de todos.
pou 7 l’ auirui ¡> de Auguste Oomtej qiie deriva por Las proposiciones pedagógicas de Helvetius se-
los cauces de una Moral compasiva de temple re han desmoronado hace ya mucho' tiempo, y su
ligioso. teoría sensualista de la felicidad ha tomado for
mas más suaves. Sin embargo, la Etica, novísi
Eü materialismo del siglo- X V I I I es el primero
ma ha vuelto al pensamiento fundamental de este-
que en Francia, aun cuando en forma llevada al
maestro de la ilustración francesa, v, recurriendo’
■extremo por el tono revolucionario de la época,
al moderno evolucionismo’, ha tratado de acer-
da expresión a un pensamiento, que desde en
-carie a un idealismo práctico. Juntamente se dejó riencia biológica. Por eso él considera la teoría
-sentir el influjo, que tanto en la Filosofía moral
moral basada en este último principio' como< una
francesa como en la inglesa habían ejercido 1.as teoría empírica, libra de todas las hipótesis me
antinomias planteadas por Córrate de -egoísmo y tal Isicas. Para él tocas Las virtudes, generalmen
¿altruismo». E l problema ene desde ahora domi te supuestas, se liañ de derivar más bien del prin
na en la Etica francesa, es: <¡¿Cernió se explica cipio de que cuanto en grado más intenso crezca
que -del egoísmo humano resulte por ti camino ■el impulso vital, tanto más ha de tender a dila
de una natural evolución el altruismo?:) tarse extensivamente, y así ha de abarcar en ei
Particularmente en los dos filósofos franceses propio yo su periferia viviente -con amplitud ca
más importantes de la época novísima, en Al/red da vez mayor. E1 principal argumento en pía ce
FoulUé y Jean-Marie Guyau, fué donde la Etica esta exaltación de lo intensivo hacia lo extensivo
individualista tradicional tomo este sesgo. Estos lo descubre en la propagación sexual, ele ia cual
filósofos rechazan todas las teorías, que traten de brota primeramente el amor sexual, y luego, por
-explicar lo moral por un mandato externo de mayor amplif-cación, el amor general del próji
violencia o por nn mandato interno -de -deber, '.co mo, A estO: se añade luego el más amplio impul
mo también las que recurren a la reflexión sobre so de trasladar .a otros el propio pensamiento. De
la necesaria limitación de la voluntad en interés esta suerte el altruismo- no brotó sino del egoís
propio del que obra. Basándose en la presuposi mo primigenio, y de él se han de derivar no ya
ción de que el verdadero fin de la vida es la vida : só-lo. las virtudes burguesas comunes, sino aun
misma, y por tanto la exaltación clel sentimien aquellas acciones, que por el riesgo dé la riela
to vital es el impulso primario de toda .acción, parecen incompatibles con el impulso, originario
ya en los animales, pero también en el hombre, de exaltación de la misma. Porque en este caso
trata Guyau de establecer sobre firme cimiento el el impulso secundario altruista se sobrepone al
siguiente principio. «El altruismo es un egoísmo egoísta primario. B 1 placer del riesgo y la espe
ranza del éxito se ¡habrían de considerar también
exaltado y amplificado.:) Aquella presuposición
en este caso—así piensa Guyau—como una exal
la confirma directamente, a su juicio1, la expe
tación del sentimiento vital. Sólo ante un reno-
— 4S —
meno se detiene: cuando este sacrificio- propio su comprende cómo, partiendo de ella, la amplifi
cede con. la muerte segura. ante los ojes, entonces,, cación del egoísmo en altruismo ha de alcanzar
a su juicio, fracasa esta teoría empírica, y sobre a todas las actividades anímicas. Pero aunque
esta hazaña suprema de altruismo flota, por lo esta teoría no ha resuelto en verdad el problema
tanto una niebla metafísica impenetrable. Sin ■em ético, sino que, como el mismo Guyau confiesa,
bargo', y o no* veo por qué ha de comenzar en este lo ha desvanecido tras una nube metafísica, con
punto la niebla metafísica, una vea que el arro-jo todo, como lo confirma su afinidad con la más
de no eludir el peligro supremo considera co antigua Moral del egoísmo, ha logrado expresar
mo motivo suficiente de energía vi,al exaltada. lo qu-e hay de eficaz en el alma popular francesa,
¿ No podemos suponer que la previsión de La glo naturalmente no en esta forma abstracta, sino en
ria postuma, que alcanza quien sacrifica su vida, los ideales concretos, que ella aprecia como los
produzca un sentimiento vital tan fuerte, que bienes supremos de la vida. Esta Moral del alma
frente a él desaparezcan todos los demás- impul popular es un egoísmo ennoblecido, que en mo
sos? Como quiera que sea, la dificultad de esta mentos decisivos pu«ede saltar a un altruismo
teoría no reside en la cuestión de como- el sacri enérgico, aun cuando tras éste se aposta, como
ficio de la propia vida pueda ir acompañado de motivo oculto, el afán de exhibirse. Si eL egoís
un sentimiento vital exaltado, sino -eu otra cues mo vulgar se apega ante todo a los ‘bienes sensi
tión: puesto que el egoísmo y el a itruismo siguen bles de la vidia, los sacrifica en cambio- el afán de
siendo antitéticos en sus operaciones corrientes, honra y fama, para lograr otros más estables, que
¿cómo se puede concebir que al fin y al cabo el también radican, es cierto, en el lado extrínseco
altruismo no sea por su propia esencia sino. un de la vida, pero que son bienes espirituales de
egoísmo que se sobrepuja a sí mismo, y que el suyo. Y aun cuando estos bienes- estén ligados a
porvenir ideal de la Moral consista en un progre la personalidad individual, irradian de ella al to
sivo incremento de esta exaltación ? Con el re do, a la nación, que aprecia estos bienes del in
curso a la propagación sexual no se responde a dividuo* como los más altos. Hay .en esto un ras-
esta pregunta sino aparentemente. Porque ni es ge idealista, del que se han percatado aun los re
acuella en sí misma una acción altruista ni. se presentantes filosóficos ce esta ideología. Cierta -
fíi. xiíxa
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mente, un individualismo, que en La comunidad "Y aquí nos sale al paso la Filosofía inglesa-, que
humana sólo vea La suma de los individuos, no de antiguo aplicó su interés al problema de La
puede llegar a convertirse en verdadero idealis comunidad humana, pero* que al mismo tiempo
mo. Perqué La ventaja personal, qu-e el individuo
arrancó de otros antecedentes que la evolución
procura contra los demás, se opone ¡al reconoci espiritual francesa.
miento de valores objetivos, que se le han de
ofrecer como fines ideales de su aspiración. L a
Nota del trad ucio r.—En las páginas 32, 36 y otros
honra y la fama, o, como estos conceptos con pasajes de este libio, asoma el criterio racionalista de
cretos se expresan con generalización filosófica, "‘Wundt. E l lector debe tenerlo en cuenta.
el desembarazado ejercicio de la vida personal,
no son esos ideales. B e .ahí que, por importante
que sea la magnificación del valor de 3a perso
nalidad individual, sólo conduce, cuando inter
viene exclusivamente, a la preferencia de pro
piedades .externas, que en el mejor de los casos
se refieren a valores morales, internos. Por eso
esta tendencia no ha producido una Etica filosó
fica de importancia duradera. Una Moral, que no
tenga por objeto más -que el ladú' subjetivo del
hombre, sólo es posible en forma de Etica reli
giosa•, ya se reduzca ésta a la inmediata unión
del ser humano con el divino, ya también a una
legislación divina comunicada por revelación e x
terna. Por el contraria, una Etica fundada en el
hombre misxnc, una Etica estrictamente filosófi
ca, solo es posible, cuando- se coloca en primer
plano la relación del individuo con la comunidad.
ÍV. La Filosofía inglesa
glésj que concuerda con el carácter de aquel pue Bacon, no faltaron hombres, que consideraban
blo., atento ya de antiguo^ a las necesidades de la. misión de la Ciencia derribar esta vaha. Las cir
vida práctica, carácter que puede depender, par cunstancias políticas, que prepararon y acompa
te de su disposición originaría, parte de su .posi ñaron a la revolución, inglesa del sigk> X V II,
ción insular, propicia al comercio y al tráfico ex ejercieron en este orden grave influencia scbre
terior. Así como ¡aquella Escolástica inglesa re la evolución del pensamiento inglés. En fe In
chazaba ya todas las especulaciones sobre el dog d ia, que el Parlamento entabló contra la monar
ma, que aceptaba sin limitación como cosa re quía absoluta, se mezclaban motivos religiosos,
velada e incomprensible, mientras que en las- que fueron de gran transcendencia .para la ulte
cuestiones de la vida terrenal cedía la dirección- rior evolución de la Filosofía inglesa y del pen
a la experiencia sensible, así Francis Bacon, coa samiento inglés en general. Si con relación a la
quien comienza a principios del siglo X V I I la vieja Inglaterra, que produjo un Shakespeare y un
serie de grandes pensadores ingleses* de la nue Bacon, nos parece que la Inglaterra nueva ha
va época, excluye expresamente del sistema de cambiado intrínsecamente en su espiritual carác
las Ciencias a la Teologgía. No porque menos ter, semejante transformación, de tan graves con
precie su objeto, la religión-—más bien la consi secuencias para la vida espiritual del país, hay
dera desde su posición de hombre de Estado co que atribuirla en parte esencial a las turbulen
mo fundamento indispensable de la vida públi cias religiosas, que acompañaron a los aconteci
ca—, sino porque opina que ni la Fe religiosa mientos políticos. L a Iglesia anglicana era en
tiene que mezclarse en las cuestiones de la, Cien el fondo, tanto por su contenido dogmático co
cia, ni la Ciencia tiene atribuciones para man mo por su constitución externa, un catolicismo
dar sobre la Fe, De todas suertes, no todos los- romano sin la autoridad del principado de Roma,
grandes hombres de Inglaterra se atuvieron ;a que reduce a unidad a toda la Iglesia católica.
este programa establecido por Bacon de separar Así se trocó- en Iglesia estatal absoluta. Pero al
la F e y la Ciencia, o, como los ingleses suelen sustituir la autoridad política, que sólo impone
decir, la Revelación y la Experiencia. Más bien, la obediencia exterior, a la autoridad religiosa,
desde Herbert de Gherbury, contemporáneo de que obliga las! conciencias, se aflojó el lazo que
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ligaba en trie sí la F e y la Ciencia. 1+a monarquía ra doctrina se atribuían la Fe del antiguo Israel,
absoluta pudo obligar exterior mente a pertene de ser el pueblo elegido de Dios, y esta Pe pasó
cer a la Iglesia del Estado, pero no* piado obligar también aquí, como antes en Israel, del terreno
las conciencias. En esta creación puramente polí religioso al político. Desde la época elisabetana,
tica, que originariamente resultó de la disidencia- con el auge de la potencia política de Inglate
personal de Enrique V III con el Papa, se fundó rra, naturalmente los motivos religiosos, de don
por: una parte .aquella connivencia externa, que de aquella creencia, se había derivado, pasaron a
consideraba como un deber social la participa último término, y ya en el siglo subsiguiente a
ción en el culto eclesiástico, y por otra, la «divi la Revolución el axioma de 1-a nación escogida
sión en muchas sectas, acomodadas a la. necesi empezó a tomar ¡creciente importancia política.
dad religiosa individual, que siguió' al derrum Inglaterra fué considerada como la nación desti
bamiento de La monarquía absoluta, protectora de nada a dominan en los mares y juntamente en la
la Iglesia suprema. A ejemplo de los reforma mayor parte de la tierra. Este pensamiento se
dores alemanes, estas sectas fomentaban el re venía incubando desde los días en que la flota
torno a la pura doctrina, tal como fué transmiti inglesa derrotó ¡a la ¡orgullosa armada •española;
da por la Sagrada Escritura. Sobre todo¡ en la la Inglaterra puritana, con su pretensión de ser
secta de los puritanos, que recibe su nombre pre el pueblo escogido de Dios, lo llevó a completa
cisamente de este principio de la pureza de doc madurez. Añadiese a esto el profunde influjo
trina, y que políticamente desempeñó el papel que el puritanismo ejerció en la vida y en las
directivo, surgió una importante diferencia res costumbres. E l Dios de Israel, que bendice a sus
pecto del movimiento reformatorio' alemán. Mien adeptos con bienes terrenales, protege el comer
tras éste 'había fundado la Iglesia y la Teología cio y el tráfico-, en tanto sirvan a fines útiles,
protestante esencialmente sobre el Nuevo Tes pero descarga su severidad y su rigor, y es im
tamento, en el puritanismo inglés prevalecían los placable .contra el disfrute ocioso de la vida.
libros del Testamento Antiguo. Había especial Aquí tiene su origen aquella ceremoniosidad de
mente un pensamiento, que apoyaba este recurso las costumbres., que regula hasta en lo más ni
al Antiguo Testamento': los partidarios de la.pu mio la vida externa, y aquel horror ante la des
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preocupada exteriorización de los afectos, que desde su influyente posición a implantar la nue
condujo, poi ejemplo, a que La Inglaterra ilus va Ciencia en Jugar de la Escolástica trasnocha
trada leyera casi siempre a su mayor poeta, a da y a despejarle el camino tatito en la distribu
Shakespeare, en ediciones donde está borrado to ción de sus dominios como en los métodos- de in
do lo que pudiera turbar a una muchacha sen vestigación, HobbieSj que durante toda s.u vida
sible. Con todo, a medida que el puritanismo1 se permaneció en. el humilde puesto de secretario
mundaniaaba, fué influyendo en la misma vida particular de un Lord, participa de la manera
religiosa. L a tendencia ;a la formación de sectas, más activa en los acontecimientos de la época.
producida por la emancipación, política de la Es el mas entusiasta partidario de los Estuardos-
Iglesia anglicana, hizo que de los puritanos sa y el más audaz pregonero de la exclusiva legiti
lieran los independientes. Nacida al principio de midad de aquella monarquía absoluta, que en
una necesidad religiosa, a la que repugnaba lo Inglaterra había de quedar sepultada por el triun
forzoso de la Fe, fué agrupando esta tendencia fo de la revolucióin. No obstante, este paladín de-
aun a aquellos, que reclamaban el derecho de la antigua época está saturado de las ideas de la
permanecer fuera de toda, comunidad religiosa. nueva, sobre todo de las relacionadas con La doc
Así, desde principio del siglo X V III, se desarro trina mecánico-naturalista de Galilea y con el
lló el librepensamiento inglés como una especie sistema de Copérnico. Contemporáneo -de Des
de escisión de los independientes. cartes, a quien sobrevivió mucho tiempo, ccuece
Todas estas corrientes espirituales se reflejan más agudamente que ningún otro los flacos cel
en la Filosofía inglesa del siglo de la revolución sistema cartesiano*, que llegó a hacerse rápida
y de sus derivaciones. Entre todos se nos presen mente popular. La justificación que da a su teo
ta aquí Tomás H obbes como el principal repre ría del Estado absolutista, se halla, en totaL con
sentante de la época, pues el reúne ios variados tradicción con 1-os argumentos, en que sus corre
motivos que la preocupan. Es el pensador más ligionarios realistas trataban de fundar su acti
universal que Inglaterra ha producido después de tud. No es en absoluto un legitimista, sino mr
Bacon. Sin embargo, mientras éste, a pesar de pensador radica’ t y libre de prejuicios, un libre
su profesión de hombre de Estado, sólo aspira pensador por deliro y un consevador por fuera,,
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la religión, Para él la Iglesia anglicana es la úni
-que estigmatizaba La revolución política como ca legítima, no por la verdad interna de sus doc
una criminal infracción del derecho. Pero lo más trinas— de si se halla o no en posesión de la ver
-notable en esta personalidad és que trata de jus dad prescinde propiamente— , sino porque es la.
tificar sil absolutismo político precisamente con iglesia del Estado. Según eso, lo que ella enseña,,
su librepensamiento filosófico. L a manarquía ab es lo que debe creerse. 1,0 que enseñan las sec
soluta merece la preferencia, no1 porque sea la tas revolucionarias es -superstición y teda supers
única legítima en sí, sino porque se funda en un tición es dañosa y se ha de extirpar. Con esto,..
-contrato estipulado de una vez para siempre en aquella separación de Ciencia y Fe, que ya Ba-
tre el regente y los vasallos, y además porque la con había preconizado en interés de la Cienciar
paz: y la vida de los ciudadanos están mejor pro adquiere su más aguda expresión; y con esta se
tegidas, cuando da lej^es la voluntad de uno so paración Hobbes se abre libre camino para str
lo, no cuando en el gobierno mismo han de Iti- concepción general del universo, que se basa
•char opiniones diversas. Así Hobbes llega a ser, completamente en la Filosofía mecánico-natura
■110 el autor, pero sí el renovador y completador lista de la época. El mundo es un mecanismo;-
de aquella teoría, ya propugnada por los anti el hombre es sólo una. parte de este mecanismo,
guos sofistas, que atribuye el Bstado a un con y consiguientemente por su prcpLa esencia un'
trato primitivo. Sólo que mientras los sofistas ser material. Si Gaulei tuvo la precaución d e
•habían aplicado esta teoría, para servir a la ti designar las sensaciones como fenómenos, que no
ranía, de suyo sujeta a mudanza, Hobbes ligó corresponden a los objetos exteriores, sino que
con ella la exigencia de la irrescindibilidad del surgen en nosotros, Hobbes explica las sensacio
-contrato, para oponer la monarquía absoluta per nes y los procesos espirituales, que de ellas re
manente como única forma legal de gobierno a sultan, como procesos corpóreos, que no pode
los asaltos de la revolución, que aspiraba a la mos percibir clara y distintamente. Así el mundo
soberanía del pueblo por el Parlamento. Pero corpóreo es para el el único mundo verdadero.
donde más claramente se manifiesta esta unión L a vida espiritual es un mundo de .fenómenos,,
de un radicalismo filosofico con el absolutismo que se extiende sobre esta base del ser real, y
■político es en la actitud de Hobbes respecto de
f
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que hemos de poner por fundamento a nuestra del siglo X V II. Sin embargo, esta corriente ra
percepción de las cosas siempre que nos está, ve dical estaba fuera de las tendencias dominantes
dado penetrar en La verdadera esencia de ios fe ■del pensamiento inglés. Sus partidarios eran en
nómenos. Tal ocurre sobre todo, cuando se ven Inglaterra perseguidos y proscritos por la socie
tilan las condiciones de nuestro propio obrar y dad, al contrario que en Francia, donde domina
la s relaciones con nuestros prójimos. Desde lue ban cada Tez más en los círculos ilustrados. L a
go hemos de juzgar también estos fenómenos por costumbre tradicional se consideraba de muy an
analogía al menos coa los procesos físicos que tiguo como un mandamiento de decencia social,
constituyen la realidad total. En este sentido la que nadie podía transgredir sin correr el peligro
sociedad es originariamente un agregado de hom de ser considerado como- un proscrito por la opi
bres particulares, cada uno de los cuales, así co nión pitblica. Dentro de las‘tendencias dominan
mo es físicamente un todo coordinado por fuer tes de la Filosofía inglesa esta tiranía social se
zas mecánicas, así mocilmente obedece al im manifiesta sobre todo en aquella desviación de
pulso de la propia conservación. Por eso el egoís las cuestiones religiosas^ que permite al indivi
mo es el fundamento de la Moral, y la lucha duo seguir libremente su convicción en la Cien
egoísta de todos con todos es el estado primi cia, siempre que tenga La suficiente cautela para
genio de la sociedad. A este egoísmo, tan pron salvar el conflicto con las convicciones religio
to como se desarrolla la reflexión y con -ella la sas. Estas se hallan fuera ds toda critica, filosó
evidencia del interés bien entendido de los par fica, no porque en sí sean inaccesibles a ella, sino
ticulares, le pone fin aquel contrato estatal, que porque se considera ilScitO' perturbar a otros en
marca el tránsito del estado de naturaleza al es su Fe. Tal es la posición específicamente ingle
tado de cultura, y que es indisoluble, porque sa fíente a los problemas religiosos. Y a en las
su rescisión significaría el retorno al estado sal manifestaciones de Francis Bacon sobre la Teo
vaje. logía natural despunta, y es la misma posición
Así este sistema resulta un descarado materia que todavía adopta el más sobresaliente de los
lismo, y por él siguió influyendo Hobbies en los filósofos ingleses del siglo X I X , Herbert Spen-
librepensadores ingleses que surgieron desde fines cer. Pero esta renuncia implica necesariamente
— 04 —
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presión en eL vocabulario del siglo X V II. T ra
que no puede sustraerse a los avances -de otros, ducir a buen inglés con relativa fidelidad a un
países, se ¡advierte que Inglaterra se halia siem .Xant o incluso a los filósofos alemanes posterio
pre dispuesta, no sólo a asimilar los descubri res es una obra de arte, que, a pesar de los mu
mientos del -extranjero-, sino también a atribuír chos esfuerzos, todavía nadie ha logrado-. Algo
selos en lo posible. Así, para muchos ingleses,, .análogo nos ocurre al leer a los filósofos ingle
el descubridor del principio- de La conservación ses modernos. Para apreciar: debidamente a Spen-
de la energía no es Robert Mayer, o en todo caso- -cer, hay que retro-traerse a una época anterior a
H-elmh-oltz, sino- Joule, un hombre que sólo pres jCant y aun a Leibaiz,, en que no existían aún
tó meritoria ayuda a la confirmación del princi nuestra moderna) Psicología y nuestra teoría del
pio. En la Filosofía se manifiesta esta partícula- conocimiento. Naturalmente, hay muchos sabios
ridad insular en que la Filosofía inglesa es en ingleses, que dominan .el alemán lo suficiente, pa
l*o esencial un mundo aparte, cuyos méritos fren j a poder leer una obra de ECant y aun de Ficihte
te a la literatura universal reconocemos con gra o^Hegel. Pero como les está, vedado trasladar los
titud los demás europeos, pero que permaneció- conceptos forasteros a -expresiones adecuadas de
casi aislado del -espíritu de nuestra Filosofía. su propia lengua, encuentran en ello un obstácu
También esto concuerda con el carácter conser lo tan grande, que el inglés culto y, por lo- re
vador del espíritu ingles, que fácilmente se des cular, hasta el filósofo inglés prefieren atenerse
cubre sobre la libertad personal de que el indi a la Filosofía de casa.
viduo goza, en tanto no incurra en conflicto con Cuando el lenguaje de un escritor filosófico ha
la coacción de la costumbre. Esta -coacción se obtenido para la posteridad una significación casi
presenta como tenaz aferramiento a lo tradicio ■canónica, esta conservación de La forma externa
nal aun para el lado externo- de la literatura filo- del pensamiento no- só-lo ha de alcanzar a su con
sódica de Inglaterra. Así, la terminología filosófi tenido, sino que en último término La conserva
ca de Locke domina todavía hoy en la Filosofía ción de la terina se ha de fundar en La del con
inglesa. De aquí resulta cue, en lo esencial, to tenido. De hecho puede afirmarse que los rasgos
davía no existen en la Filosofía inglesa actual ■fundamentales de La Filosofía de John I/o-cke,
aquellos conceptos, para los cuales no había ex
hasta llegar a üerbert Spencer y al moderno juntamente, al margen de la, Filosofía, pero in
pragmatismo} son los que prestan férrea consis dispensable para satisEacer Las necesidades de la
tencia a la t iiosoíía ing'lesa. De Iyocke procede, Fe, La revelación transmitida por la Sagrada Es
la limitación de la Filosofía .a 1-as cuestiones de critura: he ahí eu lo que -John Xo-eke -es por cima
la teoría del -conocimiento y de la Moca!; óe de los demás fiel expresión del espíritu inglés.
Locke, la exigencia de reducir toda la experien De la fuerza .arrolladora, que esta Filosofía des
cia a los hechos del mundo empíri-co y, en resu arrolló, es significativo que aun allí donde ha
midas cuentas, del mundo sensible; de Locke,, llaba contradicción, no- era sino parcial.- Así se
la traslación, consecuentemente practicada, de apartan de tal Filosofía' por un Lado los librepen
las reflexiones racionales sobre las cosas ¡a las co sadores, por el -otro, el animoso' adversario del
sas mismas. Inglaterra ha producido, antes y librepensamiento Qeo-tge B erkelsy. Los librepen
después de l/ocke, filósofos más importantes. Ba sadores se abrazan con el realismo c-mpírico de
con1 y Hobbes, B erke ley y Hume !-e sobrepujan Locke, que transforman en un materialismo con
con mucho' en intuición genial y en penetrante secuente; pero atacan su concepta de la revela
agudeza. Nadie como éi es el perfecto tipo del ción, y no encuentran justificada la creencia en
espíritu inglés, cual llegó a formarse por vez Dios sino a lo sumo en cuanto que la existen
primera en la época a que él perteneció, y nadie cia de las cosas exige una causa general del
como él influyó en el pensamiento inglés de los mundo-. Por el contrario' B’e rkeley sostiene la re
tiempos posteriores. Pero lo significativo en La velación, pero niega que la. esencia de Dios se
Filosofía inglesa, a él adicta, es ante todo La halle totalmente fuera de la experiencia natural.
rigurosa separación de Ciencia y Fe. E n esto -es Para él La experiencia psíquica o interna es la
este filósofo de la nueva sociedad burguesa, des primaria, la única verdadera por lo tanto., pues
pués de la revolución puritana, el genuino ¡re todo el mundo externo sólo por medio de nuestra
presentante de la doble conciencia, formada de conciencia se nos ofrece, y así no es en sí mis
un modo convencional. Teóricamente un realis mo otra cosa que una parte de aquel mundo es
mo fundado en la experiencia sensible, prácti piritual en que la Divinidad se revela, producien
camente un utilitarismo guiado por el egoísmo, y do la concordancia del pensamiento humano-, Sin
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embargo, aunque esta Filosofía de Berieley sos propiedades del espíritu escocés- y del inglés. Este
tiene el riguroso empirismo, y hasta. 1o- desarro espirita escc-cés había ya induído enérgicamente
lla más consecuentemente, repugnaba. & la ten en Inglaterra durante las turbulencias religiosas
dencia general del pensamiento inglés, por el. del siglo precedente, pues el puritanismo, parti
idealismo en que se resuelve y por el intento de cular mente en la tendencia de los independien
conciliar la Filosofía y 3a Religión. Así que Ber- tes, encontró su refugio sobre todo en Escocia.
keley quedó siendo un filósofo aislado, al que El espíritu de independencia, propio del carácter
se escarnecía como ideólogo nada práctico. esco-cés, que hasta cntonoes3 alimentado por las
;No obstante, el influjo de este idealista, tan circunstancias políticas del país, se había mani
solitario en su época y en su nación, debió de festado en dirección religiosa, se aplicói ahora a
ser más profundo- de ío que pudiera sospecharse la Filosofía, muy principalmente en aquellos filó
por aquella mofa. Los argumentos -de Berkeley sofos, que, como- David Hume, se -mantenían in
contra el realismo corriente en el país- y -contra diferentes por completo ante la religión. Esta in
el superficial y contradictorio tratamiento de los dependencia en dos sentidos, según la tradición
conceptos de experiencia no podían menos de del empirismo- dogmático inglés y según la acti
hacer su impresión, en cuanto se aplicase el mo tud, trocada en convencional, respecto de la re
dulo de una severa crítica. Por eso se desecha ligión, comunica a este pensador cierta situación
ron sus apreciaciones metafísicas, para la críti excepcional dentro de La Filosofía inglesa, a con
ca desde luego apenas consistentes, para aceptar secuencia de la cual se compenetra, sí, totalmen
y ampliar el análisis psicológico- de la experien te con -ella, pero al mismo tiempo- obra sobre
cia, en lo esencial exento- de reparos, aunque otras naciones, particularmente sobre la nación
parcial. Así apareció una tendencia, que espe alemana, Pero cnanto más elimina Hume el tra
cialmente en La segunda mitad del siglo X V III dicional dualismo entre Ciencia y Fe, y más cul
domina el pensamiento inglés y que en nuestra tiva la rigurosa exactitud de la crítica científica,
época se designa -con el nombre de psiceiogismo. tanto más fiel permanece a la posición experi
Su representante más ingenioso e influyente íué mental de la Filosofía inglesa, Según él, la ex
David H u m e , qu-e junta en :su personalidad las periencia es la única que suministra los datos
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necesarios para distinguir I-a verdad y eL error,, en general, a no ser cuando en ambas deja toda
y solo hay des sectores cl¡e consideración filosó vía sentir sus efectos La antigua tendencia <ie ía
fica, par,a los que esto rige: ]a facultad cognosci- reflexión intelectual. Como el mecanismo psíqui
tiva y la Moral. Por este camino Hume, en con- co, tal como lo había supuesto Tomás Hobbes,
traposioión a Bterkeley, se convierte en el más entra a reemplazar al mecanismo físico, aun para
riguroso ¡antimetafísico; pero al mismo tiempo los proceses vitales anímicos, esta consideración
acepta su procedimiento psicológico de .estudio ofrece la posibilidad de ■deducir psicológicamen
y trata de dar por medio de él a la -teoría em te, de una manera macho más inmediata y por
pírica del conocimiento- y a la Etica un funda •camino' empírico, no metafíisico, hasta los con
mento más sólido. Con todo, permanece fiel a ceptos fundamentales del conocimiento'. Hume lo
la tradición inglesa en cuanto que para él en consignó así principalmente para los dos concep
ambos sectores el interés práctico ocupa el pri tos de causalidad y de substancia, comprobando-
mer término. B e todos modos, 'conserva cierta como motivos psicológicos para, aquella la aso
independencia para desviarse de las rutas pro ciación de los fenómenos que se suceden regular
verbiales del pensamiento inglés, porque descu mente, y para ésta la de los simultáneos. Desee
bre que los procesos cognoscitivos no ocurren luego esta comprobación, no implica— y en ello
simplemente, como el inteLectualismo precedente consiste la laguna, más tarde señalada por Kant,
había enseñado, merced a la actividad lógica in de esta teoría del cor.ocimeinto— que aquellos fun
telectual, que a su vez r,o es de suyo sino un damentos psicológicos de los conceptos del cono
producto de reflexión adicional sobre los fenó cimiento se identifiquen con los conceptos mis
menos, sino que el mecanismo psíquico de la inos. Y lo mismo que en este caso-, fracasa el psi-
asociación, que enlaza todos los contenidos expe- col ogisnio de Hume en el segundo elemento de
rinrenta.es, es el que constituye la base en que su Filosofía, en La Filosofía moral. E l fundamen
esta reflexión descansa. Así, Hume llegó a ser el to de toda Moral, la entrega desinteresada al pró
fundador de aquella Filosofía de la asociación, jimo, brota según él psicológicamente de la aso
que hasta nuestros días ha dominado en. l¡a Psico ciación de nuestros p<ropios afectos, de nuestras-
logía inglesa, y por ella en la Filosofía inglesa alegrías y nuestros dolores, con los sentimientos
— 77 —
-de los demás hombres', a cuya conciencia nos tras
ladamos. Desde luego, aun en esta aplicación a del inteleetualismo inglés. En cambio, en Ingla
la Moral, Hume se eleva sobre el punto de la re terra fue su apartamiento de la Moral tradicio
flexión, propio de la escuela de Locke. A las fun- nal de la reflexión lo que impidió la aceptación-
-clones intelectuales acompañan los sentimientos de esta Moral del sentimiento. Así como fué pro
y los afectos como contenidos uo> menos impor fundo el influjo de la doctrina de la asociación,
tantes del mundo real. Si en el dominio- de la de Hume, en la Psicología, y en la teoría del co
teoría del conocimiento habían influido en él a nocimiento, así su teoría y la de su discípulo-
todas luces las sugestiones de la Psicología de Adam -Smith, de los sentimientos de simpatía,
Derkeley, en este otro terreno fué el precursor apenas encontró secuaces fuera del círculo de los.
de Hume otro escritor inglés, que por su fino filósofos escoceses. Da tendencia egoísta y utili
■séntido estético y etico ocupó una posición ex taria, aclimatada desde Hobbes y Locke, dominó-
cepcional entre sus contemporáneos: Sh&ftesbury, en adelante no sólo la Etica profana, sino* tam
Fué el primero que se libró de las ligaduras de bién la teológica, no diferenciándose ésta de aqué
la Moral de la reflexión y del utilitarismo, con lla sino en que, totalmente ai estilo del antiguo-
-ella íntimamente enlazado, paca fundar su Etica puritanismo, coordina lo útil para el hombre y lo
sobre el equilibrio armónico de los sentimientos agradable a Dios.
-egoístas y sociales en el ánimo del hombre moral. Prueba evidente del grado basta donde este-
Ciertamente, tanto a Shaftesburv como .a Hume, utilitarismo armonizaba con las teorías más di
por mucho que se acercaran ¡a la raíz psicológica fundidas, la ofrece Jeremías Bentham, el hombre
d e la Moral, les faltaba la posibilidad de deducir a quien se suele considerar como fundador del
de tales consideraciones puramente psicológicas moderno utilitarismo inglés. Este influyente ju
el carácter obligatorio de las normas morales. Y , rista de la primera mitad d¡el siglo X I X no es
sin embargo, estos dos hombres influyeron en la propiamente un ñlÓAofo. Do que a él le interesa,
Filosofía de los demás países europeos, precisa por sus mismas relaciones con el Derecho, es ante'
mente, hasta cierto punto, por lo que les separa todo la Moral, Y , en orden a ésta, ■considera la
-de sus predecesores y de la tendencia dominante reflexión sobre 1c que es útil y perjudicial al in
dividuo como un motivo obivio del humano- obrar..
Respecto a la cuestión de los valores objetivos a la adquisición d¡e bienes de fortuna, se plan
■a •que se dirija el obrar, guiado por este motivo, tea el problema de cómo debe .acondicionarse la
presupone como .generalmente aceptado' que cada distribución de la riqueza, pata que den tío de un
uno aspira a tantos bienes de fortuna como le sea determinado país la suma de ios sentimientos fe
posible, y que sólo se limita esta ambición en lices. sea lo más grande posible. Este es el famo
cuanto cada uno es obligado ¡a ello por miramien so principio de la cimaximación de la felicidad»,
to a los demás, que experimentan el mismo' .an que aceptó en general el utilitarismo ¡afín a Ben-
helo. Ahora bien, para él se ha de considerar tliam, ,aun cuando renunció casi unánimemente a
-como bien de fortuna todo lo que proporciona la escala valora ti va de este filosofo y a la estima
placer al individuo, particularmente si lo propor ción con arreglo a valores pecuniarios. En par
ciona de un modo duradero; es decir, la .conoci ticular, el más longánime éntre los discípulos de
da máxima de la Etica epicúrea. En cambio, hay Bentham, John Stiiart Mili, trató de completar
algo nuevo, y es que Bentham no sc-lo intenta el principio de la utilidad con el altruismo 6e
trazar una especie de cuadro comparativo de los Comte y su derivación del sentimiento de sim
distintos bienes de fortuna, desde el bienestar patía, siguiendo -el ejemplo de Hume. No obs
físico hasta la independencia de- -la propia con tante, como fácilmente se ve, al crecer la rique
vicción, sino que, como quiera que la adquisi za, no puede crecer proporcicnalmente el placer,
ción y conservación de estos bienes no está en que eEa es capaz de .proporcionar al individuo,
■general a nuestro alcance, los tasa en su valor sino que poco- a poco se acerca a un máximo in
pecuniario, por lo menos aquellos a los que esto franqueable; y asü el problema de Bentham sólo
les cuadra; y así la felicidad accesible a cada encontraría esta., solución; que la igualdad de po
hombre corresponde a la riqueza de que dispone. sesión ofreciese las condiciones más favorables
De ahí que efectivamente cada uno se esfuerce para la realización de la máxima felicidad. Y es
por poseer o adquirir toda la riqueza posible. Y muy significativo para el espíritu de esta Moral
■como el Estado es el ejecutor de aquel contrato, utilitaria el que el mismo Bentham se ponga en
tácita o expresamente concertado, según el cual guardia contra esta consecuencia de. su cálculo
•caidia uuo reconoce al prójimo el mismo derecho de la felicidad, fundándose en que la implanta
— Si —
ción de una igualdad p-cseso-ria^ aunque no fuese ximet libertad para cad'x uno , resultando en con
más que aproximada, solo podría lográis^ por clusión que hay una pequeña minoría con bienes
lina medida de fuerza, cuya 'ejecución pondría de fortuna y con Liber tad para disfrutarlos, mien
en peligro la libertad, y seguridad de los particu tras la gran mayoría, por no poseer bienes de for
lares. Así la maximación de la felicidad se estre tuna algunos, tampora puede hacer uso de su
lla contra la exigencia de la libertad más ilimi libertad o sólo puede hacer de ella un uso- muy
tada posible del individuo, que es a la par el su limitado. E l mismo Bentham trató1 de eludir esta
premo principio de la Etica y de la Política, y consecuencia recurriendo- a otro principio, que en
que no se lia de limitar por ninguna coacción del sus elucubraciones desempeña un gran papel: el
Estado, sino a lo sumo por la costumbr e y La. tra principio del «(interés bien 'entendido». Si el due
dición. Pero velar poi esta libertad 110 es misión ño de una fábrica y el obrero reconocen que es
del orden jurídico público, sino' incumbencia de tán supeditados uno a otro, no sólo se llevarán
la-sociedad misma por la libre cooperación de sus lo mejor posible, sino que la Empresa misma
miembros. E l Estado es meramente una organi prosperará lo más que cabe, pero es evidente que
zación social, fundada por un contrato verdadero aquí se confunde el .aspecto ético con el econó
o ficticio, para proteger la libertad personal de mico. Bodrá uno adaptarse a las circunstancias,
todos los particulares. De aquí depende que La que se consideran como inevitables, y desde lue
Etica inglesa, fimdad'a en la autonomía de la go será esto lo más ventajoso par¡a el -estado eco
personalidad individual y profundamente imbui nómico general, dadas Las condiciones; mas para
da en la conciencia general, s>e oponga a toda re el que ha de adaptarse, no suele ser este estado
forma social de importancia. Cuando la necesi el más feliz.
dad y la miseria provocan la compasión, corres En otra forma, pero derivada de iguales mo
ponde remediar el mal a la caridad individual, tivos, se nos presenta por último la interna dis
excitada por esta compasión. Así, esta Moral uti gregación de esta Moral utilitaria en el último
litaria sucumbe irremediablemente por -la contra gran filósofo de Inglaterra,- en H erbsrt Spencer.
dicción entre su exigencia de la mayor felicidad En su amplio* sistema filosófico describe la evo
posible para todos y su otra exigencia de la má- lución del universo según -el mismo esquema, ba-
Fil . X X X I 6
— 33 —
sacio en las conocidas hipótesis cosmogónicas, de üuLas uniformes. De un modo análogo, la socie
estadios sucesivos de integración y desintegra dad es 'Originariamente una horda unitaria. Por
ción de la materia y dé ios procesos de diferen la diferenciación de sus partes* poco a poco se
ciación y disolución anejos a esta cambio., comen va conviniendo en el Estado. Pero avanza la di
zando por objetos de la naturaleza inorgánica ferenciación, y al fin queda como última unidad
y pasando luego a las formaciones orgánicas y independiente el individuo aislado. Resurta, pues,
aun super orgánicas. Una de estas formaciones que la evolución icsapero?gánica» va más allá
su per orgánicas es la sociedad. Es 11:1 verdadero que la orgánica, porgue sabido es que ih> hay or
organismo, dotado de determinados órganos y ganismos, cuyo fin consista en producir órganos,
funciones, pero distinto del organismo* animal in que .a su vez sólo existan par a las células de que
dividual, principalmente poique no posee un cen se-componen. En realidad, Spencer no quiere eli
tro sensorial unitario'. No obstante, como' esta minar al Estado, pero en lo sucesivo, este sólo
falta se sustituye con la cooperación de. los órga tendrá justificación en cuando que sirva ¡a los
nos sociales, pudiera esperarse que este organis fines del individuo. Mientras que en los princi
mo su perindi vidual fuese también superior en va pios de la evolución estatal el individuo era el
lor a los individuos que lo componen, como és -esclavo- del Espado-, que mandaba ilimitadamente
tos; son superiores a las formaciones que están sobre él, al término de esta evolución ocurre: lo
bajo ellos, Pero aquí fracasa la analogía. L,a li contrario: el Estado y el orden 'jurídico s-on ex
bertad ilimitada del individuo, solo coartada por clusivamente medios auxiliares para protegen la
la igual libertad de los demás, se opone a se libertad de los. individuos. Cada uno es dueñ.o
mejante consecuencia, y de hecho transforma ■ilimitado de sus acciones, de su propiediad y has
ley evolutiva planteada por Spencer en su con ta de la educación de sus hijos, y pretender in
traria. Porque es3a ley enseña que cada evolu tervenir >en estas cosas por coacción estatal es
ción lleva aneja su diferenciación. Así, el orga para Spen.cer un atropello. A l decisivo valor, que
nismo físico, en el curso de la evolución general, -cobra en él la exigencia die la libertad personal,
se diferencia cada vez más en órganos particu obedece luego- que para él la. norma dáversifica
lares, que acaban por estar constituidos por cé- dora de los principales estadios de la evolución
— Sa —
te contraria en sus efectos políticos, en la cual
todo el pueblo capaz de defensa constituye el
no sea, corno para Comte y sus predecesores,
•ejercito. Dentro de Los sectores relativos a la so
progreso de la evolución intelectual, sino el pro
ciedad culta moderna, su campo de visión se li
greso en el ■disfrute de La libertad individual. Eir
mita -en lo esencial a la Historia inglesa. Así, La
orden a esta transición,, desde la coacción a la li
perspectiva futura de una edad de o-ro de la in
bertad, divide por lo tanto el estico de la socie
dustria,, que, puesto que la industria sólo pros
dad en un tipo militar y en otro industrial, éntre
pera en la paz, ya no conozca guerras ni por tan
los cuales son posibles diversas gradaciones. Eí.
to ejércitos, resulta una de esas utopías, que pa
militarismo^ va acompañado necesariamente se
san por alto no sólo las propiedades inmutables
gún él por el despotismo, pues la obediencia de
del hombre., sino' sobre todo las consecuencias
bida al capitán en la guerra se aplica al ciudada
que se desprenden de sus propias suposiciones.
no pacífico, y el mando- del jefe de las tropas se
Jo rq u e nada tan cierto como que la industria es
aplica al Gobierno. En cambio, -el estado indus
uno de los campos de la vida, en que la compe
trial es necesariamente antimilitar, y así, cuando
tencia es más -enconada, y puede adoptar íc i
se generali-ce, será cuando se implante por fin la.
mas, en todo momento dispuestas así para la de
paz eterna.
fensa como para el ataque. También .es harto sa
Huelga decir que esta teoría descansa en una
bido que la competencia de Los pueblos en el 'fo
abstracción, que tiene su fundamento meramen
mento de su industria, y del comercio basado en
te 'en fenómenos aislados, arbitrariamente saca
-ella, puede revestir formas particularmente exa
dos ce la Historia, y ene sobre todo es insosteni
cerbadas. Como que las guerras—es un hecho in
ble frente a las formas actuales, de la sociedad-
dudable— , sobre todo cuando- han sido promovi-
política. Así, para señalar sólo un punto, en su
-das por Inglaterra, lian sido -casi siempre guerras
concepto- del «militarismo» el autor tiene mani
'-comerciales e industriales.
fiestamente ante los ojos :a representación de ira-
Pero prescindamos de si esta edad industrial
ejército mercenario, que sirve a su jefe como una
;seria al mismo tiempo la <Le la paz impertuiba-
herramienta lo mismo en la guerra que en la paz,.
¿la. Supongamos lo inverosímil: que las propie-
A la Sociología de Spencer le pasó desapercibido
que hay otra forma de militarismo, ¡completamen
da des ingénitas del hombre se modificasen por aquel, en que ésta elabora los productos más úti
el creciente aumento del espíritu industrial has les posible, y esto se logra, para las necesida
ta tal punto, que cada mío estuviese -contento- des esternas de la vida, por medio de la indus
con su estado y ya no hubiese que pensar en una tria, incluyendo natuiralmente la agricultura in
lucha de intereses. ¿Qué juicio merecería el ideal, dustria imente explotada. Si a esto se añade la
futuro que se vislumbra? La industria, tiene la exigencia ética de que el individuo disfrute de
inapreciable significación de hacer posible la to la más ilimitada libertad posible, tanto' en sus
tal satisfacción de las necesidades humanas. JVLas- actos personales como en la adquisición y uso de
por la naturaleza de las cosas la actividad indus su propiedad, la. industrialización <Le la sociedad
trial se dirige directamente sólo a la satisfacción, conduce manifiestamente, al unirse con el prin
•de las necesidades materiales, y a lo sumo in cipio de la autonomía del individuo, a la total
directa mente a la de Las necesidades 'espirituales,. subversión clei principio de Bentham de la maxi-
en cuanto que el Arte y la Ciencia necesitan mación de la felicidad; a un máximo de la feli
también de ciertos medios auxilíales exteriores* cidad de unos pocos y a un mínimo de la felici
q.ue han de ser proporcionados pac el trabajo ma dad de la gran masa, que está destinada a satis
terial; pero en sí, como quiera que esencialmen facer las necesidades -de aquellos pocos por la
te se fundan en la capacidad personal de los in mayor limitación posible de las propias necesi
dividuos, con nada se perjudican tanto como «con dades.
una absorbente industrialización, cuyo principio Btesde luego Spencer no dedujo esta última
de La máxima división y automatización del tra consecuencia, ¡antes trató de eludirla recurriendo
bajo se opone a la libre actividad personal, Así, a la teoría .evolutiva biológica, implantada por
pues, como ideal de la edad industrial, queda: D&rwin, pero llevándola., sobre todo en sus con
solamente la satisfacción más perfecta, posible de- secuencias psicológicas., más allá, de los límites
todas las necesidades físicas. Ahora bien, a este en que Darwin se contuvo. Para Spencer esta
ideal de - la sociedad se equipara el de la Etica, teoría es un elemento constitutivo de aquel evo
utilitaria. Si la utilidad es el principo de La lucionismo' cosmológico general, en ..que funda
moral, el estado- más perfecto d'e la sociedad es. todo su sistema, Claro que esta correlación no se
— 88 — — Sg —
ve por ninguna parte. Bn oa.mbi.o_, se plantea en allegando, los altruistas se van robusteciendo,.,
primer término la cuestión, que en esta épcc£ hasta que al fin queckn estos solos. Aquí inter
agita tanto a jja Estica inglesa como a la francesa: viene al mismo- tiempo la teoría de la evolución
¿cómo se explica que el egoísmo na tumi del .hom política: el estadio militar impide semejante adap
bre pueda trocarse -en altruismo? Le Etica fran tación; ésta va ligada al estadio industrial, el
cesa había interpretado este proceso corno una cual constituye la garantía de la paz eterna, tan
ampliación del egoísmo. Spencer recurre al evolu pronto como llega al universal predominio. En la
cionismo1 biológico con sus principios de la. he protección de esta paz es donde el egoísmo y el
rencia y de la adaptación. .La herencia interviene altruismo ,se equilibran completamente, pues ca
también según él en la transmisión de represen da uno ad-vierte que su propio bien está ligado
taciones y sentimientos. Nosotros vivimos no s-o- al de su prójimo, y así se alcanza, aquel estado
lamen e de la adquisición de nuestras propias ex de felicidad general, en que el lobo y el cordero
periencias, sino también de la de nuestros ante beben- pacíficos en la misma fuente, en que el
pasados hasta las más remotas genera cienes. L.a rico patrono y el pobre jornalero* se desean recí
Psicología empírica sólo comprueba desde luego procamente lo mejor, porque saben que cada
la herencia de las disposiciones, no la de las re uno de ellos está supeditado al otro. Como se ve,
presentaciones consumadas. Así, nunca se ha ob aquí nos encontramos en plena utopía: en nna
servado que las personas totalmente ciegas o sor utopía que deja en mantillas la antigua 'de Tomás
das de nacimiento hayan percibido la luz o el Moro. Porque en aquélla no se excluía comple
sonido. Todavía con más vehemencia involucra tamente la posibilidad de Las guerras, si bien sólo
este evolucionismo biológico el principio de la habrían de hacerse con mercenarios reclutados
adaptación. Según él, ésta existe y,a en parte en en el extranjero, a ser posible entre pueblo* sal
los animales, pero se manifiesta luego principal vajes—cosa que basta hoy, como es sabido, sólo
mente en el hombre. E l individuo se adapta a han hecho- algunos pueblos cultos modernos, y
la sociedad y la sociedad se adapta al individuo, aun éstos sevo- en parte— . Pero sobre todo en !a
y a medida que por .esta adaptación se seleccio antigua utopía la paz interior estaba garantizada
nan los más aptos, los impulsos egoístas se van por la igualdad de posesión. Naturalmente la
— 9o — — 91 —
nueva utopía, -que -exige la libertad más ilimitada, n o , aunque esquivando toda construcción socio
posible del individuo para poseer y adquirir, no- lógica fundada en éste, para transformar el prin
tolera .el comunismo. Resalta, pues, que la uto cipio de la evolución en un ameliorismo» indeter
pía de Berberí Spencer, con su recurso- a los minado, que comunica juntamente a este princi
misteriosos éxitos de ia evolución, supone una pio la significación de una exigencia moral, p o r
transformación tan radical de la naturaleza hu la cual cada uno debe cooperar a ese mejora
mana, que casi equivale a la conversión en su miento. A esto se añade por último un matiz mís
contrario. Por eso, evidentemente, es un sueño tico: la actitud respecto de la religión sigue sien
fantástico, por el que procura el filósofo salvar do- también aquí cosa de cada uno. Porque la re
los defectos éticos de su individualismo radical. ligión es, como acreditan sobre todo los ejemplos
El sistema ele Spencer es la última producción de las personalidades específicamente religiosas,,
original de la Filosofía inglesa. En su Psicolo de los resucitados y de los estáticos, una viven
gía esencialmente materialista y en su teoría del cia subjetiva. P'ara cada uno es, pues, co-sa de
conocimiento, asi como, en su Moral utilitaria libre elección, de «opcióno, como se espresa el
egoísta, encontró dentro de la misma Inglaterra fundador de esta doctrina, el psicólogo norte
muchos adversarios, que generalmente eran afi americano "William James. Salta a la vista que en
nes a la vieja Filosofía clásica, particularmente esta opción se repite la antigua separación entre
a Eoóke y Hume. También ha tenido algunos Ciencia y Fe, que desde los días de los nomina
adeptos el ((pragmatismo» importado de América, listas ingleses hasta Herben Spencer constituye-
o, como en Inglaterra se lo bautizó, el (¡huma un rasgo característico- del pensamiento inglés.
nismo». Lleva esta doctrina el sello característi E l pragmatismo añade solamente la referencia a
co de toda, evolución filosófica en estado de diso la experiencia subjetiva de las personalidades re
lución, el sello del eclecticismo, que viste con ligiosamente excitadas, considerando este terreno-
nuevo ropaje los viejos pensamientos, concillan en general como empírico-, no como transcenden
do tendencias ¡antes encontradas. Eu este sentido te, según lo hacía la Filosofía experimental an
el pragmatismo americano-inglés concilia el an terior. En sir invocación a los estados de éxtasis
tiguo utilitarismo con el moderno evoíueíonis- religioso el pragmatismo acaba, pues, en los an--
tiguos derroteros de la Mística, que siempre sue
le invocar, como ocurre también en otras de sus
investigación de los motivos y fines de la vida-
formas modernas, la interna iluminación de al
moral, comunica de antemano ,a la Etica inglesa-
gunas personalidades, privilegiadas.
el sello de Moral á e la conveniencia. Esta limita
ción de los problemas filosóficos, enlazada con .Ja
eliminación de los problemas religiosos, implica
Si dirigimos ahora una mirada retrospectiva a
indudablemente en orden a la evolución genera P
toda la evolución de la Filosofía inglesa, encon
de la Filosofía la ventaja que tiene siempre la
tramos que la gran significación que tiene, den
abstracción aisladora. Como la Filosofía expe
tro de su orden, con relación a la historia del es
rimental inglesa Tuzo abstracción de todo lo que
píritu europeo responde indudablemente a los es
se halla fuera de les datos sensibles del conoci
trechos límites en que se confina en cuanto* a sus
miento y de su enlace en nuestra conciencia, pu
tendencias dominantes. A l 'excluir los problemas
do iluminar por este solo lado rnuobo' más clara
religiosos, ha ofrecido por primera vez, en la nue
mente el problema del conocimiento. Y otro tan
va época el ejemplo singular de una considera
to ocurre co-u el problema de la Moral, que aquí
ción del mundo basada en la realidad sensible, y
se presenta so-lamente como- una ramificación par-
así se ha garantizado una independencia de pen
ticular de la teoría empírica del conocimiento.
samiento', en que fia llegado a sér ejemplar para
Desde luego esta ventaja sóLo es relativa, y más-
toda la Filosofía venidera. Con esta primera limi
limitada aún por causa de la limitación 'en que
tación se relaciona estrechamente otra segunda.
se apoya. A sí como La eliminación del tema reli
"En la unilateral dirección del ínteres se atiene a
gioso conduce a una separación entre la Cieñe ia-
las cuestiones de la teoría del conocimiento y de
y La Fe, que hace imposible la solución del pro
la Moral, y esta segunda limitación lleva consi
blema cardinal -de la Filosofía, así el puro em
go otra más amplia: el exclusivo interés en el
pirismo en la teoría deL conocimiento y de la
mundo empírico- convierte la teoría del conoci
Moral se estrella contra L-cs postulados normati
miento en Filosofía experimental; y la Filosofía
vos opuestos a la contingencia empírica, sin los
experimental, al trasladar el problema ético a l¡a
cuales no hay certeza empírica siquiera, po-rgue
esta certeza ha de aspirar en todo momento a la
— 94 —
■validez general. La consecuente elabo-ración de individuos, que forman comunidad semejante, -co
este punto de vista por David Hume puso esto rresponde la realidad. Desde luego Hume no se
a clara luz, pues él díó Tina Psicología de los sustrae a este individualismo; pero él y más aún
procesos del conocimiento, ejemplar para, su épo su discípulo' Adam Sm.ith, en su ((teoría de los
ca, en la cual hizo completa abstracción d'e las sentimientos morales-» tratan de hacer inofensi
normas lógicas, por las cuales brota de estos pro vas estas consecuencias mediante el principio de
cesos el conocimiento mismo. Y alg'o semejante asociación,, introducido po-r ellos, en sn aplicación
aportó su teoría de los sentimientos de simpatía a los sentimientos de simpatía; en cambio., re
.a la Filosofía moral. huyen la Psicología de La reflexión, y así esta
También ella es tm análisis psicológico de los escuela escocesa se halla totalmente fuera de la
fenómenos, .ejemplar a la luz de su época, pero Filosofía moral inglesa pie-dominante. La Filo
n o pudo dar razón alguna del carácter norma sofía moral inglesa es en todas las fases de su
tivo de los impulsos morales. evolución, desde Francis Baccn hasta Herbert
De todos modos, aun con esta limitación uni Spencer, Moral de conveniencia, o, según La ex
lateral, la teoría moral de Hume sobrepuja a las presión introducida por los modernos filósofos
■corrientes anterioreSj y en gran parte también ingleses, utilitarismo. Por eso, cuando John Stuart
a las posteriores, de la Filosofía inglesa, acaso Mili dijo que fuera, del utilitarismo no- había en
más que su teoría del conocimiento. Dos momen absoluto principio alguno moral, casi estuvo en
tos hay, que aquí como allí se oponen a su in lo cierto respecto de la Filosofía- inglesa, aunque
flujo: el uno es la posición de la ilustración ra sólo respecto de ella, Sin embargo, este utilita
cional—posición originariamente relacionada con rismo inglés no es ni "mucho menos, el mismo en.
la eliminación de la religión— , que deriva todos todas partes y en todas las épocas. Más bien ha
los procesas de la vida anímica de la reflexión del recorrido a todas luces una -evolución, que, pres
filosofo sobre tales procesos. E l otro es el indi cindiendo de influjos ¡accesorios, depende princi
vidualismo propio del pensamiento inglés, indivi palm ente del grado en que participan en ella los
dualismo que considera Los fenómenos de la vida dos•componentes de la Moral utilitaria; la Psi
común desde el punto de vista de que sólo a los cología de la reflexión y el individualismo. In-
— g6 —
glatérra, antes de la gran revolución puritana,, gún que el individualismo desempeñe en ella nn
se halla todavía en Lo esencial fuera de esta evo papel más o menos eminente. Si éste se trueca
lución. En un hombre corno Bacon prevalecen en principio dominante, surge al fin, como última
principalmente las consideraciones políticas, en lase de esta -evolución, el egoísmo utilitario, cual
otros de sus contemporáneos las religiosas. Así, se manifiesta principalmente en la Etica de Her-
esta antigua Moral es desde luego una Moral de bert Spencer.
conveniencia, pero o no existe todavía una clara Aquí se separa el positivismo inglés del de Au-
distinción de motivos egoístas y altruistas, o, guste Comte, -que le precedió en Francia, y es
cuando ambos se contraponen, se concede in- curioso que esta bifurcación tiene su origen en
condicicnalmente La preferencia al bien general aquella separación entre Religión y Ciencia j que
sobre el bien particular. L a Moral antepuritana es propia del pensamiento ing'lés. E l objeto de
de Inglaterra es según esto un utilitarismo al la religión no es para Comte, como para Spen
truista. Desde luego prevalece en ella todavía cer, lo meramente «incognoscibles, sino la hu
casi por completo una intuición directa, que no- manidad, como el supremo de todos los objetos
da -razón alguna, de los motivos de esta pre del conocimiento. Por eso la religión de Comte
ferencia. Con Tomás Hobbes aparece luego, en linde fervorosa veneración a este «ser supremo»,
lugar de este ingenuo altruismo, un militarismo y nn destello suyot se refleja sobre la personali
egoísta. Cierto que todavía exige al individuo obe dad particular humana. Así, La Etica de Com
diencia incondicional frente a la voluntad del E s te se convierte en una forma peculiar de La Mo
tado, pero el mismo Estado es para él la suma de ral religiosa. Para -Spencer la humanidad es en
los individuos, y el bien general consiste por lo el fondo una ficción, y el Estado^ según la -ex
tanto solamente en el bien de todos o por lo menos presión de Hobbes, un «cuerpo artificial». Sólo
de la mayoría de los individuos. También Locke- el individuo* existe realmente, y -entre los indi
mantiene en conjunto esta posición, v de él pasa- viduos cada nno es -el más allegado a sí propio.
a la mayor parte de les moralistas modernos in A sí el positivismo francés se resuelve en el (cal-
gleses. Sin embargo-, la Moral de la convenien truismo»—el mismo Comte acuñó este vocablo—,
cia se mueve dentro de varias gradaciones, se y el inglés, en el egoísmo utilitario. Aquel exige
Fi], xxx 7
— gS —
sólo exteriormente, pudo la Política obligar & lar al principio, puramente religiosos. Por eso
pertenecer a la Iglesia del Estado, pero es;.a obli tampoco falta aquí la tendencia a formar sectas,
gación no podía alcanzar a las conciencias. De' cuando la necesidad religiosa individual lo pide.
esta actitud de la Iglesia británica -se derivó Sin embargo, lo que en Inglaterra no pudo im
desde el principio-, en parte, aquella connivencia pedir La fuerza política, eL ene tales maquinacio
■externa, que consideraba .como un deber scci-al la nes particulares lucharan ccn éxito, lo consiguió
participacióo. en el culto .eclesiástico, en parte la, la autoridad de los reformadores, precisamente
escisión -en muchas sectas, correspondientes a la* porque se inspiraban en motivos puramente reli
necesidad religiosa individual. Y de todos estes giosos. Por eso el movimiento religioso fué en lo
motivos resultó la tendencia general de la F ilo esencial unitario, y penetró' en el pensamiento y
sofía inglesa hacia lo positivo, hacia los proble la vida de la uació-n incomparsblemente más aden
mas prácticos de la Ciencia, junto a los cuales- tro que en Francia, con su alianza entre el Rei
no y el Papado., o en Inglaterra, donde la Igle
la religión constituye un campo ajeno a la Filo
sofía. sia del Estado nunca pudo negar su carácter de
creación arbitraria, mientras que las sectas sur
E ii este punto entronca la peculiaridad de la
gidas en la revolución, sobre todo, al principio,
Filosofía alemana, peculiaridad que se inicia ya
se opusieron a la Ciencia con animad.versión o
antes de .que .empiece su desarrollo autónomo,,
puesto .que en Alemania la Filosofía se desen por lo menos con indnferencia por el fanatismo
vuelve en íntima relación con la Reforma. Bsta religioso que es peculiar de tales formaciones sec
Reforma no es, como la fundación de la Iglesia tarias! Muy de otra suerte la Reforma alemana.
episcopal inglesa, un decreto político de la fuer Ros reformadores eran eminentes maestros de
za gobernante, derivado de motivos profanos, si Teología, formados en la escuela del nominalis
no que nace del pueblo. Sus promotores son hom mo escolástico, a la sazón dominante, y promoto
bres sin fuerza política, si bien accidentalmente- res celosos, particularmente Melanchthon, del
cultivo de la Filcsoria en las universidades pro
disfrutan de la protección de determinados prín
testantes; porque entonces, como las disciplinas
cipes, que la otorgan sin políticas influencias.
I1037 separadas estaban juntas, apenas había Tin
.Los móviles de los reformadores son, en particu
— 104 — — 105 —
maestro de Filosofía que no simultaneara con és terminación nadó Leibniz, pesaron también so
ta los estudios teolo’gicos, ni -de Teología, que 330 bre él. Por más que buena parte de su trabajo
hiciera lo propio con los filosóficos. Hasta fines científico estuviese dedicada a la. lucha contra los
del siglo X V I I I y principios del X I X se man partidarios ingleses de New ion y su escudero
tuvieron tales afinidades en Alemania, Todavía filosófico Locke, como también contra los carte
un Kant y un Fichte, un Schelling y un H-eg-el sianos franceses, envidiaba y admiraba ¡a -estos
comenzaron su carrera por el estudio de la Teo países, a los que, como él dice, el favor ce los
logía. Así se comprende que en la Filosofía ale tiempos permitió sacudir mucho antes el yugo de
mana, va desde el principio, los problemas reli la Escolástica medioeval. En ambas- luchas, se
giosos y los meta físicos, con ellos íntimamente gún hoy consta, venció Leibniz. En la lucha con
enlazados, ocupen el primer término, y que des los ingleses por la invención deí Cálculo Diferen
de 'entonces le haya quedado a la Filosofía alema cial quedó triunfante no sólo su método, sino
na un matiz universalista. también su cimentación, más universal, de este
E l más perfecto- representante de esta tenden método. En la lucha con los francesas sobre la
cia del espíritu alemán, conciliadora de ios inte llamada «medida de las fuerzas» su manera de
reses religiosos y metafísiccs, es Gottfried concebir resultó ser la que Llevaba ya er. sí cla
helm Leibniz. Si prescindimos de geniales, pero ramente desarrollado el principio más fecundo d t
aislados, pensadores del primitivo Renacimiento, la Nueva Ciencia natural, el de la conservación
él es el primer filósofo alemán en orden cronoló de La energía, y esto- no sólo en germen, como
gico, y desde luego-, en mucho- tiempo, la prime equivocadamente se ha creído, sino en la concep
ra figura por la diversidad de sus aportaciones. ción del pensamiento fundamental. Sin embargo,
Desde luego el espíritu alemán no* se refleja en él no sólo escribió en francés sus obras más impor
solamente en lo que constituye su fuerte, sino tantes, cosa disculpable por la rusticidad en que
también en lo que hay que reconocer como su cayó el idioma alemán con la gran guerra, smo
flaco. Las duras consecuencias de la terrible gue que, extenórmente mirado, casi puede parecer
rra religiosa, que aniquiló por mucho tiempo la un filósofo internacional más que un filósofo* ale
independencia de la cultura alemana, y a cuya mán genuino. Desde luego posee en sumo grado
— roo —
aquella capad dad de acomodación a lo extranje te, éste fué uno* de los glandes errores de sa vi
ro, que puede ser una excelencia, en tanto se da; pero en cambio sirvió de origen al pensamien
compense con un enérgico sentido nacional pro to, que le indujo a estimular La fundación de las-
pio, pero, que, criando falta esta compensación, Academias de Berlín, Viena y San Petersbnrgo.
se trueca en defecto reprobable. Leibr,íz, :'nst<s A l mismo tiempo este plan estaba animado del
es decirlo, estuvo muy lejos de este defecto. Un deseo de crear una constelación d e tres centros
hombre como él, que en una época, en iqrte la científicos alemanes, que pudieran equipararse a.
Ciencia alemana todavía estaba de medio a me otras sociedades análogas de París y Londres.
dio dominada, por el latín escolástico, profetiza Porque en San Petersburgo, por aquellos días,.,
al alemán en uno de sus escritos alemanes un sólo cabía pensar en sabios alemanes; tanto e»
porvenir, en que como idioma de la Ciencia y así que, hasta muy entrado el pasado siglo, la-
particularmente de La Filosofía llegará a preva Academia de San Petersburgo, lo mismo en s.i
lecer sob-re todos los demás; un hombre corno él, ' composición que en su idioma y en el carácter de
que en su fogoso escrito polémico «Mars cbris- sús publicaciones fué una academia alemana.
tianissimus» increpa a Luis X IV por su frené Para Leibniz, pontico, con todas sus aspiracio
tico afán de conquista y exhorta a los príncipes nes internacionales, La patria alemana, basta don
alemanes a la cohesión unánime, no puede ser de cabía hablar de tal patria en las revueltas cir
acusado verdaderamente de falta de patriotismo. cunstancias de la época, era el centro de sus an
Pero sus intereses se extendían sobre las fronte helos. Paralelamente, su concepción filosófica -en
ras de su nación. E l esperaba que. las turbulen cerraba ya los pensamientos directivos, que des
cias religiosas, no eliminadas por la paz subsi arrolló luego la Filosofía alemana de los . siglos
guiente a la gran guerra, pudieran .acabarse de futuros. La apariencia francesa de su "Alonado -
finitivamente, si los hombres cultos de todas las logia» y de sus «Ensayos sobre la inteligencia
naciones se unieran para fundar una sola y ex humana)) no debe inducirnos a tornarle, incluso*-
tensa comunidad cristiana, y abrigaba La convic en cuanto al espíritu, por un filósofo internacio
ción de que la Ciencia era- ante todo la Llamada nal. La Mona-dología es una creación genuina-
a promover semejante paz definitiva. Ciertamen mente alemana, en que se junta en un sistema-
— roS —
— 109 —
modo de almas, de mónadas. Constituyen éstas pre renovados el problema, minea del todo solu
una serie continua., que se eleva gradualmente ble, de la Filosofía.
desde las almas de la naturaleza inanimada, con Tal idealismo es al mismo tiempo el que en
representación obscura, hasta las almas humanas Leibniz relaciona estrechamente las cuesticn es
con representación y volición claras., y por úl
prácticas de la vida con su concepción teórica del
timo hasta la más alta de todas, hasta 1.a div'iu-
mundo, de suerte que par.a él la religión y la
dad. Como cada mónada refleja en sí, mas obs
Moral son los necesarios complementos de aque
cura o más claramente, todo el mundo, compo
lla. Así como durante su vida se esforzó, aunque
nen todas esas unidades espirituales la universal
inútilmente, por reconciliar y refundir las igle
armonía, en- que Leibniz trata de dar expresión
sias y confesiones cristianas, así sus escritos filo
clara y comprensible a las obscuras representa
sóficos persiguen obstinadamente el fin de jun
ciones místicas de la antigua Teosofía. E'u la ar
tar la religión y la Filosofía en una concepción
monía del universo y de sus partes cada miem
unitaria, que satisfaga las necesidades del pen
bro posee según él su valor imperecedero, y de
samiento- y del corazón. En su doctrina de las
aquí resulta en la vida y en el obrar del hom
bre aquella armonía espiritual, en -que se coor mónadas,- en que reduce todo el ser a unidades
dinan el conocer y el querer, la moralidad y la espirituales independientes, la .suprema de las
religión. BUa es la que por -último encuentra su entalles es la divinidad, enlazadas entre sí en un
expresión tanto en el orden jurídico fundado so conjunto armónico, trata de dar a este pensa
bre el espíritu moral como en las leyes generales miento base metafísica. Ün el mismo sentido, la
de la humanidad, a las que se sujeta el comercio Moral y la religión son para él como ¿os partes
internacional de los pueblos. Pensamientos son de un todo espiritual, relativamente independien
éstos, que, por muy dudosa que sea la base que tes, pero coordinadas en su esencia más íntima;
Ijeibniz, les da, han constituido las perspectivas y al utilitarismo externo de un Hobbes y de un
fundamentales a que ha obedecido hasta hcy el Loche contrapone la nación del derecho como de
idealismo alemán, y en cuya orientación este un orden moral, que se ha de inspirar al mismo
idealismo ha tratado de resolver por intentos skm- tiempo en las tres ideas de justicia, equidad y
todo la maniera alemana de profundizar en los
piedad, si ha de responder a la misión que tiene problemas, para que pudiera echar raíces en Fran
asignada en el orden general del mundo. cia, donde Vol taire se mofaba de los intentos
En este filósofo alemán, el mayor del pasado, de conciliación religiosa de los filósofos alema
se revela cuán íntima es la dependencia que exis nes, y donde el cartesianismo combatido por Leib
te, en su efecto más inmediato, entre la. Jornia, niz, con las corrientes materialistas que de él
verbal y el contenido ideológico de una Filosofía. brotaron, se afirmaba más y más. Pero, también
En sus escritos empleó Leib-niz, en parte et latín, en Alemania fué al principio limitada y uniLate
en parte y sobre todo el francés, Lengua interna ral su influencia en la época siguiente. Esto de
cional a la sazón. Este -ropaje extranjero, con que pendió en parte de que algunos de sus más im-
vistió sus obras, dio por resultado que se Le con portant?es escritos^ indispensables para la más
siderase como tm pensador internacional, a quien profunda comprensión de su Filosofía, no se pu
reclamó para sí especialmente la literatura, fran blicaron sino mucho después de su muerte. Pero
cesa, Así ocurrió que, en la disputa que man sobre todo el sistema ideológico de este ídósofo,
utuvo con Newton sobre la invención del Cálenlo como el de su contemporáneo Spinoza, por él
Diferencial, los sabios franceses se pusieron de combatido, se extendió sobre el horizonte de su
parte de Leibniz, mientras los ingleses apoyaron, época y de la siguiente, de suerte que la acep
corno era na-tural, a su gran compatriota, Toda tación más comprensiva y la elaboración de la
vía en los últimos años liemos asistido a una re Filosofía de Leibniz sólo empezaron propiamen
percusión de esta ¡actitud^ pues en una asamblea te, cuando esta Filosofía ya era rancia, en la
internacional de delegados d-e Academias científi forma en que nació-, y sólo podía ejercer influen
cas fueron los 'franceses los qne defendieron la cia con pensamientos aislados, esparcidos en -ella.
moción de editar las obras completas de L-eib- En este sentido los pensamientos de Leibniz in
niz con el apoyo de Las sociedades sabias de E u fluyeron de hecho, desde mediados deL siglo
ropa. Sin embargo, el contenido ideológico ce X V III, en Lessing, en Hevcler, y últimamente
la Filosofía de Leibniz ha permanecido ajeno a en Kant.
los franceses. En ella obró demasiado vivamente Muy otro fué el caso de ios contemporáneos del
la Reforma alemana, La Mística alemana, y sobre Fil. XXXI s
— E15 —
gran filosofo y de aquellos., que desde luego sin regulativa en la utilidad para el hombre, como
derecho se llamaron sus discípulos y sucesores, -ñn primario de la creación, mientras que Ledb-
los cuales dominaban en la Filosofía alemana en _nÍ2 concibió el fin esencialmente como inmanen
la época inmediatamente anterior al advenimien te en las cosas mismas, selo fundado en su pio-
to de K a rt y de la evolución del idealismo ale jpia esencia y en su propia evolución. E l más in-
mán novísimo, E l carácter de este pedc-do- pre ihiyente representante de esta teleología fué
paratorio es que depende del período anterior Chrisíian W olff, quien en el fondo trasladó con
francés e inglés, y que, precisamente porque be •ella el utilitarismo empírico de los ingleses, refe
be en tales fuentes, en parte distintas, se reduce rido al humano obrar, al dominio de la Ate taií-
en lo esencial a un eclecticismo subordinado. P e sica, donde por necesidad natura] tu.vo que dege
culiar de esta llamada ilustración ¡alemana sólo nerar en una ingenua concepción finalista, com
hay un rasgo, que se remonta ¡a Leibniz, y que pletamente (antifilosófica. Por lo demás, todo el
desde la épcca de la Reforma se relaciona estre pensamiento filosófico de W olíf y -de sus discí
chamente con la historia del 'espíritu alemán, y pulos estuvo. influido por la Filosofía anterior,
consiste en la propensión a una Filosofía que francesa e inglesa, más que por la. de Leioaiz.
concille la tradición religiosa con las exigencias E n general siguen en la explicación de la na
de la razón cogitante. Con este rasgo concuerda turaleza a Descartes, con las ampliaciones impues
la posición qué ocupa en esta Filosofía., de orien tas por ios progresos posteriores* de la. .investiga
tación enteramente optimista al estilo de JLeib- ción natural, particularmente por la teoría gra-
niz, el concepto de fin y el pensamiento, en él vitatoria de Mentón. En particular se atienen a
fundado, de la armonía del mundo'. Desde luego Descartes en la doctrina de la relación del alma
estos conceptos habían cambiado esencialmente -con el cuerpo; en este punto rechazan precisa
respecto de la significación que tuvieron en Feib- mente el núcleo idealista del sistema ideológico
niz. Particularmente el fin llegó a ser -en esta de Leibniz, el concepto de la mónada como de
época un principio de orden arbitrario exterior, -una esencia espiritual, que sólo en sus relaciones
que se refiere directamente a la voluntad de Dios, 'extrínsecas da origen -al mundo corporal de los
actuante en la creación, y encuentra su norma ■fenómenos, para volver al dualismo de las dos
— 117 —
cien intelectual, en hombres como Hamann, H er- su Filosofía. Aquel tiempo, inmediato sa La pos
■der y Jacobi. El mismo K u n t no pudo escapar a tración que siguió tal breve resurgimiento nacio
■esta influencia. Pero aquí surge La importante' nal a mediados del --siglo X I X , se hallaba bajo
mutación de que la crítica dirigida por Home: los efecto-s de la investigación natural^ dueña de
contra la antigua Filosofía dogmática provoca al la situación, en cuanto por 1a resignada actitud,
mismo tiempo en K ant una contra crítica, que- que se apoderó de La nación, no renunció' por en
demuestra como insuficiente la posición empíri tero a La FiLosofía. Había, por tanto, interés en
co-psicológica que Hume adopta frente a los pro aquel tiempo casi escLusivamente por las cues
blemas del conocimiento y de la Moral. AL mos tiones teóricas deL conocimiento. Quien se opu
trar Kant, junto con Hume, la discntibilidad dé siese a La corriente naturalista, para la cuaL los
la Metafísica antecedente, y a l presentar la po resultados de la investigación natural eran tam
sición de Hume como insostenible, sobrepasa el7 bién Los únicos valederos, para la Filosofía, Iiabía
psicologismo empírico qu-e asomaba en la ob-ra de- •de descubrir por consiguiente en la Crítica kan
Hume. A sí, sobre los fundamentos de la Filo tiana una salvación de los errores -de aquel ma
sofía anterior, se levanta la nueva Filosofía ale terialismo, que a pesar de su ropaje científico, en
mana como última en la serié de las evoluciones- parte1 cambiado, no había llegado en Lo -esencial
nacionales, en que primero- Italia, luego Francia; más allá, que el del siglo X V III. Imagen fiel ce
e Inglaterra, habían sido las naciones acaudi aquellos días es la que ofrece La ((Historia del Ma
llantes.. terialismo:» de ALbert Lange. No miraba este au
Lo que ocurrió con Leibniz, que no fue co tor con antipatía, ni mucho menos, eL materia
nocido en su verdadera significación sino mu lismo alemán, preparado por Ludw ig Beuerbaclt
cho después de haberse formado la escuela de- y representado principalmente por Jaleo!)1 Moles-
W olff, a veces designada con el nombre de L-eib- choLt 3^ Ludw ig Büchner; pero precisamente por
niz., ocurrió también en lo esencial con fonnia- eso y sobre todo per La crítica objetiva fundada
nuel K a n i. E l estado en que se encontraba la- en Kant produjo un efecto cas: aniquilador. EL
Ciencia por el tiempo -del retorno a Kant, influ Libro demuestra al mismo tiempo cuán en pri
yó decisivamente en la ulterior apreciación de' mer plano se hallaban en Alemania las cuestiones
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teóricas. Para el nuevo kantianismo la ((Crítica maba «materia de ía sensación», como algo in
de la razón pura» era, siguiendo la corriente de determinado, que había d-e existir ciertamente,
la época, la o-bra fundamental; en relación con si aquellas funciones apriorísti-cas habían -de ser
■ella la Etica -de ICant despertaba poca atención. eficaces, pero que en sí mismo era ajeno al pro
Las cuestiones que en aquella obra interesaron blema planteado, había sin embargo -en todo esto
a esta generación y a la siguiente eran principal una presuposición, que con nada se demostra
mente aquellas, qne, como decenios antes había ba. E s más, teniendo en cuenta La trabazón, por
reconocido ya Sehopenhauer, tenían en si una el mismo K ant subrayada, entre los conceptos y
significación secundaria, ¡aunque no discutible: las formas intuitivas, y entre éstas y -el conteni
la doctrina de las categorías, con la deducción, do d e la sensación, había en esto una contradic
enlazada con ella, d'e las leyes, naturales, y la ción interna, por la cual se eliminaba de antema
crítica de las ideas transcendentes. Así, pues, la no el último y principal problema de la teoría
propia afirmación de Kant, de que su crítica de del conocimiento, la fijación <de las relaciones en
la facultad cognoscitiva no había sido para él tre aquellas formas y este contenido'. Por este
sino el camino para construir la Moral sobre un camino la realidad misma se convirtió en un
nuevo y más seguro fundamento, bailó poco eco. mundo de fenómenos, que desde luego tiene para
Y , sin embargo, esta circunstancia es de tanto nosotros valor empírico, pero que en sí caiece ele
mayor alcance y significación, cuanto que este efectividad verdadera, y presupone una «cesa
trabajo teórico previo influyó en la Moral y en en sí)> .incognoscible, que se oculta tras él. Esta,
la Filosofía religiosa de K ant mucho más de lo cosa en sí la rechazaron ya los inmediatos, suce
que revela aquella confesión propia. A un cuan sores de K ant, particularmente Ficlite y Hegel,
do su teoría del conocimiento había y.a limitado corno una ficción insostenible. Ambos empren
unilateralmente ios problemas a ella correspon dieron ot'ro camino, por cierto lio más viable, al
dientes, al atribuirle exclusivamente la investi intentar deducir de las formas más generales del
gación de las condiciones formales del conoci conocimiento eí conten i do mismo con ayuda ‘de
miento, espacio, tiempo y conceptos generales, un supuesto movimiento dialéctico espontáneo de
mientras trataba el contenido, la que Kant l'a- los conceptos. A sí ocurrió que, reconocida la
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violencia die este método, fué saludado como una. cipio formal, lo muestra ya el concepto de socie
reconciliación de La Filosofía con las exigencias dad en él pie supuesto, el cual ciertamente está:
de las Ciencias positivas el retorno al esquema tomado de la experiencia. 'No menos difícilmente
tismo de Kant, esencialmente más sencillo y me puede ser considerado el humano obrar como un
nos pretencioso-; y esto aun en círculos, muy dis concepto apri-oristico. Sin -embargo, la importan
tantes de la. escuela kantiana. cia de la Etica kantiana no estriba -en esta formu
Más se dejó sentir -el apiiorismo formal de lación, sino en lo que para Kant, según propia
Kant en el terreno que él mismo consideraba confesión, era la meta de toda su Filosofía: en
como el fin principal de su Filosofía: en el de la emancipar a La Moral de La reflexión sobre lo
Moral. Aquí los resultados d-e su crítica teórica útil y dañoso y juntamente de toda suerte de-
de la razón alcanzaban una significación doble. eudemonismo. El imperativo moral se acusa en
En primer lugar, las exigencias éticas se colo nosotros directamente como una «voz de la con
caban puramente sobre sí mismas. En segundo ciencia);, en que se manifiesta, un ineo adiciona
lugar, era- obvia la conclusión de que, a sí''como do mandamiento del deber, tras del cual ((enmu
en el dominio teórico la naturaleza formal de los decen todas las inclinaciones sencillas». Por eso
conceptos ofrece una prueba d-e su carácter apric el supremo bien no es La «conveniencia», que
ástico, así por el contrario' para Iss exigencias siempre-será un bien externo, sino la v oluni&d'
de la Moral sólo está asegurado un valor inde del deber.
pendiente de consideraciones empíricas ele utili Esta superor din ación ¿«el deber sobre todos los-
dad, cuando también, pudieran presentarse como demás motivos del humano obrar n-o es en sí una
principios puramente formales, valederos con in propiedad que .distinga la Filosofía kantiana de
dependencia de toda experiencia, análogamente La precedente. Más bien la idea del deber 'ocupa
a las categorías. Esto creyó expresar K ant con el primer término en la Etica de toda la Ilustra
la fórmula: «Obra, de tal modo, que la máxima ción alemana -desde Leiboiz. Eista idea presidió
de tu voluntad pueda convertirse al mismo tiem las consideraciones ético-filosóficas -de un Fede
po en principio de una legislación general.» Que rico el Grande, por mucho cue és-te se inclinase
este imperativo categórico no es un simple prin al escepticismo de los franceses, y también la
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por KanV. Si la ley moral es enteramente autó moral está completamente dirigida, hacia fuera,
noma, ¿qué nos autoriza para considerar la como hacia la realidad circundante. Respecto a ella
obra de un legislador pet&cnal? Evidentemente prevalece también para Schkiennaclier el prin
h&y aquí un resto del antiguo dogmatismo teo cipio de Ficlite: «La naturaleza es el material de
lógico1, que se extiende hasta la E'ti-ca de Kant. nuestro deber.» Por eso este imperativo del de
Dos caminos se presentaban para escapar a este ber no puede reducirse, como pretente Kant, a
dilema. Uno de ellos lo escogió F ich le, cuando una fórmula abstracta, sino que la. voluntad mo
en su escrito (¡sobre el fundamento de nuestra ral ha de tomar del contenido de la. vida Los pro
creencia en un gobierno divino del mundo.» pro blemas que se le plantean en cuanto a vocación
clamó la completa unidad de Moral y religión e y comercio, en cuanto a Estado y sociedad- Así
identificó el orden moral del mundo con la idea la Etica kantiana del deber recibe su comple
•de la divinidad. E l otro camino lo siguió Frie- mento por dos lados: la Moral y la religión se
drich Schleierm oxher , al separar eutr^ sí comple emancipan completamente una de otra, y la vi
tamente la moralidad y la religión. Religión y da, con todo su contenido, que abarca además
Moral se hallan en relación a lo sumo, como ex de la personalidad individual la comunidad hu
puso en sus escritos juveniles complementarios, mana en todas sus formas, constituye el substra
«Lecciones sobre la religión» y «Monólogos», en to para las actuaciones de la voluntad, moral.
cuanto que ambas encierran en sí los supremos Será una gloria perdurable de la Teología ale
valores de la personalidad humana. Sin embar- mana el que uno de los suyos haya hecho viable
.go, la religión es un bieu puramente interno: la autonomía de la Moral, exigida por K ant, me
pertenece por entero a la religión del sentimien diante esta completa eliminación de los motivos
to; las representaciones anejas al sentimiento en religiosos, en interés particularísimo de la reli
ella manifestado de la unidad inmediata- del in gión misma. Pero no menos importante es la
dividuo con el universo se reducen, por ineludi ■ulterior exigencia, intimamente relacionada con
bles que sean, a formas simbólicas de expresión este deslinde de campos, de una trabazón inme
de los sentimientos. Solo éstos constituyen la diata, insustituible por ninguna fórmula ¡abstrac
esencia de la religión. En cambio, la voluntad ta, de los impulsos morales con los contenidos.
— r ^9 —
en el sentido de que también en la realidad -cada m o tiempo lo que manifiesta más palmariamente
grado siguiente procede del anterior, se enga la 'superioridad del pensamiento* idealista con re
ñaría sobre la verdadera, opinión de estos filóso lación a La Moral egoísta utilitaria. Eero esta su
fos y sobre la significación que ellos atribuyeron perioridad, cosa que suele tenerse m uy poco en
a su método, Más bien todos estos desdoblamien •cuenta, consiste sobre toda en que este idealis
tos de la vicia espiritual existen principalmente mo acepta los hechos del mundo espiritual como
en la realidad, aun cuando en todos los secto realmente son, mientras que la Moral utilitaria
res particulares, y por lo tanto finalmente en su trata de concebirlos valiéndose de ficciones y de
trabazón para formar un con junto, todo esiá do reflexiones subjetivas. Una ficción es derivar el
minado por las leyes de evolución histórica, in Estado de un contrato de los individúes; producto
manentes en las cosas mismas. La significación •de reflexión subjetiva es elevar la utilidad a prin
de esta forma dialéctica es, pues, la siguiente: cipio básico de La Moral. Pues la realidad enseña
que el filósofo observador, a quien particular que el hombre es recibido en todas partes, al na
mente se ofrecen todos estos fenómenos del mun cer, en el regazo de la comunidad humana, que
do espiritual, trata de unirlos en un iodo con le rodea, y así, como dice Platón, el Estado es
ceptual dentro de un sistema lógicamente orde .anterior al individuo. Si esta máxima necesita
nado, conjunto que al fin subordina a los más justificación complementaria, es a lo- sumo en
generales principios del pensamiento, fundados ^cuanto que, como sabemos hoy, >el Estado ver
en sí mismos. Semejante sistema, junto con el dadero no es sino e l producto de u n a evolución,
método que a él condujo, puede haber sido com inmanente en la sociedad liuma.ua, cuyo punto
pletamente errado; sin embargo, puede tener al -de arranque no son I gs individuos, sino las pri
go de cierto, no sólo en particular, sino tam m itivas formas sociales, qua por sus disposicio
bién en ciertos aspectos fundamentales. Esto úl n e s propias y por el contacto con otras socieda
timo puede afirmarse sobre todo respecto de la des dan origen al Instado. Lo qne el ideafcsax»
convicción de que el mundo espiritual es a su alemán aportó a este principio', recibido como» evi
vez un todo coherente y ordenado según leyes dente de los antiguos filósofos, con lo que puso
unitarias de la vida espiritual. Y esto es al mis -a plena luz por vez primera su significación, fu é
ordenada por Diosi;, como -suele decirse. T ra
un concepto, que es también, y no menos, uil ducido esto a una fórmuLa religiosa, quiere decir
hecho directamente diado, pero de ningún modo* que cada uno lia de reconocer al Estado como es,
el producto de una reflexión subrepticia sobre- como la potencia volitiva sobre él ordenada. T am
ios hachos. Es el concepto de la voluntad, que bién a los que tienen -en sus manos esta potencia,
forma el complemento subjetivo necesario para <se les impone el más severo- -deber en la dirección,
las modalidades objetivas del mundo sensible. E l •de .su cargo. En este sentido Federico el Granee
gran mérito del nuevo idealismo alemán consiste- s e llamaba a sí mismo el primer servidor de su
en haber apreciado esta voluntad general en su Estado, y el deber del Príncipe, de egobernar con
verdadera significación y en su diferencia de la: ju sticia y benignidad», le parecia una cosa ob
voluntad individual. Ciertamente ya Rousseau via, por la -que no merecía alabanzas. «No es ne
babía hablado de una «voluntad general», pero- cesario que yo viva, pero sí que cumpla mi de
ésta era para él una resolución de los individuos,. ber y luche por la patria.» Sin embargo, el idea
nacida de acuerdo extrínseco, la cual, según la-: lismo .alemán inaugurado por Kant fue el primero
ficción de la teoría del contrato, se' presuponía* que trató de dar a -esta E tica del deber, latente
como fundadora de la sociedad. Así, la salvaguar en la conciencia general, la basa filosófica que
dia de aquellos «derechos generales del hombre»,, hasta entonces le faltaba. Dio- Kant el primer
que más tarde proclamó solemneranete la Revo paso en este sentado, al introducir la. vg ¡untad au
lución francesa como blanco del nuevo orden so tónoma en lugar de los antiguos motivos de la
cial, a que ella* aspiraba, llegó a ser para él eí reflexión. N-o obstante, su principio moral se li
fin ideal del Estado. m itaba todavía a la voluntad individual, y así
Ahora bien, a esta idea de los derechos de? «1 imperativo del deber s-igmó siendo en él, en el
hombre, elevada en Francia a supremo princi sentido de la Etica religiosa precedente, una voz
pio de un nuevo orden del Estado, se contrapone de otro mundo suprasensible. Al ser considerado
en Alemania la de los deberes humanos- como la •el mundo moral como coincidente co-n el sensible,
dominante en la Moral de la misma época, y jun y éste al mismo tiempo como la materia en cuya
to a los deberes hacia el prójimo suelen hallarse configuración se ejercita La.vida moral, resultó
los deberes hacia Dios y «hacia la superioridad
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aquella ampliación del concepto de voluntad, que- a una fórmula única, sino que abarca una. mul
se manifiesta en las creaciones -de una voluntad titud interminable de imperativos,, que se aso
general o-rdenada sobre la voluntad individuaL. cian -o rechazan, lucha en la cual el valor mas
L;a nota esencial, que distingue- a esta voluntad alto de los fines objetivos- y de los motivos sub
general de la individual, es que, para que taL vo jetivos, que a ellos se dirá gen, determina el valor
luntad surj,a, es necesaria una multitud -de per moral de Las intenciones- y de las (acciones.
sonalidades individuales, es necesaria, como su Como, según hemos advertido arriba, el es
substrato, una organización espiritual, que en quema lógico', en que estos pensamientos suelen
cierto sentido hace las veces del organismo fí ser encasillados por sus representantes, sobre to
sico, portador de la voluntad individual. Tampo do por Piohte y Kegel, p-ara nosotros es ya ca
co faltan aquí .las demás notas, propias de- toda vo duco, lo mejor para -comprender de la manera
lición, los motivos y las resoluciones, ni menos* más clara el significado' de la concepción en eüos
la. lucha y la variación de motivos. expresada es tratar los problemas individuales,
„ X a significación del nuevo idealismo alemán- donde el contenido se presenta sin el armazón
consiste, pues* ante todo -en que, una vez. eli externo de aquella forma. E n particular la F ilo
minada la cimentación de la Moral en la reli sofía del Derecho es el campo, desde donde más
gión y Ja. die la religión en ía Moral por la inae- claramente se puede abarcar la posición general
pendización de ambas, consideró' las fuerzas vo respecto a la cuestión central, según Ía relación
litivas, que actúan en la sociedad, como las po del individuo con las formaciones sociales cue
tencias creadoras de la vida moral, al par que- lo contienen. Aparece aquí en primera línea. ]c-
los impulsos volitivos reciben en todo caso- tur hann C oitlieb F ích ie con su ^‘F undamento del
carácter imperativo por arrancar de una voluntad1 Derecho Natural», de 1796, y con e l -posterior es
general ordenada sobre ía voluntad individual,, crito complementario sobre el «Estado comercial
mientras que su fuerza obligatoria depende de cerrado;) (1800). Este «Dexecho Natural» 'es uno
la importancia de los valores a que se dirige la- de los más importantes testimonios para la tran
voluntad general imperante. Esto implica, al mis sición de la antigua teoría del Derecho Natural,
mo tiempo, que la ley moral no puede reducirse formada sobré la base de un. utilitarismo egoísta,
— 13Ó — — 137 “
a una nueva concepción del Derecho y del Esta ración., el concepto de una voluntad general, su-
do, nacida de loa pensamientos del nuevo idealis perordinada incondicionalmente a la voluntad in
mo. Porque esta transición -es en él cosa hasta dividual. Y a el «Derecho Natural» insinúa esto
cierto punto personalmente vivida. E l autor (arran con estas palabras: «Iva primera misión, del De
ca de aquel antiguo Derecho Natural, y no eabe recho Poli rico es encontrar una voluntad, y esta
dudar que al principio sostuvo la incondicional voluntad es sencillamente imposible sea otra que
validez del mismo. Pero al sacar de los principios la voluntad general.» Dos derechos., rea les más ge
fundamentales de aquel Derecho, el de la exigen nerales, que esta voluntad general tiene que .sal
cia de la igualdad jurídica y el de la protección vaguardar para con los miembros de la sociedad,
de la persona y de la propiedad, toda su con son el derecho a poder vivir y el derecha al tro.-
secuencia, la igualdad formal, en que tal Dere bufo. «En el Estado no puede haber ni holga
cho se había mantenido, se convierte para él en zanes ni m en esterososA d em ás: c<El potare tiene
la exigencia de una igualdad real, en tanto* ño absoluto derecho coactivo al socorro.», A estas se
encontrase sus limitaciones en las condiciones ge añaden por necesidad intrínseca otras exigencias,
nerales de la vida. E n cambio, para él, la exi en las cuales con el círculo de deberes, que ei
gencia de la libertad del individuo es 'salvaguar Estado asume, crece automáticamente su dere
dada por el Bstado, que en su voluntad resume cho, como también para el individuo, con. ios
los derechos de todos y los suyos propios. Así en derechos que puede invocar, aumentan sus de
esta obra se cierra un ciclo, que hemos de con beres públicos. E l Estado no sólo tiene que ¡ase
siderar como personal del autor, tanto más cuan gurar la posesión privada y las formas de adqui
to que en ese ciclo se refleja la contraposición sición, sino que él mismo ha de ser propietario,
entre una primera épooa, en que Fiiclite había productor y fabricante, para disponer de medios
sido entusiasma representante de los principios con que cumplir su elevada misión y poder in
de la Revolución francesa, y otra nueva, en que tervenir como regulador en las relaciones parti
el valor del Bstado nacional forma cada vez más culares del trabajo. Con esto1 Fichte traza el es
el centro de su pensamiento. Con esto pasa es quema de un Fytádo social, er. que ya se reúnen
pontáneamente a primer término, en su conside los rasgos más esenciales de las teorías socialis
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tas posteriores. Sólo que .estos planes posteriores fundamentales de- la época actual); por último,
suelen resolverse en un utilitarismo egoísta e en cuanto a la especial vocación asignada, en
incluso en un individualismo negador del Estaco, esta mutación de los tiempos, al pueblo alemán,
como también suelen incurrir en sueños utópicos como el m is destinado para .ello» por la natura
para el futuro en sus reivindicaciones para las leza y la historia., los «Discursos a la nación ale
propiedades del individuo, mientras que el socia manas. L a «Doctrina de ía -Ciencia» pasará por
lismo político de Fichte descansa de todo en todo mucho tiempo al olvido, sólo quedará en la H is
sobre el terreno de La realidad, desde luego de toria de la Filosofía como- una construcción ideo
una realidad progresiva. lógica trasnochada; pero estas tres obrias. perdu
En su significación para todos los aspectos de rarán mientras -el pueblo alemán exista, y debie
la vida humana, este pensamiento de la unión ran figurar en la biblioteca de todo alemán ilus
del individuo con el todo a que pertenece, como trado, junto a las obras de Goethe y de SchilLer,
miembro del Estado que da efectividad a los como los productos más preciosos del idealismo-
ideales umversalmente humanos, se expresa prin alemán. La segunda -de aquellas obras, la que se
cipalmente en! los escritos populares de los ú lti refiere a la entonces «época. actual», es la más
mos años de su vida, que predisponen a la lucha grande por su arrebatadora fuer2a y por la ani
contra la supremacía 'napoleónica. En esta lucha quiladora crítica que hace de aquella superficial
ve Fichte la obra de liberación del espíritu ale Moral utilitaria, que, a pesar de su repugnancia
mán, de la cual el Estado alemán ha de salir con la Moral del deber, profunda mente impresa^
como* un dechado para todos los pueblos. Tres en la conciencia del pueblo alemán, se Labia he
son Las obras que por distintos lados desarrollan cho- también dueña de la Ilustración alemana,
este pensamiento; en cnanto a. su significación Por más que algunas alusiones a fenómenos con
más general para los valores espirituales de la temporáneos hayan envejecido, por más que las-
evolución humana, la «Determinación del hom disquisiciones histórico-filosóficas intercaladas pa
bre»; en cnanto a la misión idteal de la nueva rezcan hoy constricciones arbitrarias, que están
época, por oposición a la anterior, anegada en demasado inspiradas por la hostilidad contra las
un egoísmo y un utilitarismo huero, los «Rrasgos tendencias combatidas por el filósofo, La litera tu -
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neo como por cuanto en ella surge históricamen •dad racional se refiere, y que per lo tanto carece
te, y que por esta razón el movimiento dialéctico -de sentido pretender trasladar a ellos las leyes
de los conceptos es una forma -de ordenación con .naturales, por las ique ordenamos los fenómenos
ceptual lógica; de la que hay que abstenerse, si -exteriores de la naturaleza, después de hacer abs
ha de manifestarse claramente el núcleo de los tracción, del contenido -espiritual o, como H egel
pensamientos, encerrado en esta caparazón, ya de .se expresa, racional de la realidad.
atrás caediza. Este reconocimiento' de la. realidad Junto con esta preocupación d-e una severa Le-
ciada, que constituye el fundamento de toda la .ga-lidad. del mundo espiritual, inmanente a los he-
Filosofía de H-egel, se 'expresa claramente en el -ch-os mismos, constituye el pensamiento- funda
preámbulo de su «Filosofía del Derecho»: (<l,a m ental de la Filosofía hegeliana la apreciación,
misión de la Filosofía es concebir lo que ssj no ■de que la 'v-oluntad es el nudo -que une la vida
lo que debe ser»,, y este concebir estriba en la le espiritual de la personalidad individual coa la
galidad que enlaza a los hechos mismos, no a los del universo espiritual. Pero .aun cuando- él, en
conceptos extraídos de ellos, en el conjunto de su esquematismo conceptual dialéctico-, pretende
la vida espiritual. T al es -el sentido de la mási- señalar por lo pronto- en i a voluntad subjetiva
ma, frecuentemente mal entendida: «Lo qne es lo s momentos que conducen de ésta a ia volunta á
racional es efectivo, y lo que es efectivo es racio objetiva, que se despliega en sociedad, Hitado- e
nal». A un aquello que parece irracional desde 'historia, y luego, a través de -esta última, a Las
la posición unilateral del enjuiciamiento subje ■creaciones más generales del espíritu, arte, reli
tivo, tanto moral como utilitario, es, dentro de gión y ciencia, no por eso se ha d-e entender que
esta correlación del universo espiritual, un pro •en un grado preciso- de ía evolución espiritual el
ducto necesario de la razón general mundana, lo sujeto pone en el mundo aquel espíritu objetivo.
mismo que el acontecimiento individual de la 'Semejante suposición retrotraerla en línea recta
naturaleza, ¡aparentemente casual, está subordi a La insostenible ñcción de un contrato social y
nado a las leyes generales de esta misma natu •estatal, y transformaría la historia en una varia
raleza. Pero no hemos de olvidar que son'Jos he ción accidental de creaciones arbitrarias de los
chos de la vida espiritual, a los que esta 1-egaíi- 'individuos. Más bien la voluntad individual y la
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explica sobre la significación de los -espíritus- ét todos los pueblos, peio devolviendo a esta con
nicos particulares y sobre su secesión en el pre creces l-o que de ella recibe. Tal es ante todo ia
dominio del mundo espiritual, basándose en una. significación de aquellas creaciones universalmen
perspectiva históricaJ desde luego amplia para su te humanas, que B egel resume bajo el concepto
tiempo, está hoy en gran parte anticuado, y ade de o:espíritu absoluto'». Todas ellas, Arte, reli
más también -en este caso su exposición adolece gión, Ciencia, son bienes de Las naciones parti
del def-ecto de una construcción esquemática. Be- culares, que ellas han cr-eado, pero al mismo
ro el valor de esta obra 110 consiste en la propul tiempo sem vaLores permanentes pana Las genera
sión de nuestros conocimientos históricos,.. que ciones futuras, ya sea directamente, v.2 -en sus
dependen en cada hora esencialmente, como es- consecuencias.
natural, del estado de la investigación, ni siquie Fichte había .formulado más claramente ene
ra en la significación permanente de las intuicio ninguno de sus predecesores la Ld'eai d-eL Bstado
nes generales, sino en que trata de asignar a la nacional corno unidad volitiva, ordenada sobre la
vida histórica su puesto central en el conjunto d e personalidad individual. Tampoco le faltó* la pers
este mundo espiritual, de una manera que abar pectiva hacía el todo más comprensivo, en que
ca lo más posible todos los factores de ía espiri se ha de coordinar la comunidad étnica particu
tual evolución. Este pensamiento lo expresó él lar. Pero la época, que precedió a la exaltación
con una de aq-uellas imágenes, en él tan raras, ■del esíritu alemán, le hizo ver como más urgen
pero que resultan tan eficaces: «Los espíritus ét te el blanco de la renovación nacional. Kegel,
nicos, que rodean el trono del espíritu universal hijo de una época, que se había avenido con las
como testigos y ornamentos d>e su soberanía.»- circunstancias impuestas, dirigió m is su mirada
Así como la personalidad individual se yergue a la lejanía de los tiempos y al conjunto de la
dentro de la comunidad nacional, manteniendo* existencia humana, como- muchos de sus contem
su propio valor, pero participando al mismo tiem poráneos, particularmente el anciano Goethe. D-e
po activa y pasivamente en el patrimonio espi ahí que por mucho que disten entre sí las com
ritual del pueblo, así cada pueblo vive su vida plexiones espirituales de aquellos tiempos y las
aparte, sustentada por la comunidad cultural tíe disposiciones correlativas, de donde nacieron las
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ideas de ¡ambos filósofos, .uno y otro s-e correspon cícai precedente se aplicaron a la granj-ería mate
den internamente, y la dilatada consideración his- rial, así la Filosofía asistió al renacimiento del
tór ico-filosófica de H-egel sólo termina lo que materialismo de la época de la Ilustración, ba
Fichte había comenzado. A ninguna de estas sado en los progresos de la Ciencia natural y
creaciones filosóficas le falta el carácter personal poco duradero en la Ciencia misma, aunque pro
de sn autor, y esta propiedad es en gran parte longado en la literatura popular, en parte, hasta
producto de la épcca, que las engendró. Pero so hoy mismo. Los últimos representantes conser
bre tocas estas diferencias flota -el pensamiento vadores del sistema hegeliano, anquilosado en un
fundamental del idealismo alemán, ya infundí do formalismo huero, -eran tan incapaces de contener
por Leibniz en la ideología metafísica c-e su épo este derrumbamiento' de la Filosofía, como los
ca, y luego elucidado por .estos sucesores tardíos eclécticos, -exclusivamente dedicados al pasado
en su significación para el conjunto del mundo histórico de la misma. L a mayoría de los re
moral. presentantes de las Ciencias positivas considera
La época siguiente descartó en lo externo este ba -este derrumbamiento como definitivo'. Pero,
pensamiento, es má,s, pareció ¡a veces transfor cosa extraña, en esta envoltura materialista toda
marlo -en su -contrario a través de las corrientes vía se ocultaba una buena parte del antiguo idea
científicas entonces dominantes. Cuando la breve lismo alemán. Con razón dijo Albert Lange, en
exaltación nacional del año- 1848 fué sustituida su excelente «Historia del Materialismo» que ca
hacia el cincuenta del siglo pasado por una pusi si todos aquellos materialistas teóricos eran en
lánime reacción política, la Filosofía experimen tusiastas idealistas prácticos. Y lo' mismo segura
tó una transformación análoga. Sólo- que ésta, en mente puede decirse de los modernos- «monistas);.,
lo esencial, se efectuó en dirección contraria. El en los cuales el materialismo teórico hasta suele
idealismo anterior a l histórico Marzo se conside desaparecer en realidad, aunque eCos mismos no
ró como una cosa desechada. Los discípulos de lo adviertan claramente. Son hombres animados
Hegel, y a su cabeza el genial Ludv;ig Feuer- de una viva necesidad filos-:»fica, pero reñidos con
bach, contribuyeron a la ruina de este idealismo. los sistemas filosóficos tradicionales, porque no
Y así como los directores políticos de la revclu- se toman la molestia de penetrar en su contení-
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T54 —
do ideológico genuino. Así, ellos se ader-er.au sn tación a i ideal absoluto. E l principal representan
propio programa filosófico, que a Teces, bien exa te de esta fase transitoria es A ríh u r S ch ocen -
minado, coincide notablemente con aquel conte haue?. Claro que es algo más, pues en la época,
nido. E l célebre fundador de la «alianza monis en que poco después cíe mitad de siglo encontró
ta», Ernst Haeckel, no- es sólo* un idealista prác aceptación y rápida difusión su Filosofía, repre
tico de primera fila, sino también un meta físico, senta un estado de desengaño y desesperanza,
cuyos pensamientos recuerdan parte ¡a Spinoza, que se había apoderado de amplios círculos sobre
parte a Leibniz, pero distan mucho de un ver todo en orden a Las circunstancias políticas y so
dadero materialismo. ciales. Cuando S chopenhauer creó su Filosofía,,
Sin embargo, el viraje decisivo para La renova a los treinta años, antes de obtener estos éxitos
ción de la Filosofía se ció poco después de media más tardíos, tal estado de ánimo debía de ser
do el siglo X I X con el retorna a Kant. Fué e l muy general. Particularmente en la Poesía de
primer síntoma de un renacimiento del idealismo esta época no faltaban acentos de esta índole.
alemán, renacimiento que no podía pararse en Desde luego esta actitud pesimista respondía so
ICant, sino que tenía que saltarlo con la misma bre todo a una cualidad personal, que halló re
necesidad interna, con que, en la época inmedia sonancia en el temple de aquella última época.
tamente posterior a él, el sistema de K ant rom Añadióse a esto que tal Filosofía abandonó’ Ios-
pió las lázos que le ataban con e l anterior racio caminos trillados. Ea Filosofía era nueva y ori
nalismo y se despojó del individualismo inhe ginal; s& exposición, viva v atrayente, y además
rente, para responder a las ideas de la nueva épo •bastante popularj para no ofrecer grandes difi
ca, relativas al Estado y la sociedad. Pero esta cultades al lector. Respondía, pues, al interés
vez la transición no se operó directamente, sino filosófico, nuevamente despertado, y contribuía
que antes del nuevo idealismo, que salvó' los di a acrecentar este interés. Por otra parte, el efec
ques de la teoría subjetivista del conocimiento to de la obra estribaba no poco en el placer esté
y de la Etica individualista de Kant, idealismo tico que proporcionaba. El armonioso cuadro que
que hoy subsiste, se interpuso una descomposi se trazaba de la pujanza y vehemencia de la vo
ción de este subjetivismo, por su propia exal luntad originaria, asentada en el fondo de los íe-
'iiómenoSj voluntad en sí unitaria y completiva,
que luego t o t a óe realizarse dentro de esta
la antigua Estética po-r conceptos abstractos que
-unidad y se disgrega reiteradamente eu innume
destruyen el valor de La creación artística, sino-
rables fuerzas individuales, -disparadas sin blan
directamente en la intuición que vive en el ar
co. . , toda esta descripción no carecía por 3o- me-
tista mismo. Para esto era muy adecuada aque
nos d-e impr-esión estética, .aun para quien repug
lla imagen de una voluntad universal omnipre
nara la interpretación de esta ludia como* dolo
sente, pues ésta ofrecía un medio auxiliar, siem
roso trafagar. Particularmente el círculo ele ar
pre dispuesto, para trasladar a la intuición los-
tistas y literatos y d-e todos aquellos, pata quien
sfectos producidos por la impresión estética, de-
-dentro de una época indigente de otros ideales
suerte que apareciesen como reflejos subjetivos-
el placer estético era el supremo bien, saludó
de un proceso universal metafíisico. I*a más pro
con entusiasmo esta Filosofía. Incluso eL repen
funda significación del A rte La veía el filósofo en.
tino salto de este idealismo, a urna interpretación
que el hombre, al ■entregarse a la obra artística,
materialista del origen del mundo de los fenó
se unifica pasajeramente con acuella voluntad
menos, según la cual el cerebro* d-e los animales,
universal, y así olvida ios sufrimientos de su pro
•como preparación, y luego e l del hombre con pia existencia, cautiva en eL mundo de los fenó
vierte el impuls-o de la voluntad en representa-
menos. Con esto tocaba una cuerda, que había-
■-clones, que ¡acaban por trocarse en motivos de la
de resonar vivamente en el alma de los artistas
voluntad empírica, incluso esta atrevida interpre
y amigos d-el Arte y había de atraer partidarios-•
tación de la relación entre «cosa en sí» y fenó
a La interpretación pesimista del problema del'
meno satisfacía a muchos más que la versión
mundo. Porque nada hay tan cierto como que e!
■^completamente indeterminada de la misma i-ela
A rte levanta al hombre sebre los trabajos y su
ción en Kant. Por otro lado, esta Filosofía tra
frimientos de la vida y le hace olvidarlos momen
taba de percibir los efectos del Arte, d-esde la
tánea mente. Pero de aquí se puede sacar & io s -
Agricultura hasta la Música— del Arte, escude
teric-ri La consecuencia de que una vida, que de-
ro el más inmediato de la voluntad universal que
tal alivio necesita, ha de ser un tumulto de pe
actúa en el fondo de los fenómenos— , no como
nas y -dolores: consecuencia tan falsa, pc-r cier
to, como evidente parece a primera vista.
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— *59 - -
— i6o —
un hecho bien logrado. Verdad es que Sehopen-
clmación a gozar -de la vida y apartar los- obstácu hauer atribuye al genio una percepción exalta
los que se oponen a esta inclinación. Quien se da de los 'defectos y padecimientos de la existen
quila ia vida, el suicida, demuestra que no puede cia, porque junta en sí una doble vida, ya que
soportar una vida sin felicidad, el sufrimiento que por un lado permanece prendido en la servidum
toda vida lleva consigo. E l verdadero ho-mbve, bre de la existencia habitual, y por otro vive una
en cambio, coma este sufrimiento como un ejer vida más alta, dentro de la cual advierte más- aún
cicio que se Le impone, del que no debe evadirse el vilipendio <Le la existencia vulgar. Sin embar
cobardemente. Por eso, donde Schopenhauer ve go, el genio es consciente de su valor más alto.
más perfectamente marcada esa negación -de la Suponer que no lo fuera, equivaldría a pensar que
voluntad de vivir, es en las religiones donde esta un hombre de estatura aventajada no se diera
entrega al sufrimiento es considerada a la ver co cuenta de ello. Y puesto que es así, sería también
mo ima redención del mal, en el cristianismo 7 arbitrario suponer que para esta personalidad,
más aún en el budismo. consciente de sí misma, pesa más el dolor por la
Pero al mismo tiempo aquí está la curva, en vulgaridad de La vida com ente que el sentimien
que el pesimismo extremo se halla a punto de to dichoso', de ene le llena la conciencia d e su
convertirse en optimismo igualmente desborda significación sobresaliente. Esta conciencia, ¿no
do. Cuanto más intensamente .se exalta el asce habrá de hacer olvidar más hien los padecimien
tismo, tanto mas se asocia con el sentimiento ¿e tos -de la existencia, en mayor grado que lo hace
felicidad, que acompaña a esta elevación sobre el goce pasajero de las creaciones del genio? Po
los sufrimiento-s de la existencia, y, al trocarse drá ocurrir que precisamente el genio* artístico
esta elevación en éxtasis, todos los sufrimientos propenda a estados penosos -de ánimo, pero siem
de la existencia se transforman hasta en motivos pre será discutible si el sentimiento elevado, que
de esta interna vitalidad que prevalece ya sin acompaña a io-s momentos de propia actividad
trabas. Y esto ha ele entenderse, 110 sólo del e x creadora, no pesa más que aqnell-os intervalos de
tático religioso, sino también clel artista exaltado depresión, que sólo suelen presentarse, cuando
por su creación , y hasta ele todo aquel, aunque aquella fuerza se rinde. De aecho aparece ya en
en grado quizás menor, que tiene conciencia de fu. xxxi n
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Schopenhauer a otra luz muy distinta La signifi •cuanto que el hombre genial de La actualidad es
cación de La personalidad genial, puesto que se para él a lo sumo una imperfecta aproximación
trata de estimaría según el valor que le corres hacia aquel ideal, en cuya descripción la fanta
ponde en e l conjunto del panorama universal. sía puede desplegarse con toda libertad. Y este
Lo que para los filósofos de La Ilustración alema nuevo ideal futuro conduce al mismo- tiempo ,a
na era e l hombre en general, es aquí el hombre ahí nuevo- idealismo, que alcanza a -toda La vida,
de genio: es decir, no sólo- la corona, sino eL fin •el. cual a £n de cuentas suprime el individualis
último de La' creación. Pero con esto penetra 7a m o mismo, según el principio del movimiento de
en esta Filosofía el pensamiento de La evolución .polo a poLo que preside a todas estas mudanzas.
y con él una ráfaga más optimista. Sól-o que este .¿Pues qué impide, no- ya limitar este ideal futu
optimismo no se refiere, como el 'habitual, here r o del hombre- perfecto a personalidades indivi
dado de la Ilustración, al futuro logro de estados duales descollantes sobre la masa, sino trasladar
más perfectos de la sociedad, sino a la procrea lo al hombre en general, a la especie? Cierta
ción del hombre perfecto. mente Nietsche no llegó tan lejos, o por lo me
Por la aceptación y elaboración ulterior de este nos no* llegó en los principales pasajes d-e sus
pensamiento Friedrich Ñ ietszche se convirtió de •obras, en que describe el ideal futuro- de La hu
discípulo en adversario de Schopenhauer, desde manidad por imágenes poéticas. Más bien para
luego en un adversario, que, aun al combatir al este cuadro futuro, trazado enteramente con los
maestro, sólo saca las últimas consecuencias de medios de la fantasía poética, necesitaba del «mu
su doctrina. A l esaltar hasta lo inmenso el valor cho para muchos» (v iel zu nielen) como de un
de la personalidad individual, y concentrarlo en fondo, sobre el cual se destacara con eficiente con
la genial, el hombre selecto se convierte para él traste el hombre ideal del porvenir. S-in embar
en un ideal futuro, que ha triunfado ya comple go, y a en él se prepara esta última transición por
tamente de los obstáculos y defectos bajo Los que -el hecho de ene allí donde la fantasía salva toda
sufre el hombre de la actualidad. Pero con esto valla en la descripción de un ideal futuro, tal
el pesimismo conduce necesariamente a un opti •valla no existe. ¿Pues cómo le hubiera sido po
mismo, que prevalece tanto más ilimitadamente, sible a este poeta filósofo consolida* semejante
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cuadro? ¿Cómo cabe imaginar un mundo de p o «311e no llega ninguna intuición esterna. No de
derosas personalidades, t<?das coexistentes? otra suerte, para el po-eta de «Zaratustra» la «bes
Como filósofo, Nretsohe tiende a lo general;, tia rubia» es una imagen -grotesca, que expresa,
como poeta, se atiene a la intuición de lo indi jior medio del más poderoso de los afectos, del
vidual. Por eso hay que retraducir aquel cuadra- terrorj la idea clel superhombre futuro. A lgo se
de la personalidad libre al repertorio general de mejante ocurre con el «eterno retorno». Es. una
ideas, si se quiere interpretar rectamente su sig imagen, que desde Heráelito, que la creó, pa
nificación filosófica. Esto lo descuidan aquellos., sando por Schopenhauer, hasta Nietszche, ba
a quien pudiera aplicarse la denominación de (¡pe ■experimentado notables transformaciones en su
dantes de la cultura:), formulada por Isietzschcr significación. El .antiguo-pensador griego ve rea
y que lo mismo se cuentan entre sus adoradores lizarse en ella la invariable regularidad qu-e pre
que entre sus enemigos. Cuando él llama al hom side al cosmos. Schopenhauer la aplica— prescin
bre ideal del porvenir la «bestia rubia.);, toman damos si por imitación consciente o inconscien
la palabra literalmente, los unos con la secreta te— al curso de la 'historia, por la eterna unifor
voluptuosidad que acompaña al horror ante lo- midad que en ella se reitera. También Nietszche
terrible, los otros con el espanto que al ciudada se reñere sobre todo al histórico llegar ia ser y
no pacífico le infunde la verdadera bestia. No- fenecer. Mas para él lo eficaz ce esta imagen
piensan que la obra del artista) cuando él quiere estriba en la fuerza de la idea de infinito. No se
representar lo su per real, nunca puede igualarse trata, sin embargo, de la idea de infinito ilim i
a la realidad. Y allí donde las artes plásticas es tado, con .que se embriagaban los filósofos natu
tán sometidas a un ideal, que sea posible en la- ralistas del jRenacimiento; para él, que se siente
intuición, no encuentra barreras el poeta, para heraldo de un Renacimiento moderno, prevalece
quien sólo impera la palabra que sustituya la la infinidad cronológica ele la vida histórica, in
intuición vivía. Por eso los cuadros de. infierno finitud que bajo La imagen de un progreso en
dantesco, creados por la pintura, suelen ser in marcha indefinida se ofrece a la fantasía con
feriores a la descripción del poeta, que infunde igual eficacia qne bajo^ la imagen, ya usada por
en ella afectos de sufrimiento y espanto, a los- HeraclitOj de una •eterna rotación del mundo. Lo
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catión propia. Y en cambio proclama la energía zar más eficazmente la imagen del superhombre
de voluntad, el vigor, la veracidad y la implaca del futuro. El filósofo toma esta contraposición
bilidad frente al débdl y miserable. Scliopenhauer como un requerimiento ¿lI hombre futuro., lo mis
se había llamado ateo, aunque sus disposiciones ino que al presente, para que se preserve -de todo
y simpatías religiosas se inclinaban hacia el cris io bajo y vu lgar. Y lo bajo_y vulgar consiste en
tianismo- y scbre todo hacia el budismo, donde lo que la gran masa llama una existencia dichosa
aquellas virtudes pasivas habían encontrado su y placentera. Por eso, Nietzsche está de acuer
expresión más alta. Niet2sche se llama a sí mis do con K ant y con Schopenhauer en reobaz¡ar el
mo ((Anticristo». Pero lo que le empuja a este vulgar eudemou ismo. Buscar la dicha es indigno
lucha contra todo lo que has La él se consideró del hombre noble: su misión está en ser un hom
estimable, no es tanto la oposición al ciistianis- bre más. perfecto1. c:Xo más grande que podéis
- mo, que en sus formas históricas presenta tam probar— dice Zaratustra—-es la hora del despre
bién otros caracteres, cuanto la oposición a su cio, la hora en que decís: ¿A qué se reduce mi
predecesor, que destaca exclusivamente este la dicha? Pobreza es y basura y miserable acomo
do, el afán de negar sin reservas lo que aquel do.» y aludiendo claramente ai utilitarismo in
afirmaba. D e ahí que, en realidad, su «subver glés:’ ciBsto pregunta y pregunta y no se cansa
sión de todos los valores» no es en absoluto ttíia de preguntar: ¿ Cómo -el hombre se conserva me
total subversión. Todo lo que Nietzsche procla jor, más tiempo, más agradablemente? Superad
ma como supremos bienes, la energía de carácter, vosotros, hombres superiores, el tumultuoso hor
el ánimo, la veracidad, fué considerado siempre migueo, el miserable acomodo, la dicha de ios
como un bien moral, fuera del ascetismo nega- más \y.
dor de estas propiedades. Si a estas virtudes, que -L a subversión dé los valores de bueno y malo,
también Spinoza prefirió" como- virtudes activas, que Nletzscli-e. propugna, no- se refiere, pues, a
añade Níetzsche el implacable desprecio de los aquellas propiedades positivas, que la conciencia
humildes y miserables, todavía este motivo tiene mortal de todos los- tiempos apreció como las más
una doble cara, la -estética y la filosófica. E l poe altas, sino sólo a aquellas virtudes, que ya Spi-
ta necesita de un fondo contrastante, para'real- noza había llamado negativas: l¡a humildad, la
— 170 — — 171 —
compasión. Aquí es donde, sobre todo, •entra sica, puede obtener en su descripción de Los alec
Nietzsehe en contradicción ' con Schopenhauer, tos, lo obtiene el arte del lenguaje, /porque ¡apor
pues deduce con más resolución que éste La úl ta un contenido, .que por la fuerza de la impre
tima consecuencia del individualismo representa sión estética hace aparecer al pensamiento mis
do por ambos. Pero entonces, ¿qué queda sino el mo como la expresión limitada de una idea, que
contenido del sentimiento vital, exaltado hasta lo se prolonga en la misma dirección, pero* muy por
sumo? Evidentemente nada, que pueda mostrar cima de él.
se en la vida real como valor empíricamente re-
Y , de hecho, JSietz-scbe es un artista del len
presentable de algún modo. Este sentimiento vi
guaje, como pocos han existido-, aunque pueda,
tal es no tanto infinito cuanto completamente in
entorpecer su efecto la exuberancia barroca y La
determinado, pues carece de un punto de refe
transición brusca de lo sublime a lo feo, a que día.
rencia, como debe tenerlo todo sentiminto; si no
lugar no raras veces su afán de exaltación básta
se ha de anegar en una nada inconsciente. Sin
lo inmenso. ¡ Con qué virtuosismo sabe elegir
embargo, esta representación del hombre, que só
hasta los títulos de sus ob ras! Recuérdese: ((Hu
lo se vive a sí propio y goza de la desenfrenada
mano, demasiado human00, «El caminante y su
expansión de su fuerza, ofrece a su vez una fa
ceta estética. E l superhombre, que sólo1 vive por sombra», «Más allá del bien y del mal», «I,a sub
su propio .sentimiento vital, no es un objeto que versión de todos los valores», etc. El arte de estos,
el artista plástico pudiera modelar: tampoco po títulos consiste no poco en que sólo indican le
dría ser eliminado de los objetos, en que se ejer vemente el contenido o lo- ocultan por entero,
citase la potencia de este hombre. En cambio', al pero en ambos casos despiertan -en el Lector una
poeta no se le ponen estas trabas: la palabra es tensión, que ie hace apetecer el contenido. Y este-
un instrumento adecuado para despertar senti arte no se reduce simplemente a v-estir un pensa
mientos que sobrepujan toda representación, y miento nuevo en su forma más eficaz, sino que a
al filósofo le está permitido suscitar exigencias, veces hace aparecer nuevo lo viejo, e interesante*
que ni la realidad ni la fantasía puede cumplir. lo vulgar. A l final de su vida, lo patológico f i é
Xo que ni las artes plásticas, ni siquiera la Mú proyectando cada vez más su sombra. Pero -estos-
'lunares y sombras perjudicaron poco a la influen reconocer en ella más que el anticipo de otra,
cia de Nietzsche. Si al principio los filósofos es grandeza mayor.
pecialistas le miraron con desden o indiferencia, Pero aunque sea en primer término el poeta,,
como antes a Schopenhauer, pronto 'el mismo pú el artista del lenguaje, quien alcanzó esta popu
blico a quien interesó, los artistas, Los escritores» laridad, sería equivocado suponer que estas pro
las personas de gusto, k aclamaron con entusias piedades fueron las únicas eficaces, ni siquiera las-
mo, uua vez descubierto, pues tampoco a él le sobresalientes. Los tiempos habían cambiado. La.
faltaron algunos años de espera. Era aquel un guerra franco-alemana de 1S70 marca un viraje,
arte de elocución, que superaba con mucho el de que no dio por resultado, co n o pudiera esperar
su antecesor, Schopenhauer escribía con extraor se, nna repentina mutación de las circunstancias,,
dinaria claridad y amenidad; su estilo -era ori todavía revueltas tanto en el orden político como
ginal. Sin embargo, en la fuerza de La expresión, en el filosófico. I,os primevos escritos de JSTietzs-
-en la aptitud para crear locuciones, en la melo ebe, que corresponden a esta época, ofrecen tes
día del lenguaje .quedaba a la zaga. No es de ad timonios de esta oscilación del ánimo público.
mirar que las mismas gentes, que habían venera Entusiasta adorador de Schopenhauer al princi
do a Shopenhauer, se volvieran ahora a Xictzsche pio;, se inclina durante breve tiempo al positivis
con acrecentado entusiasmo. Así logró lo que no mo, de moda por aquellos añes, que de la ven
estuvo al alcance de los filósofos que le denosta cida Francia se difundió por Alemania, don de-
ban: desalojar a su pesimista predecesor, Desde encontró terreno abonado en el auge de La vida
luego muchos siguieron fieles ¡a éste y veían en económica. Para Nietz-sche esta época constitu
INietszche al apóstata: entre los artistas se halla ye una crisis, a partir de la cual tanto su exal
ba en este caso Richard Wagner; entre los sa tado individualismo, expresión filosófica de la
bios, Erwin Uohde, el filólogo clásico de tan re competencia de les individuos en las empresas
levantes prendas como artista. Sin embargo, para industriales- y técnicas de aquella época, como
los más Schopenhauer empezó a ser desde ahora su desbordante 'optimismo, aparece como un re
una grandeza pasada, a la que se miraba con res flejo del temple de una sociedad ansiosa de po
peto, como eí propio Nietzsche lo hacía, pero sin. sesión y de fuerza. A sí, a pesar de la sencillez
— 174 — — 175 —
<le su vida, ofrece en su Filosofía una imagen -de para el hombre poderoso ideal que abatir al dé
los tiempos, aunque desde luego una imagen bil, inerme contra él? No, el hombre ideal exige
-exagerada. Pero precisamente por eso influyó en fines ideales, en que su vida se desborde, si h t de
tantos de sus contemporános, que no* buscaban ser para él digna de ser vivida; y estos fines, a
-en la Filosofía un conocimiento’ científico, sino los que él ha de aspirar, si su vida ha de ser una
una expresión de su propio estado de ánimo, vida de acción, no pueden ser nunoa una pose
aun cuando no pudieran dar razón de la causa s ió n consumada, sólo presente para el goce, sino
■del embeleso1 estético, que estas obras les produ que han de unirse a valores, que estén schre él y
cían. También fue un síntoma de la inminente no bajo él. A quí se completa la idea del «super
mudanza de los tiempos el que -el propio Nieizs- hombre», si queremos mantener esta -denomina
ch e abandonó rápidamente esta fase realista y se ción para un ideal futuro al que se 'ha de aspiiar,
entregó en brazos de aquel desapoderado idea enlazándose -con la vida del entregamiento1, idea
lismo, al que se adhirió mucho del egoísmo pro ya inmanente, a este ideal basado en la acción.
pio de esta fase transitoria, tanto que él contri Tras del snpenhombre de Nie-:zsche está el man
buyó en gran manera a poner aquel ilimitado dato del deber: «Tú debes entregarte al ejerci
idealismo al servicio de un individualismo' igual cio, que te está señalado en el mundo.» Nfo cabe
mente ilimitado. A sí surgió el ideal de un super dudar que este pensamiento Latía también en el
hombre, que lleva su valor sólo- en sí mismo, y alma de Nietzsche. Sólo que el no podía expre
¡que por ende, considerado como personalidad sarlo claramente, porque su espíritu, a cansa de
ideal individual, constituye el más expresivo re la oposición contra, la «Moral de los esclavos»,
presentante del afán de vivir. Sin embargo, este que sentía con sobrada viveza, se hallaba obsesio
individualismo se desploma en sí mismo con esta nado por la imagen de k personalidad podero
exaltación, se estrella contra el idealismo, a que sa, a la que desprendía de todas las relaciones,
se enlaza, cuanto éste se eleva a más vertigino en que la vida coloca necesariamente al indivi
sa altura. Porque si hombre ideal aquel le falta duo. Y sin duda esta nota sorda e ineludible
en absoluto un objeto en que ejercitar su poder. debió de resonar en el alm a de muchos, que fue
¿Pues qué cosa pudiera haber más lamentable ron atraídos por Nietzsche y que saboreaban sus
vo qne nunca. De hecho, con ■ese ánimo han
sentencias, na sólo por placer estético o por ¡afi
marchado al campo (i) así los adoradores de
ción a la paradoja, sino como estimulo para pen
Nietzsclie como los de Schopenhauer, así los dis
sar por propia cuenta.
cípulos de K ant como los posi-tiristas y los mo
i,a actualidad ha demostrado que esta inter
nistas. E l idealismo alemán ha renacido, aun en
pretación de Nietzsche r de su influencia es la
aquellos para los que había muerto en una larga
verdadera. Nietzsche provocó el renacimiento del
idealismo' ¡alemán, acaso sin saberlo, pero desde er¡a de paz. Es un idealismo de acción, que enar
dece lo mismo el alma del hombre vulgar, ig
luego sin decirlo. Renacimiento, no en. el estu
norante de toda Filosofía, como el alma del
dio de las cuestiones teóricas, relativamente in
hombre ilustrado, que acaso ha explorado to
diferentes, qne solían ocupar el primer plano en
dos los sistemas y no ha si-do .aquietado* por nin
Schopenhauer y en los modernos kantianos, sino
guno». E l hecho tiene aquí más valor qne toda
en lo que constituye el núcleo de toda Filosofía:
la Filosofía junta. Mas precisamente por eso* la
en los problemas de la visión moral de ia vida.
Filosofía, nunca ha de renunciar a procurar in
En este orden signe obrando entre nosotros, los
terpretar el sentido de la vida, y debe conside
alemanes, no sólo el imperativo- kantiano del de
rar como la más importante confirmación de sus
ber, sino también la más honda interpretación
interpretaciones el que concuerden con la vida
que el idealismo siguiente <lió a este imperativo,
real y con los motivos prácticos que la im
aun cuando los es.minos del razonamiento' y de
pulsan.
la ejecución hayan de ser distintos en parte. No
hace falta que todo el mundo .se de cuenta de
esta correlación. Quizás en este caso ocurra lo (i) Repárese que este libro esrá. escrito en los co
mienzos de la guerra.
contrario. Sin embargo, en esta dura época, nos
otros estamos seguros de que en el alma del
pueblo alemán este idealismo— no el de la exal
tación de la personalidad individual, sino el de
la entrega al todo, a la «(especie:), como Fichte
se expresaba— es prácticamente mucho más vi
F !i. XX XI 12
y L El espíritu <áe las nacáomes asi la perra y
en fia paz
poesía antigua y la moderna. Nuestra guardia Jos distintos países. G-loria y fama son para «1
no está ya en el Rin, sino en los Vosgos y en el p a n c é o, desde que la historia comprueba la uni
líosela, y el episodio francés, que dió lugar a dad nacional, resultante de La mezcla de tribus
esa canción en 1840, ya se ha olvidado. Segu iberas, celtas y germánicas, y de invasores ita
ramente no -es sólo la excelente composición lo lianos, los bienes principales, a que aspira. Ellos
que ha conservado’ la vida de este himno desde forman con el amor tíe las mujeres— el cual a
su redescubrimiento casi casual en e l año iS jo, su vez se conquista por la preeminencia que el
ni lo que le da fuerza sobre el corazón de los individuo obtiene así en la guerra como cu el
soldados, sino e l mismo sencillo contenido que torneo, muchas veces sangriento— el tema prin
se condensa en la última línea con estas pala cipal de la antigua novela francesa caballeresca;
bras: (íFest sieht und ireu die W achi ctm RhHn» y Las costumbres caballerescas se extendieron
( i) . Firmeza, y lealtad, he allí las cualidades que desde Francia por todos los países de Europa,
el alemán más aprecia, o pana decirlo con una mucho .antes de que el francés llegase a ser el
sola palabra: e l deber. E s la fidelidad al deber, idioma universal. Distinguirse .sobre los demás
que el alemán traslada de La profesión pacífica es un afán qne todavía hoy anima a todo pecho
a la guerra, en La que para él llega a ser el su francés. E l conocido' proverbio «Todo soldado
premo de los deberes, el deber de la abnegación lleva en La mochila el bastón de mariscal» jim
por la patria. ia con este aliciente, que impulsa a las- supre
mas hizaíLas, otra significación, la de que la su
prema gloria es accesible a todos. Esta emula
Lo que el himno guerrero expresa en pocas ción por obtener gloria y fama se extiende a to
palabras, se confirma en la historia de las na das las relaciones de la vida, no solo a la pro
ciones, en su vida cotidiana, y finalmente, en fesión militar, a la industria, a la manufactura
cerrado en conceptos y recercado por conatos y al comercio, donde tiene por liase natural la
de razón amiento científico, en la Filosofía de competencia económica inherente a estas formas
profesionales, sino sobre todo a las aportacio
(1) «Firme y fiel se aposta en el Rin la guardia». nes espirituales y las correspondientes ptoíesio -
— i 85 — •
nes del artista., <le lí maestro-, -del empleado’, del qne otra nación se glorifique, aun cuando La ha
abogado, etc. Desde la escuela popular hasta La zaña, a que obedezca esta glorificación, no tenga
Universidad y la Academia de Ciencias predo iqjue ver lo más mínimo con- su bien o su mal
mina en la ascensión del individuo el concours, propio. Recuerda un incidente que me dió a co
la competencia por el puesto vacante, apoyada nocer por vez primera esta propiedad del espíri
con toda clase de esfuerzos, incluso ,a veces coa. tu francés. Entre los años iSóo y 18Ó6 había Le
la recomendación de personalidades influyentes. cho yo amistad -con un escritor francés, que' se
L a Academia de París señala todos los años más había establecido en Alemania y no pensaba
premios para la solución de problemas cientí abandonar nunca este' país. Era uno de los fun
ficos que todas las demás ¡academias del mundo da dores de la ctRevue Germanique», dedica da
juntas. E l que un jurado pueda absolver a un por entonces a la difusión del conocimiento de
delincuente notorio', y sobre todo a una delin la literatura alemana, y era incluso un amigo
cuente, por el brillante discurso del defensor, a sincero de Alem ania. L e encontré por casuali
nosotros los alemanes no-s parece inconcebible. dad al día siguiente a la batalla de K.ónig’grátz.,.
Para el francés, en cambio, resulta La cosa más y estaba -muy abatido.
natural. La admiración por el orador la tras — T'eng-o que marchar de Alemania— me di
lada él a l objeto del discurso, y así acaba por jo— , porque yo no puedo pasar en Alemania la-
asentir a todo Lo que aquel aporte en favor del guerra ahora inevitable entre los dos países ve
desgraciado delincuente. cinos.
Este afán por distinguirse irradia del indivi Y como yo quedase desconcertado y atónito,,
duo a la nación. También para ella ansia el fran añadió:
cés gloria y fama. Entre los atenienses, según — Usted no cono-ce a mi pueblo. Con este triun
testimonio de Kexodoto, Platón y otros autores, fo de Prusia pierde su prestigio; eso no lo so
era una opinión muy entendida, que sólo en un porta; 5' yo no puedo menos de sentir esto mis
Estado glorioso puede eL individuo aspirar a La mo con mi pueblo.
gloria. Pero los franceses van más allá: ellos Efectivamente, poco después dejó Alemania'
consideran como un perjuicio para su gloria el para siempre. Pero había acertado en el vatici-
— 189 —
Mientras el carácter francés se manifiesta cla acaudalados 1a ludia por La propiedad en peli
ramente en todas estas propiedades, no sucede gro, ya porque alcance a los pobres la lucha po-r
lo mismo con Inglaterra. A l observar a l inglés el mejoramiento d'e las condiciones de vida, y.a
en el trato social 0 en sus ocupaciones -diarias, finalmente porque se ventile la prosperidad de
¿quién había de sospechar qne semejantes natu toda La nación, en la que el indívidu-o ve la ga
ralezas flemáticas, y generalmente taciturnas, ha rantía de. su propia ‘bienandanza. Entonces, en
bían de codiciar en secreto la fuerza y la sobe las asambleas populares y obreras, la pasión pue
ranía, como lo indica el antiguo grito de guerr.a de Llegar a violentas explosiones de ira, y hasta
((Rule Britannia» ? Incluso- la novela inglesa suele el orador parlamentario inglés no se recatará,
describir la vida burguesa pacífica, y desde FLel- en plena paz, de lanzar amenazas -ofensivas con
ding hasta Dickens es peculiar de las obras maes tra Los demás pu-eblos. Recuérdese cómo L-ord
tras de la raza un humor no igualado por nin Falmersto-n, cuando los alemanes hicieron Los
guna otsa nación, humos: que se Levanta gozo primeros tímidos ensayos de construir barcos de
samente sobre las flaquezas de los hombres, pero guerra, les aconsejó que corasen la tierra, na
a veces también ge convierte en amarga sátira. vegasen en las nubes o levantasen castillos en el
¿ Y qué otra cosa -es en lo esencial la Filosofía aire», pero que nunca se les ocurriera «pasar per
de este país sino un incesante esfuerzo por coor alta mar ni siquiera por aguas costeras».
dinar Las -exigencias del pensamiento con Las ne ¿Cómo se explica este curioso contraste? Cabe
cesidades de la vida diaria y con las condiciones sospechar que el inglés del trato cotidiano es
de un tranquilo bienestar burgués? Cuando esta en gran parte producto de la historia. Los tiem*
Filosofía se eleva al plano de los ideales, estos pos de Bacon y de Shakespeare, los tiempos, en
acaban por concentrarse en una paz eterna, que -que un W alter Raleigfct y un Francis D íate , co
en el fondo no se concibe sino como la continua mo primeros campeones de la potencia marítima
ción de la vida cómoda, de que disfruta ya hoy inglesa, conducían sus barcos piratas por todos
el ciudadano de mejor posición. Sin embargo, los mares, presentan otro aspecto, como tam
cambia el panorama tan pronto como esta como bién son distintos los cuadros que la antigua co
didad se perturba, ya sea porque alcance a los media de Inglaterra nos traza de las actividades
Fil. X X X I 13
— 19 4 — — 19 5 —
y afanes de los hombres. L a lucha entre los legiado, pueda extenderse también a la ocupa
magnates ingleses de los tiempos pasados, tal ción de otros países, que no carezcan de dueño.
como La describió Shakespeare en sus dramas-, El pasado- siglo presenció dos casos flagrantes de
rebosa de pasión, de traiciones y violencias. En -esta índole: al principio-, el bombardeo de Co
cambio, la Inglaterra de hoy no es ya el país in penhague y el apresamiento de la flota 'danesa;
quieto, que desde los tiempos de la reina Isabel -al fin, la guerra de los boers.
y de Cromwell extendió' más y más su poder na En el fondo de esta soberanía universal de
val, hasta que alcanzó la indiscutible soberanía ¡Inglaterra hay dos condiciones qíue no sola
sobre el mar y sobre el mundo, Sucesivamente m ente Le dan sus fundamentos efectivos, sino que
despojó a España, Francia y Holanda de mu además saturan el espíritu del bretón con el
chas de sus posesiones coloniales. H oy domina -convencimiento de que tal soberanía es impere
casi en todo e l comercio del m-undo. Las empre cedera. Una de estas condiciones es la posición
sas coloniales de otros Estados se hallan bajo su insular de Inglaterra; la otra, La riqueza que le
control, y no sólo reclama el derecho sobre los proporciona su industria y más aún su potencia
países que efectivamente posee, sino -también so marítima y su patrimonio colonial. Y s se han
bre aquellos que no posee, con sólo' que su ad olvidado los tiempos, en que Los -ejércitos fran
quisición pueda parecer útil en e l porvenir. A ceses desembarcaban en Inglaterra. Desde h.ace
este propósito- dijo el liberal Lord Rosebery en siglos la protección de su ilota, y más con los
el Parlamento: «No hemos Je poner las miras modernos medios de combate, hace imposible el
solamente en ¡aquello que ¡actualmente necesita desembarque de ejércitos extranjeros en terri
mos, sino también en aquello que necesitaremos torio inglés. A ún pesa más lo segundo. Por su
en lo futuro.:: ¿Se puede expresar más clara tráfico mundial, Inglaterra ha llegado a ser el
mente la aspiración a la soberanía universal que país más rico 7 juntamente el banquero del mun
se hace en estas palabras? E s el .derecho de ocu do. Domina el mercado universal, Las transaccio
pación de las cosas sin dueño-, pero limitado a nes económicas, el servicio telegráfico de noti
Inglaterra; y se comprende que este principio, cias, y, en ñn, la prensa periódica, no sólo en
si le parece conveniente a un Estado tan privi ■su propio país, sino también en muchos países
— 197 —
— 1 9 6 -—
dicional las siente el inglés como -una especie d e tumbre, alcanza desde la vida diaria hasta las
perturbación de la paz de su alma, considera instituciones del país. A l inglés le repugna 1a
también desagradables las manif.estaciones de vivienda de alquiler; prefiere vivir en su propia
afectos vivos, o Io>s ademanes simultáneos, que casa. L¡a legislación del Fiaba os C c r fu j es su an
tan vivamente acompañan el lenguaje de los. tiguo baluarte de la libertad. La administración
franceses. Por eso evita discusiones, de las. que autónoma 7 el Parlamento le infunden la con
todo el mundo sabe por adelantado que nada, se ciencia de iq¡ue se rige a sí mismo, aun cuando
saca. Y así ocurre que, en sociedad, prefiere no ni los ¡antiguos ni los nuevos partidos, dada su
hablar de nada, o, como quiera que el silencio composición . predominan:emente plutocrática,
también es considerado como improcedente, ha sean una verdadera representador po-pukr. La
bla de cosas indiferentes o triviales, Estos ro conciencia, de que en un momento dado les cabe
deos convencionales le sirven como protección; a los electores sustituir el Gobierno, actual por
de la personalidad individual, 110 sólo contra lo» otro, le llena ce la ilusión de ser señor de su
indecoroso, sino también contra pretensiones mo país. Juntamente liay una institución social, que,
lestas. Nadie necesita saber lo que lino piensa; sin poner trabas de ningún género a la libertad
sobre cuestiones religiosas o políticas, en tanto personal del individuo, le da el apetecido enla
no tenga uno que declararse «en ese sentido por ce con la sociedad y a la vez, un sentimiento- de
su profesión. La misma abstención se aplica a l propia importancia: el club. No hay que confun
Estado, en tanto no sea obligación suya prote dirlo' con las inocentes asociaciones-, que a veóes
ger 1a persona y la propiedad. Libertad ilimita llevan en Alemania este nombre, Para el inglés
da del individuo en todo lo que no se oponga a- es el club de La más grav-e importancia. Lo. pone
idéntica libertad de los demás: be ahí el princi ec su tarjeta de visita; lo cuenta entre sus títu
pio que Inglaterra fué la primera en reconocer,, los. Pertenecer a un club conocido constituye
y que en ninguna parte arraiga tanto en el ca gran parte de la propia respetabilidad, y si alguna
rácter de la nación como aquí. Este afán, en s f personalidad importante pertenece a un club-, es
muy respetable, de independencia personal, con- to aumenta la importancia de los demás miem
el que contrasta por cierto la coacción de la cos bros. A lgo semejante ocurre con las antiguas
— 200 — . — 201 —
I
Universidades aristocráticas de O xford y Cam dadero amigo y coterráneo. Caerán las vallas,
bridge. Quien ha estudiado en una de ellas, per que suelen separar del forastero al isleño, cons
tenece a ella de por vida. Sus regatas anuales ciente de los privilegios de su país y de sus pro
las mira con orgullo. En los alumnos de tales pias excelencias. Para a-preciar su actitud frente
universidades se refleja un destello del orgullo al forastero, hay que observarle en su trato con
nacional. Desde luego no faltan rasgos plausi personas extrañas a él, sobre todo cuando viaja
bles en el ajetreo de las universidades inglesas, por el 'extranjero. Mientras los demás c-uropeas
tan distinto del de las alemanas. Para la Cien se esfuerzan por compenetrarse con el lenguaje
cia, sin embargo, no son centros de gran altu y las costumbres de los países extraños, suele
ra. I^os grandes sabios ingleses han sido- más pasar por ellos el inglés con indiferencia. A to
bien personas privadas, que al margen de la so das partes lleva consigo su idioma, sus costum
ciedad se dedicaron a sus investigaciones, o ac bres y hábitos, sin imponerse frente al indígena
tuaron como profesores en Las «nuevas univer en lo más mínimo los respetos -que guarda en su
sidades», que no son propiamente universida propia patria con sns coterráneos. Se siente co
des, sino Escuelas especiales, sobre todo Institu mo el amo del país por donde viaja, es el tira
tos técnicos. no de las fondas, y se convierte por lo misr.io
A veces se designa como una contradicción en bienhechor de todos los viajeros de Europa,
notable el que e l inglés particular sea honora sobre todo después -que se ha -ausentado. Hasta
ble, honrado y, cuando se le trata de cerca amis los alemanes le -debemos mucho -en punta a. con
tosamente, franco y obsequioso, mientras que In fort. Naturalmente que él no ha procurado estas
glaterra como Estado, lo mismo en los tiempos cosas en atención a nosotros, sino a sí mismo;
antiguos que en los modernos, se muesra atro- por cierto con esa desconsideración con que con
pehadora, desleal e insidiosa. Y o creo que esta sidera coma -derecho innato el imponer su vo
contradicción no existe. E l extranjero, a quien luntad. Realmente en un pueblo, que desde hace
el inglés ofrece su amistad, se convierte para él siglos ejerce la soberanía sobre los mares, des
hasta cierto punto en ciudadano' adoptivo de su empeña por tierra un papel preponderante, cuen
país. N o le tratará el inglés sino como a su vej- ta con los mayores dominios coloniales de la tie-
V
— 203 —
tra y posee más capital que cualquiera otra na pables diferencias el francés.y el inglés, Aquel
ción, no podía menos de formarse La conciencia, se siente en todo instante el centro de la socie
de que le corresponde por derecho natural -eL dad, y de su contorno se refleja en él La misma
mando y el poder, conciencia que también se. grata imagen que él tiene formada de sí mismo,,
apodera del individuo que pertenece a ese pue y que acrecienta la benevolencia con que trata
blo. Á su vez este sentimiento autónomo se re a los demás. Si posee la Legión de Honor, lle
fleja del individuo en La nación. Quien está acos vará la banda a ser posible hasta en camisa, de
tumbrado a tratar al forastero como una sombra, dormir. Su orgullo es, por decirlo iasí, «centrí
cuando no le necesita, y como una cosa, cuando fugo)): irradia de su Y o a su familia, a su ciu
le hace falta, ese ta.I, liega do al puesto de mi dad natal, a toda su;;nación. M uy de otro modo-
nistro, no ha de considerar frente al Estado ex eL inglés. Un conoeido adagio dice: umy h ca sé
tranjero La mentira como mentira, ni el engaño is my castle»; y tiene otra variante muy signi
como engaño, y el ataque en plena paz le ha de ficativa: t'.Ttiy country ü my world'». En su casa
parecer norma permitida, si le conviene a In se siente guarecido, v de ella expulsa a todo el
glaterra. que entre, sin haber sido invitado. Y su tierra,
No es acertado condensar estas inclinaciones esa orgullosa Inglaterra, señora del mar, es su
en la palabra «egoísmo». Mucho más apropia
mundo; ella le comunica algo de la fuerza y del
damente pudiera aplicarse al sentimiento nacio
mando, que a su juicio le corresponde. Su senti
nal, basta cierto punto, la expresión _dé los éti
miento nacional es «centrípeto», Ciertamente se
cos franceses, «egoísmo amplificado)!. Pero así
ría difícil decir en cuál de estos sentimientos-
como los motivos egoístas adoptan en los dis
late más egoísmo. E l comportamiento francés lin
tintos hombres diversas formas y coloraciones,
da más con la vanidad; eL inglés, con el orgullo.
según se refieran a la propiedad, a la familia, a
Más amable es La primera; más antipático el se
la profesión, al cargo, a 1a, valoración personal,,
gundo. De toidca, modos ambos son mejores que
etcétera, así el egoísmo nacional tampoco es >el
mismo en todas las naciones. En esto, coma en la falsa modestia..., una consecuencia, de la de
todo su carácter popular, presentan Las más pal gradación de las circunstancias políticas, que en
— 205 —
tiempos pasados perjudicó a veces al sentimien de los hartos. 1,0 cual no excluye naturalmente-1
to nacional de los alemanes. que se desee también todo el bien a Los -demás-,
De estos tres países ninguno como Inglaterra mientras esto no- incurra en conflicto con los pro
refleja tan fielmente en su Filosofía el carácter pios intereses. Eos espectros de los desocupados
de sus habitantes. ET utilitarismo es la Filosofía y de los hambrientos manténganse a -discreta -dis
■específicamente inglesa. N o sólo el nombre, lam- tancia, o búsquese el consuelo en la perspectiva,
'bién el contenido tiene allí su patria, aun cuan de un porvenir, que nadie sabe cómo ha óe lle
do tampoco faltan relaciones con la antigua, y gar bajo el imperio- d-'el egoísmo utilitario. Cier
siempre nueva, Moral de la felicidad. Toda F i to que no faltan en Inglaterra intentos de
losofía suele encontrar imitadores fuera ¿e su pa beneficencia y de utilidad pública, pero quedair
tria, y naturalmente eso' ocurrió con el utilita fuera de la vida corriente y por tanto también--
rismo inglés. Contribuyó también a ello la admi fuera de la Filosofía dominante. D e ésta se l:á
ración que el continental suele sentir por las ins afirmado a veces que -evidentemente se acerca-
poco a poco a una transición del egoísmo al al
tituciones inglesas. A sí como el europeo, en la
truismo. Desde luego el concepto' y, sobre todo,-,
-época en que dominaba en Inglaterra La doctrina
la palabra altruismo, son importador en Ingla
de Manche star, se sentía insulano libre, aun
terra, lo mismo que en otras partes. Pero ni e l
-cuando la profesase también, así ocurre con 1.a
altruismo, ni la Moral de la simpatía a él afín,,
Moral utilitaria inglesa, que propiamente sólo
brotada esta última del terreno de la Psicología
-constituye el complemento oportuno de aquella
inglesa, han tenido arraigo en la Filosofía pre
doctrina. «Haga cada uno lo que le sea más útil,
ponderante de aquel país. A qu í la línea recta va
y así prosperará mejor el bienestar de todos.:-)
desde ..¿ocke, pasando por Bentham, a Herb-ert
Sin embargo, al alemán -este uniforme- no se le •Spencer, o, como ya hemos dicho arriba, desd-e-
-pega al cuerpo, y en el fondo tampoco' a ningún -el utilitarismo egoísta al -egoísmo utilitario.
•otro europeo. Claramente lo demuestra en par Aquel no prescinde de fines altruistas, pero los-
ticular Francia, donde el utilitarismo nunca lle funda en motivos egoístas. Este coloca lo ú til
g ó a aclimatarse. E l utilitarismo es la Filosofía al servicio del Y o. N o puede haber testimonia
--- 200 ---
m ás elocuente de esto que la sentencia de Her- i-esidldc algunos años en Alemania, me decía al
-bert Spencer: «Man ■versus íhs Siate», despedirse: «No hay ningún pueblo en el mun
do que goce de mayor libertad que el alemán,
sin excluir a Norteamérica.» Somos, hasta cier
Difícil sería, después de haber intentado tea- to punto, un «enigma universal)!. Nos vemos
zar este esquema del car ácter de las n,aciones de modo- distinto que los demás, y a los demás
extrañas y de su repercusión en su Filosofía, les parecemos de muy distintas maneras. Esto
pretender otro tanto res-pecto dei carácter ale se explica fácilmente por la brevedad y rapidez
mán. Los alemanes» como Estado y como na de nuestra moderna historia política.. ¿Cómo no
ción unitaria, somos la más joven entre las gran habían de admirarse nuestros vecinos de que
des naciones del mundo-. Podrá, ser que en el nos presentemos de pronto como una nación uni
“transcurso de los milenios parezca plazo -breve da, en La que contra nuestra costumbre parece
el intervalo entre la. caída del Sacro Romano no haber ya ni oposiciones de casta ni partidos,
Imperio, cuyo nombre ya índica que no fué pro -cuando todavía hace unos años en pleno Parla
piamente una nación, y el nuevo Imperio ale mento un ministro inglés nos aconsejaba cons
mán; para nosotros este imperio es algo entera truir «palacios en el aireo? Desde Luego, no to
m ente nuevo que nunca existió: para nosotros aos Los ingleses han sido tan miopes como m u
y también para los demás pueblos del mundo, chos ministros, y otro hijo de A lt ion, Thornas
"los cuales, como ha demostrado esta guerra, se Carlyle, ya irradio antes había vaticinado a los
forman de nosotros frecuentemente ideas, que alemanes un gran porvenir. Y lo hizo, a pesar
se oponen de medio a medio a las de sus com de las lamentables circunstancias de la antigua
patriotas., que nos conocen más de cerca. Da sa federación alemana, porque conocía los héroes
biduría política de muchos ciudadanos de los y Los poetas de Alemania, y le parecía incon
Estados Unidos de raza anglosajona acerca de cebible que semejante semilla no produjese tam
nosotros se condensa, como es notorio, en dos bién en el Estado un fruto- digno -suyo. Por cier
palabras: militarismo y despotismo. Un amigo to que H egel expresó con una bella semejanza
norteamericano', también anglosajón, que había la relación en que la Poesía y la Filosofía se
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hallan respecto de la vida histórica exterior: «El ción en Estado alemán precedió un florecimien
buho de Minerva no comienza a volar hasta el to del Arte alemán y de La Ciencia alemana,
■crepúsculo.)) E l vuelo tardío del buho, del ave cuando este Estado todavía se hallaba ante un
de Atenea, protectora de las artes y de las cien incierto porvenir. Nuestros grandes poetas del
cias, era para él la imagen simbólica de que el pasado prepararon este Estado, al proporcionar
florecimiento de la Filosofía y de la Poesía si a nuestro pueblo un caudal espiritual común,
gne al engrandecimiento político de un pueblo. que le infundía la conciencia de su unidad. P'or
Sin embargo, el crepúsculo no sólo signe a la su parte La Filosofía despertó en el espíritu ale
luz del día, sino que también la precede. Así, mán la propia conciencia -de las fuerzas mora
aquella semejanza puede también interpretarse les, que en él alboreaban, y de los problemas
en sentido inverso, y depende de las condicio que le estaban planteados en la comunidad de
nes especiales de la evolución histórica el que los pueblos con arreglo a estas fuerzas.
ocurra lo uno o lo otro o ambas cosas a La vez. Pretender definir -el carácter alemán, tal como
E l florecimiento del Arte y de la Ciencia, que se ha desarrollado bajo la influencia de esta c u l
corresponde a una época de decadencia política, tura precedente, no sólo sería difícil, sino casi
puede a su vez ser el anuncio de una renovación indecoroso. ¿Habríamos de referirnos al idealis
de la vida del Estado. D e hecho, desde un pan
mo alemán? En el extranjero, y también entre
to de vista general de consideración histórica,
muchos alemanes, que sólo son idealistas en se
este es -el caso de la cultura griega. La Filosofía
creto, el idealismo está en baja. Claro que tene
platónicos-aristotélica señala un punto culminan
mos nuestra Poesía y en -ella todo nuestro idea
te de la formación espiritual helénica y la de lismo. Sin embargo, más acertado será en esta
cadencia del antiguo Estado griego; sin embar
épcca hablar de flaquezas y defectos que no de
go, esta Filosofía prepara al mismo tiempo el
excelencias d!el carácter alemán. Porque esta épo
triunfo de la cultura griega a través de las for
ca, más. que ninguna otra, debiera estimular a
maciones políticas del mundo helénico. Cual
deponer aquellos defectos, que envuelven el ca
quiera que pueda ser el porvenir de la cultura
rácter de vicios nacionales en un doble sentido:
alemana, a la transformación política de la na
primero, porque son propios de los alemanes
FU. X X X I Í4
— 211 —
más que ele otros puebles; segundo, porque per esta disculpa 110 es consistente, a juzgar por los
judican a la nación como ta l Y son; La imitación -casos que conozco. El alemán que observa con
ciega de Ic extranjero y La negación <Le lo pro interés a otras naciones por su originalidad1, y
pio. Ambo-s ¿efectos son de la misma, especie, el que abandona su nacionalidad propia, no son
Sin embargo, existe entre ellos la gran diferen idénticos. Aquél mantiene siempre La distancia
cia de que el primero sólo es relativo, y el se que es necesaria para semejante observación. E s
gundo es absoluto. Lo bueno, si no se posee, de te procura suprimir en lo posible la distancia,
be imitarse dondequiera que se encuentre. Sólo para que no sea advertida po-r los demás, ni aun
la imitación ciega, y la servil son 'indignas: la .siquiera por él mismo. Puede ocurrir que el ale
ciega, que imita lo forastero simplemente por mán posea en más alto grado lo que los es-tetas
que es forastero, y la servil, que rechaza toda llaman facultad de introyección (E nifüJiiiin»)j
modificación simplemente porque no se Ajusta al facultad que tanto en el trato de los individuos
modedo. ¿Pero' qué significan estas pequeñas de como ce los pueblos es un don precioso. Pero
bilidades, que en gran parte pertenecen al do ■eso dista mucho- de lo contrario, de lo que pu
minio bastante indiferente de La moda, y contra diera llamarse extrayección o disipación (A us-
las cuales nos enardecemos a veces más de lo jü h lu n g ) , propiedad por la que el individuo, co
necesario, en comparación con el gran daño de locado en nuevo ambiente, se desnuda de su
que los alemanes, que emigran a otros países, hombre viejo y se viste otro nuevo. Pero toda
pierdan su nacionalidad mucho más rápidamen vía peor que La pro>piá transformación, que nun
te que los pertenecientes a otros pueblos cultos? c a se realiza* por entero, es que el alemán emi
Hasta en Los países coloniales, donde coexisten grado deja a sus hijos hundirse en la naciona
varios idiomas, están dispuestos a acomodarse a lidad extraña, sin esforzarse por conservarles con
lo extraño, sin que nada Ies obligue a ello. E'n‘ •el recuerdo de La. patria antigua el idioma y La
son de disculpa suele decirse que al alemán le -cultura de esta patria. Claro que el individuo
es más fácil que al inglés o al francés asimilar solo no es capaz de luchar a la larga contra, la
se un idioma forastero, y que suele tener más corriente del tráfago general que le arrastra. Pe
interés que éstos por las cosas extrañas. Pero l o ya en m uelos sitios, modernamente, desde
do: que el Gobierno de los listados Unidos se
que se ha despertado una conciencia nacional!
-desborde en protestas de la más rigurosa neutra
más viva incluso entre los alemanes del extran
lidad y se entregue a negociaciones pacíficas apa
jero, ha dado ventajosos resultados en este or
rentemente ardoro'sas, mientras hace todo Lo po
den la asociación de los compatriotas para fines,
sible por prolongar la guerra al -dejar que las fa
escolares, educativos y sociales. Como se deja.
bricas norteamericanas provean a mansalva <le
entender, la antigua dislocación política fué la-
material de guerra a nuestros enemigros.
culpable de aquel abandono de; la propia nacio
nalidad. La lengua y la literatura comunes, por
mucho que en la patria hayan contribuido a pre
Si la historia enseña que el carácter de las na
parar la unidad política, no podían ofrecer al
ciones no es una magnitud invariable, sino que,
alemán, que se lanzaba al torbellino del mun
prescindiendo de otras condiciones, depende de
do, y menos al que se aposentaba en -sitios re
sus vicisitudes históricas, hemos -de -esperar que
motos, el firme sostén que el Estado común le- tampoco esta guerra terrible pase sin dejar hue
proporciona, y cuyo valor moral todavía es ma
llas permanentes.- Desde luego estas consecuen
yor que la protección política que le presta. Por
cias serán tanto más profundas, cuanto menos
eso, entre las muchas concomitancias idesagra-
hayan sido previstas por los distintos pueblos,
dables de esta guerra, hay una muy consoladora*
'Quien alcanza en una empresa aquello a que as
y es que los alemanes del extranjero* recuperan
pira, es poco afectado por ello en su carácter;
por ella el antiguo amor a la patria, y que, par
en conjunto permanece el mismo que antes era;
ticularmente en América del Norte y del Sur*
a lo sumo se acentúan en él las- cualidades que
levantan sus voces contra la incomprensible ac
le habían impulsado a su empresa. Y lo que ocu
titud de la prensa anglo e hispano-americana,
rre con el individuo, ocurre también con las na
actitud que está reñida con el propio interés de
ciones. Ahora nuestros enemigos cuentan, como
las repúblicas transatlánticas. Si el espíritu que-
es notorio, con nuestra derrota (r). Hs más, se
hoy anima al mundo germano-americano ¡hubie
ra despertado tres generaciones antes, acaso no
(t) No se olvide queeste .íbrofué escrito elaüo 1915-
hubiera ocurrido lo inaudito que está ocurrien
--- 214 —
ocupan, con el mismo interés, por lo visto, q u e Kouigs'rátz perdió Francia el ano iSóó su pres
si la derrota fuera d-s ellos, en pronosticar lo que tigio, aunque no en mi opinión. Se -comprende
será de nosotros, si llegamos a ser completamen que semejante pérdida de prestigio incite a una
te vencidos. L os alemanes en este caso- somos- nación o-rgullosa a recuperarlo. P'-ero acaso el
políticos de la realidad, más previsores-. Dedu fra ncés no se esponga al peligro de perder el
cimos de nuestras victorias que a la larga, liemos prestigio dos y tres veces consecutivas. Porque
de vencer. P-ero' no lo deducimos & priori . Desde con el prestigio p-erdido ocurre lo que -con otras
el principio de la guerra todo el mundo está ■empresas desgraciadas: cuanto má.s frecuente
convencido en Alemania de que venceremos, j mente fracasen, tanto más inverosímil resuha
de que, si nuestros adversarios han sido o siguen, que se logren alguna vez. Añádase a esto que en
siendo de otra opinión, ¿hay que .atribuirlo- a su el curso del siglo pasado, que para Francia ha
desconocimiento no sólo de ía fuerza del pu-eblo- sido un siglo de creciente bienestar, el cará-cter
alemán, sino sobre todo de su carácter, Como los de la nación s-e ba modificado ligeramente por
ingleses, cuándo viajan por el mundo, observan tedas las apariencias. N o el carácter de los abo
las ciudades y las montañas, pero no las perso gados, de los parlamentarios; ce los periodistas
nas, y los franceses ni siquiera viajan, se expli de la capital, pero sí el carácter de la gran ma
ca fácilmente este desconocimiento. Pero- él bar yoría de los franceses, sobre todo d-e los bur
introducido una fuente de error en los cálculos gueses de provincia. Francia no es, como Ingla
tan confiadam-ente ejecutados, y abrigamos la es terra y Norteamérica, un país de millonarios y
peranza de que en ese error se estrelle toda la multimillonarios, sino que predomina el capital
empresa. N o hace falta decir que, mirando al pequeño, tanto más ampliamente repartid o-, y el
efecto probabl-e de esta guerra sobre nuestros- acomodado pequeño burgués alcanza La meta de
dos grandes vecinos occidentales, sólo podemos sus afanes, cuando en los buenos años logra sa
contar con su total abatimiento, lir de sus negocios y disfrutar su vida. No por
Para Francia llegará, no tan inesperadamen eso pierde el temperamento v i v o del francés.
te como pudiera pensarse, un cambio radical en Pero arriesgar su descanso y su caudal por una
su estado de ánimo. Bn el campo de batalla de guerra, no está en el ánimo ni de él, ni siquiera
----- 2 IÓ ----- — 217 —
de la nobleza' que vive de sus rentas y pasa el ¿ Y quién no sabe que el inglés no se aviene a.
invierno en París. A sí la afición de los franceses pensar que pudiera haber ocurrido de otro mo-
se inclina cada vez más a la paz, y la riqueza doJ y que hasta otras naciones cuentan con la
natural del país consolida este cambio, -que tie supremacía de Inglaterra, sobre todo po-r mar,
ne su más elocuente expresión objetiva en la como con un factor ineludible? De lo contrario
disminución de la natalidad. De suerte que todo no se explicaría que sobre todo los Estados Uni
hace prever que los franceses irán olvidando su dos, esa potencia la más indicada después de In
afán de reivindicar el prestigio perdido, y que glaterra para el comercio marítimo-, parezcan ol
reconocerán más provechoso, como lo- hacemos vidar que la internacional ización de lo-s mares es
en conjunto los alemanes., no ciertamente some hace mucho tiemp-o una exigencia del derecho
terse a otra nación, pero sí renunciar a la e x i de gentes, reconocida de interés para el libre co
gencia de una especie "de primacía honoraria so mercio universal, y que tal exigencia sería com
bre los demás pueblos. Si este ¡cambio llega a pletamente ilusoria, si Inglaterra saliese triun
consumarse del todo, a lo que pudiera contri fante de esta guerra. Por. lo que atañe a Alema*
buir la presente guerra, cabe espenar que entre ni a, es evidente que nunca podía ambicionar se
nosotros y los franceess lleguen a establecerse mejante supremacía, sino que la igualdad ju rí
algún día relaciones de paz duradera y de recí dica para el libre comercio está en su propio in
proca cordialidad. terés. Pero es una superstición muy extendida
Otra cosa muy distinta ocurre con Inglaterra. creer que lo que ha durado mucho tiempo, ha
Desde hace siglos este país viene amplificando de durar siempre. Y sin embargo, lo justo es lo
su poder con una suerte sin igual. Prescindiendo co ntr ario; nada más cierto.
de la escisión, pronto cicatrizada, de los Estados De todos modos la Filosofía inglesa ha con
Unidos, nada le ha resultado- mal; y aun aquel vertido hasta cierto punto- en sistema esta creen
descalabro ha redundado en ventaja, suya, por cia en la eternidad -de las -instituciones de su
que dejó libre su fuerza colonizadora para otras país. •Según Herbert Spencer, el estadio indus
partes del mundo y sirvió para la 'difusión de trial de la sociedad, a cuya realización Inglate
la lengua y la cultura inglesa por todo el orbe. rra se está acercando, ha de constituir la meta
de la evolución social, y con él se ha de llegar to y el capitalista, Si los indicios no engañan,...
a la paz eterna. Entonces el Estado se organi Inglaterra se encuentra ahora en el estadio m ix
zará según él, desde luego ¡algo más perfecta to, Cuando llegue al estadio del capitalismo pu
mente que el actual; pero en conjunto con arre ro-, ¿qué ocurrirá?
glo al modelo del Estado actual inglés: Parla
mento, administración autónoma; tan sólo am
bas cosas algo más democrática', que ahora. En También los alemanes nos hemos transforma
cuanto a las demás naciones, se presupone que do mucho en esta guerra. A nte todo nos hemos-
han de seguir el ejemplo de Inglaterra. Y a en percatado de nuestra fuerza nacional y de una
tonces, evidentemente, no habrá razón alguna unidad de sentimiento patriótico que nunca ha
para nuevas modificaciones en el mundo, ¡a no ser bía existido en nuestra Itis-'oria anterior. Pero
q.ue el mundo mismo perezca, al chocar nuestro además esta guerra, con todos los 'dolor-es de que
planeta con otro cuerpo celeste. Pero, pese a está preñada., ha sido para nosotros una maestra
Herbert Spencer, la historia sigue su marcha insuperable. Ella nos ha enseñado una subordi
progresiva; la misma historia inglesa ha avan nación al Estado, un sacrificio del interés indi
zado ya en otra dirección algo distinta de la por vidual en -aras- de la comunidad, que apenas-
él vaticinada. Prescindamos de que el desconten creíamos antes posible, y esta escuela de la gue
to de las clases trabajadoras, contra el equilibrio rra producirá también -sus frulos para la paz
de intereses que debiera haberse obrado siguien futura. Tres enseñanzas sobre todo- hemos de sa
do la evolución biológica, no ha disminuido, si car. ha primera bro-ta de la incondicional con
no aumentado (ese equilibrio pertenece al domi fianza que hemos de poner en nuestro denigrado
nio de la utopia). Nada tampoco nos convence «militarismo)). ¡Donosa tergiversación -de concep
de que el estadio industrial es el fin de la evo tos ! Quienes podían ser tachados de militaris
lución sociológica. Forque, a juzgar por las ex mo con toda justicia y razón son los ingleses,
periencias recogidas, a los tres estadios de Spen que mandan a la guerr. •; mercenarios, irlandeses
cer, el militar, el m ixto y el industrial, hay que y escoceses y hasta indios, pues ellos mismos1
añadir otra segunda terna: el industrial, el m ix prefieren en general quedarse en casa. Si esa pa
220
talezas por ¡hambre. H oy, con los adelantos de la absorbido luego por el comunismo internacio
-artillería y de la técnica militar 3 las fortalezas nal, que pretendía aniquilar el Estado, para co
son -destrozadas, y en cambio se trata -ele asediar locar en su lugar el fantasma de una sociedad
por hambre a los países. fundada sobre el egoísmo. Parece llegado el día
El mayor provecho que esta guerra puede aca en que este movimiento retorne a sus principios,
rrearnos, como recompensa por los enormes sa y en que el idealismo alemán triunfe así del co
crificios Que nos impone, será en último^ termi munismo, derivado de la moral -del egoísmo- de
no la conclusión de las reformas sociales inicia los franceses. Los dos derechos originarios-, que
das en tiempo de paz. Nuestras victorias, han Fichte -exige de su Estado del futuro: el derecho
sido alcanzadas por todos los alemanes, sin dife al trabajo y el derecho a La existencia, siguen,
rencia de estado ni profesión. Justo es que re siendo hoy exigencias del Estado social. Desde
dunden en bien de todos, pero particular mente luego estos dos derechos van indisolublemente
de aquellos que más necesitan mejorar su posi unidos a dos deberes: al debei de trabajar y ¡al
ción. ¿ Y qué .ocasión, más favorable que ésta, en deber de vivir, no para sí mismo, sino para la
que las oposiciones de los partidos han pasado comunidad.
a último término frente al gran peligro común,
y en que todo conspira para que el partido so
cialista, hasta ahora tan apartado, se transforme
por la fuerza conciliadora ce los acontecimien
tos €D un partido reformador social. Cuando ha
ce cincuenta años el socialismo alemán desple
gó su bandera, Ferdinand Ea salle, discípulo del
idealismo alemán, trazó el programa de un Es
tado social, que en lo esencial coincidía con los
pensamientos, que en otro tiempo había des
arrollado Fichte en su ((Derecho Natural». Du
rante decenios enteros este socialismo social fué
I N D I C E
Págs.
Prólogo........................................................... . 5
I.— Origen de la nueva concepción del mundo. ir
31 — El Renacimiec to itali ano................. ............. 17
III.— La Filosofía francesa.- ................................. 27
IV .—La Filosofía inglesa........ ............................. 53
V . —El.idielismo alemán........................................ 99
V I.—El espíritu de las naciones en la guerra y
y en la paz................................................... . 1S0
FH. XXXI 15
\
: Precio de cada volumen: :
; S E IS P E S E T A S
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««aDSceiBKta»! i BBQaaaeidai■
tiaoDíagBgin ihebbii ■
do por el orden establecido desde sus comienzos,, historiadores de la Filosofía.. La, obra aquí anun-
estoes, un volumen mensual, de idéntica presen -ciada goza -de un prestigio universal, habiéndose
tación y aproximados en su número de páginas ~ traducido- a todos los idiomas europeos.
A l propio tiempo que las obras de los grandes, Desde las doctrinas filosóficas de los pueblos
filósofos extranjeros, aparecerán de los españo primitivos hasta las modernas escuelas, FouiQlée
les, y las ediciones serán cuidadosamente re analiza, define y estudia, con extraordinaria cla-
visadas. _rividencia, las teorías de todas las épocas y paí
I I K I l l l l l 1*
ses. Se trata ce la más completa historia de la
Filosofía que hoy existe y -está avalorada por
Los volúmenes publicados son los siguientes ■el estilo ¡ameno, claro y luminoso de su autor.
E l tomo r.°— Contiene la Introducción gene
1. — Em erson (R. W .). Diez ensayos. ral.— Del método en la Historia de la Filosofía.
I^as obras de este ilustre escritor norteameri Parte primera-. Filosofía antigua.— Doctrinas
cano, son de un poderoso influjo, comparable filosóficas de los pueblos antiguos,— Filosofía de
a Newman, Carlyle o Goethe. Todos sus escri La India.--Persia.— Zoroastio. Celtas y Galos.—
tos alcanzaron fama mundial. Filosofía en China.— Confu cío y Mencio.— 'Egip
Contiene este primer volumen de sus «Obras cios y Hebreos.
completas» los «Ensayos» titulados: i.° L<i H is Segunda parte: Filosofía griegia.—Estudio so
toria.— 2.0 Confianza en sí mismo.— 3.° La com bre los primeros -filósofos de Jonia. Tales. He-
pensación.— 4.c Las leyes espirituales.— 5.0 A m or. Táclito. A naxágoras y escuela atomista de Ab-
6 .° Am istad. — 7.0 Prudencia ..— 8.° H eroísm o .— der.a.— Escuelas idealistas de Italia y Elea. Piiá-
9.0 L a super-al'wia.— 10. Círculos. goras. Parmánides.— Em-pédocles.— Los sofistas.
'Pr otágoras y Gorgias.— Sócrat es.— Platón.— Aris -
11 a V .— FouiUée (A lfredo). H istoria de la F ilo
tóteles.— Pirron.— Escuela de Alejandría.— ^Pilo-
sofía.
tin o y sus sucesores.
Es sobremanera conocida la personalidad de- Tom o 2 °— Comprende la Filosofía cristiana.
A lfredo Fouillée, uno de los más documentados Edad Media y el Renacimiento.— Filosofía eá-
colásti-ca.—Filosofía del Renacimiento.—Filoso tas con la preciosa erudición y elevación, pro
fía inglesa y Filosofía italiana.—Filosofía fran pios de este gran filósofo, que ec todo ofrece un
cesa.—Filosofía de Leihnitz. atractivo de novedad y firmeza, que sujetan al
Tomo j . 3— Filosofía inglesa y escocesa. Loc culto lector desde 1.a primera basta la última, pá
he -— B a r k e k y .-H u m e .— Adán StnitH.— R eid,_ gina.
Stewart.— -ELamilton. — Filosofía francesa, siglo-
VIH.— Doiimer (P ab lo ). El perfecto ciudadano,
X VIIU .— Filosofía alemana, siglo- X V I I I .— F i
losofía francesa, siglo X I X .— Los sucesores de: Adaptación española por M. P'arexa. Libro sa
Kant. no y patriótico, que enseña y aconseja cómo se
Tomo 4 °— Filosofía contemporánea. obtiene el dominio moral y se educa la voluntad.
Se divide en cuaiio -partes, que son: 3.a E l
V I.— Emerson <R. W .), La le y de ía vida. hombre .— 2.a La fam ilia. — 3.a E l ciudadano .—
Constituyen este volumen una nueva serie de 4.a La, Patria. Está escrito en un estilo claro y
«.Ensayos» qne tienen por título: r.° Destino .— ameno, y su lectura es agradabilísima.
2.° Poder.— 3.0 R iqueza, — 4.* Cultura. — 5.0 Mo IX .— P ascal (B.). Pensam ienios.
dales.— 6.° Adoración. — y.° Consideraciones. —
Edición precedida de la vida del autor, escri
8.° Belleza. — q.® Ilusiones.
ta por su hermana.
Es una de las obras del filósofo americano que
En toda colección de libros filosóficos es in
mas ediciones ha logrado, habiéndose traducido
dispensable ;ncluir al gran pensador francés, cu
a todos los idiomas europeos.
yas obras, especialmente los. Pensamiento?, son
V il.— Schopenhauer (Arturo). Aforism os de F ilo de fama mundial. No existía en España ningu
sofía p ráctica. na edición esmerada de este libio, y esto nos in
clinó a traducirlo- nuevamente.
Conocida es la obra grave y profunda de -Scho-
penhauer, su densa crítica, su documentación co X .— Emerson (R. W .). Hombres simbólicos.
piosa y su amargo pesimismo. En este libro mar Interesantísimo estudio de las grandes figuras
ca para la vida dichosa pautas y reglas, expues de la historia. Si Emerson no hubiese logrado
crates.— C ñtón. — Primer A Icibuiáes. — Carmi-
fama por sus obras anteriores, bastaría la publi d es.— Laqiiés.
cación de este volumen para colocarle a La ¡altu El segunda, íos diálogos titulados ProtcLgoras,
ra de lo-s grandes pensadores. EL índice de H om Primer H ipias. — Menexeno. — Ion. — Lí-sis. —
bres simbólicos es el siguiente: i.° Utilidad de Fe-dro ,.
los grandes hombres.— 2.0 Platón o el Filósofo.
XIII y X IV ,— P latón . Oferas com pletas.
Platón, nuevas lecturas.— 3.'" Swedenborg o el D iálogos polém icos. V olúm en es 1.° y 2 ,°
M ístico.— 4 / Montaigne o el Escéptico.— 5.0 Sha
Aparecen en estos tomos de Diálogos polémi
kespeare o el Poeta.— 6.° Napoleón o -el hombre
cos, los titulados T ee ieie, — Cratilo. — E u tid em e,
del Mundo.— 7.® Goethe o el Escritor.
E l Sofista.— Parm énides.— M m ó n y Pile be.
XI y X]].— Platón. O bras com pletas.
X V y X V I. — P latón. Obsras com pletas.
D iá log o s so crá tico s. Volúm enes l . ° y 2 .* Dfá/'ogos dogmáticos
No existía actualmente en Lengua española nin Contiene el primer volumen los conocidos diá
guna edición de las obras completas de este maes logos F edón, Gorgias y E l Banquete, y el segun
tro de la Filosofía, por esto nos hemos apresu do ios titulados L a Política, Tim e o v C rilias .
rado a incluirle en nuestra Biblioteca, en la se ¡
guridad de prestar un gran servicio a la cultu XVII.— Em erson (R. W .). Diez n u evos en sa yo s.
ra v de que los coleccionistas quedarán plena ■Contiene el volumen X V I I de nuestra B iblio
mente satisfechos. Esta edición está hecha a ba teca Filos ófie a, los «Ensayas» que Emerson ti
se de la que dirigieron los Sres. Víctor Cousin y tuló In telecto. — A rte.— -El P o eta ,— Experienciak
Emilio Saisset, con las traducciones de Dacier 3r
Carácter.— Maneras.— Obsequios. -— Naturaleza.
Grou, y cada Diálogo va precedido del argumen Político.1.— Nominalistas ■
y Realistas.
to y notas precisas y aclaratorias de los señores
Cbauvet y Saisset. X V lli, X!X y X X .— Reinacli (Salom ón). Cartas a
Contiene el primer volumen de los Diálogos so- Zoé so bre la H istoria de las F ilosofías.
crítico s, los titulados Eittifrón.— Apología de S ó El nombre de Salomón Reinach es bien cono
cido y sus magnificas obras ñau sido traducidas tica este ideal. Es el de Las Leyes eL más vasto
a todos los idiomas, logrando' sucesivas y nume monumento de la filosofía de Platón,
rosas ediciones, especialmente las tituladas A p e X X IV ,— P la tó n , O bras completas.
lo y Orfeo.
Diálogos apócrifos y dudosos,.
En nuestra Biblioteca Filosófica encaja perfec Carlas. Fragmentos
tamente su libro Cartas a Zoé , pues en forma
En toda colección completa, de obras de Pla
sencilla, clara y precisa expone La tristoña de la
tón, es imprescindible figuren aquellos diálogos,
Filosofía desde sus orígenes hasta los tiempos
actuales. que la crítica ha señalado como apócrifos y lcs-
que siempre se tuvieren como dudosos. En total
En tres volúmenes está dividida la obra, com
son hasta el número de quince, y a todos prece
prendiendo el primero las Filosofías Paganas; el
de su .argumento, según se ha hecho en todos Ios-
segundo De la Escolástica a la Enciclopedia, y
volúmenes anteriores. A los Diálogos siguen las-
el tercero De la Enciclopedia a nuestros días .
Cartss. Definiciones, Versos y Testamento.
XX I.— P latón. O bras com pletas.
X X V .— Emerson ,R. W .). D oce ensayos.
L a R ep ú blica
Es la obra más conocida del autor y de la Forman este volumen los interesantes ensa
que más ediciones se han hecho, aunque mu yos titulados: I, Neturaleza; II, Comodidad; II I *
chas de ellas han sido mutiladas por los traduc Belleza; IV , El lenguaje; V , Disciplina; V I, Idea
tores. La nuestra es completa, valiosamente ano lismo; V II, Espíritu; V III, Libros; IX , Elocuen
tada por Dacier 5' Grou. cia; iXj Ancianidad; X I, Civilización americana-
X II, Los reformadores de la Nuera Inglaterra.
XXII y XX 1I1.^ P la tó n . O bras com pletas.
XXVI y X X VIL— Em erson <R. W ,). V ida y dis
L as Leyes. Volúmenes 1 y 2.°
cu rsos (d o s tom os).
En L a República, delinea Platón el ideal
del Estado; el objeto de Las Leyes es, precisa Con estos dos volúmenes se completa la colec
mente, mostrar cómo puede ser llevado a la prác ción de obras de este ilustre autor. Eta el vohi~
— 2 3& —