La Evolucion de Las Filosofias de Los Pueblos

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109

W9'!6 5 e
NUEVA BIBLIOTECA FILOSÓFICA
Exclusiva de venta, Espasa-Calpe» S. A.-Madrid
XXXI

• )
NUE¥A BIBLIOTECA FILOSOFICA W . W U N D T

VO LU M EN ES PU BLIC A D O S
I .—EMERSON (Ralph Waldo). Diez ensayos.
II al V .—FO UILLEE (Alfredo). Historia de la Filoso­ E V O L U C I Ó N
fía (cuatro tornos).
VI.—EMERSON (Ralph Waldo. La ley de la vida, d e : l_ a .s
V I L —SCH OPENH AUER (Arturo). Aforismos de filo­
sofía práctica.
V I I I .—DOUMER (Pabio). El perfecto ciudadano.
IX .—P A S C A L (Blas). Pensamientos.
X .—EMERSON (Ralph Waldo). Hombres simbólicos.
Filosofías de los pueblos
X I y X I I.—PLATON. Obras completas. Diálogos so­
cráticos (dos temos).
X III y X IV .—PLATON, Obras completas. Diálogos po­ Traducción del alemán por
lémicos (dos tomos,!.
X V y X V I.— PLATON. Obras completas. Diálogos
e: E
VJ ! 5_ i o r . s a o ¡ a.
dogmáticos idos tomos).
X V II.—EMERSON (Ralph Waldo). Diez nuevos en­
sayos. !»
X V III ai X X .—REINACH (Salomón). Cartas a Zoé
(tres tom os).
X X L —PLATON. Obras completas. La República.
X X II y X X III.—PLATON. Obras completas. Las Le­
yes (dos tomos).
X X IV .—PLATON. Obras completas. Diálogos apócri­
fos y dudosos. Cartas.
X X V .— EMERSON (Ralph Waldo), Doce ensayos.
Cartas.
X X V I y X X V II.—EMERSON (Ralph Waido). Vida y
discursos (dos tomos).
X X V III.— POLITZER ( J .). La Psicología y la Psica- B d ílo iia a 2 >aaU t <V dU gM
nálisis. SB* C O L E G iO D E &3EX5CO, A. C .
X X IX .—WALH (Juan). Estudio sobre el «Parrnéni-
des» de Platón.
X X X .—M EREJKO VSKY (Dmitry). Los Misterios del
Oriente. Egipto. Babilonia.
X X X I.—WUNDT (W). Evolución de las Filosofías de los M ADRlJ
Puebles. , 19 2 9
P R O L O G O

No es el propósito de este libro insistir en las


debatidas cuestiones sobre el origen 'de la guerra,
sobre sus remotas circunstancias: y probables con­
secuencias. Pensamientos que asediaban al autor
hace mucho tiempo, cuando las naciones, actual­
mente en guerra, se trataban todavía pacifica y
-amistosamente, pero que no habían llegado a co­
brar forma precisa, por lo menos en parte, hasta
los últimos meses, son los que le han dado exis­
tencia. Harto sabido es que -el carácter de un
pueblo encuentra en sus creaciones espirituales
una expresión mucho más alta que en todas las
demás manifestaciones; porque los documentos
d e La historia del espíritu permiten ver en el fon­
do del alma papú Lar más que los de la. cultura ex­
terna. Nada, sin embargo, tan adecuado como la
guerra, para poner al descubierto las diferencias
-de carácter étnico, que -en tiempo de paz, fácil­
mente escapan a la observación somera, j en par-
emociones latentes en -el pueblo, por el contenido
te se ocultan realmente bajo el tráfago internacio­
ideológico inherente al lenguaje, es la Poesía.
nal, pues ella desata las pasiones mucho más vio­
Pero después de ella, como 'expresión del carác­
lentamente que todos los acontecimientos ocurri­
ter espiritual de las naciones, se halla en primer
dos en el curso de la vida pacifica. Sucede con.
plano La Filosofía. La Filosofía tiene .afinidad con
los pueblos, y en mayor grado si cabe, lo que
la Poesía, no porque sea, como pudiera imaginar­
con los individuos: en momentos de pasión se ma­
se, una poesía de conceptos, sino porque en La-
nifiesta el carácter del hombre más claramente,
visión del mundo, que elabora sobre la concien­
más desenfrenadamente, que en el curso normal
cia científica de su época, da entrada a los impul­
y tranquilo1 de la vida. Y si la guerra en general
sos éticos que mueven ■& la Poesía. Y como trata
es el medio más poderoso para excitar a todo un
de elevar a estado consciente estos impulso-a que
pueblo, ¿qué guerra podría compararse en este-
se .agiban en el alma popular, ofrece un cuadro
orden con la Guerra Mundial, que alcanzó a to­
íntegro de los valores espirituales de la cultura
dos los pueblos cultos europeos o por lo menos
nacional, que los distintos sectores sólo pueden
logró apasionarlos?
ofrecer en irradiaciones dispersas.
Piara comprender'la psicología de un pueblo-,
Desde luego no toda Filosofía puede tener la
todos los sectores de la vida espiritual son de im­
pretensión de ser en este sentido la expresión de
portancia. Tanto en la Ciencia como en el Arte,
la época y del pueblo a que pertenece. Simultá­
en la Poesía como en la Filosofía, imprime cada'
neamente hay que tener en cuenta la índole indi­
pueblo su sello propio. Sin embargo, ya se com­
vidual, Las influencias de la ilustración y de k s
prende que en esto es desigual el valor de los dis­
vicisitudes de la vida, y el comercio espiritual.
tintos sectores. Por lo pronto, las distintas cien­
Sin embargo, existen dos indicios, que encierran
cias no son internacionales en tanto grado como-
en este orden, sobre todo si se presentan juntos,
generalmente se supone, aunque el ¡activo inter­
un valor definitivo: uno consiste en la -difusión
cambio científico relega las diferencias a último'
que una Filosofía alcanza en su propia época; el
término. Lo mismo ocurre, no en el mismo gra­
otro, en la influencia que ejerce sobre el ulterior
do, pero sí hasta cierto- punto, con el Arte. L a
desarrollo del pensamiento filosófico de su nación.
Tánica que posee particular valor para revelar las
Además,, de la Filosofía más que de otros secto­ escrito este libro sitie na et studio, y que se ha
res de la vida espiritual puede afirmarse no só>lo esforzado leaLmente, no sólo por consignar la pro­
que eí presente sólo- es comprensible por el pasa­ ducción filosófica de otras naciones, sino también
do, sino también que el pasado tiene muclias ve­ per ser justo con sus excelencias.
ces más valor que el presente, pues éste— y tam­ Leipzig, Marzo 1 9 1 5 .
bién en este orden la Filosofía se equipara a la
Poesía—puede obrar por motivos, que pasajera­ W. WUNDT
mente hagan retroceder a las ideas por Las que
cada Filosofía nacional se guía.
Así, pues, este libro intentará describir *en bre­
ves trazos la historia de la Filosofía europea se­
gún su contenido general ideológico, desde la
época del Renacimiento, en que por vez primera
surgen las naciones, que todavía hoy determinan
principalmente la marcha de la cultura, hasta La
actualidad: una lucha de los espíritus, que se des­
arrolla en silencio, pero a veces no con meaos en­
cono que la lucha d!e las arreas.
En la siguiente exposición el autor no ha ne­
gado, ni por un momento, que es alemán y que
juzga La producción filosófica de otras naciones
desde la posición de la ciencia alemana* Asimis­
mo confiesa que, para él, la concepción del idea­
lismo alemán es la Filosofía que mejor ha resis­
tido a todas las mudanzas y vicisitudes, así de los
individuos como de los pueblos, incluso frente a
la guerra. No obstante, ha de asegurar que ha
]. Origen de !a nueva concepción del mimd*

Bu el gran movimiento espiritual, que se de­


signa con la palabra «Renacimiento», ocupa la
Filosoíía., en cuanto ¡al tiempo, el últim-oi lugar.
En el límite de las edades nos encontramos con
tres alemanest como representantes de Lag ideas,,
que dieron su selle permanente a La. nueva con­
cepción del mundo, dentro* de todos lo-s cambios,
que aquéllas experimentaron. Uno de ell-os, Ni-
kolaus xon K ues, fué el primero que concibió la
idea de infinito en su absoluta magnitud. Es la
i-dea que más radicalmente separa el pensamiento
moderno del antiguo. A los antiguos les repug­
naba La idea de lo ilimitado: ellos sólo podían con­
cebir el «kostnos», -cuyo nombre se -deriva de la'
armónica belleza de su orden, como un todo ce­
rrado en sí. Esta idea <le un alemán, situado en
eL umbral de la nueva edad, se comporta respec­
to del kostnos de los pitagóricos como la cate­
dral erguida hacia el cielo», de La Edad Media-
— 12 —

cristiana, respecto de la construcción, claramente que además dio expresión a una idea, con la que-
distribuida, del templo griego. Casi un siglo se completó y emuló las de los otros dos, más en­
interpone entre el pastorcillo de Kues, que en tregados a la contemplación del todo universal.
1464 aca^ó su vida siendo cardenal romano, y Cierto que este hombre todavía estaba aferrado-
el canónigo erroelandés Nikolaus K opernikus, a en parte a la superstición alquimista y astrológi­
quien, sus estudios matemáticos llevaron al nuevo ca de la época, y que se le pegó bastante de la
sistema que recibe su nombre. A éste le repugna nunca extinguida tradición de las ideas neopla-
la ideología de su más viejo homónimo, apegada torneas. Sin embargo, así como, ya un siglo an­
a las regiones suprasensibles: el firmamento es tes, estas ideas habían adoptado en la doctrina
para él, como- para los .antiguos, el límite del del maestro Eekbart y de sus discípulos una for­
mundo. Con todo, concibió un pensamiento no ma interiorizada, que transformaba el pensamien­
to cosmológico en psicológico, y más propiamen­
menos importante en -su primera aplicación lógi­
ca: el pensamiento de la relatividad de los fen ó­ te en religioso, así Paracelso, en cuanto los me­
menos en su doble significación, como principio
dios de su discurso lo permitían, transformó esta-
■de la relatividad de los movimientos en su mutua idea religiosa en filosófica, considerando el alma
humana como un microcosmost no sólo copia,
correspondencia, y como principio de su relati­
vidad respecto, del sujeto percipiente. Ambos han sino también arquetipo del mundo, que ha d'e al­
•sido tan' ricos en consecuencias como la idea de bergar en sí las mismas fuerzas espirituales que-
lo infinito: el primero proyecta todavía sus som­ el hombre encuentra en sí mismo. Así, el alma,
bras muy dentro de La Física actual; al segundo como microcosmos, implica el tercer pensamien­
se refirió Kant, cuando a su reforma de la teoría to más fecundo de ia nueva edad, junto con la
del conocimiento la llamó reversión capemicana. idea de lo infinito y el principio de la relativi­
A estos dos representantes de la nueva ideología dad: el pensamiento de la mónada y de la esen­
se añade otro tercero, el tan desdeñado' y luego cia espiritual de las cosas inherente a este con­
tan desconocido Tkeophrastus P>zracshus, con­ cepto .
temporáneo de Copérnico, quien como médico am­ Mas a pesar de que los países alemanes produ­
bulante fué el reformador de la Medicina, pero jeron en esta primera época de la nueva Filosofía
— 15 —

pensadores aislados, que descollaron en su tiem­ aurora de una Filosofía nueva e independiente,
po y habían de descolLar en tiempos futuros; a mientras que Alemania seguía dominada por la
pesar de que tales pensadores crearon ideas, tan
Escolástica.
significativas del carácter de la nueva concepción
E l proceso, que la evolución de la nueva Filo­
del mundo como orientadoras ále la evolución -es­
sofía siguió ien los pueblos cultos de Europa, coin­
piritual de los siglos siguientes, los tiempos 110
cide exactamente con la sucesión de su predomi­
estaban maduros para la formación de mía Filo­
nio en la cultural En primer lugar, asume la di­
sofía que reuniera en un todo aquellos pensamien­
rección Italia, el más antiguo de los países de
tos desparramados. Y es q w la 'evolución de la
Europa en cultura general. Pasa ésta luego a
Filosofía depende de la cultura general de un
Francia. A lgo más tarde entra Inglaterra en el
pueblo más q.ue la de las distintas ciencias. Nor­ comercio espiritual internacional. Y por último,
ma segura, aunque no externa, para medir esta en una época en que las demás naciones ya ha­
cultura general, es el lenguaje. Al penetrar el bían pasado del apogeo de su producción filosó­
.lenguaje popular, primero en la Poesía, luego en fica, interviene Alemania. En este sentido de una
ia Ciencia, descubre la índole espiritual de las sucesión, que no excluye, sobre todo- para los es­
naciones. Así, el sello de la nueva Filosofía, fren­ tadios posteriores, una simultaneidad, se puede
te al pensamiento medioeval, es que se divide en hablar de una era italiana, francesa, inglesa y
direcciones en que se manifiesta el carácter espi­
alemana de la Filosofía,
ritual de los pueblos. De ahí que la sentencia de
Fichfe: «La Filosofía que se tiene muestra qué
•clase de hombre se es», puede aplicarse también
•a las naciones. L a división comienza en una épo­
ca, en que el latín domina todavía, así en la F i­
losofía como en la Ciencia. Más claramente se
presenta, cuando se introduce el lenguaje popu­
lar. A sí se comprende que Leibniz se lamentara
-de qu:e en otros países hubiera despuntado ya la

r
IL El Rercacimisnio if&iiarco

En Italia se tendió1 primero mi puente ‘desde


el arte y la literatura de la antigüedad hacia un
arte nuevo, v-después hacia una nueva concep­
ción del mundo. En el estrecho contacto que se
estableció .allí -entre la Edad Media y la Edad
Moderna, la primera de las cuales se transmitía
en k Iglesia católica medioeval, mientras la se­
gunda se esforzaba por emanciparse de La tradi­
ción, se formó una nueva cultura que imprimió
cará-cter a la época siguiente. De esta fusión del
contenido espiritual de las distintas edades nació,
.ya ¡a fines del siglo X III, la primera gran crea­
ción del espíritu italiano-: la Divina ComedAa de
Dante. Con ser por su issunto un.a expresión poé­
tica de la concepción medioeval del universo, con
■obedecer ;en parte al sistema ideológico d'el últi­
mo ele Ic-s grandes escolásticos, de Tomás -de
A-quino, toma por guía y modelo- al poeta más
influyente en este período de resurgimiento de
PH. XísXl 2
— iS —

La antigüedad clásica, ¡a Virgilio. Pero todos es­ Las ideas, en que se randa la Filosofía de los
tos elementos se amalgaman en una creación, que .italianos de ios siglos X V I y X V II, no nacieron
rebosa del nuevo espíritu de la época. Ko de otro tccLas en suelo italiano. E l mayor filósoáo italia­
modo procedió la Filosofía italiana ce los siglos no dei Renacmii'enío, Gioráanc BiunOj en un no­
posteriores. La antigüedad clásica es siempre la table discurso que pronunció al despedirse de
que primero marca al pensamiento su camino; Wiítenberg, la cuna de la Reforma, adonde llegó
pero el Renacimiento italiano' no se abraza a la -en su inga de la Inquisición romana, ensalza a
antigüedad con dependencia servil, como La Edad Nikolaus von Kties, a KopeniiLus y a Para-cel-
Media «escolástica, que se apoyaba en la autori­ sus, como los tres grandes alemanes -que -habían
dad de un solo filósofo, de Aristóteles. Cierto que marcado ¡a Ja Filosofía nuevas orientaciones, y
es Platón quien como poeta y como filósofo más añade el nombre de Lotero, «que- coino un nue vo
se acomoda al ¡anhelo de la época. Pero junto Hércules domeñó al Cerbero de la triple corc-na;;.
con él, y reclamando casi los mismos derechos, V, efectivamente, la fecunda aplicación de los
se impone la concepción, sugestiva por su uni­ pensamientos de aquellos hombres quedó reserva­
dad y consecuencia, del .hasta entonces casi olvi­ da a la -ciencia italiana. E l .concepto de infinito
dado DemcexitOj a quien prestó nueva vida el del Cusanc se había limitado todavía en él a La
estudio' de su poético intérprete Lucrecio! Caro. Teología especulativa, E l sistema de Copémíco
Por eso Platón es principalmente en Filosofía el fuá concebido por su autor meramente como una
espíritu piloto, y Demccrito lo es en las Ciencias hipótesis astronómica, en la que perseveraba, la
Exactas, que se inician con la nueva era de des­ antigua forma de imaginar la limitación del uni­
cubrimientos geográficos y cosmográficos. Desde verso, como circunscrito por la esfera, del firma­
luego ninguno exclusivamente. Las- Ciencias -Na­ mento estrellad o. Sólo cuando el más genial pen­
turales en ñoración y los intentos de fundar una sador del Renacimiento italiano, Gicrdano Bni­
nueva Filosofía ejercen poderosa influencia re­ ño, concibió el atrevido pensamiento de aplicar
cíproca. Así este proceso, enteramente como ocu­ la idea de infinito del Gusano al nuevo sistema
rrió antes con la Poesía, conduce a nuevas for­ de Copémico y conciliar así el pensamiento del
maciones, cuyo efecto llega hasta la actualidad. teólogo alemán con el del astrónomo también ale-
— 2 1 —

tfles aristotélicas, caliente y frío, sólido y fluido,


como fenómenos subjetivos, extraños a los obje­
xnán en una gran síntesis, llegó a ser el sistema
tos mismos, puesto que son nuestros sentidos los
copernicano lo que para nosotros es. hoy. Induda­
que los añaden .a las impresiones externas, no
blemente contribuyó a que surgiera 'esta unión en
hizo sino volver completamente ,al concepto de
el espíritu de Bruno el pensamiento platónico de-
Demócríto de una materia cualitativamente uni­
un mundo suprasensible de ideas, superior al
forme, constituida por partículas en movimiento.
mundo sensible, aunque prefigurado en él.
Pero al averiguar además las leyes fundamenta­
Así como en esta idea del universo1 flota el es­
les de estos movimientos, partiendo del estudio
píritu de Platón sobre la nueva. Ciencia, así La-
experimental y matemático de los movimientos
concepción de Demccritoi est la que revive en la-
•de los -cuerpos pesados, se trocó en -el fundador
investigación naturalista de la misma época. En ­
de la ciencia, que había de servir de base en lo
tre los físicois del siglo X V I, >es Barnardino T e -
sucesivo a toda la doctrina naturalista, de la Me­
lesio el primero que se opone a la Física aristoté­
cánica Racional.
lica, basta 'entonces dominante, con el ensayo de
La fecunda transformación de la Física corres­
una doctrina naturalista mecánica, que reducía
ponde a los primeros decenios del siglo X V II.
todo el mundo de los fenómenos a movimientos
Ciertamente ya en los últimos del anterior bahía
de sus elementos. Verdad es que este pensador,,
intentado Oiorda.no Bruno conciliar el pensa­
ya completamente penetrado del pensamiento de
miento atomístico con la doctrina platónica de las
la constancia de la materia, no logra sobreponer­
ideas y el pensamiento de lo infinito en su apli­
se a la teoría aristotélica de las cualidades, pues
cación copeniicana. Y como en esta unión el
■concibe el calor y el frío como las dos fuerzas-
concepto de átomo traspasa los límites impuestos
contrarias, que en su acción mutua producen to­
por su significación física, el átomo se convierte
dos los fenómenos naturales. Pero' de todos mo­
en mónada, que es considerada al mismo' tiempo
dos esta doctrina puede haber influido en el gran
como unidad física y psíquica. Con -esto cobra
naturalista, ;a quien estaba reservado dar a la con­
importancia en el mundo ideológico1 de Bruno el
cepción cósmica de Demiento la forma en que
tercero de aquellos tres alemanes., a quien nombró
ha persistido en lo esencial hasta nuestros días:
en Galilea Go.Ul si. Al concebir éste las cualida-
en su discurso de Witxenberg: Paiacelso, el reno­ La nueva Etica del Renacimiento contrapone así
vador de La Mea de -microcosmos. Así, en esta.. el voluntarismo al intelectual!smo del pasado,
Filosofía de Italia se prefiguran Las direcciones del •obedeciendo aí carácter -de la época, afanoso ante
pensamiento, -que desde aquel punto .habían de- todo de formaciones, creadoras. Según Bruno la
desarrollarse ^n sistemas independientes: el mu- raíz de la moralidad y la fuente de toda verda­
ver&alismo, besado sobre la idea del infinito abso­ dera dicha humana no es el conocimiento de lo
luto, y el individualismo, nacido de la fusión del. útil o nocivo, ni siquiera ce Lo bueno o malo-,
átomo con el alma simple. Ambos adquieren en sino La apasionada voluntad de hacer lo bueno-
la época siguiente su significación práctica por y combatir lo malo. Así, la fantasía y el afecto,
su actitud frente al problema religioso-: del con­ este último elevado no raras veces a pasión des­
cepto universal de unidad brota la idea -de la- bordada,, son las facultades espirituales que obran
unidad de Dios y del mundo, el panteísmo; del en la Fio sofía renacentista de Italia; y al cons­
concepto individual, la idea de la divinidad per­ tituirse en fundamentos de la nueva concepción
sonal, el teismo. del universo, se revuelven en lucha denodada
Y así como, en los conatos de llegar a un co- contra la Escolástica medioeval y contra la au~o-
nocimfento cabal del -mundo, esta Filosofía se xid.ad prctectora de la Iglesia romana. Sin em­
aparta del pensamiento- <Üscursivo> de la Escolás­ bargo, por imperecederas eme sean las creacio­
tica precedente, merced a su enlace con una in­ nes espirituales, que este primer período ce la
tuición, que en parte recurre, siguiendo el ejem­ • nueva Ciencia produjo, el suplicio reservado a
plo de Platón, a un simbolismo mitológico, así' sus portavoces señala al mismo tiempo el fin del
frente a los problemasr -de la Etica termina por papel directivo de Italia en la Filosofía. E l día
emprender nuevos derroteros. No es la reflerdóu, 17 de Febrero -de ióoo acaba su vida en la ho­
la discursiva apreciación de los medios v los fines guera Gioxdano Bruno, condenado por La Inqui­
lo que constituye para ella la esencia de la ac­ sición romana. El día 22 de Junio die 1633, Ga­
ción moral. sino el a fectot es más, en las su­ lilea, amenazado con el tormento por -el mismo
premas manifestaciones de la moralidad, la pa­ tribunal, retracta su doctrina. Pero aunque en la
sión y la enérgica voluntad que de ambas brota - lucha con la Inquisición romana -sucumbiese al ex­
— 24 — — 25 —

t-erior la nueva Ciencia, ;a los dos corifeos ¿e Sur ha echado raíces en parte la Filosofía ale­
aquella lucha les ha otorgado la Ciencia del por­ mana. E11 par acular, es la Filosofía histórica del
venir «1 premio de la victoria. idealismo alemán la que ejerce notable fuerza de
Bu ambos hombres se refleja el espíritu de atracción -sobre la joven Italia, A l porvenir queda
la nación que les -dió el ser. Este espíritu na es reservado saber cuál de -estas- corrientes, que en
unitario. E l baliano del Sur y cel Norte—aquel parte todavía -están en confusa fermentación, ha­
con su desbordante fuerza de fantasía y de afec­ brá de triunfar, o si de ellas habrá de salir un,a.
to, éste con su discreta claridad de raciocinio, nueva creación independiente del' espíritu italia­
apareada no raras veces en las personalidades pro­ no, como sucedió ’en el -período -del Renacimiento.
ceres con la desenfrenada energía—constituyen
tipos opuestos que s e rechazan, y, sin embargo,
en momentos decisivos, pueden aunarse para uba
obra más eficaz. Dé esta miión participaron Bru­
no y Galilei, los portaestandartes del Renaci­
miento científico. Y todavía h oy no han desapa­
recido estos tipos antagónicos, que en último
término acaso procedan de particulares mezclas
de raza del Norte y del Sur. Desde que la cien­
cia italiana, con 'el resurgimiento- político de Ita­
lia, ha despertado a nueva vida, sooi, .ante todo,
las influencias -de otras naciones las que aparecen
en primer pliano, como suele ocurrir en semejan­
tes períodos de transición. Sin embargo, hasta
en tales derivaciones, se descubre claramente la
antigua contraposición. En el Norte, el movi­
miento iniciado- se presenta principalmente bajo
el influjo del positivismo francés e inglés; en el
III. La Filosofía francesa

A l retroceder Italia, recogió el cetro Francia,,


el segundo de les países europeos ¡que dirigió la
evolución clel espíritu moderno. Largoi plazo du­
ró su predominio. Los franceses de las postri­
merías clel Renacimiento lograron lo que a los
italianos no les fué posible: fijar firmemente lo-s
resultados ele La nueva Ciencia, hasta entonces-
obtenidos, en una concepción más- unitaria, o,
cuando esto no era hacedero- por las inevitables
«diferencias del pensamiento humano, en una ¡cla­
ra. delimitación de las discrepancias y contradic­
ciones derivadas del fondo común de la moder­
na cultura espiritual. L a índole del espíritu fran­
cés, tal como se había desarrollado particularmen­
te bajo el influjo de la Universidad de París, -que
ya en la K¡d.ad Media sobresalió como poderoso-
centro de entura, era muy propicia para este em­
peño, más “Bien sistemáticamente compilador y
xevisor que originalmente creador: una inteligen-
c ia ciara, Tin temperamento que ¡alternaba rápi­
damente entre la esperanza y el desaliento, un satisfacer todas las necesidades de la época. E lec­
carácter que fácilmente pasaba del frío cálculo tivamente, su propósito era elevar a universales,
a los momentáneos arrebatos del corazón. Así sus teorías, procurando no sólo satisfacer las exi­
corno 'en :a Poesía francesa la fantasía creadora gencias de la Ci-encia exacta, sino también in­
■es inferior a la brillante retórica y al ingenio vi­ troducir su Filosofía, como ia recibida por la-.
vaz, así en la Ciencia pasan a primer plano por Iglesia, en lugar de la Escolástica ya caduca.
una parte los sectores en que se requiere una cla­ Por eso, cuando le llega la noticia de la retracta­
ra disposición y una aptitud elocutiva, como la ción de Galil-ei, retiene durante varios años su-
Historia y la Política, y por otra. las disciplinas obra primeriza de Filosofía natural, ya Esta pa­
matemáticas con sus aplicaciones. A este carác­ ra la imprenta, para aguardar un momento -más
ter de la Ciencia responde desde el principio la favorable, y en sus obras posteriores rara ves
Filosofía. E n este orden, el iniciador entre los deja de añadir la cláusula ce que, como hijo-
.pensadores franceses es R ené Descartes, perfecto sumiso de la Iglesia, somete su opinión a la cen­
tipo del espíritu francés. Después de una ju­ sura de autoridad más alia. Así resulta su Filo­
ventud ■'aventurera, en que trafaga alternativa­ sofía una mezcla extraña de hipótesis atrevidas,
mente al servicio de ejércitos enemigos en gue- acordes co-n el espíritu de La nueva Ciencia na­
. rra, se retira a la soledad, estimulado per la tural, y de inspiraciones tomadas de la antigua
ambición de renombre científico, para escribir Filosofía eclesiástica. E l mundo es para él un
una obra que reduzca a sistema La nueva con­ simple mecanismo, en que el movimiento, que
cepción mecánica del mundo y la concilie al mis­ el Creador le comunicó al principio, se conserva,
mo tiempo con las exigencias de la religión. ilimitadamente con intensidad inalterada. L a mis­
Como- preparación le sirve la Matemática, a la ma naturaleza viva no se sustrae a estas fuerzas
•que acierta a dar forma clara y transparente en mecánicas iniciales. Pero juntamente el Creador
el más brillante de sus escritos, en la Geometría infundió en el cerebro del hombre un alma in­
Analítica. Sin embargo, aun esta obra no es más mortal, que está sometida a este juego -dinámico
•que el preámbulo para una Filosofía, que ha de solamente mientras el mecanismo del cuerpo le-
presta sus servicios.- AL mismo tiempo retrocede-
_ 3I _
— 3° —

Descartes a la 'doctrina de San Agustín, que con­ te en el punto en que comienza el verdadero pro­
sidera al alma como principio del pensamiento, blema. Es de admirar el arte, con que Descartes
.'directamente derivado dei espíritu divino, y asi sabe tapar esta falta y presentar como verdad
se convierte en creador de una concepción dua­ necesaria, que elimina trmníalmente toda duda,
lista, en que se fund-en los antiguos y los nue­ lo que a cualquiera .se le ocurriría poner en tela
vos motivos del pensar, perene hay tres subs­ de juicio. Este arte de la persuasión’lo ejercita
tancias, que forman el contenido- de todo ser: con una maestría de estilo, que todavía hoy hace
ía materia extensa mecánicamente movida, el de La lectura de Descartes un placar intelectual.
.alma racional del hombre, y Dios, que las creó De todos modos, para nosotros sólo puede ser
a ambas, les impuso sus leyes- e infundió al al­ considerado hoy corno clasico de la Filosofía,
ma humana -el conocimiento ele Dios, del propio en cuanto que planteó los problemas, que agita­
ser y de la materia' extensa como ideas innatas. ron a la época siguiente, no en cuanto que los
Con admirable agudeza acertó el filósofo—hay resolvió. Quien desee conocer a Descartes por
que reconocerlo—a satisfacer con esta unión de algo en que junte Las dos cosas, en -que plantee
■conceptos en sí desligados la necesidad de los los problemas y los resuelva con insuperable
hombres ilustrados de su época, y en nada tal claridad, debe leer su ((Geometría)). Alia es> don­
"vez se acredita esto más que en el hacho de que de aparece el gran investigador independiente, a
estos tres postulados de la .Filosofía cartesiana quien muchos de los matemáticos, posteriores
han seguido siendo en lo esencial, casi hasta boy, aventajaron en profundidad de pensamiento, nin­
ios dogmas supremos de la gran masa de los guno en elegancia de exposición.
hombres cultos. Sin embargo, la insuficiencia de De -Las- tres partes constitutivas de su dogma
su Filosofía consiste precisamente en que Des­ filosófico1, la materia extensa, el alma racional,
cartes se abstiene por completo de hacer com­ y la divinidad, que impuso- a 'este mundo sensi­
prensible la interna trabazón de estos principios. ble sus leyes, para una generación posterior, que
Semejante mezcla de 'elementos deslzgado-s podrá no aspiraba, como Descartes y sus inmediatos
■estar muy de acuerdo con el pensamiento popu­ discípulos, a someter sus convicciones a La. doc­
la r, pero .al filósofo le deja suspenso precisamen­ trina de La Iglesia, sólo quedó La materia extensa
— 32 — — 33 —

como única substancia, que ■demuestra su reali­ con ir 6 un enemigo en un escritor, que, -siendo
dad por su existencia sensible. Así, de la Filoso­ brillante estilista como Descartes, le superaba en
fía cartesiana se derivo el materialismo francés arrebatadora pasión y profundidad de sentimien­
del siglo X V III, No sin razón, por consiguiente, to: en Jean Jcicques Rousseau. Sin embargo, ccn
los representantes de este materialismo se pro­ haber influido poderosamente Rousseau en la épo­
clamaban discípulos consecuentes de Descartes. ca siguiente por sus ideas políticas y pedagógi­
Si la mate~i.a se -mueve según las leyes eternas cas, con haber ocupado po-r ellas incondicional-
de la Mecánica, ¿qué i,alta hace un autor de esto© mente el primer puesto entr-e los enciclopedistas
movimientos eternos, por lo tanto nunca p-rodu- que prepararon la Revolución, su ¡eficacia como
cidos? Y si la materia es la única substancia ver­ filósofo es, precisamente en Francia, muy limi­
dadera, ¿por qué no liemos de considerar al pen­ tada. Además, carecía su pensamiento de las
samiento como producto de estos movimientos? cualidades que contribuyeron al pie dominio de
En realidad, el mismo- Desear-t-es había anticipa­ la Filosofía cartesiana, de claridad y de conse­
do ya semejante apreciación en su Filosofía Na­ cuencia diáfana para la comprensión popular. Las
tural, la parte más perfectamente acabada de su obras de Rousseau, dirigidas siempre al senti­
sistema. Por otra parte, sus encarecimientos de miento natural y a la intuición inmediata, en­
obediencia a la Iglesia, eran testimonio bastante contraron terreno mucho más propicio en otros
claro d-e que el resto de su Metafísica, no -estaba países de Europa, sobre todo en Alemania, que
concebido con mucha seriedad. De todos modos, no en Francia, -donde la tendencia racionalista,
es indiscutible que el materialismo meta-físico, le­ que llegó a dominar en la Ciencia y en el Arte,
vantado sobre su Filosofía Natural, no admite se mostraba esquiva para esta Filosofía religiosa,
réplica desde su peculiar punto de vista. De he­ a juicio de los contemporáneos enemiga de la cul­
cho ¡alcanzó el triunfo, en Francia casi ilimita­ tura. También contribuyeron a esta actitud es­
damente, y -en otros países de Europa por lo me­ quiva las influencias que desde los primeros de­
nos dentro de tendencias filosóficas particulares, cenios clel siglo XVlTl comenzó ,a ejercer en
determinadas por la Ciencia natural .mecánica de Francia la Filosofía inglesa.
la época. Cierto que a mediados de siglo en- Por lo demás, si Descartes somete su doctrina
Pil. X X X I
a la censura de la Iglesia, como a La suprema funda y genuúiamente escolástica evasiva, de
¡autoridad en cuestiones de Ciencia y de Fe, bien que la idea de Dios sólo ha podido ser mfmidida
pudo ser una medida de precaución, para esca­ en el alma humana por Dios mismo, y por lo
par a la suerte de Bruno y de Galilei. De todos tanto ha de ser tan verdadera como todo lo' que
modos, es;o significa cierta inseguridad de con­ percibimos clara y distintamente. Contra esta
vicciones, que concuerda muy bien con el matiz argumentación advirtió Bayle, realmente no sin
escéptico tan frecuente en la Filosofía de Fran­ razón, que podría bastar para satisfacer a los
cia. Brilla abe muestra de este escepticismo fue­ profanos, no para aquietar a la crítica filosófica.
ron ya un siglo ¡antes los Ensayos de Micliel Mon­ Pero esta oscilación entre el dogma y el escep­
taigne; y en el siglo posterior ;a Descartes acha­ ticismo no es peculiar y exclusiva de Descartes,
có Fierre Bayle, el francés más docto y clarivi­ sino que constituye una cualidad muy extendida
dente de su época, la. misma r.ota de irónico es­ entre los franceses filosofantes. Ejemplo expre­
cepticismo a toda la Filosofía, particularmente sivo es particularmente Voltaire. quien no raras
a la cartesiana. Bayle señala la arbitrariedad iccn veces, precisamente al asentar una afirmación co­
que Descartes junta conceptos heterogéneos, pa­ mo indiscutible, hace dudar si é1 cree en ella:
ra terminar renunciando a la solución filosófica así, por ejemplo, cuando., para robustecer las prue­
de los problemas, al reducirlo todo a un milagro bas de Dios, declara que habría que inventar un
de creación. En Descartes como en Bayle, el dog­ Dios, si realmente no existiese, porque el hombre
matismo y el escepticismo se nos presentan como le necesita. Asimismo, tenemos una plegaria de
las dos notas acaso más características del espí­ Diderot, la mitad de la cual se dirige a Dios en
ritu francés, lo mismo en su desacuerdo que en su caso de que exista, y la otra mitad al mismo en
maridaje. E l más. brillante ejemplo de consonan­ caso de que no exista. K1 dogmatismo y el escep­
cia de estas cualidades nos lo ofrece el propio ticismo son colindantes, como Descartes sobre
Descartes, que .es dogmático» y escéptico a la todo demuestra, y como ya observó Eayle, allí
vez. Comienza sus ^Meditaciones» con la supues­ donde la duda y el deseo de librarse de ella se
ta duda radical, para no tomar luego muy en se­ aúnan, aunque se recurra con harta facilidad a
rio esta duda, pues la elimina con la no muy pro­ Has salidas más superficiales. E l mismo ingenioso
escritor Eayle, para eludir el dilema entre una.
Ciencia -engañosa y una F e que remmcie en. .la época, síntesis en la que dejan estampada s-u
principio al verdadero- conocimiento, no s-ahe-dar huella los distintos pueblos, que participan en
otro consejo que el de so-meterse de antemano a. la vida espiritual de entonces. Por su nacimiento
la Fe transmitida por La Iglesia, pertenece .Spinoza a la .rama portuguesa, del pue­
Con relación a las innú-encías recíprocas dé­ blo judío, muy superior por su cultura y apti­
los pueblos que participaron de la cultura de. tudes a la de oriente; en tierra holandesa es in­
esta época, hay mi .hecho significativo. El hom­ fluido luego por la cultura germánica del país
bre que resolvió el problema planteado por la. que le ^coge, y. merced a. las- relaciones interna­
Filosofía francesa, desde luego no de una -mane­ cionales de este país, entra en contacto con la
ra definitiva—¿cómo imaginar' fin en estas cues­ Ciencia italiana, francesa y alemana; de suerte
tiones?—, pero- sí dentro del -espíritu de la época-, -que su Filosofía es inte-macicnai en el más ri­
y de acuerdo con los postulados admitidos -en la-, guroso sentido. Spinoza no pertenece a ninguna
Ciencia, no pertenecía a ninguna na-ción, o, me­ nación y pertenece ,a todas, análogamente a la
jor dicho, pertenecía al mismo tiempo a todas- raza judía, que, con haberse asimilado- siempre
las naciones que en aquellos días contribuían al ■a los pueblos europeos, ha conservado al mismo
trabajo espiritual. Nos referimos a Sfiinoza, quien-:, tiempo su carácter. De todos modos, las vicisi­
coordina en un todo casi coherente -el sistema, tudes de este pueblo, los enlaces que estableció,
para el que Descartes aportó el material. Desde particularmente en el curso de su historia euro­
luego este sistema no es una simple transforma­ pea, no han dejado -de influir en su idiosincrasia.
ción de la Filosofía cartesiana, como' antes por Mientras en el judaismo oriental, fiel a las creen­
un superficial estudio y un insuficiente conoci­ cias de sus padres, perdura todavía, hoy el aca­
miento de su origen se creía, sino que -es una tamiento a> la Fey del antiguo Israel, en el Occi­
obra de una pieza, íntegramente nacida de la dente la mística del judaismo- oriental más tardío
genialidad creadora de su autor, pues constitu­ recibió poderosos i-i-fkijos por sus rozamientos
ye al mismo tiempo la síntesis, fundida en un -con la iniligracióa mauritana en territorio his­
todo, de las grandes corrientes ideológicas de* pano, y así este matiz místico se conservó tam­
bién en Spinoza, per mucho cite se apartó de
Por -'a coordinación de pensamientos, que ha­
la fantasía ¡aventurera en que el ape eslip ti cismo-
bían madurado previamente en las -distintas na­
medioeval dal judaismo había incurrido-. A est-e
ciones de Europa, surgió así una concepción del
todo fundamental místico se añadió- por último
mundo, -que-, al fundir todos aquellos elementos,
el pensamiento 'de lo infinito de la Filosofía natu­
acaso resultaba la. expresión más perfecta del
ral italiana, basado en el sistema de I\ ikoiaus
contenido, ideológico de la época; pero la época
von Kues y de Copérnioo, a la vez que de su in­
era incapaz de reconocerse a sí misma en .aquel
mediata periferia anuía a él el espíritu místico
sistema. Así ocurrió- lo que en la historia del
religioso- de la Teología alemana, que también
pensamiento humano sucede con frecuencia: el
se había extendido por Holanda. Acabó de com­
sistema fué mal comprendido, o_,,-después de un
pletar La obra la Filosofía francesa, •que aportó
examen superficial, parcialmente interpretado.
la exactitud rormal par,a la construcción lógica
Sólo una época mucho posterior, para la -que el
del sistema merced a la claridad del pensamien­
sistema quedaba muy atrás, acertó ;a -estimarlo
to matemático que >en ella predominaba- Spino­
debidamente. E-u su época, propia y en la subsi­
za salvó -el dualismo cartesiano, reduciendo a
guiente mantuvo el predominio la Filosofía car­
unidad en su única substan-cia infinita los con­
tesiana.
ceptos de naturaleza y de espíritu, mantenidos
Si Descartes fue el primero ele las filósofos acau­
en aquel por un milagro incomprensible. A l co­
dilladores de Francia, en el fondo íué también
nocimiento de esta substancia v.a unido para el
el último. Francia ha dado ¡al mundo después de
hombre el amor a Dios como la más alta de las
él muchos investigadores exactos, que suelen dis­
cualidades morales, puesto que, siendo emana­
tinguirse. por sus mismas cualidades; en las cien­
ción -directa clel conocimiento de Dios, sólo es una
cias históricas y políticas ha. producido homores
parte del amor infinito con que Dios ciñe al mun­
sobresalientes; pero después -de Descartes no ha
do y a sí mismo. En esta idea unitaria., cuya
procreado ya ningún gran filósofo. E l materia­
fuente más próxima, entre todas las de que se
lismo francés <Lel siglo X V D d, por importante
deriva, es la Mística cristiana, se unifican la mo­
que sea para. la historia d-e la cultura y como
ralidad y la religión, como también, en el domi­
signo meteorológico -de la Revolución inminente,
nio del conocimiento, la naturaleza y el espíritu..
— 41 —

como Filosofía radica, parte en ■el Librepensamien­ mo en el culto de la Iglesia romana. Pero estas
to inglés, piarte en la Filosofía Natural carte­ tentativas no alcanzaron a muy amplios círculos.
siana. _¡>íí .siquiera cabe tomar en cuenta a Au- Especialmente los partidarios de la primitiva F i­
guste C cm ie, en quien pudiera pensarse. Sus losofía de Comte, -entre ellos Littré y la revista
principales pensamientos los tocio de escritores so­ por él dirigida «Ea Bh ilos opine Bos-itiveo, donde
ciólogos más antiguos, d>e un TurgcL de un se recogían los trabajos de tales discípulos, re­
IXAlembert de un Saint-Simón. Cierto que su chazaron los últimos escritos como una aberra­
Enciclopedia de las Ciencias, aparte de Las limi­ ción de su caduco maestro.
taciones impuestas por la parcial cultura mate­ Aun cuando en la época moderna asoman en
mático-naturalista del autor, es una producción Francia intentos de construcción filosófica, o se
admirable para su época, pero no es una otra •apoyan en sistemas forasteros, o, bien mirados,
filosófica independiente. Por último, las obras son transformaciones modernas del dualismo csr-
posteriores, en que Combe se presenta como fun­ tesiatio. Así un filósofo muy renombrado en Ale­
dador de una nueva religión,—para la que la Hu­ mania, H en ñ Bergson, contrapone la memoria y
manidad es el «ser supremo», al que se lia de el recuerdo como funciones primordiales del co­
venerar conforme a un culto minuciosamente nocimiento humano: aquella como La facultad de
prescrito por él, .con sacerdotes, Con los grandes recoger y fijar impresiones; éste como- la .aptitud
hombre de la historia como- nuevos santos, con de enlazar contenidos temporalmente distancia­
símbolos de las más altas virtudes humanas co­ dos: mientras que el cerebro sirve a ambos como
mo nuevos sacramentos— , constituyen un testi­ un mecanismo que reacciona automáticamente.
monio palpable de las necesidades religiosas del Sustituyanse a La memoria y al recuerdo los an­
filósofo, tan duramente tratado por la vida; y el tiguos conceptos de cuerpo y alma, y se obtendrá
mandamiento de esta nueva, religión o: Vivre fiour en lo esencial la Metafísica cartesiana. La única
Vautruá», de donde Comía derivó por primera diferencia es que la substancia anímica, que en
vez la palabra «altruismo», se refiere evidente­ la Psicología actual lia llegado a estar algo fuera
mente a la Etica. católica, así como el culto de de moda, se reemplaza por el recuerdo, más acce­
esta religión positiva tiene su modelo más prósi- sible a la percepción directa, y cue en lugar de
— 42 —
— 43 —

los ((espíritus nerviosos»» que en tiempos de Des­ cióa que en épocas anteriores aun el profano- re­
cartes llenaban como una materia 5na el sistema lativamente culto podía tomar en las discusiones
nervioso y se convertían en .el cerebro en movi­
-de la sabiduría monacal sobre «cuestiones como si
mientos corpóreos externos, se lia introducido la los conceptos son realidades o simples nombres,,
expresión más imprecisa de omemciiao. Esto úl­
si las diferencias individuales se basan en La ma­
timo, a tocias Luces-, siguiendo el ejemplo de los
teria o en la forma, etc. Cierto ¡que por el nue­
fisiólogos, que suelen atribuir ya La propiedad de
vo camino se babía adelantado en parte- Italia, y
La memoria a la substancia nerviosa. Se añaden
también Inglaterra, pero Francia fue la primera
además aportaciones de la Filosofía .ai emana, con
que resolvió el problema de convertir la Filosofía,
las que este cartesianismo moceril izado trata, de
en objeto de cultura general. Y hay que recono­
responder al pensamiento evolutivo, del que Des-
cerle otro servicio. Da Filosofía francesa fu é la
- cartes en su tiempo nada sabía aún.
primera que acertó' a plantear clara y distinta­
Pero si Descartes no¡ lia tenido en Francia un
continuador de la misma talla, seríamos injustos mente los problemas, que desde entonces agitan
con él y con la Filosofía francesa si quisiéramos al pensamiento moderno. No es que resolviera es­
desconocer el valor que ésta alcanzó para la cul­ tos problemas; más aún, contribuyó muy poco a
tura espiritual del mundo, Merced a su gran ca­ encontrar las relativas soluciones, en torno a las
pacidad de clara evolución ideológica, fué la p-ri- cuales se ¡afanaron Las generaciones futuras. Pero
. mera que se introdujo, en amplios círculos ilus­ liay tiempos en la historia de La Ciencia, en los
trados, y de este modo La Filosofía llegó a ser un cuales la exacta formulación de Las cuestiones en­
elemento de cultura general. H ay que leer las vuelve ya una importancia decisiva; y un tiempo-
« Femmss savante.'; ¡> de Moliere, para formarse así fué la primera mitad del siglo X V II, después,
idea del interés filosófico, que los escritos de Des­ de la cual cesó en esencia el influjo directivo de-
cartes despertaban entonces en amplios círculos; Francia en la Filosofía occidental,
y aun cuando este interés por la Filosofía deca­ Si en la época siguiente decayó caña vez más-
yera de vez en cuando, nunca se .extinguió des­ la influencia de La Filosofía francesa en la histo­
de entonces. Compárese en cambio la participa- ria espiritual de Europa con relación a la ingle-
— 44 —
tonces ha permanecido el -mismo, cuando quierat
-sa, se debió no en pequeña parte a que desde en­ que la Etica francesa ha seguido derroteros inde­
tonces los problemas éticos» peí ti cu 1-armente cul-- pendientes. Es el pensamiento' de que todos los
vivados en Inglaterra, pasaron a primer término. impulsos mera le &radican directamente en el amor
E l interés de los pensadores franceses se enfocó propio, no indirectamente, como trató de expli­
preferentemente desde -el principio a las cuestio­ car al mismo tiempo en Inglaterra la Moral de
nes generales de 1.a concepción metafísica del la simpatía. El mas popular escritor de esta ten­
mundo; y así se comprende que en Francia no dencia rué rlelvethis. Lo que un’ siglo antes, con
.hubiera en el dominio ético ninguna aportación satírica exageración, presentó Xarcchefoucauld.
original. E l mismo tratado de Descartes sobre las en sus «Máximas:') como espejo al hombre verda­
«Pasiones del alma» sól<o ti-ene en lo esencial un dero, lo tomó Helvetius con toda seriedad. To­
•valor psicológico. Por otra parte, lo mismo en él dos los hombres son iguales en sus disposiciones..
que ya antes de él en Montaigne, ejerció evidente Todos, en particular, están animados de las mis­
y decisivo influjo la Moral estoica. Lo que más mas pasiones. Sería, pues, insensato ¡querer con­
atrae hacia ella, a los escritores franceses es, a to­ dena: estas pasiones, que en último término se
adas luces, el fiatkcsj que en la doctrina estoica ■derivan todas del amor propio y del ansia, inhe­
se contiene. Pero la escuela de Descartes se refu­ rente al hombre, de recreo y de placer. L a edu­
gia en la Moral teológica tradicional; 3' la ilus­ cación, tanto privada como pública, debe dar co­
tración posterior vive de prestado. En -esto no mienzo más bien por encauzar este egoísmo na­
hay que hacer excepción alguna con el « Vivre tural de modo que redunde en provecho de todos.
pou 7 l’ auirui ¡> de Auguste Oomtej qiie deriva por Las proposiciones pedagógicas de Helvetius se-
los cauces de una Moral compasiva de temple re­ han desmoronado hace ya mucho' tiempo, y su
ligioso. teoría sensualista de la felicidad ha tomado for­
mas más suaves. Sin embargo, la Etica, novísi­
Eü materialismo del siglo- X V I I I es el primero
ma ha vuelto al pensamiento fundamental de este-
que en Francia, aun cuando en forma llevada al
maestro de la ilustración francesa, v, recurriendo’
■extremo por el tono revolucionario de la época,
al moderno evolucionismo’, ha tratado de acer-
da expresión a un pensamiento, que desde en­
-carie a un idealismo práctico. Juntamente se dejó riencia biológica. Por eso él considera la teoría
-sentir el influjo, que tanto en la Filosofía moral
moral basada en este último principio' como< una
francesa como en la inglesa habían ejercido 1.as teoría empírica, libra de todas las hipótesis me­
antinomias planteadas por Córrate de -egoísmo y tal Isicas. Para él tocas Las virtudes, generalmen­
¿altruismo». E l problema ene desde ahora domi­ te supuestas, se liañ de derivar más bien del prin­
na en la Etica francesa, es: <¡¿Cernió se explica cipio de que cuanto en grado más intenso crezca
que -del egoísmo humano resulte por ti camino ■el impulso vital, tanto más ha de tender a dila­
de una natural evolución el altruismo?:) tarse extensivamente, y así ha de abarcar en ei
Particularmente en los dos filósofos franceses propio yo su periferia viviente -con amplitud ca­
más importantes de la época novísima, en Al/red da vez mayor. E1 principal argumento en pía ce
FoulUé y Jean-Marie Guyau, fué donde la Etica esta exaltación de lo intensivo hacia lo extensivo
individualista tradicional tomo este sesgo. Estos lo descubre en la propagación sexual, ele ia cual
filósofos rechazan todas las teorías, que traten de brota primeramente el amor sexual, y luego, por
-explicar lo moral por un mandato externo de mayor amplif-cación, el amor general del próji­
violencia o por nn mandato interno -de -deber, '.co­ mo, A estO: se añade luego el más amplio impul­
mo también las que recurren a la reflexión sobre so de trasladar .a otros el propio pensamiento. De
la necesaria limitación de la voluntad en interés esta suerte el altruismo- no brotó sino del egoís­
propio del que obra. Basándose en la presuposi­ mo primigenio, y de él se han de derivar no ya
ción de que el verdadero fin de la vida es la vida : só-lo. las virtudes burguesas comunes, sino aun
misma, y por tanto la exaltación clel sentimien­ aquellas acciones, que por el riesgo dé la riela
to vital es el impulso primario de toda .acción, parecen incompatibles con el impulso, originario
ya en los animales, pero también en el hombre, de exaltación de la misma. Porque en este caso
trata Guyau de establecer sobre firme cimiento el el impulso secundario altruista se sobrepone al
siguiente principio. «El altruismo es un egoísmo egoísta primario. B 1 placer del riesgo y la espe­
ranza del éxito se ¡habrían de considerar también
exaltado y amplificado.:) Aquella presuposición
en este caso—así piensa Guyau—como una exal­
la confirma directamente, a su juicio1, la expe­
tación del sentimiento vital. Sólo ante un reno-
— 4S —

meno se detiene: cuando este sacrificio- propio su­ comprende cómo, partiendo de ella, la amplifi­
cede con. la muerte segura. ante los ojes, entonces,, cación del egoísmo en altruismo ha de alcanzar
a su juicio, fracasa esta teoría empírica, y sobre a todas las actividades anímicas. Pero aunque
esta hazaña suprema de altruismo flota, por lo esta teoría no ha resuelto en verdad el problema
tanto una niebla metafísica impenetrable. Sin ■em­ ético, sino que, como el mismo Guyau confiesa,
bargo', y o no* veo por qué ha de comenzar en este lo ha desvanecido tras una nube metafísica, con
punto la niebla metafísica, una vea que el arro-jo todo, como lo confirma su afinidad con la más
de no eludir el peligro supremo considera co­ antigua Moral del egoísmo, ha logrado expresar
mo motivo suficiente de energía vi,al exaltada. lo qu-e hay de eficaz en el alma popular francesa,
¿ No podemos suponer que la previsión de La glo­ naturalmente no en esta forma abstracta, sino en
ria postuma, que alcanza quien sacrifica su vida, los ideales concretos, que ella aprecia como los
produzca un sentimiento vital tan fuerte, que bienes supremos de la vida. Esta Moral del alma
frente a él desaparezcan todos los demás- impul­ popular es un egoísmo ennoblecido, que en mo­
sos? Como quiera que sea, la dificultad de esta mentos decisivos pu«ede saltar a un altruismo
teoría no reside en la cuestión de como- el sacri­ enérgico, aun cuando tras éste se aposta, como
ficio de la propia vida pueda ir acompañado de motivo oculto, el afán de exhibirse. Si eL egoís­
un sentimiento vital exaltado, sino -eu otra cues­ mo vulgar se apega ante todo a los ‘bienes sensi­
tión: puesto que el egoísmo y el a itruismo siguen bles de la vidia, los sacrifica en cambio- el afán de
siendo antitéticos en sus operaciones corrientes, honra y fama, para lograr otros más estables, que
¿cómo se puede concebir que al fin y al cabo el también radican, es cierto, en el lado extrínseco
altruismo no sea por su propia esencia sino. un de la vida, pero que son bienes espirituales de
egoísmo que se sobrepuja a sí mismo, y que el suyo. Y aun cuando estos bienes- estén ligados a
porvenir ideal de la Moral consista en un progre­ la personalidad individual, irradian de ella al to­
sivo incremento de esta exaltación ? Con el re­ do, a la nación, que aprecia estos bienes del in­
curso a la propagación sexual no se responde a dividuo* como los más altos. Hay .en esto un ras-
esta pregunta sino aparentemente. Porque ni es ge idealista, del que se han percatado aun los re­
acuella en sí misma una acción altruista ni. se presentantes filosóficos ce esta ideología. Cierta -
fíi. xiíxa
__ 53 _

mente, un individualismo, que en La comunidad "Y aquí nos sale al paso la Filosofía inglesa-, que
humana sólo vea La suma de los individuos, no de antiguo aplicó su interés al problema de La
puede llegar a convertirse en verdadero idealis­ comunidad humana, pero* que al mismo tiempo
mo. Perqué La ventaja personal, qu-e el individuo
arrancó de otros antecedentes que la evolución
procura contra los demás, se opone ¡al reconoci­ espiritual francesa.
miento de valores objetivos, que se le han de
ofrecer como fines ideales de su aspiración. L a
Nota del trad ucio r.—En las páginas 32, 36 y otros
honra y la fama, o, como estos conceptos con­ pasajes de este libio, asoma el criterio racionalista de
cretos se expresan con generalización filosófica, "‘Wundt. E l lector debe tenerlo en cuenta.
el desembarazado ejercicio de la vida personal,
no son esos ideales. B e .ahí que, por importante
que sea la magnificación del valor de 3a perso­
nalidad individual, sólo conduce, cuando inter­
viene exclusivamente, a la preferencia de pro­
piedades .externas, que en el mejor de los casos
se refieren a valores morales, internos. Por eso
esta tendencia no ha producido una Etica filosó­
fica de importancia duradera. Una Moral, que no
tenga por objeto más -que el ladú' subjetivo del
hombre, sólo es posible en forma de Etica reli­
giosa•, ya se reduzca ésta a la inmediata unión
del ser humano con el divino, ya también a una
legislación divina comunicada por revelación e x ­
terna. Por el contraria, una Etica fundada en el
hombre misxnc, una Etica estrictamente filosófi­
ca, solo es posible, cuando- se coloca en primer
plano la relación del individuo con la comunidad.
ÍV. La Filosofía inglesa

La posición insular de Inglaterra contribuyó


-a que la vida espiritual inglesa se desarrollase con
relativa independencia, si bien su Ciencia rmn-
-ca pudo sustraerse por entero a las corrientes ■es­
pirituales que agitaban el continente europeo.
.Hasta cierto punto puede afirmarse esto basta de
la Filosofía escolástica, a pesar del ■carácter in­
ternacional de la misma. La tendencia empírico-
escéptica, que ¡a fines del siglo X II I representa­
ba. un Duns Escoto, y má.s resueltamente en el
.siglo X I V un Guillermo de Occam, tiene su pa-
tria ante todo en Inglaterra.
L a nueva Filosofía inglesa permaneció' fiel, aun
■en plena época del Renacimiento, a este francis-
ca-nismo, en .que Ciencia y Fe comienzan por
unirse externamente, para convertirse luego- en
•antinomias, franciscanismo que llega en buena
parte liasta nuestros días. Evidentemente se re­
fleja en él una cualidad del espíritu popular in-
— 54 —

glésj que concuerda con el carácter de aquel pue­ Bacon, no faltaron hombres, que consideraban
blo., atento ya de antiguo^ a las necesidades de la. misión de la Ciencia derribar esta vaha. Las cir­
vida práctica, carácter que puede depender, par­ cunstancias políticas, que prepararon y acompa­
te de su disposición originaría, parte de su .posi­ ñaron a la revolución, inglesa del sigk> X V II,
ción insular, propicia al comercio y al tráfico ex­ ejercieron en este orden grave influencia scbre
terior. Así como ¡aquella Escolástica inglesa re­ la evolución del pensamiento inglés. En fe In­
chazaba ya todas las especulaciones sobre el dog­ d ia, que el Parlamento entabló contra la monar­
ma, que aceptaba sin limitación como cosa re­ quía absoluta, se mezclaban motivos religiosos,
velada e incomprensible, mientras que en las- que fueron de gran transcendencia .para la ulte­
cuestiones de la vida terrenal cedía la dirección- rior evolución de la Filosofía inglesa y del pen­
a la experiencia sensible, así Francis Bacon, coa samiento inglés en general. Si con relación a la
quien comienza a principios del siglo X V I I la vieja Inglaterra, que produjo un Shakespeare y un
serie de grandes pensadores ingleses* de la nue­ Bacon, nos parece que la Inglaterra nueva ha
va época, excluye expresamente del sistema de cambiado intrínsecamente en su espiritual carác­
las Ciencias a la Teologgía. No porque menos­ ter, semejante transformación, de tan graves con­
precie su objeto, la religión-—más bien la consi­ secuencias para la vida espiritual del país, hay
dera desde su posición de hombre de Estado co­ que atribuirla en parte esencial a las turbulen­
mo fundamento indispensable de la vida públi­ cias religiosas, que acompañaron a los aconteci­
ca—, sino porque opina que ni la Fe religiosa mientos políticos. L a Iglesia anglicana era en
tiene que mezclarse en las cuestiones de la, Cien­ el fondo, tanto por su contenido dogmático co­
cia, ni la Ciencia tiene atribuciones para man­ mo por su constitución externa, un catolicismo
dar sobre la Fe, De todas suertes, no todos los- romano sin la autoridad del principado de Roma,
grandes hombres de Inglaterra se atuvieron ;a que reduce a unidad a toda la Iglesia católica.
este programa establecido por Bacon de separar Así se trocó- en Iglesia estatal absoluta. Pero al
la F e y la Ciencia, o, como los ingleses suelen sustituir la autoridad política, que sólo impone
decir, la Revelación y la Experiencia. Más bien, la obediencia exterior, a la autoridad religiosa,
desde Herbert de Gherbury, contemporáneo de que obliga las! conciencias, se aflojó el lazo que
— 56 — — 57 “

ligaba en trie sí la F e y la Ciencia. 1+a monarquía ra doctrina se atribuían la Fe del antiguo Israel,
absoluta pudo obligar exterior mente a pertene­ de ser el pueblo elegido de Dios, y esta Pe pasó
cer a la Iglesia del Estado, pero no* piado obligar también aquí, como antes en Israel, del terreno
las conciencias. En esta creación puramente polí­ religioso al político. Desde la época elisabetana,
tica, que originariamente resultó de la disidencia- con el auge de la potencia política de Inglate­
personal de Enrique V III con el Papa, se fundó rra, naturalmente los motivos religiosos, de don­
por: una parte .aquella connivencia externa, que de aquella creencia, se había derivado, pasaron a
consideraba como un deber social la participa­ último término, y ya en el siglo subsiguiente a
ción en el culto eclesiástico, y por otra, la «divi­ la Revolución el axioma de 1-a nación escogida
sión en muchas sectas, acomodadas a la. necesi­ empezó a tomar ¡creciente importancia política.
dad religiosa individual, que siguió' al derrum­ Inglaterra fué considerada como la nación desti­
bamiento de La monarquía absoluta, protectora de nada a dominan en los mares y juntamente en la
la Iglesia suprema. A ejemplo de los reforma­ mayor parte de la tierra. Este pensamiento se
dores alemanes, estas sectas fomentaban el re­ venía incubando desde los días en que la flota
torno a la pura doctrina, tal como fué transmiti­ inglesa derrotó ¡a la ¡orgullosa armada •española;
da por la Sagrada Escritura. Sobre todo¡ en la la Inglaterra puritana, con su pretensión de ser
secta de los puritanos, que recibe su nombre pre­ el pueblo escogido de Dios, lo llevó a completa
cisamente de este principio de la pureza de doc­ madurez. Añadiese a esto el profunde influjo
trina, y que políticamente desempeñó el papel que el puritanismo ejerció en la vida y en las
directivo, surgió una importante diferencia res­ costumbres. E l Dios de Israel, que bendice a sus
pecto del movimiento reformatorio' alemán. Mien­ adeptos con bienes terrenales, protege el comer­
tras éste 'había fundado la Iglesia y la Teología cio y el tráfico-, en tanto sirvan a fines útiles,
protestante esencialmente sobre el Nuevo Tes­ pero descarga su severidad y su rigor, y es im­
tamento, en el puritanismo inglés prevalecían los placable .contra el disfrute ocioso de la vida.
libros del Testamento Antiguo. Había especial­ Aquí tiene su origen aquella ceremoniosidad de
mente un pensamiento, que apoyaba este recurso las costumbres., que regula hasta en lo más ni­
al Antiguo Testamento': los partidarios de la.pu­ mio la vida externa, y aquel horror ante la des­
— 5Q —

preocupada exteriorización de los afectos, que desde su influyente posición a implantar la nue­
condujo, poi ejemplo, a que La Inglaterra ilus­ va Ciencia en Jugar de la Escolástica trasnocha­
trada leyera casi siempre a su mayor poeta, a da y a despejarle el camino tatito en la distribu­
Shakespeare, en ediciones donde está borrado to­ ción de sus dominios como en los métodos- de in­
do lo que pudiera turbar a una muchacha sen­ vestigación, HobbieSj que durante toda s.u vida
sible. Con todo, a medida que el puritanismo1 se permaneció en. el humilde puesto de secretario
mundaniaaba, fué influyendo en la misma vida particular de un Lord, participa de la manera
religiosa. L a tendencia ;a la formación de sectas, más activa en los acontecimientos de la época.
producida por la emancipación, política de la Es el mas entusiasta partidario de los Estuardos-
Iglesia anglicana, hizo que de los puritanos sa­ y el más audaz pregonero de la exclusiva legiti­
lieran los independientes. Nacida al principio de midad de aquella monarquía absoluta, que en
una necesidad religiosa, a la que repugnaba lo Inglaterra había de quedar sepultada por el triun­
forzoso de la Fe, fué agrupando esta tendencia fo de la revolucióin. No obstante, este paladín de-
aun a aquellos, que reclamaban el derecho de la antigua época está saturado de las ideas de la
permanecer fuera de toda, comunidad religiosa. nueva, sobre todo de las relacionadas con La doc­
Así, desde principio del siglo X V III, se desarro­ trina mecánico-naturalista de Galilea y con el
lló el librepensamiento inglés como una especie sistema de Copérnico. Contemporáneo -de Des­
de escisión de los independientes. cartes, a quien sobrevivió mucho tiempo, ccuece
Todas estas corrientes espirituales se reflejan más agudamente que ningún otro los flacos cel
en la Filosofía inglesa del siglo de la revolución sistema cartesiano*, que llegó a hacerse rápida­
y de sus derivaciones. Entre todos se nos presen­ mente popular. La justificación que da a su teo­
ta aquí Tomás H obbes como el principal repre­ ría del Estado absolutista, se halla, en totaL con­
sentante de la época, pues el reúne ios variados tradicción con 1-os argumentos, en que sus corre­
motivos que la preocupan. Es el pensador más ligionarios realistas trataban de fundar su acti­
universal que Inglaterra ha producido después de tud. No es en absoluto un legitimista, sino mr
Bacon. Sin embargo, mientras éste, a pesar de pensador radica’ t y libre de prejuicios, un libre­
su profesión de hombre de Estado, sólo aspira pensador por deliro y un consevador por fuera,,
— &i —
— 6o —
la religión, Para él la Iglesia anglicana es la úni­
-que estigmatizaba La revolución política como ca legítima, no por la verdad interna de sus doc­
una criminal infracción del derecho. Pero lo más trinas— de si se halla o no en posesión de la ver­
-notable en esta personalidad és que trata de jus­ dad prescinde propiamente— , sino porque es la.
tificar sil absolutismo político precisamente con iglesia del Estado. Según eso, lo que ella enseña,,
su librepensamiento filosófico. L a manarquía ab­ es lo que debe creerse. 1,0 que enseñan las sec­
soluta merece la preferencia, no1 porque sea la tas revolucionarias es -superstición y teda supers­
única legítima en sí, sino porque se funda en un tición es dañosa y se ha de extirpar. Con esto,..
-contrato estipulado de una vez para siempre en­ aquella separación de Ciencia y Fe, que ya Ba-
tre el regente y los vasallos, y además porque la con había preconizado en interés de la Cienciar
paz: y la vida de los ciudadanos están mejor pro­ adquiere su más aguda expresión; y con esta se­
tegidas, cuando da lej^es la voluntad de uno so­ paración Hobbes se abre libre camino para str
lo, no cuando en el gobierno mismo han de Iti- concepción general del universo, que se basa
•char opiniones diversas. Así Hobbes llega a ser, completamente en la Filosofía mecánico-natura­
■110 el autor, pero sí el renovador y completador lista de la época. El mundo es un mecanismo;-
de aquella teoría, ya propugnada por los anti­ el hombre es sólo una. parte de este mecanismo,
guos sofistas, que atribuye el Bstado a un con­ y consiguientemente por su prcpLa esencia un'
trato primitivo. Sólo que mientras los sofistas ser material. Si Gaulei tuvo la precaución d e
•habían aplicado esta teoría, para servir a la ti­ designar las sensaciones como fenómenos, que no
ranía, de suyo sujeta a mudanza, Hobbes ligó corresponden a los objetos exteriores, sino que
con ella la exigencia de la irrescindibilidad del surgen en nosotros, Hobbes explica las sensacio­
-contrato, para oponer la monarquía absoluta per­ nes y los procesos espirituales, que de ellas re­
manente como única forma legal de gobierno a sultan, como procesos corpóreos, que no pode­
los asaltos de la revolución, que aspiraba a la mos percibir clara y distintamente. Así el mundo
soberanía del pueblo por el Parlamento. Pero corpóreo es para el el único mundo verdadero.
donde más claramente se manifiesta esta unión L a vida espiritual es un mundo de .fenómenos,,
de un radicalismo filosofico con el absolutismo que se extiende sobre esta base del ser real, y
■político es en la actitud de Hobbes respecto de

f
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que hemos de poner por fundamento a nuestra del siglo X V II. Sin embargo, esta corriente ra­
percepción de las cosas siempre que nos está, ve­ dical estaba fuera de las tendencias dominantes
dado penetrar en La verdadera esencia de ios fe­ ■del pensamiento inglés. Sus partidarios eran en
nómenos. Tal ocurre sobre todo, cuando se ven­ Inglaterra perseguidos y proscritos por la socie­
tilan las condiciones de nuestro propio obrar y dad, al contrario que en Francia, donde domina­
la s relaciones con nuestros prójimos. Desde lue­ ban cada Tez más en los círculos ilustrados. L a
go hemos de juzgar también estos fenómenos por costumbre tradicional se consideraba de muy an­
analogía al menos coa los procesos físicos que tiguo como un mandamiento de decencia social,
constituyen la realidad total. En este sentido la que nadie podía transgredir sin correr el peligro
sociedad es originariamente un agregado de hom­ de ser considerado como- un proscrito por la opi­
bres particulares, cada uno de los cuales, así co­ nión pitblica. Dentro de las‘tendencias dominan­
mo es físicamente un todo coordinado por fuer­ tes de la Filosofía inglesa esta tiranía social se
zas mecánicas, así mocilmente obedece al im­ manifiesta sobre todo en aquella desviación de
pulso de la propia conservación. Por eso el egoís­ las cuestiones religiosas^ que permite al indivi­
mo es el fundamento de la Moral, y la lucha duo seguir libremente su convicción en la Cien­
egoísta de todos con todos es el estado primi­ cia, siempre que tenga La suficiente cautela para
genio de la sociedad. A este egoísmo, tan pron­ salvar el conflicto con las convicciones religio­
to como se desarrolla la reflexión y con -ella la sas. Estas se hallan fuera ds toda critica, filosó­
evidencia del interés bien entendido de los par­ fica, no porque en sí sean inaccesibles a ella, sino
ticulares, le pone fin aquel contrato estatal, que porque se considera ilScitO' perturbar a otros en
marca el tránsito del estado de naturaleza al es­ su Fe. Tal es la posición específicamente ingle­
tado de cultura, y que es indisoluble, porque sa fíente a los problemas religiosos. Y a en las
su rescisión significaría el retorno al estado sal­ manifestaciones de Francis Bacon sobre la Teo­
vaje. logía natural despunta, y es la misma posición
Así este sistema resulta un descarado materia­ que todavía adopta el más sobresaliente de los
lismo, y por él siguió influyendo Hobbies en los filósofos ingleses del siglo X I X , Herbert Spen-
librepensadores ingleses que surgieron desde fines cer. Pero esta renuncia implica necesariamente
— 04 —

al mismo tiempo la eliminación d-e las problemas


generales relativos a la concepción del mundo, glés se aleja -del francés, m is -aficionado a Las
porque los problemas religiosas se cuentan entre cuestiones teóricas, más afectivo, por aquei sen­
sus elementos esenciales. En cambio las cuestio­ tido eminentemente pr ártico, que mira con in­
nes prácticas de la vida pasan a primer término.. diferencia las cuestiones teóricas o sólo les con­
Añádese, en los representantes teológicos de la cede importancia en cuanto tienen -significación
Filosofía, una fuerte propensión a la Mística,, que práctica.
siguió siendo muy propia de muchos investigado­ ÓL/Ocke es ante todo* el representante de la so­
res naturalistas de Inglaterra, religiosamente dis­ ciedad burguesa de Inglaterra despues de la gran
puestos, a imitación del mayor entre ellos, de revolución puritana. E n las cuestiones religiosas
Isaac Newton. Pero’ esta corriente mística que­ ya no hay en -esta sociedad disonancia de opinio­
nes, porque a nadie le importa La Iglesia o secta
da fuera de la Filosofía dominante, para la cual
a que cada uno pertenece. En el país de la con­
en lo sucesivo es una exigencia la eliminación
vencional libertad .de creencias no es caso- raro,
de todo lo que no se pueda referir a motivos cla­
por consiguiente, que baya quien se afane ea la
ramente inteligibles. Con esto, la fantasía, que
Ciencia por La mayor exactitud e independencia
levanta al Renacimiento alemán e italiano sobre
posibles, y juntamente pertenezca a una secta re­
las fronteras del mundo sensible, queda pospues­
ligiosa qué profese un dogma absurdo, L¡a F i­
ta en el pensamiento inglés a la razón fríamen­
te calculadora. Pero a ésta le falta la ciad dad, o losofía concede beligerancia a esta separación, li­
por lo menos muchas veces la aparente eviden­ mitándose en lo esencial ¡a cuestiones que afec­
cia, que distingue a la Ciencia francesa. Ejem­ tan íntimamente por una parte a Las Ciencias po­
plo típico de todo.¡estoes John L ocke, uno de los sitivas, y por otra a la vida pública. Tales son
las cuestiones de la teoría del conocimiento y
más grandes filósofos clásicos de Inglaterra, que
de la Moral. En ambas prevalece el axioma de
resulta pesado, minucioso, más llano que claro,
que la Ciencia humana, lo mismo que la humana
y carece por entero de la verbosa elegancia, que
voluntad, no> puede -rebasar la experiencia sen­
distingue el estilo filosófico de los franceses, en
sible. Do que ha de decidir, en un caso', de lo
particular de Descartes. También el pensador in­
verdadero, y, en el otro, de lo bueno, es. para
FU XXXI 5
liOcke y sus continuadores el punto de vista convirtió de Hecho a la nación inglesa, bajo la
práctica de la -utilidad. Así, la Ciencia natural apariencia de libertad Legal, en una de las más
supone que La extensión y la impenetrabilidad esclavizadas del mundo.
son las únicas propiedades corpóreas existen-tes Sabido es que un filósofo no suele contar con
fuera de nosotros, porque con esta suposición sale la garantía del éxito de sus esfuerzos, cuando
mejor del paso, y además resulta, más útil. Pc-r acierta a decir al mundo .algo nuevo. Más bien
otra parte se consolida prácticamente por la -coac­ puede ocurrir a veces lo contrario: su éxito es
ción de las percepciones de los sentidos, a la que tanto mas grande, cuanto más logre expresar lo-
estamos sometidos en la experiencia -cotidiana. -que cada uno ha pensado ya en silencio, sin
También sigue Loeke al acommon sens&» en haber encontrado para, ello la expresión adecua­
cuanto que para él la consideración reflexiva es da. Tal sucede en grado sumo con Loche, aun
la fuente de todos los conceptos y 'de su enlace. cuando se ha de reconoce v que muchas .cosas,
Siempre que sean posibles distintas suposiciones, que a nosotros- nos parecer hoy evidentes, han
se ha de preferir la de más aplicación práctica. llegado a serlo en parte por la iluminación que
Este punto de vista conduce al mismo tiempo ■dio él a los problemas. A' la influencia de Loche
al supremo principio de la Moral; es bueno lo se deben ciertas cualidades externas, no menos
que ante todo es útil para el individuo, y luego relacionadas con las virtudes que con los defec­
para la sociedad a que pertenece. Desde lueg’o tos del espíritu inglés. La claridad y la solidez
Loche reconoce que el problema de la. elección caracterizan -en alto grado la literatura cientí­
entre la utilidad propia y la ajena puede envolver fica de Inglaterra. Pero no se puede negar que
alguna dificultad. Por eso recomienda que en ta­ 'La claridad degenera no raras veces en superficia­
les casos difíciles se siga la :<opinión pública)). lidad, y que la solidez., salvo brillantes excepcio­
Con esto la costumbre convencional acate por nes, suele ser más ancha que profunda. Añádase
convertirse en principio decisivo de Moral, y así, •otra particularidad nacional, respecto de la cual
en este filósofo de la ilustración inglesa, se anun­ La situación insular del país parece haber in ­
cia ya claramente aquella coacción social, que, fluido1 hasta cierto punto- en su complexión espi­
como más tarde se lamentaba John Stuart Mili, ritual. Dentro del campo.de la Ciencia natural,
— 69 —

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presión en eL vocabulario del siglo X V II. T ra­
que no puede sustraerse a los avances -de otros, ducir a buen inglés con relativa fidelidad a un
países, se ¡advierte que Inglaterra se halia siem­ .Xant o incluso a los filósofos alemanes posterio­
pre dispuesta, no sólo a asimilar los descubri­ res es una obra de arte, que, a pesar de los mu­
mientos del -extranjero-, sino también a atribuír­ chos esfuerzos, todavía nadie ha logrado-. Algo
selos en lo posible. Así, para muchos ingleses,, .análogo nos ocurre al leer a los filósofos ingle­
el descubridor del principio- de La conservación ses modernos. Para apreciar: debidamente a Spen-
de la energía no es Robert Mayer, o en todo caso- -cer, hay que retro-traerse a una época anterior a
H-elmh-oltz, sino- Joule, un hombre que sólo pres­ jCant y aun a Leibaiz,, en que no existían aún
tó meritoria ayuda a la confirmación del princi­ nuestra moderna) Psicología y nuestra teoría del
pio. En la Filosofía se manifiesta esta partícula- conocimiento. Naturalmente, hay muchos sabios
ridad insular en que la Filosofía inglesa es en ingleses, que dominan .el alemán lo suficiente, pa­
l*o esencial un mundo aparte, cuyos méritos fren­ j a poder leer una obra de ECant y aun de Ficihte
te a la literatura universal reconocemos con gra­ o^Hegel. Pero como les está, vedado trasladar los
titud los demás europeos, pero que permaneció- conceptos forasteros a -expresiones adecuadas de
casi aislado del -espíritu de nuestra Filosofía. su propia lengua, encuentran en ello un obstácu­
También esto concuerda con el carácter conser­ lo tan grande, que el inglés culto y, por lo- re­
vador del espíritu ingles, que fácilmente se des­ cular, hasta el filósofo inglés prefieren atenerse
cubre sobre la libertad personal de que el indi­ a la Filosofía de casa.
viduo goza, en tanto no incurra en conflicto con Cuando el lenguaje de un escritor filosófico ha
la coacción de la costumbre. Esta -coacción se obtenido para la posteridad una significación casi
presenta como tenaz aferramiento a lo tradicio­ ■canónica, esta conservación de La forma externa
nal aun para el lado externo- de la literatura filo- del pensamiento no- só-lo ha de alcanzar a su con­
sódica de Inglaterra. Así, la terminología filosófi­ tenido, sino que en último término La conserva­
ca de Locke domina todavía hoy en la Filosofía ción de la terina se ha de fundar en La del con­
inglesa. De aquí resulta cue, en lo esencial, to­ tenido. De hecho puede afirmarse que los rasgos
davía no existen en la Filosofía inglesa actual ■fundamentales de La Filosofía de John I/o-cke,
aquellos conceptos, para los cuales no había ex­
hasta llegar a üerbert Spencer y al moderno juntamente, al margen de la, Filosofía, pero in­
pragmatismo} son los que prestan férrea consis­ dispensable para satisEacer Las necesidades de la
tencia a la t iiosoíía ing'lesa. De Iyocke procede, Fe, La revelación transmitida por la Sagrada Es­
la limitación de la Filosofía .a 1-as cuestiones de critura: he ahí eu lo que -John Xo-eke -es por cima
la teoría del -conocimiento y de la Moca!; óe de los demás fiel expresión del espíritu inglés.
Locke, la exigencia de reducir toda la experien­ De la fuerza .arrolladora, que esta Filosofía des­
cia a los hechos del mundo empíri-co y, en resu­ arrolló, es significativo que aun allí donde ha­
midas cuentas, del mundo sensible; de Locke,, llaba contradicción, no- era sino parcial.- Así se
la traslación, consecuentemente practicada, de apartan de tal Filosofía' por un Lado los librepen­
las reflexiones racionales sobre las cosas ¡a las co­ sadores, por el -otro, el animoso' adversario del
sas mismas. Inglaterra ha producido, antes y librepensamiento Qeo-tge B erkelsy. Los librepen­
después de l/ocke, filósofos más importantes. Ba­ sadores se abrazan con el realismo c-mpírico de
con1 y Hobbes, B erke ley y Hume !-e sobrepujan Locke, que transforman en un materialismo con­
con mucho' en intuición genial y en penetrante secuente; pero atacan su concepta de la revela­
agudeza. Nadie como éi es el perfecto tipo del ción, y no encuentran justificada la creencia en
espíritu inglés, cual llegó a formarse por vez Dios sino a lo sumo en cuanto que la existen­
primera en la época a que él perteneció, y nadie cia de las cosas exige una causa general del
como él influyó en el pensamiento inglés de los mundo-. Por el contrario' B’e rkeley sostiene la re­
tiempos posteriores. Pero lo significativo en La velación, pero niega que la. esencia de Dios se
Filosofía inglesa, a él adicta, es ante todo La halle totalmente fuera de la experiencia natural.
rigurosa separación de Ciencia y Fe. E n esto -es Para él La experiencia psíquica o interna es la
este filósofo de la nueva sociedad burguesa, des­ primaria, la única verdadera por lo tanto., pues
pués de la revolución puritana, el genuino ¡re­ todo el mundo externo sólo por medio de nuestra
presentante de la doble conciencia, formada de conciencia se nos ofrece, y así no es en sí mis­
un modo convencional. Teóricamente un realis­ mo otra cosa que una parte de aquel mundo es­
mo fundado en la experiencia sensible, prácti­ piritual en que la Divinidad se revela, producien­
camente un utilitarismo guiado por el egoísmo, y do la concordancia del pensamiento humano-, Sin
— 72 —

embargo, aunque esta Filosofía de Berieley sos­ propiedades del espíritu escocés- y del inglés. Este
tiene el riguroso empirismo, y hasta. 1o- desarro­ espirita escc-cés había ya induído enérgicamente
lla más consecuentemente, repugnaba. & la ten­ en Inglaterra durante las turbulencias religiosas
dencia general del pensamiento inglés, por el. del siglo precedente, pues el puritanismo, parti­
idealismo en que se resuelve y por el intento de cular mente en la tendencia de los independien­
conciliar la Filosofía y 3a Religión. Así que Ber- tes, encontró su refugio sobre todo en Escocia.
keley quedó siendo un filósofo aislado, al que El espíritu de independencia, propio del carácter
se escarnecía como ideólogo nada práctico. esco-cés, que hasta cntonoes3 alimentado por las
;No obstante, el influjo de este idealista, tan circunstancias políticas del país, se había mani­
solitario en su época y en su nación, debió de festado en dirección religiosa, se aplicói ahora a
ser más profundo- de ío que pudiera sospecharse la Filosofía, muy principalmente en aquellos filó­
por aquella mofa. Los argumentos -de Berkeley sofos, que, como- David Hume, se -mantenían in­
contra el realismo corriente en el país- y -contra diferentes por completo ante la religión. Esta in­
el superficial y contradictorio tratamiento de los dependencia en dos sentidos, según la tradición
conceptos de experiencia no podían menos de del empirismo- dogmático inglés y según la acti­
hacer su impresión, en cuanto se aplicase el mo­ tud, trocada en convencional, respecto de la re­
dulo de una severa crítica. Por eso se desecha­ ligión, comunica a este pensador cierta situación
ron sus apreciaciones metafísicas, para la críti­ excepcional dentro de La Filosofía inglesa, a con­
ca desde luego apenas consistentes, para aceptar secuencia de la cual se compenetra, sí, totalmen­
y ampliar el análisis psicológico- de la experien­ te con -ella, pero al mismo tiempo- obra sobre
cia, en lo esencial exento- de reparos, aunque otras naciones, particularmente sobre la nación
parcial. Así apareció una tendencia, que espe­ alemana, Pero cnanto más elimina Hume el tra­
cialmente en La segunda mitad del siglo X V III dicional dualismo entre Ciencia y Fe, y más cul­
domina el pensamiento inglés y que en nuestra tiva la rigurosa exactitud de la crítica científica,
época se designa -con el nombre de psiceiogismo. tanto más fiel permanece a la posición experi­
Su representante más ingenioso e influyente íué mental de la Filosofía inglesa, Según él, la ex­
David H u m e , qu-e junta en :su personalidad las periencia es la única que suministra los datos
— 75 —

necesarios para distinguir I-a verdad y eL error,, en general, a no ser cuando en ambas deja toda­
y solo hay des sectores cl¡e consideración filosó­ vía sentir sus efectos La antigua tendencia <ie ía
fica, par,a los que esto rige: ]a facultad cognosci- reflexión intelectual. Como el mecanismo psíqui­
tiva y la Moral. Por este camino Hume, en con- co, tal como lo había supuesto Tomás Hobbes,
traposioión a Bterkeley, se convierte en el más entra a reemplazar al mecanismo físico, aun para
riguroso ¡antimetafísico; pero al mismo tiempo los proceses vitales anímicos, esta consideración
acepta su procedimiento psicológico de .estudio ofrece la posibilidad de ■deducir psicológicamen­
y trata de dar por medio de él a la -teoría em­ te, de una manera macho más inmediata y por
pírica del conocimiento- y a la Etica un funda­ •camino' empírico, no metafíisico, hasta los con­
mento más sólido. Con todo, permanece fiel a ceptos fundamentales del conocimiento'. Hume lo
la tradición inglesa en cuanto que para él en consignó así principalmente para los dos concep­
ambos sectores el interés práctico ocupa el pri­ tos de causalidad y de substancia, comprobando-
mer término. B e todos modos, 'conserva cierta como motivos psicológicos para, aquella la aso­
independencia para desviarse de las rutas pro­ ciación de los fenómenos que se suceden regular­
verbiales del pensamiento inglés, porque descu­ mente, y para ésta la de los simultáneos. Desee
bre que los procesos cognoscitivos no ocurren luego esta comprobación, no implica— y en ello
simplemente, como el inteLectualismo precedente consiste la laguna, más tarde señalada por Kant,
había enseñado, merced a la actividad lógica in­ de esta teoría del cor.ocimeinto— que aquellos fun­
telectual, que a su vez r,o es de suyo sino un damentos psicológicos de los conceptos del cono­
producto de reflexión adicional sobre los fenó­ cimiento se identifiquen con los conceptos mis­
menos, sino que el mecanismo psíquico de la inos. Y lo mismo que en este caso-, fracasa el psi-
asociación, que enlaza todos los contenidos expe- col ogisnio de Hume en el segundo elemento de
rinrenta.es, es el que constituye la base en que su Filosofía, en La Filosofía moral. E l fundamen­
esta reflexión descansa. Así, Hume llegó a ser el to de toda Moral, la entrega desinteresada al pró­
fundador de aquella Filosofía de la asociación, jimo, brota según él psicológicamente de la aso­
que hasta nuestros días ha dominado en. l¡a Psico­ ciación de nuestros p<ropios afectos, de nuestras-
logía inglesa, y por ella en la Filosofía inglesa alegrías y nuestros dolores, con los sentimientos
— 77 —
-de los demás hombres', a cuya conciencia nos tras­
ladamos. Desde luego, aun en esta aplicación a del inteleetualismo inglés. En cambio, en Ingla­
la Moral, Hume se eleva sobre el punto de la re­ terra fue su apartamiento de la Moral tradicio­
flexión, propio de la escuela de Locke. A las fun- nal de la reflexión lo que impidió la aceptación-
-clones intelectuales acompañan los sentimientos de esta Moral del sentimiento. Así como fué pro­
y los afectos como contenidos uo> menos impor­ fundo el influjo de la doctrina de la asociación,
tantes del mundo real. Si en el dominio- de la de Hume, en la Psicología, y en la teoría del co­
teoría del conocimiento habían influido en él a nocimiento, así su teoría y la de su discípulo-
todas luces las sugestiones de la Psicología de Adam -Smith, de los sentimientos de simpatía,
Derkeley, en este otro terreno fué el precursor apenas encontró secuaces fuera del círculo de los.
de Hume otro escritor inglés, que por su fino filósofos escoceses. Da tendencia egoísta y utili­
■séntido estético y etico ocupó una posición ex­ taria, aclimatada desde Hobbes y Locke, dominó-
cepcional entre sus contemporáneos: Sh&ftesbury, en adelante no sólo la Etica profana, sino* tam­
Fué el primero que se libró de las ligaduras de bién la teológica, no diferenciándose ésta de aqué­
la Moral de la reflexión y del utilitarismo, con lla sino en que, totalmente ai estilo del antiguo-
-ella íntimamente enlazado, paca fundar su Etica puritanismo, coordina lo útil para el hombre y lo
sobre el equilibrio armónico de los sentimientos agradable a Dios.
-egoístas y sociales en el ánimo del hombre moral. Prueba evidente del grado basta donde este-
Ciertamente, tanto a Shaftesburv como .a Hume, utilitarismo armonizaba con las teorías más di­
por mucho que se acercaran ¡a la raíz psicológica fundidas, la ofrece Jeremías Bentham, el hombre
d e la Moral, les faltaba la posibilidad de deducir a quien se suele considerar como fundador del
de tales consideraciones puramente psicológicas moderno utilitarismo inglés. Este influyente ju­
el carácter obligatorio de las normas morales. Y , rista de la primera mitad d¡el siglo X I X no es
sin embargo, estos dos hombres influyeron en la propiamente un ñlÓAofo. Do que a él le interesa,
Filosofía de los demás países europeos, precisa­ por sus mismas relaciones con el Derecho, es ante'
mente, hasta cierto punto, por lo que les separa todo la Moral, Y , en orden a ésta, ■considera la
-de sus predecesores y de la tendencia dominante reflexión sobre 1c que es útil y perjudicial al in­
dividuo como un motivo obivio del humano- obrar..
Respecto a la cuestión de los valores objetivos a la adquisición d¡e bienes de fortuna, se plan­
■a •que se dirija el obrar, guiado por este motivo, tea el problema de cómo debe .acondicionarse la
presupone como .generalmente aceptado' que cada distribución de la riqueza, pata que den tío de un
uno aspira a tantos bienes de fortuna como le sea determinado país la suma de ios sentimientos fe­
posible, y que sólo se limita esta ambición en lices. sea lo más grande posible. Este es el famo­
cuanto cada uno es obligado ¡a ello por miramien­ so principio de la cimaximación de la felicidad»,
to a los demás, que experimentan el mismo' .an­ que aceptó en general el utilitarismo ¡afín a Ben-
helo. Ahora bien, para él se ha de considerar tliam, ,aun cuando renunció casi unánimemente a
-como bien de fortuna todo lo que proporciona la escala valora ti va de este filosofo y a la estima­
placer al individuo, particularmente si lo propor­ ción con arreglo a valores pecuniarios. En par­
ciona de un modo duradero; es decir, la .conoci­ ticular, el más longánime éntre los discípulos de
da máxima de la Etica epicúrea. En cambio, hay Bentham, John Stiiart Mili, trató de completar
algo nuevo, y es que Bentham no sc-lo intenta el principio de la utilidad con el altruismo 6e
trazar una especie de cuadro comparativo de los Comte y su derivación del sentimiento de sim­
distintos bienes de fortuna, desde el bienestar patía, siguiendo -el ejemplo de Hume. No obs­
físico hasta la independencia de- -la propia con­ tante, como fácilmente se ve, al crecer la rique­
vicción, sino que, como quiera que la adquisi­ za, no puede crecer proporcicnalmente el placer,
ción y conservación de estos bienes no está en que eEa es capaz de .proporcionar al individuo,
■general a nuestro alcance, los tasa en su valor sino que poco- a poco se acerca a un máximo in­
pecuniario, por lo menos aquellos a los que esto franqueable; y asü el problema de Bentham sólo
les cuadra; y así la felicidad accesible a cada encontraría esta., solución; que la igualdad de po­
hombre corresponde a la riqueza de que dispone. sesión ofreciese las condiciones más favorables
De ahí que efectivamente cada uno se esfuerce para la realización de la máxima felicidad. Y es
por poseer o adquirir toda la riqueza posible. Y muy significativo para el espíritu de esta Moral
■como el Estado es el ejecutor de aquel contrato, utilitaria el que el mismo Bentham se ponga en
tácita o expresamente concertado, según el cual guardia contra esta consecuencia de. su cálculo
•caidia uuo reconoce al prójimo el mismo derecho de la felicidad, fundándose en que la implanta­
— Si —

ción de una igualdad p-cseso-ria^ aunque no fuese ximet libertad para cad'x uno , resultando en con­
más que aproximada, solo podría lográis^ por clusión que hay una pequeña minoría con bienes
lina medida de fuerza, cuya 'ejecución pondría de fortuna y con Liber tad para disfrutarlos, mien­
en peligro la libertad, y seguridad de los particu­ tras la gran mayoría, por no poseer bienes de for­
lares. Así la maximación de la felicidad se estre­ tuna algunos, tampora puede hacer uso de su
lla contra la exigencia de la libertad más ilimi­ libertad o sólo puede hacer de ella un uso- muy
tada posible del individuo, que es a la par el su­ limitado. E l mismo Bentham trató1 de eludir esta
premo principio de la Etica y de la Política, y consecuencia recurriendo- a otro principio, que en
que no se lia de limitar por ninguna coacción del sus elucubraciones desempeña un gran papel: el
Estado, sino a lo sumo por la costumbr e y La. tra­ principio del «(interés bien 'entendido». Si el due­
dición. Pero velar poi esta libertad 110 es misión ño de una fábrica y el obrero reconocen que es­
del orden jurídico público, sino' incumbencia de tán supeditados uno a otro, no sólo se llevarán
la-sociedad misma por la libre cooperación de sus lo mejor posible, sino que la Empresa misma
miembros. E l Estado es meramente una organi­ prosperará lo más que cabe, pero es evidente que
zación social, fundada por un contrato verdadero aquí se confunde el .aspecto ético con el econó­
o ficticio, para proteger la libertad personal de mico. Bodrá uno adaptarse a las circunstancias,
todos los particulares. De aquí depende que La que se consideran como inevitables, y desde lue­
Etica inglesa, fimdad'a en la autonomía de la go será esto lo más ventajoso par¡a el -estado eco­
personalidad individual y profundamente imbui­ nómico general, dadas Las condiciones; mas para
da en la conciencia general, s>e oponga a toda re­ el que ha de adaptarse, no suele ser este estado
forma social de importancia. Cuando la necesi­ el más feliz.
dad y la miseria provocan la compasión, corres­ En otra forma, pero derivada de iguales mo­
ponde remediar el mal a la caridad individual, tivos, se nos presenta por último la interna dis­
excitada por esta compasión. Así, esta Moral uti­ gregación de esta Moral utilitaria en el último
litaria sucumbe irremediablemente por -la contra­ gran filósofo de Inglaterra,- en H erbsrt Spencer.
dicción entre su exigencia de la mayor felicidad En su amplio* sistema filosófico describe la evo­
posible para todos y su otra exigencia de la má- lución del universo según -el mismo esquema, ba-
Fil . X X X I 6
— 33 —

sacio en las conocidas hipótesis cosmogónicas, de üuLas uniformes. De un modo análogo, la socie­
estadios sucesivos de integración y desintegra­ dad es 'Originariamente una horda unitaria. Por
ción de la materia y dé ios procesos de diferen­ la diferenciación de sus partes* poco a poco se
ciación y disolución anejos a esta cambio., comen­ va conviniendo en el Estado. Pero avanza la di­
zando por objetos de la naturaleza inorgánica ferenciación, y al fin queda como última unidad
y pasando luego a las formaciones orgánicas y independiente el individuo aislado. Resurta, pues,
aun super orgánicas. Una de estas formaciones que la evolución icsapero?gánica» va más allá
su per orgánicas es la sociedad. Es 11:1 verdadero que la orgánica, porgue sabido es que ih> hay or­
organismo, dotado de determinados órganos y ganismos, cuyo fin consista en producir órganos,
funciones, pero distinto del organismo* animal in­ que .a su vez sólo existan par a las células de que
dividual, principalmente poique no posee un cen­ se-componen. En realidad, Spencer no quiere eli­
tro sensorial unitario'. No obstante, como' esta minar al Estado, pero en lo sucesivo, este sólo
falta se sustituye con la cooperación de. los órga­ tendrá justificación en cuando que sirva ¡a los
nos sociales, pudiera esperarse que este organis­ fines del individuo. Mientras que en los princi­
mo su perindi vidual fuese también superior en va­ pios de la evolución estatal el individuo era el
lor a los individuos que lo componen, como és­ -esclavo- del Espado-, que mandaba ilimitadamente
tos; son superiores a las formaciones que están sobre él, al término de esta evolución ocurre: lo
bajo ellos, Pero aquí fracasa la analogía. L,a li­ contrario: el Estado y el orden 'jurídico s-on ex­
bertad ilimitada del individuo, solo coartada por clusivamente medios auxiliares para protegen la
la igual libertad de los demás, se opone a se­ libertad de los. individuos. Cada uno es dueñ.o
mejante consecuencia, y de hecho transforma ■ilimitado de sus acciones, de su propiediad y has­
ley evolutiva planteada por Spencer en su con­ ta de la educación de sus hijos, y pretender in­
traria. Porque es3a ley enseña que cada evolu­ tervenir >en estas cosas por coacción estatal es
ción lleva aneja su diferenciación. Así, el orga­ para Spen.cer un atropello. A l decisivo valor, que
nismo físico, en el curso de la evolución general, -cobra en él la exigencia die la libertad personal,
se diferencia cada vez más en órganos particu­ obedece luego- que para él la. norma dáversifica­
lares, que acaban por estar constituidos por cé- dora de los principales estadios de la evolución
— Sa —
te contraria en sus efectos políticos, en la cual
todo el pueblo capaz de defensa constituye el
no sea, corno para Comte y sus predecesores,
•ejercito. Dentro de Los sectores relativos a la so­
progreso de la evolución intelectual, sino el pro­
ciedad culta moderna, su campo de visión se li­
greso en el ■disfrute de La libertad individual. Eir
mita -en lo esencial a la Historia inglesa. Así, La
orden a esta transición,, desde la coacción a la li­
perspectiva futura de una edad de o-ro de la in­
bertad, divide por lo tanto el estico de la socie­
dustria,, que, puesto que la industria sólo pros­
dad en un tipo militar y en otro industrial, éntre­
pera en la paz, ya no conozca guerras ni por tan­
los cuales son posibles diversas gradaciones. Eí.
to ejércitos, resulta una de esas utopías, que pa­
militarismo^ va acompañado necesariamente se­
san por alto no sólo las propiedades inmutables
gún él por el despotismo, pues la obediencia de­
del hombre., sino' sobre todo las consecuencias
bida al capitán en la guerra se aplica al ciudada­
que se desprenden de sus propias suposiciones.
no pacífico, y el mando- del jefe de las tropas se
Jo rq u e nada tan cierto como que la industria es
aplica al Gobierno. En cambio, -el estado indus­
uno de los campos de la vida, en que la compe­
trial es necesariamente antimilitar, y así, cuando
tencia es más -enconada, y puede adoptar íc i­
se generali-ce, será cuando se implante por fin la.
mas, en todo momento dispuestas así para la de­
paz eterna.
fensa como para el ataque. También .es harto sa­
Huelga decir que esta teoría descansa en una
bido que la competencia de Los pueblos en el 'fo­
abstracción, que tiene su fundamento meramen­
mento de su industria, y del comercio basado en
te 'en fenómenos aislados, arbitrariamente saca­
-ella, puede revestir formas particularmente exa­
dos ce la Historia, y ene sobre todo es insosteni­
cerbadas. Como que las guerras—es un hecho in­
ble frente a las formas actuales, de la sociedad-
dudable— , sobre todo cuando- han sido promovi-
política. Así, para señalar sólo un punto, en su
-das por Inglaterra, lian sido -casi siempre guerras
concepto- del «militarismo» el autor tiene mani­
'-comerciales e industriales.
fiestamente ante los ojos :a representación de ira-
Pero prescindamos de si esta edad industrial
ejército mercenario, que sirve a su jefe como una
;seria al mismo tiempo la <Le la paz impertuiba-
herramienta lo mismo en la guerra que en la paz,.
¿la. Supongamos lo inverosímil: que las propie-
A la Sociología de Spencer le pasó desapercibido
que hay otra forma de militarismo, ¡completamen­
da des ingénitas del hombre se modificasen por aquel, en que ésta elabora los productos más úti­
el creciente aumento del espíritu industrial has­ les posible, y esto se logra, para las necesida­
ta tal punto, que cada mío estuviese -contento- des esternas de la vida, por medio de la indus­
con su estado y ya no hubiese que pensar en una tria, incluyendo natuiralmente la agricultura in­
lucha de intereses. ¿Qué juicio merecería el ideal, dustria imente explotada. Si a esto se añade la
futuro que se vislumbra? La industria, tiene la exigencia ética de que el individuo disfrute de
inapreciable significación de hacer posible la to­ la más ilimitada libertad posible, tanto' en sus
tal satisfacción de las necesidades humanas. JVLas- actos personales como en la adquisición y uso de
por la naturaleza de las cosas la actividad indus­ su propiedad, la. industrialización <Le la sociedad
trial se dirige directamente sólo a la satisfacción, conduce manifiestamente, al unirse con el prin­
•de las necesidades materiales, y a lo sumo in­ cipio de la autonomía del individuo, a la total
directa mente a la de Las necesidades 'espirituales,. subversión clei principio de Bentham de la maxi-
en cuanto que el Arte y la Ciencia necesitan mación de la felicidad; a un máximo de la feli­
también de ciertos medios auxilíales exteriores* cidad de unos pocos y a un mínimo de la felici­
q.ue han de ser proporcionados pac el trabajo ma­ dad de la gran masa, que está destinada a satis­
terial; pero en sí, como quiera que esencialmen­ facer las necesidades -de aquellos pocos por la
te se fundan en la capacidad personal de los in­ mayor limitación posible de las propias necesi­
dividuos, con nada se perjudican tanto como «con dades.
una absorbente industrialización, cuyo principio Btesde luego Spencer no dedujo esta última
de La máxima división y automatización del tra­ consecuencia, ¡antes trató de eludirla recurriendo
bajo se opone a la libre actividad personal, Así, a la teoría .evolutiva biológica, implantada por
pues, como ideal de la edad industrial, queda: D&rwin, pero llevándola., sobre todo en sus con­
solamente la satisfacción más perfecta, posible de- secuencias psicológicas., más allá, de los límites
todas las necesidades físicas. Ahora bien, a este en que Darwin se contuvo. Para Spencer esta
ideal de - la sociedad se equipara el de la Etica, teoría es un elemento constitutivo de aquel evo­
utilitaria. Si la utilidad es el principo de La lucionismo' cosmológico general, en ..que funda
moral, el estado- más perfecto d'e la sociedad es. todo su sistema, Claro que esta correlación no se
— 88 — — Sg —

ve por ninguna parte. Bn oa.mbi.o_, se plantea en allegando, los altruistas se van robusteciendo,.,
primer término la cuestión, que en esta épcc£ hasta que al fin queckn estos solos. Aquí inter­
agita tanto a jja Estica inglesa como a la francesa: viene al mismo- tiempo la teoría de la evolución
¿cómo se explica que el egoísmo na tumi del .hom­ política: el estadio militar impide semejante adap­
bre pueda trocarse -en altruismo? Le Etica fran­ tación; ésta va ligada al estadio industrial, el
cesa había interpretado este proceso corno una cual constituye la garantía de la paz eterna, tan
ampliación del egoísmo. Spencer recurre al evolu­ pronto como llega al universal predominio. En la
cionismo1 biológico con sus principios de la. he­ protección de esta paz es donde el egoísmo y el
rencia y de la adaptación. .La herencia interviene altruismo ,se equilibran completamente, pues ca­
también según él en la transmisión de represen­ da uno ad-vierte que su propio bien está ligado
taciones y sentimientos. Nosotros vivimos no s-o- al de su prójimo, y así se alcanza, aquel estado
lamen e de la adquisición de nuestras propias ex­ de felicidad general, en que el lobo y el cordero
periencias, sino también de la de nuestros ante­ beben- pacíficos en la misma fuente, en que el
pasados hasta las más remotas genera cienes. L.a rico patrono y el pobre jornalero* se desean recí­
Psicología empírica sólo comprueba desde luego procamente lo mejor, porque saben que cada
la herencia de las disposiciones, no la de las re­ uno de ellos está supeditado al otro. Como se ve,
presentaciones consumadas. Así, nunca se ha ob­ aquí nos encontramos en plena utopía: en nna
servado que las personas totalmente ciegas o sor­ utopía que deja en mantillas la antigua 'de Tomás
das de nacimiento hayan percibido la luz o el Moro. Porque en aquélla no se excluía comple­
sonido. Todavía con más vehemencia involucra tamente la posibilidad de Las guerras, si bien sólo
este evolucionismo biológico el principio de la habrían de hacerse con mercenarios reclutados
adaptación. Según él, ésta existe y,a en parte en en el extranjero, a ser posible entre pueblo* sal­
los animales, pero se manifiesta luego principal­ vajes—cosa que basta hoy, como es sabido, sólo
mente en el hombre. E l individuo se adapta a han hecho- algunos pueblos cultos modernos, y
la sociedad y la sociedad se adapta al individuo, aun éstos sevo- en parte— . Pero sobre todo en !a
y a medida que por .esta adaptación se seleccio­ antigua utopía la paz interior estaba garantizada
nan los más aptos, los impulsos egoístas se van por la igualdad de posesión. Naturalmente la
— 9o — — 91 —

nueva utopía, -que -exige la libertad más ilimitada, n o , aunque esquivando toda construcción socio­
posible del individuo para poseer y adquirir, no- lógica fundada en éste, para transformar el prin­
tolera .el comunismo. Resalta, pues, que la uto­ cipio de la evolución en un ameliorismo» indeter­
pía de Berberí Spencer, con su recurso- a los minado, que comunica juntamente a este princi­
misteriosos éxitos de ia evolución, supone una pio la significación de una exigencia moral, p o r
transformación tan radical de la naturaleza hu­ la cual cada uno debe cooperar a ese mejora­
mana, que casi equivale a la conversión en su miento. A esto se añade por último un matiz mís­
contrario. Por eso, evidentemente, es un sueño tico: la actitud respecto de la religión sigue sien­
fantástico, por el que procura el filósofo salvar do- también aquí cosa de cada uno. Porque la re­
los defectos éticos de su individualismo radical. ligión es, como acreditan sobre todo los ejemplos
El sistema ele Spencer es la última producción de las personalidades específicamente religiosas,,
original de la Filosofía inglesa. En su Psicolo­ de los resucitados y de los estáticos, una viven­
gía esencialmente materialista y en su teoría del cia subjetiva. P'ara cada uno es, pues, co-sa de
conocimiento, asi como, en su Moral utilitaria libre elección, de «opcióno, como se espresa el
egoísta, encontró dentro de la misma Inglaterra fundador de esta doctrina, el psicólogo norte­
muchos adversarios, que generalmente eran afi­ americano "William James. Salta a la vista que en
nes a la vieja Filosofía clásica, particularmente esta opción se repite la antigua separación entre
a Eoóke y Hume. También ha tenido algunos Ciencia y Fe, que desde los días de los nomina­
adeptos el ((pragmatismo» importado de América, listas ingleses hasta Herben Spencer constituye-
o, como en Inglaterra se lo bautizó, el (¡huma­ un rasgo característico- del pensamiento inglés.
nismo». Lleva esta doctrina el sello característi­ E l pragmatismo añade solamente la referencia a
co de toda, evolución filosófica en estado de diso­ la experiencia subjetiva de las personalidades re­
lución, el sello del eclecticismo, que viste con ligiosamente excitadas, considerando este terreno-
nuevo ropaje los viejos pensamientos, concillan­ en general como empírico-, no como transcenden­
do tendencias ¡antes encontradas. Eu este sentido te, según lo hacía la Filosofía experimental an­
el pragmatismo americano-inglés concilia el an­ terior. En sir invocación a los estados de éxtasis
tiguo utilitarismo con el moderno evoíueíonis- religioso el pragmatismo acaba, pues, en los an--
tiguos derroteros de la Mística, que siempre sue­
le invocar, como ocurre también en otras de sus
investigación de los motivos y fines de la vida-
formas modernas, la interna iluminación de al­
moral, comunica de antemano ,a la Etica inglesa-
gunas personalidades, privilegiadas.
el sello de Moral á e la conveniencia. Esta limita­
ción de los problemas filosóficos, enlazada con .Ja
eliminación de los problemas religiosos, implica
Si dirigimos ahora una mirada retrospectiva a
indudablemente en orden a la evolución genera P
toda la evolución de la Filosofía inglesa, encon­
de la Filosofía la ventaja que tiene siempre la
tramos que la gran significación que tiene, den­
abstracción aisladora. Como la Filosofía expe­
tro de su orden, con relación a la historia del es­
rimental inglesa Tuzo abstracción de todo lo que
píritu europeo responde indudablemente a los es­
se halla fuera de les datos sensibles del conoci­
trechos límites en que se confina en cuanto* a sus
miento y de su enlace en nuestra conciencia, pu­
tendencias dominantes. A l 'excluir los problemas
do iluminar por este solo lado rnuobo' más clara­
religiosos, ha ofrecido por primera vez, en la nue­
mente el problema del conocimiento. Y otro tan­
va época el ejemplo singular de una considera­
to ocurre co-u el problema de la Moral, que aquí
ción del mundo basada en la realidad sensible, y
se presenta so-lamente como- una ramificación par-
así se ha garantizado una independencia de pen­
ticular de la teoría empírica del conocimiento.
samiento', en que fia llegado a sér ejemplar para
Desde luego esta ventaja sóLo es relativa, y más-
toda la Filosofía venidera. Con esta primera limi­
limitada aún por causa de la limitación 'en que
tación se relaciona estrechamente otra segunda.
se apoya. A sí como La eliminación del tema reli­
"En la unilateral dirección del ínteres se atiene a
gioso conduce a una separación entre la Cieñe ia-
las cuestiones de la teoría del conocimiento y de
y La Fe, que hace imposible la solución del pro­
la Moral, y esta segunda limitación lleva consi­
blema cardinal -de la Filosofía, así el puro em­
go otra más amplia: el exclusivo interés en el
pirismo en la teoría deL conocimiento y de la
mundo empírico- convierte la teoría del conoci­
Moral se estrella contra L-cs postulados normati­
miento en Filosofía experimental; y la Filosofía
vos opuestos a la contingencia empírica, sin los
experimental, al trasladar el problema ético a l¡a
cuales no hay certeza empírica siquiera, po-rgue
esta certeza ha de aspirar en todo momento a la
— 94 —

■validez general. La consecuente elabo-ración de individuos, que forman comunidad semejante, -co­
este punto de vista por David Hume puso esto rresponde la realidad. Desde luego Hume no se
a clara luz, pues él díó Tina Psicología de los sustrae a este individualismo; pero él y más aún
procesos del conocimiento, ejemplar para, su épo­ su discípulo' Adam Sm.ith, en su ((teoría de los
ca, en la cual hizo completa abstracción d'e las sentimientos morales-» tratan de hacer inofensi­
normas lógicas, por las cuales brota de estos pro­ vas estas consecuencias mediante el principio de
cesos el conocimiento mismo. Y alg'o semejante asociación,, introducido po-r ellos, en sn aplicación
aportó su teoría de los sentimientos de simpatía a los sentimientos de simpatía; en cambio., re­
.a la Filosofía moral. huyen la Psicología de La reflexión, y así esta
También ella es tm análisis psicológico de los escuela escocesa se halla totalmente fuera de la
fenómenos, .ejemplar a la luz de su época, pero Filosofía moral inglesa pie-dominante. La Filo­
n o pudo dar razón alguna del carácter norma­ sofía moral inglesa es en todas las fases de su
tivo de los impulsos morales. evolución, desde Francis Baccn hasta Herbert
De todos modos, aun con esta limitación uni­ Spencer, Moral de conveniencia, o, según La ex­
lateral, la teoría moral de Hume sobrepuja a las presión introducida por los modernos filósofos
■corrientes anterioreSj y en gran parte también ingleses, utilitarismo. Por eso, cuando John Stuart
a las posteriores, de la Filosofía inglesa, acaso Mili dijo que fuera, del utilitarismo no- había en
más que su teoría del conocimiento. Dos momen­ absoluto principio alguno moral, casi estuvo en
tos hay, que aquí como allí se oponen a su in­ lo cierto respecto de la Filosofía- inglesa, aunque
flujo: el uno es la posición de la ilustración ra­ sólo respecto de ella, Sin embargo, este utilita­
cional—posición originariamente relacionada con rismo inglés no es ni "mucho menos, el mismo en.
la eliminación de la religión— , que deriva todos todas partes y en todas las épocas. Más bien ha
los procesas de la vida anímica de la reflexión del recorrido a todas luces una -evolución, que, pres­
filosofo sobre tales procesos. E l otro es el indi­ cindiendo de influjos ¡accesorios, depende princi­
vidualismo propio del pensamiento inglés, indivi­ palm ente del grado en que participan en ella los
dualismo que considera Los fenómenos de la vida dos•componentes de la Moral utilitaria; la Psi­
común desde el punto de vista de que sólo a los cología de la reflexión y el individualismo. In-
— g6 —

glatérra, antes de la gran revolución puritana,, gún que el individualismo desempeñe en ella nn
se halla todavía en Lo esencial fuera de esta evo­ papel más o menos eminente. Si éste se trueca
lución. En un hombre corno Bacon prevalecen en principio dominante, surge al fin, como última
principalmente las consideraciones políticas, en lase de esta -evolución, el egoísmo utilitario, cual
otros de sus contemporáneos las religiosas. Así, se manifiesta principalmente en la Etica de Her-
esta antigua Moral es desde luego una Moral de bert Spencer.
conveniencia, pero o no existe todavía una clara Aquí se separa el positivismo inglés del de Au-
distinción de motivos egoístas y altruistas, o, guste Comte, -que le precedió en Francia, y es
cuando ambos se contraponen, se concede in- curioso que esta bifurcación tiene su origen en
condicicnalmente La preferencia al bien general aquella separación entre Religión y Ciencia j que
sobre el bien particular. L a Moral antepuritana es propia del pensamiento ing'lés. E l objeto de
de Inglaterra es según esto un utilitarismo al­ la religión no es para Comte, como para Spen­
truista. Desde luego prevalece en ella todavía cer, lo meramente «incognoscibles, sino la hu­
casi por completo una intuición directa, que no- manidad, como el supremo de todos los objetos
da -razón alguna, de los motivos de esta pre­ del conocimiento. Por eso la religión de Comte
ferencia. Con Tomás Hobbes aparece luego, en linde fervorosa veneración a este «ser supremo»,
lugar de este ingenuo altruismo, un militarismo y nn destello suyot se refleja sobre la personali­
egoísta. Cierto que todavía exige al individuo obe­ dad particular humana. Así, La Etica de Com­
diencia incondicional frente a la voluntad del E s­ te se convierte en una forma peculiar de La Mo­
tado, pero el mismo Estado es para él la suma de ral religiosa. Para -Spencer la humanidad es en
los individuos, y el bien general consiste por lo el fondo una ficción, y el Estado^ según la -ex­
tanto solamente en el bien de todos o por lo menos presión de Hobbes, un «cuerpo artificial». Sólo
de la mayoría de los individuos. También Locke- el individuo* existe realmente, y -entre los indi­
mantiene en conjunto esta posición, v de él pasa- viduos cada nno es -el más allegado a sí propio.
a la mayor parte de les moralistas modernos in­ A sí el positivismo francés se resuelve en el (cal-
gleses. Sin embargo-, la Moral de la convenien­ truismo»—el mismo Comte acuñó este vocablo—,
cia se mueve dentro de varias gradaciones, se­ y el inglés, en el egoísmo utilitario. Aquel exige
Fi], xxx 7
— gS —

La entr-eg,a del individuo al prójimo, en quien en­


carna para él la imagen de la humanidad; éste,
la libertad del individuo y la protección con­
tra la violencia con que le ¡amenaza la sociedad,
nVivre pour V autrui» es el principio moral de
Auguste Comte; aMa-n versus thz Si&tey, es el V. sdeasisri^o alegara
lema de Herbert Spencer, que él mismo puso co­
mo titule a una de sus últimas obras.
En la evolución espiritual, precursora de la
-•actual cultura, universa\} ocupa Alemania en cuan­
to ai tiempo el ultimo lugar. Fácilmente se com­
prende que haya sido así por los obstáculos con
que aquí tropezó el alumbra miento- de una vida
espiritual independiente y unitaria. Mientras Ita ­
lia fué ¡accesible de la manera más directa a las
sugestiones, que el Arte j la Ciencia de la ¡anti-
.guecad ejercieron ¡al principio- del Renacimiento
en la vida espiritual resurgente, el país alemán,
trabajado- durante siglos por las luchas políticas
y religiosas, -permaneció lo más alejado de aque­
llas influencias, por muciho que alcanzaran a de­
terminadas personalidades sobresalientes. Bmpla-
zada Alemania en el corazón de Europa, fué eL
teatro principal 'de las luchas -que entabló- con­
tra la tradición medioeval el espíritu de La. nue­
va épocaj sobre todo en el campo religioso, don-
ele se desarrolló -el movimiento de la Reforma. La.
— 101 —
— roo —
:sivas para el interés de La Iglesia., con quien 1-a
gil-erra, de Treinta Años, que después de muchas- Pilosos la procura ¡estar en paz. T al es el estadio
oscilaciones acabó- sin un,a victoria completa para, ■en que surge y se desarrolla, la nueva Ciencia de
ninguna de las potencias conten-dientes, había. Trauma. En eL más sobresaliente pensador fran­
destruído la cultura, .antes floreciente, de Los paí­ cés, en Descartes, es en quien esta tendencia con­
ses alemanes. De tal postración solo- fue qo si ble- ciliadora'encuentra sil más elocuente expresión.
levantarse a la vida espiritual muy lentamente,, Cuando en el siglo- X V I II , al emanciparse de la
:a medida .que sobrevenía el resurgimiento eco­ autoridad eclesiástica -el mundo- culto, se impone
nómico. Y así como la discordia entre la Igle­ •una ideo-logia materialista radical, derivada de La
sia medioeval y La conciencia religiosa de la Filosofía natural cartesiana, triunfa en Francia,
nueva época, discordia que desde el principio* del . contra Lo que acaeció en Italia, la Filosofía profa­
Renacimiento constituye un factor importante de na sobre la Iglesia que representa los intereses-
la nueva cultura, alcanzó* en territorio alemán religiosos. En tanto, la Filosofía triunfante cae
su punto culminante, aunque nunca llevó* propia­ en un estado de descomposición, que de hecho*
mente a la victoria definitiva ni siquiera a la: significa un fin, del que sólo podía salvarla una
paz, así la manera como se llegó, si no a la paz^ reconstrucción sobre cimientos enteramente nue­
po-r. lo m-enos al armisticio-, arroja luzi significa­ vos. Así lo reconoció el gran impugnador del ma­
tiva sobre el carácter que tomó la evolución filo­ terialismo, Rousseau, aunque él mismo, n-o puco
sófica -en las distintas naciones europeas. En Ita­ rematar esta obra. De -otra manera influyó- sobre
lia, país donde comienza el nuevo movimiento, La -evolución de la Filosofía la ruptura con la
pero también donde la Silla romana dispone más- Tglesia romana en el tercero da los país-es cultos
directamente de violentos recursos, tal movimien­ de Europa, en Inglaterra. L-a Iglesia anglicana
to llega pronto a nn atropellado fin, para ceder •era una creación política. P'ero a l quedar reem­
el puesto a una renovación de la Escolástica, apo­ plazada la autoridad religiosa, que obliga las con­
yada principalmente por la Orden de los Jesuí­ ciencias, por la política, que impone La obedien­
tas. Poco ;a poco, bajo- la dirección cíe Ts misma- cia exterior, se afi-ojó lógicamente el la&O' que tra­
Orden, se van 'haciendo a la nueva Ciencia Las taba entre sí la Ciencia y la F e. Exteriormente*
más indispensables concesiones, siempre inofen-
— 102 — — 103 —

sólo exteriormente, pudo la Política obligar & lar al principio, puramente religiosos. Por eso
pertenecer a la Iglesia del Estado, pero es;.a obli­ tampoco falta aquí la tendencia a formar sectas,
gación no podía alcanzar a las conciencias. De' cuando la necesidad religiosa individual lo pide.
esta actitud de la Iglesia británica -se derivó Sin embargo, lo que en Inglaterra no pudo im­
desde el principio-, en parte, aquella connivencia pedir La fuerza política, eL ene tales maquinacio­
■externa, que consideraba .como un deber scci-al la nes particulares lucharan ccn éxito, lo consiguió
participacióo. en el culto .eclesiástico, en parte la, la autoridad de los reformadores, precisamente
escisión -en muchas sectas, correspondientes a la* porque se inspiraban en motivos puramente reli­
necesidad religiosa individual. Y de todos estes giosos. Por eso el movimiento religioso fué en lo
motivos resultó la tendencia general de la F ilo ­ esencial unitario, y penetró' en el pensamiento y
sofía inglesa hacia lo positivo, hacia los proble­ la vida de la uació-n incomparsblemente más aden­
mas prácticos de la Ciencia, junto a los cuales- tro que en Francia, con su alianza entre el Rei­
no y el Papado., o en Inglaterra, donde la Igle­
la religión constituye un campo ajeno a la Filo­
sofía. sia del Estado nunca pudo negar su carácter de
creación arbitraria, mientras que las sectas sur­
E ii este punto entronca la peculiaridad de la
gidas en la revolución, sobre todo, al principio,
Filosofía alemana, peculiaridad que se inicia ya
se opusieron a la Ciencia con animad.versión o
antes de .que .empiece su desarrollo autónomo,,
puesto .que en Alemania la Filosofía se desen­ por lo menos con indnferencia por el fanatismo
vuelve en íntima relación con la Reforma. Bsta religioso que es peculiar de tales formaciones sec­
Reforma no es, como la fundación de la Iglesia tarias! Muy de otra suerte la Reforma alemana.
episcopal inglesa, un decreto político de la fuer­ Ros reformadores eran eminentes maestros de
za gobernante, derivado de motivos profanos, si­ Teología, formados en la escuela del nominalis­
no que nace del pueblo. Sus promotores son hom­ mo escolástico, a la sazón dominante, y promoto­
bres sin fuerza política, si bien accidentalmente- res celosos, particularmente Melanchthon, del
cultivo de la Filcsoria en las universidades pro­
disfrutan de la protección de determinados prín­
testantes; porque entonces, como las disciplinas
cipes, que la otorgan sin políticas influencias.
I1037 separadas estaban juntas, apenas había Tin
.Los móviles de los reformadores son, en particu­
— 104 — — 105 —

maestro de Filosofía que no simultaneara con és­ terminación nadó Leibniz, pesaron también so­
ta los estudios teolo’gicos, ni -de Teología, que 330 bre él. Por más que buena parte de su trabajo
hiciera lo propio con los filosóficos. Hasta fines científico estuviese dedicada a la. lucha contra los
del siglo X V I I I y principios del X I X se man­ partidarios ingleses de New ion y su escudero
tuvieron tales afinidades en Alemania, Todavía filosófico Locke, como también contra los carte­
un Kant y un Fichte, un Schelling y un H-eg-el sianos franceses, envidiaba y admiraba ¡a -estos
comenzaron su carrera por el estudio de la Teo­ países, a los que, como él dice, el favor ce los
logía. Así se comprende que en la Filosofía ale­ tiempos permitió sacudir mucho antes el yugo de
mana, va desde el principio, los problemas reli­ la Escolástica medioeval. En ambas- luchas, se­
giosos y los meta físicos, con ellos íntimamente gún hoy consta, venció Leibniz. En la lucha con
enlazados, ocupen el primer término, y que des­ los ingleses por la invención deí Cálculo Diferen­
de 'entonces le haya quedado a la Filosofía alema­ cial quedó triunfante no sólo su método, sino
na un matiz universalista. también su cimentación, más universal, de este
E l más perfecto- representante de esta tenden­ método. En la lucha con los francesas sobre la
cia del espíritu alemán, conciliadora de ios inte­ llamada «medida de las fuerzas» su manera de
reses religiosos y metafísiccs, es Gottfried concebir resultó ser la que Llevaba ya er. sí cla­
helm Leibniz. Si prescindimos de geniales, pero ramente desarrollado el principio más fecundo d t
aislados, pensadores del primitivo Renacimiento, la Nueva Ciencia natural, el de la conservación
él es el primer filósofo alemán en orden cronoló­ de La energía, y esto- no sólo en germen, como
gico, y desde luego-, en mucho- tiempo, la prime­ equivocadamente se ha creído, sino en la concep­
ra figura por la diversidad de sus aportaciones. ción del pensamiento fundamental. Sin embargo,
Desde luego el espíritu alemán no* se refleja en él no sólo escribió en francés sus obras más impor­
solamente en lo que constituye su fuerte, sino tantes, cosa disculpable por la rusticidad en que
también en lo que hay que reconocer como su cayó el idioma alemán con la gran guerra, smo
flaco. Las duras consecuencias de la terrible gue­ que, extenórmente mirado, casi puede parecer
rra religiosa, que aniquiló por mucho tiempo la un filósofo internacional más que un filósofo* ale­
independencia de la cultura alemana, y a cuya mán genuino. Desde luego posee en sumo grado
— roo —

aquella capad dad de acomodación a lo extranje­ te, éste fué uno* de los glandes errores de sa vi­
ro, que puede ser una excelencia, en tanto se da; pero en cambio sirvió de origen al pensamien­
compense con un enérgico sentido nacional pro­ to, que le indujo a estimular La fundación de las-
pio, pero, que, criando falta esta compensación, Academias de Berlín, Viena y San Petersbnrgo.
se trueca en defecto reprobable. Leibr,íz, :'nst<s A l mismo tiempo este plan estaba animado del
es decirlo, estuvo muy lejos de este defecto. Un deseo de crear una constelación d e tres centros
hombre como él, que en una época, en iqrte la científicos alemanes, que pudieran equipararse a.
Ciencia alemana todavía estaba de medio a me­ otras sociedades análogas de París y Londres.
dio dominada, por el latín escolástico, profetiza Porque en San Petersburgo, por aquellos días,.,
al alemán en uno de sus escritos alemanes un sólo cabía pensar en sabios alemanes; tanto e»
porvenir, en que como idioma de la Ciencia y así que, hasta muy entrado el pasado siglo, la-
particularmente de La Filosofía llegará a preva­ Academia de San Petersburgo, lo mismo en s.i
lecer sob-re todos los demás; un hombre corno él, ' composición que en su idioma y en el carácter de­
que en su fogoso escrito polémico «Mars cbris- sús publicaciones fué una academia alemana.
tianissimus» increpa a Luis X IV por su frené­ Para Leibniz, pontico, con todas sus aspiracio­
tico afán de conquista y exhorta a los príncipes nes internacionales, La patria alemana, basta don­
alemanes a la cohesión unánime, no puede ser de cabía hablar de tal patria en las revueltas cir­
acusado verdaderamente de falta de patriotismo. cunstancias de la época, era el centro de sus an­
Pero sus intereses se extendían sobre las fronte­ helos. Paralelamente, su concepción filosófica -en­
ras de su nación. E l esperaba que. las turbulen­ cerraba ya los pensamientos directivos, que des­
cias religiosas, no eliminadas por la paz subsi­ arrolló luego la Filosofía alemana de los . siglos
guiente a la gran guerra, pudieran .acabarse de­ futuros. La apariencia francesa de su "Alonado -
finitivamente, si los hombres cultos de todas las logia» y de sus «Ensayos sobre la inteligencia
naciones se unieran para fundar una sola y ex­ humana)) no debe inducirnos a tornarle, incluso*-
tensa comunidad cristiana, y abrigaba La convic­ en cuanto al espíritu, por un filósofo internacio­
ción de que la Ciencia era- ante todo la Llamada nal. La Mona-dología es una creación genuina-
a promover semejante paz definitiva. Ciertamen­ mente alemana, en que se junta en un sistema-
— roS —
— 109 —

-armónico la severa lógica de k construcción dis­


cursiva coa un matiz de viejo misticismo alemán; Pero no menos ha influido hasta nuestros días'-
y la polémica sostenida en los Ensayos- coa Loc­ en la Filosofía alemana otro pensamiento de su
ke ofrece en su forma dialogada mía imagen -vi­ fundador: el pensamiento de la armonía, del mun­
vía de los contrastes nacionales de pensamiento, do. No fue él, sino, ya anees que él, el gran as­
-como no ha vuelto a producirse en época poste­ trónomo alemán Kepler, descubridor de las leyes-
rior. Contra el dogmatismo francés, que disgre­ del movimiento planetario, quien acuñó1 la ex­
ga la unidad del ser en la desequilibrada, contra­ presión. Pero Leibniz fué el primero que elevó-
posición de Dios y mundo, de 'espíritu y cuerpo, a ía claridad de principio filosófico la idea que-
y contra el realismo inglés, ene -eleva a temas en Kepler todavía flotaba “entre niebla mística;-
.guías la apariencia sensible y ía utilidad ester­ principio que se funda en la exigencia de recípro­
na, él sostiene la unidad del ser como exigencia ca relación entre todas las partes del universo-,.,
indispensable del pensamiento filosófico. CotLse- enlazadas por la unidad espiritual del ser. EL
-cu encía forzosa de esta exigencia es para él el mundo es para él un sistema armónico, porque
principio de que la esencia de las cosas se ha de las mismas leyes naturales son leyes espiritua­
considerar como un ser espiritual, a imagen del les, como lo revela el pensamiento de fin, que
espíritu humano, que precisamente por eso es un Las domina a todas, particularmente a la ley de
-espejo del mundo. De esta suerte Leibniz llegó a la conservación de la energía. Ahora bien, si sen:
ser el fundador de aquel idealismo, que consti­ Las Leyes de la vida espiritual las que rigen tanto
tu y e desde entonces la Filosofía específica ale-
el mundo material -como el espiritual, la natura­
- .mana. Aunque la forma, que este idealismo adop­
leza no puede ser sino un mundo de f en amenes,
tó en épocas sucesivas, siguió distintas direccio­
tras -del cual se oculta la misma vida espiritual,,
nes, en parte muy desviadas del camino empren­
que encontramos directamente en nasotio-s mis­
dido por él, este pensamiento, de cue en el mun­
mos, en nuestra propia alma. Así, para Leibniz
do espiritual se despliega l¡a esencia del mundo
e] espíritu humano es el microcosmos, que nos-
mismo, lia permanecido peculiar de la Filosofía
¿alemana. revela la esencia del mundo grande, del macro­
cosmos . E l universo- es un sistema de esencias a.
— 110 --- — ru —

modo de almas, de mónadas. Constituyen éstas pre renovados el problema, minea del todo solu­
una serie continua., que se eleva gradualmente ble, de la Filosofía.
desde las almas de la naturaleza inanimada, con Tal idealismo es al mismo tiempo el que en
representación obscura, hasta las almas humanas Leibniz relaciona estrechamente las cuesticn es
con representación y volición claras., y por úl­
prácticas de la vida con su concepción teórica del
timo hasta la más alta de todas, hasta 1.a div'iu-
mundo, de suerte que par.a él la religión y la
dad. Como cada mónada refleja en sí, mas obs­
Moral son los necesarios complementos de aque­
cura o más claramente, todo el mundo, compo­
lla. Así como durante su vida se esforzó, aunque
nen todas esas unidades espirituales la universal
inútilmente, por reconciliar y refundir las igle­
armonía, en- que Leibniz trata de dar expresión
sias y confesiones cristianas, así sus escritos filo­
clara y comprensible a las obscuras representa­
sóficos persiguen obstinadamente el fin de jun­
ciones místicas de la antigua Teosofía. E'u la ar­
tar la religión y la Filosofía en una concepción
monía del universo y de sus partes cada miem­
unitaria, que satisfaga las necesidades del pen­
bro posee según él su valor imperecedero, y de
samiento- y del corazón. En su doctrina de las
aquí resulta en la vida y en el obrar del hom­
bre aquella armonía espiritual, en -que se coor­ mónadas,- en que reduce todo el ser a unidades
dinan el conocer y el querer, la moralidad y la espirituales independientes, la .suprema de las
religión. BUa es la que por -último encuentra su entalles es la divinidad, enlazadas entre sí en un
expresión tanto en el orden jurídico fundado so­ conjunto armónico, trata de dar a este pensa­
bre el espíritu moral como en las leyes generales miento base metafísica. Ün el mismo sentido, la
de la humanidad, a las que se sujeta el comercio Moral y la religión son para él como ¿os partes
internacional de los pueblos. Pensamientos son de un todo espiritual, relativamente independien­
éstos, que, por muy dudosa que sea la base que tes, pero coordinadas en su esencia más íntima;
Ijeibniz, les da, han constituido las perspectivas y al utilitarismo externo de un Hobbes y de un
fundamentales a que ha obedecido hasta hcy el Loche contrapone la nación del derecho como de
idealismo alemán, y en cuya orientación este un orden moral, que se ha de inspirar al mismo
idealismo ha tratado de resolver por intentos skm- tiempo en las tres ideas de justicia, equidad y
todo la maniera alemana de profundizar en los
piedad, si ha de responder a la misión que tiene problemas, para que pudiera echar raíces en Fran­
asignada en el orden general del mundo. cia, donde Vol taire se mofaba de los intentos
En este filósofo alemán, el mayor del pasado, de conciliación religiosa de los filósofos alema­
se revela cuán íntima es la dependencia que exis­ nes, y donde el cartesianismo combatido por Leib­
te, en su efecto más inmediato, entre la. Jornia, niz, con las corrientes materialistas que de él
verbal y el contenido ideológico de una Filosofía. brotaron, se afirmaba más y más. Pero, también
En sus escritos empleó Leib-niz, en parte et latín, en Alemania fué al principio limitada y uniLate­
en parte y sobre todo el francés, Lengua interna­ ral su influencia en la época siguiente. Esto de­
cional a la sazón. Este -ropaje extranjero, con que pendió en parte de que algunos de sus más im-
vistió sus obras, dio por resultado que se Le con­ portant?es escritos^ indispensables para la más
siderase como tm pensador internacional, a quien profunda comprensión de su Filosofía, no se pu­
reclamó para sí especialmente la literatura, fran­ blicaron sino mucho después de su muerte. Pero
cesa, Así ocurrió que, en la disputa que man­ sobre todo el sistema ideológico de este ídósofo,
utuvo con Newton sobre la invención del Cálenlo como el de su contemporáneo Spinoza, por él
Diferencial, los sabios franceses se pusieron de combatido, se extendió sobre el horizonte de su
parte de Leibniz, mientras los ingleses apoyaron, época y de la siguiente, de suerte que la acep­
corno era na-tural, a su gran compatriota, Toda­ tación más comprensiva y la elaboración de la
vía en los últimos años liemos asistido a una re­ Filosofía de Leibniz sólo empezaron propiamen­
percusión de esta ¡actitud^ pues en una asamblea te, cuando esta Filosofía ya era rancia, en la
internacional de delegados d-e Academias científi­ forma en que nació-, y sólo podía ejercer influen­
cas fueron los 'franceses los qne defendieron la cia con pensamientos aislados, esparcidos en -ella.
moción de editar las obras completas de L-eib- En este sentido los pensamientos de Leibniz in­
niz con el apoyo de Las sociedades sabias de E u ­ fluyeron de hecho, desde mediados deL siglo
ropa. Sin embargo, el contenido ideológico ce X V III, en Lessing, en Hevcler, y últimamente
la Filosofía de Leibniz ha permanecido ajeno a en Kant.
los franceses. En ella obró demasiado vivamente Muy otro fué el caso de ios contemporáneos del
la Reforma alemana, La Mística alemana, y sobre Fil. XXXI s
— E15 —

gran filosofo y de aquellos., que desde luego sin regulativa en la utilidad para el hombre, como
derecho se llamaron sus discípulos y sucesores, -ñn primario de la creación, mientras que Ledb-
los cuales dominaban en la Filosofía alemana en _nÍ2 concibió el fin esencialmente como inmanen­
la época inmediatamente anterior al advenimien­ te en las cosas mismas, selo fundado en su pio-
to de K a rt y de la evolución del idealismo ale­ jpia esencia y en su propia evolución. E l más in-
mán novísimo, E l carácter de este pedc-do- pre­ ihiyente representante de esta teleología fué
paratorio es que depende del período anterior Chrisíian W olff, quien en el fondo trasladó con
francés e inglés, y que, precisamente porque be­ •ella el utilitarismo empírico de los ingleses, refe­
be en tales fuentes, en parte distintas, se reduce rido al humano obrar, al dominio de la Ate taií-
en lo esencial a un eclecticismo subordinado. P e­ sica, donde por necesidad natura] tu.vo que dege­
culiar de esta llamada ilustración ¡alemana sólo nerar en una ingenua concepción finalista, com­
hay un rasgo, que se remonta ¡a Leibniz, y que pletamente (antifilosófica. Por lo demás, todo el
desde la épcca de la Reforma se relaciona estre­ pensamiento filosófico de W olíf y -de sus discí­
chamente con la historia del 'espíritu alemán, y pulos estuvo. influido por la Filosofía anterior,
consiste en la propensión a una Filosofía que francesa e inglesa, más que por la. de Leioaiz.
concille la tradición religiosa con las exigencias E n general siguen en la explicación de la na­
de la razón cogitante. Con este rasgo concuerda turaleza a Descartes, con las ampliaciones impues­
la posición qué ocupa en esta Filosofía., de orien­ tas por ios progresos posteriores* de la. .investiga­
tación enteramente optimista al estilo de JLeib- ción natural, particularmente por la teoría gra-
niz, el concepto de fin y el pensamiento, en él vitatoria de Mentón. En particular se atienen a
fundado, de la armonía del mundo'. Desde luego Descartes en la doctrina de la relación del alma
estos conceptos habían cambiado esencialmente -con el cuerpo; en este punto rechazan precisa­
respecto de la significación que tuvieron en Feib- mente el núcleo idealista del sistema ideológico
niz. Particularmente el fin llegó a ser -en esta de Leibniz, el concepto de la mónada como de
época un principio de orden arbitrario exterior, -una esencia espiritual, que sólo en sus relaciones
que se refiere directamente a la voluntad de Dios, 'extrínsecas da origen -al mundo corporal de los
actuante en la creación, y encuentra su norma ■fenómenos, para volver al dualismo de las dos
— 117 —

substancias, la cogitante y la extensa, que a ellos,


.alemana. Ya en la Etica de W olff aparece el ccai-
les parece .responder mejor a la necesidad de la
■espió de deber como el decisivo para toda la
simple inteligencia. En la teoría del cto&ocimien--
•construcción de la Moral, sin que por los demás
to siguen por el contrario' la Filosofía experimen--
lograran los directores de esta Ilustración conci­
tal de Locke, junto al cual también Hume es to­
liar: su severa doctrina del deber con las demás
mado en -consideración. Aparte de éstos* influyó-
presuposiciones de su sistema ecléctico. Esto es-
en la Filosofía posterior ale-mana de la Ilustra­
taba .reservado a la época siguiente,' en la cual
ción también Sthaftesbury, y casi más que en su
comienza la -transición a la Filosofía novísima
propia patria, por la preferencia por lo estético
con la evolución autónoma del espíritu- alemán,
y lo ético, propia de esta época.
La Filosofía popular alemana, del siglo X V I I I es
En toda esta Filosofía, totalmente orientada,
la que constituye esta transición. Su caracterís­
hacia el extranjero, -se refleja la evolución simul­
tica piincipal es que se atiene a los problemas
tánea de la bella literatura. Pero mientras en ella
estéticos y éticos, que son los que más afectan
Gottsched y sus adeptos imitan el modelo fran­
al interés popular, y que, respondiendo a las co­
cés, y los estetas suizos, Bodmer con sus cole­
rrientes literarias, concede la primacía ai la lite -
gas, prefieren la dirección inglesa, cuyo principal
Tatuca inglesa. Sigue también la Filosofía el -ejem­
representante para estos hombres de complexión-
plo de la Poesía en que, dentro de esta Ilustra­
democrática y religiosa a La vez es Mi-lton, las
ción posterior, -alumbran nueves astros, que con­
tendencias predominantes en el eclecticismo filo­
servan su resplandor en la época siguiente, Así
sófico, que en la bella Literatura se 'truecan ert
como en la literatura el modelo dte la Poesía reli -
luchas enconadas, propenden hacia una fusión,
gi-osa y didáctica del puritanismo' retrocede ante
en que para la Metafísica prevalece en general'
la constelación muefio más radiante de Shakes­
el cartesianismo', y para otras ramas, el empiris­
peare, así en La Filosofía son Sliaftesbury y Hu*
mo de John L-ocke. Sólo la Filosofía moral, en
me los qne ejercen un influjo predominante. So­
la que repercute el espíritu de la doctrina de-
bre todo David. H um e es con Rousseau, recha­
Leibniz, hace una excepción, que anuncia ya por
zado por sus propios compatriotas, quien influyó
adelantado la sucesiva evolución de la Filosofía.-
decididamente en jos adversarios de la Ilustra-
— i i 3 — — 119 —

cien intelectual, en hombres como Hamann, H er- su Filosofía. Aquel tiempo, inmediato sa La pos­
■der y Jacobi. El mismo K u n t no pudo escapar a tración que siguió tal breve resurgimiento nacio­
■esta influencia. Pero aquí surge La importante' nal a mediados del --siglo X I X , se hallaba bajo
mutación de que la crítica dirigida por Home: los efecto-s de la investigación natural^ dueña de
contra la antigua Filosofía dogmática provoca al la situación, en cuanto por 1a resignada actitud,
mismo tiempo en K ant una contra crítica, que- que se apoderó de La nación, no renunció' por en­
demuestra como insuficiente la posición empíri­ tero a La FiLosofía. Había, por tanto, interés en
co-psicológica que Hume adopta frente a los pro­ aquel tiempo casi escLusivamente por las cues­
blemas del conocimiento y de la Moral. AL mos­ tiones teóricas deL conocimiento. Quien se opu­
trar Kant, junto con Hume, la discntibilidad dé­ siese a La corriente naturalista, para la cuaL los
la Metafísica antecedente, y a l presentar la po­ resultados de la investigación natural eran tam­
sición de Hume como insostenible, sobrepasa el7 bién Los únicos valederos, para la Filosofía, Iiabía
psicologismo empírico qu-e asomaba en la ob-ra de- •de descubrir por consiguiente en la Crítica kan­
Hume. A sí, sobre los fundamentos de la Filo­ tiana una salvación de los errores -de aquel ma­
sofía anterior, se levanta la nueva Filosofía ale­ terialismo, que a pesar de su ropaje científico, en
mana como última en la serié de las evoluciones- parte1 cambiado, no había llegado en Lo -esencial
nacionales, en que primero- Italia, luego Francia; más allá, que el del siglo X V III. Imagen fiel ce
e Inglaterra, habían sido las naciones acaudi­ aquellos días es la que ofrece La ((Historia del Ma­
llantes.. terialismo:» de ALbert Lange. No miraba este au­
Lo que ocurrió con Leibniz, que no fue co­ tor con antipatía, ni mucho menos, eL materia­
nocido en su verdadera significación sino mu­ lismo alemán, preparado por Ludw ig Beuerbaclt
cho después de haberse formado la escuela de- y representado principalmente por Jaleo!)1 Moles-
W olff, a veces designada con el nombre de L-eib- choLt 3^ Ludw ig Büchner; pero precisamente por
niz., ocurrió también en lo esencial con fonnia- eso y sobre todo per La crítica objetiva fundada
nuel K a n i. E l estado en que se encontraba la- en Kant produjo un efecto cas: aniquilador. EL
Ciencia por el tiempo -del retorno a Kant, influ­ Libro demuestra al mismo tiempo cuán en pri­
yó decisivamente en la ulterior apreciación de' mer plano se hallaban en Alemania las cuestiones
----- 1 2 1 —

teóricas. Para el nuevo kantianismo la ((Crítica maba «materia de ía sensación», como algo in­
de la razón pura» era, siguiendo la corriente de determinado, que había d-e existir ciertamente,
la época, la o-bra fundamental; en relación con si aquellas funciones apriorísti-cas habían -de ser
■ella la Etica -de ICant despertaba poca atención. eficaces, pero que en sí mismo era ajeno al pro­
Las cuestiones que en aquella obra interesaron blema planteado, había sin embargo -en todo esto
a esta generación y a la siguiente eran principal­ una presuposición, que con nada se demostra­
mente aquellas, qne, como decenios antes había ba. E s más, teniendo en cuenta La trabazón, por
reconocido ya Sehopenhauer, tenían en si una el mismo K ant subrayada, entre los conceptos y
significación secundaria, ¡aunque no discutible: las formas intuitivas, y entre éstas y -el conteni­
la doctrina de las categorías, con la deducción, do d e la sensación, había en esto una contradic­
enlazada con ella, d'e las leyes, naturales, y la ción interna, por la cual se eliminaba de antema­
crítica de las ideas transcendentes. Así, pues, la no el último y principal problema de la teoría
propia afirmación de Kant, de que su crítica de del conocimiento, la fijación <de las relaciones en­
la facultad cognoscitiva no había sido para él tre aquellas formas y este contenido'. Por este
sino el camino para construir la Moral sobre un camino la realidad misma se convirtió en un
nuevo y más seguro fundamento, bailó poco eco. mundo de fenómenos, que desde luego tiene para
Y , sin embargo, esta circunstancia es de tanto nosotros valor empírico, pero que en sí caiece ele
mayor alcance y significación, cuanto que este efectividad verdadera, y presupone una «cesa
trabajo teórico previo influyó en la Moral y en en sí)> .incognoscible, que se oculta tras él. Esta,
la Filosofía religiosa de K ant mucho más de lo cosa en sí la rechazaron ya los inmediatos, suce­
que revela aquella confesión propia. A un cuan­ sores de K ant, particularmente Ficlite y Hegel,
do su teoría del conocimiento había y.a limitado corno una ficción insostenible. Ambos empren­
unilateralmente ios problemas a ella correspon­ dieron ot'ro camino, por cierto lio más viable, al
dientes, al atribuirle exclusivamente la investi­ intentar deducir de las formas más generales del
gación de las condiciones formales del conoci­ conocimiento eí conten i do mismo con ayuda ‘de
miento, espacio, tiempo y conceptos generales, un supuesto movimiento dialéctico espontáneo de
mientras trataba el contenido, la que Kant l'a- los conceptos. A sí ocurrió que, reconocida la
— 1 2 2 —

violencia die este método, fué saludado como una. cipio formal, lo muestra ya el concepto de socie­
reconciliación de La Filosofía con las exigencias dad en él pie supuesto, el cual ciertamente está:
de las Ciencias positivas el retorno al esquema­ tomado de la experiencia. 'No menos difícilmente
tismo de Kant, esencialmente más sencillo y me­ puede ser considerado el humano obrar como un
nos pretencioso-; y esto aun en círculos, muy dis­ concepto apri-oristico. Sin -embargo, la importan­
tantes de la. escuela kantiana. cia de la Etica kantiana no estriba -en esta formu­
Más se dejó sentir -el apiiorismo formal de lación, sino en lo que para Kant, según propia
Kant en el terreno que él mismo consideraba confesión, era la meta de toda su Filosofía: en
como el fin principal de su Filosofía: en el de la emancipar a La Moral de La reflexión sobre lo
Moral. Aquí los resultados d-e su crítica teórica útil y dañoso y juntamente de toda suerte de-
de la razón alcanzaban una significación doble. eudemonismo. El imperativo moral se acusa en
En primer lugar, las exigencias éticas se colo­ nosotros directamente como una «voz de la con­
caban puramente sobre sí mismas. En segundo ciencia);, en que se manifiesta, un ineo adiciona­
lugar, era- obvia la conclusión de que, a sí''como do mandamiento del deber, tras del cual ((enmu­
en el dominio teórico la naturaleza formal de los decen todas las inclinaciones sencillas». Por eso
conceptos ofrece una prueba d-e su carácter apric­ el supremo bien no es La «conveniencia», que
ástico, así por el contrario' para Iss exigencias siempre-será un bien externo, sino la v oluni&d'
de la Moral sólo está asegurado un valor inde­ del deber.
pendiente de consideraciones empíricas ele utili­ Esta superor din ación ¿«el deber sobre todos los-
dad, cuando también, pudieran presentarse como demás motivos del humano obrar n-o es en sí una
principios puramente formales, valederos con in­ propiedad que .distinga la Filosofía kantiana de
dependencia de toda experiencia, análogamente La precedente. Más bien la idea del deber 'ocupa
a las categorías. Esto creyó expresar K ant con el primer término en la Etica de toda la Ilustra­
la fórmula: «Obra, de tal modo, que la máxima ción alemana -desde Leiboiz. Eista idea presidió­
de tu voluntad pueda convertirse al mismo tiem­ las consideraciones ético-filosóficas -de un Fede­
po en principio de una legislación general.» Que rico el Grande, por mucho cue és-te se inclinase
este imperativo categórico no es un simple prin­ al escepticismo de los franceses, y también la
— 125 —
— 124 —

gua aquel mérito. Mejor hubiera hecho Kant:


Moral de W olíí y de su escuela, L o nuevo de desde luego, si hubiera renunciado al intento' de
.la Etica kantiana, io que hizo época, consistió semejante determinación formal del concepto de
.por una parte en la base -que él dio a esta Moral deber, que para él por su posición apriorística y
del deber, por_ otea, -en la actitud que le comu­ al par individualista era o-bvia, para aceptar la.
nicó respecto de la religión. Los ilustre.¿los ha­ conciencia moral simplemente corno un hecho
bían concebido el obrar por deber, en general, sin más lejana derivación. De- todos modos esta,
•como lo más- útil para el mismo operante y para misma posición s ó l o hubiera sido- transitoria; pe­
los demás. Así esta Moral ilustrada, particular­ ro era La única posible, en tanto el individuaiis--
mente de la escuela de Wc-ifr, se componía en mo dominase la Etica, como aún -ocurría en
.lo esencial, de acuerdo con el eclecticismo de Kant.
esta Filosofía, de una mezcla de la conciencia Realmente "Kant no sclo libró a la Moral de
del deber, pro-fundamente arraigada -en el -espí­ la concomitancia de la religión, sino que invir­
ritu alemán, con el utilitarismo inglés.. L a sima tió los términos; la ley moral no es comunicada
-abierta entre estos elementos heterogéneos ia lle­ al hombre por medio de la religión, sino que es
nó luego la Teología autropocéntrica, propia de la religión la cue se funda sobre la ley maial.
esta Filosofía, según La cual los mandatos del Esta exige como suprema causa del orden moral'
deber son mandatos divinos-, ojie al mismo tiem­ del mundo, reconocido por nuestra conciencia,.,
p o se dan al hombre para su pro-pia utilidad. En un ordenador universal. Esta es la prueba moral-
este orden la gran hazaña de Kant consiste en
de la existencia de Dios, la única que queda err
-que declaró la guerra tanto al utilitarismo- como
pie, después que todas las pruebas metafísicas'
a Xa derivación de la Moral de la religión y ai
no pudieron resistir a la crítica. Pero como esta-
enlace de ambas, a la Moral teológica de la uti­ inversión de lo-s términos entre religión y M oral
lidad, para contribuir a l triunfo de la autono­
se aferra sin embargo al estrecho enla-ce de am­
mía del deber, viva desde tiempo remoto en el
bas, esta argumentación, más de cerca conside­
■espíritu alemán. El que su. formulación de La
rada, no -parece roanos intelectual que las anti­
le y moral pareciera, impremeditadamente, una
guas pruebas de la existencia de Dios rechazadas
mueva concesión al utilitarismo, en nada men­
— 12 6 —

por KanV. Si la ley moral es enteramente autó­ moral está completamente dirigida, hacia fuera,
noma, ¿qué nos autoriza para considerar la como hacia la realidad circundante. Respecto a ella
obra de un legislador pet&cnal? Evidentemente prevalece también para Schkiennaclier el prin­
h&y aquí un resto del antiguo dogmatismo teo­ cipio de Ficlite: «La naturaleza es el material de
lógico1, que se extiende hasta la E'ti-ca de Kant. nuestro deber.» Por eso este imperativo del de­
Dos caminos se presentaban para escapar a este ber no puede reducirse, como pretente Kant, a
dilema. Uno de ellos lo escogió F ich le, cuando una fórmula abstracta, sino que la. voluntad mo­
en su escrito (¡sobre el fundamento de nuestra ral ha de tomar del contenido de la. vida Los pro­
creencia en un gobierno divino del mundo.» pro­ blemas que se le plantean en cuanto a vocación
clamó la completa unidad de Moral y religión e y comercio, en cuanto a Estado y sociedad- Así
identificó el orden moral del mundo con la idea la Etica kantiana del deber recibe su comple­
•de la divinidad. E l otro camino lo siguió Frie- mento por dos lados: la Moral y la religión se
drich Schleierm oxher , al separar eutr^ sí comple­ emancipan completamente una de otra, y la vi­
tamente la moralidad y la religión. Religión y da, con todo su contenido, que abarca además
Moral se hallan en relación a lo sumo, como ex­ de la personalidad individual la comunidad hu­
puso en sus escritos juveniles complementarios, mana en todas sus formas, constituye el substra­
«Lecciones sobre la religión» y «Monólogos», en to para las actuaciones de la voluntad, moral.
cuanto que ambas encierran en sí los supremos Será una gloria perdurable de la Teología ale­
valores de la personalidad humana. Sin embar- mana el que uno de los suyos haya hecho viable
.go, la religión es un bieu puramente interno: la autonomía de la Moral, exigida por K ant, me­
pertenece por entero a la religión del sentimien­ diante esta completa eliminación de los motivos
to; las representaciones anejas al sentimiento en religiosos, en interés particularísimo de la reli­
ella manifestado de la unidad inmediata- del in­ gión misma. Pero no menos importante es la
dividuo con el universo se reducen, por ineludi­ ■ulterior exigencia, intimamente relacionada con
bles que sean, a formas simbólicas de expresión este deslinde de campos, de una trabazón inme­
de los sentimientos. Solo éstos constituyen la diata, insustituible por ninguna fórmula ¡abstrac­
esencia de la religión. En cambio, la voluntad ta, de los impulsos morales con los contenidos.
— r ^9 —

concretos de la vida moral. Esta 'exigencia es


un mérito d¡e este idealismo tardío el haber in­
mucho más importante, ya que aquí «el indivi­
troducido el pensamiento de un mundo moral
dualismo es el reverso necesario del formalismo.
que contenga la personalidad individual -como
Porque, ¿cómo el imperativo* ce la. conciencia
último miembro, y juntamente el haber hecho
individual podría nunca referirse a otra cosa -que
viable la autonomía de lo moral, exigida por
al individuo mismo? Desde este punto de vista,,
Kant, pero limitada en él subjetivamente. ¿ Y qué
para la comunidad en todas sus formas, desde La
quedaba, una vez. roto el engañoso- lazo entr-e
familia hasta el Estado y tras allá, no- puede
la Moral y la religión, en Interés particularísimo
haber deberes inmedia:os. Asimismo, los derechos
de ambas, sino buscar un nuevo fundamento de
que la comunidad tiene sobre el individuo, sólo
la vida moral, que perteneciese no al mundo de
pueden referirse, o a la violencia efectiva que
más allá, sino enteramente al de acá? Tal es eL
ejerce, o, como el ¡antiguo Derecho Natural supo-
paso que dieron, principalmente, los dos repre­
nía, a la ficción de un contrato cerrado por todos-
sentantes más eminentes de 'este idealismo, paso-
A sí resulta , que todo el idealismo alemán poste­
al que sirvió de preparación el imperativo mo­
rior a Karst., cuando no cayó en una Escolástica
ral de Kant. Con frecuencia se ha desconocido,
kantiana sin autonomía, está acorde en que, así
y aun hoy se desconoce casi totalmente, esta cir­
como él conocimiento humano no puede ser apri­
cunstancia; pero esto dependía de que se trastoca­
sionado en la red de las categorías apriorísticas,
ba ¡el -contenido de esta Filosofía con su forma,
así tampoco', y menos aún, la Mcr¡al puede '.re­
o por lo menos se creían ambas cosas tan -uni­
ducirse a la conciencia subjetiva, sin que se dis­
das, que la inconsistencia de la forma había, de
greguen los más importantes sectores de la vida
traer también aparejada la del Fondo-, ütfo raras
moral. A la mutua separación, y juntamente a
veces podía existir una mala inteligencia, que
la necesaria correspondencia mutua, se -refirió más
yuxtaponía la significación de aquella forma idea­
tarde Hegel, al contraponer en el sentido usual
da per Fíente y completada por Hegel, de evo­
subjetivo a la Moral la (¡moralidad», entendien­
lución dialéctica dé los conceptos. Quien inter­
do por ésta el comportamiento del espíritu mo­
pretase la .gradación dialéctica ce Hegel, de es­
ral en el mundo objetivo. Así, pues, constituye
píritu subjetivo, objetivo, y finalmente absoluto,
PI3. X X X t 9
— i ¿o —

en el sentido de que también en la realidad -cada m o tiempo lo que manifiesta más palmariamente
grado siguiente procede del anterior, se enga­ la 'superioridad del pensamiento* idealista con re­
ñaría sobre la verdadera, opinión de estos filóso­ lación a La Moral egoísta utilitaria. Eero esta su­
fos y sobre la significación que ellos atribuyeron perioridad, cosa que suele tenerse m uy poco en
a su método, Más bien todos estos desdoblamien­ •cuenta, consiste sobre toda en que este idealis­
tos de la vicia espiritual existen principalmente mo acepta los hechos del mundo espiritual como
en la realidad, aun cuando en todos los secto­ realmente son, mientras que la Moral utilitaria
res particulares, y por lo tanto finalmente en su trata de concebirlos valiéndose de ficciones y de
trabazón para formar un con junto, todo esiá do­ reflexiones subjetivas. Una ficción es derivar el
minado por las leyes de evolución histórica, in ­ Estado de un contrato de los individúes; producto
manentes en las cosas mismas. La significación •de reflexión subjetiva es elevar la utilidad a prin­
de esta forma dialéctica es, pues, la siguiente: cipio básico de La Moral. Pues la realidad enseña
que el filósofo observador, a quien particular­ que el hombre es recibido en todas partes, al na­
mente se ofrecen todos estos fenómenos del mun­ cer, en el regazo de la comunidad humana, que
do espiritual, trata de unirlos en un iodo con­ le rodea, y así, como dice Platón, el Estado es
ceptual dentro de un sistema lógicamente orde­ .anterior al individuo. Si esta máxima necesita
nado, conjunto que al fin subordina a los más justificación complementaria, es a lo- sumo en
generales principios del pensamiento, fundados ^cuanto que, como sabemos hoy, >el Estado ver­
en sí mismos. Semejante sistema, junto con el dadero no es sino e l producto de u n a evolución,
método que a él condujo, puede haber sido com­ inmanente en la sociedad liuma.ua, cuyo punto
pletamente errado; sin embargo, puede tener al­ -de arranque no son I gs individuos, sino las pri­
go de cierto, no sólo en particular, sino tam­ m itivas formas sociales, qua por sus disposicio­
bién en ciertos aspectos fundamentales. Esto úl­ n e s propias y por el contacto con otras socieda­
timo puede afirmarse sobre todo respecto de la des dan origen al Instado. Lo qne el ideafcsax»
convicción de que el mundo espiritual es a su alemán aportó a este principio', recibido como» evi­
vez un todo coherente y ordenado según leyes dente de los antiguos filósofos, con lo que puso
unitarias de la vida espiritual. Y esto es al mis­ -a plena luz por vez primera su significación, fu é
ordenada por Diosi;, como -suele decirse. T ra­
un concepto, que es también, y no menos, uil ducido esto a una fórmuLa religiosa, quiere decir
hecho directamente diado, pero de ningún modo* que cada uno lia de reconocer al Estado como es,
el producto de una reflexión subrepticia sobre- como la potencia volitiva sobre él ordenada. T am ­
ios hachos. Es el concepto de la voluntad, que bién a los que tienen -en sus manos esta potencia,
forma el complemento subjetivo necesario para­ <se les impone el más severo- -deber en la dirección,
las modalidades objetivas del mundo sensible. E l •de .su cargo. En este sentido Federico el Granee
gran mérito del nuevo idealismo alemán consiste- s e llamaba a sí mismo el primer servidor de su
en haber apreciado esta voluntad general en su Estado, y el deber del Príncipe, de egobernar con
verdadera significación y en su diferencia de la: ju sticia y benignidad», le parecia una cosa ob­
voluntad individual. Ciertamente ya Rousseau via, por la -que no merecía alabanzas. «No es ne­
babía hablado de una «voluntad general», pero- cesario que yo viva, pero sí que cumpla mi de­
ésta era para él una resolución de los individuos,. ber y luche por la patria.» Sin embargo, el idea­
nacida de acuerdo extrínseco, la cual, según la-: lismo .alemán inaugurado por Kant fue el primero
ficción de la teoría del contrato, se' presuponía* que trató de dar a -esta E tica del deber, latente
como fundadora de la sociedad. Así, la salvaguar­ en la conciencia general, la basa filosófica que
dia de aquellos «derechos generales del hombre»,, hasta entonces le faltaba. Dio- Kant el primer
que más tarde proclamó solemneranete la Revo­ paso en este sentado, al introducir la. vg ¡untad au­
lución francesa como blanco del nuevo orden so­ tónoma en lugar de los antiguos motivos de la
cial, a que ella* aspiraba, llegó a ser para él eí reflexión. N-o obstante, su principio moral se li­
fin ideal del Estado. m itaba todavía a la voluntad individual, y así
Ahora bien, a esta idea de los derechos de? «1 imperativo del deber s-igmó siendo en él, en el
hombre, elevada en Francia a supremo princi­ sentido de la Etica religiosa precedente, una voz
pio de un nuevo orden del Estado, se contrapone de otro mundo suprasensible. Al ser considerado
en Alemania la de los deberes humanos- como la •el mundo moral como coincidente co-n el sensible,
dominante en la Moral de la misma época, y jun­ y éste al mismo tiempo como la materia en cuya
to a los deberes hacia el prójimo suelen hallarse configuración se ejercita La.vida moral, resultó
los deberes hacia Dios y «hacia la superioridad
— 134 — — ^35 —

aquella ampliación del concepto de voluntad, que- a una fórmula única, sino que abarca una. mul­
se manifiesta en las creaciones -de una voluntad titud interminable de imperativos,, que se aso­
general o-rdenada sobre la voluntad individuaL. cian -o rechazan, lucha en la cual el valor mas
L;a nota esencial, que distingue- a esta voluntad alto de los fines objetivos- y de los motivos sub­
general de la individual, es que, para que taL vo­ jetivos, que a ellos se dirá gen, determina el valor
luntad surj,a, es necesaria una multitud -de per­ moral de Las intenciones- y de las (acciones.
sonalidades individuales, es necesaria, como su Como, según hemos advertido arriba, el es­
substrato, una organización espiritual, que en quema lógico', en que estos pensamientos suelen
cierto sentido hace las veces del organismo fí­ ser encasillados por sus representantes, sobre to­
sico, portador de la voluntad individual. Tampo­ do por Piohte y Kegel, p-ara nosotros es ya ca­
co faltan aquí .las demás notas, propias de- toda vo­ duco, lo mejor para -comprender de la manera
lición, los motivos y las resoluciones, ni menos* más clara el significado' de la concepción en eüos
la. lucha y la variación de motivos. expresada es tratar los problemas individuales,
„ X a significación del nuevo idealismo alemán- donde el contenido se presenta sin el armazón
consiste, pues* ante todo -en que, una vez. eli­ externo de aquella forma. E n particular la F ilo ­
minada la cimentación de la Moral en la reli­ sofía del Derecho es el campo, desde donde más
gión y Ja. die la religión en ía Moral por la inae- claramente se puede abarcar la posición general
pendización de ambas, consideró' las fuerzas vo­ respecto a la cuestión central, según Ía relación
litivas, que actúan en la sociedad, como las po­ del individuo con las formaciones sociales cue
tencias creadoras de la vida moral, al par que- lo contienen. Aparece aquí en primera línea. ]c-
los impulsos volitivos reciben en todo caso- tur hann C oitlieb F ích ie con su ^‘F undamento del
carácter imperativo por arrancar de una voluntad1 Derecho Natural», de 1796, y con e l -posterior es­
general ordenada sobre ía voluntad individual,, crito complementario sobre el «Estado comercial
mientras que su fuerza obligatoria depende de cerrado;) (1800). Este «Dexecho Natural» 'es uno
la importancia de los valores a que se dirige la- de los más importantes testimonios para la tran­
voluntad general imperante. Esto implica, al mis­ sición de la antigua teoría del Derecho Natural,
mo tiempo, que la ley moral no puede reducirse formada sobré la base de un. utilitarismo egoísta,
— 13Ó — — 137 “

a una nueva concepción del Derecho y del Esta­ ración., el concepto de una voluntad general, su-
do, nacida de loa pensamientos del nuevo idealis­ perordinada incondicionalmente a la voluntad in­
mo. Porque esta transición -es en él cosa hasta dividual. Y a el «Derecho Natural» insinúa esto
cierto punto personalmente vivida. E l autor (arran­ con estas palabras: «Iva primera misión, del De­
ca de aquel antiguo Derecho Natural, y no eabe recho Poli rico es encontrar una voluntad, y esta
dudar que al principio sostuvo la incondicional voluntad es sencillamente imposible sea otra que
validez del mismo. Pero al sacar de los principios la voluntad general.» Dos derechos., rea les más ge­
fundamentales de aquel Derecho, el de la exigen­ nerales, que esta voluntad general tiene que .sal­
cia de la igualdad jurídica y el de la protección vaguardar para con los miembros de la sociedad,
de la persona y de la propiedad, toda su con­ son el derecho a poder vivir y el derecha al tro.-
secuencia, la igualdad formal, en que tal Dere­ bufo. «En el Estado no puede haber ni holga­
cho se había mantenido, se convierte para él en zanes ni m en esterososA d em ás: c<El potare tiene
la exigencia de una igualdad real, en tanto* ño absoluto derecho coactivo al socorro.», A estas se
encontrase sus limitaciones en las condiciones ge­ añaden por necesidad intrínseca otras exigencias,
nerales de la vida. E n cambio, para él, la exi­ en las cuales con el círculo de deberes, que ei
gencia de la libertad del individuo es 'salvaguar­ Estado asume, crece automáticamente su dere­
dada por el Bstado, que en su voluntad resume cho, como también para el individuo, con. ios
los derechos de todos y los suyos propios. Así en derechos que puede invocar, aumentan sus de­
esta obra se cierra un ciclo, que hemos de con­ beres públicos. E l Estado no sólo tiene que ¡ase­
siderar como personal del autor, tanto más cuan­ gurar la posesión privada y las formas de adqui­
to que en ese ciclo se refleja la contraposición sición, sino que él mismo ha de ser propietario,
entre una primera épooa, en que Fiiclite había productor y fabricante, para disponer de medios
sido entusiasma representante de los principios con que cumplir su elevada misión y poder in­
de la Revolución francesa, y otra nueva, en que tervenir como regulador en las relaciones parti­
el valor del Bstado nacional forma cada vez más culares del trabajo. Con esto1 Fichte traza el es­
el centro de su pensamiento. Con esto pasa es­ quema de un Fytádo social, er. que ya se reúnen
pontáneamente a primer término, en su conside­ los rasgos más esenciales de las teorías socialis­
— 13 8 — — 139

tas posteriores. Sólo que .estos planes posteriores fundamentales de- la época actual); por último,
suelen resolverse en un utilitarismo egoísta e en cuanto a la especial vocación asignada, en
incluso en un individualismo negador del Estaco, esta mutación de los tiempos, al pueblo alemán,
como también suelen incurrir en sueños utópicos como el m is destinado para .ello» por la natura­
para el futuro en sus reivindicaciones para las leza y la historia., los «Discursos a la nación ale­
propiedades del individuo, mientras que el socia­ manas. L a «Doctrina de ía -Ciencia» pasará por
lismo político de Fichte descansa de todo en todo mucho tiempo al olvido, sólo quedará en la H is­
sobre el terreno de La realidad, desde luego de toria de la Filosofía como- una construcción ideo­
una realidad progresiva. lógica trasnochada; pero estas tres obrias. perdu­
En su significación para todos los aspectos de rarán mientras -el pueblo alemán exista, y debie­
la vida humana, este pensamiento de la unión ran figurar en la biblioteca de todo alemán ilus­
del individuo con el todo a que pertenece, como trado, junto a las obras de Goethe y de SchilLer,
miembro del Estado que da efectividad a los como los productos más preciosos del idealismo-
ideales umversalmente humanos, se expresa prin­ alemán. La segunda -de aquellas obras, la que se
cipalmente en! los escritos populares de los ú lti­ refiere a la entonces «época. actual», es la más
mos años de su vida, que predisponen a la lucha grande por su arrebatadora fuer2a y por la ani­
contra la supremacía 'napoleónica. En esta lucha quiladora crítica que hace de aquella superficial
ve Fichte la obra de liberación del espíritu ale­ Moral utilitaria, que, a pesar de su repugnancia
mán, de la cual el Estado alemán ha de salir con la Moral del deber, profunda mente impresa^
como* un dechado para todos los pueblos. Tres en la conciencia del pueblo alemán, se Labia he­
son Las obras que por distintos lados desarrollan cho- también dueña de la Ilustración alemana,
este pensamiento; en cnanto a. su significación Por más que algunas alusiones a fenómenos con­
más general para los valores espirituales de la temporáneos hayan envejecido, por más que las-
evolución humana, la «Determinación del hom­ disquisiciones histórico-filosóficas intercaladas pa­
bre»; en cnanto a la misión idteal de la nueva rezcan hoy constricciones arbitrarias, que están
época, por oposición a la anterior, anegada en demasado inspiradas por la hostilidad contra las
un egoísmo y un utilitarismo huero, los «Rrasgos tendencias combatidas por el filósofo, La litera tu -
— 140 — -
— 14 1 —

:ra alemana no posee ninguna otra obra, en que


el espíritu del nuevo idealismo alemán se mani­ vaciedad de todas las ideas y de todos los idea­
fieste con tan arrebatadora energía. Eos mismos les.» Eo que ella enseña, es. (¡intelectual», pero-
((Discursos a La nación alemana» no pueden equi­ «irracional». Y luego son palabras de oro aquellas-
pararse en este sentido1. Juntase •en aquella obra en que el orador se recobra e inculca a sus oyen­
el poderoso etkos del imperativo' categórico del tes los últimos deberes humanos, que brotan de

deber con el más -sublime de la entrega a la co­ la conciencia inmediata de la unidad del indivi­
duo con La especie. «Quien sólo piensa en sí co­
munidad y por ella a la más alta de todas, a la
mo persona, ese no es en eL fondo sino un hom­
i humanidad. cLa época de la Ilustración— así de­
bre vulgar, pequeño, malo*, y además infeliz.»
fine Fichte acertadamente aquella época— lia li­
((Sólo hay una, virtud: olvidarse de sí mismo co­
bertado al individuo, pero no lo ha estudiado
mo persona; y sólo un vicio: no pensar más que-
todavía como miembro de la humanidad. Su al­
en sí mismo.o Por eso: ;cTod*o héroe 'histórico es.
ma no es ilustración de La razón, sino ilustración
un dechado de sacrificio, un instrumento y viva
-de la inteligencia vulgar, que descubre a espal-
expresión de la especie.» Pe 10 este verdadero he­
dias del prójimo los fines últimos de la existen­
roísmo nada tiene de común con aquella falsa he­
cia.» «Para esta inteligencia nada es concebible
roicidad, que nace del egoísmo y está destinada
más que el propio' bienestar, lo útil, lo cómodo;
a la ruina: «Quien, dentro de la fe en la especie,
la única fuente del conocimiento' es la exper ien-
y dentro de la conciencia de la unidad con ella
-cia; la doctrina moral y la religión las transí or­
y con La fuente originaria de toda vida, labra su
ín a en una mera doctrina de la felicidad.)) «Clari­
tierra, ese es infinitamente más no-ble y feliz que
ficación en lugar d-e ilustración, debiera llamarse
quien sin esta £e traslada los montes.»
propiamente esta Filosofía:! fr), «Su ejercicio es
A la turbia imagen de aquella «época actual»
contraponen los «Discursos a la nación alemana»
(i) No es posible trasladar al castellano esta logo­ la de un porvenir, que ha de ILegar a su meta:
maquia de Fichte. E] texto alemán dice así: *Ausk¡á- en alas del afán latente en el fondo* del espíritu
;rung statt Aufklárung sollte sich eigentlich diese Phi-
"losophie nennen*. (Noia del traductor,) humano por conocer su propia esencia y los pro­
blemas qu-e le están planteados en la sociedad..
— 1 4 2 ---

de la intuición al conocimiento, quedan la for­


JE-1 pueblo alemán está llamado a convertir este
mación moral idel carácter y eL conocimiento de
-afán en hecho, no solo porque ha conservado
la posición del individuo' respecto' de la comu­
.su pureza primigenia en lenguaj e y costumbres
nidad que le rodea como cimientos para la reno­
más que otros pueblos modernos, a los que por
desgracia ha seguido harto frecuentemente con vación moral del pueblo y para el progreso- de la.
ciega imitación de lo forastero, sino también por­ cultura .moral. Así llega Fi-chte a la idea de un
que ha sido eL más profundamente humillado por Estado nacional del futuro, que sirve de comple­
el proceso implacable de la historia, que siempre mento a sus primitivos bosquejos trazados en el
hace seguir al pecado' la penitencia. Por propia ((Derecho Natural» y en el «E-s-sado comerciaL ce­
culpa cayói la nación; por sus propias fuerzas se rrado». A sí como allí forma el núcleo de sus pen­
debe levantar. Para ello ha de despojarse 4 ¡el samientos el lado exterior de la vida política, la
•egoísmo, que es la raíz de todo mal. Siguiendo el economía y el orden social, así aquí Lo forma, la
■ejemplo que dió en otro tiempo la Reforma al cultura interna y espiritual del porvenir, con lo
■combatir la superstición pagana, que se babía in­ que su Estado futuro se convierte en un Estado-
filtrado en 1.a religión,, debe despojarse de todo ideal educativo, como antaño el platónico.
lo que pospone el verdadero des-tino del hombre En ambas direcciones la idea de la sociedad fu­
al goce externo óe La vi-da, vaeío> y huero en sí. tura, aun en los tumultuosos tiempos cue siguie­
■Con esto el pueblo alemán trabajará ejemplar­ ron a la exaltación alemana, consuela' y anima a
mente, no sólo para su propia salud, sino también los primates de la naciónm irando a una. realiza­
para la de todos los pueblos, en el advenimiento ción venidera de sus ideales. En la visión de
de un porvenir mejor. E l primero y más necesa­ Fausto moribundo, ante el cuadro de la tierra
rio medio en este sentido- es la educación. Por­ nueva, que el trabajo humano- arranca al mar in ­
que en la formación de Las futuras generaciones hóspito y al pantano infestado— en aquel o:Ge-
descansa sobre todo nuestra esperanza. A lo ra meinsinn eilt die Luchen zu verschliesseno (EL
"bien, toda educación, como1 y a demostró Pesta- espíritu público se apresura a cerrar las brechas),
lozzi, debe arrancar de la intuición y nunca debe cuando la tormenta amenaza la oV a — , pensó
perder de vísta la relación oon ella. Al; avanzar Goethe en un porvenir, en qu-e aquella sentencia
— 145 —

tiempo hecha a MeJistófeles, y la «Provincia, pe­


de Fichte «Pa naturaleza es el material de nú-es­
dagógica)), si es que era leída, como un extraño
tro deber)) se enlaza con aquella otra «Sólo hay
desvarío del poeta. Por eso, también en el siste­
una virtud: olvidarse de sí mismo como perso­
ma del segundo gran representante óel idealismo
na». Y en la «Provincia pedagógica» de los años-
alemán, de Georg W ilh. Fr.- H egsl, atisbiamos
errantes trazó Goethe un ideal educativo, que en
algo de la tonalidad contemporánea, de esta épo­
verdad sigue otro camino distinto' de los planes
ca. P a aspiración a lo grande, a lo universal, puf
de Fichte en los «Discursos .a la nación alemana.)),
una parte, la inmersión, en lo pequeño, en distin­
pero coincide con ellos en el pensamiento funda­
ciones y construcciones conceptuosas, por otra,
mental, de que la renovación de la vicia mera!
pudieron muy bien ser cualidades propias de su
ha d e comenzar por la reforma de la educación.
idiosincrasia, propensa al vuelo más audaz del
Sin embargo, los ideales, que en aquella épo-
pensamiento, tanto •como el análisis minucioso.
. ca levantaban a los espíritus directores de la na­
Sin embargo, precisamente en este filósofo en­
ción sobre la estrechez y mezquindad' de la vida
contró su elocuente expresión La. tonalidad con­
política y burguesa, por mucho que se acercaran
templativa de esta época, en que la suprema au­
en su tendencia general a las ideas que ¡antes ha­
dacia del pensamiento se juntaba no raras veces
bían encontrado en Fichte su más preclaro vo­
con la estrechez de La vida. Esto, junto con la
cero, discrepaban en un punt-o. Pos ideales del
forzada aridez del desarrollo conceptual dialéc­
Kstado nacional, que habían entusiasmado a Pída­
tico, que se apoderó' férreamente de toda la F i­
te, quedaban rezagados, habían perdido la fres­
losofía, es lo que hace hoy antipático a. este pen­
cura propia del presente inmediato, la del cum ­
sador para muchos, más antipático de lo que
plimiento esperado para plazo próximo. En cam­
merece por el tuétano de sus pensamientos. En
bio, se habían trocado en ideales humanos, más-
cuanto a la dialéctica, hemos de tener presente
amplios que la renovación del espíritu nacional,
ante todo que no' pretende ser una historia real
antes pretendida, pero también más. desvaídos,,
evolutiva de las cosas mismas, sino que la rea­
más indeterminados. La visión de Fausto mori­
lidad es reconocida como algo efectivamente da­
bundo había de parecer en aquellos días como
do, lo mismo por cuanto en ella ha7 de simultá-
un rescate poco' motivado de la promesa en otro
pé!. x;<xi 10
— H 7 —

neo como por cuanto en ella surge históricamen­ •dad racional se refiere, y que per lo tanto carece
te, y que por esta razón el movimiento dialéctico -de sentido pretender trasladar a ellos las leyes
de los conceptos es una forma -de ordenación con­ .naturales, por las ique ordenamos los fenómenos
ceptual lógica; de la que hay que abstenerse, si -exteriores de la naturaleza, después de hacer abs­
ha de manifestarse claramente el núcleo de los tracción, del contenido -espiritual o, como H egel
pensamientos, encerrado en esta caparazón, ya de .se expresa, racional de la realidad.
atrás caediza. Este reconocimiento' de la. realidad Junto con esta preocupación d-e una severa Le-
ciada, que constituye el fundamento de toda la .ga-lidad. del mundo espiritual, inmanente a los he-
Filosofía de H-egel, se 'expresa claramente en el -ch-os mismos, constituye el pensamiento- funda­
preámbulo de su «Filosofía del Derecho»: (<l,a m ental de la Filosofía hegeliana la apreciación,
misión de la Filosofía es concebir lo que ssj no ■de que la 'v-oluntad es el nudo -que une la vida
lo que debe ser»,, y este concebir estriba en la le­ espiritual de la personalidad individual coa la
galidad que enlaza a los hechos mismos, no a los del universo espiritual. Pero .aun cuando- él, en
conceptos extraídos de ellos, en el conjunto de su esquematismo conceptual dialéctico-, pretende
la vida espiritual. T al es -el sentido de la mási- señalar por lo pronto- en i a voluntad subjetiva
ma, frecuentemente mal entendida: «Lo qne es lo s momentos que conducen de ésta a ia volunta á
racional es efectivo, y lo que es efectivo es racio­ objetiva, que se despliega en sociedad, Hitado- e
nal». A un aquello que parece irracional desde 'historia, y luego, a través de -esta última, a Las
la posición unilateral del enjuiciamiento subje­ ■creaciones más generales del espíritu, arte, reli­
tivo, tanto moral como utilitario, es, dentro de gión y ciencia, no por eso se ha d-e entender que
esta correlación del universo espiritual, un pro­ •en un grado preciso- de ía evolución espiritual el
ducto necesario de la razón general mundana, lo sujeto pone en el mundo aquel espíritu objetivo.
mismo que el acontecimiento individual de la 'Semejante suposición retrotraerla en línea recta
naturaleza, ¡aparentemente casual, está subordi­ a La insostenible ñcción de un contrato social y
nado a las leyes generales de esta misma natu­ •estatal, y transformaría la historia en una varia­
raleza. Pero no hemos de olvidar que son'Jos he­ ción accidental de creaciones arbitrarias de los
chos de la vida espiritual, a los que esta 1-egaíi- 'individuos. Más bien la voluntad individual y la
— L--9

bien se imprime en ellas. Sin embargo, -ellas, más


^q.ue otras algunas, son las que llegan a conver­
voluntad general están constantemente enlazadas- tirse -en patrimonio' común -de la humanidad, pa­
entre sí; y que lo están, ha de mostrarse precisa­ trimonio que es base ce la correlación de las eda­
mente por aquella comprobación de los conceptos-, des, tal como ésta se expresa en la historia. Tam­
que llevan de la voluntad subjetiva a la objeti­ bién en otras ocasiones, pero aquí partieulaneen­
va. No se trata de un proceso cronológico, sino de- te dañó- el esquema conceptual de la dialéctica
una correlación lógica, que presupone juntamen­ liegieliana a la .apreciación exigida por el asunto
te la sucesión de ambas voluntades. Naturalm en­ mismo. Cuando él somete el Arte, .La religión y
te esto no excluye que tanto la voluntad objetiva, la Filosofía a. una especie de escala gradual as­
como la subjetiva estén sometidas a una evolu­ cendente, en -que el Arte corresponde a la intui­
ción. Ahora bien, la evolución de la voluntad ob­ ción inmediata externa, la religión a la represen­
jetiva se manifiesta en la historia. Gomo ésta re­ tación interna, y la Filosofía al concepto, no
trata los espíritus étnicos particulares en su res­ significa esto naturalmente una formación suce­
pectiva sucesión y en sus relaciones mutuas, cons­ siva; pero deja, sí, sospechar una escala de va­
tituye la vida histórica el fundamento para la in­ lores, que es inadmisible, porque estos sectores
telección aun de aquellas creaciones del -espíritu de la vida espiritual pueden interferir muchas
'hum an o, que brotan de las co munidades étn icas- veces unos con otros, y cada uno conserva su
particulares, pero que al mismo tiempo son valo­ -valor independiente. S o se puede sobreponer la
res humanos, que sobreviven al pueblo que las -Ciencia, cuyo coronamiento es la Filosofía, ni al.
ha creado, o, sí caducan, siguen obrando en las A r te ni a la religión. Todas tres subsisten, cada
evoluciones por ellos provocadas. Estos son Ios- una con su propio valor. Paralelamente, caso- -de
sectores que Hegel, per esta su significación per­ admitir aquellos tres grados psicológicos, tampo­
manente, contrapone como los del «espíritu ab­ co el concepto en sí es más valioso «mimportante
soluto» a la voluntad objetiva. A sí como ésta no jqti-e la intuición y La representación.
se adelanta a la subjetiva, sino que la encierra,, L a Filosofía de la Historia constituye -el cen­
así las creaciones del espíritu absoluto nunca se­ tro de este sistema, naturalmente, Lo que HegeL
llan de considerar en su origen como independien­
tes de los espíritus étnicos, cuyo- carácter tam -
— 350 —

explica sobre la significación de los -espíritus- ét­ todos los pueblos, peio devolviendo a esta con
nicos particulares y sobre su secesión en el pre­ creces l-o que de ella recibe. Tal es ante todo ia
dominio del mundo espiritual, basándose en una. significación de aquellas creaciones universalmen­
perspectiva históricaJ desde luego amplia para su te humanas, que B egel resume bajo el concepto
tiempo, está hoy en gran parte anticuado, y ade­ de o:espíritu absoluto'». Todas ellas, Arte, reli­
más también -en este caso su exposición adolece gión, Ciencia, son bienes de Las naciones parti­
del def-ecto de una construcción esquemática. Be- culares, que ellas han cr-eado, pero al mismo
ro el valor de esta obra 110 consiste en la propul­ tiempo sem vaLores permanentes pana Las genera­
sión de nuestros conocimientos históricos,.. que ciones futuras, ya sea directamente, v.2 -en sus
dependen en cada hora esencialmente, como es- consecuencias.
natural, del estado de la investigación, ni siquie­ Fichte había .formulado más claramente ene
ra en la significación permanente de las intuicio­ ninguno de sus predecesores la Ld'eai d-eL Bstado
nes generales, sino en que trata de asignar a la nacional corno unidad volitiva, ordenada sobre la
vida histórica su puesto central en el conjunto d e personalidad individual. Tampoco le faltó* la pers­
este mundo espiritual, de una manera que abar­ pectiva hacía el todo más comprensivo, en que
ca lo más posible todos los factores de ía espiri­ se ha de coordinar la comunidad étnica particu­
tual evolución. Este pensamiento lo expresó él lar. Pero la época, que precedió a la exaltación
con una de aq-uellas imágenes, en él tan raras, ■del esíritu alemán, le hizo ver como más urgen­
pero que resultan tan eficaces: «Los espíritus ét­ te el blanco de la renovación nacional. Kegel,
nicos, que rodean el trono del espíritu universal hijo de una época, que se había avenido con las
como testigos y ornamentos d>e su soberanía.»- circunstancias impuestas, dirigió m is su mirada
Así como la personalidad individual se yergue a la lejanía de los tiempos y al conjunto de la
dentro de la comunidad nacional, manteniendo* existencia humana, como- muchos de sus contem­
su propio valor, pero participando al mismo tiem­ poráneos, particularmente el anciano Goethe. D-e
po activa y pasivamente en el patrimonio espi­ ahí que por mucho que disten entre sí las com­
ritual del pueblo, así cada pueblo vive su vida plexiones espirituales de aquellos tiempos y las
aparte, sustentada por la comunidad cultural tíe disposiciones correlativas, de donde nacieron las
— 153 —

ideas de ¡ambos filósofos, .uno y otro s-e correspon­ cícai precedente se aplicaron a la granj-ería mate­
den internamente, y la dilatada consideración his- rial, así la Filosofía asistió al renacimiento del
tór ico-filosófica de H-egel sólo termina lo que materialismo de la época de la Ilustración, ba­
Fichte había comenzado. A ninguna de estas sado en los progresos de la Ciencia natural y
creaciones filosóficas le falta el carácter personal poco duradero en la Ciencia misma, aunque pro­
de sn autor, y esta propiedad es en gran parte longado en la literatura popular, en parte, hasta
producto de la épcca, que las engendró. Pero so­ hoy mismo. Los últimos representantes conser­
bre tocas estas diferencias flota -el pensamiento vadores del sistema hegeliano, anquilosado en un
fundamental del idealismo alemán, ya infundí do formalismo huero, -eran tan incapaces de contener
por Leibniz en la ideología metafísica c-e su épo­ este derrumbamiento' de la Filosofía, como los
ca, y luego elucidado por .estos sucesores tardíos eclécticos, -exclusivamente dedicados al pasado
en su significación para el conjunto del mundo histórico de la misma. L a mayoría de los re­
moral. presentantes de las Ciencias positivas considera­
La época siguiente descartó en lo externo este ba -este derrumbamiento como definitivo'. Pero,
pensamiento, es má,s, pareció ¡a veces transfor­ cosa extraña, en esta envoltura materialista toda­
marlo -en su -contrario a través de las corrientes vía se ocultaba una buena parte del antiguo idea­
científicas entonces dominantes. Cuando la breve lismo alemán. Con razón dijo Albert Lange, en
exaltación nacional del año- 1848 fué sustituida su excelente «Historia del Materialismo» que ca­
hacia el cincuenta del siglo pasado por una pusi­ si todos aquellos materialistas teóricos eran en­
lánime reacción política, la Filosofía experimen­ tusiastas idealistas prácticos. Y lo' mismo segura­
tó una transformación análoga. Sólo- que ésta, en mente puede decirse de los modernos- «monistas);.,
lo esencial, se efectuó en dirección contraria. El en los cuales el materialismo teórico hasta suele
idealismo anterior a l histórico Marzo se conside­ desaparecer en realidad, aunque eCos mismos no
ró como una cosa desechada. Los discípulos de lo adviertan claramente. Son hombres animados
Hegel, y a su cabeza el genial Ludv;ig Feuer- de una viva necesidad filos-:»fica, pero reñidos con
bach, contribuyeron a la ruina de este idealismo. los sistemas filosóficos tradicionales, porque no
Y así como los directores políticos de la revclu- se toman la molestia de penetrar en su contení-
— 155 —
T54 —

do ideológico genuino. Así, ellos se ader-er.au sn tación a i ideal absoluto. E l principal representan­
propio programa filosófico, que a Teces, bien exa­ te de esta fase transitoria es A ríh u r S ch ocen -
minado, coincide notablemente con aquel conte­ haue?. Claro que es algo más, pues en la época,
nido. E l célebre fundador de la «alianza monis­ en que poco después cíe mitad de siglo encontró
ta», Ernst Haeckel, no- es sólo* un idealista prác­ aceptación y rápida difusión su Filosofía, repre­
tico de primera fila, sino también un meta físico, senta un estado de desengaño y desesperanza,
cuyos pensamientos recuerdan parte ¡a Spinoza, que se había apoderado de amplios círculos sobre
parte a Leibniz, pero distan mucho de un ver­ todo en orden a Las circunstancias políticas y so­
dadero materialismo. ciales. Cuando S chopenhauer creó su Filosofía,,
Sin embargo, el viraje decisivo para La renova­ a los treinta años, antes de obtener estos éxitos
ción de la Filosofía se ció poco después de media­ más tardíos, tal estado de ánimo debía de ser
do el siglo X I X con el retorna a Kant. Fué e l muy general. Particularmente en la Poesía de
primer síntoma de un renacimiento del idealismo esta época no faltaban acentos de esta índole.
alemán, renacimiento que no podía pararse en Desde luego esta actitud pesimista respondía so­
ICant, sino que tenía que saltarlo con la misma bre todo a una cualidad personal, que halló re­
necesidad interna, con que, en la época inmedia­ sonancia en el temple de aquella última época.
tamente posterior a él, el sistema de K ant rom­ Añadióse a esto que tal Filosofía abandonó’ Ios-
pió las lázos que le ataban con e l anterior racio­ caminos trillados. Ea Filosofía era nueva y ori­
nalismo y se despojó del individualismo inhe­ ginal; s& exposición, viva v atrayente, y además
rente, para responder a las ideas de la nueva épo­ •bastante popularj para no ofrecer grandes difi­
ca, relativas al Estado y la sociedad. Pero esta cultades al lector. Respondía, pues, al interés
vez la transición no se operó directamente, sino filosófico, nuevamente despertado, y contribuía
que antes del nuevo idealismo, que salvó' los di­ a acrecentar este interés. Por otra parte, el efec­
ques de la teoría subjetivista del conocimiento to de la obra estribaba no poco en el placer esté­
y de la Etica individualista de Kant, idealismo tico que proporcionaba. El armonioso cuadro que
que hoy subsiste, se interpuso una descomposi­ se trazaba de la pujanza y vehemencia de la vo­
ción de este subjetivismo, por su propia exal­ luntad originaria, asentada en el fondo de los íe-
'iiómenoSj voluntad en sí unitaria y completiva,
que luego t o t a óe realizarse dentro de esta
la antigua Estética po-r conceptos abstractos que
-unidad y se disgrega reiteradamente eu innume­
destruyen el valor de La creación artística, sino-
rables fuerzas individuales, -disparadas sin blan­
directamente en la intuición que vive en el ar­
co. . , toda esta descripción no carecía por 3o- me-
tista mismo. Para esto era muy adecuada aque­
nos d-e impr-esión estética, .aun para quien repug­
lla imagen de una voluntad universal omnipre­
nara la interpretación de esta ludia como* dolo­
sente, pues ésta ofrecía un medio auxiliar, siem­
roso trafagar. Particularmente el círculo ele ar­
pre dispuesto, para trasladar a la intuición los-
tistas y literatos y d-e todos aquellos, pata quien
sfectos producidos por la impresión estética, de-
-dentro de una época indigente de otros ideales
suerte que apareciesen como reflejos subjetivos-
el placer estético era el supremo bien, saludó
de un proceso universal metafíisico. I*a más pro­
con entusiasmo esta Filosofía. Incluso eL repen­
funda significación del A rte La veía el filósofo en.
tino salto de este idealismo, a urna interpretación
que el hombre, al ■entregarse a la obra artística,
materialista del origen del mundo de los fenó­
se unifica pasajeramente con acuella voluntad
menos, según la cual el cerebro* d-e los animales,
universal, y así olvida ios sufrimientos de su pro­
•como preparación, y luego e l del hombre con­ pia existencia, cautiva en eL mundo de los fenó­
vierte el impuls-o de la voluntad en representa-
menos. Con esto tocaba una cuerda, que había-
■-clones, que ¡acaban por trocarse en motivos de la
de resonar vivamente en el alma de los artistas
voluntad empírica, incluso esta atrevida interpre­
y amigos d-el Arte y había de atraer partidarios-•
tación de la relación entre «cosa en sí» y fenó­
a La interpretación pesimista del problema del'
meno satisfacía a muchos más que la versión
mundo. Porque nada hay tan cierto como que e!
■^completamente indeterminada de la misma i-ela­
A rte levanta al hombre sebre los trabajos y su­
ción en Kant. Por otro lado, esta Filosofía tra­
frimientos de la vida y le hace olvidarlos momen­
taba de percibir los efectos del Arte, d-esde la
tánea mente. Pero de aquí se puede sacar & io s -
Agricultura hasta la Música— del Arte, escude­
teric-ri La consecuencia de que una vida, que de-
ro el más inmediato de la voluntad universal que
tal alivio necesita, ha de ser un tumulto de pe­
actúa en el fondo de los fenómenos— , no como
nas y -dolores: consecuencia tan falsa, pc-r cier­
to, como evidente parece a primera vista.
— 1^3 —
— *59 - -

esta evolución consiste en que tiene por objeto


De hecho aquí está, la línea divisoria., donde
la producción del hombre genial. Estado y socie­
•esta Filosofía se remonta sobre sí misma. A l aso­
ciarse eu ella la visió-n estética del mundo y el dad son, por tanto, a la luz de este individualis­
exaltado individualismo, desaparece el pesimis­ mo exaltado, valores imaginarios. L a historia,
mo, para deja-r lugar a mi incomparable senti­ considerada en conjunto,, -es una baraúnda, una
■eterna monotonía sin 5 n ni plan. En esto se opo­
miento de felicidad, que es pasajero, en el goce
ne diametralmente este pesimismo al idealismo
de la obra de A rte y completo en La propia con­
clásico de La época precedente.
ciencia del artista creador. En la posición de
Pero hombre genial no es simplemente -el ar­
Kant, que consideraba toda personalidad humana
tista, sino también el verdadero- filósofo, ni es
.igual a las demás, podía parecer posible un balan­
simplemente el entendimiento sino m is aún el
c e , en que, si el imperativo moral de K ant lo hu­
carácter lo que le eleva sobre la medianía. Nada
biera consentido, predominase el dolor de la e x is­
dista, pues, tanto de Schcpenhauer como -el eu­
tencia. Schopenihaueu, para quien la compasión
demonismo y utilitarismo corriente en la Mora,.
■era el último motivo de la Moral, vio en este re­
La vida no es para él en modo alguno aun regalo
sorte de las acciones morales un indicio de la ver­
para el goce, sino una tarea, un ejercicio de la­
d a d de su visión pesimista de la vida. Sin embar­
go', este argumento empírico encuentra sobrada­ boreo:» . En esto Schopenliauer es discípulo legí­
mente sucontrapeso -en el despiadado' juicio que él timo de K an;, cuyo rigor acentúa más si cabe,
forma de la personalidad humana como' tal. La al interpretar la vida en su principal contenido
inmensa mayoría de los hombres es para él «fa­ como un sufrimiento. Precisamente el soportar
bricación de la naturaleza», que sólo sirve para este sufrimiento con entereza constituye para él
dar, entre millones de casos, una sola persona­ un deber, al que >es debilidad y cobardía sustraer­
lidad genial. A sí como la voluntad originaria, la ­ se. Por eso condena el que alguno de sus adeptos
tente tras la fuga de los fenómenos, produce con quiera introducir, en Vagar de la anegación de
obscuro ímpetu la naturaleza orgánica de la in ­ la voluntad de vivir», por él preconizada como
orgánica, y en escala ascendente las plantas, los redención del sufrimiento, la negación d-e La vida
animales, los hombres, así el verdadero- valor de misma. La voluntad, de vivir proviene de la in-
— ró j —

— i6o —
un hecho bien logrado. Verdad es que Sehopen-
clmación a gozar -de la vida y apartar los- obstácu­ hauer atribuye al genio una percepción exalta­
los que se oponen a esta inclinación. Quien se da de los 'defectos y padecimientos de la existen­
quila ia vida, el suicida, demuestra que no puede cia, porque junta en sí una doble vida, ya que
soportar una vida sin felicidad, el sufrimiento que por un lado permanece prendido en la servidum­
toda vida lleva consigo. E l verdadero ho-mbve, bre de la existencia habitual, y por otro vive una
en cambio, coma este sufrimiento como un ejer­ vida más alta, dentro de la cual advierte más- aún
cicio que se Le impone, del que no debe evadirse el vilipendio <Le la existencia vulgar. Sin embar­
cobardemente. Por eso, donde Schopenhauer ve go, el genio es consciente de su valor más alto.
más perfectamente marcada esa negación -de la Suponer que no lo fuera, equivaldría a pensar que
voluntad de vivir, es en las religiones donde esta un hombre de estatura aventajada no se diera
entrega al sufrimiento es considerada a la ver co­ cuenta de ello. Y puesto que es así, sería también
mo ima redención del mal, en el cristianismo 7 arbitrario suponer que para esta personalidad,
más aún en el budismo. consciente de sí misma, pesa más el dolor por la
Pero al mismo tiempo aquí está la curva, en vulgaridad de La vida com ente que el sentimien­
que el pesimismo extremo se halla a punto de to dichoso', de ene le llena la conciencia d e su
convertirse en optimismo igualmente desborda­ significación sobresaliente. Esta conciencia, ¿no
do. Cuanto más intensamente .se exalta el asce­ habrá de hacer olvidar más hien los padecimien­
tismo, tanto mas se asocia con el sentimiento ¿e tos -de la existencia, en mayor grado que lo hace
felicidad, que acompaña a esta elevación sobre el goce pasajero de las creaciones del genio? Po­
los sufrimiento-s de la existencia, y, al trocarse drá ocurrir que precisamente el genio* artístico
esta elevación en éxtasis, todos los sufrimientos propenda a estados penosos -de ánimo, pero siem­
de la existencia se transforman hasta en motivos pre será discutible si el sentimiento elevado, que
de esta interna vitalidad que prevalece ya sin acompaña a io-s momentos de propia actividad
trabas. Y esto ha ele entenderse, 110 sólo del e x ­ creadora, no pesa más que aqnell-os intervalos de
tático religioso, sino también clel artista exaltado depresión, que sólo suelen presentarse, cuando
por su creación , y hasta ele todo aquel, aunque aquella fuerza se rinde. De aecho aparece ya en
en grado quizás menor, que tiene conciencia de fu. xxxi n
— 102 — — 163 —

Schopenhauer a otra luz muy distinta La signifi­ •cuanto que el hombre genial de La actualidad es
cación de La personalidad genial, puesto que se para él a lo sumo una imperfecta aproximación
trata de estimaría según el valor que le corres­ hacia aquel ideal, en cuya descripción la fanta­
ponde en e l conjunto del panorama universal. sía puede desplegarse con toda libertad. Y este
Lo que para los filósofos de La Ilustración alema­ nuevo ideal futuro conduce al mismo- tiempo ,a
na era e l hombre en general, es aquí el hombre ahí nuevo- idealismo, que alcanza a -toda La vida,
de genio: es decir, no sólo- la corona, sino eL fin •el. cual a £n de cuentas suprime el individualis­
último de La' creación. Pero con esto penetra 7a m o mismo, según el principio del movimiento de
en esta Filosofía el pensamiento de La evolución .polo a poLo que preside a todas estas mudanzas.
y con él una ráfaga más optimista. Sól-o que este .¿Pues qué impide, no- ya limitar este ideal futu­
optimismo no se refiere, como el 'habitual, here­ r o del hombre- perfecto a personalidades indivi­
dado de la Ilustración, al futuro logro de estados duales descollantes sobre la masa, sino trasladar­
más perfectos de la sociedad, sino a la procrea­ lo al hombre en general, a la especie? Cierta­
ción del hombre perfecto. mente Nietsche no llegó tan lejos, o por lo me­
Por la aceptación y elaboración ulterior de este nos no* llegó en los principales pasajes d-e sus
pensamiento Friedrich Ñ ietszche se convirtió de •obras, en que describe el ideal futuro- de La hu­
discípulo en adversario de Schopenhauer, desde manidad por imágenes poéticas. Más bien para
luego en un adversario, que, aun al combatir al este cuadro futuro, trazado enteramente con los
maestro, sólo saca las últimas consecuencias de medios de la fantasía poética, necesitaba del «mu­
su doctrina. A l esaltar hasta lo inmenso el valor cho para muchos» (v iel zu nielen) como de un
de la personalidad individual, y concentrarlo en fondo, sobre el cual se destacara con eficiente con­
la genial, el hombre selecto se convierte para él traste el hombre ideal del porvenir. S-in embar­
en un ideal futuro, que ha triunfado ya comple­ go, y a en él se prepara esta última transición por
tamente de los obstáculos y defectos bajo Los que -el hecho de ene allí donde la fantasía salva toda
sufre el hombre de la actualidad. Pero con esto valla en la descripción de un ideal futuro, tal
el pesimismo conduce necesariamente a un opti­ •valla no existe. ¿Pues cómo le hubiera sido po­
mismo, que prevalece tanto más ilimitadamente, sible a este poeta filósofo consolida* semejante
— rÓ4 — — 16 5 —

cuadro? ¿Cómo cabe imaginar un mundo de p o­ «311e no llega ninguna intuición esterna. No de
derosas personalidades, t<?das coexistentes? otra suerte, para el po-eta de «Zaratustra» la «bes­
Como filósofo, Nretsohe tiende a lo general;, tia rubia» es una imagen -grotesca, que expresa,
como poeta, se atiene a la intuición de lo indi­ jior medio del más poderoso de los afectos, del
vidual. Por eso hay que retraducir aquel cuadra- terrorj la idea clel superhombre futuro. A lgo se­
de la personalidad libre al repertorio general de­ mejante ocurre con el «eterno retorno». Es. una
ideas, si se quiere interpretar rectamente su sig­ imagen, que desde Heráelito, que la creó, pa­
nificación filosófica. Esto lo descuidan aquellos., sando por Schopenhauer, hasta Nietszche, ba
a quien pudiera aplicarse la denominación de (¡pe­ ■experimentado notables transformaciones en su
dantes de la cultura:), formulada por Isietzschcr significación. El .antiguo-pensador griego ve rea­
y que lo mismo se cuentan entre sus adoradores lizarse en ella la invariable regularidad qu-e pre­
que entre sus enemigos. Cuando él llama al hom­ side al cosmos. Schopenhauer la aplica— prescin­
bre ideal del porvenir la «bestia rubia.);, toman damos si por imitación consciente o inconscien­
la palabra literalmente, los unos con la secreta te— al curso de la 'historia, por la eterna unifor­
voluptuosidad que acompaña al horror ante lo- midad que en ella se reitera. También Nietszche
terrible, los otros con el espanto que al ciudada­ se reñere sobre todo al histórico llegar ia ser y
no pacífico le infunde la verdadera bestia. No- fenecer. Mas para él lo eficaz ce esta imagen
piensan que la obra del artista) cuando él quiere estriba en la fuerza de la idea de infinito. No se
representar lo su per real, nunca puede igualarse trata, sin embargo, de la idea de infinito ilim i­
a la realidad. Y allí donde las artes plásticas es­ tado, con .que se embriagaban los filósofos natu­
tán sometidas a un ideal, que sea posible en la- ralistas del jRenacimiento; para él, que se siente
intuición, no encuentra barreras el poeta, para heraldo de un Renacimiento moderno, prevalece
quien sólo impera la palabra que sustituya la la infinidad cronológica ele la vida histórica, in­
intuición vivía. Por eso los cuadros de. infierno finitud que bajo La imagen de un progreso en
dantesco, creados por la pintura, suelen ser in­ marcha indefinida se ofrece a la fantasía con
feriores a la descripción del poeta, que infunde igual eficacia qne bajo^ la imagen, ya usada por
en ella afectos de sufrimiento y espanto, a los- HeraclitOj de una •eterna rotación del mundo. Lo
— icó —
— 167 —

que aquí se impone es la particularidad de la v i­ mente la imagen de un desconsolado aburrimien­


sión cronológica. E l tiempo- no- se resiste rueños to, como lo expresó Schopenhauer, quizá» algo
que el espack> a la representación de un limite*- grotescamente, pero en conjunto con acierto. En
Fero éste, más allá de todo límite, sólo puede ser cambio, si se la toma como una imagen intuitiva
imaginado como tal espado, es decir» por las pro­ de la infinitud del suceder, participa en el valor
piedades de nuestra intuición sólo puede ser ima­ emotivo de la idea de infinito', y para la fantasía
ginado como' -otra parte del mismo espacio infi­ del poeta el eterno retorno de Heráclito signe
nito, contrapuesta a la que queda de este lado del siendo hoy, como antes para, los cosmólogos grie­
límite. En cambio el tiempo, si se lo imagina des­ gos, una imagen estéticamente más eficaz que la
prendido de la visión espacial, siempre unida con. infinitud espacial del universo, más allá del alcan­
él en la realidad, marcha completamente a lo in­ ce de toda intuición.
determinado.' No hay una diferencia formal entre A sí como aquel pensamiento, de la reiteración
un más acá y un más allá de un límite cualquie­ histórica es común a Schopenhauer y a ^ietzsche,
ra imaginado en el futuro: así el tiempo' no ofre­ pero en éste aparece a un.a lu z co-mplet-amente-
ce en sí dificultad alguna ial intento de imaginar distinta, así por toda la visión del mundo^ se ex­
el tiempo futuro- como repetición efe un tiempo- tiende en ambos una oposición semejante, y es
pasado; y se comprende que, en contraposición en todo momento, como a-qui, la conversión del
a aquella idea absoluta de infinito, que dominó- pesimismo en un ilimitado optimismo la q-ie
en la Filosofía del Renacimiento sobre la base acompaña a esta oposición. Fara Schopenhauer
de la imagen astronómica del mundo, por lo tan­ la compasión es la ultima rúente de to-da Moral,
to en conexión con la visión de espacio, pueda- mientras que INietz-sche sólo ve en -ella una repe­
una consideración histórica del universo, si se- tición de la Moral cotidiana, ya inservible, que
siente compelida a someter el indeterminado con­ se ha de convertir en su contraria, si verdadera­
tenido croroló'gioo del porvenir a alguna regla, mente ha de surgir el hombre privilegiado del
elegir como tal la de la reiteración de lo misme-.. futuro. Por eso declara la guerra a la compasión,
Fero esta reiteración tiene dos caras. Si se la' lo mismo que a todas aquellas virtudes cristianas
considera realizada en ío individual, ofrece real­ de la resignación, de la humildad, de la mortifi-
— i6 S — — i6 g —

catión propia. Y en cambio proclama la energía zar más eficazmente la imagen del superhombre
de voluntad, el vigor, la veracidad y la implaca­ del futuro. El filósofo toma esta contraposición
bilidad frente al débdl y miserable. Scliopenhauer como un requerimiento ¿lI hombre futuro., lo mis­
se había llamado ateo, aunque sus disposiciones ino que al presente, para que se preserve -de todo
y simpatías religiosas se inclinaban hacia el cris­ io bajo y vu lgar. Y lo bajo_y vulgar consiste en
tianismo- y scbre todo hacia el budismo, donde lo que la gran masa llama una existencia dichosa
aquellas virtudes pasivas habían encontrado su y placentera. Por eso, Nietzsche está de acuer­
expresión más alta. Niet2sche se llama a sí mis­ do con K ant y con Schopenhauer en reobaz¡ar el
mo ((Anticristo». Pero lo que le empuja a este vulgar eudemou ismo. Buscar la dicha es indigno
lucha contra todo lo que has La él se consideró del hombre noble: su misión está en ser un hom­
estimable, no es tanto la oposición al ciistianis- bre más. perfecto1. c:Xo más grande que podéis
- mo, que en sus formas históricas presenta tam­ probar— dice Zaratustra—-es la hora del despre­
bién otros caracteres, cuanto la oposición a su cio, la hora en que decís: ¿A qué se reduce mi
predecesor, que destaca exclusivamente este la­ dicha? Pobreza es y basura y miserable acomo­
do, el afán de negar sin reservas lo que aquel do.» y aludiendo claramente ai utilitarismo in­
afirmaba. D e ahí que, en realidad, su «subver­ glés:’ ciBsto pregunta y pregunta y no se cansa
sión de todos los valores» no es en absoluto ttíia de preguntar: ¿ Cómo -el hombre se conserva me­
total subversión. Todo lo que Nietzsche procla­ jor, más tiempo, más agradablemente? Superad
ma como supremos bienes, la energía de carácter, vosotros, hombres superiores, el tumultuoso hor­
el ánimo, la veracidad, fué considerado siempre migueo, el miserable acomodo, la dicha de ios
como un bien moral, fuera del ascetismo nega- más \y.
dor de estas propiedades. Si a estas virtudes, que -L a subversión dé los valores de bueno y malo,
también Spinoza prefirió" como- virtudes activas, que Nletzscli-e. propugna, no- se refiere, pues, a
añade Níetzsche el implacable desprecio de los aquellas propiedades positivas, que la conciencia
humildes y miserables, todavía este motivo tiene mortal de todos los- tiempos apreció como las más
una doble cara, la -estética y la filosófica. E l poe­ altas, sino sólo a aquellas virtudes, que ya Spi-
ta necesita de un fondo contrastante, para'real- noza había llamado negativas: l¡a humildad, la
— 170 — — 171 —

compasión. Aquí es donde, sobre todo, •entra sica, puede obtener en su descripción de Los alec­
Nietzsehe en contradicción ' con Schopenhauer, tos, lo obtiene el arte del lenguaje, /porque ¡apor­
pues deduce con más resolución que éste La úl­ ta un contenido, .que por la fuerza de la impre­
tima consecuencia del individualismo representa­ sión estética hace aparecer al pensamiento mis­
do por ambos. Pero entonces, ¿qué queda sino el mo como la expresión limitada de una idea, que
contenido del sentimiento vital, exaltado hasta lo se prolonga en la misma dirección, pero* muy por
sumo? Evidentemente nada, que pueda mostrar­ cima de él.
se en la vida real como valor empíricamente re-
Y , de hecho, JSietz-scbe es un artista del len­
presentable de algún modo. Este sentimiento vi­
guaje, como pocos han existido-, aunque pueda,
tal es no tanto infinito cuanto completamente in­
entorpecer su efecto la exuberancia barroca y La
determinado, pues carece de un punto de refe­
transición brusca de lo sublime a lo feo, a que día.
rencia, como debe tenerlo todo sentiminto; si no
lugar no raras veces su afán de exaltación básta­
se ha de anegar en una nada inconsciente. Sin
lo inmenso. ¡ Con qué virtuosismo sabe elegir
embargo, esta representación del hombre, que só­
hasta los títulos de sus ob ras! Recuérdese: ((Hu­
lo se vive a sí propio y goza de la desenfrenada
mano, demasiado human00, «El caminante y su
expansión de su fuerza, ofrece a su vez una fa­
ceta estética. E l superhombre, que sólo1 vive por sombra», «Más allá del bien y del mal», «I,a sub­
su propio .sentimiento vital, no es un objeto que versión de todos los valores», etc. El arte de estos,
el artista plástico pudiera modelar: tampoco po­ títulos consiste no poco en que sólo indican le­
dría ser eliminado de los objetos, en que se ejer­ vemente el contenido o lo- ocultan por entero,
citase la potencia de este hombre. En cambio', al pero en ambos casos despiertan -en el Lector una
poeta no se le ponen estas trabas: la palabra es tensión, que ie hace apetecer el contenido. Y este-
un instrumento adecuado para despertar senti­ arte no se reduce simplemente a v-estir un pensa­
mientos que sobrepujan toda representación, y miento nuevo en su forma más eficaz, sino que a
al filósofo le está permitido suscitar exigencias, veces hace aparecer nuevo lo viejo, e interesante*
que ni la realidad ni la fantasía puede cumplir. lo vulgar. A l final de su vida, lo patológico f i é
Xo que ni las artes plásticas, ni siquiera la Mú­ proyectando cada vez más su sombra. Pero -estos-
'lunares y sombras perjudicaron poco a la influen­ reconocer en ella más que el anticipo de otra,
cia de Nietzsche. Si al principio los filósofos es­ grandeza mayor.
pecialistas le miraron con desden o indiferencia, Pero aunque sea en primer término el poeta,,
como antes a Schopenhauer, pronto 'el mismo pú­ el artista del lenguaje, quien alcanzó esta popu­
blico a quien interesó, los artistas, Los escritores» laridad, sería equivocado suponer que estas pro­
las personas de gusto, k aclamaron con entusias­ piedades fueron las únicas eficaces, ni siquiera las-
mo, uua vez descubierto, pues tampoco a él le sobresalientes. Los tiempos habían cambiado. La.
faltaron algunos años de espera. Era aquel un guerra franco-alemana de 1S70 marca un viraje,
arte de elocución, que superaba con mucho el de que no dio por resultado, co n o pudiera esperar­
su antecesor, Schopenhauer escribía con extraor­ se, nna repentina mutación de las circunstancias,,
dinaria claridad y amenidad; su estilo -era ori­ todavía revueltas tanto en el orden político como
ginal. Sin embargo, en la fuerza de La expresión, en el filosófico. I,os primevos escritos de JSTietzs-
-en la aptitud para crear locuciones, en la melo­ ebe, que corresponden a esta época, ofrecen tes­
día del lenguaje .quedaba a la zaga. No es de ad­ timonios de esta oscilación del ánimo público.
mirar que las mismas gentes, que habían venera­ Entusiasta adorador de Schopenhauer al princi­
do a Shopenhauer, se volvieran ahora a Xictzsche pio;, se inclina durante breve tiempo al positivis­
con acrecentado entusiasmo. Así logró lo que no mo, de moda por aquellos añes, que de la ven­
estuvo al alcance de los filósofos que le denosta­ cida Francia se difundió por Alemania, don de-
ban: desalojar a su pesimista predecesor, Desde encontró terreno abonado en el auge de La vida
luego muchos siguieron fieles ¡a éste y veían en económica. Para Nietz-sche esta época constitu­
INietszche al apóstata: entre los artistas se halla­ ye una crisis, a partir de la cual tanto su exal­
ba en este caso Richard Wagner; entre los sa­ tado individualismo, expresión filosófica de la
bios, Erwin Uohde, el filólogo clásico de tan re­ competencia de les individuos en las empresas
levantes prendas como artista. Sin embargo, para industriales- y técnicas de aquella época, como
los más Schopenhauer empezó a ser desde ahora su desbordante 'optimismo, aparece como un re­
una grandeza pasada, a la que se miraba con res­ flejo del temple de una sociedad ansiosa de po­
peto, como eí propio Nietzsche lo hacía, pero sin. sesión y de fuerza. A sí, a pesar de la sencillez
— 174 — — 175 —

<le su vida, ofrece en su Filosofía una imagen -de para el hombre poderoso ideal que abatir al dé­
los tiempos, aunque desde luego una imagen bil, inerme contra él? No, el hombre ideal exige
-exagerada. Pero precisamente por eso influyó en fines ideales, en que su vida se desborde, si h t de
tantos de sus contemporános, que no* buscaban ser para él digna de ser vivida; y estos fines, a
-en la Filosofía un conocimiento’ científico, sino los que él ha de aspirar, si su vida ha de ser una
una expresión de su propio estado de ánimo, vida de acción, no pueden ser nunoa una pose­
aun cuando no pudieran dar razón de la causa s ió n consumada, sólo presente para el goce, sino
■del embeleso1 estético, que estas obras les produ­ que han de unirse a valores, que estén schre él y
cían. También fue un síntoma de la inminente no bajo él. A quí se completa la idea del «super­
mudanza de los tiempos el que -el propio Nieizs- hombre», si queremos mantener esta -denomina­
ch e abandonó rápidamente esta fase realista y se ción para un ideal futuro al que se 'ha de aspiiar,
entregó en brazos de aquel desapoderado idea­ enlazándose -con la vida del entregamiento1, idea
lismo, al que se adhirió mucho del egoísmo pro­ ya inmanente, a este ideal basado en la acción.
pio de esta fase transitoria, tanto que él contri­ Tras del snpenhombre de Nie-:zsche está el man­
buyó en gran manera a poner aquel ilimitado dato del deber: «Tú debes entregarte al ejerci­
idealismo al servicio de un individualismo' igual­ cio, que te está señalado en el mundo.» Nfo cabe
mente ilimitado. A sí surgió el ideal de un super­ dudar que este pensamiento Latía también en el
hombre, que lleva su valor sólo- en sí mismo, y alma de Nietzsche. Sólo que el no podía expre­
¡que por ende, considerado como personalidad sarlo claramente, porque su espíritu, a cansa de
ideal individual, constituye el más expresivo re­ la oposición contra, la «Moral de los esclavos»,
presentante del afán de vivir. Sin embargo, este que sentía con sobrada viveza, se hallaba obsesio­
individualismo se desploma en sí mismo con esta nado por la imagen de k personalidad podero­
exaltación, se estrella contra el idealismo, a que sa, a la que desprendía de todas las relaciones,
se enlaza, cuanto éste se eleva a más vertigino­ en que la vida coloca necesariamente al indivi­
sa altura. Porque si hombre ideal aquel le falta duo. Y sin duda esta nota sorda e ineludible
en absoluto un objeto en que ejercitar su poder. debió de resonar en el alm a de muchos, que fue­
¿Pues qué cosa pudiera haber más lamentable ron atraídos por Nietzsche y que saboreaban sus
vo qne nunca. De hecho, con ■ese ánimo han
sentencias, na sólo por placer estético o por ¡afi­
marchado al campo (i) así los adoradores de
ción a la paradoja, sino como estimulo para pen­
Nietzsclie como los de Schopenhauer, así los dis­
sar por propia cuenta.
cípulos de K ant como los posi-tiristas y los mo­
i,a actualidad ha demostrado que esta inter­
nistas. E l idealismo alemán ha renacido, aun en
pretación de Nietzsche r de su influencia es la
aquellos para los que había muerto en una larga
verdadera. Nietzsche provocó el renacimiento del
idealismo' ¡alemán, acaso sin saberlo, pero desde er¡a de paz. Es un idealismo de acción, que enar­
dece lo mismo el alma del hombre vulgar, ig ­
luego sin decirlo. Renacimiento, no en. el estu­
norante de toda Filosofía, como el alma del
dio de las cuestiones teóricas, relativamente in­
hombre ilustrado, que acaso ha explorado to­
diferentes, qne solían ocupar el primer plano en
dos los sistemas y no ha si-do .aquietado* por nin­
Schopenhauer y en los modernos kantianos, sino
guno». E l hecho tiene aquí más valor qne toda
en lo que constituye el núcleo de toda Filosofía:
la Filosofía junta. Mas precisamente por eso* la
en los problemas de la visión moral de ia vida.
Filosofía, nunca ha de renunciar a procurar in­
En este orden signe obrando entre nosotros, los
terpretar el sentido de la vida, y debe conside­
alemanes, no sólo el imperativo- kantiano del de­
rar como la más importante confirmación de sus
ber, sino también la más honda interpretación
interpretaciones el que concuerden con la vida
que el idealismo siguiente <lió a este imperativo,
real y con los motivos prácticos que la im­
aun cuando los es.minos del razonamiento' y de
pulsan.
la ejecución hayan de ser distintos en parte. No
hace falta que todo el mundo .se de cuenta de
esta correlación. Quizás en este caso ocurra lo (i) Repárese que este libro esrá. escrito en los co­
mienzos de la guerra.
contrario. Sin embargo, en esta dura época, nos­
otros estamos seguros de que en el alma del
pueblo alemán este idealismo— no el de la exal­
tación de la personalidad individual, sino el de
la entrega al todo, a la «(especie:), como Fichte
se expresaba— es prácticamente mucho más vi­
F !i. XX XI 12
y L El espíritu <áe las nacáomes asi la perra y
en fia paz

E s Liu hecho noto-rio que peisonas ilustradas,


--que han abandonado mucho tiempo su dialecto,
.tornan repentinamente a. él, tan prcutc como ex-
perimeutan un afecto tito . En el afecto reapa­
rece el hombre natural, a quien la costumbre so­
cial ha revestido en el trato corriente con una
capa consuetudinaria, que es lo más uniforme
posible para todos, Algo- semejante a lo que ocu­
rre con el individuo, ocurre también con las na­
ciones. Ciertas regias de conducta social— pese
a las dii-eren-cias, que no pueden borrarse deL
todo— se han impuesto coico un código ético in­
te rnac ional2 y cuanto más altos son los círculos
■de la vida -en que este codigo prevalece, tanto
m ás se acentúa su otTldgatoriedac convencional,
■que llega hasta las cosas más mínimas, y que in­
variablemente se une con la mentira conrencio-
mal, como lo atestigua particularmente el len-
— 1S 1 —

guaje de la diplomacia en tiempos de paz. Pero*


cuales se manifiestan más abiertamente los. im­
también esta obligatoriedad desaparece en e l
pulsos espiarrales, también existentes en la paz,
afecto, y ningún afecto mas poderoso <|ue el pro­
.aunque en ella obran más tranquilos. Sin em­
vocado por la guerra. A este afecto c -excitación
bargo, las canciones bélicas que más fielmente
acompañan las mismas circunstancias que a La.
-reproducen el carácter de las naciones, no son
pendencia entre individuos, sobre todo* cuando-
tanto las pertenecientes al d o m i n i o cíe la ver­
pasa a los hechos. En la gn.ierr.a_ es cuando- se
dadera .tiricia papular, ■que ■cambian según el
llega a oir lo que los estadistas de los pueblos,
-sitio y la época, cuanto los himnos nacionales,
contendientes piensan en realidad u n o s‘de otro-s*
Jomados del tesoro jle la poesía nacional y en-
y la mentira convencional de las. relaciones di­
rtonados al marchar a la guerra por los comba­
plomáticas, que encubre y suaviza en tiempo
tientes, que acuden de todas las comarcas del
de paz la divergencia de opiniones, puede trans­
país. En este orden sobresalen algunas poesías,
formarse en la mentira malévola, que trata de-
m uy repetidas a través de -acontecimientos his­
apoyar e l envite de' las armas con la difamación
tóricos, que inflamaron los ánimos en patrióticos
del adversario.
.sentimientos. Ninguno de esos himnos compa­
Pero no hemos de hablar aquí de estas con­
rable a la Marsellesa, no sólo en fuerza de ex­
secuencias del afecto, exaltado hasta la pasión,
presión, fino más aún como fiel imagen del es­
sino de aquellas en que se manifiesta la índole-
píritu francés. Las palabras aLe jo'icr de gloire
permanente de los pueblos, oculta en la paz tras-
-est arrivé» entusiasman, no .sólo al soldado- que
la marcha tranquila de la vida cotidiana, y sólo
marcha a la guerra, sino también a l humilde elú­
acentuada en la guerra por la excitación cir­
deladaño en tiempo de paz. G lorie y fama-, he ahí
cunstancial. Así como en la canción popular es
los bienes más estimables de la vi.da: gloria y
acaso donde más fielmente se reflejan las emo­
fama ante todo para el individuo, y luego, rece­
ciones del alma del pueblo, así la canción que-
jándose de él, para ía patria, para la ¡(gran na-
el soldado entona, cuando marcha a la guerra,
-ción'>. Otros son los acentos del himno inglés,
es acaso la más fiel expresión de los afectos que
que tampoco se oye sclO' en la guerra, sino tan­
en la nación se han despertado; afectos en los
t o o más en tiempo -de paz, -mando amenaza 111
— 182 —

peligro nacional o simplemente se ventila un a ambos himnos es el himno guerrero alemán,


interés importante. Entonces enmudece el him­ que mereció La preferencia de nuestros soldados,
no dinástico, que por La misma ialta de afecto primero en la guerra de 1870 y luego en la de
de su melodía se revela y& como acompañamien­ 1914, lo mismo si luchaban en Occidente que en
to obligado de un ceremonioso acatamiento, y Oliente, y de cualesquiera regiones del imperio
en el cual -el verdadero entusiasmo suele brillar" alemán que procediesen. Los alemanes poseemos
por su ausencia. E l verdadero himno nacional.,, una multitud de canciones patrióticas, muchas
donde el bretón infunde toda la pasión de su •de las cuales se remontan a la ép-oca de las gue­
alma, es aRule Brita,nniam t himno que se remon­ rras de la libertad, canciones -que los orfeones en­
ta a una época en que Albión acababa de formar­ tonan en las asambleas nacionales. La canción
se conciencia de la enorme importancia de su. de E m st Moritz Arndt, alusiva a la.patria ale­
begietnonía, y que todavía hoy resuena por tie­ mana, con su pregunta, por desgracia sól-o in­
rra y por mar dondequiera que este predominio' suficientemente contestada, prevaleció durante
es atacado, aunque só-lo sea ide lejos. Poder y so - muchos -decenios como himno nacional: testi­
beranía, he ahí los bienes que el bretón, no ya. monio elocuente de la desorientación y, al mis­
codicia ardientemente co-mo ei francés la fama,, mo tiempo, de la unidad incipiente de nuestra
sino considera como patrimonio seguro que le- conciencia nacional. Luego, a medida que la
pertenece; y hoy quizá más que nunca, porqu-e época del cumplimienlo se acercaba, surgió el
hoy, en la era del tráfico universal, la sobera­ «Deulsc hlcrnd, DeuU chland über alies:) (r) de
nía sobre el mar signifi-ca la soberanía scbre e l Hüiffmann. La primera <le estas canciones no se
mundo. Por eso también el «Rule BritannLa»- canta y a nunca. L a segunda la siguen cantan­
oculta en sí una pasión más profunda y estable do todavía nuestros combatientes. Otra canción,
que el ruidoso clamor de la Marsellesa, y esta que todo el mundo conoce y canta, es la :<IV ackt
pasión resulta tanto más vigorosa, cuanto que- ani Rheiny, (-2). Cosas mejores ha oroduci do la
sacude la actitud generalmente comedidla del bri­
tánico, como un rayo La nube -en calma. (1) «Alemania, Alemania sobretodo».
Más modesto, mucho más modesto con relación (2) «Guardia en el RJn>.
— 1S5 —

poesía antigua y la moderna. Nuestra guardia Jos distintos países. G-loria y fama son para «1
no está ya en el Rin, sino en los Vosgos y en el p a n c é o, desde que la historia comprueba la uni­
líosela, y el episodio francés, que dió lugar a dad nacional, resultante de La mezcla de tribus
esa canción en 1840, ya se ha olvidado. Segu­ iberas, celtas y germánicas, y de invasores ita­
ramente no -es sólo la excelente composición lo lianos, los bienes principales, a que aspira. Ellos
que ha conservado’ la vida de este himno desde forman con el amor tíe las mujeres— el cual a
su redescubrimiento casi casual en e l año iS jo, su vez se conquista por la preeminencia que el
ni lo que le da fuerza sobre el corazón de los individuo obtiene así en la guerra como cu el
soldados, sino e l mismo sencillo contenido que torneo, muchas veces sangriento— el tema prin­
se condensa en la última línea con estas pala­ cipal de la antigua novela francesa caballeresca;
bras: (íFest sieht und ireu die W achi ctm RhHn» y Las costumbres caballerescas se extendieron
( i) . Firmeza, y lealtad, he allí las cualidades que desde Francia por todos los países de Europa,
el alemán más aprecia, o pana decirlo con una mucho .antes de que el francés llegase a ser el
sola palabra: e l deber. E s la fidelidad al deber, idioma universal. Distinguirse .sobre los demás
que el alemán traslada de La profesión pacífica es un afán qne todavía hoy anima a todo pecho
a la guerra, en La que para él llega a ser el su­ francés. E l conocido' proverbio «Todo soldado
premo de los deberes, el deber de la abnegación lleva en La mochila el bastón de mariscal» jim ­
por la patria. ia con este aliciente, que impulsa a las- supre­
mas hizaíLas, otra significación, la de que la su­
prema gloria es accesible a todos. Esta emula­
Lo que el himno guerrero expresa en pocas ción por obtener gloria y fama se extiende a to­
palabras, se confirma en la historia de las na­ das las relaciones de la vida, no solo a la pro­
ciones, en su vida cotidiana, y finalmente, en­ fesión militar, a la industria, a la manufactura
cerrado en conceptos y recercado por conatos y al comercio, donde tiene por liase natural la
de razón amiento científico, en la Filosofía de competencia económica inherente a estas formas
profesionales, sino sobre todo a las aportacio­
(1) «Firme y fiel se aposta en el Rin la guardia». nes espirituales y las correspondientes ptoíesio -
— i 85 — •

nes del artista., <le lí maestro-, -del empleado’, del qne otra nación se glorifique, aun cuando La ha­
abogado, etc. Desde la escuela popular hasta La zaña, a que obedezca esta glorificación, no tenga
Universidad y la Academia de Ciencias predo­ iqjue ver lo más mínimo con- su bien o su mal
mina en la ascensión del individuo el concours, propio. Recuerda un incidente que me dió a co­
la competencia por el puesto vacante, apoyada nocer por vez primera esta propiedad del espíri­
con toda clase de esfuerzos, incluso ,a veces coa. tu francés. Entre los años iSóo y 18Ó6 había Le­
la recomendación de personalidades influyentes. cho yo amistad -con un escritor francés, que' se
L a Academia de París señala todos los años más había establecido en Alemania y no pensaba
premios para la solución de problemas cientí­ abandonar nunca este' país. Era uno de los fun­
ficos que todas las demás ¡academias del mundo da dores de la ctRevue Germanique», dedica da
juntas. E l que un jurado pueda absolver a un por entonces a la difusión del conocimiento de
delincuente notorio', y sobre todo a una delin­ la literatura alemana, y era incluso un amigo
cuente, por el brillante discurso del defensor, a sincero de Alem ania. L e encontré por casuali­
nosotros los alemanes no-s parece inconcebible. dad al día siguiente a la batalla de K.ónig’grátz.,.
Para el francés, en cambio, resulta La cosa más y estaba -muy abatido.
natural. La admiración por el orador la tras­ — T'eng-o que marchar de Alemania— me di­
lada él a l objeto del discurso, y así acaba por jo— , porque yo no puedo pasar en Alemania la-
asentir a todo Lo que aquel aporte en favor del guerra ahora inevitable entre los dos países ve­
desgraciado delincuente. cinos.
Este afán por distinguirse irradia del indivi­ Y como yo quedase desconcertado y atónito,,
duo a la nación. También para ella ansia el fran­ añadió:
cés gloria y fama. Entre los atenienses, según — Usted no cono-ce a mi pueblo. Con este triun­
testimonio de Kexodoto, Platón y otros autores, fo de Prusia pierde su prestigio; eso no lo so­
era una opinión muy entendida, que sólo en un porta; 5' yo no puedo menos de sentir esto mis­
Estado glorioso puede eL individuo aspirar a La mo con mi pueblo.
gloria. Pero los franceses van más allá: ellos Efectivamente, poco después dejó Alemania'
consideran como un perjuicio para su gloria el para siempre. Pero había acertado en el vatici-
— 189 —

una expresió-u de duelo-, I>e todos modc-s, en;


nio. No pasaron muchos días sin que se oyera,
■este desbordarse del afán, en s£ egoísta, de hon­
en las calles de Piarís el grito de: «¡Venganza
ra y fama hasta la nación y el Estado, hay un
por Sadowa b> Y no cabe dudar que el origen de
rasgo ideal, que suscita la apariencia de un ver­
la guerra de 1870 no fué La candida: ai a del
dadero idealismo y que puede llegar a ser tal,
Holienzollern católico, sino la (¡venganza poi Sa­
sobre todo -en el momento' de la obra. La razón
dowa.;) Para nosotros los alemanes 'este concep­
de esto es que el afán de distinguirse, incluso -
to de la venganza es incomprensible; desde lue­
cu-ando se reviste -de un carácter enteramente
go nunca emprenderíamos un.a guerra por un
•egoísta, constituye siempre nn valor más ideal
motivo semejante. Sin embargo, no< -es mera y
que la posesión o la fuerza u otros bienes mate­
pura envidia, como- pudiera suponerse, sino el
riales. Pero en todo caso, mientras el carácter-
mismo afán de aventajar a los demás el que no
francés no traspone el límite ce su peculiaridad,
puede sobrellevar que los otros .sobresalgan, aun
la raíz de donde brota este rasgo ideal es el egoís­
•cuando nada padezca por elk> el propio interés
mo. .Palmariamente lo demuestra la Filosofía
ni la propia fama. Por eso la palabra re-vanche
francesa, que, cuando no s-e adhiere a, las óbc«
está mal elegida. X o es la venganza por una ac­
trinas tradicionales, se acoge a la teoría del «egoís­
ción, sino el despecho por la pérdida de presti­
mo amplificado»: de manera más tosca en H-el-
gio, lo que es-cita no tanto la envicia como el
vetius, que considera el altruismo como una es­
-odio. En cambio, la guerra de 1914 es -efectiva­
pecie de ilusión útil; -de manera más fina en Ios-
mente una guerra de revancke; pero también en
modernos evolucionistas, que recurren & la Psi­
este caso no es tanto el dolor por las provincias
cología e interpretan las acciones desinteresada s-
perdidas como la merma de prestigio lo que ha
como un sentimiento vital, exaltado so-bre sus
mantenido en vigor el pensamiento de desquite du­
límites ordinarios. E n cuanto al contenido de
rante los prolongados años de paz. Los alsacia-
este .sentimiento vital, es significativo que Cu-
nos son para Los franceses bastante indiferen­
yau descubría en el placer, que ¡acompaña al"
tes, y la velada estatua de la ciudad de Estras­
riesgo -de la propia vida, el estímulo para las su­
burgo en la plaza de la Concordia de París es
premas manifestaciones -del altruismo.
para ellos más una impresión estética fuerte que
— r$>o —

ne en peligro La vida, por su egoísmo amplifica­


No menos se descubre la disposición teórica
do, mientras confiesa no- poder explicar por su
-del espíritu francés en aquella amalgama d-e dog­
teoría aquella otra acción, en que un hombre sa­
matismo y escepticismo, que caracteriza inclu­
crifica su vida con plena conciencia. Donde m is
so a la Filosofía. E l escepticismo añadido a la
se separan ambas propiedades, por lo demás uni­
observación de la realidad comunica a la. novela
francesa el peculiar encanto de que el autor ilo­ das, es en la religión: aquí el individuo o es
ta impasible i asta cierto punto sobre sus per­ dogmático absoluto- o absoluto escéptico. El dog­
sonajes, y los describe como son, sin tomar par­ ma predomina en la gran maoa del pueblo; el
tido por ninguno interiormente. Balzac es en es­ escepticismo, en la mayoría de los- ilustrados,
to un ejemplo clásico. En el trato corriente esta tíue suelen ser completamente irreligiosos. No
mezcla imprime ¡al intercambio de opiniones obstante, también a éstos alcanza el ejercicio e x ­
-aquella objetividad, que entre nosotros los ale­ terno y solemne de La religión, el culto, en el
que participan por el placer estético que les pro­
manes encuentra muchas veces el estorbo de la
porciona. Cuando 1-03 directores ateos de la Re­
terquedad con que cada uno se a feria a su pa­
volución eligieron a la Razón como ser supre­
recer, y que fácilmente toma las proporciones de
mo. lo hicieron con solemne aparato, paseando
espíritu de contradicción. Y esto puede aplicar­
se lo mismo a la discusión científica que a la por las calles a una actriz como sustituía de esta
conversación cotidiana. E l francés siempre está nueva divinidad. Y cuando Auguste Comte tra­
dispuesto a dar la razón a otro basta cierto pun­ tó de dar a su altruismo consagración religiosa,
to, y cuando, no puede menos de contradecirle, la- humanidad se transformó para él en ser su­
lo hace con una ironía fina y cortés que no ofen­ premo, aL que aplicó las formas del culto cató­
de. Sin embargo, esta misma mezcla le lleva en lico. Por eso, aun cuando el protestantismo ha-
-ocasiones a admitir de buen grado trabas y has­ ya influido científicamente en algunos teólogos
ta incompatibilidades con sus propias conviccio­ franceses, como religión popular es inconcebible
nes, cuando un alemán nunca se ¡avendría a ello. en Francia. - ,v .
Ejem plo brillante es una vez más el filósofo Gu-
yau, quien se explica la acción, en que uno po­
--- 193 — — 193 —

Mientras el carácter francés se manifiesta cla­ acaudalados 1a ludia por La propiedad en peli­
ramente en todas estas propiedades, no sucede gro, ya porque alcance a los pobres la lucha po-r
lo mismo con Inglaterra. A l observar a l inglés el mejoramiento d'e las condiciones de vida, y.a
en el trato social 0 en sus ocupaciones -diarias, finalmente porque se ventile la prosperidad de
¿quién había de sospechar qne semejantes natu­ toda La nación, en la que el indívidu-o ve la ga­
ralezas flemáticas, y generalmente taciturnas, ha­ rantía de. su propia ‘bienandanza. Entonces, en
bían de codiciar en secreto la fuerza y la sobe­ las asambleas populares y obreras, la pasión pue­
ranía, como lo indica el antiguo grito de guerr.a de Llegar a violentas explosiones de ira, y hasta
((Rule Britannia» ? Incluso- la novela inglesa suele el orador parlamentario inglés no se recatará,
describir la vida burguesa pacífica, y desde FLel- en plena paz, de lanzar amenazas -ofensivas con­
ding hasta Dickens es peculiar de las obras maes­ tra Los demás pu-eblos. Recuérdese cómo L-ord
tras de la raza un humor no igualado por nin­ Falmersto-n, cuando los alemanes hicieron Los
guna otsa nación, humos: que se Levanta gozo­ primeros tímidos ensayos de construir barcos de
samente sobre las flaquezas de los hombres, pero guerra, les aconsejó que corasen la tierra, na­
a veces también ge convierte en amarga sátira. vegasen en las nubes o levantasen castillos en el
¿ Y qué otra cosa -es en lo esencial la Filosofía aire», pero que nunca se les ocurriera «pasar per
de este país sino un incesante esfuerzo por coor­ alta mar ni siquiera por aguas costeras».
dinar Las -exigencias del pensamiento con Las ne­ ¿Cómo se explica este curioso contraste? Cabe
cesidades de la vida diaria y con las condiciones sospechar que el inglés del trato cotidiano es
de un tranquilo bienestar burgués? Cuando esta en gran parte producto de la historia. Los tiem*
Filosofía se eleva al plano de los ideales, estos pos de Bacon y de Shakespeare, los tiempos, en
acaban por concentrarse en una paz eterna, que -que un W alter Raleigfct y un Francis D íate , co­
en el fondo no se concibe sino como la continua­ mo primeros campeones de la potencia marítima
ción de la vida cómoda, de que disfruta ya hoy inglesa, conducían sus barcos piratas por todos
el ciudadano de mejor posición. Sin embargo, los mares, presentan otro aspecto, como tam­
cambia el panorama tan pronto como esta como­ bién son distintos los cuadros que la antigua co­
didad se perturba, ya sea porque alcance a los media de Inglaterra nos traza de las actividades
Fil. X X X I 13
— 19 4 — — 19 5 —

y afanes de los hombres. L a lucha entre los legiado, pueda extenderse también a la ocupa­
magnates ingleses de los tiempos pasados, tal ción de otros países, que no carezcan de dueño.
como La describió Shakespeare en sus dramas-, El pasado- siglo presenció dos casos flagrantes de
rebosa de pasión, de traiciones y violencias. En -esta índole: al principio-, el bombardeo de Co­
cambio, la Inglaterra de hoy no es ya el país in ­ penhague y el apresamiento de la flota 'danesa;
quieto, que desde los tiempos de la reina Isabel -al fin, la guerra de los boers.
y de Cromwell extendió' más y más su poder na­ En el fondo de esta soberanía universal de
val, hasta que alcanzó la indiscutible soberanía ¡Inglaterra hay dos condiciones qíue no sola­
sobre el mar y sobre el mundo, Sucesivamente m ente Le dan sus fundamentos efectivos, sino que
despojó a España, Francia y Holanda de mu­ además saturan el espíritu del bretón con el
chas de sus posesiones coloniales. H oy domina -convencimiento de que tal soberanía es impere­
casi en todo e l comercio del m-undo. Las empre­ cedera. Una de estas condiciones es la posición
sas coloniales de otros Estados se hallan bajo su insular de Inglaterra; la otra, La riqueza que le
control, y no sólo reclama el derecho sobre los proporciona su industria y más aún su potencia
países que efectivamente posee, sino -también so­ marítima y su patrimonio colonial. Y s se han
bre aquellos que no posee, con sólo' que su ad­ olvidado los tiempos, en que Los -ejércitos fran­
quisición pueda parecer útil en e l porvenir. A ceses desembarcaban en Inglaterra. Desde h.ace
este propósito- dijo el liberal Lord Rosebery en siglos la protección de su ilota, y más con los
el Parlamento: «No hemos Je poner las miras modernos medios de combate, hace imposible el
solamente en ¡aquello que ¡actualmente necesita­ desembarque de ejércitos extranjeros en terri­
mos, sino también en aquello que necesitaremos torio inglés. A ún pesa más lo segundo. Por su
en lo futuro.:: ¿Se puede expresar más clara­ tráfico mundial, Inglaterra ha llegado a ser el
mente la aspiración a la soberanía universal que país más rico 7 juntamente el banquero del mun­
se hace en estas palabras? E s el .derecho de ocu­ do. Domina el mercado universal, Las transaccio­
pación de las cosas sin dueño-, pero limitado a nes económicas, el servicio telegráfico de noti­
Inglaterra; y se comprende que este principio, cias, y, en ñn, la prensa periódica, no sólo en
si le parece conveniente a un Estado tan privi­ ■su propio país, sino también en muchos países
— 197 —
— 1 9 6 -—

•cho que ambicionar todavía. Naturalmente, tam­


■extranjeros. Esta segundad contra el exterior
bién el insulano de hoy tiene sus deseos: ambi­
y esta plétora son manifiestamente las condicio­
ciona sobre todo riqueza, luego- consiáenación e
nes que han modelado en parte el carácter -del
influencia en la so-dedad; y a-caso- en secreto se
inglés actual. A ello* ha contribuido' en el obs­
forma una escala valorativa a lo Bentham de
curo fondo de los recuerdos históricos aquella-
-estos bienes. Pero no le astean pasiones más
idea de ser «el pueblo elegido de Dios», que v a .
hondas, como no descarguen sobre él inespera­
el puritanismo trasladó del dominio religioso al
dos golpes d-e la suerte. Esta complexión 'esoiri-
político. Todas estas circunstancias han ¡acabado*
tual es la que ha producido el inglés típico- de
por convertir a Inglaterra en una nación sa-íú-
.hoy. Naturalmente, en todo hay excepciones,
fecha. Por más que los estadistas no rehuyan en-
pero éstas desaparecen en la masa.
modo alguno la ampliación del patrimonio na­
Harto sabemos que el inglés es esclavo de la
cional y el acrecentamiento del nacional pode­
-costumbre en mayor grado que nadie; es más,
río', y el ciudadano de Inglaterra considere ú til
hasta sus acciones más indiferentes están deter­
y conveniente, este auge, su bienestar 110 se alte­
minadas por la tradición convencional, manteni­
ra por eso. E l ciudadano inglés se siente oculto
da con férrea tenacidad. Pues bien, no será -equi­
en su isla, saturado' con lo que tiene, Desde
vocado suponer qu-e también esto es producto- de
luego esto sólo puede decirse del inglés propie­
aquella existencia satisfecha, de que el británi­
tario. iE!n esta sociedad inglesa se van agitando
co goza, y en la que nada le perturba, ni siquie­
también poco a poco los desheredados y los in­
ra la meno-r transgresión de lo establecido. A
satisfechos, que piensan en el próximo reparto^
muchos ingleses acaso 1.a silla presidencial -del
de los bienes d:e fortuna. Pero estos elementos
E.ord Canciller en el Parlamento les parezca ri­
han influido poco- hasta ahora en la autoeduca­
dicula. Sin embargo, el momento- en que se qui­
ción del carácter inglés. A sí se comprende ,aquel'
siera quitarla, parecería escandaloso a los testi­
contraste entre la antigua y la nueva Inglaterra.
gos de la escena como apartamiento- d»e lo acos­
Da antigua Inglaterra era un país de poderosas-
tumbrado, y as. nunca se ha encontrado el mo­
aspiraciones, consciente de su energía y de su
mento propicio. Si estas infracciones de l-o Ira-
acometividad, al que siempre le quedaba m u-
— 19S — - r 199 —

dicional las siente el inglés como -una especie d e tumbre, alcanza desde la vida diaria hasta las
perturbación de la paz de su alma, considera instituciones del país. A l inglés le repugna 1a
también desagradables las manif.estaciones de vivienda de alquiler; prefiere vivir en su propia
afectos vivos, o Io>s ademanes simultáneos, que casa. L¡a legislación del Fiaba os C c r fu j es su an­
tan vivamente acompañan el lenguaje de los. tiguo baluarte de la libertad. La administración
franceses. Por eso evita discusiones, de las. que autónoma 7 el Parlamento le infunden la con­
todo el mundo sabe por adelantado que nada, se ciencia de iq¡ue se rige a sí mismo, aun cuando
saca. Y así ocurre que, en sociedad, prefiere no ni los ¡antiguos ni los nuevos partidos, dada su
hablar de nada, o, como quiera que el silencio composición . predominan:emente plutocrática,
también es considerado como improcedente, ha­ sean una verdadera representador po-pukr. La
bla de cosas indiferentes o triviales, Estos ro­ conciencia, de que en un momento dado les cabe
deos convencionales le sirven como protección; a los electores sustituir el Gobierno, actual por
de la personalidad individual, 110 sólo contra lo» otro, le llena ce la ilusión de ser señor de su
indecoroso, sino también contra pretensiones mo­ país. Juntamente liay una institución social, que,
lestas. Nadie necesita saber lo que lino piensa; sin poner trabas de ningún género a la libertad
sobre cuestiones religiosas o políticas, en tanto personal del individuo, le da el apetecido enla­
no tenga uno que declararse «en ese sentido por ce con la sociedad y a la vez, un sentimiento- de
su profesión. La misma abstención se aplica a l propia importancia: el club. No hay que confun­
Estado, en tanto no sea obligación suya prote­ dirlo' con las inocentes asociaciones-, que a veóes
ger 1a persona y la propiedad. Libertad ilimita­ llevan en Alemania este nombre, Para el inglés
da del individuo en todo lo que no se oponga a- es el club de La más grav-e importancia. Lo. pone
idéntica libertad de los demás: be ahí el princi­ ec su tarjeta de visita; lo cuenta entre sus títu­
pio que Inglaterra fué la primera en reconocer,, los. Pertenecer a un club conocido constituye
y que en ninguna parte arraiga tanto en el ca­ gran parte de la propia respetabilidad, y si alguna
rácter de la nación como aquí. Este afán, en s f personalidad importante pertenece a un club-, es­
muy respetable, de independencia personal, con- to aumenta la importancia de los demás miem­
el que contrasta por cierto la coacción de la cos­ bros. A lgo semejante ocurre con las antiguas
— 200 — . — 201 —
I

Universidades aristocráticas de O xford y Cam­ dadero amigo y coterráneo. Caerán las vallas,
bridge. Quien ha estudiado en una de ellas, per­ que suelen separar del forastero al isleño, cons­
tenece a ella de por vida. Sus regatas anuales ciente de los privilegios de su país y de sus pro­
las mira con orgullo. En los alumnos de tales pias excelencias. Para a-preciar su actitud frente
universidades se refleja un destello del orgullo al forastero, hay que observarle en su trato con
nacional. Desde luego no faltan rasgos plausi­ personas extrañas a él, sobre todo cuando viaja
bles en el ajetreo de las universidades inglesas, por el 'extranjero. Mientras los demás c-uropeas
tan distinto del de las alemanas. Para la Cien­ se esfuerzan por compenetrarse con el lenguaje
cia, sin embargo, no son centros de gran altu­ y las costumbres de los países extraños, suele
ra. I^os grandes sabios ingleses han sido- más pasar por ellos el inglés con indiferencia. A to­
bien personas privadas, que al margen de la so­ das partes lleva consigo su idioma, sus costum­
ciedad se dedicaron a sus investigaciones, o ac­ bres y hábitos, sin imponerse frente al indígena
tuaron como profesores en Las «nuevas univer­ en lo más mínimo los respetos -que guarda en su
sidades», que no son propiamente universida­ propia patria con sns coterráneos. Se siente co­
des, sino Escuelas especiales, sobre todo Institu­ mo el amo del país por donde viaja, es el tira­
tos técnicos. no de las fondas, y se convierte por lo misr.io
A veces se designa como una contradicción en bienhechor de todos los viajeros de Europa,
notable el que e l inglés particular sea honora­ sobre todo después -que se ha -ausentado. Hasta
ble, honrado y, cuando se le trata de cerca amis­ los alemanes le -debemos mucho -en punta a. con­
tosamente, franco y obsequioso, mientras que In­ fort. Naturalmente que él no ha procurado estas
glaterra como Estado, lo mismo en los tiempos cosas en atención a nosotros, sino a sí mismo;
antiguos que en los modernos, se muesra atro- por cierto con esa desconsideración con que con­
pehadora, desleal e insidiosa. Y o creo que esta sidera coma -derecho innato el imponer su vo­
contradicción no existe. E l extranjero, a quien luntad. Realmente en un pueblo, que desde hace
el inglés ofrece su amistad, se convierte para él siglos ejerce la soberanía sobre los mares, des­
hasta cierto punto en ciudadano' adoptivo de su empeña por tierra un papel preponderante, cuen­
país. N o le tratará el inglés sino como a su vej- ta con los mayores dominios coloniales de la tie-

V
— 203 —

tra y posee más capital que cualquiera otra na­ pables diferencias el francés.y el inglés, Aquel
ción, no podía menos de formarse La conciencia, se siente en todo instante el centro de la socie­
de que le corresponde por derecho natural -eL dad, y de su contorno se refleja en él La misma
mando y el poder, conciencia que también se. grata imagen que él tiene formada de sí mismo,,
apodera del individuo que pertenece a ese pue­ y que acrecienta la benevolencia con que trata
blo. Á su vez este sentimiento autónomo se re­ a los demás. Si posee la Legión de Honor, lle­
fleja del individuo en La nación. Quien está acos­ vará la banda a ser posible hasta en camisa, de
tumbrado a tratar al forastero como una sombra, dormir. Su orgullo es, por decirlo iasí, «centrí­
cuando no le necesita, y como una cosa, cuando fugo)): irradia de su Y o a su familia, a su ciu ­
le hace falta, ese ta.I, liega do al puesto de mi­ dad natal, a toda su;;nación. M uy de otro modo-
nistro, no ha de considerar frente al Estado ex­ eL inglés. Un conoeido adagio dice: umy h ca sé­
tranjero La mentira como mentira, ni el engaño is my castle»; y tiene otra variante muy signi­
como engaño, y el ataque en plena paz le ha de ficativa: t'.Ttiy country ü my world'». En su casa­
parecer norma permitida, si le conviene a In­ se siente guarecido, v de ella expulsa a todo el
glaterra. que entre, sin haber sido invitado. Y su tierra,
No es acertado condensar estas inclinaciones esa orgullosa Inglaterra, señora del mar, es su
en la palabra «egoísmo». Mucho más apropia­
mundo; ella le comunica algo de la fuerza y del
damente pudiera aplicarse al sentimiento nacio­
mando, que a su juicio le corresponde. Su senti­
nal, basta cierto punto, la expresión _dé los éti­
miento nacional es «centrípeto», Ciertamente se­
cos franceses, «egoísmo amplificado)!. Pero así
ría difícil decir en cuál de estos sentimientos-
como los motivos egoístas adoptan en los dis­
late más egoísmo. E l comportamiento francés lin­
tintos hombres diversas formas y coloraciones,
da más con la vanidad; eL inglés, con el orgullo.
según se refieran a la propiedad, a la familia, a
Más amable es La primera; más antipático el se­
la profesión, al cargo, a 1a, valoración personal,,
gundo. De toidca, modos ambos son mejores que
etcétera, así el egoísmo nacional tampoco es >el
mismo en todas las naciones. En esto, coma en la falsa modestia..., una consecuencia, de la de­
todo su carácter popular, presentan Las más pal­ gradación de las circunstancias políticas, que en
— 205 —

tiempos pasados perjudicó a veces al sentimien­ de los hartos. 1,0 cual no excluye naturalmente-1
to nacional de los alemanes. que se desee también todo el bien a Los -demás-,
De estos tres países ninguno como Inglaterra mientras esto no- incurra en conflicto con los pro­
refleja tan fielmente en su Filosofía el carácter pios intereses. Eos espectros de los desocupados
de sus habitantes. ET utilitarismo es la Filosofía y de los hambrientos manténganse a -discreta -dis­
■específicamente inglesa. N o sólo el nombre, lam- tancia, o búsquese el consuelo en la perspectiva,
'bién el contenido tiene allí su patria, aun cuan­ de un porvenir, que nadie sabe cómo ha óe lle­
do tampoco faltan relaciones con la antigua, y gar bajo el imperio- d-'el egoísmo utilitario. Cier­
siempre nueva, Moral de la felicidad. Toda F i­ to que no faltan en Inglaterra intentos de
losofía suele encontrar imitadores fuera ¿e su pa­ beneficencia y de utilidad pública, pero quedair
tria, y naturalmente eso' ocurrió con el utilita­ fuera de la vida corriente y por tanto también--
rismo inglés. Contribuyó también a ello la admi­ fuera de la Filosofía dominante. D e ésta se l:á
ración que el continental suele sentir por las ins­ afirmado a veces que -evidentemente se acerca-
poco a poco a una transición del egoísmo al al­
tituciones inglesas. A sí como el europeo, en la
truismo. Desde luego el concepto' y, sobre todo,-,
-época en que dominaba en Inglaterra La doctrina
la palabra altruismo, son importador en Ingla­
de Manche star, se sentía insulano libre, aun
terra, lo mismo que en otras partes. Pero ni e l
-cuando la profesase también, así ocurre con 1.a
altruismo, ni la Moral de la simpatía a él afín,,
Moral utilitaria inglesa, que propiamente sólo
brotada esta última del terreno de la Psicología
-constituye el complemento oportuno de aquella
inglesa, han tenido arraigo en la Filosofía pre­
doctrina. «Haga cada uno lo que le sea más útil,
ponderante de aquel país. A qu í la línea recta va
y así prosperará mejor el bienestar de todos.:-)
desde ..¿ocke, pasando por Bentham, a Herb-ert
Sin embargo, al alemán -este uniforme- no se le •Spencer, o, como ya hemos dicho arriba, desd-e-
-pega al cuerpo, y en el fondo tampoco' a ningún -el utilitarismo egoísta al -egoísmo utilitario.
•otro europeo. Claramente lo demuestra en par­ Aquel no prescinde de fines altruistas, pero los-
ticular Francia, donde el utilitarismo nunca lle­ funda en motivos egoístas. Este coloca lo ú til
g ó a aclimatarse. E l utilitarismo es la Filosofía al servicio del Y o. N o puede haber testimonia
--- 200 ---

m ás elocuente de esto que la sentencia de Her- i-esidldc algunos años en Alemania, me decía al
-bert Spencer: «Man ■versus íhs Siate», despedirse: «No hay ningún pueblo en el mun­
do que goce de mayor libertad que el alemán,
sin excluir a Norteamérica.» Somos, hasta cier­
Difícil sería, después de haber intentado tea- to punto, un «enigma universal)!. Nos vemos
zar este esquema del car ácter de las n,aciones de modo- distinto que los demás, y a los demás
extrañas y de su repercusión en su Filosofía, les parecemos de muy distintas maneras. Esto
pretender otro tanto res-pecto dei carácter ale­ se explica fácilmente por la brevedad y rapidez
mán. Los alemanes» como Estado y como na­ de nuestra moderna historia política.. ¿Cómo no
ción unitaria, somos la más joven entre las gran­ habían de admirarse nuestros vecinos de que
des naciones del mundo-. Podrá, ser que en el nos presentemos de pronto como una nación uni­
“transcurso de los milenios parezca plazo -breve da, en La que contra nuestra costumbre parece
el intervalo entre la. caída del Sacro Romano no haber ya ni oposiciones de casta ni partidos,
Imperio, cuyo nombre ya índica que no fué pro­ -cuando todavía hace unos años en pleno Parla­
piamente una nación, y el nuevo Imperio ale­ mento un ministro inglés nos aconsejaba cons­
mán; para nosotros este imperio es algo entera­ truir «palacios en el aireo? Desde Luego, no to­
m ente nuevo que nunca existió: para nosotros aos Los ingleses han sido tan miopes como m u­
y también para los demás pueblos del mundo, chos ministros, y otro hijo de A lt ion, Thornas
"los cuales, como ha demostrado esta guerra, se Carlyle, ya irradio antes había vaticinado a los
forman de nosotros frecuentemente ideas, que alemanes un gran porvenir. Y lo hizo, a pesar
se oponen de medio a medio a las de sus com­ de las lamentables circunstancias de la antigua
patriotas., que nos conocen más de cerca. Da sa­ federación alemana, porque conocía los héroes
biduría política de muchos ciudadanos de los y Los poetas de Alemania, y le parecía incon­
Estados Unidos de raza anglosajona acerca de cebible que semejante semilla no produjese tam­
nosotros se condensa, como es notorio, en dos bién en el Estado un fruto- digno -suyo. Por cier­
palabras: militarismo y despotismo. Un amigo to que H egel expresó con una bella semejanza
norteamericano', también anglosajón, que había la relación en que la Poesía y la Filosofía se
— 208 —

hallan respecto de la vida histórica exterior: «El ción en Estado alemán precedió un florecimien­
buho de Minerva no comienza a volar hasta el to del Arte alemán y de La Ciencia alemana,
■crepúsculo.)) E l vuelo tardío del buho, del ave cuando este Estado todavía se hallaba ante un
de Atenea, protectora de las artes y de las cien­ incierto porvenir. Nuestros grandes poetas del
cias, era para él la imagen simbólica de que el pasado prepararon este Estado, al proporcionar
florecimiento de la Filosofía y de la Poesía si­ a nuestro pueblo un caudal espiritual común,
gne al engrandecimiento político de un pueblo. que le infundía la conciencia de su unidad. P'or
Sin embargo, el crepúsculo no sólo signe a la su parte La Filosofía despertó en el espíritu ale­
luz del día, sino que también la precede. Así, mán la propia conciencia -de las fuerzas mora­
aquella semejanza puede también interpretarse les, que en él alboreaban, y de los problemas
en sentido inverso, y depende de las condicio­ que le estaban planteados en la comunidad de
nes especiales de la evolución histórica el que los pueblos con arreglo a estas fuerzas.
ocurra lo uno o lo otro o ambas cosas a La vez. Pretender definir -el carácter alemán, tal como
E l florecimiento del Arte y de la Ciencia, que se ha desarrollado bajo la influencia de esta c u l­
corresponde a una época de decadencia política, tura precedente, no sólo sería difícil, sino casi
puede a su vez ser el anuncio de una renovación indecoroso. ¿Habríamos de referirnos al idealis­
de la vida del Estado. D e hecho, desde un pan­
mo alemán? En el extranjero, y también entre
to de vista general de consideración histórica,
muchos alemanes, que sólo son idealistas en se­
este es -el caso de la cultura griega. La Filosofía
creto, el idealismo está en baja. Claro que tene­
platónicos-aristotélica señala un punto culminan­
mos nuestra Poesía y en -ella todo nuestro idea­
te de la formación espiritual helénica y la de­ lismo. Sin embargo, más acertado será en esta
cadencia del antiguo Estado griego; sin embar­
épcca hablar de flaquezas y defectos que no de
go, esta Filosofía prepara al mismo tiempo el
excelencias d!el carácter alemán. Porque esta épo­
triunfo de la cultura griega a través de las for­
ca, más. que ninguna otra, debiera estimular a
maciones políticas del mundo helénico. Cual­
deponer aquellos defectos, que envuelven el ca­
quiera que pueda ser el porvenir de la cultura
rácter de vicios nacionales en un doble sentido:
alemana, a la transformación política de la na­
primero, porque son propios de los alemanes
FU. X X X I Í4
— 211 —

más que ele otros puebles; segundo, porque per­ esta disculpa 110 es consistente, a juzgar por los
judican a la nación como ta l Y son; La imitación -casos que conozco. El alemán que observa con
ciega de Ic extranjero y La negación <Le lo pro­ interés a otras naciones por su originalidad1, y
pio. Ambo-s ¿efectos son de la misma, especie, el que abandona su nacionalidad propia, no son
Sin embargo, existe entre ellos la gran diferen­ idénticos. Aquél mantiene siempre La distancia
cia de que el primero sólo es relativo, y el se­ que es necesaria para semejante observación. E s­
gundo es absoluto. Lo bueno, si no se posee, de­ te procura suprimir en lo posible la distancia,
be imitarse dondequiera que se encuentre. Sólo para que no sea advertida po-r los demás, ni aun
la imitación ciega, y la servil son 'indignas: la .siquiera por él mismo. Puede ocurrir que el ale­
ciega, que imita lo forastero simplemente por­ mán posea en más alto grado lo que los es-tetas
que es forastero, y la servil, que rechaza toda llaman facultad de introyección (E nifüJiiiin»)j
modificación simplemente porque no se Ajusta al facultad que tanto en el trato de los individuos
modedo. ¿Pero' qué significan estas pequeñas de­ como ce los pueblos es un don precioso. Pero
bilidades, que en gran parte pertenecen al do­ ■eso dista mucho- de lo contrario, de lo que pu­
minio bastante indiferente de La moda, y contra diera llamarse extrayección o disipación (A us-
las cuales nos enardecemos a veces más de lo jü h lu n g ) , propiedad por la que el individuo, co­
necesario, en comparación con el gran daño de locado en nuevo ambiente, se desnuda de su
que los alemanes, que emigran a otros países, hombre viejo y se viste otro nuevo. Pero toda­
pierdan su nacionalidad mucho más rápidamen­ vía peor que La pro>piá transformación, que nun­
te que los pertenecientes a otros pueblos cultos? c a se realiza* por entero, es que el alemán emi­
Hasta en Los países coloniales, donde coexisten grado deja a sus hijos hundirse en la naciona­
varios idiomas, están dispuestos a acomodarse a lidad extraña, sin esforzarse por conservarles con
lo extraño, sin que nada Ies obligue a ello. E'n‘ •el recuerdo de La. patria antigua el idioma y La
son de disculpa suele decirse que al alemán le -cultura de esta patria. Claro que el individuo
es más fácil que al inglés o al francés asimilar­ solo no es capaz de luchar a la larga contra, la
se un idioma forastero, y que suele tener más corriente del tráfago general que le arrastra. Pe­
interés que éstos por las cosas extrañas. Pero l o ya en m uelos sitios, modernamente, desde
do: que el Gobierno de los listados Unidos se
que se ha despertado una conciencia nacional!
-desborde en protestas de la más rigurosa neutra­
más viva incluso entre los alemanes del extran­
lidad y se entregue a negociaciones pacíficas apa­
jero, ha dado ventajosos resultados en este or­
rentemente ardoro'sas, mientras hace todo Lo po­
den la asociación de los compatriotas para fines,
sible por prolongar la guerra al -dejar que las fa­
escolares, educativos y sociales. Como se deja.
bricas norteamericanas provean a mansalva <le
entender, la antigua dislocación política fué la-
material de guerra a nuestros enemigros.
culpable de aquel abandono de; la propia nacio­
nalidad. La lengua y la literatura comunes, por
mucho que en la patria hayan contribuido a pre­
Si la historia enseña que el carácter de las na­
parar la unidad política, no podían ofrecer al
ciones no es una magnitud invariable, sino que,
alemán, que se lanzaba al torbellino del mun­
prescindiendo de otras condiciones, depende de
do, y menos al que se aposentaba en -sitios re­
sus vicisitudes históricas, hemos -de -esperar que
motos, el firme sostén que el Estado común le- tampoco esta guerra terrible pase sin dejar hue­
proporciona, y cuyo valor moral todavía es ma­
llas permanentes.- Desde luego estas consecuen­
yor que la protección política que le presta. Por
cias serán tanto más profundas, cuanto menos
eso, entre las muchas concomitancias idesagra-
hayan sido previstas por los distintos pueblos,
dables de esta guerra, hay una muy consoladora*
'Quien alcanza en una empresa aquello a que as­
y es que los alemanes del extranjero* recuperan
pira, es poco afectado por ello en su carácter;
por ella el antiguo amor a la patria, y que, par­
en conjunto permanece el mismo que antes era;
ticularmente en América del Norte y del Sur*
a lo sumo se acentúan en él las- cualidades que
levantan sus voces contra la incomprensible ac­
le habían impulsado a su empresa. Y lo que ocu­
titud de la prensa anglo e hispano-americana,
rre con el individuo, ocurre también con las na­
actitud que está reñida con el propio interés de
ciones. Ahora nuestros enemigos cuentan, como
las repúblicas transatlánticas. Si el espíritu que-
es notorio, con nuestra derrota (r). Hs más, se
hoy anima al mundo germano-americano ¡hubie­
ra despertado tres generaciones antes, acaso no
(t) No se olvide queeste .íbrofué escrito elaüo 1915-
hubiera ocurrido lo inaudito que está ocurrien­
--- 214 —

ocupan, con el mismo interés, por lo visto, q u e Kouigs'rátz perdió Francia el ano iSóó su pres­
si la derrota fuera d-s ellos, en pronosticar lo que tigio, aunque no en mi opinión. Se -comprende
será de nosotros, si llegamos a ser completamen­ que semejante pérdida de prestigio incite a una
te vencidos. L os alemanes en este caso- somos- nación o-rgullosa a recuperarlo. P'-ero acaso el
políticos de la realidad, más previsores-. Dedu­ fra ncés no se esponga al peligro de perder el
cimos de nuestras victorias que a la larga, liemos prestigio dos y tres veces consecutivas. Porque
de vencer. P-ero' no lo deducimos & priori . Desde con el prestigio p-erdido ocurre lo que -con otras
el principio de la guerra todo el mundo está ■empresas desgraciadas: cuanto má.s frecuente­
convencido en Alemania de que venceremos, j mente fracasen, tanto más inverosímil resuha
de que, si nuestros adversarios han sido o siguen, que se logren alguna vez. Añádase a esto que en
siendo de otra opinión, ¿hay que .atribuirlo- a su el curso del siglo pasado, que para Francia ha
desconocimiento no sólo de ía fuerza del pu-eblo- sido un siglo de creciente bienestar, el cará-cter
alemán, sino sobre todo de su carácter, Como los de la nación s-e ba modificado ligeramente por
ingleses, cuándo viajan por el mundo, observan tedas las apariencias. N o el carácter de los abo­
las ciudades y las montañas, pero no las perso­ gados, de los parlamentarios; ce los periodistas
nas, y los franceses ni siquiera viajan, se expli­ de la capital, pero sí el carácter de la gran ma­
ca fácilmente este desconocimiento. Pero- él bar yoría de los franceses, sobre todo d-e los bur­
introducido una fuente de error en los cálculos gueses de provincia. Francia no es, como Ingla­
tan confiadam-ente ejecutados, y abrigamos la es­ terra y Norteamérica, un país de millonarios y
peranza de que en ese error se estrelle toda la multimillonarios, sino que predomina el capital
empresa. N o hace falta decir que, mirando al pequeño, tanto más ampliamente repartid o-, y el
efecto probabl-e de esta guerra sobre nuestros- acomodado pequeño burgués alcanza La meta de
dos grandes vecinos occidentales, sólo podemos sus afanes, cuando en los buenos años logra sa­
contar con su total abatimiento, lir de sus negocios y disfrutar su vida. No por
Para Francia llegará, no tan inesperadamen­ eso pierde el temperamento v i v o del francés.
te como pudiera pensarse, un cambio radical en Pero arriesgar su descanso y su caudal por una
su estado de ánimo. Bn el campo de batalla de guerra, no está en el ánimo ni de él, ni siquiera
----- 2 IÓ ----- — 217 —

de la nobleza' que vive de sus rentas y pasa el ¿ Y quién no sabe que el inglés no se aviene a.
invierno en París. A sí la afición de los franceses pensar que pudiera haber ocurrido de otro mo-
se inclina cada vez más a la paz, y la riqueza doJ y que hasta otras naciones cuentan con la
natural del país consolida este cambio, -que tie­ supremacía de Inglaterra, sobre todo po-r mar,
ne su más elocuente expresión objetiva en la como con un factor ineludible? De lo contrario
disminución de la natalidad. De suerte que todo no se explicaría que sobre todo los Estados Uni­
hace prever que los franceses irán olvidando su dos, esa potencia la más indicada después de In­
afán de reivindicar el prestigio perdido, y que glaterra para el comercio marítimo-, parezcan ol­
reconocerán más provechoso, como lo- hacemos vidar que la internacional ización de lo-s mares es
en conjunto los alemanes., no ciertamente some­ hace mucho tiemp-o una exigencia del derecho
terse a otra nación, pero sí renunciar a la e x i­ de gentes, reconocida de interés para el libre co­
gencia de una especie "de primacía honoraria so­ mercio universal, y que tal exigencia sería com­
bre los demás pueblos. Si este ¡cambio llega a pletamente ilusoria, si Inglaterra saliese triun­
consumarse del todo, a lo que pudiera contri­ fante de esta guerra. Por. lo que atañe a Alema*
buir la presente guerra, cabe espenar que entre ni a, es evidente que nunca podía ambicionar se­
nosotros y los franceess lleguen a establecerse mejante supremacía, sino que la igualdad ju rí­
algún día relaciones de paz duradera y de recí­ dica para el libre comercio está en su propio in­
proca cordialidad. terés. Pero es una superstición muy extendida
Otra cosa muy distinta ocurre con Inglaterra. creer que lo que ha durado mucho tiempo, ha
Desde hace siglos este país viene amplificando de durar siempre. Y sin embargo, lo justo es lo­
su poder con una suerte sin igual. Prescindiendo co ntr ario; nada más cierto.
de la escisión, pronto cicatrizada, de los Estados De todos modos la Filosofía inglesa ha con­
Unidos, nada le ha resultado- mal; y aun aquel vertido hasta cierto punto- en sistema esta creen­
descalabro ha redundado en ventaja, suya, por­ cia en la eternidad -de las -instituciones de su
que dejó libre su fuerza colonizadora para otras país. •Según Herbert Spencer, el estadio indus­
partes del mundo y sirvió para la 'difusión de trial de la sociedad, a cuya realización Inglate­
la lengua y la cultura inglesa por todo el orbe. rra se está acercando, ha de constituir la meta
de la evolución social, y con él se ha de llegar to y el capitalista, Si los indicios no engañan,...
a la paz eterna. Entonces el Estado se organi­ Inglaterra se encuentra ahora en el estadio m ix­
zará según él, desde luego ¡algo más perfecta­ to, Cuando llegue al estadio del capitalismo pu­
mente que el actual; pero en conjunto con arre­ ro-, ¿qué ocurrirá?
glo al modelo del Estado actual inglés: Parla­
mento, administración autónoma; tan sólo am­
bas cosas algo más democrática', que ahora. En También los alemanes nos hemos transforma­
cuanto a las demás naciones, se presupone que do mucho en esta guerra. A nte todo nos hemos-
han de seguir el ejemplo de Inglaterra. Y a en­ percatado de nuestra fuerza nacional y de una
tonces, evidentemente, no habrá razón alguna unidad de sentimiento patriótico que nunca ha­
para nuevas modificaciones en el mundo, ¡a no ser bía existido en nuestra Itis-'oria anterior. Pero
q.ue el mundo mismo perezca, al chocar nuestro además esta guerra, con todos los 'dolor-es de que
planeta con otro cuerpo celeste. Pero, pese a está preñada., ha sido para nosotros una maestra
Herbert Spencer, la historia sigue su marcha insuperable. Ella nos ha enseñado una subordi­
progresiva; la misma historia inglesa ha avan­ nación al Estado, un sacrificio del interés indi­
zado ya en otra dirección algo distinta de la por vidual en -aras- de la comunidad, que apenas-
él vaticinada. Prescindamos de que el desconten­ creíamos antes posible, y esta escuela de la gue­
to de las clases trabajadoras, contra el equilibrio rra producirá también -sus frulos para la paz
de intereses que debiera haberse obrado siguien­ futura. Tres enseñanzas sobre todo- hemos de sa­
do la evolución biológica, no ha disminuido, si­ car. ha primera bro-ta de la incondicional con­
no aumentado (ese equilibrio pertenece al domi­ fianza que hemos de poner en nuestro denigrado
nio de la utopia). Nada tampoco nos convence «militarismo)). ¡Donosa tergiversación -de concep­
de que el estadio industrial es el fin de la evo­ tos ! Quienes podían ser tachados de militaris­
lución sociológica. Forque, a juzgar por las ex­ mo con toda justicia y razón son los ingleses,
periencias recogidas, a los tres estadios de Spen­ que mandan a la guerr. •; mercenarios, irlandeses
cer, el militar, el m ixto y el industrial, hay que y escoceses y hasta indios, pues ellos mismos1
añadir otra segunda terna: el industrial, el m ix­ prefieren en general quedarse en casa. Si esa pa­
220

labra tiene algún sentido, 110 puede ser otro que


agua para conservar nuestra paz, sino' también*
el de que el Estado hjace sus guerras, como Roma
porque el servicio militar lia sido para nosotros
en 1a época imperial, con ejércitos m ercenaria
«el medio educativo de infundir en nuestra ju ­
de razas extrañas. Pero en tiempo de paz, ¿dón­
ventud el vigor corporal y la severa lealtad a mi­
d e están los soldados alemanes? Prescindiendo
ps ra las profesiones pacíficas. E l servicio m ili­
-de un pequeño núcleo, que mantiene la conti­
tar, como la gimnasia alemana, es una institu­
nuidad de la instrucción militar, son el pueblo
ción genuinamente democrática; no como el
mismo. Hasta la mayoría de los oficíales en tiem­
sport, con el que la acaudalada juventud ingle­
po de guerra se compone de profesores, aboga­
sa trata de satisfacer su necesidad de ejercicio'
dos, comerciantes y pertenecientes a otras pro­
físico y de ameno pasatiempo.
fesiones pacíficas. ¿Pues no es ilógico y contra­
Otra lección nos ha dado- esta, guerra. En su
dictorio presentarnos como bárbaros por nuestro
obra el «Estado Comercial Cerrado» exigía F ich ­
supuesto militarismo y al mismo tiempo colmar­ te qne el Estado, para conservar su autonomía,
n o s de alabanzas poe rraestro-s servicios a la había de formar una unidad económica cemada,,
Ciencia, al A rte y a la Técnica? E l alemán, para que fuera independiente de la aportación de pro­
esos extranjeros, parece ser igual al héroe de la
ductos económicos e industriales, procedentes de-
epopeya serbia, que, mientras llevaba su piel
otros países. E l pensamiento sólo era posible en
con la pelambre hacia dentro, era el hombre
una época, en que todavía no existía una econo­
más manso del mundo-, pero tan pronto como
mía universal, y en que la industria se limitaba
daba vuelta a la piel, se convertía en un lobo
en lo esencial a las propias necesidades. Pero*
furioso. Los sabios y artistas alemanes se true­
esta época y.a pasó. Ea guerra actual, que no
can en bárbaros, tan pronto como visten el uni­
sólo se hace con armas militares, sino también
forme militar en lugar del traje civil. No; no he­
con armas económicas, nos enseña cuán impor­
mos de seguir el consejo de nuestros adversarios
tante es que el E s t a d o ?pueda subsistir como Es­
-de despojarnos de nuestro militarismo, Todavía
tado Comercial Cerrado al menos temporalmen­
necesitamos de él por mucho tiempo: no* sólo
te, cuando se Le corten las fuentes externas de
-porque hemos de estar armados por tierra y por
aprovisionamiento. Antaño se asediaba a las fox-
— 222 — — 22 J —

talezas por ¡hambre. H oy, con los adelantos de la absorbido luego por el comunismo internacio­
-artillería y de la técnica militar 3 las fortalezas nal, que pretendía aniquilar el Estado, para co­
son -destrozadas, y en cambio se trata -ele asediar locar en su lugar el fantasma de una sociedad
por hambre a los países. fundada sobre el egoísmo. Parece llegado el día
El mayor provecho que esta guerra puede aca­ en que este movimiento retorne a sus principios,
rrearnos, como recompensa por los enormes sa­ y en que el idealismo alemán triunfe así del co­
crificios Que nos impone, será en último^ termi­ munismo, derivado de la moral -del egoísmo- de
no la conclusión de las reformas sociales inicia­ los franceses. Los dos derechos originarios-, que
das en tiempo de paz. Nuestras victorias, han Fichte -exige de su Estado del futuro: el derecho
sido alcanzadas por todos los alemanes, sin dife­ al trabajo y el derecho a La existencia, siguen,
rencia de estado ni profesión. Justo es que re­ siendo hoy exigencias del Estado social. Desde
dunden en bien de todos, pero particular mente luego estos dos derechos van indisolublemente
de aquellos que más necesitan mejorar su posi­ unidos a dos deberes: al debei de trabajar y ¡al
ción. ¿ Y qué .ocasión, más favorable que ésta, en deber de vivir, no para sí mismo, sino para la
que las oposiciones de los partidos han pasado comunidad.
a último término frente al gran peligro común,
y en que todo conspira para que el partido so­
cialista, hasta ahora tan apartado, se transforme
por la fuerza conciliadora ce los acontecimien­
tos €D un partido reformador social. Cuando ha­
ce cincuenta años el socialismo alemán desple­
gó su bandera, Ferdinand Ea salle, discípulo del
idealismo alemán, trazó el programa de un Es­
tado social, que en lo esencial coincidía con los
pensamientos, que en otro tiempo había des­
arrollado Fichte en su ((Derecho Natural». Du­
rante decenios enteros este socialismo social fué
I N D I C E

Págs.

Prólogo........................................................... . 5
I.— Origen de la nueva concepción del mundo. ir
31 — El Renacimiec to itali ano................. ............. 17
III.— La Filosofía francesa.- ................................. 27
IV .—La Filosofía inglesa........ ............................. 53
V . —El.idielismo alemán........................................ 99
V I.—El espíritu de las naciones en la guerra y
y en la paz................................................... . 1S0

FH. XXXI 15
\
: Precio de cada volumen: :
; S E IS P E S E T A S
■ ■

««aDSceiBKta»! i BBQaaaeidai■
tiaoDíagBgin ihebbii ■

La aparición de los primeros volúmenes de


-esta nueva serie de obras filosóficas constituyó
uno -de los m is grandes éxitos de librería que
se registran .en los tiempos actuales.
Los prestigiosos autores escogidos para íor-
mar la colección, el bonito' y elegante formato
■de los tomos, Ha limpia y clara impresión de sus
páginas, el especial papel fabricado para su ti-
:rada3 causó tan excelente- imp¡resión en el
público, que de día en dia aumenta el número
-de coleccionistas y los libreros de todos los paí­
ses de habla española, se apresuran a repetir los
pedidos para satisfacer la constante demanda de
sus clientes.
Los editores, agradecidos al favor que los afi­
cionados a esta clase de estudios han dispensa­
do a la Biblioteca, desean corresponder a sus
■atenciones y al efecto tienen en preparación un
gran número -de volúmenes, cuyas traducciones
lian sido confiadas .a personas- experimentadas
e n esta clase de trabajos, y qne irán aparecien-
--- 22S — — 229 —

do por el orden establecido desde sus comienzos,, historiadores de la Filosofía.. La, obra aquí anun-
estoes, un volumen mensual, de idéntica presen­ -ciada goza -de un prestigio universal, habiéndose
tación y aproximados en su número de páginas ~ traducido- a todos los idiomas europeos.
A l propio tiempo que las obras de los grandes, Desde las doctrinas filosóficas de los pueblos
filósofos extranjeros, aparecerán de los españo­ primitivos hasta las modernas escuelas, FouiQlée
les, y las ediciones serán cuidadosamente re­ analiza, define y estudia, con extraordinaria cla-
visadas. _rividencia, las teorías de todas las épocas y paí­
I I K I l l l l l 1*
ses. Se trata ce la más completa historia de la
Filosofía que hoy existe y -está avalorada por
Los volúmenes publicados son los siguientes ■el estilo ¡ameno, claro y luminoso de su autor.
E l tomo r.°— Contiene la Introducción gene­
1. — Em erson (R. W .). Diez ensayos. ral.— Del método en la Historia de la Filosofía.
I^as obras de este ilustre escritor norteameri­ Parte primera-. Filosofía antigua.— Doctrinas
cano, son de un poderoso influjo, comparable filosóficas de los pueblos antiguos,— Filosofía de
a Newman, Carlyle o Goethe. Todos sus escri­ La India.--Persia.— Zoroastio. Celtas y Galos.—
tos alcanzaron fama mundial. Filosofía en China.— Confu cío y Mencio.— 'Egip­
Contiene este primer volumen de sus «Obras cios y Hebreos.
completas» los «Ensayos» titulados: i.° L<i H is ­ Segunda parte: Filosofía griegia.—Estudio so­
toria.— 2.0 Confianza en sí mismo.— 3.° La com­ bre los primeros -filósofos de Jonia. Tales. He-
pensación.— 4.c Las leyes espirituales.— 5.0 A m or. Táclito. A naxágoras y escuela atomista de Ab-
6 .° Am istad. — 7.0 Prudencia ..— 8.° H eroísm o .— der.a.— Escuelas idealistas de Italia y Elea. Piiá-
9.0 L a super-al'wia.— 10. Círculos. goras. Parmánides.— Em-pédocles.— Los sofistas.
'Pr otágoras y Gorgias.— Sócrat es.— Platón.— Aris -
11 a V .— FouiUée (A lfredo). H istoria de la F ilo ­
tóteles.— Pirron.— Escuela de Alejandría.— ^Pilo-
sofía.
tin o y sus sucesores.
Es sobremanera conocida la personalidad de- Tom o 2 °— Comprende la Filosofía cristiana.
A lfredo Fouillée, uno de los más documentados Edad Media y el Renacimiento.— Filosofía eá-
colásti-ca.—Filosofía del Renacimiento.—Filoso­ tas con la preciosa erudición y elevación, pro­
fía inglesa y Filosofía italiana.—Filosofía fran­ pios de este gran filósofo, que ec todo ofrece un
cesa.—Filosofía de Leihnitz. atractivo de novedad y firmeza, que sujetan al
Tomo j . 3— Filosofía inglesa y escocesa. Loc­ culto lector desde 1.a primera basta la última, pá­
he -— B a r k e k y .-H u m e .— Adán StnitH.— R eid,_ gina.
Stewart.— -ELamilton. — Filosofía francesa, siglo-
VIH.— Doiimer (P ab lo ). El perfecto ciudadano,
X VIIU .— Filosofía alemana, siglo- X V I I I .— F i­
losofía francesa, siglo X I X .— Los sucesores de: Adaptación española por M. P'arexa. Libro sa­
Kant. no y patriótico, que enseña y aconseja cómo se
Tomo 4 °— Filosofía contemporánea. obtiene el dominio moral y se educa la voluntad.
Se divide en cuaiio -partes, que son: 3.a E l
V I.— Emerson <R. W .), La le y de ía vida. hombre .— 2.a La fam ilia. — 3.a E l ciudadano .—
Constituyen este volumen una nueva serie de 4.a La, Patria. Está escrito en un estilo claro y
«.Ensayos» qne tienen por título: r.° Destino .— ameno, y su lectura es agradabilísima.
2.° Poder.— 3.0 R iqueza, — 4.* Cultura. — 5.0 Mo­ IX .— P ascal (B.). Pensam ienios.
dales.— 6.° Adoración. — y.° Consideraciones. —
Edición precedida de la vida del autor, escri­
8.° Belleza. — q.® Ilusiones.
ta por su hermana.
Es una de las obras del filósofo americano que
En toda colección de libros filosóficos es in­
mas ediciones ha logrado, habiéndose traducido
dispensable ;ncluir al gran pensador francés, cu­
a todos los idiomas europeos.
yas obras, especialmente los. Pensamiento?, son
V il.— Schopenhauer (Arturo). Aforism os de F ilo ­ de fama mundial. No existía en España ningu­
sofía p ráctica. na edición esmerada de este libio, y esto nos in­
clinó a traducirlo- nuevamente.
Conocida es la obra grave y profunda de -Scho-
penhauer, su densa crítica, su documentación co­ X .— Emerson (R. W .). Hombres simbólicos.
piosa y su amargo pesimismo. En este libro mar­ Interesantísimo estudio de las grandes figuras
ca para la vida dichosa pautas y reglas, expues­ de la historia. Si Emerson no hubiese logrado
crates.— C ñtón. — Primer A Icibuiáes. — Carmi-
fama por sus obras anteriores, bastaría la publi­ d es.— Laqiiés.
cación de este volumen para colocarle a La ¡altu­ El segunda, íos diálogos titulados ProtcLgoras,
ra de lo-s grandes pensadores. EL índice de H om ­ Primer H ipias. — Menexeno. — Ion. — Lí-sis. —
bres simbólicos es el siguiente: i.° Utilidad de Fe-dro ,.
los grandes hombres.— 2.0 Platón o el Filósofo.
XIII y X IV ,— P latón . Oferas com pletas.
Platón, nuevas lecturas.— 3.'" Swedenborg o el D iálogos polém icos. V olúm en es 1.° y 2 ,°
M ístico.— 4 / Montaigne o el Escéptico.— 5.0 Sha­
Aparecen en estos tomos de Diálogos polémi­
kespeare o el Poeta.— 6.° Napoleón o -el hombre
cos, los titulados T ee ieie, — Cratilo. — E u tid em e,
del Mundo.— 7.® Goethe o el Escritor.
E l Sofista.— Parm énides.— M m ó n y Pile be.
XI y X]].— Platón. O bras com pletas.
X V y X V I. — P latón. Obsras com pletas.
D iá log o s so crá tico s. Volúm enes l . ° y 2 .* Dfá/'ogos dogmáticos
No existía actualmente en Lengua española nin­ Contiene el primer volumen los conocidos diá­
guna edición de las obras completas de este maes­ logos F edón, Gorgias y E l Banquete, y el segun­
tro de la Filosofía, por esto nos hemos apresu­ do ios titulados L a Política, Tim e o v C rilias .
rado a incluirle en nuestra Biblioteca, en la se­ ¡
guridad de prestar un gran servicio a la cultu­ XVII.— Em erson (R. W .). Diez n u evos en sa yo s.
ra v de que los coleccionistas quedarán plena­ ■Contiene el volumen X V I I de nuestra B iblio­
mente satisfechos. Esta edición está hecha a ba­ teca Filos ófie a, los «Ensayas» que Emerson ti­
se de la que dirigieron los Sres. Víctor Cousin y tuló In telecto. — A rte.— -El P o eta ,— Experienciak
Emilio Saisset, con las traducciones de Dacier 3r
Carácter.— Maneras.— Obsequios. -— Naturaleza.
Grou, y cada Diálogo va precedido del argumen­ Político.1.— Nominalistas ■
y Realistas.
to y notas precisas y aclaratorias de los señores
Cbauvet y Saisset. X V lli, X!X y X X .— Reinacli (Salom ón). Cartas a
Contiene el primer volumen de los Diálogos so- Zoé so bre la H istoria de las F ilosofías.
crítico s, los titulados Eittifrón.— Apología de S ó ­ El nombre de Salomón Reinach es bien cono­
cido y sus magnificas obras ñau sido traducidas tica este ideal. Es el de Las Leyes eL más vasto
a todos los idiomas, logrando' sucesivas y nume­ monumento de la filosofía de Platón,
rosas ediciones, especialmente las tituladas A p e­ X X IV ,— P la tó n , O bras completas.
lo y Orfeo.
Diálogos apócrifos y dudosos,.
En nuestra Biblioteca Filosófica encaja perfec­ Carlas. Fragmentos
tamente su libro Cartas a Zoé , pues en forma
En toda colección completa, de obras de Pla­
sencilla, clara y precisa expone La tristoña de la
tón, es imprescindible figuren aquellos diálogos,
Filosofía desde sus orígenes hasta los tiempos
actuales. que la crítica ha señalado como apócrifos y lcs-
que siempre se tuvieren como dudosos. En total
En tres volúmenes está dividida la obra, com­
son hasta el número de quince, y a todos prece­
prendiendo el primero las Filosofías Paganas; el
de su .argumento, según se ha hecho en todos Ios-
segundo De la Escolástica a la Enciclopedia, y
volúmenes anteriores. A los Diálogos siguen las-
el tercero De la Enciclopedia a nuestros días .
Cartss. Definiciones, Versos y Testamento.
XX I.— P latón. O bras com pletas.
X X V .— Emerson ,R. W .). D oce ensayos.
L a R ep ú blica
Es la obra más conocida del autor y de la Forman este volumen los interesantes ensa­
que más ediciones se han hecho, aunque mu­ yos titulados: I, Neturaleza; II, Comodidad; II I *
chas de ellas han sido mutiladas por los traduc­ Belleza; IV , El lenguaje; V , Disciplina; V I, Idea­
tores. La nuestra es completa, valiosamente ano­ lismo; V II, Espíritu; V III, Libros; IX , Elocuen­
tada por Dacier 5' Grou. cia; iXj Ancianidad; X I, Civilización americana-
X II, Los reformadores de la Nuera Inglaterra.
XXII y XX 1I1.^ P la tó n . O bras com pletas.
XXVI y X X VIL— Em erson <R. W ,). V ida y dis­
L as Leyes. Volúmenes 1 y 2.°
cu rsos (d o s tom os).
En L a República, delinea Platón el ideal
del Estado; el objeto de Las Leyes es, precisa­ Con estos dos volúmenes se completa la colec­
mente, mostrar cómo puede ser llevado a la prác­ ción de obras de este ilustre autor. Eta el vohi~
— 2 3& —

mes por haber llevado' a ca.bo con toda escrupu­


men i.° se incluye la vida del a u to r'y cinco dis­
losidad una versión erizada de dificultades.
cursos, y en el 2.0 seis discursos y nueve Bio­
grafías de hombres célebres, -como Miguel A n ­ XX IX .— Juan W ahl. Estudio sobre eL “ Parm énl-
gel, Milton, Walter Scott, etc,, etc. r d es” de Platón.

XXVIII.— Jorge Politzer. Crítica de los fundaanan­


La entusiasta acogida que la crítica, francesa,
tes de la P sicología. dispensó a .esta obra nos decidió' a incluirla en
nuestra «Biblioteca)!, en La seguridad que ha de­
I. L a Psicología y la Psiaanáüjis. Prólogo del
ser bien recibida por los coleccionistas y sus-
autor, escrito expresamente para ia edición es­
criptores.
pañola, Éste volumen es el primero de una serie
de tres o cuatro que tiene en preparación este X X X .— Dmitry JWerejkovsky. Los M isterios deK
-eminente pensador francés. Los restantes irán O riente. Egipto. Babilonia.
apareciendo al propio tiempo que la edición fran- Esta obra es una de las últimas publicadas por
-cesa. Consta el presente de los- capítulos siguien­ este famoso escritor ruso, bien conocido de to­
tes: I, Descubrimientos psicológicos en psicaná- dos los Lectores por sus anteriores obras «La
.lisis y orientación hacia lo concreto; II, Intros­ Muerte de los Dioses» y «La resurrección de los
pección clásica y método psicanalítico; III, A r­ Dioses)). La versión es correcta y esmerada, y ha
mazón teórico de La psicaná-lisis y supervivencias sido hecha sobre la última edición facilitada por
de la abstracción; IV , Hipótesis de lo incons­ el autor.
ciente y psicología concreta; V , Dualidad de lo
.abstracto y lo concreto en psicoanálisis y el pro­ X X XI.— W undt (V/.). E volución de las F ilosofías
de los pueblas.
blema de la psicología concreta. Conclusiones.
Virtudes de la psicología concreta y problemas Guillermo W undt es mía autoridad indiscuti­
que plantea. L a traducción de esta obra ha sido ble en asuntos filosóficos; sus anteriores obras^
hecha por el S:r. D. Francisco Gallach Palés, fueron irnn e día lamen te ir aducidas a todos los
profesor en el Instituto de Valencia, el cual ha idiomas y¡ el público agotó con rapidez Las -edi­
recibido del autor sinceros y afectuosos pláce­ ciones. La que hoy se incluye en nuestra Báblio-
— 238 —

r>ía sido concedida, ni desde aquella fecha ac§


teca es una de las últimas escritas, por el autor;
lúa vuelto a concederse a nadie. En el iniorme
ha sido traducida -directamente del alemán y co­
emitido- por la ponencia se haca constar el e x ­
tejada con la edición última, en dicho idioma.
Véase el ín'dice de sus capítulos: I, Origen de traordinario valor de -esta obra, y después de l a ­
ce? calurosísimos elogios de la riqueza de erudi­
la nuera concepción del mundo, t i, El Renaci­
ción, del lenguaje castizo y del -estilo llano y
miento italiano; III, La Filosofía francesa. IV ,
acomodado al asunto, termina así: «Es cierta­
Ría filosofía inglesa. V , E l idealismo ¡alemán. •
mente este escrito un monumento literario en
V I, E l -espíritu, de las naciones en la guerra y
en la paz. que se revela en grado eminente, juntos con La
gloria imperecedera de .Ruis Vives, el talento,
XXXll a X X X IV .— Bonilla y San Martín (Adoifo). el espíritu investigador, la erudición portentosa
Luis Vives y ía F ilo so fía del Renacimiento. de su doctísimo autor. Suyo debe ser, pues, el
premio, y pues el mérito contraído en esa obra,
Esta otra del eminente polígrafo'español fue
en sentir -de los que informamos acerca ce ella,
premiada por la Real Academia de Ciencias M o­
es 'extraordinario, bien puede este Real Cuerpo
rales y Políticas. Agotada la edición que costeó
condecorar a su auto-r con el titulo de Académi­
diaha Academia, procedemos a su' reimpresión
incluyéndola en nuestra Biblioteca Filosófica, en co corresponsal... Con lo- expuesto bastaría para
la seguridad que lo han de estimar y agradecer que los lectores se diesen idea de la importan­
los coleccionistas. A l certamen abierto por la cia de La obra que incluimos en nuestra icBiblio­
Real Academia citada se presentaron varias me­ teca): • mas no podemos por menos de copiar unas
morias, y la ponencia encargada d-e informar so­ palabras del glorioso D'. Marcelino Menéndez y
bre las mismas, compuesta por los ilustres filó­ P'elayo, que calificó esta obra de definitiva, aña­
sofos Sres. Azc árate y Órti y Rara, dictamina­ diendo «no sólo es la más extensa, sólida y eru­
ron que la presente era de mérito tan excepcio­ dita de su autor, sino k mejor monografía que
nal, que a su autor debía otorgársele el premio y tengamos, hasta ahora, sobre ningún filósofo es­
condecorarle con el título de Académico Corres­ pañol . :o
pondiente, distinción que ni hasta entonces ba­

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