Reflexiones Sobre La Educación Basada en Competencias
Reflexiones Sobre La Educación Basada en Competencias
Reflexiones Sobre La Educación Basada en Competencias
Abstract The intention of this article is to extend and clarify the conceptual framework of
competence-based education, from the analysis of different aspects, relevant to the
characteristics and properties of personal competences, as well as to policies, initiatives and
activities of training and professional development, in the education and labor world. The
competences are analyzed from different angles —concept, structure, typology, development,
nature and scope— that facilitate the understanding of their meaning, for theoretical and
practical aims. Key words: training, instruction, competences, skills, competence-based
education.
Hoy en día, la educación de las personas, a nivel de individuos, grupos y grandes colectivos, es
consustancial a los procesos de la globalización, no sólo como parte de los efectos de este
fenómeno, sino también, y fundamentalmente, de sus principales causas. En el horizonte de
las grandes transformaciones por los que atraviesa la educación en el mundo, surge la
corriente de la Educación Basada en Competencias (Competence-Based Education), habilitada
por las tecnologías de la información y la comunicación, en el ámbito de la llamada sociedad
del conocimiento —de las sociedades, organizaciones e individuos cuya actividad y desarrollo
(político, económico, comercial, social, cultural) en gran medida se basan en el acceso a la
información y el conocimiento a través de sistemas computarizados. Por tratarse de un medio
estratégico para incrementar la competitividad de empresas y economías en escenarios
globales, la Educación Basada en Competencias, pese a su gran complejidad y elevado costo,
con frecuencia se promueve sin la debida consideración de
este vínculo, el desarrollo de las competencias individuales se refleja en, y tiene que ver con,
asuntos de índole política, educativa, laboral, social y económica. De las cuatro definiciones
enunciadas, la tercera se circunscribe a estándares de competencia laboral; es decir, a
referentes de las expectativas de desempeño de un individuo en determinada actividad o
función productiva. Por consiguiente, los estándares de competencia laboral, como los de
cualquier otro tipo de competencia, son referentes de las competencias correspondientes,
pero no equivalen a éstas. Una cosa es el estándar de competencia, y otra, mucho más
compleja, la competencia con que se vincula. Por otro lado, la definición de Mateo, ajena a la
consideración de estándares, concierne a la naturaleza de las competencias como
instrumentos o medios de la formación (individual y colectiva) que integran saberes para la
solución de problemas complejos, propios de la realidad, o las realidades, en que las personas
viven y se forjan; naturaleza en que radica el sentido formativo de las competencias: abierto al
desarrollo personal, social y laboral de individuos y grupos. La educación basada en
competencias se centra en estándares o normas que involucran a todos los procesos
implicados en los modelos y modalidades que la adoptan; a saber: normalización, evaluación,
certificación, reconocimiento, formación y validación. En este arreglo, los estándares de
competencia pueden motivar el aprendizaje de individuos y grupos, pero también limitarlo, e
incluso desalentarlo (Coles, 2007, 20); así, el uso inadecuado del enfoque, lejos de contribuir a
cerrar brechas educativas, tecnológicas y productivas, puede contribuir a ahondarlas. A
menudo, en la literatura especializada, se utilizan indistintamente los conceptos de “educación
basada en normas (estándares) de competencia”, y de “educación basada en competencias”,
por lo que hablar de estándares de competencia o, simplemente, de competencias, pudiera
parecer lo mismo; no obstante, tal analogía es incorrecta, ya que, mientras los estándares de
competencia son instrumentos de evaluación del desempeño individual en tareas o funciones
de especial interés, las competencias constituyen instrumentos o medios de la formación,
forjados a lo largo de la vida, en el ámbito individual y de la interacción con otros, para la
solución de problemas o necesidades complejos. En consecuencia, el énfasis en la evaluación
(representada por los estándares de competencia y las calificaciones correspondientes) del
aprendizaje de competencias estandarizadas, puede despertar en algunas, si no en muchas
personas, una actitud de rechazo hacia el aprendizaje de dichas competencias, cuando la
evaluación estandarizada no es una condición estricta a la evolución de las competencias
desde el punto de vista formativo.
EVIDENCIAS DE CONOCIMIENTO:
GUÍA DE EVALUACIÓN:
EVIDENCIAS DE PRODUCTO:
CAMPO DE APLICACIÓN:
EVIDENCIAS DE CONOCIMIENTO:
GUÍA DE EVALUACIÓN:
EVIDENCIAS DE PRODUCTO:
TÍTULO DE LA UNIDAD:
Figura 1. Estructura de una Norma Técnica de Competencia Laboral. (Adaptado de Lloyd, 1993,
43; y CONOCER, 1997, 26).
Sobre los En principio, las diferencias y similitudes entre competencias, que pueden llevar a
agruparlas y distinguirlas por tipos, dependen en gran medida del contexto en que sus saberes
se desarrollan y operan, y de la participación y papel de los agentes sociales involucrados. Para
fines ilustrativos, a salvedad de las innumerables particularidades conceptuales atribuidas a las
competencias por las organizaciones que las fomentan o adoptan, se proporcionan los
siguientes ejemplos: • Competencias académicas. Requeridas a los educandos para su
adecuado desempeño en un sistema escolarizado, con miras al adecuado desenvolvimiento
personal, social y laboral de éstos. Las definen miembros facultativos de centros docentes, así
como autoridades educativas. • Competencias profesionales. Relativas al ejercicio de una
profesión específica, para la que se requiere de una formación especializada, a través del
estudio, la instrucción o la experiencia. Normalmente, son grupos colegiados de expertos
quienes establecen los criterios de calidad para su acreditación y reconocimiento. •
Competencias laborales. Implicadas en el desempeño satisfactorio de las tareas y actividades
de un puesto de trabajo o función productiva. El marco de estándares
METACOMPETENCIAS
COMPETENCIAS GERENCIALES
COMPETENCIAS LABORALES
COMPETENCIAS CLAVES
APRENDIZAJES CENTRALES
Genéricas Específicas
SISTEMAS
PROCESOS
BASES
TELOS
Intrapersonales Interpersonales
Socio-normativas Técnico-instrumentales
COMPETENCIAS TRANSCURRICULARES
METACOMPETENCIAS
COMPETENCIAS GERENCIALES
COMPETENCIAS LABORALES
COMPETENCIAS CLAVES
APRENDIZAJES CENTRALES
SISTEMAS
PROCESOS
BASES
TELOS
Intrapersonales Interpersonales
Socio-normativas Técnico-instrumentales
COMPETENCIAS TRANSCURRICULARES
Las competencias claves y las competencias transcurriculares que en muchos casos, como se
verá más adelante, sería mejor llamarlas habilidades en lugar de competencias, también son
parte de las bases de la formación individual. Ambos tipos de competencias se yuxtaponen, al
punto de manejarlas sin distinción. No obstante, mientras las competencias claves están
abiertas al aprendizaje formal, no formal e informal, a lo largo de la vida, las transcurriculares,
que en sí son claves, se circunscriben a la educación escolarizada: desde el nivel básico hasta el
superior. Como se aprecia en la figura 2, las competencias laborales se ubican en el ámbito de
procesos productivos, en tanto que las competencias gerenciales o directivas lo hacen en el
plano de sistemas que atañen a intereses organizacionales y colectivos de distinta naturaleza y
nivel. Finalmente, en el estrato más alto se encuentran las metacompetencias, en estrecha
interrelación con los demás estratos y, particularmente, con las capacidades de aprendizaje y
los valores para la vida y el trabajo. Es interesante apuntar que desde la perspectiva de la
estandarización, las competencias se plantean a partir de dos grandes aspectos: lo que el
individuo necesita saber (criterios de competencia) y lo que debe ser capaz de hacer
(evidencias de competencia). De esta forma, las competencias se confinan a sus respectivos
estándares, y a los términos “estándar” y
de las competencias estandarizadas, en el ámbito de la faceta contextual, pero pasa por alto el
desarrollo gradual del aprendizaje, asociado con el de las capacidades cognitivas, que sirve de
sustrato a la formación, y el desarrollo de las propias competencias (estandarizadas o no), de
los seres humanos, según corresponde a la faceta biológica. Dentro de esta faceta, valga
agregar, las instituciones educativas tienen una tarea fundamental en el fomento de los
procesos primarios del aprendizaje también llamados aprendizajes centrales, como son, por
ejemplo: las técnicas para aprender y pensar, maneras de organizar el conocimiento, formas
de expresión, y relaciones interpersonales (CERI, 2000, 22). Es conveniente hacer notar que,
aún cuando las dos facetas mencionadas (contextual y biológica) están interrelacionadas,
usualmente sólo se aboga por una de ellas, incluso de forma inadvertida o deliberada en
oposición a la otra. La figura 3 muestra la relación fundamental de los tres procesos
vertebrales de un sistema de formación, por el que transita el sujeto aprendedor, desde un
individuo hasta toda una generación. Normalmente, las competencias cristalizan y se
consolidan con la experiencia, durante la vida adulta; sin embargo, en general, su desarrollo
está marcado por las características de la educación y de las habilidades propias de cada
individuo, durante la niñez, la adolescencia y la juventud. Aquí las competencias encuentran
sus raíces, en los conocimientos, las habilidades y valores, propios de la edad, de cada
individuo y de cada espacio y momento. Estos aprendizajes esenciales, aunque pueden aludir a
habilidades claves, no constituyen competencias.
CAPACITACIÓN
EDUCACIÓN
EXPERIENCIA
CAPACITACIÓN
EDUCACIÓN
EXPERIENCIA
Sobre las diferencias entre habilidades y competencias Es importante señalar que el vocablo
skills en inglés se usa, de manera indistinta, para referirse a habilidades, destrezas,
competencias, calificaciones, aptitudes y/o talentos, por lo que su significado está
estrechamente ligado al contexto de la palabra. De tal modo, en inglés, skills lo mismo puede
referirse a uno de los términos señalados, que a más de uno, o a todos. En español, en cambio,
no existe un término genérico equivalente a skills, y sí varios que se relacionan con éste.
Muchas veces, las traducciones al español pasan por alto esta situación, o bien, es difícil
resolverla, incluso con la mejor aproximación. Como consecuencia, por ejemplo, cuando en
inglés se habla de habilidades, en español se mencionan competencias, o al revés, cuando de
lo que se trata es de competencias, en español, aparecen destrezas. Este tipo de confusiones
puede provocar tergiversaciones y
Sobre los dominios de las competencias La figura 4 ilustra de manera muy clara el sentido de
integración entre los componentes fundamentales de las competencias, en que reside la
noción estructural para la estandarización de éstas. Sin embargo —conviene señalar—, dado
que la comprensión y fomento de las competencias —en individuos, grupos y sectores sociales
— no se circunscribe a la estructura básica de las mismas, es necesario tener presentes otros
factores estrechamente relacionados con su conformación y desarrollo. En consecuencia, el
conocimiento y significado de las competencias pueden plantearse desde dos diferentes
posturas: la primera —dominante—, tiene por cometido la transcripción de estándares de
competencia a los distintos procesos de los modelos y modalidades correspondientes; la
segunda, basada en la visión de los factores implicados en el aprendizaje y desarrollo de las
competencias, persigue el análisis y comprensión de las mismas, desde distintos ángulos y
perspectivas, en contextos reales. En atención a ambas posturas, cada una con sus respectivas
atribuciones, ventajas y desventajas, el análisis de los dominios de las competencias puede
realizarse a partir de dos enfoques: uno convencional, restringido, acorde a la concepción
estandarizada de las competencias, que destaca los dominios (cognitivo, psicomotor y
afectivo) del aprendizaje y la conducta, en términos de conocimientos, habilidades y valores
específicamente requeridos (véase figura 4); y otro, incluyente, extensivo, que observa los
dominios de las competencias en los distintos ámbitos en que éstas tienen injerencia, como
por ejemplo: el contexto (de aprendizaje y aplicación), los saberes (individuales y colectivos) y
las características personales (vocación, aptitudes, valores) de los agentes sociales
involucrados (véase figura 5).
Conocimientos
Valores Habilidades
Conocimientos
Valores Habilidades
El segundo enfoque, sin excluir los aspectos que contempla el primero, atrae un sinnúmero de
asuntos de suma importancia. Así, por caso, para las políticas e iniciativas de fomento a las
competencias de poblaciones objetivo, son —o deben ser— temas de gran interés: los
entornos y la calidad del aprendizaje (formal, no formal e informal) de individuos y grupos; las
oportunidades de educación y empleo que en su momento requieren de, o conducen a, uno o
más tipos de competencias; las dificultades que enfrentan las personas para prepararse mejor,
en consideración a distintas variables; los costos y beneficios de planes y programas de
educación y capacitación orientados a resultados (competencias), frente a modelos y métodos
de enseñanza-aprendizaje tradicionales; y el impacto de las competencias en la movilidad
laboral y social; entre muchas otras cuestiones de general o particular importancia.
Aptitudes
Conocimientos
Experiencia Actitudes*
Habilidades
INDIVIDUO
Aptitudes
Conocimientos
Experiencia Actitudes*
Habilidades
INDIVIDUO
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Correspondencia con el autor Juan Bautista Climént Bonilla Antiguo Camino a San Lucas No.
538, PT 4. Col. San Lucas Xochimanca, Delegación Xochimilco. México, D.F. 16300, e-mail:
[email protected]