Ilustración

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Ilustración

La Ilustración fue un movimiento cultural e intelectual, primordialmente europeo,1 que nació a mediados del siglo XVIII y
duró hasta los primeros años del siglo XIX. Fue especialmente activo en Francia, Inglaterra y Alemania.2 Inspiró
profundos cambios culturales y sociales, y uno de los más dramáticos fue la Revolución francesa. Se denominó de este
modo por su declarada finalidad de disipar las tinieblas de la ignorancia de la humanidad mediante las luces del
conocimiento y la razón. El siglo XVIII es conocido, por este motivo, como el Siglo de las Luces y del asentamiento de la
fe en el progreso. Los pensadores de la Ilustración sostenían que el conocimiento humano podía combatir la ignorancia,
la superstición y la tiranía para construir un mundo mejor. La Ilustración tuvo una gran influencia en aspectos científicos,
económicos, políticos y sociales de la época. Este tipo de pensamiento se expandió en la burguesía y en una parte de la
aristocracia, a través de nuevos medios de publicación y difusión, así como reuniones, realizadas en casa de gente
adinerada o de aristócratas, en las que participaban intelectuales y políticos a fin de exponer y debatir acerca de ciencia,
filosofía, política o literatura.

Madame de La Fayette, Lady Mary Wortley Montagu, Olympe de Gouges y Mary Chudleigh fueron escritoras y activistas
que trataron de extender los cambios que la Ilustración promovía a la situación de la mujer.
Definición del término

La Ilustración significa el abandono del hombre de una infancia mental de la que él mismo es culpable. Infancia es la
incapacidad de usar la propia razón sin la guía de otra persona. Esta puericia es culpable cuando su causa no es la falta
de inteligencia, sino la falta de decisión o de valor para pensar sin ayuda ajena. Sapere aude «¡Atrévete a saber!» He
aquí la divisa de la Ilustración.
Immanuel Kant, ¿Qué es la Ilustración?

La Ilustración (Lumières, en francés; Enlightenment, en inglés; Illuminismo, en italiano; Aufklärung, en alemán),5 en frase
de uno de sus más importantes representantes, D'Alembert, «lo discutió, analizó y agitó todo, desde las ciencias
profanas a los fundamentos de la revelación, desde la metafísica a las materias del gusto, desde la música hasta la
moral, desde las disputas escolásticas de los teólogos hasta los objetos del comercio, desde los derechos de los
príncipes a los de los pueblos, desde la ley natural hasta las leyes arbitrarias de las naciones, en una palabra, desde las
cuestiones que más nos atañen a las que nos interesan más débilmente». Esto mismo nos indica que, más que el
contenido mismo de sus doctrinas, lo original del movimiento fue la forma de pensamiento y valoración.

Según las interpretaciones marxistas, entre cuyas opciones se encuentra la de Lucien Goldman, la Ilustración puede ser
definida como «una etapa histórica de la evolución global del pensamiento burgués». Como tal, insertaría su filiación
doctrinal en el Renacimiento y, especialmente, en las corrientes racionalistas y empiristas del s. XVII (de Descartes, a
Locke, pasando por Bacon, Bayle, Galileo, Grocio, Hobbes, Leibniz, Newton, Spinoza, o los libertinos), y basa su
posibilidad sociológica de desarrollo en las revoluciones políticas neerlandesa e inglesa, en el empuje de la burguesía y
en las transformaciones económicas en gestación, apoyadas en una coyuntura en alza, que desembocarán en la
Revolución francesa.

Esquema general e hispánico Desde Gran Bretaña, donde algunos de los rasgos esenciales del movimiento se dieron
antes que, en ningún otro lugar, la Ilustración se asentó en Francia, donde la anglofilia fue difundida por Voltaire, y
produjo en Francia un cuerpo ideológico, el enciclopedismo, y sus más difundidas personalidades (Montesquieu, Diderot,
Rousseau, Buffon, etc.). Ahora bien, la filosofía ilustrada más sólida fue sin duda la más tardía alemana, que con Kant
culminará la creación del pensamiento propiamente moderno, ya muy por encima de la ideología enciclopedista. La
Ilustración también dio sus frutos propios en otras lugares europeos y americanos. En ocasiones se recrearon proyectos
ilustrados más o menos autónomamente, pero en la mayoría de casos vinculados al pensamiento inglés y, sobre todo en
lo que se refiere a la ideología enciclopedista, a Francia (así en Países Bajos, Polonia, Rusia, Suecia, la península
italiana y la ibérica, etc., o en sus colonias americanas). Desde el punto de vista sociopolítico fueron frutos condicionados
por el grado de desarrollo ideológico adquirido en el momento de lanzamiento de la nueva ideología y por el proceso
interno seguido a lo largo de su desarrollo. Si la Ilustración alemana fue por necesidad teórica de asimilación lenta y
compleja, el ideologismo ilustrado lo fue rápido y con la superficialidad característica que le amparaba en la vida
mundana, de la moda y las costumbres.

La Ilustración en España
En España la Ilustración coincidió con los reinados de Fernando VI y Carlos III. Si bien la decadencia profunda en que se
encontraba el país en el punto de partida obstaculizó una posterior eclosión, el auge dinámico de algunas de sus zonas
geográficas (especialmente Cataluña7) a lo largo del período y la actuación coadyuvante (aunque tímida) desde el poder
político facilitaron la aparición de un nutrido y valioso grupo de ilustrados (Cabarrús, Cadalso, Campomanes, Capmany,
Feijoo, Floridablanca, Jovellanos, etc.). condicionado, no obstante, por el arraigo y la preponderancia del pensamiento
escolástico tradicional. La creación de las Reales Academias de la Lengua, de la Historia, de la Medicina y del Real
Gabinete de Historia Natural (actual Museo Nacional de Ciencias Naturales), fueron algunos de los logros de la
Ilustración española, que ni mucho menos es unilateralmente relativa a influjo francés. La polémica acerca de la
existencia o no de una Ilustración española (polarizada en las opiniones contrarias de Ortega y Gasset y Eugenio D'Ors),
más el añadido de una escasamente articulada investigación posterior durante gran parte del siglo XX, atendía a razones
más políticas que científicas y tuvo como consecuencia un gran retraso en el reconocimiento de la existencia y
reconstrucción de una sólida e internacionalizada Ilustración española o hispánica, tanto humanística como científica,
empirista y cristiana, progresista pero muy escasamente política, una tardía Ilustración universalista de gran
envergadura, encabezada por Juan Andrés, creador de la Historia universal de las letras y las ciencias, Lorenzo Hervás y
Antonio Eximeno, constructores de hecho de la Comparatista moderna.
Se trata de una nutrida gama de intelectuales, algunos de primer orden (Miguel Casiri, Raimundo Diosdado Caballero,
Juan Bautista Muñoz, Juan de la Concepción, Pedro Franco Dávila, Antonio José Cavanilles, José Celestino Mutis,
Vicente Requeno, Juan Ignacio Molina, Pedro José Márquez, Francisco
Javier Clavijero, entre otros), en buena parte jesuitas españoles expulsos en 1767, pero también americanos y filipinos.
Es lo que se ha venido en llamar Escuela Universalista Española del siglo XVIII.
La Ilustración en Hispanoamérica
A Hispanoamérica llegaron las ideas de la Ilustración a través de la metrópoli. Existe, junto al marbete de Ilustración
Española, el más general de Ilustración Hispánica, que abarca tanto el español como el hispanoamericano.
En los ámbitos de la política y la economía, las reformas impulsadas por el despotismo ilustrado a finales del reinado de
Fernando VI y durante el de su sucesor Carlos III tenían por objeto reafirmar el dominio efectivo del gobierno de Madrid
sobre la sociedad colonial y contener o frenar el ascenso de las elites criollas.
Las autoridades españolas procedían a una explotación más sistemática y profunda de las colonias. Procuraban,
además, fortalecer y aumentar la marina de guerra y establecer unidades del ejército regular español en las diversas
regiones de América.
En la Nueva España (México), en el ámbito de los colegios de la Compañía de Jesús, vemos surgir un importante grupo
de científicos y filósofos ilustrados, encabezados por José Rafael Campoy (1723-1777), que defienden una clara
separación entre la filosofía y las ciencias naturales, una mayor especialización en el estudio científico y una
simplificación en el método de la enseñanza filosófica, evitando las sutilezas silogísticas, así como la sumisión
incondicional a las autoridades. En este grupo de estudiosos que trabaja principalmente en la Ciudad de México,
Tepotzotlán, Guadalajara y Valladolid (Morelia), destacan el historiador y naturalista, jesuita expulsado, Francisco Javier
Clavijero (1731-1787), miembro sobresaliente de la Escuela Universalista Española del siglo XVIII, que empleaba un
método histórico sistemático y sorprendentemente moderno; el filósofo Andrés de Guevara y Basoazábal (1748-1801),
que se basa en Bacon, Descartes y los censistas para plantear la necesidad de una filosofía moderna, justificar el
método inductivo y experimental, y denunciar el abuso del método deductivo; y principalmente Juan Benito Díaz de
Gamarra y Dávalos (1745-1783), crítico de la escolástica y defensor de la ciencia y de la modernidad, cuyo eclecticismo
ilustrado está principalmente regido por los valores del buen sentido, la racionalidad, la tolerancia y la utilidad para el
hombre.

En el sur del continente, el pensamiento ilustrado tuvo un primer gran empuje en la Real Audiencia de Quito mediante la
llamada Escuela de la Concordia, fundada en la ciudad de Quito por el Dr. Eugenio Espejo en 1791, y a la cual
pertenecían nobles de la élite criolla y profesionales mestizos. Los pensamientos y debates surgidos en la Escuela de la
Concordia plantaron las primeras semillas de nacionalismo e independencia de Sudamérica, ya que a partir de varios
sucesos ocurridos con sus diferentes miembros, la ilustración se propagaría hacia el resto de territorios de los virreinatos
de Nueva Granada y Perú.

Contexto histórico El término


Ilustración se refiere específicamente a un movimiento intelectual histórico. Existen precedentes e incluso una propia
Ilustración en Inglaterra y Escocia a finales del siglo XVII, como inmediatamente después en Alemania, si bien en su
vertiente política el movimiento se considera originalmente francés. La Ilustración francesa tuvo una expresión estética,
denominada Neoclasicismo, a diferencia de la alemana, prototípicamente Gotthold Ephraim Lessing, que se alejaba por
completo de ésta, a la que despreciaba. Desde Francia se expandió un tipo de ilustración sociopolítica por toda Europa y
América renovando especialmente los criterios políticos y sociales. Francia, país eminentemente conservador, quedaba
por principio abocado a la revolución política. La aportación francesa es muy discutible en el terreno de las Artes y la
Literatura. La Estética como disciplina es una de las grandes invenciones dieciochistas, inglesa (Francis Hutcheson y los
empiristas) y sobre todo alemana (especialmente a partir de Alexander Gottlieb Baumgarten).

Siglo XVII: la era de la Razón Según muchos historiadores, los límites de la Ilustración han alcanzado la mayor parte del
siglo XVII, aunque otros prefieren llamar a esta época la Era de la Razón. Ambos períodos se encuentran, en cualquier
caso, unidos y emparentados, e incluso es igualmente aceptable hablar de ambos períodos como de uno solo.
A lo largo del siglo XVI y siglo XVII, Europa se encontraba envuelta en guerras de religión. Cuando la situación política se
estabilizó tras la Paz de Westfalia (acuerdo entre católicos y protestantes, 1648) y el final de la guerra civil en Inglaterra,
existía un ambiente de agitación que tendía a centrar las nociones de fe y misticismo en las revelaciones "divinas",
captadas de forma individual como la fuente principal de conocimiento y sabiduría. En lugar de esto, la Era de la Razón
trató entonces de establecer una filosofía basada en el axioma y el absolutismo como bases para el conocimiento y la
estabilidad.

Este objetivo de la Era de la Razón, que estaba construido sobre axiomas, alcanzó su madurez con la Ética de Baruch
Spinoza, que exponía una visión panteísta del universo donde Dios y la Naturaleza eran uno, en la línea de la expresión
bíblica: 'En Él vivimos, nos movemos y existimos'. Esta idea se convirtió en el fundamento para la Ilustración, desde
Isaac Newton hasta Thomas Jefferson.

La Ilustración estaba influida en muchos sentidos por las ideas de Blaise Pascal, Gottfried Leibniz, Galileo Galilei y otros
filósofos del período anterior. El pensamiento europeo atravesaba por una ola de cambios, ejemplificados por la filosofía
natural de Sir Isaac Newton, un matemático y físico brillante. Las ideas de Newton, que combinaban su habilidad de
fusionar las pruebas axiomáticas con las observaciones físicas en sistemas coherentes de predicciones verificables,
proporcionaron el sentido de la mayor parte de lo que sobrevendría en el siglo posterior tras la publicación de sus
Philosophiae Naturalis Principia Mathematica. Pero Newton no estaba solo en su revolución sistemática pensadora, sino
que era simplemente el más famoso y visible de sus ejemplos. Las ideas de leyes uniformes para los fenómenos
naturales se reflejaron en una mayor sistematización de una variedad de estudios. Si el período anterior fue la era del
razonamiento sobre los principios básicos, la Ilustración se dedicó a buscar la mente de Dios mediante el estudio de la
creación y por la deducción de las verdades básicas del mundo. Esta visión de algún modo puede haber llegado hasta
nuestros días, en los que la creencia de los individuos en las verdades es más provisional, pero en aquel momento, la
verdad era una noción poderosa, que contenía las nociones básicas sobre la fuente de la legitimidad de las cosas.

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