El Llamado de Samuel

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El Llamado de Samuel

   Queridísimo hermano en Cristo: Dios cuando llama lo hace de diferente manera y bajo
diversas circunstancias para trabajar en su obra, ¿nos hemos ya preparado y estamos
listos? si El Señor llama. Samuel uno de los profetas de Dios fue elegido para cuidar del
templo de oración desde pequeño, como agradecimiento por la vida. Samuel escucho la
voz de Dios que lo llamo una noche donde le anunció que Heli y sus hijos serian castigados
con un terrible mal cuando estos murieron el pueblo eligió al joven Samuel como
sacerdote y Dios empezó a traerle sus mensajes y al guiarlo en todo; el Pueblo pidió que
se le diera un rey. Samuel consultó a Dios, y el Señor le dijo que el rey seria Saúl, el cual
era el ultima de la Ultima familia, de la mas pequeña tribu de Israel. Samuel lo llamó y le
echo aceite sagrado sobre su cabeza y lo proclamó rey ante todo el pueblo. Y sucedio que
Saúl empezó a desobedecer a lo que Dios ordenaba, y entonces el Señor le dijo a Samuel:
"He retirado mi espiritu de Saúl y lo he pasado a David. Iras a Belén y ungiras a ese joven
como rey". Samuel se fue a Belen a buscar a David para ungirlo como rey.
 
El llamado de Samuel.
     
 Cuando Dios llama siempre es él quien toma la iniciaiva, y no es porque nos necesite sino
porque él desea compartir su obra salvadora y divina el el plan salvifico de Dios.
    El texto nos habla de un sacerdote llamado Elí tenía dos hijos (1:3), los cuales ofendían
con su conducta indecente a Dios y a la familia del sacerdote (2:12-17). Por otra parte,
Dios bendijo a Ana a través de la intercesión a Dios echa por Elí y ella tuvo más hijos e
hijas que suplieron la ausencia de Samuel, que ella no podía tener junto a sí por haberlo
dedicado a Dios (2:20, 21). Mientras, el sacerdote Elí consentía a sus hijos rebeldes; les
llamaba suavemente la atención acerca de sus excesos, por eso ellos continuaban así
(2:22-25). Pero en el templo, la buena fama de Samuel seguía creciendo (2:26). Tuvo que
venir un enviado de Dios diferente de Elí, para que dijera a éste todas sus faltas y lo que
éstas le acarrearían, pues Elí había honrado más a sus hijos que a Dios (2:29); todo el
contexto es 2:27-34. Como Elí no estaba haciendo lo bueno, Dios le anuncia que levantaría
un sacerdote fiel (2:35).
   En una ocasión, cuando Samuel dormía junto al arca de Dios, hecho que demuestra la
limpieza de este joven y la aceptación que tenía para con Dios y “Antes que la lámpara de
Dios fuese apagada”, frase que indica, según Lev. 6:12, 13 que era ya el amanecer, cuando
era necesario reavivar la llama del templo, que nunca debería extinguirse, después de
mucho tiempo que la voz de Dios no se escuchaba en ese lugar, esa mañana se oyó, pues
ya había quien escuchara. Samuel oyó la voz y dijo “heme aquí”, que significa “estoy listo”.
No es una respuesta que implique duda sino disposición. Hoy Dios sigue llamando a
muchos (no con voz audible a los oídos); Él habla al corazón del hombre de muchas
maneras: En la oración, en la reunión de la iglesia, en la predicación, en una plática con
otra persona y a través de muchas circunstancias. Los que son de Dios, oyen y atienden su
llamado.
   El mismo llamado de Dios ocurrió una segunda vez a Samuel. Él conocía de Dios como
nosotros lo conocemos, pero nunca antes había escuchado su voz. Hasta la tercera vez, Elí
entendió que, como él no oía la voz, entonces Dios quien llamaba a Samuel. Entonces el
sacerdote pudo haber pensado: ¿Por qué a mí no me llama? y tuvo que reflexionar en que
era porque no estaba actuando en su ministerio en consonancia con lo que Dios quería;
llegar a esta conclusión debió ser algo muy doloroso, como lo sería para nosotros si nos
ocurriese lo mismo o, ¿nos está ocurriendo?, ¿oye usted de manera espiritual la voz de
Dios que le llama a su obra?, reflexione en esto. Seguramente el sacerdote Elí llegó a la
conclusión que debía ser sustituido; por lo menos se dio cuenta de ello y es algo bueno.
Pidamos a Dios que las personas que han cumplido con su ministerio y las que no han
cumplido, se den cuenta (como el sacerdote Elí), del momento en que deben ser
sustituidos por alguno que fue sus compañero, su auxiliar o su discípulo. ¡Qué importante
para la causa del evangelio es que cada uno de nosotros entendamos esto, para nunca ser
un obstáculo! Después que Elí comprendió todo esto, dio las instrucciones a Samuel, para
que, cuando Dios volviese a llamarlo, respondiese de inmediato.
    Así que Dios llamó una vez más a Samuel y él contestó “Habla, porque tu siervo oye” (ya
estaba preparado y su vida y testimonio que aparecen en nuestra Biblia lo avalan,
presentándolo como juez y profeta fiel de Dios, valeroso y digno). Así como Samuel, un
siervo de Dios no puede ni debe poner objeciones al llamado de Él, sino que debe estar
dispuesto a obedecerle y seguirle sin importar el costo. Si Dios le llama a usted, no ponga
objeciones ni pregunte por qué, sino diga “heme aquí”, “¿para qué me quieres?”.
Alimento para el pensamiento:
Cuando Samuel - que dormían en el templo - incluyendo la ruta misteriosa a través del
cual habló el Señor, se dispuso a disposición de escuchar y entendemos que tenemos que
ir con frecuencia al templo? Somos conscientes de cómo el Señor habla? Estamos atentos
a las muchas maneras en que Él habla a nuestro corazón? Y tenemos el deseo de hacernos
plenamente disponible a su voluntad?   
Habla, que tu siervo escucha

Oración inicial

Me dispongo, Señor, a estudiar tu Palabra. Dame tu Espíritu para que la


pueda acoger y comprender. Que sepa estar atento a tus insinuaciones;
me dé discernimiento para saber qué me quieres decir y sinceridad y
fuerza para aceptarlo.

Lectura: ¿Qué dice el texto?

En el primer momento de esta oración lees con atención el texto bíblico


que se te propone. Entra bien adentro de él y pregúntate: ¿Qué dice este
texto en sí mismo? Fija la atención en cada una de las palabras. El
comentario bíblico te podrá ayudar a comprender el sentido. Te
encuentras ante un texto vocacional: Dios llama al niño Samuel. Capta
toda la fuerza y la ternura del texto.

1Sa 3,1-10.19-21

El niño Samuel oficiaba ante el Señor con Elí. La palabra del Señor era
rara en aquel tiempo, y no abundaban las visiones. Un día Elí estaba
acostado en su habitación. Sus ojos empezaban a apagarse, y no podía
ver. Aún ardía la lámpara de Dios, y Samuel estaba acostado en el templo
del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó Samuel, y él
respondió: «Aquí estoy.» Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo:
«Aquí estoy; vengo porque me has llamado.» Respondió Elí: «No te he
llamado; vuelve a acostarte.» Samuel volvió a acostarse. Volvió a llamar
el Señor a Samuel. Él se levantó y fue a done estaba Elí y le dijo: «Aquí
estoy; vengo porque me has llamado.» Respondió Elí: «No te he llamado,
hijo mío; vuelve a acostarte.» Aún no conocía Samuel al Señor, pues no
le había sido revelada la palabra del Señor. Por tercera vez  llamó el
Señor a Samuel, y él se fue a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy;
vengo porque me has llamado.» Elí comprendió que era el Señor quien
llamaba al muchacho, y dijo a Samuel: «Anda, acuéstate; y si te llama
alguien, responde: "Habla, Señor, que tu siervo escucha."» Samuel fue y
se acostó en su sitio. El Señor se presentó y le llamó como antes:
«¡Samuel, Samuel!» Él respondió: «Habla, que tu siervo escucha.»
Samuel crecía, y el Señor estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de
cumplirse; y todo Israel, desde Dan hasta Berseba, supo que Samuel era
profeta acreditado ante el Señor. El Señor continuaba manifestándose en
Siló. Allá se revelaba a Samuel por medio de su palabra.

Comentario bíblico

Esta narración es una de las más bellas de la literatura bíblica, y de las


más conocidas. Situada al principio del libro de Samuel, expresa el
nacimiento de todo el movimiento profético en Israel. De Moisés a
Samuel no hay ningún otro profeta. En un momento en que el cielo
estaba cerrado y las visiones proféticas no eran frecuentes, Dios hace oír
su palabra en la noche y nace el profetismo, una nueva forma de
presencia y de experiencia divina en medio del pueblo.

La narración nos transporta al santuario de Siló donde estaba el arca de


la alianza y donde ardía la lámpara de Dios, símbolos ambos de la
presencia callada de Dios. La llamada del niño Samuel sucede en un lugar
santo. Después de tres intentos fracasados, debido a la falta de
experiencia previa de la palabra de Dios por parte del niño, la guía
experimentada del anciano Elí ayuda a discernir la voz de Dios. Samuel,
con la docilidad y disponibilidad típicas de la edad juvenil, se ofrece al
ministerio que se le pide con prontitud y decisión: Habla, que tu siervo
escucha.
El mensaje que tiene que anunciar (cf. 1Sa 3,11-18) no es nada fácil: de
condena contra la familia de Elí, el anciano que le ha acogido y le ha
enseñado a discernir la palabra de Dios. Elí, sin embargo, es
suficientemente honesto y maduro como para aceptar la crítica divina.
Los versículos del 19 al 21 alargan la misión de Samuel. No queda
cerrado a un mensaje puntual contra la dinastía de Elí, sino que llegará a
ser el profeta de todo Israel, el instrumento por medio del cual el Señor
hace oír su palabra a todo el pueblo.

Contemplación

Después de la lectura, te preguntas: ¿Qué me dice el texto a mí?


En aquellos días el Señor (...) no solía mostrar-se en visión. El Señor se
nos muestra en el silencio y en “el espacio sagrado”. La presencia del
Señor es callada, humilde y cálida, como una lámpara encendida.
Necesitamos “el espacio sagrado”. ¡Es muy importante! Hay que
buscarlo: sólo así estaremos atentos a tu llamada en cada momento.
Por tercera vez llamó el Señor a Samuel. Hasta tres veces el Señor llama
a Samuel. Se trata de una llamada insistente durante un largo proceso.
Esta reiteración también quiere decir que la llamada es de verdad, así
como también es sincera la disponibilidad de Samuel. A la tercera Elí
entiende que es el Señor quien llama a Samuel. El texto nos hace pensar
en tres cosas:

 Elí no se precipita en el discernimiento, no piensa enseguida que Dios


llama al niño, o, por lo menos, no lo dice. Espera. Y hace esperar. Sólo
ante la insistencia comprende que es Dios quien habla.

 Da a Samuel un consejo aparentemente sencillo: “Responde: "Habla,


Señor, que tu siervo escucha.” Se supone que Elí tenía experiencia de la
llamada de Dios, y de cómo adoptar ante ella una actitud de
disponibilidad sincera. En esta breve oración resume su experiencia.

 Y un consejo que demuestra también generosidad: el niño es del Señor,


tiene que estar al servicio del Señor, no de Elí, el maestro. Y se tiene que
entender con Él... El maestro tan sólo le proporciona un medio para
discernir la llamada de Dios.

Descubro unas llamadas que puedo expresar en forma de oración:

 Dame, Señor, sabiduría en el discernimiento, pero también tranquilidad,


calma, no precipitación, capacidad de dedicarle tiempo.
 Concédeme el don de hablar de Ti desde la experiencia personal
(consciente, reflexionada, rezada...), para que pueda ser una referencia
auténtica parar los jóvenes que Tú llamas. Y que los sepa dirigir a Ti,
para que se pongan al servicio del Reino, según les vayas indicando.

 El texto subraya la disponibilidad decidida de Samuel. A la voz de Dios,


inmediatamente sigue la recomendación del maestro: Habla, Señor, que
tu siervo escucha. Y no sólo en aquel momento, sino siempre: El Señor
continuaba manifestándose en Siló. Allá se revelaba a Samuel por medio
de su palabra.

 Ayúdame a mantener siempre esta disposición a escuchar tu Palabra.


 Tengo que dedicar más tiempo a repetir esta oración: “Habla...”. Es una
oración breve, pero tiene que ir acompañada de un largo espacio de
calma, de silencio interior. Y eso es lo que cuesta.

 ¡Cuánto tiempo perdido en agitación inútil, cuántas oraciones rápidas y


llenas de palabras, que sólo hacen que impedir escuchar la Voz que
llama!

 Pienso en la oración de Jesús, a solas contigo, Padre. ¿No sería, quizá,


algo  de este estilo? “Habla...”. Pero de ratos largos, noches enteras, a
solas, después de estar con la gente, o antes de encontrarme a mí...

 En mi vida de cristiano, ¿no tendría que ser esto una actividad
prioritaria?

Mira a tu alrededor

¿Tienes suficiente disponibilidad para ponerte en camino? 


¿Te concedes espacio y tiempo sagrados?
¿Qué llamadas de Dios resuenan en este momento de tu vida? ¿Cómo las
recibes? ¿Qué personas conoces que viven en proceso de respuesta a
una llamada, como Samuel?

Para compartir en grupo

¿Qué te ha querido decir Dios a través de este texto bíblico? 


¿Cómo vas descubriendo su llamada?
¿Qué te ayuda a mantenerte a la escucha, libre, dispuesto a hacer
camino?
¿Qué pasos tendría que dar el grup al estilo de Samuel?

Da gracias

Gracias, Señor, por todo lo que me has hecho ver en estos momentos de
silencio con tu Palabra. Dame constancia para meditar tu Palabra, y
ayúdame a que, poco a poco, lo que contemplo se vaya haciendo realidad
en mi vida.

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