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TRABAJO DOMICILIARIO FCE Nro 5 de UNIDAD III Y IV PDF

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FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS – UBA

INSTITUCIONES DE DERECHO PRIVADO (CURSO 273-19)


CATEDRA: Dr. Carlos María NEGRI
PROFESOR ADJUNTO TITULAR: Prof. Juan Ignacio CARRASCO
AYUDANTE DEL CURSO: Prof. Emilio Javier SUELDO

TRABAJO DOMICILIARIO NRO 5 DE UNIDAD IV:


FECHA DE ENTREGA: 19 de MAYO de 2020

a).- Analice los fallos que abajo se transcriben, luego responda.

Se aclara que en el caso Palomeque la CSJN adhiere al dictamen del Procurador


General; en el Fallo Daverede, también de la CSJN, corresponde prestar
atención al único voto en Disidencia y en fallo Caso “Coronel”, de la Sala V de
la Cámara Nacional del Trabajo, ver los votos de los camaristas no hubo
disidencias.

1 .- Señale las diferencias que Ud. aprecia con relación a lo resuelto en el Fallo
Palomeque (de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, sentencia del 3 de
abril de 2003)); el Fallo “Coronel” (de la Sala V de la Cámara Nacional del
Trabajo sentencia del 31-5-16) y el “Fallo Daverede” (sentencia del 29-5-2007 ver
voto en disidencia del Dr. Lorenzetti), respecto del enfoque que tiene cada
sentencia en lo que concierne a la responsabilidad de los administradores
sociales y la inoponibilidad de la personalidad societaria y su aplicación.

2. ¿Cuál de las soluciones comparte? Fundamente.


a.1. Fallo Palomeque
Buenos Aires, 3 de abril de 2003.

Vistos los autos: "Recurso de hecho deducido por Gabriel Lipovetzky, Jacobo
Lipovetzky y Sergio Lipovetzky en la causa Palomeque, Aldo René c/
Benemeth S.A. y otro", para decidir sobre su procedencia.

Considerando:

Que esta Corte comparte los fundamentos y conclusiones del dictamen del
señor Procurador Fiscal, a los que corresponde remitirse en razón de brevedad.

Por ello, se hace lugar a la queja, se declara procedente el recurso extraordinario


y se deja sin efecto la sentencia apelada. Con costas (art. 68 del Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación). Reintégrese el depósito de fs. 52. Vuelvan los
autos al tribunal anterior a efectos de que, por medio de quien corresponda,
dicte un nuevo pronunciamiento con arreglo al presente. Notifíquese y,
oportunamente, devuélvase. EDUARDO MOLINE O'CONNOR - AUGUSTO
CESAR BELLUSCIO - ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI - ANTONIO
BOGGIANO (en disidencia)- ADOLFO ROBERTO VAZQUEZ - JUAN CARLOS
MAQUEDA.

ES COPIA DISIDENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON ANTONIO


BOGGIANO Considerando:

Que el recurso extraordinario, cuya denegación origina esta queja, es


inadmisible (art. 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación).

Por ello y habiendo dictaminado el señor Procurador Fiscal, se desestima la


queja. Declárase perdido el depósito. Notifíquese y archívese, previa
devolución de los autos principales. ANTONIO BOGGIANO.

ES COPIA DICTAMEN DEL PROCURADOR GENERAL DE LA NACION P.


1013. XXXVI.

RECURSO DE HECHO "Palomeque, Aldo René c/ Benemeth S.A. y otro."


Suprema C o r t e:

-I- La Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo (Sala X), denegó el recurso
federal de los codemandados contra la sentencia del tribunal que modificó la de
primera instancia y les extendió solidariamente la condena. Para así decidir, se
basó en que: a) no se trata de ninguno de los supuestos del artículo 14 de la ley
n 48; y, b) se reduce a discrepar con el criterio de la Sala en temas de hecho,
prueba, derecho común y procesal, sin que se advierta arbitrariedad (fs. 494).

Contra dicho pronunciamiento vienen en queja los codemandados, por razones


que, en esencia, reproducen las del principal. Reprochan, además, la falta de
motivos de la denegatoria (fs. 45/49 del cuaderno respectivo).
-II- En lo que nos ocupa, la alzada modificó la sentencia de grado (v. fs.
438/452) y extendió la condena a los restantes demandados en su carácter de
directores y socios de la sociedad anónima empleadora. Se fundó para ello en
que: a) la práctica de no registrar ni documentar una parte del salario
convenido y pagado, constituye un fraude laboral y previsional; b) la falta de
registro de parte del salario de un trabajador constituye un recurso para violar
la ley (arts. 140, L.C.T. y 10, L.N.E.), el orden público (arts. 7 y 12 a 14, L.C.T.), la
buena fe (art. 63, L.C.T.) y para frustrar derechos de terceros (trabajador,
sistema previsional, sector pasivo y comunidad empresarial); c) los
codemandados son accionistas de la condenada principal e incluso miembros
de su directorio; y, d) el actor, según conclusión del fallo de grado, no estuvo
correctamente registrado, por lo que cabe aplicar la teoría de la desestimación
de la personalidad jurídica y condenar directamente a los socios de la sociedad
anónima (art. 54, L. 19.550) (cfse. fs. 476/478 del expediente principal).

El anterior pronunciamiento fue objeto de apelación federal (cfse. fs. 482/486),


la que fue contestada (fs. 489/492) y denegada -reitero- a fs. 494, dando origen a
esta presentación directa.

-III- En resumen, la quejosa aduce arbitrariedad, basado en que el fallo: i) funda


la existencia de pagos en negro en los dichos de un solo testigo, olvidando que
la apreciación relativa a supuestos pagos irregulares debe ser restrictiva y ellos
no hallan respaldo en la restante prueba testimonial; ii) omite que el actor cursó
todos sus reclamos a Benemeth S.A. y nunca adujo ni acreditó haber laborado
para los otros demandados; iii) basa la condena en una construcción
jurisprudencial errónea desconociendo que, para considerar responsables a los
socios de una persona ideal, estos deben haberla utilizado en forma abusiva,
reduciéndola a una figura contractual como instrumento para alcanzar fines
individuales, distintos de los propios de la personalidad; y, iv) soslaya que los
dichos aislados de un testigo no bastan para probar que la sociedad fue
utilizada como vehículo para burlar la ley. Dice, finalmente, vulneradas las
garantías de los artículos 16 y 17 de la Constitución Nacional (fs. 482/486).

-IV- Según emerge de fs. 438/452, la juez de grado consideró probado -en lo
que nos ocupa- que el actor percibía una suma fija y un porcentaje en concepto
de comisiones por ventas y que su ingreso a la firma accionada resultó anterior
al registrado por la empleadora. Dicho fallo, siempre en lo que nos atañe, fue
apelado por Benemeth S.A. que se agravió de la admisión del rubro comisiones
(v. fs. 454/456) y por la actora disconforme con la liberación de responsabilidad
de los socios directores de la firma (fs. 461/463), dando lugar a las réplicas de fs.
468/469 y 472.

A su turno y como en parte se anticipó, la alzada foral desestimó los planteos


recursivos de la demandada, al tiempo que acogió el de la pretensora (cfse. fs.
476/478).
Examinados ahora los agravios traídos a la instancia extraordinaria por los Sres.
Lipovetsky, resulta en primer término que: a) se encuentra firme que el actor
fue registrado por la empleadora en fecha posterior a la real y en una categoría
que no era la propia; y, b) la existencia de pagos no registrados resulta no sólo
de los dichos de una testigo sino, como enumera el tribunal a quo, de otros
testimonios y de la situación en que quedaron incursos los demandados a fs.
157 (cfse. fs. 476 vta.), extremos a los que cabe añadir entre otros- la falta de
exhibición del libro de viajantes de comercio y el juramento prestado por el
reclamante a fs. 51 y siguientes, en los términos del artículo 11 de la ley 14.546.

No obstante y si bien lo concerniente a la interpretación y aplicación de normas


de derecho común es, en principio, ajeno a la vía del artículo 14 de la ley 48,
reiterada jurisprudencia de V.E. ha establecido que es condición de validez de
los fallos judiciales que sean fundados y constituyan derivación razonada del
derecho vigente con arreglo a las circunstancias comprobadas de la causa (v.
Fallos: 303:1148, entre muchos otros).
En el caso, estimo que la sentencia no cumple dichos recaudos, en tanto que no
ha quedado acreditado que estemos en presencia de una sociedad ficticia o
fraudulenta, constituida en abuso del derecho y con el propósito de violar la ley
(v. fs. 45), que, prevaliéndose de dicha personalidad, afecta el orden público
laboral o evade normas legales, extremo al que se añade que tampoco se
advierte en rigor, no lo ha postulado así el decisorio de la Sala que estén
reunidos los elementos necesarios para considerar que entre los codemandados
a título personal y el actor existía un contrato de trabajo (fs. 451).

En el marco precedentemente descrito, aprecio que los jueces han prescindido


de considerar que la personalidad diferenciada de la sociedad y sus socios y
administradores constituye el eje sobre el que se asienta la normativa sobre
sociedades anónimas y que ésta configura un régimen especial porque aquéllas
constituyen una herramienta que el orden jurídico provee al comercio como
uno de los relevantes motores de la economía. Desde esta perspectiva, no
alcanzo a advertir que, el contexto probatorio del caso, posea virtualidad
suficiente como para generar la aplicación de una causal de responsabilidad en
materia societaria de orden excepcional, sin la suficiente y concreta justificación;
ni que los motivos expresados provean del debido sustento a la inteligencia
conferida al precepto en examen.

-V- Por los fundamentos expuestos, opino que corresponde hacer lugar a la
queja, declarar procedente el recurso extraordinario, dejar sin efecto la sentencia
y restituir los autos al tribunal de origen para que, por quien proceda, se dicte
un nuevo fallo con arreglo a lo indicado.

Buenos Aires, 23 de octubre de 2001.

FELIPE DANIEL
a.2. Fallo DAVEREDE

D. 752. XLII. y otro. RECURSOS DE HECHO Daverede, Ana María c/


Mediconex S.A. y otros. -1-

Buenos Aires, 29 de mayo de 2007 Vistos los autos: "Recursos de hecho


deducidos por Juan Goszko en la causa 'Daverede, Ana María c/ Mediconex
S.A. y otros' y por Osvaldo Ricardo Torresi en la causa D.754.XLII. "Daverede,
Ana María c/ Mediconex S.A. y otros'", para decidir sobre sus procedencias.
Considerando: Que el recurso extraordinario, cuya denegación origina esta
queja, son inadmisibles (art. 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación). Por ello, se desestiman las quejas. Decláranse perdidos los depósitos.
Notifíquese y, oportunamente, archívense. RICARDO LUIS LORENZETTI (en
disidencia parcial)- ELENA I. HIGHTON de NOLASCO - ENRIQUE
SANTIAGO PETRACCHI - JUAN CARLOS MAQUEDA - E. RAUL
ZAFFARONI - CARMEN M. ARGIBAY. ES COPIA DISI-//- -2- D. 752. XLII. y
otro. RECURSOS DE HECHO Daverede, Ana María c/ Mediconex S.A. y otros.
-3- -//-DENCIA PARCIAL DEL SEÑOR PRESIDENTE DOCTOR DON
RICARDO LUIS LORENZETTI Considerando: 1°) Que la Sala VI de la Cámara
Nacional de Apelaciones del Trabajo confirmó la sentencia de primera instancia
en cuanto había hecho lugar al reclamo indemnizatorio y la modificó
extendiendo la condena al presidente y al director suplente de la sociedad
empleadora. Contra dicho pronunciamiento los vencidos interpusieron los
recursos extraordinarios cuya denegación dio origen a las quejas en examen. 2°)
Que en lo atinente a la procedencia del reclamo resarcitorio los recursos
extraordinarios son inadmisibles (art. 280 del Código Procesal Civil y Comercial
de la Nación). 3°) Que, en cambio, los demás agravios de los codemandados
suscitan cuestión federal bastante para su consideración por la vía intentada,
pues lo resuelto no constituye una derivación razonada del derecho vigente con
aplicación a las circunstancias comprobadas de la causa, al extender la
responsabilidad fuera del ámbito previsto por la norma, con perjuicio al debido
proceso y al derecho de propiedad. 4°) Que para descalificar una sentencia por
causa de arbitrariedad en el razonamiento legal se debe efectuar un análisis de
los defectos lógicos que justifican tan excepcionalísima conclusión. Ésta no tiene
por objeto convertir a la Corte en un tribunal de tercera instancia ordinaria, ni
corregir fallos equivocados o que se reputen tales, sino que atiende a cubrir
casos de carácter excepcional, en que deficiencias lógicas del razonamiento o
una total ausencia de fundamento normativo, impida considerar el
pronunciamiento de los jueces del proceso como la "sentencia fundada en ley" a
que hacen referencia los arts. 17 y 18 de la Constitución -4- Nacional (conf.
doctrina de Fallos: 311:786; 312:696; 314:458; 324:1378, entre muchos otros). En
tal sentido, la arbitrariedad no puede resultar de la sola disconformidad con la
solución adoptada, sino que requiere la constatación de un apartamiento de los
criterios mínimos de la argumentación jurídica. Esta última exige, a su vez, que
la decisión contenga una precisa descripción de los hechos con relevancia
normativa, y si no se aplica la regla, deben darse las razones por las cuales
resulta inaplicable, inválida o es corregida por razones de principios coherentes
y consistentes, que resulten constitucionalmente fundados. Es que la magna
labor de administrar justicia no se basa en la sola voluntad o en el derecho
libremente aplicado sino en leyes, ya que nadie está sobre ellas, siendo que
nuestra Constitución estableció un Poder Judicial integrado por jueces que
actúan conforme a reglas que la comunidad debe conocer, y a las que deben
ajustarse para que las soluciones sean previsibles, todo lo cual esta Corte debe
hacer respetar porque constituye un elemento de la garantía constitucional de
debido proceso. 5°) Que, respecto de la extensión de responsabilidad, como
bien señaló el juez que votó en disidencia, de los términos del inicio no surge en
qué carácter fueron demandados los litisconsortes Goszko y Torresi como así
tampoco en qué normativa se fundó el reclamo, toda vez que sólo se invocó en
forma genérica el carácter de dueños o socios de los codemandados (conf. fs. 13
de D.752.XLII, fs. 13 de D.753. XLII, y fs. 14 de D.754.XLII). Ello, pone en
evidencia que la pretensión es imprecisa en cuanto a los hechos y el derecho en
que se funda. 6°) Que el pronunciamiento impugnado se basa en que las
falencias registrales constituyen motivo suficiente para responsablizar a los
socios en los términos del art. 54 de la ley 19.550, sin que resulte necesaria la
prueba de la intencionalidad de utilizar la sociedad para la obtención de fines
extrasocietarios o violar la ley. 7°) Que esta Corte ha descalificado la aplicación
indiscriminada de la desestimación de la personalidad jurídica y los jueces
ordinarios deben conformar sus decisiones a las sentencias del Tribunal
dictadas en casos similares, en virtud de su condición de intérprete supremo de
la Constitución Nacional y de las leyes dictadas en su consecuencia (Fallos:
307:1094; 312:2007; 319:2061; 320:1660; 321:2294, 3201; 323:3085; 325:1515;
326:1138, entre muchos otros). 8°) Que, en efecto, en las causas "Carballo,
Atilano c/ Kanmar S.A. [en liquidación] y otros" y "Palomeque, Aldo René c/
Benemeth S.A. y otro), registradas en Fallos: 325:2817 y 326:1062,
respectivamente, el Tribunal dejó sin efecto pronunciamientos que, en
contraposición con principios esenciales del régimen societario habían
prescindido de considerar que la personalidad diferenciada de la sociedad y sus
administradores constituye el eje sobre el que se asienta la normativa sobre
sociedades anónimas y que ésta conforma un régimen especial que se aplica
porque aquéllas constituyen una herramienta que el orden jurídico provee al
comercio como uno de los principales motores de la economía. Esa línea
argumental también estuvo presente en la causa "Tazzoli, Jorge Alberto c/
Fibracentro S.A. y otros", registrada en Fallos: 326:2156, para decidir que no era
arbitrario lo resuelto por la alzada laboral en el sentido de que no cabía hacer
lugar a la extensión de la condena, pretendida sustento en el art. 274 de la ley de
sociedades, porque la personalidad jurídica sólo debe ser desestimada cuando
medien circunstancias de gravedad institucional que permitan presumir
fundadamente que la -6- calidad de sujeto de derecho fue obtenida al efecto de
generar el abuso de ella o violar la ley. 9°) Que en los citados precedentes la
Corte se expidió sobre un punto no federal para salvaguardar la seguridad
jurídica evitando la aplicación indiscriminada de una causal de responsabilidad
de orden excepcional. Ésta debe interpretarse en forma restrictiva, porque, de lo
contrario, se dejaría sin efecto el sistema legal estructurado sobre la base de los
art. 2°de la ley 19.550 y arts. 33 y 39 del Código Civil. En tal sentido, no es
ocioso destacar que en el mensaje de elevación de la ley 22.903 se señaló que el
supuesto que contempla se configura cuando la sociedad se utiliza "para
violentar lo que constituye el objeto genérico y abstracto de las sociedades
comerciales a la luz de lo dispuesto en el art. 1 de la ley 19.550". Es decir, que el
propósito de la norma es sancionar el empleo instrumental de la sociedad para
realizar actos ilícitos y no los que ésta realiza. La ley responsabiliza a los socios
únicamente en los supuestos de uso desviado de la figura societaria, en las que
ésta encubre situaciones ajenas al objetivo social, como lo son las hipótesis
relativas de utilización para posibilitar la evasión impositiva, la legítima
hereditaria, el régimen patrimonial del matrimonio o la responsabilidad de una
parte del patrimonio ajeno a la sociedad. Por lo tanto, quedan fuera del ámbito
de aplicación de la norma los incumplimientos de obligaciones legales que,
aunque causen daño a terceros, no tienen su origen en el uso indebido de la
personalidad. 10) Que de lo expuesto se sigue que la doctrina de la
desestimación de la personalidad jurídica debe emplearse en forma restrictiva.
Su aplicación requiere la insolvencia de la sociedad Clo que en el caso no se ha
probado pues ante la inexistencia de un perjuicio concreto a un interés público
o privado no se advierten razones que justifiquen su aplicación. Sin embargo,
aun en este supuesto es preciso acreditar el uso abusivo de la personalidad,
pues no cabe descartar que la impotencia patrimonial haya obedecido al riesgo
propio de la actividad empresaria. 11) Que respecto de los arts. 59 y 274 de la
ley 19.550 cabe señalar que la responsabilidad de los administradores,
representantes y directores hacia terceros (como los trabajadores) es la del
derecho común, que obliga a "indemnizar el daño", la cual es diferente a la del
obligado solidario en las obligaciones laborales. En consecuencia, resulta
imprescindible acreditar la concurrencia de los presupuestos generales del
deber de reparar, lo que no se ha hecho en la especie. Ello, por cuanto la
solidaridad no se presume (art. 701 del Código Civil) y debe ser juzgada en
forma restrictiva. Por lo tanto, es necesario demostrar el daño que ha mediado
mal desempeño, violación de la ley, estatuto, reglamento, dolo, abuso de
facultades y culpa grave. Por lo demás, la responsabilidad es por la actuación
personal y no por alcanzar a otras que no correspondan a la gestión. Aquélla ha
de juzgarse en concreto, atendiendo a las específicas funciones asignadas
personalmente por el estatuto, reglamento o decisión de la asamblea en el área
de la empresa propia de su incumbencia. 12) Que la alzada sostuvo que
correspondía aplicar preceptos en examen porque resolver "de otro modo sería
recaer en la relación inter/humana denominada 'caín-esca' por Levinas ('De
otro modo que ser, o más allá de la esencia', Sígueme, Salamanca, 1995, pág. 54),
en la que uno mata al otro a pesar de la fraternidad primordial o sería
incorporar en lo interpersonal el 'estado de jungla colectivo', en que vivimos y
que fuera estudiado por Carlos Auyero ('del Estado de jungla -8- a la recreación
de la República', Bs. As., 1084). Como hemos de cuidar que ambas realidades (la
chinesca, la de la jungla) no nos infeccione en lo personal como si fuese una
herramienta de sujeción, ciertamente indicada por Hobbes con su famoso 'homo
hominis lupus', la sentencia debe revocarse en este aspecto y hacer extensiva la
condena a los codemandados Juan Goszko y Osvaldo Torresi" (fs. 104 de las tres
causas en examen). 13) Que lo expuesto conlleva la insuficiente fundamentación
del pronunciamiento impugnado, toda vez que el fallo del tribunal se sustentó
en pautas de excesiva latitud que no condujeron a un tratamiento serio de la
cuestión debatida, el cual debió partir de la precisa ponderación de los extremos
señalados en el considerando 11. 14) Que, en función de lo expuesto, cabe
concluir que lo resuelto guarda nexo directo e inmediato con las garantías
constitucionales que se invocan como vulneradas (art. 15 de la ley 48), por lo
que corresponde su descalificación como acto jurisdiccional en los términos de
conocida doctrina de esta Corte sobre arbitrariedad. Por ello, se hace lugar
parcialmente a las presentaciones directas y a los recursos extraordinarios
interpuestos y se deja sin efecto la sentencia apelada con el alcance indicado.
Con costas (art. 68 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación).
Remítanse las quejas al tribunal de origen a fin de que sean agregadas a los
autos principales y se dicte, por quien corresponda, un nuevo pronunciamiento
con arreglo al presente. Reintégrense los depósitos. Notifíquese. RICARDO
LUIS LORENZETTI. ES COPIA
a).3.- Fallo CORONEL
Expte. Nº CNT 59642/2013/CA1 SENTENCIA DEFINITIVA.78302 AUTOS:
“CORONEL FERNANDO SIMON c/ IRONBULL S.A. Y OTRO S/
DESPIDO” (JUZGADO Nº 80).
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, capital federal de la República
Argentina, a los 31 días del mes de mayo de 2016 se reúnen los
señores jueces de la Sala V, para dictar la sentencia en esta causa, quienes se
expiden en el orden de votación que fue sorteado oportunamente; y EL
DOCTOR ENRIQUE NESTOR ARIAS GIBERT dijo: Contra la sentencia de
grado que hizo lugar a la demanda apelan ambas partes y por la regulación de
sus honorarios lo hace el letrado de la parte demandada. La demandada se
queja en primer término, por cuanto la sentencia de origen tuvo por cierto que
el actor se desempeñaba como barman en el local explotado por la firma
demandada, cuestionando la validez dada a los testigos que depusieron en la
causa por ser amigos del actor y por cuanto ninguno de ellos pudo precisar la
dirección correcta del local bailable. No comparto su criterio. Nótese que en el
análisis de la prueba testimonial, determinadas circunstancias comunes a las
relaciones laborales, como el juicio pendiente o la relación de dependencia
respecto del ex empleador, no pueden nunca ser presupuesto del análisis de la
credibilidad de los dichos del testigo sino, por el contrario, elementos a ser
tenidos en cuenta como circunstancias que permiten analizar las inconsistencias
de los dichos emitidos. La existencia de la “tacha” no es un atajo para evitar el
análisis racional de los dichos sino una circunstancia para relativizar el efecto
del análisis de los dichos. En otras palabras, la existencia de vínculos que
surgen de las generales de la ley no está a priori del análisis sino que juega a
posteriori del mismo para relativizar las conclusiones. No puede perderse de
vista que, en el ámbito cerrado en que se desarrollan muchas relaciones
laborales, nadie conoce mejor los hechos de la causa que los dependientes o ex
dependientes. Por otro lado, todos los testigos que brindaron declaración
hicieron una pormenorizada descripción del boliche, existiendo la posibilidad
que al momento en que se tomó declaración a cada uno de ellos (año 2014) no
puedan dar exactitud de la numeración de la avenida Córdoba donde
funcionaba dicho establecimiento bailable, indicando sí su intersección,
Córdoba y Florida. En este sentido, no es posible que el juez presuponga que los
testigos, por tener un determinado ánimo mientan respecto de los hechos
percibidos por sus sentidos o tengan alucinaciones pues el principio de
inocencia impide aplicar la primera de esas presunciones y la presunción de
habilidad de los adultos hasta su declaración de insania, la segunda. Si no existe
prueba en contrario, ni lo relatado contradice restricciones físicas o lógicas es
deber de los jueces analizar la prueba ofrecida de acuerdo a las reglas de la sana
crítica, es decir a los imperativos que surgen del sistema jurídico, de las reglas
lógicas y de la experiencia. Si no existe prueba capaz de cuestionar la convicción
que surge de declaraciones testimoniales situadas y que relatan hechos que
pueden ser conocidos desde las coordenadas en las que el testigo dice haber
tomado conocimiento de esos hechos, debe existir una razón suficiente para
descartarlos. Por ello, en este punto también debe confirmarse la sentencia de
grado. En todos los casos los jueces se ven impelidos a decidir por imposición
legal. Esto es, a elegir entre opciones distintas y contrarias y todo juicio que se
emite es una hipótesis y nada más que una hipótesis sobre objetos y relaciones
entre objetos a los que sólo es posible acercarse por signos (testimonios,
documentos, informes, etc.). Nunca nada puede ser probado con la fuerza de la
certeza (salvo supuestos de psicosis), el mortal debe conformarse con lo
probable, con las huellas de un suceso y con las huellas de otros sucesos
referidos al primero. En esa tópica de razón de sistema que impone el encuentro
con los signos es posible el advenimiento de un mundo como nosotros lo
conocemos. Se debe elegir una hipótesis en un juicio práctico, elección de la
hipótesis más probable en las condiciones reales de semiosis limitada.
Abstraerse de esto, lleva a la teoría probatoria de la inquisición, la de la prueba
tasada. O, en todo caso, a creer en la posibilidad de un acceso noumenal a la
verdad allende el fenómeno. Por supuesto, esta elección probable, esta creencia
debe ser comunicable. Lo que nunca puede dejar de hacerse es de dar razón
razonable de las causas por las que se elige. El ars inveniendi no puede ser
jamás para el juzgador republicano, una cuestión privada. Se podrá cuestionar
que no se trata de prueba sino de inferencia, pero este tipo de planteo sólo es
compatible con la creencia metafísica en la posibilidad de la certeza, en que
existe la posibilidad de una adequatio intellectum ad rem. Lamentablemente
para el narcisismo del sujeto, los mortales no pueden hacer otra cosa que inferir
pues los hablantes viven en un mundo de signos y el signo es, por definición,
todo aquello con lo cual se puede mentir. En el caso, aparecen las declaraciones
de los testigos propuestos por el accionante que, con circunstancias adecuadas
de persona, tiempo y lugar, indican las condiciones de prestación de servicio
del actor a favor de otro sujeto por fuera de todo registro. Frente a esta
constancia probatoria, debía analizarse si existen elementos que permitan
descartar esta hipótesis abonada por los dichos de los testigos referenciados. De
esta forma, no concuerdo con el quejoso, en tanto no habiéndose producido
elementos que desvirtúen o cuestionen la convicción que surge de las
declaraciones testimoniales otorgadas, debo tener por cierta la fecha de ingreso,
jornada y salario devengado que fueran denunciados en el escrito de demanda.
En síntesis comparto los argumentos esbozados en origen ya que es empleador
quien requiere los servicios de un trabajador (artículo 26 RCT). Pero este
requerimiento no es el de la mera apariencia contractual (quien signa el contrato
como empleador) sino quien efectivamente requiere los servicios para
utilizarlos como medio instrumental para obtener los fines de la organización
de la que es titular efectivo. Esto es, que se es empleador por ser empresario con
independencia de quien hubiera actuado como signatario. El requerimiento de
un servicio subsumido en una organización empresaria ajena constituye al
titular de ésta en empleador. Por otro lado, es de destacar que el régimen de la
ley de sociedades comerciales o del código civil de Vélez no admiten, la
responsabilidad de los titulares de los órganos de las personas de existencia
ideal por el solo hecho de ser tales. En todos los casos es menester la
concurrencia de un factor de atribución autónomo para que opere la
responsabilidad del sujeto. En otras palabras, no se responde por ser gerente,
director o socio. Se responde por haber actuado en carácter de órgano respecto
del ilícito. Esto es así porque las personas jurídicas sólo tienen capacidad de
derecho. Carecen en absoluto de capacidad de hecho. El corolario de estos
axiomas es que la sociedad carece de capacidad para realizar actos ilícitos.
Cuando en nombre de una persona jurídica se realiza un acto ilícito, el hecho no
puede ser imputado directamente a la sociedad. Sea el ilícito cometido por
quienes la dirigen o administran, sea que la autoría del accionar antijurídico
corresponda a dependientes. En rigor de verdad, en estos supuestos, no se trata
de descorrimiento alguno de velo societario sino de la responsabilidad por el
hecho propio de quien, en tanto persona física, ha actuado como autor,
partícipe, consejero o cómplice de actos ilícitos efectuados por medio de una
persona jurídica.

Este es el principio general del artículo 36 del Código Civil: Se reputan actos de
las personas jurídicas los de sus representantes legales, siempre que no excedan
los límites de su ministerio. En lo que excedieren, sólo producirán efecto
respecto de los mandatarios. De hecho, en la actual redacción del Código Civil y
Comercial esa directriz no se ha modificado sino que por el contrario se ha
expresado con claridad contundente la responsabilidad de sus integrantes ante
la comisión de actos antijurídicos, ya que el artículo 160 refiere:
“Responsabilidad de los administradores. Los administradores responden en
forma ilimitada y solidaria frente a la persona jurídica, sus miembros y terceros,
por los daños causados por su culpa en el ejercicio o con ocasión de sus
funciones, por acción u omisión.” De modo correlativo el artículo 58 LSC
establece en su primer párrafo: El administrador o el representante que de
acuerdo con el contrato o por disposición de la ley tenga la representación de la
sociedad, obliga a ésta por todos los actos que no sean notoriamente extraños al
objeto social. Este régimen se aplica aun en infracción de la organización plural,
si se tratare de obligaciones contraídas mediante títulos valores, por contratos
entre ausentes, de adhesión o concluidos mediante formularios, salvo cuando el
tercero tuviere conocimiento efectivo de que el acto se celebra en infracción de
la representación plural”. Vélez, partiendo de la idea de que una persona de
existencia ideal no puede tener otros fines que los lícitos, entendió que la
finalidad antijurídica de alguno de sus actos operaba fuera del marco que, como
instrumento de derecho dispuesto para fines considerados lícitos, estaba
acordado para la concesión de la personalidad jurídica. Por ello, en la nota al
artículo 43, señalaba: El derecho criminal considera al hombre natural, es decir,
a un ser libre e inteligente. La persona jurídica está privada de ese carácter, no
siendo sino un ser abstracto, al cual no puede alcanzar el derecho criminal. La
realidad de su existencia se funda sobre las determinaciones de un cierto
número de representantes, que en virtud de una ficción, son considerados como
sus determinaciones propias. Semejante representación, que excluye la
voluntad propiamente dicha, puede tener sus efectos en el derecho civil, pero
jamás en el criminal. Los delitos que pueden imputarse a las personas jurídicas
han de ser siempre cometidos por sus miembros o por sus jefes, es decir, por
personas naturales, importando poco que el interés de la corporación haya
servido de motivo o fin al delito (...) Los que creen que los delitos pueden ser
imputados a las personas jurídicas, les atribuyen una capacidad de poder que
realmente no tienen. La capacidad no excede del objeto de su institución, que es
el de poder hacerlo participar del derecho a los bienes. La tesis del Codificador
era la de suponer que todo acto ilícito excedía el límite del ministerio de las
personas jurídicas. El efecto de esta pretensión fue la creación de un marco de
irresponsabilidad, no en los socios, sino en las personas jurídicas que, al tiempo
que se aprovechaban de los beneficios provocados por el ilícito, no debían
responder por sus efectos. La reacción contra los efectos de la norma llevó a
precisar la distinción del ámbito objetivo del ministerio del representante, con
prescindencia de la antijuridicidad del acto. Sin embargo, esto no puede afectar
la responsabilidad por el hecho propio que procede del obrar del autor, persona
física. Al igual que en el supuesto del dependiente establecido en el artículo
1113 Código Civil en su redacción anterior, lo que se establece es la
responsabilidad mediata de la persona de existencia ideal por el acto ilícito de
quien la dirige o administra operando en el límite de su mandato, mientras que
la responsabilidad inmediata siempre cae sobre el autor del ilícito “lato sensu”
por efecto de lo establecido en el sistema general de responsabilidad que
impone la obligación de reparar el perjuicio provocado a otra persona. En
definitiva esto es lo que sostiene el actual artículo 1716 del Código Civil y
Comercial cuando expresa: “Deber de reparar. La violación del deber de no
dañar a otro, o el incumplimiento de una obligación, da lugar a la reparación
del daño causado, conforme con las disposiciones de este Código”. Tan mediata
es la responsabilidad de la persona jurídica, que a ésta se le ha acordado la
acción recursoria contra el autor del ilícito que debe responder por el hecho
propio. La primera parte del artículo 54 de la ley de sociedades comerciales, en
cuanto establece que “El daño ocurrido a la sociedad por dolo o culpa de socios
o de quienes no siéndolo la controlen, constituye a sus autores en la obligación
solidaria de indemnizar, sin que puedan alegar compensación con el lucro que
su actuación haya proporcionado en otros negocios”, es un supuesto particular
de acción recursoria de la sociedad, responsable mediata, frente al acto del
autor del ilícito. Es autor, entonces, quien es capaz de ejecutar a sabiendas y con
intención de dañar, un acto ilícito. Es decir, quien es capaz de una libre
determinación (artículo 1076 del Código de Vélez). Siguiendo este
razonamiento, la determinación de quienes deben responder por el delito está
definida por el artículo 1081 del Código Civil de Vélez: “La obligación de
reparar el daño causado por un delito pesa solidariamente sobre todos los que
han participado en él como autores, consejeros o cómplices, aunque se trate de
un hecho que no sea penado por el derecho criminal” y respecto de los
cuasidelitos por el artículo 1109 del mismo cuerpo normativo: “Todo el que
ejecuta un hecho, que por su culpa o negligencia ocasiona un daño a otro, está
obligado a la reparación del perjuicio. Esta obligación es regida por las mismas
disposiciones relativas a los delitos del derecho civil”. Para que pueda
atribuirse la responsabilidad por el ilícito a la persona de existencia visible que
ejerce la dirección o administración de una persona jurídica o que es
dependiente de ésta, es menester que el acto deba haber salido de la órbita de
reparación contractual (aun cuando la causa de la reparación haya nacido en el
ámbito contractual) de conformidad a las pautas del artículo 1107. En este
supuesto, la responsabilidad de la persona jurídica, incapaz de representación
y, en consecuencia ni autor, ni consejero, ni cómplice del acto antijurídico,
resulta mediata por efecto de la responsabilidad establecida por el artículo 43
del Código Civil de Vélez y en los límites de atribución establecidos por los
artículos 36 del mismo cuerpo normativo y 58 LSC. Pero su obligación de
reparar emerge en función de garantía frente a un acto cuya autoría puede y
debe ser imputado a una persona que actuó en la perpetración del ilícito. En
estos supuestos, demostrada la comisión de un ilícito, quien actúa como órgano
o dependiente de una persona jurídica, es el responsable inmediato por su
autoría en el delito (artículo 1077 del Código Civil de Vélez), por su
participación en el delito a título de coautor, consejero o cómplice (artículo 1081
del Código Civil) o por el riego o vicio de las cosas de las que se sirve (artículo
1113 del Código Civil). La existencia del uso empresario de la clandestinidad en
la contratación no dejan dudas respecto a la responsabilidad de la persona
jurídica de existencia visible demandada que hizo posible la comisión del ilícito.
La responsabilidad de la sociedad es mediata, en la medida que ella se ha
beneficiado con el accionar de su socio, directivo o dependiente. Pero la
responsabilidad inmediata corresponde al autor, partícipe, consejero o cómplice
en la inejecución a sabiendas de la obligación de pago y debido registro, actúe
en su carácter de socio, directivo o dependiente de la sociedad. El delito civil
contemplado en el artículo 1072 del Código de Vélez incluye sin lugar a dudas
tanto el dolo directo como el indirecto. Es más dudosa la aplicación del dolo
eventual a la figura del delito civil. El suscripto suscribe la postura amplia, pues
quien incumple a sabiendas la obligación y se figura la posibilidad del daño
producido por la inejecución tiene la intención de dañar la persona o los
derechos de otro aunque de manera eventual. Sabe la posibilidad de la
existencia de dañar a otro y a sabiendas incumple la conducta debida. Como
consecuencia de ello debe considerarse que el daño probable es querido en
tanto consecuencia posible del ilícito cometido por omisión. En el caso de autos
todas las obligaciones reclamadas obedecen justamente a esa tipicidad del
delito civil que determina la responsabilidad por delitos aún en los supuestos
de inejecución de obligaciones contractuales. En efecto, la falta de pago de lo
debido o el debido registro, sólo puede compatibilizarse con una decisión a
sabiendas de producir un daño y un incumplimiento a sabiendas por parte de
quien se sustrae de la obligación asumida previamente. La actuación personal
de Savino en su carácter de presidente del directorio de la sociedad demandada
(circunstancia reconocida) que actuó y consintió la ilegalidad en la que se
desarrolló la relación laboral, la hace responsable en tanto autora, consejera o
cómplice del hecho ilícito, sin que exista en la causa demostración de la
existencia de elementos capaces de exculparla de su actuación personal ilícita en
la contratación o prosecución de la relación laboral (artículo 1081 del Código
Civil), por lo que corresponde confirmar la sentencia de origen. Lo expuesto
precedentemente deja sin materia el agravio expresado tercer y cuarto lugar por
el quejoso. De hecho, la aplicación de la presunción del artículo 55 RCT es
consecuencia de la irregularidad registral de la relación laboral por parte del
empleador. En este sentido, no puede olvidarse que la carga probatoria de la
real fecha de ingreso recae sobre el empleador, por cuanto en la especie ha sido
impuesta al mismo atento lo normado por el referido artículo, que establece
claramente una presunción juris tantum y no una presunción simple. En este
caso, el juez debe presumir, salvo prueba en contrario la veracidad de lo
afirmado por el trabajador o sus causahabientes sobre las circunstancias que
debían constar en tales asientos. No es función de los jueces ignorar las leyes so
color de particulares criterios, sino aplicarlas. Nótese que esta presunción
desplaza la asignación de carga de la prueba que realiza el artículo 377 CPCCN.
Es de señalar que la norma del artículo 377 CPCCN es una norma residual, que
sólo ha de tener aplicación en caso de ausencia de prueba o de presunciones
emanadas de hechos probados en los términos de la sana crítica (artículo 386
CPCCN), o ausencia de presunciones legales específicas incorporadas en la ley
de fondo o procesal. Seguidamente se queja la demandada por la falta de
intimación requerida por la ley 25.323. Sin embrago, cuando el empleador,
como en el caso, coloca al trabajador en situación de despido, no admitir la
procedencia de la multa importaría la forma velada de cohonestar la conducta
punida que consiste en despedir sin pagar lo adeudado. La falta de pago de la
indemnización debida constituye el presupuesto de aplicación de la multa. Así,
el hecho de haber iniciado acción judicial ante la falta de respuesta al
requerimiento constituye sincrónicamente el supuesto analizado por la norma.
Adviértase que basta se cumpla uno de los requisitos -iniciar acciones judiciales
o cualquier instancia previa de carácter obligatorio- para percibir la multa allí
dispuesta. En cuanto a la hipotética falta de exigibilidad del crédito al momento
de la intimación, debe señalarse que, tal como ha quedado demostrado, al no
pagarse las indemnizaciones por omisión de preaviso y despido, y mediado
intimación en el SECLO al pago de las mismas, se ha producido la intimación
requerida por el artículo 2 de la ley 25.323. Existe intimación al pago de la
indemnización por despido claramente documentadas en la instancia
administrativa del SECLO. Este reclamo formulado ante autoridad competente
constituye la intimación fehaciente que exige la norma del artículo 2 de la ley
25.323, ahora sí frente a una obligación incumplida. Respecto al planteo
efectuado por la falta de intimación en términos del artículo 3 del decreto
146/01 debe aclararse que conforme los despachos telegráficos acompañados a
fs. 28/29 –remitidos por el actor al domicilio indicado por la coaccionada- el
informe del Correo Oficial indica que dejado el aviso de visita el destinatario
nunca retiró el despacho telegráfico por cuanto se devuelve al remitente. Esto
configura la inejecución de la obligación por parte del demandado. En estos
términos es que entiendo debe confirmarse la sentencia de grado. Respecto al
primer agravio expresado por la actora en relación al quantum salarial es de
destacar que conforme lo indicado en la liquidación practicada en el escrito
inaugural, no se advierte diferencia sobre todo cuando exclusivamente la parte
limitó su reclamo al salario indicado a fs. 9 de $3.012 y sobre ello realizó el
cálculo de las indemnizaciones provenientes de los artículos 245, 232 y 233 RCT.
En relación con la queja vertida por la interpretación brindada por la a quo
respecto a la intimación requerida por el artículo 11 LNE, donde indica que en
tanto desconocimiento por parte de la demandada de la emisión del TCL
dirigido a AFIP, no existiendo otra prueba que lo acredite, rechaza las multas
dispuestas por los artículos 8 y 15 LNE. Adelanto que concuerdo con los
argumentos expresados por el apelante. En primer lugar, no está en cabeza de
la demandada la negativa de una documentación que de ella no emana y en
segundo lugar, la norma en cuestión, exige la intimación dirigida al empleador
a fin de regularizar la situación laboral y “…de inmediato y, en todo caso, no
después de las 24 horas hábiles siguientes, a remitir a la Administración Federal
de Ingresos Públicos copia del requerimiento previsto en el inciso anterior”, y
no así la recepción por parte del organismo federal de dicha comunicación. La
condición de forma del segundo párrafo que establece la individualización de
los requisitos permitan calificar a la inscripción como defectuosa, es un recaudo
de forma que compromete al sujeto que lo emite, es decir al trabajador. Pero la
norma no impone al mismo otra obligación que la de acreditar la intimación
fehaciente al empleador y la remisión de la copia a la AFIP en un plazo
determinado. Exigir la prueba de la recepción de esta copia por parte de un
tercero ajeno a la relación laboral contraría no sólo el texto de la ley sino
también la norma del artículo 9 RCT que importaría una interpretación
restrictiva e incompatible con el plexo jurídico. En consecuencia, entiendo que
debe accederse a las multas dispuestas por los artículos 8 y 15 LNE, conforme
los parámetros solicitados en la demanda, por la suma de $21.837.
Seguidamente se agravia el actor porque no se hizo lugar al reclamo en los
términos del artículo 275 RCT. Las defensas maliciosas y temerarias no se
pueden identificar con una mala defensa. No es la falta de veracidad lo que
califica como tal una defensa, sino el desconocimiento palmario del derecho o
un fin ostensiblemente obstructivo del proceso. Estos extremos no han
concurrido en la causa, máxime cuando se desconoce cuáles son los propósitos
obstruccionistas que no indica el quejoso, propicio la confirmación en este
aspecto de la sentencia de grado. Las costas dispuestas en primera instancia se
ajustan al hecho objetivo de la derrota, por lo que corresponde confirmar las
mismas. Los honorarios regulados a la representación letrada de la parte actora
en origen, teniendo en cuenta la actuación en doble carácter de los letrados, el
carácter de vencedor y la complejidad y extensión de las tareas se manifiestan
adecuados a las pautas legales, por lo que propicio su confirmación. No así los
honorarios regulados a la representación letrada de la parte demandada en su
conjunto en tanto entiendo le asiste razón al recurrente, por lo que sugiero
elevar la regulación de los honorarios de la misma al 12% del monto de
condena con más sus accesorios, puntualizando que dicho tópico se ajusta a las
pautas arancelarias vigentes. Atento el resultado del proceso propongo que las
costas de alzada sean impuestas a la demandada vencida, regulándose los
honorarios por la actuación en alzada en el 25% de lo que fuera regulado por la
actuación en la instancia anterior.

El DOCTOR OSCAR ZAS dijo: I. Adhiero a la solución propuesta en el primer


voto, con las siguientes salvedades, aclaraciones y excepciones. II. He de prestar
adhesión al voto preopinante en lo que respecta a la extensión de la condena
solidaria a la codemandada Marta Luján Savino, por su condición de presidente
de la demandada Ironbull S.A. El factor de atribución de responsabilidad en los
subsistemas regulados por los arts. 59, 157 y 274 de la ley 19.550 es subjetivo,
teniendo en cuenta -además- que en las sociedades por acciones y de
responsabilidad limitada el principio es que los directores y gerentes no
contraen responsabilidad personal ni solidaria por los actos realizados por el
organismo que integran, y que para que tal responsabilidad opere es necesario
al menos la existencia de culpa, la cual se erige con fundamento de la
responsabilidad, siendo una noción adecuable a cada caso y persona en
concreto a apreciar prudencialmente por el juez, a la luz de las pautas
configuradas en los arts. 59 L.S.C. y 512 y 902 C.C.

Para que se configure la responsabilidad civil es necesario que los hechos u


omisiones hayan ocasionado un perjuicio, de donde resulta que no basta
demostrar que el administrador incumplió sus obligaciones legales y
estatutarias, o que incurrió en negligencia culpable en su desempeño, sino que,
para que se configure su responsabilidad, deben concurrir los otros
presupuestos de la teoría general o de la responsabilidad civil, entre otros los
que se encuentra el adecuado nexo de causalidad entre la inconducta y el daño
causado (cfr. C.N.Com. Sala A 07/11/02, “Cancela Echegaray, Guillermo c/
Compartime S.A. y otros”) El art. 59 de la Ley de Sociedades Comerciales
establece: “Los administradores y representantes de la sociedad deben obrar
con lealtad y con la diligencia de un buen hombre de negocios. Los que faltaren
a sus obligaciones son responsables, ilimitada y solidariamente, por los daños y
perjuicios que resultaren de su acción u omisión”. A su vez, el art. 157 de la Ley
de Sociedades dispone que "la administración y representación de la sociedad
corresponde a uno o más gerentes, socios o no, designados por tiempo
determinado o indeterminado en el contrato constitutivo o posteriormente…"
Es decir, la norma transcripta imputa responsabilidad solidaria a los
administradores y representantes de la sociedad. En el caso, Marta Luján Savino
revistió la condición de presidente del directorio de la demandada. Es decir,
que la persona física está incluida en el ámbito de aplicación del art. 59 L.S.C.
Para la procedencia de la acción de responsabilidad prevista en el art. 59 de la
ley 19.550, se requiere la existencia de daños y perjuicios en relación de
causalidad con la acción u omisión ilícita. A mi modo de ver, resulta evidente el
perjuicio sufrido por el accionante como consecuencia de la omisión de
registración del vínculo contractual por parte de la demandada.

El art. 274 de la ley 19.550 establece: “Los directores responden ilimitada y


solidariamente hacia la sociedad, los accionistas y los terceros, por mal
desempeño de su cargo, según el criterio del art. 59, así como por la violación de
la ley, el estatuto o el reglamento y por cualquier otro daño producido con dolo,
abuso de facultades o culpa grave”. En el caso analizado, surge que la
codemandada Marta Luján Savino, en su carácter de integrante del órgano de
administración de la demandada Ironbull S.A., consintió con su accionar la
comisión del fraude laboral y previsional por parte de dicha persona jurídica.
Sabido es que la ilicitud constituye un quebrantamiento de la lealtad y la
diligencia exigible a un “buen hombre de negocios” (art. 59 y 274 L.S.C.).
Corresponde, por ende, responsabilizar a Marta Luján Savino por la condena de
autos en forma solidaria. III. En cambio, estimo improcedente la condena al
pago de la multa prevista en el art. 8º de la ley 24.013 por las siguientes razones:
resulta aplicable el art. 82, inc. b), cuyo texto reza en lo pertinente: "Las partes
deberán reconocer o negar categóricamente la autenticidad de los documentos
agregados que se les atribuyen y la recepción de las cartas y telegramas que les
hubieren dirigido, cuyas copias se acompañen. El incumplimiento de esta
norma determinará que se tengan por reconocidos o recibidos tales
documentos. El reconocimiento o la negativa deberán formularse en los
siguientes plazos:.." "...b) Para los documentos agregados en las oportunidades
de los arts. 71 y 75, dentro de los tres días de notificada la intimación expresa
que formulará el juzgado junto con el auto de apertura a prueba...". En el
presente caso, estamos en presencia de un telegrama supuestamente dirigido a
la Administración Federal de Ingresos Públicos, por lo que no pesaba al
respecto sobre los demandados la carga procesal establecida en el art. 82, inc. b),
L.O. En efecto, al tratarse de una pieza postal no dirigida al demandado
incumbía a la parte actora la carga procesal de requerir el libramiento del oficio
pertinente al Correo Argentino, sin que esa actividad -insisto- deba ser suplida
por este Tribunal, so pena de vulnerar el principio de igualdad de las partes en
el proceso (conf. arts. 34, inc. 5º, c), C.P.C.C.N. y 155, L.O.). En esos términos, la
parte actora oportunamente desistió de la informativa ofrecida al Correo Oficial
(v. fs. 212/vta.), por lo que no se produjo prueba alguna respecto a la recepción
del telegrama obrante a fs. 15. Aun cuando el art. 11, inc. b) de la ley 24.013
utiliza el verbo remitir considero que ello no basta para cumplimentar la
exigencia legal, sino que es necesario que quien ejerce un derecho con
invocación de aquella norma -en este caso: el actor- acredite que la remisión
pertinente instrumentada en el sub lite a través de un telegrama llegue a la
esfera de conocimiento de la AFIP. La norma que introdujo el requisito de
remitir a la AFIP la copia de la intimación formulada al empleador integra el
Capítulo VIII ("Normas referidas a las relaciones laborales y el empleo no
registrado") de la ley 25.345 denominada de "Prevención de la evasión fiscal".
Por otra parte, uno de los objetivos de la ley 24.013, que no fue alterado por la
modificación introducida por el art. 47 de la ley 25.345, es el de "Promover la
regularización de las relaciones laborales, desalentado las prácticas evasoras"
(art. 2º, inc. j), L.N.E.). Teniendo en cuenta las circunstancias descriptas y el
hecho de que la cabal registración de la relación laboral para la Ley Nacional de
Empleo sólo se concreta con la inscripción del trabajador en los libros y la
documentación laboral pertinente y en los organismos de la seguridad social
(conf. arts. 7 y 18, ley 24.013), a mi modo de ver la remisión exigida por el inc. b)
del art. 11 de la ley citada debe llegar a la esfera de conocimiento de la
Administración Federal de Ingresos Públicos a fin de que este organismo
disponga las medidas pertinentes tendientes a investigar y sancionar la evasión
fiscal denunciada. Desde una perspectiva hermenéutica, resulta plenamente
compatible con la finalidad perseguida por las normas mencionadas en los
párrafos que anteceden que el organismo fiscal pertinente tome conocimiento
de la acción desplegada por el trabajador -o en su caso: por el sindicato que lo
represente- para regularizar las relaciones laborales total o parcialmente
clandestinas y -en especial- para desalentar y, eventualmente, sancionar la
evasión fiscal derivada de la ausencia absoluta o relativa de registración laboral.
Por las razones expuestas, considero improcedente viabilizar la multa
reclamada con fundamento en el art. 8º de la ley 24.013. IV. En cambio, coincido
con el juez preopinante respecto a la procedencia del art. 15, L.N.E., dicha
norma reza en la parte pertinente: "Si el empleador despidiere sin causa
justificada al trabajador dentro de los dos (2) años desde que se le hubiere
cursado de modo justificado la intimación prevista en el art. 11, el trabajador
despedido tendrá derecho a percibir el doble de las indemnizaciones que le
hubieren correspondido como consecuencia del despido. Si el empleador
otorgare efectivamente el preaviso, su plazo también se duplicará...". Es decir,
que la procedencia de la mencionada duplicación está condicionada
exclusivamente a dos requisitos: a) La recepción por parte del empleador de la
intimación cursada por el trabajador o la asociación sindical que lo represente
en los términos del art. 11, inc. a). b) El despido directo o indirecto dentro de los
dos años de recepción de la intimación aludida, con las salvedades apuntadas
precedentemente para el caso de ruptura contractual dispuesta por el
trabajador. Digo esto pues el art. 15, L.N.E. no requiere, ni explícita, ni
implícitamente la comunicación prevista en el art. 11, inc. b) de la ley citada,
requisito este último que fue introducido por el art. 47 de la ley 25.345, sin que
sufriera modificación alguna el precitado artículo 15. El fallo de la CSJN in re
“Di Mauro, José Santo c/ Ferrocarriles Metropolitanos S.A. E.L. y otro s/
despido” D. 233 XL del 31/5/05, ha zanjado la cuestión, al disponer que la
mencionada remisión dispuesta en el art 11 inciso b) – copia a la AFIP –
solamente resultaría exigible para la indemnización reclamada en el marco del
art 8 de dicha normativa, pero no hace a la procedencia de la multa establecida
en el art 15 del mencionado cuerpo legal ya que esta no se encuentra
comprendida en la enumeración introducida por el art 47, ley 25.345 que
solamente alcanza a las multas previstas en los arts. 8, 9 y 10, L.N.E. pero en
modo alguno obsta a la duplicación a que alude el mencionado art. 15, siempre
y cuando se hubiere cursado la intimación dirigida al empleador de manera
plenamente justificada extremo éste que se encuentra debidamente acreditado
en autos. En este caso, llega firme a esta instancia que el trabajador intimó a los
demandados para que regularice la relación laboral el día 11 de abril de 2013 (v.
fs. 16 y 17), vigente aún la relación, puesto que se consideró despedido el día 21
de mayo de ese mismo año. En ese contexto, es que corresponde admitir la
multa dispuesta por el art. 15 de la mencionada ley. En consecuencia, de
prosperar mi voto, el monto de condena debe alcanzar a $ 51.525 ($ 38.975 +
multa art. 15, L.N.E. $ 12.550). V. En atención a la revocatoria propuesta,
corresponde dejar sin efecto lo resuelto en materia de costas y honorarios y
adecuarlos al actual resultado del litigio, deviniendo abstracto el tratamiento de
los recursos interpuestos al respecto (conf. art. 279 cód. procesal). Sobre dicha
base, corresponde imponer las costas a cargo de las demandadas vencidas en
las cuestiones sustanciales de la contienda (conf. art. 68 C.P.C.C.N.). En lo
atinente a los honorarios correspondientes a la anterior instancia conforme
resultado del pleito en relación con cada parte, etapas cumplidas y mérito e
importancia de las labores, sugiero regular los de la representación letrada de la
parte actora, de Ironbull S.A. y de Marta Luján Savino en el 16%, 11% y 11%,
respectivamente, que deben ser calculados sobre el nuevo capital de condena
con más los intereses (cfr. arts. 6, 7, 9, 19, 37, 39 y cctes. ley 21.839; 3 y 12 del
RAPCE y 38 L.O.). VI. En atención a la suerte que he propiciado al recurso
interpuesto, las costas de alzada también deberían imponerse a cargo de las
demandadas (conf. art. 68 C.P.C.C.N.) y regular los honorarios de la
representación y patrocinio letrado de la parte actora y demandadas en el 25%
de lo que le corresponda, respectivamente, por su actuación en la instancia
anterior (conf. art. 14, ley 21.839).
LA DOCTORA GRACIELA ELENA MARINO dijo: En lo que resulta materia de
disidencia, adhiero al voto del Dr. Oscar Zas por análogos fundamentos.

En virtud de lo que surge del acuerdo que antecede, el TRIBUNAL POR


MAYORIA RESUELVE: 1) Modificar la sentencia apelada y elevar el monto de
condena a la suma de PESOS CINCUENTA Y UN MIL QUINIENTOS
VEINTICINCO ($ 51.525) la que devengará los intereses dispuestos en la
sentencia de grado. 2) Dejar sin efecto lo resuelto en materia de costas y
honorarios y fijarlos conforme a la propuesta que surge del segundo voto. 3)
Imponer las costas y regular los respectivos honorarios de Alzada de acuerdo al
mencionado segundo voto. 4) Regístrese, notifíquese, cúmplase con el art. 1 de
la ley 26.856 Acordadas C.S.J.N. 15/13 punto 4) y 24/13 y devuélvase. Con lo
que terminó el acto, firmando los señores jueces por ante mí, que doy fe. MLF

Enrique Néstor Arias Gibert Oscar Zas

Juez de Cámara Juez de Cámara

Graciela Elena Marino

Juez de Cámara
b).- Analice el fallo que a continuación se transcribe, luego responda.

1 .- Identifique a las partes involucradas en proceso judicial.


2..- ¿Cuál es la plataforma fáctica (los hechos) que se debate en el caso?
3.- ¿Cuáles son los “agravios” o los fundamentos que plantea la sociedad
demandada para que la Cámara revoque la sentencia?
4.- ¿Qué dice la sentencia de la Cámara con relación a las funciones de
administración y representación y la imputabilidad a la sociedad del acto en
cuestión?

FALLO
En la ciudad de Corrientes a los veinticuatro días del mes de octubre del año
dos mil diecinueve, encontrándose reunidos en el Salón de Acuerdos de la
Excma. Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial, Sala N° 1, los Señores
Vocales Dres. Analía I. Durand De Cassis y Alejandro Rafael Retegui, con la
Presidencia de la Dra. María Eugenia Sierra de Desimoni, asistidos de la
Secretaria autorizante, tomaron en consideración el Expte. N° 165.949 (J.C.C. N°
7), caratulado: “LAS CAÑAS S.A. C/ MINERA MELEJ S.A. S/ PROCESO
EJECUTIVO” venido a este Tribunal por el recurso de apelación interpuesto a
fs. 135/138, por la parte demandada y a fs. 139/141 por la actora, contra la
Sentencia N° 34, dictada el 18 de febrero de 2019, obrante a fs. 128/132. Que,
conforme a las constancias de autos, corresponde que emitan voto en primero y
segundo término, los Dres. Alejandro Rafael Retegui y Analía I. Durand De
Cassis, respectivamente (fs. 157). A continuación el Sr. Vocal Dr. Alejandro
Rafael Retegui formula la siguiente:

RELACIÓN DE LA CAUSA

La señora Juez a quo ha relacionado detenidamente en su fallo los antecedentes


obrantes en autos. A ellos me remito “brevitatis causa”. En su pronunciamiento
eechaza las excepciones de falsedad e inhabilidad de título por falta de
legitimación activa opuestas por el demandado (a fs.48/51 vta.) y en
consecuencia manda llevar adelante la presente ejecución contra Minera Melej
S.A., hasta que el acreedor se haga integro pago del capital reclamado en la
suma de $ 920.000 (Pesos novecientos veinte mil), con más los intereses de la
tasa activa que el Banco de la Nación aplica para las operaciones de descuento a
treinta días, que se devengará, en forma mensual, desde la mora – 29/09/2017;
23/01/2018 y 14/02/2018–, y hasta su efectivo pago. Dispuso oficiar al Fiscal en
turno a efectos de poner en su conocimiento la posible comisión de un delito en
estos obrados (conf. incs. 1° y 2° del art. 302 del Código Penal y art. 180, inc. 1°
del Código Procesal Penal). Impuso las costas al demandado vencido y difirió
la regulación de los honorarios profesionales una vez completada la tramitación
del proceso (art. 44 de la Ley 5822). Apela la demandada a fs. fs. 135/138, y a
fs. 139/141 la actora. Corrido los respectivos traslados, solo fue contestado a fs.
144/146 por la ejecutante. Concedido los recursos en relación y con efecto
suspensivo a fs. 148 y 150 se elevan a la Excma. Cámara las presentes
actuaciones, y a fs. 156 la Presidencia llama Autos para Sentencia integrándose
la Sala con sus vocales titulares. Dicha integración se encuentra firme y
consentida y la causa en estado de resolución. La señora Vocal Dra. Analía I.
Durand De Cassis presta conformidad a la precedente relación de la causa. A
continuación la Excma. Cámara plantea las siguientes:

CUESTIONES

PRIMERA: Es nula la sentencia recurrida? SEGUNDA: En caso negativo, la


sentencia apelada debe ser confirmada, modificada o revocada? -A la primera
cuestión el Señor Vocal Dr. Alejandro Rafael Retegui dijo: Si bien, el recurso de
nulidad no ha sido deducido, el mismo se halla implícito en el recurso de
apelación conforme las previsiones del art.254 del C.P.C. y C., por lo que
corresponde analizar si se ha configurado algún supuesto que requiera su
tratamiento. No observándose vicios que justifiquen una declaración en tal
sentido, no cabe considerarlo. Así voto.-A la misma cuestión la Señora Vocal
Dra. Analía I. Durand de Cassis dijo: Que adhiere. -A la segunda cuestión el
Señor Vocal Dr. Alejandro Rafael Retegui dijo:

I.-La causa viene en virtud de los recursos de apelación interpuestos por la


actora y por la demandada contra la Sentencia Nº 34 que mandó a llevar
adelante la ejecución. De la apelación de la actora se dio traslado a la
demandada, quien no contestó. La Juez concedió el recurso de apelación, en
relación y con efecto suspensivo a fs. 150. El recurso de apelación de la
demandada se substanció con la contestación de la actora, y fue concedido el
relación y con efecto suspensivo a fs. 148. La Presidencia llamó los autos para
sentencia a fs. 156.
II.- LAS CAÑAS S.A. promovió juicio ejecutivo contra MINERA MELEJ S.A.
por el cobro de $ 920.000, más intereses y costas. La demanda se basa en tres
cheques de pago diferido librados por la sociedad demandada y que fueron
rechazados por falta de fondos. Luego de diligenciado el mandamiento de
intimación de pago y remate, vino la demandada y opuso las excepciones de
falta de personería y de inhabilidad de título. De las mismas se dio traslado a la
actora, quien las contestó, pidiendo sean desestimadas. La causa se abrió a
pruebas, y se admitió únicamente la informativa al Correo Argentino. Con
posterioridad a la producción de la prueba informativa al Correo Argentino (fs.
99/101) y del rechazo al libramiento de un oficio ampliatorio a dicha empresa
(fs. 114/115), la Juez dictó Sentencia de remate.
III.- En la Sentencia, la Juez rechazó las excepciones de falta de personería y de
inhabilidad de título, y mandó a llevar adelante la ejecución por el capital
reclamado, con más los intereses a la tasa activa que el Banco de la Nación
cobra para las operaciones descuento a treinta días. Aplicó las costas al
demandado. Contra dicha Sentencia apelaron las partes. La actora apeló los
intereses moratorios fijados en el pronunciamiento. A su vez, la demandada
recurrió el rechazo de la excepción de falta de personería.

IV.-En primer término, corresponde tratar el recurso de apelación interpuesto


por la demandada contra el rechazo de la excepción de falta de personería. Ese
es su único agravio y pasaremos a considerarlo. En la Sentencia, al desestimar la
excepción de falta de personería, la Juez dice que el art. 268 de la Ley 19.550
prescribe que “el director o el presidente del directorio es la persona facultada
para ejercer la representación de una sociedad anónima”. Agrega que el
otorgamiento de un poder general para asuntos judiciales difícilmente implique
un acto notoriamente extraño al objeto social; y que dicho acto no califica como
un acto extraordinario que pueda ser restringido estatutariamente, sino que
corresponde a la actividad cotidiana de una sociedad. Finaliza señalando que el
escribano dio cumplimiento a los recaudos necesarios para acreditar la
personería del poderdante.

V.-Disconforme con dichos fundamentos, en su expresión de agravios, la


demandada recuerda que en la oportunidad de plantear la excepción de falta de
personería denunció el defecto del poder otorgado por LAS CAÑAS S.A. a los
Dres. Menises y Decotto, señalando que dicho poder había sido otorgado por
un Director de la sociedad anónima y no por el Presidente del Directorio.
Sostiene que los poderes generales para juicio sólo pueden ser otorgados por el
Presidente del Directorio, quien tiene la representación legal en este tipo de
sociedades (art. 268, Ley General de Sociedades). Y por ello, argumenta que el
Director Sr. Marcelo Daniel Nocetti, al no revestir la calidad de presidente del
directorio de LAS CAÑAS S.A., carecía de facultades para dar poder a los
letrados que comparecieron a juicio por ella.

Arguye que la invocación de mero director titular no lo autorizaba a celebrar


válidamente contratos en nombre y representación de la sociedad, ni lo
facultaba a otorgar mandato eficaz para que un abogado represente a la
Sociedad Anónima en juicio. Así sostiene que el pronunciamiento se aparta de
las pautas legales a las que debió sujetarse para resolver la controversia.
Puntualmente, critica que la norma no dice lo que la Juez refiere cuando indica
que “el director o el presidente del directorio es la persona facultada para
ejercer la representación de una sociedad anónima”. Argumenta que no es
cierto que cualquier director está facultado para ejercer la representación de la
sociedad. Y termina diciendo que la juez de primera instancia ha modificado en
forma patente e injustificada la letra de la ley, alterando además normas de
orden público, como lo son las disposiciones del art. 268 de la ley 19.550.
Asimismo, reprocha que los restantes argumentos en torno al carácter extraño o
cotidiano del acto impugnado son verdaderamente inconducentes para resolver
el caso; así como las explicaciones acerca de que el escribano interviniente
habría efectuado una suerte de control de personería, siendo que este -aduce-
no puede tergiversar las normas de orden público en materia de representación
previstas en la Ley General de Sociedades.

VI.-La administración de la sociedad anónima está cargo de un directorio, que


puede ser unipersonal o pluripersonal (art. 255, Ley General de Sociedades).
Cuando la sociedad está sujeta a fiscalización estatal permanente, el directorio
debe poseer al menos tres miembros (arts. 255, 2º párrafo, y 299, LGS). La
constitución y funcionamiento del directorio debe estar reglamentado en el
estatuto social (art. 260, LGS). Los directores deben ejercer el cargo en forma
personal e indelegable y deben reunirse en forma periódica (arts. 266 y 267,
LGS). Asimismo, el estatuto puede establecer la elección de directores suplentes
para subsanar la falta de los directores por cualquier causa; y esta previsión es
obligatoria para las sociedades que prescinden de la sindicatura (arts. 258, 284 y
299, LGS). La gestión inmediata de los negocios sociales está confiada al
directorio, que funciona en colegio y en forma deliberativa, salvo que el
directorio sea unipersonal (Halperín, Isaac – Otaegui, Julio C., “Sociedades
Anónimas”, p. 437 y 494, Depalma, 1998). El directorio debe tener un
Presidente, elegido según las previsiones estatutarias entre alguno de sus
miembros. En lo que nos interesa, entre las facultades del presidente del
directorio figura la representación legal de la sociedad (art. 268, LGS). El
representante legal es la persona que obliga a la sociedad por todos los actos
que no sean notoriamente extraños al objeto social (arts. 58 y 268, de la LGS).
Ahora bien esta representación puede ser extendida, por vía estatutaria, a otro u
otros integrantes del directorio. Así, es lícito, en el ejercicio de esta facultad,
estatuir la actuación conjunta de dos o más directores para obligar a la sociedad
(Halperín, Isaac – Otaegui, Julio C., “Sociedades Anónimas”, p. 503, Depalma,
1998). De lo que llevamos dicho se colige que, en principio, el presidente del
directorio de una sociedad anónima, como representante legal necesario, es la
persona que obliga a la sociedad por todos los actos que celebre y que no sean
notoriamente extraños al objeto social. Por excepción, el estatuto puede
establecer que la representación legal recaiga en forma conjunta en dos o más
directores. En el caso, al momento de la firma del poder general para juicios
(fs.8/10), el Sr. Nocetti era director de LAS CAÑAS S.A., pero no era su
Presidente. Y en ese carácter de director a secas carecía de la representación
legal de la sociedad, y por tanto, no podía obligarla. Si no podía obligarla,
carecía de facultades para otorgar poder convencional a los letrados que se
presentaron en el expediente por la sociedad, poder que importaba la
celebración de un contrato de mandato. Tampoco la actora invocó alguna
excepción a la regla general y que hubiera investido a Nocetti de la
representación legal de la sociedad (previsión estatutaria, representación
conjunta, vacancia o ausencia del presidente, actuación del director suplente,
etc.). No la alegó ni la probó. En conclusión, el director Nocetti no se hallaba
facultado para otorgar el poder en crisis. Por tanto, corresponde hacer lugar a la
excepción de falta de personería planteada por la demandada. Ahora bien,
como se trata de un defecto remediable, propicio otorgar un plazo razonable
para su subsanación. Así propongo que el expediente vuelva a primera
instancia para que la Juez fije un plazo para que la actora subsane el defecto que
estamos tratando, término que se computará a partir de la notificación del
emplazamiento.

VII.-La apelación de la parte actora respecto de los intereses fijados en la


Sentencia será tratada en la medida que el expediente sea elevado a esta Alzada,
una vez que el defecto de representación sea subsanado.

VIII.- En cuanto a las costas de la excepción de falta de personería, y atento a la


forma en que se resuelve, propongo se apliquen a la parte actora, en razón que
fue ella quien dio razón para litigar a la contraria y resultó perdidosa en la
defensa.

IX.-Por lo expuesto, propongo hacer lugar al recurso de apelación de la


demandada y revocar el pronunciamiento apelado, debiendo regresar el
expediente a primera instancia para que la Juez fije un plazo para que la actora
subsane el defecto de representación, término que se computará a partir de la
notificación del emplazamiento. Costas a la actora. Diferir el tratamiento de la
apelación de la actora para su oportunidad si correspondiere. Así voto. -A la
segunda cuestión la Sra. Vocal Dra. Analía Inés Durand De Cassís dijo: I.-
Compartiré las conclusiones a las que arriba el Sr. Vocal preopinante acerca de
la procedencia de la excepción del falta de personería opuesta por la firma
demandada. Del Bastanteo Notarial de los documentos acompañados para el
acto de apoderamiento, no surge el acta de directorio que autorice el
otorgamiento del Poder General para asuntos judiciales y administrativos,
como tampoco que el otrogante se encuentre autorizado para suscribirlo. II.- La
sociedad anónima demandada “Minera Melej SA”, se presentó al proceso y a
fs.48/51vta., contestó demanda y opuso la excepción de falta de personería
respecto de los mandatarios de la firma actora “Las Cañas SA”, pues la calidad
de “mero Director titular” no lo autoriza a celebrar válidamente contratos en
nombre y representación de la sociedad, ni lo faculta a otorgar mandato eficaz
para que un abogado represente a la sociedad anónima en un juicio. La Sra.
Juez al examinar esta defensa, señaló que el otorgamiento de un poder general
para asuntos judiciales difícilmente implique un acto notoriamente extraño al
objeto social, en consecuencia no siendo un acto extraordinario el poder traído
por el actor -otorgado por el Director de la sociedad- se ajusta a derecho. Lo que
significó el rechazo de la excepción, conforme surge de los términos del
Considerando II del fallo de fs.128/132. III.- Ahora en revisión, en virtud del
recurso de apelación examinado, cierto es que le asiste razón al apelante. La
representación legal de la firma comercial ejecutante, según las previsiones del
art.268 de la LGS, corresponde al Presidente del Directorio. Este, en ese carácter,
debe actuar dentro del marco del objeto social y realizar todos los actos
tendientes al cumplimiento del mismo. Obliga a la sociedad por todos los actos
que no sean notoriamente extraños al objeto social (art.58 de la LGS), sin
perjuicio de ello, no puede decidir por sí el otorgamiento de poderes para
representar a la sociedad, como en la especie, en un juicio.

Ello es así, porque el Presidente del Directorio, no es un mandatario de la


sociedad, que pueda sustituir un mandato, sino que ejerce una representación
orgánica, inherente al cargo que desempeña. La doctrina y jurisprudencia son
contestes en señalar que a los efectos de una adecuada acreditación de la
actividad desarrollada por el Presidente del Directorio, este cuente con el
respaldo de una decisión del órgano de administración de la sociedad. Con lo
cual no queda duda de la legitimidad de los actos del representante legal (Conf.
Jorge Daniel Grispo “Ley General de Sociedades”. Ley 19550 (t.o ley 26994),
T.IV, Rubinzal -Culzoni Editores, Santa Fe 2017, pág.271). En tal sentido, es
importante dejar en claro que el otorgamiento de poderes a favor de terceros,
no es una potestad del Presidente, sino del Directorio de la Sociedad, en su
carcater de órgano de la misma. Pues, implica actos que, por su importancia
trasciende la gestión ordinaria y habitual del giro social. Por eso, el Presidente
otorgará válidamente un poder si lo hace en virtud de una decisión directorial
(Conf. Jorge Daniel Grispo, ob., t., y edic., citados, pág.273). La decisión del
otrogamiento surge -en razón de ser un órgano colegiado- de una deliberación
y posterior votación de sus componentes, la que debe ser registrada en un libro
de actas. Esta resulta necesaria a los efectos de determinar la actuación del
órgano, aún en el supuesto de ser un órgano unipersonal (arts.255 y 73 del LGS)
y opera como elemento esencial para probar al tercero la existencia del acto
(Conf. Efraín Hugo Richard – Orlando Manuel Muiño “Derecho Societario”,
Editorial Astrea, Buenos Aires 1999, pág.513 y 531). IV.- Sobre la base de lo
expuesto, del examen de la documentación agregada a fs.8/10, consistente en
copia del Primer Testimonio de Poder General para Asuntos Judiciales y
Administrativos otorgado por la sociedad “Las Cañas SA” a favor de los Dres.
Carlos Alberto Decotto y/o Gerónimo Decotto y/o Carlos Alberto Alejandro
Menises y/o María Esther Menises y/o Carlos Alberto Menises (h), revela que
efectivamente Marcelo Daniel Nocetti es Director Titular de la firma, desigado
por Asamblea Ordinaria N° 15, de fecha 17 de mayo de 2016. Empero, lo que no
resulta acreditado es la facultad ejercida en el poder general amplio para pleitos
y asuntos administrativos otorgado en representación de la sociedad, toda vez
que no surge del instrumento notarial que da cuenta del acto, la existencia del
acta de directorio que autoriza el presente apoderamiento y al compareciente a
suscribirlo. Dado el defecto con que cuenta la representación invocada por los
apoderados de la firma comercial “La Cañas SA”, corresponde la admisión de
la excepción y disponer que ella sea subsanada (art.544, inciso 2°, en
consonancia con el art.354, inciso 4°, del C.P.C. y C.). V.- Así vista la cuestión,
me expido en igual sentido que el Sr. Vocal del primer voto, en lo que ha sido
materia de recurso, con igual régimen de imposición de costas a la firma
societaria actora, dado la suerte corrida por la defensa opuesta (art.68, primer
parágrafo, del C.P.c. y C.). Así voto.- Con lo que se dió por finalizado el
presente Acuerdo pasado y firmado, todo por ante mí Secretaría autorizante
que doy fe.

S E N T E N C I A N°86 Corrientes, 24 de octubre de 2019.

Por los fundamentos que se instruyen; SE RESUELVE: 1°) Hacer lugar al


recurso de apelación de la demandada interpuesto a fs.135/138; en su mérito,
revocar el Fallo N°34 de fs. 128/132, debiendo regresar el expediente a primera
instancia para que la Juez fije un plazo para que la actora subsane el defecto de
representación, término que se computará a partir de la notificación del
emplazamiento. 2°) Diferir el tratamiento del recurso de apelación de la actora
articulado a fs.139/141 para su oportunidad si correspondiere. 3°) Imponer las
costas a la actora. 4°) Insértese, regístrese y notifíquese.

CONCUERDA FIELMENTE CON SU ORIGINAL QUE OBRA AGREGADO


AL PROTOCOLO DE SENTENCIAS DE ESTA SALA I. CONSTE.

Dra. MARIA SILVINA CARDOSO Secretaria – SALA 1

Expte N°165.949

INCLUIDO EN EL LIBRO DE NOTIFICACIONES EL DIA 28 DE OCTUBRE DE


2019.

Dra. ANALIA I. DURAND DE CASSIS Juez de Cámara

Dr. ALEJANDRO R. RETEGUI Juez de Cámara

ANTE MI. Dra. MARIA SILVINA CARDOSO Secretaria – SALA 1


c).- Analice el fallo que a continuación se transcribe, luego responda.

1 .- Considera como se señala en el fallo de la CSJN que el artículo 58 LGS


incorpora la teoría ultra vires.
2..- ¿Qué entiende por apariencia jurídica?
3.- ¿Ud. cree que una Entidad Financiera (un Banco) tiene el mismo
conocimiento que un empresario PyME, por ejemplo, cuanto contrata con una
sociedad para determinar si un administrador, apoderado o representante
social está facultado para obligar a la sociedad o para determinar si el acto es
notoriamente extraño al objeto social?
4.- ¿Cuál es la conclusión que extrae del fallo?

FALLO

G. 341. XL. RECURSO DE HECHO Grupo República S.A. c/ Terminales


Portuarias Argentinas S.A. s/ ejecutivo. -1- Buenos Aires, 18 de noviembre de
2008 Vistos los autos: "Recurso de hecho deducido por la actora en la causa
Grupo República S.A. c/ Terminales Portuarias Argentinas S.A. s/ ejecutivo",
para decidir sobre su procedencia. Considerando:

1) Que la Sala A, de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, revocó


la sentencia de fs. 362/372 que había ordenado llevar adelante la ejecución
contra la demandada, como avalista de un pagaré por U$S 500.000, e hizo lugar
a la excepción de inhabilidad de título deducida por ésta.

2) Que contra ese pronunciamiento, el ejecutante dedujo el recurso


extraordinario de fs. 458/472 que, contestado por la demandada a fs. 481/495 y
desestimado a fs. 486, dio origen a la presentación directa de fs. 79/97 del
cuaderno de queja. Sostiene allí que el pronunciamiento es arbitrario porque se
sustenta en fórmulas genéricas que constituyen un fundamento sólo aparente y
omite tratar cuestiones oportunamente formuladas, con lo cual afirma afecta
derechos y garantías constitucionales (art. 18 de la Constitución Nacional). En
particular señala que no han sido examinados el planteo referido a la falta de
redargución de falsedad y plena fe de la escritura pública (fs. 300/303)
mediante la cual se otorgó el poder para firmar el aval (fs. 9), el envío por la
demandada de una carta informando el cumplimiento de aquel acto (fs. 304) y
la aplicación de la doctrina de la apariencia (art. 58 de la Ley de Sociedades
Comerciales). Puntualiza, igualmente, que también omite analizar que el
otorgamiento de avales integra el objeto de las sociedades comerciales y que los
estatutos de la demandada contemplaban dicha facultad.
3°) Que el recurso es formalmente admisible en cuanto -2- a la existencia de una
sentencia definitiva. Esta Corte tiene dicho que cabe asignar tal carácter a la
sentencia que, recaída en juicio ejecutivo, descarta la existencia de una
obligación cambiaria a cargo de la ejecutada, lo cual no es susceptible de ser
discutido nuevamente en un juicio ordinario posterior, en razón de quedar
comprendido dicho supuesto en las previsiones del art. 553 del Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación (Fallos: 325:2839). Asimismo, si bien este
Tribunal tiene reiteradamente dicho que las cuestiones de hecho, prueba e
interpretación de normas de derecho común y procesal constituyen temas
propios de los jueces de la causa, y ajenos, en principio, a la instancia
excepcional del art. 14 de la ley 48, ha hecho excepción a tal regla cuando el
fallo prescinde de la consideración de argumentos conducentes para la correcta
solución del caso y, por apoyarse en afirmaciones dogmáticas y pautas de
excesiva latitud, no da respuestas adecuadas a los serios planteos que el
apelante formula en defensa de sus derechos (Fallos: 324:1595; 325:350, entre
otros).

4°) Que el recurso también es admisible en relación a la configuración de una


causa de arbitrariedad de la sentencia recurrida. El análisis de la arbitrariedad
requiere la identificación de un defecto grave de fundamentación o de
razonamiento en la sentencia que torne ilusorio el derecho de defensa o
conduzca a la frustración del derecho federal invocado (Fallos: 310:234). Pero no
incumbe a la Corte Suprema juzgar el error o acierto de la sentencia que decide
cuestiones de derecho común (Fallos: 286:85), y su objeto no es corregir en
tercera instancia pronunciamientos equivocados (Fallos: 310:676). En el presente
caso, la decisión adoptada por la Cámara niega la existencia de un aval
cambiario adjudicando al ejecutante la carga de averiguación, lo cual es
exactamente lo contrario a lo que dice la ley vigente. No es una interpretación
legítima, ya que no responde a ninguno de los significados que ha motivado el
art. 58 de la ley 19.550, en la dogmática vigente. Por otra parte, la decisión tiene
una relevancia institucional considerable, porque si se la aplicara
generalizadamente, afectaría gravemente el funcionamiento de las actividades
comerciales y la seguridad jurídica.

5°) Que la arbitrariedad de la sentencia surge del análisis del razonamiento


jurídico de la decisión. El Banco ejecutante promovió una demanda ejecutiva
contra Terminales Portuarias Argentinas S.A. procurando el cobro de un pagaré
que había firmado como avalista. La demandada planteó excepción negando
ser deudora y que el firmante tuviera facultades para obligarla, puesto que
dicho acto violaba el Estatuto Social. Adujo que el ejecutante sabía que el
firmante del aval carecía de facultades para obligarla, ya que la atribución para
otorgar el poder utilizado en esa operación correspondía al directorio de la
sociedad, no a su presidente, quien tampoco contaba con la autorización de la
Asamblea Extraordinaria, conocimiento del Estatuto que atribuyó a la
ejecutante por tener abierta en esa entidad una cuenta corriente bancaria y a la
larga relación comercial que las unía, y que esta última afirma debió verificar la
existencia de facultades suficientes mediante el estudio del poder presentado
(fs. 269/289). El ejecutante, por su parte, solicitó el rechazo de tal defensa
arguyendo que el aval, pese a la limitación estatutaria, le era oponible a la
demandada por aplicación de la teoría de la apariencia (art. 58 de la Ley de
Sociedades Comerciales). Destacó que ni la apariencia, ni la validez del -4-
poder acordando facultades para otorgar avales y fianzas y no redargüido de
falso resultaban afectados, ni por el conocimiento del Estatuto por el sector
cuentas corrientes del Banco, ni por la falta de transcripción del acta de
directorio en la escritura pública, circunstancia que se ve reforzada sus dichos
por el envío que la avalista efectuara de una nota fechada el 05/01/95
informando sobre la vigencia de ese Poder, lo cual fue reconocido por ella (fs.
320/329). El juez de primera instancia hizo lugar a la demanda, y apelada, esta
sentencia fue revocada por la decisión que ahora se recurre. Para hacer lugar a
la excepción, consideró que no puede estimarse que la apariencia creada
hubiere sorprendido en su buena fe a la ejecutante y, sostuvo, que el Banco
debió asegurarse de la representatividad, máxime en atención al monto del
título. Los hechos descriptos no son controvertidos en una entidad suficiente
como para que la presente sea una cuestión fáctica y, por el contrario, es
evidente que la cuestión gira alrededor de una interpretación de la ley vigente
que excede los límites que ella permite.

6) Que cabe recordar que el art. 58 de la ley 19.550 que recepta la doctrina del
ultra vires dispone que "El administrador o representante que de acuerdo con el
contrato o por disposición de la ley tenga la representación de la sociedad,
obliga a ésta por todos los actos que no sean notoriamente extraños al objeto
social. Este régimen se aplica aun en infracción de la organización plural, si se
tratare de obligaciones contraídas mediante títulos valores..., salvo cuando el
tercero tuviere conocimiento efectivo de que el acto se celebra en infracción de
la representación plural". Esta norma regula lo relativo al órgano de
representación de la sociedad en sus relaciones con terceros, imputando a la
sociedad los actos celebrados por quienes, por disposición de la ley, tienen
dicha facultad. La ley adopta claramente el principio de la apariencia jurídica y
la protección de las expectativas de quienes contratan con la sociedad. Dado
que la actuación del representante societario conlleva la imputación de sus actos
a la persona jurídica, tanto el otorgamiento sin facultades suficientes de un
poder para dar avales tal lo establecido por los jueces de la causa, como la
actuación del mandatario por la representación que le fue conferida (art. 221 del
Código de Comercio), se inscriben en el ámbito de la apariencia jurídica que
consagra esa norma, y en cuya virtud se acuerda plena eficacia a tales actos
jurídicos respecto de terceros. Este efecto imputativo no es aplicable cuando se
trate de actos notoriamente extraños al objeto social, lo que no fue materia de
juzgamiento en la sentencia en recurso.
7) Que la regla consagra una excepción que consiste en la demostración de que
el conocimiento del tercero de la infracción a la representación plural sea
"efectivo". Es decir que el conocimiento del tercero no puede ser presumido y
exige una prueba cabal, alejada de toda duda. Esta regla de distribución legal de
la carga probatoria es consistente con los valores que protege el legislador. Si
quien contrata con terceros tuviera que cerciorarse de todos los hechos atinentes
a la gestión representativa existirían altos costos de transacción que
dificultarían enormemente la actividad económica. La protección de la
confianza y la expectativa de los terceros es esencial en las relaciones
comerciales, y es gravemente afectada por interpretaciones como las que se
cuestiona. -6- Esta regla también se ajusta a las que distribuyen la carga
probatoria, puesto que quien invoca un hecho impeditivo de la pretensión debe
demostrarlo, lo que no ha ocurrido en el caso. Por otra parte, es coherente con la
lógica jurídica, ya que toda excepción es de interpretación restrictiva. La
decisión de la Cámara excede las posibilidades legítimas de interpretación de la
norma y es, por ello, arbitraria conforme a la doctrina de esta Corte.

8) Que el conocimiento efectivo no es equivalente al presumido. Al realizar lo


apuntado, la sentencia del a quo ha prescindido de exigir ese conocimiento
efectivo real por parte de la ejecutante acerca de la infracción a la representación
plural, así como su prueba cabal, y ha mudado todo ello por otra exigencia de
distinta índole, a saber, la de que el tercero no haya sido negligente en la
adquisición del conocimiento acerca de la existencia de una infracción a la
representación plural, haciendo en el caso responsable a la ejecutante en razón
de su profesionalidad por incurrir en aquello que "debió" conocer y no conoció.
Con ello el a quo incorporó el ingrediente de la "buena fe" del tercero, que es
ajeno a la operatividad del art. 58 de la ley 19.550 lo que resulta claro del breve
y único párrafo que la cámara de apelaciones dedicó a la cuestión al referir que
"...considerando que la parte actora es una entidad bancaria de vasta
trayectoria, no puede estimarse que hubiere sorprendido en su buena fe la
apariencia creada. Entonces la entidad receptora del aval en cuestión debió
asegurarse de la existencia de tal regla de representatividad, máxime en
atención al monto por el que fue otorgado el mismo..." (fs. 56 vta. del cuaderno
de queja). Al así decidir, el tribunal a quo alteró el sentido de la norma e invirtió
la carga de la prueba de la excepción que ella consagra. Y no sólo eso, pues,
además, como se dejara dicho, involucró en su razonamiento la cuestión de la
"buena fe" de la ejecutante, que nada tiene que ver con la economía del citado
art. 58. En efecto, el art. 58 de la Ley de Sociedades Comerciales fija, en el
aspecto aquí considerado, una excepción y no una condición iuris para la
producción del efecto que establece, lo que significa reafirmar que la buena fe
del tercero no es requisito ni es constitutiva de la fuerza vinculante del acto
para la sociedad. De ahí que, en el supuesto contemplado por la norma,
concurriendo las condiciones fijadas, nace la obligación para la sociedad con
prescindencia de la buena fe del tercero, por lo que a éste, legitimado activo de
la acción cambiaria, no le incumbe la carga de la prueba de su buena fe; es a la
sociedad a la que en juicio le corresponde desvirtuar la presunción, ínsita en la
norma, de que el tercero infringe el régimen plural de representación. En
consecuencia, a falta de tal acreditación, la cuestión debe resolverse en contra de
la sociedad.

9°) Que la organización plural para la representación del interés social no es


oponible a los terceros cuando se trata de obligaciones contraídas mediante
títulos valores. Este reforzamiento de la apariencia jurídica en el caso de los
títulos valores persigue asegurar la protección de la confianza y la lealtad en las
relaciones comerciales. La sentencia en recurso no considera en absoluto esta
cuestión.

10) Que la sentencia incurre en otra causal de arbitrariedad, cual es la ausencia


de valoración de pruebas. En el caso, el decisorio apelado se circunscribe a
declarar inaplicable la doctrina de la apariencia sin examinar los agravios
referidos a la plena fe de la escritura pública y su -8- falta de redargución de
falsedad por la demandada, cuando de ella resulta que el presidente de la
sociedad avalista, el 7 de septiembre de 1994, otorgó al director firmante del
pagaré un poder especial para operaciones bancarias con facultades para firmar
avales y otorgar fianzas (fs. 300/303), otorgamiento que fue comunicado por la
demandada al ejecutante mediante nota del 5 de enero de 1995 (fs. 304).
Asimismo, omite considerar que conforme surge del acta del 1°de julio de 1994,
el directorio de la demandada autorizó el otorgamiento de un poder general
amplio de administración y disposición salvo para la venta de inmuebles y
constitución de hipotecas a ese director (fs. 78/79).

11) Que la decisión judicial debe delimitar los hechos conforme a la aplicación
de las reglas procesales, identificar las normas aplicables y derivar de ellas
consecuencias razonables. En el caso, el elemento fáctico ha sido extraído con
violación a las reglas de la carga probatoria, y el elemento normativo ha sido
desvirtuado mediante la incorporación de elementos que no contiene, conforme
se ha señalado en considerandos anteriores. Pero además, no hay una
derivación razonada, en el sentido de coherencia con los valores que protege el
ordenamiento. La regla consagrada en la sentencia invierte la carga de
autoinformación, con lo cual, si se aplicara generalizadamente, haría que
quienes contratan con las sociedades se vean obligados a adoptar medidas de
diligencia extremas, para evitar presunciones en su contra. Ello haría que las
relaciones comerciales sean más lentas, costosas y perjudiciales para las partes
así como para la sociedad. Este efecto contraría claramente la seguridad
jurídica, la confianza creada en el tráfico comercial, la protección de los terceros,
la buena fe y la estabilidad de los derechos. Por ello, habiendo dictaminado la
señora Procuradora Fiscal, se hace lugar a la queja, se declara procedente el
recurso extraordinario y se deja sin efecto la sentencia apelada. Con costas.
Reintégrese el depósito de fs. 1. Notifíquese, agréguese la queja al expediente
principal y vuelvan los autos al tribunal de origen para que, por quien
corresponda, se dicte un nuevo pronunciamiento con arreglo a lo expuesto.
RICARDO LUIS LORENZETTI - ELENA I. HIGHTON de NOLASCO (en
disidencia)- CARLOS S. FAYT - ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI (en
disidencia)- JUAN CARLOS MAQUEDA - E. RAUL ZAFFARONI - CARMEN
M. ARGIBAY (en disidencia). ES COPIA DISI-//- - DENCIA DE LA SEÑORA
VICEPRESIDENTA DOCTORA DOÑA ELENA I. HIGHTON de NOLASCO Y
DE LOS SEÑORES MINISTROS DOCTORES DON ENRIQUE SANTIAGO
PETRACCHI Y DOÑA CARMEN M. ARGIBAY Considerando: Que el recurso
extraordinario, cuya denegación dio origen a la presente queja, es inadmisible
(art. 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación). Por ello, oída la
señora Procuradora Fiscal, se desestima la queja. Dése por perdido el depósito
de fs. 1. Hágase saber y, previa devolución de los autos principales, archívese.
ELENA I. HIGHTON de NOLASCO - ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI -
CARMEN M. ARGIBAY. ES COPIA Recurso de hecho interpuesto por el Grupo
República S.A., actora en autos, representada por el Dr. Matías E. Bravo y
patrocinada por el Dr. Guillermo R. Moncayo. Tribunal de origen: Sala A de la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial. Tribunales que intervinieron
con anterioridad: Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Comercial n°23.

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