TRABAJO DOMICILIARIO FCE Nro 5 de UNIDAD III Y IV PDF
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1 .- Señale las diferencias que Ud. aprecia con relación a lo resuelto en el Fallo
Palomeque (de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, sentencia del 3 de
abril de 2003)); el Fallo “Coronel” (de la Sala V de la Cámara Nacional del
Trabajo sentencia del 31-5-16) y el “Fallo Daverede” (sentencia del 29-5-2007 ver
voto en disidencia del Dr. Lorenzetti), respecto del enfoque que tiene cada
sentencia en lo que concierne a la responsabilidad de los administradores
sociales y la inoponibilidad de la personalidad societaria y su aplicación.
Vistos los autos: "Recurso de hecho deducido por Gabriel Lipovetzky, Jacobo
Lipovetzky y Sergio Lipovetzky en la causa Palomeque, Aldo René c/
Benemeth S.A. y otro", para decidir sobre su procedencia.
Considerando:
Que esta Corte comparte los fundamentos y conclusiones del dictamen del
señor Procurador Fiscal, a los que corresponde remitirse en razón de brevedad.
-I- La Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo (Sala X), denegó el recurso
federal de los codemandados contra la sentencia del tribunal que modificó la de
primera instancia y les extendió solidariamente la condena. Para así decidir, se
basó en que: a) no se trata de ninguno de los supuestos del artículo 14 de la ley
n 48; y, b) se reduce a discrepar con el criterio de la Sala en temas de hecho,
prueba, derecho común y procesal, sin que se advierta arbitrariedad (fs. 494).
-IV- Según emerge de fs. 438/452, la juez de grado consideró probado -en lo
que nos ocupa- que el actor percibía una suma fija y un porcentaje en concepto
de comisiones por ventas y que su ingreso a la firma accionada resultó anterior
al registrado por la empleadora. Dicho fallo, siempre en lo que nos atañe, fue
apelado por Benemeth S.A. que se agravió de la admisión del rubro comisiones
(v. fs. 454/456) y por la actora disconforme con la liberación de responsabilidad
de los socios directores de la firma (fs. 461/463), dando lugar a las réplicas de fs.
468/469 y 472.
-V- Por los fundamentos expuestos, opino que corresponde hacer lugar a la
queja, declarar procedente el recurso extraordinario, dejar sin efecto la sentencia
y restituir los autos al tribunal de origen para que, por quien proceda, se dicte
un nuevo fallo con arreglo a lo indicado.
FELIPE DANIEL
a.2. Fallo DAVEREDE
Este es el principio general del artículo 36 del Código Civil: Se reputan actos de
las personas jurídicas los de sus representantes legales, siempre que no excedan
los límites de su ministerio. En lo que excedieren, sólo producirán efecto
respecto de los mandatarios. De hecho, en la actual redacción del Código Civil y
Comercial esa directriz no se ha modificado sino que por el contrario se ha
expresado con claridad contundente la responsabilidad de sus integrantes ante
la comisión de actos antijurídicos, ya que el artículo 160 refiere:
“Responsabilidad de los administradores. Los administradores responden en
forma ilimitada y solidaria frente a la persona jurídica, sus miembros y terceros,
por los daños causados por su culpa en el ejercicio o con ocasión de sus
funciones, por acción u omisión.” De modo correlativo el artículo 58 LSC
establece en su primer párrafo: El administrador o el representante que de
acuerdo con el contrato o por disposición de la ley tenga la representación de la
sociedad, obliga a ésta por todos los actos que no sean notoriamente extraños al
objeto social. Este régimen se aplica aun en infracción de la organización plural,
si se tratare de obligaciones contraídas mediante títulos valores, por contratos
entre ausentes, de adhesión o concluidos mediante formularios, salvo cuando el
tercero tuviere conocimiento efectivo de que el acto se celebra en infracción de
la representación plural”. Vélez, partiendo de la idea de que una persona de
existencia ideal no puede tener otros fines que los lícitos, entendió que la
finalidad antijurídica de alguno de sus actos operaba fuera del marco que, como
instrumento de derecho dispuesto para fines considerados lícitos, estaba
acordado para la concesión de la personalidad jurídica. Por ello, en la nota al
artículo 43, señalaba: El derecho criminal considera al hombre natural, es decir,
a un ser libre e inteligente. La persona jurídica está privada de ese carácter, no
siendo sino un ser abstracto, al cual no puede alcanzar el derecho criminal. La
realidad de su existencia se funda sobre las determinaciones de un cierto
número de representantes, que en virtud de una ficción, son considerados como
sus determinaciones propias. Semejante representación, que excluye la
voluntad propiamente dicha, puede tener sus efectos en el derecho civil, pero
jamás en el criminal. Los delitos que pueden imputarse a las personas jurídicas
han de ser siempre cometidos por sus miembros o por sus jefes, es decir, por
personas naturales, importando poco que el interés de la corporación haya
servido de motivo o fin al delito (...) Los que creen que los delitos pueden ser
imputados a las personas jurídicas, les atribuyen una capacidad de poder que
realmente no tienen. La capacidad no excede del objeto de su institución, que es
el de poder hacerlo participar del derecho a los bienes. La tesis del Codificador
era la de suponer que todo acto ilícito excedía el límite del ministerio de las
personas jurídicas. El efecto de esta pretensión fue la creación de un marco de
irresponsabilidad, no en los socios, sino en las personas jurídicas que, al tiempo
que se aprovechaban de los beneficios provocados por el ilícito, no debían
responder por sus efectos. La reacción contra los efectos de la norma llevó a
precisar la distinción del ámbito objetivo del ministerio del representante, con
prescindencia de la antijuridicidad del acto. Sin embargo, esto no puede afectar
la responsabilidad por el hecho propio que procede del obrar del autor, persona
física. Al igual que en el supuesto del dependiente establecido en el artículo
1113 Código Civil en su redacción anterior, lo que se establece es la
responsabilidad mediata de la persona de existencia ideal por el acto ilícito de
quien la dirige o administra operando en el límite de su mandato, mientras que
la responsabilidad inmediata siempre cae sobre el autor del ilícito “lato sensu”
por efecto de lo establecido en el sistema general de responsabilidad que
impone la obligación de reparar el perjuicio provocado a otra persona. En
definitiva esto es lo que sostiene el actual artículo 1716 del Código Civil y
Comercial cuando expresa: “Deber de reparar. La violación del deber de no
dañar a otro, o el incumplimiento de una obligación, da lugar a la reparación
del daño causado, conforme con las disposiciones de este Código”. Tan mediata
es la responsabilidad de la persona jurídica, que a ésta se le ha acordado la
acción recursoria contra el autor del ilícito que debe responder por el hecho
propio. La primera parte del artículo 54 de la ley de sociedades comerciales, en
cuanto establece que “El daño ocurrido a la sociedad por dolo o culpa de socios
o de quienes no siéndolo la controlen, constituye a sus autores en la obligación
solidaria de indemnizar, sin que puedan alegar compensación con el lucro que
su actuación haya proporcionado en otros negocios”, es un supuesto particular
de acción recursoria de la sociedad, responsable mediata, frente al acto del
autor del ilícito. Es autor, entonces, quien es capaz de ejecutar a sabiendas y con
intención de dañar, un acto ilícito. Es decir, quien es capaz de una libre
determinación (artículo 1076 del Código de Vélez). Siguiendo este
razonamiento, la determinación de quienes deben responder por el delito está
definida por el artículo 1081 del Código Civil de Vélez: “La obligación de
reparar el daño causado por un delito pesa solidariamente sobre todos los que
han participado en él como autores, consejeros o cómplices, aunque se trate de
un hecho que no sea penado por el derecho criminal” y respecto de los
cuasidelitos por el artículo 1109 del mismo cuerpo normativo: “Todo el que
ejecuta un hecho, que por su culpa o negligencia ocasiona un daño a otro, está
obligado a la reparación del perjuicio. Esta obligación es regida por las mismas
disposiciones relativas a los delitos del derecho civil”. Para que pueda
atribuirse la responsabilidad por el ilícito a la persona de existencia visible que
ejerce la dirección o administración de una persona jurídica o que es
dependiente de ésta, es menester que el acto deba haber salido de la órbita de
reparación contractual (aun cuando la causa de la reparación haya nacido en el
ámbito contractual) de conformidad a las pautas del artículo 1107. En este
supuesto, la responsabilidad de la persona jurídica, incapaz de representación
y, en consecuencia ni autor, ni consejero, ni cómplice del acto antijurídico,
resulta mediata por efecto de la responsabilidad establecida por el artículo 43
del Código Civil de Vélez y en los límites de atribución establecidos por los
artículos 36 del mismo cuerpo normativo y 58 LSC. Pero su obligación de
reparar emerge en función de garantía frente a un acto cuya autoría puede y
debe ser imputado a una persona que actuó en la perpetración del ilícito. En
estos supuestos, demostrada la comisión de un ilícito, quien actúa como órgano
o dependiente de una persona jurídica, es el responsable inmediato por su
autoría en el delito (artículo 1077 del Código Civil de Vélez), por su
participación en el delito a título de coautor, consejero o cómplice (artículo 1081
del Código Civil) o por el riego o vicio de las cosas de las que se sirve (artículo
1113 del Código Civil). La existencia del uso empresario de la clandestinidad en
la contratación no dejan dudas respecto a la responsabilidad de la persona
jurídica de existencia visible demandada que hizo posible la comisión del ilícito.
La responsabilidad de la sociedad es mediata, en la medida que ella se ha
beneficiado con el accionar de su socio, directivo o dependiente. Pero la
responsabilidad inmediata corresponde al autor, partícipe, consejero o cómplice
en la inejecución a sabiendas de la obligación de pago y debido registro, actúe
en su carácter de socio, directivo o dependiente de la sociedad. El delito civil
contemplado en el artículo 1072 del Código de Vélez incluye sin lugar a dudas
tanto el dolo directo como el indirecto. Es más dudosa la aplicación del dolo
eventual a la figura del delito civil. El suscripto suscribe la postura amplia, pues
quien incumple a sabiendas la obligación y se figura la posibilidad del daño
producido por la inejecución tiene la intención de dañar la persona o los
derechos de otro aunque de manera eventual. Sabe la posibilidad de la
existencia de dañar a otro y a sabiendas incumple la conducta debida. Como
consecuencia de ello debe considerarse que el daño probable es querido en
tanto consecuencia posible del ilícito cometido por omisión. En el caso de autos
todas las obligaciones reclamadas obedecen justamente a esa tipicidad del
delito civil que determina la responsabilidad por delitos aún en los supuestos
de inejecución de obligaciones contractuales. En efecto, la falta de pago de lo
debido o el debido registro, sólo puede compatibilizarse con una decisión a
sabiendas de producir un daño y un incumplimiento a sabiendas por parte de
quien se sustrae de la obligación asumida previamente. La actuación personal
de Savino en su carácter de presidente del directorio de la sociedad demandada
(circunstancia reconocida) que actuó y consintió la ilegalidad en la que se
desarrolló la relación laboral, la hace responsable en tanto autora, consejera o
cómplice del hecho ilícito, sin que exista en la causa demostración de la
existencia de elementos capaces de exculparla de su actuación personal ilícita en
la contratación o prosecución de la relación laboral (artículo 1081 del Código
Civil), por lo que corresponde confirmar la sentencia de origen. Lo expuesto
precedentemente deja sin materia el agravio expresado tercer y cuarto lugar por
el quejoso. De hecho, la aplicación de la presunción del artículo 55 RCT es
consecuencia de la irregularidad registral de la relación laboral por parte del
empleador. En este sentido, no puede olvidarse que la carga probatoria de la
real fecha de ingreso recae sobre el empleador, por cuanto en la especie ha sido
impuesta al mismo atento lo normado por el referido artículo, que establece
claramente una presunción juris tantum y no una presunción simple. En este
caso, el juez debe presumir, salvo prueba en contrario la veracidad de lo
afirmado por el trabajador o sus causahabientes sobre las circunstancias que
debían constar en tales asientos. No es función de los jueces ignorar las leyes so
color de particulares criterios, sino aplicarlas. Nótese que esta presunción
desplaza la asignación de carga de la prueba que realiza el artículo 377 CPCCN.
Es de señalar que la norma del artículo 377 CPCCN es una norma residual, que
sólo ha de tener aplicación en caso de ausencia de prueba o de presunciones
emanadas de hechos probados en los términos de la sana crítica (artículo 386
CPCCN), o ausencia de presunciones legales específicas incorporadas en la ley
de fondo o procesal. Seguidamente se queja la demandada por la falta de
intimación requerida por la ley 25.323. Sin embrago, cuando el empleador,
como en el caso, coloca al trabajador en situación de despido, no admitir la
procedencia de la multa importaría la forma velada de cohonestar la conducta
punida que consiste en despedir sin pagar lo adeudado. La falta de pago de la
indemnización debida constituye el presupuesto de aplicación de la multa. Así,
el hecho de haber iniciado acción judicial ante la falta de respuesta al
requerimiento constituye sincrónicamente el supuesto analizado por la norma.
Adviértase que basta se cumpla uno de los requisitos -iniciar acciones judiciales
o cualquier instancia previa de carácter obligatorio- para percibir la multa allí
dispuesta. En cuanto a la hipotética falta de exigibilidad del crédito al momento
de la intimación, debe señalarse que, tal como ha quedado demostrado, al no
pagarse las indemnizaciones por omisión de preaviso y despido, y mediado
intimación en el SECLO al pago de las mismas, se ha producido la intimación
requerida por el artículo 2 de la ley 25.323. Existe intimación al pago de la
indemnización por despido claramente documentadas en la instancia
administrativa del SECLO. Este reclamo formulado ante autoridad competente
constituye la intimación fehaciente que exige la norma del artículo 2 de la ley
25.323, ahora sí frente a una obligación incumplida. Respecto al planteo
efectuado por la falta de intimación en términos del artículo 3 del decreto
146/01 debe aclararse que conforme los despachos telegráficos acompañados a
fs. 28/29 –remitidos por el actor al domicilio indicado por la coaccionada- el
informe del Correo Oficial indica que dejado el aviso de visita el destinatario
nunca retiró el despacho telegráfico por cuanto se devuelve al remitente. Esto
configura la inejecución de la obligación por parte del demandado. En estos
términos es que entiendo debe confirmarse la sentencia de grado. Respecto al
primer agravio expresado por la actora en relación al quantum salarial es de
destacar que conforme lo indicado en la liquidación practicada en el escrito
inaugural, no se advierte diferencia sobre todo cuando exclusivamente la parte
limitó su reclamo al salario indicado a fs. 9 de $3.012 y sobre ello realizó el
cálculo de las indemnizaciones provenientes de los artículos 245, 232 y 233 RCT.
En relación con la queja vertida por la interpretación brindada por la a quo
respecto a la intimación requerida por el artículo 11 LNE, donde indica que en
tanto desconocimiento por parte de la demandada de la emisión del TCL
dirigido a AFIP, no existiendo otra prueba que lo acredite, rechaza las multas
dispuestas por los artículos 8 y 15 LNE. Adelanto que concuerdo con los
argumentos expresados por el apelante. En primer lugar, no está en cabeza de
la demandada la negativa de una documentación que de ella no emana y en
segundo lugar, la norma en cuestión, exige la intimación dirigida al empleador
a fin de regularizar la situación laboral y “…de inmediato y, en todo caso, no
después de las 24 horas hábiles siguientes, a remitir a la Administración Federal
de Ingresos Públicos copia del requerimiento previsto en el inciso anterior”, y
no así la recepción por parte del organismo federal de dicha comunicación. La
condición de forma del segundo párrafo que establece la individualización de
los requisitos permitan calificar a la inscripción como defectuosa, es un recaudo
de forma que compromete al sujeto que lo emite, es decir al trabajador. Pero la
norma no impone al mismo otra obligación que la de acreditar la intimación
fehaciente al empleador y la remisión de la copia a la AFIP en un plazo
determinado. Exigir la prueba de la recepción de esta copia por parte de un
tercero ajeno a la relación laboral contraría no sólo el texto de la ley sino
también la norma del artículo 9 RCT que importaría una interpretación
restrictiva e incompatible con el plexo jurídico. En consecuencia, entiendo que
debe accederse a las multas dispuestas por los artículos 8 y 15 LNE, conforme
los parámetros solicitados en la demanda, por la suma de $21.837.
Seguidamente se agravia el actor porque no se hizo lugar al reclamo en los
términos del artículo 275 RCT. Las defensas maliciosas y temerarias no se
pueden identificar con una mala defensa. No es la falta de veracidad lo que
califica como tal una defensa, sino el desconocimiento palmario del derecho o
un fin ostensiblemente obstructivo del proceso. Estos extremos no han
concurrido en la causa, máxime cuando se desconoce cuáles son los propósitos
obstruccionistas que no indica el quejoso, propicio la confirmación en este
aspecto de la sentencia de grado. Las costas dispuestas en primera instancia se
ajustan al hecho objetivo de la derrota, por lo que corresponde confirmar las
mismas. Los honorarios regulados a la representación letrada de la parte actora
en origen, teniendo en cuenta la actuación en doble carácter de los letrados, el
carácter de vencedor y la complejidad y extensión de las tareas se manifiestan
adecuados a las pautas legales, por lo que propicio su confirmación. No así los
honorarios regulados a la representación letrada de la parte demandada en su
conjunto en tanto entiendo le asiste razón al recurrente, por lo que sugiero
elevar la regulación de los honorarios de la misma al 12% del monto de
condena con más sus accesorios, puntualizando que dicho tópico se ajusta a las
pautas arancelarias vigentes. Atento el resultado del proceso propongo que las
costas de alzada sean impuestas a la demandada vencida, regulándose los
honorarios por la actuación en alzada en el 25% de lo que fuera regulado por la
actuación en la instancia anterior.
Juez de Cámara
b).- Analice el fallo que a continuación se transcribe, luego responda.
FALLO
En la ciudad de Corrientes a los veinticuatro días del mes de octubre del año
dos mil diecinueve, encontrándose reunidos en el Salón de Acuerdos de la
Excma. Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial, Sala N° 1, los Señores
Vocales Dres. Analía I. Durand De Cassis y Alejandro Rafael Retegui, con la
Presidencia de la Dra. María Eugenia Sierra de Desimoni, asistidos de la
Secretaria autorizante, tomaron en consideración el Expte. N° 165.949 (J.C.C. N°
7), caratulado: “LAS CAÑAS S.A. C/ MINERA MELEJ S.A. S/ PROCESO
EJECUTIVO” venido a este Tribunal por el recurso de apelación interpuesto a
fs. 135/138, por la parte demandada y a fs. 139/141 por la actora, contra la
Sentencia N° 34, dictada el 18 de febrero de 2019, obrante a fs. 128/132. Que,
conforme a las constancias de autos, corresponde que emitan voto en primero y
segundo término, los Dres. Alejandro Rafael Retegui y Analía I. Durand De
Cassis, respectivamente (fs. 157). A continuación el Sr. Vocal Dr. Alejandro
Rafael Retegui formula la siguiente:
RELACIÓN DE LA CAUSA
CUESTIONES
Expte N°165.949
FALLO
6) Que cabe recordar que el art. 58 de la ley 19.550 que recepta la doctrina del
ultra vires dispone que "El administrador o representante que de acuerdo con el
contrato o por disposición de la ley tenga la representación de la sociedad,
obliga a ésta por todos los actos que no sean notoriamente extraños al objeto
social. Este régimen se aplica aun en infracción de la organización plural, si se
tratare de obligaciones contraídas mediante títulos valores..., salvo cuando el
tercero tuviere conocimiento efectivo de que el acto se celebra en infracción de
la representación plural". Esta norma regula lo relativo al órgano de
representación de la sociedad en sus relaciones con terceros, imputando a la
sociedad los actos celebrados por quienes, por disposición de la ley, tienen
dicha facultad. La ley adopta claramente el principio de la apariencia jurídica y
la protección de las expectativas de quienes contratan con la sociedad. Dado
que la actuación del representante societario conlleva la imputación de sus actos
a la persona jurídica, tanto el otorgamiento sin facultades suficientes de un
poder para dar avales tal lo establecido por los jueces de la causa, como la
actuación del mandatario por la representación que le fue conferida (art. 221 del
Código de Comercio), se inscriben en el ámbito de la apariencia jurídica que
consagra esa norma, y en cuya virtud se acuerda plena eficacia a tales actos
jurídicos respecto de terceros. Este efecto imputativo no es aplicable cuando se
trate de actos notoriamente extraños al objeto social, lo que no fue materia de
juzgamiento en la sentencia en recurso.
7) Que la regla consagra una excepción que consiste en la demostración de que
el conocimiento del tercero de la infracción a la representación plural sea
"efectivo". Es decir que el conocimiento del tercero no puede ser presumido y
exige una prueba cabal, alejada de toda duda. Esta regla de distribución legal de
la carga probatoria es consistente con los valores que protege el legislador. Si
quien contrata con terceros tuviera que cerciorarse de todos los hechos atinentes
a la gestión representativa existirían altos costos de transacción que
dificultarían enormemente la actividad económica. La protección de la
confianza y la expectativa de los terceros es esencial en las relaciones
comerciales, y es gravemente afectada por interpretaciones como las que se
cuestiona. -6- Esta regla también se ajusta a las que distribuyen la carga
probatoria, puesto que quien invoca un hecho impeditivo de la pretensión debe
demostrarlo, lo que no ha ocurrido en el caso. Por otra parte, es coherente con la
lógica jurídica, ya que toda excepción es de interpretación restrictiva. La
decisión de la Cámara excede las posibilidades legítimas de interpretación de la
norma y es, por ello, arbitraria conforme a la doctrina de esta Corte.
11) Que la decisión judicial debe delimitar los hechos conforme a la aplicación
de las reglas procesales, identificar las normas aplicables y derivar de ellas
consecuencias razonables. En el caso, el elemento fáctico ha sido extraído con
violación a las reglas de la carga probatoria, y el elemento normativo ha sido
desvirtuado mediante la incorporación de elementos que no contiene, conforme
se ha señalado en considerandos anteriores. Pero además, no hay una
derivación razonada, en el sentido de coherencia con los valores que protege el
ordenamiento. La regla consagrada en la sentencia invierte la carga de
autoinformación, con lo cual, si se aplicara generalizadamente, haría que
quienes contratan con las sociedades se vean obligados a adoptar medidas de
diligencia extremas, para evitar presunciones en su contra. Ello haría que las
relaciones comerciales sean más lentas, costosas y perjudiciales para las partes
así como para la sociedad. Este efecto contraría claramente la seguridad
jurídica, la confianza creada en el tráfico comercial, la protección de los terceros,
la buena fe y la estabilidad de los derechos. Por ello, habiendo dictaminado la
señora Procuradora Fiscal, se hace lugar a la queja, se declara procedente el
recurso extraordinario y se deja sin efecto la sentencia apelada. Con costas.
Reintégrese el depósito de fs. 1. Notifíquese, agréguese la queja al expediente
principal y vuelvan los autos al tribunal de origen para que, por quien
corresponda, se dicte un nuevo pronunciamiento con arreglo a lo expuesto.
RICARDO LUIS LORENZETTI - ELENA I. HIGHTON de NOLASCO (en
disidencia)- CARLOS S. FAYT - ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI (en
disidencia)- JUAN CARLOS MAQUEDA - E. RAUL ZAFFARONI - CARMEN
M. ARGIBAY (en disidencia). ES COPIA DISI-//- - DENCIA DE LA SEÑORA
VICEPRESIDENTA DOCTORA DOÑA ELENA I. HIGHTON de NOLASCO Y
DE LOS SEÑORES MINISTROS DOCTORES DON ENRIQUE SANTIAGO
PETRACCHI Y DOÑA CARMEN M. ARGIBAY Considerando: Que el recurso
extraordinario, cuya denegación dio origen a la presente queja, es inadmisible
(art. 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación). Por ello, oída la
señora Procuradora Fiscal, se desestima la queja. Dése por perdido el depósito
de fs. 1. Hágase saber y, previa devolución de los autos principales, archívese.
ELENA I. HIGHTON de NOLASCO - ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI -
CARMEN M. ARGIBAY. ES COPIA Recurso de hecho interpuesto por el Grupo
República S.A., actora en autos, representada por el Dr. Matías E. Bravo y
patrocinada por el Dr. Guillermo R. Moncayo. Tribunal de origen: Sala A de la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial. Tribunales que intervinieron
con anterioridad: Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Comercial n°23.