Dominique Templ: Crita A Garcia Linera y La Ideologia Marxista en Bolivia
Dominique Templ: Crita A Garcia Linera y La Ideologia Marxista en Bolivia
Dominique Templ: Crita A Garcia Linera y La Ideologia Marxista en Bolivia
reciprocidad »
Crítica de las tesis de Álvaro García Linera
Dominique Temple
Introducción
1 Álvaro García Linera, Forma valor y forma comunidad, Muela del diablo editores, La Paz, Bolivia, 2009.
Todas las citas que envían a esta obra se anotarán como “Forma valor ...”
2 Para nuestras citas de Marx, nos referimos a la edición francesa “Oeuvres”, publicación en tres
volúmenes, Paris, Gallimard, Bibliothèque de La Pléiade, establecida y anotada por Maximilien Rubel,
tomo I (1965), tomo II (1968), tomo III (1982).
comunidades para que se conviertan en las fuerzas motrices de una nueva
sociedad?
3 “Todo medio de trabajo no sólo expresa la calidad de la actitud o “comportamiento activo” del ser
por la unidad esencial, aún no desdoblada plenamente, entre el ser humano y la naturaleza. El
individuo, al tiempo que se reconoce como componente de la naturalidad circundante (siempre lo es,
de hecho), se relaciona con ella como ante un poderío vivo omnipresente, no todavía como con su
resultado por influjo de su laborar ; entabla con ella relaciones con intenciones de alcance limitado,
presuponiendo si inmediatez y su poderío…”. (Forma valor, p. 146).
Primer capítulo
Forma del valor: valor de cambio y valor de reciprocidad
Resumen
5 Este antagonismo fue bien reconocido por Marx: «Las cosas son por sí mismas exteriores al hombre y
por ello alienables. Para que la alienación sea recíproca, es necesario simplemente que los hombres se
relacionen los unos con los otros, con un reconocimiento tácito, como propietarios privados de esas
cosas alienables y por ahí como personas independientes. Sin embargo una tal relación recíproca aún
no existe para los miembros de una comunidad primitiva, cualquiera sea su forma, familia patriarcal,
comunidad india, Estado inca como en el Perú, etc. El intercambio de bienes comienza allá donde las
comunidades terminan, en sus puntos de contacto con comunidades extranjeras o con miembros de
esas comunidades». (Karl Marx, Œuvres, tomo I, Le Capital – livre premier, 1ère section “Marchandise
et Monnaie”, capítulo II. “Des échanges”, p. 623).
En su introducción, García Linera dice que la lectura de El Capital lo confronta
a dos dinámicas opuestas: la “fuerza expansiva del capitalismo” y la fuerza
expansiva de la comunidad, siendo la una “el revés” de la otra6.
¿Cuáles son las razones del despertar de las comunidades y cuál es su alcance
histórico?
6 “Pero a medida que me hundía en la lectura de El Capital para hallar las herramientas que me
permitan entender a las comunidades, estaba claro que no se podía comprender la potencia
emancipativa de las comunidades como libre asociación de productores sin entender la fuerza
expansiva del capitalismo, su dinámica interna como expropiación de la capacidad productiva de los
productores. Esto es, el capital como el reverso de la comunidad o, si se prefiere, la comunidad como
lo no-capital, como el reverso del capitalismo”. (Forma valor, p. 11).
7 “Su fuerza emancipativa (de la comunidad) sólo puede ser entendible desde la comprensión de la
fuerza que la comprime o la destruye a lo largo de estos siglos, es decir, a partir del desarrollo interno
del capitalismo. De ahí que cuanto más quería llegar a entender las comunidades, más necesitaba
entender el capitalismo, su núcleo fundante”. (Forma valor, p. 11).
- La reflexión de los occidentales sobre los límites del sistema capitalista y la
necesidad de apelar a las potencialidades comunitarias (crítica antropológica)
(6)
La cuestión de saber por qué razón esta dinámica, esta potencia, no llega a
desplegarse por sí misma, no llega a pasar al acto, para emplear términos
aristotélicos, queda por precisar, ya que García Linera redobla inmediatamente
esta cuestión de fondo mediante un cuestionamiento de las comunidades
tradicionales:
¿Qué quiere decir? Que cada victoria local por la autonomía conduciría a la
“desestructuración de la interunificación comunitaria” que, por otra parte, el
sistema capitalista considera como necesaria a su propia implantación.
9 Cf. D. Temple, “Frente de clase y frente de civilización”, publicado por el CISA, Consejo Indio de
Sud América, Documentos, 1980 ; y en Teoría de la reciprocidad, tomo III, Padep-Gtz, La Paz, 2003. Leer
también : “La Declaración del Grupo de Lima” (Perú, 1975), Teoría, tomo III, op. cit.
10 Cf. D. Temple, “Carta a Mijail Gorbachev”, Teoría, tomo III, op. cit.
11 Introducción del Discurso de clausura de Muammar al-Kadhafi :
“Es un honor para Libia recibir a los portavoces de las naciones indias. La Libertad es el Bien Común
de todas Naciones. Ustedes son la prueba de que el mundo dicho libre sólo es una leyenda y un
engaño. Su presencia testimonia una realidad histórica. El mundo desde ahora no podrá negar esta
realidad. Ustedes son la demostración de la lucha de las naciones indias de América contra el
imperialismo y sus sufrimientos son la prueba de la violencia del imperialismo yanqui. Lo que sufren
los indios hará bajar la cabeza de la humanidad. La discriminación racial es una verguenza. Los negros
y los indios viven bajo el yugo de los enemigos de la Libertad y de la Paz. Pido a la conciencia internacional que
se despierte ante esas naciones que sufren las peores persecuciones y que las apoye, así como las naciones negras
sufren la misma discriminación racial, solamente porque los hombres son negros.
Los indios son los palestinos del continente americano. Como los palestinos, los indios son expulsados de sus
tierras, deportados como ovejas, tratados como esclavos, fusilados. Los yanquis trataron de la misma forma a las
naciones del sudeste asiático, sobre todo al pueblo de Viet-Nam, pero fracasaron, ya que ese pueblo los venció
pese a considerables pérdidas en hombres.
Pero los yanquis continúan su política, ahora desean dominar la tierra, quisieran ser el Dios en la tierra”
Conclusión del observador occidental invitado al Congreso de Trípoli:
“Las delegaciones indias presentes en Trípoli señalaron el carácter histórico del reconocimiento
político de la indianidad por Libia. Aclamaron a Kadhafi por ser el primer jefe de Estado en reconocer
oficialmente los derechos de los indios a la autodeterminación y a constituirse en Estados. En el curso
del coloquio, las tesis sostenidas por las diferentes delegaciones a favor de la integración de los indios
a las luchas de clases internacionales fueron rechazadas por las diferentes delegaciones favorables a
un frente de civilización. La indianidad apela a los indios políticamente aculturados a reecontrar sus
fuentes y regenerar su identidad a fin de integrase mejor al frente de luchas indias. Igualmente, llama
a los campesinos, obreros y pobres latinoamericanos a aliarse con ella para luchar contra su enemigo
común. Los participantes de América del Norte y del Canadá insistieron en el genocidio, sobre todo
en Guatemala. Los participantes de América Central insistieron apuntaron los Estados Unidos, que
estigmatizaron como la principal fuerza de apoyo de los gobiernos fascistas y fascistoides de América
Latina. Los participantes de Sudamérica llevaron sus análisis sobre las determinaciones específicas de
la lucha de liberación de los pueblos indios. Los dos resultados principales del Congreso de Trípoli
las comunidades indígenas a este nuevo riesgo de asimilación y a su insistencia
en hacer reconocer su especificidad, Kadhafi aceptó la indianidad como un
componente a parte entera de la humanidad que debía disponer de su futuro
soberanamente12.
para la Indianidad me parecen haber obtenido reconocimiento oficial a nivel político internacional y
triunfaron los análisis del frente de civilización sobre los análisis del frente de clase (Primera conferencia
internacional por la liberación de los pueblos indios del mundo, Febrero 1988).
12 Cf. Louis Necker, Indiens Guarani et Chamanes Franciscains : les Premières Réductions du Paraguay
(1580-1800), Université de Genève, Faculté de Droit (thèse miméografiée), Genève, 1975, publiée en
1979, ed. Anthropos, Paris.
13Cf. D. Temple, “El Quid pro quo histórico entre los Guaraní”, Teoría, tomo III, op. cit.
14“Hay que reconocer que a fines del siglo XVI la conquista de los Guaraní por las armas estaba en un
impase. Los Guaraní se rebelaban cada vez con más fuerza contra la dominación colonial. Los profetas
surgían por doquier para levantarse contra la servidumbre de la encomienda, que aunque se decía
cristiana, buscaba, no tanto almas, cuanto brazos de trabajo.
Sólo cambió el panorama cuando a fines del siglo XVI con los franciscanos y a principios del siglo
XVII con los jesuitas, la evangelización de los Guaraní se intensificó y se sistematizó bajo la forma de
reducciones”. Bartomeu Melià, El Guaraní conquistado y reducido, Biblioteca Paraguaya de
Antropología, Vol. 5, Centro de Estudios Antropológicos, Universidad Católica, Asunción, (1986),
1988, p. 40.
otras sociedades organizadas por el sistema de redistribución en América15. Los
imperios inca, azteca... ya se habían desmoronado por la misma razón: porque
basta con suprimir el centro de redistribución para que la sociedad pierda toda
referencia; es al decapitar, en el sentido propio y figurado, al Inca y al imperio
azteca que los pillos españoles pudieron hacerse del Perú y de México...16. En
realidad, sólo resisten las comunidades de base.
15 Cf. Branislava Susnik, El Indio colonial del Paraguay, Museo Etnográfico Andrés Barbero, Asunción
18 Cf. D. Temple, “El Quid-pro-quo histórico”, Teoría, tomo III, op. cit.
19 Cf. D. Temple, “La teoría del Consejo”, Teoría, tomo III, Alberto Santacruz (Nivaklé) fue el primer
líder nativo, que logró crear un “Consejo indígena” para todas las comunidades del Paraguay. Falleció
en 2003 a la edad de 78 años.
La conciencia ética producida por la reciprocidad es naturalmente ciega sobre
las condiciones de su nacimiento, que de otra forma sería necesario que exista
antes de esas condiciones para poder tomar plena conciencia de ello. Así, la
conciencia se expresa según el imaginario de cada comunidad. Este imaginario
no es cuestionado, en general, sino luego de una confrontación con el imaginario
de otra sociedad.
No son las tesis endógena y el rodeo histórico (tesis 1 y 3) que fueron aquí las
determinantes, sino las tesis subalterna y autocrítica (tesis 2 y 4), ya que
establecieron un relevo entre lo imaginario y lo simbólico: ese relevo es la
reflexión teórica sobre las matrices de lo simbólico y de los valores éticos.
Tratemos de explicar por qué García Linera sólo retiene su aspecto fragmentario
y disperso.
20Para la definición de las nociones de reciprocidad, ya expuestas en la Teoría de la reciprocidad (La Paz,
Padep-gtz, 2003), enviamos a nuestro sitio en Internet: http://dominique.temple.free.fr
engendran valores diferentes y no pueden coexistir a menos que cada una
disponga, institucionalmente, de una territorialidad específica.
En todas las sociedades humanas, dice García Linera citando a Marx, el valor es
el producto del trabajo humano que, en el sistema capitalista, es explotado y se
convierte en valor de cambio. Sin embargo, Marx también dirá lo que entiende
por trabajo humano, es decir liberado de la explotación capitalista: el trabajo
humano es una relación de reciprocidad.
Lo que está en cuestión es la forma del valor que depende del modo de
producción adoptado por los unos y por los otros.
García Linera deja claro que, según él, ya sea por redistribución o
reciprocidad, el productor entrega el producto de su trabajo “porque
21Karl Marx, Œuvres, tomo II, Economie et philosophie (Manuscrits de 1844), I. Notes de lecture, §. 22.
La production humaine, pp. 33-34.
espera obtener con él otros valores de uso complementarios”. ¡Pero, eso
sólo es cierto en la perspectiva del modo de producción capitalista que
Marx denuncia!
22Claude Lévi-Strauss, Les structures élémentaires de la parenté, Paris, Mouton, (1947), 1967.
23Se llama Occitania a la mitad sur de Francia que hablaba (y aún lo hace) la lengua de Oc (el occitano)
antes de ser anexada a la Francia del norte.
de conversación. Se ve aparecer el objetivo de la reciprocidad por mucho que
ésta no movilice valores de uso prosaicos: las cosas son reciprocadas para crear
sentimientos mutuos. Para solo beber, no es necesario invitar vino sino…
¡pagarle al propietario! Los dos modos de producción, el intercambio y la
reciprocidad, aquí se asocian, aunque producen un valor que se estaría tentado a
tildar de diferente. Quizá sería mejor decir, para seguir fieles a la tesis de Marx,
que el valor toma una forma diferente según su modo de producción. Pero,
entonces, es imposible reducir la forma valor de reciprocidad a la forma valor
de cambio.
Es evidente que el valor de uso del vino contribuye, por su cuerpo material, a la
reciprocidad, pero también que ella no está sólo destinada a producir el goce de
su consumo: el valor producido está determinado por la relación social del que
el valor de uso es la mediación, y este valor simbólico es diferente del goce
fisiológico del vino24.
24No habría dificultad en mostrar que, del Perú a la China, la tradición respeta en todas partes ese
símbolo de la reciprocidad, ya que nadie puede levantar su vaso sin pedir a los otros invitados que
brinden con él!
La apropiación suficiente de la naturaleza, característica del sistema de
reciprocidad, invierte la propensión a la desmesura del modo de producción
capitalista. Esta limitación parece una debilidad en el marco capitalista pero,
hoy, se convierte en una fuerza anti o post capitalista porque se preocupa de lo
que es objetivamente necesario para todos y, consecuentemente, de los
equilibrios naturales.
El desarrollo de las fuerzas productivas en la reciprocidad parece así menos
rápido que en el sistema capitalista, tanto más que el multiplicador de eficacia
constituido por la explotación del hombre por el hombre es suprimido.
Pero, he aquí que todo depende del valor que se priorice o de la definición que
se dé del valor o incluso de los criterios elegidos para su evaluación: si se trata
de medir el poder de dominación de los unos sobre los otros, los criterios de
evaluación del sistema capitalista penalizan a las comunidades y las
estigmatizan como improductivas. Si los criterios de evaluación son definidos en
función de las finalidades de la reciprocidad, entonces éstos no pueden procesar
como “valores” las consecuencias del sistema capitalista como el nacionalismo,
el fascismo, el colonialismo, el antisemitismo, el racismo, el comunismo, el
totalitarismo, el nacional-socialismo y entenderlos como progresos o valores de
la conciencia humana...
Cf. D. Temple, La Dialéctica del Don - Ensayo sobre la economía de las comunidades indígenas, La Paz,
25
Hisbol, 1986.
reciprocidad no son máquinas antiproducción sino máquinas anti producción-
capitalista.
Segundo capítulo
La función simbólica
Resumen
García Linera prefiere considerar a las comunidades desde otro punto de vista.
Para él, son totalidades orgánicas. El proceso del trabajo, en las comunidades
arcaicas, estaría íntimamente ligado al del consumo hasta el punto de estar
regido por la necesidad inmediata. Habría un lazo continuo entre la producción
(y la naturaleza que moviliza) y el consumo, como si el espíritu humano tuviera
por objeto el ajuste de uno y otro y por tanto, de alguna suerte, un rendimiento
biológico común.
El ritual que celebra esa ruptura con la naturaleza, que está en el nacimiento del
sentido, es el sacrificio, tanto en África, Oceanía, Asia, Europa, Australia como
en América. El sacrificio representa el corte del hombre y la naturaleza. Da
cuenta, objetivamente, de que la conciencia se revela plenamente según su ser
propio como función simbólica. El niño de paz29, cuando no el prisionero30, es
sacrificado ya que es la representación de la parte física y biológica humana,
puesta en juego para ser separada y retirada de la naturaleza, para producir la
conciencia de conciencia.
29 Don Richardson, Peace Child, (trad. fr.) L'enfant de paix, Miami, Florida, éd. Vida, 1981.
30 Hans Staden, Verdadera historia y descripción de un país de salvajes desnudos, (1557), Barcelona, España,
ed. Argos Vergara, Biblioteca del Afil, 1983.
31 En las comunidades amerindias, hemos detectado un ritual próximo al de Abraham. Entre los
Ayoreo del Paraguay, en cierta época, la comunidad llamaba a un pájaro de noche ; si respondía, el
El lazo de la comunidad humana, ¿no es el sentido creado por la función
simbólica antes que la complementariedad orgánica de las fuerzas productivas?
sacrificio se ”suspendía”. Si el pájaro no respondía, el sacrificio debía realizarse, única forma de pagar
a Dios por su ausencia o silencio. Entonces la « autoridad principal » de la comunidad debía sacrificar
al primer-nacido. La ceremonia reproduce un estado de crisis tan dramático como el cuchillo de
Abraham.
32 “Eso no quita, ciertamente, por una parte, la trascendencia de la riqueza de la relación entre el ser
humano y la naturaleza en estas formas laborales no capitalistas, que han permitido al ser humano
asumir frente a ella una actitud de radical complementación orgánica, es decir, tratarla como cuerpo
vivo inmediatamente ligado en su destine y su utilidad al individuo por formar parte de su
corporeidad”. (Forma valor, p. 147).
33 En el análisis que da Marx sobre la forma abstracta del valor, desde que se invierte la relación M-D-
M' en D-M-D', el modo de producción capitalista imprime al dinero otra función que la unidad de
cuenta : la función de diferenciar la cantidad de ganancia que las unos pueden sacar de los otros
(D'-D) (= a) que da al valor una forma diferente de su consumo inmediato o de su traducción
inmediata en valor de uso; pero ese carácter de abstracción no permite oponer el modo de producción
capitalista al modo de producción comunitario. Se puede incluso invertir la proposición: el valor ético
de la ofrenda recíproca es irreductible a este consumo; en otras palabras, es abstracta de forma
irreversible, mientras no ocurre lo mismo con el valor de cambio acumulado en capital y que tarde o
temprano debe reinvertirse como valor de uso. Podría incluso sostenerse que el sistema capitalista, al
someter la inteligencia del hombre al respeto a las leyes de la naturaleza física, reifica la energía
psíquica y somete la conciencia al consumo de valores de uso (fetichismo), mientras que el sistema
comunitario no exige ninguna “reificación” de la energía psíquica y permite pasarse de la naturaleza
sin retorno, incluso si lo imaginario circunscribe lo simbólico con un manto de circunstancias o
condiciones de existencia particulares.
En el ejemplo de Lévi-Strauss, el sentimiento creado (en el cara a cara, sentimiento de amistad) se
traduce inmediatamente en conversación, y esta actualización es, en efecto, puramente abstracta.
Esto aparece más claramente aún en los sistemas de reciprocidad de dones agonísticos o en el potlach,
ya que los valores que se supone son valores de uso, son destruidos y no consumidos una vez que
sirvieron para instaurar el valor que constituye la referencia última de los participantes del ciclo de
reciprocidad.
La reciprocidad suspende el consumo del valor de uso y lo supedita a la
comprensión de aquello por lo que se genera el lazo social, es decir, al sentido
o a la inteligencia de referencias éticas comunes.
Sin embargo, la Palabra determina para cada quien una acción polarizada por
una representación unidimensional y no-contradictoria (uno toma cuando el otro
da). El sentimiento contradictorio desaparece en beneficio de dos
representaciones complementarias (hermana-esposa). La eficiencia de la
Palabra es proporcional a este desvanecimiento de la conciencia afectiva y
contradictoria en beneficio de dos representaciones objetivas y no-
34 En la teoría de la Alianza, toda la familia es el resultado de dos familias que constituyen una red de
reciprocidad y cuya malla está definida por las relaciones del padre, la madre, el hijo y el tío materno:
el átomo de parentesco lévistraussiano..
35 Casi todas las comunidades humanas se definen como « los Hombres ».
36 Si hay una mujer para dos hombres, es objeto de deseo para cada uno de ellos, pero cada uno debe
temer a su rival y de ahí una situación contradictoria entre el deseo y el temor: si la “mujer” es
dividida entre esposa y hermana, es hermana de uno y esposa del otro, siendo el otro que
necesariamente “cruza al río”…… Según Lévi-Strauss, el intercambio le permitirá a cada uno obtener
una esposa contra una hermana.
37 Una mujer sin hijo hurtó el corazón de una víctima adivinatoria de una vaca y lo puso en una jarra
que cada día se llenaba con leche fresca durante nueve meses : fue Sabizeze que luego tuvo como
hermano a Mututsi y una hermana Nyirarukangaga. “Mututsi se casó con su sobrina nacida del
matrimonio incestuoso : pero antes, una ficción litúrgica (sic) hizo la unión posible : Mututsi fundó su
hogar más allá del río para hacerse extraño al clan de su hermano”… fue Sabizeze qui se cambió en
Gihanga. Los descendientes de Mututsi son llamados Bega : los de la otra orilla...
Cf. Edouard Gasarabwe, Le geste rwanda, Paris, Union Générale d'éditions 10/18, 1978.
contradictorias. La Palabra mueve desde ahora acciones relativas la una a la otra,
ya que les da una finalidad unidimensional y sin contradicción (dar y recibir).
Pero, inmediatamente, recomienda la relación de los dones sobre el modelo de la
alianza y recomienda la reciprocidad para todo aquello a lo que la reciprocidad
puede dar sentido (la reproducción del don o de la venganza…).
38 Cf. D. Temple, “Homenaje a Lévi-Strauss o la reciprocidad y el origen del sentido”, Teoría, tomo II,
op. cit.
39 Marcel Mauss, “Essai sur le don, forme et raison de l'échange dans les sociétés archaïques”,
40En sentido inverso, es imposible experimentar un sentimiento semejante a quien no participa en una
relación de reciprocidad.
fueron hombres. Los Yshir (Chamacoco) del Paraguay dicen que si los animales
ya no son almas-palabras, es porque han desmerecido y caído de su dignidad
humana. Y ¿por qué cayeron? Porque renunciaron a la reciprocidad. Dan por
prueba el instante en que el hombre falta a la reciprocidad: obedece él también a
las leyes naturales y se conduce como un animal41. Platón funda la filosofía en el
reconocimiento de las ideas que, una vez separadas del imaginario, vuelan con
sus propias alas y se hacen eternas. Subraya, en la alegoría de la caverna, que
los hombres son engañados por sombras proyectadas por esencias divinas.
Todos los pueblos, o casi todos, remarcaron que la especifidad humana se dice
"alma-palabra", y muchos la ligaron con la reciprocidad.
41 Después de haber aceptado contar la génesis según su Tradición, ante una parte de su pueblo en
Fuerte Olimpo (Paraguay), Cécilio Baez concluyó fuertemente con el tema del último hombre (el hombre
recíproco). Le pregunté si la palabra Esnuwarta (Dios) no preveía la resurrección del hombre recíproco
después del triunfo de Nemur (Nemur que Cecilio Baez, para la comprensión de los jóvenes
chamacoco educados en una misión cristiana, había asimilado al Diablo, vive solo, sin relación con
otro). Respondió que el hombre queda solo como Nemur. Consideraba que el tiempo del hombre
Chamacoco, que vivía en comunidad, ya había pasado. Lo dejé con estas últimas palabras dichas con
ira. Se me reunió por la noche para pedirme que le saque una foto, ya que había visto una cámara
fotográfica en las manos del niño que me acompañaba. Le dije que no se podía sacar una foto por la
noche. Respondió que tenía el “poder de hacer la luz” y que “la imagen aparecería”. Hoy interpreto
ese deseo como la esperanza que el hombre recíproco tiene sobre el hombre solo.
42 Comentario al estudio Qhathu/feria de Simón Yampara por Dominique Temple, publicado en
Simón Yampara y Dominique Temple, Matrices de Civilización : sobre la teoría económica de los pueblos
andinos, Ediciones Qumañ Pacha, La Paz, 2008.
43 León Cadogan, Ayvu Rapyta - Textos míticos de los Mbyá-Guaraní del Guairá, (1959), Asunción del
Paraguay, 1992.
cotidiano. Y así, la comida es una estructura de reciprocidad colectiva –la
reciprocidad de compartir- que engendra el sentimiento de pertenecer a una
comunidad unida. Las ofrendas son entonces consumidas en el ritual para
significar el sentimiento espiritual, es decir, la facultad del espíritu de pensar de
forma justa y sana: se trata de engendrar una conciencia que pueda actualizarse
luego tomando la medida de las cosas. El ritual se convierte así en una técnica
simbólica.
No es sino hasta la lógica de cada una de las dos Palabras, la una que tiene
como vector el principio de oposición y la otra el principio de unión44 que el
ritual andino obliga a respetar. La mesa de los yatiris es el símbolo de la
hospitalidad o de la reciprocidad de compartir, aunque hay dos representaciones
(mesas) de esta reciprocidad. En una, todos los ingredientes son unidos entre sí
de forma tan desordenada y confusa como sea posible; en la otra, es al revés:
todas las cosas están ordenadas con cuidadosa atención por oposición, los
sabores entre lo agrio y lo dulce, lo caliente y lo frío; los colores entre lo claro y
lo oscuro o por parejas de complementarios, etc. El sacrificio es la
representación del consumo de las fuerzas puestas en juego para que nazca el
sentido; y esta representación es también una representación de la dinámica de
las dos Palabras.
44Cf. D. Temple, “Las dos Palabras”, Teoría, tomo II, op. cit.
45Javier Medina, “Qué Bolivia, entonces, es posible y deseable”, en La comprensión indígena de la Vida
Buena, La Paz, GTZ, 2001 ; y ¿Qué Bolivia es posible y deseable? Repensar lo local desde lo global, La Paz,
Garza Azul Editores, 2006.
En el momento en que se convierte en la expresión de los sentimientos,
producidos en las relaciones de reciprocidad, la Palabra obedece solamente a dos
vectores lógicos orientados, sea por la homogeneización (la fuerza física), sea
por la heterogeneización (la fuerza biológica). Esos dos vectores satisfacen, cada
uno, al principio de no contradicción que los polariza. Uno de ellos focaliza los
sentimientos de todos en la unión, el otro los opone unos con otros. Los Aymará
lo dicen explícitamente: la Palabra de unión conduce al principio de la marka, y
la Palabra de oposición al principio de las mitades urin/aran. Ya que cada una
de las dos Palabras está polarizada de forma unidimensional, se encuentra ahí la
llave del Poder, del Poder político y del Poder religioso: si esta polaridad se hace
exclusiva, la Palabra se convierte, en efecto, en totalitaria. El totalitarismo de la
Palabra de unión rivaliza con el totalitarismo de la Palabra de oposición. Las
dos Palabras pueden ser asociadas, si cada una dispone de un territorio separado,
como en el sistema occidental.
Cada una de las dos Palabras exige, por su primer mandamiento, el reproducir la
reciprocidad bajo pena de alienación en el Poder totalitario. La cosa es posible
de dos maneras, sea por la reproducción de las condiciones de su nacimiento,
como nos lo recuerda el ritual del sacrificio, sea por la producción de nuevas
estructuras de reciprocidad generadoras de valores o sentidos: el discurso y el
arte, pero a ese nivel de actualización de la Palabra, si la reciprocidad no es
reproducida, quedará tributaria de su polaridad dialéctica, y la acción que ella
comandará ya no será más que el ejercicio de una fuerza, dicho de otra forma, se
transformará en poder de dominación.
El umbral entre el animal, que obedece a sus funciones vitales, y el humano que
suspende esas energías vitales para crear la buena distancia social (el “espacio
social” para retomar una expresión de García Linera), traducida por el respeto,
debe entonces reproducirse mutatis mutandis a nivel de la Palabra. Así, la
Palabra debe ser puesta a prueba por la Palabra del otro que relativiza su
polaridad y su poder. Es de la relativización de la Palabra por la Palabra del otro
que nace una primera objetividad simbólica, según el sentido que da a esos
términos Cassirer: lo que es referencia tanto para el uno como para el otro.
Que el espíritu oscile entre lo simbólico y el fetichismo es, sin duda, algo
inherente a la condición humana, como si el uno fuera necesariamente un
progreso del otro. Por ejemplo, los bienes materiales que han adquirido un valor
simbólico por la reciprocidad, (los sacra) pueden ser involucrados en una
segunda relación de reciprocidad. Transmiten su valor espiritual a quien los
recibe, pero adquieren de su donación, mientras ésta tenga de nuevo lugar en
una estructura de reciprocidad, un nuevo valor. Así se acrecienta el valor de
reciprocidad, ¡como si el fetichismo del valor en los sacra se convertiría en la
ocasión de acrecentamiento de su poder simbólico! Ocurre lo mismo en la
reciprocidad negativa: el kakarma se representa en las irisaciones de un cristal
de cuarzo. Pero cuando un chamán ofrece un cristal a otro chamán, le transmite
su fuerza asesina. Ella le vale, sin embargo, un valor superior, que se traducirá
por lo que puede esperar de un inferior en la jerarquía de la reciprocidad de
dones: es decir, una carabina o balas... necesarias para reproducción de la
reciprocidad negativa original. Comprendido en la reciprocidad negativa, el
objeto de la reciprocidad se mantiene como vida espiritual y en ningún caso
como vida biológica. Staden cuenta que antiguamente los sacerdotes Guaraní,
que “por ritos misteriosos” llegaban a capturar la potencia del espíritu
engendrado por el sacrificio del prisionero, redistribuían esta potencia soplando
en calabazas transformadas en tabernáculos y murmurando el mandamiento de
la reciprocidad negativa: hacer numerosos prisioneros para proceder a grandes
sacrificios a fin de reproducir el ciclo de la venganza51. Los sacerdotes Guaraní
46 Entre la tentación totalitaria de la Palabra que conduce al fetichismo y el diálogo, el umbral es crítico.
A partir de ahí, se comprende porqué es necesario distinguir no solamente las tres formas de
reciprocidad (positiva, negativa y simétrica), sino también los tres niveles de reciprocidad (real,
imaginario y simbólico) y también cada una de las estructuras fundamentales de reciprocidad. (Para la
definición de esas nociones, está nuestro sitio en Internet : http://dominique.temple.free.fr)
47 León Cadogan, “Pa'ï Rete Kuaray” in Ayvu Rapyta - Textos míticos de los Mbyá-Guaraní del Guairá,
Biblioteca Paraguaya de Antropología, vol. XVI, Asunción del Paraguay, (1959), 1992, pp. 118-143.
48 Genèse, chapitre III.
49 Michael J. Harner, The Jívaro, trad. franç. Les Jivaros, Paris, éd. Payot, 1977, pp. 67-68.
50 El hombre afirma su incompletud mediante la Palabra, que es llamada al otro, y la reciprocidad del
lenguaje es entonces creadora de una más allá de lo imaginario. Pero la Palabra puede limitarse a la
afirmación de sí, solipsismo que antes se atribuía al Diablo. El Diablo es no aquello que la Palabra
combate, sino el referente a sí mismo que está inserto en el corazón de la Palabra como tentativa de
glorificación del locutor y Poder de dominación sobre los otros.
El renacimiento del sentido o el nacimiento de más sentido, plus-valía de la reciprocidad, está asegurado
por la reproducción de la reciprocidad, en la estructura misma del lenguaje y del discurso.
51 Cf. Hans Staden, Verdadera historia y descripción de un país de salvajes desnudos, op. cit.
confiaban a las calabazas de los guerreros su mandamiento de tomar más
prisioneros para el sacrificio: la noche que precedía el combate, oraban y
danzaban para recibir en sueños la visión de sus prisioneros. Los Guaraní
obedecían al mandamiento de la Palabra retenida en su calabaza, tanto como los
fieles cristianos al mandamiento de la Palabra retenido en el cáliz. Las
sonajeras-calabazas hablaban, ya que transmitían el valor de la reciprocidad
negativa y traducían la energía de una fe religiosa, la eficiencia del verbo que
ejercía una empresa total sobre su comportamiento y su vida.
El hombre, desde entonces, respeta y teme las fuerza que no se domestican, que
le imponen sus caprichos, ya que se supone dan testimonio de esos espíritus.
Hay, por tanto, espíritus benéficos, con los que se practica la reciprocidad
positiva, y hay espíritus maléficos con los que se practica la reciprocidad
negativa.
52Que el mundo esté encantado por los espíritus (animismo) o un Dios (monoteísmo), depende de la
estructura de reciprocidad que preside el nacimiento de la conciencia. Pero en todos esos casos, la
naturaleza es divinizada desde que entra en la esfera espiritual creada por la relación de reciprocidad,
mientras que es un caos cuando ella está ausente.
su idea de que los indígenas respetan una divinidad temible en el caos. Pero eso
es prestar a los “indígenas” sentimientos y concepciones elementales.
53 Cf. D. Temple, “Estructura Comunitaria y reciprocidad”, in Huerrquen Admapu, mayo de 1986 (1er
parte) y junio-diciembre de 1986 (2a parte); publicado también en Teoría, tomo III, op. cit.
54 Cf. D. Temple, “Las dos Palabras”, Teoría, tomo II, op. cit.
Ley. La Tradición hebraica lo enseña a los occidentales: Moisés rompe las tablas
de la Ley cuando constata que sus mandamientos no eran respetados y se vuelve
hacia la fuente del sentido. Destruyó el ídolo:
Tercer capítulo
De las comunidades de cazadores a las comunidades de
agricultores
Resumen
55 “En todos los casos, el producto puesto en circulación no pone en riesgo la preservación de los
elementales medios de reproducción material de la unidad productora celular, porque esta circulación
es la forma social de obtenerlos para el consumo o porque una parte de ellos queda para el
autoconsumo”. (Forma valor, p. 69).
56 Ya que el individuo se reconocería en una relación de complementariedad con la naturaleza, no
podría subvertir esta conjunción automática de la producción y el consumo. “El individuo, al tiempo
que se reconoce como componente de la naturalidad… (cf. supra) (Forma valor, pp. 146-147).
“Según datos proporcionados por M. Sahlins, utilizando parámetros
contemporáneos de cuantificación del trabajo por el tiempo que, no
olvidemos, tienen una relevancia social radicalmente distinta a la que
estamos acostumbrados hoy en día, el promedio de horas de trabajo de
los individuos adultos de estos pueblos cazadores y recolectores
estudiados por la antropología en los últimos 200 años es de tres a
cinco horas diarias o dos y medio días por semana, 6 horas al día,
incluyendo la preparación de la comida y la reparación de las
herramientas. Estas tres a cinco horas de trabajo diarias son capaces
además de sostener a cuatro personas con un consumo energético de
2.200 calorías, las que incluso hoy en día muchos pueblos arrastrados
a la “modernidad” no pueden obtener mediante otras actividades
productivas que ocupan muchas más horas de trabajo. Esta elevada
“productividad” (...) coloca a los individuos de la colectividad, por un
lado, ante la obtención de un abundante tiempo libre del que no sólo
puede disponer para efectuar actividades recreativas, festivas o de
reposo, sino que además es postulado como específica riqueza social”.
(Forma valor, pp. 258-259).
El objetivo del antropólogo social es determinar qué son las relaciones que son
“la sede”, como dicen los Guaraní, del advenimiento de la conciencia57.
La obligación de reproducir la matriz de reciprocidad no impone, sin embargo,
ningún marco predeterminado, de ahí la movilidad y la autonomía de unos y
otros en las comunidades nómadas: si la recolección solo procuró frijoles rojos,
cada cual se asegura de que no le falten a nadie, y si el cazador trae un tapir, no
solamente la familia sino todo el vecindario es invitado a compartir en la fiesta.
Se ve una flexibilidad de la frontera comunitaria. Esta ductilidad esconde el
hecho de que la obligación de reciprocidad es tan fuerte que no puede aparecer
Cf. Bartomeu Melià y Dominique Temple, El don la venganza y otras formas de economía Guaraní,
57
No es solamente el mito o el ritual los que testimonian de este dominio del valor
ético sobre los comportamientos, sino también la vida real. Y ¿qué hace del
tiempo la comunidad “primitiva”? Ella reza, respondería un humorista, pero he
aquí que no estaría muy alejado de una realidad que parece extraña a la sociedad
occidental: se inventa como “divina” mediante la danza, el canto, el juego, la
poesía y el trabajo, el trabajo lúdico y festivo. Recientemente, el encuentro con
los Enawene Nawe, en el Brasil, reveló a una sociedad que pasa más de la mitad
de su tiempo entre cantos y danzas. Su vida espiritual es engendrada por una
organización social en la que el principio de reciprocidad está omnipresente. La
pesca es el medio de subsistencia principal y es practicada como un ritual que
celebra la fundación y evolución de la sociedad. Cada año, una “mitad” de la
comunidad va a construir una represa en el río en la que instala trampas con las
cuales captura importantes cantidades de peces, que enseguida son puestos a
secar. Los hijos de cada pescador se encargan de ofrecer un pez a cada uno de
los otros pescadores hasta que todos hayan sido redistribuidos. Cada pescador
recibe así un pez de cada uno de los otros miembros de la comunidad. ¿Para qué
sirve dar a cada uno un pez, si ya todos lo tienen o reciben otro? Encontramos
esta extraña gratuidad del gesto, señalada por Lévi-Strauss en la reciprocidad
occitana, que excluye toda motivación por interés y toda práctica de
intercambio. La reciprocidad en lo real es inmediatamente objetivada en un
ritual. El ritual de la reciprocidad es el aprendizaje del lenguaje (aquí los
nombres de los donatarios y donadores). Los niños aprenden a reconocer el
nombre de cada uno de los miembros de la comunidad. El ritual está destinado
por lo menos a la enseñanza de los niños. La reciprocidad de dones da sentido al
nombre de aquellos que participan en ella.
58Cf. El documental: Yãkwá o Banquete dos Espíritos, vídeo de Virginia Valadão, Centro de Trabalho
Indigenista, São Paulo, Brasil, 1995.
A partir de ahí, ¿Cómo justificar el postulado de la necesidad para explicar la
cohesión comunitaria y cómo explicar que la producción esté toda entera
absorbida por el consumo o, más precisamente, cómo volver a dar a la necesidad
la función de soldar consumo y producción a fin de oponer el modo de
producción de la comunidad al del sistema capitalista?
59 Cuando hay agotamiento de suelos y recursos, es posible volver atrás con el seminomadismo o la
cultura de las quemas, pero ese retorno significa la búsqueda de una productividad mejorada y por
tanto la creación de excedentes.
60 García Linera hace referencia a la antropología del siglo XVIIIe y cita a Morgan.
Marx también se refería a Morgan, lo que da cuenta de su extremo interés por los descubrimientos
científicos más modernos de su época.
Hoy Marx consultaría a Lévi-Strauss, y se referiría a la noción de alianza, no a la consanguinidad. Así,
sería excesivo acusar a Marx de error cuando alude a la consanguinidad y a los datos científicos de su
época. Pero eso era un “límite” de la ciencia en la época de Marx y hoy es un “error”. No se puede,
pues, imputar ese error a Marx, pero sí a los marxistas que no leen a los antropólogos de hoy tal como
Marx lo hacía con los de su tiempo.
Por otra parte, hay que precisar que lo que entusiasmaba a Marx y Engels en su lectura de Morgan,
no era la consanguinidad como fundamento de las bandas primitivas sino, al contrario, el hecho de
que las comunidades amerindias estén fundadas en el principio de reciprocidad.
Engels cita a Morgan : « Libertad, igualdad, fraternidad, sin haber sido formulados nunca, eran los principios
fundamentales del clan y este, a su vez, era la unidad de todo un sistema social, la base de la sociedad india
organizada. Esto explica el indomable espíritu de independencia y la dignidad de la actitud personal que cada
uno reconoce a los Indios”.
Y comenta: «Tenemos aquí la ocasión de estudiar la organización de una sociedad que aún no conoce
el Estado. El Estado supone un poder público particular, separado del conjunto de ciudadanos que lo
componen… Y con toda su ingenuidad y complicidad, ¡qué admirable constitución gentilicia! Sin
solados, gendarmes ni policías, sin nobleza, sin rey ni gobernadores, sin prefectos ni jueces, sin
prisión, sin procesos, todo sigue su curso… Pueden haber pobres y necesitados –la economía
doméstica comunista y la gente conocen sus obligaciones hacia los ancianos, los enfermos, los
inválidos de guerra. Todos son igualmente libres –las mujeres comprendidas. Cf. Friedrich Engels,
L'origine de la famille, de la propriété privée et de l'État (1884).
61 “La comunidad de parentesco es, pues, una relación social construida a partir de una determinación
natural, la consanguinidad, que es colocada, que es puesta como forma social unificatoria de la
García Linera se choca de golpe con el principio de reciprocidad que funda toda
sociedad, a todos los niveles de su existencia, sobre la alteridad y no la
identidad. Las comunidades andinas, por ejemplo, están estructuradas por la
reciprocidad, y cuando las relaciones de reciprocidad de parentesco están
saturadas, apelan a relaciones de reciprocidad que reproducen con mayor
amplitud los sistemas de parentesco: el padrinazgo. Enseguida, liberan las
prestaciones económicas del lenguaje de parentesco e inventan el mercado o la
redistribución. Pero, en ningún caso, se encierran en la identidad por la
consaguinidad de linaje. Para defender la idea de que consaguinidad es el
cimiento original de la comunidad, García Linera apela a la definición del ayllu :
Apoya esta referencia en una sentencia de un autor francés, O. Dollfus, que hace
del ayllu una especie de parentesco definido por “un linaje procedente de un
fundador común...”, lo que significa que confunde comunidad con linaje...
Pero Bertonio cita a un autor llamado Guaman Poma de Ayala que precisa:
!Cómo decir las cosas con más claridad, concisión y evidencia! La ley divina es
la alianza porque la alianza es la matriz de lo divino.
62Cf. D. Temple, “Las dos Palabras”, Teoría, tomo II, op. cit.
63Cf. Verónica Cereceda, “Sémiologie des tissus andins : les talegas d’Isluga”, in Revue Annales, año
33, n° 5-6, Paris, Armand Colin, 1978.
¿Y cuál es el objetivo que persigue incansablemente el sistema capitalista?
Destruir la reciprocidad para someter los individuos a sus intereses privados y
reducir las familias a linajes de parentesco genealógico, como en Ruanda hoy64,
donde no hay otra referencia que la pretendida transmisión genética de su
entidad : la sangre se convierte entonces en el símbolo del clan y de la raza, y la
raza en el principio que se opone al espíritu.
64 Cf. D. Temple, “Tres textos sobre Ruanda”, Teoría, tomo III, op. cit.
65 “La asociación (de los cazadores) no es una unificación impuesta por otra cosa que no sea la
voluntaria continuidad social del individuo. (…) dado que la condición fundamental de este proceso
(de la asociación colectiva), la tierra, no es en sentido estricto objeto de propiedad de usufructo
perpetuado y exclusivo del grupo ni del individuo, no existe ninguna determinación material en el
PTI (proceso de trabajo inmediato) que impulse la asociación...”. (Forma valor, pp. 261-262).
66 El inicio de la agricultura, dijimos, es el de producir un excedente de riqueza. El mayor donador
Un mito de los Yanesha (Perú) cuenta que una mujer le pidió a un pájaro
llevarla al país de los muertos para unirse a su marido, matado en la reciprocidad
de venganza. Encontró ahí a los hombres, matados en el curso de las
expediciones de venganza, que festejaban entre ellos con su sangre fermentada
en jarras de cerámica: danzaban al son de flautas de Pan. La fermentación
significa el pasaje del producto natural a un producto obtenido por la industria
humana. El mito dice que se puede escapar de la naturaleza construyendo uno
mismo las condiciones de reciprocidad fuera de la naturaleza. La mujer está
acompañada por un niño. Hurta una jarra (el arte de la cerámica) y el niño hurta
la flauta cuyo sonido, salido del aliento humano, parece significar la Palabra
para llamar al otro a la reciprocidad de alianza. Es decir, que la sociedad
descubrió la artesanía (la cerámica), la agricultura (la mandioca) y que puede
cultivar la mandioca con un fin artesanal (hacer fermentar el jugo de mandioca y
transformarlo en vino), y que, desde ahora, el sonido de la flauta del niño (el
fruto de la reciprocidad) llamará a la fiesta de la reciprocidad. La reciprocidad,
pues, se convierte en una empresa exclusivamente humana. Ya no depende de
las ocasiones ofrecidas por la naturaleza69. Es querida por el hombre y
todos, que se expresa por la Palabra, también se lo llamaba el Cesto de palabras! Cf. Maurice Leenhardt,
Do kamo, la personne et le mythe dans le monde mélanésien, Paris, Gallimard, (1947), 1971.
67 Cf. Patrick Deshayes y Barbara Keifenheim, Penser l'autre chez les Indiens Huni Kuin de l'Amazonie,
Cuarto capítulo
Una interpretación holista de la comunidad
Resumen
*
Vimos que García Linera distinguía dos modos de producción, el de los
cazadores-recolectores y, luego, el de las comunidades agrícolas en estado
disperso74. Distingue, después, esas comunidades de comunidades, organizadas
alrededor de un principio de redistribución, que darían lugar a vastos imperios
como el imperio Inca. Los sistema de reproducción, ¿estarían organizados por la
complementariedad de las fuerzas productivas?
Si está demostrado que esos imperios fueron unificados por una estructura de
reciprocidad centralizada, que tiene por finalidad la producción de valores
73 Cf. Los enfrentamientos entre el gobierno liberal de Alan García y las comunidades aguaruna del
Perú.
74 En las sociedades en estado disperso, el crecimiento holista estaría paralizado a nivel local. La
dispersión sería debida a la debilidad de los medios de que dispondría el organismo vivo para
asociarse al universo. ¿Es suficiente decir que si la comunidad dispusiera de técnicas para
desarrollarse de manera holista, debería entonces conformarse con esta visión de un Todo en el que la
complementariedad de funciones impondría su ley para la satisfacción de cada uno de sus
componentes?
Los grandes sistemas de redistribución de la China a México, etc., fueron destruidos por la
colonización europea, y no podemos discutir esta última hipótesis mediante la observación, como lo
hicimos para las comunidades en estado disperso. Seguiremos pues al autor refiriéndonos a la
historiografía, a testimonios del sistema de los Inca antes de su destrucción.
éticos, será difícil sostener la tesis de un desarrollo de las fuerzas productivas en
beneficio del crecimiento de una identidad orgánica superior:
75 Cf. D. Temple, “Las dos Palabras entre los Aymara”, Teoría, tomo II, op. cit.
explicado por el observador de la época y uno se da cuenta de que se trata de la
amistad producida por la reciprocidad cuando esta se dirige no a un
consanguíneo, sino a todo hombre integrado en la reciprocidad. Se trata de una
forma de reciprocidad en la que cada uno está frente a todos y todos son
solidarios de cada uno, la reciprocidad de compartir, en nuestra nomenclatura la
reciprocidad binaria colectiva. La explicitación de los puntos que siguen luego
al término hermandad es la siguiente:
4) La alteridad permite definir los linajes, los unos en relación con los otros,
para construir la reciprocidad. Dicho de otra forma, la “identidad de linaje” está
concebida para determinar, entre distintos linajes, la alteridad necesaria para la
reciprocidad.
Murra, sin embargo, captó bien los mecanismos de reciprocidad y, sobre todo,
hizo justicia a la palabra de las comunidades. Ellas no se reconocen como los
resultados de un determinismo dado, aunque sea el de una tecnología
interesante. Su incansable reivindicación es la de la reciprocidad como matriz de
sus sentimientos humanos y de sus leyes.
“En la economía andina, la reciprocidad entre parientes y vecinos
comprendía actividades agrícolas, pastoriles y de construcción. Tierras
y rebaños eran considerados inseparables de los servicios recíprocos
necesarios para su explotación. Parafraseando a Guamán Poma,
diremos que en los Andes no había necesidad de caridad, ya que todos
tenían acceso a los recursos estratégicos de la cultura y a la gente cuyo
trabajo los hacía productivos.
Si por cualquier razón alguien no cumplía con su mit'a, la reciprocidad
continuaba: las llamas de un viejo eran cuidados por otros, el rebaño
de una viuda pastaba con los de su ayllu o saya, (Guamán Poma 1936:
199, 220; Diez de San Miguel 1064: 78).
Tales servicios recíprocos se extendían a los señores étnicos, fueran o
no parientes. El señor no cobraba tributos en especies, pero tenía
derecho a ayuda periódica, a la mit'a, para el cultivo de sus campos o
el pastoreo de sus animales. Al corresponder, se comportaba
“generosamente” : « a los que le sirven bien e les da algun carnero
bibo... y de comer... porque no se lo dan se enojan (Diez de San
Miguel 1964: 86) »”76.
Los budistas tibetanos, después de haber tamizado arenas que tiñen con colores
vivos, se reúnen de a cuatro para construir mandalas77: el diseño de esos
mandalas obedece siempre al mismo tipo: cuadrados en círculos, con los
cuadrados que pueden convertirse en octógonos como si el octógono fuera un
intermediario entre el cuadrado y el círculo. Cada sección de cuadrángulos es
coloreada de manera homogénea pero inversa a la sección opuesta, y cada
círculo es de color unido o en degradé. A veces las representaciones de espíritus
o de demonios se superponen a los dibujos geométricos. Los Tibetanos practican
esta disciplina en silencio, lentamente y con aplicación. Cuando al cabo de
algunos días el mandala está terminado, es destruido de un soplido, como la
“mesa” de un yatiri por el fuego78.
77 Mandala, término sánscrito que significa círculo y, por extensión esfera, entorno, comunidad y por
ahí sede sagrada de lo divino.
78
En Bénin, el rito de los gemelos implica ofrecer en sacrificio sustancias, bien mezcladas u opuestas por
contraste. No podría acabarse el empeño de señalar las técnicas que invitan al espíritu a expresarse por
la actualización del principio de oposición y del principio de unión.
En toda comunidad de reciprocidad, las fuerzas productivas dependen de la
energía psíquica, mientras que la reciprocidad es reconocida como la matriz que
da sentido al trabajo; por ejemplo, la preparación de arenas, su selección, su
coloración y su disposición entre los Tibetanos; la fabricación de la lana, su
coloración y su disposición y, en la fase inicial, la crianza de las llamas, el
pastoreo, etc... para los Andinos. Y eso se manifiesta en innumerables tapicerías,
trajes de ceremonia, mantas... verdaderos libros pintados de tejedores y tejedoras
del mundo entero.
El ejemplo del tejido Aymará, tan felizmente citado por Murra, muestra que el
motor del crecimiento de los valores éticos es la reciprocidad y es, por su
producción, que las fuerzas productivas están organizadas comunitariamente, lo
que era evidente bajo el Imperio pero, hoy, tan difícil a entender de las
ideologías capitalistas y marxistas.
Murra concluye:
Nos falta, dice entonces, la estética. Hay que volver a decir, pues, que la belleza
es el signo de que el valor no es un valor material puesto en evidencia por el
intercambio, sino valor de renombre, es decir, el símbolo de una conciencia ética
producida por la reciprocidad, ya que la belleza, como dice Aristóteles, si no es
la esencia del espíritu, le es dada por añadidura.
Pero cuando Murra describe la redistribución de lana a los tejedores, que reciben
entonces la oportunidad de fabricar trajes suntuosos, adornos que acompañan las
máscaras, vemos que la estética viene a coronar la ética. Ya se trate de las
plumas, en la Amazonía, o del algodón, en la costa, o la lana de llama o de
vicuña, en los Andes, el adorno habla de la transfiguración del rostro natural en
rostro sobre-natural, en rostro divino. La vestimenta manifiesta una ruptura con
la vida biológica y el nacimiento de la vida espiritual; hace visible el umbral
entre la naturaleza y la cultura.
Cada vez que el trabajo está destinado, no al otro individualmente, sino al otro
colectivamente, se produciría, dice García Linera, una separación del trabajador
social de su producto. Pero, aquí, esta escisión no permite aislar el objeto del ser
humano para dar la medida de un poder inhumano, es decir, de una relación de
fuerza; es, más bien y de nuevo, la separación de un objeto simbólico que
adquiere un valor universal, aunque aún sumergido en el imaginario de la
representación colectiva.
La diferenciación del trabajo para el Ayllu y del trabajo para el Estado, ¿augura
una evolución precapitalista79?
Sería demasiado largo examinar aquí los ejemplos del Asia (China, Camboya) o
de los imperios egipcio o azteca. Pero parece que ninguno de ellos da
nacimiento a esta “división” que habría llevado a un sistema capitalista.
79“Con el tiempo es posible que el trabajo mismo en la propia realidad interna del PTI vaya
adquiriendo una connotación social diferenciada vista en la continuidad del proceso de producción,
en correspondencia con la identificación cuantificable de un plustrabajo, de un plustiempo de trabajo,
que antes, dentro de la economía comunal, no tenía ningún significado social relevante”. (Forma valor,
p. 322).
de un centro de redistribución, puesto que la diferenciación ya no es “externa”,
como en el sistema de reciprocidad segmentada o dispersa (horizontal), sino
“interna”.
¿De dónde viene la dualidad, observada por García Linera, entre las
comunidades de base y el Estado, y cómo interpretarla?
La Palabra del Inca es distribuida por sus mandatarios (hombres y mujeres, por
lo que las mujeres son “instruidas” y elegidas por su belleza, que testimoniaría
de la gloria del Inca). A la manifestación del valor espiritual, que da cuenta del
prestigio del Inca, están subordinados numerosos oficios artesanales (tejedores,
orfebres, escultores, coreógrafos, etc...).
“La unificación del producto de los ayllus con otros ayllus ahora
queda en manos de funcionarios estatales que se presentan ante cada
ayllu como “dueños” de lo que en verdad es de otros, y crean
relaciones de “reciprocidad” hacia los ayllus con lo que no es suyo,
con el producto que es de otros ayllus”. (Forma valor, p. 346, en
nota).
Esta dualidad de poder es también el signo de que los bienes que engendran el
valor, no son los mismos que aquellos que testimonian del valor. En el sistema
de reciprocidad de los Maorí, estudiado por Malinowski, sistema de
reciprocidad ternaria pero no centralizada, la dualidad de esas dos clases de
bienes dio lugar a una clasificación: los víveres para el primer ciclo de
reciprocidad y, para el segundo, los bienes sagrados y ceremoniales (taonga). En
un sistema vertical, el movimiento de circulación de los bienes ordinarios es
también diferente al de los bienes sagrados; el primero supone la organización
de graneros, la redistribución de agua por los canales de irrigación, etc., mientras
el segundo supone la redistribución de dignidades y de marcas de autoridad que
se transforman en poder de gestión sobre los primeros.
“ « A todos estos indios que le sirven les da una vez en el año coca y
alguna comyda y algunas ovexas para que coman y crian para si... »
(Diez de san Miguel, 1964 : 22) declaro uno de los señores lupaqa. De
ser verídica tal información, los señores otorgaban animales no sólo
para el consumo sino para la reproducción”80.
económicas y políticas del mundo andino, Perú, IEP, 1975, pp. 126-144.
81 “Todos sabemos, escribe Murra, que en el Tawantinsuyu, la entrada principal del presupuesto
estatal tuvo como base el esfuerzo productivo agrícola del campesino. Pero es importante recordar la
ausencia no sólo del dinero sino también del tributo. El esfuerzo productivo del agricultor tenía dos
dimensiones económicas: por un lado continuar su vida casi autosuficiente dentro del ayllu y, por otro
lado, contribuir al Estado con tiempo, energía y trabajo. El primer vinculo económico entre el
ciudadano y el Tawantinsuyu consistía entonces 1) no sólo en la obligación de trabajar las tierras del
Estado y de la Iglesia oficial, sino también 2) en la comunidad sus derechos a cosechar sus propios
cultivos en tierras del ayllu, sin deber nada de lo cultivado en tales tierras y manteniendo los patrones
de la tradicional reciprocidad andina”. John V. Murra, “La función del tejido en varios contextos
Se podría objetar que la Totalidad no deja de ser un sistema cerrado sobre su
identidad y, ello, tanto más cuanto que la Palabra, que domina en ese tipo de
estructura, es la Palabra de unión. Pero la reciprocidad no soporta que la
alteridad esté replegada sobre sí misma, para beneficio de cualquier identidad,
ya sea ésta la del gran donador, el Inca. El “centro”, convertido en “cumbre de la
jerarquía”, se deporta al límite de la Totalidad, lo que se traduce en la imagen de
la pirámide, que enfrenta la imagen del cielo inmensamente “vacío” con la tierra
“plana”. De la relativización de los contrarios vuelve a irradiar el más allá que es
siempre el lugar del deseo, fuente viva, divina, de la humanidad: “corazón”
humano. Sabemos que el sacrificio pone en escena la génesis de la conciencia,
su advenimiento, como lo haría un espejo. La relativización de la vida por la
muerte (de la víctima con la cual se identifica el sacrificador) es el umbral entre
la Vida y su contrario, la Muerte, de donde renace la conciencia que deslumbra
al hombre e ilumina al mundo: Dios. Dar vida a Dios, he ahí la preocupación del
sacerdote azteca en la cumbre de la pirámide. La imagen concreta que, en
ausencia de un discurso teológico, puede hablar a todos de lo que está en juego
en la celebración sacerdotal, a saber: la imagen de la resurrección de Dios más
allá del “día” que inunda a la comunidad, es el nacimiento del sol.
A las fuerzas productivas no las mueve una necesidad física o biológica, sino
simbólica: lo que es producido por el textil es lujo y voluptuosidad de lo
imaginario y lo simbólico. Las fuerzas productivas son sistemáticamente, y ex
profeso, ordenadas no por las constricciones fisiológicas debidas al crecimiento
demográfico, sino por relaciones de reciprocidad productivas de un valor ético,
considerado divino, para toda la comunidad.
sociales y políticos”, (1968), en Formaciones económicas y políticas del mundo andino, Perú, IEP, 1975,
pp. 145-146.
rivalizaban con los tejidos como ofrenda favorita”. (Murra, “La
función del tejido…”, op. cit., p. 161).
82 “Es así como, por un lado, el uso desautorizado de las prendas de vicuña se castigaba, según los
informantes, con la pena de muerte y a la vez, era un regalo al que aspiraban (...) En ocasiones
estatales importantes como la muerte del inca o cuando ceñia la mascaipacha y grandes
muchedumbres se reunían en cuzco, el Estado repartía entre los presentes miles de llamas, mujeres, el
derecho de usar andas, e inevitablemente, tejidos en grandes cantidades”. (Murra, “La función del
tejido…”, op. cit., p. 164).
83 Cf. Dominique Temple, “El principio de liminalidad”, Teoría, tomo II, op. cit.
sabemos es el de la iniciación de los jóvenes cuzqueños pertenecientes
a los linajes reales. Por suerte tenemos la descripción detallada de
Cristóbal de Molina: en una ceremonia que duraba más de un mes, el
tejido y las obligaciones de reciprocidad textil, asumidas por los
parientes del candidato, formaban un elemento interesantísimo que no
ha recibido todavía el estudio detenido que merece (Molina 1943)
(Betanzos 1968). A cada paso de este rito de pasaje el candidato
cambiaba de ropa, y cada prenda era regalo de determinado pariente,
una obligación ceremonial que expresaba y reforzaba los lazos de
parentesco. Los colores, las telas usadas, la ornamentación, todo tenía
alguna relación con la tradición oral dinástica; el uso simbólico del
tejido acompaña no sólo la transición de muchacho a varón, sino
también otros momentos de crisis en el ciclo vital, como el
matrimonio o la muerte”. (Murra, “La función del tejido…”, p. 163).
Crisis y muerte son dos términos importantes. Pero no hay relación dialéctica de
dos polos contrarios, hay un pasaje progresivo de la Nada al Todo nuevamente
creado que no deja ninguna traza del estatuto borrado: se le debe el nombre de
metamorfosis. El sacrificio impregna entonces la totalidad de la vida y toda la
existencia es vivida bajo el modo sacrificial. Al ser dominante la Palabra de
unión sobre la Palabra de oposición, la transformación es, en efecto, progresiva,
en degradé, como el arco iris: la iniciación asegura el paso de un estatuto a otro
a través de una fase de desaparición y resurrección que consume todo a la vez.
Resumen
*
Si lo físico y lo biológico dominan lo psíquico, la reciprocidad entonces se
reducirá a la combinación de fuerzas productivas en vista de un crecimiento
orgánico.
Se notará que no es sólo a partir de las fuerzas productivas que Marx hace
emerger la conciencia, sino a partir de la existencia social que hace intervenir las
relaciones de producción que los hombres entablan entre sí y que ponen en
juego sus fuerzas productoras. Y esta relación entre ellos puede tomar varias
configuraciones.
Pero, sobre todo, este texto precisa un objetivo que Marx acaba justamente de
recordar:
84 Karl Marx, Œuvres, tome I, Critique de l'économie politique, Avant-propos, pp. 272-273.
económico capitalista ha salido de las entrañas del orden económico
feudal” (Marx, “Réponse à Mikhailnovski”, p. 1554)85.
85 Marx, Œuvres, tome II, Appendice, III. Textes divers, “Réponse à Mikhailnovski”, pp. 1552-1555.
86 Karl Marx, Œuvres, tome I, Introduction générale à la critique de l'économie politique, p. 236.
puede aprehenderlo inmediatamente. Por otra parte, la apropiación
inmediata del producto no es el objeto del sujeto cuando produce en la
sociedad. Entre el productor y los productos interviene la distribución
(subrayado por Marx) que fija, mediante las leyes sociales, la parte
que le toca en el universo de productos, y su lugar, pues, entre la
producción y el consumo”. (Ibid., p. 247).
¿Cuál es el fin que se propone el productor? ¿Cuáles son las leyes sociales que
presiden a la distribución?
Lo que hay que entender por las leyes sociales de la distribución obliga a definir
qué tipo de relaciones sociales debe respetar la redistribución.
¿Cuáles son, pues, las leyes de distribución? No hay leyes sociales diferentes
sino en tanto el principio de reciprocidad se decline según estructuras diferentes:
la estructura de reciprocidad binaria colectiva, por ejemplo, que se traduce en
el compartir, la estructura de reciprocidad ternaria centralizada, que se traduce
por la redistribución, la estructura de reciprocidad ternaria generalizada, que
produce el mercado; estructuras sociales, sin duda, antinómicas entre sí, que
sólo podrán conciliarse, las unas con las otras, cuando les sean atribuidas,
institucionalmente, territorialidades propias, separadas por interfases
económicas, como en las sociedades modernas.
1) Si sólo existe una sola clase de distribución, la historia de los hombres está
totalmente determinada por un solo desarrollo material de las fuerzas
productivas.
socialista.
88 “Si es cierto que la naturaleza, que el mundo material es el primer dado, mientras que la conciencia,
el pensamiento, es el segundo dado, derivado; si es cierto que el mundo material es una realidad
objetiva existente independientemente de la conciencia de los hombres, mientras que la conciencia es
un reflejo de esta realidad objetiva, se sigue que la vida material de la sociedad, es una realidad
objetiva que existe independientemente de la voluntad del hombre, mientras que la vida espiritual de
la sociedad es un reflejo de esta realidad objetiva, un reflejo del ser”. Histoire du Parti Communiste
Bolchevik de l’U.R.S.S., Resumen editado por una comisión de Comité Central del P. C. de la U.R.S.S.
(1938), Moscou, Editions en Langues Etrangères, 1949, p 127.
Es entonces que el autor de ese texto (Estalin) extrapola de su contexto la frase de Marx « No es la
conciencia de los hombres la que determina su existencia, sino más bien es la existencia social la que
determina su conciencia”. Pero, para permitirle apoyar el materialismo histórico, interpreta “existencia
social” como “vida material” y “determinar” como “producir el pensamiento”.
Al citar a este autor, que vuelve a decir lo que Marx dijo, se cita aún a sí mismo:
es una forma de subrayar, de nuevo, que si debe haber interpretación de esos
textos, la buena interpretación es la que rechaza que, los análisis sacados del
estudio del sistema capitalista, sean aplicables a otros sistemas económicos.
Pero, el hecho de que una forma desarrollada pueda reconocer, en las que la
precedieron, las potencialidades que ella supo actualizar, o los restos de
estructuras que ella hubo de destruir, testimonian muy generalmente que su
reconstrucción es unilateral, o aún que un sistema inicial poseía la potencialidad
que ella desarrolló, pero en ningún caso que solo poseía esa potencialidad o que
se reducía a una forma primitiva de ese desarrollo.
Y, por ello, puede estimar que la distribución, cualquiera que sea, siempre está
dinamizada por la producción, ya que define previamente la producción como la
vida.
potencial o no-actualizada ya que los físicos no imaginaban que pueda existir como una dinámica
inversa a todas las fuerzas que obedecen al principio de entropía, pero desde el descubrimiento del
principio de Pauli, la negentropía tomó el sentido dinámico que invierte la entropía y se concibe desde
entonces no una sino dos materias. Era sin embargo evidente que para que la manzana caiga del árbol,
faltaba primero que el árbol eleve la manzana en el aire y desafíe la fuerza gravitacional. Todos veían
que la vida desafía la fuerza física. Pero la vida se mantenía misteriosa en relación con la Física, ya que
no se acaba de dar ni un principio ni leyes desde un punto de vista científico.
Cuando analiza el consumo, constata que el hombre que trabaja consume sus
fuerzas y califica a este consumo de consumo productivo. En cambio, cuando el
hombre consume el alimento, que le es necesario para reconstruir sus fuerzas, lo
llama consumo propiamente dicho y, luego, producción consumidora a fin de
subrayar el dinamismo motor: la producción (en términos biológicos: el
anabolismo) y nota el antagonismo entre una y otra.
La tesis de Marx defiende el trabajo viviente a pesar del hecho de que los
biólogos, desde la época de Marx hasta nuestros días, no sean sino físicos de la
vida (Jacob, Monod, Prigogyne e incluso Changeux) y ninguno haya
reconocido, en el Principio de Pauli, el fundamento de la lógica de la vida. Es,
pues, una fuerte intuición la que permite a Marx definir el trabajo como la
expresión de la vida. En tiempos de Marx, aquellos que tuvieron una intuición
acerca de la contradicción de las dos materias (física y biológica) no llegaron a
sobrepasar la idea de un principio vital97. Era con mayor razón inimaginable, en
la época de Marx, separar la vida biológica y la vida del espíritu. Para Marx, van
juntas. Era, por tanto, imposible separar la vida biológica, como
heterogeneización, diferenciación, organización de la materia, y la vida del
espíritu, como la relativización mutua de la energía física y la energía
biológica, es decir, como una tercera energía: la energía psíquica. Será
necesario, para agrandar los conceptos de base de la ciencia, el debate entre
Bohr y Einstein, luego, el éxito de la mecánica cuántica, el descubrimiento de
97 El “principio vital” de los filósofos vitalistas no estaba asociado a ninguna regla. Era tan
inconsistente como la idea de ángel o demonio. Sólo prefiguraba intuitivamente el principio de Pauli
que establece la modalidad según la cual, en la interpretación de la física de partículas, la mitad del
universo conocido obedece a la estadística de Fermi-Dirac, mientras que la otra mitad obedece a la
estadística de Boose-Einstein. En otros términos, los fermiones son los constituyentes de la materia
viva ya que tienen como propiedad intrínseca el diversificarse los unos de los otros, de tal manera
que, en un sistema dado, ninguno de ellos puede ser definido por los mismos números cuánticos,
mientras que los bosones pueden acumularse en tal número en el mismo estado cuántico (también se
puede aludir al Principio de heterogeneización o materialización de la energía, y el principio de
homogeneización o desmaterialización de la energía).
las neurociencias y la resolución de la interfase entre lo psíquico y lo cuántico y,
en fin, el principio de lo contradictorio98.
Para Marx, el trabajo, porque es vida humana, es creador del sujeto humano. Se
vuelve trabajo forzado, mutilado de la libertad, de la dicha de realizarse como
plenamente humano, sólo cuando es enfeudado por ciertas relaciones de
producción que se definen por las nociones de fuerza y poder (poder de
dominación) en el sistema capitalista. Libre, el trabajo no sería sin embargo
reductible a la capacidad de la abeja para construir su colmena, ya que el trabajo
es, lo precisa Marx, pensado por el cerebro humano. Lo viviente y lo pensante
no son confundidos, sino asociados99. Finalmente, el trabajo es trabajo social, es
decir, que depende de la relación de reciprocidad que hace que el trabajo
engendre el Bien Común.
101 Friedrich Engels, Origine de la famille... citado in Etienne Balibar, “Sur les concepts fondamentaux du
matérialisme historique”, in Louis Althusser et Etienne Balibar, Lire le capital, tome II, p. 111, Maspero,
Paris 1971.
102 Claude Meillassoux, “Essai d'interprétation des phénomènes économiques dans les sociétés
Es una transformación tal, la que intenta Meillassoux cuando quiere mostrar que
las relaciones de poder someten las relaciones de parentesco a los intereses de
una clase dominante.
Sin duda, Estalin y Engels hubieran aprobado las observaciones de Althuser; sin
duda hubieran aprobado la tesis del biomarxismo, ya que no hubieran tenido
dificultades en interpretar la complementariedad de fuerzas productivas como
una relación de fuerzas:
104Gérald Berthoud, “Avec Marx, malgré tout”, in Revue du M.A.U.S.S. n° 35, “Que faire, que penser
de Marx aujourd'hui”, Paris, éd. La découverte, 2009, p. 200.
medios de transporte y comunicaciones, etc.); a disposición de quién
se encuentran los medios de producción, a disposición de la sociedad
entera o a disposición de individuos, de grupos o de clases que se
servían de ellos para explotar a otros individuos, grupos o clases”,
(Histoire du Parti Communiste Bolchévik de l’U.R.S.S., op. cit.).
Según la ideología estalinista, las relaciones de fuerza, a las que se reducían las
relaciones entre los hombres, están en la base de todas las sociedades del
mundo, y ello desde los orígenes…
Pero nunca se imaginó nada que pueda relativizar la fuerza o consumirla y poner
en cuestión, otra vez, el modo de producción definido como modo de
producción material, y las relaciones humanas como relaciones de fuerza para
hacerse de los medios de producción.
Capítulo sexto
La deriva ideológica de Meillassoux
Resumen
Que se done, intercambie, comparta, etc., se está siempre en una relación sujeto-
objeto, y cada uno puede encarar su relación con otro a través de la mediación
de esta relación de objeto. La relación de objeto es tanto más preciosa, cuanto
puede preservar una parte de sí del riesgo tomado frente al otro en el cuerpo a
cuerpo de una reciprocidad total. Por ejemplo, un regalo testimonia de la buena
predisposición de forma relativa, y la naturaleza del regalo subraya, incluso, el
contexto en el cuál éste entiende declinarse: por ejemplo, un libro antes que un
fusil.
El regalo, incluso, a menudo tiene por motivo desplazar la atención del otro de
sus entretenciones acostumbradas. Por ejemplo, el libro contiene una lección…
El objeto simbólico no envía necesariamente a la utilidad o el goce de la
lectura…). El Libro, ¿no contiene acaso la Ley? ¿Es necesario que desde
entonces la reciprocidad imponga a cada uno el sufrir como el otro sufre y actuar
como el otro actúa? Es lo que pretende el idealismo: la función simbólica se
actualizaría por el mandamiento (la Ley), cuyo contenido no pertenece a nadie y
se impondría a todos y cada uno, mientras no hay ninguna reciprocidad en el
dinamismo unilateral de ese mandamiento: el hombre lo recibe y Dios lo da.
A ello puede responderse que, sin la reciprocidad, no hay sentimiento que pueda
nacer entre los hombres, que pueda proferirse en una palabra, que pueda
materializarse en el objeto (¡el libro!) y que pueda testimoniar de la eficacia de
la función simbólica (la Ley). La Alianza es primera en relación al Libro.
García Linera sigue a su mentor francés Meillassoux. Los ancianos, según éste,
impondrán sus voluntades, en función de su interés material, a los jóvenes y a
los adultos, ya que temen su fuerza, y ya que el temor, se ha postulado, es el
motivo de la organización comunitaria. De Humanidad no hay huella.
Meillassoux llega, pues, a la caza a la mujer, ya que si los viejos dominan a los
jóvenes porque necesitan de su fuerza de trabajo, se hace tanto más juicioso
dominar a las mujeres que suministran la fuerza de trabajo de los jóvenes!
Las mujeres son entonces portadoras de riquezas (los futuros varones que
pueden alimentar) y, por consiguiente, se convertirán – por un cálculo aún más
astuto – en objeto… de intercambio…
105Claude Lévi-Strauss, Les Structures élémentaires de la parenté, Paris, Mouton, (1947), 1967, capítulo X
“L'échange matrimonial”, pp. 155-168.
indígenas del sur de Australia, permite a los hombres considerar sus hermanas
raptadas por sus adversarios como a futuras esposas si la suerte de los
encuentros armados les da a su vez ventaja. Es la posición en una estructura,
dice Lévi-Strauss, la que determina el destino de los unos y los otros, no es la
naturaleza. Sin estructura de reciprocidad ¡ninguna relación de parentesco! Pero,
sobre todo, fuera de la reciprocidad, nada que pueda ser interpretado como un
intercambio de mujeres y, efectivamente, uno puede preguntarse lo que Lévi-
Strauss todavía llama el intercambio. Dice que el hombre, al asumir la
responsabilidad de la palabra en casi todas las comunidades, incluidas las
sociedades matrilineares, la mujer es designada por él de forma casi sistemática
como representación objetiva de la alianza con otro. Sostiene que la mujer se
convierte en signo lingüístico, pero también cree que se mantiene como valor,
mientras que la palabra se convierte solamente en signo lingüístico106. Y
concluye que los hombres intercambian a las mujeres como valores. Es aquí que
diferimos: para él, el valor simbólico de la mujer se refiere a su valor de uso (un
uso sexual). Para nosotros, ella queda como el símbolo de la Humanidad, el
valor que produce la Alianza.
Cf. D. Temple, “Lo imaginario y lo simbólico en la confrontación de los chamanes guaraníes y los
107
Basta con dirigirse a las comunidades de la Amazonía para constatar que las
mujeres proponen inmediatamente al extranjero una relación de reciprocidad.
¿Quién no ha sido inmediatamente adoptado bajo el nombre de padrastro o
cuñado en todas las comunidades de la Amazonía de las que fue huésped?
109Cf. D. Temple, “El precio de la venganza - El nombre que viene por la venganza o la reciprocidad
negativa en los Tupinambá”, in Bartomeu Melià y Dominique Temple, El don la venganza y otras formas
de economía Guaraní, Centro de Estudios Paraguayos Antonio Guasch, Asunción del Paraguay, 2004.
que la objetivación del prisionero (o del rehén110), en las sociedades primitivas,
habrá de crear la oportunidad de un escisión entre el consumo y la producción
obligando al objeto en cuestión a la mediación del intercambio, de manera que
así se desarrolle una especulación abstracta? Como la mujer es el símbolo de la
reciprocidad desde el principio, el prisionero es igualmente un símbolo para la
reciprocidad negativa. Que la mujer sea valor, significa que es el símbolo de la
alianza. Que el prisionero sea valor, significa que es el símbolo de la
reciprocidad negativa.
Séptimo capítulo
Los límites de la ideología marxista
Resumen
110En Galia, la mediación entre reciprocidad positiva y negativa que permitía sustituir la paz a la
guerra estaba asegurada por los rehenes y los rescates. La guerra de aniquilación tenía una sola
justificación: la eliminación de un adversario que no habría respetado los principios de reciprocidad.
111 Cf. Stéphane Lupasco, “Le principe d'antagonisme et la logique de l'energie”, Paris, Hermann, 1951.
Meillassoux, sin duda, que se impresionó por el respeto que numerosas
comunidades africanas mostraban por los Antiguos. Vale la pena una palabra
sobre ello.
El principio de reciprocidad del origen da un sentido a las relaciones biológicas
que reorganiza: da sentido a la reproducción, por ejemplo, que se convierte en
alianza y filiación. El lenguaje del parentesco enlaza las dos estructuras de
reciprocidad originales por la prohibición del incesto, que desmarca al hombre
de la naturaleza y, luego, por la prescripción exogámica y la filiación patri y
matrilinear. La primera de esas dos estructuras, la alianza, es la reciprocidad
binaria simple en la que cada cual está frente al otro, y la filiación, una relación
llamada ternaria, en la que cada uno es el intermediario entre otros dos, la
mujer, por ejemplo, entre su hija y su madre112. En la filiación, esta relación
ternaria es unilateral: el niño, antes de hacerse adulto y de poder dar a su vez,
recibe todo de sus padres, mientras que el prestigio va a ellos. Los padres, a su
vez, rinden homenajes a sus abuelos, ya que recibieron de ellos, pero entienden
sobrepasar su renombre mediante un don superior a sus hijos. Los hijos
heredarán, en la edad adulta, ese prestigio que los obliga a producir o a hacer
fructificar su herencia de tal forma que se acrecienten el don y el renombre de su
patronímico. El patrimonio se acrecienta, de generación en generación, mientras
que el prestigio correspondiente a la transmisión de ese patrimonio se acrecienta
en beneficio del nombre del linaje.
Cf. Mireille Chabal, “Le Nom de la Mère”, in Revue du M.A.U.S.S. semestrielle n° 12, 2° semestre,
112
113 Adam Smith, Recherches sur la nature et les causes de la richesse des nations, (1776).
objetivo de engendrar el sentimiento de pertenecer a una comunidad de seres
“humanos” y no tienen ninguna tendencia a sacrificar la reciprocidad por el
intercambio y a convertirse, los unos respecto a los otros, en “inhumanos”. Por
lo menos Adam Smith reconocía muy poca humanidad en la relación de
intercambio con su carnicero o el panadero, que creía motivado por su interés.
García Linera dice, como Smith y Lévi-Strauss:
Hagamos, sin embargo, justicia a las dos tesis que ven la penuria, o la
abundancia, como la causa del modo de producción comunitario. La tesis de la
abundancia parece justificarse plenamente. Pero César, en “La guerra de las
Galias” nos cuenta cómo, del otro lado del Rin, las comunidades germánicas
agotaban el bosque e invadían territorios vecinos. El Rin constituía una defensa
natural del imperio romano contra los pueblos venidos del norte. Sin parar,
entonces, éstos pasaban por Bélgica y caían sobre la Galia. ¿Cuál era la
reivindicación de esos pueblos? Déjennos pasar para descubrir nuevas tierras o
nos veremos obligados a hacerles la guerra para tomar las suyas. La guerra era
ineludible ya que todos los territorios hasta el África ya estaban ocupados.
Y así era entre los Guaraní del Paraguay del siglo XVI: el culto a la “Tierra sin
mal”, nos dice Melià, no sólo se debía a una visión mística de un más allá; se
asociaba estrechamente con la necesidad de descubrir una nueva tierra cuando el
humus del suelo se agotaba por las ocupaciones humanas114.
No se deja de decir, con todo, que el holocausto de los indios de América tuvo
lugar y que, a menudo, las comunidades indias participaron en él, bajo la
autoridad de los colonos. ¿Cómo dar cuenta de ello?
114En el Tesoro de la lengua guaraní, publicado por A. R. de Montoya en 1639, la expresión yvy marane'y,
que los modernos etnólogos traducen por “tierra sin mal”, significa simplemente “suelo intacto, que
no ha sido edificado” ; y ka'a marane'y, “Monte donde no han sacado palos, ni se ha traqueado”.
(Montoya 1876 : f 209 v); Como se ve, estas acepciones distan bastante de lo que sería une “tierra-sin-
mal” ritualizada, para insistir en su aspecto ecológico y económico. Búsqueda de una tierra económica
y ansia de una tierra profética, sin embargo, no se contradicen. La una no excluye la otra.
Cf. Bartomeu Melià, El Guaraní conquistado y reducido, Biblioteca Paraguaya de Antropología, Vol. 5,
Asunción del Paraguay, (1986), 1988, pp. 107-108.
que había “disparado hasta su último cartucho” y que vio estupefacto que los
Guaraní levantaban su cerco al haber hecho una media docena de prisioneros
españoles. ¿Qué pasó? se preguntaba: basta con unos prisioneros para que los
Guaraní puedan proceder a su sacrificio ritual para detener la guerra.
Schmidl115, por su parte, cuenta cómo las huestes hispanas se comportaron con
los Guaraní. Mataron, sistemáticamente, mujeres y niños. Sin embargo, los
indios eran tan numerosos que acabaron por poner en peligro el ejército. El
ejército se sorprendió mucho un día por la orden de su comandante de sólo
matar hombres de una comunidad que habían cercado (los Guaraní Cario). La
orden era la de capturar a las mujeres y los niños. Los solados lo hicieron y el
comandante español negoció con los jefes de los Cario. Sus mujeres y niños les
serían devueltos, si los guerreros se convertían en auxiliares del ejército español.
Los Cario aceptaron, y Schmidl se sorprende de la frialdad con la que
obedecían. El genocidio está bajo responsabilidad española pero, ahora, es
llevado a cabo por “indígenas”!
115 Ulrico Schmidl, Viaje al Río de la Plata, Buenos Aires, Argentina, Emecé editores S. A, Alsina 2062,
(1567), 1997.
116 Cf. D. Temple, “El Quid pro quo histórico entre los Guaraní”, Teoría, tomo III, op. cit.
117 Cf. D. Temple, “El Quid pro quo histórico entre los Azteca”, Teoría, tomo III, op. cit.
Volvamos a la tesis del biomarxismo según la cual el tiempo social comunitario
indígena está cerrado sobre sí mismo, sin dejar sitio a una reflexión que
escaparía a esos imperativos biológicos.
Todo queda, aquí, en prestar a las fuerzas naturales movilizadas por el trabajo,
un papel determinante según el cuál se ordenaría la fetichización de las fuerzas
espirituales.
Es, ciertamente, posible decir que el chamanismo postula espíritus o un Dios,
que el fetichismo les otorga una realidad física y releva el sacrificio de su
función original para dejar entrar un intercambio con esos espíritus o ese Dios
fetichizados. Los hombres ofrecerían a sus ídolos frutos o animales, cuando no
hombres, para que éstos les envíen la lluvia o el oro... Pero, para que haya
fetichismo, es necesario que haya algo a ser fetichizado y que pertenezca a lo
simbólico.
Fernándes describe una representación que atribuye a los indígenas y que podría
calificarse de idealista, mientras que García Linera describe los mecanismos
económicos, que según él subyacerían a sus representaciones, a la manera de
Marx poniendo de pié la dialéctica que “Hegel hacía caminar de cabeza”.
Pero ¿qué significa la finalidad de la primera función cuando se la define por esa
única palabra, satisfactorio?
¿Cuál es, aquí, la razón del hombre? Mejor aún ¿por qué la Humanidad ? ¿El
bien-estar de un cuerpo orgánico superior? ¿La satisfacción de la naturaleza
misma?
Pero es posible elaborar una conciencia humana que sea común, a falta de ser
comunicable, a la reciprocidad: al relativizar cada uno su naturaleza con la del
otro, participa en la construcción de una conciencia cuya afectividad es sentida
entonces, por cada uno de los participantes de la reciprocidad. Y esta conciencia
es específica de la sociedad humana.
Así, la comunidad puede engendrar para todos el sentimiento de una libertad y
una dignidad sobre-natural, a partir de la relativización de las fuerzas biológicas
y físicas de los unos y los otros, en vez de la actualización de las fuerzas físicas.
Capítulo octavo
La proyección de la '“ideologia marxista”
Resumen
individuo laborioso el que ejerce su supremacía relativa sobre el instrumento de trabajo, sobre los
ciclos productivos, sobre los ritmos laborales y el destino del producto, ahora la existencia material del
individuo trabajador está mediada por su pertenencia comunal. El principal medio de trabajo, la
tierra, sólo tiene realidad social frente al trabajo en tanto posesión comunal”. (Forma valor, p. 296).
120 Esta inversión del estatuto del parentesco, primero “tecnica organizadora”, luego “resultante de la
organización a la que habría hecho nacer”, parece inspirado en un análisis de Marx según el cual las
representaciones que los capitalistas se hacen del valor, después de que éste haya sido reificado en
valor de cambio, les permite contarlo como motor del trabajo humano, sobre todo cuando, a través del
préstamo, los usureros anticipan sobre la producción del trabajo. Consideran entonces al valor como a
un agente productor de plusvalía.
que es el proceso de trabajo-en-acto, que existe así como proceso de
trabajo de la comunidad, en la comunidad, para la comunidad, hacia la
comunidad. (…)
La tierra existe entonces ante el trabajador, en el proceso de trabajo
comunal, como “cuerpo objetivo de su subjetividad”, como algo ya-
dado, como un presupuesto de su propia subjetividad”. (Forma valor,
pp. 290-291).
121“La producción comunal tiene sus propias temporalidades técnico-productivas que son
subsumidas socialmente a la producción de utilidades reproductoras inmediatas de la unión
comunal. De ahí la importancia del ritual colectivo, de la ceremonia productiva por encima de la
productividad cósica que caracteriza a la producción capitalista; es que la primera es a la vez
producción consciente y deseada, tanto de medios de vida como de socialidad satisfactoria, de
convivencialidad humana entre sí, con la naturaleza y los dioses que lo espiritualiza todo”. (Forma
valor, p. 300).
“La conservación del mundo consistirá consecuentemente en
mantener viva y actual esa liturgia. Cantar y rezar, teniendo el bastón
ritual – a veces en forma de cruz122 –apoyado en el suelo, es sostener
el mundo y fundarlo nueva y continuamente. Dejar de rezar y
descuidar el ritual es como quitarle a la tierra su propio soporte,
provocando su inestabilidad y su inminente destrucción”. (Melià, El
Guaraní, experiencia religiosa, p. 68).
« habiendo conseguido la plenitud de tus frutos, darás de comer de ellos a todos tus
prójimos sin excepción. Los frutos perfectos son producidos para que de ellos coman
todos, y no para que sean objeto de tacañería. Dando de comer a todos, sólo así, sólo
viendo Nuestro Padre Primero nuestro amor a todos, alargará nuestros días para que
podamos sembrar repetidas veces ». (Cadogan, 1959, a:131)”. (Melià, El Guaraní,
experiencia religiosa, op. cit., p. 68).
Melià concluye :
122Aquí la cruz es el símbolo de la Palabra de oposición que nunca es « olvidada » por los Guaraní.
123Bartomeu Melià, El Guaraní, experiencia religiosa, Biblioteca paraguaya de antropología, CEADUC-
CEPAG, Asunción del Paraguay, 1991, pp. 67-68.
“Para los Mbyá, la tierra se engendra en la base del bastón ritual del verdadero Padre Ñamandú. Y en el centro
de esta tierra que se está formando, se yergue una palmera verde-azul; otras palmeras se levantan, marcando a
manera de puntos cardinales, la morada de los seres divinos y el lugar donde se origina el espacio-tiempo
primitivo”.
Se reconoce la imagen de las dos Palabras o de los dos principios de organización, aquí la Palabra de
unión, y inmediatamente la Palabra de oposición:
“Para los Paï Tavyterã, Nuestro Abuelo Grande fundó la tierra sobre la base de los palos atravesados en forma
de cruz, y a partir de ese centro la fue ensanchando y la fue llevando a sus últimos límites”.
Y, finalmente, la supremacía de la Palabra de unión :
“Estos mismos Guaraní reconocen como «centro de la tierra» la región que ellos habitan y que lleva precisamente
este nombre : Yvypyte. Los propios Paï se consideran a sí mismos y se autodenominan Tavyterã, «moradores del
pueblo del centro de la tierra»”. Bartomeu Melià, El Guaraní, experiencia religiosa, Biblioteca paraguaya de
antropología, CEADUC-CEPAG, Asunción del Paraguay, 1991, pp. 67-68.
“El fundamento de la tierra guaraní acaba siendo de este modo, la
fiesta, donde se comparte la alegre bebida de la chicha : kawî, fruto de
la tierra y del trabajo de muchos, unidos en minga (mutirão) : potyrõ,
donde también el hombre se hace palabra divina y esa palabra es
compartida por todos”. (Melià, El Guaraní, experiencia religiosa,
p. 68).
Sin duda que García Linera ha tomado en cuenta el hecho de que las fuerzas
productivas no pueden ser las matrices de las relaciones humanas si uno se
atiene a la definición de éstas como fuerzas físicas. Se convierten entonces en
fuerzas biológicas solidarizadas por su complementariedad teniendo en vista
formar un gran cuerpo viviente. Las palabras de corporeidad y de viviente son
frecuentemente solicitadas para designar la naturaleza. No es la relación
simbólica la que ofrece su mediación a la producción, sino la interacción
orgánica.
Puede sostenerse que toda materia, del átomo al hombre, es materia viviente que
se despliega de una forma inmensamente compleja. Si no puede establecerse una
distinción entre lo biológico y lo psíquico, o si está en la obligación de confundir
el uno y el otro, la única salida para concebir un sobrepasamiento de lo que
existe en tanto que fuerza física es la idea de la vida.
La distinción entre las dos ideologías es, con todo, muy tenue. La solidaridad
que nace de esas relaciones de complementariedad entre las fuerzas productivas
da, con todo, una dimensión social al trabajo, que adquiere una unidad social,
una utilidad que satisface un “espacio de relaciones humanas”. Este espacio
sería reproducido entonces por los lazos de alianza y de filiación («relaciones de
parentesco, referencias a un antepasado común, etc.»), como si la reciprocidad
funcionara al nivel del parentesco, como una consecuencia de la relación de
trabajo que, ella, no tendría en vista, y de manera directa, sino las necesidades
vitales de la comunidad. La utilidad social debiera entonces satisfacer la vida
material en el espacio creado por la reciprocidad de parentesco. A partir de ahí,
hay que imaginar una identidad comunitaria constituida a partir del parentesco,
que sometería la producción económica a las constricciones de la supervivencia
de su organización. Las comunidades estarían circunscritas por su
homogeneidad de parentesco, lingüística, imaginaria y territorial.
“La relación con este ser vivo supremo, la actitud laboral ante él, la
tecnología en su internalización social o racionalidad general que la
explica, tiene que llevar necesariamente, entonces, componentes
afectivos, respetuosos a la vez que ceremoniosos y dialogantes con
estas fuerzas vivas. La calidad productiva de este diálogo ha de estar
basada en la representación intercomunicativa de la lógica material de
124 Emile Benveniste, Le vocabulaire des institutions indo-européennes, Paris, Editions de minuit, 1987.
adelantos y restituciones, de generosidad recíproca, de compromisos
entre los seres humanos y la naturaleza, de la que se excluye todo tipo
de acción depredadora que se presenta como atentatoria a la
convivialidad forjada”. (Forma valor, p. 303).
¿Pero cómo se efectúa, o más bien qué es lo que obliga a representarse las
interacciones de la naturaleza como una reciprocidad generosa de dones
recíprocos?
Desde que el hombre, dice Marx, produce algo, un objeto, introduce una falla en
la unidad orgánica (en el metabolismo) de la ”producción consumidora”, con lo
que se distingue como sujeto de su producción, mientras la manera en que, a su
vez, recibirá el producto de su trabajo, el objeto, depende entonces de la
relación que habrá de instaurar con el otro, relación que decide la finalidad del
objeto.
¿Qué dice García Linera de esta creación del objeto? ¿La considera como la
mediación simbólica de una relación de reciprocidad con el otro, o más bien
como una función biológica?125
125“Por otra parte, el producto del trabajo, al existir directamente como valor de uso que satisface
necesidades de sus productores, al adquirir un uso social extraordinario o disponibilidad social por
su cualidad consuntiva en su circulación hacia los no-directamente productores, toma forma social
(que vendría a completar la forma social total del producto del trabajo en la comunidad) por la
utilidad social del valor de uso (entendida esta última como espacio de relaciones humanas definidas
-
Capítulo nueve
La tentación totalitaria
en http://dominique.temple.free.fr
127 «To autos gar esti einai» : “el sí-mismo : eso es lo que es el ser” (Parménide).
tiene que ver con la homogeneidad. Puede ser por el contrario la diferencia de
uno a otro que tiene que ver con la heterogeneidad. La diferencia aparece
primero como una división en el seno de la identidad, un rasgo que separa lo
Mismo en dos partes, sin que ninguna tenga otra realidad sino en tanto opuesta a
la otra. Cada uno de los polos de esta diferenciación está ligado al otro por su
origen común: por ejemplo, un par de electrones (positivo y negativo) pueden
ser diferentes en todos sus números cuánticos, sin estar por ello menos ligados,
ya que todo acontecimiento que afecta a uno afectará al otro, aún en el otro
extremo del universo (la acción a distancia). La diferenciación está constituida
por la relación, y no por la definición intrínseca de cada uno de los polos de esta
diferenciación, ya que esta definición no se sostiene por sí misma si no es en
relación con el otro. Como quiera, cada uno de esos polos reivindicará su
diferencia como identidad. El uso de la palabra identidad es inadecuado, pero
esta confusión es extremadamente común, ya que así cada cual puede reivindicar
su diferencia como identidad, sin relación con el otro. Para la lógica usual, hay
entonces dos sentidos en juego: la identidad de homogeneización, y la identidad
de heterogeneización, y para la lógica dinámica a la que nos referimos, a partir
de entonces, ¡hay tres! porque el sentimiento de ser humano puede decirse la
verdadera identidad de la comunidad.
“En este caso, aun cuando las condiciones socio-naturales del carácter
social de la utilidad-local del producto y de la distribución de las
actividades define fronteras que separan a unos espacios de otros en su
realidad específica de socialidad, la similitud de los fundamentos de
socialidad interna (producida-soportada) de los espacios puede
levantar una forma secundaria de organización social, ahora sí
nacional, producida sobre un producto previo, semicompacta, de
territorialidad social completa, que abarca ya un tipo de fusionamiento
político y cohesión lingüística, histórica y cultural de estos espacios
básicamente similares; por ejemplo, los aymaras contemporáneos”.
(Forma valor, p. 213).
128 Eric Hobsbawm, L'Âge des extrêmes : le court XXe siècle 1914-1991, (éd. originale : The Age of
Extremes), 1994, (trad. franç.) co-édition Le Monde diplomatique - Éditions Complexe, 1999, seconde
édition, co-édition Le Monde diplomatique - André Versaille éditeur, Bruxelles, 2008.
129 Cf. Louis Dumont, Homo Æqualis, I. “Genèse et épanouissement de l'idéologie économique”, (1977);
Capítulo décimo
La ideología marxista y la ciencia
Resumen
¿Es que se puede, sin embargo, imponerle a la ciencia la tutela del sistema
capitalista, pretextando por ejemplo que la técnica, que aparece como la
aplicación de la ciencia, está comandada por el sistema capitalista? La técnica
¿sería el medio por el cual la producción capitalista sometería la ciencia a sus
objetivos? Con la ciencia interesada en el conocimiento de la materia y la
economía capitalista utilizando la materia, la técnica articularía sus dos
dinámicas paralelas, como los durmientes de dos rieles. Se tendría la impresión
de que el sistema capitalista obedece a leyes naturales reflejadas en el espíritu
humano por la ciencia132.
130 “Sólo bajo el capitalismo el conocimiento creciente, ilimitado, de las fuerzas naturales susceptibles
las fuerzas productivas, cuya preservación se presentaba como garantía de estabilidad del régimen, el
capitalismo se funda, sobre la tendencia al “desarrollo universal de las fuerzas productivas” (objetivas
Sin embargo, según García Linera, la técnica aumentaría la capacidad del
sistema capitalista de producir valor disminuyendo el tiempo de trabajo, de
manera que el sistema no podría asegurar siempre el pleno empleo. El tiempo
liberado se convertiría en la fuente de otro modo de producción133. Por una
parte, la técnica confirmaría la coherencia lógica del sistema capitalista, por el
otro dejaría esperar una liberación del sistema capitalista. Sería una
“contradicción viviente”134.
El lirismo de ese texto (el tiempo libre creador, la plenitud de las capacidades
del ser humano, la perfección de sus relaciones con la naturaleza, el goce social
de la abundancia…) habla de la esperanza de que el trabajo liberado se haga
liberador. Relaciona con la técnica seleccionada por el sistema capitalista, la
promesa de liberar tiempo de trabajo para acabar con el mismo sistema
capitalista. Y, de golpe, se acepta sin cuestionarla la definición dada de la
técnica, ya que ésta es comprendida retrospectivamente como prometedora o
fecunda. Pero la realidad es muy otra: la exclusión y el paro se acrecientan para
los desheredados ¡no su tiempo creador! La baja tendencial de la tasa de
ganancia y el hiper consumo no conducen a la disminución del provecho mismo
y no conducen al poder del proletariado, sino al reajuste estructural. Esta
cuestión fue largamente comentada porAntonio Negri135. Negri cita un texto de
directamente por la sociedad, que la máquina abre como posibilidad real abstracta, no es pues ya ni la
abstención del disfrute o la socialización de las riquezas materiales limitadas como en la comunidad
ancestral, ni el disfrute privilegiado y restringido de la sociedad moderna. Es, por el contrario, el goce
social de la abundancia y el libre ejercicio común del “ocio creador”, del juego y descanso útil como
fuerza productiva del desarrollo gustoso e ilimitado de las fuerzas productivas de los individuos
sociales en todas sus dimensiones, incluidas ahora nuevamente las simbólicas-festivas (…)”. (Forma
valor, p. 163).
134 “Resulta así que la forma de productividad del capital, basada en la ampliación del tiempo de
trabajo excedente apropiado para expandir indefinidamente la valorización del valor, va desplegando
implícitamente una tendencia oculta y contradictoria a sus propios fines, que es la disminución de la
importancia del tiempo de trabajo directo en la elaboración industrial de un producto respecto al
tiempo de trabajo social general de carácter científico, organizador y regulador”. (Forma valor, pp. 162-
163).
135 Antonio Negri, Marx au-delà de Marx : Cahiers du travail sur les “Grundrisse”, Paris, éd. Bourgois,
“El capital obliga al obrero a trabajar más allá del trabajo necesario.
Es la única forma, para él, de valorizarse y producir una plusvalía.
Pero, por otra parte, no utiliza el trabajo necesario sino en la medida
en que creará sobre-trabajo y en que éste podrá realizarse bajo la
forma de plusvalía. Plantea entonces al sobre-trabajo como condición
del trabajo necesario independientemente de la plusvalía: la plusvalía
es el límite del trabajo objetivado y del valor en general (…).
Por su misma naturaleza, el capital plantea entonces trabas al trabajo y
a la creación de valor, lo que está en contradicción con su tendencia a
acrecentarlos sin límites. El capital es, así, una “contradicción
viviente.”136.
Negri comenta:
Ciertamente, ve muy bien cuando añade : “El capital puede dar libre curso a su
fuerza de determinación hasta la guerra y la destrucción”.
Rechazando esta dialéctica del sistema capitalista del que reconoce que la
polaridad no se invierte, pero queda siempre determinada por la ganancia,
propone proceder a la destrucción del sistema de la forma más radical, “Es
necesario destruir al adversario. Sólo la práctica comunista puede
136 Marx, “Fondements de la critique de l'économie politique”, citado in Antonio Negri, Marx au-delà de
Marx : Cahiers du travail sur les “Grundrisse”, Paris, éd. Bourgois, 1979, rééd. L'Harmattan, 1996, p. 210.
137 A. Negri, Marx au-delà de Marx, op. cit., pp. 210-211.
destruirlo...”138, lo que desgraciadamente no implica la concepción de otro modo
de producción, sino que conduce a enfrentamientos sangrientos.
En este análisis « pre situacionista » (“lo que hay de nuevo en el capital, es que
aumenta el tiempo de sobre-trabajo de las masas por todos los medios del arte y
la ciencia”), no es por la liberación de un tiempo de trabajo mediatizado por la
ciencia (aunque sea socialmente dominada) al término de un proceso intrínseco
al desarrollo capitalista, que la humanidad se liberaría, ya que la perennización
de las ganancias exige la destrucción del tiempo liberado.
Marx preveía que el sistema capitalista sería lúcido respecto a su propio proceso,
que podría anticipar su deterioro al minar la base técnica y científica que podría
escapar a su control.
Sin embargo, las técnicas científicas imponen un rigor cada vez más grande,
obligando al rechazo de ciertas prácticas que ponen en peligro las fuentes y las
condiciones de existencia de toda la sociedad: es el argumento “gorbacheviano”
Ibid. p. 327
138
Karl Marx, Œuvres, tome II, Principes d’une Critique de l’économie politique, chapitre II. “Le
139
140Cf. D. Temple, “Carta a Mijaïl Gorbatchov”, Teoría, tomo III, op. cit.
141Cf. Stéphane Lupasco, Les trois matières, Paris, Julliard, 1960 ; 2ème éd. Poche, Coll. 10/18, 1970 ;
3ème éd. Cohérence, Strasbourg, 1982. L'énergie et la matière vivante, Paris, Julliard, 1962, 2ème éd.
Julliard, 1974 ; 3ème éd. Le Rocher, Coll. “L'esprit et la matière”, Monaco, 1986. L'énergie et la matière
psychique, Paris, Julliard, 1974 ; 2ème éd. Le Rocher, Coll. “L'esprit et la matière”, Monaco, 1987.
L'expérience microphysique et la pensée humaine, Fundatia Regala Pentru Literatura si Arta, (en français
avec “Considérations préliminaires”), Bucarest, 1940 ; 2ème éd. Paris, P.U.F., 1941 ; 3ème éd. Le Rocher,
Coll. “L'esprit et la matière”, Monaco, 1989.
Leer también de D. Temple : “El principio de antagonismo de Lupasco”, “La Teoría de Lupasco y tres
de sus aplicaciones”, in Teoría, tomo II, op. cit.
El capitalismo no puede impedir la independencia creciente de la tecnología en
relación a su gestión, lo que conduce a una liberación de una nueva forma de
apropiación del trabajo por la sociedad entera, directamente por la sociedad civil
o por el Estado. La sociedad democrática se convierte entonces en la fuerza de
regulación del crecimiento del capital. La sociedad entera deviene capitalista.
Llama “objeto pequeña a” a la causa invisible del deseo (la dinámica del tercero
incluido) que el objeto producido para el consumo y por la producción
capitalista tiene por función la de sustituir o representar incluso reificar como
señuelo. El objeto (a) de Lacan, este “objeto” es virtual : se escamotea sin cesar
a la toma de la posesión, comprendida la del goce, no tiene naturaleza física ya
que es creado por la relación con el otro. Es una creación de lo humano más
allá de lo humano, para parafrasear a Negri, y cuya afectividad por la cual se
manifiesta es la de la felicidad, que se crea a partir del trabajo por el otro, para
retomar la idea de Marx.
Lacan hacía ver en el deseo una potencia que no se satisface con ningún señuelo
y que, al contrario, los descalifica incansablemente, aunque añadía que la
descalificación del objeto de consumo era recuperada por el sistema capitalista
como el resorte de su reproducción incesante, reproducción sobre la que el
capital vela celosamente. Para el sistema capitalista, la cuestión no es pues la de
destruir la reciprocidad, esta matriz del “trabajo por el otro”, sino de ponerla
fuera del alcance de los hombres a fin de ahondar la falta del valor que
engendra… con lo que la falta se sustituye al deseo. Es a partir de la falta de los
valores producidos por la reciprocidad que el sistema capitalista puede asegurar
una producción de objetos sustitutivos, las trampas del consumo (el
hiperconsumismo), objetos cuyo valor de cambio es tanto más grande cuanto
más rápido son descalificados y reemplazados por otros142. La destrucción y el
derroche se convierten en un multiplicador de las ganancias.
¿Habría pues que esperar a que el trabajo liberado conduzca a los consumidores
a cuestionar una máquina que satisfacería su falta en vez y en lugar del deseo?
Zygmunt Bauman, L’Amour liquide. De la fragilité des liens entre les hommes, (Liquid Love, 2003), éd. Le
142
Rouergue/Chambon, 2004.
siempre nuevos acreedores os solicitarán, a fin de que hagáis méritos,
y con tierra de otros llenéis su tumba ».143.
Está permitido entonces augurar que si las fuentes del consumo estarían
agotadas por la consumación, el sistema capitalista imaginaría intercambiar …
¡las estructuras de reciprocidad!
La matriz del objeto (a), la matriz de los valores humanos, la matriz de este más
allá al que todo hombre aspira, la matriz de conciencia y de esta dinámica que se
llama deseo es la reciprocidad.
143 Rabelais, Rabelais, “Comment Panurge loue les debteurs et emprunteurs : Les horribles et
épouvantables faits et prouesses du très renommé Pantagruel Roi des Dipsodes, fils du Grand Géant
Gargantua”, (1532), Paris, éd. Librairie Armand Colin, 1913, pp. 192-193.
144 Karl Marx, Œuvres, tome II, Economie et philosophie (Manuscrits de 1844), I. Notes de lecture, §. 22.
¿Se trataría de la producción de otro valor que el valor de cambio, para escapar a
la maldición del trabajo inhumano, pero cómo producir este otro valor?
145
Marx, cité par Antonio Negri, Marx au-delà de Marx, op cit., pp. 207-208.
solo es el trabajo viviente y el trabajo muerto (de máquinas), sino que es
también el trabajo pensante.
Los dos términos que retendremos serán “hacia los demás” y “comunidad
universal”, si “hacia los demás” significara el trabajo por el otro, como en
Marx, y no solamente hacia el otro. El decir superior del trabajo actual y el
decir posterior lo refiere desgraciadamente al término de una evolución de la
que no se ve el fin, ¡mientras que debiera ser el comienzo de la revolución! (de
la que no se ve el fin en el sistema capitalista… ¡pero que es el comienzo en las
comunidades de reciprocidad!).
Desde que el hombre habla, puede dar sentido a todo lo que nombra y, por
cierto, a las prestaciones económicas, que no obedecen ya a leyes naturales,
como lo entienden los capitalistas, sino a leyes sobre-naturales, es decir a las
leyes del lenguaje.
Léon Cadogan, Ayvu Rapyta - Textos míticos de los Mbyá-Guaraní del Guairá, Biblioteca Paraguaya de
146
Capítulo once
El primado de la función simbólica
Resumen
*
¿En qué se convierte la reciprocidad en la ideología marxista ?
“Lo decisivo, dice García Linera, de todo ello desde el inicio es que la
forma de la unidad comunal es, si se quiere, plebiscitaria, sujeta a la
inclinación autodeterminativa de los miembros celulares (familiares)
de la comunidad, que existen como miembros de la comunidad en
tanto eligen y producen tal pertenencia. No es pues extraño que Marx
se haya referido a la comuna agraria como una “agrupación de
hombres libres”, ya que esta independencia de los miembros de la
comunidad para producir objetiva y subjetivamente la comunidad se
añade, como consecuencia inmediata, a la supresión que el límite del
parentesco consanguíneo impone a la composición comunitaria (...), lo
que permite la incorporación de “forasteros” a la comunidad”. (Forma
valor, p. 329).
“Por cierto, posiblemente después de que se les haya exigido une serie
de “pruebas” de “compromisos” que “emparentan” al individuo…,
etc”. (Ibíd.)
Esta concepción del ser por el sí-mismo (to autos) había sido defendida, en
efecto, en los griegos por Parménides. Y el extranjero se libra entonces a la
crítica de la relación de lo Mismo consigo mismo. Para Sócrates, el extranjero es
el “bien-venido”, ya que recrea a nivel del lenguaje una reciprocidad que
permite construir el más allá de toda identidad imaginaria.
Hoy en día, la pregunta de Sócrates se plantea entre la reciprocidad
generalizada y el libre-intercambio. Y las pruebas de buena voluntad del
extranjero parecen quizá necesarias para evitar … el “quid pro quo”
¿No es eso lo que tratarían las últimas páginas de Forma valor y Forma
comunidad ?
147“Y todo el Ensayo sobre el don emana, de la forma más directa, de “Argonautes of Western Pacific”
que Malinowski había publicado dos años antes y que debía independientemente, conducir a
conclusiones muy próximos a las de Mauss, paralelismo que incitaría a ver a los “indígenas”
melanesios mismos como a los verdaderos autores de la teoría moderna de la reciprocidad”
(Lévi-Strauss, “Introduction à l'œuvre de Marcel Mauss”, in Mauss M. Sociologie et anthropologie, Paris,
PUF, (1950), 1991, p. XXXIII).
García Linera amplía el debate y toma como testigo a la antropología occidental.
Se trata esta vez de integrar, tanto como sea posible, lo que más le falta al
marxismo, el trabajo de Marx incluido: una antropología que nos informa sobre
la que se ha convenido en llamar modo de producción. En Marx, la puesta en
juego de fuerzas productivas según modalidades diferentes que aquellas de la
producción capitalista, no fue el objeto de un estudio profundo.
Cuando se confronta con los sistemas económicos de las sociedades que llama
“indígenas”, la antropología occidental se presta de la economía política de su
tiempo sus categorías, de manera que el razonamiento que consiste en apelar a la
antropología occidental -en vez de tomar como testimonio la palabra de los
pueblos estudiados- para probar que todas las sociedades humanas obedecen a
los mismos principios económicos de la sociedad capitalista, es un círculo…
148Cuando García Linera abandona Marx para Meillassoux, sustituye el primado del interés biológico
en el de la reciprocidad. Ese primado del interés es en realidad el postulado de la ideología del sistema
económico que denuncia Marx
La ayuda recíproca es una técnica productiva que merece un comentario: ya
hemos observado que si la reciprocidad de dones es un sistema de producción
(ya que cuanto más se dona tanto más hay que producir para donar), ese
sistema económico es una máquina de producción anticapitalista y no una
máquina de antiproducción. Esta producción crea una abundancia tal en cuanto
concierne a los bienes primeros que estos no pueden figurar como razón del
don, con todos abundantemente provistos. La super producción recibe entonces
otra finalidad práctica que aquella de satisfacer la necesidad del otro, ella está
guiada por la preocupación de establecer una jerarquía de prestigio entre los
productores. Cuanto más se da, más crece el renombre, y ese renombre es
entonces proporcional a la rentabilidad de su trabajo! Aún se veía en España,
hace medio siglo, fiestas en el curso de las cuales los cosechadores se medían
entre ellos por la rapidez con eran capaces de segar un campo de trigo. Ese tipo
de lucha era de la misma forma de trabajar que la de las comunidades de
reciprocidad, con la diferencia de que en las comunidades se produce para el
prestigio. Cuando se habla de una economía como la de los Maorí, tan bien
observada por Malinowski, no puede ignorarse su finalidad: el prestigio. El
prestigio es la expresión del valor en una economía de reciprocidad de dones,
como nos lo recuerdan las entradas en Bolivia, una de las cuales tiene el
significativo nombre de Gran Poder.
El prestigio se expresa ante todo por un rostro, una máscara. Ese rostro, esa
máscara, es hasta tal punto el símbolo del valor ético, del ser mismo al que
aspira el hombre, que es por su belleza que es apreciado, tan cierto es que la
estética viene a coronar la ética. Así, la máscara no puede ser guardada por
quien la merece, ya que toda acumulación deroga la lógica de la reciprocidad
positiva. ¡Debe entonces ser dada! Y he ahí un segundo ciclo de reciprocidad, un
ciclo de don del valor del don, un ciclo del don del valor del renombre, el que
confiere al valor del renombre un nuevo estatus: el de moneda de renombre149.
Se ve hasta qué punto la utilidad está separada del ciclo productivo, ya que el
ciclo de la moneda de renombre engendra a su vez un valor superior, así como el
mercado del dinero en el sistema capitalista engendra intereses y un valor virtual
que se traduce en moneda de cambio, indiscernible de la moneda que sirve de
unidad de cuenta en el intercambio real. Ocurre lo mismo, en el ciclo económico
de la reciprocidad generalizada, con la precisión de que Malinowski subrayó que
las categorías de reciprocidad son antagonistas de las del intercambio150, lo que
149 Cf. Dominique Temple, “Maussiana : El tercero en la reciprocidad positiva”, Teoría, tomo I, op. cit.
150 “El códico social expone que poseer, es ser grande y que la riqueza es el atributo de un rango social, el atributo
de una virtud personal. Pero lo importante es que, entre ellos, poseer es donar, y en ello, los « indígenas son
notablemente diferentes de nosotros. Un hombre que posee está naturalmente llevado a compartir, distribuir, ser
el depositario y el dispensador”. Bronislav Malinowski, (1922), (trad. franç.) Les Argonautes du Pacifique
occidental, Paris, Gallimard, 1963.
olvidan todos los comentaristas, por el hecho de que abordan la cuestión
económica de las sociedades de reciprocidad con las categorías del intercambio..
Claude Lévi-Strauss, La Vida familiar y social de los Indios Nambikwara, Paris, Société des
151
américanistes, 1948.).
como la gracia, de la que los griegos hicieron el valor político más alto de su
ciudad152.
Sin embargo, la reciprocidad de dones crea entre los donadores una comunidad
de sentido, inalienable tanto para uno como para el otro, lo que Mauss interpretó
como una dependencia absoluta, hasta el punto de que construyó su concepción
de la reciprocidad de dones a partir de esta dependencia. Sin embargo no llegó a
152Christian Meier, La Politique et la Grâce. Anthropologie politique de la beauté grecque (traducido del
alemán por Paul Veyne), Paris, Éditions du Seuil, 1987.
reconocer a esta comunidad de sentido su carácter universal. Estimaba que al
donar se donaba una parte de sí mismo pero que esta afectividad de sí no podía
desprenderse realmente de la persona del donador, pero solamente extenderse
sobre el otro e integrarlo en su campo de influencia; de ahí la sujeción de éste a
aquel. Lévi-Strauss reconoce también la potencia del don así como la capacidad
de integrar a otro a una comunidad superior. Sin embargo, esos dos maestros de
la antropología no sitúan la reciprocidad en el origen del don y creen que la
facultad de poner al otro a la sombra de su nombre debe ser atribuido al
donador. “Donando, se dona de sí”, dijo Mauss.
A partir de esta codicia por el bien poseído por el otro, Lévi-Strauss construyó
su teoría del intercambio a la cual subordina la reciprocidad como medio de
impedir la codicia brutal, de provocar la violencia y la guerra. Él también piensa
que la integración de la mirada del otro es provocada por los celos ante lo que el
otro posee153 !
Como Cristóbal Colón, que preconizaba practicar el don con los « indígenas” de
América para ganarse su amistad ya que, decía, era la mejor forma de poner el
intercambio bajo buenos auspicios...154, Lévi-Strauss le otorga al don la
propiedad de integrar al otro en una comunidad de simpatía. El don sería
utilizado como medio de crear una totalidad afectiva. Ambos justifican el don
como testimonio de benevolencia para facilitar los intercambios. Habría, pues,
dos principios, el don y el intercambio 155.
Pero ¿por qué el intercambio debería ser igual si las necesidades no lo son? ¿Y
no sería la satisfacción de las necesidades, como lo proponía Aristóteles, la que
debiera ser la motivación del intercambio, antes que una regla lógica sin relación
con la satisfacción de las necesidades de los unos y los otros? ¿No es en realidad
el trueque el que satisface el interés de cada cual, y que está en el origen del
intercambio económico? Como quiera, de Hobbes a Lévi-Strauss, se afirmó el
mismo dogma sin otra forma de discusión: el temor a la guerra llevaría al
intercambio recíproco. Es a esta tesis a la que se afilia, in fine, García Linera.
“De aquí que no sea exagerado decir con Mauss que el intercambio
entre personas “en esencia es totalmente obligatorio bajo pena de
guerra privada o abierta”.” (Forma valor, p. 341).
153 Cf. Claude Lévi-Strauss, Les structures élémentaires de la parenté, op. cit., chapitre VII. “L'illusion
acumulación excesiva y la inclinación acrecentada de los deseos de los demás respecto a esa
acumulación, que puede desencadenar una espiral de violenta expropiación o igualmente violenta
carrera acumulativa que ponga en desequilibrio crítico el equilibrio comunitario de lo que se ha
García Linera concluye :
El mana al que se hace alusión aquí es parte del alma o alma divina según lo
encaremos en una comunidad salida de las estructuras individuales o colectivas
de reciprocidad.
Pero es a esta “teoría indígena”, acaso, a la que se refiere García Linera cuando
dice :
¿La utilidad social de las cosas ? ¿O más bien la utilidad social de los símbolos?
Los objetos sagrados (sacra) de los que habla Mauss en el “Ensayo sobre el don
“, que están fuera del intercambio)” y que como él mismo lo dice (“no encontré
Esta concesión tímida (posiblemente) (uno de los orígenes) (de cierto tipo) (una
forma de) es un comienzo de reconocimiento de lo que constituye el eje central
del desarrollo de toda comunidad (la reflexión de la comunidad sobre sí misma).
Desde el principio, por ejemplo en las comunidades andinas, el jilacata y el
consejo de mallkus son la sede de sentimientos de responsabilidad y de justicia
que pueden testimoniar de la autodeterminación de la comunidad.
Pero García Linera se inquieta por las relaciones que deben asegurar la
supervivencia de la organización comunitaria material de los individuos159. Sin
duda que hoy nadie podría sobrevivir sin trabajar, pero la cosa es saber porqué
los hombres trabajan los unos para los otros: ¿obedecen los hombres a
obligaciones económicas, como las abejas que acumulan miel en el verano para
alimentarse en el invierno (o la ardilla que acumula nueces) o para invitar a los
otros a fin de elaborar lazos de amistad y de confianza? ¿Es decir que la
producción de valores éticos sería distinta de la producción material y que los
valores éticos prevalecerían sobre las condiciones de existencia? ¡De ninguna
manera! A menos que se encare al otro de forma particularmente idealista, toda
relación de simpatía o de benevolencia comienza por inquirirse por su propia
necesidad! No hay comunidad en la que la hospitalidad no comience antes que
nada por asegurar la alimentación y la protección del extranjero.
Hemos discutido el contenido que debe darse a esta expresión de espacio social
e, igualmente, lo que debe entenderse por circulación de bienes sociales.
Volvemos a decir que el espacio social significa la esfera de comprensión de los
unos y los otros, que asegura solamente la buena distancia de la reciprocidad. Si
se trata de la reciprocidad simétrica y positiva, esta buena distancia se traduce
por el respeto. Si la reciprocidad es positiva, aparece una diferencia entre el que
da más, en relación a sus bienes, y el que da menos, y esta desigualdad le da al
respeto un carácter que se llama prestigio.
159“El que esto surja como una necesidad colectiva nos habla del esfuerzo de la comunidad por
preservar la seguridad común de la obtención de los medios de vida por encima del resultado
productivo que cada unidad familiar puede tener en su actividad laboral. La creación de un fondo de
reserva en el que cada familia voluntariamente deposita una determinada porción de su
plusproducto, nos expresa un nuevo momento superior de unidad obejtiva-sujetiva para la resolución
de las problemáticas materiales que ponen en riesgo a cada unidad productiva y, con ello, a todos”.
(Forma valor, p. 344).
La utilidad inmediata de este espacio social es la “vida dichosa” de la
comunidad, su vida en tanto que humana. Que ella se haga efectiva por las
formas de circulación de los bienes sociales significa que la reproducción de la
reciprocidad por los símbolos del valor, crea una segunda esfera de actividad
social que se dice cultural.
El análisis de Alberto Santa Cruz , en cambio, toma las cosas desde su punto de
partida: “el cacicazgo ha fracasado frente a la colonización”. No es la
colonización la que destruye el cacicazgo, es el cacicazgo el que se confiesa
impotente ante la colonización. ¿Y cuál es la causa de la impotencia del
cacicazgo? La alienación del valor en el imaginario del prestigio, la pretensión
unilateral de ser el más grande y no de ser más grande.
Pero García Linera no se percata de esta alienación sino en el momento en que
solo el prestigio justifica la autoridad. No toma en cuenta, entonces, sino el
fetichismo, es decir la tentación del imaginario de sobrevivirse infeudando lo
simbólico. Se ve así obligado a recusar el Estado inca ¡sin medias tintas! La
autoridad se convierte entonces en el poder de dominación que se vuelva contra
la reciprocidad misma y la sojuzga.
160 Desde el inicio, todas las estructuras de reciprocidad fueron exploradas por todas las sociedades
humanas, pero como algunas son incompatibles entre sí, por ejemplo la reciprocidad ternaria
generalizada (mercado) y la reciprocidad centralizada (redistribución), cada sociedad puede elegir
entonces un modelo de organización o de articulación de estructuras de base diferente de las otras. Es
posible, pues, imaginar que los ayllus hayan deseado establecer una reciprocidad de tipo ternario
generalizado (reciprocidad de mercado) entre ellos, pero que otros habrían elegido el sistema de
redistribución que se demostró más poderoso, en cuyo caso la incompatibilidad de ambos sistemas en
un mismo lugar y el mismo momento explicaría la polémica a propósito de la interpretación del
tampu. Como quiera, ese debate tiene el mérito de dejar ver la importancia de la reciprocidad.
“... los ayllus vinculados a otros ayllus a través de los tampus
ciertamente configuran un gran círculo de reciprocidades
reproductivas, pero entre ellas, esto es, entre unidades sociales
productoras”. (Forma valor, pp. 345-346, en nota).
Sostiene que el Estado inca no da a los ayllus nada que ellos no puedan obtener
por su cuenta. Se ve entonces obligado a reconocer que la economía de
reciprocidad es, por lo menos a nivel de los ayllus, productiva de una
abundancia tal, que no habría nada que aumentarle encima!
El Estado inca era sin duda prisionero del imaginario religioso que le imponía
una cosmovisión holista a partir de la cual el más allá se representaba en el fasto
de las ceremonias de culto solar. Y si el Imperio se divide al interior, es
probablemente porque el imaginario se petrifica en el fetichismo. La muerte de
lo simbólico bajo el efecto del fetichismo libera entonces la conciencia objetiva
de las cosas y de sus relaciones naturales, físicas y biológicas. Desde ese punto
de vista, numerosos andinos acogieron a los occidentales como aquellos que
aportaban la ciencia y la técnica.
161Y basta con decapitar el sistema para desorganizar la sociedad, ya que el centro es la única sede de
los valores de la responsabilidad y justicia. Sólo quedan vigentes las relaciones de reciprocidad en
base individual o familiar, sobre las que deben replegarse, para sobre vivir, las comunidades que
perdieron la posibilidad de desarrollarse como un sistema complejo: ahora están dispersas y
mutiladas, constata García Linera, y es por lo que, sin duda, creyó que estaban anclados a su
identidad.
Los amerindios aprovecharon de la colonización para reducir el fetichismo
religioso, y aceptaron, como una liberación, el sobrepasamiento de lo imaginario
por lo simbólico que les dejaba esperar el cristianismo162. Apreciaron el
sobrepasamiento de la conciencia afectiva anclada en el imaginario de tiempo y
lugar mediante la razón, que les dejaba esperar el libre-intercambio. Pero esta
esperanza fue cruelmente decepcionada y no duró: se percataron de que las
relaciones de los hombres entre ellos estaban determinadas en los occidentales
como relaciones de fuerzas. El fetichismo de la relación de fuerza conducía a
desnaturalizar las relaciones humanas al interior del sistema occidental, y los
más explotados se levantaron. El análisis marxista les volvió a infundir
esperanzas y animó la Historia, que luego fue extraviada en la “ideología
marxista”, que se convirtió en el handicap mayor para la liberación de los
pueblos oprimidos.
162 Cf. D. Temple, “El Quid-pro-quo entre los Azteca”, Teoría, tomo III, op. cit.
163 Marx, Œuvres, tome II, Appendice, III. Textes divers, “Réponse à Mikhailovski” (1877), p. 1555.
164 Vera Zassoulitch le había advertido ya en estos términos : «Últimamente escuchamos decir a
menudo que la comuna rural (aquí se trata de la comuna rusa) es una forma arcaica que la historia, el
socialismo científico, en una palabra todo aquello que hay de más indiscutible, condenan a perecer.
Quienes predican eso se dicen tus discípulos por excelencia: marxistas”.
Marx, Œuvres, tome II, Appendice, III. Textes divers, B. “Lettre de Vera Zassoulitch à Marx” (1881),
p. 1556.
C. “Réponse de Marx à Vera Zassoulitch”, (1881), pp. 1557-1558.
pues expresamente restringida a los países de Europa occidental. El
porqué de esta restricción está indicado en el pasaje del cap.
XXXII : « La propiedad privada, fundada en el trabajo personal... será
suplantada por la propiedad privada capitalista, fundada en la explotación
del trabajo del otro, en el asalariado” (Ibid. p. 340).
En ese movimiento occidental, se trata entonces de la transformación
de una forma de propiedad privada en otra forma de propiedad
privada165. En los campesinos rusos, al contrario, se habría
transformado su propiedad común en propiedad privada. El análisis
dado en el capital no ofrece razones ni a favor ni en contra de la
165Según Marx, las comunidades no conocen la propiedad privada sino la propiedad comunal (y que
nosotros llamamos universal). Observa que esta propiedad comunal puede dar lugar a la propiedad
privada por una serie de intermediarios, por ejemplo la propiedad individual consentida por los
señores a sus siervos para su vida doméstica y que describe como una propiedad privada no
capitalista por oposición a la propiedad privada capitalista. Se podría discutir hoy, como otro ejemplo,
la redistribución de tierras en la revolución boliviana de 1952. La interpretación de esas diversas
formas de propiedad necesita cada vez, dice Marx, de un análisis histórico preciso. Para una discusión
de ese tipo a propósito de la propiedad campesina en Bolivia, leer en francés:
1. “Le Droit de la Terre”,
2. “Le Droit foncier chez les Guarani”,
3. “Le Droit foncier chez les Bossale de Haïti”,
4. “Le Droit foncier chez les paysans paraguayens”,
5. “Le Droit foncier chez les Aymara”, sur le site: http://dominique.temple.free.fr
Todas las formas de propiedad, individual, familiar, comunitaria, étnica, etc., puede ser vistas a partir
de dos perspectivas antagonistas: la propiedad universal (o común), si se inscriben en la reciprocidad,
y la propiedad privada que se inscribe en el libre intercambio : en la primera, el trabajo es trabajo por el
otro, en la segunda, el trabajo es para uno mismo que no se involucra en una relación con el otro sino
cuando su propietario se interesa en instrumentalizar al otro para sacar ventaja. Sin embargo, en los
países capitalistas la cuestión de la propiedad se entendió con frecuencia únicamente según su
definición en el sistema capitalista (la propiedad privada) (la propiedad pública es entonces la
propiedad que aún no está privatizada), hasta el punto de que la Enciclopedia Universal en lengua
española le asesta esta definición a la propiedad priva: sinónima de propiedad!!
En un sistema de reciprocidad, es imposible alienar el título de sujeto humano. Esta dignidad es el
resultado de la relación de reciprocidad con los otros. La parte del otro es pues inalienable, y si el
sujeto renuncia a la propiedad que le es impartida, el otro, que es la condición social de ello, no puede
ser desposeído de su contribución a esa atribución. La comunidad preserva esta competencia
defendiendo el estatuto de cada uno en la relación de reciprocidad, que le asegura su derecho de
propiedad. Por el solo hecho de que obedece al principio de reciprocidad, la propiedad es llamada
universal (divina) o común (cuando lo universal está enlazado al horizonte de cada comunidad de
reciprocidad). Pero las estructuras de reciprocidad la redefinen según criterios específicos. Y una
misma cosa puede recibir varios titulos de propiedad. Por ejemplo, en los Andes, la tierra llamada
sayana pertenece a la amilia y, en un ayllu, no es posible alienar la tierra familiar a un extranjero. La
pertenencia del propietario de una sayana a una estructura de reciprocidad comunitaria de tipo ayllu
confiere un derecho de “segunda propiedad” a todos los otros miembros del ayllu. Es entonces
legítimo contestar la dependencia de la propiedad de tal o cual estatus cuando esos estatus imponen a
los otros su imaginario para favorecer lo que se convierte en sus privilegios.
La noche del 4 de agosto de 1789 de la Revolución francesa es el símbolo de la abolición de los
privilegios, que se tradujo por la liberación de la propiedad de toda dependencia de dominación
(teocrática y monárquica), es decir de la dominación ejercida abusivamente por ciertos estatus que
disponían de valores en su nombre propio y, consecuentemente, privatizaban la propiedad en su
dominio de competencia.
vitalidad de la comuna rural, pero el estudio especial que hice de ello,
y para el que busqué los materiales en las fuentes originales, me
convenció de que esta comuna es el punto de apoyo de la regeneración
social en Rusia pero que, a fin de que pueda funcionar como tal,
primero habría que eliminar las influencias deletéreas que la asaltan de
todas partes y luego asegurar las condiciones normales de un
desarrollo espontáneo” (Marx, “Respuesta de Marx a Vera
Zassoulitch”)166.
“Por otra parte, puede decirse que existen formas de sociedad muy
desarrolladas, pero que aún no alcanzaron la madurez histórica en la
que se encuentran las formas más elevadas de la economía, por
ejemplo la cooperación, una división desarrollada del trabajo, etc., sin
que exista ninguna especie de moneda. Por ejemplo el Perú”.
Igualmente, en las comunidades eslavas, el dinero y el intercambio del
que dependen no se manifiestan o lo hacen raramente en el seno de
cada comunidad; no aparecen sino en sus fronteras, en el comercio
con otras comunas. Por otra parte, es erróneo situar el intercambio en
el centro de la comunidad en tanto que elemento constitutivo
original”167.
Es pues a las comunidades que Marx finalmente da la palabra, para que ellas
puedan tomar el ejemplo de su reflexión sobre las sociedades capitalistas, y
ejerzan su crítica sobre las relaciones constitutivas de sus sistemas económicos,
que elaboren las categorías necesarias de análisis de su modo de producción a
fin de que construyan la matriz universal de los valores humanos, lo que hoy es
166 Marx observó que las comunas rusas “si se convirtieron en impotentes, decía, es que fueron
trabadas y mutiladas. Bastaría con suprimir la agresión que las priva de su libertad para que
reconstruyan natural y espontáneamente la sociedad de abundancia y la humanidad de la que son las
matrices primordiales. Denunciaba no solo la agresión capitalista sino toda agresión que les impedía
construir la democráticamente la comunidad universal y les obligaba a replegarse en ellas mismas
para sobrevivir. Ya se oponía al marxismo exhibido por sus contemporáneos, que creían que toda
sociedad debía desarrollarse mediante el mismo proceso de la sociedad occidental.
¿Dio Marx su visión de la « Comunidad Universal » ? :
“En una fase superior de la sociedad comunista, cuando hayan desaparecido la servidumbre y la subordinación
de los individuos a la división del trabajo, la oposición entre el trabajo intelectual y el trabajo corporal, cuando el
trabajo se haya convertido no solo en el modo de vivir, sino incluso en la primera necesidad de la vida, cuando,
con el desarrollo universal de los individuos, las fuerzas productivas se hayan acrecentado, y que todas las
fuentes de la riqueza cooperativa irradiarán con abundancia –solamente entonces se podrá evadir uno del
estrecho horizonte burgués, y la sociedad podrá escribir en sus pabellones: “!A cada uno según sus capacidades, a
cada uno según sus necesidades!”. (Marx, Œuvres, tome I, Critique du Programme de Gotha, p. 1420).
167 Marx, Œuvres, tome I, Introduction générale à la critique de l'économie politique, op. cit., p. 257.
posible gracias a los medios que la ciencia y la técnica ponen a su disposición,
tanto a nivel de la lógica y la teoría como a nivel de la práctica. Y ya nada se
opone a que construyan un mundo mejor.
Así, las comunidades, tienen hoy el medio de construir una sociedad más
humana, cortando el paso la alienación de la sociedad de intercambio, el
capitalismo, siempre y cuando asuman la crítica de su propia alienación.
168 Marx dijo de los “marxistas” franceses de fines de los años 1870 : « Todo lo que sé, es que no soy
marxista »in Lettre d'Engels à C. Schmidt, 5 août 1890.
169 Marx, Œuvres, tome II, Borradores de la Lettre à Véra Zassoulitch, op. cit., p. 1557.
de la reciprocidad que, ella sola, les permite oponer victoriosamente la razón
ética a la razón utilitarista.
Conclusión
El desarrollo del espíritu exige pues una estructura que no existe, además, en la
naturaleza; la reciprocidad antropológica, sede de la conciencia y de la relación
de conciencias entre ellas: el pensamiento.
Todas las sociedades humanas exploran las estructuras sociales que les
permitirán traducir el principio de reciprocidad en la vida cotidiana. Tiene la
sorpresa de descubrir que los valores éticos son diferentes según las estructuras
que son su matriz, mientras que el principio queda innominado, revelación del
ser frente a sí mismo como libertad pura, y consecuentemente creador de sí
mismo como el sentido de cada cosa.
170Se pondrá atención a esta cuestión de vocabulario: Aristóteles llama “economía natural” a la
economía de reciprocidad, ya que ella es “naturalmente” la de la sociedad “humana” y, según él, una
economía de libre-intercambio que llevaría a la economía del provecho es pues una economía contra-
naturaleza. Aristóteles estimaba que el intercambio no es aceptable sino está subordinado a la
reciprocidad. Los precios de las mercancías intercambiadas no están determinados por su relación de
fuerza, no pudiendo las mercancías ser intercambiadas sino al precio fijo del mercado de reciprocidad.
No hay pues economía política que del libre intercambio en Aristóteles, sino solo una economía
política de la reciprocidad.
¿Que puede esperarse hoy del marxismo ? Tenemos necesidad de categorías
marxistas para denunciar el sistema capitalista171. Sin embargo, la confusión
entre la crítica marxista y la ideología marxista priva a las comunidades de la
crítica necesaria para evitarles comprometerse naturalmente en la vía capitalista
172
. Pero es cierto que ya no tenemos que negociar nada con el sistema
capitalista, sólo sustituirlo con otro sistema al que casi todos los hombres ya se
refieren de manera intuitiva. A partir del momento en el que se construye otra
economía fundada sobre otro principio que el del intercambio (la reciprocidad
generalizada), esas categorías son inutilizables. Incluso si es justo respetar el
trabajo de Marx denunciando sus falsificaciones, esas categorías no tienen
objeto en una economía anti-capitalista. El marxismo no desaparece porque sería
incompetente, sino porque el sistema capitalista lo arrastra en su caída. Se asiste
hoy, en efecto, al fin del sistema capitalista. La economía ya se metamorfosea
bajo nuestros ojos: el trabajo produce siempre valor, pero con la salvedad de
que este viene justificado por la inquietud por el otro y que el valor responde a
una definición que respeta su dimensión ética. Lo que esta cada vez más
descalificado en todas partes en el mundo es la privatización de la propiedad y
la acumulación capitalista. Los capitalistas destruyen por cierto, tan rápido
como pueden, las estructuras sociales que responden al principio de
reciprocidad, fisiologizan o materializan hasta el símbolo, aunque se priven
naturalmente de todo acceso al símbolico y sustituyen a la imaginación creadora
técnicas ciegas y relaciones de fuerzas brutas que conducen la humanidad a la
implosión173.
171 La actual crisis del sistema capitalista no fue interpretada exitosamente sino por los investigadores
que tenían un conocimiento profundo del tomo III del Capital de Marx, que anticipaba la evolución del
sistema capitalista y anunciaba la contradicción entre el valor ficticio creado por el préstamo el valor
de mercado creado por la producción.
172 El antimarxismo forma parte del primer analfabetismo denunciado por Simon Yampara. Cf. Simón
Yampara y Dominique Temple Matrices de Civilización, sobre la teoría económica de los pueblos andinos,
La Paz, Bolivia, 2008.
173 La implosión quiere decir un suicidio colectivo. La corrupción mundializada y el terrorismo ciego
174 El repliegue en los imaginarios antiguos testimonia del segundo analfabetismo denunciado por
Simón Yampara: el analfabetismo en los propios textos fundadores. El acceso a lo simbólico está desde
ahora inundado por el fetichismo, hasta que éste es promovido como la expresión más auténtica del
pensamiento de los pueblos originarios por la interpretación delirante de los occidentales (el fetichismo
al cuadrado) (Entonces dicen que los Inuit adoraban a oso, los Cheyene a la serpiente emplumada, los
Aymara a la tierra, los Inca al sol, los Guaraní al tigre, los Shuar a la mandioca y la anaconda). Para
unificar esas reificaciones, los eunucos de lo simbólico inventan nuevos referentes físicos: la armonía,
el equilibrio cósmico, etc., que permiten dar una realidad universal a su nuevo ídolo monoteísta: la
madre tierra. Indígenas aculturados que encuentran en esas ideologías ecológicas occidentales reflejos
fragmentados de sus tradiciones místicas se hacen a veces los defensores de ellas. La conjunción de
estos dos analfabetismos (la falsa interpretación del marxismo y el fetichismo de las tradiciones) es
una tenaza que despedaza la filosofía indígena..
175 La “violencia de lo simbólico” testimonia del poder del imperativo categórico o del mandamiento
divino. La creación está entonces “reservada”, como lo dice el mito bíblico; el árbol de la vida es
rehusado al hombre por el Dios, hasta la muerte de ese Dios cuando el hombre (el Hijo del Hombre en
la tradición bíblica) adquiere el poder de crear el valor divino (de parir a Dios!). Desde entonces, el
valor ético ya no se impone con todo su poder: es incluso hijo de la vulnerabilidad del ser humano, ya
que su nacimiento y su génesis exigen la relativización hasta su aniquilación de todo poder de
dominación.
La “violencia simbólica” es otro concepto desarrollado por Pierre Bourdieu como la expresión de una
violencia establecida por relaciones de fuerza y que abusivamente se pretende justificada por una
moral subjetiva.
***
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