Klimovsky Gregorio Hidalgo Cecilia - La Inexplicable Sociedad Edit

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Gregorio Klimovsky

Cecilia Hidalgo

La inexplicable
sociedad
Cuestiones de epistemología
de las ciencias sociales

Ilustraciones de Sergio Ke rn

editora
1.;' e d ic ión : m a r zo d e 1998
2 .“ e d ic ión : m a y o d e 1998
3.a e d ic ión : ju lio d e 2001
1.a r e im p r e s ión : m a y o d e 2012

Foto de tapa: Super Stock

La r e pr oducción total o parcial de este libro - en forma textual o modificada, por fotocopiado,
me dios infor máticos o cualquie r pr oce dimie nto- sin el pe r mis o pre vio por escrito de la editorial,
viola de r echos rese rvados, es ile gal y cons tituye delito.

© A- Z editora S.A.
Klimovsky, Gregorio
Paraguay 2351 (C1121ABK) La inexplicable sociedad : cuestiones de
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina epistemología de las ciencias sociales / Gregorio
Teléfono: (011) 4961- 4036 y lineas rotativas Klimovsky y Cecilia Hidalgo. - 1a ed. 1a reimp. -
Buenos Aires : AZ, 2012.
Fax: (011) 4961- 0089 210 p. ; 24x18 cm. - (La ciencia y la gente)
Correo electrónico: [email protected]
ISBN 978-950-534-495-6
www.az.c om.a r 1. Sociología. 2. Epistemología. I. Hidalgo,
Cecilia. II. Título.
Libro de edición argentina CDD 121
Hecho el depósito de la ley 11.723
De rechos reservados
Fecha de catalogación: 25/04/2012
/
Indice general

Agrade cimie ntos y de dicatoria, 11

Prefacio, 13

1. LA EPIST EMOLOGÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES


Conocimiento y epistemología - 15
Los contextos de descubrimiento, justificación y aplicación, 17
l a epistemología de las ciencias sociales, 20
El enfoque naturalista, 20
El enfoque interpretativo, 21
la escuela critica, 23
¿Son incompatible s estos enfoques?, 24

2. LA EXPLICACIÓN CIENT ÍFICA (I)


E l modelo nomológico deductivo - 27
El problema de ía explicación científica, 27
El modelo nomológico deductivo, 29
Requisitos que debe satisfacer el modelo nomológico deductivo, 36
Tres submode los del modelo nomológico deductivo, 39
La explicación hipotético deductiva, 39
La explicación potencial, 41
La explicación causal, 43
El principio de simetría entre explicación y predicción, 47

3. LA EXPLICACIÓN CIENT ÍFICA (ID


Otros modelos de explicación: estadística, parcial, conceptual y genética - 51
El mode lo estadístico de explicación, 51
La explicación estadística en las ciencias sociales, 55
La explicación parcial, 59
La explicación conceptual, 64
La explicación genética, 69

4. IA EXPLICACIÓN CIENT ÍFICA (III)


Explicaciones teleológicas y funcionales, por comprensión y Por significación -
Causalistas y comprensivistas, 75
Explicaciones teleológicas por propósitos e intenciones, 77
Explicaciones teleológicas por funciones y metas, 80
El funcionalismo, 84
Reconstrucciones causalistas e intuiciones, 90
Explicaciones por comprensión y por significación, 94
] A INEXPLICABLE SOCIEDAD

5. EL MÉT ODO HIPOT ÉT ICO DEDUCT IVO EN CIENCIAS SOCIALES


El método hipotético, deductivo, 101
Niveles de afirmaciones de las teorías científicas, 105
El método hipotético deductivo en las ciencias sociales, 115

6. LOS T ÉRMINOS T EÓRICOS (I)


Empirismo radical y operacionalistno ■121
T érminos empíricos y términos teóricos, 121
El constructivismo o e mpiris mo radical, 127
El operacionalismo, 129
Dos versiones del operacionalismo, 135
Operacionalismo y estructuralismo, 143

7. LOS T ÉRMINOS T EÓRICOS (II)


Instrum entalism o y realism o 149
El instrume ntalismo, 149
El realismo, 151
Realismo e instrumentalismo: el punto de vista de Nagel, 156
T érminos teóricos, s ignificación y definición, 159

8. PROBLEMAS MET ODOLÓGICOS DE LAS CIENCIAS SOCIALES (I)


Experimentación, relativismo cultural, transculturación y perturbaciones - 165
¿Un único método científico?, 165
La experimentación en ciencias sociales, 166
Los métodos de Mili, 169
La relatividad cultural y el condicionamie nto histórico de los fenómenos sociales, 173
El problema de la significación de los objetos sociales, 182
Cuando el público toma conocimiento de las hipótesis científicas, 185
La incidencia del observador sobre lo que está investigando, 190

9. EL REDUCCIONISMO
El problema del reduccionismo, 193
Reduccionis mo ontológico, 197
Reduccionis mo semántico, 198
Reduccionis mo metodológico, 200
Reduccionis mo a la Nagel, 201
El caso del marxismo, 204
Holis mo e individualismo metodológico, 207

10. PROBLEMAS MET ODOLÓGICOS DE U S CIENCIAS SOCIALES (II)


Subjetividad, valores, ideología - 209
La subjetividad de los fenómenos sociales, 209
Los valores como obstáculo en ciencias sociales, 216
El discurso no valorativo versus el discurso valorativo, 224
Las tesis de la teoría de la ideología y de la sociología de l conocimiento, 227
11. IA MEDICIÓN EN LAS CIENCIAS SOCIALES
Matemática y ciencias sociales, 237
la formación de conceptos cualitativos y la construcción de taxonomías. 243
Los conceptos comparativos, 249
Los conceptos cuantitativos, 252

12. HIST ORICISMO, INGENIERÍA SOCIAL Y UT OPISMO


Popper y las ciencias sociales, 259
Leyes sociales e hisloricismo, 261
Inge nie ría social y utopismo, 267

Biblio gr afía, 271

Ind ic e te mátic o y de autor e s , 275

Ot r os títulos de e s ta Se rie , 283


Agradecimientos y dedicatoria

En lo pe rs onal, deseo agrade ce r muy e s pe cialme nte a Ce cilia Hidalgo


quien, entre otras cosas, contribuyó al milagro de trans formar una exposi­
ción oral en un trabajo escrito, que s ome timos lue go a una dis cus ión pala­
bra por palabra a través de un diálogo prolongado.
Y, finalme nte , mi gratitud a mi esposa Tatiaria y a mi hijo Sergio Leonar­
do, quiene s tanto me han e s timulado para que lleve a cabo mis propós itos
profesionales.

Gre gorio Klimovs ky

Si el Profes or Klimovs ky me agradece a mí, qué pue do de cir yo de lo


que s ignifica, para quien ha sido un dis cípulo de s lumbrado por el conoci­
mie nto inagotable de su maestro, el compartir la autoría de un libro que re­
pres enta tan bie n el trabajo conjunto que de s arrollamos de s de hace ya tan­
tos años.
Quiero de dicarle este libro a mi padre, Enr ique Hidalgo, que con su ex­
traordinaria inte lige ncia y amor ha sido s iempre guía de mis elecciones in­
telectuales, y a la me moria de mi madre , Lilia Pelayo, a quie n le de bo todo
lo me jor que soy. Me nción aparte mere ce n mi esposo, Os car Novak, com­
pañe ro excepcional, y mi hija, Analía Novak, porque comparte n a diario las
ale grías y avatares de esta nue s tra vida académica, y para quiene s cualquier
agrade cimiento, por grande que fuera, re sultaría pe que ño.

Cecilia Hidalgo

11
Prefacio

l presente volume n desarrolla parcialme nte te mas expuestos en el cur­


E so de “Epis te mología de las ciencias sociales” que he mos dictado en la
carrera de Sociología de la Facultad de Cie ncias Sociales de la Unive rs idad
de Bue nos Aires. De s e amos agradece r en pr ime r lugar a todos los que han
colabor ado de s de 1987 en las actividade s de esa cáte dra: Carlos Albe rto
Gonzále z, Gracie la Barmack, María Martini, Ana Mar ía Cravino, Juan Carlos
Gavarotto y Ricardo Borello. Que r e mos también re cordar a Marta Brarda
que nos acompañó durante los prime ros años y a quie n tanto extrañamos
desde su te mprana muerte.
Una vez más , te s timoniamos nue s tra gratitud a Guille rmo Boido por sus
obs ervaciones y consejos, tanto en el campo de la lingüís tica como en el de
la his toria de la ciencia y la epis te mología.
El le ctor notará que algunos de los te mas que se analizan en este volu­
me n han sido aludidos ya en un libro ante rior de Gre gorio Klimovsky, Las
desventuras del conocimiento científico. Pero aquí se los cons ide ra des de otra
óptica: la de las proble máticas relaciones del conocimie nto social con las es­
trategias de los métodos científicos tradicionales; ade más , los e je mplos son
diferentes, tomados por lo ge ne ral de las ciencias sociales.
De s e amos as imis mo agradece r a A*Z editora la amabilidad que ha pues ­
to en evide ncia al editar tanto el texto anterior como el presente. En espe­
cial, que re mos expresar nues tro re conocimie nto a todo el e quipo de la edi­
torial que trabajó para que este libro llegara a su lector.
En esta exposición he mos que r ido rescatar el tono coloquial de nuestras
confere ncias y cursos, a fin de re producir en alguna me dida la informalidad
del diálogo y la crítica que s os te ne mos habitualme nte con nues tros colegas,
alumnos y público interes ado en general. Podrán reconocerse entre líneas
las pre guntas y objeciones de nue s tros interlocutores . Quie ne s he mos goza­
do del privilegio de dis cutir con otros los te mas que se abordan en este li­
bro, s abe mos que el e ncue ntro cara a cara y la trans mis ión pe rsonal (y has ­
ta “arte s anal”) de las ideas ante pe que ños grupos en los que se alie nta el
debate pe rmite una captación difícilme nte re producible en la soledad de la
inve s tigación y el estudio. Tal clima de convers ación y debate prete nde mos
recrear en las páginas que s iguen.

G. K. y C. H.

13
La epistemología
de las ciencias sociales

Conocimie nto y e pis te mología


anto los filósofos como los científicos se han pre ocupado por co­
T noce r ía e s tructura del conocimie nto producido y por apreciar su
alcance. Es así como ha s urgido una dis ciplina de nominada epistemo­
logía, cuyo fin consiste en caracterizar la actividad científica y esta­
ble ce r cómo se la des arrolla correctamente. La e pis te mología en tan­
to dis ciplina s istemática se inte gró al campo de la cultura hace apro­
ximadame nte unos cincue nta años, aun cuando filósofos como Aris tó­
teles, en el siglo IV a.C., o como Kant, en el siglo XVIII de nuestra
era, se ocuparon de la producción científica como modo especial de
conocimie nto y reflexionaron sobre ella desde el punto de vista lógi­
co, filosófico y social. Hoy, “e pis te mología” es un nombr e técnico que
se e mple a de mane ras diversas en diferentes ámbitos .
De acue rdo con un pr ime r s e ntido, que no de s arrollar e mos en
profundidad, “e pis te mología” re mite a lo que en filosofía se de nomi­
na “teoría del conocimie nto”, es decir, a una dis ciplina que se ocupa
de aclarar qué es y cómo pode mos fundame ntar lo que llamamos co-

15
I A INEXPLICABLE SOCIEDAD

nocimiento, ya sea científico u ordinario. En la vida cotidiana cree­


mos gran cantidad de cosas y nos parecen obvios muchos he chos , a
pesar de lo difícil que sería probar por qué lo hacemos . Pero para
los filósofos, jus tificar algo tan sencillo como por qué en un mome n­
to dado alguie n cree estar delante de una me s a implica ya una serie
de complicacione s que nos obligarían, por ejemplo, a indicar cómo a
partir de los datos sensoriales pue de asegurarse la existencia de un
de te rminado objeto pe rte ne cie nte al mundo físico. Entre los autores
anglos ajones es cos tumbre de nominar “e pis te mología” a la teoría del
conocimie nto en general, criterio que no adoptare mos aquí: no abor­
dare mos en este texto el proble ma de la fundame ntación de todo el
conocimie nto humano, sin excepción, y en cambio us are mos la pala­
bra “e pis te mología” en un s entido más me todológico.
De acue rdo con este s e gundo sentido, en la actualidad se piens a
a la e pis te mología como el es tudio de las condicione s de producción
y de validación del conocimie nto científico y, en especial, de las teo­
rías cie ntíficas . Sin e mbar go, de be mos dis tinguir clar ame nte a la
e pis te mología de la me todología de la inve s tigación científica, disci­
plina en la que se inte ntan de s arrollar estrategias y tácticas para ha ­
cer progre s ar la producción de conocimie nto científico, pe ro sin plan­
tear de mane ra esencial la cue s tión de su le gitimidad.
Pode mos afirmar, de acuerdo con una famos a caracterización del
e pis te mólogo e s tadounide ns e Ernes t Nagel, que la ciencia es conoci­
miento sistemático y controlado. Aun reconociendo que no toda inves­
tigación o actividad científica desemboca en la producción de teorías,
circuns cribire mos nue s tra e xpos ición al e xame n de las particularida­
des de tal pr oducción de teorías científicas, pue s ello bas tará para
captar el s entido de las controversias más características de la epis­
te mología conte mporáne a. La e s tructura de las teorías, que es de ca­
rácter lógico y lingüís tico, no sie mpre refleja los procesos y conflic­
tos inhe re nte s a la actividad científica. Mas , si las acciones de s arro­
lladas por los científicos conduce n a res ultados de importancia, la ne­
ces idad de comunicarlos a la comunidad científica y a la humanidad
toda lleva a “cristalizarlos” en textos, me morias e informe s . La pos i­
bilidad de des arrollar una labor crítica unida a tal neces idad de di­
fundir y comunicar los conocimie ntos hace indis pe ns able que las re­
gularidade s que de s cubre n los hombre s de ciencia se conde ns e n en
afirmacione s , e nunciados e hipóte s is , todos los cuale s cons tituye n
sistemas y teorías.
La e p i s t e m o l o g í a d e ¡ a s c i e n c i a s s o c i a l e s

Los contextos de de s cubrimie nto,


jus tificación y aplicación
Las cues tiones relativas a la producción, la validación y la utiliza­
ción del conocimie nto científico pres entan aspectos diferenciados, si­
tuación que ha llevado a muchos pens adores a trazar una distinción
entre los llamados contextos de de s cubrimie nto, jus tificación y aplica­
ción de las teorías.
En el contexto de descubrimiento se dis cute lo que concie rne al
carácte r his tórico, práctico o ps icos ociológico de la pr oducción de
conocimie nto. Abarca, por lo tanto, todo lo atinente a la mane ra en
que los científicos arriban a sus conjeturas. Se de bate n temas tales
como en qué mome nto se hizo un de s cubrimie nto, cómo era la so­
ciedad en que s urgió, quién tuvo la prioridad de las ideas, por qué y
de qué modo se concibie ron esas ideas y no otras. Todas estas cues­
tione s s on muy inte re s ante s y, en gr an me dida, for man parte del
conte nido de dis ciplinas como la s ociología del conocimie nto o la his ­
toria de la ciencia. En particular, se analizan las condicione s sociales
en que tie nde a s urgir cierto tipo de conocimie nto. Por ejemplo, has ­
ta que la sociedad europea no come nzó a indus trializars e, a fines del
siglo XVIII, no se plante aron s iquiera algunos proble mas centrales de
inge nie ría y, por ende, a nadie se le hubie ra ocurrido tratar de resol­
verlos. Se compre nde que tienen que darse ciertas condicione s his ­
tóricas, culturales y sociales para que a los científicos se les presen­
ten cie rtos proble mas e inte nte n s olucionarlos. De l mis mo modo, los
aspectos ps icológicos que atañe n a la imaginación, creación e inven­
ción en ciencia me re ce n ser e s tudiados sis te máticame nte .
El contexto de justificación compre nde todas las cuestiones relati­
vas a la validación del conocimie nto que se ha producido. En este
caso, lo que re alme nte pre ocupa, y aun angus tia, es dis tinguir el
bue n conocimie nto del que no lo e s ,.dir imir cuándo una creencia es
correcta o incorre cta y evaluar qué criterios pue de n admitirs e para
ele gir racionalme nte entre teorías alternativas. Estos proble mas son
de tal re le vancia que no se nos pe r mitir á apelar, para jus tificar la
aceptación de teorías científicas, ni a la autoridad de nue s tros maes ­
tros, ni a la utilidad práctica, ni a la intuición ni a las convenciones.
Finalme nte , el contexto de aplicación (o te cnológico) está integra­
do por lo que concie rne a las aplicaciones de la ciencia. T oda acción
racional pr e s upone conocimie ntos , y és tos no pue de n re lacionars e

— 17
La in e x p l i c a b l e s o c ie d a d

tan sólo con he chos s ingulare s o aislados, sino que de be n incluir co­
rrelaciones , ligaduras , pautas generales que gobie rnan la e s tructura
de lo real. Inte ntar modificar las cosas actuando de mane ra azarosa
pos ible me nte acarre ará res ultados catastróficos. Por ello, la actividad
clínica de s arrollada por ps icólogos y ps iquiatras, la inte rve nción so­
cial, habitual entre los especialistas en trabajo social, y, en general,
todas las ve rtie nte s de aplicación de las dis tintas ciencias sociales,
re quie re n teorías científicas como arma indis pe ns able para fundar su
acción práctica y des arrollar técnicas exitosas. Los proble mas espe­
ciales que s urge n en tales s ituaciones pragmáticas de utilización del
conocimie nto ya producido y validado, son enfocados en el contexto
de aplicación.
Muc hos filósofos no es tán totalme nte convencidos de la le gitimi­
dad de la dis tinción entre los tres contextos, y, sobre todo, de s con­
fían en el caso de los dos primeros . Piens an que el proceso de des­
cubrimie nto conlleva la jus tificación del conocimie nto científico. La­
me ntable me nte esto no es así, y la his toria de la ciencia mue s tra una
gigante s ca cole cción de “de s cubr imie ntos ” invalidados a posteriori
por un ade cuado control bas ado en experiencias. El cúmulo de facto­
res sociales, políticos, psicológicos y culturales que pue de n inducir a
un científico a privilegiar cierto modo de conceptuar, o a s e guir pre­
fe re nte me nte de te rminados caminos teóricos, es muy diferente de la
verificación o del s ustento lógico o e mpírico que pue dan te ne r sus
afirmaciones . La dis tinción es importante , y vale la pe na hace rla aun
en el caso improbable de que de te rminadas mane ras de obte ne r co­
nocimie nto s ie mpre produzcan verdades.
Aunque nos ocupare mos en cierto modo de todos los contextos,
nos conce ntrare mos en el de jus tificación. Dis cutire mos proble mas ta­
les como la pos ibilidad de fundame ntar el conocimie nto de lo social
frente a la idea de que nos move mos en un terreno de me ra opinión,
o la existencia o no de un método en ciencias sociales que conduzca
a conocimie ntos verdaderos o al me nos aceptables. Si ante estos pro­
ble mas nues tras conclus ione s fueran pesimistas, las ciencias sociales
podrían estar en una pos ición s emejante a la de muchas otras activi­
dades intelectuales muy importante s , como el arte, donde el método
de conocimie nto no es lo fundame ntal. ¿Acaso producir ciencia social
se asemeja más a realizar una actividad creativa, e mocional del tipo
que se practica en el arte o, por el contrario, presenta más analogías
con las de más ciencias naturales (física, química, biología)? Y si se

18
La e p i s t e m o l o g í a d e l a s c i e n c i a s s o c i a l e s

asemeja a éstas, ¿cuáles son sus características en tanto ciencias? ¿Es


posible hallar aspectos me todológicos comune s a toda ciencia?
Evide nte me nte , una respuesta negativa a esta última pre gunta im­
plicaría que la e pis temología de las ciencias sociales no tiene por qué
presentar paralelis mos con lo que actualme nte se discute, por ejem­
plo, en la e pis te mología de la física o de la biología, campos en los
que, e ntre paréntes is , tampoco hallare mos ace ptación unánime con
respecto a un método único. De cualquie r mane ra, las ciencias natu­
rales reconocen que cosas tales como el método estadístico, el méto­
do de c ontr a s ta c ión de te o r ías , los mé to do s de m e d ic ión y los
métodos mode lís ticos pue de n admitirs e como fuentes de ge ne ración
y jus tificación de conocimie ntos . La pre gunta relevante a nues tros fi­
nes es entonces la siguiente: quie ne s se de dican a las ciencias huma­
nas y sociales, ¿tienen que apre nde r esto también o poseen su propia
me todología? ¿No s erá valioso para los científicos sociales lograr una
combinación de ambas cosas, es decir, un método científico en el
sentido ortodoxo combinado con los métodos propios s urgidos en el
seno de las humanidade s ?
Nos e nfre ntamos con temas interes antís imos , sobre todo dada la
he roica tarea de vivir en un país tan complicado como la Arge ntina,
donde el conocimie nto s ociológico, e conómico, político o antropológi­
co pue de contribuir a compre nde r y explicar lo que ocurre y a opti­
mizar los recursos sociales, todo lo cual nos pe rmitiría cons truir una
sociedad más equitativa y eficaz. Por eso es tan importante pre gun­
tarse si re alme nte contamos o no, en tales ámbitos , con un método
que conduzca a conclus ione s válidas. El interés práctico y el político
coincide n en este punto con el inte rés me todológico, y ello es de
gr an valor para muchos de los cultores de las cie ncias humanas o
sociales, en quie ne s no pr ima la curios idad filos ófica acerca de su
disciplina sino la voluntad de des arrollar con solvencia una tarea pro­
fesional al servicio de las ins tituciones , del Es tado o de los partidos
políticos . Es crucial, en esta s ituación, contar con cie rto gr ado de
confiabilidad en lo que hace mos o en lo que otros propone n como al­
te rnativa a nue s tra acción. As imis mo es impor tante cons ide rar que el
conocimie nto logrado no de be tan s ólo r e producir el conocimie nto
del s entido común. Pero, ¿hay algo en las ciencias humanas y socia­
les que pe rmita alcanzar el conocimie nto legal y s istemático al que
han lle gado otras disciplinas?

19
La in e x p l ic a b l e s o c ie d a d

La e pis te mología
de las cie ncias sociales
Tanto entre los que se de dican al estudio de lo humano y de lo
social - a quie ne s de ahora en más llamare mos “científicos sociales”- ,
como entre los e pis te mólogos que se ocupan del conocimie nto pro­
ducido por aquéllos , pue de n reconocerse tres enfoques totalme nte di­
ferentes. Cada uno s upone creencias contrapuestas acerca de la na­
turaleza de las ciencias sociales y de su método.

E l enfoque naturalista

En prime r tér mino me ncionare mos el enfoque naturalista, domi­


nante en la actualidad, especialmente en el mundo anglos ajón, si bien
pue de considerarse he re de ro de la tradición social francesa expresa­
da por pensadores como Augus to Comte (1798- 1857) y Emile Durk-
he im (1858- 1917). Lo que caracteriza a esta corriente es la admiración
ante los avances producidos en el seno de las ciencias naturales y for­
males, y la creencia concomitante sobre el valor e importancia que la
e mulación de tales logros podría conllevar para las ciencias humanas
y sociales. Adhie re n a esta corriente los s ociólogos conductistas, los
estadígrafos y todos aquellos para quie ne s los métodos lógicos y los
mode los cibernéticos , numéricos y mate máticos cons tituyen una meta
ansiada, que se asocia a una madure z de las dis ciplinas sociales y a
un acercamiento a es tándares propiamente científicos.
Son muchos los textos referidos al método de las ciencias sociales
en los cuales se encuentran trabajos sobre estadística, modelos mate­
máticos, análisis de la conducta huma na en tér minos de e s tímulo y
respuesta, definiciones operacionales de conceptos y modos comple ­
jos de proce s amie nto de los datos referidos a comunidade s y al hom­
bre en sociedad. T odos ellos se vinculan con el enfoque naturalista.
El interés que manifie s tan los naturalistas en la bús que da de re­
gularidade s , de patrone s subyacentes, de conexiones causales en la
ocurre ncia de los he chos sociales, conduce inde fe ctible me nte a desa­
rrollar estrategias de inve s tigación que pas an por alto las particulari­
dades culturales y motivacionales - de gran variabilidad- para e ncon­
trar en las dime ns ione s biológicas , e cológicas y e conómicas , e ntre
otras, una base pos ible de ge ne ralización y comparación transcultu-
ral, es decir, atinente a diversas culturas.

20 —
La e p is t e m o lo g ía d e ia s c ie n c ia s s o c ia le s

E l enfoque interpretativo

El s e gundo e nfoque es el que suele llamars e interpretativo. En


re alidad aquí nos e ncontramos con un conglome rado de posiciones y
autores: los que se autode nominan “compre ns ivis tas ”, como el filóso­
fo ale mán Wilhe lm Dilthe y (1833- 1911); aquéllos que propone n una
compre ns ión de la acción huma na a través de un anális is de motiva­
ciones; y, finalme nte , quie ne s atie nde n a lo que en la filosofía britá­
nica del lenguaje ordinario se de nomina “razone s ”, en opos ición a la
bús que da de causas de los naturalistas. Cuando los interpretativistas
hablan de “razones" lo que quie re n destacar son aque llas cons ide ra­
cione s de pe ns amie nto, e mocionale s o lógicas, que pue de n llevar a
una pe rs ona a que re r hacer algo. De este modo, puede s uceder que
la acción de un hombre te ndie nte a cons e guir comida de cie rto tipo
e ncue ntre una explicación caus al en su me tabolis mo. En su obra Va­
cas, cerdos, guerras y brujas (1974), el antropólogo e s tadounide ns e
Mar vin Harris ofrece una argume ntación naturalis ta semejante, cuan­
do explica casos de antropofagia ritual con referencia a dietas bajas
en proteínas. Contrariame nte , aludir - por ejemplo- a la ambición que
mue ve a alguie n a actuar de cierto modo, apunta más bie n a proveer
lo que se llama una e xplicación por razones o motivaciones, y con­
cie rne a re gulacione s sociales convencionales unidas a estados psico­
lógicos peculiares.
Para el interpretativis mo, captar la motivación es e nte nde r por qué
los agentes actúan como lo hace n (sea por temor, ambición o s impa­
tía) y, en este sentido, las analogías con la física o la biología son di­
fíciles, pue s no se pue de decir que alguie n actuó “a caus a” de la am­
bición. Aunque la motivación y las razones inte rviene n aquí esencial­
mente, quizá lo más importante y característico de esta pos ición es
un te ma que aparecerá en forma reiterada en nues tros anális is pos­
teriores: la significación.
Por ahora no nos e xte nde re mos más acerca de este punto. La
ide a principal es que la conducta humana tiene carácter de signo, y,
por tanto, no es s imple me nte un fe nóme no biológico. El hombre ac­
túa y se comporta de una cie rta mane ra porque ha incorporado un
código - el código de las re lacione s sociales- que e s table ce je r ar­
quías , dependencias , vínculos , todo un concepto que excede el ámbi­
to de lo biológico, y se aproxima, más bien, al de la lingüís tica. Así
como las palabras tienen s ignificado porque hay reglas gramaticales,

21
1.a in e x p l ic a b l e s o c ie d a d

los roles sociales lo tienen porque hay una gramática social que de­
pe nde de un,g r upo humano de te rminado.
Más adelante ve re mos que los e studios trans culturales alentados
por la inve s tigación naturalis ta se e nfre ntan con el proble ma de la
identidad parcial, o al me nos la semejanza, que debe reconocerse a
fe nóme nos diversos para pode r categorizarlos del mis mo modo. Tal
ide ntidad parcial o tal s e me janza es lo que pe rmitir á cons ide rarlos
mie mbros de clases abarcativas que figurarán ulte riorme nte en e nun­
ciados generales.
Un naturalis ta que e s tudiara las re lacione s e ntre padre s e hijos
sin captar las dis tintas s ignificaciones que los términos “padr e ” e “hi­
jo ” adquie re n en dis tintas sociedades y mome ntos históricos, se ha­
ría blanco fácil de la acus ación interpretativista de incur rir en s impli­
ficaciones que lo conducirán a e rrores y distorsiones. En efecto, la
re lación entre padre s e hijos en la sociedad romana antigua no guar­
da ninguna s emejanza con la actual, en la que “padre ” e “hijo” tienen
otro significado. Ade más , en este caso, el vínculo biológico pue de re­
sultar irrelevante. Un padre, en la Antigua Roma, era un hombr e al
que la s ociedad atribuía una pe culiar re s pons abilidad social, un tipo
de a u t o r id a d d e s p ót ic a , una s e r ie de o b lig a c io ne s y de r e c h o s
cohe re nte s con un s is te ma de valore s y je r ar quías hoy pe r imido.
Pue de afirmars e que la s ociedad conte mporáne a - inclus o la propia
s ociedad romana antes de la Se gunda Gue r ra Mundial- ofrecería co­
mo objeto social, por su s ignificado, una idea muy dis tinta de lo que
es un padre para el código social vigente. Si inte ntamos compre nde r
las relaciones entre padres e hijos, es fundame ntal que nos atenga­
mos al s ignificado que impone el código, y ello implica un planteo y
un dis e ño totalme nte distintos de inve s tigación social.
Los interpretativistas aduce n - y volveremos nue vame nte sobre es­
ta cues tión- que el científico social debe tener, frente a la sociedad,
una actitud pare cida a la que el lingüis ta tiene frente a los le nguaje s
o el s e miótico ante los s ignos y sus propiedades: una actitud relativa
a la captación de l significado de la acción. Eje mplos muy interes an­
tes mue s tran que si tal captación no se cons igue, en realidad no se
compr e nde lo que ocur r e . As í, pue s , la pos ic ión inte r pr e tati vis ta
apunta a captar y e xplicitar las motivaciones y razones que es tán pre ­
sentes de trás de la acción huma na en dis tintas sociedades y mome n­
tos his tóricos , ade más de las significaciones peculiares que revelan
tales acciones.

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La e p is t e m o l o g ía d e i .a s c ie n c ia s s o c i a i .e s

Tanto el llamado “funcionalis mo” como el llamado “estructural- fun­


cionalis mo”, en cierto sentido asociados a la es cuela naturalista, en­
tie nde n que la función que cumple un actor social en una sociedad
es una cue s tión de códigos de s ignificación. Sin e mbargo, lo impor­
tante en este caso es la re d de relaciones sociales en la que se in­
s e rtan las acciones o la pre s e ncia del actor. Como adve rtimos , ser
interpretativis ta es muy dis tinto a ser naturalista, porque al prime ro
no le interes a la bús que da de causas ni de relaciones funcionale s si­
no practicar algo más bien parecido al método de la lingüís tica, ten­
die nte a captar un código, a formular lo que me tafóricame nte se ase­
me ja a una gramática: la gramática de las relaciones sociales. Si los
interpretativis tas tuviesen razón, e vide nte me nte los métodos de las
ciencias sociales diferirían de los de las ciencias naturales ordinarias.

La escuela crítica

He mos dicho que e xis te n tres pos icione s me todológicas en las


que se ubican los científicos sociales, y, en cons ecuencia, los episte-
mólogos de dicados a las ciencias sociales. De be mos cons ide rar aho­
ra la tercera, que suele de nominars e escuela crítica. No de be confun­
dírsela con el “criticis mo” o escuela crítica de Karl Popper, que en la
e pis te mología de las ciencias naturales tradicionale s se relaciona con
los us os de l método hipotético deductivo, te ma al que de dicare mos
secciones especíales de esta obra.
La escuela crítica está vinculada, ante todo, a una serie de traba­
jos de la escuela marxis ta francesa - nos referimos e s pecialmente a la
de Louis Althus s e r- y a la llamada “escuela de Fr ankfur t”. Los nom­
bre s más promine nte s as ociados a esta última s on los de He rbe rt
Marcus e y Jür ge n Habe rmas . Quizá la forma más arque típica de ex­
pone r el método crítico se halla en el libro Conocimiento e interés, de
Habe rmas . Aunque en esta obra el autor hace también un uso entu­
siasta de métodos interpretativos, no cabe duda de que su pos ición
se pres enta como alternativa al naturalis mo.
En la es cuela crítica, las características dis tintivas concie rne n al
e nte ndimie nto de por qué el científico produce de te r minada clase de
ciencia y por qué, a su vez, el e pis te mólogo propone anális is de cier­
to tipo. Los factores que aquí interes an son la ideología, las fuerzas
sociales, las pres iones comunitarias o políticas, ade más de las moti­
vaciones, aunque no en un s entido psicológico sino ide ológico, en co­

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L a in k x p i.ic a b le s o c ie d a d

ne xión con la defens a de intereses sociales y pos iciones políticas par­


ticulares. En este caso, la pre ocupación fundame ntal es e nte nde r có­
mo se relaciona la inve s tigación que se está llevando a cabo con el
estado político de la sociedad en ese mome nto y con la e s tructura
social dominante .

¿Son incompatible s estos enfoques ?


Ens aye mos ahora una ilus tración s ucinta de las dife re ncias que
conlleva plantear una inve s tigación social desde la óptica de los tres
e nfoques que acabamos de caracterizar. T ome mos como ejemplo el
caso de la Re volución Francesa. Nue s tro naturalis ta, inte re s ado en
cue s tione s s us ce ptible s de figurar en ge ne ralizacione s acerca de lo
social, podría enfocar quizá el te ma del comportamie nto humano an­
te las hambr unas , que así cate gorizado de nota una s ituación re cu­
r r e nte y tr ans cultur al. Nue s tr o inte r pr e tativis ta, por el contr ario,
apuntará a s e ñalar acciones y creencias específicas vinculadas con la
Re volución France s a e inte ntará compre nde rlas en el marco de los
deseos, razone s y me tas de los agentes . En el e s tudio apare ce rán
motivacione s y s ignificacione s par tic ula r e s de actos; se dirá, por
ejemplo, que el comportamie nto dis oluto y corrupto de la aristocra­
cia francesa previo al epis odio de s pe rtó en la población s e ntimie ntos
de de s pre cio, de injus ticia y de indig na c ión. Es tas apre ciacione s ,
puestas en conjunción con las reglas sociales y de significado vige n­
tes en ese precis o mome nto his tórico, pe rmitirían compr e nde r la ac­
ción de los protagonis tas de la revolución. Finalme nte , quie n adhie ra
al e nfoque crítico pre te nde rá analizar, por ejemplo, cómo s urgió y se
e xpandió la ide ología burgue s a en Inglate rra y en Francia durante el
siglo XVIII y qué fuerzas de s e ncade naron la toma de concie ncia de
toda una clase social en ascenso para culminar, precis amente, en la
Re volución Francesa.
Como se advierte, los tres enfoques res ultan en prime ra ins tancia
muy distintos. En esta obra destacaremos la impor tancia que reviste
el he cho de indagar si ellos son re alme nte incompatible s o pue de n,
de a lg ún modo, o bie n comple me ntar s e o bie n re ducirs e unos a
otros. Tal como lo hace n muchos e s tudios os de las ciencias sociales
y de la e pis te mología de las ciencias sociales, pue de entenderse que,
des de el punto de vista me todológico, la pos ición crítica se re duce a
las otras dos escuelas; es de cir que tales e s tudios os e mple an alte rna­

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I j \ KP IS T KMOÍ.OGIA d i -; i j \ s c ie n c ia s s o c i a i .f s

tivame nte en sus anális is e nfoque s naturalis tas o inte rpre tativis tas .
Por su parte, tal como ve re mos pos te riorme nte , estos dos últimos
e nfoque s pue de n cons ide rars e inte rde pe ndie nte s y están, en cierto
s entido, más vinculados entre sí de lo que suele admitirs e.
Si en el trans curs o de nues tra e xpos ición logramos ser convince n­
tes, podre mos finalme nte compar tir la idea de que las ciencias socia­
les son dis ciplinas sui generis que, me todológicame nte , combinan lo
que se aplica a las cie ncias tradicionale s con hallazgos peculiares .
Entre éstos, me re ce n destacarse los aportes de la lingüís tica y la se­
miótica, los anális is antropológicos de las re glas conve ncionale s vi­
gentes en los grupos humanos , los análisis motivacionale s que apor­
taron en este siglo la ps icología y el ps icoanális is , y algunos tópicos
particulare s como el anális is funcional de s arrollado en el seno de la
s ociología y la antropología.
Gr an parte de este libro estará dedicado a e xaminar la pos ibilidad
de aplicar a las ciencias sociales los métodos científicos corrie nte s
que prevalecen en las ciencias naturales. En general, la respuesta se­
rá afirmativa, por lo que el análisis implicará, como condición nece­
saria, la familiaridad con esos métodos , incluso para s e ñalar sus lími­
tes. En aque llos puntos donde s urjan proble mas , nos de te ndre mos
precis amente en la cons ide ración de tales límites, tratando de poner
e n evidencia las objeciones fundame ntale s y las pos ible s respuestas
que no implique n re ne gar ente rame nte de la tradición científica he re ­
dada. Al pr ofundizar el anális is , adve rtir e mos que algunos de los
puntos de vista y de los proble mas planteados por las escuelas inter-
pretativista y crítica son muy importante s e ine ludible s , y que su asi­
milación a la inves tigación social conte mporáne a re dunda en una pro­
ducción más s util y próxima a es tándares de cientificidad elevados.

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