Teoría y Técnica Teatral
Teoría y Técnica Teatral
Teoría y Técnica Teatral
Ámbito escénico
El montaje de una obra dramática se realiza siempre en un ámbito
escénico. El ámbito escénico, por tanto, consta del escenario donde
actúan los cómicos y del espacio en que se sitúan los espectadores.
Es evidente que ni el escenario tiene por qué ser del tipo
convencional, o sea un espacio elevado cerrado por tres lados y
abierto por la embocadura con su telón, ni el sitio destinado a los
espectadores tiene que ser una sala con su patio de butacas y sus
palcos.
Una obra puede montarse en la calle, en una plaza, en una sala de
fiestas, en un restaurante, en un patio de vecindad, en una plaza de
toros, o en el bosque bajo los árboles. En cualquier caso habrá que
conseguir un lugar donde los actores puedan moverse libremente y
otro, pegado a él, desde el que los espectadores puedan ver y oír sin
dificultad.
Como consecuencia de estas variadas condiciones, en cada caso la
puesta en escena adquirirá matices diversos.
Requisito indispensable es que cada ámbito escénico propicie que
espectadores y actores tengan conciencia de estar viviendo, cada
uno desde su posición y función, la representación conjuntamente. El
teatro exige estos rasgos de directo y convivido. En esto se distingue
del cine o de la televisión, donde no puede haber relación personal
entre actores y público. El teatro es, pues, un espectáculo vivo y
compartido.
Mutaciones de decorados
Otros recursos
Uso de la escenografía
Vestuario
La evolución del vestuario en el teatro no es paralela a su desarrollo
en la vida ordinaria. Hay que pensar que el vestuario forma parte del
arte dramático y es consecuencia de su convención.
En el teatro griego el vestuario tenía valor ritual. Así, en la tragedia,
además de máscaras, usaban largas túnicas sacerdotales y los
antiguos trajes jónicos. Gradualmente cada personaje fue adoptando
vestuario peculiar y caracterizador y se calzaba coturnos. En la
Comedia Antigua los trajes eran grotescos y los pájaros y otros
animales se caracterizaban con accesorios tales como cabezas,
colas, alas... En la Comedia Nueva, más naturalista, usaban trajes más
parecidos a los corrientes, y los personajes se distinguían por los
colores.
En el teatro romano la convención en el vestuario fue parecida a la
griega, aunque con aproximación a los trajes griegos en las comedias
de Plauto y Terencio.
En las representaciones de misterios y milagros medievales el
vestuario fue creciendo en importancia, especialmente hacia el final
de la Edad Media. Se mezclaban ornamentos sacerdotales para
personajes bíblicos con atuendos contemporáneos para el pueblo. En
las moralidades se recurría a la fantasía para caracterizar a los
personajes alegóricos.
En el Renacimiento se recurre también al vestuario contemporáneo
pero con variaciones fantásticas en los accesorios. El teatro del Siglo
de Oro y el isabelino aportan poco en este sentido, salvo la fijación de
atuendos estereotipados que responden a convencionalismos que
alternan el anacronismo con la fantasía, pero con cierta base en la
realidad, tanto en lo histórico como en lo contemporáneo. De esta
forma el vestuario se convierte en tópico que ayuda al público a
reconocer a los personajes como entes de teatro.
La Commedia dell'arte abunda en esta tendencia al estereotipar
atuendos característicos para personajes también estereotipados,
con caracteres y personalidad bien definidos.
El naturalismo triunfante en el siglo XIX busca que el vestuario
acredite al individuo para situarlo cronológicamente. Se pretende,
como en todo el teatro del momento, alcanzar la verdad objetiva e
histórica.
En el momento actual el vestuario está condicionado por varios
principios:
1.º El vestuario guarda relación con la función social del personaje.
Pero, para no caer en el tópico y en el estereotipo, el figurinista ha de
estudiar la obra y el personaje en ella.
2.º El vestuario está en relación estrecha con el carácter del
personaje. En consecuencia el corte y el color han de estar
orientados a la aportación de matices que completen la definición
psicológica del personaje que el autor a menudo realza mediante
actitudes y pormenores. Así el vestuario se aleja de su función real
para incorporarse al convencionalismo teatral. Actitudes como
vanidad, arrogancia, crueldad, sordidez o por el contrario amabilidad,
comprensión, jovialidad, bondad se tienen que reflejar en el vestuario
mediante pormenores que no pasarán inadvertidos del público.
3.º El simbolismo de los colores varía según los lugares y las épocas.
En esto el teatro coincide con las modas de la vida. De todas formas
el blanco, el negro, los colores chillones o los grises tienen
significados precisos. Aunque no haya claves exactas y duraderas,
puede decirse que el empleo del color está en función:
● -del tema y su tratamiento en escena,
● -de la escenografía y los juegos de luces
● -de las culturas originales.
4.º Los figurines están al servicio del teatro y no de una exposición de
moda contemporánea o retrospectiva. Su valor no es histórico, sino
dramático. Por tanto deben destacarse las líneas fundamentales y
prescindir de detalles insignificantes o engorrosos.
5.º La tendencia desmitificadora actual, derivada en gran parte del
teatro épico, permite juegos tales como presentarse los actores con
sus vestidos de calle -o con mallas negras- y, cara al público, tocarse
con atuendos o complementos que caractericen a sus respectivos
personajes en distintas situaciones. Este sistema exige puesta en
escena acorde. Pero debe tenerse en cuenta que la supresión del
vestuario de época en determinadas obras, lejos de acercarlas al
público, obliga a los actores a mayores esfuerzos interpretativos. Este
fenómeno es opuesto al de adaptación de textos clásicos en los que
a veces pueden suprimirse descripciones ambientales cuando son
reemplazadas por la escenografía con más posibilidades que las de
su época.
Observaciones generales
Efectos sonoros
Llamamos efectos sonoros a ciertos ruidos que se incluyen en la
representación independientemente de la música.
Los hay de dos clases:
-Los que pretenden dar sensación de realidad, como el golpe de una
puerta al cerrarse violentamente, la lluvia que cae fuera, el motor de
un coche que se acerca, los ladridos de un perro...
-Los que no pretenden dar sensación de realidad, sino que buscan
llamar la atención sobre lo que sucede, provocar risa, producir
contrastes...
Evidentemente el tratamiento es distinto para cada uno de los grupos
citados.
Antiguamente para todos ellos, y especialmente para los primeros, se
contaba con especialistas que actuaban entre bastidores. El
especialista, con imitaciones vocales o con el manejo de
determinados instrumentos, o simples artefactos, conseguía
reproducir pasos, galopes de caballos, trinos de pájaros, maullidos de
gatos, llegada o partida de carruajes, retumbar de truenos y una
infinidad de efectos sonoros especiales.
Ahora, por lo general, todos estos efectos van grabados en cinta
magnetofónica y en la pista correspondiente. Su colocación
ordenada, junto a la música, constituye una banda sonora que maneja
hábilmente el regidor o algún traspunte que cuida del magnetófono.
En la actualidad existen discos con todos estos efectos y otros
muchos. Ya no hacen falta los secretos de los iniciados. Se toman
directamente del disco y se ordenan en la cinta.
No obstante es bueno imaginar cómo se consiguen tales efectos, por
lo que ello pueda suponer de creatividad y porque sugieren otros a lo
mejor no recogidos en los discos. Por supuesto que hay que tener en
cuenta que las grabaciones de los sonidos naturales no sirven. Hay
que crear los efectos a partir de las acciones que se indican. Así el
grado de verosimilitud es mayor. Se realiza la acción ante el
micrófono con el fin de graduar el volumen y grabar el efecto.
Crepitar de fuego
Estrujar papel de celofán o papel de aluminio fino junto al micrófono.
Lluvia
Hacer rodar quince o veinte guisantes secos en uno u otro sentido
sobre una criba o tela metálica tupida. Para el chaparrón, utilizar
garbanzos. Colocar el micrófono bajo la criba.
Viento
Frotar seda o nilón sobre madera pulida. El rugido del viento es
proporcional a la presión de la seda.
Tormenta
Sacudir una hoja de chapa a algunos metros del micrófono.
Olas
Agitar con la mano el agua de una gran fuente o bañera de forma que
golpee ligeramente los bordes del recipiente.
Resaca
Pasar en sentido contrario dos cepillos de grama sobre un pedazo de
chapa alargada.
Bote a remo
Introducir dos tablillas en el agua a ritmo de remo, mientras con el
mismo ritmo se dejan chirriar los goznes de una puerta.
Sirena de barco
Soplar dentro de una botella con agua. Cuanta menos agua contenga,
más bajo será el tono.
Locomotora
Frotar dos tablillas recubiertas con papel de lija. Frotar un cepillo
metálico sobre una tabla sin cepillar.
Cascos de caballo
Golpear una contra otra dos medias cáscaras de nuez o de coco.
Golpear contra el suelo pelotas de goma partidas por la mitad.
Pasos
● En el bosque: Estrujar cintas magnetofónicas inservibles al ritmo
de pasos.
● En la nieve: Llenar una sopera de «maizena», almidón o fécula, y
«andar» por encima con un vaso.
● O, también, pellizcar fuerte y regularmente en un saquito lleno de
●
harina de patatas. El saquito tiene que estar cerca del micrófono.
Esquiar
Deslizar una tablilla de chapa por encima de una alfombra o una
manta.
Avión de reacción
Se pone un secador de cabellos delante del micrófono y se disminuye
o aumenta el sonido con un pedazo de cartulina.
Disparo de pistola
Golpe seco sobre la mesa con la parte plana de una regla. También
puede utilizarse una pistola detonadora.
Ametralladora
Utilizar una rana de juguete.
Teléfono
Hablar dentro de un vaso de plástico o de un recipiente de arcilla de
tamaño pequeño. Fijar la orientación respecto a la boca.
Cristal que se rompe
Dejar caer al suelo láminas de aluminio o de hojalata.
Para los efectos no realistas se puede contar con instrumentos de
música de viento o de percusión. O bien se emplean cacharros que
produzcan ruidos grotescos, llamativos, etc...
De todas formas hay que tener en cuenta que nunca hay que dar la
impresión de querer producir un efecto realista y no poder
conseguirlo; en estos casos es mejor no intentarlo y echar mano de
efectos no realistas totalmente convencionales, como pueden ser los
producidos con golpes de tambor o de batería, con unas notas o
acordes de piano o con alguna musiquilla parlante, cuando haya que
repetir los efectos en circunstancias parecidas.
Siempre será preferible insinuar y dejar volar la imaginación que
fatigar al espectador con recursos constantes y poco conseguidos.
La iluminación
La iluminación de la escena debe considerarse bajo dos aspectos:
técnico y artístico.
La mayor parte de las veces el director indicará al experto,
electricista, los efectos que quiere conseguir y éste los realizará. Está
claro que el director novel en contacto con el técnico irá adquiriendo
conocimientos y descubriendo nuevas posibilidades.
La incorporación al teatro de los focos eléctricos con su gran
potencia iluminadora puso de relieve algunos defectos y riesgos de
los decorados, lo que provocó la reforma de la escenografía y, por
otra parte, sugirió la idea de crear otra muy simple con la luz como
base. De acuerdo con esta posibilidad la iluminación cobra una
importancia determinante en muchos casos.
Variaciones de color e intensidad, gradaciones y tonalidades unidas a
la facilidad y flexibilidad en el manejo de los focos luminosos llevaron
desde la idea primitiva de imitar a la naturaleza a posteriores
convenciones en las que se reflejan y apoyan nuevos caminos
teatrales lejos de la realidad.
La luz, así empleada, permitirá la modulación plástica del conjunto, el
aislamiento de un actor o de un objeto, y la creación de distintos
espacios dramáticos en el escenario, con mutaciones rápidas y
fáciles, dentro de las nuevas convenciones que para nada tendrán
que recurrir al engorroso cambio de decorados.
En escenas de danza o de fantasía, sobre todo, la iluminación cobra
posibilidades de profundidad, ductilidad y creación al aumentar, sin
límite, los matices y recursos embellecedores.
Instrumental de iluminación
La iluminación en la práctica
La música escénica
El teatro español tiene una vigorosa tradición en cuanto al empleo de
la música. Pero al decir esto no nos referimos al teatro musical, como
pueden ser la ópera, la zarzuela, la revista o el musical, sino al uso
que de la música se hace en la comedia o el drama, como sucede en
Juan del Encina, Lope de Vega o Calderón, por no citar más ejemplos.
En este teatro hay que distinguir dos tipos de música:
-la que forma parte de la acción, preferentemente bajo la forma de
canto o danza;
-la música incidental, que subraya la acción y proporciona los fondos
musicales. Los fondos musicales pueden darse para llenar puntos
muertos en el desarrollo de la acción, con lo cual se puede insinuar
transición en el tiempo o cambio de orientación en la acción. La
música aporta así un valor significativo al conjunto. Pero los fondos
musicales a menudo, de forma incidental, refuerzan la palabra o
subrayan la acción y contribuyen a crear ambiente dramático con
recursos sonoros, que, en el caso de musiquillas parlantes y de
motivos guía, adquieren ocasionalmente valor conceptual.
La musiquilla parlante tiene la virtud de aparecer en momentos
similares de la acción, y así se pone de manifiesto algún significado
poco claro de lo que sucede.
La música inserta en la acción, particularmente el canto, debe formar
parte de la acción misma para que no parezca un añadido postizo.
Lope de Vega fue maestro en esto, igual que la habilidad para extraer
el argumento entero de una obra de una coplilla popular.
En cuanto a la música incidental, hay que procurar que sea neutra; es
decir, que no evoque otras obras u otras acciones, pues entonces
tomaría carácter divergente y perjudicaría el desarrollo de la obra a la
que pretende servir. Para la música incidental es preferible componer
sencillas melodías originales que servirse de música grabada y
conocida. La nueva tendrá, por lo menos, el mérito de no dispersar la
mente del espectador.
Con frecuencia la música concreta será muy valiosa para
ilustraciones de todo tipo, en particular para el teatro
contemporáneo.
En los montajes realistas y naturalistas la presencia de la música,
tanto grabada como viva, está condicionada a recursos
sobradamente conocidos: el tocadiscos o aparato de radio en
escena, o en la casa del vecino, el transistor del transeúnte callejero,
etc. Son motivaciones que no hacen ninguna falta para otros
montajes más irrealistas, como puede ser el teatro épico, donde los
músicos ni siquiera tienen que esconderse en la orquesta. Están
visibles, a veces en el mismo escenario, y actúan como si fueran un
grupo de actores.
En el teatro épico, muy especialmente, el empleo de la música y del
canto requiere un estudio concreto para cada obra, puesto que la
música aquí no se emplea para embellecer o para acompañar
neutralmente la acción sino todo lo contrario.
Entre aficionados está bastante extendida la costumbre de
representar obras conocidas, preferentemente musicales, con sonido
pregrabado, incluso las voces. Aunque a veces se consigan
verdaderos alardes de habilidad, sobre todo en programas de
televisión, creemos que no es procedimiento recomendable entre
aficionados y grupos no profesionales, donde se buscan
representaciones más frescas y menos trucadas. Lo importante en
estos grupos, y más todavía en el teatro representado por niños, no
es el resultado brillante, sino el ejercicio de la actuación en público,
que debe lograrse lo mejor posible, ciertamente, pero con recursos
propios.
En cuanto a la costumbre de grabar los acompañamientos y la música
incidental, así como los efectos sonoros, parece una ayuda sin la cual
muchos grupos no podrían actuar, por no disponer de músicos
intérpretes. Con todo debe hacerse con ajuste y dignidad.
Maquillaje
Las funciones del maquillaje hay que relacionarlas con las de la
máscara. El maquillaje a menudo se ha considerado como una
máscara que se aplica directamente sobre la piel. Y tanto el
maquillaje como la máscara desempeñan un papel importante en el
teatro grecolatino en la antigüedad y en el teatro chino y japonés
actualmente.
En el teatro renacentista el maquillaje se usaba para
caracterizaciones especiales -ángeles, demonios, aparecidos...-,
pero raramente en papeles corrientes, salvo cuando los niños
encarnaban personajes femeninos. Los otros recursos de
caracterización -barbas, pelucas, falsas narices- se empleaban
normalmente. Lo mismo cabe decir de la pintura para simular
cicatrices, heridas o arrugas. Esto sucedía habitualmente en las
representaciones con luz natural. Pero en las representaciones con
luz artificial el uso del maquillaje no se incrementó rápidamente, salvo
en el caso de las actrices que usaban los mismos recursos que fuera
de la escena.
Normas generales
Rasgos fundamentales
Colores convencionales
Para todo el conjunto del maquillaje hay una serie de colores a los
que convencionalmente en el teatro occidental se les da unos valores
generalmente aceptados.
● Soberbia: amarillento.
● Gula: colorado.
● Timidez: blanco azafranado.
● Envidia: blanco pálido.
● Prudencia: blanco rosado.
● Simpleza: colorado suave.
● Insensatez: colorado.
● Desvergüenza: pálido.
● Modestia: color claro.
● Valentía: moreno.
● Cobardía: descolorido.
● Avaricia: cetrino.
● Ira: rojo o muy pálido.
● Mansedumbre: pálido.
● Jovialidad: sonrosado.
● Pusilanimidad: blanco.
● Injurias: blanco pecoso.
● Piedad: blanco.
● Lujuria: blanco con mucosas rojas.
● Pena: descolorido.
● Fatiga: blanco amarillento.
Las máscaras
Construcción de máscaras
La utilería
La utilería abarca cuanto aparece en escena, excluidos los actores
con su vestuario y la escenografía. Por consiguiente, adornos,
utensilios, cachivaches, floreros y cualquier tipo de objetos puede
formar parte de la utilería de una obra.
En cuanto a la puesta en escena la utilería es muy importante en los
montajes realistas naturalistas, como suelen ser los de cine y
televisión; desde el punto de vista educativo, y creativo, resulta
aleccionadora en el teatro de los niños, tanto para los propios actores
como para los organizadores.
Clasificación de la utilería
Utilería de mano
La ortofonía
La ortofonía debería despertar mucho interés tanto para actores
como para directores de teatro y profesores en general. En el teatro
profesional se tiene muy en cuenta, y es deseable que la
preocupación sobre el particular se extienda a los grupos de
aficionados y al teatro infantil.
La ortofonía debe proponerse dos objetivos fundamentales:
-El dominio de la voz
-La recta pronunciación de todas las letras, sílabas y palabras.
El dominio de la voz
La pronunciación correcta
Recitación y declamación
Efectos vocales
La palabra y el gesto
Efectos especiales
Además de los efectos sonoros, que se relacionan con la música, en
el teatro se recurre a otros muchos que reciben el nombre de efectos
especiales.
También aquí hay que dividirlos en dos grupos:
-los que pertenecen al ámbito del teatro realista-naturalista, que
obviamente pretenden dar la impresión de fidelidad a la realidad;
-los meramente expresivos, que intentan preferentemente llamar la
atención sobre lo que se dice, subrayar lo que sucede, y, a menudo,
provocar efectos tales como el absurdo, la crítica, la sorpresa, el
desencanto, el ridículo.
Cualquiera de los sistemas es válido, si responde al tratamiento que
se da al texto en la puesta en escena. Los meramente expresivos, con
frecuencia caen en la pirueta, en la broma, en lo grotesco; pero
también se recurre a ellos cuando se quiere destacar, por ejemplo, la
protesta contra la opresión o la injusticia, contra la miseria, el hambre,
el lujo excesivo. En realidad, los meramente expresivos, al igual que la
caricatura cuyos procedimientos imitan, pretenden que situaciones
que normalmente pasan por alto, por lo acostumbrados que estamos
a ellas, recobren toda su importancia ante el espectador y que así se
dé cuenta de la verdadera dimensión de los hechos que no tienen por
qué pasar desapercibidos.
Si hay que simular una pelea en la que uno le da a otro un golpe con
un bastón o una silla, es muy espectacular que tal objeto se rompa.
Para ello basta que el objeto sea de madera de balsa, que es un tipo
de madera aparentemente como cualquier otra, pero muy suave. Se
asegura así que un golpe a otro en la cabeza, por ejemplo, no le
cause ningún daño, y el objeto se rompa. El daño tendrá que fingirlo
el actor agredido.
Los disparos en escena suelen ser muy espectaculares. Por eso hay
que prevenir la situación preparando a los espectadores
psicológicamente. De hacerlo de sopetón, se pueden causar sobre
saltos y, si los espectadores son niños, puede cundir el pánico. Los
disparos se limitan a las detonaciones.
Si el actor apunta y simula disparar y, entre bastidores, el regidor
produce la detonación, hay que acoplar bien el gesto con el sonido.
Para ello lo mejor es que el gesto esté ligeramente escondido -por
ejemplo disparando de espaldas al público- y tapando el actor el
arma son su cuerpo. Se puede disparar hacia los laterales, pero
nunca al público. Hay pistolas detonadoras cuyo disparo en escena
no entraña dificultad de ajuste.
Fuego
Caballos en escena
Títeres y marionetas
Los títeres vienen de la más remota antigüedad. No está muy claro el
origen de su nombre, que parece onomatopéyico, ya que se relaciona
con el sonido de los pitos, -ti, ti, ti- que emitía el cómico escondido
tras ellos y que por ellos habla.
La palabra marioneta ya es cristiana. Es un diminutivo del nombre de
la Virgen María. Se debe al relato de un peregrino, Henri Maundrell,
que durante la Edad Media visitó el Santo Sepulcro de Jerusalén y
nos contó sus impresiones por escrito. En ellas describe una
representación de la pasión y muerte de Jesús realizada por medio
de figurillas, es decir, títeres. Aunque salían muchos personajes, la
atención de los fieles se fijó sobre todo en la figura de María, cuyo
diminutivo se generalizó para designar a todas las figurillas.
Guiñol es palabra de origen francés con la que originariamente se
designó un teatro de títeres de mano de Lyon. Se llamó así por
alusión a los guiños de los títeres. Guiñol, o teatro de guiñol, se
reserva para nombrar al teatro de títeres.
Estos muñecos pueden ser de varias clases:
-Sombras chinescas. Son figuras planas, recortadas en cartón,
pergamino, metal o cuero. A veces van provistas de varillas para
poderlas accionar. Se colocan entre un foco de luz y una pantalla
sobre la que se proyectan para su contemplación desde el otro lado
de la pantalla.
-El títere de mano o de guante consta de cabeza y manos acopladas
a un vestido que se adapta como un guante a la mano del operador.
El dedo índice de éste se introduce por un agujero en la cabeza del
títere. El pulgar y el dedo corazón, o bien el meñique, se embuten en
sendos tubos unidos a las manos del muñeco. Estos títeres pueden
disponer de piernas, cuerpo modelado y facciones movibles pero
sencillas. Sus acciones preferidas consisten en recoger y manejar
objetos, luchar, bailar y accionar rápidamente.
-El títere de varilla se mueve sobre la cabeza del operador mediante
una varilla de metal o madera que atraviesa su cuerpo de arriba a
abajo. Los brazos y piernas se accionan con otras varillas, solas o
combinadas.
-Las marionetas son figurillas accionadas por hilos que mueve el
operador situado en la parte superior del escenario, siempre oculto al
público. Aunque las hay sencillas, suelen ser de una construcción
más complicada que los éteres. Danzan con gracia, vuelan por los
aires, realizan trucos e interpretan papeles dramáticos a la
perfección.
En cuanto a la forma, todos los muñecos pueden ser realistas o
fantásticos. Abundan los personajes estereotipados, y, sobre todo los
títeres, tienen la horrible costumbre de chillar y pegarse. Aunque
generalmente tienen el tamaño de 30 ó 40 cm, los hay mayores. A
veces alcanzan la talla normal de un hombre e incluso más. En estos
casos se crean espectáculos en los que los títeres y actores
comparten la acción dramática.
En cuanto a las proporciones de sus cuerpos, tanto pueden seguir los
cánones naturales, como estar sujetos a exageraciones expresivas
para conseguir efectos teatrales superiores. Las facciones de su
rostro suelen estar simplificadas y acentuadas en sus rasgos
característicos para facilitar su contemplación a distancia. Las
marionetas admiten mayor variedad de modelos. A las figuras
humanas añaden las de animales, gusanos, monstruos, jinetes
montados en sus caballos.
Su construcción
Variedad e historia
En tanto el teatro oriental los títeres han tenido gran importancia. Sus
figuras casi siempre han sido más estilizadas que realistas.
Los muñecos javaneses son conocidos ya en el siglo XI y
probablemente tienen origen religioso. Se hacen de piel de búfalo
que se perfora y pinta para simular la indumentaria y los rasgos
faciales. Se proyectan en una pantalla. Y mientras las mujeres,
situadas a un lado, sólo ven las siluetas oscuras de las sombras, los
hombres, por el otro lado, ven las figuras accionadas por el operador,
con todo su colorido. El operador acciona los muñecos, realiza los
efectos sonoros, canta y dirige la música. Los personajes son
supuestas imitaciones de dioses, héroes, demonios y bufones.
En Japón los muñecos han estado relacionados siempre con los
actores de verdad. Tanto unos como otros tienen sus orígenes en el
siglo XVII y se influyen mutuamente. En el siglo XVIII rivalizan en
calidad y se idean entonces artificios escénicos muy complejos, así
como muñecos de 90 a 120 cm. de altura, con grandes posibilidades
artísticas. Tanto, que su manejo requiere un aprendizaje que dura
hasta siete años.
En Europa los títeres van unidos a los acróbatas, volatineros, teatros
mecánicos, retablillos navideños, autómatas y otros ingenios que
manejan los titiriteros ambulantes, y que inmortaliza Cervantes en el
Quijote con la presentación del Retablo de Maese Pedro. Polichinela
es un personaje de origen italiano que se extiende por toda Europa.
En Inglaterra pasa a ser Mr. Punch; en Francia, Polichinelle; y en
España se disfrazó de Don Cristóbal Pulichinelo. Pese a sus múltiples
versiones en Rusia, en Alemania, en Checoslovaquia y en Turquía, en
todas partes conserva su aire bonachón y simpático.
Antes de conocer al hombre blanco en América los indios utilizaban
títeres en sus ceremonias religiosas Pero los títeres modernos
llegaron a Méjico en 1524 con un titiritero que figuraba en el séquito
de Hernán Cortés. A finales del siglo XVIII había cinco teatros
permanentes en títeres en la ciudad de Méjico, y uno en Canadá.
Actualmente los títeres han sido relegados a funciones para niños y a
la participación esporádica en otros espectáculos, especialmente de
variedades. No obstante en Méjico, en Rusia, en los Estados Unidos
se cuenta con teatros estables de títeres, algunos de ellos de
renombre justamente merecido por la calidad e innovación de sus
espectáculos. En el cine y en la televisión han encontrado excelente
acogida y variaciones interesantes.
Máquinas y trucos
La tramoya se define como la máquina o conjunto de máquinas que
sirven para realizar transformaciones o casos prodigiosos en escena.
Se da el nombre de máquina a toda construcción móvil capaz de
cambiar decorados, producir efectos especiales, consabidos o
nuevos, transportar actores, y realizar los hechos prodigiosos a que
tan aficionado era el teatro en otras épocas: apariciones y
desapariciones súbitas, vuelos... El manejo de las máquinas está al
cuidado de los maquinistas o tramoyistas, que, aunque no aparezcan
en público, son artífices anónimos de lances muy atractivos dentro
del espectáculo teatral.
Condiciones
Historia
Funcionamiento
Lectura completa
Se hace una lectura completa del texto estando presentes todos los
actores, los jefes de la tramoya, decoradores, electricistas, utileros,
responsables del vestuario, figurinista, maquilladores, regidor... Tras
esta lectura, el director expone el plan general de la puesta en escena
y tanto actores como el resto de personal tienen opción para aportar
sus puntos de vista, que el director hará bien en estudiar e
incorporar, si conviene.
Los actores tienen que descubrir el carácter de sus personajes y el
director ha de observar las disposiciones de los actores. Es también
el momento de aclarar dudas de lenguaje, unificar la fonética de
nombres propios y extranjeros, llamar la atención sobre vocalización
y pronunciación y establecer el ritmo de la obra.
Ensayo de movimiento
Memorización
Ensayos a la italiana
Ensayo de caracterización
Ensayo de líneas
Ensayos generales
Observaciones complementarias
«ausente».