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El papel de los buitres (Cathartidae) en la

sociedad Maya prehispánica

Laboratorio de Zooarqueología
Facultad de Ciencias Antropológicas UADY

Br. Julián E. Dorantes Reyes


Asesor: Dr. Christopher M. Götz
El Historiador se vuelve hacia el pasado
como el Ingeniero hacia la tierra misma,
ambos por la misma razón: asegurar el
futuro. Es concebible que algunos de los
objetos hallados tengan grabados sobre
su superficie símbolos, ideas y creencias
que se extinguieron a través de los
tiempos hasta llegar a los orígenes de
estos pueblos y de todos los pueblos. Y el
ayudar a probar esta teoría bien vale los
esfuerzos de toda una vida.
Eric H. Thompson, refiriéndose a sus exploraciones
y hallazgos en el Cenote Sagrado de Chichén Itzá.

1
Índice
Agradecimientos 6
Introducción 8
Capítulo 1 - Antecedentes 13
Perspectiva biológica y situación actual del buitre 17
Registro Zooarqueológico 20
Registro Iconográfico 22
Registro Histórico 29
Capítulo 2 – Marco Conceptual, Materiales y Métodos 36
Apartado Zooarquelógico y Tafonómico 38
La Serie Inicial de Chichén Itzá y su basura 50
Apartado Iconográfico y Cosmológico 53
Capítulo 3 – Análisis de Materiales y Resultados 60
Experimentos Actualísticos 60
Análisis Tafonómico 63
Estudio Zooarqueológico 77
Apartado Iconográfico 82
Capítulo 4 – Discusión y Comentarios Finales 97
Bibliografía 110
Anexos
Anexo 1 – Formato de Registro en Campo 125
Anexo 2 – Marcas Tafonómicas Experimentales 134
Anexo 3 – Catálogo de Representaciones de Buitres 140

2
Índice de Figuras y Tablas.
Índice de figuras
Figura 1.1.- Ejemplos de Cathartes aura (izquierda) y Coragyps atratus (derecha), las 18
especies más comunes en el área del a península de Yucatán. Fotografías: Julián Dorantes
y Mariano del Olmo. Colección de autor.
Figura 1.2. Representación gráfica de cómo se observan las alas al vuelo de los diferentes 23
tipos de buitres, y en donde se puede apreciar los detalles blancos de las del C. aura (3) y el
C. atratus (5). Imagen tomada de Howell y Webb 1995.
Figura 1.3. Representación de un buitre alimentándose de un venado, se puede apreciar la 25
extracción de los intestinos por el ano, y el sangrado, debido a que, al parecer, es una presa
de cacería fresca, y se observa los detalles blancos de las alas, así como la cara con
arrugas y la fosa nasal sobre el pico del buitre. Imagen tomada del Códice Tro-Corteseano.
Figura 1.4. Se puede observar a dos buitres sobre una escena de aplicación de enema, una 26
práctica ritual (Benson 1996). Imagen tomada de la base de datos de Justin Kerr. K1550.

Figura 1.5 Ejemplos del silabograma ti (A) en el códice Dresde, como personaje (B) en el 28
pico sobre la fosa nasal, y en forma de logograma (C).

Figura 2.1 Se puede observar la situación del contexto a la llegada de los primeros 42
especímenes de C. aura a la zona. Fotografía de Cámara Trampa.

Figura 2.2 Arribo de los C. atratus, los cuales desplazan a los C. aura del sitio de 44
alimentación. Fotografía de Cámara Trampa.

Figura 2.3 Cráneo y mandíbula de S. scrofa, recuperados después de la secuencia 45


fotográfica obtenida con la cámara trampa. Fotografía del autor.

Figura 2.4 Punto de observación instalado, y poste del cual se amarró la carnada. Fotografía 47
del autor.
Figura 2.5. Estado final de la columna vertebral de S. scrofa después de que los buitres se 48
fueran de la zona de observación. Fotografía del autor

Figura 2.6. Detalle de la representación de un buitre en el Castillo de Mayapán, según 58


Milbrath y Peraza (2003, 2008). Fotografía: Mariano del Olmo.
Figura 3.1. Se observa el proceso en el que los zopilotes negros (C. atratus) se alimentan de 62
los señuelos. Fotografía del autor.

Figura 3.2. Podemos observar como un zopilote negro (C. atratus) se alimenta de un perro 65
que murió por causas que parecen ser inanición o atropellamiento, tratando de arrancar un
pedazo de la lengua de la carcasa. Fotografía realizada por Mariano del Olmo.
Figura 3.3. Contexto del caballo que fue encontrado siendo aprovechado por buitres. Se 65
pueden observar excretas de los buitres (encerrados en azul) en los alrededores con maleza
del lugar, y el poco material orgánico que resta en la carcasa (las flechas rojas señalan la
piel). Fotografía tomada de la colección del Laboratorio de Zooarqueología FCA UADY,
edición del autor.
Figura 3.4. Marcas clásicas de carnicería generadas por herramientas de metal. Se puede 68
observar que se trata de marcas regulares y angostas, a diferencia de las hechas por
buitres. A) Detalle de las marcas, B) Foto general de la pieza ósea, y C) diagrama de la
ubicación anatómica. Fotografías del autor, diagrama tomado de ArchéoZooThèque
(https://www.archeozoo.org/archeozootheque/galleries/file_uploader/pdf/sus_domesticus.pdf
).

3
Figura 3.5. Se puede apreciar la A) marca de vulturización, como una depresión sobre la 71
superficie ósea, una B) fotografía completa del espécimen, así como C) el diagrama de la
ubicación del hueso con la marca dentro de la anatomía de un individuo de G. gallus.
Fotografía tomada de la colección personal del autor, y diagrama tomado de
ArchéoZooThèque (http://archeozoo.org/download/skl_aves/gallus_gallus_f.png).
Figura 3.6. Imagen del video de la BBC, en el cual se puede ver a un individuo de la especie 74
Gyps fulvus alimentarse. Captura de pantalla del video https://youtu.be/d2z-VFSY86M
consultado el 28 de Noviembre de 2015.

Figura 3.7. Porción distal de fémur de venado cola blanca (Odocoileus virginianus) que 79
presenta marcas de corte, ya sea por caza o carnicería. Fotografía del autor, diagrama
modificado de Rumph 1975.
Figura 3.8. Fragmento cortado de fémur humano que presenta marcas de corte y de 80
masticación por cánidos. Fotografía del autor
Figura 3.9. Marca presente en la parte interior de la fosa que colinda con el acetábulo en la 81
pelvis de venado. Fotografía del autor.

Figura 3.10. Diferentes ejemplos de representaciones del buitre en los códices. A) 83


Representación naturalista de viñeta (M40a). B) Formación silábica con los silabogramas k'u
y chi (D13c). C), D) y E) Logogramas de la palabra "K'uuch" (D11b, D37c y M86a), nótese la
silabograma ti sobre el pico en C).

Figura 3.11. Detalles de las imágenes de buitres sin texto asociado. a) M86a (T27a), b) 85
M85a (T28a). Tomados del Códice Madrid, edición del autor.
Figura 3.12. Detalle de ambas representaciones de los buitres, que, acorde a Ayala, están 87
representados marcando un mismo día en el b) códice Dresde (38a) y el a) Madrid. Tomado
de los Códices Madrid (Vail 2016) y Dresde (SLUB-Dresden).
Figura 3.13. Ejemplos glíficos del buitre en el códice París. a) Detalle de P2b, fragmento de 88
[AJAW TZ’AK] wa ti K’UUCH, b) Detalle de P3b, 12 17 TUN ti K’UUCH ?? HA’AB, c) Detalle
de P8b, AJAW TZ’AK wa ti K’UUCH, d) Detalle de P11c, CH’AK b’a KAN ti K’UUCH ?? TE’
chi K’UUCH? HA’AB li. Tomado del Vail y Hernández 2018, edición del autor.
Figura 3.14. Detalle de las parejas en la vasija K1440 o “Vasija de los 88 Glifos”. a) Buitre 90
antropomórfico acompañado de un ser (posiblemente un mono) decorado con “ojos de
muerte”; b) Buitre antropomórfico acompañado por Ixik Ek’ Ik’il Nal (según Wanyerka 2009:
449). Tomado de la colección de Justin Kerr, edición del autor.
Figura 3.15. Detalles de representaciones de Buitres como cortesanos. a) K717, b) K8479, 91
c) Vasija de La Corte del Dios D (tomada de Boot 2008), d) K5764. Edición del autor.
Figura 3.16. Detalle de los personajes con “atados” de plumas, en el caso de a) K8817, y 92
tiras de papel en b) K1440. Tomado de la colección de Justin Kerr, edición del autor.

Figura 3.17. Detalles de los personajes con tocados. a) K2698, aquí se presenta al buitre del 95
tocado con una serpiente en la boca; b) en K2781 el personaje porta un hacha en lo que se
señala como una escena sacrificial; c) K7021 presenta a un individuo con lo que parece una
flor y una pequeña ave sobre ella; d) en K3247 se puede observar al personaje con una
trompeta de caracol en una escena de danza; e) K1775; f) K8176 muestra al personaje en
una escena de presentación de lo que parece un cautivo; g) en K8242 el individuo parece o
portando una máscara o es una de las representaciones de buitres artesanos en una corte
real, como se señalan Beliaev y Davletshin 2014; h) K4336; i) y j) son detalles del ajuar de
los personajes presentes en K4464; k) K1338 y m) K1365 presentan los detalles de los
personajes con tocados de un ave identificable como un buitre por la silaba ti sobre el pico,
l) K5002 presenta una decoración muy similar a otros ejemplos de tocados de buitres
listados. Tomado de la Colección de Justin Kerr. Edición del autor.
Figura 3.18. Posible representación de buitre en el Cuadrángulo de los Pájaros de Uxmal. 96
Se presenta un delineado “crudo” de los relieves. Fotografía: Marisol Ley, edición del autor.

4
Índice de Tablas

Tabla 3.1. Tabla comparativa en las que se pueden ver el ancho de las 70
marcas presentes en las muestras óseas, separadas por elemento y
especie, así como las medidas diametrales de los maxilares (picos) superior
(sup) e inferior (inf), de los individuos de buitres (separados por especie)
que fueron medidos.

Tabla 3.2. En la tabla se puede observar la descripción de las fases de 76


interacción entre buitre y las carcasas de las que se alimentan.

5
Agradecimientos

La realización de una tesis jamás se hace solo ni sin apoyo de una única persona.
Mediante estas palabras, me gustaría agradecer a aquellas personas que se
merecen ser reconocidas como parte importante de la realización de esta tesis.

Para comenzar, creo que la persona más importante es mi madre, quien se


encargó de sacarnos adelante a mis hermanas y a mí, aun cuando nada parecía
apuntar a que ello sería sencillo. Ella ha sido el motor que impulsó muchos de mis
logros y a alcanzar muchas de mis metas, y lo más importante, sin ella yo no
estaría aquí.

En segundo lugar, la persona más importante es el Dr. Christopher M. Götz.


Él fue quien se encargó de mostrarme que el camino de la arqueología es más
que solo mediciones y excavaciones, sino se trata de una ciencia que merece toda
la atención que sea posible, ya que, como él dijo en una ocasión: “Quienes
piensan que la labor del arqueólogo es solo medir albarradas, es porque no han
percibido la verdadera dimensión de la ciencia”. Su apoyo como mentor me hizo
una mejor persona en muchos sentidos posibles, con sus comentarios sarcásticos
y puntos de vista acertados respecto al trabajo, las salidas de campo de las cuales
era común escuchar que “si sobrevivías a una salida de campo con el Dr. Götz,
sobrevivías a cualquiera”; y el sentido de que por más tonto que pueda sonar un
tema de investigación, siempre habrá algo interesante que leer de él. Dedico este
trabajo a su memoria.

Quisiera agradecer al Dr. Andrea Cucina por la inmensa labor que


probablemente significó el poner en buen camino lo que no supe como enderezar
durante mucho tiempo. Sin su ayuda, esta tesis no hubiera estado completa en
ningún sentido, ni futuro próximo. Las pequeñas palabras de ánimo, consejos y
comentarios sobre este trabajo fueron más útiles de lo que cualquiera pudiese
pensar.

A mis amigos, Francisco, Mariano, Karla, Eduardo, Fabrizio y Eloísa, que de


cierta forma hicieron que me pusiera a trabajar en la tesis y dejara de estar

6
vacilando con otros muchos proyectos en los que estábamos inmiscuidos, porque
ya era demasiado malo el escuchar la temible pregunta de “¿Y cómo vas con la
tesis?”. Sin esa pregunta, uno no siente la presión ni la pena por el trabajo
pendiente, así que siempre es muy útil que te digan eso. Je.

A la Colección Zoológica del Campus de Ciencias Biológicas y


Agropecuarias, que me permitieron el análisis de los especímenes de buitres que
tenían en ella para poder continuar con el estudio, al tener medidas exactas de los
animales reales.

A la Unidad Universitaria de Inserción Social Rancho Hobonil, y al


encargado, Santos Hoil, que facilitaron las diversas estancias que se hicieron en el
lugar para la observación de los especímenes vivos y los experimentos, que
proporcionaron valiosos datos para la realización de esta tesis.

A Eduardo Puga, por el apoyo dado para el intento de traducción de los


pasajes del códice Madrid, que, si bien al final fue innecesario por la existencia de
otras traducciones realizadas por gente más capaz que yo en el campo de la
epigrafía (Gabrielle Vail y Christine Hernández), sus observaciones y comentarios
fueron más de lo esperado de cualquier otro profesional ajeno a mi investigación.

A Marisol Ley, que siendo compañera del laboratorio fue quien aportó
valiosa ayuda y comentarios en la realización de esta investigación.

A los buitres, porque por más raro que pueda parecer, su constante
presencia a mi alrededor mantuvo muy presente la realización de este trabajo. Su
involuntaria mirada sirvió para recordar la atenta mirada de mi profesor ante el
hecho de las largas pausas que hubo entre el tiempo de trabajo y el que dediqué a
otros tópicos.

Y en general a todo aquel que de forma directa o indirecta haya participado


o motivado este trabajo de tesis, que tomó más tiempo del que debió, pero que,
ante cualquier idea, fue concluida de forma satisfactoria, dejando el campo abierto
al poder embarcarse en nuevas aventuras y vivencias.

7
Introducción

Los buitres en general han sido observados por distintas culturas como

mensajeros de los dioses, tomando como ejemplo los rituales tibetanos de

“entierros al aire libre” (Ma Ming et al 2016), o como se descubrió, su papel dentro

de un método de castigo en la cultura moche del Perú (Donnan y McClelland

1979; Verano 1986: 134; Verano 2001: 176). En el área mesoamericana no parece

que fuera distinto.

Para los mayas la idea de las alas llevó a idealizar a las aves como

representantes directos del Tamoanchán, del reino celeste (nombre acorde a

Rivera Dorado et al. 2004: 25) en el que residían los dioses diurnos; pero al que

las aves no se limitaban, ya que no solo se les puede observar durante el día.

Bien sabemos de la existencia de la llamada “ave moan”, ave mítica

nocturna, la cual se discute si se trata de un águila arpía o de un búho la

contraparte del mundo real; o de las guacamayas rojas, que a modo de “fénix

maya” se les relacionaba con el sol, dando como resultado las múltiples

discusiones actuales respecto al Vucub Caquix del Popol Vuh como una versión

del dios viejo del sol, o de la “Ave Deidad Principal” como la misma Vucub Caquix

(Rivera Dorado et al 2004). Los buitres no debieron estar exentos, como

seguramente muchas otras aves, de estos pensamientos.

Esta investigación se plantea resolver la pregunta “¿cuál fue el papel de los

buitres durante la época prehispánica maya?” Esto se estudiará desde dos

vertientes:

8
 La parte zooarqueológica, que se fundamenta en la evidente intromisión de los

buitres en los basureros, y la observación, durante la temporada de campo

2014 del proyecto de investigación sobre Tafonomía que dirigió el Doctor

Christopher Götz, de la alteración de especímenes experimentales usados

para la generación de marcas de consumo por parte de distintos animales, esto

permitió constatar que al ser carroñeros los buitres generan dispersión de

piezas óseas. Esto generó una serie de preguntas relacionadas con este

apartado: ¿dejarán los buitres marcas identificables para determinar su

intervención en los procesos tafonómicos que afectan los cuerpos en

descomposición?, y de ser así, ¿afectan los hábitos alimenticios, y por ende la

posibilidad de hallar marcas, los distintos estados de descomposición por los

que atraviesa la carcasa antes de pasar a formar parte de la litósfera?, ¿cómo

pudo esto afectar a las poblaciones mayas prehispánicas? La última pregunta

se apega a una de las cuestiones de investigación del mismo proyecto de

Tafonomía, al este tratar de la razón por la cual las colecciones óseas

recuperadas de basureros prehispánicos parecen contener una menor cantidad

de elementos óseos de lo esperado, a pesar de presentar tiempos de

habitación bastante considerables. Esto, además, podría determinar las

características de la intromisión de los buitres, para poder entender mejor los

contextos no solo de los basureros, sino también rituales, algo conectado al

siguiente punto.

 La parte mítica, en cambio, se enfoca en investigar si los mayas habrían visto

de forma común a los buitres, ¿qué habrían significado estos para los

pobladores del área maya? Desafortunadamente, es imposible saber de forma


9
directa lo que las culturas pretéritas pensaban, pero siendo el arte una forma

de plasmar el pensamiento cultural, ¿existen representaciones de buitres

dentro del área maya? ¿qué connotaciones poseen?

Tomando como referencia que muchas de las ideas actuales suelen ser

adaptaciones y reflejos de costumbres pasadas, y siguiendo la línea de algunas

investigaciones realizadas anteriormente respecto a los buitres, en su rango

biológico y de interacción humana, se plantea como hipótesis que los buitres,

siendo carroñeros, y siendo observados en la actualidad alimentándose de la

basura producida por la acción humana (Iñigo-Elias 1987) en los alrededores de

las ciudades, estos serían vectores de la dispersión ósea en conjuntos de tipo

basurero en la época prehispánica, siendo estos, en conjunto con los perros (Ley

Lara 2018), causantes del descenso de los volúmenes de elementos óseos en las

colecciones arqueológicas recuperadas de conjuntos habitacionales. Siendo un

ave común para las poblaciones prehispánicas, su valor cultural pudo ser el de

ave de mal agüero debido a su conexión con la muerte y el inframundo, y aun así

manteniendo su papel divino, compartiendo la propiedad celeste con otras aves,

por su misma habilidad de volar (de la Garza 1995, Haenn et al 2014).

Para ello, se requerirá del uso de la zooarqueología y tafonomía, que son el

estudio de la relación humano-fauna y la rama de la paleontología que se encargar

del estudio de las formaciones de contextos fósiles, respectivamente, así como de

la iconografía y de las representaciones artísticas.

Esta tesis de investigación dividirá el proceso en 4 capítulos, en los que se

abarcarán distintos procesos de la misma y los modos en los que se realizarán:

10
En el Capítulo 1 ahondará en lo dicho en esta introducción, el marco

histórico de la investigación, qué se ha hecho y qué se sabe. Se hablará de la

parte biológica del ave, y qué la hace ser lo que es. Posteriormente, se inicia la

división del trabajo en dos partes, un apartado Zooarqueológico, donde se hablará

de qué es la zooarqueología, así como las investigaciones sobre buitres

relacionadas a esta temática; el segundo apartado será la parte simbólica,

recopilando la información escrita respecto a los buitres, señalados en libros

históricos, mitos, o algunas aproximaciones anteriores.

En el Capítulo 2 se hará muestra de los modos en los que se buscará

generar los especímenes a analizar para la investigación, la metodología, así

como los marcos teóricos en los que se basa el trabajo. Esto implica una división

temática, como se observa en el capítulo 1, y que se mantendrá durante el

siguiente capítulo.

Se ha planteado que el hallazgo de estas interacciones se podría encontrar

en marcas presentes en huesos recuperados de basureros, siendo estos una

posible fuente de alimento para los buitres, como se mencionó anteriormente. La

metodología de obtención de muestras se hará con base en el modelo de

experimentación actualista, y que los especímenes generados en los

experimentos puedan ser comparados con muestras óseas recuperadas de

depósitos tipo basurero; así como la conceptualización de lo que la “iconografía”

abarca, y como el estudio de esta aplica para el entendimiento de la posible visión

mítica del buitre desde el mismo contexto en el que se le presenta.

11
En el Capítulo 3 se mostrará una recopilación de los especímenes

obtenidos, así como el análisis correspondiente a estos mismos, generando los

datos que se usarán para la sustentación del último capítulo. Esto implica la

recuperación de las muestras obtenidas de la experimentación, su análisis en

busca de marcas que puedan señalar la alteración causada por buitres, y la

posterior comparación con materiales arqueológicos; así como el muestreo de la

presencia de los buitres dentro de las representaciones artísticas y epigráficas, los

contextos de estas mismas, y las significaciones que se les han dado, siendo

sometidas a discusión en el siguiente capítulo.

En el Capítulo 4 se hará una recopilación de toda la información obtenida

tanto del marco histórico como de los hallazgos realizados durante la

investigación, y se someterá a discusión, contrastando todas las fuentes de

información, para así dar una posible aproximación a lo que el buitre pudo

significar para los mayas del periodo prehispánico.

12
Capítulo 1. Antecedentes.

La zooarqueología es una rama de la arqueología que se encarga de estudiar la

interacción de los animales y humanos, mediante el análisis los restos

esqueléticos de animales excavados en sitios arqueológicos (Emery 2003: 1;

Corona et al. 2010: s165; Reitz y Wing 2010: 1). En esta rama de la arqueología

se han desarrollado distintas investigaciones, entre las cuales destaca la

arqueología ambiental, que busca el entendimiento de la relación humano-medio

ambiente, y posteriormente realizar estudios científicos más centrados en restos

de animales como el entendimiento de los patrones de consumo y caza, los

modos de obtención de alimentos cárnicos, así como los procesos de

domesticación de los animales que ahora son parte fundamental de la dieta actual

(Emery 2003: 4 – 11; Reitz y Wing 2010: 1 – 10).

La disciplina comenzó a ser estudiada en Mesoamérica entre mediados de

los años 20 y principios de los 30 del siglo XX, cosa que contribuyó a que tuviera

más auge, dado que se buscaba comprender la relación de las culturas

prehispánicas con su medio natural, esto con base en lo hallado durante las

excavaciones, propiciando nuevos trabajos que incluían la participación e

identificación ósea de cada espécimen. En años más recientes se funda el

Laboratorio de Arqueozoología del INAH en la Ciudad de México, al cual le

siguieron la fundación de otros laboratorios regionales del INAH, así como la

creación del Laboratorio de Zooarqueología, en la Facultad de Ciencias

13
Antropológicas de la UADY (Emery 2003: 1 – 4 Corona et al. 2010: 165; Götz

2013).

La diversidad de temáticas que abarca la zooarqueología es bastante

amplia, y se han trabajado muchos de estos temas en México; por ejemplo, en el

campo de la domesticación animal, se han realizado investigaciones respecto a

los perros, pavos, y abejas, entre otros. Los datos aportados por las

investigaciones arqueológicas, iconográficas y revisión de los cronistas, hacen

pensar que la mayor parte de los animales domesticados en la zona de

Mesoamérica trata de aves, usadas principalmente por su canto, su apariencia o

bien, por el alto valor que sus plumas pudieran poseer (Rodríguez Galicia y

Gómez Peña 2003; Valadéz 2003a, 2003b).

Para cuestiones de tafonomía (otra rama anexa de la zooarqueología y la

paleontología), se han realizado estudios arqueológico-tafonómicos en varios

lugares de México, pero destaca la poca presencia de este tipo de estudios en el

área maya. Las investigaciones tafonómicas suelen enfocarse en marcas y

procesos que han afectado a los huesos animales (Montero 2008; Götz 2014a),

aunque en recientes fechas se ha puesto mayor atención en los huesos humanos.

En recientes fechas se realizó un proyecto financiado por el Consejo Nacional de

Ciencias y Tecnologías de México (CONACyT) acerca de problemáticas

tafonómicas, encabezado por el Dr. Götz, y el Laboratorio de Zooarqueología de la

UADY, titulado “Estudio tafonómico de muestras arqueofaunísticas prehispánicas

de las tierras bajas Mayas del norte – una comparación entre perfiles costeros y

de tierra adentro”, finalizado en Febrero de 2015, del cual se desprendieron varios

14
artículos (Götz y Cárdenas 2015; Ley Lara et al. 2015; Ley Lara y Götz 2016) e

investigaciones de tesis (Chávez Lizama 2014; Rodríguez Moo 2015; Cárdenas

Cervantes 2016; García Paz 2016; Ojeda Rodríguez 2017; Vela Padilla 2017; Ley

Lara 2018).

Entre los enfoques de las investigaciones tafonómicas se encuentra el de la

cuisine maya, término tomado del francés “cocina” para referirse a la forma de

preparación para consumo de la carne y como esta preparación afecta al hueso en

composición y marcas, así como los restos hallables. Una de estas

investigaciones es la que realizó Coral Montero (2008) acerca de los restos

hallados en Chinikihá, discerniendo que las elites al parecer preferían asar sus

alimentos, a diferencia de los comoneros, quienes solían hacer caldos. Götz

(2007a, 2007b, 2008a, 2008b, 2012a, 2014b, 2014c) ha hecho una revisión de los

modos de consumo de los mayas con respecto a los animales. En ello, plantea

que al parecer la domesticación se hizo innecesaria, dado su exitoso modo de

obtención de recursos proteínicos por ser la caza más exitosa debido al sistema

de “cacería de jardín” (Garden-hunting), obteniendo tanto materiales vegetales

como cárnicos en un mismo punto (Götz 2014b, 2014c).

Si bien no hubo domesticación a gran escala como en Europa, se propició

una mayor obtención de animales por medio de la caza, la forma de ser

preparados y los patrones de consumo por taxón son diferentes al momento de

compararlo con respecto a diferentes zonas del área maya. Todo parece apuntar a

un consumo inverso entre sitios costeros y sitios de tierra adentro, donde se

consideran los animales de tierra adentro como bien suntuoso y son los

15
comoneros quienes consumen los recursos marinos como fuente primaria de

carne, y de forma inversa en los sitios de tierra adentro, donde son los taxones

marinos lo consumido por los grupos de alto estatus (Götz 2007a, 2008a, 2009,

2012b).

En tanto a las investigaciones acerca de la cosmovisión hacia los animales,

se pueden citar trabajos como el de Yolotl Gonzáles (1991), que realizó un

diccionario acerca de los animales y términos, sus significados o implicaciones o

historias, que se usan en la cosmovisión de diferentes grupos culturales de

México. También Mercedez de la Garza (1984) se enfoca en lo que representaba

y representa en la actualidad la serpiente para los pueblos mayas, como lo son el

mito de la creación, los monstruos y seres fantásticos con características de

serpiente, los dioses, y las representaciones iconográficas arqueológicas que

existen, así como ritos y prácticas que aún persisten.

Cómo hemos visto, las investigaciones alrededor de la zooarqueología en el

área maya han tenido enfoques muy variados, desde los patrones de

aprovechamiento de diversos sitios y comparaciones entre sitios de diversas

zonas en base a lo hallado en acumulaciones de deshecho o rellenos

constructivos (Masson 1999; Götz 2007a, 2007b, 2008a, 2008b, 2012), así como

trabajos en torno a animales específicos y sus usos o relaciones con los humanos

(De la Garza 1984; Arias 2004; Ramos Novelo 2009; Vargas 2012; Ley Lara

2018).

16
Perspectiva biológica y situación actual del buitre.

Los catártidos son la familia de aves que engloba a los géneros que este

estudio seguirá, debido a su comportamiento alimenticio y su presencia en la

cosmovisión maya. Son conocidos ampliamente por su capacidad para consumir

carroña o carne en proceso de descomposición, y el término de la familia

(Cathartidae) se traduce del griego como “los que limpian”, debido a su consumo

de carroña. Esta familia incluye a las siete especies de buitres del continente

americano. Estos se incluyen en cinco géneros, de los cuales son de interés para

esta investigación son los Cathartes, Coragyps y Sarcoramphus. La distribución

total de las 5 especies listadas se extiende desde el sur de Canada, durante el

verano, y Tierra de Fuego, en la parte más al sur de Argentina (Peterson y Chalif

1975: 25).

Las especies que se pueden hallar en el área maya son cuatro, en

diferentes densidades poblacionales. Las dos especies más comunes son el

zopilote negro (Coragyps atratus) y el zopilote pavo o cabecirrojo (Cathartes aura)

(MacKinnon 1989: 48 – 51). En menor medida se puede hallar al zopilote rey

(Sarcorampus papa) y el zopilote sabanero (Cathartes burrovianus) (Peterson y

Chalif 1975: 25 – 26; Howell y Webb 2004: 175). Los zopilotes peninsulares son

aves rapaces, o sea, que se alimentan de carne, particularmente de animales

muertos y en descomposición. Son animales con la cabeza y la parte superior del

cuello sin plumas, con la piel verrugosa y de colores llamativos (a excepción del C.

atratus), con alas largas especializadas en vuelos a gran altura, de colores

17
predominantemente negro o blanco (Figura 1.1) (Peterson y Chalif 1975: 25;

Howell y Webb 2004: 174).

Figura 1.1.- Ejemplos de Cathartes aura (izquierda) y Coragyps atratus (derecha), las especies
más comunes en el área del a península de Yucatán. Fotografías: Julián Dorantes y Mariano del
Olmo. Colección de autor.

Al buitre, en general, se le conoce en maya como ch’oom, kuch, ah ch’om o

uxcil, haciendo referencia casi directamente al zopilote-pavo o cabecirrojo

(Cathartes aura) (Barrera Vásquez: 1980: 39, 139, 418; de la Garza 1995: 81 –

82). Al parecer los términos Batab y Ahau servían para nombrar al zopilote rey

(Sarcoramphus papa), además de los títulos de nobleza que suelen señalar (de la

Garza 1995).

Alrededor del mundo ha habido diferentes investigaciones y discusiones en

torno a los buitres, tanto con respecto a su papel como ser biológico que habita en
18
un medio ecológico como a su conservación. Del mismo modo se ha discutido el

papel de los buitres en el ámbito de lo humano, tanto de forma física como seres

biológicos que interactúan en un medio con el ser humano, así como en el ámbito

de lo imaginario.

En África, Asia y Europa se han realizado investigaciones en fechas

recientes alrededor de los buitres de la zona debido a la alta tasa de mortandad

que se ha estado presentando. Debido a la introducción de agentes humanos

(como el uso del Diclofenaco en reses, o líneas de alta tensión en espacios

abiertos) (Ledger y Annegarn 1981) en el habitad de los buitres, éstos suelen

verse afectados por severas heridas, patologías y la caza excesiva, dificultando su

subsistencia, además de la imposibilidad de que estos sean reintroducidos a la

naturaleza si tienen la fortuna de ser hallados y tratados. Esto ha ayudado a que

se tenga una visión más amable de estas aves, dada la función esencial que

tienen para el medio ambiente como controladores de plagas y enfermedades

(Koenig 2006, Marín-Arroyo y Margalida 2011; Dupont et al. 2012; Young et al.

2014). Al parecer, de hecho, se documentó el aprovechamiento de esta ave por

habitantes de la península itálica, durante la Edad de Bronce, por sus plumas, por

el hecho de que éstas son muy grandes y el que su carne no es consumible en

absoluto. Esto se sustenta por el hallazgo de restos óseos de una especie de

buitre (no identificado, posiblemente Gyps sp o Aegypus sp) durante una

excavación del sitio de La Starza, en la zona central de la península itálica,

durante la Edad de Bronce (Albarella 1997).

19
Registro zooarqueológico

En cuestiones arqueológicas, foráneas al área de trabajo de esta tesis, se

puede mencionar los trabajos en la Bahía de Panamá, donde se reporta la

presencia de dieciocho especímenes de zopilote rey (Sarcorampus papa) en el

sitio de Bahía de Parita, lo cual haría un total de al menos diez individuos

presentes en las excavaciones. Esta ave fungió, al parecer, como modelo

importante para las diversas vasijas del periodo Cerro Juan Díaz (200 a.C. – 1600

d.C.), en la Bahía de Parita (Cook et al. 2013: 521). Dado que estos buitres son

muy comunes alrededor de los asentamientos humanos, podría ser que éstos (los

zopilotes rey, S. papa) hayan sido cazados para evitar que sean un problema

debido a su cantidad, además de tener presencia bastante prominente en la

cerámica y en los mitos de Costa Rica y Panamá.

En Sudamérica, podemos encontrar referencias a los buitres en la cultura

Moche del Perú. Los Moche fueron una cultura que se desarrolló en la costa norte

del Perú entre los 100 a.C. y 700 d.C. En el arte representado en las vasijas que

fueron descubiertas en entierros de dignatarios, pueden observarse escenas en

las que personas son sacrificadas y devoradas por buitres, presuntamente

cóndores (Vultur gryphus) y zopilotes rey (Sarcoramphus papa), como parte de un

tipo de castigo. Se cree que dicho sacrificio ocurría porque representaba un

castigo para los médicos o curanderos, cuando éstos dejaban morir a alguien por

ignorancia, aunque cabe la posibilidad de que no solamente se haya referido a

personas de estas profesiones, sino a criminales acusados de rebelión o traición

(Verano 1986: 134; Donnan y McClelland 1979; Verano 2001: 176).

20
Encontrar restos esqueléticos de estas aves en el contexto arqueológico del

área maya es poco común. Álvarez y Ocaña (1999: 40 - 41) hacen una revisión de

los restos arqueológicos que se pueden encontrar en la colección que posee el

Laboratorio de Arqueozoología del INAH, y entre ellos mencionan la aparición de

restos óseos de aves de la familia Falconiforme, señalando la presencia de restos

extraídos en varios sitios, acomodándolos por taxón. Los autores señalan la

presencia del C. atratus en la cueva de Tepeyolo, en Puebla, y en la extracción

que se realizó en el Cenote Sagrado de Chichén Itzá durante los años 70; la

presencia del C. aura en Tlatelolco, como ofrenda, y restos del mismo, asociados

a estructuras en Calakmul, Tlalpizáhuac (en el Estado de México), y durante los

trabajos del metro de la Ciudad de México. El S. papa solo ha aparecido en el

Cenote Sagrado de Chichén Itzá, y dado que no se trata de un lugar en el que

abunde, porque se encuentra normalmente sobre los 1200 msnm, probablemente

se trata de importación para sacrificio (Álvarez 1976: 35; Álvarez y Ocaña 1999:

41).

Götz y Stanton (2013) reportan el hallazgo de restos de zopilote negro en

un entierro en Yaxuná, proponiendo que se trata de un individuo sacrificado. El

haber incluido a esta ave en el entierro podría estar relacionado con el sacrificio a

manera simbólica (2013: 226). También se señala la presencia de restos de

zopilote rey (Sarcorampus papa) en caches de Tikal que datan del periodo

Clásico. Se niega que estos pudieron servir como ofrendas de comida, pero su

utilidad pudo versar en la coloración presente en las plumas y la piel del cráneo

(Álvarez y Ocaña 1999: 40 – 41; Moholy-Nagy 2004: 199).

21
Registro iconográfico

La recopilación de las imágenes de lo que presuntamente son buitres

dentro de la iconografía maya, permite observar las características principales de

los buitres en este tipo de representaciones.

Mediante el análisis que se hace de la iconografía donde se presentan

diferentes representaciones de las que parecen ser las aves tratadas en esta

investigación, se observan ciertos patrones que se pueden relacionar con el ave

real. Esto implica una relación directa entre comportamiento y aspecto, reflejado

en la presencia del ave en ciertas escenas dentro de vasijas tipo códice o los

mismos códices (de la Garza 1995: 9).

Dentro de las representaciones “naturalísticas” de los buitres, se les puede

observar como aves presentes en escenas de muerte y cacería, de color negro y

en algunos casos, con detalles en blanco y rojo en alas y cabeza,

respectivamente, lo cual podría significar una pauta para señalar la presencia de

las dos especies de buitres más presentes en el área maya, el C. atratus y el C.

aura (para ejemplos de vistas áreas, figura 1.2). Así también, en algunas de las

representaciones de ésta índole, se puede observar un detalle o adorno en la

parte superior del pico del ave que recuerda mucho a la cresta que posee el S.

papa; pero desafortunadamente esto parece responder a una cuestión

cosmológica más que de representación real del ave, debido a que cuando este

adorno aparece, no se presenta con la coloración natural que poseen los zopilotes

rey, que incluye el azul, el rojo, el amarillo y el naranja. También, hay que aclarar

que no hay forma de diferenciar al C. aura del C. burrovianus dentro de las

22
representaciones artísticas, debido a su nula diferencia, más allá de la morfología

de su cráneo y pico, y su coloración naranja y amarilla.

Figura 1.2. Representación gráfica de cómo se observan las alas al vuelo de los diferentes tipos de buitres, y
en donde se puede apreciar los detalles blancos de las del C. aura (3) y el C. atratus (5). Imagen tomada de
Howell y Webb 1995.

En cuanto a las representaciones míticas, se puede a observar a individuos

antropomorfos, con cabezas de buitre, que presentan el adorno sobre el pico, y

además hacen presencia en escenas de corte o en el inframundo, o como un caso

especial, bailando bajo lo que se interpreta como lluvia. Se le reconoce como

buitre por su pico con la punta curva, la prominencia de las fosas nasales que

presentan los zopilotes cabecirrojos, y su cabeza desprovista de plumas.

Mercedes de la Garza (1995) y Seler (2004, originalmente publicado entre

1909 y 1910) realizaron trabajos importantes con respecto a este tema. De la

Garza (1995: 82), en su libro sobre aves, indica que para la sociedad maya

prehispánica fueron el zopilote rey y el negro quienes fungieron como aves

simbólicas. Menciona que, al parecer, por su connotación nocturna se

relacionaban con el inframundo y con la diosa de la Luna. Indica también una

posible relación con los medios acuáticos por la forma en la que está representado

23
este animal en el códice de Dresde, y que estos medios acuáticos son de

connotación negativa, dado que también al buitre se le relaciona con la guerra y la

muerte. Otra relación que pudo tener ésta ave es con el sacrificio ritual, dado que

posiblemente se consideraba que tenía relación con los dioses al alimentarse

también de carne humana de muertos y sacrificados (de la Garza 1995: 87).

Seler (2004: 178), en su libro acerca de la identificación de animales tanto

en los códices mayas como centromexicanos, además de identificar buitres en los

códices provenientes de la zona centro del país, señala que por su aspecto “calvo”

(sin plumas en la cabeza) y arrugado, pudo haber sido asociado a la vejez y, por

tanto, a las bebidas embriagantes. Se le menciona también siempre ataviado con

una especie de tocado o moño de cintas (Seler 2004: 179–180). Asimismo, se le

identifica por una cresta roja en la cabeza, a modo igualmente de mechón de

plumas.

Estas identificaciones coinciden con las realizadas por Tozzer y Allen

(1910) acerca de los animales identificados dentro de los códices mayas. Cabe

destacar que algunas de las identificaciones realizadas entre Tozzer y Allen

(1910), de la Garza (1995), y Seler (2004) suelen repetirse, pero en otras

ocasiones hay contradicciones acerca de la misma identificación de estas aves

dentro de sus obras.

Al parecer, los buitres tienen relación con la muerte, como es normal pensar

debido a sus hábitos alimenticios, y esto lo relaciona con los sacrificios. El

sacrificio es un motivo bastante común en el arte prehispánico mesoamericano.

Esto es visible en los códices mayas existentes, como el Dresde, en el que

24
aparece devorando las entrañas o los ojos de venados (Figura 1.3) y personajes

sacrificados.

Figura 1.3. Representación de un buitre alimentándose de un venado, se puede apreciar la extracción de los
intestinos por el ano, y el sangrado, debido a que, al parecer, es una presa de cacería fresca, y se observa los
detalles blancos de las alas, así como la cara con arrugas y la fosa nasal sobre el pico del buitre. Imagen
tomada del Códice Tro-Corteseano.

También parece que poseen una relación con lo ritual y las elites

gobernantes, esto debido a su presencia dentro de imágenes palaciegas y durante

rituales, tales como la aplicación de enemas (Figura 1.4), en las que parecen tener

una participación activa. Es importante aclarar que la aplicación de enemas, como

en muchas otras culturas, tiene un motivo religioso, en el cual se suministran

drogas psicoactivas (De Smet 1985), y sus efectos formarían parte de rituales

mágicos o religiosos, con los chamanes o brujos en un estado de trance debido a

estas sustancias aplicadas por éste medio (De Smet 1985).

25
Al parecer, también poseían una correlación cercana a los personajes

importantes de la sociedad maya, debido al hallazgo de títulos importantes o

presencia en nombres, tocados, e indumentaria de gobernantes (Benson 1996;

Atwood 2013), que hacen una clara referencia a la relación de estas aves a los

símbolos de la realeza, ya que se puede usar el símbolo de una cabeza de buitre

para señalar el grado de “ajaw” (que probablemente se pueda deber a que se trata

de “águilas viejas”, como lo plantean Benson 1996 y Seler 2004), y en las escenas

de corte real, donde se puede observar a los gobernantes mayas acompañados

por personajes antropomorfos con cabezas de buitre, identificado con las

características antes descritas, o como parte de la indumentaria y tocados de

algunos de los personajes presentes (ejemplos del Catálogo, en línea

www.mayavase.com, de Vasos estilo Códice de Justin Kerr 2014: K555, K8242,

K8479, K8817, K1775, K2698, K3247).

Figura 1.4. Se puede observar a dos buitres sobre una escena de aplicación de enema, una práctica ritual
(Benson 1996). Imagen tomada de la base de datos de Justin Kerr. K1550.

Como bien han señalado de la Garza (1995) y Benson (1996), también

poseen, al parecer, relación con la lluvia y la agricultura, ya que se le cree que

estos son guardianes de los campos de cultivo, así como que tienen cierta

26
conexión con el fuego de los incendios que se realizan durante el periodo de

sequía, debido al sistema agrícola de tumba-roza-quema. Igual, se cree que

(Benson 1996: 4) el humo que se desprende de esta práctica es el cual genera las

nubes de lluvia, y esto lo relaciona con la misma, como también se puede

observar en el códice Dresde, mismo que también se menciona en cierto pasaje

del Chilam Balam (Barrera 1989: 58). Reflejo de esto es que en la actualidad se

comenta que el ver a los buitres volando en círculos, además de significar, como

bien se sabe, el que han encontrado una fuente de alimento, se cree que es

porque así están llamando a la lluvia. En este sentido, es imposible no pensar en

el sonido de los truenos cuando se escucha el batir de sus grandes alas,

diseñadas para levantar rápidamente el vuelo y planear a grandes alturas (Gill

2007).

Hay una característica presente en la gran mayoría de los buitres que se

puede encontrar en los códices, y esta es la presencia de un adorno sobre el pico,

que tiene una gran similitud con la silaba “ti”, la cual suele insertarse sobre la

apertura nasal que se ve en sus representaciones, o símbolos parecidos (figura

1.5). Esto parece ser una característica presente, del mismo modo que sucede en

las representaciones centromexicanas con el “lazo” que llevan en su cuello los

buitres iconográficos (Seler 2004).

27
Figura 1.5 Ejemplos del silabograma ti (A) en el Códice Dresde, como personaje (B) en el pico sobre la fosa
nasal, y en forma de logograma (C).

Por sus características físicas, se le puede relacionar con la vejez, debido a

que se le presenta con la característica de que es arrugado o posee “poco pelo”,

además de que en algunos sitios también se les conoce como águilas viejas

(Benson 1996), y estas dos especies no siempre son claramente separadas una

de otra. Este tipo de representaciones de arrugas en el área de la cabeza puede

ser observada en algunas imágenes de los códices, así como en relieves en

algunas estructuras, como en Mayapán, donde se observan figuras de estuco

modelado en la subestructura del “Castillo de Kukulcan”, los cuales poseen nichos

en los que fueron hallados restos de cráneos que se presume podrían ser parte de

rituales de veneración, o como señal de victoria sobre los enemigos de la ciudad

(Milbrath y Peraza 2003: 16 – 21; Serafin y Peraza 2008: 241 - 244). Entre las

figuras destaca una que muestra a un ser esquelético y descarnado que es

28
flanqueado por dos aves que se presume son buitres y guardan cierto parecido

con los que se pueden observar en los códices, en el Dresde más precisamente

(Milbrath y Peraza 2003: 18). Cabe señalar que ambos ejemplos de buitre guardan

un parecido tan cercano que llega a hacer pensarse que el Códice de Dresde

podría haber sido escrito en el mismo Mayapán durante su etapa temprana (1200 -

1250 d.C.) (Lee 1985: 34; Milbrath y Peraza 2003: 18). Todas estas

representaciones dan cuenta clara de la importancia que poseía el buitre dentro de

la sociedad maya, debido a su relación con la muerte y el inframundo, lugar que

una de sus acepciones habitaba.

También, su papel como posible limpiador de restos orgánicos le daría ese

grado de importancia, volviéndose, junto con los perros, una enorme herramienta

para conservar la sanidad dentro de los espacios mayas, al alimentarse de la

materia en descomposición presente principalmente en los huesos, reduciendo

cualquier cosa que produzca mal olor y la proliferación de microorganismos, a una

sustancia blanquecina que suele inundar las zonas de alimentación como un

testigo de su presencia y actividad dentro del nicho ecológico que llegaron a

ocupar.

Registro histórico

Los registros escritos que se tienen de estas aves llegan a los tiempos coloniales,

durante los cuales los clérigos y demás cronistas se dedicaban a realizar escritos

dirigidos a la realeza para que conociera las nuevas tierras que se habían

29
conquistado en su nombre. Así mismo, también se tiene registro de historias que

giran en torno a estas aves desde el punto de vista del imaginario, y al parecer, las

tradiciones populares ligan de forma mítica a los comportamientos naturales de

esta ave, en forma de justificante ante los mismos caracteres negativos, esto no

significando que en la época prehispánica fuera de la misma forma.

Ermilio Abreu Gómez (1985), en su recopilación de cuentos infantiles,

menciona acerca del buitre dos historias en las que se “explican” ciertos

comportamientos de estas aves. La primera historia dice:

“En cierta ocasión un príncipe ofreció un banquete con ricos manjares. En

cuanto el zopilote vio las mesas servidas, dio aviso a las demás aves para que

aprovecharan aquella pitanza. Acudieron y, atropellándose, en un santiamén

devoraron todo. Pero en eso vinieron los guardias y las aves alzaron el vuelo y se

escondieron en el bosque. Por confiar en sus alas, el zopilote se retrasó, cayó

prisionero y así pagó por las demás. Los guardias lo pintaron de negro, le raparon

la cabeza y lo condenaron a comer carne podrida y así vive hasta hoy” (Abreu

Gómez 1985: 64).

Esta, se presenta de forma muy similar en la recopilación de La Bastille (1964:12 -

14), mientras que en la segunda se describe una conversación entre un zopilote y

un águila:

“[…] Pero como el zopilote se quedó callado el águila le preguntó: ¿Y tú

qué comes? El zopilote contestó: - Yo como animales muertos. El águila le dijo:

¡Qué horror! ¿Y no te da vergüenza profanar a los muertos? El zopilote replicó: -

30
Más me avergonzaría profanar a los vivos. El águila le contestó: - Tu maldad

merece desprecio. Y el zopilote le dijo a punto de que tomaba vuelo: - Prefiero tu

desprecio a tu elogio.” (Abreu Gómez 1985: 65).

Fray Diego de Landa (1984) en su Relación de las Cosas de Yucatán da la

descripción de lo que seguramente se trata de un C. aura:

“Hay aves muy carniceras que llaman los españoles auras y los indios

kuch, las cuales son negras y tienen el pescuezo y cabeza como las gallinas de

allá, y el pico larguillo con un garabato. Son muy sucias: casi siempre andan en los

establos en lugares de la purgación del vientre comiéndolas y buscando carnes

muertas para comer. Es cosa averiguada no habérsele hasta ahora conocido nido

ni saber dónde crían por lo cual dicen algunos (que) viven vidas de doscientos

años y más, y otros cree (que son) los verdaderos cuervos. Huelen tanto la carne

muerta que para hallar los indios los venados que matan y se les huye heridos, no

tienen remedio sino subidos en altos árboles mirar a donde acuden estas aves, y

es cierto hallar allí su caza” (de Landa 1984: 147).

También menciona que para el año Cauac, se hacía cierto ritual para evitar el mal

agüero, y este implicaba el usar una imagen de un hombre muerto con un zopilote

(al que llama “kuch”):

“… Tomaban la imagen en un palo que llamaban yaxek, y ponían a cuestas

de la imagen una calavera y un hombre muerto, y encima un pájaro carnicero

31
llamado kuch, en señal de mortandad grande, pues por muy mal año tenían éste”.

(de Landa 1984: 77 – 78).

Quizá en esto haya alguna referencia a lo que se puede ver dentro de uno de los

códices mayas, en donde se puede observar a un hombre muerto, un árbol, que al

parecer es una ceiba, que emerge de su vientre cortado, y un buitre jalando uno

de sus ojos, en la punta del árbol.

Otro de los cronistas españoles que hace referencia a los buitres, desde su

aspecto natural, es José de Acosta (1979: Capítulo 37) en su “Historia Natural y

Moral de las Indias”, que menciona a las aves con sus características naturales,

pero desde el punto de vista andino:

“Al contrario, los que llaman cóndores son de inmensa grandeza, y de tanta fuerza,

que no sólo abren un carnero y se lo comen, sino a un ternero. Las auras que

llaman, y otros las dicen gallinazas, tengo para mí que son de género de cuervos:

son de extraña ligereza, y no menos aguda vista; para limpiar las ciudades y calles

son propias, porque no dejan cosa muerta; hacen noche en el campo en árboles o

peñas; por la mañana vienen a las ciudades, y desde los más altos edificios

atalayan para hacer presa. Los pollos de éstas son de pluma blanquizca, como

refieren de los cuervos, y mudan el pelo en negro.” (Acosta 1590: 284; Acosta

1979: 204)

En el Chilam Balam de Chumayel, aparece mencionado como relacionado con la

muerte hacia los señores de Chichén Itzá, durante la profecía del 13 Ahau:

32
“Se regocijará Ah Ektenel, El-de-la-flauta-negra, frente a los grandes

montones de calaveras, y vendrá el zopilote ávido y voraz a sacar los ojos a sus

Señores en medio de violentas muertes” (Barrera 1989: 70).

Además, se le menciona en las profecías de guerra señaladas por Hunab Ku a los

Ah Kines:

“Cuando venga ese tiempo, aquí, al centro del país llano Maycu, Venado-

tecolote, Mayapan, Venado-estandarte, la dicha Siyancaan, La-famosa, a esta

provincia que tendrá el nombre de Yucatán como se le dirá cuando venga distinta

enseñanza en otro katún que ha de pasar de regreso por vuestros pueblos. Pero

no sólo ha de ser su lugar aquí, sino también entrará el zopilote a las casas y será

también el tiempo de la muerte violenta a las gentes y animales” (Barrera 1989:

72).

También tiene una mención como ave celeste que trae lluvia, de muerte, en la

profecía del 3 Ahau:

“Años vendrán de langostas, años fieros de lluvias fingidas, de lluvias de

hilos delgados, escasa. Guerras y apedreamientos. Suspendidas estarán las

vasijas de barro durante la carga que soporte la generación de Maax, Mono,

cuando haya llegado el juez del cielo a cargar el katún y haga doler durante siete

años las grandes hojas del silil y haga arder con fuego de llamaradas los cuernos

del Yuc, Venadito, en Ixcaansihó, Faz-de-nacimiento-del-cielo. Extendida estará

entonces la piel del Chacbolay, pero volteada en medio de la plaza. Pek, Perro,

33
será su aspecto. Lluvia colgada del cielo, lluvia de lo muy alto, lluvia del zopilote

celestial, lluvia angulosa lluvia de venado [victimas], cuando bajen las grandes

hojas del silil; bullir de guerra y años de langosta. Suspendidas tendrá sus vasijas

de barro durante la gran carga, el linaje de Maax, Mono” (Barrera 1989: 58).

Thompson (1930: 130–132, 1975: 439) señala que hay una historia acerca de una

relación entre el sol, la luna, el lucero de la mañana y el rey zopilote (no haciendo

referencia al S. papa), donde la luna escapa montada en un zopilote, que la lleva

con el rey zopilote quien la tomó como su amante, para luego ser abandonado al ir

el sol en busca de su esposa.

Cabe destacar la existencia de diferentes fotografías en las que se puede

observar perchados en los techos de algunos edificios, como el antiguo edificio del

mercado Lucas de Gálvez, y que aun en la actualidad se les puede observar

dando vueltas en el cielo, como si se tratara de que hayan encontrado una fuente

de alimento, pero en pleno centro, o perchados en diferentes edificios altos de la

ciudad y su centro histórico.

En la Ciudad de Mérida existe mención del nombre popular de estas aves.

El uso de estos nombres surge como parte de la conservación de las tradicionales

nomenclaturas dadas a las esquinas de los principales cuarteles del centro de la

ciudad (Muñoz 2000). Las que hacen mención de los catártidos son las esquinas

del Zopilote, que se identifica como el zopilote negro (Coragyps atratus) en los

cruzamientos de las calles 65 por 70, y la del Chombo (posible deformación

34
castellanizada del “Ch’oom” maya), identificado como el zopilote pavo (Cathartes

aura) en los cruzamientos de las calles 52 por 63 (Muñoz 2000).

De hecho, se cuenta una leyenda urbana acerca del por qué el nombre “del

Zopilote” a la esquina de la 65 por 70. Esta fue publicada por el periódico Milenio

Novedades (Amer 2012, en prensa) en la que se relata la historia de un exmilitar

español que vivió en el siglo XVIII, quien poseía por mascota un cóndor o buitre,

que disfrutaba el consumo de carne humana tanto como su dueño, quien había

vivido con caníbales durante algún momento de su vida. Otra versión, en el mismo

artículo señala el que un ex corregidor de indios y excapitán militar había sido

muerto por la aparición de un buitre que se posó sobre el cuerpo de un hombre

moribundo que había acudido a la puerta de su domicilio.

35
Capítulo 2. Marco Conceptual, Materiales y Métodos.

En parte de la investigación que se realiza en este proyecto, se pretende utilizar

varias técnicas tomadas de distintas vertientes de los estudios arqueológicos.

Como ya se mencionó anteriormente se usarán dos principales ramas como ejes

de la investigación: la zooarqueología y la iconografía.

Algo a señalar es el hecho de que se trabajará con base a la situación que

surge debido a la interacción entre animales y humanos, o los restos de estas.

Como la cultura humana ha sido preponderante en ello, se ha visto la presencia de

domesticación, que muy probablemente haya comenzado su vida como un

comensalismo (donde solo una especie recibe un beneficio de otra, sin causar

grandes perjuicios o daños hacía la otra especie, en este caso animales pre-

domésticos a humanos), que pasó a ser una domesticación a la que también se le

añadirían cargas culturales, como lo es el misticismo o la religiosidad. Esto muy

probablemente debido a acumulaciones de restos que atrajeron, por ejemplo, a

lobos que se alimentaban de ellos, para después haber pasado a ser perros a

quienes se les destinaba estos restos (Valadez 2003: 18 – 23).

En el caso particular de nuestro sujeto de estudio, los buitres (y esta es la

idea con la que se realiza parte de esta investigación) pudieron verse beneficiados

de las acumulaciones humanas que eran resultado de los procesos de

aprovechamiento realizadas por las comunidades hacia otras especies animales,

esto permitiendo una especie de mutualismo, en donde se prevenían

enfermedades, debido a la presencia de estas aves en los basureros,

36
alimentándose de fuentes potencialmente infecciosas y perjudiciales, como lo son

los restos orgánicos en descomposición, para los seres humanos que habitarían

cerca, como bien señaló José de Acosta para la situación andina (véase capítulo

1).

Parte de la zooarqueología se ha dedicado a investigar estas

acumulaciones de restos de aprovechamiento faunístico, los cuales han sido

definidos, para el área maya, como pilas de residuos del uso diario, como son

tiestos cerámicos, fragmentos de pedernal y obsidiana, y grandes cantidades de

huesos de animales, lo cual sugiere que se trata de basureros donde se

acumularon restos de comida (Götz 2008b: 67, 2011: 46). Estos se pueden

entender en forma y composición por medio de la ubicación y “nivel social”,

además de ayudar a la identificación de áreas de actividad (Schiffer 1972, citado

en Götz 2008b: 67).

Se cree que muchas de estas acumulaciones están determinadas por la

situación socioeconómica de las personas que habitaron la zona residencial de la

que se formó la acumulación estudiada, y esto significa que, en un basurero

formado por un lugar de estatus alto, habría una mayor cantidad de restos óseos,

derivados de un mayor consumo de carne en comparación con una zona

residencial de estatus bajo, donde se consumía muy poca carne, derivando en una

menor cantidad de presencia ósea (Götz 2011). Esto llevaría a pensar que, si las

acumulaciones de descarte de la elite poseen una mayor cantidad de restos

óseos, podrían atraer más a los buitres que las que poseen poco material óseo, y

37
probablemente sobre-explotado, cosa que dejaría con poco que aprovechar a los

posibles buitres que buscarían su alimento en los basureros.

La zooarqueología tratada en esta investigación tiene como parte esencial a

trabajar los estudios de tafonomía respecto a la intrusión de los buitres como

agentes tafonómicos, en búsqueda de posibles marcas en los huesos, así como el

rastreo de estas marcas en restos arqueológicos. La temática iconográfica

abarcará una comparación y análisis de los ejemplos de buitres iconográficos que

han sido listados por autores pasados, y se buscará una posible interpretación de

su contexto y significado mítico.

Apartado zooarqueológico y tafonómico

En la actualidad, el trabajo zooarqueológico ha comenzado a incluir en sus

análisis a la tafonomía como una herramienta para la determinación de la utilidad

que se le dio, ya sea como fuente de alimento, herramienta, o deshecho, y qué

factores han afectado a su composición para que las muestras sean reducidas en

comparación con la posible cantidad real de restos que hayan sido depositados

después de su periodo de utilidad (Reitz y Wing 2010: 117 - 152).

La tafonomía se definió en un principio como una rama de la paleontología

que estudia los procesos de formación de contextos fósiles, esto incluyendo todos

los posibles factores que pudieran afectar a los especímenes óseos que hayan

llegado a conservarse y recuperarse. Esta rama de la paleontología fue constituida

por Efremov (1940; Lyman 1994; Behrensmeyer et al. 2000; Muñoz 2001) quien la

38
definió como “el estudio de la transición de los restos animales de la biósfera a la

litósfera”, siendo posteriormente redefinido como “el estudio de los procesos de

preservación y cómo estos afectan la información en el registro fósil”

(Behrensmeyer y Kidwell 1985).

Estos procesos se conocen como deposicionales, postdeposicionales y

diagénicos. Ellos implican los diferentes grados de alteración que pueden tener los

restos animales al momento de ser depositados, después de ser depositados, y al

pasar a la litósfera, todo antes de ser hallado por el científico que estudiará de

alguna forma lo que estos restos pueden representar (Lyman 1994: 5 – 6;

Behrensmeyer et al. 2000; Muñoz 2001: 4 – 7). Estos estudios son parte

fundamental para la zooarqueología dado que sus hallazgos permiten a los

especialistas determinar por qué y por cuales procesos ha transitado o

posiblemente transitó el espécimen antes de llegar a su gabinete para ser

estudiado e interpretado (Lyman 1994: 7 – 8; Muñoz 2001: 11 – 12).

Los trabajos realizados en Latinoamérica en torno a esta rama de la

paleontología han sido comunes en las regiones más al sur del continente

americano (p.e. Cruz 2008; Muñoz et al 2008), pero en México, y para ser más

precisos, en el área maya, han sido casi nulos. Bajo esta premisa se inserta el

Proyecto de Tafonomía dirigido por el Dr. Christopher Götz y en el que se enmarca

esta investigación. Esto es, el trabajo de corte actualista para entender las

afectaciones que pudieron sufrir los fósiles antes de ser recuperados. Este ha sido

un modo en el que se ha recopilado información, tanto como observación, para

tener un registro natural de lo que afecta a una carcasa o cómo esta se encuentra

39
al ser resultado de la acción de lo que se investiga (p.e. Andrews y Whybrow 200;

5 Muñoz 2008), así como los experimentos para tener muestras sin mayor

alteración que la que se busca (p.e. Payne y Munson 1985), como es lo que esta

investigación trata (Kowalewski y Labarbera 2004).

En este caso, hay que tomar en cuenta que el proceso de alimentación por

parte de los animales siempre deja ciertos rastros que pueden ser identificables

bajo las medidas correctas de observación y toma de muestras. Si bien no en

todos los casos estas huellas son plenamente presentes o reconocibles como

tales, hay la idea del hallazgo de ciertos patrones.

En cuestión de la alimentación por parte de las aves, y en este específico

caso el de la alimentación por parte de los buitres, hay ciertos aspectos a tomar en

cuenta: se tratan de animales que no manipulan del todo sus fuentes de alimento,

debido a que no poseen más que las patas para proveerse una ayuda respecto a

lo que represente su alimento; así como el hecho de que las marcas de

alimentación bien podrían ser confundidas con otras marcas o que sean perdidas

bajo la creación de otras marcas.

Anteriormente se han realizado estudios respecto a la alimentación de

depredadores mamíferos, y las egagropilas de ciertas especies (Bochenski 2005)

o acumulaciones óseas por partes de aves, como lo son los buitres barbados

(Martín-Arroyo y Margalida 2011). Un punto destacable respecto a esto es la

presencia de un tipo de marca que se ha presentado en cráneos, la cual se cree

es debido a picotazos (Montalvo y Tallade 2010: 423 y 425). Esto aunado a la

clara referencia al modo de alimentación de las aves rapaces (en donde se

40
insertan los taxones aquí estudiados a pesar de su “no-tan-cercana” relación

taxonómica), que se describe como que “suelen romper y desgarrar” (Blasco 1992:

169), nos da una idea del cómo se alimentan y qué comportamientos dejarían

posibles marcas dentro de los restos óseos a analizar.

La realización de experimentos para este apartado contempla la idea de

discernir de marcas dejadas por otros factores como carnívoros de otra índole

(Andrews y Nesbit 1983; Blasco 1992: 82 – 94; Muñoz et al. 2008), o factores

ambientales como intemperísmo (Behrensmeyer 1978), y poder separarlas de las

probables marcas realizadas por los buitres al momento de alimentarse.

Experimentos entorno a estas aves se han realizado anteriormente, algunos más

orientados a la descripción del comportamiento de las aves (Reeves 2009;

Spradley et al 2012; Dabbs y Martin 2013), y en pocas ocasiones han señalado la

presencia de marcas en los restos óseos (Domínguez-Solera y Domínguez-

Rodrigo 2011;).

Se realizaron experimentos actualísticos para el mejor entendimiento del

comportamiento de los buitres al momento de alimentarse, así como para la

obtención de muestras para la búsqueda de las posibles marcas de carroñeo por

parte de buitres, para poder compararlos con muestras arqueológicas en busca de

las mismas. Anteriormente al experimento principal, se recuperó un cráneo de

cerdo que se utilizó originalmente como carnada para atraer jaguares, y que

fortuitamente terminó siendo “carroñeada” por buitres, y de lo cual se obtuvo una

secuencia fotográfica muy completa, que se sometió a análisis para el diseño del

experimento principal.

41
La secuencia fotográfica consiste en una escena donde se ve la cabeza de

cerdo (Sus scrofa) que sirvió como señuelo, originalmente con la idea de atraer un

jaguar u otro animal carnívoro al lugar para poder captarlo y captar mejor su

comportamiento al momento de alimentarse. La cámara trampa captó

parcialmente el comportamiento de los buitres a la hora de alimentarse de un

cadáver. Se puede observar cómo miembros del equipo están colocando la

carnada, para que casi de forma inmediata al dejar el lugar, un zopilote cabecirrojo

(C. aura) haga su llegada, observando la carnada y tomando su tiempo para

examinar la cabeza de cerdo (figura 2.1).

Figura 2.1 Se puede observar la situación del contexto a la llegada de los primeros especímenes de C. aura a
la zona. Fotografía de Cámara Trampa.

Comienza a alimentarse de la carne expuesta en la zona occipital de la

cabeza, mientras utiliza su pata para sostener la misma desde el ángulo del

rammus de la mandíbula, y así evitar que se mueva al momento de que arranca la

carne con su pico. Posteriormente su comportamiento hace pensar que algún otro

animal rondaba la zona, dado que mantenía su cabeza erguida y da pequeños

42
picotazos al rammus, mientras que un segundo zopilote cabecirrojo llega, para

después de un tiempo de observar alimentarse al primero, lo desplaza y comienza

a alimentarse de la parte posterior de la cabeza, y la oreja, para el momento

donde un tercer individuo llega. Este tercer buitre al parecer rondará la zona

entrando y saliendo del cuadro constantemente, mientras que el segundo buitre

continúa alimentándose de la carne expuesta de la parte posterior del cráneo, en

zonas cercanas al foramen magno y el ángulo del rammus.

Se da la llegada de un cuarto buitre cabecirrojo que ronda junto con el

tercero la zona y entra y sale del cuadro, hasta que procede a extender sus alas

para exponerlas por completo al sol, práctica que se ha referido al que con esto

limpian cualquier microorganismo que pueda estar en sus plumas, por medio del

calor que absorben las mismas, debido a su color.

La situación continua hasta que uno de ellos desplaza al que se alimentaba

en ese momento para alimentarse él, y ser rondado por los otros dos en el cuadro

de las fotografías. Este proceso se sigue repitiendo, con el mismo proceso de

alimentarse del tejido muscular presenten en la parte posterior del cráneo, así

como en la zona del rammus, en conjunto con el cuerpo maxilar, cosa que no

descarta a los músculos linguales y la lengua misma.

El proceso antes descrito cambia ante la aparición en cuadro de un zopilote

negro (C. atratus), quien aparece primero en solitario, para luego proceder a

desplazar de forma bastante agresiva a los C. aura, dando un total de tres buitres

negros en cuadro (figura 2.2). Aun siendo rondados por buitres cabecirrojos, los C.

atratus se alimentan en pareja y de forma bastante más agresiva que los C. aura.

43
Estos buitres, que son más pequeños, se ayudan no solo de las partes donde el

tejido muscular ya está expuesto, sino que además utilizan aperturas como la

boca o los ojos.

Figura 2.2 Arribo de los C. atratus, los cuales desplazan a los C. aura del sitio de alimentación. Fotografía de Cámara
Trampa.

Ante la aun vigilancia de los C. aura, los zopilotes negros los ahuyentan aún

más, batiendo alas, hasta quedar en cuadro solo la pareja que hizo su aparición y

ahuyentó a los primeros buitres cabecirrojos de la secuencia fotográfica.

La secuencia llega a un punto en el que la cabeza queda sola en cuadro,

hasta que reaparece un buitre negro que sigue alimentándose de la piel y las

fibras musculares de los maxilares. La cámara deja de captar lo que sucedía

durante un tiempo, dado que la posición del sol cambia abruptamente, y aún está

la presencia de buitres negros en cuadro, que se siguen alimentando de las

mismas zonas de la cabeza.

44
Casi al final de la secuencia, vuelve a cuadro un buitre cabecirrojo que se

presenta muy cerca de la cabeza, y ante la atenta vigilancia de la nueva pareja de

buitres negros que se aprecia en cuadro, da un picotazo y decide solo rondar la

zona de alimentación, y dar un picotazo de vez en vez.

El buitre cabecirrojo desaparece ante la llegada de otros dos buitres negros,

en donde mientras dos rondan la cabeza, otros dos se alimentan de ella. La

secuencia termina después de mil seiscientas diez fotos que tomó la cámara antes

de que su tarjeta de memoria se llenara.

Posteriormente el cráneo y la mandíbula inferior son recuperadas, por

separado y en distintos tiempos. Fueron hallados en un estado de afectación por

meteorización no muy avanzado, pero sí afectado por hongos, mohos y líquenes

(figura 2.3).

Figura 2.3 Cráneo y mandíbula de S. scrofa, recuperados después de la secuencia fotográfica obtenida con la cámara
trampa. Fotografía del autor.

Con este material y tan detallada secuencia gracias a la colección

fotográfica, se procedió a idear una manera de tener marcas aisladas de cualquier

otra variable que pudiera interferir con la búsqueda de las marcas de consumo que
45
se necesitaban para la investigación presente, esto mediante experimentación

actualística.

El experimento constó de una observación en el sitio de alimentación del

comportamiento de los buitres mientras se alimentaban, así como el análisis de los

restos óseos recuperados posteriormente. Éste tuvo lugar en un área que en el

pasado fungió como punto de alimentación para ganado mayor, el cual se

mantenía cercado, en la reserva natural presente en la Unidad de Inserción Social

Rancho Hobonil, de la UADY, en el municipio de Tzucacab, al sur del estado de

Yucatán. Para la instalación del punto de observación se utilizaron telas pintadas

de camuflaje, así como cámaras de alta resolución, la carnada se ató a un poste

mediante alambre galvanizado, y este se encontraba bajo un gran árbol de “pich”

(Enterolobium cyclocarpum) que proveía sombra al lugar (figura 2.4).

46
Figura 2.4 Punto de observación instalado, y poste del cual se amarró la carnada. Fotografía del autor.

Como carnada para los experimentos se utilizaron porciones esqueléticas

con restos de tejido muscular, estas siendo dos extremidades delanteras

completas, que incluían hasta la escápula, una columna vertebral (sin las

vértebras caudales) de cerdo (Sus scrofa) de un peso total de siete kilogramos, un

pollo (Gallus gallus) completo y sin vísceras, con un peso de dos y medio

kilogramos, y dos conejos (Oryctolagus cuniculus spp) adultos de entre dos y

cuatro kilogramos.

47
Figura 2.5. Estado final de la columna vertebral de S. scrofa después de que los buitres se fueran de la zona de
observación. Fotografía del autor.

Para el registro de las actividades durante la observación se utilizó una

ficha que constaba de catorce páginas que buscaban el detallar todo lo sucedido

durante el periodo de estancia en el punto de observación. (Véase Anexo 1).

Durante y después del experimento se utilizaron las porciones óseas que

fungieron como carnada, también como muestras de control de intrusión. Tanto el

esqueleto de G. gallus, como una de las extremidades y la columna vertebral de S.

scrofa (figura 2.5) fueron solamente consumidas por los buitres, conservando una

de las extremidades para el control de marcas por la presencia de otras especies

silvestres, al igual que los conejos. Este análisis se realizaría con apoyo de

estereoscopios, así como utilización de diversos ángulos de iluminación para la

48
visualización de las marcas en el hueso, y poder identificar cuales estarían

causadas por los buitres.

Los hallazgos derivados de estos experimentos se compararían con restos

faunísticos arqueológicos recuperados de contextos tipo basurero, en el cual se

hallan grandes cantidades de este material, basándose en rasgos tales como tipo

de hueso y afectación por factores antrópicos. Esto es, pensar en cómo el hueso

pudo haber sido depositado en el basurero, para considerar qué tan probable haya

sido la interacción de los buitres con los especímenes arqueológicos de descarte.

Considerando la probabilidad de que las marcas que se busquen en los

huesos de basurero deberían encontrarse en las porciones más proclives a

contener carne una vez pasado el proceso de aprovechamiento, sea extrayendo la

carne de las porciones que más la contengan antes de recibir algún proceso de

cocinado, o posterior a este, habiendo sido cocinada la carne con el hueso, los

resultados de estos experimentos contribuyen a generar una idea sobre las

marcas de aprovechamiento por parte de buitres, así como la generación de

muestras a analizar para la posible obtención de las marcas generadas por estas

aves. Aun no se ha considerado el investigar si los buitres sienten atracción por el

material termo-alterado (entiéndase como cocinado), pero se ha señalado que

ellos circundan los campos de cultivo durante la época de quemas, debido a que

se alimentan de los animales muertos y “cocidos” que ésta práctica deja a su paso

(Benson 1996).

Para esto, la investigación se enfoca en los restos óseos recuperados de

los basureros y acumulaciones de la llamada Serie Inicial del sitio de Chichén Itzá.

49
La Serie Inicial de Chichén Itzá y su basura

Chichén Itzá es un sitio icónico para el ideario colectivo de muchas

personas que han escuchado acerca de la palabra “maya”, y que saben que se

trata de una ciudad construida por una antigua civilización “desaparecida”, cuando

la realidad es en muchos sentidos diferente a esta concepción. Se trata de una

ciudad maya prehispánica que tuvo su apogeo durante el Clásico Terminal, su

decadencia para el Postclásico Temprano, y que desarrolló una hegemonía

gracias a la gradual pérdida de poder de otro sitio magnánimo como lo es Uxmal

(Cobos 2004). Chichén Itzá controló rutas marítimas (Gallareta et al. 1989; Cobos

2010) y mantuvo una relación directa con el centro de México, cosa que se cree

derivó en la arquitectura “maya-tolteca” o “Itzá” tan discutida en la actualidad1.

Desde los primeros trabajos de Edward H. Thompson, posteriores a la

compra de la hacienda en la cual se encontraba el sitio (Brunhouse 1989: 169 –

176), y las exploraciones que se realizaron anterior a ello, Chichén Itzá ha sido un

punto referente para las investigaciones arqueológicas. Los primeros trabajos

sistemáticos conducidos por investigadores de la Carnegie Institution, dieron como

resultado un gran corpus de datos y materiales que mostraron la gran importancia

que ésta ciudad llegó a tener durante su época.

Posteriormente, y con un método de trabajo enfocado a preguntas de

investigación, y no como buscadores de “tesoros”, arqueólogos del INAH y otras

instituciones comienzan los trabajos a partir de la segunda mitad del siglo XX.

1
Cabe destacar que el autor no señala que coincida con una u otra idea, sino que más bien se utilizó el
término “maya-tolteca” por practicidad.

50
Trabajos como los de Cobos (2004, 2010) y Schmidt (2005, 2007), entre otros,

permitieron conocer a fondo el sitio, su extensión, su patrón de asentamiento, y

más.

Entre estos trabajos se encuentran las excavaciones que se realizaron en el

área conocida como Chichén Viejo, por descripciones de Thompson, pero que en

la actualidad se le conoce como de la “Serie Inicial”. Se trata de un grupo

arquitectónico que se encuentra al sur del grupo principal, y que se conecta a él

mediante los sacbes 25 y 26. En él se pueden hallar grandes edificios como el

Templo de la Serie Inicial, el Palacio de los Falos, la Casa de los Caracoles, la

Casa de los Búhos, o una plataforma circular a la cual se le anexaron garras,

cabeza y cola, a modo de representación de una gran tortuga (Schmidt 2005,

2007: 179 - 193).

Dentro de los trabajos que se realizaron en estas temporadas se recuperó

una gran cantidad de material de desecho, que incluía grandes cantidades de

material osteológico, que será el material arqueológico que servirá de punto de

comparación entre las marcas halladas en las muestras experimentales, con un

contexto tipo basurero.

El término de “basurero” se ha referido normalmente en estudios realizados

por investigadores angloparlantes, los cuales utilizan la palabra “midden” para

referirse a acumulaciones de desecho, utilizado bajo otros propósitos, como

rellenos constructivos (Chase y Chase 2000). Es bastante lógico pensar que,

debido a las condiciones perecederas, así como lo peligroso de algunos

51
materiales de desecho (huesos, fragmentos y polvo de lítica y cerámica), estos se

movieran de lugar para evitar afectaciones sanitarias, así como accidentes.

Se ha sugerido que mediante el estudio de estos depósitos se puede

entender claramente el patrón de consumo de algunos bienes, como lo son la

carne animal (Götz 2011), y el estatus socioeconómico de las personas que

habitaran en los alrededores.

Si bien los basureros constituyen una fuente de información bastante

concisa en el entendido del consumo, hay que tomar en cuenta que estos pueden

estar altamente alterados por acción de diversos factores tafonómicos, y que las

acumulaciones de restos pueden tener razones más naturales que antrópicas,

causados por el arrastre de agua (Andrews y Whybrow 2005), o por animales que

se alimentaron en un punto específico (Laroulandie 2005; Marín-Arroyo y

Margalida 2011) y esto propició la acumulación de los restos faunísticos (en dado

caso).

La metodología de análisis consistió en el determinar qué especímenes

podrían ser sujetos a ello, considerando las características expuestas en las

distintas fases del proceso de consumo por parte de los buitres. Esto significa que

los huesos a analizar deberían tratarse, principalmente, de huesos largos que

pudieron tener (en mayor o menor medida) restos cárnicos en sí, después de

haber sido sujetos a los procesos de carnicería.

Esto implica que los huesos de las extremidades (fémures, húmeros, ulnas,

tibias, etc.), sobre todo de megafauna y mesofauna, serían el blanco del análisis.

52
Para esto, se analiza la colección rescatada de las excavaciones

correspondientes, que se tiene bajo resguardo en el Laboratorio de

Zooarqueología de la UADY. Estas son 4 cajas que contienen los restos obtenidos

durante las excavaciones entre 1998 y 2003, con un total de 4002 elementos, los

cuales han sido sometidos a un proceso de discriminación para obtener elementos

óptimos para el análisis en busca de las posibles marcas provocadas por buitres.

Apartado iconográfico y cosmológico

La iconografía se ha planteado como el estudio de las imágenes, dibujos y

demás material plástico que representa personajes y escenas de las culturas

pretéritas. Panosfky ha definido a esta materia como “la rama de la historia del

arte que se ocupa del contenido temático o significado de las obras de arte en

cuanto a algo distinto de su forma” (1939: 3). Estas representaciones e

interpretaciones iconográficas han sido de gran ayuda para el entendimiento de

temas dentro de lo social, religioso, político y doméstico de las civilizaciones

antiguas.

El mismo Panosfky ha detallado parte de la metodología que se debería

seguir al momento de hacer un análisis iconográfico:

“• Descripción preiconográfica: consiste en una descripción de los elementos que

integran las obras, de las expresiones y los gestos de sus protagonistas. Para este primer

paso tan sólo precisamos de la utilización de nuestros sentidos.

53
• Análisis iconográfico: implica la identificación de las imágenes, las historias y las

alegorías de la obra. Este segundo paso será meramente descriptivo, nunca interpretativo.

Para poder llevarlo a cabo con eficacia es necesario tener un bagaje literario y cultural que

nos haya permitido estar familiarizados con estos temas y, de esta manera, poder clarificar

cómo ha variado la manera de representarse a lo largo de la Historia.

• Análisis iconológico: en palabras de Panofsky consiste en «dilucidar la

significación intrínseca o contenido, que se aprehende investigando aquellos principios

subyacentes que ponen de relieve la mentalidad básica de una nación, de una época, de

una clase social, de una creencia religiosa o filosófica, matizada por una personalidad y

condensada en una obra». Si en el proceso anterior, analizábamos el origen y la variación

del tema, en éste lo que hacemos es penetrar en el significado del mismo. (Panosfky 1939:

3 – 17, citado en Gallego 2013: 16)

Para esta investigación se utilizará los análisis iconográfico e iconológico de

esta metodología.

Ahora bien, la cosmovisión ha sido parte importante para la representación

iconográfica de las culturas. Esta se ha tratado desde un punto de vista filosófico

por Heidegger, quien señala que la cosmovisión se trata de “un elaborado que

pertenece totalmente en su sentido de sustancia, de referencia y de ejecución a la

estructura fundamental de la experiencia fáctica de la vida.” (Heidegger 1993: 10,

citado en Mueller 2012). Esto es, en otras palabras, la forma de ver y entender la

vida. Y bien se puede decir que el arte es una representación de ello, y la

iconografía se encarga del estudio de estas representaciones.

Para Gonzáles (2001), la relación cosmológica que existe en el área

mesoamericana se puede ver muy claramente en todo el gran folklor existente

54
como reflejo de lo que se tenía en la época prehispánica. Esto se puede deber al

contacto tan común que tenían los habitantes de pueblos y ciudades

mesoamericanas con la naturaleza, y los animales que les rodeaban, cuya

importancia se puede ver reflejada en la utilización de nombres y características

de ciertos animales en cosas tan importantes como el nombre de los días o en

líneas dinásticas, en las que se tiene la unión de animales con seres humanos, así

como el otorgamiento de dones por parte de los animales al género humano,

como lo podría ser la zarigüeya que roba y entrega el fuego al hombre. Estar

rodeados de animales en su entorno natural llevó a los mesoamericanos a darles

un sentido místico, al grado de darles la identidad de dioses dentro de su

concepción del mundo, y esto se puede ver reflejado en la presencia de los

mismos animales como motivos míticos tanto dentro de su religión como de su

arte (González 2001).

En el caso del área maya se han realizado grandes trabajos en torno a esta

rama de la arqueología, y la cosmovisión. Se pueden mencionar los trabajos de

Karl Taube, que incluyen el análisis de los murales de San Bartolo (Saturno et al.

2005, 2010), o de Mercedes de la Garza (1995, 1984), los cuales han incluido

también el realizar interpretaciones de la ritualidad y cosmovisión maya.

Para esta investigación, se liga la cosmovisión a la iconografía, desde una

manera en la que se pueda rastrear e interpretar la iconografía para dar una idea a

la cosmovisión maya.

Anteriormente, Tozzer y Allen (1910) fueron los primeros en trabajar la

cuestión de la identificación animal dentro de los códices, al igual que Seler

55
(2004), que hacía una descripción de los animales y sus características en los

códices mayas y centromexicanos. Posteriormente, de la Garza (1995) hace una

revisión de los animales, así como su posible relación con la cosmovisión maya.

Basándose en estos trabajos, entre otros, el acercamiento metodológico

utilizado en este trabajo se enfoca en el análisis y distinción de las características

iconográficas de los buitres, y en una revisión de su posible papel dentro de la

cosmovisión maya. Esto se comparará con una serie de análisis mítico e histórico

acerca de la percepción de este animal, para así tener una idea de la concepción

que se ha tenido y se tiene de los buitres.

Para esto, se toma a consideración las imágenes identificables de los

códices mayas, así como cerámica estilo códice de la colección de Justin Kerr, y

algunos ejemplos escultóricos como los observables en la estructura Sub-Q162 de

Mayapán (figura 2.6).

Los llamados “Códices Mayas” son una serie de libros manufacturados en

papel amate, cubiertos de yeso o estuco, usados durante la época prehispánica,

de los cuales, solo han sobrevivido cuatro hasta nuestros días: el Dresde, el

Madrid, el París y el Grolier. (Lee 1985; Vail y Hernández 2018)

El Códice Dresde recibe este nombre debido a que fue encontrado en

tiempos más recientes en la Biblioteca del Estado Sajón y Universidad (SLUB, por

sus siglas en alemán) de Dresde, en Alemania. Antes de esto, se sabe de su

adquisición en Viena, en 1739 por parte del Johann Christian Gotze, director de la,

en aquel entonces, Biblioteca Real de Dresde (Lee 1985: 34). Durante la Segunda

56
Guerra Mundial, el códice se encontraba expuesto entre dos cristales, y los

bombardeos por parte de los Aliados provocaron que sufriera daño por agua,

haciendo imposible separar las piezas de vidrio en la actualidad (Velázquez

2016a). Es el mejor conservado de los cuatro, y el más estudiado.

El Códice Madrid, bajo resguardo en el Museo de América en la ciudad de

Madrid, en España, originalmente se trataba de dos piezas separadas, conocidas

como los códices Cortesiano y Tro. La parte más grande pertenecía a Juan de Tro

y Ortelano, y fue publicado por primera vez por el abate Brasseur de Bourbourg en

1866. Esta sección del códice fue adquirida por el Museo de Arqueología de

Madrid en 1888. La otra parte, el “códice Cortés”, fue comprada por el gobierno de

España en 1875. Es León de Rosny quien descubre que era un fragmento del

Troano, y publicado por primera vez de forma completa en 1883 (Lee 1985: 84).

El Códice París, en la Biblioteca Nacional de París (BNP), en Francia, fue

comprado por la BNP en 1832, y Leon de Rosny es quien lo encuentra, envuelto

en un papel con el nombre “Pérez”, que se cree podría hacer referencia a Juan

Pío Pérez, filólogo mayista de principios del siglo XIX (Lee 1985: 144).

El Códice Grolier es más “reciente” respecto a su descubrimiento. Se

encuentra bajo resguardo en el Museo Nacional de Antropología e Historia, en la

Ciudad de México. Fue adquirido en un mercado en México, y se sabe que fue

hallado en una cueva, en el interior de una caja de madera, en compañía de otros

artefactos (Lee 1985; Coe et al. 2015: 118). Durante mucho tiempo se consideró

una falsificación, pero en fechas recientes, un grupo de epigrafistas (Coe et al.

57
2015) han certificado su autenticidad, confiriéndole el ser el más antiguo de los

cuatro códices, a pesar de su sencillez (Coe et al. 2015: 128, 156-157).

En el caso de las imágenes de vasijas estilo códice, se toman

principalmente de la base de datos en línea de Justin Kerr. Se trata de una

colección de fotografías en “roll out” de vasijas y platos realizada por él mismo,

con ayuda de Michael D. Coe a partir de 1972. Esto ha sido publicado en libros, y

ahora se puede consultar en línea en la página www.mayavase.com.

Figura 2.6. Detalle de la representación de un buitre en el Castillo de Mayapán, según Milbrath y Peraza
(2003, 2008). Fotografía: Mariano del Olmo.

Como se ha visto en el capítulo, hablar de buitres en el contexto

arqueológico no es una tarea sencilla, ya que se trata de aves con un sentido muy

específico a la hora de alimentarse, y con ciertas preferencias que pueden o no

58
dejar marcas en los huesos. Si bien, pueden representar un factor importante

dentro de lo que es la alteración de carcasas durante un buen periodo de tiempo

(mientras tengan de qué alimentarse), no hay de alguna forma concluyente el

poder aseverar que algún contexto esté realmente alterado por zopilotes, mientras

no se haga un análisis en busca de las marcas que estas aves dejen en los

huesos, debido a la acción de sus picos y garras. Este es el motivo por el cual se

realizan los experimentos referidos, y el posterior análisis de las muestras

obtenidas, para poder aislar las marcas que estas aves estarían dejando en el

registro osteológico, y así realizar un análisis comparativo de los hallazgos

actualísticos con restos recuperados de contextos de tipo basurero.

59
Capítulo 3. Análisis de Materiales y Resultados.

El presente capítulo de la investigación se encargará de dar a conocer los

hallazgos en torno a las marcas que los buitres podrían dejar en huesos que

hayan formado parte de su alimentación, que normalmente provienen de carcasas

y acumulaciones de basura, de donde pueden obtener materia orgánica de la cual

alimentarse. También se hablará de las representaciones de buitres en el apartado

iconográfico.

Experimentos actualísticos

La recuperación, y el posterior análisis de las porciones anatómicas que fueron

utilizados como señuelos, se realizó bajo la revisión del material escrito,

fotografiado, así como los análisis macroscópicos de los mismos elementos óseos

recuperados de los experimentos. A pesar de los posibles factores que pudieron

incidir en la recuperación y obtención de las muestras, lo presente en las mismas

son un claro ejemplo de las marcas que se estaban buscando, y que se puede ver

reflejado en los resultados.

Entre los muchos hallazgos que se tuvieron dentro de la fase experimental

de la investigación, se pudieron observar las diferencias entre los

comportamientos de los individuos de las dos especies presentes durante esta

fase, el Cathartes aura y el Coragyps atratus.

Durante los periodos de observación se pudo constatar lo ya descrito en

publicaciones anteriores (Reeves 2009; Dabbs y Martin 2013). Después de la

60
colocación de los primeros señuelos (las extremidades y columna vertebral de

cerdo, y la gallina), tomó alrededor de una hora para el arribo de los primeros

individuos de C. aura, quienes se mostraron cautelosos para el descenso al suelo,

donde se encontraban los señuelos. Se mantuvieron en los arboles sobre la zona,

observando los señuelos, aproximadamente veinte minutos, siendo alrededor de

15 individuos. Pasado este tiempo, se dio la llegada de los zopilotes negros (C.

atratus), quienes ahuyentaron por medio de pelea y graznidos a los buitres

cabecirrojos, a pesar de ser más pequeños, posiblemente por ser más numerosos.

Al encontrarse solo esta especie en el sitio, y con un conteo aproximado de

35 individuos de C. atratus, no tardaron en precipitarse sobre los señuelos, los

cuales en cuestión de diez minutos dejaron, casi por completo, sin tejido muscular

a los señuelos (Figura 3.1). Cabe destacar que tuvieron como primera fuente de

alimentación a los señuelos de cerdo, que tenían el tejido muscular expuesto por

completo, para después alimentarse de la gallina, que aún poseía la piel. Las

muestras recogidas posteriormente habían sido movidas del lugar original donde

fueron puestas y congregadas en un ángulo de aproximadamente 90°, ya que

estas se encontraban sujetas al poste por medio de alambre.

61
Figura 3.1. Se observa el proceso en el que los zopilotes negros (C. atratus) se alimentan de los señuelos.
Fotografía del autor.

La segunda colocación de señuelos constó de los dos conejos completos,

con el pelo aún, ya que tenían un día de muertos y habían sido congelados. A uno

se le realizó una incisión en el vientre que dejó expuestos los órganos

abdominales. Estos atrajeron levemente la atención de los buitres, dando como

resultado la presencia de un único individuo de C. aura durante el periodo de

observación correspondiente a este señuelo (con una duración de día y medio,

aproximadamente), el cual se limitó a observar durante una hora y media el

señuelo, hasta que se retiró del sitio. Los señuelos pasaron la noche en el sitio sin

ser alterados de alguna manera, pero dando como resultado la atracción de dos

62
individuos de zopilote negro (C. atratus), quienes se limitaron a observar los

señuelos por alrededor de una hora.

Posteriormente, una visita al sitio en el que se realizó el experimento mostró

la desaparición de los especímenes de conejo, probablemente por acción de

animales que se alimentaron de estos, y que promovieron el transporte de las

carcasas de los conejos.

La recopilación del material fotográfico, las observaciones durante la

realización de los experimentos, así como el análisis de los restos óseos

recuperados, permitieron que se pudiera realizar un estudio comparativo con

materiales arqueológicos. Antes de abordar los resultados arqueológicos, se

mostrarán los resultados del análisis tafonómico de las muestras colectadas.

Análisis tafonómico

Mediante el análisis de lo observado en la secuencia fotográfica y los

experimentos posteriores, se ha logrado hacerse una idea respecto a lo que es el

comportamiento de estas aves, y dilucidar algunas aseveraciones al respecto, ya

que se puede decir que las dos especies observadas son muy diferentes en

cuanto al comportamiento registrado durante la fase experimental.

Los buitres cabecirrojos (C. aura) son más cautelosos, y son los primeros

en captar la presencia de carcasas que les puedan permitir la obtención de

alimento. Esto debido al gran órgano olfatorio que poseen (Stager 1967; Gill 2007;

Grigg et al. 2017). Los zopilotes negros (C. atratus) son más pequeños que los

63
buitres cabecirrojos, pero son más agresivos, y suelen seguir de cerca a estos

para poder alimentarse, debido a que no tienen un órgano olfatorio tan

desarrollado, y se presentan en mayor número que el otro taxón presente en la

zona (Gill 2007; Grigg et al. 2017). También tienen un modo de alimentación más

apresurado, muy probablemente debido a la competencia que los individuos tienen

con otros individuos de su misma especie, así como el atento observar de

individuos del C. aura.

Ambas especies parecen tener una cierta preferencia por los tejidos

musculares y órganos internos, que por la piel, en este caso la gruesa piel del

cerdo, ya que tanto en esta observación como en la obtenida por la cámara

trampa, prefieren la carne expuesta al alimentarse de la piel, así como el hecho de

que en observaciones anteriores se describe que cuando los señuelos están

completos, los buitres suelen comenzar a alimentarse por la boca o el orificio anal

hasta que los órganos internos son expuestos por algún otro buitre u otro animal

carroñero, esto se puede observar tanto en la secuencia fotográfica, como en

fotografías tomadas de lo que al parecer se trata de un animal muerto por

atropellamiento en la carretera donde se captó a buitres alimentándose de la

carcasa de un perro atropellado (Figura 3.2) (Reeves 2009). En el caso de

carcasas de caballo (Equus caballus), con un alto grado de esqueletización

(Figura 3.3), al parecer los buitres se veían forzados a alimentarse de los

remanentes sin pelo de la piel, así como el tejido articular. Esto podría llevar a la

explicación del poco interés que se presentó para los señuelos de conejo que

poseían aun la piel con pelo y no tenían una exposición directa del tejido muscular.

64
Figura 3.2. Podemos observar como un zopilote negro (C. atratus) se alimenta de un perro que murió por
causas que parecen ser inanición o atropellamiento, tratando de arrancar un pedazo de la lengua de la
carcasa. Fotografía realizada por Mariano del Olmo.

Figura 3.3. Contexto del caballo que fue encontrado siendo aprovechado por buitres. Se pueden observar
excretas de los buitres (encerrados en azul) en los alrededores con maleza del lugar, y el poco material
orgánico que resta en la carcasa (las flechas rojas señalan la piel). Fotografía tomada de la colección del
Laboratorio de Zooarqueología FCA UADY, edición del autor.

65
Esto confirma lo ya dicho anteriormente acerca del comportamiento de

estas dos especies de aves, descrito en artículos anteriores (Hiraldo 1991; Reeves

2009; Spraley et al. 2012; Dabbs y Martin 2013; Young et al. 2014).

Ahora bien, los resultados de las observaciones permiten el desarrollar una

escala de interacción entre los buitres y la carcasa que sea el centro de

alimentación en turno. La alimentación se basa en los diferentes momentos

durante la descomposición de un cuerpo animal (o humano). La alimentación en

general de los buitres implicará el tener acceso a los tejidos blandos de las

carcasas, como lo son los órganos internos y los músculos. La misma búsqueda

los lleva a utilizar las aperturas naturales de las carcasas (boca, ano y ojos)

durante la primera fase de la descomposición de un cuerpo completo. Este tipo de

alimentación se ha visto en el modo de aprovechamiento de otros animales

carroñeros como las hienas (Crocuta crocuta) o los leones (Panthera leo) (White y

Diedrich 2012). Un ejemplo del comportamiento descrito pudo ser observado en la

secuencia fotográfica que se obtuvo con base al experimento con una cabeza de

cerdo (Sus scrofa) (véase capítulo anterior), o lo ya referido acerca del perro

muerto en una carretera (Figura 3.2). Esto lo definiremos como la Fase 1 de la

interacción Buitre – Carcasa.

La segunda fase implica la apertura del vientre o algún agujero bajo la piel,

esto provisto por algún otro animal o la misma acción de la descomposición, que

permita el acceso a los órganos internos, más blandos (o en estado de

licuefacción), permitiendo una alimentación más rápida, o de los músculos, que

66
una vez pasado el rigor mortis, se encuentren en un alto grado de

desnaturalización de las fibras proteicas que los componen.

En el momento en el que la carcasa se reduzca al esqueleto articulado y

restos de la piel, los buitres comenzarán a aprovechar los tejidos más gruesos

como la piel seca o los tendones que mantienen unidos los huesos, y esto nos

llevará a la Fase 3 de esta interacción mencionada, cosa que se puede observar

en la fotografía de la carcasa de caballo, referida anteriormente (Figura 3.3). Esta

fase de interacción llevaría a los buitres a dejar las marcas de su alimentación en

las epífisis de los huesos largos, así como los puntos de unión entre otros huesos

irregulares, o planos.

En el caso específico de los señuelos usados para generar las muestras, se

utilizaron los restos de cerdo que ya habían sido aprovechados por humanos,

siendo despojados del tejido muscular en su mayor parte, y manteniendo la

articulación mediante los tendones y cartílagos, cosa que provocó que los

señuelos presentaran marcas de procesamiento carnicero (cortes). Estas se

presentan como marcas sobre la superficie de los huesos, en donde se hicieron

los cortes para extraer los músculos que luego serían fileteados y vendidos a los

comensales de la carnicería donde se obtuvieron las porciones anatómicas

utilizadas como señuelos para el experimento (Figura 3.4).

67
Figura 3.4. Marcas clásicas de carnicería generadas por herramientas de metal. Se puede observar que se
trata de marcas regulares y angostas, a diferencia de las hechas por buitres. A) Detalle de las marcas, B) Foto
general de la pieza ósea, y C) diagrama de la ubicación anatómica. Fotografías del autor, diagrama tomado
de ArchéoZooThèque
(https://www.archeozoo.org/archeozootheque/galleries/file_uploader/pdf/sus_domesticus.pdf).

Esto provocó que, al momento de presentarse los buitres a alimentarse de

los señuelos (lo que posteriormente se llamaría como “las muestras”), fueran

aprovechados de una manera más cercana a una Fase 3 del proceso de

descomposición y aprovechamiento anteriormente mencionado. Entonces, el

aprovechamiento visto durante la observación en campo, siendo este el que los

sujetos buscaran con desesperación los restos de material muscular en los

huesos, sería muy parecido a lo que posiblemente sucedía en la época

prehispánica en las acumulaciones de tipo basurero en las áreas residenciales.

Después del procesar las muestras y analizarlas, se hallaron las que

posiblemente se traten de las marcas que deja el aprovechamiento por parte de

los buitres, o “vulturización”, acorde a la definición de la palabra inglesa,

proveniente del latín vellere, desgarrar. Estas consisten en marcas cóncavas en la

superficie del hueso con un ancho de alrededor de 1 mm, y profundidad, que le da

68
el aspecto de una U, debido a la forma que posee el pico del buitre, con medidas

correspondientes a las presentes en las puntas de los picos de estas aves, que en

el caso de los zopilotes negros, varían entre 0.09 mm y 1.3 mm de ancho, y que

se presenta en puntos donde el pico del ave raspó para obtener tejido muscular

(principalmente) y que va en sentido casi perpendicular al sentido que tienen las

fibras óseas.

La corroboración de la similitud entre las marcas presentes en la superficie

ósea de las muestras y el que se trate realmente de marcas realizadas por buitres

se hizo mediante la comparación de las medidas del pico de especímenes de

buitres, siendo principalmente el Coragyps atratus la especie con mayor relevancia

en la investigación, ya que como se puede ver en la figura 3.1 o en la descripción

de los experimentos, son los únicos buitres que afectaron las muestras

recolectadas.

69
Medidas comparativas entre las marcas y los picos de buitres.

Elemento Óseo Medida(s) de Especie de Buitre Medida de Pico


(especie) Marcas

Tibiotarso Izq. 2.07 mm Cathartes aura 2.03 mm (sup)


(G. gallus) (Individuo 1)
0.86 mm 4.20 mm (inf)

Tibiotarso Der. 0.84 mm Cathartes aura 2.16 mm (sup)


(G. gallus) (Individuo 2)
3.32 mm (inf)

Fémur Izq. 0.78 mm Coragyps atratus 0.93 mm (sup)


(G. gallus)
0.76 mm 3.73 mm (inf)

Fémur Der. 0.71 mm Sarcoramphus 1.29 mm (sup)


(G. gallus) papa
5.46 mm (inf)

Húmero Izq. 0.93 mm


(G. gallus)

Húmero Der. 0.93 mm


(G. gallus)

Illium (G. gallus) 1.09 mm

Escápula (S. 0.95 mm


Scrofa)
1.17 mm

Tibia (S. Scrofa) 0.99 mm

Tabla 3.1. Tabla comparativa en las que se pueden ver el ancho de las marcas presentes en las
muestras óseas, separadas por elemento y especie, así como las medidas diametrales de los
maxilares (picos) superior (sup) e inferior (inf), de los individuos de buitres (separados por especie)
que fueron medidos.

70
Como se puede observar en la tabla 3.1, hay una correlación directa entre

el grosor promedio de las marcas en las muestras osteológicas, así como en el

grosor del pico del espécimen de C. atratus, del cual se tomaron las medidas de

su pico, proveniente de la Colección Zoológica del Campus de Ciencias Biológicas

y Agropecuarias de la UADY.

Las marcas de vulturización, dentro de las muestras obtenidas, suelen

presentarse en huesos largos y planos que permitieran de alguna forma el asir la

porción con las patas para que sus picos rasparan o levantaran lo restante del

tejido del cual se estuvieran alimentando.

Figura 3.5. Se puede apreciar la A) marca de vulturización, como una depresión sobre la superficie ósea, una
B) fotografía completa del espécimen, así como C) el diagrama de la ubicación del hueso con la marca dentro
de la anatomía de un individuo de G. gallus. Fotografía tomada de la colección personal del autor, y
diagrama tomado de ArchéoZooThèque (http://archeozoo.org/download/skl_aves/gallus_gallus_f.png).

El uso del individuo completo de G. gallus implica el poder analizar la forma

en la que los buitres se alimentaron de esta carcasa. El cuerpo del ave había sido

anteriormente procesado bajo los medios tradicionales, que significa que fue

sometido a un baño de agua en ebullición para dejar sin plumas el cuerpo,

71
pudiendo afectar de algún modo a las fibras musculares, y con esto alterar la

presencia o no de las mismas marcas de vulturización (véase Anexo 2 para

catálogo completo de las marcas halladas).

Haciendo hincapié en el hecho de que las porciones anatómicas con mayor

índice de masa muscular son las apendiculares, debido a que su estructura ósea y

muscular es la que se encarga de la locomoción y soporte del individuo, siendo

esto la ubicación de los músculos torácico-braquiales (entiéndase músculos tales

como el pectoral, deltoides, bíceps, etc.), así como los de las piernas (como lo es

principalmente el cuádriceps) (mayormente en el caso de las aves), es posible

señalar que es en estas porciones donde sea más probable el hallar las marcas de

vulturización.

Esto es, en un desglose mayor, el que los músculos de los apéndices

suelen poseer mayor masa por su función como locomotores del cuerpo completo

(alas y patas), como lo son los músculos que insertan entre los huesos escápula,

húmero, esternón, y las costillas, en el caso de ambos apéndices superiores

(patas delanteras o alas), con músculos como el pectoralis major o el deltoideus; y

los músculos que insertan en los huesos de la pelvis, fémur, y tibia (peroné en

caso de existirlo, y el tibiotarso en el caso de las aves), en el caso de los

apéndices inferiores, donde insertan músculos como el gastrocnemius,

femorotibialis o el iliotibialis.

En el caso del señuelo de G. gallus usado para el experimento, las marcas

que aparecen en la muestra, son correspondientes a las inserciones de masa

muscular presente en las extremidades, o sea, las patas y las alas. Esto es el que

72
las marcas, gracias a la menor densidad ósea, aparecen claramente en húmeros,

fémures, tibiotarsos, y en uno de los illium. Este tipo de afectación responde a la

fase 2 de interacción/aprovechamiento de la carcasa por parte de buitres, o

vulturización, esto debido a que no se aprovecharon los orificios naturales del

señuelo, sino que directamente se hizo acopio de los órganos internos y las

porciones musculares presentes en las extremidades. Cabe aclarar que en los dos

casos de los individuos que sirvieron como señuelos para los experimentos, se

trataban de individuos subadultos con un desarrollo óseo incompleto.

En el caso de las piezas de Sus scrofa, solo se registraron marcas en dos

piezas óseas de las muestras, que son la escápula y la tibia. Esto responde a una

fase 3 de vulturización, donde las partes más afectadas son aquellas que poseen

mayor cantidad de materia orgánica aprovechable, como los tendones articulares

que unen la escapula con el húmero, así como la porción de la tibia que participa

en el movimiento de la articulación fémur-tibia, y de la misma forma, los

encargados del movimiento de la articulación de tibia-calcáneo, esto es: una zona

en la cual hay una inserción de músculos muy pequeña, pero que posee una

superficie suficiente como para permitir que las aves arranquen por completo las

fibras musculares, y que además, esta acción propicie el contacto del pico contra

el hueso (para tipología completa, véase tabla 3.2).

Esta idea se refuerza mediante la observación de la secuencia fotográfica

realizada con la cámara trampa, así como un video realizado por la BBC, en el

cual se puede ver de forma muy cercana el modo de alimentación que tiene un

buitre leonado (Gyps fulvus). Su comportamiento es la de tomar la pieza con el

73
maxilar superior, y ayudarse con el maxilar inferior para arrancar y romper las

fibras musculares, o que estas se desprendan del hueso, al mover la cabeza hacia

atrás, una vez asida la porción de carne que puede arrancar.

Figura 3.6. Imagen del video de la BBC, en el cual se puede ver a un individuo de la especie Gyps fulvus
alimentarse. Captura de pantalla del video https://youtu.be/d2z-VFSY86M consultado el 28 de Noviembre
de 2015.

También, se han realizado mediciones en las marcas, así como los picos de

tres tipos de buitres (C. atratus, C. aura, y S. papa), y en los cuales, las medidas

del C. atratus son correspondientes con las medidas de las marcas, que van de

0.9 mm a 1.3 mm de ancho.

Cabe aclarar que estas marcas pueden ser difíciles de suceder u observar

en el registro óseo (ya sea actualístico o arqueológico), debido a la densidad que

los huesos posean en sus estructuras. Otro punto a tomar en cuenta es que

durante el experimento se observaron y se registraron marcas de buitres con un

alto grado de competencia, implicada por la gran cantidad de otros individuos en el

74
mismo sitio de experimentación, esto pudiendo obligar a un comportamiento más

agresivo por parte del ave, haciendo más probables las marcas, del mismo modo

que un perro puede generar mayor o menor afectación debido al estrés de la

competencia o el poco acceso a alimento. También hay que mencionar que las

marcas que no sean claras podrían ser confundidas con alguna otra marca similar,

como lo podría ser la de una raíz lo suficientemente gruesa. Empero, para

diferenciar estas marcas, hay que saber que las causadas por raíces tendrían un

patrón irregular o podrían dejar cierta pigmentación en la superficie ósea, debido a

las células vegetales que componen la raíz. En otro caso, se podría decir que las

marcas podrían ser causadas por el aprovechamiento por parte de algún mamífero

que haya cazado al animal en cuestión, pero se debe tener en cuenta que cuando

se trata de mamíferos, el modo de alimentación implica una interacción completa

entre todos los dientes presentes en las mandíbulas, a diferencia de las aves

(rapaces, mayormente), quien solo utilizan las porciones distales de sus picos al

momento de alimentarse, cosa que se presenta en los buitres.

Otra problemática es la que supone el hecho de que las marcas observadas

corresponden a dos especies (C. atratus y C. aura) de buitres del Nuevo Mundo

(Cathartidae), y que otras especies de la misma familia, y las contrapartes del

Viejo Mundo tengan diferentes comportamientos al momento de la búsqueda y

aprovechamiento de alimento (el caso más claro es la del Gypaetus barbatus, que

deja caer desde lo alto huesos o caparazones para obtener el interior de los

mismos), lo cual dejaría diferentes patrones de marcas en los restos óseos. Hará

75
falta más investigación respecto a los patrones que causen diferentes modelos de

aprovechamiento de los distintos taxones de buitres.

Definición de las marcas de buitre en función de la Fase de Interacción


Fase de Interacción
Buitre - Carcasa Descripción de Puntos de Descripción de
(Tiempo) la Carcasa aprovechamiento las marcas
Casi nulas. Se
Ojos, lengua,
presentarán
Muerte reciente. mucosas bucales,
alrededor de
1 Cadáver Fresco. ano. Orificios que
cuencas oculares
(A partir de 1 hr Sin ninguna expongan la
y maxilares.
posterior a la muerte, a alteración mayor musculatura si la
Superficies
un día) a la que causara muerte fue
cercanas a un
la muerte. causada por
punto de
depredación.
aprovechamiento.
Cadáver abierto
por la
acumulación de
2 Órganos internos
gases de
(De un día a una expuestos,
descomposición, Diáfisis de
semana, en función del musculatura
u otro agente huesos largos o
aprovechamiento expuesta por
externo. planos
externo de otras descomposición o
Exposición de
especies) depredación.
órganos
internos, y/o
musculatura.
Sistema
Epífisis de
muscular y
huesos donde
3 órganos internos
aún se
(Una semana a meses, casi nulos.
Remanentes de mantengan
en función del Quedan
piel, tendones articulados
aprovechamiento por remanentes de
elementos óseos,
otras especies) piel y tendones
por medio de
en las
tendones.
articulaciones.
Tabla 3.2. En la tabla se puede observar la descripción de las fases de interacción entre buitre y las carcasas
de las que se alimentan.

76
Estudio zooarqueológico

Basándose en estas observaciones y hallazgos, se puede hacer un análisis

de material arqueológico obtenido de un contexto de basurero, que como se ha

definido antes, se trata de acumulaciones secundarias de materiales de desecho

que han sido amasadas durante grandes cantidades de tiempo.

Como anteriormente se especificó, la manera en la que se podrían

identificar las marcas de buitres dentro del contexto arqueológico, suponiendo que

se trate de acumulaciones que se hayan encontrado en la denominada Fase 3 de

interacción cuando se depositaron, estas se tratarían de líneas de alrededor de 1

mm de grosor, y que se encuentren en las epífisis de los restos óseos, en sentido

casi perpendicular a las inserciones de los músculos y tendones.

Con base en esto, se hizo un análisis en busca de las marcas de

vulturización, de la colección osteológica obtenida de una acumulación de

desechos recuperada de la Serie Inicial de Chichén Itzá.

Las primeras características que se puede observar de este material es que

se trata de elementos óseos con altos grados de fragmentación, así como

afectaciones diversas, ya que la superficie de los especímenes se encuentra

altamente lleno de marcas, las cuales afectan la superficie del hueso córtico,

dando una especie de aspecto “craquelado”.

El material arqueológico analizado, como se mencionó en el capítulo

anterior, procede de las excavaciones realizadas en la serie inicial de Chichén

Itzá, en el periodo entre 1998 a 2003. Los materiales fueron rescatados del

77
basurero excavado del lado oeste de la plataforma de la Serie Inicial, a un lado de

la llamada “Galería de los Monos” o estructura 5C6, y se cree que sería resultado

de desechos domésticos del grupo arquitectónico señalado (Götz 2007b). Se trata

de cuatro cajas que se encontraban bajo resguardo en el Laboratorio de

Zooarqueología de la Facultad de Ciencias Antropológicas. Estas cajas contenían

un total de 4002 fragmentos de huesos, de los cuales el 94% eran mamíferos, y se

identificaron huesos de especies como perro (Canis lupus familiaris), agutí (Nasua

narica), venados temazate (Mazama spp) y cola blanca (Odocoileus virginianus), y

pecarí (Tayassu pecari y Pecari tajacu), entre otros (Götz 2007b, 2008b; Ley Lara

2018).

Se presentaron en el interior una gran cantidad de elementos óseos

diversos, en muchos casos muy fragmentados, haciendo imposible una revisión a

fondo de los mismos para la búsqueda de alguna marca de vulturización presente

en estos, más allá de una observación macroscópica.

Infortunadamente, debido al alto grado de erosión, fragmentación, y otras

afectaciones, fue muy difícil el hallar huesos con un estado óptimo para el análisis

propuesto, dando como resultado que alrededor de un 4% (162 elementos) del

total de la colección fuera sujeto a análisis. A pesar de lo pequeño de la muestra

respecto al total de la colección, se lograron hallar algunos especímenes que

proveen un posible acercamiento a lo que idealmente serían marcas de consumo

por buitres.

A continuación, se detallarán ejemplos de lo hallado en las muestras

analizadas:

78
Dentro de los especímenes revisados, podemos listar, sobre todo, fémures

y húmeros de venados (O. virginianus y Mazama spp), los cuales son los

elementos óseos más proclives a ser utilizados en el proceso de la así llamada

cuisine, por tener mucha carne, y, por ende, a ser los que podrían presentar una

mayor cantidad de restos cárnicos en las epífisis, que sería lo que habría quedado

posteriormente a los procesos de carnicería.

Las marcas halladas son las esperadas en muchos casos: raíces, fracturas

en fresco y en seco, así como corte y masticación por cánidos. Muchos de estos

casos de marcas se deben al uso que se les habría dado como alimento, razón

por la cual algunos presentan fracturas en fresco para extracción de la médula

ósea (detalle en la figura 3.7), y en algunos otros casos, habrían sido usados para

la fabricación de artefactos (figura 3.8) (Götz 2007a, 2007b).

Figura 3.7. Porción distal de fémur de venado cola blanca (Odocoileus virginianus) que presenta marcas
de corte A), ya sea por caza o carnicería. Fotografía general del elemento B), y diagrama de la ubicación
anatómica C). Fotografía del autor, diagrama modificado de Rumph 1975.

79
Figura 3.8. Fragmento cortado de fémur humano que presenta marcas de corte y de masticación por
cánidos. Fotografía del autor.

Infortunadamente, los especímenes más completos, como los presentados,

son contados en comparación con el resto de lo que se presenta en la colección

recuperada de la serie inicial de Chichén Itzá.

Excepcionalmente, uno de los especímenes, un fragmento de pelvis

(identificado como fragmento de ilion) presentó una marca en el interior de la fosa

que colinda con el acetábulo. Esta marca es larga, y con 1 mm de ancho, y que

podría estar señalando la presencia de una marca de consumo por buitre,

distinguiendo un área que no se habría considerado dentro de los posibles lugares

donde un buitre podría buscar alimento en la llamada “fase 3 de vulturización”

(figura 3.9).

80
Figura 3.9. Marca presente en la parte interior de la fosa que colinda con el acetábulo en la pelvis de venado
A), fotografía general del elemento B), y diagrama de la ubicación anatómica del mismo C). Fotografía del
autor, diagrama modificado de Rumph 1975.

La marca presenta todas las características de una dejada por buitres, pero

es mucho más clara en comparación con las obtenidas en las muestras

experimentales, lo cual pone en evidencia que podría tratarse de una marca

distinta a la de vulturización, como podría ser una marca de raspado por algún

fragmento óseo puntiagudo al momento de ser excavado y/o transportado, debido

a que parece más una marca dejada en seco.

Puntualizando, solo un elemento óseo (el fragmento de ilion) del total de

162 piezas analizadas, fue el que presentó una marca que podría aludir a

consumo por parte de buitres que esta investigación planteaba hallar.

81
Apartado iconográfico.

Los principales materiales a revisar son las representaciones identificadas

como buitres en representaciones de vasijas estilo códice, principalmente de la

colección de roll-outs de Justin Kerr, así como las imágenes contenidas dentro de

los códices mayas, y la representación hallada en la subestructura del Castillo

(SubQ162) en Mayapán. Estas se podrán consultar en el Anexo 3.

Tozzer y Allen (1910) suponen que hay alguna conexión entre las

representaciones de buitres en el centro de México, y Seler (2004) y de la Garza

(1995) siguen la misma línea, más al pie de la letra el primero que la última.

Argumentan que solo se presentan en los códices (principalmente) dos especies

de buitres: el zopilote rey (Sarcorampus papa) y el zopilote negro (Coragyps

atratus). La forma que ellos señalan para la identificación de individuos radica en

la presencia del color negro en el cuerpo del ave en el caso del zopilote, y del

blanco en el caso del zopilote rey, así como el tocado de plumas o protuberancia

en el pico, que Thompson señala que realmente se trata de una sílaba ti, que

podría estar significando “excremento” (citado en de la Garza 1995: 82).

En este caso, también se analizarán las representaciones señaladas por

estos autores, así como lo que se puede discernir por la escena en la que se

encuentre la representación (para imágenes completas de los ejemplares de

buitres en los códices, véase Anexo 3).

Las representaciones presentes en los códices fueron contrastadas con los

sugerido por los 3 autores anteriores, así como lo escrito por Velázquez (2016a y

2016b) en el caso de su versión comentada del Códice Dresde, y el catálogo de


82
los 3 códices (Madrid, Dresde y Paris) realizado por Vail y Hernández (2018).

Cabe destacar que hay algunas discrepancias entre lo dicho por algunos de los

autores y lo descrito en los textos glíficos (en el caso de los códices).

Las características que se usaron para la identificación se hicieron con base

en los rasgos reales del ave, así como en los escritos acompañantes de las

escenas (en el caso de los códices), donde se le llama al zopilote “K’uuch” (acorde

con Velázquez 2016a, 2016b), y que es representado por el glifo en forma de la

cabeza del animal (en algunos casos acompañado del silabograma ti) o por los

silabogramas k’u y chi (figura 3.10).

Figura 3.10. Diferentes ejemplos de representaciones del buitre en los códices. A) Representación
naturalista de viñeta (M40a). B) Formación silábica con los silabogramas k'u y chi (D13c). C), D) y E)
Logogramas de la palabra "K'uuch" (D11b, D37c y M86a), nótese la silabograma ti sobre el pico en C).

Dentro de la catalogación, se encontró que en los códices hay la presencia

de 44 escenas donde, o son mencionados o son representados. En el códice

Dresde, con la traducción realizada por Erick Velázquez (2016a, 2016b) y la

identificación de Vail y Hernández (2018), podemos listar 15 ejemplos del ave

(véase Anexo 3 para un listado detallado de las apariciones de buitres en los

códices).

83
En la escena presentada en la página 3 del códice se puede observar a un

buitre posado sobre un árbol, y que en el pico porta un globo ocular que se

conecta a un individuo sacrificado, en una representación bastante naturalista ante

la idea de lo que un buitre podría o estaría haciendo de encontrar un cadáver

“fresco” (fase 1 de vulturización). Dentro del texto que acompaña a la imagen no

se hace mención o referencia directa a la escena, pero el augurio asociado es

traducido por Velázquez (2016a: 18) como “fue retorcido/exprimido, [el augurio es]

mortandad, ruin(?); su anuncio, su pago es maldad”.

En varias ocasiones se puede observar una relación entre el buitre y algún

otro sujeto, partícipe de los augurios en los que es mencionado. En cinco

ocasiones se le menciona en conjunto con Chaak o con la lluvia (D35c, D37c,

D38b, D39c 1 y 2). También se le relaciona con las diosas de la tierra y luna

(D17c, D19a) y sobre el cielo (D36b).

En las páginas correspondientes a los eclipses, hay un apartado específico

(D56b) donde se menciona a una “deidad” que llaman Kan K’uuch (o Cuatro

Zopilote), al igual que se repite el tema en el que se le presenta de forma

antropomórfica, el ejemplo más claro en D8a, y en una ocasión como una entidad

femenina, en relación directa con un perro (D13c).

Llama la atención que, en casi todas las traducciones dadas, la idea es

“negativa” respecto a los augurios asociados, excepto cuando es mencionado en

conjunto con Chaak o la lluvia (o en el caso específico donde es “atado” en D23b).

84
En el códice Madrid se identificaron 23 especímenes representados,

aunque algunos autores hablan de menos o más, probablemente debido a una

falta de traducciones o representaciones glíficas claras. La traducción del códice

no se ha hecho del mismo modo que con el Códice Dresde, pero Gabrielle Vail ha

trabajado con las traducciones por si sola (2016) o con Christine Hernández

(2018), aunque en algunos casos, no se tiene un entendimiento completo del

significado de algunas grafías usadas en el mismo.

Algunos de las apariciones del buitre no hacen mención directa de este

debido al reduccionismo que se da en buena parte de los textos, e inclusive, en

M86a y M85a no hay un texto que acompañe la imagen, donde se muestra a un

buitre jalando el globo ocular de un cautivo/víctima de sacrificio, y en conjunción

con un pavo, respectivamente (figura 3.11).

Figura 3.11. – Detalles de las imágenes de buitres sin texto asociado. a) M86a (T27a), b) M85a (T28a).
Tomados del Códice Madrid, edición del autor.

85
La extracción de vísceras u ojos por parte de los buitres está presente en

varias ocasiones (M40a, M42a, M86a, M87a, M91c), cosa que se alinea con la

misma idea postulada en los procesos de vulturización (Fase 1). También es

posible ver aves negras, que se cree serían buitres, presentes dentro de imágenes

que se pueden relacionar con la muerte, como lo es el ver al dios del maíz

“muerto” (M24d, M28c), aunque en algunas ocasiones este está siendo “atacado”

o alimentándose con el maíz (M26d, M28b).

También se puede observar de nuevo en viñetas con el dios de la lluvia

Chaak o con la misma lluvia (M10a, M22c, M28b); así como de nuevo se

encuentran relaciones con la diosa de la tierra (M94c).

Llama la atención observar su presencia en almanaques relacionados

directamente con rituales/augurios del año nuevo (M35b), la caza (M40a, M42a), o

la crianza de abejas y recolección de miel (M107c y M108c).

Estos ejemplos de los buitres son parte de augurios presentes dentro de los

almanaques presentes en los Códices Dresde y Madrid, dos de los mejor

conservados. Si bien su presencia radica en un abanico bastante grande de

temáticas, es posible observar que en su mayoría muchas de estas poseen

connotaciones negativas, como señala el mismo Velázquez en sus comentarios

dentro del facsimilar del Códice Dresde.

Acorde a Aveni (2004), y posteriormente reafirmado por Ayala (2006), hay

pasajes de los códices que se repiten o que estarían relacionadas entre sí, a pesar

de ser de distintos tiempos o procedencias. Específicamente, dentro de las

86
similitudes, se señala la página 38a del Códice Dresde como símil a la página 10a

del Códice Madrid, en el que se puede observar, a un buitre bajo la lluvia. En el

caso del Dresde, Velázquez (2016b) señala que la escena muestra a Chaac

disfrazado de buitre, y que el texto dice “Ocultamiento del sol, ocultamiento de la

luna, lluvia de zopilotes”; y Vail y Hernández (2018) traducen esta última parte

como “el buitre está en la lluvia” o “el buitre aparece en la lluvia”. En el códice

Madrid, el texto que aparece se lee “ti k’in ha b’a K’uuch”, cosa traducida por Vail y

Hernández (2018) como “buitre en la lluvia, eclipse solar” (figura 3.12).

Figura 3.12. - Detalle de ambas representaciones de los buitres, que, acorde a Ayala, están representados
marcando un mismo día en el b) códice Dresde (38a) y el a) Madrid. Tomado de los Códices Madrid (Vail
2016) y Dresde (SLUB-Dresden).

El códice Paris es de los más dañados dentro de la colección de los 4

manuscritos que se conservan hasta ahora, y esto dificulta de cierto modo la

búsqueda de representaciones de buitres claras en el mismo documento.

Anteriormente solo se habían identificado 3 representaciones de buitres dentro del

códice, correspondientes a la página 16 y 19. En ellas se pueden observar la

representación de aves negras, que se menciona se trata de buitres (Seler 2004).

En el trabajo de Vail y Hernández (2018), se identifican 7 imágenes en este, no

identificando el ave en la página 19b como buitre a diferencia de Seler (2004).

87
Llama la atención que de estas siete, seis de ellas parecen hacer referencia

directa al cambio del K’atún (P2b, P3b, P8b, P11c), siendo uno de los “Señores

del Cambio” u “ordenamiento”, que es como lee Velázquez (2016a, 2016b) el glifo

T0573 (“TZ’AK”) (figura 3.13). En el caso de la página P16c, se habla de “quemar”

algo, y se hace referencia a Chaak y no directamente al buitre. También se vuelve

a presentar menciones referentes a la lluvia o a Chaak, en conjunción con el

buitre, como es el caso en P3b y en P11b, algo que se ha venido presentando en

los otros dos códices. También se puede encontrar una relación con la ceremonia

del encendido del fuego (P16c), cosa que aparece igualmente en M38b.

Si bien los textos en los códices no permiten entender de manera clara las

interpretaciones que los lectores de estos códices debieron darle, si pueden

ayudar a señalar ciertos rasgos que no se entenderían de otra forma.

Figura 3.13. Ejemplos glíficos del buitre en el códice París. a) Detalle de P2b, fragmento de [AJAW TZ’AK] wa
ti K’UUCH, b) Detalle de P3b, 12 17 TUN ti K’UUCH ?? HA’AB, c) Detalle de P8b, AJAW TZ’AK wa ti K’UUCH, d)
Detalle de P11c, CH’AK b’a KAN ti K’UUCH ?? TE’ chi K’UUCH? HA’AB li. Tomado del Vail y Hernández 2018,
edición del autor.

A continuación, se hará un listado y resumen de lo que se ha dicho y sabe

sobre las vasijas de la colección de vasijas de Justin Kerr que se identificaron

88
específicamente con la etiqueta “vulture” en la página de web de “Maya Vase” o de

los ejemplos usados por Benson (1996).

En las escenas halladas en las vasijas estilo códice, la presencia de buitres

se observa como parte de los tocados de algunos de los personajes

representados en la misma, o en su defecto, como seres antropomorfizados que

tienen alguna relevancia dentro de la escena, mayormente, contextos que parecen

sobrenaturales. Son 25 las piezas cerámicas que la colección de Justin Kerr que

se han identificado con imágenes de buitres.

De estas imágenes en vasijas tipo códice, 10 son de escenas de corte real.

En estas, se puede observar, mayoritariamente, personajes con tocados de o con

buitres, interactuando de una forma u otra. Excepto en el caso de K8817, K1440 y

K8479, en donde las escenas son míticas, y apreciamos la presencia de seres con

cabeza de zopilote (o zopilotes antropomórficos) que dialogan con personajes

importantes como lo es el rey o, en el caso de K8479, el dios D o Itzamnaj (Beliaev

y Davletshin 2014).

El caso de K1440, conocido también como la “Vasija de los 88 Glifos”, esta

expone la entronización del gobernante B’ahlam Te’, del sitio de Nim Li Punit, en

Belice, acorde a lo dicho por Wanyerka (2009: 447 – 457). El texto presenta una

serie de pasajes míticos y reales, en las que se habla de la entronización de

B’ahlam Te’, en auspicio de algunos seres sobrenaturales y reales, como lo es el

rey de Copán. Las escenas mostradas en los laterales de la vasija muestran a

B’ahlam Te’ recibiendo una especie de “limpia” o “rameada” por parte de

personajes que al parecer del autor parecen ancianos, así como el ser atendido en

89
una escena de trono por un par de seres sobrenaturales con cabeza de

murciélago y ratón. Llama la atención la presencia de dos parejas de seres

sobrenaturales que no son mencionados en los textos glíficos (figura 3.14.), una

es un ser decorado con ojos de muerte y pintado de color oscuro, así como un

buitre antropomórfico (figura 3.14a); y en el segundo caso, se repite lo que parece

ser un buitre antropomórfico y un personaje que Wanyerka (2009: 449) identifica

como Ixik Ek’ Ik’il Nal, la “Señora Estrella (Vespertina), de la Casa del Viento”

(figura 3.14b).

Figura 3.14. Detalle de las parejas en la vasija K1440 o “Vasija de los 88 Glifos”. a) Buitre antropomórfico
acompañado de un ser (posiblemente un mono) decorado con “ojos de muerte”; b) Buitre antropomórfico
acompañado por Ixik Ek’ Ik’il Nal (según Wanyerka 2009: 449). Tomado de la colección de Justin Kerr,
edición del autor.

Dos vasijas son utilizadas para explicar un mismo tema dentro de sus

representaciones, las K717 y K8479. Acorde a lo explicado por Beliaev y

Davletshin (2014), ambas representan lo que sería escenas de la creación de los

seres humanos, donde un buitre antropomórfico es parte del grupo de artesanos

dirigidos por el conocido como dios D, o Itzamnaj (nombre posclásico, acorde a

Stuart 2006; Martin 2007, citados en Beliaev y Davletshin 2014:4), al ser estos

comisionados con la creación de los primeros hombres (figura 3.15a y b). Según

los autores, esto sería parte de los mitos de la creación que difieren con el clásico

90
tema de que el ser humano está creado con masa de maíz como se señala en el

Popol Vuh de los mayas k’iche’, siendo probable que, durante el periodo clásico, la

idea haya sido que principalmente se creyera que los humanos estaban creados

con barro.

En ambos casos, estos seres con cabeza de buitre son presentados como

escribas o artesanos, mismo tema que se vuelve a presentar en la vasija de “La

Corte del Dios D” (Boot 2008), y en K5764, como lo hace notar el mismo Boot

(2008) (figura 3.15c y d). Este es una representación muy similar a la que se

puede observar en K2717, donde dos personajes aviares antropomórficos son

señalados como buitres.

Figura 3.15. Detalles de representaciones de Buitres como cortesanos. a) K717, b) K8479, c) Vasija de La
Corte del Dios D (tomada de Boot 2008), d) K5764. Edición del autor.

Llama la atención la escena presentada en una parte de la vasija K8817,

donde se puede observar a un personaje con un atado de plumas, quizá en un

sentido similar al que se puede observar en K1440, solo que, en esta, se describe

como tiras de papel y no plumas (figura 3.16).

91
Figura 3.16. Detalle de los personajes con “atados” de plumas, en el caso de a) K8817, y tiras de papel en b)
K1440. Tomado de la colección de Justin Kerr, edición del autor.

En otras escenas tomadas de las vasijas, se pueden observar la presencia

de cortesanos, con tocados que son de cabezas de buitre o que incluyen cabezas

de buitres dentro de los ornamentos portados. Es el caso de K1775, K2698,

K7021, K8242, K8176, K3247, K2781, K5002, K1365, K1338 (figura 3.17).

Estos tres últimos pertenecen a lo conocido como “El Grupo del Agua”, por

presentárseles con el cuerpo “hundido” en lo que se interpreta como agua.

Recientemente, Helmke y Kupprat (2016) señalaron que este tipo de

representaciones podría estar relacionado directamente con pasajes míticos

relacionados con la muerte y resurrección del Dios del Maíz, donde este dios es

atacado y sacrificado en el inframundo por los “Señores de la Tierra”, para

posteriormente revivir y practicar una danza que se identifica bajo el grupo de

vasijas conocidas como “Danzantes de Holmul”, en la que Kerr identifica a K4464

como poseyendo representaciones de buitres (figura 3.17i y j), aunque Reents-

Budet (1991) señala que las decoraciones en la espalda de los personajes traen

consigo la representación de la Deidad Ave Principal. Cabe mencionar que K5002

92
no presenta tanta claridad respecto a la representación del tocado de buitre como

lo hacen las otras dos vasijas mencionadas (figura 3.17l).

Un ejemplo más de la presentación del buitre como tocado está presente en

K4336, donde se muestra a un personaje con capa de plumas, con un tocado de

buitre que tiene una pata con pezuña en el pico, y en el suelo un personaje

zoomorfo (que se podría aventurar a señalar que se trate de un tapir) tendido en el

suelo (Benson 1996: 3). En la vasija K791 podemos observar una emulación de un

ritual de “Wahys”, partes conceptuales del alma, relacionadas con seres

sobrenaturales o animales (Kingler y Letcher Lazo 2012: 2-4). El particular caso

mencionado podemos observar a un buitre, con una serpiente alrededor del cuello,

que desciende sobre un personaje semi-esquelético, con cuchillos en codos,

rodillas y en una mano, en conjunto con otros wahys. El nombre relacionado con

esta representación es “Tahn Bihil Cham”, “Muerte de Medio Camino”. Ha sido

expuesto que esto podría tener una relación con la idea de un tipo de aves o

“águilas” que atacan a las personas, así como los naguales (palabra en náhuatl

para referirse a los wáay) que atacan a las personas que vagan por caminos, ya

que estos se pueden considerar entradas al inframundo, y por ello, lugares

peligrosos (Houston y Stuart 1989; Helmke y Nielsen 2009: 60 – 62; Shesheña

2010: 17-18).

93
Figura 3.17. Detalles de los personajes con tocados. a) K2698, aquí se presenta al buitre del tocado con una serpiente en
la boca; b) en K2781 el personaje porta un hacha en lo que se señala como una escena sacrificial; c) K7021 presenta a un
individuo con lo que parece una flor y una pequeña ave sobre ella; d) en K3247 se puede observar al personaje con una
trompeta de caracol en una escena de danza; e) K1775; f) K8176 muestra al personaje en una escena de presentación de
lo que parece un cautivo; g) en K8242 el individuo parece o portando una máscara o es una de las representaciones de
buitres artesanos en una corte real, como se señalan Beliaev y Davletshin 2014; h) K4336; i) y j) son detalles del ajuar de
los personajes presentes en K4464; k) K1338 y m) K1365 presentan los detalles de los personajes con tocados de un ave
identificable como un buitre por la silaba ti sobre el pico, l) K5002 presenta una decoración muy similar a otros ejemplos
de tocados de buitres listados. Tomado de la Colección de Justin Kerr. Edición del autor.

94
En cuanto a las representaciones que se pueden observar de forma

escultórica o mural, parece haber una menor cantidad de ejemplos. Esto se puede

deber ante el pequeño número de decoraciones sobrevivientes, en comparación

con las vasijas estilo códice, por ejemplo. Curiosamente, no hay falta de presencia

de aves dentro de las mismas, pero estas suelen ser otras más “famosas” como

las guacamayas, los quetzales o la conocida como “Ave Deidad Principal”.

Cabe destacar la presencia de los buitres dentro de la decoración en estuco

de la estructura SubQ162 de Mayapán, donde se aprecia un cuerpo descarnado o

en descomposición, acompañado de dos buitres, uno a cada lado, y el personaje

se encuentra sobre una superficie con puntas que se enroscan sobre sí mismas,

como si se trataran de olas, lo cual se ha señalado que podría estar haciendo

referencia al inframundo (Milbrath y Peraza 2003) (Figura 2.6).

Motivos decorativos en forma de aves se pueden observar en el conocido

como Cuadrángulo de los Pájaros de Uxmal. En este se pueden observar distintos

tipos de aves que no han sido identificados propiamente. Entre estos, se puede

observar lo que parecen ser guacamayas, quetzales, y uno de estos parece un

buitre. Infortunadamente la erosión y la pérdida de fragmentos hacen que la

identificación no pueda ser tan clara (Figura 3.18). Del Olmo (2019, comunicación

personal) señala que hay un parecido a las representaciones encontradas en el

códice Madrid (Figura 3.11 para ejemplo usado).

95
Figura 3.18. Posible representación de buitre en el Cuadrángulo de los Pájaros de Uxmal. Se presenta un delineado
“crudo” de los relieves. Fotografía: Marisol Ley, edición del autor.

Otro ejemplo más reciente es el encontrado en el sitio arqueológico de San

Bartolo, donde la representación de un buitre negro, Coragyps atratus, es bastante

naturalista, algo no tan común dentro de la pictórica maya. Se pueden observar

detalles bastante claros del plumaje del ave (Houston et al 2006: 234; Stuart 2015:

148. Véase Anexo 3).

Estas colecciones pictóricas y las investigaciones que se han llevado a

cabo alrededor de ellas, sientan las bases que pueden ayudar a poder responder

la pregunta acerca de cuál sería el papel cultural del buitre durante la época de los

mayas prehispánicos.

96
Capítulo 4. Discusión y Comentarios finales

Ante lo dicho en los capítulos pasados, lo primero que hay que comentar es que

todo parece indicar la importancia, si bien no directa, pero sí pasiva de los buitres

dentro de la sociedad y cultura de los mayas prehispánicos. En un artículo sobre

Ҫatalhöyük (Pilloud et al. 2016) se señala que los buitres, Gyps fulvus en ese caso

parecen ser parte esencial de algunas prácticas mortuorias en el sitio neolítico,

mediante rituales de descarnación y redeposición. Hay cierto parecido a los

rituales tibetanos de “entierros celestes”, donde los cadáveres humanos son

usados para alimentar a buitres, en una práctica llamada jhator, debido a se cree

que el cuerpo sin alma debe retornar a la naturaleza (Ma Ming et al. 2016).

Esto llama la atención especialmente porque estudios como el presente

permiten acercarnos a prácticas pretéritas de interacciones de fauna y el ser

humano, que si bien no se trata de la misma especie de buitres, y potencialmente

esto implique patrones de comportamiento distintos entre especies tan

lejanamente similares, si haga un llamado de atención sobre las múltiples

iteraciones de una misma relación, independientes a especies o culturas, pero

igualmente importantes para el mejor entendimiento del pasado que sutilmente

puede estar, o no, ante nosotros.

Regresando al ámbito local, y hablando de restos faunísticos, el hallazgo de

una cabeza de Sarcorampus papa (zopilote rey) en una ofrenda en Chichén Itzá

hace pensar en la importancia de la coloración de la piel de este por sobre alguna

de las otras 4 especies (Álvarez y Ocaña 1999: 41).

97
Si bien los autores pasados (Tozzer y Allen 1910; de la Garza 1995; Seler

2004) identifican que se representan en algunas ocasiones la presencia de S.

papa, no se puede señalar que haya una característica clara dentro de estas

mismas representaciones para poder referirse a esta especie por sobre las otras

dos debido a que hay una clara presencia diferenciada de individuos de Cathartes

aura (zopilote pavo/cabecirrojo) y de Coragyps atratus (zopilote negro). Esto

podría evidenciar lo poco común que pudo haber sido el observar a un zopilote

rey, y la alta incidencia de buitres cabecirrojos y negros, dando como resultado

una mayor interacción y representación que con el primer taxón mencionado.

En la actualidad, es bastante común que en los basureros municipales se

puedan observar números bastante grandes de buitres, en busca de alimento

dentro de las bolsas que se acarrean diariamente a estos lugares (Spradley et al.

2012), que, si bien los ha beneficiado, también podría dañarlos (Plaza y

Lambertucci 2018). Inclusive, en algunos lugares se ha observado un

comportamiento en el que los buitres entienden que en el interior de las bolsas

puede haber alimento, haciendo que rompan las mismas en busca de comida

(Sazima 2007).

En el caso del área maya durante el periodo prehispánico no parece

indistinta el que se repita esta misma idea de los basureros. Anteriormente, en la

colección de la Serie Inicial de Chichén Itzá se identificaron por Götz (2007a,

2007b) patrones de consumo donde se hace hincapié en la naturaleza del uso de

los restos recuperados en el conjunto del “Templo de los Monos” en Chichén Itzá,

con alta presencia de restos de venados, y que en ellos se ha hallado evidencia de

98
consumo por perros (Ley-Lara et al 2015; Ley Lara y Götz 2016; Ley Lara 2018).

Ante estos estudios parece lógico pensar en los buitres aprovechando los restos

dejados en los basureros, siendo posibles factores de dispersión de los huesos, en

conjunto con los perros y otros probables carroñeros, como mapaches o

zarigüeyas. Claro que hay que tomar a consideración que el comportamiento de

los buitres puede haber variado como adaptación a los cambios de la deposición

de basura que realiza el ser humano.

La poca presencia de elementos óseos con las características optimas de

análisis representa un factor limitante para esta investigación, debido

mayoritariamente a que el 4% de un total de 4002 elementos dentro de la

colección arqueológica es un tamaño de muestra muy pequeño para poder

determinar la incidencia de los buitres dentro de los basureros prehispánicos, cosa

que llevó al hecho de que solo se pudiera identificar una única posible marca de

vulturización dentro de esta misma colección. Esto bien puede señalar que se

requiere de un mayor número de elementos óseos a analizar en busca de estas

marcas, o en su defecto el que los huesos presentes en las colecciones

arqueológicas se encuentran en condiciones que impiden el poder llevar a cabo

una identificación correcta.

También cabe señalar que casi todos los elementos óseos analizados

fueron de mamíferos grandes (mesofauna y/o megafauna), quienes poseerían una

densidad ósea mayor respecto a otros taxones, cosa que los hace propicios para

sobrevivir los procesos tafonómicos propios de estos conjuntos, pero que haría

más difícil el hallar estas marcas de vulturización en los huesos arqueológicos, al

99
ser marcas muy superficiales (1mm de profundidad), fenómeno señalado

anteriormente (Reeves 2009).

Otro punto a tomar en cuenta es que dentro de los procesos experimentales

se evitó el proceso de dispersión a la que los buitres pudieron someter a los

huesos desarticulados, como ya se había señalado, propios de conjuntos de

basureros. Las marcas pudieron estar presentes en huesos que no se preservaron

debido a que fueron extraídos al momento de buscar obtener los últimos restos

cárnicos por los mismos buitres, afectando no solo las cantidades de elementos

óseos recuperados en los trabajos arqueológicos actuales, sino también el no

poder observar otros procesos que afectaron a las colecciones, como en este caso

la vulturización misma.

Un punto más para señalar es que también existe la posibilidad que los

huesos, específicamente, no hayan sido atractivos para los buitres debido a la

falta de alimento para ellos, esto después de haber sido sometidos a los procesos

de consumo propios de la cocina o carnicería, dado que los buitres presentes en el

área no se alimentan del hueso per se, como otras especies, el buitre barbado (G.

barbatus) por ejemplo. Ciertamente se desconoce el contenido orgánico que

pudieron contener los basureros, con excepción de los huesos, implicando que las

fuentes de alimento pudieron ser distintas a los posiblemente contenido por los

elementos óseos presenten en estas acumulaciones, que como menciona Benson

(1996), los buitres estarían más interesados en contenidos orgánicos no óseos, de

fácil consumo.

100
El entendimiento de los procesos de intromisión por parte de los buitres en

los contextos de basurero pueden ser útiles para poder determinar la razón por la

cual no se presentan grandes cantidades de restos óseos, a pesar de que estos

basureros se forman a raíz de la ocupación doméstica de ciertas áreas dentro de

las ciudades durante rangos bastante amplios de tiempo, y como lo es el caso de

la colección sometida a estudio en esta investigación, provengan de espacios

elitarios donde el consumo cárnico sería mayor en comparación con las áreas de

habitación de los así llamados “comoneros”, que como refiere Götz (2009, 2011),

habrían subsistido consumiendo mayores cantidades de carne comparativamente

con los otros estratos sociales.

Si se observa el patrón de dispersión al que fueron sujetos los elementos

óseos del experimento realizado en el FARF (Spradley et al. 2012), se puede

llegar a imaginar que los buitres pudieron dispersar restos óseos a distancias

bastante considerables de la deposición original en el basurero excavado,

promoviendo que, a pesar de la generación de grandes cantidades de desechos

orgánicos (entre estos huesos en la así llamada Fase 3 de Vulturización), en el

registro arqueológico no haya tales cantidades esperables. Y si, aunado a esto,

sumamos la dispersión por otros animales (como perros o mapaches), y las

afectaciones por intemperismo, que pueden degradar elementos óseos al

practicamente deshacerse en periodos relativamente cortos (como se muestra en

Götz 2016), estas cantidades reales se verían altamente mermadas, para resultar

en las colecciones halladas en los tiempos modernos.

101
Los análisis de las muestras experimentales permitieron precisar un método

con el cual buscar las trazas o rastros de consumo por parte de los buitres. Esto

es, el buscar marcas que se encuentren de manera casi perpendicular al sentido

de inserción de las fibras musculares y ligamentos, debido a una supuesta Fase 3

de interacción por parte de buitres con los restos, ya que probablemente estos se

encontraran procesados una vez depositados en el basurero, a causa de una

deposición secundaria, como ya se ha definido anteriormente (Hutson y Stanton

2007). Esto implicaría que se trataría de restos destazados, despojados de la

carne, o termoalterados. El factor de termoalteración podría significar una menor

probabilidad de hallazgo de marcas, ya que este tipo de afectación produce

cambios en las células óseas, que vuelve al hueso más resistente a marcas

sencillas y tan ocasionales como lo podrían ser las marcas provocadas por

vulturización, debido a la cristalización (Roberts et al 2002). En el caso de los

especímenes usados como muestras experimentales, estos eran huesos crudos,

“recién beneficiados”, lo cual los vuelve comparativamente más suaves, además

de que los huesos de G. gallus serían menos densos, razón por la cual son estos

los que presentan las marcas de consumo de buitres más claras, en comparación

con los elementos óseos de cerdo, que no son tan fácilmente identificables y/o

hallables.

Si bien se hallaron posibles marcas en los huesos de los experimentos,

estos pasaron por distintos procesos que no fueron controlados antes de su

recolección, por lo cual se necesitaría recurrir a métodos experimentales más

aislados para poder verificar que las marcas en efecto sean de “vulturización”, así

102
como realizar más experimentos con distintas variables, como huesos

termoalterados, para poder observar si a pesar de su mayor dureza, estos pueden

tener marcas causadas por los buitres.

Otro caso a tomar en consideración, a pesar de no formar parte de los

objetivos de esta investigación, sería la relación que los buitres tendrían con los

rituales de sacrificios. Como bien se dijo durante la introducción, hay una idea

bastante clara respecto a la relación de los buitres y las aves con una especie de

castigo/sacrificio realizado por el grupo Moche en Sudamérica (Donnand y

McClelland 1979; Verano 1986; 2001), y encontramos algunos valores similares

representados en los códices, como lo es el ver a los buitres jalando ojos e

intestinos de cuerpos humanos (D3a, M86a, M87a, M91c). Jabłoński (2015)

expone que puede haber una relación entre algunos procesos sacrificiales mayas,

mochicas e incas, pero no refiere nada sobre la exposición de los cuerpos a ser

alimento de los buitres, aunque llama la atención su mención de una exposición

del cuerpo a la intemperie de hasta 20 días, promoviendo que las larvas se

vuelvan moscas, por ejemplo, lo cual daría suficiente tiempo para la “intromisión”

de los buitres en el contexto ritual de estos cuerpos.

Esto podría explicar, de cierta forma, el porqué de las dos representaciones

de buitres que se pueden observar en Mayapán, en la subestructura del Castillo

de Kukulcán. Respecto al por qué el personaje lleva alas de abeja, se sabe que

hay una posible relación con la decapitación, y la deidad de las bebidas

alcohólicas, que es llamado AKAN, el cual en ocasiones es presentado como un

ente en descomposición o descarnado, y rodeado por abejas, por el hecho de que

103
el pulque (chih) y el aguamiel (balché) eran usados para fines de intoxicación, al

igual que los enemas (Houston y Scherer 2010: 173; Stone y Zender 2011: 39).

Esto, aunado a la decoración en forma de “olas” (Lopes 2004; Stone y Zender

2011: 141; Kettunen y Helmke 2013), recordando que el inframundo para los

mayas era un lugar “húmedo” o lleno de agua (Helmke y Kupprat 2016), justificaría

de igual manera el por qué el sujeto de la decoración tiene visibles las costillas y el

vientre abultado, como señales de su estado descomposición, cosa que atraería

fuertemente a los buitres en un escenario “realista”. Aunque ciertamente no se

puede discutir sobre alguna relación directa entre los restos craneales

encontradas en los nichos de la estructura SubQ162 (Milbrath y Peraza 2003: 18)

y alguna relación con los buitres.

Esto puede mostrar una conexión al pensar en el buitre con relaciones

hacia el inframundo, que como fue señalado anteriormente, poseería al ser un ave

conectada a la muerte (de la Garza 1995; Benson 1996). La idea no parece lejana

a la realidad si encontramos, además de la representación de Mayapán, las

mencionadas como “del grupo del agua”, en las que se representa el descenso del

dios del maíz al inframundo, seguido de sus hijos y con ofrendas, mientras es

confrontado por “los señores de la tierra”, entre los cuales se pueden observar, en

ocasiones, tocados de buitres (Helmke y Kupprat 2016).

Los tocados de buitres también hacen presencia dentro de las escenas de

corte real, presentes en algunas de las vasijas estilo códice. Dado el hecho de que

los ajawo’ob mayas solían ser considerados medios de comunicación entre los

reinos supernaturales y el mundo terrenal (Houston et al 2006). Y si, además de

104
esto, consideramos la idea de que los reyes buscarían asemejarse a los dioses de

los que se dicen representantes, el encontrar cortesanos ataviados con tocados de

los miembros de la corte de Itzamnaj, como lo es el buitre (Boot 2008; Beliaev y

Davletshin 2014), no sería raro.

Continuando con los posibles valores míticos y simbólicos, podemos

comentar los siguientes puntos: en la escena presentada en K555, se puede

observar una imagen en la que un personaje con manchas en el cuerpo dispara

con su cerbatana a un zopilote antropomórfico que está tirado en el suelo,

mientras son observados por un ave que parece ser una garza. Si bien no fue

posible la lectura del texto que acompaña las escenas, es señalado por Beukers

(2013: 106) que se trata de una escena en la que se observa en primer plano a

Itzamnaj sentado en un trono cubierto de piel “jaguar” dialogando con un perro,

seguidos por un lado de Chaak, quien ataca a seres del inframundo con su hacha,

los cuales se encuentran sobre lo que parece ser un puma. Del otro lado se

presenta lo que atañe a la investigación, el individuo con manchas parece tratarse

de Junapú, y el zopilote se trataría de Ta Hol, el dios buitre como lo identifica

Michael Coe (1989: 170). Beukers (2013: 106) señala que el probable la historia

que involucra al Ta Hol o Dios Buitre enfrentándose o siendo cazado por los

Héroes Gemelos no está presente en el Popol Vuh (libro tomado como referente

para entender el mito de los Héroes Gemelos).

Sin embargo, llama la atención que existe una historia, registrada por

Thompson (1930: 130 – 132; 1975: 439; Benson 1996: 6) sobre el rapto de la

diosa de la Luna por parte del Rey Buitre, el cual es derrotado por el Dios del Sol,

105
debido a que estos son pareja. Como bien se sabe, dentro del mismo mito del

Popol Vuh, los héroes gemelos posteriormente son transformados en lo que son el

Sol y la Luna (Bassie-Sweet 2002: 7).

Quizá aquí haya una relación perdida, que podría explicar la razón de este

pasaje perdido presente en algunas de las representaciones artísticas. Lo que no

tiene respuesta es donde cabría la relación de la Diosa de la Luna del mito

reportado por Thompson (1930), y el hecho de que Xbalamqué es a quien se

identifica como la luna en el Popol Vuh, aunque Bassie-Sweet (2002) señala que

la única fase de la luna que podría estar relacionada con un carácter masculino es

la luna llena, a diferencia de otras fases lunares, con sus propias deidades

relacionadas. Si bien este trabajo no trata de discutir si la luna tiene o no un

carácter bisexual, Milbrath (1995) señala que debe haber un sentido ambivalente

dependiendo de la ocasión en la que se represente a la deidad lunar. Esto puede

implicar que la historia del rapto de la diosa de la Luna por el Rey Zopilote sea un

pasaje perdido de las múltiples aventuras que experimentan los Héroes Gemelos

del Popol Vuh.

Una vez entendida la presencia de los señores de la tierra como

acompañantes de Chac Xib Chaak (Helmke y Kupratt 2016), los cuales llevan

tocados de buitre, el que se suela hacer referencia a los buitres en los augurios

sobre lluvia dentro los códices es una conexión posible.

¿A qué se puede referir esto? Si bien el entender una relación no antes

estudiada puede resultar un poco complicado, es una buena oportunidad de dar

cierta idea de lo que puede ser.

106
Dentro de las ya comentadas relaciones de los buitres, se puede observar

esta rara relación con Chaak, ya sea en su versión “guerrera”, Chac Xib Chaak, o

con la versión posclásica que se observa en los códices, específicamente el

Dresde. En este, hay que mencionar que varios de los augurios señalan a Chaak,

o al buitre, o una relación entre uno y otro, como es observable en las páginas

D35c, D37c, D38b, D39c, D39c2, así como en páginas del Madrid M10a, M22c, y

en el París P16c.

Hay que señalar que en el Códice París se habla del encendido de algo, en

el “año de Chaak”, y en la viñeta que acompaña el augurio se presenta a un buitre

con una antorcha. En el Códice Madrid se dice que es el buitre el que trae el

“ocultamiento del sol” y la sequía. Y en el Dresde se observa una mayor cantidad

de referencias hacia la lluvia y a Chaak. Aquí se pueden observar que todas las

referencias hacen hincapié en la lluvia, que oculta el sol y la luna, que se mete a

las casas, y en especial la referencia de D39c2, en la que se refiere a la montaña

y al buitre, pero en la que se representó a Chaak sentado sobre esa montaña.

Acorde a lo descrito por Ishihara (2008), parece que, al menos durante el

periodo Clásico Tardío, se pudo haber tenido la creencia que las nubes de lluvia

estarían proviniendo del interior de las montañas por medio de “fisuras” o

“abismos” en ellas (se usa la palabra “chasm” en el artículo). Si esta fuera una

creencia bastante más extendida que en las cercanías de Aguateca, nos da un

claro ejemplo de que el inframundo, siendo un lugar húmedo, puede ser de donde

salen las nubes cargadas de agua de lluvia, de aquello provisto por Chaak, y los

buitres podrían haber sido considerados como marcadores para lluvias violentas,

107
en las que las nubes son tan densas que oscurecen el día, las cuales, si bien son

benéficas per se, al ser lluvias, podrían traer consigo muerte, algo bastante más

directamente relacionado con la naturaleza de los buitres y su dieta. Benson

(1996) hace mención de esto, pero lo conecta hacia una relación con la agricultura

más que con la lluvia directamente.

Esto también podría ayudar a entender cómo es que la presencia de los

buitres en rituales de aplicación de enemas es algo presente, siendo que estos

eran una forma rápida de entrar en estados alterados de la conciencia que hacían

estar en contacto con divinidades y ancestros (de la Garza 2012: 141-149).

Recapitulando: la relación de los buitres con Chaak y la lluvia, Itzamnaj y su

corte real, la existencia de un “rey buitre” o “dios buitre”, el uso de enemas y la

alteración de los sentidos, así como “receptor” de los cuerpos de víctimas

sacrificiales, y su posible “avanzada edad” debido a sus arrugas y falta de plumas,

hacen que exista un uso directo de representaciones de ellos para referirse a la

realeza, siendo que en ocasiones los glifos (referidos por Schele 2000 como 4021

y 4022 en el catálogo web de FAMSI en research.famsi.org/schele), de cabeza de

buitre puedan ser usado como la palabra “ajaw”.

Si bien el entendimiento claro de valores religiosos o míticos de una

sociedad pretérita pueden ser complejos de ver realmente reflejados en los restos

recuperables de sitios arqueológicos, estos sí nos permiten acercarnos de mejor

manera a cuestiones que de otra manera podrían parecer imposibles. En área

maya afortunadamente se cuenta con una extensa cantidad de sitios en los cuales

108
se han recuperado y se pueden recuperar datos necesarios para inferir creencias

y costumbres del pasado.

La investigación llevada a cabo en esta tesis no plantea poner un final a la

discusión sobre el valor mítico y biológico/social sobre los buitres en la cultura

maya prehispánica, sino dejar abierta la posibilidad de una discusión mayor,

tomando en cuenta los posibles errores cometidos, así como las faltantes en la

misma investigación.

Los buitres fueron, son y serán parte esencial del habitad humano mientras

estos sigan produciendo residuos que puedan servirles de alimento, y es por ello

que el mejor entendimiento de este papel puede ayudar a valorizar más a un ave

que ha sido neglectada por mucho tiempo debido a su aspecto poco agraciado, y

que su fuente de alimento escandaliza de sobre manera a una sociedad que no

quiere pensar en la existencia de un final como lo es la muerte, y en la nimiedad

que cualquiera representa en la gran escala del mundo, del tiempo y del universo

mismo.

La ciencia no es estática, y por ello el re-investigar, re-plantear, y re-escribir

son partes necesarias para su mejor desarrollo. Se espera que, con esto, se

pueda dar un paso más hacia el mejor entendimiento del pasado y su gente, como

personas reales, capaces de hacer que lo imposible, no lo parezca tanto.

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124
Anexo 1

Ficha de Registro de Observaciones Experimentales


Proyecto Zopiquetzal

Información de base
Registro por:
Inicio de observación (hora): Fin de observación (hora):
Fecha:
Clima:
mañana (hora):
media mañana (hora):
mediodía (hora):
tarde (hora):
noche (hora):

Frecuencia esquelética del señuelo utilizado (al inicio del día):

125
Registro de la presencia de individuos por hora.
Hora Taxones (#) Núm. Observaciones ¿qué hace c/uno?
fotografías
06:00

06:30

07:00

07:30

08:00

08:30

09:00

09:30

10:00

10:30

11:00

11:30

12:00

12:30

126
13:00

13:30

14:00

14:30

15:00

15:30

16:00

16:30

17:00

17:30

18:00

127
Descripción del comportamiento (Taxón:___________________):
Se alimentan de: ( ) Piel, ( ) Músculo, ( ) Cartílago
( ) Desprende la piel, alimentándose de ésta / evitando alimentarse de ésta
( ) Arranca tejido articular / tendones
( ) Pisa el cadáver con la pata para arrancar carne
¿Qué parte se pisa? Bosquejo

( ) Usa excecivamente el pico / la pata sobre la superficie ósea ¿en qué parte?
__________________________________________________________________
( ) Transporta elementos óseos desprendidos de la carcasa.
¿cuáles?_________________________________________________________
( ) Echa a individuos de un taxón diferente del sitio de alimentación.
¿A cuáles ahuyenta? ( ) Sar. papa. ( ) Cat. au. ( ) Cat. bur. ( ) Cor. at.

Descripción del comportamiento (Taxón:___________________):


Se alimentan de: ( ) Piel, ( ) Músculo, ( ) Cartílago
( ) Desprende la piel, alimentándose de ésta / evitando alimentarse de ésta
( ) Arranca tejido articular / tendones
( ) Pisa el cadáver con la pata para arrancar carne
¿Qué parte se pisa? Bosquejo

( ) Usa excecivamente el pico / la pata sobre la superficie ósea ¿en qué parte?
__________________________________________________________________
( ) Transporta elementos óseos desprendidos de la carcasa.
¿cuáles?_________________________________________________________
( ) Echa a individuos de un taxón diferente del sitio de alimentación.
¿A cuáles ahuyenta? ( ) Sar. papa. ( ) Cat. au. ( ) Cat. bur. ( ) Cor. at.
128
Descripción del comportamiento (Taxón:___________________):
Se alimentan de: ( ) Piel, ( ) Músculo, ( ) Cartílago
( ) Desprende la piel, alimentándose de ésta / evitando alimentarse de ésta
( ) Arranca tejido articular / tendones
( ) Pisa el cadáver con la pata para arrancar carne
¿Qué parte se pisa? Bosquejo

( ) Usa excecivamente el pico / la pata sobre la superficie ósea ¿en qué parte?
__________________________________________________________________
( ) Transporta elementos óseos desprendidos de la carcasa.
¿cuáles?_________________________________________________________
( ) Echa a individuos de un taxón diferente del sitio de alimentación.
¿A cuáles ahuyenta? ( ) Sar. papa. ( ) Cat. au. ( ) Cat. bur. ( ) Cor. at.

Descripción del comportamiento (Taxón:___________________):


Se alimentan de: ( ) Piel, ( ) Músculo, ( ) Cartílago
( ) Desprende la piel, alimentándose de ésta / evitando alimentarse de ésta
( ) Arranca tejido articular / tendones
( ) Pisa el cadáver con la pata para arrancar carne
¿Qué parte se pisa? Bosquejo

( ) Usa excecivamente el pico / la pata sobre la superficie ósea ¿en qué parte?
__________________________________________________________________
( ) Transporta elementos óseos desprendidos de la carcasa.
¿cuáles?_________________________________________________________
( ) Echa a individuos de un taxón diferente del sitio de alimentación.
¿A cuáles ahuyenta? ( ) Sar. papa. ( ) Cat. au. ( ) Cat. bur. ( ) Cor. at.
129
Observaciones:

130
Parte preferida al momento de alimentarse, por taxón y tiempo:

131
Tiempo estimado de estadía en la zona del señuelo:
Cantidad total de individuos en el área, separado por especie:

Estado del señuelo al final del día:

132
Desaparecieron o se movieron elementos óseos: ( ) Sí ( ) No
Cuáles:
Croquis del área de experimentación:

Frecuencia esquelética del señuelo utilizado (al final del día):

133
Anexo 2
Catálogo de marcas tafonómicas obtenidas en los experimentos actualísticos.

Ilion de G. gallus con posible marca de consumo por buitres.

Femur de G. gallus con posible marca de consumo por buitres.

134
Femur de G. gallus con posible marca de consumo por buitres.

Tibiotarso de G. gallus con posible marca de consumo por buitres.

135
Tarsometatarso de G. gallus con posible marca de consumo por buitres.

Tarsometatarso de G. gallus con posible marca de consumo por buitres.

136
Húmero de G. gallus con posible marca de consumo por buitres.

Húmero de G. gallus con posible marca de consumo por buitres.

137
Ulna de G. gallus con posible marca de consumo por buitres.

Tibia de S. scrofa con posible marca de consumo por buitres.

138
Mandíbula de S. scrofa con posible marca de consumo por buitres.

Escápula de S. scrofa con marcas de carnicería.

139
Anexo 3

Catálogo de Presencia de Buitres en el Arte Maya

A continuación, se presenta un pequeño catálogo que engloba las


representaciones de Buitres que se utilizaron para la realización de la
investigación. Propiamente no se trata de un compendio completo, ya que siempre
se pueden encontrar más representaciones en otros ejemplares de vasijas estilo
códice, por ejemplo. Este se divide en:

Representaciones en los Códices (CX), que puede ser el Dresde (D), Madrid (M) o
París (P). Se omite el códice Grolier debido a la nulidad de representaciones de
buitres en él. Estas se enumerarán acorde al sistema ya usado por los
epigrafistas, en el que se escribe el número de página, y la letra del panel en el
que se presentan

Representaciones en Cerámica (VL). Estas pueden ser Antropomórficas (A), en


Tocados o decoraciones (T), o en representaciones de estilo Naturalista (N). Estas
se ordenarán respecto al número otorgado por la colección de Justin Kerr, y
posteriormente se añadirán las que no estén presentes en las colecciones de Kerr.

Representaciones Escultóricas y Pictóricas (ET). Aquí se enlistarán


representaciones de buitres halladas como esculturas de piedra y modelados en
estuco (S), piezas de joyería (J) o pinturas murales (U). Se enumeran acorde a su
uso dentro del trabajo de investigación.

140
Representaciones en Códices
Representación con código Observaciones Fuente

CX-D3a Buitre postrado sobre un árbol


con raíces de Chaac o Ceiba,
jalando un ojo a una víctima de
sacrificio. El texto que
acompaña dice:
Vail y Hernández 2018
… ki ja ah CIMI la ?? le
me/K’AS ka MU’UK ka ya TAN Velázquez 2016a

na LOB’? ba

“[Fue exprimido], [su augurio es]


muerte, mal, su anuncio, su
pago es maldad”

CX-D8a Lo que se puede leer del texto


dice:

… K’UUCH … le me/K’AS …
Vail y Hernández 2018
“[Fue atronado en la palabra de]
Velázquez 2016a
el buitre/K’uuch, [su augurio] es
malo”

CX-D11b No hay viñeta que acompañe el


texto, el cual dice:

?? ta ja tu chi chi K’UUCH u


MU’UK ka Vail y Hernández 2018

“[el augurio] se hizo en la Velázquez 2016a


palabra del buitre, es su mal
augurio.”

CX-D13c La viñeta muestra a un buitre Vail y Hernández 2018


antropomórfico, mujer,
Velázquez 2016a
arrodillado frente a un perro que

141
tiene una vírgula de aliento y
símbolos que recuerdan al glifo
T0164, de lluvia, el texto dice:

ku chi ya ta li tzu lu le me?/K’AS

“El buitre es esposa del perro,


[el augurio es] malo”.

CX-D17c No hay imagen que acompañe


el texto, el cual dice:

K’UUCH u mu ti K’AB IXIK b’i le


me?/K’AS Vail y Hernández 2018

“El buitre es el ave de la diosa Velázquez 2016a


de la tierra, [su augurio es]
malo”.

CX-D19a La imagen muestra a la diosa


de la luna o de la tierra,
sentada, en actitud de hablar
con un buitre antropomórfico, el
texto dice: Vail y Hernández 2018

[MAK] aj U/K’AB IXIK ya ta li ti Velázquez 2016a

K’UUCH

“La diosa de la tierra/luna fue


[prometida] al buitre.

CX-D23b No hay viñeta que acompañe el


texto, que dice:

JOY/HOK [aj] b’a WAH u KAN? Vail y Hernández 2018


K’UUCH
Velázquez 2016a
“El buitre fue estrenado?/atado,
abundancia de alimentos es la
ofrenda”

142
CX-D35c La viñeta muestra al dios Chaac
bajo una cortina de lluvia, el
texto dice:

u YAN?/CH’AB wa CHAAK Vail y Hernández 2018


OCH chi na HA’ K’UUCH
Velázquez 2016b
“Chaak lo creó/está ahí, la lluvia
de zopilote entró en su casa”

CX-D36b El texto es acompañado por la


imagen de un buitre posándose
sobre una serpiente, que se
menciona podría ser una
representación del glifo de Vail y Hernández 2018
“cielo” (CHAN), el texto dice:
Velázquez 2016b
WINIK ki ti K’UUCH ti KA’AN na
K’UH

“El Buitre persona? está sobre


el dios del Cielo”

CX-D37c En la imagen se puede observar


a Chaak, arrodillado, portando
Vail y Hernández 2018
un lanzadardos? y un escudo,
bajo la lluvia, con una ofrenda Velázquez 2016b
de pescado. De la banda
celeste cuelga un glifo de

143
“ocultamiento”, el texto dice:

u YAN?/CH’AB CHAAK ki
K’UUCH K’IN AK’B’AL/TZ’AK hi

“Ahí está Chaak/él lo creó, el


linaje de buitres/el buitre
vuelve? el día noche

CX-D38b La imagen muestra a un buitre


antropomórfico, o a Chaak
disfrazado de buitre, bailando
bajo la lluvia. El texto dice:
Vail y Hernández 2018
NAM? K’IN NAM? UJ ti HA’
HA’AL? ti K’UUCH Velázquez 2016b

“Ocultamiento? del Sol y la


Luna, el buitre está en la
lluvia/aparece durante la lluvia”

CX-D39c1 La escena muestra a Chaak con


un hacha en la mano, sentado
bajo la lluvia que cae de una
banda celeste de la cual penden
símbolos de “ocultamiento” de
Sol y Luna. El texto dice: Vail y Hernández 2018

u YAN?/CH’AB wa u li na mu Velázquez 2016b

K’UUCH HA’ hi NAL

“Él lo creó?/Está ahí?,


ocultamiento de la luna, el buitre
en el lugar del agua”

CX-D39c2 La viñeta muestra a Chaak Vail y Hernández 2018


sentado en sobre un cerro
Velázquez 2016b

144
WITZ, el texto dice:

u YAN?/CH’AB wa ti K’UUCH
WITZ? yu? WA’AL la ha

“Hay un buitre en la montaña, él


se levantó” o “Él creó la
montaña, el buitre se levantó”

CX-D56b La imagen muestra a una


serpiente (venusina?)
devorando al sol que se
encuentra en medio de dos
punzones de sangrado? y un
signo de “ocultamiento”,
señalando un eclipse. Hay
diferencias entre ambos
autores, pero se toma que los
textos correspondientes dicen:
Vail y Hernández 2018
HA’ la IK TOLOK ah KIMI la u
KAB’ hi? ta? HUN KA’AN la? aj? Velázquez 2016a
AJAW KAB’ KAN PAWAHTUN
KAN K’UUCH ya NIK? NAL HA’
K’UL AJAW TZAK

“Lluvia de Ik Tolok, es la muerte


que se había supervisado por
Taaw Kaanal, Aj Kab’ Ajaw, Kan
Pawahtun, Kan K’uuch. Aflije la
flor de maíz, la lluvia, los
señores sagrados puestos en
orden”

CX-D73b Al texto no lo acompaña


ninguna viñeta, éste dice:

K’AK K’UUCH? ti HA’AB li YAX Vail y Hernández 2018

le me? Velázquez 2016b

“El buitre de fuego en el año,


primer mal?”

145
CX-M10a La escena muestra un buitre
bajo la lluvia (líneas azules), el
texto dice:

ti K’IN HA’ b’a K’UUCH

“El buitre está en el agua/lluvia, Vail 2016


[ocultamiento del sol]”
Vail y Hernández 2018

CX-M22c La imagen muestra a un buitre


con las alas extendidas en un
fondo azul, con un texto que
dice:
Vail 2016
ti ?? K’UUCH a TUN LOB’? b’a
la K’IN TUN ma le Vail y Hernández 2018

“El buitre, el jaguar es el


cargador del año de la sequía,
malo?”

CX-M24d Se observa al dios del maíz de


color amarillo (probablemente
Vail 2016
porque la planta se seca),
sentado en la tierra (K’AB) y con Vail y Hernández 2018
los ojos cerrados, siendo picado
por un buitre o cuervo. El texto

146
simplemente dice:

SAK CHAAK NAL

“Chaak blanco del maíz”

CX-M25b La viñeta asociada muestra una


planta que cree se trata de una
planta de frijol floreando, que
sale de la tierra (glifo K’AB), el
texto dice: Vail 2016

lu K’UUCH Vail y Hernández 2018

“El [frijol?] del buitre”

CX-M26c La viñeta muestra al dios del


maíz sentado, con un buitre
perchado en su cabeza, el texto
simplemente dice:

na? NAL? K’UUCH? Vail 2016

“Dios del Maíz? y? Buitre?” Vail y Hernández 2018

CX-M26d La escena muestra dos aves Vail 2016


negras, identificadas como
Vail y Hernández 2018
buitres, picando al dios del

147
maíz. El texto que acompaña
dice:

EK NAL K’UH EK NAL EK K’UH


u MU’UK

“Dios negro del maíz, maíz


negro, dios negro, su mal
augurio”

CX-M28b La viñeta muestra a Chaak con


un palo sembrador en la mano,
y un ave negra, con un claro
símbolo de ano o pestilencia,
picando un glifo de WAAJ Vail 2016
(semilla de maíz). El texto dice:
Vail y Hernández 2018
NOJOL? u tz’a pa K’AN ki
CHAAK u o? K’AB

“Brota en el sur, el Chaak


amarillo”

CX-M28c En la escena se observa al dios


del Maíz, con los ojos cerrados
en señal de muerte, sentado en
la tierra, siendo “picado” por un
ave negra identificada como un Vail 2016
buitre. El texto dice:
Vail y Hernández 2018
O? [KAB’] ja SAK? K’UH
K’UUCH? MU’UK ka

“ … del dios del Maíz blanco, el


buitre? es su mal augurio”

CX-M35b El texto que acompaña la


escena no parece hacer Vail 2016
referencia directa a las escenas,
Vail y Hernández 2018
sino más bien a las
celebraciones y rituales

148
referentes al inicio de año.
Dentro de la escena se
observan dos aves negras que
se han identificado como
buitres, una posada sobre la
foliación del Dios del Maíz, y la
otra sobre un glifo TUN con un
coeficiente once.

CX-M38b No hay viñeta que acompañe el


texto, el cual dice:

ho ch’a u K’AK’ K’UUCH ah


KIMI mu Vail 2016

“El buitre, hombre muerto, el Vail y Hernández 2018


fuego fue ‘perforado’ ”.

CX-M40a La viñeta muestra a un buitre


jalando los intestinos de un
venado. El texto dice:

wi ch’a k’u chi ah KIMI la OOCH Vail 2016

le me
Vail y Hernández 2018

“El buitre … el muerto entra en


el valle/pastizal”

CX-M42a El texto está sumamente


deteriorado. La viñeta muestra a Vail 2016
un buitre jalando las entrañas
de un venado. El texto, Vail y Hernández 2018

reconstruido, dice:

149
“… fue capturado en el oeste,
sangró”

CX-M54b La viñeta que acompaña el


texto es un buitre
antropomórfico con un símbolo
de KIMI en la mano (un cráneo).
El texto dice: Vail 2016

K’UUCH? hi LOB? MU’UK Vail y Hernández 2018

“Buitre? mal augurio”

CX-M55b La viñeta acompañante del


texto muestra un buitre
antropomórfico con un símbolo
KIMI en la mano (un cráneo), en
un fondo rojo. El texto dice: Vail 2016

TUN K’UUCH KIMI li ?? Vail y Hernández 2018

“?? buitre, muerte ??”

CX-M67a La escena representa a lo que


parece un Pawatún o Bacab Vail 2016

sosteniendo un buitre. El texto Vail y Hernández 2018


dice:

150
Ti K’UUCH yu K’AL ya AAK?
AJAW OX KAN li ya ka ah KIMI
la wa YAX ha

“El buitre es tomado por Señor


Bacab 3 Cielo, la muerte …?”

CX-M85a No hay texto relacionado con la


imagen, se observa a un buitre
y a un pavo con los cuellos
enredados el uno con el otro.
Vail 2016

Vail y Hernández 2018

CX-M86a No hay texto que acompañe la


imagen, la cual muestra a un
buitre jalando el ojo de un
hombre.
Vail 2016

Vail y Hernández 2018

CX-M87a La imagen muestra a un buitre


sacando el ojo a hombre en
cuclillas. El texto se lee:
Vail 2016
ah KIMI pa WAH OOCH?
K’UUCH XUL Vail y Hernández 2018

“El Pawah Ooch es el hombre


muerto, el buitre es su fin”

151
CX-M88c La imagen que acompaña el
texto muestra a un ave posada
sobre una calavera o glifo de
muerte. El texto se lee Vail 2016

NOJOL k’u (KAB’) chi Vail y Hernández 2018

“[ahí está] en el sur el buitre de


tierra”

CX-M91c Se observa a un buitre sobre


una ceiba, en el pico lleva lo
que podría ser un intestino o un
globo ocular que sale de algo
que está erosionado, pudiendo
ser un cautivo o víctima de Vail 2016

sacrificio. El texto dice: Vail y Hernández 2018

ah? NIK AJAW xa? I’NAH? ka


AJAW TZAK wa

“Señor flor, semilla de maíz, es


el señor de la sucesión”

CX-M94c La viñeta muestra a la diosa de


la tierra (Ix Kab’) con un buitre
posado en su cabeza, el texto Vail 2016
se lee:
Vail y Hernández 2018
ma YAX ti mu ka mu ka KUH

“El mono araña es el ave del

152
dios, mal augurio”

CX-M107c El texto no posee imagen


asociada, se lee:

xa? hu li KAB’ b’a ‘u mu


K’UUCH ka
Vail 2016
“Llegan las abejas del buitre,
Vail y Hernández 2018
mal augurio”

CX-M108c El texto no tiene imagen


asociada, dice:

tze la ja ta b’i ji ‘u KAB’ b’a


Vail 2016
K’UUCH
Vail y Hernández 2018
“Las abejas del buitre se
deslizaron por el camino”

CX-P2a No es claro el contenido de la


escena por la erosión, se puede
Vail y Hernández 2018
observar un ave negra posada
sobre un símbolo de HA’AB.

153
CX-P2b El contenido está muy
erosionado, lo que se puede
leer dice:

… wa ti K’UUCH

“El buitre [es el señor de la


Sucesión]”
Vail y Hernández 2018

CX-P3b El texto relacionado con el


almanaque es muy largo, se lee
junto al glifo de buitre:

LAHKA’ WUKLAHUN TUN


K’UUCH ?? HA’AB ka CHAAK? Vail y Hernández 2018
HA’AB li MAK HA’AB na

“17 años, 12 días, año del


zopilote ? año de la lluvia, año
de la tortuga”

154
CX-P8b El texto se relaciona a lo que se
cree es el cambio de K’atún. El
pasaje se lee:
Vail y Hernández 2018
AHAW TZAK wa K’UUCH

“El buitre es el señor de la


sucesión”

CX-P11c El texto completo está


erocionado. Lo que contiene la
imagen del buitre se lee:

CH’AK b’a KAN K’UUCH ?? TE


chi K’UUCH? HA’AB li wi? i hi u
CHAAK hu chi KA’AN li wi Vail y Hernández 2018
WINIK ki u …

“El Buitre Celeste es


decapitado, el año del buitre?,
hambre. La lluvia, persona del
cielo, su …”

CX-P16c El texto y la imagen que la


acompaña están erosionados,
pero se observa a un buitre con
una antorcha, el texto dice:
Vail y Hernández 2018
to ko … TUN/ku POM/po HA’AB
CHAAK ki

“… se quema, año de Chaak”

155
CX-P19a La tira de días que acompañaría
la imagen está perdida por
erosión. Lo que se puede
observar de la escena es un
personaje sentado sobre una
Vail y Hernández 2018
banda celeste (un insecto
posiblemente), un buitre, al dios
del maíz y a un jaguar
alimentándose de un ser
humano.

156
Representaciones en Vasijas

Representación con código Observaciones Fuente

VL-A1 Un buitre antropomórfico tirado en K0555


el suelo, mientras un personaje,
Beukers 2013
probablemente Hun Hunapu, le
apunta con una cerbatana. Se cree
que el buitre podría ser el “dios
buitre” Ta Hol.

VL-A2 Buitre antropomorfo vestido como K717


artesano/pintor, lleva un
Beliaev y Davletshin 2014
instrumento en la mano y frente a
él hay un tintero de caracol y un
libro con tapa de piel de félido
manchado. Es parte de la corte de
Itzamnaj, y uno de los dioses
creadores.

VL-A3 Par de buitres antropomorfos K1440


mostrados en compañía de un ser
Wanyerka 2009
del inframundo y de quien se cree
es la reina Ixik Ek’ Ik’il Nal. Uno
posee plumas en los brazos.

157
VL-A4 Buitre antropomorfo que ofrece un K5764
objeto de apariencia textil a
Itzamnaaj, quien está sentado
sobre un trono.

VL-A5 Par de buitres antropomorfos que K6991


tienen vírgulas en sus manos,
siendo posible que sea humo o
llamas.

VL-A6 Buitre antropomorfo que recibe K8479


órdenes de Itzamnaaj. En una
Beliaev y Davletshin 2014
mano porta un instrumento de
escritura, y en la otra un objeto no
identificable.

158
VL-A7 Buitre antropomorfo junto con un K8817
personaje de la realeza,
identificable por la piel de felino
sobre su asiento. El buitre porta lo
que parece un abanico de plumas.

VL-N1 Se muestra un buitre con una K0791


serpiente alrededor del cuello. El
Houston y Stuart 1989
texto se refiere a este como un
“Wahy” o entidad anímica animal. Shesheña 2010: 17-18

VL-N2 Escena de aplicación de enemas, K1550


en las que se puede observar dos
buitres sobrevolar al personaje que
recibe el enema por parte de un
sacerdote/mujer.

VL-T1 Vasija que muestra un grupo de K1338


personajes armados en lo que se
Helmke y Kupprat 2016
ha interpretado como el descenso,
captura y sacrificio del dios del

159
maíz por parte de “los señores de
la tierra”, uno de estos porta un
tocado en forma de cabeza de
buitre.

VL-T2 Vasija que muestra un grupo de K1365


personajes armados en lo que se
Helmke y Kupprat 2016
ha interpretado como el descenso,
captura y sacrificio del dios del
maíz por parte de “los señores de
la tierra”, uno de estos porta un
tocado en forma de cabeza de
buitre.

VL-T3 Escena de corte real, se observa a K1775


un cortesano con un tocado de
buitre.

VL-T4 Escena de corte real en la que se K2698


observa a uno de los cortesanos
con un tocado de ave
(posiblemente un buitre) con una

160
serpiente en el pico.

VL-T5 Escena de sacrificio por K2781


flechamiento donde uno de los
asistentes porta un tocado de
buitre.

VL-T6 Escena de corte real en la que se K3247


observa a uno de los personajes
tocando una trompeta de caracol.

VL-T7 La escena muestra a un personaje K4336


ataviado con un tocado de buitre

161
con una pata de venado en el pico, Benson 1996
y una “capa” de plumas, con un
animal antropomórfico
(posiblemente un tapir) en posición
suplicante.

VL-T8 Vasija estilo códice con motivo de K4464


Danzante de Holmul. Uno de los
Reents-Budet 1991
personajes porta una decoración
con una cabeza de buitre. Detalle
resaltado con dibujo del autor.

VL-T9 Vasija que muestra un grupo de K5002


personajes armados en lo que se
ha interpretado como el descenso,
captura y sacrificio del dios del
maíz por parte de “los señores de
la tierra”, uno de estos porta un
tocado en forma de cabeza de
buitre.

VL-T10 Escena de corte real en la que se K7021


observa a uno de los asistentes
portando un tocado que parece ser
un buitre. El personaje tiene en la
mano un abanico de plumas, y se
muestra un ave pequeña en forma

162
naturalista sobre este.

VL-T11 Escena de corte real en la que se K8176


observa a uno de los asistentes
con un gran tocado de plumas, y
una cabeza de buitre, identificable
por los pliegues de piel visibles en
la base de la misma.

VL-T12 Escena de corte real en la que se K8242


muestra a varios personajes frente
a un personaje en posición de
malabarista. El primero de los
personajes desde la izquierda
porta una máscara de buitre, o es
un buitre antropomórfico.

163
Representaciones Escultóricas y Pictóricas

Representación con código Observaciones Fuente

ET-J1 Figurilla de jade encontrada en el Atwood 2013


área del cuello del entierro del
denominado “Señor Zopilote” en
Tak’alik Ab’aj, la cual se dice
muestra una transición entre el
estilo Maya y el Olmeca.

ET-U1 Representación de un buitre, Stuart 2015


hallada en la subestructura del
Houston et al. 2006
templo 1 de San Bartolo,
Guatemala. Se ha datado para el
100 a.C. Se observa lo que
probablemente sean chorros de
sangre saliendo de su pico.
Acuarela de Heather Hurst

ET-S1 Posible representación de un buitre


en los decorados en piedra de la
fachada del edificio poniente,
cuarto sur, del Cuadrángulo de los
Pájaros de Uxmal.

ET-S2 Representaciones en estuco de Milbrath y Peraza 2003


buitres encontradas en la
estructura Sub-Q162 de Mayapán.

164
Ejemplar en el lado sur-poniente.

ET-S3 Representaciones en estuco de Milbrath y Peraza 2003


buitres encontradas en la
estructura Sub-Q162 de Mayapán.
Ejemplar en el lado sur-oriente.

165

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