Consolados para Consolar
Consolados para Consolar
Consolados para Consolar
INTRODUCCION:
En cualquier situación de la vida cotidiana, la gente siempre está
dispuesta a dejarse conducir por quien tiene la experiencia en algo;
quien ha bebido las aguas amargas de la derrota y las mieles de la
victoria. El veterano de guerra que pasó por los rigores del combate
sabe cómo entrenar y moldear el carácter de los nuevos soldados para
soportar los avatares de un escenario de lucha. Sólo quien ha vencido en
las pruebas amargas de la vida, como el cáncer, puede ayudarnos a
manejar semejantes circunstancias de estrés, inseguridad y desazón; o el
empresario que ha resurgido de las cenizas de la bancarrota sabe como
orientarnos en un manejo efectivo de nuestras finanzas.Hoy veremos
cómo podemos ser fortalecidos por quienes nos han antecedido en los
valles de la tristeza y el dolor, CÓMO podemos ser “CONSOLADOS
PARA CONSOLAR, FORTALECIDOS PARA FORTALECER”.
II.- Dios NOS consuela en TODA tribulación: ”el cual nos consuela en
todas nuestras tribulaciones” (Vs. 4a)
- En griego la palabra utilizada para “tribulación” (thlípsis), en principio,
describe la presión física que tiene que soportar una persona. R. C. Trench
escribe: «Según la antigua ley de Inglaterra, cuando los acusados se negaban
a confesar los detalles de algún delito, se les colocaban grandes pesos en el
pecho hasta el punto de morir aplastados», eso ilustraba perfectamente lo que
era una thlípsis (o tribulación), estar sometido a una presión insoportable.
- En los primeros años del Cristianismo, los que se hacían cristianos se
exponían a toda clase de pruebas o tribulaciones: A algunos les abandonaban
sus propios familiares, eran rechazados por sus cónyuges, eran marginados por
sus vecinos paganos o eran perseguidos por los poderes públicos.
- Pablo aprendió, y nos lo dice a nosotros, que “no hay Cristianismo sin
Cruz”.
- Pero TAMBIÉN APRENDIÓ que ante las dificultades o
“Tribulaciones”, el buen Padre nos consolará.
- En Juan 16:33, Jesús dice claramente “en el mundo tendréis aflicción”, pero
“confiad, yo he vencido al mundo”. HOY se nos quiere vender un falso
Evangelio. Un Evangelio que se niega a sufrir o padecer por la causa de
Cristo; un Evangelio “metafísico” que utiliza las confesiones positivas de la
palabra como mantras y pretende que Dios sea como el genio de la lámpara
que satisfaga nuestros caprichos; yo creo en confesar la Escritura como
manifiesto de Fe y confianza en Dios, no para torcerle el brazo a Dios y
obligarlo a hacer lo que yo quiera, pues Él es soberano y tiene sus designios;
quiénes somos nosotros para contrariar su voluntad o para darle órdenes a
Dios.
Hoy tenemos un Evangelio que solo habla de chequeras, prosperidad,
bienestar, carros, casas, negocios, apartamentos y viajes, etc; pero poco habla
de sacrificios, predicación, evangelización, misiones, plantar iglesias, sanar
enfermos, echar fuera demonios, extender el reino, ayudar al necesitado, etc.
Un Evangelio terrenal y apegado a los placeres terrenales; un Evangelio que
olvida que el mismo Jesús dijo que “no tenía dónde recostar la cabeza”. Dios
puede (y quiere) prosperarnos, Dios puede (y quiere) bendecirnos, pero esa no
puede ser nuestra prioridad. Nuestra prioridad debe serle fiel a Él y
obedecerle, tomar la cruz cada día y seguirle.
No podemos reducir el Evangelio a cuentas corrientes en dólares, posesiones
y negocios. Un Evangelio de mercadeo y multinivel. La versión del Evangelio
de hoy, dista mucho del Pablo que decía: “Sé vivir humildemente, y sé tener
abundancia; en todo y por todo estoy enseñado; así para estar saciado como
para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad”
(Fil.4:12). Un Evangelio que se complace en el Cristo resucitado y triunfante
pero no quiere saber nada del Cristo sacrificado y crucificado; cuando el
triunfo del Resucitado depende del Cristo crucificado.
Por tanto, si nos mantenemos en Cristo, sometidos a su autoridad, podremos
operar en su fuerza para poder vencer CUALQUIER TRIBULACIÓN como
Él venció. Pero, como dice él “separados de mí nada podréis hacer”
(Jn.15:5). Tenemos que estar indisolublemente injertados en Él.
- No sé por cuál prueba, pérdida o dolor estarás pasando. Quizá aún sientes la
partida de tus amados familiares, quizá estás pasando por un divorcio, quizá
estás pasando por la pérdida de un ser querido, un esposo, un hijo, tu madre o
padre; HOY quiero decirte que NO HAY PRUEBA NI TRIBULACIÓN que
Dios no comprenda ni pueda dejar de consolar, pues Él mismo estuvo en el
dolor, conoció nuestro dolor, nuestras carencias y nuestras flaquezas. Dios
tuvo que pasar por el trago amargo de ver cómo maltrataban, flagelaban,
torturaban y mataban cruelmente y sin piedad a su Hijo. Él sabe lo que es
perder algo o perderlo todo; ÉL sabe lo que es el dolor. Él sabe lo que es ser
abandonado, sufrir.
Heb.2:17-18: “Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos,
para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se
refiere, para expiar los pecados del pueblo. Pues en cuanto él mismo
padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados”.
Por eso Él nos entiende…
IV.- El consuelo divino que nos fortaleció servirá para fortalecer a otros:
por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios
- El que no ha experimentado la aflicción, la enfermedad, el abuso o cualquier
otra dificultad no está capacitado para dar consolación a nadie. Pero cuando
uno puede decir “nosotros los prisioneros” como decía el teólogo Dietrich
Bonhoeffer, o “nosotros los leprosos” como decía un doctor que contrajo la
lepra mientras ministraba a los leprosos, entonces los demás estarán
dispuestos a recibir lo que ofrecemos.
- Pablo aquí enfatiza que el recibir consolación nos convierte en un conducto
que canaliza el mismo consuelo con que Dios nos ha consolado. Muchas veces
el comunicar la consolación es algo más profundo que usar unas cuantas
palabras; un abrazo, unas lágrimas, un acompañamiento silente, o una simple
expresión valen mucho cuando comunican una consolación genuina.
- La cadena de consolación que viene de Dios es uno de los secretos que hace
al pueblo de Dios invencible
- Ante una pérdida irreparable, como la pérdida de un hijo o un familiar muy
cercano, no puedo darte una explicación que pueda satisfacerte. Sólo sé que
Dios es soberano y todo lo que sucede tiene un propósito. Algún día
comprenderemos el porqué de esa situación difícil, pero lo que sí es cierto, es
que esa prueba te preparó para que tú, con el consuelo que Dios utilizó para
sacarte del pozo de la depresión o la tristeza, te conviertas en Su instrumento
para sacar del mismo foso a otros que también hayan caído en él.
CIERRE: La pericia que se consigue en la escuela de la aflicción nos
permite consolar a los que sufren pruebas parecidas, a fin de que su fe se
fortalezca, su paciencia se haga más resuelta y su salvación quede
garantizada. Cuando sabemos esperar en Dios en medio de la prueba Él nos
dará la salida para soportar, fortalecerá y templará nuestra alma, generará
músculos espirituales, para que luego al estar “CONSOLADOS podamos
CONSOLAR, Y, AL SER FORTALECIDOS podamos FORTALECER” a
otros.
Querido amigo que me estás escuchando, la Biblia nos enseña que Dios NOS
ama y tiene un plan maravilloso para TODA la humanidad; sin embargo,
TODOS somos pecadores y, ese pecado nos separa de Dios. Ante esta
situación, Dios proveyó a su Hijo Jesucristo quien estuvo en esta tierra y
caminó entre nosotros, siendo sacrificado en una cruz por nuestros pecados y
los de todo el mundo, para garantizar nuestro perdón y otorgarnos salvación.
Pero esa Salvación sólo se hace efectiva cuando invitas a Jesús a entrar en tu
corazón. No te estoy hablando de una religión sino de establecer una
RELACIÓN PERSONAL con el Dios vivo. Por ello, si quieres recibir a
Jesucristo como Salvador y como Señor de tu vida, repite conmigo esta
oración: Padre celestial, gracias por tu amor, gracias porque enviaste a tu
hijo Jesús a morir por mi en una cruz; HOY me arrepiento de todos mis
pecados y quiero que me perdones; deseo recibir a tu hijo Jesucristo en mi
corazón como Señor y Salvador. Yo creo que él murió pero resucitó de entre
los muertos y viene otra vez. Hoy te recibo por padre, recíbeme tú por hijo.
En el nombre de Jesucristo, tu hijo amado… Amén!
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