F16 Profecia Biblica Erev 2019
F16 Profecia Biblica Erev 2019
F16 Profecia Biblica Erev 2019
BÍBLICA
EVIDENCIA CONVINCENTE
DE QUE DIOS EXISTE
0
PROFECÍA BÍBLICA
EVIDENCIA CONVINCENTE DE QUE DIOS EXISTE
La Biblia es el libro más extraordinario que exista. Sus relatos acerca del
origen del mal; la historia incomparable de los tratos de Dios con la nación de
Israel; el mensaje penetrante de los profetas; las “buenas nuevas” proclamadas por
Jesucristo y los apóstoles; sobre todo, su análisis inequívoco de las debilidades de
la naturaleza humana y su contrastante descripción de la santidad, fidelidad y
misericordia de Dios, reveladas de manera especialmente clara en la persona de su
Hijo. Todas éstas características sobresalientes no se encuentran en ningún otro
libro del mundo. Ellas motivaron al autor Henry Rogers a declarar: “La Biblia no es
un libro que el hombre hubiera escrito si pudiera, ni podría haberlo escrito aunque
quisiera.” En otras palabras, necesitamos a Dios para explicar la existencia de la
Biblia.
En este breve estudio vamos a considerar una de las características únicas de
la Biblia: las profecías que contiene. La profecía en sentido estricto no es
solamente una predicción del futuro. Un profeta es alguien que habla por Dios, es
decir, un portavoz. Profecía es el mensaje que el profeta habla en nombre de Dios.
Pero, puesto que la profecía bíblica contiene muchas predicciones de eventos
futuros, tomaremos el término en este sentido para los propósitos de este folleto.
La base de este reto es clara: los adoradores paganos sostenían que sus
ídolos eran dioses. Muy bien; que presenten la evidencia. La evidencia exigida por
Dios consistía en que los ídolos anunciaran eventos futuros y también declararan
“lo que ha pasado desde el principio,” es decir, que explicaran cómo se realizó la
creación en el principio. Este punto se vuelve absolutamente claro en el siguiente
versículo:
“Dadnos nuevas de lo que ha de ser después, para que sepamos
que vosotros sois dioses” (Isaías 41:23)
1
Aquí Dios mismo está afirmando que la capacidad de predecir el futuro sería
una prueba de poder divino. Dios declara más de una vez, en esta parte de la
profecía de Isaías que él es el único que tiene este poder, porque solamente él es
Dios; no hay otro.
“Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos;
porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a
mí” (Isaías 46:9)
El Dios de Israel está declarando aquí que no hay otro objeto digno de
adoración, excepto él mismo, y continúa confirmando las señales de su poder en
estos términos:
“ que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la
antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo
permanecerá, y haré todo lo que quiero.” (Isaías 46:10)
“SI, PERO”
Quienes no creen que la Biblia sea la palabra de Dios no aprecian su profecía
de ningún modo. Reconocer que la Biblia ha predicho correctamente el futuro casi
equivaldría a reconocer la existencia de Dios. Así es que tratan de restarle
importancia al tema explicando: “Las profecías no fueron realmente predicciones
del futuro en lo absoluto; fueron escritas después de los eventos aludidos.”
Ahora bien, este argumento sólo puede tener fuerza, si se puede demostrar
que los documentos bíblicos, especialmente los del Antiguo Testamento, fueron
escritos después del evento que pretenden predecir. Debe señalarse claramente
que nadie tiene evidencia directa de esto; la conclusión es el resultado de
interpretar la evidencia para apoyar su propia teoría. De hecho, todas las
investigaciones de los últimos 100 años tienden a demostrar que los documentos
de la Biblia son auténticos: realmente pertenecen a la época en la cual dicen haber
sido escritos.
Pero se puede llegar al grano en este asunto de una manera muy adecuada
para nuestro propósito actual. Nadie puede negar que los documentos del Antiguo
Testamento existieran cerca de 200 años A.C., pues para entonces estaban siendo
traducidos al griego [en la versión del Antiguo Testamento que se llama la
Septuaginta], y no puede traducirse lo que no existe.
Otra objeción es decir: “Bien, estas profecías bíblicas no son más que
brillantes predicciones políticas de personas capaces de interpretar los sucesos en
sus días y sus probables consecuencias.”
¿“Brillantes predicciones políticas,” expresadas en los siglos que precedieron
a Cristo y que se han realizado durante casi 2,000 años hasta el presente? ¿Qué
clase de magos se imaginan que eran los profetas de la Biblia para poder lograr
tales hazañas? El mero hecho de expresar el asunto de ese modo es demostrar
cuán poco probable sería tal explicación de las profecías bíblicas.
Pero la respuesta más segura para esta objeción, como para todas las otras,
es leer algunas de las mismas profecías. Así que comenzaremos con
3
PROFECÍAS REFERENTES A BABILONIA
En los días de los profetas de Israel (850-560 A.C., aproximadamente) dos
grandes potencias militares se levantaron en el territorio alrededor de los ríos
Éufrates y Tigris, ahora conocido como Iraq. El primero fue el imperio de Asiria, con
Nínive como su capital. Durante dos siglos los asirios llevaron a cabo invasiones
del territorio de las naciones circundantes: hacia el sur dominaron a los caldeos y
su capital Babilonia; al oeste invadieron Siria, luego descendieron por la costa
mediterránea a través de Israel, llegando hasta Egipto. Su política era el terror. Su
propósito era aterrorizar las poblaciones locales para que se sometieran y pagaran
tributo anual. Con este fin saquearon y quemaron pueblos, devastaron la campiña,
masacraron los habitantes y llevaron miles de cautivos a Asiria.
La segunda mitad del siglo VII A.C. vio la declinación del poder asirio y el
ascenso del babilonio. En 612 A.C. Nínive fue conquistada. Nabucodonosor, rey de
los caldeos, rápidamente creó un nuevo imperio. Las naciones más pequeñas del
Oriente Medio, alegrándose por su liberación de Asiria, pronto se vieron invadidas
por los ejércitos de Babilonia. En particular, Nabucodonosor invadió Israel, saqueó
Jerusalén, quemó su templo y se llevó miles de cautivos a Babilonia. Luego
continuó hacia el sur e invadió Egipto. El Imperio Babilónico fue la segunda fase de
la dominación militar que surgía del área del Éufrates.
En particular, Nabucodonosor, su más grande rey, hizo de la ciudad de
Babilonia una maravilla en el mundo del Cercano Oriente. Construyó enormes
templos y palacios y rodeó la ciudad con un inmenso muro protector. Babilonia se
volvió la gloria y orgullo tanto de Nabucodonosor mismo como de su pueblo caldeo.
Es difícil para nosotros en estos días darnos cuenta del impacto que tan
despiadado poder y extravagante riqueza ejerció sobre los habitantes de las
naciones más pequeñas. Para ellos los imperios de Asiria y Babilonia deben haber
parecido terroríficos e invencibles.
COMPLETAMENTE DESTRUIDA
100 años antes de que Babilonia llegara al apogeo de su poderío, el profeta
Isaías predijo su destrucción en términos muy específicos. En un capítulo titulado
“Profecía contra Babilonia,” esto es lo que él dijo:
“Cerca está el día de Jehová; vendrá como asolamiento del
Todopoderoso He aquí que yo despierto contra ellos a los
medos Y Babilonia, hermosura de reinos y ornamento de la
grandeza de los caldeos, será como Sodoma y Gomorra, a las que
trastornó Dios. Nunca más será habitada ni levantará allí tienda
el árabe, ni pastores tendrán allí majada; sino que dormirán allí las
fieras del desierto.” (Isaías 13:6, 17, 19-21)
El destino de Babilonia es claro: los atacantes serían los medos (una nación al
este de Babilonia); la ciudad se volvería una desolación, donde no habitarían
hombres ni bestias. Recordemos que esta clara profecía fue pronunciada 100 años
antes de que Babilonia se levantara hasta la cumbre de su poder y gloria.
4
Otro profeta, Jeremías, escribiendo 100 años más tarde, cuando
Nabucodonosor estaba a punto de atacar Jerusalén, agregó a las predicciones de
la caída de Babilonia:
“He aquí que yo levanto un viento destruidor contra Babilonia En
un momento cayó Babilonia, y se despedazó Preparad contra
ella naciones; los reyes de Media Y será Babilonia montones de
ruinas, morada de chacales, espanto y burla, sin morador El
muro ancho de Babilonia será derribado enteramente, y sus altas
puertas serán quemadas a fuego Oh, Jehová, tú has dicho
contra este lugar que lo habías de destruir, hasta no quedar en él
morador, ni hombre ni animal, sino que para siempre ha de ser
asolado”
5
EL DESTINO DE EGIPTO
Egipto también fue una gran potencia en el Medio Oriente. El período de su
grandeza fue alrededor de 1600 A.C., cuando los ejércitos de los faraones
conquistadores presionaron hacia el sur hasta el Sudán; hacia el oeste a lo largo de
la costa norafricana y hacia el norte a través de la tierra de Canaán (más tarde
Israel) hasta Siria. El descubrimiento de algunos de los antiguos templos,
monumentos y tumbas de Egipto ha revelado la gloria de los faraones en la cima de
su poder.
Pero desde más o menos 1400 A.C., el poder egipcio comenzó a declinar,
debido a la guerra civil y al ascenso de Asiria y más tarde de Babilonia. Sin
embargo, durante el período de ocupación de la tierra de Canaán por Israel (1400-
600 A.C.) los egipcios interfirieron periódicamente en la política del Medio Oriente
con éxitos variados. Los israelitas, temiendo la invasión de asirios y babilonios,
frecuentemente se vieron tentados a buscar el apoyo de Egipto en vez de confiar
en su Dios.
Los profetas de Israel tuvieron algo muy definido que decir acerca del destino
de los egipcios. El profeta Ezequiel, cuyos pronunciamientos fueron hechos en los
días de Nabucodonosor, rey de Babilonia, desde más o menos 600 A.C., declaró
que como resultado del juicio de Dios, Egipto sería desolado por 40 años. Luego
habría una restauración, pero no con la anterior gloria y poder:
“Porque así ha dicho Jehová el Señor: Al fin de cuarenta años
recogeré a Egipto de entre los pueblos entre los cuales fueron
esparcidos y los llevaré a la tierra de Patros, a la tierra de su
origen; y allí serán un reino despreciable. En comparación con los
otros reinos será humilde; nunca más se alzará sobre las naciones;
porque yo los disminuiré, para que no vuelvan a tener dominio
sobre las naciones Así ha dicho Jehová el Señor: Destruiré
también las imágenes, y destruiré los ídolos de Menfis; y no habrá
más príncipe de la tierra de Egipto” (Ezequiel 29:13-15; 30:13)
7
A.C. hasta los días de Cristo, dominados sucesivamente por los persas, los griegos
y sus sucesores, y finalmente por los romanos. En el 70 D.C., 40 años después de
la crucifixión de Cristo, ocurrió allí la más terrible devastación de todas. La ciudad
de Jerusalén fue saqueada por el ejército romano a causa de su rebeldía. El templo
fue quemado y los judíos fueron esparcidos como esclavos en todo el mundo
romano. Allí se encuentran desde entonces, literalmente “desde un extremo de la
tierra hasta el otro.”
Hasta tiempos muy recientes, los israelitas en realidad no habían encontrado
reposo. Sufriendo persecución y a veces exterminación (los pogromos en Rusia en
el siglo XIX y la política de genocidio de Hitler en el siglo XX, son algunos de los
ejemplos más recientes) los judíos han estado en todas partes sujetos a difamación
y burla, tanto que su supervivencia como raza reconocible es una de las maravillas
de la historia. De nuevo notamos el hecho de que esta profecía del destino de
Israel ha permanecido cierta por más de 2500 años. ¿Quién pudo haber previsto
que, a pesar de la dispersión y las persecuciones, los judíos permanecerían por
siglos como un pueblo visiblemente distinto hasta el día de hoy?
“Ahora así dice Jehová Dios de Israel He aquí que yo los reuniré
de todas las tierras a las cuales los eché con mi furor y los haré
volver a este lugar, y los haré habitar seguramente; y me serán por
pueblo, y yo seré a ellos por Dios.” (Jeremías 32:36-38)
Otra vez no hay duda acerca de lo que la profecía está diciendo. El proceso
de dispersión y persecución de Israel sería revertido. Los judíos retornarían a la
misma tierra de la que fueron expulsados hace más o menos 1,900 años para vivir
allí en una paz relativa. Las tres breves citas de Jeremías que vimos anteriormente,
podrían ser multiplicadas muchas veces por declaraciones similares de Isaías y
Ezequiel.
De todos es sabido con qué exactitud estas profecías de la restauración de
Israel han sido cumplidas. El movimiento sionista moderno se inició entre los judíos
8
dispersos en muchos países a fines del siglo XIX. El establecimiento de Palestina
como hogar nacional para los judíos en 1917, condujo a un rápido crecimiento de
su número en la tierra prometida. Cuando esto provocó la hostilidad de los árabes,
los judíos rechazaron un intento de eliminarlos en 1948 y establecieron su propio
estado judío. Este fue engrandecido en 1967 en la Guerra de los Seis Días. Como
resultado Israel recobró una gran parte de su territorio histórico antiguo, y Jerusalén
se volvió a convertir en la capital de la nación judía, bajo su propio gobierno, por
primera vez en 2,500 años. Dicho brevemente, la emergencia de un estado judío
independiente en el Oriente Medio ha sido el acontecimiento más inesperado de la
historia humana. Hace menos de 100 años ningún observador político lo habría
considerado posible.
Pero nosotros no estamos interesados en la política de la situación.
Solamente nos concentramos en la profecía bíblica. Hay otras cosas que la Biblia
tiene que decir sobre los judíos. Los profetas nos dicen, por ejemplo, que habrá
una gran crisis en el Oriente Medio y que Israel será llevado al arrepentimiento
delante de su Dios. Sólo entonces llegarán a cumplirse las profecías de
restauración y paz definitiva. Aquí solamente deseamos enfatizar que los profetas
predijeron el retorno de Israel a su tierra, y que nosotros hemos visto el comienzo
del cumplimiento de sus profecías.
9
gente expulsada y dispersa por toda la tierra, y sin embargo, finalmente sería
restaurada en su tierra original.
Estas no son “predicciones políticas” de observadores políticos brillantes, sino
predicciones exactas.
10
Entonces “una piedra fue cortada, no con mano.” Cayó sobre los pies de la imagen,
la derribó en tierra y convirtió en polvo todos sus elementos, a tal grado que “se los
llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno.” La piedra entonces se volvió
una gran montaña que llenó toda la tierra.
¿De qué otro modo se puede explicar que la profecía de Daniel capítulo 2
estuviera en existencia varios siglos antes de Cristo, y sin embargo contuviera una
predicción de la suerte de los imperios y naciones con exactitud hasta el día actual,
o sea durante más o menos 2,000 años? Si realmente “hay un Dios en los cielos,”
podemos entenderlo. Sin él no hay explicación razonable.
Comentaremos en la sección final la última fase de la visión de la imagen,
cuando la piedra golpea la imagen y la derriba totalmente. Pero para nuestro
ejemplo profético final nos volvemos a
¿PAZ Y PROGRESO?
Pero, ¡qué tragedia han venido a ser los eventos del siglo XX! El sueño de
progreso y paz se ha desvanecido. Dos terribles guerras mundiales, con millones
de muertos y una cantidad indecible de daños y sufrimiento, han sido seguidas por
la creación de las armas más terriblemente destructivas jamás inventadas. Todas
las variadas soluciones en las cuales los “hombres sabios” del siglo XIX pusieron su
confianza han resultado ser falsas. Una educación más difundida no ha producido
normas morales más elevadas sino de un crecimiento en deshonestidad, avaricia,
violencia y crimen. La religión cristiana, lejos de convertir a las naciones, está
declinando en toda la tierra. La democracia política no ha resultado ser la cura
mágica que se esperaba para los males sociales. Finalmente, como el más cruel de
todos los golpes, la ciencia ha resultado ser una aterradora espada de dos filos.
Lejos de ser una era de paz, el “civilizado” siglo XX se convirtió en una época de
conflictos y violencia. No es extraño que la actitud de mucha gente sea de
pesimista resignación. Parece ser muy poco lo que uno puede hacer.
¿Qué tiene qué decir la profecía bíblica acerca de todo esto?
Tiene una clara predicción acerca de “los últimos días,” es decir, “el tiempo del
fin,” cuando la historia de la humanidad en la tierra llegará a un punto crítico. No es
una profecía de progreso y paz continuos, sino de un mundo problemático y
miedoso. El ejemplo más claro e impresionante de esto se encuentra en lo que dijo
Jesús a sus discípulos, cuando ellos le preguntaron cuál sería la señal de su
retorno a la tierra y “del fin del mundo.” Él les habló primero de la suerte del pueblo
judío:
“Y caerán [los judíos] a filo de espada, y serán llevados cautivos a
todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta
que los tiempos de los gentiles se cumplan.” (Lucas 21:24)
CONCLUSIONES
Hay ciertas conclusiones importantes que podemos extraer de nuestro estudio
sobre estas profecías bíblicas.
Si la Biblia ha resultado ser tan segura en sus predicciones acerca de los
sucesos pasados la historia humana (los destinos de Babilonia, Egipto e Israel,
como también la caída y surgimiento de imperios, y el estado del mundo moderno)
¿no es probable que también sean correctas sus predicciones de sucesos que
todavía no han transcurrido?
Tomemos, por ejemplo, la visión de la imagen en Daniel. Hasta aquí no
hemos comentado su desenlace final:
14
“del monte fue cortada una piedra, no con mano” e hirió a la
imagen en los pies, destruyéndole, y luego ella misma “fue hecha
un gran monte que llenó toda la tierra” (Daniel 2:35).
15
EL ELEMENTO VITAL
Por supuesto que hay más. Estas notables profecías se encuentran en la
Biblia, y en ninguna otra parte del mundo. No hay otros escritos, ni otros libros,
como tampoco otros pronunciamientos humanos que puedan siquiera compararse
con la Biblia. Pero la Biblia nos dice que Jesús es el Hijo de Dios; las cosas que él
dijo están preservadas para nosotros en el Nuevo Testamento. Junto a las
enseñanzas de sus apóstoles inspirados, Pedro, Juan y Pablo, nos revela verdades
que de otro modo no podemos conocer. Nos previenen de la realidad de la muerte;
nos explican por qué el evangelio es “buenas nuevas” y “poder de Dios para
salvación” (Romanos 1:16). Nos animan con la promesa de vida eterna en el nuevo
mundo que Cristo establecerá cuando venga. Esto es por lo que debemos leer la
Biblia. Puede hacer la diferencia vital para nosotros entre la desesperanza de la
muerte y la esperanza segura de vida eterna.
La lectura cuidadosa de la Biblia nos convencerá de que Dios existe, que él creó y
gobierna el mundo y que él nos llama a ser discípulos de su Hijo. La Biblia es el
libro para nosotros. Haremos bien en poner atención a lo que ella dice.
FRED PEARCE
16
Los cristadelfianos, o como el nombre indica, “Hermanos en Cristo,” son personas
unidas por su creencia en “el evangelio del Reino de Dios y el nombre de Jesucristo”
(Hechos 8:12). Se han bautizado en Cristo (Gálatas 3:27) para la remisión de los pecados
(Hechos 2:38) y para obtener una parte en la resurrección de entre los muertos (Romanos
6:5).
No creen haber recibido nuevas revelaciones de Dios. Sostienen en su lugar que sólo
las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento pueden hacernos sabios para la salvación (2
Timoteo 3:15-17). Creyendo que la Biblia ha sido inspirada por Dios, la escudriñan
diariamente para descubrir los testimonios y verdades que Dios ha revelado a la raza
humana para su salvación (Hechos 17:11). Consideran que la Biblia es la única fuente de
conocimiento de Dios y que por consiguiente toda doctrina y enseñanza cristiana debe ser
basada en ella solamente.
Hechos 17:11 Y éstos eran más nobles que los que estaban en
Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud,
escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran
así.
17