C 1214 01

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Precisamente entre los esfuerzos y medidas que el Estado debe adoptar para

asegurar el cabal cumplimiento de la noble y trascendental misión que deben


cumplir la Policía Nacional figuran en primer lugar los que tienen por objeto
asegurar su formación profesional, moral y ética, que los hagan aptos para el
desempeño de su misión constitucional y para asumir a plenitud la gran
responsabilidad que sobre ellos pesa.

En lo que atañe a la Policía Nacional, esta institución cuenta con una


significativa tradición académica cultivada y desarrollada en el tiempo por la
Escuela de Cadetes General Santander, que fue establecida mediante el
Decreto 1277 de 1936 con el fin de atender la formación de los oficiales,
suboficiales y agentes de la policía Nacional. Posteriormente mediante el
Decreto 776 de 1940 se la define como una instancia de carácter civil
organizada como un departamento docente autónomo que dependía de la
Dirección General de la institución policial.

En 1973 la Escuela obtienen su reconocimiento como entidad universitaria y


en 1976 el ICFES concede licencia de funcionamiento a los programas de
licenciatura en estudios superiores y de administración policial. En 1992 se
modifica el plan de estudios del programa de formación universitaria en
administración policial y se dan a conocer los principios éticos, jurídicos,
pedagógicos y epistemológicos de la institución.

Finalmente, en 1997 el Decreto 2158 de ese año dispone que la Dirección de


la Escuela de Policía General Santander pasa a depender de la Subdirección
General de la Policía Nacional.
En conclusión, la Escuela Nacional de Policía como institución de Educación
Superior tiene la misión fundamental de formar, capacitar y especializar
integralmente a los profesionales de policía que requiere el país, para
satisfacer las necesidades de seguridad ciudadana.

5. La condición jurídica de los alumnos de las escuelas de formación


policial

Con el objeto de develar el cuestionamiento relacionado con la inclusión de


los alumnos dentro del personal policial, se hace necesario hacer referencia a
la forma de ingreso y escalafonamiento dentro de la Policía Nacional, para lo
cual se hará un breve recorrido por las disposiciones que regulan la materia:

La formación del policía se inicia con una convocatoria de acuerdo con las
vacantes existentes para ingresar al curso de formación como Oficial o
miembro del Nivel Ejecutivo, para lo cual se exigen unas condiciones
generales de ingreso que se encuentran establecidas en el artículo 8 del
Decreto 1791 del 14 de septiembre de 2000.

Una vez superado el proceso de selección, los aspirantes al curso de formación


se vinculan a la Escuela mediante resolución emanada de la Dirección de la
Escuela Nacional, según lo dispuesto en el parágrafo 2° del artículo 6° del
Decreto 1791 de 2000, estableciéndose un vínculo administrativo que genera
la condición de estudiante o alumno que lo hace sujeto de los derechos y
deberes contenidos en el Reglamento Académico de la Escuela (artículos 15 y
16 de la resolución 1377 de 2000).

En las escuelas de formación de la Policía Nacional existen dos niveles: el


Directivo que corresponde a la formación de oficiales cuyo periodo en la
escuela es de tres (3) años y el nivel ejecutivo que cuenta con un periodo de
formación de un (1) año. Para la formación del nivel Directivo existe la
Escuela Seccional de Cadetes y Alféreces donde los estudiantes desarrollan el
período de formación. Pasados dos (2) años adquieren la condición de Cadetes
y en año restante la de Alférez.

Ahora, los alumnos en su condición de Cadetes o Alféreces no pertenecen a


los niveles jerárquicos, a la clasificación y al escalafón de la carrera policial,
por cuanto para acceder a estas categorías, los cursos de formación se
constituyen en un requisito ineludible, que una vez satisfecho se materializa en
un nombramiento por acto administrativo proferido por el Director General de
la Policía, el cual contiene la orden de que estos alumnos sean incorporados al
escalafón de la carrera profesional de oficiales e inicien su desempeño de la
función policial adquiriendo la calidad de servidores públicos de la institución.

Lo anterior significa que los alumnos de las escuelas de formación no ejercen


funciones públicas ni ostentan calidades diferentes a su condición de
estudiantes de un centro docente, además por la sencilla razón de que las
escuelas de formación de la Policía Nacional tienen el carácter de entidad
universitaria, al tenor de lo dispuesto en el Acuerdo Nº 15 de enero 23 de
1976, expedido por el Instituto Colombiano para el Fomento de Educación
Superior ICFES, que concede licencia de funcionamiento a los programas de
licenciatura en estudios superiores y de Administración Policial a la Escuela
De Cadetes de Policía "General Santander", y de la resolución Nº 9354 de
octubre 27 de 1976 el Ministerio de Educación Nacional, que aprueba los
programas respectivos.

Cabe anotar que el Decreto 1791 de 2000, "Por el cual se modifican las
normas de carrera del Personal de Oficiales, Nivel Ejecutivo, Suboficiales y
agentes de la Policía Nacional", en su artículo 5º establece la jerarquía de los
cargos para efectos de mando, régimen disciplinario, justicia Penal Militar, lo
mismo que para todos los derechos y obligaciones consagradas en este
Decreto, determinando al efecto los grados de oficiales, nivel ejecutivo,
suboficiales y agentes. Y en el artículo 6º preceptúa que son estudiantes
quienes ingresan a las seccionales de la Escuela Nacional de Policía "General
Santander", para adelantar cursos de formación y no pertenecen a la jerarquía
de que trata ese ordenamiento.

Bajo estas consideraciones se concluye que los estudiantes o alumnos de las


escuelas de formación de la Policía Nacional no hacen parte de la jerarquía de
la institución, dada su condición de Cadetes de Alféreces.

Para la Corte la clasificación de Cadetes o Alférez obedece a la necesidad de


contar con unos niveles dentro del establecimiento docente a fin de
implementar el plan de estudios del programa de formación universitaria en
administración policial orientada a la parte académica y a la práctica de
observación del procedimiento en materia policial.

Debe anotarse que el hecho de que los alumnos no pertenezcan a la jerarquía


policial y por ende no ejerzan funciones públicas, no implica que carezcan de
un régimen jurídico, pues el Decreto en mención contempla normas
específicas para los estudiantes como son las referentes a su condición,
nombramiento y retiro, ingreso, plan de estudios y causales de retiro (art. 6);
bonificación mensual (art. 73); partida de alimentación (art.74), prima de
Navidad (art.75);pasajes y bonificación por comisión (art. 76); transporte por
retiro (art. 77); indemnización por muerte (art. 78); mesada pensional de
Navidad (art. 79); gastos de inhumación (art. 80).
Especialmente en materia disciplinaria, el Decreto 1798 de 2000 contiene
normas de disciplina y ética para la Policía Nacional. Particularmente, en su
artículo 20 dispone que el destinatario de las normas de disciplina es el
personal uniformado, y a su vez, en el artículo 4° señala que los estudiantes de
las seccionales de formación del personal uniformado de la Policía Nacional,
deberán regirse por el manual académico y disciplinario único expedido por el
Directos General de la Policía Nacional.

6. De por qué los estudiantes y alumnos de las escuelas de formación


integran la Policía Nacional

El Congreso Nacional en la Ley 62 de 1993, reformada parcialmente por la


Ley 180 de 1995, define en su artículo 1º quienes conforman la Policía
Nacional, señalando que este cuerpo está integrado por los oficiales, por el
personal del nivel ejecutivo, por los suboficiales, por los agentes, por los
alumnos y por quienes presten el servicio militar obligatorio en la institución,
así como por los servidores públicos no uniformados pertenecientes a ella,
sujetos a las normas de carrera y de disciplina que señale la ley.

Según se desprende de las discusiones dadas al interior de la Asamblea


Nacional Constituyente la integración del cuerpo policial debe estar orientada
por la profesionalización y capacitación de sus miembros. En este sentido, el
Decreto 1791 de 2000, define la actividad policial como una profesión
ejercida por "personas que acrediten títulos de idoneidad profesional,
expedidos por los respectivos centros de educación policial y reconocidos por
el Gobierno, según las normas vigentes" y cuya formación debe estar
orientada "a desarrollar los principios éticos y valores corporativos,
promover capacidad de liderazgo y servicio comunitario para el eficiente
cumplimiento de las funciones preventivas, educativa y social, En tal virtud,
los contenidos programáticos harán particular énfasis en el respeto por los
derechos humanos, para el ejercicio de las libertades públicas y la
convivencia pacífica de los residentes en el territorio colombiano" (artículos
14 y 15 del Decreto 1791 de 2000).

El mencionado Decreto define como estudiantes a quienes ingresen a las


seccionales de la Escuela Nacional de Policía "General Santander", para
adelantar curso de formación, quienes no pertenecen a la jerarquía policial de
la institución.

En criterio de esta Corporación la determinación contenida en la norma bajo


revisión no se opone a los mandatos de la Carta Política, puesto que el artículo
218 Superior deja a la ley la organización del cuerpo de policía y la
determinación de su régimen de carrera, prestacional y disciplinario. Se deja
en estas materias al legislador con una amplia libertad de configuración para
disponer en cuanto a la organización de la Policía Nacional el personal que ha
de integrarla.

En desarrollo de la citada norma constitucional también se han dictado normas


de carrera y de administración de personal para oficiales y suboficiales de la
Policía Nacional, que se encuentran contenidas en el Decreto Ley 41 de 1994,
modificado parcialmente por los Decreto 573 de 1995 y Decreto 574 de 1995
y en los Decreto 1791 y 1798 de 2000, que regulan todo lo relacionado con
jerarquía, clasificación y escalafón; administración de personal, ingreso,
formación, ascensos, sistemas de evaluación destinaciones, traslados
comisiones, licencias, suspensión, retiro, incorporación, prestaciones sociales
y disciplina y ética.
Para el caso concreto de los alumnos, su condición de miembros de la Policía
Nacional, se concreta en la aplicación de las normas de carrera para efectos de
acceder al escalafón y jerarquía policial a través del curso de formación.
Además, atendiendo su condición especial dentro de la institución, deben
sujetarse al reglamento académico de conformidad con lo dispuesto en la Ley
30 de 1992, que reconoce a las universidades e instituciones de educación
superior universitaria el derecho de darse y modificar sus estatutos y adoptar
el régimen de alumnos y docentes, en atención a lo consagrado en el artículo
69 Superior, que garantiza la autonomía universitaria. En cumplimiento de
estos mandatos, el Director General de la Policía Nacional expidió la
Resolución Nº 01377 del 18 de abril de 2000, por el cual se aprueba el
Reglamento académico de la Escuela Nacional de Policía General Santander.

En lo relacionado con el régimen disciplinario de los estudiantes, el Director


de la Policía Nacional profirió la resolución Nº 02018 del 6 de junio de 2001,
aprobando el Manual Disciplinario Único para los alumnos de las escuelas de
formación policial

Igualmente, como miembros de la Policía Nacional los alumnos tienen


derecho al pago de prestaciones, establecidas en el Decreto 1791 de 2000
como son: bonificación mensual (art. 73), partida de alimentación (art.74),
prima de Navidad (art.75), pasajes y bonificación por comisión (art. 76),
transporte por retiro (art. 77), indemnización por muerte (art. 78), mesada
pensional de Navidad (art. 79), gastos de inhumación (art. 80).

De todo lo anterior se desprende que los alumnos o estudiantes al adelantar los


cursos de formación en las escuelas policiales se están preparando para que
cuando adquieran su condición de oficiales o suboficiales de la Policía en sus
distintos rangos, cumplan a cabalidad la altísima misión a ella encomendada, a
fin de desarrollar los preceptos constitucionales que le imponen a la Policía el
deber de asegurar a los integrantes de la nación la vida, la convivencia, la
justicia y la paz dentro de un marco jurídico que garantice un orden justo,
sirviendo a la comunidad.

Ninguno de estos fines se logra si la Policía Nacional, a la cual se confía en


buena parte su realización, no cuenta con un personal plenamente idóneo y
capacitado para garantizarlos. Tampoco se aseguraría el deber de protección a
todas las personas en su vida, honra y bienes y demás derechos y libertades, si
quienes están encargados de ese deber, como son las autoridades de policía,
faltan a la idoneidad y a la ética que exige tan importante cometido.

Pero estas razones no son óbice para que el legislador haya considerado que
los alumnos de las escuelas de formación integran el personal de la Policía
Nacional, toda vez que resulta razonable que al definir quienes hacen parte del
personal policial se haya tomado en cuenta la situación particular en la que se
encuentran los alumnos de las escuelas de formación, quienes en virtud de la
instrucción recibida adquieren un sentido de pertenencia frente a la misión
constitucional encomendada a la Policía Nacional, aunque sometidos a un
régimen especial en su condición de estudiante.

Se tiene, pues, que la expresión “alumnos” del artículo 6 de la Ley 62 de


1993, modificada por el artículo 1º de la Ley 180 de 1995, se ajusta a los
postulados constitucionales, toda vez que al incluir a los estudiantes de las
escuelas de formación dentro del personal de la Policía Nacional, el legislador
toma en cuenta el hecho de que dichas personas están recibiendo una
formación estricta e idónea para cumplir la misión constitucional
encomendada a la Policía Nacional.
Cabe reiterar, sin embargo, que por el hecho de pertenecer a una de las
categorías dentro de la institución los alumnos no se encuentran dentro de la
jerarquía de la fuerza pública o pertenecen a ella, y mucho menos están sujetos
al régimen aplicable a los que ingresan al escalafón policial, porque, se repite,
los estudiantes solamente adquieren la calidad de miembros de la fuerza
pública a partir del acto de nombramiento que profiera el Director de la
Policía, una vez finalizado el curso de formación y se expida el certificado de
idoneidad donde consta que el alumno es apto para ejercer la función policial.

7. Los alumnos de las escuelas de formación de la Policía Nacional no


pueden ser amparados con el fuero penal militar, por no estar ubicados
dentro de la jerarquía y escalafón policial y no ejercer, en consecuencia,
funciones públicas

Según lo establece el artículo 221 de Ordenamiento Superior, los miembros de


la Policía Nacional tienen un fuero especial de carácter penal, conforme al
cual deben ser juzgados por cortes marciales o tribunales militares cuando
cometan delitos en servicio activo y en relación con el mismo servicio.

Este fuero especial corresponde a un tratamiento de carácter excepcional, y


por ello, para la determinación de las materias propias del Código Penal
Militar el Legislador tiene un poder de configuración restringido, dado que
tiene que ajustarse a los parámetros que en forma especial ha determinado el
Constituyente. Entonces, no puede extender libremente la aplicación del fuero
militar a personas que no se encuentren en las circunstancias especialmente
previstas por el artículo 221 de la Constitución.
La jurisprudencia constitucional1 ha expresado que fue inequívoca la voluntad
del constituyente, en el sentido de aplicar el fuero penal militar a los miembros
de la Policía Nacional por los delitos que cometan en servicio activo, y en
relación con el mismo servicio, tomando en cuenta el hecho de que la
actividad de esta institución está situada en los límites entre lo militar y lo
civil, y la defensa y la seguridad dentro del contexto social colombiano. Por
tal razón estableció una regulación constitucional que intenta conciliar las
aspiraciones ideales y las necesidades coyunturales.

También ha reconocido la Corte que si bien en esta materia existe una aparente
contradicción de carácter constitucional entre la disposición que le asigna a la
Policía Nacional naturaleza civil y la que ordena que los delitos cometidos por
sus miembros en servicio activo y por razón del mismo, sean de conocimiento
de las cortes marciales o tribunales militares no puede desconocerse el
contenido del artículo 221 Superior, disposición que no resulta irreconciliable
con la contenida en el artículo 218 ibidem que consagra el carácter civil de la
Policía Nacional.

Hecha esta observación, conviene hacer las siguientes precisiones sobre el


sentido y alcance del fuero militar consagrado en el artículo 221 Superior:

Esta Corporación ha señalado que sólo pueden ser juzgados por la jurisdicción
penal militar los miembros activos de la fuerza pública -entiéndase fuerza
militar y policía nacional-, cuando éstos cometan un delito relacionado con el
servicio mismo. De ahí que haya dicho que son dos elementos que deben estar
presentes para que opere la competencia de las Cortes marciales o tribunales
militares. El primero, de carácter subjetivo: pertenecer a la institución
castrense y ser miembro activo de ella; el segundo, de carácter funcional, por
cuanto el delito cometido debe tener relación con el servicio.2
1
Sentencia C-444 de 1995. M.P. Carlos Gaviria Díaz
Sentencia C-444 de 1995. M.P. Carlos Gaviria Díaz

2
Debe precisarse que en relación con los Generales y
Almirantes de la Fuerza Pública, el artículo 234-34 de la Carta
establece una excepción al fuero penal militar, puesto que
Con fundamento en estos dos elementos la Corte ha expresado que cuando el
Constituyente dispuso que el fuero militar opera cuando el delito tenga
“relación con el servicio”, se requiere que el acto delictivo por el cual un
miembro de la fuerza pública puede ser juzgado por la justicia penal militar
debe ser cometido en ejercicio de “las actividades concretas que se orienten a
cumplir o realizar las finalidades propias de las fuerzas militares – defensa de
la soberanía, la independencia, la integridad del territorio nacional y del
orden constitucional – y de la policía nacional – mantenimiento de las
condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos y libertades públicas
y la convivencia pacífica”3

Por ello se hace necesario distinguir entre los actos que ejecuta el miembro de
la fuerza pública en ejercicio de las actividades propias de su cargo, y aquellos
que puede realizar como cualquier persona dotada de capacidad de actuar
delictivamente. Distinción ésta que, en su momento, corresponderá hacer a las
autoridades encargada de las funciones de investigación y juzgamiento.

Sobre el particular, se expuso en el fallo mencionado:

“6. El concepto de servicio corresponde a la sumatoria de las misiones que la


Constitución y la ley le asigna a la fuerza pública, las cuales se materializan
a través de decisiones y acciones que en última se encuentran ligadas a dicho
fundamento jurídico. La sola circunstancia de que el delito sea cometido
dentro del tiempo de servicio por un miembro de la fuerza pública, haciendo o
no uso de prendas distintivas de la misma o utilizando instrumentos de
dotación oficial o, en fin, aprovechándose de su investidura, no es suficiente
para que su conocimiento corresponda a la justicia penal militar. En efecto, la
noción de servicio militar o policial tiene una entidad material y jurídica
propia, puesto que se patentiza en las tareas, objetivos, menesteres y
acciones que resulta necesario emprender con miras a cumplir la función
constitucional y legal que justifica la existencia de la fuerza pública. El
uniforme del militar, por sí sólo, no es indicativo de que lo que hace la persona
que lo lleva sea en sí mismo delito militar.”

(...)

respecto de ellos la norma superior consagra un fuero integral


para ser juzgados por la Corte Suprema de Justicia por todos
los delitos que cometan y no sólo a aquellos llevados a cabo en
relación con el servicio activo. Así lo reconoció esta Corte en la
Sentencia C-361 de 2001 M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra

3
Sentencia C- 358 de 1997
“El simple hecho de que una persona esté vinculada a la fuerza pública no
dota a su propósitos delictivos de la naturaleza de misión de la fuerza
pública. Ello continúa siendo simplemente la voluntad delincuencial imputable
a la persona, desconectada del servicio público de la defensa y de la
seguridad jurídica, la cual en un plano de estricta igualdad deberá ser
investigada y sancionada según las normas penales ordinarias”.

“7. Además del elemento subjetivo- ser miembro de la fuerza pública en


servicio activo- se requiere que intervenga un elemento funcional en orden a
que se configure constitucionalmente el fuero militar: el delito debe tener
relación con el mismo servicio. Lo anterior no significa que la comisión de
delitos sea un medio aceptable para cumplir las misiones confiadas a la
fuerza pública. Por el contrario, al Constitución y la ley repudian y sancionan
a todo aquel que escoja este camino para realizar los altos cometido que se
asocian al uso y disposición de la fuerza en el estado de derecho...”

(...)

“La exigencia de que la conducta punible tenga una relación directa con una
misión o tarea militar o policiva legítima, obedece a la necesidad de preservar
la especialidad del derecho penal militar y de evitar que el fuero militar se
expanda hasta convertirse en un puro privilegio estamental. En este sentido,
no todo lo que se realice como consecuencia material del servicio o con
ocasión del mismo puede quedar comprendido dentro del derecho penal
militar, pues el comportamiento reprochable debe tener una relación directa y
próxima con la función militar o policiva. El concepto de servicio no puede
equivocadamente extenderse a todo aquello que el agente efectivamente
realice. De lo contrario, su acción se desligará en la práctica del elemento
funcional que representa el eje de este derecho especial”. (subrayas fuera de
texto).

Es claro, entonces, que son de competencia de la jurisdicción penal militar no


sólo aquellos delitos que por su naturaleza únicamente pueden ser cometidos
por los miembros activos de la fuerza pública, tales como el abandono del
comando y del puesto; el abandono del servicio; la insubordinación, etc., sino
aquellos comunes que se relacionen directa y sustancialmente con las
funciones que constitucionalmente está llamada a cumplir la fuerza pública.

El argumento central de la demanda contra los apartes acusados de los


artículos 256 y 258 del Código Penal Militar, está apoyado en su supuesta
contradicción con el inciso final del canon 213 constitucional que señala que
en ningún caso los civiles pueden ser investigados y juzgados por la justicia
penal militar, y en artículo 221 Superior que ordena que los delitos cometidos
por los miembros de la fuerza pública en servicio activo y por razón del
mismo son de conocimiento de las cortes marciales o tribunales militares.
El accionante considera que los alumnos de las escuelas de formación de la
Policía Nacional no son miembros de la fuerza pública (art. 216
constitucional), por cuanto ostentan la calidad de civiles durante el periodo de
formación policial, lo que además contraviene el artículo 29 de la Norma
Fundamental en lo que respecta al principio del "Juez Natural" y el artículo
250 que atribuye a la Fiscalía General de la Nación la investigación de los
delitos cometidos por personas civiles que no son miembros de la Fuerza
Pública.

Para la Corte el cargo está llamado a prosperar por las siguientes razones:

Al analizar la acusación formulada contra el artículo 6º de la Ley 62 de 1993,


se estableció que los alumnos de las escuelas de formación policial forman
parte del personal de la Policía Nacional en calidad de estudiantes y como
tales ostentan una categoría especial dentro de la institución.

En efecto, aún cuando los alumnos están bajo la responsabilidad de la


institución policial y hacen parte de ella en calidad de estudiantes con
obligaciones y responsabilidades especiales que los diferencian de quienes
conforman la jerarquía de la Policía Nacional, conforme se encuentra
establecido en el artículo 5º del Decreto 1791 de 2000, lo cierto es que no
pueden ser considerados como miembros activos de la fuerza pública por el
hecho de que porten un uniforme, y que dentro del plan de estudios para su
formación como oficiales o suboficiales deban realizar diversas prácticas,
relacionadas con las actividades propias que deben cumplir cuando adquieran
el grado correspondiente. 4
4
Es de anotar que los oficiales, suboficiales y agentes de la Policía nacional son simples ejecutores del poder
y de la función policiva. Así lo precisó la Corte Suprema de Justicia cuando actuaba como Juez de la Carta al
distinguir los conceptos de poder, función y actividad del policía: “a) El poder de policía, entendido
como competencia jurídica asignada y no como potestad política discrecional (arts. 1º y 3º
del Código), es la facultad de hacer la ley policiva, de dictar reglamentos de policía, de
expedir normas generales, impersonales y preexistentes, reguladoras del comportamiento
ciudadano, que tienen que ver con el orden público y con la libertad... b) La función de
Policía es la gestión administrativa concreta del poder de policía, ejercida dentro de los
marcos impuestos por éste...c) En cambio, los oficiales, suboficiales y agentes de policía...
no expiden actos sino que actúan, no deciden sino que ejecutan; son ejecutores del
poder y de la función de policía; despliegan por orden superior la fuerza material instituida
como medio para lograr los fines propuestos por el poder de policía; sus actuaciones se
tildarían de discrecionales sólo limitadas por actos jurídicos reglados de carácter legal y
administrativo. Una instrucción, una orden, que son ejercicio concreto de la función de
policía, limitan el campo de acción de un agente de policía, quien es simple ejecutor, quien
manda obedeciendo, y hace cumplir la voluntad decisoria del alcalde o inspector, como
funcionario de policía.2. Colígese de lo precedentemente expresado que: a) El poder de
policía es normativo: legal o reglamentario. Corresponde a la facultad legítima de
regulación de la libertad. En sentido material es de carácter general e impersonal.
Conforme al régimen del estado de derecho es, además, preexistente. b) La función de
policía es reglada y se halla supeditada al poder de policía. Supone el ejercicio de
competencias concretas asignadas por éste a las autoridades administrativas de policía.
Más repárese en que dicha función no otorga competencia de reglamentación ni de
regulación de la libertad. c) La actividad de policía, asignada a los cuerpos
Téngase presente que según la jurisprudencia citada, los delitos relacionados
con el servicio son aquellos cometidos por los miembros de la fuerza pública
en servicio activo, cuando los mismos se deriven directamente del ejercicio de
la función militar o policial que la constitución les ha asignado (artículos 217
y 218). Y por su parte, el Decreto 522 de 1999 "por el cual se expide el
Código Penal Militar", define que los delitos relacionados con el servicio son
aquellos cometidos por los miembros de la fuerza pública derivados del
ejercicio de la función militar o policial que le es propia.

Como se advirtió anteriormente, los alumnos en formación si bien hacen parte


del personal de la Policía Nacional no pueden ser considerados como
miembros activos de la fuerza pública. En consecuencia, los delitos que
cometan en su condición de alumnos o estudiantes en cumplimiento de las
tareas correspondientes dentro del plan de estudios académicos, no se derivan
del ejercicio de la función militar o policial que les es propia a los miembros
activos de la fuerza pública, pues están ausentes los dos elementos que
estructuran el fuero militar que son: el carácter subjetivo relativo a la
pertenencia a la jerarquías de la institución policial, y el funcional en cuanto el
delito cometido debe tener relación con el servicio.

Al respecto se reitera que los alumnos solamente pueden ejercer la función


policial a partir del nombramiento que acredita su idoneidad para el
cumplimiento de la misión constitucional atribuida a la Policía Nacional y
además tampoco pueden ser considerados sujetos de la justicia castrense, por
no estar comprendidos dentro de la jerarquía establecida en artículo 5° del
Decreto 1791 de 2000, para efectos de mando, régimen disciplinario y justicia
penal militar.

Por tanto se concluye que los partes acusados de los artículos 256 y 258 del
Código Penal Militar son inexequibles, porque los alumnos o estudiantes que
se encuentren adelantando cursos de formación para ingresar al escalafón de la
carrera especial de la Policía Nacional no conforman la jerarquía de la

uniformados, es estrictamente material y no jurídica, corresponde a la competencia


de ejercicio reglado de la fuerza, y está necesariamente subordinada al poder y la función
de policía. Por lo tanto, tampoco es reglamentaria ni menos reguladora de la libertad”.
Sentencia de abril 21 de 1982. M.P. Manuel Gaona Cruz
institución y por ende no ejercen la función pública policial propiamente
dicha. En consecuencia, no pueden ser amparados por el fuero penal militar y
ser sujetos de la justicia penal militar.

En el mismo sentido ha de concluirse que los segmentos demandados también


vulneran los artículos 29 y 250 de la Constitución Política, pues de permitirse
que la jurisdicción penal militar asuma el conocimiento de los delitos
cometidos por los alumnos o estudiantes de las escuelas de formación policial,
se desconocería el principio del juez natural pues la comisión de los delitos en
calidad de alumnos y estudiantes no son de aquellos que tengan relación con
el servicio activo, sino con el cumplimiento de una labor académica
reconocida y autorizada por la Ley 30 de 1992.

En suma, los delitos que cometan los alumnos o estudiantes de las escuelas de
formación de la Policía Nacional deben ser de conocimiento de la jurisdicción
ordinaria y no de la Inspección general de la Policía Nacional y los juzgados
de Departamento de Policía, en la forma como lo disponen los artículos 256 y
258 de la Ley 522 de 1999. Por tal razón, los segmentos normativos acusados
de dichos preceptos serán declarados inexequibles.

VII. DECISION

En mérito de lo expuesto, la Sala Plena de la Corte Constitucional,


administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la
Constitución,

RESUELVE:

Primero.- Declarar EXEQUIBLE la expresión “alumnos” contenida en el


artículo 6° de la Ley 62 de 1993, modificado por el artículo 1° de la Ley 180
de 1995.

Segundo.- Declarar INEXEQUIBLES las expresiones “alumnos” de los


artículos 256 y 258 de la Ley 522 de 1999.
Notifíquese, comuníquese, publíquese, insértese en la Gaceta de la Corte
Constitucional y archívese el expediente.

ALFREDO BELTRAN SIERRA


Presidente

JAIME ARAUJO RENTERIA


Magistrado

MANUEL JOSE CEPEDA ESPINOSA


Magistrado

JAIME CORDOBA TRIVIÑO


Magistrado

RODRIGO ESCOBAR GIL


Magistrado

MARCO GERARDO MONROY CABRA


Magistrado

RODRIGO UPRIMNY YEPES


Magistrado
ALVARO TAFUR GALVIS
Magistrado

CLARA INES VARGAS HERNANDEZ


Magistrada

MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO


Secretaria General
LA SUSCRITA SECRETARIA GENERAL
DE LA CORTE CONSTITUCIONAL

HACE CONSTAR:

Que el H. Magistrado doctor Jaime Córdoba Triviño, no firma la presente


sentencia por cuanto en su momento le fue aceptado impedimento para
intervenir en la presente decisión.

MARTHA VICTORIA SACHICA MENDEZ


Secretaria General

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