Orfeo Alexandra
Orfeo Alexandra
Orfeo Alexandra
No existe fecha exacta del nacimiento de orfeo, puesto que es mencionado y creado por la
mitologia griega, tambien se conoce por otras fuentes que en realidad es hijo de oagro (rey
de tracia), pero por otras fuentes estas se desmienten siendo mas coerente que este es hijo
de apolo por la devoción de Orfeo por este dios, que es el dios de la música.
VIDA DE ORFEO.
De acuerdo con la tradición más conocida, Apolo y su musa Calíope fueron los
progenitores de Orfeo Esto último es coherente con la devoción de Orfeo por este dios, que
es el dios de la música. Orfeo aprendió la música de Apolo, quien le entregó su propia lira
(fabricada por Hermes con el caparazón de una tortuga), como un presente de
amor. (Expedición de los Argonautas).
A pesar de su origen tracio, Orfeo se unió a la expedición de los Argonautas, en la que
marcaba el ritmo de los remeros y protegió a sus compañeros de las sirenas con su música.
Estas vivían en la isla Antemóesa y cantaban hermosas canciones que atraían a los
marineros hacia ellas. Entonces los devoraban. Cuando Orfeo oyó sus voces, sacó su lira e
interpretó su música, que era más bella que la de ellas, tapándola y ahogándola. Butes fue el
único que no pudo resistir los cantos de las sirenas y se lanzó al mar para nadar hacia ellas,
siendo salvado por la diosa Afrodita.
ORFEO Y EURIDICE
Después de haber vivido todas esas aventuras, Orfeo se refugia en Tracia. Allí conoce a la
dríade o ninfa del bosque. Eurídice, se enamora de ella y se casan. Pese a vivir en la corte,
Eurídice sigue visitando el bosque y a sus compañeras ninfas.
En una de esas visitas, Eurídice se encuentra con un cazador, que persigue un cervatillo.
Eurídice se niega a indicarle el camino por el que ha huido el cervatillo y el cazador se
enfurece con ella, revela ser Aristeo, el dios de los cazadores y pide un beso de Eurídice
para sentirse menos agraviado. Ella se niega y huye de él. Aristeo la persigue y, en la
persecución, Eurídice es mordida por una serpiente. En el palacio, Orfeo se preocupa por la
tardanza de su esposa, manda a unos soldados que la busquen y ellos traen su cadáver de
vuelta a casa. En las orillas del río Estrimón, Orfeo se lamentaba amargamente por la
pérdida de Eurídice. Consternado, Orfeo tocó canciones tan tristes y cantó tan
lastimeramente, que todas las ninfas y dioses lloraron y le aconsejaron que descendiera al
inframundo en busca de Eurídice. Orfeo, inconsolable, no acepta la muerte de su esposa y
decide hacer algo al respecto: irá a buscarla al infierno, el Hades, para traerla de vuelta a la
vida.
VIAJE AL HADES
Orfeo bordea el mar Jonio hasta llegar al río Estigia, donde Caronte y su barca esperan para
llevar a los muertos al otro lado, es decir, al infierno. Orfeo, que en su viaje sólo lleva su
lira, toca el instrumento. Caronte, conmovido por la música, acepta llevar a Orfeo en su
barca. Al otro lado está el can Cerberos, un perro de tres cabezas que también sucumbe a la
música de la lira de Orfeo.
Finalmente, el héroe llega hasta la reina del infierno, la esposa de Hades, Perséfone. Ella
decide permitir a Eurídice que vuelva al mundo de los vivos, pero con una condición: si
Orfeo se vuelve a mirar a su esposa antes de salir por completo del inframundo y llegar a la
luz del día, Eurídice volverá al Hades, y para siempre.
Orfeo acepta y se reúne con Eurídice. Los dos afrontan su camino de salida del Hades, a
través del lago Estigia y después un estrecho pasadizo que los lleva de nuevo a la tierra.
Orfeo siente varias veces la tentación de girarse para comprobar si Eurídice le sigue o si
Perséfone le ha engañado y quien va detrás de él es un demonio. Sin embargo, resiste, y
cuando él ya está fuera del Hades, se gira a mirar a su esposa, pero a ella todavía le faltaba
un paso para salir del inframundo y llegar a la luz del sol, y se desvanece ante el
desesperado Orfeo.
Orfeo y Eurídice
Final
Solo, desolado, como si dejase en las sombras la mitad de si mismo, Orfeo vuelve a la
superficie de la tierra. Ya nada podrá hacerlo sonreír. Su canto se hace triste para siempre,
de una tristeza infinita, como si el poeta estuviera sólo esperando el momento de la muerte
para volver a ver a su amada.
Dicen que mucho después, tras haber errado por toda Tracia para liberarse de su
desesperación, y después de haber fundado su religión, Orfeo perdió la vida de manera
extraña. Las Bacantes enamoradas del poeta intentaron seducirlo. Y él, negándose a ellas en
nombre del recuerdo de Eurídice, trató de escapar por el bosque. Pero las mujeres tracias lo
siguieron y consiguieron atraparlo. Furiosas, le despedazaron las ropas y le rasgaron la
carne. Su cabeza, sin embargo, erró por las aguas dejando todavía oír su voz, y donde se
posó se erigió un santuario.
Hecho pedazos el cuerpo del poeta, su alma al fin libre pudo partir a los Infiernos. Y allí
unido a Eurídice, deambula por las melancólicas praderas y bosquecillos del reino
de Plutón, cantando al amor, más y más grande que la muerte.
MUERTE DE ORFEO
Orfeo encantando a los animales. Detalle de mosaico, Museo Arqueológico Regional de
Palermo.
En otra versión, que fue recogida por Eratóstenes y que se remonta a la obra perdida
de Esquilo Las basárides, Orfeo, al final de su vida, desdeñó el culto a Dioniso, del que
antes presidía los misterios. En cambio, consideró a Helios, a quien llamó Apolo, como el
principal dios. Por ello, mientras Orfeo se encontraba en el monte Pangeo esperando la
salida del sol, Dioniso envió a las ménades para que lo despedazaran. Pero unas ninfas
reunieron sus pedazos y los enterraron en un lugar llamado Libetros, cerca del
monte Olimpo. Mientras, la lira fue colocada por Zeus entre las constelaciones.
Pausanias, señalaban que Orfeo obligaba a los maridos de las mujeres de Tracia a que lo
siguieran en sus viajes. Por eso lo mataron mientras estaban embriagadas de vino, y por ello
se estableció la costumbre de que los hombres salieran a combatir tras haber bebido.
También se contaba que a Orfeo lo había matado un rayo enviado por Zeus en castigo por
haber enseñado a los hombres misterios inauditos. Otros contaban que, subiendo del
averno, Orfeo se había vuelto para ver si lo seguía Eurídice, y al no verla, se suicidó. Los
tracios decían que los ruiseñores que más alto y mejor cantaban eran los que anidaban en la
tumba de Orfeo.
Según Platón, los dioses impusieron a Orfeo el castigo de morir a manos de mujeres por no
haber tenido el arrojo de morir por amor como Alcestis, hija de Pelias, que había muerto en
lugar de su marido Admeto.