U2 Epistemologia PDF
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Unidad 2
Corrientes epistemológicas
contemporáneas y sus
características
Autor:
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Epistemología y Enfermería
Unidad 2. Corrientes epistemológicas contemporáneas y sus características
Introducción de la unidad
Corrientes epistemológicas contemporáneas y sus características
A lo largo de la historia de la filosofía, un interés constante en todos los grandes filósofos, sin importar
su postura, ha sido fundamentar cómo se produce el conocimiento, desde la postura extrema, donde el
mundo que conocemos corresponde tal cual, al mundo real o dogmatismo, hasta posturas intermedias,
como el caso del idealismo y Kant, que ya postula la existencia de categorías o formas mediante las
cuales el sujeto cognoscente estructura y evalúa la información sensorial.
En este sentido, el filósofo, después de darse cuenta de que algo existe (metafísica), se pregunta si su
percepción es real. Aquí empiezan a surgir las diversas posturas epistemológicas.
Las posturas que estudiaremos en la unidad tienen un origen histórico (con antecedentes desde la
filosofía antigua) y un origen cultural (los movimientos sociales y de desarrollo de la ciencia en los cuales
florecieron). No olvidemos que la filosofía siempre depende de los problemas con los que se enfrenta el
hombre en su horizonte cultural.
En este sentido, iremos estudiando a lo largo de los tres primeros temas, seis posturas epistemológicas
representativas dentro de la historia de la filosofía.
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real sólo a través de los sentidos; mientras que la postura opuesta, el racionalismo, afirma que el
conocimiento que tenemos del mundo corresponde a las ideaciones o representaciones de los objetos
en nuestra mente.
En el tema tres tenemos dos posturas que florecieron en los siglos XVIII y XIX: el idealismo, cuyo
representante fue Kant, quien afirma que aunque conocemos a través de los sentidos, nuestra mente
tiene ciertas estructuras para procesar e interpretar la realidad; por su parte, el realismo afirma que
existen objetos reales, independientemente de la conciencia (a diferencia del idealismo que afirma que
los objetos sólo existen en nuestra conciencia).
Como puedes ver, esta unidad es un comprimido resumen de la historia de la filosofía, en relación
con una de sus preguntas fundamentales: ¿Qué puedo saber?
Observa que su estudio no es sólo tarea de filósofos y humanistas, pues a ti, como enfermera(o), te
permitirá comprender los paradigmas de la ciencia, que a su vez fundamentan la ciencia de enfermería
y su objeto de estudio: el cuidado, desde una perspectiva epistémica que considera al hombre como
un todo irreductible.
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Unidad 2. Corrientes epistemológicas contemporáneas y sus características
Objetivo de la unidad
Distinguir las corrientes epistemológicas a partir de las categorías que las caracterizan, con la
finalidad de establecer un análisis comparativo que fundamente la construcción del conocimiento.
Temas
1. Dogmatismo vs. Escepticismo
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La primera corriente epistémica es el dogmatismo, que afirma que el conocimiento que tenemos del
mundo corresponde a cómo es este en la realidad. Un ejemplo lo tenemos en las tradiciones culturales y
los valores religiosos. A esta postura se adhirieron los filósofos presocráticos; sin embargo, muy pront o
surgió la postura opuesta, el escepticismo, que afirma que no podemos conocer al mundo real como es
en verdad y sólo poseemos representaciones parciales de los objetos. Esta postura ha estado presente a
lo largo de toda la historia de la epistemología y su representante más conocido fue René Descartes,
con su duda metódica como medio para alcanzar la certeza. ¿Cuáles consideras que son las aportaciones
de estas dos posturas?
Contenido
El dogmatismo
El escepticismo
Las palabras dogma o dogmático se vinculan a lo religioso, pues en muchas confesiones religiosas,
los dogmas son considerados declaraciones de la palabra divina. Por ejemplo, dentro de la Iglesia
católica, los dos últimos dogmas que se han proclamado como verdad de fe, son los de la infalibilidad
del Papa en materia de fe y costumbres, y la asunción de la Virgen María, promulgados en 1950 por Pío
XII. Pero el sentido filosófico de estos términos posee un matiz sutilmente diferente.
Inicialmente, dogma quería decir “oposición” ante otra opinión. Entonces, los filósofos que insistían
enfáticamente en su postura terminaban por no hacer caso a los hechos o a los argumentos que
pudieran poner en duda tales fundamentos. Esos filósofos sólo afirmaban algo, sin desarrollar el análisis
crítico. Recibieron el nombre de “dogmáticos”. Los que no eran dogmáticos eran “escépticos”. Se les
ha llamado también dogmáticos, dentro de la historia de la filosofía, a todos los otros filósofos que
tienen un punto de vista diferente al propio (Abbagnano, 1992).
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verdades ciertas, indudables, que no son sujetas a cualquier tipo de revisión o crítica. Dogmatismo,
finalmente, es una actitud natural y espontánea que tenemos desde que somos niños, mediante la cual
creemos que el mundo que existe es exactamente como lo percibimos.
El dogmatismo puede tener tres sentidos: el realismo ingenuo, la confianza doctrinaria y la ausencia
de reflexión crítica. Veamos cada uno:
Por medio del realismo ingenuo se piensa que las cosas existen como yo las percibo y que así ha
sido siempre.
La confianza doctrinaria se refiere a que yo tengo una confianza total en una doctrina (de
cualquier tipo: religiosa, cultural).
Como vemos, el dogmatismo es una corriente filosófica que se opone al escepticismo y que afirma,
en su relación sujeto-objeto, que el objeto es más importante que el sujeto (la interpretación que le
pueda dar al objeto percibido). (Dogmatismo, 2011)
El dogmatismo
Ya dentro de la epistemología, nos dice Hessen (1991) que el dogmatismo es toda aquella postura
epistemológica para la cual todavía no existe el problema del conocimiento. El dogmatismo da por
supuestas la posibilidad y la realidad del contacto entre el sujeto
y el objeto. Para esta postura, es natural que el sujeto que
conoce o cognoscente, conozca con certidumbre o aprehenda
su objeto. Esta postura se basa en confiar en la razón humana y
que ninguna duda la debilita.
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considera que los objetos de la percepción (una manzana sobre una mesa) y del pensamiento (la idea de
manzana y de mesa) nos son dados de forma natural. Asimismo, el dogmatismo considera que los valores
existen simplemente y que no hay una conciencia que le dé valor a nada: desconoce que los objetos
requieren siempre de una conciencia cognoscente.
Puede hablarse entonces de un dogmatismo teórico, ético y religioso. La primera forma del
dogmatismo se refiere al conocimiento teórico, y las dos últimas al conocimiento de los valores. En el
dogmatismo ético se trata el conocimiento moral, y en el religioso el conocimiento religioso.
El escepticismo
Esta postura epistemológica dará lugar a otras posturas de uso frecuente en nuestro tiempo, como el
agnosticismo (en el terreno religioso) y el relativismo (del cual se desprende el pragmatismo), las cuales
veremos posteriormente1.
1El agnosticismo quiere decir que es imposible conocer la existencia de Dios, es una forma de ateísmo. El relativismo dice
que los valores y las acciones del hombre dependen de algo que cambia constantemente. En el caso del pragmatismo, lo
bueno es lo útil, lo eficiente, lo práctico.
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El escepticismo atiende únicamente a los factores subjetivos del conocimiento humano. En este
sentido, esta postura se fija en cómo todo conocimiento está influido por las características del sujeto,
de sus órganos de conocimiento (sus sentidos), y por circunstancias exteriores (por ejemplo, la influencia
de la cultura y de la época histórica). Viendo así al conocimiento, el escepticismo no ve ya al objeto,
pero este es tan necesario como el sujeto, pues el conocimiento es ante todo una relación entre el
sujeto y el objeto.
Puede haber, en el terreno de los valores, un escepticismo ético, según el cual es imposible el
conocimiento moral, y puede haber también un escepticismo religioso o agnosticismo.
Según el filósofo griego Enesidemo (citado en Verneaux, 1971), existen tres argumentos:
Las contradicciones de los filósofos y más ampliamente, la diversidad de las opiniones humanas.
Los hombres no se ponen de acuerdo sobre nada y es imposible decir quién tiene la verdad,
pues si diésemos nuestra opinión sólo añadiríamos más elementos de discordia. Este simple
argumento lo encontramos en toda la historia de la filosofía, incluso en Kant.
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Nuestros sentidos nos engañan (por ejemplo, en las alucinaciones, la embriaguez, la locura), y
cómo asegurarnos de que no estamos equivocados. Esto es imposible, pues lo que nos parece
verdadero no lo es necesariamente, el error se nos impone con la misma fuerza que la verdad.
Este es el argumento preferido de Descartes en su duda metódica.
Por medio de estos argumentos, el escéptico no pretende demostrar que no es posible alcanzar la
verdad, pues esto sería una postura dogmática. No pretende que sus argumentos sean verdaderos, sólo
se sirve de ellos, desde una postura dogmática, que no se puede afirmar que nada sea verdadero en sí
mismo. Entonces, el escéptico no dice: yo no sé nada, o no puedo conocer nada, sino: me abstengo de
juzgar y mejor examino y busco. O se puede preguntar también: ¿Qué es lo que sé? (Vernaux, 1971).
2 Este argumento se retoma en la fenomenología-existencialismo, cuando se afirma que el objeto perceptor (el sujeto) se
iguala al objeto percibido. Esto significa que cada quien ve lo que quiere ver y este “quiere ver” está determinado por la
historia de vida de cada quien y por la cultura que haya vivido. José Ortega y Gasset, filósofo español afirma que el hombre
es su circunstancia.
3 La cosmología estudia al universo, incluyendo al hombre, es una forma especial de la metafísica (desde una perspectiva
filosófica).
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Esta falta de garantías sobre el saber, hará que el filósofo griego Pirrón de Elis (quien vivió entre 365 y
275 a.C.) le ponga mayor atención al problema del conocimiento que a la cosmología.
Pirrón recomienda en su escuela que la duda es la única sabiduría. El sentido que Pirrón le daba a la
postura del escepticismo era el examen sobre las posibilidades y los límites del conocimiento.
Un antecesor de Pirrón fue Protágoras, quien en el siglo V a.C., en el siglo de oro de Atenas o siglo de
Pericles, mostraba un escepticismo débil, pero Protágoras convivió con los demás ciudadanos griegos
en la asamblea, lo cual hizo que consensuara socialmente su percepción de la verdad. Pero la postura
extrema de Pirrón hizo que se alejara de los demás y de la sociedad, en una actitud sumamente
individualista. Vemos por lo tanto que el conocimiento sólo tiene sentido en la relación con los demás.
Pero continuando con la historia del escepticismo en la antigüedad, el empirismo griego, una de las
posturas representativas del escepticismo, tuvo al filósofo Sexto Empírico como su representante, quien
afirmaba que si se admite que existen los fenómenos (la lluvia, el crecimiento de los arboles), nada
impide observarlos, y si los observamos, se advierten algunas relaciones constantes, unas sucesiones
regulares que permiten preverlos y actuar sobre ellos. Así nace una ciencia positiva o positivista.
Entonces, ni Hume ni Comte han inventado nada nuevo (Najmanovich, 2010; Vernaux, 1971).
Pasando ahora a la Edad Media, los grandes doctores de la Iglesia prolongan y perfeccionan la
filosofía griega, pero en la Edad Moderna el humanista Montaigne resucita el escepticismo griego y
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presenta la duda como un recurso para alcanzar la sabiduría. Descartes, tiempo después, mediante su
discurso del método, cree que podemos alcanzar la verdad (tanto concreta o sensible como
abstracta). Pero Hume critica a Descartes y regresa al escepticismo afirmando que sólo podemos
conocer mediante nuestros sentidos. Posteriormente surge Kant, que se ocupa de reflexionar sobre lo
que la razón puede y no puede conocer, pero muy pronto el escepticismo reaparece bajo la forma del
positivismo.
En Montaigne podemos ver un escepticismo ético (no se pueden conocer los valores). Montaigne fue
un humanista francés del siglo XVI. En Descartes podemos ver un escepticismo metódico cuando afirma
que hay que dudar de todo conocimiento que se tenga con el fin de asegurarse si es verdadero. En
David Hume tenemos un escepticismo metafísico, es decir, del conocimiento de los objetos (materiales y
conceptuales) que existen en la realidad. Hume afirmaba que sólo podemos conocer con certeza el
conocimiento sensible, es decir, el que percibimos con nuestros sentidos. Este escepticismo metafísico lo
va a retomar después Augusto Comte, en el siglo XIX, al afirmar que debemos atenernos a los hechos
que nos produce la experiencia con los objetos mediante nuestros sentidos, sin especular
metafísicamente sobre este conocimiento. Por lo tanto, sólo existe un conocimiento verdadero: aquel
que nos ofrece cada una de las ciencias (Hessen, 1991).
Ilustración 5. John Dewey fundador del sino como un instrumento para una acción o actividad posterior (Kropp,
pragmatismo.
Tomada de: http://artandculture.com
1961; Vernaux,1971).
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escepticismo duda de todo para no quedar siempre satisfecho con la solución dada a los problemas
filosóficos (Hessen, 1991).
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En la antigüedad griega surgieron los antecedentes de dos corrientes epistemológicas rivales, las
cuales, en los siglos XVI y XVII, iban a florecer y fundamentar a otras. Se trata del empirismo y
del racionalismo.
El racionalismo afirma que el conocimiento se encuentra, no en los objetos materiales, tal como los
percibimos, sino en las ideas que de ellos tenemos. Un antecesor de esta postura es Platón, y
posteriormente Descartes, en el siglo XVI, la desarrolla. Los racionalistas fueron matemáticos que
desarrollaron reglas lógicas para bien pensar, como en el razonamiento matemático, y alcanzar así la
certeza. Los racionalistas incluían no sólo objetos corpóreos sino objetos abstractos (conceptos), es
decir, objetos metafísicos, por ejemplo, el ser absoluto (Dios).
Por su parte, el empirismo afirma que el conocimiento que tenemos del mundo corresponde, por una
parte, al objeto que percibimos con los sentidos, y por otra, a cualidades del objeto, que a su vez hemos
aprendido previamente a través de los sentidos. Un antecesor del empirismo en la antigüedad griega
fue Aristóteles, y en el siglo XVII encontramos a los empiristas que estudiaban a la naturaleza, como John
Locke y David Hume. Todos ellos decían que el conocimiento de la metafísica (de ideas abstractas) era
inútil. ¿En qué áreas del conocimiento (científico y humanístico) crees que hayan influido estas dos
posturas?
Preguntas previas
El racionalismo
El empirismo
La Wollin (2003) nos dice que Leonardo Da Vinci, en el siglo XV, ya afirmaba que la experiencia es la
fuente principal de conocimiento, que el conocimiento más útil es el mecánico, pues por medio de él
todos los cuerpos animados llevan a cabo sus acciones, y que es útil la aplicación de las ciencias
matemáticas. Aquí vemos tres tendencias que se van a desarrollar posteriormente:
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El mecanicismo.
Vemos, por lo tanto, el surgimiento de la ciencia que conocemos hoy: el método científico contiene
un principio empírico y una explicación matemática. Y esto es lo que hizo el astrónomo y matemático
Galileo, pues conociendo el detallado trabajo de disección de
Andrés Vesalio, quiso hacer algo semejante con los
movimientos terrestres y del espacio exterior, pues en Galileo
podemos ver el uso de la demostración matemática para
probar una hipótesis, y el uso experimental de nuevos
instrumentos, como las lentes y el telescopio.
Por su parte, el empirismo dice que sólo podemos conocer la realidad mediante la experiencia que
nos proporcionan los sentidos. Un representante del empirismo será Francis Bacon, y los representantes
del racionalismo serán René Descartes y Benito de Spinoza, como podemos ver en el siguiente cuadro.
Corriente
Representante Características
filosófica
Empirismo Francis Bacon Francis Bacon creía que la filosofía debía ser una nueva técnica de
razonamiento que fundara con firmeza a la filosofía natural.
Consideraba que si se quitaban todas las ideas previas del mundo
se podría estudiar a la naturaleza y al hombre por medio de
observaciones, realizando después generalizaciones, y que las
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Racionalismo Benito de El filósofo holandés de origen judío, Benito de Spinoza (vivió entre
Spinoza 1632 y 1677), introdujo un nuevo concepto de filosofía: la filosofía
debía ser una búsqueda personal y moral de la sabiduría en la vida
para la perfección del hombre. Spinoza creía que el universo
estaba constituido por una sola substancia, a la que llamó Dios.
Este panteísmo (todo es Dios y Dios es todo) es una característica
de su filosofía. Para Spinoza, la sabiduría que busca la filosofía se
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Filósofo Características
Juan Locke Nació en 1632 en Wrighton, Inglaterra y murió en 1704. Estudió medicina y filosofía en la
Universidad de Oxford. Fue un filósofo al que le interesó mucho cómo conocemos (la
parte de la filosofía que se ocupa en saber cómo conocemos se llama gnoseología4).
Escribió su Ensayo sobre el entendimiento humano, una de sus obras fundamentales.
Decía que:
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El objeto del conocimiento no son las cosas sino las ideas y el origen de estas son los
sentidos.
Las ideas pueden provenir de los objetos exteriores a través de los sentidos (ideas
simples) o de los actos de la mente mediante la comparación y la reflexión (ideas
compuestas).
Jorge Nació en Irlanda en 1685 y murió en Oxford, Inglaterra, en 1753. Su obra principal es el
Berkeley Tratado sobre los principios del entendimiento humano en la que elabora una
gnoseología empirista. Dice Berkeley que:
David Nació en 1711 en Edimburgo, Escocia, y allí murió en 1776. Su obra principal es el
Hume Tratado de la naturaleza humana, que le sirvió de fundamento para la Investigación
sobre el entendimiento humano. Hume se propone extender la “filosofía natural” de
Isaac Newton 5 a las ciencias morales. Dice que la ciencia del hombre (lo que hoy
llamaríamos ciencias sociales y humanidades) es la ciencia básica con la que se
relacionan los demás saberes; la única fundamentación sólida que a esta ciencia se le
puede dar, se encuentra en la experiencia y en la observación. La esencia de la mente
es tan desconocida como la de los cuerpos y se requiere el mismo cuidado para
estudiar ambas, pero no yendo más allá de la experiencia sensible. El contenido de la
conciencia se reduce a las impresiones y las ideas, las cuales surgen por asociación. Las
ideas se forman gracias a la memoria y a la imaginación. El reconocimiento del yo es
una idea compleja formada por la agrupación de estados sucesivos de conciencia.
Así pues, a todos estos filósofos empiristas del siglo XVIII les interesaba saber cómo conocemos y se les
considera como antecesores de la psicología científica del siglo XX, por reflexionar sobre procesos
psicológicos como la percepción, la memoria, el aprendizaje, y el desarrollo de estructuras
cognoscitivas. Mientras que en el Renacimiento existía un interés en las matemáticas, lo cual condujo a
5Isaac Newton fue un matemático y físico inglés que fundamenta en su obra La óptica, el método científico como se
conoce en la actualidad. Fue creador, junto con Leibnitz, del cálculo, lo que le permitió formular importantes leyes sobre la
gravitación universal (The Internet…,2010).
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enfatizar los principios racionales, como se abordó en Descartes, durante la Ilustración hubo un interés
en conocer la estructura de la mente que conoce con base en las experiencias que esa mente recibe.
Estos empiristas filosofaron en términos de ideas en lugar de cosas, y de la experiencia, en lugar de
principios necesarios (los principios son las causas primeras de las cosas, por ejemplo, la razón en el
Renacimiento). Así vemos que el Renacimiento se había caracterizado por ser metafísico (por
interesarse en el ser del hombre, en las maneras particulares que tiene en su existencia) y racionalista,
mientras que la Ilustración fue gnoseológica y empirista.
El racionalismo
Como recordarás, Parménides de Elea vivió en el siglo IV AC en el sur de Italia y escribió un largo
poema sobre el poder de la lógica y el conocimiento. Coincidía con Heráclito en que el conocimiento
empírico era subjetivo, inestable y poco fiable. Esto significaba que los seres humanos sólo podían
confiar en la razón si querían descubrir cualquier verdad permanente sobre el mundo. Parménides,
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mediante una argumentación lógica, afirmaba que todo cuanto existe en la realidad es el presente y
que el pasado y el futuro no tienen una existencia real.
Ilustración 1: Según Descartes, la facultad de la razón iguala a todos los hombres. conoce, pero no sólo las cosas, sino los conceptos
Tomada de: Najmanovich (2010)
mediante los cuales conocemos a las cosas proceden del mundo de las ideas y que todo conocimiento
quiere decir que recordamos algo que hemos conocido en una vida anterior, cuando tenemos la
percepción sensible de un objeto. A esta forma de racionalismo se le llama racionalismo trascendente.
Epicuro era representante, junto con el emperador romano Marco Aurelio, de la filosofía estoica, que
floreció en Roma durante los siglos I y II d.C. Estos afirmaban que llevar una vida buena consistía en
tener fe sólo en la razón y desconfiar de las emociones, ya que los sentimientos nos hacen siempre
infelices (Robinson, 2005).
Posteriormente, todavía durante la Edad Antigua, Plotino y San Agustín elaboran una forma algo
distinta en este racionalismo trascendente de Platón. Plotino coloca el mundo de las ideas en el espíritu
del universo. Las ideas ya no están en un mundo aparte, sino que forman parte de este espíritu del
universo. Por lo tanto, el pensamiento (el espíritu) del hombre es una emanación o proviene de este
espíritu del universo. Entonces, el conocimiento surge cuando el hombre recibe las ideas de ese espíritu
del universo, y cuando lo hace tiene una iluminación en donde la parte racional del alma del hombre
es alimentada desde arriba. Esta idea es retomada por San Agustín de Hipona, ahora el Dios cristiano
ocupa el lugar de este espíritu del universo (el nous). El conocimiento tiene lugar entonces cuando el
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hombre es iluminado por Dios. Las verdades y los conceptos supremos son irradiados por Dios a nuestro
espíritu. San Agustín también afirma que todo conocimiento o proviene de la razón humana a través de
la experiencia de los sentidos, o es producto de una iluminación de Dios. A esta forma de racionalismo
se le conoció como racionalismo teológico (Hessen, 1991).
El racionalismo tiene varios argumentos. Descartes afirma que el cuerpo no puede actuar sobre el
espíritu para producir una idea, pues son dos substancias de naturaleza totalmente diferente. Además,
la experiencia no presenta nunca objetos como los que son concebidos por el entendimiento, por
ejemplo, una recta o un triángulo estrictamente geométricos (Vernaux, 1971).
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El empirismo
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David Hume (uno de los empiristas ingleses), en 1748, escribió su investigación sobre el entendimiento
humano donde plantea las tres leyes fundamentales
de la asociación: por semejanza, por contigüidad en
tiempo o espacio y según causa-efecto. En estas
leyes del intelecto influye el temperamento de cada
individuo (Kropp, 1961). En la ilustración 4 podemos
conocer un poco más de la filosofía empirista de
Hume.
El conocimiento está limitado a los fenómenos que percibimos con nuestros sentidos.
Es imposible la metafísica (la existencia de ideas o conceptos abstractos que sólo han
surgido en la mente del sujeto) (Vernaux, 1971).
El empirismo se orienta hacia la realidad orgánica y la hacia la manera práctica de vivir. Por lo tanto,
los empiristas estudiaban la naturaleza, como Galileo y Newton estudiaron el cosmos, a diferencia de los
racionalistas, que eran matemáticos y que trataban de razonar sobre todo con el auxilio del
razonamiento matemático.
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Posteriormente, Augusto Comte publica, entre 1830 y 1842, su curso de filosofía positiva, donde
expone su ley de los tres estados, según la cual las ciencias deben
pasar por los estados: teológico, metafísico y positivo. Durante el
estado teológico se atribuyen las causas de los fenómenos a las
fuerzas de la naturaleza o los dioses. Durante el estado metafísico se
construyen ideas y principios abstractos como causa de los
fenómenos. Durante el estado positivo el conocimiento verdadero se
construye mediante la observación y el experimento, estableciendo
las leyes de los fenómenos observados, como en la física o en la
química.
Ilustración 5. Vemos en esta ilustración cómo Hume piensa en la conocimiento es poder, o en el lema de Augusto Comte: saber
muerte de Sócrates y en su discípulo, Platón, quien, como
recordarás, creía en el mundo de las ideas o innatismo, como
origen del conocimiento, postura opuesta al empirismo, que es la para prever. Entonces, no se va a perder el tiempo en un
que defendía Hume.
Tomada de: Robinson (2005) conocimiento imposible, es decir, en conocer lo absoluto, sino sólo
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Tenemos finalmente dos corrientes epistemológicas también opuestas entre sí: el realismo y
el idealismo.
El realismo afirma que existen cosas reales que tienen un acto propio de existencia independiente de
la conciencia del ser humano, quien puede conocer a los objetos como son. La verdad consiste
precisamente en la conformidad del juicio con la realidad.
El idealismo, mientras tanto, afirma que no hay cosas reales independientes de la conciencia.
Entonces, como se han suprimido las cosas reales, sólo quedan dos clases de objetos: los de la
conciencia (las representaciones o cómo se presentan en la conciencia, en la mente, lo que se percibe
o han percibido del mundo externo o interno; los sentimientos) y los ideales (los objetos de la lógica y de
las matemáticas, conceptos, reglas para razonar). Entonces, el fundamento del idealismo no son los
objetos reales, sino las ideas o conceptos. Su representante fue Emanuel Kant durante el siglo
XVIII. ¿Sabes cómo han influido estas dos posturas en el pensamiento científico y humanístico de la
actualidad?
Contenido
El realismo
El realismo crítico
El idealismo
El realismo
Entendemos por realismo aquella corriente epistemológica según la cual hay cosas reales,
independientes de la conciencia. Sostiene que el espíritu humano puede conocer al ser en sí y que la
verdad consiste precisamente en la conformidad del juicio con la realidad. La tesis característica del
realismo es que las cosas o el mundo y el yo que percibimos existen metafísicamente, es decir, tienen un
acto propio de existencia que los sitúa fuera de la nada. Para ello, el sujeto debe primero ser, existir
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para luego conocer y su modo de conocimiento depende de su modo de ser. Descartes había dicho:
pienso luego existo, pero según el realismo es importante existir para luego pensar. El objeto también
debe existir para ser conocido y su manera de aparecer depende de su tipo de ser, entonces, cuando
se conoce algo, se revela un ser (Hessen, 1991; Vernaux, 1971).
El realismo es tanto una doctrina epistemológica como una doctrina metafísica. En su aspecto
epistemológico afirma que al menos algunos de los objetos que se conocen (aprehenden) mediante la
percepción son públicos y no privados, es decir, es un objeto real y no sólo la representación que de él
tengamos en nuestra conciencia. En su aspecto metafísico (de la existencia de las cosas en la realidad),
el realismo afirma que al menos algunos objetos de la percepción existen independientemente de la
mente. Este segundo principio es el que separa a los realistas de los fenomenólogos (la fenomenología
fue fundada por Husserl a principios del siglo XX y afirma que todos los objetos que existen son
simplemente un conjunto de propiedades y que son percibidos así por el sujeto).
Los realistas afirman dos clases de objetos que puede conocer la percepción humana: los mentales
(un dolor, un pensamiento, un deseo) y los físicos (una roca, una persona, un animal o fenómenos como
el arcoíris y la lluvia).
Afirman también que los objetos físicos son independientes de la mente, pero que los objetos
mentales dependen de esta. Es decir, la existencia de un objeto físico no depende de si es o no
percibido por el sujeto (el sol brilla independientemente de si hay cielo nublado en la tierra o si el sujeto
está ciego); por el contrario, si nadie dice que tiene un dolor, eso no quiere decir que el dolor no exista
como idea o representación mental.
La primera es el realismo ingenuo. Este realismo no está influido aún por alguna reflexión crítica
acerca del conocimiento. No existe, tampoco, el problema del sujeto y el objeto. No se distingue entre
la propia percepción (que es un contenido de la conciencia) y el objeto percibido. El sujeto no ve que
las cosas no son dadas en sí mismas, en su corporeidad, inmediatamente, sino sólo como contenidos de
la percepción; y como identifica los contenidos de la percepción con los objetos, atribuye a estos todas
las propiedades encerradas en aquellos. Las cosas son, según el sujeto realista, exactamente tal como
las percibimos. Los colores que vemos en las cosas son cualidades objetivas de estas; lo mismo pasa con
su sabor y olor, su dureza y blandura, entre otras características. Todas estas propiedades les
pertenecen a los objetos y son independientes de la conciencia que percibe.
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Otro tipo de realismo es el realismo natural, el cual ya no es ingenuo, sino que está influido por
reflexiones críticas sobre el conocimiento, y no identifica la relación del contenido de la percepción y el
objeto, sino que distingue el uno del otro. Sin embargo, sostiene que los objetos responden
exactamente a los contenidos de la percepción. Para el realista natural o el realismo ingenuo, es
absurdo que la sangre no sea roja, ni que el azúcar sea dulce, sino que el rojo y el dulce sólo existan en
nuestra conciencia; afirma que estas propiedades de los objetos son propiedades objetivas. Por ser esta
la opinión de la conciencia natural, le llamamos a este realismo, realismo natural.
La tercera forma del realismo es el realismo crítico, que se llama crítico porque descansa en
reflexiones críticas sobre el conocimiento. El realismo crítico no cree que convengan a los objetos todas
las propiedades que muestra la percepción, sino que por el contrario, es de la opinión que todas las
propiedades de los objetos que conocemos, sólo
por un sentido, como los colores, los sonidos, los
sabores, entre otras, sólo existen en nuestra
conciencia. Estas propiedades de los objetos
percibidos surgen en nuestra conciencia cuando
determinados estímulos externos actúan sobre
nuestros órganos de los sentidos, por lo tanto,
estas propiedades representan las reacciones de
nuestra conciencia, reacciones que dependen
naturalmente de su organización y estructura
previa, es decir, no tienen un carácter objetivo,
sino subjetivo. Sin embargo, es necesario suponer
en los objetos ciertos elementos objetivos que
expliquen la aparición de estas cualidades. El
hecho de que la sangre nos parezca roja y el
azúcar dulce ha de estar fundado en la
naturaleza de estos objetos.
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cualitativo debe considerarse como adición de nuestros sentidos. El color, el olor, el sabor y todo lo
demás, que los contenidos de la percepción presentan, además de los elementos cuantitativos del
tamaño, la forma, etc., es obra del sujeto que conoce. Sin embargo, su doctrina no logró imponerse en
la filosofía griega debido a la de Aristóteles, que sostiene un realismo natural y considera que las
propiedades que percibimos en un objeto son en sí mismas las propiedades del objeto. Esta doctrina se
mantuvo hasta los tiempos modernos, en que gracias a los estudios de la naturaleza que hizo Galileo, se
resucito la teoría de Demócrito. Galileo fue el primero que defendió nuevamente la tesis de que la
materia sólo presenta propiedades espacio-temporales y cuantitativas, mientras que todas las demás
cualidades deben considerarse como subjetivas. Posteriormente, John Locke contribuyó a difundirla con
su división de las cualidades sensibles en primarias y secundarias. Las primeras son aquellas que
percibimos por medio de varios sentidos, como el tamaño y la forma, el movimiento, el espacio y el
número. Estas cualidades poseen carácter objetivo y son propiedades de las cosas. Las cualidades
secundarias, esto es, aquellas que sólo percibimos por un sentido, como los colores, los sonidos, los
olores, los sabores, la blandura, la dureza, etc., tienen un carácter subjetivo y sólo existen en nuestra
conciencia, aunque se deban suponer en las cosas elementos objetivos que les corresponden.
El realismo crítico
El realismo crítico se fundamenta en las ciencias naturales, especialmente la física, quien concibe al
mundo como un sistema de objetos (de substancias) definidos en forma cuantitativa (forma, peso), y
todo lo cualitativo se rechaza, incluyendo a las cualidades secundarias (color, olor, dureza o blandura),
pues, para el realismo, las cualidades secundarias sólo surgen en la conciencia como consecuencia de
procesos objetivos reales, es decir, a través de reacciones de la conciencia a determinados estímulos.
Pero estos estímulos no son las cosas mismas, sino las acciones de las cosas sobre los órganos de los
sentidos. Por ejemplo, la naranja como fruta es redonda y tiene un peso (lo cual podemos determinar
con instrumentos físicos), pero su color y sabor depende de la vista y el gusto de quien la perciba e
intérprete estas sensaciones.
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Epistemología y Enfermería
Unidad 2. Corrientes epistemológicas contemporáneas y sus características
determinados conceptos: que es útil para la construcción de casas, que es el material para una férula,
etc. Entonces, estos elementos del contenido de nuestra percepción no se reducen a estímulos
objetivos, sino que representan adiciones de nuestra conciencia (como los interpretamos). Esto hace
que no sea creíble la postura del realismo ingenuo, según la cual nuestra conciencia reflejaría
simplemente como un espejo las cosas exteriores.
Como hemos visto, todas las formas de realismo defienden una separación entre el sujeto y el objeto,
en que existen objetos independientes de la conciencia. Para apoyar esta afirmación, el realismo
presenta los siguientes tres argumentos:
Veremos cada uno de ellos, para luego estudiar una cuarta forma de realismo, que surge a finales
del siglo XIX y principios del XX: el realismo volitivo, que es una forma de realismo vinculada con la
fenomenología (como vimos en el tema 6.4 de Filosofía y Enfermería).
La diferencia entre las percepciones y las representaciones. Esta diferencia consiste en que en las
percepciones vemos objetos que pueden ser percibidos por varios sujetos (por ejemplo, el pizarrón y el
maestro hablando ante un grupo), mientras los contenidos de las representaciones sólo las percibe el
sujeto que las posee (los distintos conocimientos que se van generando en cada uno de los alumnos de
ese grupo). Por ejemplo, le puedes enseñar a cinco de tus compañeras de medicina preventiva un
baumanómetro que llevas en la mano, y esta imagen la van a percibir de forma idéntica tus cinc o
compañeras. Pero si les dices a tus compañeras que recuerden la última vez que le tomaron la TA a un
paciente, o que representen en su mente que le toman la TA al director de la clínica, el contenido de
cada una de estas representaciones sólo va a existir para cada una de tus compañeras.
Entonces podemos decir que los objetos de la percepción son perceptibles para muchos individuos,
pero los contenidos de la representación sólo para uno. El compartir por varios un objeto de percepción
o interindividuación, sólo se explica si existen en la realidad objetos reales que actúen sobre varios
sujetos y que les provoquen una percepción.
Independencia de las percepciones con respecto a la voluntad. Podemos hacer surgir en nuestra
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Carlos C. García Fuentes
mente, evocándolas, las representaciones de algún hecho (el tomarle la TA al director de la clínica),
también es posible modificar y hacer desaparecer según queramos, pero no podemos hacer esto con
las percepciones (el ver el baumanómetro en la mano de mi compañera), pues su llegada, su
permanencia y su contenido, son independientes de nuestra voluntad. La causa de esta independencia
es que las percepciones son causadas por objetos que existen independientemente del sujeto que las
percibe, y que por lo tanto existen realmente.
Esta conciencia de la independencia de los objetos que percibimos y de nuestra propia percepción,
es más clara cuando estos objetos se han transformado durante el tiempo que no los percibimos. Por
ejemplo, puedes pedir un cambio de adscripción a otra clínica y luego regresar a la clínica de donde
habías salido y encontrarla remodelada y muy diferente de como la dejaste. Este cambio se ha
verificado sin tu cooperación. Entonces, te has encontrado con objetos que existen
independientemente de ti, que poseen un ser real.
Como se ve, el realismo crítico trata de asegurar la realidad por un camino racional.
Sin embargo, a otros defensores del realismo todos estos argumentos les parecen insuficientes. Dicen
que la realidad no puede ser probada, sino experimentada y vivida, y sólo las experiencias que se
tienen gracias a la voluntad consciente son las que nos dan la certeza de la existencia de objetos
exteriores a la conciencia.
En consecuencia, así como el intelecto está ante el modo de ser de las cosas, frente a su esencia,
mediante la voluntad, conocemos su existencia. La conciencia de la realidad la debemos a la
voluntad, pues las cosas se oponen a nuestros actos de voluntad y a nuestros deseos, y en esta
resistencia vemos la realidad de las cosas, que se presentan a nuestra conciencia como reales,
justamente porque se oponen a nuestros deseos. A esta forma de realismo se le denomina realismo
volitivo.
Ha sido Wilhelm Dilthey quien, en el siglo XIX, más se ha esforzado por fundamentar y desarrollar este
tipo de realismo. Posteriormente, en el siglo XX, Max Sheler, bajo la fenomenología, lo retoma (Hessen,
1991).
El realismo volitivo, que se basa en los actos de la voluntad, tiene grandes implicaciones para la
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Epistemología y Enfermería
Unidad 2. Corrientes epistemológicas contemporáneas y sus características
enfermería. En efecto, yo sólo puedo conocer al objeto (al otro) cuando me doy cuenta que es
diferente a mí y que no puedo modificar su ser mediante mi voluntad. En consecuencia, el otro existe de
forma independiente a mí y no es una extensión de mi mundo cognoscitivo, de mi pensamiento, de mi
mundo interno, de mi manera de percibir la realidad. Y si es un objeto independiente de mí como sujeto
que conoce, sólo puedo hacer dos cosas: percibir primero mi percepción de la realidad, de mi
consciencia que conoce, y reconocer que mi representación (como yo lo veo, como yo experimento)
es mi percepción y que es única. En segundo lugar, reconocer que la única forma de conocer cómo el
otro percibe a los objetos, a la realidad, es (al mismo tiempo de conocer mi percepción) conocer la
percepción del otro, dándome cuenta que no puedo cambiar su percepción, sus objetos, sus cosas
percibidas, con los actos de mi voluntad.
El idealismo
“Es evidente que no podemos sentir fuera de nosotros, sino solamente en nosotros mismos. Nunca
tenemos relación más que con nuestras representaciones. En cuanto a saber lo que pueden ser las
cosas en sí, está indudablemente fuera de la esfera de nuestro conocimiento”. (Kant, citado por
Vernaux, 1971)
Vimos anteriormente que para el realismo existen objetos independientes de la conciencia, pero la
antítesis, lo opuesto, del realismo, es el idealismo, quien afirma que no hay cosas reales independientes
de la conciencia.
Para el idealismo, entonces, no hay cosas reales independientes de la conciencia. Entonces, como
se han suprimido las cosas reales, sólo quedan dos clases de objetos, los de la conciencia (las
representaciones o cómo yo me represento en mi conciencia, en mi mente, lo que percibo o he
percibido del mundo externo o de mi mundo interno, los sentimientos) y los ideales (los objetos de la
lógica y de las matemáticas, conceptos, reglas para razonar).
Como vemos, el fundamento del idealismo es que el objeto del conocimiento no es nada real, sino
algo ideal, algo que es una idea o concepto.
El idealismo considera que los objetos reales son objetos de la conciencia u objetos ideales. De a quí
resultan las dos formas del idealismo: el subjetivo o psicológico y el objetivo o lógico.
Según el idealismo subjetivo o psicológico, toda la realidad está encerrada en la conciencia del
sujeto. Las cosas no son nada más que contenidos de la conciencia del sujeto. Todo el ser de estos
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Carlos C. García Fuentes
objetos consiste en ser percibido por un sujeto, ser contenido en su conciencia. Tan pronto como deja
de ser percibido por el sujeto, deja de existir, pues no posee un ser independiente de la conciencia del
sujeto. En consecuencia, nuestra consciencia, con sus varios contenidos, es lo único real (Hessen, 1991).
Otro tipo de idealismo es el idealismo objetivo o lógico, parte de la conciencia objetiva de los
conocimientos que se expresan en las obras científicas. Esta conciencia objetiva es la suma de
pensamientos y juicios de carácter científico, expresados de forma lógica, es decir, ideal (en forma de
ideas, conceptos o abstracciones).
En oposición al realismo, según el cual los objetos del conocimiento existen independientemente del
pensamiento, el idealismo lógico considera que el pensamiento produce a los objetos, los conceptos o
serie lógica de los atributos de un objeto, por ejemplo, el objeto estetoscopio.
Un ejemplo de estos tipos de idealismo y del realismo lo podemos encontrar en el siguiente ejemplo:
un día llegas a tu modulo de atención preventiva integrada, dentro del servicio de medicina preventiva,
y ves una mesa de exploración. Para la corriente realista, la mesa de exploración, como objeto, existe
fuera e independientemente de nuestra conciencia. Para la corriente idealista subjetiva, la mesa de
exploración sólo existe en nuestra conciencia, como una idea. Para la corriente idealista lógica, la mesa
de exploración no existe en nuestra conciencia ni fuera de nuestra conciencia, sino que el concepto
lógico y científico (la idea lógica) de mesa de exploración la produce nuestra mente y es este
concepto el que consideramos como conocimiento.
Dentro del empirismo inglés, es Jorge Berkeley quien afirma que las cosas físicas, como los árboles, los
perros y las casas, son cosas que se perciben por los sentidos y se convierten en ideas, y que por lo tanto
las cosas físicas son ideas. Si alguien dijera que las cosas físicas no son ideas, Berkeley contesta que no
hay sensaciones sin ideas. Por ejemplo, la materia tiene extensión, forma y movimiento que existe en
forma objetiva, independientemente de nuestra percepción, pero estas características son a su vez
ideas, que necesitan ser percibidas por lo sentidos.
Berkeley también afirmaba que las cosas que no percibe el ser humano continuaban existiendo en el
pensamiento de Dios, quien les daba la existencia al pensar en ellas (Najmanovich, 2010).
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Epistemología y Enfermería
Unidad 2. Corrientes epistemológicas contemporáneas y sus características
Ilustración 2. Emanuel Kant. saber cómo es para nosotros, según nuestra mente.
Tomada de: http:www. frasesporautores.blogspot.com
En efecto, nuestra conciencia elabora sus propios
conceptos. Entonces, el sujeto, según Kant, no sólo se adapta al objeto, sino que el objeto también se
adapta al sujeto (Del Río, 2007).
Como hemos visto, el idealismo, especialmente según Kant (Martinich, 2007), se identifica con la
perspectiva de que todo lo que existe es mental. En otras palabras, todas las cosas son mentales o
dependen para existir de una mente. Aunque hay que decir que Kant no fue estrictamente un idealista
pues su doctrina del idealismo trascendental sostenía que todo el conocimiento teórico (científico) es
una mezcla de lo que percibimos mediante los sentidos y la colaboración de la mente. La
colaboración de la mente es una condición necesaria para tener cualquier experiencia mediante los
sentidos. Esta colaboración de la mente incluye las formas espaciales y temporales bajo las cuales
surgen ante el sujeto los objetos físicos, así como las diversas características generales que en forma
conjunta le proporcionan al sujeto la experiencia de un objeto con una estructura que el sujeto pueda
reconocer. Entonces, la mente ya tiene una estructura para conocer la realidad, y lo que es percibido
por el sujeto se acomoda a esta estructura.
De acuerdo con Kant, el conocimiento se produce, no cuando el sujeto (su mente) se acomoda al
objeto (al mundo percibido), sino cuando el objeto se acomoda a la sensibilidad y racionalidad
humanas. Además, ningún objeto puede ser considerado un objeto de conocimiento, a menos que
tenga causas y consecuencias. De aquí se sigue que, debido a que los seres humanos sólo pueden
experimentar el mundo dentro de las fronteras del tiempo y el espacio, no puede existir conocimiento
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Carlos C. García Fuentes
teórico (científico) de los objetos que no estén dentro de este dominio o que existan fuera de él, como
Dios, la libertad, la inmortalidad del alma; es decir, el conocimiento metafísico es distinto al
conocimiento de los objetos materiales.
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Epistemología y Enfermería
Unidad 2. Corrientes epistemológicas contemporáneas y sus características
Hemos visto en este tema el concepto de realismo e idealismo, sus formas, argumentos y principales
representantes, como Kant, representante del idealismo.
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Carlos C. García Fuentes
La pregunta sobre la noción de la verdad, dónde se encuentra o cómo es posible alcanzarla, es una
cuestión que ha acompañado al ser humano y a la reflexión filosófica desde sus inicios. En este sentido,
ya que hemos visto desde diversas corrientes cómo conocemos, importa ahora tener criterios para
determinar si lo que conoce mi conciencia, es decir, el objeto que se presenta ante mi entendimiento,
es un conocimiento que corresponde al objeto real, verdadero.
La verdad es una relación entre el sujeto y el objeto, relación que va a estar mediada por esta o
aquella corriente epistemológica. Pero sin importar la corriente, en el conocimiento verdadero debe
mostrarse una correspondencia entre el objeto y el sujeto, es decir, la representación del objeto que
hace el sujeto en su entendimiento debe corresponder al objeto real, al objeto en cuanto tal.
Para llegar a la verdad no hay más criterio que la razón, con la cual juzgamos las cosas y si son
ciertas o falsas.
Entre los criterios racionales que hacen que el sujeto (el entendimiento) esté de acuerdo o no con la
verdad de lo que conoce, tenemos la evidencia del objeto ante el sujeto, sus propios sentidos, su
conciencia y la autoridad humana. ¿En qué ámbitos consideras que se apliquen estos criterios?
Contenido
El criterio de verdad se vincula con la cuestión del concepto de la verdad (Hessen, 1991). Por su
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Epistemología y Enfermería
Unidad 2. Corrientes epistemológicas contemporáneas y sus características
parte, González (1996) nos dice que la palabra criterio se suele tomar alguna vez por el medio o
instrumento del cual nos servimos para juzgar las cosas, y en este sentido no hay más criterio que la
razón, con la cual juzgamos las cosas y su verdad. Otras veces se toma por el motivo o razón que
induce al entendimiento a asentir o disentir, de manera que en este sentido viene a ser la regla o norma
del juicio.
Pero este criterio varía según la corriente epistemológica, por ejemplo, para el idealismo, la verdad
significa la concordancia del pensamiento consigo mismo. Esta concordancia se puede conocer en la
ausencia de contradicción. En efecto, nuestro pensamiento concuerda consigo mismo cuando está
libre de contradicciones y sólo entonces. En síntesis, para el idealismo, la ausencia de contradicción es
el criterio de verdad.
Pero esta ausencia de contradicción no es un criterio general, válido para todo tipo de
conocimiento, sino sólo para una clase especial de este, como las ciencias formales o ideales, como la
lógica y las matemáticas. Se llaman ciencias formales porque les interesa conocer los pensamientos y
las ideas de las personas, es decir, los conocimientos que no corresponden a objetos de la naturaleza,
del mundo sensible, ni de objetos existentes sin una realidad material, como los valores o Dios. Se les
llama también ciencias axiomáticas porque trabajan con base en reglas lógicas para lograr la verdad o
axiomas.
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Carlos C. García Fuentes
Ejemplo:
El juicio María tiene cédula profesional es verdadero porque ha seguido la regla lógica de:
Otro ejemplo en dilución de medicamentos es que si sigues la fórmula lógica para diluir gatofloxacino
de 500mg en 500ml e instilar la solución por venoclisis a un paciente adulto con infección en vías urinarias,
y ajustas el normogotero a 8.3ml por minuto (166 gotas por minuto), la solución se termina en 60 minutos.
Para llegar al juicio, la solución se termina en 60 minutos, has trabajado con objetos ideales (con
ideas, como son las entidades numéricas y de acuerdo con reglas lógicas) para producirlo.
Pero este criterio fracasa tan pronto como se trata de objetos reales o de objetos de conciencia, de
objetos que no son ideales, es decir ideas. ¿Qué criterios podemos tener? Si vemos el color verde en un
semáforo y vemos, como peatones, que los coches se paran, o sentimos un dolor, tenemos entonces
que la presencia o la realidad inmediata de un objeto es otro criterio de verdad. Según esto, son
verdaderos todos los juicios que descansan en la presencia o en la realidad inmediata del objeto. En
esta certeza, todavía no ha intervenido el pensamiento, todavía no ha elaborado al objeto el
pensamiento del sujeto. En esta clase de certeza no se ve únicamente al objeto en cuanto tal, sino la
relación que guarda con otro u otros objetos. Por ejemplo, veo un color verde y al mismo tiempo la luz
amarilla preventiva y distingo que son dos colores diferentes entre sí.
Un juicio puede ser objetivamente válido aunque no tenga validez universal. Si digo una enfermera
responsable vale más que una irresponsable estoy emitiendo un juicio ético evidente.
Hay también evidencia en la esfera del pensamiento, cuando se dice todos los cuerpos son extensos
o el todo es mayor que la parte, pues estos juicios son evidentes por sí mismos (Hessen, 1992).
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Epistemología y Enfermería
Unidad 2. Corrientes epistemológicas contemporáneas y sus características
Como hemos visto, el criterio de verdad se refiere a la validez del juicio. Ahora conoceremos dos
conceptos fundamentales sobre la verdad y los criterios para llegar a ella, según Abbagnano (1992):
En este sentido, esta concepción de la verdad y de los criterios para llegar a ella se basa, según
Aristóteles, en que la verdad está en el pensamiento y el lenguaje, no en el ser o la cosa en sí misma, y
en que la medida de la verdad es el ser o la cosa, no el pensamiento o el discurso, de tal manera que
una cosa no es blanca porque se afirme que lo es, sino que se afirma que es blanca porque lo es en
realidad. En otras palabras, el conocimiento real requiere de la experiencia del mundo externo
mediante los sentidos o sensaciones, que son después elaboradas en nuestra mente. En este concepto,
la realidad del objeto percibido corresponde con la realidad del sujeto que percibe.
Ejemplo de esta epoje es cuando escuchas a un paciente sobre cómo vive su padecimiento y
suspendes tu juicio racional (lo que piensas, según tu percepción) sobre lo que oyes, y puedes así
percibir (sin contaminar con tu perspectiva) los pensamientos y sentimientos del paciente, como él los
experimenta.
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Carlos C. García Fuentes
Hemos visto ya que la verdad puede concebirse como una correspondencia o relación entre el
sujeto y el objeto, o como una revelación, y que los criterios para alcanzar la verdad son la razón y la
norma del juicio racional. Ahora bien, cuando al criterio se le considera como motivo o razón que
induce al entendimiento a asentir o discernir de lo que conoce, este criterio de verdad, nos dice
González (1996), comprende las siguientes modalidades:
La evidencia
La conciencia
El sentido común
Los sentidos
La autoridad humana
1º. Entre el entendimiento y lo verdadero existe una relación trascendental, una relación
inseparable e identificada con el entendimiento, puesto que al concebir la verdad mediante
el entendimiento la concebimos necesariamente como facultad de la verdad o de lo
verdadero. La evidencia se refiere al objeto o verdad que se trata de conocer
secundariamente, y como consecuencia se refiere y se atribuye al entendimiento.
La evidencia objetiva es la aptitud del objeto para presentarse al entendimiento (al sujeto) con
tal viveza y lucidez de verdad, que en sí mismo se impone como verdadero al sujeto. Así, pues,
la evidencia objetiva no es más que el resplandor vivo, enérgico y avasallador de la verdad en
el objeto. Por ejemplo, mis sentidos me dicen que una naranja es redonda.
La evidencia subjetiva es la luz con la cual el entendimiento percibe con viveza y claridad los
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Epistemología y Enfermería
Unidad 2. Corrientes epistemológicas contemporáneas y sus características
3º. La evidencia objetiva es invariable, como lo son los objetos en que existe: la subjetiva varía en
diferentes sujetos, según el grado de poder y energía intelectual de que se hallan dotados.
Por eso observamos que lo que es evidente para un talento superior, no lo es para otro inferior
o para un entendimiento no cultivado. Por ejemplo, sólo el sujeto que sepa el valor nutricional
de la naranja (vitamina C, potasio) puede percibirlo.
4º. La evidencia, como criterio de verdad, abraza a la subjetiva y a la objetiva a la vez. Sin
embargo, la más importante es la objetiva, porque es la que incluye el motivo y la norma o
regla del juicio.
5º. La evidencia se llama inmediata, cuando basta percibir los términos de la proposición, o sea
su significado obvio y propio, para conocer con toda claridad la identidad o contradicción
evidente entre el predicado y el sujeto. Por ejemplo, el triángulo consta de tres líneas: el todo
es mayor que la parte. El entendimiento no puede menos que asentir a estas proposiciones
desde el momento en que percibe el significado de los términos: se llama inmediata, porque
basta la simple intuición del objeto o de la proposición para descubrir su verdad (en conocer
o aprehender al objeto según la experiencia de nuestros sentidos o según las reglas de
raciocinio de nuestro entendimiento). Habrá, por el contrario, evidencia mediata, cuando
para descubrir la identidad o contradicción del predicado con el sujeto, no basta la simple
intuición del objeto, ni la percepción de los términos, sino que es preciso comparar estos con
un tercero y descubrir por medio del raciocinio la identidad o contradicción de los extremos
de la proposición, como sucede en esta: el alma del hombre es inmortal.
El alma es inmortal
La naturaleza del hombre es corpórea y espiritual al mismo tiempo, pues posee un alma
racional
6º. Esta evidencia mediata, a la cual llegamos por medio del raciocinio, puede decirse que
admite variedad de grados, según que la proposición a la cual se refiere se halla más o
menos próxima al principio o principios de evidencia inmediata, que sirven de base al
raciocinio; puesto que las verdades o proposiciones de evidencia mediata, en tanto se hacen
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Carlos C. García Fuentes
evidentes para nuestro entendimiento, en cuanto que este conoce, mediante un raciocinio
dado, que tienen conexión necesaria con alguna proposición de evidencia inmediata.
7º. Se infiere de lo que acabamos de exponer que hay una evidencia mediata que puede
decirse equivalente a la inmediata, en atención a que basta un raciocinio facilísimo, breve y
como espontáneo, para conocer con toda claridad su conexión con la inmediata. Así, por
ejemplo, la verdad de esta proposición: el mundo tiene una causa real, puede decirse que
equivale a una verdad de evidencia inmediata, en atención a que basta un raciocinio
facilísimo y casi espontáneo para ver su conexión con esta otra verdad de evidencia
inmediata: la nada no puede producir un efecto real.
De aquí podemos proponer la siguiente tesis (afirmación que se ha demostrado como cierta): La
evidencia constituye motivo absolutamente cierto para juzgar, y por consiguiente debe ser considerada
como criterio infalible de verdad.
La conciencia o sentido íntimo es motivo y criterio infalible de verdad en orden a su objeto propio. El
objeto propio de la conciencia es todo aquello que de forma subjetiva experimenta la conciencia
(sentimientos, recuerdos, pensamientos), y la existencia del yo como sujeto de esta conciencia. Esto
vale tanto como decir que la conciencia es el propio yo, que en forma inteligente se percibe a sí mismo
y a los fenómenos que en él se realizan (que actualmente experimenta), y por consiguiente es imposible
que haya falsedad o error en el juicio que se forma acerca de la existencia real del sujeto que piensa o
percibe, ni de las afecciones que percibe mediante su propia experiencia. Este es el pienso, luego
existo, de Descartes. Este criterio representa al racionalismo. Para convencerse de esto basta tener
presente: 1º que no puede haber percepción sin que haya sujeto real que perciba; 2º que cuando la
conciencia siente y experimenta en sí misma algún fenómeno, es preciso que este fenómeno envuelva
una realidad por parte de la conciencia que lo siente y experimenta, porque la nada no se
experimenta, por más que el objeto que representa pueda no existir realmente. Sentir o experimentar
algo, y que no exista sentimiento o experiencia en el que siente y experimenta, son cosas inconcebibles
y contradictorias.
1º. Se entiende por sentido común, la propensión del hombre de asentir con firmeza a ciertas
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Epistemología y Enfermería
Unidad 2. Corrientes epistemológicas contemporáneas y sus características
2º. Se ha dicho evidentemente racional y explícito; porque en realidad estas proposiciones con
otras análogas que apellidamos verdades de sentido común, envuelven una evidencia
mediata no muy difícil de descubrir por medio del raciocinio, la cual obra indudablemente
sobre nuestro entendimiento que la percibe de una manera confusa e implícita. Empero
como esta evidencia es insuficiente por sí sola para determinar el ascenso firme, instantáneo y
cierto a las verdades de sentido común, y por otra parte ese asenso es necesario al hombre
en atención a la importancia práctica que suele acompañar a las verdades de sentido
común, la propia cultura humana ha hecho que la inteligencia del hombre tenga esa
propensión espontánea a sentir a las verdades de sentido común, con un grado de certeza
superior al que corresponde la evidencia confusa e implícita que las acompaña.
3º. El criterio de sentido común debe considerarse como resultante de la evidencia más o menos
aparente y manifiesta, pero real y efectiva que existe en el objeto, y de la propensión del
entendimiento a asentir a ciertas verdades. Podemos decir por lo tanto que este criterio
incluye un elemento racional, que es la evidencia, y otro natural, que es la propensión
indicada.
De lo dicho hasta aquí se infiere legítimamente que los juicios de sentido común deben tenerse por
infalibles y ciertos, siempre que reúnan las condiciones propias de esta clase de verdades.
Las condiciones propias de las verdades de sentido común a que alude la anterior afirmación, son:
a) Que la verdad sea constante y verdaderamente común: es decir, que asientan a ella todos los
hombres, en todos los tiempos y lugares, mientras se hallen en el uso normal, aunque imperfecto, de la
razón. Por ejemplo, el derecho a la vida como primer valor universal.
b) Que sea conforme a la razón, de manera que si se sujeta al examen científico, aparezca evidente
y fundada en razones científicas. Por ejemplo, en la ética dentro del área de la salud tenemos a la no
maleficencia, es decir, no hacer daño, cuando no se pueda hacer un bien.
42
Carlos C. García Fuentes
Observaciones previas.
1º. En los sentidos externos debemos considerar el fin, el objeto, las condiciones necesarias para
que puedan servir de regla y criterio con respecto al juicio intelectual.
2º. El fin de los sentidos es doble: uno inmediato y físico: otro intelectual y mediato. El primero es
la conservación del individuo o de la vida en el hombre; así es que los sentidos son los que nos
advierten lo que es útil o dañino al cuerpo, y de ellos nos servimos para procurar y obtener las
cosas necesarias o útiles a la vida. El segundo es suministrar al entendimiento materia para las
concepciones intelectuales o para la ciencia y conocimientos puramente intelectuales, por
razón de las impresiones y representaciones sensibles de los cuerpos que adquiere el alma por
medio de los sentidos, tanto externos como internos. Si un ser humano estuviera privado de
toda clase de sentidos, permanecería en un estado de retraso mental severo. Bajo este punto
de vista, los sentidos dan un orden al entendimiento y por consiguiente a la verdad, y su fin
es intelectual.
3º. El objeto general de los sentidos son los cuerpos. Sin embargo, a cada uno de los sentidos
corresponde como objeto propio y especial alguna realidad o modificación determinada al
cuerpo; así, el color del cuerpo es percibido por la vista, el sabor por el gusto, y así con los
demás. Algunas de estas modificaciones pueden ser percibidas por dos o más sentidos, y por
lo mismo pueden llamares objetos comunes, como se observa en la magnitud, movimiento,
figura, entre otros.
4º. Las condiciones necesarias para la veracidad de los sentidos como criterio de verdad son
principalmente las siguientes:
a) Que se hallen convenientemente dispuestos o en su estado natural, tanto por parte del
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Epistemología y Enfermería
Unidad 2. Corrientes epistemológicas contemporáneas y sus características
órgano, como por parte del medio y la distancia del objeto: el ojo enfermo, o mirando a
través de un cristal verde, no verá los colores en los objetos según son en sí mismos.
b) Que su testimonio se halle en relación con la naturaleza del objeto percibido. Si para
juzgar una cosa basta la recta percepción del sentido al cual corresponde como objeto
propio, para formar juicio sobre alguna cosa que sea sensible en común con otro sentido,
deberán aplicarse dos o más sentidos.
c) Que el testimonio de los sentidos sea constante y uniforme: condición que falta en los que
sueñan o deliran.
e) Que la razón dirija y consolide su ejercicio, porque a esta pertenece ver si la percepción
de algún sentido, en un caso dado, se verifica con las condiciones expuestas, y además,
el comparar y dirigir el ejercicio de los diferentes sentidos, ya por parte de las sensaciones
en sí mismas, ya por parte de su relación con los objetos propios o comunes.
Esta es la postura del empirismo, iniciada por Locke y continuada por Hume. Podemos ahora afirmar
que con respecto a los cuerpos y sus modificaciones, el testimonio de los sentidos es motivo o criterio
seguro de verdad, siempre que vaya acompañado de las condiciones que quedan expuestas.
Puede decirse que este criterio es inferior por naturaleza a los precedentes, en cuanto que estos son
internos al sujeto, al paso que el de autoridad puede apellidarse externo, en atención a que las
verdades a que se refieren nos vienen o las recibimos de otros. Esto, no obstante, y bajo otro punto de
vista, el criterio de autoridad puede decirse más importante que los anteriores, porque en realidad, si
pasamos revista a nuestros conocimientos, hallaremos que son en mayor número los que adquirimos y
poseemos con dependencia de la autoridad humana, que los pertenecientes a los otros criterios.
El criterio de autoridad humana es también por su misma naturaleza más complejo que los demás, y
su aplicación acertada y filosófica exige que no se pierda de vista la variedad de reglas y condiciones
a que se halla sujeto. En general, es preciso evitar los dos extremos, el de creer todo lo que nos viene por
conducto de la autoridad humana, y el de rechazarlo todo. Como podemos ver, este criterio se acerca
unas veces al dogmatismo y otras, al escepticismo.
Los hechos cuyo conocimiento podemos adquirir mediante el testimonio o autoridad de los hombres
son varios y reciben diferentes denominaciones.
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Carlos C. García Fuentes
a) Dogmáticos o doctrinales son aquellos que se refieren a alguna verdad científica, a la cual
damos asenso por el dicho o autoridad de otros, como si creo que los ángulos de un triángulo
son iguales a dos rectos, porque así me lo aseguran los peritos en matemáticas.
b) Históricos son los fenómenos y actos que constan por la historia de los hombres, de los pueblos
y de las ciencias o artes.
d) Obvios o manifiestos son aquellos cuyo conocimiento no exige, por parte del sujeto, especial
industria, sagacidad o condiciones científicas. Los hechos cuyo conocimiento exacto y seguro
exige las indicadas condiciones, se dicen oscuros o difíciles: para testificar, por ejemplo,
acerca de hechos y fenómenos magnéticos, es preciso poseer cierta clase de conocimientos,
y no basta el uso ordinario de los sentidos, según existe en el común de los seres humanos.
e) Públicos se dicen los hechos que, o constan en juicio o por otro conducto auténtico de su
naturaleza, o se realizaron en presencia de muchos testigos cuya atención debieron llamar en
virtud de su importancia; faltando estas condiciones, los hechos se dirán privados.
f) Finalmente, los hechos que conocemos por testimonio de otros pueden ser favorables o
contrarios al narrador, no sólo considerado en sí mismo y como particular, sino en cuanto
pertenece a tal patria, familia, clase, entre otros. También debe tenerse en cuenta si el hecho
es favorable o contrario a las inclinaciones, costumbres, y sobre todo, a las opiniones que el
narrador profesa sobre determinadas materias.
El que afirma la existencia o verdad de una cosa que le es conocida, se denomina testigo, y puede
ser, o dogmático, si afirma una verdad científica o de razón, o histórico, si afirma hechos o fenómenos
contenidos en la historia, sea de los hombres, sea de las ciencias y artes. Se dice testigo ocular el que
presencia el hecho, y testigo auricular o de oídas, el que conoce el hecho por los dichos o relación de
otros; este se dirá contemporáneo, si vivía en el tiempo en que se realizaron los hechos.
La fuerza del testimonio humano, se halla en relación y proporción con la gravedad, es decir, con la
ciencia y cultura, la probidad y la uniformidad o constancia de los testigos; y esta uniformidad se refiere
tanto al mismo testigo, que no debe contradecirse a sí mismo, como a los demás, pues es claro que
cuanto mayor sea el número de testigos que concuerden con respecto a un hecho, mayor será la
fuerza del testimonio y viceversa.
Luego, la autoridad de los testigos resulta de la ciencia y veracidad de los mismos, en cuanto que
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Epistemología y Enfermería
Unidad 2. Corrientes epistemológicas contemporáneas y sus características
son conocidas por nosotros. Porque, en efecto, concedemos racionalmente mayor o menor fuerza al
testimonio de alguno, según que nos consta con mayor o menor certeza, por una parte que conoce
perfectamente la cosa de que se trata, y por otra que no quiere engañarnos.
Las principales condiciones para que el criterio de autoridad humana pueda serlo de verdad con
respecto a los hechos o fenómenos cuyo conocimiento nos viene de otros hombres, son las siguientes:
a) Que el hecho sea sensible, público, de importancia suficiente para llamar la atención de los
que lo presenciaron, absolutamente posible y no contrario al sentido común.
b) Que los testigos hayan podido percibir y saber la cosa, por sus propios sentidos, o bien por
conducto de testigos o documentos fidedignos.
c) Que su probidad excluya todo temor fundado de que haya querido engañar, o que el
testimonio vaya acompañado de circunstancias que hagan moralmente imposible el engaño,
como acontece cuando testigos diversos y hasta contrarios en patria, religión, costumbres,
afecciones, sentimientos, utilidad, convienen en afirmar la existencia de alguna cosa.
d) Que el testimonio sea constante y uniforme por parte de uno, o muchos testigos, al menos con
respecto al fondo y a lo sustancial del hecho, aunque haya discordancia con respecto a
algunas circunstancias de menor importancia. Londres es la corte de Inglaterra, Julio César
fue muerto en el senado por los mismos senadores; he aquí verdades ciertas por autoridad
humana, y hechos en que se realizan las condiciones consignadas.
Por lo tanto, la existencia de la autoridad humana como criterio de verdad, se limita a los hechos
sensibles e históricos, porque en ella se prescinde de los hechos dogmáticos, y también de los sensibles
que exigen conocimientos especiales o cierto grado de cultura por parte del que los narra, como los
fenómenos magnéticos, eléctricos, meteóricos.
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Carlos C. García Fuentes
Afirman los escépticos que los hombres no se ponen de acuerdo sobre nada y es imposible
decir quién tiene la verdad, que nuestros sentidos nos engañan y que el conocimiento es
relativo.
Pirrón fue un escéptico absoluto en la antigüedad griega; Montaigne, Hume, Kant y Comte
mostraron algún grado de escepticismo en sus posturas filosóficas.
El realismo afirma que hay cosas reales, independientes de la conciencia. Sostiene que el
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Unidad 2. Corrientes epistemológicas contemporáneas y sus características
Según el realismo ingenuo, las cosas son, según el sujeto realista, exactamente como las
percibimos. El realismo natural afirma que los objetos responden exactamente a los
contenidos de la percepción. Según el realismo crítico, las propiedades de los objetos
dependen de la organización y estructura de la conciencia del sujeto. Se fundamenta en
las ciencias naturales y en la psicología.
El realismo volitivo afirma que las cosas se oponen a nuestros actos de voluntad y a
nuestros deseos, y en esta resistencia vemos la realidad de las cosas, que se presentan a
nuestra conciencia como reales, justamente porque se oponen a nuestros deseos.
El idealismo considera que los objetos reales son objetos de la conciencia u objetos ideales.
De aquí resultan las dos formas del idealismo: el subjetivo o psicológico y el objetivo o
lógico.
Los dos representantes del idealismo son Berkeley y Kant, quienes afirmaron que la mente
ya tiene una estructura para conocer la realidad, y lo que es percibido por el sujeto se
acomoda a esta estructura.
Los criterios de la verdad son la evidencia, la conciencia, el sentido común, los sentidos
corporales y la autoridad humana.
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Fuentes de información
Abbagnano, N. (1992). Diccionario de filosofía. México: Fondo de Cultura Económica.
González, Z. (1999). Los criterios de verdad. Filosofía elemental. Consultado el 25 de marzo de 2011 de
http://www.filosofia.org/zgo/zgfe2123.htm
Kropp, G. (1961). Teoría del conocimiento. México: Unión Tipográfica Editorial Hispanoamericana.
Najmanovich, D. y Lucano, M. (2010). Epistemología para principiantes. Buenos Aires: Era Naciente.
Wolin, R. B. y Levi, A. W. (2003). The History of Western Philosophy. The New Encyclopedia Britannica,
Macropaedia. Chicago: Encyclopaedia Britannica, Inc.
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