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Qué Entendemos Por Liberalismo

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¿Qué entendemos por liberalismo?

«El término liberalismo se identifica con un paradigma político que responde a la diversidad humana

mediante la defensa de instituciones que permitan la coexistencia de distintas creencias y modos de vida;

el liberalismo acepta la pluralidad de esas creencias y modos de vida y promueve la tolerancia. El

liberalismo rechaza la idea de un orden social orgánico y espiritualmente unificado, dentro del cual los

intereses de los individuos se alinean en perfecta armonía con los intereses de la comunidad. Los

individuos que poseen fines distintos y no existe un único objetivo común que todos deban compartir, y

necesariamente entrarán en conflicto. La cuestión es cómo resolver desde el punto de vista liberal cómo

regular estos problemas y no la de cómo erradicar, tales conflictos.» (Chandran Kukathas 2003a.

Introducción)

El liberalismo es una corriente filosófica de pensamiento cuyo valor central es el individuo y su libertad

para desarrollar sus proyectos de vida respetando a su vez los de los demás. Requiere pues, un marco

jurídico básico donde estas libertades individuales puedan ser defendidas. Para desarrollar el liberalismo

necesitamos tres principios básicos que conformen ese marco jurídico: el principio de libertad “in dubio

pro libertate”, el principio de propiedad privada y el principio de autonomía de los contratos: «Pactum

sum servanda» (los contratos están para ser cumplidos). A grandes rasgos, estos principios giran en torno
a la definición de persona de Kant: La persona es un fin en sí mismo, nunca un medio con consideración

de objeto. Se rebate aquí la primera crítica que suele hacerse a esta corriente, la cual cataloga al liberalismo

de inhumano.

En el liberalismo no existen esclavos, ni siquiera por contratos. Las partes que conforman la sociedad han

de actuar en un plano de igualdad a la hora de establecer las cláusulas libres y privadas entre ellos, sin que

otro interfiera de forma coactiva, ya sea el Estado, o terceros cualesquiera que intervengan si no es por

acuerdo voluntario de las partes contratantes.


En el liberalismo se promulga la libertad de los individuos sobre todas las cosas. Los proyectos vitales de

los individuos no deben estar subordinados a los de otros. Han de realizarse en el conjunto de la sociedad,

mediante contratos y respetando la propiedad privada. Por lo tanto, infringir cualquiera de estos principios

jurídicos va en contra del liberalismo en su conjunto y no constituye un auténtico marco de libertad dentro

del cual podremos desarrollarnos como individuos libres. Para llegar a estos marcos de libertad individual

y social, el liberalismo propone dos formas de llegar al verdadero llamado “Estado Social”:

– Miniarquismo: un Estado mínimo que se encargue únicamente de manejar la separación de poderes y

un mínimo control sobre ciertos aspectos de la sociedad que no puedan ser llevados a cabo por la

autonomía privada, como, por ejemplo, la defensa militar. Como un vigilante nocturno de la actividad

humana

– Anarquía: sin Estado y todo regulado por partes contratantes. Anarquía de la propiedad privada o

anarcocapitalismo. Entiende que el Estado está fundado sobre criterios injustos y la propia existencia de

este es un atentado contra la libertad humana y por ello hay que eliminarlo.

Durante el transcurso de mis artículos trataré el liberalismo desde una posición miniarquista, sin dejar de

lado la puerta del anarquismo como forma de cohesión social, aunque meramente teórica, pues la
aplicación de forma inmediata no se ve con facilidad en nuestras sociedades hipereguladas de hoy en día.

El liberalismo no es la dictadura del dinero, ni la dictadura de unos cuantos con poder para hacer lo que

se les antoje con la seguridad de que no tendrán que responder ante nadie o ser castigados por ningún

organismo de justicia. Eso ya existe hoy día y esos “cuantos” son El Estado y lo que lo conforman. Si se

hace un examen del liberalismo sin haber consultado la información suficiente, se puede pensar que el

liberalismo es una ideología donde se promulga el egoísmo y la obtención de tus objetivos a cualquier

precio, nada más lejos. Para el liberalismo es todo lo contrario. El liberalismo es una filosofía donde se

promulgan una serie de valores que son esenciales para su correcto desarrollo. Estos vienen intrínsecos en
él. Son la tolerancia, el respeto y la igualdad ante la ley. No se puede entender una sociedad liberal donde

la libertad de culto está coartada o donde se margina a un grupo social en función de motivos aleatorios,

aunque sean elegidos por la mayoría.

Las minorías en el liberalismo no tienen potestad para herir las libertades individuales de las mayorías, y

al revés tampoco. Ninguna minoría puede imponer sus ideas sobre otros en función de motivos religiosos,

políticos o económicos. Por tanto, el respeto por los planes vitales de los demás es esencial. El liberalismo

promueve la paz.

En el liberalismo, por tanto, se respeta, se tolera y hay una igualdad intrínseca por el mero hecho de que

somos seres humanos con capacidad de decisión y responsables de nuestros actos. Gozamos de libertad

para realizar nuestros propios proyectos y deseos, pero estos pueden conducir a triunfos o a errores, y en

ambos casos tendremos que aceptar las consecuencias que conlleven. No es conveniente despreciar la

posibilidad del fracaso en nuestras actividades. Cuando llegan, analizamos nuestro comportamiento. No

es buena estrategia trasladar los errores a terceros porque ellos no son responsables de nuestros errores

cometidos. Esto es tan aplicable al Estado cuando comete errores y nosotros pagamos el plato, como

cuando sucede en la esfera privada.

Ahora, cabe hacerse una pregunta después de esta más que resumida definición de liberalismo ¿realmente
vivimos en sociedades liberales en occidente?

Claramente cuando socialmente se habla de liberalismo en la mente de muchos acude, en primer lugar,

Estados Unidos, e incluso Inglaterra. Estas sociedades para muchos son el paradigma de las sociedades

capitalistas modernas que en su día se enfrentaron a los países comunistas en la época de la Guerra Fría.

Ostentan un enorme poder en los mercados financieros y son de las primeras potencias en materia de

generación de riqueza unido a un sistema de derechos y libertades. Sin embargo, como hemos visto, el

liberalismo promueve una serie de principios que no pueden ser violados por nadie, ni siquiera por el

Estado, y estos Estados autodenominado liberales los quebrantan. Por ejemplo: La legalización de drogas.
Algunas otras las llevan de forma correcta y son en esos campos los que destacan de forma asombrosa.

Por ejemplo, el mercado laboral en Dinamarca.

El Estado es un ente que, en nuestras sociedades, ejerce un control total sobre la población, y nos sustrae

de forma coactiva una parte de nuestro trabajo y salario. Se enriquece a nuestra costa, pero también se

endeuda con esa riqueza, y nosotros también resultamos perjudicados. El Estado hace que todos estemos

subrogados a los planes vitales de todos. El Estado nos impone un proyecto común, que puede ser uno u

otro dependiendo de quién democráticamente ostente el monopolio de la violencia.

Estas acciones son contrarias al liberalismo, y en prácticamente el 99% de los países, el Estado pesa casi

la mitad sobre el PIB (Producto Interior Bruto) por lo que no podemos hablar de países liberales en el

sentido estricto y total de la palabra. Estos Estados promueven muchas prácticas antiliberales como es el

cobro excesivo de impuestos a las rentas de los ciudadanos o la hiperegulación que hace que las partes se

vean incapaces, por el monopolio de la fuerza del Estado, a actuar como buenamente dispongan sin hacer

daño a terceros. La captación y redistribución de las ganancias que generan los individuos se utilizan para

realizar todo tipo de perversiones económicas y sociales. Subvencionar y promover los monopolios

empresariales o producir prácticas inflacionistas a través del monopolio de la moneda y de su distribución

con las instituciones llamadas Bancos Centrales.

El Libre Mercado es la respuesta al control del Estado sobre los individuos. En este marco económico, la

intervención del Estado y la de sus instituciones (Bancos Centrales y otras entidades institucionales o

supraestatales) es mínima o inexistente si puede ser llevado por los individuos. En el Mercado Libre, lo

que prima entre las partes que establecen pactos para el comercio es el enriquecimiento mutuo, el respeto

absoluto y la igualdad ante la Ley establecida en el contrato. Citando al prestigioso economista austriaco

Ludwig von Mises: «Dejen que cada individuo escoja cómo quiere cooperar en la división social del

trabajo; dejen que los consumidores determinen cuáles empresarios deberían producir. Planificación

significa: dejen que únicamente el gobierno escoja e imponga sus reglas a través del aparato de coerción
y compulsión.» El liberalismo sabe que no existe el llamado “Bien Común” en la sociedad, todos somos

diferentes, y distintas son nuestras formas de autorrealizarnos como personas. Esta ha sido la excusa de

todos los dictadores, y cada vez más de nuestros gobernantes, para imponernos normas liberticidas. Todos

debemos ser uno a un proyecto común. Los seres humanos tenemos distintos proyectos vitales que no

tiene que estar sometidos al resto. Ningún proyecto vital, por muy noble que sea, debe de preponderar

sobre el de los otros. Por principio de igualdad.

Conclusión. El liberalismo nos ofrece una sociedad basada en valores de libertad, igualdad, respeto y

responsabilidad, en la que todos podemos prosperar, enriquecernos y realizarnos como personas. Se

defiende la individualidad por encima de todo, y nadie puede interferir en los planes vitales de terceros.

El liberalismo sabe y reconoce que no existe un marco común de realización social, pues todo el mundo

tiene su propia visión de lo que es bueno y favorable, y cada una de ellas ha de ser respetada, que no quiere

decir impuesta. El respeto por la autorrealización personal es esencial para entender el liberalismo.

Abg. Luis Granadillo R.

2.010

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