Derecho Procesal Administrativo
Derecho Procesal Administrativo
Derecho Procesal Administrativo
1 Tomado de: JUSTICIA Y DERECHOS HUMANOS. Revista del Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos. Año 1, Número 1 2018. Jorge Danós Ordoñez. Profesor de Derecho Administrativo de la PUCP.
Presidente de la Asociación Peruana de Derecho Administrativo
2 H[a] desarrollado estas apreciaciones en: “El procedimiento administrativo en el Perú”, publicado en la
administrativo. Es la pieza que contiene mayor información genética sobre el derecho público en un
tiempo y espacio determinados, como si de la piedra de Rosetta se tratara”, en: Procedimientos
Administrativos de tercera generación. En: AIDA Opera Prima de Derecho Administrativo. Revista de la
Asociación Internacional de Derecho Administrativo. Opus N° 7, Enero – Junio 2010, pg 12.
conocimiento y destreza en la aplicación del citado marco legal generando predictibilidad para los
sujetos privados destinatarios de la actividad administrativa, quienes también se benefician de que
las veces que tienen que realizar un trámite ante las entidades administrativas se sujetará a un
régimen general conocido por todos.
Pero no obstante el carácter general y supletorio, en la práctica, desde su entrada vigencia
de la LPAG ha sido toma da como un referente para la interpretación y aplicación de las normas
que regulan procedimientos administrativos especiales, no sólo en lo que respecta a su necesaria
aplicación supletoria o complementaria a las normas especiales, o a la proyección que ejercen los
principios del procedimiento administrativo consagrados en el artículo IV de su Título Preliminar,
sino que progresivamente varios de los desarrollos e instituciones que contiene han pasado a
formar parte del acervo común de las entidades administrativas que en forma frecuente interpretan
las normas de procedimiento especial que regulan su actuación en función de las reglas de la
citada LPAG, lo que es muchas veces estimulado por los sujetos privados que demandan la
aplicación de los aspectos más garantistas de la LPAG, más aún cuando están involucrados la
vigencia de principios y la protección de derechos de orden constitucional desarrollados
ampliamente por la jurisprudencia constitucional.
Desde su entrada en vigencia la LPAG ha sido objeto de puntuales modificaciones
legislativas, como ha sido el caso de la Ley Nº 29060 del año 2007 que introdujo modificaciones
poco felices al régimen del silencio administrativo, el Decreto Legislativo Nº 1029 del año 2008
que modificó varios de sus artículos sobre la base de un proyecto que fuera elaborado por un
grupo de juristas convocados por el Ministerio de Justicia hacia el año 2006 y las recientes y más
numerosas modificaciones dispuestas por el Decreto Legislativo Nº 1272 de diciembre del 2016,
que han generado que sea necesario dictar un Texto Único Ordenado, que ha sido aprobado
mediante Decreto Supremo Nº 006-2017-JUS de marzo del presente año.
Pero en nuestra opinión el impacto de las citadas reformas legales ha sido inferior a la
influencia que ejerce la jurisprudencia del Tribunal Constitucional en el desarrollo de los aspectos
constitucionales del procedimiento administrativo y las garantías de los privados en sus relaciones
con la administración pública. Dicha jurisprudencia constitucional ha enriquecido la lectura de la
LPAG y orientado su aplicación en concordancia con los principios y derechos constitucionales de
las personas.
El Tribunal Constitucional ha señalado en numerosa jurisprudencia el origen constitucional
de algunos de los principios del procedimiento administrativo (legalidad, debido procedimiento,
razonabilidad, etc.), los requisitos para ejercer potestades exorbitantes como la nulidad de oficio
de los actos administrativos (la exigencia de escuchar previamente al posible afectado), la
necesidad de que la aplicación de las garantías previstas en la Constitución para la función
jurisdiccional sea matizada en su traslado al ámbito del procedimiento administrativo (la instancia
plural no constituye una exigencia constitucional en los procedimientos administrativos), el
fundamento constitucional de la mayor parte de los principios establecidos por la LPAG que rigen
el ejercicio de la potestad sancionadora administrativa (tipicidad, irretroactividad, presunción de
licitud, en bis in ídem, prohibición de reformatio in peius, etc.) y la relación del régimen de los
recursos administrativos con la garantía del derecho de defensa de los privados y la exigencia de
la debida motivación de los actos administrativos, entre otros.
A los efectos de este breve comentario me interesan resaltar lo que como consecuencia
de un denodado esfuerzo de síntesis consideramos que han sido los 3 aspectos más resaltantes
de la LPAG en los que la experiencia de estos casi 15 años desde su entrada en vigencia ha
demostrado haber generado un mayor impacto positivo en nuestro ordenamiento jurídico
administrativo y en el propio funcionamiento de la administración pública.
Artículo I.- Ámbito de aplicación de la ley
La presente Ley será de aplicación para todas las entidades de la Administración
Pública.
Para los fines de la presente Ley, se entenderá por “entidad” o “entidades” de la
Administración Pública:
1. El Poder Ejecutivo, incluyendo Ministerios y Organismos Públicos;
2. El Poder Legislativo;
3. El Poder Judicial;
4. Los Gobiernos Regionales;
5. Los Gobiernos Locales;
6. Los Organismos a los que la Constitución Política del Perú y las leyes confieren autonomía.
7. Las demás entidades, organismos, proyectos especiales, y programas estatales, cuyas
actividades se realizan en virtud de potestades administrativas y, por tanto se consideran
sujetas a las normas comunes de derecho público, salvo mandato expreso de ley que las refiera
a otro régimen; y,
8. Las personas jurídicas bajo el régimen privado que prestan servicios públicos o ejercen
función administrativa, en virtud de concesión, delegación o autorización del Estado, conforme
a la normativa de la materia.
Los procedimientos que tramitan las personas jurídicas mencionadas en el párrafo anterior se
rigen por lo dispuesto en la presente Ley, en lo que fuera aplicable de acuerdo a su naturaleza
privada
ORGANIZACIÓN
El Poder Ejecutivo se organiza e integra en un régimen jerarquizado sobre la base de
funciones y competencias afines, que a continuación se indican:
El presidente de la República
El presidente de la República es el jefe del Estado y personifica a la Nación. Sus
atribuciones y funciones están establecidas en la Constitución y en la ley. El mandato presidencial
es de cinco años sin que exista reelección inmediata.
Consejo de Ministros
La dirección y la gestión de los servicios públicos están confiadas al Consejo de Ministros
y a cada titular de los ministerios en los asuntos que competen a la cartera a su cargo.
El Consejo de Ministros está conformado por ministros y ministras nombrados por el
presidente de la República conforme a la Constitución Política del Perú, quienes no pueden ejercer
otra función pública excepto la legislativa.
Los Organismos Públicos
Son entidades desconcentradas del Poder Ejecutivo, con personería jurídica de derecho
público y tienen competencias de alcance nacional. Estos organismos están adscritos a un
ministerio y para su creación y disolución se debe hacer por ley a iniciativa del Poder Ejecutivo.
FUNCIONES
El Poder Ejecutivo o Gobierno nacional tiene muchas funciones, las principales son las
siguientes:
Establece la forma en que se cumplirán las leyes.
Provee de los recursos económicos para que las leyes se cumplan.
Supervisa el cumplimiento de las leyes
Provee los servicios públicos como son educación, servicios de salud, carreteras, puentes,
cuidado ambiental, fuentes de energía, etc.
Garantiza el bienestar de todas las personas que habitan en el territorio peruano, a través
de programas sociales, de vivienda, de seguridad social, promoción del empleo, etc.
Promueve el desarrollo económico.
Vela por la seguridad nacional y el orden público.
4http://tesis.pucp.edu.pe/repositorio/bitstream/handle/123456789/8561/GUTIERREZ_NATASHA_rendicion
%20de%20cuentas_parlamentarios.pdf?sequence=1
5 Fuente: [Sunat-IDEA]
La mayoría de sus funciones las debe realizar en coordinación con los Gobiernos
regionales.
1.1.- Los Ministerios6.-
El artículo 4° de la [Ley Orgánica del Poder Ejecutivo] LOPE señala que el Poder Ejecutivo
tiene la competencia exclusiva para diseñar y supervisar políticas nacionales y sectoriales, las
cuales son de cumplimiento obligatorio por todas las entidades del Estado en todos los niveles de
gobierno. El mismo artículo señala que las políticas nacionales definen los objetivos prioritarios,
los lineamientos, los contenidos principales de las políticas públicas, los estándares nacionales de
cumplimiento y la provisión de servicios que deben ser alcanzados y supervisados para asegurar
el normal desarrollo de las actividades públicas y privadas.
Por su parte, la política sectorial es el subconjunto de políticas nacionales que afecta una
actividad económica y social específica pública o privada.
De lo señalado en el párrafo anterior, se puede inferir que un sector (en el cual se aplica
determinada “política sectorial”) está constituido por una actividad económica o social específica,
pública o privada. Así por ejemplo, el sector energía y minas, el sector comercio exterior y turismo,
el sector transportes y comunicaciones, el sector salud, el sector justicia y derechos humanos, etc.
Ahora bien, los numerales 22.1 y 22.2 del artículo 22° de la LOPE establecen que los Ministerios
son organismos del Poder Ejecutivo que comprenden uno o varios sectores, considerando su
homogeneidad y finalidad. En tal sentido, diseñan, establecen, ejecutan y supervisan políticas
nacionales y sectoriales, asumiendo la rectoría respecto de ellas.
En otras palabras, los Ministerios son competentes sobre sectores determinados, para lo
cual realizan todas las actividades relacionadas a la aprobación y la aplicación de las políticas
sectoriales.
En esa línea, el numeral 23.1 del artículo 23° de la LOPE señala que son funciones
generales de los Ministerios, entre otras, las siguientes:
“Artículo 23.- Funciones de los Ministerios
23.1 Son funciones generales de los Ministerios:
a) Formular, planear, dirigir, coordinar, ejecutar, supervisar y evaluar la política
nacional y sectorial bajo su competencia, aplicable a todos los niveles de gobierno;
b) Aprobar las disposiciones normativas que les correspondan;
c) Cumplir y hacer cumplir el marco normativo relacionado con su ámbito de
competencia, ejerciendo la potestad sancionadora correspondiente;
(…)”
Asimismo, el numeral 23.2 del artículo 23° de la LOPE establece que para el ejercicio de
las competencias exclusivas, corresponde a los Ministerios lo siguiente:
“Artículo 23.- Funciones de los Ministerios
23.2 Para el ejercicio de las competencias exclusivas, corresponde a los Ministerios:
a) Ejecutar y supervisar las políticas nacionales y sectoriales.
b) Otorgar y reconocer derechos a través de autorizaciones, permisos, licencias y
concesiones, de acuerdo a las normas de la materia;
c) Planificar, financiar y garantizar la provisión y prestación de servicios públicos,
de acuerdo a las normas sobre la materia.
(…)”
PODER JUDICIAL
El Poder Judicial en su ejercicio funcional es autónomo en lo político, administrativo,
económico, disciplinario e independiente en lo jurisdiccional, con sujeción a la Constitución.
No existe, ni puede instituirse, ninguna jurisdicción que pueda cumplir esta misma tarea,
con excepción de los organismos de justicia militar y arbitral.
El Poder Judicial es, de acuerdo a la Constitución y las leyes, la institución encargada de
administrar justicia a través de sus órganos jerárquicos que son los Juzgados de Paz no Letrados,
los Juzgados de Paz Letrados, las Cortes Superiores y la Corte Suprema de Justicia de la
República.
El funcionamiento del Poder Judicial se rige por la Ley Orgánica del Poder Judicial que
establece su estructura orgánica y precisa sus funciones. Esta ley define los derechos y deberes
de los magistrados, quienes son los encargados de administrar justicia; de los justiciables, que son
aquellos que están siendo juzgados o quienes están solicitando justicia; y de los auxiliares
jurisdiccionales que son las personas encargadas de brindar apoyo a la labor de los integrantes
de la magistratura.
Las autoridades de las comunidades campesinas y nativas, con el apoyo de las rondas
campesinas, pueden ejercer las funciones jurisdiccionales dentro de su ámbito territorial de
conformidad con el derecho consuetudinario, siempre que no violen los derechos fundamentales
de la persona.
LOS GOBIERNOS REGIONALES8.-
El Artículo 191º de la Constitución Política del Perú9 establece que los Gobiernos
Regionales son personas de derecho público que cuentan con autonomía política, económica y
administrativa en asuntos de su competencia. Asimismo, formando bloque de constitucionalidad
con la disposición constitucional, el Artículo II del Título Preliminar de la Ley Nº 27972, señala lo
siguiente:
“Artículo 2.- Legitimidad y naturaleza jurídica
Los Gobiernos Regionales emanan de la voluntad popular. Son personas jurídicas
de derecho público, con autonomía política, económica y administrativa en asuntos de su
competencia, constituyendo, para su administración económica y financiera, un Pliego
Presupuestal.”
Con relación a la definición de autonomía económica, el Numeral 9.3 del Artículo 9º de la
Ley Nº 27783 - Ley de Bases de la Descentralización, señala lo siguiente:
“Artículo 9.- Dimensiones de las autonomías
(...)
Autonomía económica: es la facultad de crear, recaudar y administrar sus rentas e
ingresos propios y aprobar sus presupuestos institucionales conforme a la Ley de Gestión
Presupuestaria del Estado y las Leyes Anuales de Presupuesto. Su ejercicio supone
reconocer el derecho a percibir los recursos que les asigne el Estado para el cumplimiento
de sus funciones y competencias”.
De lo expuesto anteriormente, es posible señalar que, conforme a la norma citada, la
autonomía económica implica la capacidad que tienen los Gobiernos Regionales de desenvolverse
con libertad y discrecionalidad, con relación a sus ingresos propios y al destino al que estos serán
asignados. Ello conlleva que los Gobiernos Regionales se encuentran facultados para crear,
recaudar y administrar recursos, a fin de lograr el cumplimiento de sus cometidos públicos.
Cabe advertir que cuando la norma otorga a los Gobiernos Regionales la capacidad de
administrar sus rentas con discrecionalidad, ello también implica que puedan decidir en qué casos
resulta más conveniente renunciar al cobro de determinadas obligaciones.
“Artículo 191.- Los gobiernos regionales tienen autonomía política, económica y administrativa en los
asuntos de su competencia. Coordinan con las municipalidades sin interferir sus funciones y atribuciones.
La estructura orgánica básica de estos gobiernos la conforman el Consejo Regional como órgano normativo
y fiscalizador, el Presidente como órgano ejecutivo, y el Consejo de Coordinación Regional integrado por
los alcaldes provinciales y por representantes de la sociedad civil, como órgano consultivo y de coordinación
con las municipalidades, con las funciones y atribuciones que les señala la ley. El Consejo Regional tendrá
un mínimo de siete (7) miembros y un
máximo de veinticinco (25), debiendo haber un mínimo de uno (1) por provincia y el resto, de acuerdo a ley,
siguiendo un criterio de población electoral.
El Presidente es elegido conjuntamente con un vicepresidente, por sufragio directo por un período de cuatro
(4) años, y puede ser reelegido. Los miembros del Consejo Regional son elegidos en la misma forma y por
igual período. El mandato de dichas autoridades es revocable, conforme a ley, e irrenunciable, con
excepción de los casos previstos en la Constitución. Para postular a Presidente de la República,
Vicepresidente, miembro del Parlamento Nacional o Alcalde; los Presidentes de los Gobiernos Regionales
deben renunciar al cargo seis (6) meses antes de la elección respectiva.
La ley establece porcentajes mínimos para hacer accesible la representación de género, comunidades
campesinas y nativas, y pueblos originarios en los Consejos Regionales. Igual tratamiento se aplica para
los Concejos Municipales.”
LOS GOBIERNOS LOCALES10.-
Al respecto, el Artículo II de la Ley Nº 27972, Ley Orgánica de Municipalidades, prescribe
que la autonomía que la Constitución Política le atribuye a las municipalidades se manifiesta en la
facultad de ejercer actos de gobierno, administrativos y de administración, con sujeción al
ordenamiento jurídico.
En aplicación del Artículo VIII del referido dispositivo legal, los Gobiernos Locales están
sujetos a las leyes y disposiciones que, de manera general y de conformidad con los preceptos
constitucionales, regulan la actividad y funcionamiento del Sector Publico, así como a las normas
técnicas referidas a los servicios y bienes públicos, y a los sistemas administrativos del Estado
que por su naturaleza son de observancia y cumplimiento obligatorio.
Sobre el particular, el Tribunal Constitucional ha considerado que el ejercicio de la
autonomía municipal se encuentra vinculado al principio de unidad del Estado, previsto en el
Artículo 43º de la Constitución Política. En tal sentido, ha señalado sobre dicha autonomía lo
siguiente:
“(…) es la capacidad de autogobierno para desenvolverse con libertad y
discrecionalidad, pero sin dejar de pertenecer a una estructura general de la cual en todo
momento se forma parte, y que está representada no solo por el Estado sino por el
ordenamiento jurídico que rige a este. En ese sentido, debe entenderse que dicha
autonomía debe ser ejercida dentro del marco constitucional y legal”.11
En concordancia con lo anterior, el Artículo 12° de la Ley Nº 27783, Ley de Bases de la
Descentralización12, establece que los procedimientos y trámites administrativos en asuntos de
competencia de los Gobiernos Locales se sustentan conforme a la ley de la materia, y se agotan
en la respectiva jurisdicción regional o municipal.
Como se puede advertir de las normas citadas, las competencias de las municipalidades
no son irrestrictas ni absolutas, sino que se encuentran limitadas por las leyes y normas de alcance
nacional que regulan la política general en distintas materias.
14http://files.uladech.edu.pe/docente/17882157/Derecho_Procesal_Administrativo/SESION%2004/Conteni
do_04-1.pdf
a) Principios trascendentes.- Que son los que están más allá o a extramuros del
ordenamiento positivo y pertenecen al llamado Derecho natural.
b) Principios instrumentales.- Que son los forjadores de la ciencia del Derecho.
c) Principios inmanentes.- Que se obtienen mediante la progresiva abstracción de las
demás normas, escritas o consuetudinarias que forman el ordenamiento jurídico.
De otro lado, para Santi Romano (FRAMMENTI DI UN DIZIONARIO GIURIDICO; Milano
1933 “Diritto e Morale”, Pág. 66), señala que los principios fundamentales son los que no están
formalmente declarados por el Derecho escrito, y se hallan implícitos en él, pero que se inducen
de la estructura esencial de las instituciones en que se concretan e incluso de su misma esencia.
Ahora bien; el Dr. Gardella (GARDELLA, Lázaro. “PRINCIPIOS GENERALES DEL
DERECHO” Enciclopedia Jurídica OMEBA, Tomo XXIII, Pág. 157) señalaba que los principios del
derecho pueden surgir de cualquiera de estas fuentes:
a) La Lógica Jurídica, que acompaña al razonar jurídico, sin necesidad de la que norma el
legislador.
b) La Moralidad.
c) La Política.
d) La Tradición (refiriéndose a la tradición jurídica, desde luego, porque esta es la fuente
de un sistema legal)
e) La Equidad.
Los principios pueden estar positivizados o no, en otras palabras pueden ser escritos o no
escritos, lo cual no es impedimento para su invocación siempre que el instructor del procedimiento
o la autoridad que los aplique conozca la fuente del derecho, lamentablemente en nuestro sistema
legal de tradición romanista, se prefiere a la norma positivizada antes que a los principios que
orientan al derecho.
Los principios son de importancia vital para un sistema jurídico, sin ellos tendríamos
únicamente normas positivas que regulan relaciones, sin embargo estas normas serían más o
menos ordenadas, pero no tendrían sentido ni cohesión, y lo que es peor el administrado estaría
a merced de la arbitrariedad del legislador, del juzgador o del instructor de un procedimiento puesto
que al no existir un sentido predeterminado el derecho, así nacido, sería un instrumento peligroso
en manos poco escrupulosas de modo tal que nadie tendría seguridad. Por eso son importantes
los principios, porque moldean la personalidad del derecho, al decir de Bodenheimer “La
limitación legal de las autoridades públicas se denomina Derecho público” (BODENHEIMER,
Edgar. “TEORIA DEL DERECHO” Pág. 26).
Pero es necesario que ese derecho sea definido, que se declare la orientación tiene, que
señale que fines persigue, que indique que garantías otorga, y que reglas deberán seguir sus
operadores al momento de su accionar.
La mayoría de los principios que orientan al Derecho Administrativo nacen de la
concepción política que ha dado origen a los Estados modernos; en un trabajo reciente publicado
por Marina Ivnisky encontramos que “ se llega al concepto de Derecho administrativo a través
del concepto de Estado” (IVNISKY, Marina. “DERECHO ADMINISTRATIVO Y ESTADO” Pág. 1)
y es importante destacar el rol de las revoluciones políticas en formación la personalidad del
Derecho Administrativo pues estas han introducido:
a) El Estado de Derecho que no es más que el sometimiento del poder a la autoridad de
la ley,
b) Ha modificado las relaciones de la autoridad con los administrados, de relaciones de
poder a relaciones de derecho.
c) Ha introducido la igualdad como base de las relaciones antes mencionados.
d) Ha establecido un nuevo orden en la relación autoridad - libertad.
Para Fiorini (FIORINI, Bartolomé. “DERECHO ADMINISTRATIVO” Tomo I, Pág. 79) “Los
principios manifiestan algunos valores axiológicos; otros son derivados de la lógica
jurídica, y otros son exigencias de la convivencia humana”, estos últimos son los de origen
político.
Debe pues entenderse a los principios de la política como a la aspiración máxima de las
personas o colectividades, por eso resulta peligroso depositar nuestra confianza en quienes dicen
no ser políticos, pues esta falta de identidad con determinados principios deja entrever que la
norma orientadora de ese tipo de conducta será únicamente el instinto, el personal criterio y su
accionar dependerá del estado de ánimo con el que amanezca.
Tampoco podríamos conocer cuáles son sus límites, ni cuáles son sus alcances puesto
que no es posible conocer hasta dónde puede llegar la voluntad de un hombre investido de poder.
Es necesario conocer los principios que orientan a un determinado sistema legal, estos
surgen naturalmente de la Tradición Jurídica. El Dr. Alfredo Bullard dice que 8 de los 10 de los
países con mayor PBI (Producto Bruto Interno) son países suscritos a la tradición de Common
Law, en la que no existe derecho escrito, sin embargo existe confiabilidad de los inversionistas en
los países que siguen esa tradición jurídica porque los operadores del derecho (jueces, abogados,
tribunales, jurados) tienen la obligación de construir el derecho sobre la base de los precedentes,
y aun cuando no exista ley escrita se conoce de una manera clara como se va a solucionar un
conflicto cuando este llegue a producirse.
1.1. Principio de legalidad.- Las autoridades administrativas deben actuar con respeto a la
Constitución, la ley y al derecho, dentro de las facultades que le estén atribuidas y de acuerdo
con los fines para los que les fueron conferidas.
Principio de legalidad
También se le conoce como Objetividad Normativa, sin embargo existe una diferencia
sustancial entre uno y otro concepto, pues la objetividad normativa nos lleva únicamente a la
necesidad de justificar legalmente las disposiciones que se emiten, en tanto que la legalidad es un
concepto mucho más amplio por el cual no solo se debe sustentar legalmente el acto administrativo
sino que existe la obligación de integrar el derecho, en otras palabras se espera que el acto emitido
no solo sea legal, sino que además de sustentarse en la norma legal esta esté integrada dentro
del marco normativo general de modo que se actúe con justicia.
Aquí encontramos una notable influencia del jus naturalismo en el pensamiento del gestor
de la ley, pues al decir del maestro Javier Hervada la norma legal no siempre es una norma justa
cuando afirma “ A nuestro juicio, el positivismo jurídico ha demostrado suficientemente su
impotencia para alcanzar tal objetivo (refiriéndose a la incapacidad de proteger la dignidad
y la libertad del hombre) y, lo que es más, ha colocado a la ciencia del derecho en la tesitura
de dar plena validez jurídica a los atentados contra el hombre con tal de que se revistan del
ropaje formal de ley ” ( HERVADA, Javier “ INTRODUCCION CRITICA A LA TEORIA DEL
DERECHO NATURAL ” Edit. Universidad de Piura 1999, Pág. 11)
También podemos decir de este principio que recoge los postulados de la doctrina de la
Justicia Administrativa, que como bien afirma Fiorini no pretende que la administración pública
haga justicia sino simplemente que actué con justicia.
En este sentido la Norma IV del Título Preliminar señala que las autoridades deben actuar
con respeto a la Constitución, la Ley y al derecho. Es de suponerse que la finalidad del
procedimiento administrativo es la de emitir el Acto Administrativo, este para su validez requiere,
entre otros, de un requisito esencial: La Legalidad. El acto así emitido no solo debe sustentarse
en normas vigentes, debe además integrar el derecho, respetar el ordenamiento constitucional, y
ser emitido conforme a las facultades expresas que estén atribuidas al órgano emisor, en caso
contrario se incurre en nulidad, ya sea por el contenido ilegal (artículo 10 Inc. 1) o por la
incompetencia del órgano emisor, que puede ser por la materia, el grado, el territorio, el tiempo o
la cuantía. (Artículo 80)
Este principio supone que no existen facultades presuntas sino únicamente las que de
manera expresa confiere la norma legal a los entes y a los órganos que la conforman, pero además
el principio de legalidad exige que estas facultades sean ejercitadas únicamente dentro de los fines
que persigue el ente que ejercita una facultad, en consecuencia un acto ejercitado con arreglo a
las facultades que otorga la ley puede ser nulo si este es contrario a los fines que el ente persigue.
1.2. Principio del debido procedimiento.- Los administrados gozan de los derechos y garantías
implícitos al debido procedimiento administrativo. Tales derechos y garantías comprenden, de
modo enunciativo mas no limitativo, los derechos a ser notificados; a acceder al expediente; a
refutar los cargos imputados; a exponer argumentos y a presentar alegatos complementarios;
a ofrecer y a producir pruebas; a solicitar el uso de la palabra, cuando corresponda; a obtener
una decisión motivada, fundada en derecho, emitida por autoridad competente, y en un plazo
razonable; y, a impugnar las decisiones que los afecten.
La institución del debido procedimiento administrativo se rige por los principios del Derecho
Administrativo. La regulación propia del Derecho Procesal es aplicable solo en cuanto sea
compatible con el régimen administrativo.
1.3. Principio de impulso de oficio.- Las autoridades deben dirigir e impulsar de oficio el
procedimiento y ordenar la realización o práctica de los actos que resulten convenientes para el
esclarecimiento y resolución de las cuestiones necesarias.
Principio de razonabilidad.-
Este es un principio nuevo que se le conoce también como “proporcionalidad” y está
propiamente referido a las resoluciones que al resolver un asunto determinado debe mantener “la
debida proporción entre los medios a emplease y los fines públicos que debe tutelar a fin
de que respondan a lo estrictamente necesario para la satisfacción de su cometido” (Título
Preliminar Norma IV, Numeral 1.4).
El origen de este principio lo encontramos en los elementos del Acto Administrativo (causa,
objeto, forma y finalidad), concretamente lo encontramos en el Objeto y es así que la razonabilidad
es uno de sus requisitos del Acto Administrativo junto con la licitud, la certeza y determinación
concreta, la posibilidad física y, la moral.
El Dr. Danós Ordoñez señala que este principio “postula la adecuación entre medios y
fines, de modo que la Administración Pública no debe imponer ninguna carga, obligación,
sanción o prestación más gravosa que la que sea indispensable para cumplir con las
exigencias del interés público”. (DANOS ORDOÑEZ, Jorge “COMENTARIOS AL PROYECTO
DE LA NUEVA LEY DE NORMAS GENERALES DE PROCEDIMIENTOS ADMINISTRATIVOS”
Themis 39, Pag. 237) Hay una consideración adicional colocada en el numeral 1.4 de la Norma IV
de Título Preliminar, y es la que se refiere a la emisión del acto administrativo conforme a la
competencia del órgano emisor lo cual no corresponde propiamente a este principio sino al
principio de legalidad toda vez que la competencia surge únicamente por mandato de la ley, pero
además se exige que el ejercicio de la competencia se efectúe UNICAMENTE conforme a los fines
que persigue el ente administrativo, los cuales son notorios porque están expuestos en la
Constitución o en su respectiva ley orgánica.
Este principio utiliza de manera inconfundible las constructos fines, facultades y
cometidos; entendemos por FINES o FINALIDADES son los motivos o razón de ser de los entes
u organismos públicos estos fines están “...delimitados por distintos criterios filosóficos;
dichas finalidades pueden ser lograr el bien común, asegurar la vida en sociedad, satisfacer
necesidades colectivas, alcanzar la justicia social, mantener el poder de un grupo
hegemónico, etcétera.” (MARTINES MORALES, Rafael “Derecho Administrativo, Primer Curso”
Edit. Harla, México 1992, Pág. 2000.) Se entiende por FACULTAD a la “aptitud o legitimación
que se concede a un funcionario para actuar según la competencia del órgano por cuenta
del cual externa su voluntad” (Loc.Cit.) Se entiende por COMETIDOS a “las tareas que el
Estado decide reservarse, por medio del orden jurídico las cuales están orientadas a la
realización de sus fines. Es decir, son los grandes rubros de la actividad del poder público
tendiente a realizar sus fines. Por ejemplo, preservar el ambiente, tutelar a los trabajadores,
resolver conflictos entre particulares, prevenir y sancionar conductas delictuosas, regular
la actividad económica, etcétera.” (MARTINES MORALES, Op. Cit )
1.5. Principio de imparcialidad.- Las autoridades administrativas actúan sin ninguna clase de
discriminación entre los administrados, otorgándoles tratamiento y tutela igualitarios frente al
procedimiento, resolviendo conforme al ordenamiento jurídico y con atención al interés general.
Principio de imparcialidad.-
Por este principio de persigue evitar el trato diferenciado por acepción de persona, ya
estaba consignado en los artículos 10 y 108 del D.S. 002-94- JUS Texto Único Ordenado de la
Ley de Procedimientos Administrativos, sin embargo era necesario que se eleve a rango de
principio no solo para mantener la concordancia con el artículo 2 Inc. 2) de la Constitución de 1993,
que consagra la igualdad ante la ley, sino porque el trato diferenciado o favoritismo es una práctica
presente en las administraciones públicas. Este principio comprende:
a) Igual trato y tutela a todos los administrados en el procedimiento.
b) Resolución de los casos de acuerdo al ordenamiento jurídico vigente.
c) Atención el interés general, refiriéndose a la finalidad del Acto Administrativo.
1.6. Principio de informalismo.- Las normas de procedimiento deben ser interpretadas en forma
favorable a la admisión y decisión final de las pretensiones de los administrados, de modo que
sus derechos e intereses no sean afectados por la exigencia de aspectos formales que puedan
ser subsanados dentro del procedimiento, siempre que dicha excusa no afecte derechos de
terceros o el interés público.
Principio de informalismo.-
Aparentemente se confunde este principio con el de Tuitividad, sin embargo no es así toda
vez que el informalismo se orienta a interpretar la norma en forma favorable para la admisión de
las pretensiones del administrado, así como para viabilizar la decisión final, esto se refiere
claramente a evitar los requisitos innecesarios en los procedimientos administrativos, tanto al inicio
como al momento de resolver, evitando de esta manera no solo cargas innecesarias sino también
requisitos y formalidades que bien pueden interpretarse como obstáculos para el inicio y la
tramitación de un procedimiento.
Este principio es una garantía a favor del administrado de modo tal que sus intereses no
se verán afectados por exigencias formales, sin embargo la norma prevé que en cualquier caso
estas exigencias “... pueden ser subsanadas dentro del procedimiento, siempre que dicha
excusa no afecte derechos de terceros o el interés público ” (T.P. Norma IV numeral 1.6)
Particularmente este último añadido me parece un absurdo pues si se ha declarado AB INITIO que
no deben exigir requisitos innecesarios para la admisión, IN FINE se dispone que IN ITINERE se
puede exigir la subsanación de aquello que inicialmente se prohibió exigir, lo cual (…) es un contra
sentido y se puede prestar para el ejercicio de una práctica distinta de los objetivos de la Ley.
Por regla no se pueden exigir ningún otro requisito que aquellos que están recogidos en
el TUPA, sin embargo debemos preguntarnos ¿De dónde surge el contrasentido antes
mencionado? Sin duda se refiere a las exigencias que pueden surgir de la necesidad de un mayor
esclarecimiento cuando exista una parte opositora, o cuando surja una duda razonable; en este
caso el procedimiento deja de simplificarse para tornarse en un procedimiento SENSU STRICTO
por la necesidad de absolver la oposición, cuando la hubiera, con la consiguiente obligación de
emitir una resolución fundamentada.
Principio de celeridad.-
La actual normativa ha introducido nuevas regulaciones que disciplinan al procedimiento
administrativo como por ejemplo mayor amplitud de medios probatorios, mayores formalidades
para los actos administrativos así como para las notificaciones, sin embargo se persigue que el
procedimiento sea dinámico y que se eviten las actuaciones que puedan dificultar el desarrollo
normal del procedimiento, como por ejemplo los informes abundantes, gaseosos e inconsistentes,
o las providencias retardadas al expediente, se persigue por el contrario estructurar un
procedimiento directo, ágil, sin mayores formalidades, ni actuaciones innecesarias, de modo tal
que se pueda llegar a una decisión en un tiempo razonable. Igualmente, se ha dispuesto que la
mayor parte de los procedimientos conformadores (aquellos que se realizan para obtener una
licencia, autorización, Etc.) sean procedimientos de aprobación automática y los procedimientos
de calificación posterior o de silencio administrativo negativo sean los menos.
Otra de las medidas que obedecen a este principio es que el procedimiento debe durar un
máximo de 30 días hábiles, CONTRARIO SENSU los procedimientos deben resolverse antes de
los 30 días, decir fijar plazos menores sin que esto menoscabe la función de control ni
desnaturalice los fines propios de los entes administrativos.
1.10. Principio de eficacia.- Los sujetos del procedimiento administrativo deben hacer prevalecer
el cumplimiento de la finalidad del acto procedimental, sobre aquellos formalismos cuya
realización no incida en su validez, no determinen aspectos importantes en la decisión final, no
disminuyan las garantías del procedimiento, ni causen indefensión a los administrados.
En todos los supuestos de aplicación de este principio, la finalidad del acto que se privilegie
sobre las formalidades no esenciales deberá ajustarse al marco normativo aplicable y su validez
será una garantía de la finalidad pública que se busca satisfacer con la aplicación de este
principio.
Principio de eficacia.-
Este principio persigue que el procedimiento administrativo cumpla los fines para los
cuales ha sido creado, esto es el pronunciamiento oportuno, fundamentado en derecho y dentro
de una secuencia procedimental pre establecida.
Esto implica la eliminación de los formalismos que no incidan directamente sobre el fin
que persigue el procedimiento o no “determinan aspectos importantes en la decisión final, ni
disminuyan las garantías del procedimiento, ni causen indefensión al administrado” como
se lee en el texto de la Ley.
Este principio debe tenerse en cuenta tanto en la emisión de las normas legales que
aprueban nuevos procedimientos, como al momento de ordenar u ofrecer pruebas, en los
procedimientos nuevos deben eliminarse cualquier requisito innecesario, por ejemplo las
fotografías para obtener una licencia de funcionamiento, puesto que lo que se autoriza es la
realización de una actividad, y esta actividad puede ser desarrollada directamente por el
propietario del negocio o por interpósita persona, en consecuencia nos preguntamos qué rol juega
la fotografía del propietario si este no va a conducir el negocio, o que tan importante puede ser la
fotografía de un empleado como lo es el administrador si es una persona de confianza cuya
permanencia frente a un negocio es por tiempo impredecible, igual caso ocurre con las personas
jurídicas de accionariado amplio, habría que precisar cuál de los accionistas debe colocar su
fotografía, pero esto indudablemente desnaturaliza el fin que persigue una comuna que emite una
licencia, y es de controlar dos cosas: Que el local esté ubicado en la zona conforme, y que el local
cuente con las instalaciones necesarias para el funcionamiento solicitado, igualmente resulta
indiferente para los fines del control municipal exigir como requisito que se acredite el régimen de
tenencia o propiedad de un local para fines comerciales pues esto únicamente interesa a la
relación que pueda surgir entre los propietarios y sus inquilinos, que son relaciones privadas
diferentes de las relaciones de Derecho Público, puede surgir con justicia la interrogante lógica ¿
Y qué ocurre si un local ha sido alquilado para fines de vivienda y el inquilino lo destina a local
comercial? La respuesta lógica será ¡y que le importa a la Administración Pública esto. El Estado
no controla el cumplimiento de los contratos, esa es una relación de Derecho Privado que compete
UNICAMENTE al propietario y a su inquilino, y en caso de que el propietario se sienta defraudado
por el uso indebido de su propiedad, distinto del uso pactado, debe resolver el contrato por los
medios que ya conocemos.
Igualmente creo que es inoficioso exigir la escritura de constitución de una empresa como
requisito para obtener la licencia de funcionamiento ya que las municipalidades no tienen dentro
de sus fines el control de los estatutos de las empresas, sino únicamente la prestación y control
de los servicios públicos.
1.12. Principio de participación.- Las entidades deben brindar las condiciones necesarias a
todos los administrados para acceder a la información que administren, sin expresión de causa,
salvo aquellas que afectan la intimidad personal, las vinculadas a la seguridad nacional o las
que expresamente sean excluidas por ley; y extender las posibilidades de participación de los
administrados y de sus representantes, en aquellas decisiones públicas que les puedan afectar,
mediante cualquier sistema que permita la difusión, el servicio de acceso a la información y la
presentación de opinión.
Principio de participación.-
Tiene su antecedente en la Ley 25035, si se expresa en la obligación que tiene la
administración pública de proporcionar a los administrados la información que soliciten, sin la
necesidad de expresar la razón que lo motiva, pudiendo solicitar información sobre temas de
cualquier naturaleza, salvo los de índole personal o aquellas que están vinculadas con la seguridad
nacional, así como las expresamente prohibidas por la ley.
Igualmente comprende la posibilidad de los administrados de participar de las decisiones
públicas que pudieran afectar sus intereses, así como poder tomar conocimiento de las actividades
que realizan sus representantes, de modo tal que los afectados puedan expresar su opinión. Se
aprecia mayormente en el pre publicado de las normas fundamentales como son las leyes, sin
embargo debe extenderse a otros dispositivos como son las Ordenanzas.
Otra de las expresiones de la participación es además de la cuenta o de la data, es la
convocatoria a audiencia pública para el otorgamiento de concesiones o antes de adoptar
decisiones que puedan afectar los intereses colectivos, con son los temas ambientales, ahorro
público, valores culturales, históricos, derechos al consumidor, planeamiento urbano y
zonificación; o cuando el pronunciamiento sobre licencias o permisos que el acto habilite incida
directamente sobre servicios públicos. (Art. 182) o en el caso de aprobación de normas
administrativas que afecten los derechos e intereses de los ciudadanos, licencias o autorizaciones
para ejercer actividades de interés general, y para la designación de los funcionarios en cargos
principales de las entidades (Art. 185)
1.13. Principio de simplicidad.- Los trámites establecidos por la autoridad administrativa deberán
ser sencillos, debiendo eliminarse toda complejidad innecesaria; es decir, los requisitos exigidos
deberán ser racionales y proporcionales a los fines que se persigue cumplir.
Principio de simplicidad.-
Este principio persigue que todos los procedimientos administrativos, reglados y no
reglados, sean sencillos, eliminándose requisitos innecesarios, en razón de lo cual la ley apela al
criterio de la racionalidad, así como de la proporcionalidad entre el trámite, y el fin que persigue el
acto administrativo.
Por la simplicidad se prohíbe la formación de expedientillos o hijuelos del expediente
prohibiéndose las excepciones, tercerías que únicamente son considerados como argumentos de
las partes pero que no se tramitan en cuaderno separado sino que se resuelven en la resolución
que pone fin a la instancia administrativa.
Principio de uniformidad.-
Este principio está relacionado íntimamente con el artículo 2 Inc. 2) de la Constitución de
1993 que consagra el principio de la igualdad ante la ley, se expresa en que no se puede hacer
acepción de persona exigiendo requisitos que a otros no se les exige cuando peticionan lo mismo,
lo contrario es discriminación.
La ley exige en este caso que existan requisitos similares para procedimientos similares,
sin embargo deja entrever la posibilidad de apartarse de la regla cuando “existan criterios
objetivos debidamente sustentados”, lo cual resulta de la verificación de los actuados cuando
los requisitos presentados son cuestionados por el instructor, o cuando surge una contención.
1.17. Principio del ejercicio legítimo del poder.- La autoridad administrativa ejerce única y
exclusivamente las competencias atribuidas para la finalidad prevista en las normas que le
otorgan facultades o potestades, evitándose especialmente el abuso del poder, bien sea para
objetivos distintos de los establecidos en las disposiciones generales o en contra del interés
general.
Principio de responsabilidad.-
Por este principio, incorporado también por el decreto legislativo N°1272, la autoridad
administrativa está obligada a responder por los daños ocasionados contra los administrados como
consecuencia del mal funcionamiento de la actividad administrativa, conforme con lo establecido
en la presente ley, este principio surge de la aplicación de artículo 238 de la redacción original de
la ley N°27444 (ahora artículo 258 del TUO), y que consagra la responsabilidad patrimonial de la
administración pública.
La norma sin embargo, no hace referencia a la responsabilidad administrativa de la administración
pública, por la cual las entidades pueden ser sancionadas por la comisión de infracciones
administrativas, como puede ser en materia ambiental, de tutela de los usuarios y consumidores,
así como en materia de contratación administrativa, entre otras.
El principio establece además que las entidades y sus funcionarios o servidores asumen
consecuencias de sus actuaciones de acuerdo con el ordenamiento jurídico. En este caso se
consagra la responsabilidad de los servidores de las entidades, los cuales pueden incurrir en
responsabilidad civil, penal y administrativa, conforme las normas aplicables.
2. Los principios señalados servirán también de criterio interpretativo para resolver las
cuestiones que puedan suscitarse en la aplicación de las reglas de procedimiento, como
parámetros para la generación de otras disposiciones administrativas de carácter general, y
para suplir los vacíos en el ordenamiento administrativo.
La relación de principios anteriormente enunciados no tiene carácter taxativo.
La Ley o Legislación
La ley, en tanto sea fuente formal del derecho, debe ser entendida en su sentido amplio
de legislación. Es decir, se trata del conjunto de normas legales emitidas por el Estado a través de
sus órganos competentes.
La ley es la principal fuente formal del derecho contemporáneo. Su importancia radica en
que el Estado emite continuamente normas legales a través de sus órganos, para establecer
deberes, derechos y regular todo tipo de conductas. En ese sentido, es el Estado quien a través
de su actividad normativa constituye y renueva continuamente el derecho.
La legislación está constituida por normas de distinto tipo, emitidas por las entidades de la
administración pública según las competencias de cada una de ellas. Un análisis más detallado
de estas normas lo veremos más adelante al analizar al sistema jurídico peruano.
La Costumbre
La costumbre es sin duda la más antigua fuente formal del derecho. Está constituida por
actos que se repiten en el tiempo de manera uniforme en circunstancias similares.
La costumbre es jurídica cuando reúne las siguientes características:
upo social.
(1982), p. 7.
18 Ortiz Díaz, José. «El precedente administrativo». Revista de Administración Pública, 24 (1957), p. 98.
19 Maurer, Hartmut. Derecho Administrativo. Parte General. Decimoséptima edición. Madrid: Marcial Pons,
2009, p. 167.
20 Vela Peón, Antonio Alberto. «El Precedente administrativo. ¿Aplica en materia tributaria?». Praxis de la
Justicia Fiscal y Administrativa, IV, 9, p. 3. El autor señala, citando a Martín Mateo, que la costumbre « […]
proviene de un origen popular en su carácter intuitivo y colectivo, como una regla de Derecho ante
CONCEPTO Y DEFINICIÓN DEL ACTO ADMINISTRATIVO21.-
la ausencia de este, por lo que la mayoría de los autores apuntan que es la conciencia del pueblo,
pero precisemos que en la materia administrativa la costumbre se encuentra muy limitada por el
principio de reserva de ley […]». Ya en cuanto a los usos y prácticas administrativas « […] estas tienen
su origen en el quehacer de la administración derivado de una rutina espontánea y burocrática,
siendo formas imperfectas de la costumbre. Así, los usos y las prácticas administrativas son las
constantes y uniformes actuaciones de los órganos administrativos. Dentro de los usos y las
prácticas administrativas está, incluso, la forma de entender e interpretar las leyes, reglamentos o
cualquier norma jurídica por parte de los servidores públicos, por ello, es que leemos en sus
decisiones y escuchamos frases verbales que aluden a estas […]».
21 Tomado de: TESIS “LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS EN LA GESTIÓN DEL HOSPITAL VITARTE -
LIMA”. PRESENTADO POR: LISSETH GERALDINE ARCE ESPILCO Para optar el grado de Maestra en
Derecho Administrativo.
22 CABRERA VÁSQUEZ, Marco Antonio y Rosa, QUINTANA VIVANCO. DERECHO ADMINISTRATIVO Y
ADMINISTRATIVO, p. 108
en el Derecho privado, los Códigos definen el “acto jurídico” y el “acto de comercio”, en el Derecho
Público no ocurre lo mismo, pues no siempre tenemos Código y, cuando los tenemos; no siempre
define el acto administrado; cuando lo definen, tampoco suelen guardar uniformidad de criterio.
Más aún, incluso dentro de un mismo Estado, suelen darse conceptos distintos a raíz de la diversa
organización administrativa local, impuesta por razones de federalismo.
Por la amplitud y extensión de las declaraciones administrativas, no siempre se entiende
lo mismo por acto administrativo. La conceptualización del acto administrativo ofrece una serie de
alternativas doctrinarias y legislativas en cuanto a sus acepciones, en razón de su alcance:
Actuaciones y declaraciones administrativas unilaterales y bilaterales, individuales y generales,
con efectos directos e indirectos, es decir, que todo el obrar jurídico administrativo es un acto
administrativo. En un sentido amplio se entiende también que puede haber actuaciones materiales
que reciben la denominación del acto administrativo.
1. Declaraciones administrativas unilaterales y bilaterales, individuales y generales,
con efectos directos e indirectos. También se interpreta que el acto administrativo comprende
las declaraciones administrativas de todo tipo (de origen unilateral y bilateral, de alcance individual
y general, de efectos directos e indirectos), excluyendo del concepto sólo las actuaciones
materiales de la Administración.
2. Declaraciones administrativas unilaterales, bilaterales, individuales y generales
con efectos directos. En una tercera acepción, se considera acto administrativo sólo a las
declaraciones administrativas (unilaterales y bilaterales, individuales y generales) con efectos
jurídicos directos. Así, los actos administrativos comprende los reglamentos y lo contratos. Es
decir, que las formas jurídicas administrativas son actos (aclaraciones con efectos directos),
hechos (actuaciones materiales) y actuaciones interadministrativas o simples actos de la
Administración (declaraciones con efecto indirectos).24
3. Declaraciones administrativas unilaterales, individuales y generales, con efectos
directos. En cuarto lugar, se interpreta que el concepto de acto administrativo comprende sólo las
declaraciones administrativas unilaterales, de alcance individual y general, con efecto directo. Se
excluye del concepto de acto administrativo el contrato administrativo (aclaración administrativa
bilateral). El acto comprende también el reglamento, en este sentido las formas jurídicas
administrativas son actos, hecho, actuación interadministrativa y contrato.
4. Declaraciones administrativas unilaterales e individuales, con efectos directos.
Este quinto concepto, al que nos adherimos doctrinariamente, define el acto administrativo
como toda declaración unilateral efectuada en el ejercicio de la función administrativa, que produce
efectos jurídicos individuales en forma directa.
Declaración. El Acto administrativo es una declaración, entendiendo por tal un proceso de
exteriorización intelectual –no material- que toma, para su expresión y comprensión, datos
simbólicos del lenguaje hablado o escrito y signos convencionales.
Se atiene principalmente a la voluntad declarada.
Unilateral. En el acto administrativo la emanación y el contenido de toda declaración de la
voluntad de un solo sujeto de derecho: el Estado o ente público no estatal, en su caso.
El acto administrativo es una declaración jurídica unilateral y concreta de la Administración
Pública, en ejercicio de un poder legal, tendiente a realizar o a producir actos jurídicos, creadores
de situaciones jurídicas subjetivas, al aplicar el derecho al hecho controvertido.
25 Ibid. p. 355
26 COMADIRA, JULIO R. DERECHO ADMINISTRATIVO, pp. 4-17
27 Tomado de: TESIS “LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS EN LA GESTIÓN DEL HOSPITAL VITARTE -
LIMA” PRESENTADO POR: LISSETH GERALDINE ARCE ESPILCO Para optar el grado de Maestra en
Derecho Administrativo.
28 García Enterría, Curso de Derecho Administrativo, Tomo I, p.538 y siguientes.
29 Ibid., p. 361.
La competencia de los órganos administrativos es el conjunto de atribuciones que, en
forma expresa o razonablemente implícita, confiere la Constitución (…), los tratados, las leyes y
los reglamentos. La competencia es irrenunciable e improrrogable y debe ser ejercida directa y
exclusivamente por el órgano que la tiene atribuida como propia, salvo los casos de delegación,
sustitución o avocación previstos en las disposiciones normativas pertinentes.
La observancia de la competencia es indispensable para la actuación válida del órgano.
La competencia condiciona la validez del acto pero no su condición propia del acto estatal o no
estatal; es decir, puede haber actos estatales cumplidos con incompetencia.
La competencia del acto administrativo reúne los siguientes principios:
a) Expresa, porque debe emanar de la Constitución (…), tratados, leyes, reglamentos.
b) Improrrogable o indelegable. Porque se halla establecida en el interés público y surge
de una norma estatal, no de la voluntad de los administrados, ni del órgano-institución, ni del
órgano-individuo. El órgano-institución no puede disponer de ella, sino que debe limitarse a su
ejercicio, en los términos que la norma respectiva establezca.
c) Irrenunciable. Es decir indeclinable.
2. Objeto. Tiene que ser cierto, claro, preciso y posible física y jurídicamente. El acto debe
decidir, certificar o registrar todas las cuestiones propuestas en el curso del procedimiento. La
legitimidad del objeto puede resultar de la violación de la Constitución, ley, reglamento, circular,
contrato, acto administrativo anterior estable e inclusive a la moral y las buenas costumbres.
3. Voluntad. Está compuesta por la voluntad subjetiva del funcionario y la voluntad
objetiva de legislador. “Los vicios de la voluntad pueden aparecer tanto en la misma
declaración” (formalmente), en el proceso de producción de dicha declaración (objetivamente),
como en la voluntad intelectual (subjetivamente) del funcionario que produjo la declaración.
4. Forma. Se entiende por el modo cómo se instrumenta y se da a conocer la voluntad
administrativa. Es decir, el modo de exteriorización de la facultad administrativa.
Los actos administrativos deben ser notificados al interesado. La publicación no suple la
falta de notificación. La falta de publicación no vacía el acto.
Es decir, el acto administrativo puede instrumentarse de forma escrita, oral o por medio
de otros signos: En el acto tácito no hay instrumentación sino sólo ficción legal.
La firma digital, es el resultado de aplicar a un documento digital un procedimiento
matemático que requiere información de exclusivo conocimiento del firmante y bajo su absoluto
control. Por su parte, la firma electrónica es el conjunto de datos electrónicos integrados, utilizado
por el signatario como un medio de identificación, que carece de alguno de los requisitos legales
para ser considerada firma digital. Agrega que a los fines de su implementación, el Estado
promoverá el uso masivo de la firma digital para posibilitar el trámite de los expedientes por vías
simultáneas, búsquedas automáticas de la información y seguimiento y control por parte del
interesado, propendiendo a su progresiva “despapelización”.
5. Motivación. La motivación es la declaración de las circunstancias de hecho y de
derecho que han inducido a la emisión del acto. Está contenida dentro de lo que usualmente se
denomina considerandos, constituyendo los presupuestos o razones de los actos. Es la
fundamentación fáctica y jurídica con que la Administración sostiene la legitimidad y oportunidad
de sus decisiones.
La motivación expresará sucintamente las “razones” que inducen a emitir el acto, y si
impusieren o declararen obligaciones para el administrado, el fundamento de derecho. La
motivación no puede consistir en la remisión a propuestas, dictámenes o resoluciones previas.
6. Notificación. Son formas de publicidad la publicación y la notificación (...)
El acto que no ha sido notificado no produce efectos jurídicos inmediatos. No es acto
administrativo en el concepto que hemos señalado. Por lo tanto, la notificación es elemento del
acto pues forma parte de él.
El acto administrativo carece de eficacia mientras no sea notificado al interesado. La
comunicación del acto afecta a la vinculación o sujeción del administrado. La notificación no debe
ser imprecisa ni ambigua, con el objeto de no violar la garantía que consagra expresamente (…)
la Constitución.
Es por ello, que el autor mencionando párrafos anteriores, informa que las notificaciones
se podrán hacer indistintamente por alguno de los siguientes medios: a) acceso directo del
interesado al expediente, b) préstamo del expediente; c) recepción de copias; y d) presentación
espontánea del interesado de la que resulta estar en conocimiento fehaciente del acto respectivo.
30Tomado de: CURSO “VALIDEZ Y NULIDAD DEL ACTO ADMINISTRATIVO” Manual Auto Instructivo.
Elaborado por el Dr. Pascual Asencios Torres. Academia de la Magistratura.
Son tan de su esencia que la ausencia de uno de ellos determina la inexistencia o la
inutilidad del acto, según sea la intensidad de la perturbación sufrida.
Legitimidad hace referencia a la calidad de lo que es legítimo, es decir, de lo que es
conforme a la ley, de los que es arreglado a la justicia y la razón. Por esta razón el concepto de
legalidad de un acto es más extenso que el de legitimidad, ya que se integra con ésta más el
mérito. Se considera que las condiciones de legitimidad del acto administrativo son: competencia,
voluntad, objeto y forma.
Debemos reconocer sin embargo que el criterio expuesto sobre las condiciones de
legitimidad del acto administrativo no es compartido por la totalidad de la doctrina, ya que ésta
dista mucho de ser uniforme. Desde el punto de vista del derecho positivo, la cuestión está
resuelta, en general, por los textos legales de cada país.
El denominado mérito de los actos administrativos constituye, substancialmente, un valor
inherente a la actividad pública estatal. En general, se dice que un acto administrativo es meritorio
cuando su contenido satisface plenamente las necesidades públicas y, en especial, cuando se
atiende y cumple con el interés público que le ha dado origen. El mérito guarda estrecha relación
con el criterio de oportunidad y el de conveniencia.
El mérito, será pues, la conjunción de oportunidad y conveniencia del acto administrativo;
de tal manera que no es posible confundirlo en modo alguno con la legitimidad.
Puede decirse, por tanto, que el mérito es la conveniencia y utilidad de un acto
administrativo; y que el vicio del mérito implica la aplicación inoportuna o inconveniente del acto,
que proviene de la errónea apreciación de los hechos en relación a la finalidad pública fijada o
perseguida. Un acto administrativo entonces será perfecto en cuanto su contenido sea oportuno,
conveniente y equitativo.
2. LA NULIDAD
La nulidad es una sanción que la norma prevé para determinadas situaciones o
actuaciones jurídicas irregulares y cuando con ellas se viola el derecho de defensa o al debido
proceso de alguna de las partes. Pero la nulidad no siempre se impone, pues es viable que la parte
afectada la convalide, esto es, que mediante cierta conducta de ella no se aplique aquella sanción
y, consecuentemente, la actuación administrativa sea válida, lo que es conocido como
convalidación del acto o también saneamiento.
Alberto Hinostroza31 sobre este concepto indica que; “en su acepción etimológica, la
palabra nulidad (del latín nullitas) significa negación de la esencia, del ser. Proviene del
adjetivo nullus-a-um, que quiere decir, nulo, ninguno, que no es”.
Para que exista nulidad, ella debe generarse en una causa original, ya existente al
nacimiento del acto, por ejemplo; falta de capacidad de ejercicio o inobservancia de la forma
prevista por la ley para la validez del acto. Su ilicitud, es consecuencia de su imposibilidad física o
material o la presencia de vicios de la voluntad.
La nulidad debe ser entendida como una sanción que priva al acto de la atribución de
poder producir sus efectos normales, propios de un acto legal y legítimo.
Lohmann32 sobre la característica de la nulidad señala: “La nulidad es una sanción
legal, sanción de naturaleza coercitiva y cuya interpretación debe ser, preferentemente,
ceñida estrictamente a lo dispuesto en la norma legal. Por lo tanto no debe haber lugar a
otra nulidad que la taxativamente señalada en el ordenamiento positivo…”
31 Hinostroza Minguez, Alberto. La nulidad Procesal. Gaceta Jurídica. 2da. Edición, Lima, 2002, p. 19
32 Lohmann Luca de Tena. El Negocio Jurídico. 2da Edición, Lima, Grijley, 1997, p. 527.
En nuestra normatividad civil existen dos supuestos de invalidez: la nulidad y la
anulabilidad, conocidos también como nulidad absoluta y nulidad relativa:
a) La Nulidad Absoluta
La nulidad absoluta hace al acto totalmente ineficaz, como si nunca hubiera existido, no
produce ningún efecto jurídico. Surge de la ausencia de algún elemento esencial para la validez
de cualquier acto jurídico y tiene por principio el interés público.
El Art. 219° del Código Civil (en adelante C.C.) enumera los casos de nulidad absoluta o
radical, del acto jurídico, indicando:
Falta de manifestación de voluntad, implica la falta de declaración material de voluntad del
sujeto, En estos casos se habla de inexistencia del acto.
Cuando es practica por persona absolutamente incapaz, el inc. 2 del Art. 219° declara que
la incapacidad absoluta hace nulo al acto jurídico. El Art. 43° del C.C indica quienes son
absolutamente incapaces.
Que su objeto sea física o jurídicamente imposible o cuando sea indeterminable, supone
la imposibilidad de la existencia de la relación jurídica, por estar dentro del marco legal y jurídico.
La indeterminabilidad está referida a la imposibilidad de identificar los derechos, deberes u
obligaciones que constituyen la relación jurídica. Nos dice Aníbal Torres33 que la causa se identifica
con la función social y/o económica que debe cumplir el acto jurídico y que el derecho reconoce
relevante para sus fines.
Cuando el fin sea ilícito, así lo indica en el Inc. 3 del Art. 140° del C.C., se refiere a que el
acto tenga un fin lícito. Será considerado nulo todo acto contrario a las normas, al orden público y
a las buenas costumbres.
Cuando adolezca de simulación absoluta. Lohmann34 indica que la sanción comprende
tanto al acto simulado (simulación absoluta) como el disimulante que es aquel que encubre o
esconde otro acto verdadero oculto y disimulado que efectivamente se desea (simulación relativa).
Cuando no revista la forma prescrita bajo sanción de nulidad, se refiere a la falta de
formalidad, solemnidad que debe acompañar la celebración del acto establecida expresamente
por la ley.
Cuando la ley lo declara nulo, en el caso del artículo V del T.P. del C.C., que indica: “Es
nulo el acto jurídico contrario a las leyes que interesan al orden público o a las buenas
costumbres”.
El art. 220° del C.C. indica que la nulidad puede ser alegada por quienes tengan interés o
por el Ministerio Público, también de oficio por el juez.
b) La Nulidad Relativa
La nulidad relativa o anulabilidad, es la forma más leve de invalidez, en la que los requisitos
incumplidos tutelan intereses disponibles por los sujetos del negocio.35 El acto anulable, el que
padece de nulidad relativa es aquel que reúne los elementos esenciales o requisitos de validez y,
por tanto es eficaz, pero al adolecer de un vicio, puede devenir en nulo a pedido de una de las
partes.
El Art. 221° del C.C. enumera las siguientes causales de nulidad relativa: “El acto jurídico
es anulable: por incapacidad relativa del agente, o vicio resultante de error, dolo, violencia
33 Torres Vásquez, Aníbal. Acto Jurídico, Ed San Marcos, Lima, 1998, p. 603.
34 Lohmann Luca de Tena, Juan Guillermo. Ob. Cit. p. 540.
35 Canales Torres, Claudia, en Diálogo con la Jurisprudencia No 117.Gaceta Jurídica Editores. 2007. Perú.
Pág. 139
o intimidación, por simulación cuando el acto real que lo contiene perjudica el derecho de
tercero, cuando la ley lo declara anulable”.
2.1. Invalidez del acto
Marcial Rubio36, nos dice que la invalidez viene a ser la ineficacia producida por vicios
intrínsecos al acto, en tanto que la ineficacia en general, es cualquier situación en la que el acto
deja de producir sus efectos. Es más, un acto válido puede devenir en ineficaz (por ejemplo, si es
revocado, rescindido o terminado por mutuo disenso, o si la condición a la que estaba sujeto no
se verifica, etc.).
A la inversa, un acto inválido puede volverse eficaz si el vicio es subsanado si el acto es
convalidado.
36 Rubio Correa, Marcial. Nulidad y anulabilidad: la invalidez del acto jurídico. Fondo Editorial PUCP 2003.
p. 31
37 Patron Faura, Pedro y otro. Derecho Administrativo y Administración Pública en el Perú, 5ta. edición
5. DECLARACIÓN DE NULIDAD
La instancia competente para declarar la nulidad del acto administrativo será la autoridad
superior aquella que dicto dicho acto. Tratándose d distancia única, vale decir que no esté
sometida a subordinación jerárquica ante la inexistencia de instancia superior la nulidad del acto
administrativo será declarada por la misma autoridad que lo dicto.
La resolución que declara la nulidad del acto administrativo deberá disponer lo pertinente
a fin de ser efectiva la responsabilidad de la autoridad u órgano que emitió dicho acto administrativo
invalido.
Los ciudadanos o administrados recurren a los recursos administrativos de
reconsideración, apelación y revisión previstos del art 207° al 210° para plantear la nulidad de los
actos administrativos.
Debe precisarse que todo acto administrativo se considera válido mientras que no sea
declarada su nulidad por autoridad administrativa o judicial conforme al art. 9° de la Ley del
Procedimiento Administrativo General N° 27444.
La declaración de nulidad del acto administrativo tiene efecto retroactivo a la fecha del
acto. Los administrados no se encuentran obligados a su cumplimiento y los funcionarios deberán
oponerse a su ejecución motivando su negativa.
En caso que el acto viciado en nulidad ya se hubiera consumado siendo imposible de
retrotraer sus efectos surge la responsabilidad civil del funcionario y del ente emisor dando lugar
a la indemnización correspondiente.
La nulidad del acto administrativo implica la de los actos sucesivos en el procedimiento si
se encuentran vinculados al primero. Mientras que la nulidad parcial del acto administrativo solo
alcanza a la afectada por el vicio independientemente de la validez de otras partes del acto que
no se vean afectadas de nulidad las que producen sus efectos, debiendo tomarse en cuenta que
la autoridad que declara la nulidad deberá disponer la conservación de aquellas.
Cuando sea intranscendente el incumpliendo de requisitos de validez, se declara la
conservación del acto. Constituyen, conforme al art. 14° numeral 14.2 vicios no transcendentes
los siguientes:
1.- El acto cuyo contenido es impreciso o incongruente con las cuestiones surgidas en la
motivación.
2.- El acto emitido por una motivación insuficiente o parcial.
3.- El acto emitido con infracción a las formalidades no esenciales del procedimiento (…)
o cuyo incumpliendo no afecte el debido proceso.
4.- Cuando se concluya indudablemente de cualquier otro modo que el Acto Administrativo
hubiera tenido el mismo contenido, de no haberse producido el vicio.
5.- Aquellos emitidos con emisión de documentación no esencial.
A pesar de la conservación del acto, permanece subsistente la responsabilidad
administrativa de la autoridad que lo emitió con vicio.
6. NULIDAD DE OFICIO
La nulidad de oficio se da cuando se agravie el interés público, debiendo de ser declarada
por el funcionario jerárquico superior. Esta característica de la facultad de la administración es sui
géneris, el cual emana de la potestad invalidatoria que radica en la tutela de la administración
pública orientada a asegurar que el interés colectivo permanente respete y no afecte el orden
jurídico. El fundamento de esta nulidad está en la necesidad que tiene la autoridad administrativa
de dar satisfacción al interés público comprometido en la vigencia de la juridicidad o del orden
jurídico.
Si se tratara de un acto emitido por una autoridad que no está sometida a subordinación
jerárquica, la nulidad será declarada por resolución del mismo funcionario. Además de declarar la
nulidad, la autoridad podrá resolver sobre el fondo del asunto de contarse con los elementos
suficientes para ello. En este caso, este extremo sólo podrá ser objeto de reconsideración. Cuando
no sea posible pronunciarse sobre el fondo del asunto, se dispondrá la reposición del
procedimiento al momento en que el vicio se produjo. (Ley N° 27444, art. 202.2).
La facultad para declarar la nulidad de oficio de los actos administrativos prescribe al año
contado a partir de la fecha en que hayan quedado consentidos.
(Ley N° 27444, art. 202.3). En caso de que haya prescrito el plazo previsto en el numeral
anterior, sólo procede demandar la nulidad ante el Poder Judicial vía el Proceso Contencioso
Administrativo, siempre que la demanda se interponga dentro de los dos (2) años siguientes a
contar desde la fecha en que prescribió la facultad para declarar la nulidad en sede administrativa
(Ley N° 27444, art. 202.4).
38 Tomado de: Guía práctica sobre la validez y eficacia de los actos administrativos en el ordenamiento
jurídico peruano. Dirección General de Desarrollo y Ordenamiento Jurídico. Ministerio de Justicia y
Derechos Humanos.
1. Concepto de eficacia
El Capítulo III del Título I de la LPAG (Artículos 16º al 28º) establece una serie de
consideraciones en torno a la eficacia de los actos administrativos; imponiendo como regla general
que el acto administrativo es eficaz a partir de que la notificación legalmente realizada produce
sus efectos; lo que supone la observancia de los requisitos y el procedimiento establecido por las
normas especiales y por la norma general que se viene desarrollando.
Excepcionalmente, el acto administrativo poseerá un momento distinto de eficacia; y es
que en una lógica garantista pro administrado, cuando éste último resulta beneficiado por el acto
administrativo emitido es que se entenderá la eficacia desde la emisión del acto administrativo;
salvo que el propio acto establezca algo diferente.
Resulta necesario reiterar la diferencia de los conceptos de eficacia y validez del acto
administrativo. Por lo que podemos decir que existen actos inválidos, pero, sin embargo, eficaces
en virtud de la presunción de validez que la LPAG dispone en su Artículo 9º. Un acto viciado, hasta
tanto no se anule, produce sus efectos, es o puede ser un acto eficaz, pese a que intrínsecamente
sea un acto inválido, ilegítimo. Por el contrario, existen actos válidos, pero que son transitoriamente
ineficaces por mediar las circunstancias explicadas en el epígrafe anterior. Las principales
manifestaciones de la eficacia del acto son su ejecutividad y la posibilidad de su realización de
oficio por la Administración Pública (MARTÍN MATEO, 2004, pág. 256).
2. Manifestaciones de la eficacia: ejecutividad y ejecutoriedad
2.1 Ejecutividad
La ejecutividad supone el carácter obligatorio del propio acto administrativo y por ende la
imposición de conductas frente a terceros. Este elemento viene acompañado de la presunción de
validez del acto, entendiéndolo siempre emitido acorde a nuestro ordenamiento; por lo que la
Administración Pública podría proceder a su realización incluso en contra de la voluntad de sus
destinatarios (en virtud de la ejecutoriedad, características que desarrollaremos en el siguiente
apartado). Este concepto supone, en buena cuenta, que un acto de la Administración Pública, una
vez completado, es susceptible de producir las consecuencias que le son propias (MARTÍN
MATEO, 2004, pág. 256).
Concepto que forma parte de la Autotutela declarativa, la que se debe entender como el
poder de la Administración Pública de modificar unilateralmente las situaciones jurídicas sobre las
que actúan. En virtud de esta potestad, se afirma que todos los actos administrativos son
ejecutivos, esto es, obligan al inmediato cumplimiento, aunque el afectado discrepe sobre su
legalidad. Por ello, se dice que el acto administrativo goza de una presunción de legalidad que la
hace de cumplimiento necesario sin obtener sentencia judicial declarativa favorable a la
Administración Pública.
Esta característica concedida por la eficacia permite que los actos administrativos por el
solo hecho de ser comunicados posean la condición de ejecutables; obligando al administrado a
cumplir con sus alcances; no pudiendo suspenderse sus efectos salvo por las circunstancias que
la norma señala en lo referido a la presunción de validez.
2.2 Ejecutoriedad
La ejecutoriedad a diferencia de la ejecutividad supone que el acto administrativo,
ejecutivo, contenga una obligación de dar, hacer o no hacer impuesta al administrado; por lo que
debemos decir, conforme lo advierte la doctrina, que todos los actos administrativos son ejecutivos
pero solo algunos serán ejecutorios. La diferencia antes señalada resulta relevante dado que solo
los actos ejecutorios habilitarán a la Administración Pública el recurrir y disponer de los medios de
ejecución forzosa que la LPAG le permite (MARTIN TIRADO, 2009, pág. 166).
Resulta necesario, asimismo, señalar que la ejecutoriedad supone una acción de oficio en
tanto la Administración Pública impone en la realidad conductas derivadas del contenido del acto
administrativo (MARTÍN MATEO, 2004, págs. 255-259).
Asimismo, a este concepto le es aplicable la autotutela ejecutiva y es que aparte de
eximirse a la Administración Pública de la carga de obtener una ‘sentencia ejecutiva’, se le faculta
para el uso directo de su propia coacción, sin recabar la tutela judicial para ello. Surge como
correlato de la potestad de autotutela de la Administración Pública, si esta puede tutelar por sí
misma sus situaciones jurídicas, regulándolas según un régimen de Derecho Público, también
puede ejecutarlas, desde un régimen especial distinto al de los privados. Si la ejecutividad se
manifiesta en una declaración o un acto que tiene carácter obligatorio, la ejecutoriedad supone la
concreción del cumplimiento a través del uso de coacción frente a terceros (MARTIN TIRADO,
2009, pág. 165).
La ejecutoriedad del acto administrativo se encuentra regulada por el Artículo 192º de la
LPAG reconociendo dicha característica en los actos administrativos salvo que exista disposición
legal expresa en contrario, mandato judicial o que estén sujetos a condición o plazo conforme a
ley.
La ejecutoriedad de un acto administrativo puede perderse, siempre que no exista norma
expresa en contrario cuando se dan los siguientes supuestos desarrollados por el Artículo 193º de
la LPAG:
i) Por suspensión provisional conforme a ley;
ii) Cuando transcurridos cinco años de adquirida firmeza, la administración no ha iniciado
los actos que le competen para ejecutarlos; y,
iii) Cuando se cumpla la condición resolutiva a que estaban sujetos de acuerdo a ley.
Advertidas las causales, el administrado podrá oponerse al inicio de la ejecución del acto
administrativo por pérdida de su ejecutoriedad; ello según la LPAG debe ser resuelto de modo
irrecurrible en sede administrativa por la autoridad inmediata superior, de existir, previo informe
legal sobre la materia.
¿CUÁL ES LA DIFERENCIA ENTRE EJECUTIVIDAD Y EJECUTORIEDAD? (*)
EJECUTIVIDAD: Alude al común atributo de todo acto administrativo de ser eficaz, vinculante o
exigible.
EJECUTORIEDAD: Especial manifestación de la eficacia; por la que, cuando se imponen deberes
y restricciones a los particulares, pueden ser realizados aún contra su voluntad por los órganos de
la Administración Pública.
EJEMPLO: Una municipalidad emite un acto administrativo a través del cual ordena demoler a una
empresa constructora un edificio por no cumplir con las normas técnicas de la materia. Al momento
de emitirse el acto administrativo, este goza de ejecutividad que supone el cumplimiento libre del
administrado. Si este no cumple, la Administración Pública, en virtud de la ejecutoriedad, tiene las
herramientas para hacer cumplir de manera forzosa al administrado. (*) Al respecto véase el
Informe Legal Nº 31-2012-JUS/DNAJ.
2.3 De la ejecución forzosa
El Artículo 194º de la LPAG establece una serie de exigencias que cumplidas habilitan a
la Administración Pública para proceder a la ejecución forzosa de actos administrativos a través
de sus propios órganos competentes, o de la Policía Nacional del Perú. Exigencias tales como:
a. Que se trate de una obligación de dar, hacer o no hacer, establecida a favor de la
entidad;
b. Que la prestación sea determinada por escrito de modo claro e íntegro;
c. Que tal obligación derive del ejercicio de una atribución de imperio de la entidad o
provenga de una relación de derecho público sostenida con la entidad;
d. Que se haya requerido al administrado el cumplimiento espontáneo de la prestación,
bajo apercibimiento de iniciar el medio coercitivo específicamente aplicable;
e. Que no se trate de acto administrativo que la Constitución Política del Perú o la ley
exijan la intervención del Poder Judicial para su ejecución.
En el marco de la ejecución administrativa, se obliga a la Administración Pública que la
decisión asumida sea notificada al administrado antes de iniciarse dicho procedimiento
administrativo. La autoridad puede notificar el inicio de la ejecución sucesivamente a la notificación
del acto ejecutado, siempre que se facilite al administrado cumplir espontáneamente la prestación
a su cargo.
Finalmente, debemos señalar que la LPAG habilita a la Administración Pública, en su
Artículo 196º, la utilización de los siguientes medios de ejecución forzosa, los cuales encuentran
como principal límite la razonabilidad, la proporcionalidad y el pleno respeto de los Derechos
Fundamentales:
a. Ejecución coactiva;
b. Ejecución subsidiaria;
c. Multa coercitiva;
d. Compulsión sobre las personas.
FLUJOGRAMA: EJECUTIVIDAD/EJECUTORIEDAD/EJECUCIÓN FORZOSA
2.4 De la suspensión de la ejecución
El Artículo 216º de la LPAG establece claramente como regla general que la interposición
de cualquier recurso administrativo por parte del administrado – salvo en los casos en que la norma
legal establezca algo distinto – no suspende la ejecución del acto impugnado; ello en virtud de las
características propias del acto administrativo y de las reglas de validez y presunción de validez
que se establece en la norma general.
Sin embargo, el artículo en mención permite a la autoridad administrativa, competente
para resolver el recurso, suspender de oficio o a petición de parte la ejecución del acto recurrido;
siempre que se den las siguientes circunstancias:
a. Posible perjuicio de imposible o difícil reparación;
b. Apreciación objetiva de la existencia de vicio de nulidad trascendente.
La decisión que asuma la autoridad administrativa supone una previa ponderación
suficientemente razonada entre el perjuicio que causaría al interés público o a terceros la
suspensión y el perjuicio que causa al recurrente la eficacia inmediata del acto recurrido. Pudiendo
disponerse y adoptarse las medidas que sean necesarias para asegurar la protección del interés
público o los derechos de terceros, así como la eficacia de la resolución impugnada.
Finalmente, debemos precisar que la suspensión posee carácter temporal;
manteniéndose durante el trámite del recurso administrativo o el correspondiente proceso
contencioso administrativo, salvo que la autoridad administrativa o judicial disponga lo contrario si
se modifican las condiciones bajo las cuales se decidió.
3. Clases de eficacia
3.1 Eficacia anticipada
El acto administrativo en determinadas circunstancias puede tener efecto retroactivo, lo
cual se traduce en la generación de efectos de manera anticipada. El establecimiento de estas
circunstancias se basa en particular en presupuestos de protección a derechos de los
administrados, no obstante que importantes sectores de la doctrina consideran que la regla
general, basada en la seguridad jurídica, es la irretroactividad de los actos administrativos.
En ese orden de ideas, el ordenamiento jurídico establece que podrá otorgarse eficacia
retroactiva a los actos cuando produzcan efectos favorables a la persona interesada, siempre que
los supuestos de hecho necesarios existieran ya en la fecha a que se retrotraiga la eficacia del
acto y esta no lesione derechos o intereses legítimos de otras personas.
Asimismo, tienen eficacia anticipada los actos que se dicten en enmienda y los que
contengan una declaratoria de nulidad. Un acto se dicta en enmienda cuando el efecto a conseguir
es corregir o subsanar un defecto no sustancial, es decir, cuando éste último no genera nulidad, a
fin de obtener su conservación. Evidentemente, la enmienda debe surtir efecto desde la emisión
del acto enmendado.
Por otro lado, y como se ha indicado líneas arriba, el acto nulo es tal desde su emisión,
salvo evidentes consideraciones de posible afectación de derechos adquiridos de buena fe por
parte de terceros.
Finalmente, y no obstante no estar señalados de manera expresa en el Artículo 17º de la
LPAG, debemos señalar que también tienen efectos retroactivos los llamados actos rectificatorios,
es decir, aquellos que pretenden corregir errores materiales o aritméticos que existen en un acto
determinado de fecha anterior. Dicha rectificación puede darse en cualquier momento, de oficio o
a instancia de los administrados, siempre que no se altere lo sustancial del contenido del acto ni
el sentido de la decisión.
3.2 Eficacia diferida
Los actos administrativos también pueden poseer eficacia diferida, es decir aquella que
se da cuando a pesar de ya haberse emitido el acto administrativo, o inclusive notificado, este no
produce efectos inmediatos; dado que los mismos se encuentran sujetos al cumplimiento de
ciertas condiciones.
Son supuestos de eficacia diferida los siguientes (MARTIN TIRADO, 2009, pág. 165):
Cuando el acto administrativo se encuentra sujeto a las condiciones conforme al Artículo
2º de la LPAG; es decir su eficacia se halla sujeta a condición, término o modo; aspectos que
deberán cumplirse para que el efecto cobre sus efectos.
a. Suspensión provisional del acto administrativo, bajo las condiciones que la LPAG
establece en su Artículo 216º, y que genera la pérdida de efectividad y ejecutoriedad, cuando en
realidad implica que dichas condiciones se encuentran pendientes mientras dure la suspensión.
b. Las resoluciones emitidas en un proceso sancionador son ejecutivas únicamente
cuando ponga fin a la vía administrativa, ello sin perjuicio de las medidas cautelares que puedan
obtenerse en el eventual proceso contencioso administrativo que se promueva.
EJEMPLOS:
EFICACIA ANTICIPADA: Podemos ver en los casos de licencias y permisos, así como en las
inscripciones registrales, cuyos efectos se retrotraen a la fecha de presentación de la solicitud.
EFICACIA DIFERIDA: La tarifa constituye un caso en el que si bien el acto administrativo ha sido
emitido y notificado, este cobra efectos meses después; siendo aplicable para el nuevo período
tarifario. Teniendo en cuenta lo desarrollado hasta este punto sobre la eficacia y validez, se puede
resumir lo abordado en el siguiente gráfico:
CUADRO COMPARATIVO VALIDEZ Y EFICACIA
LA NOTIFICACIÓN39.-
1. De la notificación: naturaleza y principios
39 Tomado de: Guía práctica sobre la validez y eficacia de los actos administrativos en el ordenamiento
jurídico peruano. Dirección General de Desarrollo y Ordenamiento Jurídico. Ministerio de Justicia y
Derechos Humanos
1.1 Naturaleza y función
La notificación es el acto a través del cual se pone en conocimiento del interesado el
contenido de un acto administrativo. Asimismo, existe un régimen de notificación aplicable a
diversos actos de la administración, tales como criterios, emplazamientos y otros. En principio,
todo acto que pueda afectar al administrado debe serle notificado, incluso los actos administrativos
de mero trámite.
La función fundamental de la notificación es brindar eficacia al acto administrativo, al
permitir que este pueda ser de conocimiento de aquella persona que va a ser afectada por la
resolución. Asimismo, permite que el administrado pueda realizar las acciones conducentes a la
ejecución y/o cumplimiento del acto – cuando este le favorece – así como permite que pueda
interponer los recursos que considere adecuados iniciar.
1.2 De lo establecido por la LPAG
La notificación es, por regla general, el vehículo concretizador de eficacia de los actos
administrativos; por dicha razón es que el Artículo 18º de la LPAG impone a la Administración
Pública la obligación de notificar, disponiendo las formalidades que esta debe seguir. En ese
sentido, se puede afirmar que es responsabilidad de toda entidad practicar la notificación de oficio
y hacerse cargo de su debido diligenciamiento.
Con la finalidad de garantizar el cumplimiento de esta obligación las entidades tienen, en
el caso de notificaciones personales, la posibilidad de notificar a través de servicios de mensajería
especialmente contratados para el efecto. En supuestos donde la notificación debiera realizarse
en zonas alejadas; es posible que la Administración Pública recurra al aparato estatal y practique
las respectivas notificaciones a través de prefectos, subprefectos y subalternos.
1.3 Principios del Derecho que rigen el acto de notificar
La notificación se encuentra regida por los siguientes principios (BENAVENTE, 2004, pág.
40):
A. Principio de comunicación
Este principio incide en la importancia de la notificación como medio de comunicación
formal entre la Administración Pública y el administrado. Reconociendo que a través de la
notificación y el diligenciamiento de la misma se deja constancia formal de la debida comunicación
al administrado, y por ende la puesta en conocimiento de los alcances del acto administrativo que
le atañe.
Comunicación que se preserva y se encuentra intrínsecamente vinculada al avance del
procedimiento y la habilitación de decisiones que el administrado podrá tomar así como garantías
y derechos que el mismo podrá oponer.
B. Principio de economía
Dicho principio incide sobre los medios que se utilizan para generar los actos procesales
de comunicación buscando su rapidez, que supone economía de tiempo; su facilidad de diligenciar
y probar, generando una economía de esfuerzos; y, que signifiquen un costo ya sea inexistente o
accesible, garantizando una economía de gastos.
Este criterio ha generado desde la Administración Pública una adaptación de los avances
tecnológicos a los procedimientos administrativos, tal es el caso de la posibilidad de notificación
de decisiones administrativas por medios electrónicos que ahorran costos y tiempo.
C. Principio de solemnidad
El presente principio establece el deber de cumplimiento de cada uno de los requisitos
instaurados por la ley para que la notificación cobre efectivamente sus efectos. Resulta importante
además que la notificación, que será puesta en conocimiento del administrado, determine clara y
específicamente los alcances y las consecuencias que posee el acto administrativo que se
comunica.
La solemnidad debe encontrarse graduada por los principios y especial naturaleza del
procedimiento administrativo que imponen una cuota de informalismo pro administrado. Una clara
muestra de ello se encuentra desarrollada en el caso de actos administrativos que se hallan
exentos de notificación, donde la finalidad es la eficacia del procedimiento.
D. Principio de publicidad
La función pública debe ser ejercida con transparencia y predictibilidad permitiendo a la
ciudadanía en general el conocimiento de los procedimientos, contenidos y fundamentos de las
decisiones que se adopten en ejercicio de ella. Para el cumplimiento de dicha finalidad, se
estableció como principio general la publicidad de los actos administrativos, a través de
mecanismos como son la notificación y la publicación.
Principio de directa incidencia en la naturaleza de la notificación, lo cual contribuye al
desarrollo de institucionalidad y a una predictibilidad por parte de los administrados en relación a
la Administración Pública.
3. Dispensa de la notificación
El Artículo 19º de la LPAG establece un régimen de excepción a la obligación de notificar
por parte de la Administración Pública contenida en el Artículo 18º; disponiéndose, en primer lugar,
que aquellos actos emitidos en presencia de los administrados quedan exentos de notificación;
debiéndose celebrar la formalidad de elaborar un acta en donde conste dicha actuación
procedimental y conste la asistencia del administrado.
Asimismo, la norma establece un segundo supuesto exento de notificación, cuando el
administrado tomara conocimiento del acto respectivo a través de su acceso directo y espontáneo
al expediente, recabando una copia del mismo y dejando constancia de dicha situación en el
expediente.
El presente régimen de excepción responde plenamente a la naturaleza del procedimiento
administrativo que se halla inspirado en los principios de celeridad y eficacia.
4. Modalidades de notificación
La LPAG contempla tres formas de notificación, de acuerdo a lo establecido en el Artículo
20º, que deben ser aplicadas en orden de prelación; lo que no impide que la Administración Pública
pueda utilizar más de una de forma complementaria siempre que no desnaturalice el orden
establecido.
En ese sentido, la Administración Pública se encuentra impedida, bajo sanción de nulidad,
de suplir alguna modalidad con otra.
La LPAG ha establecido el siguiente orden de prelación:
EL PROCESO ADMINISTRATIVO.
EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO.-
40 Tomado de: Derecho PUCP N° 67, 2011 / ISSN 0251-3420. El debido procedimiento administrativo
Administrative due process. Enrique Rojas Franco. Es profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad
de Costa Rica. Asimismo, es doctor en Derecho público por la Universidad de Burdeos y especialista en
Ciencia administrativa por la Universidad de Roma. Se desempeña como presidente de la Asociación e
Instituto Iberoamericano de Derecho Público y Administrativo Profesor Jesús González Pérez. Correo
electrónico: [email protected], [email protected].
41 Rojas Franco, Enrique. Derecho administrativo y Derecho procesal administrativo. Guayaquil: Edilex S.A.
Editores, 2007.
incluyen la existencia de una jurisdicción especializada y ejercida por los tribunales en sede
administrativa y por los entes y órganos de la administración pública.
Históricamente, se han ideado distintas fórmulas para la resolución de controversias entre
la administración pública y los administrados. Durante el absolutismo, la justicia administrativa se
confirió y concentró en órganos eminentemente administrativos, no jurisdiccionales. Este modelo
fue abandonado con las revoluciones liberales del siglo XVIII, en donde se comienzan a diseñar
fórmulas que incluían la participación de tribunales administrativos en la solución de controversias
entre administración y los administrados. Todo ello con motivo de la clásica división de poderes
propuesta por Montesquieu.
La justicia administrativa tuvo sus orígenes en la Revolución Francesa, ya que pretendía
instituir una forma de gobierno que pusiera a la ley por encima del hombre (poder soberano), idea
concentrada en los escritos de Rousseau:42 «un pueblo libre obedece, pero no sirve; tiene
jefes, pero no dueños; obedece a las leyes, pero nada más que a las leyes y es por fuerza
de las leyes por lo que no obedece a los hombres».
El control de la actividad de la administración había sido inexistente, pues este era un
instrumento personal del poder del monarca. La revolución de 1789 cambia radicalmente el
paradigma absolutista, en donde esta organización —denominada la administración— daría el
paso hacia la regulación o la limitación legal: tanto su organización como su actividad se ajustarían
y limitarían a las disposiciones de las leyes43.
En Francia se consagra la primera constitución revolucionaria en 1791, en la cual se
señala, entre otras cosas, el sometimiento de la actividad administrativa a la ley, y surge el principio
de legalidad como piedra angular o norte del Derecho público en general y, en especial, del
Derecho administrativo. De una forma visionaria, la misma Constitución estableció los mecanismos
de control interno para hacer efectivo este principio.
De esta forma, se le otorgó la función controladora al consejo de Estado —denominado
también Consejo de Ministros—. Esta fórmula excluyó por completo el control judicial de la
actividad administrativa en virtud del principio estricto de separación de poderes planteado por
Montesquieu. En Francia, la Revolución mantuvo una gran desconfianza hacia la jurisdicción
ordinaria44. No obstante, el modelo adoptado por Francia supuso mantener en vigencia la
separación de poderes —ejecutivo, legislativo y judicial—, de modo tal que solo la administración
podía controlar la legalidad de sus propias actuaciones formales y materiales por medio del
consejo de Estado. A pesar de lo anterior, dicho consejo se estableció, inicialmente, como un
órgano asesor de la administración, en donde esta última era la que tenía la palabra sobre la
valoración de legalidad de sus actos.
Posteriormente, ya en el siglo XIX, se lograría —en palabras de García de Enterría— la
transición de una justicia retenida a una justicia delegada. Se recurrió a la solución de elevar el
consejo de Estado, un órgano administrativo, al rango de órgano jurisdiccional. Este órgano
vendría a tener los poderes y la autoridad necesaria para resolver los asuntos que fueran
42 García de Enterría, Eduardo. «La justicia administrativa en el cambio de siglo». Revista de Estudios de
Derecho Público: Justicia Administrativa en México e Iberoamérica. México D.F.: FUNDAP, 2002.
43 Ibíd.
44 Rojas Franco, Enrique. Derecho administrativo de Costa Rica. México D.F.: Editorial Porrúa, 2006. Al
respecto, ver la frase de Cannada Bartoli: «el espíritu de las corporaciones judiciales era considerado
contrario a la regeneración del pueblo francés»
sometidos a su conocimiento. Se produce, pues, una independencia de la justicia administrativa
de la justicia judicial.45
A pesar de que se estableció el denominado sistema francés, muchos otros Estados
asumían un modelo en donde el control se realiza en sede jurisdiccional, con lo que le conferían a
estos órganos no administrativos la posibilidad de dirimir los conflictos no revisables por la
jurisdicción judicial entre la administración y el particular. Esta jurisdicción mantuvo en lo judicial
el control sobre propiedad y libertad. Entre los países que no siguieron la práctica francesa y
adoptaron el modelo judicial se encuentran Alemania, Inglaterra, Bélgica, España, Costa Rica,
entre otros.
Diferentes soluciones y modelos se han estructurado para la resolución de controversias
entre particulares y la administración. A continuación expondremos algunos tipos.
– Sistema de jurisdicción única o judicialista: está inspirado en la concepción anglosajona
del control público. Este modelo establece que los jueces que resuelven conflictos entre
particulares son competentes para resolver las diferencias suscitadas con la administración
pública. Por ende, no existe una diferenciación entre el derecho aplicable ni entre los órganos que
lo aplican.
Este esquema es empleado en el sistema de common law. Por ejemplo, en Inglaterra,
Estados Unidos y Australia.
– Contencioso administrativo o doble jurisdicción: en este modelo, se crean órganos
jurisdiccionales especializados que pertenecen a la propia administración —o que bien están
separados de esta— y que decidirán las controversias administrativas.
– Sistema de «justicia repartida»: esta fórmula reparte la competencia jurisdiccional
administrativa entre jueces comunes y los administrativos. Rigió en Italia desde 1889 hasta 1965,
cuando comenzó a imperar el sistema de la jurisdicción única. En México D.F. se sigue este
sistema.
– En Latinoamérica, ha predominado —en su mayoría— la aplicación del modelo de los
tribunales especializados y la doble jurisdicción, con algunas particularidades. Resulta inédito el
caso de Colombia, en donde se aplica el modelo francés del consejo de Estado.
– Siguiendo la línea de análisis de Fix Zamudio —y su concepto de justicia administrativa
como aquel conjunto de instrumentos jurídicos para la tutela de los derechos subjetivos de los
administrados—, los tribunales administrativos y las leyes de procedimientos administrativos se
han convertido en mecanismos efectivos, así como en una fuente fundamental de la justicia
administrativa. En este sentido, las últimas décadas han evidenciado un crecimiento importante de
las leyes de procedimiento administrativo en el continente.46
45García de Enterría, Eduardo. «La justicia administrativa en el cambio de siglo». Revista de Estudios de
Derecho Público: Justicia Administrativa en México e Iberoamérica. México D.F.: FUNDAP, 2002.
46 Sobre este tema puede consultarse el artículo de Brewer-Carías, A. «Principios generales del
47 Ortiz Ortiz, Eduardo. «Nulidades del acto administrativo en la ley general de administración pública».
Revista del Seminario Internacional de Derecho Administrativo. San José: Colegio de Abogados, 1981.
48 Gordillo, A. Tratado de Derecho administrativo. Tomo 2. Buenos Aires: Fundación de Derecho
Administrativo, 1998.
49 Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de San José, a las 15:15 horas del 20 de diciembre
de 2000.
50 Mora Espinoza, Álvaro. «El procedimiento administrativo». En Apuntes de Derecho administrativo. San
Civitas, 1992.
La esencia del procedimiento administrativo en general es la de asegurar el cumplimiento
posible de los fines de la administración con respeto a los derechos subjetivos y a los intereses
legítimos del administrado, de acuerdo con el ordenamiento jurídico. Podemos señalar dos
objetivos básicos que el procedimiento administrativo y su normativa buscan (…): el primero de
ellos es resolver la contraposición entre autoridad y libertad, y prerrogativa y garantía, de tal
manera que se equilibre la necesidad de un procedimiento rápido, célere, ágil y flexible que, a su
vez, permita un funcionamiento eficiente y económico por parte de la administración. Hay que
mencionar que también se busca el respeto de las garantías del administrado. En segundo lugar,
el procedimiento busca garantizar la vigencia efectiva de los principios de derecho sobre los que
se asienta todo el régimen institucional y que valen no solo para garantizar intereses legítimos de
los particulares, sino el interés público. En este sentido, el TUO de la LGPA en su artículo III del
Título Preliminar, nos orienta sobre los fines del procedimiento administrativo:
Artículo III.- Finalidad
La presente Ley tiene por finalidad establecer el régimen jurídico aplicable para que la
actuación de la Administración Pública sirva a la protección del interés general, garantizando los
derechos e intereses de los administrados y con sujeción al ordenamiento constitucional y jurídico
en general.
El procedimiento administrativo se nutre, informa y estructura a partir de una serie
determinada de principios, que en la mayoría de los casos tienen un sustento supralegal. Los
principios son pilares para orientar los procedimientos. La inobservancia puede acarrear la nulidad
de lo actuado. Al respecto, Roberto Dromi refiere un concepto de los principios dentro del
procedimiento administrativo cuando dice que «los principios jurídicos fundamentales del
procedimiento administrativo son pautas directrices que definen su esencia y justifican su
existencia, permitiendo explicar, más allá de las regulaciones procesales dogmáticas, el
porqué y el para qué del mismo. Son especies de ideas pétreas inmodificables por la
regulación formal, que explicitan el contenido del procedimiento».52
NATURALEZA JURIDICA
Se discute sobre si el procedimiento administrativo es una serie de actos administrativos
o si el procedimiento administrativo so lo tiene un acto administrativo que es el final.
Esta cuestión se puede analizar desde el punto de vista de lo que realmente pasa dentro
del procedimiento, pues dentro del mismo se producen hechos, como los dictámenes en general,
y estos por si mismos no producen efectos jurídicos.
Particularmente somos del criterio que dentro del procedimiento administrativo solo existe
una cuestión que produce efectos jurídicos inmediatos al particular y es la resolución final del
procedimiento, razón por la cual no existe una serie de actos, ni siquiera preparatorios, lo único
que produce efectos jurídicos es el acto o resolución final (acto administrativo), el hecho de
autorizar, no autorizar, sancionar, amonestar al particular o administrado.
CLASIFICACION
Como es normal, dentro de las doctrinas del Derecho Administrativo existen un sinnúmero
de clasificaciones del procedimiento administrativo, en este sentido daremos la clasificación que
creemos es la más importante del procedimiento.
52 Dromi, Roberto. El procedimiento administrativo. Buenos Aires: Ediciones Ciudad Argentina, 1995
Fundamentalmente son dos las formas en que se puede iniciar el procedimiento
administrativo: porque el particular pidió algo a la administración pública; o de oficio, cuando el
administrador, por alguna falta administrativa, tiene que sancionar al administrado.
a) De oficio. Un procedimiento administrativo se puede iniciar de oficio, es decir sin que
medie petición del administrado, cuando hay violaciones a leyes y reglamentos y se impone alguna
sanción administrativa.
b) Petición de interesado. Cuando el particular hace uso del derecho de petición
plasmado en el inciso 20) del artículo 2° de la Constitución Política y pretende de la administración
que se le otorgue algo. En este caso es el particular el interesado en que la administración inicie
el procedimiento, ya sea por simple petición, por recurso o medio de impugnación, o por denuncia
administrativa.
OTRAS CLASIFICACIONES53
EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO INTERNO Y EXTERNO
Los procedimientos internos son los que se realizan a interior de las entidades y tienen
la finalidad de orientar el funcionamiento de dichas entidades, son los que tradicionalmente se
identifican con el nombre de actos de administración.
En la dogmática tradicional estas actuaciones eran de carácter discrecional, sin embargo
en la actualidad encontramos una regulación jurídica de dicha actividad en el artículo 7° de la Ley
del Procedimiento Administrativo General Nº 27444. Esta regulación establece que la finalidad de
estos procedimientos es conseguir la eficiencia y la eficacia de los servicios públicos que brinda la
Administración, y a los fines permanentes de las entidades. Esto desde luego se refiere a que los
procedimientos internos deben orientarse a construir una administración eficaz y eficiente, pero
dentro de los fines que establece la norma legal para las entidades. Debe entenderse que cuando
se habla de los fines de las entidades se refiere a los fines permanentes, es decir a los fines que
están establecidos dentro de la norma de creación de las entidades.
Otra de las características de los procedimientos internos es que deben realizarse dentro
del ámbito de la competencia, entendiéndose por tal a la capacidad para actuar válidamente. Toda
competencia es expresa, y está normada por la ley, no existen competencias presuntas o que
53http://files.uladech.edu.pe/docente/17882157/Derecho_Procesal_Administrativo/SESION%2001/Conteni
do_01-1.pdf
puedan surgir de la interpretación extensiva de los funcionarios públicos, puesto que lo que no
está atribuido como una capacidad legal sencillamente no puede hacerse.
Finalmente, la ley señala los procedimientos internos pueden iniciarse mediante
disposiciones verbales, sin embargo atendiendo al principio de escritoriedad que rige al
procedimiento administrativo, la ley obliga al subalterno que actúa por orden verbal del superior, a
expresar por escrito de inmediato que se está actuando por orden verbal de la persona que ha
impartido la disposición.
Queda pues aclarado que los procedimientos internos son los que tienen la finalidad de
poner el funcionamiento el aparato administrativo, y se materializa mediante directivas, órdenes,
los memoranda, las circulares, en fin todas aquellas disposiciones que identificamos como fuente
accesoria del Derecho administrativo, a la cual hemos hecho referencia en el curso de Derecho
administrativo, y que además no persiguen la declaración de derechos sino la organización y el
funcionamiento de la entidad.
Los procedimientos externos, son los que tienen por finalidad exteriorizar la voluntad de
los órganos de la Administración mediante las declaraciones que crean, extinguen o modifican
derechos de naturaleza pública, y son los que están orientados a los administrados a declarar los
derechos que les asisten, a solucionar sus peticiones, o a conformarlos con la atención de sus
necesidades dentro del ámbito de la competencia de las entidades dotadas de administración.
Estos procedimientos externos pueden ser procedimientos de distintas clases, como los
procedimientos registrales, procedimientos sancionadores, procedimientos trilaterales, y cualquier
procedimiento en los que tenga que existir una declaración de la entidad o del órgano competente
hacia una persona al externo de la entidad.
Puede darse el caso que la persona se encuentre laborando dentro de la entidad, como
es el caso de los procedimientos disciplinarios, sin embargo como quiera que no se trata de
organizar el servicio, sino de sancionar una inconducta funcionarial, se tratará pues de un
procedimiento externo por cuanto la resolución que se emita no solo es de carácter declarativa,
sino que crea, modifica o extingue relaciones jurídicas de Derecho público que son de aplicación
individual para el servidor público sancionado.
54http://files.uladech.edu.pe/docente/17882157/Derecho_Procesal_Administrativo/SESION%2001/Conteni
do_01-1.pdf
Los procesos requieren de la actuación probatoria, los procedimientos abrir el
procedimiento a prueba para resolver los casos administrativos, es más existen procedimientos
simplificados de aprobación automática que conforman al administrado sin la necesidad de un acto
administrativo.
El proceso tiene reglas rígidas, en cambio el procedimiento tiene reglas flexibles como el
principio pro actione que permite las actuaciones favorables a la admisión de los escritos de los
administrados.
El proceso es dirigido por un Juez, el procedimiento es dirigido por un instructor
(funcionario público).
En el proceso el Juez es imparcial y hace las veces de árbitro, en el procedimiento el
instructor no solo es parte, sino que además es una súper parte por cuanto representa los intereses
del Estado, dirige el procedimiento y es quien tiene capacidad para resolver el tema materia de la
acción administrativa, lo cual sitúa al procedimiento como una actividad proclive a la arbitrariedad.
El proceso concluye con una sentencia, el procedimiento con un acto administrativo bajo la forma
de resolución, conformación, o por silencio, que es una ficción jurídica.
Las sentencias deben de ser motivadas, los actos administrativos no requieren ser
motivadas obligatoriamente cuando se expresan en conformaciones o cuando conceden los que
solicita el administrado, pero requieren motivación en forma obligada solo cuando niegan la
pretensión del administrado.
Las sentencias judiciales recaídas en los procesos tienen carácter ultractivo, es decir rigen
desde la fecha de su emisión, los actos administrativos pueden tener vigencia anticipada, y cuando
es favorable al administrado pueden surtir efectos desde la fecha en que se presentó la solicitud.
Al concluir el proceso la sentencia de última instancia constituye cosa juzgada, la misma
que causa estado y no puede ser impugnada, salvo el caso de cosa juzgada fraudulenta, en el
procedimiento la resolución de última instancia constituye cosa decidida, la misma que puede ser
impugnada en la vía judicial, según lo dispone el artículo 148° de la Constitución Política del
Estado.
SILENCIO ADMINISTRATIVO
58 Numeral 3 del artículo 32° de la Ley de Procedimiento Administrativo General, Ley N° 27444.
El silencio administrativo es un mecanismo de protección de los administrados que tiene
por finalidad que estos no se vean perjudicados por la demora o la inacción de las entidades
públicas. De tal modo que:
• Busca limitar la arbitrariedad del poder público y de sus agentes; y poner freno a la
lentitud, discrecionalidad, y al abuso que los distintos agentes de la Administración Pública,
realizados frente a una petición de los administrados, imponiendo que frente a la inacción, en los
supuestos que la ley señala, la petición del administrado se da por aceptado, dentro de los límites
de su solicitud, más aún crea la figura de la declaración jurada para convalidar la declaración ficta
de su solicitud y hacerla valer no solo frente a la misma administración, sino también frente a otros
entes públicos administrativos.
Asimismo, la Ley citada, con esta modificación, busca dinamizar la economía y la iniciativa
privada, combatir la informalidad en el país, que como todos sabemos, deviene en un lastre, más
que por voluntad de los administrados, debido a la ineficiencia del aparato burocrático del país que
retarda innecesariamente las peticiones de contenido económico empresarial de los ciudadanos.
Para que sea de aplicación el silencio administrativo, es necesario que concurran dos
requisitos:
• Que exista la obligación de la entidad pública de emitir un pronunciamiento sobre la
solicitud presentada por el administrado dentro de un plazo fijado por ley.
• Que la entidad incumpla con emitir su decisión en el plazo fijado por ley.
El silencio administrativo es de dos clases:
a) El silencio administrativo negativo (SAN).
b) El silencio administrativo positivo (SAP).
Tenemos entonces que el silencio administrativo puede ser de carácter positivo o de
carácter negativo.