Los Sueños - Birgitta Trotzig

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uno piensa en un edificio rígido como una nube transparente e inmóvil que sonríe, el

edificio crece en los cerebros. Se hace cada vez más alto, ahora se yergue y se mece sobre
la tierra. La gran máquina del mundo lo cubre todo y se cierra. La vigilancia, que habla sin
cesar aunque sea muda, es total. Las almas pesadas se hunden, van a parar al fondo del
palacio de cristal. Ahora está claro que las almas existen, se dibujan claramente
desgarbadas, gateando, lesionadas, heridas, incompletas

Sueño:

Él está en el lugar que está: ha pasado mucho tiempo.

Es el crepúsculo. La lluvia trae un vago sabor a sal. Él se ha escapado- pero qué quiere
decir escaparse

Sueño:

que érase una vez una época del país, un estado psíquico en el que todos eran
felices. En todo caso deberían haberlo sido –en todo caso tenían el deber de decir que lo
eran. ¡Todos debían estar alegres y felices! ¡Cuántos disfraces! Cuántas razones para estar
satisfechos, dientes relucientes por todas partes, constantemente nuevos disfraces
relucientes, un relámpago de disfraces en todas partes,

relucientes, relampagueantes, un poder de dientes pulidos y blancos, dientes


sonrientes, alegres muñecas pulidas. Alegres dientes de animal -¡riéndose, riéndose!

Y la risa pulida y satisfecha, vacía y clara y brillante, con la boca abierta, vacía

Sueño:

significa que realidad tiene muchos mundos, muchas moradas. Uno se muda/se
escapa en la oscuridad de una cosa a otra. Algunos se ensanchan hacia los salones
subterráneos, otros se reducen a cápsulas negras
(Él)

-se ha escapado, ignora por qué. Se escapó de los confines de la llanura que ahora
desaparece en la oscuridad, como si un mar negro se la tragara rugiendo. Un viento helado
lo azota, campos húmedos, el caos lejano de las autopistas –corre, corre hacia el centro
donde yace y brilla, infinitamente lejos de la oscuridad, una nebulosa en medio del cosmos

De modo que se ha escapado y no sabe por qué. La oscuridad del campo está
ahora atravesada por calles a medio trazar, ese tipo de calles que no suelen conducir a
ningún lugar, sólo existen en la cabeza, en una especie de sensatez demente y desconocida.
Lugares en construcción, cuerpos incompletos de edificios cortados a cuchillo en una
oscuridad hecha de duros planos de luz. Campos. Altos edificios que se semejan espíritus
en la noche.

Corre hacia el centro que yace y brilla tan lejos, tan fuertemente irradiante y que
lo atrae como un imán. Pero mientras más se acerca más se aleja.

Es como si las calles le huyeran. Como si desaparecieran, como si se hicieran


diferentes, largas largas calles. Mientras más se acerca es como si alguien las vaciara, como
si se apagaran, todo se transforma. Es como si el centro, sencillamente, no existiera, sólo
una gran reproducción o el molde de una escultura. Sombras confusas que se intercambian.
Grandes ventanas iluminadas como jaulas irradiadas, detrás de ellas el vacío. La gente
desaparece en las esquinas como sombras o animales. Lámparas, encandilamientos. A
través de las grietas de las paredes de las casas se vislumbra, bajo la luz de los reflectores,
una sucia multitud grisácea de conejillos de indias ensangrentados.

Birgitta Trotzig

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