Taller de Prevención de Recaídas

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Taller de Prevención de recaídas: Apartarse de la droga.

Primera
parte.
Liberarse de una adicción requiere algo más que limitarse a cumplir algunas fórmulas de autoayuda.
Significa, ante todo, cambiar el modo en que uno vive. Implica desmantelar el armazón adictivo de la
propia vida para crear una estructura diversa en su lugar.
Al elegir la vía de la adicción, el individuo tomó el camino que creyó más fácil y se apartó de otro que lo
obligaba a luchar con los sentimientos y problemas que él deseaba eludir.

Ahora, para recuperarse, el individuo tiene que dejar de caminar en círculos y afrontar esos sentimientos
y creencias que lo hicieron tan vulnerable a la adicción.

Ahora bien, ¿cómo dejar de caminar en círculos?

Para lograrlo hay que interrumpir el ciclo y eso se alcanza introduciendo una variante en la manera de
hacer. Esta variante es dejar de consumir. Es imposible comenzar un camino de recuperación sin romper
el circuito adictivo.

La abstinencia es un requisito previo para la recuperación y no su desenlace.

Continuar con la actividad adictiva no hace sino mantener vivo el deseo de consumir y hace inevitable la
recaída. Lo único que con el tiempo eliminará el deseo de consumir es la abstinencia total. Si uno
continúa consumiendo, aunque sea en ocasiones, estará tan pendiente de ese proceso y sus consecuencias
que será incapaz de efectuar los cambios que conducen a la verdadera recuperación.

Ahora bien, una advertencia es necesaria antes de seguir adelante. Las personas propensas a la adicción
suelen querer resultados perfectos, y los quieren ya.

Al principio de la recuperación, esto puede llevarlos a pretender mucho y demasiado pronto. Tal vez
aspiren a dejar el consumo sin ningún tropiezo, a solucionar instantáneamente todos los problemas que
han tenido en su vida durante años, a no tener nunca deseos de volver a consumir, a no recaer y vivir
felices por siempre.

La recuperación es un proceso de aprendizaje, como cualquier otro, y hay que contemplar entonces los
errores y los obstáculos. Es probable que nos encontremos con caídas en el recorrido, pero se trata de no
abandonar el camino, ya que los resultados llegan.

Prepararse para dejar el consumo.

Evitar la negación.
El primer paso es lograr distinguir las consecuencias que provoca el consumo. Una vez distinguidas,
debemos dar un paso más, que consiste en poder ver claramente que, a pesar de las consecuencias
negativas, la práctica continúa.

Es decir, tenemos las consecuencias y tenemos la imposibilidad de detenerse; si juntamos ambas partes
tendremos el montaje de la adicción. Evitar la negación implica poder hacer esa conexión.

Un obstáculo importante para evitar la negación es la auto-recriminación y la culpa que se siente con
respecto al consumo. Algunas personas están “empeñadas” en sentirse fracasadas y les resulta difícil
abandonar esa identidad.

Decírselo a alguien.

Reconocer un problema en voz alta también ayuda a disipar la negación. Admitir que se tiene un
problema de consumo contribuye a reconocer que algo marcha mal en la vida, y esto crea un marco
adecuado para tomar decisiones orientadas a la recuperación.

Decidirse a dejar el tóxico.

Un ejercicio muy útil para comenzar a despejar incógnitas es el de los costos y beneficios en relación al
consumo.

A partir de poder poner por escrito los costos y los beneficios de consumir, y hacerlo de manera sincera,
se pueden ver una cierta cantidad de cosas que a primera vista estaban escondidas. Este ejercicio sólo
tiene efectos si la persona realiza un verdadero acto de honestidad consigo mismo.

Intente enumerar todo lo que se le ocurra, sea pequeño o grande, y procure no dejar nada sin apuntar. De
este modo, una vez concluido, tendrá delante de sí un mapa bien trazado del problema.

En el lado del coste, considere cómo ha afectado el consumo a sus relaciones familiares, amistades,
trabajo, carrera, salud física y mental, autoestima, responsabilidades y actividades recreativas.

Del mismo modo, por el lado de los “beneficios”, intente hacer el listado de manera detallada. ¿Qué es lo
que obtiene del consumo? ¿Le ayuda a relajarse? ¿A conocer gente? ¿Elimina la ansiedad? ¿Olvida los
problemas? ¿Le ayuda a aguantar el aburrimiento?

Ahora bien, para completar el ejercicio, necesitamos una lista más. Esta tercera lista será sobre lo que
usted pretender conseguir, lo que quiere, lo que desea o le gustaría de su vida.

Una vez que tenga estas tres listas, escritas de manera sincera, intente estudiarlas y encontrar relaciones,
ideas y preguntas.

Prevea sentirse ambivalente.


Es del todo normal sentirse ambivalente en relación al consumo. Muchos fueron los “beneficios” que le
ha aportado el consumo y eso no se olvida de un día para el otro. Reconocer el gusto por el consumo y la
ambivalencia que le genera es un paso imprescindible. En ocasiones se escucha “nunca más consumiré,
lo tengo clarísimo”. Este argumento suele dejar de lado el componente de deseo que hay en relación al
tóxico.

Nivel de compromiso con la renuncia al tóxico.

Es necesario que se tenga muy clara la motivación para dejar la adicción. Hay que preguntarse antes de
comenzar si el compromiso es auténtico o superficial. Usted ha pensado en dejar la droga. ¿Otras
personas le piden que lo haga y usted busca complacerlas que lo dejen tranquilo o la decisión es suya?

De las respuestas a estas preguntas depende la orientación de todo el proceso. Si verdaderamente el


objetivo es dejar las drogas, en ese caso, se deberá estar muy atento a lo que se hace.

La distancia entre lo que se dice y lo que se hace es una buena medida de las cosas.

Taller de prevención de recaídas: Sostener la abstinencia y su


relación con las recaídas.
Dejar de consumir es una gran decisión, difícil de tomar y que implica un cambio profundo en muchos
órdenes de la vida. Sin embargo, no es esta etapa la más complicada, sino la siguiente, que es la de
sostener esa decisión a través del tiempo.
Sostener la abstinencia está íntimamente ligado con la posibilidad de la recaída. Esta posibilidad, de la
que en general se habla poco y en la que muchos pacientes prefieren no pensar, está presente dentro del
proceso de recuperación. Obviar su importancia y el papel que juega dentro del recorrido general,
promueve el desconocimiento y multiplica las posibilidades de que suceda.

Una de las ideas más importantes que hay que tener en cuenta para prevenir las recaídas es la
siguiente: La abstinencia no es sinónimo de recuperación.

Dejar de consumir, como hemos dicho, es un gran paso, pero es solo el primero. Se necesitan más
esfuerzos y trabajo para alcanzar la recuperación.

Dejar de consumir abre la posibilidad de comenzar con la tarea más importante, que es la del trabajo
personal. Sin esta segunda parte, la abstinencia se sostiene durante un tiempo, pero luego cae.

Si es correcta la hipótesis de que el consumo y el tóxico vienen al lugar de apartarnos de pensamientos,


sensaciones o situaciones penosas, entonces solo con quitar del medio el tóxico no resolvemos esas
situaciones que se han querido evitar.

Por esto, es muy importante sostener la abstinencia, pero más importante es aún el trabajo personal.
Mitos acerca de las recaídas.

Siguiendo el libro Querer no es poder y el testimonio de ex pacientes, presentamos aquí una serie de
creencias falsas que se tienen en relación a las recaídas y  que contribuyen a que sucedan.
 La recaída es señal del fracaso de la recuperación: tener una recaída no implica que todo lo
que se ha hecho no ha servido de nada y que se está irremediablemente condenado a recaer una
y otra vez. Esto es falso y en muchas ocasiones funciona sólo como una autorización a desatar el
consumo indiscriminado. Para utilizar una metáfora sencilla, si se está aprendiendo a montar en
bicicleta, tener una caída no implica que nunca se podrá aprender y montar con habilidad.
 La recaída es un indicio de una falta de motivación: la tendencia a reincidir es muy común. No
podemos olvidar que una adicción es algo difícil de tratar y desarmar. El consumo es algo
construido durante mucho tiempo y no puede desmontarse de un día para el otro sin dar pasos
atrás en ocasiones.
 La recaída es impredecible e inevitable, ataca sin previo aviso: las recaídas avisan. Se anuncian
en pequeños signos que el paciente puede identificar si es lo suficientemente sincero consigo
mismo. Son pequeñas señales que sabe que lo están acercando a un nuevo consumo. Entonces,
las recaídas no son impredecibles, se pueden ver venir y de ese modo evitarlas.
 La recaída solo implica el uso de la droga habitual: esto es falso también. Dejar un tóxico que
se utilizaba de manera adictiva y reemplazarlo por otro es recaer del mismo modo.
 Una recaída cancela todo el progreso realizado: tener una recaída, como hemos dicho, no
cancela todo lo hecho hasta el momento. Si se ha estado durante dos años sin recaer, eso no se
olvida, como tampoco se olvida que se ha podido identificar el uso y la función del tóxico. Una
vez comenzado un tratamiento, ya nada puede ser igual. Estamos advertidos y no podemos
alegar desconocimiento frente a las causas y consecuencias del consumo.
 Si una recaída no es el fin de la recuperación, entonces está bien tener alguna: esta es otra falsa
idea para justificar el deseo de volver a consumir. Una recaída es algo muy serio, no es solo un
pequeño contratiempo. Una recaída puede ser un momento delicado en donde las cosas se ponen
a prueba y del que se puede salir adelante, pero también puede ser todo lo contrario, una recaída
puede ser parte de un reinicio del consumo en todo regla.
Reducir la vulnerabilidad a las recaídas.

Varios son los factores que aumentan las posibilidades de una recaída. Aquí puntuamos algunos
ejemplos:
 Ciertos estados físicos: agotamientos, hambre, dolor o enfermedad.
 Acontecimientos o momentos angustiosos: presiones laborales, problemas de relación,
problemas de pareja, crisis económicas.
 Estados de ánimo: cólera, vergüenza, culpa, ansiedad, depresión, euforia.
 Personas, lugares y cosas: situaciones en donde el acceso a la droga es sencillo.
Estas son algunas claves para poder fortalecerse frente a una situación de riesgo.
 No se esconda: afrontar los problemas y resistir la tentación de escapar de ellos.
 Ponga sus problemas en perspectiva: intentar pensar en las verdaderas consecuencia de un
problema puede ayudar a quitarle importancia.
 Hable al respecto de sus problemas: compartir las inquietudes con las personas de confianza  es
una gran herramienta para redefinir las dificultades.
 Hágase responsable: los problemas pueden ser causados por otras personas, pero si nos afectan
directamente, no podremos obviarlos y algo tendremos que hacer. Culpar a los otros no
soluciona nada.
Estas claves apuntan todas en una misma dirección, la de la responsabilidad del sujeto frente a sus
dificultades.

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