Schvarstein - La Evaluación de Desempeño - Una Perspectiva Políticamente Incorrecta
Schvarstein - La Evaluación de Desempeño - Una Perspectiva Políticamente Incorrecta
Schvarstein - La Evaluación de Desempeño - Una Perspectiva Políticamente Incorrecta
Leonardo Schvarstein
Introducción.
• se trata de temas cuya complejidad hace que nunca pueda decirse la última palabra
acerca de ellos;
• se trata de temas en los que las organizaciones fracasan reiteradamente (lo cual
requeriría especificar los criterios que conducen a la calificación del éxito o del
fracaso);
• a través de ellos, y en armónica convivencia, gerentes y consultores justifican y
renuevan su permanencia en las empresas, lo cual resulta paradójico si lo
relacionamos con la cantidad de fracasos mencionados en el punto anterior;
• el fenómeno se realimenta a través del marketing de las editoriales que publican libros
y revistas de management y negocios, ya que estos temas siempre venden, sobre todo
si en la tapa figura la palabra mágica "cómo" (cómo motivar al personal cuando se le
bajan los sueldos, cómo gestionar procesos de cambio sin recursos, etc.).
La evaluación del desempeño es uno de estos temas recurrentes dentro de la literatura más
específicamente orientada a la gestión de los recursos humanos en la organización. Valga
destacar, a simple título de ejemplo, que uno de los motores de búsqueda en Internet
(Altavista) da como resultado al día de escribir este artículo 18.710 páginas web relacionadas
con el tema, muchas de ellas conteniendo muchos artículos y publicaciones, lo cual permite
inferir que el número de documentos almacenados excede largamente el millón.
Los abordajes ortodoxos de la evaluación del desempeño van desde su relevancia para el
logro de la eficiencia de la organización en su conjunto, hasta la importancia que adquiere
como herramienta al servicio de la comunicación entre sus miembros. Se enfatizan con
frecuencia la relación que la evaluación tiene con los procesos de fijación de objetivos y
asignación de tareas, así como los efectos psicológicos que produce en el evaluador y el
evaluado. Una porción ciertamente significativa, y necesaria, de esta literatura está dedicada
a los aspectos metodológicos y técnicos de la evaluación.
Mucho más ocasional resulta en cambio el abordaje de esta temática dentro de marcos
conceptuales que expliciten que se trata de un proceso que ocurre dentro de un juego
de relaciones de poder, o que refieran concretamente a las arbitrariedades e
inequidades a que ella da lugar. Tampoco es frecuente que se aluda a las contradicciones
que genera, ni que se contabilicen los fracasos en su implementación o se expliquen las
razones estructurales y profundas que los determinan. A estas cuestiones he de referirme
en este artículo, asumiendo el riesgo de presentar la visión políticamente incorrecta del tema.
Sé que el lector se sorprenderá con la irreverencia de algunas de mis aseveraciones, pero
quiero advertir que, en un contexto de tanta "pesadez", me permitiré ser "leve" sin que ello
afecte, espero, la profundidad de mi pensamiento.
Para finalizar esta introducción, pido de antemano perdón por el pecado de no referirme
(salvo alguna mención tangencial) al último grito de la moda en esta materia. Me refiero a
las técnicas comúnmente denominadas de feedback 360°, que requieren para la evaluación
del desempeño de una persona del juicio de sus jefes, de sus colegas y de sus
colaboradores. La particularidad de estas técnicas y las dificultades que presenta su
utilización en organizaciones jerárquicas exceden largamente los alcances de este trabajo.
El poder puede ser entendido como un fenómeno estructural que ocurre una relación
Interpersonal. A la cuestión estructural alude Foucault cuando se refiere a "la multiplicidad
de relaciones de fuerza que son inmanentes al dominio en el cual se ejercen, y que son
constitutivas de su organización". A la relación interpersonal, cuando dice, en el mismo texto,
que "el poder se ejerce a partir de innumerables puntos, y en el juego de relaciones
desigualitarias y móviles" (Foucault, 1976).
Analicemos estas dos concepciones complementarias a través de una serie de
proposiciones.
Palabras como amo, esclavo, vida y muerte suenan extrañas en el ámbito de las
organizaciones y sin embargo adquieren allí un alto valor metafórico. El evaluado
necesita el reconocimiento del otro, en este caso su jefe - evaluador, y lucha por ese
reconocimiento. El evaluador necesita a su vez el reconocimiento de su empleado, ya
que ello lo constituye como jefe. El sometimiento del evaluado lo constituye en esclavo,
y la dominación del amo, que transforma al esclavo en objeto, lo deja insatisfecho, ya
que no es un hombre reconocido por otro hombre.
El proceso de evaluación puede entenderse desde esta perspectiva como una danza
en la que, dialécticamente, evaluador y evaluado se acercan y se alejan de las
posiciones extremas de dominación y sometimiento, atrayéndose y repeliéndose,
adulándose y reprobándose, amándose y odiándose.
Esta asimetría explica las dificultades que presenta la evaluación de 360° en las
organizaciones jerárquicas, al incluir en la evaluación el juicio de los "subordinados"
del evaluado. Contabilicemos entre estas dificultades, desde la imposibilidad lisa y
llana de implementar estas técnicas, hasta la situación menos evidente de autocensura
a la que se somete el evaluador-subordinado por temor a las represalias de su
evaluado-jefe.
4. El evaluado siempre adoptará una posición de resistencia en relación al
evaluador.
Donde hay poder hay resistencia, y su existencia señala que el evaluado normalmente
no se resigna a la posición de mero objeto de juicio del evaluador. La resistencia se
hace manifiesta cuando el empleado no presta su conformidad a la evaluación y
recurre, si la vía está habilitada, al jefe- del - jefe para expresar su desacuerdo; pero
también cuando más o menos sutilmente argumenta, discute, evade, o busca aliados
que le ayuden a torcer un juicio que le resulta desfavorable.
No hay que creer que la resistencia aparecerá sólo frente a la instancia puntual de la
entrevista de evaluación, sino que debe aceptarse que estará siempre presente en
todo el proceso porque es constitutiva del vínculo que une al evaluador con el
evaluado, y se explica por la diferencia de clase que existe entre ellos. Tampoco debe
asignarse un valor negativo a esta resistencia, ya que su ejercicio contribuye a la
inclusión de puntos de vista no considerados por el jefe. La resolución del conflicto
emergente de la ecuación poder-resistencia es, desde una perspectiva humana, el
motor de la organización.
Este acontecer inconsciente explica por qué el evaluador, por ejemplo, "evita" al
evaluado y lo llama solamente para "firmar el formulario", a pesar de toda la
capacitación que haya recibido y de todo el énfasis que la misma haya puesto en la
necesidad de sostener la comunicación a lo largo de todo el proceso de evaluación.
También explica ciertos comportamientos de los evaluados, como ser la inhibición o la
imposibilidad de expresar sus puntos de vista.
Estos atravesamientos, junto con los procesos transferenciales de las personas sobre
las organizaciones, explican por qué la relación que se establece entre el evaluador y
el evaluado puede desplazarse hacia una o más de las siguientes diadas
institucionales (Etkin y Schvarstein, 1989).
a. Juez-justiciable: la evaluación se transforma en juicio, el evaluador en juez y el
evaluado en "juzgado" y, con frecuencia, sentenciado. A la manera de lo que
ocurre en un tribunal, el evaluador procura encontrar la "verdad" y el sistema
requiere por tanto que la evaluación se base en "hechos objetivos", es decir, las
"pruebas" en las que se basará la "sentencia". Se desconoce entonces que todo
juicio entraña un orden de subjetividad inevitable y que tal orden no anula la
legitimidad del juicio, i
b. Docente-alumno: aquí el evaluador se pone en la posición del que
"sabe y enseña" al evaluado, quien "Ignora y debe aprender". A más de la
actualización del sentimiento frente a las pruebas y exámenes por los que todos
hemos pasado en la escuela, este desplazamiento se favorece también porque
las organizaciones reproducen con frecuencia un modelo escolar (horarios de
ingreso y egreso, permiso para Ir al baño, recompensas por buen
comportamiento, castigos por faltas de disciplina, etc.). La escolarización del
dispositivo trae como resultado comportamientos escolares del evaluador y del
evaluado.
c. Médico-paciente: la función del evaluador es "curar" la "enfermedad" del
evaluado, lo cual puede significar, según el modelo médico al que se adscriba
(de manera inconsciente), desde "contenerlo" para que supere sus "síntomas",
hasta "operarlo" para eliminar sus conductas Indeseables.
d. Pastor-feligrés: evaluador y evaluado comparten el mismo "auto de fe" y el
proceso de evaluación se ritualiza. La misión del evaluador consiste en orientar
al evaluado por la buena senda, procurar que se arrepienta de sus pecados y
absolverlo en caso de muestras de sincero arrepentimiento.
e. Recaudador - contribuyente: el evaluado debe contribuir mediante su conducta
y con sus resultados al bienestar de la comunidad y el evaluador, para prestar
conformidad, tiene derecho a auditar dichas conductas y resultados y a sancionar
al evaluado en caso de incumplimiento (asemejándose en este sentido a la diada
juez - justiciable). La sanción puede ser monetaria (no incremento del sueldo y/o
pérdida del bonus) o física (impedir el desarrollo de la carrera del evaluado).
f. Proveedor - cliente: se trata de una relación de naturaleza preponderantemente
transaccional, donde cada uno espera dar y recibir algo a cambio. El evaluador
presta conformidad y espera recibir a cambio lealtad y compromiso. El evaluado
presta consentimiento, esperando recibir estabilidad y seguridad a cambio,
cuando no dinero.
g. Propietario - locatario: el evaluado hace uso de un bien que pertenece al
evaluador (el rol del evaluado) y debe compensarlo por ello. El evaluador tiene
derecho a verificar que el bien en cuestión haya sido utilizado y resguardado de
acuerdo al contrato, y puede solicitar Indemnización en caso de que así no
ocurra.
h. Policía - ladrón: el evaluador "persigue" al evaluado porque sospecha o está
seguro de que éste ha cometido algún delito. El evaluado se "escapa" del
evaluador y, cuando es atrapado (cosa que inevitablemente sucede), puede
declararse culpable o inocente. En este último caso, el desplazamiento se
traslada a la diada juez - justiciable, con el agravante de que la persona que juzga
es la misma que se encargó de la persecución y la captura del "reo".
i. Carcelero - prisionero: el evaluador está en posición de vigilar al evaluado en
cautiverio, y de prevenir o reprimir sus intentos de fuga. Su evaluación se tensa
entre ponerse al servicio de la resocialización o de la represión del "recluso". El
evaluado ajusta su comportamiento con la esperanza de obtener una reducción
de la pena por buena conducta, y se coloca en posición de rebeldía cuando
percibe que es imposible superar la arbitrariedad manifiesta del evaluador, sobre
todo si tal arbitrariedad es consentida por la organización. Este desplazamiento
señala metafóricamente los riesgos que tiene la evaluación de transformarse en
un sistema perverso (Etkin, 1993). En el extremo, puede configurarse una
situación de "encerrona trágica" (Ulloa, 1995), ya que el evaluado, imposibilitado
de escapar, depende para vivir y trabajar de un evaluador que lo maltrata. La
ausencia del jefe - del - jefe, sea por omisión o por admisión, refuerza esta
encerrona, ya que quedan en la escena sólo d os lugares sin un tercero de
apelación.
a. Continuidad, tanto en lo que se refiere al ciclo interno (establecimiento del rol, fijación
de contexto, determinación de objetivos, asignación de tareas, feedback y coaching,
evaluación) como en la articulación de los sucesivos ciclos, generalmente anuales.
b. Compromiso de la organización (representada por la Dirección) y de sus miembros
en relación al cumplimiento de todas las etapas del proceso y también a la sinceridad
de sus expresiones a lo largo del mismo.
c. Evaluación del personaje y no del actor (Goffman, 1961), supuesto que se expresa
a través de la reiterada exhortación dirigida a los jefes para que evalúen a sus
empleados por lo que hacen en el desempeño de su rol, y no por lo que son.
d. Inmediatez, que significa que un jefe (y el jefe - del - jefe, si tiene algún rol en el
proceso) deben tener un conocimiento directo del desempeño del empleado, evitando
formar su juicio exclusivamente a partir de instancias intermediarias como pueden ser
los sistemas de información o las referencias de terceras personas.
e. Predictibilidad, necesidad expresada a través del remanido slogan "sin sorpresas",
el cual recuerda que la entrevista de cierre de un buen proceso de evaluación no debe
aportar ningún juicio inesperado para el evaluado ni para el evaluador.
f. Derecho de apelación, que demanda la existencia de un tercero que garantice al
evaluado que la evaluación no estará sometida al libre arbitrio del evaluador. Este
supuesto previene la situación de encerrona trágica descripta en el punto anterior,
siempre y cuando no exista una situación de connivencia en contra del evaluado, entre
el tercero que actúa como instancia de apelación y el evaluador.
Resulta interesante señalar que los tres últimos supuestos deberían tener vigencia también
en los tribunales ordinarios del poder judicial, lo cual pone de manifiesto que la evaluación
del desempeño es uno de los procesos más relevantes para la administración de justicia en
las organizaciones.
Estoy seguro de que no sorprendo a nadie cuando afirmo que es improbable, para
cualquier organización, que su sistema de evaluación del desempeño funcione
satisfactoriamente. La insatisfacción de evaluadores y evaluados parece ser una
característica de orden universal y las mejores intenciones de los diseñadores de estos
sistemas tropiezan, las más de las veces, con los obstáculos que se encuentran en su
implementación y con la degradación que estos sistemas presentan con el paso del tiempo.
Utilizando el marco conceptual de la semiótica para el análisis, podemos distinguir tres tipos
de improbabilidades complementarias (Schvarstein, 1998).
Se trata de una situación obviamente más grave que las anteriores y requiere remedios
mayores: Lo aconsejable es rediseñar todo el sistema, lo cual como comprenderá el lector,
implica revisar prácticamente toda la organización.
Conclusiones
Se constituye en una manifestación del "discurso" de la organización, que por vías de sus
inclusiones y sus omisiones, expresa el lugar de la misma en relación con sus miembros.
Si he tenido éxito con estos propósitos, no extrañará al lector que finalice este trabajo con
una paradoja:
La evaluación del desempeño es una de las tantas cosas que en las organizaciones
no se pueden dejar de hacer, pero que nunca se pueden hacer bien.
No se puede dejar de hacer por la necesidad de reconocimiento que tenemos los seres
humanos. Nunca se puede hacer bien por las improbabilidades señaladas. Debe ser, por lo
tanto, objeto de mejoramiento continuo.
BIBLIOGRAFIA
French, J. y Raven, B. En Studies in social power, D. Cartwright (dir). Institute for Social
Research, Ann Arbour, Mich., 1959.
Goffman, E. (1961). Internados. Amorrortu, Madrid, 1984.
Habermas, J. Knowledge and human interests. Beacon Press, Boston, 1972.
Kojeve, A. La dialéctica del amo y del esclavo en Hegel. La Pleyade, Paris, 1975.
Mumby, D. Communication and Power in Organizations: Discourse, Ideology and
Domination. Ablex Publishing Corporation, Norwood, N. J., 1988.
Laplanche, J. y Pontalis, 3. B. Diccionario de psicoanálisis. Labor, Barcelona, 1971).
Levinson, H. Psychological man. The Levinson Institute, Boston, 1976.
Pichón Riviere, E. (1975). El proceso grupal. Nueva Visión, Buenos Aires, 1980.
Schvarstein, L. Diseño de organizaciones. Tensiones y paradojas. Paidós, Buenos Aires,
1998.
Ulloa, F. Novela clínica psicoanalítica. Historial de una práctica. Paidós, Buenos Aires,
1995.
1. Resulta interesante señalar que el idioma inglés, a diferencia del castellano, tiene dos
palabras alude por ejemplo a la capacidad de juicio de una persona, y trial, que se refiere
al proceso por la falta de distinción de ambos términos en español ayuda a explicar por qué
la aplicación del ju frecuentemente en un juicio (trial) del evaluado.