Jehova Peleará Por Vosotros

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JEHOVA PELEARÁ POR VOSOTROS

Cada ser humano tiene el deseo de triunfar. El joven en sus estudios, la


madre en la educación de sus hijos, el hombre o la mujer adultos en su
profesión, el político en su ambición de poder, el deportista en su afán de
ser el primero o el enfermo en su deseo de sanar.

También el cristiano, en su mira de identificarse con Cristo y heredar la


vida eterna tiene que ganar victorias. ¿Cómo puede lograrlo? ¿Qué
claves nos da la Biblia para triunfar en la vida temporal y en la espiritual?

Dios desea nuestra prosperidad y nuestro bien, y desea darnos poder


para ganar grandes victorias. Él dice: “Amado, yo deseo que tu seas
prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como
prospera tu alma” 3ª Juan 2.

¿EXISTE EL DESTINO?

El éxito o el fracaso de nuestra vida, no se encuentra en el destino


prefijado por una fuerza invisible, tampoco está escrito en los astros de
alguna constelación, ni depende del capricho casual de quienes nos
rodean, sino de nuestras decisiones y de la bendición de Dios en nuestra
vida.

Si el destino de cada uno está marcado, no necesitaríamos leyes de


tránsito pues si el destino marcó un accidente nada lo podría evitar. No
harían falta policías, ni cárceles, no necesitaríamos educar a nuestros
hijos, pues si el destino los señaló como malos, nada los corregiría. Al
final el ladrón o el criminal estaría cumpliendo la voluntad de Dios... Esto
es ilógico. ¡Nosotros elegimos nuestro destino!

En los Alpes de Suiza hay un determinado lugar, que dependiendo en


que dirección se arroje un pedacito de madera puede tomar tres rumbos
diferentes. Puede llegar camino del Danubio al Mar Muerto, por el camino
del Rin al Mar del Norte o aún si toma la dirección del Ródano llegará al
Mediterráneo. Aunque estos tres mares están tan distantes el uno del
otro, el destino final del pedacito de madera está determinado por la
dirección en la que es arrojado.

Así también es en nuestra vida. ¡Cuánto depende de nuestras


decisiones! La enfermedad, por ejemplo, viene mayormente por la
transgresión a las leyes naturales. No le echemos siempre la culpa a
Dios o al Diablo. ¡Vivamos los principios de una vida sana!

El creer en el destino, es una manera fácil de librarnos de la


responsabilidad y a su vez es renunciar a nuestra libertad de elección.
¡Cuántos problemas podríamos evitarnos mediante una correcta
elección!

Amado Nervo en su verso “En paz” dice:

“Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo vida.

Porque nunca me diste, ni esperanza fallida

ni trabajos injustos, ni pena inmerecida.

Por que veo al final de mi rudo camino

que yo mismo fui el arquitecto

de mi propio destino.

Que si extraje las mieles o hiel de las cosas

fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas

cuando planté rosales, coseché siempre rosas”.

Dios predestinó a todos los hombres a salvarse:

“Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro


Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y
vengan al conocimiento de la verdad”. 1ª Timoteo 2:3-4.

Así como existen ciertas leyes naturales que al respetarlas, protegen


nuestra salud, del mismo modo que el respeto a las leyes de la nación
me aseguran libertad y cierta tranquilidad, existen ciertas leyes o pasos,
que nos aseguran nuestra prosperidad espiritual, nuestra relación con
Dios y por ende nuestro éxito en la vida.

DIEZ SECRETOS PARA TRIUNFAR


1. Dar a Jesús el corazón y aceptar la salvación, o sea, el gran
regalo de la vida eterna, la justificación.

Jesús nos llama con estas palabras: “Dame, hijo mío, tu corazón, y


miren tus ojos por mis caminos” Proverbios 23:26.

Cada mañana tenemos una nueva oportunidad de expresar nuestra


gratitud y lealtad a Dios. Nosotros fuimos malos, pero Él nos buscó.
Fuimos desobedientes, y Él nos ha perdonado. Le ofendimos y Él nos
muestra su profundo amor. Nos ofrece declararnos justos en el Tribunal
de Dios, aunque somos culpables, y todo esto por gracia ¡Cuántos
motivos para amarle y darle nuestro corazón!

2. Poner a Dios en primer lugar.

Jesús dijo: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia,


y todas estas cosas os serán añadidas”. Mateo 6:33.

Colocarlo en primer lugar, significará dejar de lado ciertos gustos y


conveniencias. Si le damos el lugar que le corresponde en nuestras
decisiones, haremos nuestras todas las promesas de Dios.

3. Aceptar nuestra impotencia humana y unirnos a Cristo, confiando


en su gracia cada día.

Jesús utilizó una hermosa comparación. “Yo soy la vid, vosotros los


pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho
fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. Juan 15:5.

¿Cómo podremos estar unidos a Él? Manteniendo la comunión diaria con


Jesús a través de la oración, del estudio de la Palabra de Dios y
mediante la confianza plena en su gracia infinita y su justicia redentora.

4. Escudriñar diariamente la Palabra de Dios, con el sincero deseo


de practicarla.

“...y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida, para


que aprenda a temer a Jehová su Dios, para guardar todas las
palabras de esta ley y estos estatutos, para ponerlos por
obra”. Deuteronomio 17:19. (Hechos 17:11).

5. Orar siempre.
Ojalá siguiésemos el ejemplo de Daniel, quien “...se arrodillaba tres
veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo
solía hacer antes”. Daniel 6:10.

6. Tener fe.

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que


el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de
los que le buscan”. Hebreos 11:6.

7. Asistir a las reuniones.

El apóstol Pablo aconseja “No dejando de congregarnos, como


algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más,
cuanto veis que aquel día se acerca” Hebreos 10:25. Sigamos el
ejemplo de Jesús, “Vino a Nazaret, donde se había criado, y en día de
sábado entró en la sinagoga, según su costumbre, y se levantó a
leer”. Lucas 4:16. (Versión Valera 77).

¿Por qué son importantes las reuniones? Porque por medio de ellas,
aumenta nuestra fe, pues “La fe es por el oír, y el oír por la palabra de
Dios”. (Romanos 10:17). Nos ayudarán a crecer en gracia y en
conocimiento. Allí adoramos a Dios, alabamos su nombre (Salmos
107:32), y compartimos el pan espiritual.

8. Perdonar y amar.

Debe inspirarnos constantemente el ejemplo de Jesús. “Soportándoos


unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja
contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también
hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que
es el vínculo perfecto”. Colosenses 3:13-14.

9. Mantenerse firme, sin fluctuar.

“Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra


esperanza, porque fiel es el que prometió”. Hebreos 10:23.

En la hora de la prueba, recordemos siempre que Dios, “...no os dejará


ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también
juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”. 1ª
Corintios 10:13.
10. Testificar a otros.

“Mas Jesús... le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán


grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido
misericordia de ti”. Marcos 5:19.

“Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que Él


es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos”. Hechos
10:42.

No hay cosa más eficaz para mantenerse firme, para lograr triunfos en la
vida espiritual, para desarrollar los talentos y experimentar una profunda
satisfacción, que trabajar para el Señor. Esto fortalece los músculos de la
fe y nos hace sentir verdaderamente útiles. Comienza hoy mismo a
compartir con otros lo que has aprendido y recibirás los beneficios.

PROMESAS DE SALVACIÓN Y DE AYUDA

Sigamos el ejemplo de Jesús, en obedecer a Dios por amor.

“Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y


habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación
para todos los que le obedecen”. Hebreos 5:8-9.

Nuestra voluntad es débil y nos faltan a menudo las fuerzas, pero


pidamos por la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida, porque nada
podemos hacer por nosotros mismos. Si hemos logrado alguna victoria,
demos gracias al Señor “porque Dios es el que en vosotros produce
el querer como el hacer, por su buena voluntad” Filipenses 2:13.

Toda la obra de salvación es de Dios. Él nos ha llamado, nos hizo ver


nuestro estado pecaminoso, nos da la fe, y la sed de Dios. Él nos ha
perdonado y justificado por medio de su sangre. Él nos santifica,
colocando su ley en nuestras mentes y corazones, nos ayuda cada día a
vivir para Él, y vendrá pronto a buscarnos. ¡Qué hermoso! ¡La salvación
es un regalo completo de Dios! A nosotros solamente nos toca aceptarlo
y dejar que Él complete la obra que ha comenzado en nosotros.

LA DECISIÓN QUE MARCA NUESTRO DESTINO

Dios ha dado a cada ser humano la oportunidad de elegir.


“Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón,
para que la cumplas. Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el
bien, la muerte y el mal; porque yo te mando hoy que ames a
Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus
mandamientos sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas
multiplicado...” “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy
contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la
bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y
tu descendencia”. Deuteronomio 30:14-16,19.

No menospreciemos la luz de Dios.

“Entonces Jesús les dijo: Aún por un poco está la luz entre
vosotros; andad entre tanto que tenéis luz, para que no os
sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe
adónde va. Entre tanto que tenéis luz, creed en la luz, para que seáis
hijos de luz”. Juan 12:35-36.

El éxito o el fracaso de nuestra vida, la perdición o la salvación, está en


nuestras manos. El mensaje de Elías es dirigido a nosotros: “¿Hasta
cuándo claudicaréis entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios,
seguidle; y si es Baal, id en pos de él”. 1ª Reyes 18:21.

Tú has recibido la invitación de Jesús. Has conocido en este curso las


verdades más solemnes que han sido dadas a los mortales, ¿cuál será tu
respuesta?

Jesús mostró su gran amor durante su ministerio terrenal, sufriendo en el


Getsemaní y el Calvario. ¡Que no sea en vano ese sacrificio!

Sufrió una angustia indecible, soportó los crueles azotes que le hicieron
sangrar, la burla grotesca de la turba enardecida, el desprecio amargo de
los que había ayudado, la traición cruel del que había andado con él.
Soportó el peso aplastante de la cruenta cruz, las heridas sangrantes de
las espinas punzantes y el sufrimiento insoportable de aquellos grandes
clavos mortales y el dolor atroz de las heridas que se desgarraban
mientras levantaban el madero. Sintió el peso de los pecados de esta
infiel humanidad en ese cuerpo lacerado, despreciado y probado hasta lo
sumo.

No obstante, perdonó los pecados y transgresiones de sus verdugos y de


aquellos que le crucificaron. ¿Dejaremos que ese sacrificio haya sido en
vano?

Él hizo todo para salvarnos y hoy espera una respuesta nuestra ¡Que sea
favorable! Nos ofrece el cielo y la vida eterna y nos pide muy poco:
¡Nuestro corazón! ¿Se lo daremos?

SIETE HERMOSAS PROMESAS DE DIOS

Al que venciere...

1- Apocalipsis 2:7. “Le daré a comer del árbol de la vida”.

2- Apocalipsis 2:11. “No sufrirá daño de la muerte segunda”.

3- Apocalipsis 2:17. “Le daré a comer del maná escondido y una


piedrecita blanca con un nombre nuevo”.

4- Apocalipsis 2:26. “Recibirá autoridad sobre las naciones”.

5- Apocalipsis 3:5. “Será vestido de vestiduras blancas y no borraré


su nombre del libro de la vida”.

6- Apocalipsis 3:12. “Lo haré columna en el templo de mi Dios, y


nunca más saldrá de allí”.

7- Apocalipsis 3:21. “Le daré que se siente conmigo en mi trono”.

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