Perspectiva Geográfica Igac
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º 2
ISSN versión Impresa 0123-3769 • ISSN versión online 2500-8684
periodicidad semestral
desde el 2013. Dialnet (Universidad de la Rioja)
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referidos a la espacialidad
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de los fenómenos
América Latina y el Caribe, España y Portugal)
sociales, económicos,
políticos, culturales y IBN-Publindex (Colciencias) en Categoría B
naturales, desde diversas
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teóricos. También acoge
los estudios sobre aspectos
Incluida en los catálogos:
técnicos y metodológicos
del quehacer propio de REDIB (Red Iberoamericana de Innovación y Conocimiento Científico)
los geógrafos, así como
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aplicada en los campos
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y las investigaciones
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Programa de Estudios de Posgrado en Geografía (EPG)
Convenio Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC)
Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC)
Publicación coordinada por el Programa de Estudios de Posgrado en Geografía (EPG), Convenio UPTC-IGAC
Consejo directivo
ALEXANDER ARIZA
Jefe Oficina CIAF
Instituto Geográfico Agustín Codazzi, (IGAC)
Coordinadora académica
NOHORA INÉS CARVAJAL SÁCHEZ
(Ph.D. en Geografía de la Université de Montréal, Canadá)
Estudios de Posgrado en Geografía
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
Asistente editorial
JULY ALEJANDRA CASTRO HERNÁNDEZ
(Magíster (c.) en Geografía de la Universidad Nacional de
Colombia, sede Bogotá)
Estudios de Posgrado en Geografía
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
Comité editorial
Comité científico
DANIEL HIERNAUX
(Doctor en Geografía de la Université Grenoble Alpes, Francia)
Universidad Autónoma de Querétaro, México
El comité editorial agradece a los jurados que hicieron posible este volumen:
GRACIELA FAVELUKES
(Doctora en Filosofía y Letras de la Universidad
de Buenos Aires, Argentina)
Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas “Mario J.
Buschiazzo”, Buenos Aires, Argentina
Contenido/Content/Sumário
Editorial 10
“El que vende tierra, come tierra”: cambios y continuidades en las haciendas
de la cuenca del río Amaime, Valle del Cauca, Colombia, siglo XIX
“El que vende tierra come tierra”: Changes and Continuities in Estates in the Amaime River
Basin, Valle del Cauca, Colombia, 19th Century
“Quem vende terra come terra” : mudanças e continuidades nas fazendas da bacia
do rio Amaime, Valle del Cauca, Colômbia, século XIX
Martín Giraldo-Hoyos 13
Entre posible y lo deseable: los proyectos topográficos geodésicos de la Argentina (1912-
1950)
Between Possibility and Desire: Geodesic Topographic Projects in Argentina (1912-1950)
Entre possível e o desejável: os projetos topográficos geodésicos da Argentina
(1912-1950)
Malena Mazzitelli Mastricchio 35
Cartografía y nación en América Latina (siglos XIX y XX): una aproximación
a los casos de Argentina, México y Colombia
Cartography and Nation in Latin America (19th and 20th centuries): an approach
to the cases of Argentina, Mexico and Colombia
Cartografia e nação na América Latina (séculos XIX e XX): uma aproximação
para os casos de Argentina, México e Colombia
Yelitza Osorio Merchán, Juan David Delgado 49
Lo urbano y los espacios vacíos en la Amazonia como elementos en la producción de
cartografías nacionales de Colombia
The Concept of Urban and Empty Spaces in the Amazon as Elements to Produce National
Maps of Colombia
O urbano e os espaços vazios na Amazônia como elementos na produção de cartografias
nacionais da Colômbia
Jorge Mario Aponte-Motta 69
La ilusión de poblar. Territorios, narrativas y mapas del Orinoco y la Guayana
en la segunda mitad del siglo XVIII, los umbrales de una geografía humana del
porvenir
The Illusion of Populating. Territories, Narratives, and Maps of the Orinoco and
Guiana in the Second Half of the 18th Century, Thresholds of a Human Geography of
the Future.
A ilusão de povoar. Territórios, narrativas e mapas do Orinoco e da Guiana na
segunda metade do século XVIII, os limiares de uma geografia humana do porvir
Luis Manuel Cuevas Quintero 84
Paisajes liminares: la concepción de la naturaleza en los territorios fronterizos
Borderline Landscapes: The Conception of Nature in Border Territories
Paisagens limítrofes: A concepção da natureza nos territórios fronteiriços
Ana Elvira Cervera Molina 105
Cartografía social como recurso metodológico para el análisis patrimonial.
Experiencias de mapeo en Miramar (Córdoba, Argentina)
Social Cartography as a Methodological Resource for Heritage Analysis. Mapping
Experiences in Miramar (Córdoba, Argentina)
Mapeamento social como recurso metodológico para a análise do patrimônio.
Experiências de mapeamento em Miramar (Córdoba, Argentina)
Valeria Belén Martin Silva, Mariela Eleonora Zabala , Mariana Fabra 125
El territorio habitado. Parkour, motricidades y afectos en la ciudad de Quito
The Inhabited Territory. Parkour, Motor Skills, and Affections in Quito
O território habitado. Parkour, habilidades motoras e afetos na cidade de Quito
Dennis-Javier Vásconez-Vaca 149
Guía para autores
Guidelines for Authors
Diretrizes para autores 171
Editorial
¡Buena lectura!
Revista Perspectiva Geográfica 13
Vol. 24 N.º 2
julio - diciembre de 2019
pp. 13 - 34
Martín Giraldo-Hoyos3
Recepción:
20 de junio de 2019
Para citar este artículo: Giraldo Hoyos, M. (2019). “El que vende tierra, Evaluación:
come tierra”: cambios y continuidades en las haciendas de la cuenca 9 de septiembre de 2019
del río Amaime, Valle del Cauca, Colombia, siglo XIX.
Aprobación:
Perspectiva Geográfica, 24(2), 13-34. doi: 10.19053/01233769.10137
20 de septiembre de 2019
Resumen
Este artículo explora las dinámicas de tenencia de la tierra y uso del suelo de las
haciendas en el valle del río Cauca durante la segunda mitad del siglo XIX, con
base en casos ubicados en la cuenca del río Amaime, tributario del Cauca. Con la
1 Literally, “he who sells his land ends up eating dirt.” This local saying means that a person
who sells their estate is bound to a life of poverty.
2 Esta giria quer significar que uma pessoa que vende seu terreno vincula-se para uma vida de
pobreza
3 Historiador de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, con Maestría en His-
toria de Universidad de Saskatchewan, Canadá. Actualmente es estudiante de doctorado
en la Universidad de McGill, Canadá. Este artículo contiene un fragmento de la tesis de
maestría del autor, titulada Owning Land, Appropriating Nature. The Configuration of an Agri-
cultural Landscape in the Cauca River Valley, South Western Colombia, 1864-1901, elaborada en
el marco del proyecto de investigación internacional “Sustainable Farm Systems: long term
socioecological metabolism in western agriculture”. https://orcid.org/0000-0002-1977-5119.
[email protected].
14 Revista Perspectiva Geográfica
Martín Giraldo-Hoyos
Abstract
This article explores the dynamics of land tenure and use in the Cauca river valley
during the second half of the 19th century, focusing on estates in the Amaime river
basin —a tributary of the Cauca River—. In order to elaborate on the narrative about
the alleged productive and spatial stagnation of this region, spatial transformation
of certain estates are discussed, thus showing their systematic spatial and productive
mutation during the historical process of 19th-century liberalism. For this, various
documentary sources were searched, including correspondence, historical cartog-
raphy and notary documents. A historical geographic information system was used
to georeference notary data for the spatial analysis and visualization of land tenure
changes within the study period. From different track records, the cases of La Con-
cepción and La Torre estates prove that significant processes of productive reorienta-
tion and social diversification have taken place in the valley since the 1850s.
Resumo
O presente artigo explora as dinâmicas da posse da terra e uso do solo nas fazendas
no vale do Rio Cauca durante a segunda metade do século XIX, com base em casos
localizados na bacia do rio Amaime, afluente de Cauca. Com a intencionalidade
“El que vende tierra, come tierra”: cambios y continuidades en las haciendas de la cuenca del río Amaime, Valle del Cauca, Colombia, siglo XIX 15
Martín Giraldo-Hoyos
la tierra como fuente de prestigio por encima de ticas y homogéneas, las haciendas de esta parte del
la productividad. El fenómeno denominado como Valle sufrieron cambios estructurales que resultan
“tenencia de prestigio” sería uno de los ejes de significativos para explicar la transición socioeco-
análisis de la historiografía latinoamericana para lógica de la agricultura sufrida en la región durante
explicar las lógicas de la hacienda colonial a través el siglo XX (Marull, Delgadillo, Cattaneo, La Rota
del tiempo (Mörner, 1973, p. 193), así como para & Krausmann, 2018).
exponer las continuidades coloniales en el mundo
agrario como lastres de desigualdad social y atraso Este artículo explora las dinámicas históricas de
económico. tenencia de la tierra y uso del suelo en el valle del
río Cauca en la segunda mitad del siglo XIX, con
Evidente fuente de desigualdad territorial en la base en los casos de las haciendas La Concepción
historia de Latinoamérica, numerosos estudios han y La Torre en la cuenca del río Amaime. Desde la
demostrado que el monopolio de la tierra como perspectiva de la historia agraria y por medio de
fuente de prestigio social y poder político por parte un ejercicio con un sistema de información geo-
de élites terratenientes se ha perpetuado por medio gráfico histórico (SIG-H), esta investigación busca
de la ganadería y el uso del pastoreo como forma revisitar la interpretación tradicional sobre el es-
de expandir y retener el control sobre la tierra (Re- tatismo del régimen agrario en el Valle y explora
yes Posada, 1978; Guillén, 1979; Hecht, 1993). la sistemática mutación espacial y productiva de
No obstante, de acuerdo al historiador ambiental las haciendas en las riberas del Amaime al com-
Shawn Van Ausdal, estas lecturas de la ganadería pás de los procesos históricos experimentados en
como un medio más que como un fin han desdeña- la región durante el auge y el declive del libera-
do análisis rigurosos sobre las lógicas internas de lismo decimonónico. La configuración del paisaje
las haciendas ganaderas en la historia de Colombia agropecuario en el valle geográfico del siglo XIX
y desconocen problemáticas como la expansión fue resultado del encuentro entre diversos actores
de pastos y la deforestación (Van Ausdal, 2009a, atraídos por la disponibilidad de tierras fértiles,
p. 3). Entender las dinámicas sociales, económi- pero con variadas formas de apropiarse, de utilizar
cas y ambientales de las haciendas en el marco de y de transformar los privilegiados recursos natura-
sus respectivos contextos históricos y geográficos les de este valle.
permite abarcar los roles de los diferentes actores
involucrados en procesos agrarios con repercusio- En la segunda mitad del siglo XIX las tierras del
nes significativas en la actualidad. Siguiendo esta valle del río Cauca fueron objeto de un agitado
idea, la presente investigación busca cuestionar la mercado inmobiliario, cuando las haciendas seño-
noción de estancamiento productivo y espacial en riales, establecidas allí bajo los términos del orden
las haciendas del valle geográfico del río Cauca colonial, enfrentaron el impacto del reformismo
en la segunda mitad del siglo XIX, para lo cual liberal republicano. La independencia y las gue-
se analizan las dinámicas de transformación espa- rras civiles que le siguieron provocaron la desar-
cial en determinados sectores de la cuenca del río ticulación de los mercados mineros y los circuitos
Amaime, tributario del Cauca entre los actuales comerciales sobre los que se sostenía la economía
municipios de El Cerrito y Palmira. Lejos de está- regional con epicentro en Cali, y de los cuales de-
“El que vende tierra, come tierra”: cambios y continuidades en las haciendas de la cuenca del río Amaime, Valle del Cauca, Colombia, siglo XIX 17
pendía el mundo agropecuario de las planicies al cuencia, durante este periodo la apretada red de
otro lado del río Cauca (Colmenares, 1975; Escor- latifundios distribuidos a lo largo del valle geográ-
cia, 1982). Sin bases financieras para sostener sus fico sufrió la intensa presión de nuevos y viejos
vidas urbanas, las élites terratenientes y mineras actores en la región, unos con necesidades de sub-
volcaron sus expectativas sobre las haciendas pa- sistencia, pero sin capacidad adquisitiva, otros con
trimoniales, cuyas tierras podían ser libremente los medios e intereses productivos del liberalismo
comercializadas desde la extinción de los derechos decimonónico.
de mayorazgo proclamada en la Constitución de
1824. En su afán por promover el libre mercado de La perspectiva espacial ha sido cardinal en la his-
tierras, el usufructo de tierras “incultas” y atraer toriografía sobre la configuración histórica del Va-
inversión extranjera, las políticas liberales, ade- lle del Cauca. El particular devenir del sector agro-
más del mayorazgo, eliminaron la figura de res- pecuario en esta región ha inspirado numerosas
guardos indígenas en 1863 —restituida en 1890—, inquietudes científicas pertinentes para entender la
ejecutaron la desamortización de bienes eclesiás- consolidación del Valle como región independiente
ticos en 1861 y adjudicaron tierras baldías en di- del Gran Cauca, así como su trayecto hacia la for-
ferentes momentos. En consecuencia, empresarios mación del clúster agroindustrial y del monoculti-
nacionales y extranjeros pusieron su mirada sobre vo de caña de azúcar, con consecuencias sociales y
el valle geográfico, cuyas fértiles tierras ofrecían ambientales asociadas a tal monopolio productivo.
un gran potencial para empresas agropecuarias, Así, desde la década de 1950, historiadores y geó-
además de contar con una ubicación geográfica es- grafos han encontrado, en metodologías de análisis
tratégica dentro del circuito comercial del océano espacial y herramientas cartográficas, plataformas
Pacífico. útiles para estudiar las dinámicas socioeconómicas
(Colmenares, 1975; Valdivia Rojas, 1992; Almario
Adicionalmente, las dinámicas de colonización García, 2013), agrarias (Crist, 1952; Mejía Parado,
interna desde el siglo XVIII se acentuaron en las 1993; Llanos Vargas, 1979), y ambientales (Velas-
cordilleras Central y Occidental para mediados del co Arizabaleta, 1982; Motta González & Perafán
siglo XIX (LeGrand, 1988). En el Valle, la abo- Cabrera, 2012; Perafán Cabrera, 2012; Delgadillo
lición de la esclavitud en 1851 permitió a nume- Vargas, 2014) de este proceso histórico.
rosas familias previamente vinculadas al circuito
existente entre haciendas esclavistas y minas en la Aunque el dominio de enfoques espaciales para
costa pacífica establecer comunidades en espacios explicar procesos históricos no es excepcional en
marginados por el orden territorial colonial como el contexto colombiano (Montañez Gómez, 1999),
selvas, piedemontes, zonas inundables y cruces de en el que historia y geografía han operado en
caminos (Mina, 1975; Mejía Parado, 1993). A las constante diálogo, en el Valle este patrón resulta
comunidades afrodescendientes se sumaron tam- especialmente evidente. No es coincidencia que
bién campesinos que desde la región antioqueña en 1979 hayan nombrado Historia y Espacio a la
buscaron opciones de asentamiento, principal- revista de historia de la Universidad del Valle, en
mente al norte de la zona plana y en piedemontes parte por la influencia del geógrafo Luis Valdivia
circundantes (Almario García, 2013). En conse- Rojas. Desde la década de 1970, Valdivia llevó a
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cabo ejercicios pioneros de análisis espacial sobre sente artículo se enfoca en las historias de hacen-
procesos históricos en Colombia y el Valle, que in- dados tradicionales y pequeños propietarios. Como
cluyen análisis de cartografía histórica, georrefe- producto de la espacialización de datos notariales,
renciación de datos demográficos del siglo XIX y se evidenciaron tres sectores en la cuenca baja de
rigurosos estudios espaciales de procesos sociales Amaime, cada uno de los cuales sirvió de escena-
y económicos (Valdivia Rojas, 1979; 1980; 1984; rio para dinámicas inmobiliarias, productivas y de
1992). Inspirado por el legado de este autor y en la poblamiento representativas de procesos más am-
línea espacial de la historiografía vallecaucana, la plios experimentados por cada uno de los grupos
investigación de la que a continuación se presen- sociales previamente distinguidos. Ubicado entre
ta un fragmento se llevó a cabo haciendo uso de las cordilleras andinas Central y Occidental, al su-
metodologías SIG desde una perspectiva histórica. roccidente de Colombia, el valle geográfico del río
Cauca comprende aproximadamente 440.000 hec-
Sin limitarse al uso de herramientas cartográficas táreas de planicies de suelos aluviales y volcánicos
para la visualización y la contextualización de in- a una altura promedio de 800 m s. n. m.5. El río
vestigaciones históricas, el SIG-H propone meto- Cauca fluye adyacente a las faldas de la cordillera
dologías para espacializar y analizar datos de di- Occidental que lo separa del litoral pacífico y deja
versa naturaleza —textuales, cuantitativos, orales, un área considerable de zona plana en su margen
etc.— en el marco de investigaciones históricas oriental. Entre sus tributarios más importantes des-
(Knowles, 2002). En este caso, por medio de un taca el río Amaime, que separa las jurisdicciones
ejercicio de georreferenciación de la información municipales de El Cerrito, al norte, y Palmira, al
espacial contenida en documentos notariales y ma- sur (Figura 1).
pas de época, se reconstruyeron dinámicas espa-
ciales de la tenencia de la tierra en la cuenca baja
del río Amaime en la segunda mitad siglo XIX. 2. Tradición e innovación
Esta articulación entre investigación archivística y ganadera en la hacienda La
SIG-H permite visualizar las vibrantes dinámicas
de fragmentación experimentadas por las hacien- Concepción de Amaime
das señoriales en el área de estudio.
Cuando de referirse a su patrimonio rural se trata,
Con el propósito de analizar las diferencias y los un dicho ha acompañado a la familia Molina Cabal
encuentros entre los diversos grupos sociales que durante generaciones: “el que vende tierra, come
confluyeron en este contexto agrario, se estableció tierra”. Esta expresión manifiesta la posición his-
tórica de un grupo social particular en el contexto
una distinción espacial entre tres actores: hacen-
de las dinámicas de tenencia de la tierra en el valle
dados tradicionales, hacendados empresarios y pe-
queños propietarios campesinos. El planteamiento
de tal distinción fue resultado del análisis compa- 5 El departamento del Valle del Cauca fue creado en 1910,
por lo cual, para evitar anacronismos, acá nos referimos
rativo de diferentes unidades agrícolas en relación al valle geográfico del río Cauca como unidad paisajística
con las trayectorias e intereses productivos de sus limitada a la zona plana que actualmente se circunscribe
dentro de las jurisdicciones, de sur a norte, de los departa-
propietarios. Para el objetivo acá propuesto, el pre- mentos del Cauca, Valle del Cauca y Risaralda.
“El que vende tierra, come tierra”: cambios y continuidades en las haciendas de la cuenca del río Amaime, Valle del Cauca, Colombia, siglo XIX 19
FIGURA 1.
Localización de la cuenca del río Amaime y mapa base de la ventana de estudio.
Fuente: Elaboración propia.
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geográfico del río Cauca. En respuesta a las con- cuenca de Amaime, las fincas que aparecen entrado
diciones sociales, políticas y económicas instaura- el siglo XIX en terrenos de la antigua El Alisal son,
das desde el periodo liberal de mediados del siglo de oriente a occidente: El Paraíso, Pie de Chinche,
XIX, muchas familias terratenientes del Valle se La Providencia, La Concepción de Amaime, una
vieron obligadas a replantear su relación con la versión disminuida de El Alisal y El Trejo. Debido
tierra. Si su intención era salvaguardar su patrimo- a su ubicación exclusiva en zona plana, su lejanía
nio rural amenazado por las presiones del agitado de zonas inundables y un amplio acceso a las aguas
mercado inmobiliario, estas familias tenían que del Amaime, las haciendas La Concepción y El Ali-
habitar y administrar in situ las haciendas hereda- sal destacan como las propiedades más privilegia-
das desde tiempos coloniales. Al modificar su for- das de este grupo. Las áreas que se muestran en la
ma de relacionarse con la tierra y la naturaleza de Figura 2 se estimaron a partir de variadas escrituras
esta parte del Valle, muchas familias transforma- de testamentos, permutas y compraventas en las
ron la posición social de terratenientes ausentistas, notarías de Cali y Buga y en el archivo privado de
propia de sus antepasados, por la de ganaderos y la familia Molina.
agricultores. No obstante, esta no fue la decisión
Para mediados de siglo, La Concepción de Amaime
de todos los miembros de familias latifundistas.
pertenecía a José María Molina y Bárbara Cabal.
Fueron numerosos los herederos y herederas que
En la década de 1840, la pareja amplió el tamaño
optaron por vender sus porciones de tierra para fi-
de la hacienda, primero comprando un terreno de
nanciar negocios y su subsistencia en las ciudades.
cacaotal en 1845, y después adquiriendo el lote de-
La fragmentación de haciendas abrió las puertas
nominado El Guaval, al otro lado del río Amaime,
para que nuevos y viejos actores en la región acce-
en 1846 (Compraventa de tierras entre Dolores Ca-
dieran a segmentos de estas fértiles tierras.
bal y José María Molina, 1845, Archivo Privado de
Las tierras al norte del río Amaime fueron nicho la Familia Molina [APFM], Cali; Compraventa de
para algunas de las haciendas señoriales más po- tierras entre Braulio González y José María Mo-
derosas de la región. Una de ellas fue la hacienda lina, 1846, APFM, Cali). Bárbara Cabal murió en
El Alisal, propiedad de la influyente familia Cabal Buga el mismo año de esta última adquisición y, en
Barona, de Buga. Hacia el siglo XVII, El Alisal tanto titular de la heredad, su testamento revela la
llegó ocupar un área significativa de la zona pla- particular riqueza y uso agrícola de la hacienda (Ta-
na en la margen oriental del río Cauca, entre las bla 1). Divididos en cuatro lotes, los derechos de
actuales jurisdicciones de Palmira y Buga, princi- tierras de La Concepción representaban el 28% del
palmente dedicada al pastoreo alrededor de lujo- valor total de la hacienda, seguidos del 24%, que
sas casas de hacienda, capillas y trapiches con sus significaban 1.036 cabezas de ganado, incluyendo
respectivos parches de caña de azúcar (Colmena- bueyes, caballos y mulas, y el 14%, por 30 escla-
res, 1975, p. 149). Con el tiempo, en la medida en vos, cuya liberación era inminente a tan solo cinco
que la familia Cabal se ramificaba por herencias años de la abolición en el país. En menor escala,
y matrimonios, desde el siglo XVIII la hacienda los cultivos equivalían al 14%, donde se destacan
El Alisal fue subdividida sistemáticamente en nu- 8.000 árboles de cacao en buenas condiciones, por
merosas haciendas de mediano tamaño. Solo en la encima de escasas 6 “suertes” de caña de azúcar,
“El que vende tierra, come tierra”: cambios y continuidades en las haciendas de la cuenca del río Amaime, Valle del Cauca, Colombia, siglo XIX 21
FIGURA 2.
Ubicación y linderos de las haciendas El Alisal y La Concepción de Amaime,
segunda mitad del siglo XIX.
Fuente: Elaboración propia.
algunas matas de plátano y árboles frutales (Testa- 900 pesos en 1863, mientras que la plantación de
mento de Bárbara Cabal, 1845, APFM, Cali). Pese cacao disminuyó en un 42% su precio. Este vira-
a la presencia de un trapiche de considerables pro- je productivo se vio respaldado por importantes
porciones y mano de obra esclava significativa, inversiones de infraestructura en el trapiche, que
La Concepción de 1845 no privilegió el cultivo de pasó de avaluarse de 500 a 1.400 pesos, a las que
caña de azúcar. se suman nuevas herramientas y espacios para
Tras su muerte en 1863, las propiedades de José procesar el cacao. Sin embargo, el sector de la
María Molina fueron distribuidas en partes igua- hacienda que más atención recibió por parte de
les entre sus cuatro descendientes: María Josefi- Molina fue el ganadero. Además del aumento en
na, Bernardino, Enrique y Adelaida Molina Ca- el precio de las cabezas de ganado de 9.084 pesos
bal. Su testamento evidencia importantes mejoras en 1845 a 14.115 pesos en 1863, Molina, al igual
a la hacienda con respecto a la situación en 1845 que muchos otros terratenientes de la zona, invir-
(Tabla 1). Durante estos años, José María invir- tió en pastos africanos, particularmente en pastos
tió significativamente en los cultivos de caña de Guinea (Megathyrus maximus) (Testamento de
azúcar, cuyo avalúo pasó de 180 pesos en 1845 a José María Molina, 1863, AHB, Buga). Los pas-
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tos Guinea, junto con los pastos Pará (Brachiara incentivar la eficiencia del engorde de ganado,
mutica), tuvieron gran acogida entre los ganade- aunque también para consolidar la apertura de
ros colombianos durante la segunda mitad del si- potreros y aumentar el precio de las tierras (Van
glo XIX, convirtiéndose en insumo crucial para Ausdal, 2009b).
1845 1863
Cercas 120
Huerta 50
Árboles frutales 20
Fuente: elaboración propia con base en el Testamento de Bárbara Cabal, junio 17 de 1845, APFM, y el Tes-
tamento de José María Molina, agosto 1º de 1863, Archivo Histórico de Buga (AHB).
“El que vende tierra, come tierra”: cambios y continuidades en las haciendas de la cuenca del río Amaime, Valle del Cauca, Colombia, siglo XIX 23
Durante los 18 años posteriores a la muerte de su hacienda por 10.000 pesos, pues, en su juicio, “no
esposa, José María Molina enfocó su atención en les es, en manera alguna útil y conveniente admi-
administrar y mejorar el funcionamiento de la ha- nistrar los proindivisos” (Compraventa de tierras
cienda, para lo cual debió sobrellevar la transición entre María Josefina, Bernandino y Enrique Moli-
de la forma de trabajo esclavista a la asalariada . 6 na, 1863, APFM, Cali). En paralelo, los hermanos
La Tabla 1 detalla la dinámica de cambio en el también le hicieron una oferta conjunta a Adelai-
avalúo de la hacienda La Concepción entre estos da, a quien otorgaron los derechos de la casa de su
dos momentos, aunque se evidencia que para 1863 difunto padre en Buga más 1.200 pesos, pues “los
Molina había vendido una parte de las tierras de otorgantes tienen otras fincas y les conviene admi-
las cuales no contamos con registro alguno. En el nistrar proindiviso esa parte de herencia” (Com-
intervalo, Molina y sus hijos pasaron a habitar la praventa de tierras entre Adelaida, Bernandino y
hacienda, desde donde pudieron administrar sus Enrique Molina, 1863, APFM, Cali). Como en nu-
actividades agropecuarias. En paralelo, los anti- merosos casos rastreables en las notarías, las hijas
guos esclavos de la hacienda probablemente pasa- de familias terratenientes solían ser las primeras en
ron a poblar el caserío de El Placer, ubicado en el vender sus derechos de tierras heredados, en mu-
encuentro de caminos que, cruzando el río Amai- chos casos para sostener vidas urbanas.
me, comunican a Palmira con El Cerrito (Figura
3). La forma de vida de propietarios ausentistas A lo largo de las siguientes décadas, los herma-
en la familia Molina Cabal había quedado en el nos Molina Cabal continuaron administrando la
pasado, así como las relaciones laborales esclavis- hacienda sin indicio alguno de arriendos o sub-
tas en que se basaba este sistema de tenencia de divisiones. Como primogénito, a Bernardino le
la tierra. correspondió la casa de la hacienda, el trapiche
y los terrenos circundantes, mientras que Enrique
Siguiendo el legado de su padre, los hermanos En- quedó a cargo de la sección norte de la propiedad,
rique y Bernardino Molina Cabal se radicaron en llamada El Albión (Figura 3). No obstante, en la
la casa de campo heredada en 1863 y continuaron práctica parece que los dos hermanos manejaron
las actividades agropecuarias, con principal ahínco conjuntamente la operación de La Concepción,
en la ganadería. En contraste, sus hermanas María de acuerdo con indicios en la libreta de cuentas
Josefina y Adelaida eligieron mantener sus vidas cotidianas de Enrique Molina (Libreta de Enrique
en la ciudad, para lo cual negociaron rápidamente Molina, 1876-1887, APFM, Cali). Hacia el costa-
sus partes de la hacienda. El mismo año de 1863, do oriental, la sección llamada El Placer continuó
María Josefina y su esposo Rafael Rebolledo ven- bajo título de la familia Molina, como se puede
dieron a Enrique y Bernardino su fracción de la entrever en menciones esporádicas dentro de la
documentación, sin embargo, en cierto momento
6 Aunque desafortunadamente no contamos con fuentes
para analizar en detalle esta dimensión, se puede decir
estas tierras pasarían a ser tituladas a pequeños
que esta transición laboral estuvo asociada al trabajo agrí- propietarios asociados a las dinámicas comercia-
cola dentro de las haciendas en forma de peonaje (Mejía
Parado, 1993). les en este cruce de caminos.
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FIGURA 3.
Distribución de las tierras dentro de la hacienda La Concepción de Amaime, 1890.
Fuente: Elaboración propia.
Los documentos del archivo privado de la familia pantanos y zanjones cenagosos, e incluso de cruzar
Molina permiten evidenciar el eminente uso gana- las accidentadas cordilleras hacia el océano o ha-
dero que se le dio a las tierras de la hacienda La cia el interior. Las mulas de Molina variaban sus
Concepción. Las libretas personales de Enrique precios entre 16 y 40 pesos cada una, dependien-
Molina hablan de un constante movimiento de ani- do de su uso. En promedio, entre 1878 y 1886 sus
males, principalmente caballos y mulas para venta cuentas registran al rededor de 280 caballos y 120
y alquiler. La demanda de animales de tracción y mulas por año (Libreta de Enrique Molina, 1876-
de carga en el Valle era constante, bien fuera como 1887, APFM, Cali).
fuentes de energía para mover los trapiches artesa-
nales o como medios para transportar mercancías Bernardino Molina solo tuvo una hija, por eso
y alimentos dentro y fuera de la región. Dadas las cuando cayó gravemente enfermo, en 1892, él y
condiciones geográficas a que se enfrentaban estos su hermano Enrique decidieron hacer un contra-
animales, los comerciantes exigían mulas y caba- to para redistribuir sus títulos y proteger a futuro
llos de carga de alta calidad, capaces de franquear la integridad de la hacienda La Concepción (Per-
“El que vende tierra, come tierra”: cambios y continuidades en las haciendas de la cuenca del río Amaime, Valle del Cauca, Colombia, siglo XIX 25
muta entre Bernardino y Enrique Molina, 1892, ordeño en 1922 (Juicio de sucesión de los bienes
APFM, Cali). Así, El Albión quedó a nombre de Enrique Molina, 1922, APFM, Cali). Con la
Bernardino, mientras que la parte sur de la ha- consolidación del Valle del Cauca como enclave
cienda, de mayor valor y extensión, pasó a manos agroindustrial a partir de la década de 1950, la
de Enrique y, eventualmente, de sus tres hijos y presión sobre las tierras de La Concepción cambió
sus dos hijas. Por medio de esta transacción, los de contexto y de características, particularmente
hermanos Molina buscaron proteger los terrenos desde la fundación del ingenio Providencia, colin-
de su hacienda patrimonial para la siguiente ge- dante por su costado noroccidental. Los actuales
neración, dadas las condiciones del mercado de descendientes de la familia Molina aún repiten “el
tierras en situaciones de sucesión, cuando las tie- que vende tierra, come tierra” cuando les pregun-
rras pasaban a ser un bien comercializable acor- tan por la permanencia de su patrimonio familiar a
de a los intereses individuales de los hermanos. orillas del río Amaime.
Incluso tras la muerte de su hermano mayor en
1893, Enrique continuó con su mirada puesta en
los negocios ganaderos de El Albión donde, de 3. Fragmentación y poblamiento
acuerdo con un inventario elaborado por sus pro-
campesino en el área de La
pias manos en 1894, se contabilizan 1.034 cabe-
zas de ganado pastando en 548 hectáreas, bue- Torre
na parte de ellas sembradas con pastos Guinea y
Desde La Concepción, cruzando el río Amaime
Pará, además de 20 suertes de caña (Cuentas de la
y siguiendo corriente abajo hacia su desemboca-
hacienda El Albión, 1894, APFM, Cali).
dura en el río Cauca, se encuentran las tierras co-
En 1897 murió Enrique Molina y La Concepción nocidas como La Torre, actual corregimiento de
pasó a manos de sus hijos, quienes, perpetuando la Rozo. En la medida en que los humedales al re-
tradición familiar, mantuvieron la producción ga- dedor del Cauca se estrechaban hacia las desem-
nadera de la hacienda, mientras sus hijas se asen- bocaduras de Amaime y El Cerrito, las opciones
taron en la ciudad de Cali. Esta nueva generación para cruzar a la banda occidental se facilitaban
se encargaría de introducir ganado lechero a la considerablemente, haciendo de esta una zona
hacienda, actividad emergente en la región desde ideal para el comercio regional. El paso de La To-
principios del siglo XX gracias a la introducción rre fue uno de los puntos históricos de conexión
de razas cebú y Holstein en la hacienda La Manue- entre las dos bandas del río Cauca (Banderas,
lita, colindante de La Concepción, de acuerdo con 1944), y también como área de cruce de cami-
la narrativa de Phanor Eder sobre el papel pionero nos entre Palmira, El Cerrito y Buga. En el siglo
de su padre, Santiago, fundador del ingenio Ma- XIX, tales condiciones geográficas atrajeron la
nuelita (Eder, 1981, p. 467). Este viraje productivo atención de múltiples actores vinculados al co-
hacia la actividad lechera mostró ser rentable en mercio, pero también de agricultores sin mayores
décadas siguientes. Prueba de ello fue la decisión opciones de adquirir tierras en el apretado mosai-
de los descendientes Molina de transformar el an- co de haciendas del Valle. La Torre fue escenario
tiguo trapiche de la hacienda en una instalación de predilecto del agitado mercado inmobiliario en la
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jurisdicción de Palmira a causa del contraste en- allí ubicadas representa un panorama muy dife-
tre crecimiento demográfico y desigualdad en el rente al previamente explorado al norte del río
acceso a la tierra; la trayectoria de las haciendas Amaime.
FIGURA 4.
Cantidad de población
agregada por cantones entre
1843 y 1912.
Fuente: Elaboración propia
con base en datos de Gobierno
Nacional de Colombia (1912,
p. 49); Mejía Parado (1993,
pp. 120-121 y 125-126);
y Valdivia Rojas (1980, pp.
108-109).
La ola de colonización interna en el valle geográ- Como efecto de este crecimiento demográfico,
fico del Cauca durante el siglo XIX siguió dinámi- los asentamientos en la zona plana del Valle ad-
cas particulares con respecto a los procesos con- quirieron sistemáticamente el estatus de cantones,
temporáneos en la región antioqueña. Si bien hubo pueblos, municipios o corregimientos. En el área
presencia de migración de campesinos blancos y entre Buga y Santander de Quilichao emergieron
mestizos de otras regiones hacia el Valle, princi- los pueblos de Palmira en 1824, Candelaria, El Ce-
palmente en la parte norte, el proceso de coloniza- rrito y Florida en 1864, Pradera en 1870 y Miran-
ción en la zona plana estuvo protagonizado por la da en 1899 (Banderas, 1944). Aunque con algunos
población afrocolombiana previamente asociada precedentes en querellas de tiempos coloniales,
al mercado esclavista (Almario García, 2013; Va- la formación de estos municipios tuvo lugar en el
lencia Llano, 2016). Este proceso de poblamiento marco del federalismo liberal y la emergencia de
había empezado desde el siglo XVIII, pero la abo- procesos de representación local bajo el control de
lición de la esclavitud en 1851 provocó su acelera- autoridades civiles y terratenientes (Mejía Parado,
ción, tal como lo muestran las cifras demográficas 1993, p. 118). En los sectores periféricos al sur de
proporcionadas por Luis Valdivia y Oscar Alma- Palmira, incluso se evidencia la donación de tie-
rio. De 92.901 habitantes en el Valle para 1843, se rras por parte de terratenientes para la concentra-
pasó a 169.385 en 1870, que se estima llegaron a ción urbana de la población campesina, evitando
ser, en 1890, al rededor de 200.000; Cali y Palmira así su libre movimiento por tierras de las hacien-
fueron los epicentros de mayor densidad pobla- das y facilitando su vinculación laboral en forma
cional (Figura 4) (Almario García, 2013; Valdivia de peonaje (Almario García, 2013, p. 67). El acen-
Rojas, 1980). tuado crecimiento en el cantón de Palmira (Figu-
“El que vende tierra, come tierra”: cambios y continuidades en las haciendas de la cuenca del río Amaime, Valle del Cauca, Colombia, siglo XIX 27
ra 4) estuvo vinculado al floreciente mercado del sas de la fragmentación de una hacienda. Antes de
tabaco, cultivado por pequeños productores, por lo la fundación de Palmira, este sector hacía parte
general, arrendatarios en tierras de haciendas (Val- de la poderosa hacienda Llanogrande, asociada a
divia Rojas, 1992, p. 42), y comercializado nacio- la familia Cobo desde el siglo XVII, después fue
nal e internacionalmente por empresarios locales y adquirida por la Compañía de Jesús, a la que le
extranjeros (Giraldo Hoyos, 2018, p. 107). Descri- fue expropiada en el siglo XVIII, para pasar a ser
ta por el catedrático vallecaucano Luciano Rivera rematada entre terratenientes de la región. Para la
y Garrido (1886), Palmira “es la menos antigua de segunda mitad del XIX, todavía encontramos a una
las poblaciones principales del Estado del Cauca, descendiente de esta familia como propietaria de
y al propio tiempo una de las que han progresado una parte de este antiguo latifundio: Carmen Cobo
más rápidamente, debido al espíritu industrioso de y su esposo José Vásquez Córdoba poseían los de-
sus hijos, que en oportunidad supieron aprovechar rechos de tierras de la hacienda La Torre. La poca
la feracidad del suelo, adecuado, sobre todo, para información que tenemos sobre esta familia y su
el cultivo del tabaco” (p. 55). hacienda viene de cuantiosas transacciones de tie-
rras efectuadas en las notarías de Cali, ciudad de
Como consecuencia de la explosión demográfica residencia de la familia Vásquez Cobo, desde la
en Palmira, el sector de La Torre experimentó una década de 1870, las cuales están georreferenciadas
diversificación de pequeños propietarios a expen- en la Figura 5.
FIGURA 5.
Distribución estimada de tierras en el sector de La Torre, con distinción de transacciones antes y después de 1891.
Fuente: Elaboración propia.
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En diciembre de 1891 muere en Cali José Vásquez Antigua hacienda La Ovejera, 1883, AHC, Notaría
Córdoba, pocos años después de su esposa Car- Segunda, Cali). Al sur, los terrenos de La Torre (en
men, y es entonces cuando sus herederos deciden verde en el mapa) se extendían de norte a sur en-
fragmentar y vender por lotes la antigua hacienda tre la acequia Guaguya y el zanjón de Rozo, y de
La Torre, la cual pasa a ser considerada como terre- oriente a occidente entre el río Cauca y el proindi-
no proindiviso. Producto del escenario de tenencia viso de Hacienda Real. Los polígonos achurados
de la tierra en el Valle, la figura de proindivisos o simbolizan aquellos lotes vendidos por los des-
indivisos fue común en la región, entendidos estos cendientes de la familia Vásquez Cobo después de
como remanentes de antiguas haciendas que, tras 1891, año de muerte del patriarca. La mayoría de
procesos de loteo, ofrecieron oportunidades de ac- estas propiedades, mayoritariamente colindantes
ceso a la tierra a nuevos propietarios con variados con caminos, escasamente superaban las 120 hec-
poderes adquisitivos (Gutiérrez R., 1981; Ramírez, táreas, con un promedio de valor de 47 pesos por
1984). Desde décadas anteriores, Vásquez Córdo- hectárea. Entre los compradores de estos lotes no
ba ya había vendido una porción importante de la sobresalen apellidos prestigiosos y muchos de ellos
parte sur de La Torre a Joaquín de Caicedo y Cai- se declaraban residentes de diferentes pueblos (en
cedo, quien, a su vez, vendió primero 576 hectá- los casos en que se daba esta información): diez
reas por 9.000 pesos a José María Tejada (Contra- eran vecinos de Palmira, cinco de Cali, cuatro de
to de compraventa entre Caicedo y Tejada, 1880, Yumbo y dos de Vijes.
Archivo Histórico de Cali [AHC], Notaría Prime-
Información parcial sobre usos del suelo en los
ra, Cali), y en 1880, otro lote al general Tomás
documentos notariales evidencian el predominio
Rengifo por 16.000 (Contrato de compraventa
de pastos para ganado en La Torre para finales del
entre Caicedo y Rengifo, 1875, AHC, Notaría Pri-
siglo XIX, aunque también hay menciones de cul-
mera, Cali) (Figura 5). La presencia de miembros
tivos de cacao, plátano y maíz. La presencia de pe-
influyentes en La Torre, entre los cuales sobresale
queños cultivos de subsistencia y comerciales tie-
el general liberal y exgobernador de la Provincia
ne sentido dentro de la limitada escala de los lotes
de Antioquia, Tomás Rengifo, nos permite hablar
identificados, revelando así una dinámica agrope-
de la diversidad de actores que confluyeron en esta
cuaria asociada al caserío de Rozo y al crecimiento
locación, pues después de 1891 otros serían los
poblacional de actores campesinos en la zona. Si
compradores predilectos en este proindiviso.
bien la presencia de un pequeño núcleo poblacio-
La Figura 5 representa la distribución aproximada nal de comunidades afrodescendientes en el pun-
de tierras en La Torre para finales del siglo XIX to de Rozo se remonta a épocas anteriores (Crist,
con base en datos notariales extraídos principal- 1952, p. 28; Arévalo, Ruan & Sandoval, 1959), la
mente de las notarías primera y segunda de Cali. evidencia notarial nos permite pensar que es hasta
En la esquina nororiental, entre la acequia Guagu- la desintegración de la antigua hacienda La Torre
ya y el río Amaime, se ubicaba la antigua hacienda que estos actores tuvieron acceso legal a las tierras
La Ovejera (en amarillo en el mapa), la cual, de al rededor de los caminos. Este proceso agrícola
acuerdo con un mapa de agrimensura elaborado en y de poblamiento continuaría durante el siglo XX
1883, fue dividida en siete secciones (Plano de la hasta la formación del corregimiento de Rozo den-
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que replantear sus dinámicas productivas para so- de investigación. En este caso, nos permitió anali-
brevivir a los cambios históricos desatados por el zar en pequeña escala casos particulares dentro de
liberalismo decimonónico. La versión de Crist del procesos históricos generalmente obnubilados por
sistema de la hacienda vallecaucana como “una ca- generalizaciones. Los archivos notariales ofrecen
misa de fuerza que llevó a una aguda situación de cuantiosa información espacial con gran potencial
artritis social y anemia económica” (Crist, 1952, de ser georreferenciada, sin embargo, tal esfuerzo
p. 26) cobra sentido cuando entendemos que sus requiere de un manejo documental apropiado para
ideales de uso de la naturaleza estaban enfocados estas fuentes, por lo general dispersas y sin catalo-
hacia el progreso económico, sin tener en cuenta
gación. Una sistematización y georreferenciación
los límites ambientales y las formas agropecuarias
completa de documentos notariales podría contri-
adaptadas a estas condiciones.
buir a reconstruir registros catastrales históricos en
La articulación de fuentes documentales y herra- regiones de Colombia que, por circunstancias pro-
mientas digitales de análisis espacial brinda valio- pias del conflicto armado desde mediados del siglo
sas oportunidades para revisitar viejos paradigmas XX, nunca se llevaron a cabo.
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Vol. 24 N.º 2
julio - diciembre de 2019
pp. 35 - 48
Recepción:
15 de octubre de 2018
Para citar este artículo: Mazzitelli Mastricchio, M. (2019). Entre posible Evaluación:
y lo deseable: los proyectos topográficos geodésicos de la Argentina 9 de mayo de 2019
(1912-1950). Perspectiva Geográfica, 24(2), 35-48.
Aprobación:
doi: 10.19053/01233769.8494
29 de mayo de 2019
Resumen
Desde 1912, el Instituto Geográfico Militar (IGM) propuso un plan cartográfico na-
cional que implicaba mediciones geodésicas, tanto de tipo altimétrico como para la
medición de las coordenadas geográficas. El proyecto se consideraba superador
respecto de otra clase de mediciones existentes. Sin embargo, el plan del IGM fue
muy ambicioso y, a pesar de haber sido readaptado en varias oportunidades, hubo
que esperar hasta fines de la década de 1940 para cumplir con los propósitos. El ob-
jetivo de este trabajo es reconstruir las prácticas desplegadas por la institución para
desarrollar dicho plan. Para ello, se usaron las publicaciones realizadas por el IGM en
el momento en que se presentaron los planes cartográficos. El análisis permitió concluir
que los proyectos superaban no solo las expectativas, sino también las posibilidades
técnicas con las que contaba el país para realizar esa clase de mediciones.
Abstract
In 1912, the Military Geographical Institute (IGM) proposed a national cartographic
plan that involved geodesic measurements, both of an altimetric type and for geo-
graphical coordinates. The project was considered to be superior in relation to other
classes of existing measurements. Still, the IGM plan was overly ambitious and, de-
spite having been re-adapted several times, it was necessary to wait until the end of
the 1940s to fulfill its purposes. The objective of this paper is to reconstruct the prac-
tices followed by the institution in developing such plan. To this end, IGM documents
released upon introduction of the cartographic plans were used. It is concluded that
the projects exceeded not only the expectations, but also the technical possibilities
that the country had to take these measurements.
Resumo
Desde 1912, o Instituto Geográfico Militar (IGM) propõe um plano cartográfico na-
cional que envolve medições geodésicas, tanto do tipo altimétrico quanto para a
medição das coordenadas geográficas. O projeto considerava-se superador respeito
de outra classe de medições existentes. No entanto, o plano do IGM foi muito am-
bicioso e, apesar de ter sido readaptado em várias ocasiões, era necessário esperar
até o final da década de 1940 para cumprir os objetivos. O propósito deste trabalho
é reconstruir as práticas empregadas pela instituição para desenvolver o referido
plano. Para isso, foram utilizadas as publicações feitas pelo IGM no momento da
apresentação dos planos cartográficos. A análise permitiu concluir que os projetos
excederam não somente as expectativas, mas também as possibilidades técnicas com
as quais o país teve para realizar esse tipo de medições.
coordenadas que fueron calculadas con un mismo Es sabido que, desde mediados del siglo XIX, gran
datum pueden ser relacionadas entre sí (Figura 1). parte de los Estados modernos occidentales ha-
bían cartografiado o, cuanto menos, planificaban
cartografiar sus territorios bajo el método de estas
modernas técnicas (Nadal y Urteaga, 1990; Ruiz y
Ruiz, 2000; Thrower, 2002). Los desarrollos de las
técnicas aplicadas a la cartografía, a la geodesia y
a la topografía estaban suficientemente avanzados
en los países europeos y en Estados Unidos, y per-
mitía plantear cuestiones tales como la medición
de la gravedad, la trigonometría, la elección del
geoide, las mediciones de arcos de meridiano, la
FIGURA 1. adopción del sistema métrico y un único meridia-
Esquema de geoide y elipsoide: la altura ortométrica o no de referencia.
topográfica está representada en la H; la altura al elipsoide
se representa con la h; la letra N es la atura geoidal, de
En este contexto científico, los profesionales y téc-
modo que h = H + N.
Fuente: Elaboración propia. nicos argentinos de la mensura buscaron construir
una cartografía geodésica para el territorio nacio-
Con relación a las alturas existen, al menos, dos ti- nal ya que, si querían ser partícipes de las discu-
pos: la altura ortométrica y la elipsoidal. La prime- siones internacionales, debían presentar proyectos
ra es la distancia que existe desde la superficie de de relevamiento territorial acordes a las exigencias
la Tierra al geoide (identificada con la letra H); esta técnico-científicas de la época, aunque en muchos
es conocida como la altura topográfica. La segun- casos las instituciones no contaran con el capital
da, la altura elipsoidal, es la distancia que existe financiero ni humano necesarios para cumplir en
desde la superficie de la Tierra al elipsoide (identi- tiempo y forma los objetivos propuestos.
ficada con la letra h) (Figura 1). Como entre ellas
existen diferencias (relacionadas con la gravedad),
es necesario realizar las correcciones: h = H + N, 3. Red geodésica horizontal
3
siendo N la distancia entre elipsoide y geoide .
En la Argentina, a principios del siglo XX, se con-
3 Uno de los cálculos necesarios para elegir un elipsoide
taba con algunas mediciones trigonométricas rea-
adecuado al geoide es la desviación de la vertical. Las dos
características más importantes del geoide son: en primer lizadas de forma aislada por el Instituto Geográfi-
lugar, que el potencial gravimétrico sea el mismo en todas
sus partes, y en segundo lugar, que la dirección de la grave- co Militar. El objetivo de estas mediciones era para
dad sea siempre perpendicular al geoide. Pero como la su-
perficie del elipsoide es regular y la del geoide es irregular, dotar de puntos conocidos a algunas planchetas4,
en la intersección de ambas superficies se forma un ángulo,
denominado desviacin de la vertical del punto. Esta desvia-
ción es causada por el excedente de las masas montañosas montañosas y por debajo en los océanos (Caire Lomelí,
y la diferencia con las masas oceánicas. La dirección de la 2002, p. 21).
plomada es atraída por la masa montañosa con respecto al 4 La plancheta es un instrumento topográfico que permite ir
elipsoide; de forma contraria, la deficiencia de masa en el dibujando el mapa en el campo mismo, y está compuesto
océano empuja la dirección de la plomada, por lo tanto, por un trípode que sostiene una base donde se realiza el
su dirección es siempre perpendicular al geoide. El geoide dibujo. La base tiene movimientos, de tal manera que per-
queda, de esta manera, por encima del elipsoide en zonas mite dirigir visuales a diferentes puntos. Esta metodología
Entre posible y lo deseable: los proyectos topográficos geodésicos de la Argentina (1912-1950) 39
pero no alcanzaban a constituir una red geodésica. relieve era más abrupto y las montañas alcanzaban
Por ejemplo, el primer ensayo de una triangulación una altura suficiente como para dificultar la visual
geodésica fue entre 1900 y 1902 en la provincia que se necesitaba para realizar la medición, la dis-
de Mendoza, donde se midieron en total 2.600 tancia debía ser modificada de acuerdo con las ne-
metros. Este trabajo se realizó con cinta invar de cesidades de cada lugar. La red tenía que seguir los
50 metros, cuyo material no se dilataba con las rumbos principales de norte a sur y de este a oeste
temperaturas, por lo que daba como resultado una y, en la medida de lo posible, la costa marítima y
medición más precisa (IGM, 1953). De hecho, el los límites internacionales e interprovinciales, “a
instituto recupera varios de estos trabajos ejecuta- fin de facilitar tanto la determinación exacta de las
dos de forma aislada y con referencias geodésicas áreas, como los límites de la República y de cada
locales, que se realizaron entre los años 1900 y provincia o territorio” (IGM, 1951, p. 74). Los ins-
1912, como antecedentes para el trabajo geodési- trumentos que se usarían para realizar el trabajo
co general que se propone en 1912. Un ejemplo serían el teodolito y cintas y alambres de aleación
es la triangulación, en 1909, en la zona militar de invar, un material que no sufren dilatación y da
Campo de Mayo, cercana a la ciudad de Buenos como resultado una medida más estable.
Aires. La recopilación de estos antecedentes por
La Figura 2 muestra el proyecto y la traza por don-
parte de la institución era parte de la estrategia del
de debía pasar la red de triangulación del territorio
IGM para construir su propia tradición en asuntos
argentino. A pesar de que en la leyenda que acom-
cartográficos y posicionarse como única institu-
paña el mapa se propone un tiempo de realización
ción técnica de la Argentina capaz de realizar estos
de 25 años, el plan fue algo ambicioso y, como ve-
trabajos (Lois, 2004), objetivo que logró en 19415.
remos, tuvo que ser modificado a lo largo de los
Sin embargo, la red geodésica integral se planificó
años para adaptarlo a las condiciones técnicas y
a partir de la presentación que el IGM hizo en el
económicas del país. Por una parte, en 1912 (cuan-
Plan de la Carta de la República, en 1912.
do se presentó el plan) el plantel estable del institu-
El plan formulado en ese año proponía construir to no contaba con la suficiente experiencia técnica,
cadenas de triángulos de primer orden cuyos la- ni tampoco con la cantidad de personal suficiente
dos debían tener una longitud media de 40 a 60 (un total de 30 técnicos) para encarar una obra de
km en terrenos llanos, dimensión que cambiaba a tal magnitud6. Por otro lado, el IGM hace mención
medida que el relieve se hacía más accidentado.
Por ejemplo, en terrenos con relieves más suaves 6 El 1904 el IGM contaba con un total de 33 técnicos, así:
y ondulados, donde la distancia era más estable y dos escribientes; cuatro ingenieros civiles; dos cartógrafos;
un mecánico de precisión; dos litógrafos; dos dibujantes
constante, podía ser de 20 km; pero en zonas cuyo calígrafos; cuatro dibujantes topógrafos; dos fotógrafos;
dos computadores; dos impresores; un maquinista; cuatro
ayudantes; dos ayudantes de fotógrafos; dos aprendices de
dibujo y un aprendiz de mecánico. Cinco años después de
de levantamiento fue ampliamente usada en la Argentina que haya presentado el plan, el IGM incrementó su perso-
para elaborar la cartografía topográfica del territorio na- nal a 50 técnicos: incorporó a cuatro cartógrafos; un mecá-
cional durante las primeras décadas del siglo XX. nico de precisión; 14 dibujantes topógrafos; 17 geodestas;
5 En 1941 se sancionó la Ley n° 12.696, conocida como un geodesta astrónomo; diez topógrafos y tres calculistas.
Ley de la Carta, que otorgaba, entre otras cosas, al Insti- Si bien es cierto que el número amentó considerablemen-
tuto Geográfico Militar el monopolio de la representación te, sobre todo el de los geodestas, no es una cantidad sufi-
del territorio nacional. Véase Lois y Mazzitelli Mastricchio ciente para llevar a cabo la empresa que se proponían, por
(2009). lo menos no en el lapso de tiempo de 25 años.
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plomada en un punto determinado en función del abandonó el de Bessel, propuesto en 1912 (IGM,
campo gravitatorio y es independiente del elipsoi- 1912, p. 8). A pesar de la crisis político-económica
de adoptado (Franco Rey, s. f.). Algunos autores que atravesaba la Argentina8, en la década de 1930
sostienen que una manera eficiente de seguir con se produjeron grandes avances en trabajos de tipo
los trabajos topográficos y geodésicos, a pesar de geodésico: se calculó la medición de los vértices
la crisis financiera que los afectaba, era realizar de diferentes cerros, se realizaron trabajos de me-
coordenadas astronómicas. Por ejemplo, Raymond dición en el sur de la gobernación del Neuquén, en
Craib sostiene, para el caso mexicano, que entre Buenos Aires, en el delta del Paraná y regiones ad-
las consecuencias que acarrearon los problemas fi- yacentes, y en la provincia de Entre Ríos se efec-
nancieros estuvo el abandono de las observaciones tuó una triangulación que abarcó una superficie de
geodésicas y la adopción de métodos astronómicos 6.500 km2.
para realizar los trabajos de campo y para determi-
nar la ubicación geográfica de los puntos (Craib, En 1936 se conformó la Comisión para la Medición
2000, p. 145). del Arco de Meridiano, que tenía entre sus funcio-
nes la determinación del planteamiento estratégico
En la Argentina, si bien los puntos medidos por la de la campaña geodésica y la formación del per-
comisión estarían distribuidos por todo el territorio sonal técnico y auxiliar de campaña. También se
de la república, los primeros trabajos se realizaron ocupaba de la administración y el mantenimiento
en la zona del río de la Plata siguiendo las vías de los vehículos, del instrumental y de los medios
ferroviarias. De este modo, se dotó de valores de para la subsistencia del personal durante la campa-
latitud y longitud a los empalmes ferroviarios. A ña (esto es, alojamiento temporal y alimentación,
su vez, el acimut era medido con un teodolito, con etcétera). En cuanto a los trabajos desarrollados en
el cual se determinaba la dirección de alguna recta gabinete, la comisión estaba encargada de formar
(que por lo general era la recta del ferrocarril). Esta un archivo con los datos, facilitar el “procesamien-
recta solo tenía por objetivo ayudar a transportar to numérico regular de los datos provenientes de
las estaciones (puntos con datos conocidos) a los la campaña, y plantear el estudio estadístico de los
centros de las plazas, las iglesias o algún otro edi- errores de medición, de los que en alguna medida
ficio que asegurara la visibilidad de los puntos. La dependía el control y el buen éxito de las medicio-
red ferroviaria de Argentina, que para 1910 tenía nes de campaña” (Ortiz, 2005, p. 109). A su vez,
una extensión de 27.994 km, sirvió como columna
vertebral para los trabajos cartográficos; esto in- 8 Durante los años 1930-1943 la Argentina atravesó cambios
políticos importantes, como golpes de Estado y fraudes
cluye la medición de las alturas y los valores hori- electorales que llevaron a que este periodo sea conocido
zontales de latitud y longitud. por los historiadores como la década infame o la restaura-
ción conservadora. Asimismo, la crisis económica mundial
de 1929 impactó fuertemente en la economía del país
A partir de 1923 se adoptó el elipsoide Hayford produciendo una baja importante en las exportaciones: “el
conjunto de los precios de exportaciones de la Argentina
para los cálculos geodésicos, tal como proponía la era en 1932 el 37% de los precios de 1928” (Saborido y
Unión Geodésica y Geofísica Internacional, y se de Privitellio, 2006: 210). Asimismo, durante este período
se sentaron las bases para el inicio de la industrialización
como consecuencia de las dificultades experimentadas con
astronómico es el plano que pasa por la vertical astronómi- el comercio exterior y la disminución de las exportaciones
ca y el punto medido (Franco Rey, s. f.). e importaciones (Saborido y de Privitellio, 2006).
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el personal de alto rango9 estaba encargado de las iniciar las tareas de reconocimiento trigonométrico
innovaciones científico-técnicas que pudieran me- y de nivelación de precisión que de otro modo no
jorar las tareas de la comisión. hubiera podido enfrentar. Además, en los talleres
del IGM se construyeron marcas, señales, torres
La comisión dependía formalmente del Ministerio y otros auxiliares de geodesia necesarios para la
de Justicia e Instrucción Pública y su presidente Comisión” (Ortiz, 2005, p. 115).
fue Félix Aguilar (1884-1943), quien tenía gran
experiencia en trabajos geodésicos. Aguilar fue Paralelamente a esta comisión, el IGM seguía con
uno de los primeros astrónomos argentinos, se sus objetivos y para esta época se pudo determi-
había recibido en 1910 de ingeniero geógrafo en nar la longitud entre Potsdam, ciudad alemana en
la Universidad de la Plata y luego tuvo la opor- donde se constituía el datum de referencia para los
tunidad de perfeccionarse en Alemania, Francia e países de Europa occidental, y la ciudad de Bue-
Italia. Se desempeñó como director del Observato- nos Aires. Estos cálculos eran beneficiosos para la
rio de la ciudad de La Plata en dos oportunidades organización del Servicio de la Hora, para la red
y fue profesor de la Escuela Superior de Guerra geodésica nacional, pero sobre todo posibilitaba
del Ejército, donde dictó cursos de astronomía y que la Argentina acompañara el ritmo de la ciencia
geodesia. Aguilar había estado a cargo de la Sec- cartográfica internacional.
ción Geodesia del IGM en 1921, pero cuando fue
En 1946, a través de las Disposición Permanente
nombrado presidente de la comisión ya no ocupa-
n° 440, se propuso como origen del sistema ho-
ba ese cargo. A pesar de que la presidencia de la
rizontal de coordenadas el punto conocido como
comisión quedó en manos de un científico que no
Campo Inchauspe, ubicado en Pehuajó, en la pro-
era parte del personal del instituto, este apoyó y
vincia de Buenos Aires, seleccionado debido a su
participó de los trabajos de la comisión desde un
estabilidad magnética y geológica. Ubicado cerca
principio, aportando tanto el instrumental técnico
de la intersección del paralelo de 36° sur y el me-
como las instalaciones y el capital humano; ade-
ridiano de 65° oeste, fue el origen del sistema de
más, el director del IGM era uno de los expertos
triangulación de la Argentina, vigente durante más
que tomaban decisiones en el seno de la comisión.
de cincuenta años. La cartografía sistemática de
El instituto designó a cuatro de sus especialistas en
instituciones nacionales, como la Dirección Na-
geodesia para que se pusieran al servicio de las ta-
cional de Minas, Geología e Hidrología10, utiliza-
reas requeridas para la misión. La partición de este
ba los cálculos del IGM y sus valores de medición
personal no era para nada despreciable si se tiene
estaban relacionados.
en cuenta que “con este personal la Comisión pudo
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los grandes ríos. Las líneas de nivelación se traza- de largo graduadas en ambas caras cada cuatro
ron a través del recorrido de los ferrocarriles. El milímetros. La nivelación se materializaba en el
punto de referencia, llamado convencionalmente terreno con la instalación de puntos fijos, visibles
datum, utilizado para los cálculos fue, en ese mo- gracias a la colocación de placas de acero empo-
mento, un punto situado a 19 metros de profun- tradas en los edificios de las estaciones de tren, en
didad bajo la catedral de Buenos Aires. El datum alcantarillas o en pilares construidos especialmen-
coincidía aproximadamente con el nivel de bajas te para tal fin. Esta placa permitía la colocación de
aguas ordinarias del río de la Plata, calculado en una mira para realizar otra medición. También se
los talleres del Ministerio de Obras Públicas sobre construyeron pilares de cemento en los que la cota
la costa del Riachuelo. Se eligió ubicarlo en la ca- se visibilizaba con un clavo de cabeza esférica y,
tedral porteña porque ya existían en Buenos Aires de este modo, complementaba las mediciones de
otros ceros altimétricos referenciados al mismo si- la pared. Las placas de acero y bronce llevaban la
tio: uno era el medido por Obras Sanitarias de la inscripción “Nivelación de la República. MOP”.
Nación y el otro por la Dirección de Catastro de
la Ciudad de Buenos Aires, ambos determinados El método empleado por el Ministerio de Obras
en 189412. El primero es un plano arbitrario que Públicas para la medición del datum fue el geomé-
pasa a 30,479 metros (100 pies ingleses) por de- trico. El doctor W. Seibt, a cargo del proyecto,
bajo del dibujo en forma de estrella que existe en estableció un esquema de trabajo particular: la
el peristilo de la catedral, en correspondencia con equidistancia entre las miras siempre debía ser
la entrada central. El segundo, utilizado por Obras la misma, y el operador debía realizar la lectura
Sanitarias, estaba situado a 38.144 metros deba- con el anteojo del nivel bisectando espacios de
jo de la misma estrella (MOP, 1912). Es decir, los la división menor de la mira. Las estaciones eran
“ceros” se refieren al mismo sitio geográfico, pero medidas por dos operadores; una vez determinado
están situados a diferentes alturas. Esa diferencia el desnivel, debían comprobar la lectura realizada
se corregía fácilmente sumando o restando la me- para asegurarse de que la medición era correcta y
dida correspondiente (el cero de Obras Sanitarias porque todas las operaciones, salvo la corrección
o de Salubridad está a 11,479 metros y el cero del más fina que se realizaba en gabinete, se debían
Puerto a 19.144 metros). realizar en el terreno. Seguir paso a paso la meto-
dología de medición parecía asegurar la precisión
Para realizar esta nivelación, el MOP había utili- del trabajo. El Boletín de Obras Públicas de 1912
zado un nivel (construido por la casa Breithaupt, (MOP, 1912) dedica seis páginas para detallar
que desde 1762 se dedica a la construcción de ins- cada pieza del nivel, entre las que se encuentra el
trumentos de alta precisión) y miras de tres metros trípode, el anteojo, el nivel brújula y los tornillos
calantes, y otras tantas para explicar el método
12 El ingeniero Carlos Pellegrini usó, para el catastro de Bue- de relevamiento y adelantarse a posibles errores.
nos Aires, un sistema de referencia local donde la ubica-
ción de los puntos relevados estaba determinada por un Esta descripción exhaustiva del instrumental debe
sistema de coordenadas de letras y números, partiendo de
dos ejes: la calle Federación (actual av. Rivadavia) y la calle
enmarcarse en el creciente interés por valorar las
25 de Mayo. En este sistema de coordenadas, en 1829, el mediciones realizadas a través de instrumentos de
valor de la cota de la altura se medía referida al nivel de la
playa del río de la Plata. Véase Favelukes (2005). precisión y en detrimento de las observaciones a
Entre posible y lo deseable: los proyectos topográficos geodésicos de la Argentina (1912-1950) 45
precisión esperada desde principios del siglo XX. vinculadas a los relevamientos, como la Dirección
Para transportar el cero al interior del país, el IGM de Nacional de Minas, Geología e Hidrología y
distribuyó una red de nivelación por todo el terri- Yacimientos Petrolíferos Fiscales.
torio nacional, la cual permitiría a los topógrafos
Es decir que Argentina contó, desde principios
realizar sus mediciones con relación al mismo cero
del siglo XX, con instituciones que propusieron
altimétrico, independizándose de la red de ferro-
carriles. y diseñaron planes cartográficos generales acor-
des a los parámetros científicos internacionales
(mediciones geodésicas, instrumental de precisión
5. Conclusiones adecuado, etc.); sin embargo, implementarlos no
fue una tarea sencilla y muchas veces hubo que
A modo de cierre, podemos decir que en la Argen- conformarse con mediciones adaptadas a sus po-
tina de comienzos del siglo XX el IGM diseñó un sibilidades técnicas y financieras. Dicho en otras
plan de mediciones altimétricas y de coordenadas palabras, los objetivos que se planificaban eran
que buscaba una precisión geodésica y una homo- alcanzables en el papel y en la teoría; no obstante,
genización de las mediciones cartográficas para llevarlos a la práctica implicaba afrontar otro tipo
todo el país. La materialización del proyecto llevó de obstáculos: en primer lugar, había que enfren-
más tiempo que el deseado y el pronosticado por tarse con un terreno bastante hostil; en segundo lu-
la institución. Desde el lado de la representación gar, se contaba con pocos profesionales capacita-
geodésica horizontal, coexistieron en la Argenti- dos para llevar a cabo las mediciones; por último,
na diferentes datum locales incluso hasta fines de las dificultades económicas y el poco presupuesto
la década de 1940. Para la representación altimé- destinado a la repartición demoraron las tareas.
trica, las mediciones homogéneas empezaron con
los trabajos del Ministerio de Obras Públicas pu- Incluso en el caso de las mediciones geodésicas,
blicados en 1911, que muy pronto quedaron ob- los trabajos llevaron mucho más tiempo del espe-
soletas por no representar medidas con precisión rado y en algunas oportunidades, durante el trans-
geodésica. El IGM intentó subsanar ese defecto curso de las mediciones, hubo que adaptarlas a
proponiendo un nuevo relevamiento a solo un año nuevas exigencias científicas internacionales. To-
de haber concluido la nivelación del MOP. Sin em- das estas cuestiones hacían del proyecto cartográ-
bargo, recién a fines de la década de 1940 pudo fico propuesto un plan deseable, pero imposible de
cumplir su objetivo, y solo a partir del trabajo con- alcanzar, al menos en los plazos propuestos y con
junto con otras instituciones nacionales también los recursos disponibles.
Entre posible y lo deseable: los proyectos topográficos geodésicos de la Argentina (1912-1950) 47
Referencias
Fuentes
Instituto Geográfico Militar (IGM). (1912-1951). Anuario del Instituto Geogrfico Militar
de la Repblica Argentina. Varios tomos. Buenos Aires: IGM.
Instituto Geográfico Militar (IGM). (1951). Reseña histrica del Instituto Geogrfico Militar.
Su misión y su obra. Buenos Aires: IGM.
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48 Revista Perspectiva Geográfica
Instituto Geográfico Militar (IGM). (1979). 100 aos en el quehacer cartogrfico del pas
(1879-1979). Buenos Aires: IGM.
Instituto Geográfico Militar (IGM). (S. f.). Curso tcnico del Servicio Geogrfico (Personal
subalterno). Buenos Aires: IGM.
Ministerio de Obras Públicas (MOP). (1912). Anuario de 1912. Buenos Aires: Talleres
Gráficos del Ministerio de Obras Públicas.
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Recepción:
14 de noviembre de 2018
Para citar este artículo: Osorio-Merchán, Y. y Delgado, J. D. (2019). Car- Evaluación:
tografía y nación en América Latina (siglos XIX y XX): una aproximación 17 de julio de 2019
a los casos de Argentina, México y Colombia. Perspectiva Geográfica,
Aprobación:
24(2), 49-68. doi: 10.19053/01233769.8624
26 de septiembre de 2019
Resumen
El presente artículo tiene por objetivo aproximarse a la manera en que la geografía
y la historia han abordado la relación entre producción cartográfica y formación del
Estado nación en Argentina, México y Colombia durante el siglo XIX y parte del
XX. Por medio de la revisión de la producción de algunos autores sobre el tema,
se pretende mostrar la existencia de una transformación en la manera de abordar la
historia de la cartografía en América Latina. Dicho cambio se manifiesta en el hecho
de considerar el mapa como algo que no solo se refiere al estado de la técnica en
un periodo específico, sino que se vincula al mundo de la representación y de las
Abstract
This article aims to approximate the way in which geography and history have ad-
dressed the relationship between cartographic production and nation-state formation
in Argentina, Mexico and Colombia during the 19th century and part of the 20th
century. Through a review by some authors on the subject, it is intended to show the
existence of a transformation in the way of addressing the history of cartography in
Latin America. This change is manifested in the fact of considering the map as some-
thing that not only refers to the state of the art in a specific period, linking it to the
world of representation and power relations, as a key instrument in the geopolitical
consolidation of Latin American national states. It also seeks to demonstrate some
common lines of work, as well as identify specific issues by country.
Resumo
Este artigo tem como objetivo aproximar a maneira pela qual a geografia e a história
abordaram a relação entre produção cartográfica e formação de estado-nação na
Argentina, México e Colômbia durante o século XIX e parte do século XX. Com
uma revisão de alguns autores sobre o assunto, pretende-se mostrar a existência de
uma transformação na maneira de abordar a história da cartografia na América
Latina. Essa mudança se manifesta no fato de considerar o mapa como algo que
não se refere apenas ao estado da arte em um período específico, vinculando-o ao
mundo das relações de representação e poder, como um instrumento fundamental na
consolidação geopolítica de Estados nacionais da América Latina. Também procura
demonstrar algumas linhas de trabalho comuns, além de identificar questões espe-
cíficas por país.
Al ser una de las imágenes más recurrentes de la El mapa responde entonces a la necesidad de crear,
nación, el mapa es también una representación por medio de un discurso visual (Lois, 2009b), una
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“comunidad imaginada” en donde valores como dos, temas que, a su vez, responden a los proyectos
el compañerismo y la horizontalidad tienen un re- económicos y geopolíticos del Estado argentino de
ferente espacial común, es decir, se producen en aquel periodo (Lois, 2009a).
un lugar, en una “tierra natal” demarcada por un
En relación con los territorios indígenas, Lois su-
“mapa cognitivo” de la nacionalidad (Smith &
braya que la cartografía representó y acentuó de
Núñez, 1998, p. 61). Así la cartografía trasciende
diversas maneras la antinomia civilización-barba-
su perspectiva funcional (una técnica “útil” al ca-
rie. De ahí que a partir de 1880, en consonancia
pital) y evidencia una interesante faceta ligada a su
con las campañas militares sobre las tierras indias,
condición de símbolo nacional.
la cartografía militar se propusiera dar cuenta, grá-
En síntesis, el presente artículo tiene por objetivo ficamente, del avance “civilizatorio” utilizando es-
realizar una aproximación a lo que se ha escrito trategias visuales para destacar la expansión de los
en las últimas dos décadas sobre la relación entre “blancos”, mientras pretendía diluir la presencia
indígena y de sus tolderías, asociándolas gráfica-
cartografía y nación en tres casos particulares de
mente a íconos que representan áreas de espesa ve-
América Latina (Argentina, Colombia y México).
getación. Un ejemplo de la representación gráfica
De esta manera, el artículo se organiza temática-
de la frontera entre “civilización y barbarie” puede
mente en tres partes, cada una de las cuales corres-
verse en “Plano general de la nueva línea de fron-
ponde a un “caso nacional”, en donde se exponen
teras sobre la Pampa”, elaborado por el Sargento
las características de los trabajos producidos sobre
Mayor Dn. Jordan Wysocki en 1877 (Figura 1).
la cartografía del periodo en cuestión.
Cabe destacar el origen castrense de esta cartogra-
fía de “borramiento” impulsada desde la Oficina
2. Argentina: la geografía Topográfica Militar (1884) y luego con el Instituto
Geográfico Militar (1904). Según Lois, estos ma-
nacional y la conquista del
pas tuvieron el propósito de anticipar la realidad y
“desierto” graficar “deseos territoriales”, que corresponden a
“iconografías de un proyecto de nación más que a
En buena medida, la producción académica sobre
topografías operativas para el manejo administra-
la relación entre cartografía y nación en la Argen-
tivo de esa masa territorial” (Lois, 2009a, p. 256)3.
tina ha tenido como eje de análisis los procesos de
conquista y colonización de la pampa, el Chaco Junto a la Campaña del Desierto (1879), la Con-
y la Patagonia llevados a cabo en la transición de quista del Chaco (1884) fue otro proceso de expan-
los siglos XIX y XX. Esta tendencia en el análisis sión que contribuiría a la consolidación territorial
ha tenido en la geógrafa e historiadora Carla Lois
3 Esta forma de anticiparse o construir una realidad funcio-
un referente importante, al identificar tres procesos nal a los intereses del poder no fue exclusiva de la carto-
grafía. También la estadística y particularmente los censos
que dinamizaron la producción cartográfica duran- de población contribuyeron al desvanecimiento o supre-
sión de los pueblos indígenas, así como a la construcción
te este periodo: el reconocimiento de los territorios de una “realidad étnica” en la cual el proceso de fusión
indígenas, los límites internacionales y los esfuer- racial, el denominado “crisol argentino”, se encontraba
mucho más avanzado en el discurso que en la práctica. Al
zos por producir mapas científicamente sustenta- respecto, ver Otero (2006, cap. 7).
Cartografía y nación en América Latina (siglos XIX y XX): una aproximación a los casos de Argentina, México y Colombia 53
de Estado argentino. Aquí, Lois se cuestiona sobre XIX: el desierto (Lois, 1999), y muestra cómo este
la producción cultural de una de las imágenes te- término también fue aplicado al Chaco, una región
rritoriales que más transcendió y se incorporó en el poseedora de una ecología muy distinta a la de un
imaginario nacional argentino de finales del siglo “desierto”.
FIGURA 1.
“Plano general de la nueva línea de fronteras sobre la Pampa”: construido por orden del Colonel Dn. Adolfo Alsina [...] Por el
Sargento Mayor Dn. Jordan Wysocki (marzo de 1877).
Fuente: David Rumsey Historical Map Collection.
Lois sostiene que dicha conceptualización del Cha- “socializar imágenes oficiales y estandarizadas del
co hizo parte de un discurso que tenía la función de territorio nacional, de manera tal que fuera posible
legitimar la apropiación, por parte del Estado y los la construcción de referentes patrióticos que ac-
concomitantes intereses privados, de un territorio túen como aglutinadores y como diferenciadores”
potencialmente apto para la explotación agrícola (Lois, 1999).
pero largamente ocupado por grupos indígenas
“hostiles”. Así, la conquista del desierto chaqueño No obstante, se destaca el carácter diferencial que
buscaba no solo constituir límites internacionales tuvo la campaña del Chaco respecto de la llevada
y acotar fronteras interiores, sino también crear y a cabo en la pampa. Aquí, en lugar del aniquila-
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miento del indio, se buscó la manera de “incorpo- asociado a la interesante idea de “paisaje de pro-
rarlo” a la nación y al desarrollo regional mediante greso”. Coincidiendo con Lois en cuanto al papel
su vinculación como mano de obra en ingenios y relativamente crítico de la SGA, Navarro conside-
obrajes. En este orden, Lois y Troncoso (1998) ra que esta institución se preocupó por los facto-
relacionan dicho cambio de actitud hacia los pue- res humanos, el desarrollo endógeno y la cuestión
blos indígenas con la intermediación de la Socie- indígena, conformando una línea disidente y, si se
dad Geográfica Argentina (SGA), institución que quiere, “progresista” sobre la colonización de esta
acompañó dicha expansión, hizo algunas pros- región (Navarro, 2006).
pecciones etnográficas y cartografió el área. Sin
La idea de “paisajes de progreso” es también
embargo, pese al replanteamiento de la cuestión
abordada por la geógrafa argentina Perla Zusman,
indígena, las autoras consideran que la SGA no
quien analiza el relato que hace Domingo Faustino
escapó de la intención “por descubrir las ‘leyes
Sarmiento de su viaje por los Estados Unidos en
naturales’ que asegurarían el triunfo de la civiliza- 1847. Presta atención a las observaciones que el
ción o, cuanto menos, legitimarían las operaciones futuro presidente argentino realizó respecto al de-
políticas que se empeñaran por imponerla” (Lois y sarrollo de los ferrocarriles, la navegación fluvial
Troncoso, 1998). y los canales, los cuales le permitieron visitar una
asombrosa cantidad de lugares en corto tiempo y
Por su parte, en relación con la conquista y colo-
experimentar un efecto de contracción espacio-
nización de la Norpatagonia, Pedro Navarro dis-
temporal. Así, en la mirada de Sarmiento respecto
cute la pluralidad ideológica de los discursos que
a los Estados Unidos se evidencia una sociedad
emanan de las principales instituciones geográfi-
llena de virtudes, dinámica y en movimiento, que
cas relacionadas con dicho proceso. Establece un
se desenvuelve en un espacio lleno de recursos na-
contrapunto entre las ideas propuestas por el Insti-
turales y “vacío de población”.
tuto Geográfico Argentino (IGA) y la ya mencio-
nada SGA, donde el primero es de un talante más Esta concepción de territorio vacío, salvaje y por
cercano a los intereses del Estado y del colonialis- colonizar, aplicada a los sucesivos “oestes nortea-
mo externo, mientras que la segunda apostaba por mericanos”, es un imaginario similar a la noción
una postura más “científica” y “crítica” respecto al de desierto con que se asoció a la pampa argentina
proceso de conquista y colonización. mientras estuvo controlada por los indígenas. Zus-
man muestra cómo el viaje por los Estados Unidos
No obstante, Navarro plantea que ambas institucio- le permite a Sarmiento construir una serie de “pro-
nes coincidieron, una vez consumada la apropia- yectos geopolíticos” que tratará de aplicar luego a
ción del territorio por parte del Estado argentino,
la Argentina en formación (Zusman, 2006)4.
en el desmantelamiento del imaginario geográfico
del desierto, el cual, si bien legitimó el proceso de 4 Respecto a la expansión estadounidense hacia el oes-
te, Donald Meinig (2000) cuestiona aquella imagen de
expansión hacia el interior y la derrota de los in- la “diáspora civilizadora” en la “tierra de la libertad y la
democracia”, presentando en su lugar una historia signa-
dígenas, ya no era funcional a un modelo de de- da por el despojo, la violencia y la segregación espacial
sarrollo y colonización “civilizado”, por lo cual de diversas naciones indias, así como por el frío cálculo
geopolítico de una élite gobernante que si bien proyecta
es sustituido por un “proyecto espacial de futuro” una nación de magnitud continental, debe enfrentar la in-
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la producción minera y agrícola y se consolidó el bién tenía entre sus objetivos principales el en-
sector de la economía orientado a la exportación” tronque con la red ferroviaria estadounidense, tal
(p. 506). Claramente, el expresado incremento en como puede evidenciarse, por ejemplo, en el mapa
la conectividad no solo buscaba la consolidación elaborado por el coronel Bodo von Glumer entre
de un espacio económico nacional, sino que tam- 1895 y 1896 (Figura 2).
FIGURA 2.
“Carta de Comunicaciones de los Estados Unidos Mexicanos”: formada de orden de la Secretaría de Estado y del Despacho de
Comunicaciones y Obras Públicas, por el coronel Bodo von Glumer, primera hoja (1895-1896).
Fuente: David Rumsey Historical Map Collection.
Dado el auge del modelo exportador, donde los la prospección y explotación de los recursos y ri-
minerales tenían un peso importante, la geología quezas que reposaban en las “entrañas de la tierra”
y en particular la cartografía geológica experimen- (Mendoza & Mendoça, 2009).
taría un significativo desarrollo. En este contexto,
Héctor Mendoza y Silvia de Mendoça consideran Aquí, los autores analizan, en una perspectiva com-
que en la construcción geográfica de las naciones parada, los esfuerzos estatales en la construcción
latinoamericanas no solo había que demarcar fron- del mapa geológico de México y Brasil entre 1850
teras y consolidar una imagen de la superficie ocu- y 1900. Destacan que en ambos países se implanta
pada por un país, sino que también se involucraba el modelo del Geological Survey estadounidense
Cartografía y nación en América Latina (siglos XIX y XX): una aproximación a los casos de Argentina, México y Colombia 57
como una manera de independizar la prospección XX y Brasil haría lo propio en relación con los me-
geológica de otras comisiones científicas, así como tales preciosos (Mendoza & Mendoça, 2009).
de darle una organización interna y un marco insti-
Pasando al segundo punto, referido el análisis de
tucional. En ambos casos, el objetivo era producir
las visiones de conjunto o imaginarios geográficos
cartografía geológica, hacer levantamientos de tie-
de la nación, los geógrafos José Moncada y Patri-
rras para la agricultura y obras civiles (geotecnia)
cia Gómez analizan las ideas de dos figuras de la
y localizar minerales económica y políticamente
intelectualidad mexicana de la primera década del
estratégicos (Mendoza & Mendoça, 2009, p. 467).
siglo XX: Justo Sierra y Andrés Molina Enríquez
Resulta interesante el argumento de Mendoza y (Moncada & Gómez, 2011). Según los autores, en
Mendoça referido a que no solo condicionantes México: su evolución social (1900-1902), Justo
de tipo económico impulsaron el desarrollo de Sierra asume el territorio como un elemento con-
los mencionados servicios geológicos. También sustancial a la existencia del Estado, el cual hace
actuaron vectores culturales e ideológicos que viable y sustenta la existencia de aquel “organis-
atravesaban la mentalidad de las élites mexicanas mo colectivo” que es la nación. Por su parte, An-
y brasileras, lo cual se relacionaba con la imagen drés Molina Enriques, imbuido en el pensamiento
de nación que deseaban proyectar, por ejemplo, en spenceriano, consideraba que la sociedad era un
las exposiciones internacionales, muy en boga a organismo en formación íntimamente relacionado
finales del siglo XIX. Así, los mapas geológicos con el suelo de origen, de ahí que considerase que
y las muestras mineralógicas no solo eran una in- “el vínculo estable entre sociedad y Estado es la
vitación al inversor extranjero, sino que también tierra y éste fue el principio con que llevó a cabo su
eran una muestra de modernidad y civilización, de crítica a las relaciones de propiedad dominantes en
conocimiento científico de las profundidades del aquella época” (Moncada & Gómez, 2011, p. 224).
territorio nacional. Según los autores, en Molina Enríquez se encuen-
tra el germen de la idea que considera el carácter
Sin embargo, cada experiencia marca sus particula-
público o nacional de los bienes naturales, sobre
ridades. En México se cuenta con una muy amplia
todo aquellos del subsuelo, cuestión que queda-
tradición en geología aplicada, la cual puede ras-
ría plasmada en el artículo 27 de la Constitución
trearse desde fines del periodo colonial con Andrés
mexicana de 1917 (Moncada & Gómez, 2011).
del Río y el propio Humboldt, herencia que sería
recogida por Antonio del Castillo, quien proyecta De igual forma, durante el porfiriato llegarán nue-
e institucionaliza esta ciencia durante el porfiriato. vas ideas geográficas que son incorporadas en el
En Brasil puede decirse que el impulso fue más pensamiento de intelectuales y políticos de la épo-
reciente y vino desde fuera, principalmente con ca. En este orden, la geógrafa Patricia Gómez in-
la llegada del geólogo canadiense Charles Hartt daga sobre la influencia de las ideas del geógrafo
en 1863. Allí logra crear la Comisión Geológica alemán Friedrich Ratzel en el desarrollo tanto de la
de Brasil en 1875, mientras que la de México se geografía como de la antropología mexicana de la
formaría hasta 1889. México avanzaría hacia una primera mitad del siglo XX. Gómez menciona que
geología del petróleo en la primera mitad del siglo las ideas ratzelianas tuvieron cabida entre miem-
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bros de la Sociedad Mexicana de Geografía y Es- realidad y para 1848 la Comisión de Estadística
tadística, quienes veían al Estado desde una óptica Militar se dio a la tarea de delimitar, en conjunto
organicista, ligado al espacio, pero sobre todo a un con una comisión estadounidense, la línea diviso-
“suelo vital” y en donde los Estados más fuertes ria entre México y Estados Unidos, en el marco
podían expandirse sobre aquellos “organismos de Tratado de Guadalupe Hidalgo (Álvarez, 2011).
más débiles”.
Por el lado de la frontera sur, luego de algunos
A su vez, considera que la noción de difusionismo tempranos diferendos con las Provincias Unidas
fue uno de los principales aportes de Ratzel a la del Centro de América y luego con Guatemala, Ál-
antropología y la geografía mexicanas, que con- varez menciona que con la ocupación militar de la
figuró una línea de influencia que involucra, entre región de Soconusco, en 1840, el Estado mexicano
otros, a Franz Boas, Manuel Gamio y a Paul Kir- logra reforzar su presencia en el borde sur, pese
chhoff, este último con el concepto difusionista de a que la línea fronteriza permanecería indetermi-
Mesoamérica como área cultural. Pese a no reali- nada durante buena parte del siglo XIX. Sería a
zar una clara exposición de las principales tesis del finales de dicho siglo que se conforma la Comisión
geógrafo alemán, Gómez considera que las ideas Mexicana de Reconocimiento de la Frontera entre
políticas de Ratzel influyeron en la forma en que México y Guatemala, la cual inicia sus trabajos
desde el Estado porfiriano se concibió el territorio en 1877 y llega a un tratado formal de límites en
y la población mexicana (Gómez, 2006). 1882, proceso que se adelanta gracias al avance
tecnológico e institucional de la geografía y la car-
En cuanto al tema de las fronteras, debe men- tografía del momento. Si bien el texto de Álvarez
cionarse que durante el siglo XIX se expresaron puede enmarcarse en una historia de la formación
incertidumbres espaciales que llevaron al Estado del cuerpo geográfico de la nación, esta se hace
mexicano a construir información geográfica que desde un marco meramente institucional, asocian-
permitiera establecer con cierta claridad los límites do de manera unidireccional y poco crítica la no-
norte y sur del territorio nacional. En este orden, ción de frontera con la de límite (Álvarez, 2011)5.
Salvador Álvarez (2011) plantea que el México de
este periodo enfrentó dos importantes problemáti- Finalmente, la cuarta perspectiva, relativa a la
cas territoriales, en buena medida heredadas de la construcción cartográfica del espacio local, tiene
organización espacial novohispana. en el trabajo del historiador y geógrafo estadou-
nidense Raymond Craib (2004) un referente im-
Una de ellas es la indefinición de las fronteras tan- portante. Su investigación, centrada en el México
to del norte como del sur y la otra fue el poco “em- posrevolucionario, plantea que la historia del mo-
puje demográfico” que experimentaba el México derno Estado mexicano está íntimamente ligada
de aquel periodo, destacando así la visión casi pre-
5 Otros enfoques en relación con la cuestión de la frontera
monitoria de Simón Tadeo Ortiz, quien, para 1832, la asumen desde una perspectiva de mayor complejidad,
asociada a la construcción social, política y cultural del es-
considera que si no se poblaban con premura los pacio. Así, por ejemplo, para Cynthia Radding (2008) la
territorios más distantes de la república resultaría frontera es un espacio híbrido en el cual se desarrollan las
interrelaciones entre dos o más grupos culturales o forma-
inminente su pérdida. Dicha premonición se haría ciones sociales diferenciadas.
Cartografía y nación en América Latina (siglos XIX y XX): una aproximación a los casos de Argentina, México y Colombia 59
con el espacio, no solo material, sino el que ha Considera entonces que hay que “ampliar” la no-
producido discursivamente. El propósito de Craib ción de cartografía para incorporar otros actores y
es examinar el proceso social por medio del cual otros procesos, razón por la cual, en lugar de mapas
las exploraciones, las mediciones topográficas y físicos o grandes comisiones corográficas, analiza
las cartografías han definido, codificado y natura- “los mapas mentales que los campesinos tenían de
lizado el espacio local. En este orden, su aporte sus tierras y deslindes, así como el efecto de tales
radica en destacar la participación, la negociación concepciones sobre los esfuerzos de los burócratas
y la resistencia de las personas y las sociedades para distribuir y cartografiar los terrenos” (Craib,
que se encuentran en el terreno al momento en que 2009, p. 355).
el Estado llega con algún proyecto de medición
La Reforma Agraria fue uno de los proyectos cen-
o producción de espacio racionalizado. Asume la
trales de los gobiernos posrevolucionarios y debe
creación del Estado nacional como un proceso de
tenerse en cuenta que si bien su impacto social es
naturalización y normalización, cuya formación
de gran envergadura, también lo fue en el plano
implica definir, mapear y nombrar la “realidad”
territorial, pues pretendió generar cambios en las
(Craib, 2004, p. 2).
condiciones de acceso a uno de los principales
La propuesta de este autor difiere de la línea ge- recursos socionaturales: la tierra. En este orden,
neral de trabajos que abordan la relación entre Craib insiste en que dicho proceso no se desplie-
cartografía y nación al centrase en una escala ga desde las altas esferas del Estado y se impone
detallada y analizar, por ejemplo, los múltiples monolíticamente en los distintos ámbitos del es-
diferendos limítrofes entre dos pueblos veracru- pacio rural.
zanos antes, durante y después de los procesos de
Por el contrario, muestra los conflictos y las ne-
reforma agraria, lo cual evidencia la existencia de
gociaciones que se dieron en el ámbito local al
geografías y cartografías a escala local y regional
momento en que un agrimensor llegaba a un pue-
que muestran una construcción “desde abajo” de
blo veracruzano con la pretensión de dirimir un
lo que podría denominarse como el “cuerpo geo-
problema de límites para así poder despejar el ca-
gráfico de la nación”.
mino hacia el reparto agrario. Allí, el funcionario
Dichos conocimientos espaciales toman forma a estatal se encuentra con un espacio territorializa-
partir del encuentro, negociado y conflictivo, entre do por distintos grupos sociales, con sus propios
los representantes del Estado y los habitadores de conflictos y con sus propias imágenes de lo que
los territorios. Craib plantea una oportuna crítica es el espacio del pueblo y de la nación. La llegada
a lo que considera como el “estrecho molde” en del moderno Estado nacional al espacio local fue
el cual se ha construido la historia de la cartogra- lenta y difícil y debió transitar por los linderos
fía en México y América Latina, en donde tiende del domino negociado y de la traducción, pues el
a persistir una mirada “desde arriba”, centrada en proceso de deslinde dependía de la información
figuras pertenecientes a las élites letradas, urbanas, geográfica e histórica que sobre el terreno deci-
y gobernantes que históricamente han pretendido diera aportar la población, poseedora de una suer-
monopolizar el conocimiento geográfico. te de archivo de la memoria territorial. Entonces,
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Craib nos invita a cambiar el lente cartográfico y mo modernizador”, la mirada geográfica aparece
no solo ver a los científicos que hacen cartogra- ligada a la administración del Estado y cumple las
fía o los políticos que utilizan los mapas, sino a funciones de establecimiento de límites internacio-
quienes guían y, en últimas, son los “objetos a nales y de levantamiento de la topografía nacional
cartografiar” (Craib, 2009). con miras a la implementación de infraestructura y
formas productivas acordes a un modelo agroex-
portador. La obra de Duque permite evidenciar dos
4. Colombia: el territorio temas que aparecen como relevantes: a) la delimi-
tación política de las fronteras internacionales y b)
nacional, el Atlas geográfico e
la construcción de una cartografía nacional.
histórico y la disolución de los
En relación con las fronteras internacionales, Du-
resguardos que considera que si bien el uti possidetis juris de
1810 fue una especie de acuerdo geopolítico para
En Colombia, la historia de la geografía y la car-
evitar la exacerbación de los conflictos territoriales
tografía del siglo XIX ha tenido a la historiadora
de las nuevas repúblicas latinoamericanas, para el
Lucía Duque Muñoz como una figura importan-
caso de la Nueva Granada las indefiniciones y des-
te. Duque considera que el interés por la historia
acuerdos fueron comunes. Esto puede ilustrarse en
de la geografía en Colombia se sitúa en el marco
los conflictos por el territorio que tuvo la Nueva
del desarrollo de una historia de la ciencia, la cual
Granada tanto con Costa Rica como con Venezuela
viene a fortalecerse desde la década de 1980. A su
y con la manera en que desde el Estado se conci-
juicio, la historia de la geografía y la cartografía
bieron estos espacios limítrofes.
colombianas se ha centrado de manera excesiva en
la figura de Agustín Codazzi y la Comisión Coro- Respecto a los reclamos territoriales neogranadi-
gráfica emprendida entre 1851-1859, por lo cual se nos en Centroamérica, Duque muestra cómo los
propone destacar la importancia de otros autores y gobiernos de mediados del siglo XIX debieron dar
obras que se dieron antes, durante y después de la una doble pelea por un territorio marginal y prác-
citada comisión, además de hacer un inventario de ticamente desconocido como la Costa de los Mos-
los temas y fuentes que se han tratado o se pueden quitos, actual territorio nicaragüense. Por un lado,
tratar (Duque, 2006, p. 11). estaba el diferendo limítrofe con la República de
Costa Rica en torno a la frontera centroamericana
Para Duque, la emergencia de estos documentos
de la Nueva Granada, lo cual implicaba, básica-
geográficos de mediados del siglo XIX (mapas
mente, establecer los límites territoriales que tu-
y textos) permite evidenciar el desarrollo de una
vieron la Audiencia de Guatemala y el Virreinato
visión estratégica del territorio, que habla de una
de la Nueva Granada durante el periodo colonial,
geografía aplicada y directamente relacionada
una empresa nada fácil de realizar (Duque, 2005).
“con proyectos económicos y políticos” en el ám-
bito del Estado nación de la época (Duque, 2006, p. Por el otro, estaba la intervención británica en la
13). Así, en el marco de una suerte de “nacionalis- región de la Costa de Mosquitos, que no se limi-
Cartografía y nación en América Latina (siglos XIX y XX): una aproximación a los casos de Argentina, México y Colombia 61
taba a extraer ilegalmente recursos naturales de la discursos científicos producidos desde la geografía
zona, principalmente maderas preciosas, sino que y la cartografía colombiana fueron fundamenta-
sostenían intercambios comerciales y fomentaban les, pues se apeló a recorridos de campo e inves-
las pretensiones autonomistas en aquella selváti- tigación en archivos coloniales para sustentar las
ca región (Duque, 2005). El conflicto se prolongó aspiraciones territoriales del Gobierno colombia-
y la frontera estuvo indeterminada durante buena no frente a su homólogo del vecino país (Duque,
parte del siglo XIX, no obstante, la autora desta- 2009, p. 125).
ca cómo, a partir de estos conflictos, se construye
En relación con la construcción de una cartografía
una incipiente, aunque previamente inexistente,
nacional, el Atlas geográfico e histórico de 1889 se
visión geopolítica neogranadina sobre el Caribe y
constituye en uno de los documentos geográficos
se desarrollan imaginarios cartográficos y estrate-
más importantes de la Colombia de finales del si-
gias diplomáticas en torno a la conservación de los
glo XIX, por lo cual también ha atraído la atención
intereses nacionales sobre dichas tierras y aguas.
de investigadores (Díaz, Muñoz & Nieto, 2010).
Cabe destacar que aquellas indeterminaciones en
El Atlas tiene la pretensión de reafirmar el carácter
cuanto al control territorial y a la definición de
moderno de la nación colombiana, incorporando
fronteras en la Nueva Granada centroamericana
una serie de rasgos “científicos” como la proyec-
tienen sus repercusiones en la actualidad con el di- ción, el sistema de coordenadas y la escala, carac-
ferendo limítrofe entre Colombia y Nicaragua en terísticas que dan cuenta de un territorio medido y
torno al mar territorial y al Archipiélago de San razonado. Según Mauricio Nieto, Santiago Muñoz
Andrés y Providencia (Duque, 2005). y Sebastián Díaz, el Atlas tiene la pretensión de
constituirse en una biografía espaciotemporal de la
En relación con la frontera con Venezuela, el uti
Colombia decimonónica, construyendo un relato
possidetis juris de 1810 también presentó indeter-
visual que “entrelaza el espacio y el pasado de la
minaciones y por lo tanto disputas respecto al te-
nación” (2010, p. 55) (Figura 3).
rritorio fronterizo de ambas naciones. Esto debido
a que las entidades político-administrativas here- Se trata de una narración cartográfica que busca
dadas de la Colonia, en este caso el extenso Virrei- naturalizar y eternizar una entidad política por me-
nato de la Nueva Granada y la Capitanía General dio de la representación de unos límites espaciales
de Venezuela, carecían de una precisa delimitación externos que se “mantienen invariables” desde el
territorial, lo cual fue problemático al momento de siglo XVI. En este sentido, en la lógica del Atlas, el
definir las fronteras de los Estados nacionales de- espacio nacional tiene su antecedente en la llegada
cimonónicos. Sin embargo, a diferencia de la mar- de los conquistadores, quienes lo recorren, lo do-
ginal Costa de Mosquitos, Duque muestra que la minan y lo civilizan. En esta sucesión de mapas de
situación de la frontera colombo-venezolana atra- carácter cronológico y lineal, la Independencia, el
jo permanentemente la atención de gobernantes otro gran momento fundacional, cobra un sentido
y académicos desde los primeros litigios en 1830 similar al de la Conquista, pero ahora son los líde-
hasta 1881, año en que se logra un acuerdo relati- res criollos quienes surcan un espacio cuya com-
vamente perdurable. En ello, nos dice la autora, los plejidad se reduce a ser un teatro de la guerra. Así,
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según Anna Jagdmann (2002), puede decirse que se presentan como los artífices de la independencia
el Atlas refuerza aquella idea presente en la histo- y los fundadores de la nación (Jagdmann, 2002).
ria tradicional, en donde las élites y a sus próceres
FIGURA 3.
“Carta de la República de Colombia (Antigua Nueva Granada): dividida en departamentos, 1886”: mapa elaborado por Felipe
Pérez y Manuel María Paz publicado en 1889.
Fuente: David Rumsey Historical Map Collection.
Finalmente, debe hacerse referencia a trabajos que niela Marino denomina la “anulación de la propie-
han tratado de abordar la relación entre cartografía dad y usufructo colectivo de la tierra y la creación
y nación a una escala local en Colombia. En este de un mercado libre de tierras, garantizando la
orden, estudios como el del geógrafo e historiador propiedad individual, perfecta e irrevocable” (Ma-
Juan David Delgado (2020) proponen ver, desde rino, 2006, p. 33).
una lente geográfica, procesos tradicionalmente
abordados desde la óptica un tanto estructuralista Delgado hace énfasis en que la disolución de los
de la historia agraria tradicional. En este sentido, resguardos indígenas en la sabana de Bogotá re-
Delgado considera la disolución de los resguardos quería, antes que nada, de la conformación de un
en la primera mitad del siglo XIX como una de las paisaje racionalizado que permitiese contar con
reformas medulares en la política agraria liberal, información geográfica consistente, que debía le-
en donde se promovía lo que la historiadora Da- vantarse en terreno mediante técnicas modernas de
Cartografía y nación en América Latina (siglos XIX y XX): una aproximación a los casos de Argentina, México y Colombia 63
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Salvo el caso argentino, esta es una historia que Finalmente, consideramos que, en la mayoría de
continúa haciéndose y viéndose de manera unidi- los artículos aquí revisados, preguntas o cuestiona-
mensional “desde arriba”, desde los decretos, los mientos relativos a los otros, los indios, los negros,
institutos geográficos, los intelectuales y sus co- los extranjeros, entre otros, han quedado exclui-
misiones exploradoras, desde los mapas hechos dos no solo de los mapas nacionales de fines del
o impresos en el extranjero, cuestionándose poco XIX, sino también de la historiografía que los ha
por sus significados culturales, por quienes están estudiado. De ahí que sea importante el llamado
“dentro” y quienes están “fuera”. de Craib a ampliar nuestra noción “mapa” e in-
corporar otros actores que también participan en el
Literalmente, por quienes han sido “borrados del proceso de producción cartográfica: campesinos e
mapa” y, por ende, excluidos del cuerpo geográfi- indios, baquianos y guías locales, aquellos quienes
co de la nación. Aquí valdría la pena reivindicar la están en el terreno, lo conocen mejor que nadie y
manera en que Jagdman (2002) y Díaz, Muñoz y que han permitido que las pomposas comisiones
Nieto (2010) han deconstruido el discurso que se corográficas hayan tenido un relativo éxito. No
entreteje tras los mapas del Atlas colombiano de obstante, el balance general sobre los estudios de
1889 y evidencian la manera en que se naturaliza historia de la cartografía en América Latina es más
el espacio nacional, haciendo de la élite criolla los que positivo, si se tiene en cuenta lo reciente de
forjadores de la patria. este campo y lo mucho que hay por hacer.
Cartografía y nación en América Latina (siglos XIX y XX): una aproximación a los casos de Argentina, México y Colombia 65
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Recepción:
28 de mayo de 2019
Para citar este artículo: Aponte-Motta, J. M. (2019). Lo urbano y los espa- Evaluación:
cios vacíos en la Amazonia como elementos en la producción de cartogra- 8 de agosto de 2019
fías nacionales de Colombia. Perspectiva Geográfica, 24(2), 69-83.
Aprobación:
doi: 10.19053/01233769.9895
23 de septiembre de 2019
Resumen
Las representaciones que tradicionalmente tenemos de la Amazonia omiten o
minimizan los fenómenos urbanos que han sido parte fundamental de su configu-
ración territorial, dejándonos la imagen de “espacios vacíos”, “incógnitos” o “sal-
vajes”, que encierran selvas exuberantes, ampliamente diversas en fauna y flora, pero
que no tienen dueños o habitantes civilizados y, por lo tanto, sus riquezas pueden
ser aprovechadas por quienes describen el territorio. Sin embargo, esos mismos es-
pacios se encuentran internamente demarcados por poblaciones que por lo menos
en la representación cartográfica ponen en cuestión el discurso del vacío, lo cual
evidencia que la construcción de dichos vacíos se encuentra enmarcada en disputas
Abstract
Our traditional representations of the Amazon overlook or minimize urban phe-
nomena that have been fundamental to its territorial configuration. This created an
image of “empty,” “unknown,” or “wild” spaces that enclose lush jungles with a
wide diversity of fauna and flora and no owners or civilized inhabitants, so their
wealth can be exploited by those who describe the territory. Nonetheless, these
same spaces are internally demarcated by populations that, at least in the carto-
graphic representation, call into question the empty space discourse. This shows
that the creation of these empty spaces is framed by disputes over territorial control
in which erasing or not representing human inhabitants, as well as establishing
urban settlements either in practice or in representation only, is functional for land
grabbing. As part of the exploratory stage of this research, we reflect on the role
of the city in Amazonian space production and how the concept of urban has been
represented in the framework of disputes associated with the consolidation of na-
tional-state territorial spaces in the Amazon, emphasizing the symbolic practice
of representing Colombia in the Amazon. For this, we employ map analysis and
deconstruction, following Bryan Harley’s methodological proposal, and attempt to
Lo urbano y los espacios vacíos en la Amazonia como elementos en la producción de cartografías nacionales de Colombia 71
Resumo
As representações que tradicionalmente temos da Amazônia omitem ou minimizam
os fenômenos urbanos que têm sido parte fundamental de sua configuração territo-
rial, deixando-nos a imagem de “espaços vazios”, “incógnitos” ou “selvagens”,
que envolvem selvas luxuriantes, amplamente diversificadas na fauna e flora, mas
que não possuem donos ou habitantes civilizados e, portanto, suas riquezas podem
ser aproveitadas por quem descreve o território. No entanto, esses mesmos espaços
encontram-se internamente demarcados internamente por populações que, pelo
menos na representação cartográfica, põem em causa o discurso do vazio, o que
mostra que a construção desses vazios se enquadra em disputas pelo controle ter-
ritorial para apagar ou não representar formas humanas de habitação, bem como
estabelecer enclaves urbanos, seja na prática ou somente na representação, ai é
funcional para o exercício da apropriação territorial. Nesse sentido, como parte do
início exploratório desta investigação, refletirei sobre o papel da cidade na produção
espacial da Amazônia e as formas pelas quais o urbano tem sido representado no
âmbito das disputas associadas à consolidação dos espaços territoriais Estado-na-
cionais na Amazônia, enfatizando particularmente os exercícios simbólicos de rep-
resentar a Colômbia na Amazônia. Para isso, vamos trabalhar a partir da análise
e a desconstrução do mapa, seguindo a proposta metodológica de Bryan Harley
(2005), e tentaremos entender os sentidos e as razões da representação iconográfica
do urbano em alguns mapas que incluem a região amazônica ao final do século XIX.
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72 Revista Perspectiva Geográfica
Pese a la anterior mirada, las formas urbanas han Esto quiere decir que la cartografía es una cons-
estado presentes de diversas formas en los proce- trucción con sentidos, que no es aséptica y está
sos de configuración territorial de la región ama- relacionada con intereses, imaginarios y formas
zónica. Nada más al indicar el papel que tuvieron de representar de los diversos agentes generadores
los fuertes militares y las misiones religiosas como del mapa, desde su concepción hasta su distribu-
lugares con contenido geopolítico y de concentra- ción. En este sentido, el mapa no revela el espacio
ción poblacional en el marco de las pugnas por el que describe, sino la forma particular como los di-
control colonial del territorio, podemos percibir su versos agentes implicados en su realización y su
importancia en la producción del espacio amazó- difusión quieren que sea visto (Harley, 2005). Así,
nico (Corrêa, 1987; Goulard, 2012a; 2012b; Zá- a través de una lectura de los mapas pueden ha-
rate, 2008; 2013), entendiendo lo urbano, por lo cerse visibles las concepciones —que incluyen los
menos desde su concepción, como espacio hege- discursos sobre lo urbano— asociadas a las formas
mónico de dominación y omitiendo por lo tanto particulares de representar el espacio.
las diversas formas de habitación y asentamiento
ya presentes en la región, y que no estaban vincu- Teniendo en cuenta lo anterior, desde la segunda
ladas con las estrategias coloniales de dominio del mitad del siglo XVIII las cartografías pasaron de
territorio. representar la Amazonia como una región intensa-
mente habitada a presentar una región vacía. Las
Por otra parte, las representaciones cartográficas primeras representaciones la reflejaban habitada
han sido artefactos culturales (Díaz, Muñoz & por los bestiarios importados de las narrativas
Lo urbano y los espacios vacíos en la Amazonia como elementos en la producción de cartografías nacionales de Colombia 73
medievales (Pizarro, 2009; Ramírez, 2001). Pos- recer representaciones de lugares emblemáticos,
teriormente, se mostraba como intensamente habi- fuertes, puestos de misión o sitios que por una u
tada por los muchos pueblos nativos que iban a ser otra razón han resultado de interés en la represen-
o estaban siendo reducidos a misiones. Finalmen- tación cartográfica, pese a que las leyendas inscri-
te, a finales del siglo XVIII se empezó a represen- tas sobre áreas extensas del mapa destaquen la idea
tar vacía, deshabitada. Los espacios ocupados por de espacios vacíos e inexplorados. Sin embargo,
pueblos indígenas que “deambulaban” se volvie- ¿cómo puede estar inexplorado un espacio que al
ron áreas desocupadas, inhóspitas, desconocidas, mismo tiempo es marcado con poblaciones en las
inclusive “desérticas”, aunque, eso sí, disputadas representaciones cartográficas?
por los poderes imperial-coloniales que querían
Lo anterior pone de manifiesto que pese al discur-
controlarla (Aponte Motta, 2017b).
so que vacía el espacio de poblaciones y habitan-
Dicha expresión de los regímenes de representa- tes, lo urbano tiene una importancia radical en la
ción que borra la dimensión habitada del espacio representación del espacio y su narración. Por lo
que se representa en los mapas evidencia un giro tanto, pese a que el discurso hegemónico constru-
en la concepción geopolítica de la región, que ne- yó una idea de la Amazonia como espacio vacia-
cesitaba consolidar la idea del vacío, del desierto do de habitantes, este mismo discurso necesitó de
verde que nos persigue desde entonces en las for- la representación de algunas expresiones urbanas
mas de representación de la región amazónica y para sustentar su narrativa de dominio del espacio.
que ha sido central en las maneras como esta ha
Lo anterior conduce a pensar que la representación
sido integrada de forma subordinada en la cons-
de ciertas manifestaciones urbanas tiene gran im-
trucción y la narración de los territorios de los
portancia en el ejercicio narrativo de domino sobre
Estados nacionales con presencia en la Amazonia,
una región, discurso que corre paralelo a la idea de
lo cual instituye a dicha región como el revés o
una región deshabitada y puesta a disposición de
la cara oculta de la nación que, como contracara,
quienes pretenden dominarla. Es decir, representar
sustenta la construcción de un “otro” interno que
expresiones urbanas en medio de un espacio que se
permite la consolidación de un imaginario nacio-
quiere argumentar que está vaciado de habitantes y,
nal hegemónico (Serje, 2005).
por tanto, disponible, hace parte de un discurso que
Pese a que dicha construcción discursiva ha borra- revela otro nivel de formas del ejercicio de control
do la ciudad no solo como espacio habitado y con o reivindicación del dominio espacial sobre una re-
una particular materialidad física como urbs, sino gión específica. Por lo tanto, lo urbano como acto
como entorno cultural y político, ciudad como ci- hegemónico, como marca, aparece para reivindicar
vitas y polis, lugar del desarrollo de la ciudadanía el espacio de dominio, no para reconocer la condi-
y del ejercicio de la política (Capel, 2003), que ción habitada y, por lo tanto, con dueños. En una
definirían en alguna medida un “territorio civiliza- región como la Amazonia, lo urbano aparece para
do”, curiosamente en los mapas no dejan de apa- fortalecer las narrativas de dominio.
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2. Agustín Codazzi, mapas del Lo anterior evidencia cómo las primeras cartogra-
fías nacionales americanas como la presentada por
Atlas de Venezuela de 1840 y Codazzi cumplieron un doble papel en la produc-
un mapa del Atlas de Colombia ción del espacio nacional. Uno es externo, ya que
se puede presentar el territorio a los otros Estados,
de Felipe Pérez y Manuel María por ello la legitimidad del Estado venezolano se
Paz de 1899: un primer esfuerzo adquiere al presentar su atlas en París, donde el
cartógrafo es reconocido por las academias cientí-
analítico
ficas, e interno, en la medida en que define —o por
Como primer ejercicio del sendero investigativo, lo menos lo intenta— el espacio soberano del Es-
quiero acudir al trabajo pionero de Agustín Coda- tado, es decir, dónde sus acciones son soberanas,
zzi, quien ayudó a construir el “cuerpo” de los Es- qué recursos están disponibles para la utilización
tados nacionales de Colombia y Venezuela. Unos o recaudo y, de forma importante, hasta dónde se
cuerpos modernos mediados por el mapa como extienden los Estados vecinos, lo cual dota a las
uno de los principales mecanismos de construc- cartografías nacionales de un papel preponderante
ción de la imagen nacional (Anderson, 1993). en la definición de los límites políticos y se cons-
tituyen en la base sobre la cual definir o disputar
Codazzi desarrolló una intensa labor cartográfica, dichos espacios mediante el emplazamiento de po-
primero en Venezuela y después en la Nueva Gra- blados y el trazado de líneas, que permiten mante-
nada, donde murió antes de terminar su trabajo, lo ner o sedimentar las disputas en el plano del espa-
cual le impidió continuar hacia Perú, donde había cio representado, lo cual hace de estos documentos
sido contratado (Sánchez, 1998). Fue encargado elementos centrales en los procesos de definición
en Venezuela de realizar una “completa cartografía de los espacios nacionales.
del país”, labor que requirió diez años desde que le
fue encomendada en 1830. Su trabajo fue impreso La obra de Codazzi, como lo reconoció la academia
en París en 1840, lugar donde obtuvo gran reco- francesa, fue muy importante para el conocimiento
nocimiento por parte de las sociedades científicas de la geografía americana. Sin embargo, su trabajo
y geográficas —entonces gran centro académico, no era ajeno a las tensiones políticas —de hecho,
político y económico mundial— e incluso del una de las principales preocupaciones que tenía
ya veterano Alexander von Humboldt (Sánchez, Venezuela para contratarlo era definir las cartas de
1998, p. 616). las provincias de Maracaibo y Mérida, vecinas de
la Nueva Granada (Sánchez, 1998, p. 139), Estado
Tal reconocimiento no era para menos. Su trabajo del cual Venezuela se había separado al disolverse
fue pionero en la cartografía moderna. Para 1885 la llamada Gran Colombia—, como tampoco a los
se estimaba que solo al rededor de seis mil millas imaginarios sobre la región amazónica.
cuadradas, es decir, menos de la novena parte de la
superficie del globo había sido sometida al levan- Un elemento de gran interés es que algunos imagi-
tamiento cartográfico o se encontraba en proceso narios sobre la Amazonia alimentados desde tiem-
(Brown, 1977, p. 280). pos coloniales y reforzados por la mirada de los
Lo urbano y los espacios vacíos en la Amazonia como elementos en la producción de cartografías nacionales de Colombia 75
viajeros científicos fueron inscritos en las apues- físico y político de la República de Venezuela ela-
tas de representación de los territorios nacionales. borado por Codazzi y muestra el territorio “actual”
Ejemplo de esto es el mapa “América histórica, de los países americanos (Figura 1).
física y política actual”, que hace parte del Atlas
FIGURA 1.
“América histórica, física y política actual”: mapa elaborado por Agustín Codazzi en 1840.
Fuente: Biblioteca Nacional de Colombia.
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En este mapa, en la parte en que se refiere a la “apenas poblada”, situación que es reforzada y ex-
Amazonia y la Orinoquia, habla de las Guyanas, tendida a toda la región con la inscripción: “País
anotando una división interna en tres partes (ingle- poco conocido, tribus indígenas y feroces en todas
sa, holandesa y francesa) y una cuarta portuguesa, direcciones” (Figura 2).
FIGURA 2.
“América histórica, física y política actual”: detalle del mapa.
Fuente: Biblioteca Nacional de Colombia.
La anterior inscripción destaca la insistencia en como condición necesaria para dominar el espacio
la narrativa cartográfica sobre el vacío cargado de en una nueva forma de producir el territorio, fue
desconocimiento, “país poco conocido” que es lle- una estrategia discursiva ampliamente usada tanto
nado por seres que sobresalen en su marginalidad por las misiones de los primeros tiempos colonia-
y nomadismo como incapacidad de asentamiento les como en la narrativa ilustrada del espacio es-
que pueda generar entornos de aglomeración ci- grimida por los viajeros de los siglos XVIII y XIX
vilizados o ciudades: “Tribus indígenas feroces (Aponte Motta, 2017a).
y en todas direcciones”. Esto no solo refuerza la
En este sentido, en el marco de la construcción
condición que construye “el salvaje” y, en esta me-
de los espacios estado-nacionales, reapareció esta
dida, el incivilizado, sino que además destaca la
narrativa, lo cual implicó también marcar nuevos
condición de peligrosidad por su ferocidad, realza
o renovados entornos urbanos en el marco de las
su “barbaridad” y su difícil localización.
condiciones de producción de la espacialidad de
Lo anterior es la condición primaria de los proyec- los confines amazónicos en clave de la construc-
tos hegemónicos de producción del espacio que ción de los Estados nacionales2.
necesitan construir un “otro” sin lugar, nómada y
además anclado en un estadio anterior o desvincu-
lado del proceso civilizatorio, donde quien descri-
2 La inspiración para mirar el mapa de Codazzi la he tomado
be se asume como representante superior y legíti- del trabajo de Sebastián Díaz (2008) y he agregado al-
gunas impresiones y apreciaciones trabajadas previamente
mo. Dichas formas de construcción de un “otro”, (Aponte Motta, 2013; 2017b).
Lo urbano y los espacios vacíos en la Amazonia como elementos en la producción de cartografías nacionales de Colombia 77
Lo anterior sugiere un elemento de suma impor- salvajes”. Estos habitantes civilizados habitarían
tancia articulado directamente con el papel de lo nuevos o renovados entornos urbanos en frentes
urbano en la representación del espacio y que se pioneros o en poblaciones fronterizas, las cuales,
puede vincular directamente con la representación como antaño, se inscribieron muchas veces prime-
de lo fronterizo. En representaciones pretéritas de ro en el mapa antes que en el terreno.
la Amazonia, los cronistas, los misioneros y los
Estas condiciones se hacen evidentes en diversas
primeros cartógrafos hablaban de grandes pueblos
representaciones cartográficas de entonces, dado
—por ejemplo, las ciudades de las Amazonas (pre-
que la preocupación de la gran mayoría de los paí-
sentes en la relación de G. de Carvajal), o la ciudad
ses andino-amazónicos se concentró más en la de-
dorada de Manoa (en el relato W. Raleigh)— y sus
finición de los niveles administrativos internos que
mapas eran pródigos en ubicar poblaciones y áreas
en la consolidación de un territorio nacional (Díaz,
de influencia de diferentes “naciones” indígenas,
2008, p. 31). Por ello, en gran parte los esfuerzos
funcionales a la construcción de los discursos que
por integrar una región periférica como la Amazo-
justificaban sus actividades en diversos momentos
nia se vieron relegados a un segundo plano, confi-
de las tensiones en la producción espacial.
nándolas exclusivamente a una apropiación diplo-
Sin embargo, la ruptura de la representación ilus- mática y, en alguna medida, cartográfica (Palacio,
trada, de la cual beben los ejercicios de representa- 2006, p. 88). De ahí la importancia que adquiere el
ción nacional que adelantan figuras como Codazzi, espacio en el plano de la representación en la pro-
borra lo urbano de la Amazonia, tanto como refe- ducción de las espacialidades estado-nacionales y,
rente prehispánico sujeto a dominación como de en este camino, la importancia que se evidencia en
la propia espacialidad urbana generada en el ejer- los ejercicios de representación de las fronteras y
cicio de dominación colonial. Por lo tanto, estos las poblaciones fronterizas en las cartografías na-
mapas, al no indicar poblaciones en la Amazonia, cionales.
refuerzan el discurso de la región como vacía, in-
No es gratuito, por tanto, que Codazzi, dentro del
habitada, un desierto donde solo deambulan o son
mismo Atlas de Venezuela, en la región donde ano-
ubicables los indígenas, lo cual marca el discurso
ta la existencia de un país poco conocido habitado
de acción civilizadora sobre un espacio salvaje, a
por salvajes feroces, indicara en otro mapa titula-
modernizar mediante una nueva forma de produc-
do “Carta de la República de Colombia dividida
ción del espacio: los territorios estado-nacionales.
por departamentos” (Figura 3) poblaciones estra-
Estos discursos navegan entre la aparentemente tégicas como las de San Carlos, San Felipe y San
inconclusa consolidación territorial colonial, las José de Marabitanos (Figura 4), las cuales fueron
nuevas construcciones del saber que allanaron la entornos urbanos importantes en los esfuerzos de
complejidad de la región deshabitándola, unos demarcación hispano-portugueses, así como áreas
imaginarios nacionales que siempre se pensaron en disputa por el control territorial (Figura 4), sugi-
andinos o litorales, y nuevos ejercicios de domi- riendo así la existencia de territorios usurpados por
nación del espacio que implicaron importación de brasilenses (sic) o por ingleses.
población y llevaron “pueblos nobles” a “tierras
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FIGURA 3.
“Carta de la República de
Colombia dividida por
departamentos”: mapa de
Agustín Codazzi de 1840.
Fuente: Biblioteca Nacional de
Colombia.
FIGURA 4.
Detalle de “Carta de la
República de Colombia
dividida por departamentos”:
los círculos rojos señalan las
poblaciones estratégicas.
Fuente: Biblioteca Nacional de
Colombia.
Siguiendo con la figura emblemática de Codazzi, Venezuela en 1847, el italiano terminó exiliado en
tras su regreso triunfante a Venezuela, después de la Nueva Granada, ad portas de iniciar una nueva
la presentación en París del atlas, intentó estable- aventura corográfica, la cual debería haber con-
cer colonias agrícolas para favorecer la ocupación ducido a la realización de un atlas de igual o de
de agricultores europeos —esos pueblos nobles, mayor envergadura al realizado en Venezuela, que
europeos, en tierras salvajes, deshabitadas, sin ley corrigiera y ayudara a definir, entre otras cosas, los
y disponibles para ser aprovechadas—, lo cual fra- límites con dicho país.
casó rotundamente. Tras los conflictos internos en
Lo urbano y los espacios vacíos en la Amazonia como elementos en la producción de cartografías nacionales de Colombia 79
La Comisión Corográfica iniciada en 1850 inten- el territorio nacional, cumplió, como años atrás el
taría describir los diferentes elementos físicos, na- Atlas de Venezuela, la doble función de presenta-
turales, humanos y administrativos del territorio ción pública interna y externa de la imagen nacio-
de la Nueva Granada (Sánchez, 1998, p. 240). Sin nal, y en parte funcionó como discurso gráfico para
embargo, la empresa nunca fue terminada a causa contrarrestar las diferencias en la definición terri-
de la prematura muerte de Codazzi en 1859. torial entre Colombia y Venezuela (Díaz, Muñoz &
Nieto, 2013). Como parte de dicho discurso, Paz y
Tras su muerte, los trabajos de la comisión fueron Pérez mantuvieron una narración que involucró la
organizados y editados por varios investigadores delimitación y la utilización de poblaciones fun-
que de una u otra forma estuvieron vinculados con damentales en la construcción de la narrativa de la
dicha empresa científica. Entre estos, destaca el imagen del Estado nacional. Así, en el mapa “Di-
Atlas geográfico e histórico de la República de Co- visión política de Colombia en 1824”, delinearon
lombia publicado por Felipe Pérez y Manuel María en rojo el perímetro del país, superponiéndose a
Paz en 1889. Dicho atlas, construido como imagen las antiguas divisiones departamentales de la Gran
espacial y temporal aparentemente homogénea y Colombia que integraban a la Nueva Granada y
sólida, como dispositivo gráfico que presentaba Venezuela (Figura 5).
FIGURA 5.
“División política de Colombia en 1824”: mapa elaborado por Felipe Pérez y Manuel María Paz en 1889.
Fuente: Biblioteca Nacional de Colombia.
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Este mapa, además de ser funcional a las dispu- rímetro hizo parte de una división político-admi-
tas territoriales con Venezuela, adquiere especial nistrativa colombiana anterior (Figura 6) e indican
relevancia en torno de la provincia de Azuay, en como marca del límite la población de Tabatinga,
la frontera sur con Ecuador, dado que esta se en- fundamental en los intentos de delimitación hispa-
cuentra atravesada por el límite. Nuevamente, tal no-portugueses dentro del departamento de Azuay,
como lo había hecho Codazzi al indicar “zonas es decir dentro del territorio otrora español y no en
usurpadas” en el Atlas de Venezuela, Paz y Pérez territorio brasileño, y además fuera del perímetro
sugieren que la porción que queda dentro del pe- territorial nacional colombiano.
FIGURA 6.
Detalle del mapa “División
política de Colombia en
1824”: se resalta en rojo la
ubicación de Tabatinga.
Fuente: Biblioteca Nacional de
Colombia.
Estos elementos ayudan a construir el discurso es- Lo anterior, como mencionan Díaz, Muñoz y Nie-
pacial, que es reiterativo en la construcción históri- to, manifiesta que tal rectificación no responde a
ca del Atlas de Paz y Pérez respecto a la constante errores del mapa de Paz y Pérez, sino a “diferentes
pérdida de territorio frente a los vecinos, dado que visiones, discusiones y negociaciones de los lími-
la porción que queda dentro del perímetro es una tes territoriales y del ordenamiento político que
pequeña parte de lo que anteriormente era el país. tuvieron lugar en el proceso de construcción del
Sin embargo, también tenía otra lectura, y es que territorio nacional” (Díaz et al., 2013, p. 168). Por
la nota podría dar elementos de argumentación a lo tanto, en la construcción de ese espacio repre-
Ecuador para asumir tales territorios como usurpa- sentado, los límites y las poblaciones fronterizas
dos por Colombia. Ante tal amenaza, un año des- son elementos fundamentales del lenguaje carto-
pués de la publicación fue redactada una nota acla- gráfico funcional a los proyectos de construcción
ratoria pidiendo hacer caso omiso de tal anotación. de los cuerpos nacionales, donde lo urbano es una
marca que ayuda a construir y legitimar la narrati-
va del dominio del territorio.
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Nueva Granada): el cual comprende las repblicas de Venezuela y Ecuador con arreglo
a los trabajos geogrficos del general de ingenieros Agustn Codazzi ejecutados en
Venezuela y Nueva Granada. Construida la parte cartogrfica por Manuel M. Paz,
Miembro de la Sociedad de Geografa de Pars y redactado el texto explicativo por
el doctor Felipe Prez. Todo de orden del Gobierno Nacional de Colombia. París:
A. Lahure. Disponible en David Rumsey Historical Map Collection http://www.
davidrumsey.com/luna/servlet/s/4j1u3w y en la Mapoteca Digital de la Biblioteca
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Recepción:
25 de febrero de 2019
Para citar este artículo: Cuevas Quintero, L. M. (2019). La ilusión de poblar. Evaluación:
Territorios, narrativas y mapas del Orinoco y la Guayana en la segunda mitad 29 de mayo de 2019
del siglo XVIII, los umbrales de una geografía humana del porvenir.
Aprobación:
Perspectiva Geográfica, 24(2), 84-106. doi: 10.19053/01233769.8997
26 de junio de 2019
Resumen
Bajo el espacio contemporáneo de las geografías americanas se disponen otros espa-
cios que conforman un gran hipotexto cuya complejidad está integrada por la tradición
de los discursos geográficos, a la vez que da cuenta de las formas cambiantes de la
percepción territorial. La historia geográfica de estos espacios se organizó e impulsó
por la ilusión de poblar y el discurso del progreso. Este artículo reflexiona sobre este
binomio e interpela la historicidad y la geograficidad de los territorios de la cuenca
del Orinoco y de la Guayana en el siglo XVIII, de los procesos y fenómenos que
los articularon y los hicieron visibles. En tal sentido, narrativas geográficas, mapas
y diccionarios constituyeron repertorios que organizaron la imaginación geográfica
territorial del Orinoco y la Guayana en el siglo XVIII; su revisión y su crítica sintética
es objeto de este trabajo.
Abstract
Under the contemporary space of the American geographies are other spaces that
make up a large hypotext whose complexity is integrated by the tradition of geo-
graphical discourses while accounting for the changing forms of territorial percep-
tion. The geographical history of these spaces was organized and promoted by the
illusion of populate and the discourse of progress. This research work reflects on
this binomial and interpellates the historicity and geograficity of the territories of
the Orinoco basin and Guiana in the 18th century, of the processes and phenomena
that articulated it and made it visible. In this sense, geographical narratives, maps
and dictionaries constituted repertoires that organized the territorial geographic
imagination of the Orinoco and Guayana in the eighteenth century, its review and
its synthetic criticism is the subject of this work.
Resumo
O espaço contemporâneo das geografias americanas existem outros espaços que
compõem um grande hipotexto cuja complexidade é integrada pela tradição dos
discursos geográficos, ao mesmo tempo em que explica as formas mutáveis da per-
cepção territorial. A história geográfica desses espaços foi organizada e promovida
pela ilusão da povoar e pelo discurso do progresso. Este trabalho de pesquisa re-
flete sobre esse binômio e interpela a historicidade e geograficidade dos territórios
da bacia do Orinoco e da Guiana no século XVIII, dos processos e fenômenos que
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giros observables en los corpus de revistas como vas percepciones en torno a un valor nuevo de los
Terra Brasilis en Brasil o en proyectos como Ra- lugares y los recursos contenidos en el medio am-
zón Cartográfica en Colombia, o el llevado a cabo biente, se expresará en los discursos de los religio-
bajo la coordinación de Pedro Cunill Grau en Ve- sos, de los científicos (en especial, de los botáni-
nezuela, GeoVenezuela, permiten considerar nue- cos) y de los ilustrados reformistas.
vos documentos y nuevos actores en la construc-
El principal problema en la óptica compartida
ción y la producción de espacios geográficos, es
de las comunidades de funcionarios españoles y
decir, considerar que el espacio ya no solo es so-
de los misioneros destacados en las zonas espe-
porte de prácticas, sino que es producido en el pla-
ciales lo constituía el poblamiento, factor funda-
no social de la significación y en su materialidad,
mental en la expansión y estabilización del limes
o construido en el plano del sentido que articula su
imperial. Es así como la política de fronteras en
imaginación geográfica. Es así que los valores de
la Orinoquia se dirigió a la conservación de los
los espacios y su utilidad muestran formas cam-
núcleos de poblamiento y a la fundación de otros.
biantes de habitar o de expandir la habitabilidad de
La Expedición de Límites del Orinoco Marañón
espacios geográficos otrora considerados margina-
(Amazonas) de 1750 a 1760/67 dirigida por José
les. De este modo, materialidad y representación
de Iturriaga, Eugenio de Alvarado, Antonio de
se correlacionan y se determinan mutuamente.
Urrutia y José Solana y Bote se llevaría a cabo
En conjunto, estas premisas inscriben este trabajo en tal sentido y siguiendo las directrices del Tra-
en una problemática que considera al espacio en su tado de Madrid de 1750, firmado entre España y
dinámica, que estudia los diversos registros (car- Portugal, con varias fundaciones de pueblos y de
tográficos, narrativos y descriptivos) en los que se fortines, sobre todo en el área de confluencia de
plasmó un momento de la experiencia geográfica los ríos Orinoco, río Negro-Guainía y Atabapo2
del río Orinoco y la Guayana. que se sumaban a la preexistente red de asenta-
mientos misioneros que seguían las riberas del
Orinoco y de los ríos de los Llanos del Casanare,
2. Umbrales de una geografía Meta y Orinoco.
del siglo XVIII, y luego bajo un modelo mixto que proceso de poblamiento, los viajes de exploración
agregaba fundaciones de presidios, villas y ciuda- misionera continuaron abriendo conexiones entre
des. La idea de poblar establecía un contraste en la espacios4. Un ejemplo de ello lo constituyen las
relación espacial de aglomeración y concentración exploraciones de los capuchinos en el bajo Orino-
frente a la dispersión: la primera, concebida como co, el Cuyuní, el Barima y el Parime.
un lugar de concentración, era el lugar civilizato-
rio de ortopedia social; la segunda era el espacio La expansión al sur del río Caroní, el gran afluente
de bárbaros y salvajes, caracterizado por la vida del Orinoco medio, condujo a la fundación de la
nómada de grupos de cazadores y recolectores en Barceloneta (La Paragua) en 1770 por Fray Benito
la Orinoquia, y, en menor grado, los de vida mixta. de La Garriga. Los capuchinos también empren-
dieron expediciones hacia el Parime remontando
El modelo occidental no presentaba una unidad el Paragua con el mismo La Garriga y Tomás de
de criterio, pues existían opiniones contrarias a Mataró. En una segunda expedición con Félix Vic
las ventajas que las misiones ofrecían. Manuel de lograron vencer los obstáculos naturales de gran
Centurión había señalado al ministro de Indias, parte de la zona. No obstante, ambas exploracio-
Juan Arriaga, en 1774, que las misiones dejaban nes de reconocimiento se detuvieron en las barre-
a los indios en una condición tal de inutilidad ras montañosas de la sierra de Pacaraima.
que en nada se diferenciaba de su anterior vida
salvaje (Lucena Giraldo, 1992, p. 71), una per- De ese proceso, varios trabajos cartográficos como
cepción compartida por los funcionarios de la ad- el mapa anónimo de misiones capuchinas de 1735,
ministración colonial, quienes pensaban que las los de Fray Carlos de Barcelona: “Misiones capu-
misiones solo debían dedicarse a lo espiritual. Sin chinas catalanas y Anathomía Geográphica” de
embargo, pese al episodio de las misiones jesui- 1771 y el mapa de 1779 (Figura 1) y, finalmente,
tas teñido por la sospecha de pretender autono- otro mapa anónimo de “Misiones Capuchinas de la
mía territorial, entre otras acusaciones rodeadas Guyana de 1789”, se constituyen en un factor im-
de intrigas que ocasionaron su expulsión, el sis- portante por cuanto muestran las proyecciones ha-
tema misionero no fue eliminado, sino que fue- cia el sur y hacia el sureste de la cuenca del Orino-
ron debilitadas sus autonomías relativas por las co y revelan además que parte de los movimientos
políticas borbónicas de control territorial de las hacia la terra incognita y de sus registros visuales
fronteras (Weber, 2007, p. 158). primarios iban de la mano de los religiosos5. Estos
En el Orinoco y la Guayana, sin embargo, las mi- 4 Los capuchinos catalanes llevarían con fray Antonio La Ga-
rriga una política exploratoria en el Alto Caroní, El Para-
siones mantuvieron su fuerza. En los Llanos altos gua, Barima y Cuyuní, una labor que coincidía con el des-
y bajos, y el Caroní y Caura, que forman parte de pliegue misionero en otras partes de América como Nuevo
México, río Bermejo, los Andes orientales en su conexión
la cuenca del Orinoco, las misiones de francisca- fluvial con el Amazonas y la ruta Chiloé-Patagonia entre
1776 y 1792 (Weber, 2007, p. 203). En este sentido de
nos, agustinos y capuchinos catalanes experimen- la movilidad misionera, los mismos jesuitas se fueron con-
virtiendo en prácticos de las zonas geográficas olvidadas u
taron una expansión eficaz y sostenida sobre los omitidas y fueron conocidos por ser los hombres de los ríos
restos de las misiones jesuitas (Donís, 1997; Ca- (Del Rey, 2011).
5 Parte de estos mapas se pueden consultar en la web Da-
rrocera, 1979; Weber, 2007). También, junto a este vid Rumsey Historical Map Collection https://www.davi-
drumsey.com/
La ilusión de poblar. Territorios, narrativas y mapas del Orinoco y la Guayana en la segunda mitad del siglo XVIII, 89
los umbrales de una geografía humana del porvenir
mapas, además, se suman a los elaborados por la costas guayanesas desde la Cayyenne al Esequivo
orden jesuita (Del Rey, 1975; Cuevas, 2012) y eran y la Guayana española, revelaba al mundo acadé-
un indicador de las coberturas espaciales, así como mico de París en 1763 la fertilidad de la región.
una ventana a las posibilidades socioeconómicas Para ello, la asociaba con la existencia de una red
de esos territorios de los márgenes y de los progre- compleja de ríos que la irrigaban, favoreciendo el
sos del modelo de poblamiento. paisaje de “bosques” (selvas) que ofrecían con-
diciones para el aprovechamiento de recursos, la
En medio de este proceso poblador, la lógica im-
producción y el sustento, de modo que las selvas
perial de jerarquización del espacio subalternizaba
del Delta:
las etnias bajo categorías de salvajes y bárbaras.
Pese al registro etnográfico de la geografía huma- Comunican al terreno una humedad que
na del Orinoco, hecho por religiosos, no se logra- vuelve los valles por donde pasan de una
ba reconocer en la mentalidad reformista lo que fertilidad sorprendente; las llanuras están
durante miles de años las etnias que habitaban el cubiertas de una cantidad prodigiosa de
Orinoco habían diseñado, es decir, sus propias res- árboles de toda especie, que forman el
puestas al medio que les permitían explotar, como más bello paisaje que pueda verse y que
hemos visto en el caso del delta, las posibilidades son de un grosor desconcertante (Bellin,
que este ofrecía. Eugenio de Alvarado, uno de los 1986, p. 45).
miembros de la Expedición de Límites al Mara-
ñón/Orinoco (1750-1760), destacado para hacer Se explica entonces que una de las grandes preocu-
observaciones en el bajo Orinoco, el Cuyuní y el paciones será dar cuenta de las bondades de la geo-
Esequibo, diría del Delta: grafía física que trocaba la antigua percepción de
la humedad como ambiente degenerativo a la hu-
Todo un país anegadizo, aunque frondoso, medad como ambiente de fertilidad. Sin embargo,
de corpulentos árboles y palmas, en espe- frente a estos pueblos “anfibios” de grado civiliza-
cial de mayo a diciembre, que es la esta- torio bajo, se oponía la agricultura como indicador
ción de las crecientes, pero no por eso de- occidental de cultura, una cuestión presente en las
jan de habitarle en todos los tiempos más observaciones de jesuitas como Rivero, Gumilla y
o menos número de indios infieles pacífi- Gilij, quienes también habían elaborado sus res-
cos de la nación Guaraúna, que gustan de pectivos discursos de la abundancia y de los ni-
parecer en estas selvas anfibios racionales veles de desarrollo civilizatorio según apareciese
(1999, pp. 153-154). o no el trabajo de la tierra (Cuevas, 2012; 2017b).
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grantes en función de los ciclos de disponibilidad A la par de esta preocupación por la localización
de los recursos6. En consecuencia, y dada la movi- de los emplazamientos se elaboraban discursos en
lidad territorial y ecológica, la labor de aglutinar a los que se trataban de hacer atractivos estos espa-
estas poblaciones se hacía más difícil. Por algunos cios para la inmigración europea, una labor que
momentos, el espacio de la misión se diluía en fu- tenía su antecedente inmediato en Rivero, pero
gas, rebeliones, epidemias y hambrunas que aten- sobre todo en Gumilla (1983), quien a mediados
taban contra su estabilidad, por ello la solución del siglo XVIII en 1741 y 1745 había mostrado
para los religiosos fue crear unidades de produc- extensos inventarios de recursos en su obra, cuyo
ción ganadera que abastecieran a los asentamien- largo título muestra, de por sí, las dificultades de
tos misioneros, asegurando así la sostenibilidad un ensamblaje en el que se mezclan ciencia y fe:
alimentaria. Bajo su impulso se logró al menos El Orinoco ilustrado y defendido, historia natural,
estabilizar algunos núcleos de poblamiento. Frente civil y geográfica de este gran río y de sus cau-
al espacio imaginado de la barbarie, los ilustrados dalosas vertientes. Gobierno, usos y costumbres
llevaban la voz “universal” del progreso y la feli- de los Indios sus habitadores, con nuevas y útiles
cidad a los pueblos. El carácter utilitario del nuevo noticias de animales, árboles, frutos, aceytes, re-
espacio en términos de hábitats nuevos para el po- sinas, yervas, y raices medicinales; y sobre todo
blamiento europeo suponía su acondicionamiento se hallarán conversiones muy singulares a nuestra
en modelos de ciudades, villas y presidios, a los Santa Fé… (sic).
que se sumaban las políticas de infraestructura
Junto al trabajo constante de registros que dan
portuaria para el caso de asentamientos situados
cuenta de una percepción de la abundancia y la
en las riberas de los ríos, y en la construcción de
exuberancia de paisajes pródigos, expresada en los
reductos defensivos.
inventarios naturales que contienen los textos de
En el fondo, las misiones también tenían este ca- los religiosos, la mirada ilustrada en la Orinoquia
rácter de ocupación y acondicionamiento de los tenía en el propio carácter de la Expedición de Lí-
lugares. Los misioneros jesuitas y los capuchinos mites de 1750/54-1760: el objetivo de observar la
ocupaban enclaves estratégicos en el curso del río naturaleza de un modo más sistemático y acorde
Orinoco y en sus principales afluentes, como, por con las enseñanzas de Linneo, una labor encomen-
ejemplo, los emplazamientos de Atures y Maipu- dada a Per Löefling, quien trabajó en el área del
res, el de Cabruta, el de Moitaco y el del Caro- bajo Orinoco y el Caroní.
ní-Paragua de los capuchinos7.
De este modo, la existencia de recursos (sobre todo
de suelos fértiles y productos botánicos que podían
6 Para el caso de la pampa argentina, Mandrini (1992) ha alimentar a las economías locales y metropolita-
mostrado estos errores de percepción sobre un nomadismo
ficticio; otro tanto podemos observar con la relación de los nas) fue señalada como recursos potenciales y, en
ciclos de recolección, caza y pesca que forzaban a dirigir-
se en grupos a determinados nichos ecológicos. Denevan el caso del legado de Löefling, estos fueron clasifi-
(1992) también ha rebatido la idea de una naturaleza prís-
tina asociada a la idea del “salvaje natural” y, por el con-
cados de acuerdo con el método moderno de taxo-
trario, ha mostrado que muchas selvas poseían un origen
antrópico.
7 Para una explicación de la función defensiva y militar con- las misiones en el contexto violento de las fronteras, véase
tenida en la denominación de reducción adaptada para Cuevas (2006) y Lacotoure (1993).
La ilusión de poblar. Territorios, narrativas y mapas del Orinoco y la Guayana en la segunda mitad del siglo XVIII, 91
los umbrales de una geografía humana del porvenir
FIGURA 1.
Sketch Map of the Missions of
the Catalonia Capuchins in the
Spanish Province of Guayana
de Fray Carlos de Barcelona
(1779),
Fuente: David Rumsey
Historical Map Collection.
nomías linneanas, mostrando así un nuevo espacio 2002; 2004). No obstante, la muerte temprana del
para el coleccionismo botánico de la ciencia en la botánico sueco en las riberas del Orinoco arrojaría
Orinoquia. Con él y con otros discípulos de Linneo por la borda el proyecto de sistematización.
se iniciaba una gran red de globalización botánica
La mirada sobre los recursos también estaba go-
que tendría sus centros de recepción y cálculo en bernada por el carácter utilitario y geoestratégico.
los jardines botánicos europeos y en los gabinetes Parte de las exploraciones en el alto Orinoco se ha-
y museos de ciencias naturales, que formaban par- bían hecho también con el ánimo de reconocer la
te de prácticas localizadas y conectadas (Amodio, existencia de cacahuales (cacao silvestre), el “oro
1998; Lucena, 1998; Ryden, 1957; Livingstone, vegetal” de la política borbónica del siglo XVIII.
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Hacia el último tercio de este siglo, las explora- el área de Guayana se convertiría en un espacio
ciones se habían concentrado en una política de caótico caracterizado por el retroceso de las mi-
contención del avance holandés en la zona del Cu- siones jesuíticas (Del Rey, 1998); las tensiones
yuní y de fortalecimiento del bajo Orinoco. José territoriales entre órdenes religiosas por áreas de
Inciarte (1968), quien había hecho viajes hacia el acción ocasionaban frecuentes disputas; los asaltos
suroriente de la Guyana y el sur del Delta entre y razzias de Caribes y holandeses, asociados para
1779 y 1783, hablaba de planes para desarrollar el suministro de esclavos al Caribe y a las planta-
el bajo Orinoco y la costa atlántica del Esequibo ciones guayanesas, y el avance portugués por río
con la finalidad de estabilizar una zona que lucía Negro eran factores importantes. A ello se sumaba
desguarnecida, una labor que debía acompañarse el conocimiento parcial y fragmentado del espacio
con planes de activación económica ganadera y fo- geográfico que impedía formarse una idea totali-
restal que asegurasen la estabilidad de los nuevos zante de lo que significaba el territorio articulado
poblamientos proyectados. por la cuenca del Orinoco. Esto suponía una cons-
tante presión por elaborar mapas y planos confia-
De esta manera, las exploraciones para determinar
bles que mostrasen una dimensión concreta de la
emplazamientos adecuados para el poblamiento al
soberanía imperial en la Guayana.
sur de la Boca Grande en el Delta del Orinoco, y en
la zona del Barima, frenarían el avance holandés El Orinoco se convertía en un espacio perturbador
desde Berbice y Demerara, garantizando el domi- para la administración hispánica metropolitana y
nio imperial. para las administraciones locales asentadas en las
ciudades región vinculadas al Nuevo Reino de
Este proyecto seguía la dirección que el intendente
Granada y las gobernaciones de Cumaná, Guaya-
José de Ábalos y la administración férrea de José
na, y luego de las políticas reformistas, a la Capi-
de Gálvez, ministro de Indias, les había impuesto.
tanía General de Venezuela y la Real Intendencia
Se trataba de revitalizar el bajo Orinoco median-
de Caracas.
te la ganadería y para ello era necesario encontrar
llanuras aptas para tal propósito, cuestión que no Entre 1755 y 1760, una serie de exploraciones de
sucedió porque la exploración no logró hallar zona la Expedición de Límites reconocerán distintos es-
de sabanas aptas para tal fin (Lucena Giraldo & De pacios:
Pedro, 1992). Muchas de las zonas del bajo Orino-
a) El bajo Orinoco, el Esequibo, Barima y Caro-
co eran inundables y pantanosas, y en consecuen-
ní, con Eugenio de Alvarado en 1755, con la
cia el proyecto ganadero no pasó de ser más que
finalidad de evaluar las misiones capuchinas y
una ilusión enfrentada con las condiciones ecoló-
las rutas de holandeses y Caribes.
gicas y climáticas del medio tropical lluvioso.
b) Ruta hacia el alto Orinoco atravesando los
Todo este conjunto de intereses y de problemas es-
raudales de Atures y Maipures, con Solano y
paciales a resolver se explican también en el giro
Bote.
de la geografía política del dieciocho. Entre 1731 y
1751, en un lapso de 20 años, los principales obs- c) Ruta del Apure-Sarare con V. Doz y Guerrero
táculos podían identificarse del modo siguiente: en busca del piedemonte andino de la Provin-
La ilusión de poblar. Territorios, narrativas y mapas del Orinoco y la Guayana en la segunda mitad del siglo XVIII, 93
los umbrales de una geografía humana del porvenir
cia de Mérida en 1757-58 para abrir el derro- Estrategias de modernización reformistas vincula-
tero de los llanos bajos del Apure y Barinas. das a una práctica que operativamente articulaba
saber y poder, ciencia y Estado, se reflejarían en
d) Ruta del Guaviare hacia San Fe de Bogotá con
el propio tratado de Madrid en 1750, que impulsó
Alvarado en 1760.
la Expedición de Límites del Marañón/Orinoco.
e) En 1759-1760, yendo hacia el sur por río Ne- Esta expedición había llegado a Cumaná y de allí
gro, entrarán en contacto en Mariuá (Barcelos) había partido hacia la Guayana en dos frentes: uno
con la avanzada portuguesa Francisco Fernán- por la ruta terrestre siguiendo la vía ganadera y de
dez de Bobadilla y Simón Santos, lo cual re- misiones, y otro bordeando la costa con dirección
forzó el descubrimiento de la conexión entre al Delta y a la Boca Grande para acceder al río Ori-
cuencas (Orinoco-Amazonas) que con anterio- noco (Cuevas, 2017b). La expedición, si bien no
ridad había hecho el misionero jesuita Manuel logró el objetivo de demarcar el territorio al sur del
Román y que La Condamine había mostrado río Negro, produjo una documentación que atrajo
en Francia. el interés de la Corona española hacia la Orino-
quia, que fue asociada a las políticas reformistas
f) Finalmente, las exploraciones de Díez de la traducidas en planes de fortificación y en el diseño
Fuente y Fernández de Bobadilla en el alto de una red espacial de pueblos que aseguraban la
Orinoco entre 1759 y 1760 tuvieron como presencia hispánica en el curso de la importante
consecuencia un giro definitivo de orientación cuenca del norte de la América del Sur. Esta acción
geográfica del río Orinoco y sus fuentes hacia se complementaba con el esfuerzo que las órdenes
el sistema de sierras de la Guayana profunda; venían haciendo para atraer los ojos imperiales al
con ello se desplazó la idea y la percepción Orinoco en un momento de redescubrimiento de
anterior, sostenida por jesuitas como Gumilla esa geografía fluvial.
(1983), de la existencia de un Orinoco andino.
Entre 1776 y 1790 se estudiaron en el bajo Orino-
En la visión borbónica del territorio, se trataba de co las posibilidades madereras del área, que inclu-
ejercer un dominio espacial que articulase una red yeron a los prestigiosos ingenieros navales Diego
entre la metrópoli peninsular, las ciudades región Seaman y Charles Smith. Entre 1789 y 1791 se
americanas y los espacios interiores. Esta situa- estudiaron Upata, Chirica, Santa Ana de Puga y
ción obligaría al imperio a redefinir su presencia Angostura (Lucena, 1999, p. 35). Estas áreas, hoy
(Brendeke, 2016; Weber, 2007; Lynch, 1987) bajo día, están vinculadas a provincias geológicas de
un proceso de transición de concepciones eco- alto valor en recursos minerales como hierro y oro.
nómicas ahora ligadas al proyectismo borbónico
En 1788 el ingeniero militar y gobernador de la
(Ludlow & Martínez, 2007).
Guayana, Miguel Marmión, organizó la explora-
En este contexto, el impulso de expediciones hacia ción de los ríos Curumo y Cuyuní al mando de
fronteras mal definidas como la de la Orinoquia, Antonio López de la Puente (Donís, 1997; Perera,
con el objeto de fijar el limes imperial, se hizo 2006). En ese mismo año, este funcionario ilus-
dentro de criterios más científicos, objetivos y re- trado elaboró una Descripción corográfica-mixta
alistas, de utilidad para la “ciencia de gobierno”. de la provincia de Guayana en que se da razón de
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los ríos que la bañan y facilitan sus comunicacio- la Memoria de posiciones hidrográficas de Felipe
nes: de su población, tierras de labor útiles, de sus Bauzá, impresa en Londres en 1827, y luego en su
frondosos montes, frutos y comercio, y se proponen “Mapa de Colombia” de 1841 en el que, además,
algunos medios los más asequibles y conducentes reconocía en una nota los aportes de Inciarte, So-
a su verificación y aumento (Marmión, 1999). Un lano y Bote y otros ingenieros militares sobre los
texto paratáctico que contenía toda una proyección derroteros del Orinoco.
de las condiciones de poblamiento.
El conjunto de estas preocupaciones en una visión
Este documento (así lo muestra el propio enun- de campo y perspectiva se lee mejor en un contex-
ciado de la obra) puede ser considerado como una to de inserción de los lugares y de los fenómenos
síntesis de los problemas centrales para el último geográficos dentro de la lógica de la geografía po-
tercio del siglo XVIII referidos a planes de defen- lítica imperial.
sa, poblamiento, aprovechamiento de recursos,
En este sentido, la nueva situación espacial que
prospecciones interiores y, sobre todo, el recono-
reflejan los documentos trataba no de una mera
cimiento del Orinoco como una llave geográfica
suma de partes, sino de un complejo tejido de ob-
clave del eje comunicacional del norte de la Amé-
servaciones e imágenes de una geografía física y
rica del Sur y del espacio interior que bifurca la
humana diferente, un producto del movimiento
comunicación con los Andes y con la zona norte
dialéctico de la experiencia de la biblioteca en la
del Amazonas. En 1792 se colocaría en la cuenca
que habían sido formados los funcionarios y los
del Cuyuní una posta para frenar las incursiones
misioneros confrontada con la experiencia del re-
holandesas y proteger los pujantes poblamientos
corrido geográfico y el flujo de esas observaciones
ligados a las misiones capuchinas y sus hatos ga-
en los centros de recepción o cálculo.
naderos. El mismo Marmión, en 1794, dibujaría un
“Plano del río Orinoco desde sus bocas hasta la ca-
pital de Guayana” que ofrecía detalles que el mapa
de Centurión, “Plano general de la provincia de
3. El giro discursivo: la
Guaiana, que, con la exactitud posible y respecto cartografía de Cruz Cano y
de su dilatada circunferencia e incógnito centro, ha
Olmedilla y el diccionario
formado con las noticias adquiridas hasta oy 31 de
diziembre de 1770 el comandante general de ella”, de geografía de América de
no lograba visualizar. El ciclo costero de explora-
Antonio Alcedo
ciones y dibujo de proyectos en la Guayana atlán-
tica (y con ello el del Delta y el bajo Orinoco), que Los problemas geográficos que afrontaron los
era una respuesta a la presión de potencias rivales observadores religiosos e ilustrados del Orinoco
de España en el contexto de una geografía políti- muestran la formación de una conciencia geográ-
ca en disputa por el control de las vías de acceso fica que responde a un contexto de transición en el
fluviales, finaliza, si seguimos a Lucena (1999, campo del saber y de las relaciones prácticas con el
p. 36), con las noticias de José Luis Basanta en espacio. Los textos del siglo XVIII comparten un
1788 y Rafael Mas en 1802, que se recogerían en carácter fundacional para el imaginario geográfico
La ilusión de poblar. Territorios, narrativas y mapas del Orinoco y la Guayana en la segunda mitad del siglo XVIII, 95
los umbrales de una geografía humana del porvenir
y para la propia práctica científica abierta a mos- pacio paratáctico se superpone sobre el liminar y
trar lo no conocido8. gobierna las visiones geográficas, sus “diseños y
sus designios” en proyección hacia las periferias
No solo los obstáculos geográficos naturales, sino
(Bueno, 2011).
la existencia de un mosaico de pueblos de escasos
hábitos sedentarios y de un contexto demográfico La estabilización relativa de las misiones en la
disperso y de baja densidad en función al espacio Guayana hacia 1730 inicia un nuevo derrotero
de ocupación estimado para el momento, se con- para la configuración de una imagen más atractiva
virtieron en factores que detenían el proceso de de esos espacios, motor de los intereses de reor-
implantación colonial fundado en el binomio del denamiento imperial bajo el que se construyeron
saber-poder sobre el espacio. A esto se sumaba dos de los sentidos de relación sensorial y mate-
una percepción de riesgo en tierras inhóspitas y el rial referida al discurso de la abundancia: una de
escaso valor que tenían sus productos, al menos
carácter religioso, vinculada a un código bíblico
para el sistema de gustos y demandas del momen-
(Cuevas, 2012; 2017a), y otra contenida en un có-
to, cuestión que comenzaría a revertirse en el siglo
digo imperial utilitario de la ciencia ilustrada. So-
XVIII al calor de un nuevo discurso del progreso.
bre el discurso impregnado de teología natural en
Esta situación explica el giro discursivo hacia un transición se fundará dialécticamente el discurso
espacio gobernado por la imagen geográfica de la utilitario del reformismo y el proyectismo conte-
abundancia. La diferencia con el régimen discur- nido en la documentación de los funcionarios del
sivo anterior, que se movía entre una percepción siglo XVIII, situación que afectará el tratamiento
de los espacios periféricos y de frontera ligada a de los problemas geográficos dentro de un diseño
la imagen del espacio sagrado y de la barrera sel- de cálculo cuya realización concreta, la más de las
vática y desértica (Cuevas, 2017a), radica en que veces, fue precaria, a pesar de que algunos núcleos
ahora el nuevo discurso se vincula a dos funcio- de poblamiento se mantuvieron en el tiempo al so-
nes: por un lado, la defensa de un espacio, y por brevivir a los factores de reacción violenta de los
otro, la apertura a opciones de aprovechamiento, grupo étnicos en resistencia, entre ellos los Cari-
como sucedía en las áreas estabilizadas9. El es- bes, y de que la red de defensa integrada por los
fortines San Francisco de Asís, San Gabriel y San
8 Una situación análoga sucedía con respecto al desconoci-
miento de gran parte de Europa con respecto a la propia Diego de Alcalá, en el bajo Orinoco, ofrecían cier-
península ibérica, y puede leerse en el contexto que pro- ta seguridad en el acceso hacia el interior. Juan An-
dujeron los nuevos diccionarios geográficos de España. En
1795, Peré y Casado y Antonio Vegas, en las adiciones y tonio Perelló haría un importante trabajo de levan-
correcciones que hicieron en reediciones del diccionario de
Juan de la Serna de 1750 que, a su vez, había sido realiza- tamientos topográficos y de planos de los fortines
do a partir de los prestigiosos diccionarios geográficos de
Echard, The Classical Geographical Dictionary de 1715, y de y de la Provincia de Guayana entre 1760 y 1780
Ladvocat, Dictionnaire géographique portatif de 1743, ex-
presaban la necesidad de hacer frente a la ignorancia que
(Capel et al., 1983, p. 370).
los extranjeros de otras naciones europeas tenían acerca de
la geografía española (Capel, 2003, p. 113)
propia implantación había transformado en función de las
9 Las áreas americanas de mayor estabilidad y con mayor demandas de mercado. Por ejemplo, las zonas de ingenios
densidad demográfica eran las mineras, así como las zonas de caña de azúcar, las plantaciones de cacao y los fundos o
costeras y algunos espacios agrícolas y ganaderos que la estancias ganaderas para el caso de la Tierra Firme.
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96 Revista Perspectiva Geográfica
En el contexto general, se observa un cambio, pero zan de una forma clara la relación del Orinoco y la
también una coexistencia (al menos en el discurso Guayana dentro del esquema imperial de represen-
geográfico religioso) en la percepción de los es- tación, en un contexto que resume la política te-
pacios físicos y humanos de visiones providencia- rritorial reformista que dominará el discurso geo-
listas del espacio con otras ligadas a un proyec- gráfico de la segunda mitad del siglo XVIII. Este
to de saber-poder fundamentado en la razón. Las geógrafo se había formado junto a Tomás López
prácticas de observación de los lugares transitan en la escuela cartográfica francesa de Jean Baptiste
tenuemente hasta marcar diferencias entre la con- Bourguignon d’Anville, geógrafo real, quien había
cepción cristiana que proyectaba en esos espacios mapeado los cuatro hemisferios y formaba parte
el carácter sagrado de la creación divina dispuesta de los emergentes círculos de la ciencia ilustrada.
al hombre (Cuevas, 2006; 2012) y la que resigni- Bajo su influencia, Cano y Olmedilla elaboró una
fica el espacio racionalmente bajo el reino de la serie de mapas, dentro de los cuales se destaca el
ciencia nueva, con largos inventarios de especies Mapa geográfico de América Meridional que lue-
y sus incipientes referencias a las zonas y al medio go sería ampliado en los llamados mapas murales,
en el que podían encontrarse, lo no conocido de integrados por ocho grabados11. El mapa mural
una geografía difícil en función de los accidentes encargado por la Secretaría de Estado en 1764 se
geográficos y la delimitación, y la barbarie a mo- terminó de confeccionar luego de diez años de
delar según criterios de racionalidad. trabajo, en 1775, bajo el mismo título. Había sido
hecho con un cuidado meticuloso en las fuentes y
Sobre esta tríada de las ideas ilustradas se autoriza-
solo indicaba las informaciones exactas, entre ellas
rá la acción occidentalizante, transición que cons-
las suministradas por la Secretaría de Indias y las
truirá una nueva territorialización de un campo
contenidas en el atlas de Bellin, con los ajustes de
para el saber y de áreas que ocupar y “redimir” me-
la actualización cartográfica de los depósitos ofi-
diante la imaginación geográfica y la implantación
ciales. De esos grabados o planchas nos interesan
de una nueva relación entre el hombre y el medio,
los números 1 y 2.
cuya representación, además, se apoyaba en dis-
cursos y cartografías de naturaleza múltiple que si- La primera plancha o grabado muestra el área co-
guen mostrando horizontes para la expansión. Los rrespondiente a las divisiones político-administra-
centros de cálculo organizaban la información en tivas de la parte centro y norte de la América del
mapas sintéticos y diccionarios geográficos. Como Sur y destaca el Nuevo Reino de Granada y la Pro-
corolario de este proceso de globalización de los vincia de Nueva Andalucía, así como un recuadro
lugares, conviene detenernos en dos ejemplos re- referido al puerto del Callao en el reino del Perú
ferentes a estas formas de expresión geográfica del (Figura 2). En sus detalles geográficos, el mapa re-
conocimiento, de su apropiación y de sus escalas. fleja el cambio de orientación del Orinoco, cuyo
nacimiento ahora aparece vinculado hacia el orien-
La cartografía de Juan de la Cruz Cano y Olmedi-
lla debe entenderse en el contexto de las disputas blioteca Histórica de la Universidad Complutense: http://
biblioteca.ucm.es/foa/55961.php.
por los dominios americanos. Sus mapas10 enla-
11 Este mapa mural compuesto de ocho grabados puede con-
sultarse en la Biblioteca Digital Hispánica: http://bdh.bne.
10 Su ficha biográfica puede consultarse en web de la Bi- es/bnesearch/detalle/bdh0000051497.
La ilusión de poblar. Territorios, narrativas y mapas del Orinoco y la Guayana en la segunda mitad del siglo XVIII, 97
los umbrales de una geografía humana del porvenir
te, hacia el lago Parima, y establece de forma clara comportamiento del río Orinoco con respecto a
la estratégica comunicación entre los ríos Negro y los usos de los puertos fluviales, donde distingue
Orinoco a través del Casiquiare con una etiqueta los puertos de verano, de diciembre a marzo, y de
explícita. “Ybierno” (invierno), de junio a septiembre; los
otros meses quedaban indeterminados, pues con-
No obstante, Cruz Cano y Olmedilla, a pesar de figuraban los intervalos de transición en el lento
aspirar a ofrecer informaciones exactas, señala en crecer y decrecer de ríos de tal envergadura, un
este grabado la existencia del lago Parima y su vin- régimen que obviamente no se podía precisar de
culación como fuente del río. Este grabado es ade- forma exacta y que afectaba los intercambios co-
más interesante porque agrega otras toponimias al merciales a lo largo del río y en conexión con el
mismo lugar, como Paranapitinga y mar Blanco, mundo atlántico.
y sobre el emplazamiento del mítico lago se su-
perpone una pequeña etiqueta de “caribes antro- Este mapa, sin embargo, muestra un conocimiento
pófhagos”, lo cual muestra la persistencia de una claro de la hidrografía, de los ritmos de las cre-
división de la geografía humana entre civilizados cientes y decrecientes del Orinoco ligadas a los
y bárbaros, usualmente relegados a los espacios regímenes estacionales de lluvia y sequía. El do-
cumento cartográfico traducía una parte de los pro-
ignotos como los del lago Parima, hacia donde se
blemas geográficos inscribiendo al río en una pers-
ubicaban las cabeceras del río Orinoco.
pectiva de mayor amplitud, que marca un pasaje
El segundo grabado de ese mapa mural (Figura 3) de la geografía del Orinoco a un nuevo régimen de
refiere a la Guayana y contiene un recuadro en la la imaginación geográfica y los flujos de productos
margen derecha, en la que se ensambla un plano coloniales. El mapa, a la vez que sintetiza una gran
detallado de Angostura, titulado: parte del conocimiento geográfico del Orinoco,
seguía mostrando el espacio del deseo que movili-
Plano del sitio de la Angostura donde se zaría en los siglos venideros el valor del descubri-
ha establecido el Quartel Gral. De R. Ori- miento de los lugares como tema de un régimen de
noco, la población de la Nueva Guayana y la historia de la geografía.
Fortaleza de S. Gabriel, construida de or-
den de S.M. y dedicada al S. Sr. D. Gabriel La observación y la valoración de lugares expan-
Antonio Nro. Infante, por disposición de dieron los horizontes del conocimiento geográfico
D. Juan Moreno de Mendoza, Governador en función de una cobertura física e imaginaria,
de dichos establecimientos. que habilitaba una red más densa de informes y
de descripciones. La activación del proceso dia-
El plano, elaborado en la administración guayane- léctico construyó una relación uno/partes de una
sa de Joaquín Moreno de Mendoza entre 1764 y imagen geográfica regional que se articulaba con
1766, fue ensamblado por Cruz Cano y contiene el espacio imperial y su geografía diversa. Surgía
una serie de informaciones muy importantes con un Orinoco no limitado, sino abierto al problema
referencia a los lugares habitados, iglesias, empla- del conocimiento universal, multiescalar, y, sin
zamientos, hatos ganaderos y fortalezas. Entre los embargo, la inmensidad del espacio seguía retando
datos que ofrece, llama la atención el referente al a los observadores.
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98 Revista Perspectiva Geográfica
Esto se explica mejor en el contexto general de ses del bajo Orinoco, o del horror, como sucede al
América. El optimismo del saber del continente describir al caudaloso Caura y su geografía, ase-
por las noticias, dentro del binomio de un territo- diada por las razzias de Caribes y holandeses, o de
rio, una monarquía, puede observarse en el Dic- la desolación producto de la miseria, como suce-
cionario geográfico-histórico de las Indias Occi- de con la languidez del paisaje de las decadentes
dentales o América: es a saber: de los Reynos del Ciudad Real, Real de Corona y el pueblo de San
Perú, Nueva España, Tierra Firme, Chile y Nuevo Fernando de Maipures, todas fundadas en las ori-
Reyno de Granada de Antonio de Alcedo. Este llas del Orinoco por Joseph Yturriaga, comandante
geógrafo, nacido en la Audiencia de Quito, era hijo de la Comisión de Límites de 1750. No obstante el
de Dionisio de Alcedo, que había otorgado una de aumento de precisión y los detalles con que Alce-
las licencias de publicación del Orinoco ilustrado do presenta la investigación asociada al Orinoco,
y defendido de J. Gumilla, reconociendo así su va- la narración termina por ubicar el nacimiento del
lor geográfico e histórico. Para Antonio de Alcedo, Orinoco en una imaginaria Sierra Nevada situada
la intensa movilidad del conocimiento geográfico en la Provincia de Guayana, al norte del Parima;
en función de recabar noticias de los espacios inte- ello, según señala, apoyándose en los resultados de
riores era el principal indicador de incompletud de la Expedición de Límites y en los informantes Ca-
toda síntesis y promesa de futuro para la expansión ribes. Se mantenía entonces una idea sobre la exis-
del saber dentro de un cuerpo que se abría para una tencia de una cadena montañosa continua que iría
segunda fase de expansión. de los Andes a la Cayena y que motivaría más tarde
un debate entre Buache y Humboldt (Debarbieux,
En su Diccionario geográfico-histórico, compues- 2008). El lugar de las fuentes seguía (aunque esta
to por más de mil entradas de toda América, se vez sí orientada a la Guayana) mostrando las difi-
recogen importantes informaciones del Orinoco cultades de su real emplazamiento y gobernando el
(1788, vol. III, pp. 389-391), de sus característi- régimen de la imaginación geográfica proyectada a
cas fisiográficas y humanas, su dirección y sus ac- las terra incognitae y la construcción de un terri-
cidentes, de las facilidades y dificultades para su torio posible, pues se pensaba que más allá, en sus
navegación motivada por los periodos de lluvias confines, se escondían grandes riquezas.
o verano y la presencia de los raudales como un
obstáculo para el acceso al alto Orinoco y, con ello, En una visión de conjunto, la imaginación geográ-
hacia la parte norte del Amazonas-Río Negro. En fica del Orinoco y de la Guayana estuvo gobernada
su exposición, el espacio toma un valor geográfico por discursos y representaciones cuyas narrativas
dominado por la extensa red hidrográfica de sus y cartografías enlazaban dos formas de conocer: de
un lado, el mapa; del otro, el diccionario geográ-
afluentes, que favorecen las comunicaciones inter-
fico y las historias naturales y corográficas. Estos
nas y con el Caribe y el Atlántico.
textos creaban la ilusión de conocer y con ello la
En otras entradas describe sintéticamente los ríos de territorializar mediante la proyección de pobla-
que forman la hoya hidrográfica y da cuenta de mientos que impulsasen el progreso de estos te-
sus paisajes de deleite, como, por ejemplo, el río rritorios de conformidad con la imagen emergente
Caroní, uno de los principales afluentes guayane- del mundo.
La ilusión de poblar. Territorios, narrativas y mapas del Orinoco y la Guayana en la segunda mitad del siglo XVIII, 99
los umbrales de una geografía humana del porvenir
FIGURA 2.
Mapa geogrfico de Amrica
Meridional (grabado nº 1),
de Juan de la Cruz, Cano y
Olmedilla (1775).
Fuente: Fondos de la Biblioteca
Nacional de España.
FIGURA 3.
Mapa geográfico de América
Meridional (Grabado nº 2
con el “Plano del sitio de
la Angostura donde se ha
establecido el Quartel Gral.
De R. Orinoco, la población
de la Nueva Guayana y
Fortaleza de S. Gabriel,
construida de orden de
S.M. y dedicada al S. Sr.
D. Gabriel Antonio Nro.
Infante, por disposición de D.
Juan Moreno de Mendoza,
Governador de dichos
establecimientos”), de Juan
de la Cruz, Cano y Olmedilla.
(1775).
Fuente: Fondos de la Biblioteca
Nacional de España.
Este trabajo de los observadores del Orinoco y la contexto, los mapas podían mentir, como señala
Guayana construyó un texto espacial que autori- Monmonier (1996), podían imaginar cosas que no
zó performances localizadas (Livingstone, 2002), estaban, como lagos míticos y cadenas montaño-
bases de una experiencia cognitiva que enlazaba sas continuas, dibujar limes no conocidos y una
episteme y praxis, pero también una erótica espa- geografía humana ambivalente, pero no es menos
cial que creaba ilusiones en las fronteras. En tal cierto que esos dibujos de las terrae incongnitae
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abrieron nuevos derroteros para el nuevo régimen como dice Claval (2013), tiene una historia móvil,
de exploraciones y viajes al interior del continente, una historia de flujos y discontinuidades y también
que ocuparían la imaginación geográfica del siglo de permanencias, una cuestión observable en los
por venir y se convertirían en correlatos de atrac- espacios periféricos vinculados al río Orinoco y la
ción para el trabajo de territorialización en el bino- Guayana, cuyas densidades demográficas son muy
mio de poblamiento y progreso, según los marcos bajas y solo están concentradas en Ciudad Bolívar
de la geografía política emergente del diseño eu- y Ciudad Guayana.
ropeo y la experiencia del espacio y los lugares de
Sin embargo, en los momentos actuales, sufren
América.
el expolio minero y de otros recursos naturales,
Hacia fines del siglo XVIII algunos poblamientos acelerados a partir de 2016 por el Decreto 2248
en la Guayana, producto de la acción de misione- de creación de la Zona de Desarrollo Estratégico
ros y de funcionarios del reformismo español, no Nacional “Arco Minero del Orinoco” (Presidencia
estaban consolidados, salvo en algunos emplaza- de la República Bolivariana de Venezuela, 2016).
mientos como Angostura, Cabruta y Caicara. A Este decreto ha generado, como se sabe, protestas
lo largo de las riberas del alto Orinoco y a partir de las etnias que habitan esos territorios y entor-
del fortín de Marimarota hasta la red de fortines nos naturales y de los movimientos ciudadanos
en el área de convergencia hidrográfica del Orino- preocupados por el impacto ambiental, ya que su
co, Atabapo, Guainía-Río Negro subsistían formas expresión visible es la de un horizonte de destruc-
de poblamiento incipientes que resistían las duras ción de los ecosistemas y de los medios de vida de
condiciones de la frontera imperial. muchas de las etnias originarias de esa región.
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Recepción:
25 de febrero de 2019
Evaluación:
Para citar este artículo: Cervera Molina, A. E. (2019). Paisajes liminares:
29 de mayo de 2019
la concepción de la naturaleza en los territorios fronterizos. Perspectiva
Geográfica, 24(2), 107-126. doi: 10.19053/01233769.9317 Aprobación:
26 de junio de 2019
Resumen
En este texto se examina el paisaje a través del análisis de su representación y enun-
ciación en los escenarios liminares ubicados al sureste de la Nueva España a partir
de tres narraciones de viajeros que recorrieron la zona entre finales del siglo XVII y
principios del XIX. El propósito es comprender cuál es la concepción de la naturaleza
que sobre ellos primó, a propósito de las tres tesis del pensamiento gorgiano. A partir
de este análisis, se sostiene que, en la concepción de la naturaleza, la nada y el no
ser son, a partir de la idea del vacío, elementos potencialmente más creativos para la
narración del paisaje que el todo y el ser vistos, a partir del espacio que funge como
escenario de la acción del hombre.
Abstract
This article examines the landscape by analyzing its representation and enuncia-
tion in borderline settings located southeast of New Spain from three narrations of
travelers who toured the area between the late 17th and early 19th centuries. The
purpose is to understand which conception of nature prevailed regarding Gorgias’s
three theses. Building on this analysis, it is argued that in the conception of nature,
“nothing” and “non-being” are, from the idea of emptiness, potentially more cre-
ative to narrate the landscape than “everything” and “being” seen from the space
that serves as the scene of human action.
Resumo
Neste texto, examina-se a paisagem através da análise de sua representação e enun-
ciação nos cenários liminares localizados ao sudeste da Nova Espanha a partir de
três narrações de viajantes que percorreram a região entre o final do século XVII e o
início do século XIX. O objetivo é compreender qual é a concepção da natureza que
prevaleceu sobre eles em relação das três teses do pensamento georgiano. A partir
dessa análise, argumenta-se que, na concepção da natureza o nada e o não-ser são, a
partir da ideia de vazio, elementos potencialmente mais criativos para a narração da
paisagem do que o todo e o serem vistos a partir do espaço que serve como cenário
da ação do homem.
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Este ejercicio es una revisión de algunas formas En otros términos, este artículo se circunscribe a
de comprensión de conceptos e ideas de y sobre la la explicación de las estrategias que sirven a Dam-
naturaleza, aterrizados en elementos concretos de pier, Gual y Salgari para contar, connotar o denotar
las narraciones de William Dampier (siglo XVII), el espacio que ven, o para obviar elementos del
Juan Bautista Gual (siglo XVIII) y Emilio Salgari paisaje que los otros sí aprecian. No se juzga el va-
(siglo XIX). En este sentido, nociones como es- lor de verdad de los conceptos de vacío expresados
pacio vacío, paisaje liminar y naturaleza han ad- en los textos analizados.
quirido nuevas dimensiones de análisis que aquí
La noción de paisajes liminares está, claramente,
se expresan a partir del examen de las fuentes de
compuesta por dos elementos cuyo uso concreto
información seleccionadas, que son las que con-
en este artículo se explica a continuación. El pai-
dicionan la aparición de silencios y vacíos en el
saje es entendido en los términos en los que, de
paisaje narrado. Conviene aclarar, en los párrafos
acuerdo con Yi-Fu Tuan, se comprende desde el
que siguen, las definiciones y los usos de dichos
siglo XVII: “Una construcción mental, así como
conceptos y sus relaciones en el análisis que se
una entidad física y medible” (Tuan, 1979, p. 6).
hace en este texto.
Lo liminar adquiere significado en los términos
La idea de espacio vacío la plantean Campbell, expresados por Van Gennep respecto a los ritos de
Giovine y Keating en los términos siguientes: paso (2008), en el sentido de ser una entrada hacia
un espacio que, por vacío, es considerado nuevo.
Los espacios vacíos, son no solo los vacíos
o la contemplación de estos, sino que son
sitios que arrojan luz sobre las ansiedades
las revisiones a este artículo, examinar la obra de autores
y posibilidades de la modernidad. Por lo cuyos trabajos se comentan brevemente a continuación.
He aquí razones adicionales a la ya expuesta para no in-
tanto, no buscamos asignar un significado cluir a la mayoría de ellos en el desarrollo del argumento
que se sostiene en este artículo. Bachelard, en The poetics
específico para el vacío, sino considerar of space (1994, original de 1958), se centra en el espacio
la pluralidad de significados asociados al privado y toca solo incidentalmente el tema del paisaje,
razón por la cual no resulta útil para la tarea que se propo-
concepto y, a su vez, lo que pueden revelar ne en este texto. También se sugirió incorporar a la discu-
sión el trabajo de Bakhtin, pero debe apuntarse que dicho
estos significados sobre el pasado y sobre autor es muy claro, en sus ensayos más tardíos, al plantear
el carácter incompleto e impreciso de sus conceptos sobre
sociedades e individuos contemporáneos
espacio y tiempo (Bakhtin, 1981, p. 85), es decir, Bakh-
(2019, p. 5). tin mismo se excluiría de participar en una discusión de
esta índole pues, adicionalmente, solo trata el concepto
de paisaje de manera incidental. De mayor interés para
Esta postura permite, en cierta forma, esquivar el este texto sería el trabajo de Philippe Descola, cuya obra
es una crítica del naturalismo moderno, al que niega el
debate acerca de las diferentes concepciones sobre carácter universal y lo sitúa solamente como una expresión
el vacío (Bueno, 1972, p. 33) o los usos de esta singular de las formas de “objetivación del mundo y de
los otros” (Descola, 2012, p. 19), de tal manera que el
idea (Latour, 1993, p. 86) y sobre las percepcio- autor se impuso como tarea trazar la naturaleza de otros
esquemas de objetivación (nótese que se centra en la obje-
nes del paisaje o los subjetivismos del espacio3. tivación, no en los subjetivismos); en cualquier caso, dado
que Dampier, Gual y Salgari, cuyos textos se examinan en
este artículo, pueden ser considerados modernos, se salen
del ámbito de interés de Descola, más que como referen-
3 En relación con las percepciones del paisaje y los subjeti- tes de comparación con formas modernas de objetivación;
vismos del espacio existe una extensa tradición que discute siguiendo esa línea de pensamiento, es comprensible por
estos temas que, como se ha apuntado, son menos que an- qué no incluimos los interesantes conceptos de Descola en
cilares al propósito de este trabajo. Se propuso, en una de este texto.
Paisajes liminares. la concepción de la naturaleza en los territorios fronterizos 109
Es decir, el paisaje liminar es tal en tanto que el a estos elementos formadores “falacias topográ-
ámbito es considerado espacio vacío por quien lo ficas”4 o si es más pertinente llamarlos “geosím-
describe, y así se convierte, en la mente de quien bolos”5, ya que se reconoce que ambos términos
lo narra, en espacio de entrada. nacen de la capacidad del observador para argu-
mentar a partir de “lo que no es” sobre el espacio,
pero el primero lo hace mediante la relativización
2. Sobre los mapas y el espacio de la verdad geográfica, y el segundo, mediante la
comprensión de la dimensión netamente simbólica
En 2015, a propósito de la creación del discurso
de los lugares. Por tanto, ambos términos parten
histórico, se publicó un texto en que se leía:
del ejercicio de observación y descripción de los
La península de Yucatán comparte con sus elementos geográficos dispuestos en la naturaleza,
países vecinos, Belice y Guatemala, pero pero el primero lo hace desde la óptica del sujeto
en especial con Belice, mucho más allá filosófico o trascendental, mientras que el segundo
que una frontera geopolítica. Entre ellos lo hace desde el sujeto empírico. Al ser las fuentes
comparten una historia de adscripción y primarias de la información aquí seleccionada los
dependencia, pero también de asilamien- diarios de viaje, así como mapas y novelas, es evi-
to y extranjeridad. Toda esta idea de leja- dente que este cambio de perspectiva de abordaje
nía, aislamiento y extranjeridad nace de la en la narración marca el devenir de la concepción
creación de falacias topográficas durante histórica del concepto “geografía”, así como de
la época colonial que, para estos territo- una de sus consecuentes ramas técnicas: la carto-
rios, se pueden resumir en dos visiones: grafía. Comúnmente se reconoce a la cartografía
como una
1) la península como una isla, una ínsula,
en donde se aprecia la negación de la pro- […] disciplina científica y técnica y como
longación continental de un territorio que, herramienta indispensable para un gran
aunque fue corregida tempranamente en la número de profesionales en el manejo de
cartografía europea (siglo XVI), aún hoy un conjunto de técnicas utilizadas para la
sigue permeando la visión de quienes ha- representación gráfica y métrica de ele-
bitan el territorio, y 2) el espacio amorfo, mentos espaciales y la producción de ma-
vacío y susceptible de volverse frente de
expansión. Estas dos visiones se sintetizan
y visibilizan en la creación de la noción 4 “Refiere un ‘error’ topográfico que, a fuerza de repetirse
en los discursos, con el tiempo, pasa a ser tomado como
de “confín” y cómo este articula dichos una verdad geográfica que define al grupo social que habi-
ta dicho territorio o que configura los limites [imaginarios]
territorios con el poder que les da nombre
de la escala regional” (Cervera Molina, 2015, p. 25).
(Cervera Molina, 2015, pp. 21-22). 5 “El geosímbolo es un marcador espacial, un signo en el
espacio que refleja y forma identidad […]. Puede definir-
se como un sitio, un itinerario o un espacio que por ra-
Cuatro años después de esta publicación, con más zones religiosas, políticas o culturales reviste a los ojos de
elementos de análisis de orden filosófico que en ese ciertos pueblos y grupos étnicos una dimensión simbólica
que les fortalece en su identidad” (Bonnemaison, 2004,
entonces, cabe la duda de si es conveniente llamar pp. 55-56).
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pas y planos, además de modelos, diagra- miden o estructuran los objetos sobre el espacio, y
mas e imágenes, en definitiva, todo tipo su funcionalidad está dada por las relaciones dia-
de documentación cartográfica […] con lécticas que existen entre la imagen y el poder, y
la relevancia conocida que ha mantenido a por cómo estas visiones se expresan gráficamente
lo largo de siglos en el contexto cultural y mediante el ejercicio de la precisión milimétrica
social (Rio Fernandes, Savério Sposito & (Harley, 2005).
Trinca Fighera, 2015, p. 79).
No podemos olvidar, sobre todo aquellos que par-
Pero en esta definición, extraída de un dicciona- timos de la literatura de viajes, que en un princi-
rio de geografía aplicada, podemos observar que pio el topógrafo viajaba al lado del soldado y que
falta lo que Carl O. Sauer ha señalado sobre los su principal función era trazar mapas con fines de
mapas, es decir, su elocuencia. Ya que los ma- reconocimiento: su labor consistía entonces en re-
pas, como las novelas y las narraciones de viaje, flejar lo conocido con miras a la pacificación, la
“destruyen nuestras inhibiciones, estimulan nues- civilización y la explotación de las colonias ya
tras glándulas, agitan nuestra imaginación, suel- definidas. En este mismo orden de ideas, es per-
tan nuestras lenguas” (Sauer, 1956, p. 289) y son tinente decir que los primeros geógrafos y los que
capaces de evocar, sin atender a las barreras del sobrevinieron después también fueron viajeros
idioma, mundos sociales provenientes del pasado, ya que, a diferencia de los turistas, ellos viajaban
ya sea próximo o remoto. En este sentido, los ma- con la intención de observar, conocer y registrar el
pas nunca carecen de valor, pues en sí mismos no mundo ya descubierto para transformarlo en terri-
torio conocido. En la lógica militar de la conquis-
son buenos ni malos, tampoco ciertos o falsos. Su
ta, los mapas se usaron para legitimar la realidad
fuerza radica en su poder para evocar elementos
de la ocupación y dar espacialidad al ejercicio de
extralingüísticos y su utilidad está mediatizada,
la soberanía recién adquirida, pues ahora “El mun-
sobre todo después del siglo XVII, por la precisión
do podía ser grabado sobre papel” (Harley, 2005,
con que refieren una serie de valores económicos.
p. 87).
Por tanto, los mapas “son una manera de conce-
bir, articular y estructurar el mundo humano que A finales del siglo XVIII y durante todo el siglo
se inclina hacia, es promovido por y ejerce una XIX, momento en que la geografía se consolidaba
influencia sobre grupos particulares de relaciones como disciplina científica, los mapas, ya subordi-
sociales” (Harley, 2005, p. 80). Al constituir estos nados a las narraciones de viaje, adquirieron una
elementos un tipo de leguaje muy particular, el de fuerza aún mayor como documentos que legitima-
la geografía, es posible hablar de una literatura de ban tratos, ya fueran políticos o comerciales, y la
mapas que complementa a la literatura de viajes, abstracción que representaban en el dibujo adqui-
sobre todo la producida durante los siglos XVIII y rió correspondencia física en el paisaje y la natu-
XIX, y que no es precisamente cierta o falsa, sino raleza, volviéndose entonces el rostro pujante del
que se basa en elementos discursivos que evalúan, imperio o del naciente Estado.
Paisajes liminares. la concepción de la naturaleza en los territorios fronterizos 111
FIGURA 1.
“Cart d’Amerique divisée en ses principaux pays: Dresée sur les Mémoires les plus récents et sur différents Voyages et assujettie
aux observations Astronomiques de Mrs. de l’Academie Royale des Sciences, 1776”: escala hallada a partir de 5 grados de
latitud (= 2,1 cm) en el Ecuador (= 3 cm) en el paralelo 55°, proyección estereográfica, coordenadas referidas al meridiano
de Hierro (E 315 - E 45 / N 60 -S 50), elaborado por Mr. P’Abbé Clouet de l’Academie Royale de Rouen.
Fuente: Archivo Cartográfico de Estudios Geográficos del Centro Geográfico del Ejército, Madrid.
En la Figura 1 se observa la “Cart d’Amerique di- llones que contiene esta carta viene acompañado
visée en ses principaux pays” hecha en la Acade- por una escena alegórica. En el margen inferior
mia Real de Ciencias de París en 1776. En ella se derecho del documento se lee el título en castella-
ilustra el continente americano. En todo el marco no: “La América Dividida según lo dilatado de sus
aparecen una serie de medallones, la gran mayoría principales partes cuyos puntos principales están
delineados sobre las últimas observaciones”.
con elementos religiosos, administrativos y natu-
rales, que se acompañan de un breve texto, tanto Entre las escenas escogidas para hablar de sureste
en español como en francés, que explica los acon- novohispano (Figura 2), se selecciona exclusiva-
tecimientos más importantes del descubrimiento y mente, en la parte superior, el descubrimiento de
la conquista de América. Cada uno de los meda- Yucatán (ver Figura 3), y se puntualiza:
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FIGURA 2.
Detalle relativo a Nueva
España de la “Cart
d’Amerique divisée en ses
principaux pays”.
Fuente: Archivo Cartográfico
de Estudios Geográficos del
Centro Geográfico del Ejército,
Madrid.
tación geográfica que representa dichos elemen- Bautista Gual, Archivo General de Si-
tos cartográficos? mancas [AGS]).
El concepto de espacio, desde el pensamiento geo- En esta narración, se observa que el espacio solo es
gráfico, puede ser visto desde dos perspectivas capaz de contener objetos en un sentido empírico,
filosóficas: 1) el espacio continente o receptácu- pues solo se refiere la relación de distancia existen-
lo, y 2) el espacio como reflejo (Rio Fernandes et te entre uno y otro objeto de interés económico o
al., 2015). En el primer rubro, el del espacio como político. Aquí se observa una visión economicista
continente, se agrupan todas las conceptualizacio- del espacio, en tanto que este resulta “un receptá-
nes que conciben al espacio como un mero soporte culo (o un plano homogéneo) en el que se implan-
en el que se localizan elementos y relaciones, pues, tan las relaciones económicas” (Hiernaux & Lin-
como su nombre lo indica, el espacio solo es capaz dón, 1993, p. 91) entre dos naciones en conflicto,
de contener objetos (Hiernaux & Lindón, 1993). en este caso, España e Inglaterra. Por consecuen-
Bajo esta lógica, en el espacio geográfico solo es cia, el paisaje aquí no existe, pues no representa
posible hablar de relaciones unidireccionales que una imagen completa del territorio o la naturaleza,
nulifican cualquier influencia extralingüística so- sino que ofrece visiones fragmentarias que decla-
bre los elementos; cuando mucho, se pueden apun- ran la existencia de objetos u objetivos de interés
tar relaciones simplificables entre ellos (como, por económico.
ejemplo, la noción de distancia), que se vuelven
medibles en cuanto a la precisión de la valoración En el segundo rubro referido, en el del espacio
del tiempo y el costo invertidos para alcanzar un como reflejo, de nueva cuenta el espacio vuelve a
punto determinado. ser un elemento pasivo, pero ahora solo se le consi-
dera en la medida en que es espejo de la sociedad y
Para el caso específico del sureste de la Nueva de las relaciones sociales que lo atraviesan. En este
España, un ejemplo preciso de esta concepción sentido, el paisaje no se vuelve un elemento que
del espacio geográfico la encontramos en el dia- se modifica en el largo plazo, como veremos más
rio de reconocimiento de 1792 del capitán espa- adelante, ni tampoco una imagen fragmentada del
ñol Juan Bautista Gual, en el cual relata su viaje a territorio y la naturaleza, como vimos en el caso
los establecimientos ingleses de la parte oriental del espacio continente, sino se vuelve un escenario
del Yucatán y sus inmediaciones. En dicho diario en el que todo cambio social se refleja inmediata-
se lee: mente. Para dar un ejemplo más puntual de esto me
remitiré a una de las descripciones más famosas de
Martes 24. Continué subiendo a Roaring
William Dampier, hecha a propósito del territorio
Creek con grandísimo trabajo de la tro-
de Los Petenes6. En su texto Dos viajes a Campe-
pa, la cual tenía que arrastrar, y casi con
algún riesgo, las embarcaciones por los
6 Con respecto al territorio que describe Dampier, vale la
raudales y llegué al medio día al rancho pena hacer ciertas aclaraciones. El nombre correcto de
de Mr. Catto que era cuatro millas de la este particular paisaje es “Los Petenes”, pues correspon-
de a la biosfera ubicada en la costa norte de Campeche
boca de dicho estero (Folio 49, Diario de que recientemente (el 16 de abril de 2019) se incendió.
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che, publicado en 1699, Dampier, el pirata botáni- casi un siglo después, en el diario de reconoci-
co de Campeche, dice: miento del ya mencionado capitán Juan Bautista
Gual, pero su puntualización no se hace ahora
Pero cualquiera que fuese su finalidad en
sobre la población indígena local, sino sobre los
un principio, ahora se ha dejado de lado
ingleses arranchados fuera de los límites estable-
por completo, ya que no se las utiliza, ni
cidos por la Convención de Londres de 1786. En
hay habitantes cerca del lugar.
1792, Bautista Gual escribió:
Entre El Monte y Cabo Condecedo, cer-
ca del mar, hay multitud de pequeñas A estos no los acompaño a la Boca del
manchas de manglares, que a la distan- Valis para entregarlos a los Magistrados
cia parecen como islas; pero al acercarse, como previenen las Instrucciones del Se-
cuando aparecen otros árboles más bajos, ñor Capitán General, porque tengo vehe-
semejan un terreno roto y deshilachado, y mentes sospechas de que hay muchos más
al final la tierra se presenta muy llana a la infractores a quienes no encontraría si yo
vista (Dampier, 2004, p. 55). diese tiempo a que ellos supiesen que me
hallo reconociendo estos cayos y entonces
[…]
no me sería dable documentar tantas in-
No es cosa nueva que en estas partes bos- fracciones como juzgo están cometiendo
cosas de América huyan pueblos enteros que es el principal objeto de su señoría se-
de indios de una sentada y se establezcan gún se sirvió explicarme de palabra (Folio
en selvas no frecuentadas para disfrutar 16, Diario de Bautista Gual, AGS).
de su libertad; si por accidente son des-
cubiertos, se mudarán de nuevo, lo cual Lo que vemos en los ejemplos no solo son dos
harán fácilmente pues sus enseres do- formas de abordar el pensamiento geográfico que
mésticos son muy pocos, además de sus conviven y perviven en el tiempo, sino el estable-
hamacas y calabazas (Dampier, 2004, pp. cimiento de paradigmas geográficos que tuvieron,
221-223). por consecuencia, su aplicación en la cartografía,
en donde los diversos grupos étnicos que habitan
Una advertencia muy similar a la de Dampier con
las zonas descritas estuvieron condenados al “no
respecto a los indígenas nativos mayas y su ínti-
ser” o al desvanecimiento progresivo de su figura
ma relación con el territorio podemos encontrarla,
sobre el territorio.
que ambas posturas tienen como punto de conver- el río Tortuga, incluyendo islas y archipiélagos ad-
gencia la idea de que los objetos del mundo real yacentes. En sí misma, la carta es toda una oda a
pueden existir fuera del espacio. Según Hiernaux la precisión, pues presenta márgenes graduados y
y Lindón, la perspectiva empírica deviene directa- bastantes escalas de corrección de las coordenadas
mente del pensamiento aristotélico, encuentra su que en un principio fueron dadas. También presen-
máximo punto de afirmación con Newton y pasan ta una delimitación de cotos de profundidad, cali-
por un proceso de redefinición con Descartes. En dad de fondos y fondeaderos en concordancia con
esta postura el espacio refiere un concepto absolu- los índices dados al margen. Además, presenta una
to en el que no cabe la posibilidad del vacío, pues relación de las montañas más significativas, cuyo
“Para Aristóteles el espacio es un límite inmóvil perfil topográfico se plasma en la esquina superior
que inmediatamente envuelve a un cuerpo” (Hier- del documento (Figura 5). En la parte inferior de-
naux & Lindón, 1993, p. 93). recha, presenta cuatro planos: de la ciudad de Tru-
Un ejemplo de la aplicación de la perspectiva fi- jillo, del cabo del Triunfo de la Cruz, del puerto
losófica empírica a la cartografía correspondiente de la Granada, y de los fondeaderos de la Utila y
a la zona liminar del sureste de la Nueva Espa- de los Cochinos. Pero lo realmente interesante de
ña la encontramos en el mapa “Carta esférica que esta carta es la nota explicativa que aparece a la
comprehende una parte dela costa de Yucatán, izquierda, en donde se da información sobre los
Mosquitos, y Honduras. Construida de orden del documentos en los que se ha basado el comandan-
Exmo. Sor. Dn. Juan de Araoz” de 1801 (Figura te Juan de Araoz para la elaboración del mapa y se
4). En ella vemos el dibujo de un solo segmento advierte que toda esta información ha sido verifi-
geográfico, puesto que abarca la costa oriental de cada por los capitanes de fragatas y demás prácti-
América Central, desde la laguna del Norte hasta cos (Figura 6).
FIGURA 4.
“Carta esférica que
comprehende una parte de la
costa de Yucatán, Mosquitos
y Honduras. Construida de
orden del Exmo. Sor. Dn. Juan
de Araoz; por el 2º Piloto
dela Real Armada Dn. Manuel
Guim de Torres”, 1801, escala
1:1.500.000 .
Fuente: Archivo del Museo
Naval de Madrid.
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116 Revista Perspectiva Geográfica
FIGURA 5.
Detalle relativo a la “Carta
esférica”.
Fuente: Archivo del Museo Naval
de Madrid.
FIGURA 6.
En cuanto a la perspectiva idealista, destaca la idea
Detalle de “Carta esférica”.
Fuente: Archivo del Museo Naval de Madrid. de Leibnitz de que el espacio es un orden mental
en el que los objetos coexisten y en donde cabe la
posibilidad del vacío, ya que “el espacio viene a
Dos elementos son visibles en el discurso cientí- constituirse en un sistema de relaciones, que exis-
fico de corte empirista que ofrece esta carta: 1) la ten independientemente de los individuos” (Hier-
ciencia de la medida y el orden, y 2) el principio naux & Lindón, 1993, p. 94). Un claro ejemplo
Paisajes liminares. la concepción de la naturaleza en los territorios fronterizos 117
para comprender esta postura la encontramos en el de una saturación en color aguamarina y del trazo
mapa “Costa de Honduras y Mosquitos. Arreglado de meridanos. El bloque geográfico descrito aquí
por los Quarterones del Capitan Rosas” (Figura 7), abarca desde cabo Catoche hasta el río Niawa, con
que fue elaborado durante el siglo XVIII, pero del un solo acento teñido de rojo en donde se apun-
que no tenemos autor ni fecha exacta. Este mapa ta una fortificación inglesa próxima a río Walix
de la costa refleja la zona en conflicto del Walix (Figura 8). El dibujo de esta geografía interior
que el capitán Bautista Gual recorre durante su vi- apenas esbozada establece una gran paradoja con
sita a los establecimientos ingleses entre febrero y relación a la perspectiva idealista, pues en ella los
julio de 1792, justo en el momento posterior en el espacios socialmente vacíos parecieran no tener
que el coronel inglés Marcus Despard es destituido
consecuencias sociales y mucho menos políticas,
de su cargo como superintendente, al ser acusado
pero lo cierto es que el mapa inaugura un fren-
de excesivo trato amistoso con las autoridades es-
te de expansión, un paisaje liminar, al mostrar la
pañolas, para ser sustituido por Peter Hunter, quien
zona como una serie de escenarios abiertos en
se mantuvo en el cargo hasta el estallido local de
donde prima el silencio toponímico, es decir, en
hostilidades en 1798.
donde predomina el no ser que no puede ser nom-
En este mapa, el vacío visible existe tierra aden- brado y, por tanto, no puede ser conocido, pero
tro, mas no en el escenario marítimo, el cual goza que potencialmente existe.
FIGURA 7.
“Costa de Honduras y Mosquitos. Arreglado por los Quarterones del Capitan Rosas”: ca. siglo XVIII, escala 1:1.340.000.
Fuente: Archivo del Museo Naval de Madrid.
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118 Revista Perspectiva Geográfica
FIGURA 8.
Detalle de “Costa de Honduras
y Mosquitos”.
Fuente: Archivo del Museo Naval
de Madrid.
Ya para el siglo XIX, la literatura de mapas, de caribes, publicada en 1901, el corsario negro, pro-
la mano de la literatura de viajes y las novelas de tagonista masculino del relato, llega gravemente
aventuras, ofrecerá visiones más elaboradas del te- herido al mar Caribe y entra a las costas yucatecas
rritorio en donde se pueden observar, de la mano navegando desde la costa de Nicaragua. Mirando
de las narraciones y descripciones del paisaje, vi- tierra firme desde el barco, el protagonista afirma:
siones más complejas del espacio y la naturaleza
Avistado el cabo, la veloz nave, después
en donde el espacio puede ser observado como “un
de una rápida aparición en la vasta laguna
conjunto indisoluble, solidario y también contra-
de Caratasca para ver si había aparecido
dictorio, de sistemas de objetos y sistemas de ac-
alguna escuadra filibustera, se lanzó a toda
ciones, no considerados aisladamente, sino como
vela en el golfo de Honduras, inmensa en-
el contexto único en el que se realiza la historia”
senada de forma triangular que baña las
(Santos, 1996, p. 54).
costas de Yucatán y de Belice por Septen-
trión, de Guatemala al Oeste y de Hondu-
ras al Sur.
4. Sobre el paisaje y la
En el momento en que la nave, después de
naturaleza
haber doblado el cabo Camarón, bogaba
A principios del siglo XIX, las novelas de aventu- hacia la isla Bonaca, el Corsario Negro,
ras no son ajenas a los abordajes geográficos del ayudado por Yara y Carmaux, subía por
espacio continente que se debaten entre la perspec- primera vez sobre cubierta. […]
tiva filosófica empírica y la idealista, pero su con-
Permaneció algunos minutos agarrado a la
cepción y confección ya no surge desde el mapa o borda, sin buscar el apoyo de Yara ni de
desde la descripción geográfica del diario de visita, Carmaux, y se sentó, o por mejor decir, se
sino desde las narraciones del paisaje vistas a partir dejó caer junto a una de las dos piezas de
de un tropo literario que se alimenta de estas fuen- artillería.
tes. En la novela de Emilio Salgari La reina de los
Paisajes liminares. la concepción de la naturaleza en los territorios fronterizos 119
Era un espléndido atardecer, uno de esos del Caribe continental son un territorio despoblado
atardeceres que no se ven más que en las que es de uso corriente por proscritos nómadas.
orillas del Mediterráneo o en el golfo de
Con respecto al paisaje, Joan Nogué afirma que
México.
este “es el resultado de una transformación colec-
El sol caía entre una inmensa nube de co- tiva de la naturaleza; es la proyección cultural de
lor de fuego que se reflejaba en la tranqui- una sociedad en un espacio determinado; es el ros-
la superficie del mar. tro del territorio” (Nogué, 2012, p. 129). Por tanto,
el paisaje es un dinámico código de símbolos que
La brisa que soplaba de tierra llevaba has-
es capaz de asimilar, con el tiempo, importantes
ta el puente de la nave el penetrante per-
modificaciones territoriales, siempre y cuando
fume de los cedros, ya en flor, la cristalina
estas no sean violentas o demasiado rápidas. En
diafanidad de la atmósfera permitía distin-
este sentido, la observación de la modificación del
guir con nitidez maravillosa las ya lejanas
paisaje y la concepción de la naturaleza son fe-
costas de Honduras.
nómenos que solo son visibles en los análisis de
No se veía ni una vela en el horizonte, ni larga duración. En ellos, se puede observar cómo
un punto negro que indicara la presencia elementos nuevos se insertan gradualmente en las
de cualquier chalupa. formas de mirar de las personas (Nogué, 2012),
creando así paisajes de referencia que dialogan
El Rayo, empujado por la brisa, corría ve-
con la legalidad y la visibilidad, en especial, en los
loz sobre el agua, casi tranquila y transpa- contextos liminares que darán paso a la articula-
rente, grácilmente inclinado hacia estribor, ción de las fronteras territoriales.
y dejando a popa una blanca estría que se
prolongaba indefinidamente: parecía un Con respeto a los paisajes liminares, es pertinente
inmenso halcón rasando la superficie del decir que el concepto “liminaridad” fue acuñado
mar (Salgari, 2004, cap. X). por el sociólogo francés Arnold Van Gennep en su
libro de 1909 Les rites de passage. Este concepto
En la narración de Salgari, es el paisaje tropical, refería la separación de una posición social para
ubicado durante el siglo XVII, el que se evoca incorporarse a una nueva, que ocurre durante los
emotivamente en las costas yucatecas y hondu- rituales de iniciación y los ritos de paso (Van Gen-
reñas. Narrado como si fuera observado durante nep, 2008). Sin embargo, en 1967 Victor Turner,
la época dorada de la piratería en el Caribe, este en su libro The Forest of Symbols, recupera este
paisaje tropical ya no es visto con los ojos de la término para referir aquello que está entre lo uno
ciencia ni de la precisión matemática, sino a través y lo otro, es decir, el término se aplica para alu-
de los ojos de la emoción, la cual no pretende re- dir a los procesos de transición, aunque estos no
traerse ni ocultarse en el relato. La única constante estén ritualizados (Turner, 1980). En el presente
que predomina en la narración literaria del siglo trabajo, el concepto “paisajes liminares” se utiliza
XIX de esos tiempos remotos de los perros del para referir la transición de un estado no recono-
mar isabelinos es el imaginario de que las costas cido del territorio a uno reconocido en donde la
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frontera, entendida como espacio de enunciación, que tiende al vacío y al vaciamiento. En los paisa-
se convierte en el escenario en donde se observan jes liminares lo que se intenta integrar al discurso
constantemente las tres características básicas de son territorios aparentemente fracturados, desdi-
la liminaridad derivadas de las antiguas tesis gor- bujados o apenas configurados en los que prima el
gianas: 1) ambigüedad en la comprensión del yo paisaje itinerante y nómada, y su carácter inasible
(nada es); 2) invisibilidad estructural (si es, no deviene de la narración, en donde los geosímbolos
puede ser nombrado); y 3) carencia casi total de son repetitivos y generan una desagradable sensa-
atributos sociales (si no puede ser nombrado, no ción de confusión, desconcierto y desamparo, pero
puede ser cognoscible). Por consiguiente, la limi- una sobrecogedora contemplación de la naturale-
naridad es una condición inherente al vacío, y este, za. Estamos entonces frente al indómito desierto.
a su vez, es parte fundacional de la frontera, enten-
El desierto como espacio geográfico es común-
dida como límite territorial. mente entendido a partir de su clima, es decir, del
Como ya vimos, al paisaje pocas veces lo encon- clima desértico, pero lo cierto es que en un primer
traremos en la literatura de mapas. En la visión sentido el término califica “A espacios desprovis-
tos de presencia humana, cualesquiera que sea sus
espacial que recupera la cartografía, su dibujo es
situaciones climáticas” (Giménez & Héau Lam-
meramente evocativo y dialoga entre el paradig-
bert, 2007, pp. 8-9). Desde la geografía, la condi-
ma empírico y el idealista del espacio continen-
cionante para concebir un desierto y su paisaje, el
te. Sin embargo, al paisaje lo encontraremos en la
paisaje desértico, es la accesibilidad al agua. En
narración, en especial a través del ejercicio de la
este sentido, el paisaje desértico está más marca-
descripción del espacio como reflejo o del espacio
do por el imaginario de lo sobrecogedor y lo des-
entendido como un complicado sistema de rela-
ordenado que por las condiciones del clima y la
ciones que es de carácter histórico. Esta narración
topografía. En la liminaridad del espacio desierto,
se lleva a cabo a través del bien llamado ejercicio
prima la trashumancia y el nomadismo. Lo que
del “realismo etnográfico” del cronista, el cual está
vemos entonces no son una serie de asentamien-
plagado de geosímbolos, o de la emotiva pluma
tos urbanos, sino circuitos de asentamientos tem-
del novelista de aventuras, que está plagada de tro-
porales que se mueven antes que las autoridades
pos. Por tanto, todos los paisajes son inventados,
lleguen a confrontarlos, expulsarlos y nulificarlos.
pues en ellos se buscan modelos, patrones de refe- En este sentido, el paisaje desierto es el paisaje li-
rencia o marcadores identitarios que se acerquen a minar que funciona como sinónimo de territorio
los que el observador ya tiene en su inconsciente vacío y como percepción visual o sensorial de una
colectivo, el cual es producto de siglos de repeti- porción del territorio que se hace extensiva a todo
ciones constantes de imágenes evocadas. En con- el ambiente natural. “Según los geógrafos cultura-
secuencia, el proceso normal de integración de los les, la función del paisaje es la condensación me-
elementos naturales en el paisaje es lento y pau- tonímica del territorio no visible en su totalidad,
latino, pero en la liminaridad este es un proceso según el conocido mecanismo retórico de la parte
bastante más complejo, pues refiere la integración por el todo” (Giménez & Héau Lambert, 2007, p.
de elementos que parten de una lógica discursiva 27). Es en este punto que las tesis gorgianas em-
Paisajes liminares. la concepción de la naturaleza en los territorios fronterizos 121
piezan a tener aún más eco en esta aproximación como vacíos, desocupados, aparentemente libres,
al mostrarse como falsas en un sentido filosófico, como tierra de nadie y como territorios sin rumbo?
pues cuando la nada es, puede ser cognoscible y, La respuesta es: desde el dilema gorgiano aplicado
por tanto, puede ser nombrado, pero solo puede a lo inacabado, que sugiere el concepto de limina-
hacerse en términos negativos, es decir, a partir de ridad. Estos paisajes son, pero son indeterminados,
lo que no hay o de la ausencia. pues no son territorios domesticados, sus límites
son imprecisos, sus usos, inciertos, expectantes, y,
Entonces el paisaje liminar existe y lo hace dos
por tanto, constituyen una mezcla inacabada entre
veces, como diría Bourdieu, en la realidad obje-
lo que ha dejado de ser y lo que no se sabe si será.
tiva (paisaje de referencia) y en la representación
Solo existen en el vacío. Son potencialidad creati-
(paisaje imaginado), pero no es posible percibirlo
va, pero nunca certeza enunciativa.
sensorialmente, sino desde el trasfondo de nues-
tras representaciones sociales (Giménez & Héau Para el paisaje liminar, el vacío no es solo una po-
Lambert, 2007). De este modo, encontramos en tencialidad en el espacio inaugurada por el para-
las narraciones no solo de William Dampier o Juan digma filosófico idealista o una particularidad geo-
Bautista Gual, sino de gran parte de los comisio- simbólica que goza de una parte poética, sino que
nados de las visitas a los establecimientos ingleses también tiene un componente de instrumentalidad.
del Walix y de algunos viajeros que recorrieron la De entrada, es pertinente comprender que esta es
parte más septentrional de la Nueva España, cier- una forma de espacialidad que se construye desde
tas visiones dominantes de la naturaleza que van afuera, pues no forma parte directa de los territo-
a alimentar constantemente la literatura de aven- rios vividos, los cuales se mueven, al menos en la
turas, que evocará posteriormente estos paisajes época colonial y de posterior configuración de la
de forma emotiva. Las visiones aquí citadas con- nación, dentro del paradigma empírico del espacio
templan el espacio como desolado, como tierras
absoluto. El vacío, al ser un elemento extralingüís-
con climas extremosos, como lugares inhóspitos
tico, tiene la particularidad de extenderse hacia
e intransitables, como los confines habitados por
ámbitos instrumentales concretos. En ese sentido,
los enemigos de Dios y el Rey, como territorios
tenemos diferentes tipos: vacío de relaciones so-
vacíos, pues no están habitados por hombres civili-
ciales; vacío de infraestructura; vacío de sobera-
zados, como una región devaluada, como un lugar
nía, en donde las concesiones forestales, como las
de castigo, y, una de las visiones más poderosas
que menciona Bautista Gual y las que favorecieron
metafóricamente, como un lugar en que la selva se
el asentamiento de ingleses en las inmediaciones
devora a sí misma constantemente.
del río Walix, constituyen una forma de ejercicio
de visibilización de la soberanía española que, sin
embargo, se desdibuja constantemente por la trans-
5. Conclusiones
gresión repetida de los acuerdos. También existe
Para concluir, nos queda pendiente una pregunta: el vacío de población que se presenta por una baja
¿cómo leer estos paisajes desiertos y liminares densidad demográfica, o aumentos y descensos de
considerando que muchos de ellos son narrados población favorecidos por la colonización induci-
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da, los cuales buscan contrarrestar la autonomía sí vemos la aparición de los recursos naturales con
local de los asentamientos (Macías Zapata, 2004). valor comercial, así como sus modos de explota-
ción.
Pero vale la pena aclarar que aquí no solo se hace
referencia al vacío en relación con el paradigma Pero la estandarización del discurso científico en-
idealista, aunque este sea el único que permite su focado en medir, ordenar y clasificar genera silen-
existencia, sino también en relación con la teoría cios de uniformidad que también son extensivos
de los silencios cartográficos de Harley. A partir de a las áreas liminares, y en ellos vemos elementos
esta teoría, volvemos al mapa y a la documenta- cada vez más abstractos, como la medición en va-
ción cartográfica sobre la que empezó la reflexión ras cuadradas que usan los militares en los asen-
de este texto. En su obra, Harley apunta que “Al tamientos ingleses para definir los límites de las
evaluar los silencios debemos estar conscientes no huertas, y menos diferenciados en su modo de re-
sólo de los límites geográficos del conocimiento, presentación, como el establecimiento de un mis-
sino también de las limitaciones tecnológicas de mo sistema de medición y clasificación estándar,
la representación, así como de los silencios en el casi siempre de carácter biunívoco: cultivado-no
registro de la historia debido a la destrucción de cultivado, dentro-fuera de la normatividad, legales
pruebas” (Harley, 2005, p. 115). En consonancia, o ilegales. Es entonces que la diversidad de los pai-
vale pena decir que, con excepción del espacio en sajes desiertos tiende a desaparecer para dar paso
blanco, todos los silencios son políticos, y, por tan- a un estereotipo, un tropo literario, el cual resulta
to, pueden ser considerados como declaraciones más fácil de explicar en términos de difusión de
positivas de interés y no solo como brechas nega- los geosímbolos de otras realidades apenas com-
tivas en el flujo del lenguaje. En el paisaje liminar prendidas derivadas del dilema gorgiano.
Paisajes liminares. la concepción de la naturaleza en los territorios fronterizos 123
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Recepción:
15 de noviembre de 2018
Para citar este artículo: Martin Silva, V. B., Zabala, M. E. y Fabra, M. Evaluación:
(2019). Cartografía social como recurso metodológico para el análisis 8 de julio de 2019
patrimonial. Experiencias de mapeo en Miramar (Córdoba, Argentina).
Aprobación:
Perspectiva Geográfica, 24(2), 127-150. doi: 10.19053/01233769.8631
20 de agosto de 2019
1 Esta investigación fue posible gracias a una beca del Programa de Movilidad Académica entre
todas las instituciones asociadas a la Asociación Universitaria Iberoamericana de Postgrado
(AUIP), para desarrollar una estancia de investigación en el Museo de Antropología de la Fa-
cultad de Filosofía y Humanidades (UNC-Córdoba, Argentina) con el Programa de Arqueolo-
gía Pública (PAP): diálogos posibles entre comunidades -locales, científicas, originarias- sobre
restos humanos arqueológicos para su recuperación, conservación, investigación y gestión
-Noreste provincia de Córdoba- (Res. HCD. 384/2017), bajo la dirección de las Dras. Mariana
Fabra y Mariela Zabala. La estancia fue desarrollada entre los meses de febrero y junio de
2017.
2 Candidata a doctora en Patrimonio (Universidad de Huelva) y magíster en Estudios America-
nos (Universidad de Sevilla). [email protected]
3 Doctora en Ciencias Antropológicas (Universidad Nacional de Córdoba), Instituto de Antro-
pología de Córdoba-Conicet, Museo de Antropología, magíster en Antropología (Facultad
de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba), y licenciada y profesora en
Historia (Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba). marie-
[email protected]
4 Doctora en Historia de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), Instituto de Antropología
de Córdoba-Conicet, Museo de Antropología, Facultad de Filosofía y Humanidades (FFyH),
magíster en Antropología (Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de
Córdoba) y licenciada en Historia (Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacio-
nal de Córdoba). [email protected]
126 Revista Perspectiva Geográfica
Resumen
Se presenta una reflexión en torno a la cartografía social como propuesta teórica-met-
odológica participativa de investigación para el estudio, el análisis y la socialización
del patrimonio arqueológico, partiendo de una experiencia de trabajo de campo en la
localidad de Miramar (Córdoba, Argentina). Para esto, aplicamos diferentes técnicas
de mapeo colectivo, estableciendo un diálogo entre trabajadores del museo, veci-
nos, turistas e investigadores sobre patrimonio, desde una perspectiva colaborativa
y transdisciplinaria, para analizar las oportunidades y desafíos que nos ofrece la car-
tografía social para los estudios patrimoniales. Se concluye que a partir de las prácti-
cas cartográficas críticas y participativas realizadas se fueron abriendo camino nuevas
formas de entender el espacio habitado que dan prioridad al sentir de la comunidad
en la construcción del paisaje cultural local. En este sentido, se busca aportar nuevas
estrategias metodológicas para la investigación patrimonial.
Abstract
This paper reflects on social cartography as a participatory theoretical-method-
ological research proposal for the study, analysis and sharing of archaeological
heritage, based on a fieldwork experience in the town of Miramar (Córdoba, Argen-
tina). For this purpose, we apply multiple collective mapping techniques, engaging
museum workers, neighbors, tourists, and researchers in a dialogue on heritage
—from a collaborative and transdisciplinary perspective— to discuss the opportu-
nities and challenges offered by social mapping to heritage studies. It is concluded
that critical and participatory cartographic practices gave rise to new ways of
understanding the inhabited space that prioritize community’s feelings on the con-
struction of the local cultural landscape. Thus, this article seeks to contribute new
methodological strategies for heritage research.
Resumo
Apresenta-se uma reflexão à volta à cartografia social como uma proposta teóri-
co-metodológica participativa de pesquisa para o estudo, a análise e a socialização
do patrimônio arqueológico, com base em uma experiência de trabalho de campo na
cidade de Miramar (Córdoba, Argentina). Para isso, aplicamos diferentes técnicas
de mapeamento coletivo, estabelecendo um diálogo entre trabalhadores do museu,
vizinhos, turistas e pesquisadores sobre patrimônio, de uma perspectiva colaborati-
va e transdisciplinar, para analisar as oportunidades e os desafios que nos oferece
pelo mapeamento social para os estudos de patrimônio. Conclui-se que, a partir
das práticas cartográficas críticas e participativas realizadas, começaram a se abrir
novas formas de entender o espaço habitado que dão prioridade ao sentir da comu-
nidade na construção da paisagem cultural local. Nesse sentido, busca-se fornecer
novas estratégias metodológicas para a pesquisa do patrimônio.
torio y la preservación de los restos arqueológicos entrever los procesos, las construcciones y las sig-
en la región. Además, se encuentra en desarrollo el nificaciones del espacio habitado, lo cual permite
proyecto de creación de un futuro parque nacional el reconocimiento, la articulación y el manejo del
que plantea retos en cuanto a cuestiones de gober- saber colectivo en los procesos de identificación
nanza, actividades productivas campesinas, acti- con el territorio, el patrimonio y los propios acto-
vidades turísticas y usos de la tierra, razones por res que lo habitan (Carballeda, 2012).
las cuales Miramar se nos presentó como el lugar
idóneo para indagar sobre las dialécticas existentes
entre comunidad, territorio, turismo, patrimonio y 2. Aspectos teóricos-
arqueología.
metodológicos: el mapa, el
En este sentido, se parte de proponer que la gestión
territorio y la cartografía social
patrimonial en torno a la patrimonialización de si-
tios arqueológicos en muchos casos carece de una Los mapas y las prácticas cartográficas han sido un
gestión integrada, ya que los planes desarrollados instrumento de poder. Han sido realizados general-
terminan centrándose en aspectos formales y téc- mente por cartógrafos, religiosos, funcionarios o
nicos de la puesta en valor del recurso patrimonial, expertos académicos, es decir que la producción de
pero no se propician espacios de participación, so- mapas oficiales ha sido una práctica orquestada, en
ciabilización o apropiación social del mismo. muchos casos, desde intereses externos a las reali-
dades locales de las áreas mapeadas. Como plan-
El objetivo de este trabajo es reflexionar sobre las
tea Anderson (1991), la cartografía fue concebida
oportunidades y los desafíos de la construcción de
como una herramienta clasificatoria para apropiar
mapas participativos como herramientas de aná-
territorios, recursos y poblaciones para el mismo
lisis para los estudios patrimoniales. Abordamos
Estado moderno. Para el caso de América, también
el análisis espacial del patrimonio miramarense a
en el período colonial por las Coronas europeas.
partir de la elaboración de mapas que visibilizaron
En este sentido, las políticas de ordenamiento y
algunos aspectos difícilmente perceptibles desde
planeamiento territorial han tenido, en términos
la cartografía convencional7, pero presentes en la generales, una nula o marginal participación de la
memoria de los miramarenses como, por ejemplo, comunidad local en los procesos de gestión terri-
el patrimonio arqueológico e histórico que fue torial (Montoya Arango, García Sánchez & Ospina
desapareciendo a través del tiempo a causa de las Mesa, 2014).
fluctuaciones hidrológicas de la laguna de Mar
Chiquita. Asimismo, se buscó generar sinergias En contraposición a estos lineamientos, a comien-
para una mayor inclusión social. zos de la década de 1980 surge una nueva corrien-
te denominada cartografía posmoderna por varios
En este contexto, la cartografía social (CS en ade- autores (Crampton, 2001; Dodge, Kitchin & Per-
lante) se presenta como la herramienta idónea para kins, 2009), que concibe la cartografía y los mapas
con diferentes enfoques y perspectivas e identifica
7 Denominamos cartografa convencional a los mapas, cartas los mapas como un mensaje social (Montoya Aran-
y planos surgidos a partir de los métodos de representa-
ción euclidianos tradicionales.
Cartografía social como recurso metodológico para el análisis patrimonial. Experiencias de mapeo en Miramar (Córdoba, Argentina) 129
go, 2007) que aboga por dar voz al conocimiento cartografía sin comunidad (Diez Tetamanti, 2012).
subalterno, transcender las rígidas fronteras de las En este proceso de construcción la comunidad se
disciplinas y proponer una “producción del cono- reconoce en el espacio, en su espacio vital (Acosta
cimiento con y desde los territorios” (Mignolo, Bono, 2011).
2011). Dentro de este marco, encontramos la CS
Además, la CS se fundamentada en los principios
como una propuesta conceptual y metodológica
metodológicos de la investigación-acción partici-
participativa y colaborativa de investigación en
pativa (IAP), en la medida en que la comunidad
un territorio determinado que viene a proponer un
es agente central del proceso de generación de co-
involucramiento activo de las personas en todo el
nocimiento (García, 2005). Los actores sociales y
proceso de pesquisa (Habegger & Mancilla, 2005).
sus saberes son clave para el entendimiento de las
Desde una perspectiva posmoderna, la CS aporta
realidades territoriales como espacios de conten-
tanto a la teoría como a la praxis cartográfica. Los
ción de los escenarios sociales (García, 2005; Car-
mapeos colectivos forman parte de las llamadas
balleda, 2012; Castro Jaramillo, 2016). Y es desde
“nuevas prácticas cartográficas”, en donde el ma-
esa construcción colectiva del conocimiento que
peo es concebido desde una práctica colectiva y
damos cuenta y razón de la subjetividad del espa-
horizontal y la creación de mapas surge de un pro-
cio vital, lo cual nos permite entender la sociedad
ceso de intercambio, debate y consenso (Azócar,
civil en su espacio, en su territorio, y considerar
2017).
a las personas como sujetos pensantes, críticos y
Como modo colectivo de crear conocimiento, la propositivos y no como meros objetos receptores
CS se aleja de los mapas tradicionales obrados de de conocimientos (Andrade & Santamaría, 2010).
modo vertical, es decir que el mapa social es con- En la Figura 1 se presenta un diagrama sobre cómo
sensuado, el “cartógrafo” es el colectivo, no hay conceptualizamos la CS.
FIGURA 1.
Fundamentos conceptuales de la
investigación-acción participativa (IAP) en los
que se basa la metodología de la cartografía
social.
Fuente: Elaboración propia a partir de Castro
Jaramillo (2016).
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130 Revista Perspectiva Geográfica
Por medio de estas otras cartografías generadas en 1980 (América Central). Otra de las líneas de es-
el seno de la CS se construye conocimiento des- tudio que han tenido un largo recorrido han sido
de el compromiso social y la participación para la las cartografías en torno a las problemáticas de los
transformación de una comunidad, y para la pues- derechos territoriales de comunidades indígenas,
ta en valor de lo que ellos consideran patrimonio, colectivos y grupos locales (Andrade, 2001; Ba-
más allá de las declaratorias estatales. El territorio rroso Hoffman, 2010; Sletto, 2010; Vélez Torres,
se amplía y alarga cuando el participante se reco- Rátiva Gaona & Varela Corredor, 2012; Almeida,
noce como un elemento que puede transformar el 2013; Montoya Arango et al., 2014; Sletto, Bryan,
espacio; con el mapeo colectivo se conoce más Torrado, Haley & Barry, 2013).
el territorio y se amplían las posibilidades de co-
Igualmente, en los últimos años han ido creciendo
mando y las acciones comunitarias. Con esto se
las investigaciones que hacen uso de la CS para
traslada el eje de poder, que hasta ese momento se
estudios de índole patrimonial, promoviendo así
centraba en los que concentraban el conocimiento
la participación de los pobladores en el proceso
universitario y disciplinar (Diez Tetamanti & Ro-
de construcción de saberes y producción de co-
cha, 2016).
nocimiento sobre el paisaje cultural (Aichino, De
Una de las herramientas esenciales de la CS es el Carli, Zabala & Fabra, 2012; Vélez Torres et al.,
mapeo colectivo, también conocido como mapeo 2012; Ares & Risler, 2013; Blasco, Lamas, Genti-
participativo, mapeo social o mapeo comunitario le, Villamarzo & Gianotti, 2014; Martins & Baeta
(Ganter, Sandoval, García & De la Fuente, 2015), Leal, 2015).
que algunos autores definen como:
Todos estos procesos de mapeo han sido muy di-
Un proceso de creación que subvierte el versos de acuerdo con las particularidades de cada
lugar de enunciación para desafiar los rela- región y han abierto nuevas perspectivas para con-
tos dominantes sobre los territorios, a par- cebir el territorio habitado y visibilizar los proce-
tir de los saberes y experiencias cotidianas sos de cambio territorial desde la mirada comunal
de los participantes. Sobre un soporte grá- (Salamanca, 2012). Estos productos cartográficos
fico y visual se localizan las problemáticas surgidos desde la CS crean mapas que no solo re-
más acuciantes del territorio identificando presentan al territorio, sino que lo producen y lo
a los responsables, reflexionando sobre transforman (Montoya Arango, 2007), creando
conexiones con otras temáticas y señali- así nuevas prácticas para “la apropiación y cono-
zando las consecuencias (Ares & Risler, cimiento de todas las dimensiones del territorio:
2013, p. 12). la físico-biótica y abiótica, físico-espacial y socio-
cultural” por parte de la comunidad local (Patiño
En el ámbito latinoamericano, del cual formamos
Jiménez, 2014, p. 11).
parte, la práctica de la CS encuentra sus orígenes
en la generación de mapas de las tierras y los te- A partir de las conceptualizaciones de la CS se
rritorios habitados por pueblos indígenas. Este concibieron los talleres de mapeo colectivo desa-
proceso se remonta, dependiendo de la región, a rrollados en la localidad de Miramar de Ansenuza.
las décadas de 1970 (suroccidente colombiano) y Siempre se parte de un entendimiento del patrimo-
Cartografía social como recurso metodológico para el análisis patrimonial. Experiencias de mapeo en Miramar (Córdoba, Argentina) 131
nio como una construcción social, es decir que no chando así la noción de registro arqueológico a una
es un elemento que exista en la naturaleza ni es mayor escala conceptual y espacial, lo cual plantea
algo dado o un fenómeno social universal (Prats, nuevos desafíos para la arqueología y la integra-
1997, p. 20), sino que es “una construcción socio- ción de su accionar dentro de la planificación y la
cultural que adquiere valor para aquel grupo que lo gestión del territorio (Ballesteros Arias, Otero Vi-
realizó, heredó y conserva. Por ser una construc- lariño & Varela Pousa, 2005).
ción que se desarrolla en el tiempo y para unos de-
terminados fines, el patrimonio es dinámico, cam-
biante” (Viladevall, 2003, p. 18). En relación con 3. El contexto de investigación,
el patrimonio arqueológico, lo entendemos como el caso de Miramar
la parte de nuestro patrimonio material para la cual
los métodos de la arqueología nos proporcionan la Por ordenanza municipal, en el año 2014 la locali-
información básica. Engloba todas las huellas de dad de Miramar cambió su nombre oficial a Mira-
la existencia del hombre y se refiere a los lugares mar de Ansenuza, respondiendo así a una propues-
donde se ha practicado cualquier tipo de actividad ta realizada por el gobernador de Córdoba de ese
humana, a las estructuras y los vestigios abandona- entonces, con el fin de ayudar a posicionar mejor
dos de cualquier índole (Consejo Internacional de el destino turístico de Miramar diferenciándolo de
Monumentos y Sitios Culturales [Icomos], 1990). otras poblaciones con el mismo nombre. Cabe des-
tacar que este proceso administrativo se realizó sin
En cuanto al patrimonio en el contexto territorial, contemplar un referéndum o consulta popular, es
entendemos que el patrimonio y el paisaje son par- decir que no se generó un espacio para que la co-
te de “una trama de significaciones que el propio munidad pudiera expresar su postura al respecto,
hombre ha tejido en su propia vida social” (Geertz, por lo que hoy en día este nombre sigue generando
2003). Los paisajes se conciben como productos tensiones, ya que en la región no se reconoce que
de un entramado de relaciones ecológicas, cultu- Ansenuza sea un vocablo indígena para nombrar a
rales y sociales que se materializan en un territo- la gran laguna Mar Chiquita sino que, al contrario,
rio específico, y los patrimonios se conciben como la palabra es de origen europeo y según diferentes
nodos que emergen en las tramas de relaciones investigaciones históricas sería el nombre con el
del territorio (Ladrón de Guevara González, Toro que los españoles denominaron al terreno circun-
Balbontín, Prieto Véliz & Chávez Valdivia, 2015). dante a la laguna8. Por tal motivo a la largo del
Esto quiere decir que solo podremos abordar una texto usamos el nombre de Miramar, ya que así lo
aproximación a los paisajes culturales presentes nombran los participantes de los talleres.
y pasados si partimos de una gestión integral del
patrimonio. Una visión holística a todos los nive- La localidad se encuentra ubicada en el nores-
les, en un todo global o integral en el que el patri- te de la provincia de Córdoba (Argentina), en el
monio arqueológico es entendido desde su paisaje departamento San Justo, sobre la costa sur de la
circundante, sus patrones de asentamiento y apro-
vechamiento de recursos y su estructura simbólica 8 Ver: Miramar ahora se llama Miramar de Ansenuza (2014);
Miramar: Concejo aprobó el cambio de nombre a la locali-
para llegar a caracterizar el paisaje cultural, ensan- dad (2014).
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gran laguna de Mar Chiquita (ver Figura 2). Es la turística (turismo de salud, que aprovecha las pro-
única población ubicada en la ribera de esta lagu- piedades curativas del agua y el barro de la laguna,
na, emplazada en una zona urbanizada que cuenta turismo ecológico y turismo de ocio) y criaderos
con aproximadamente 2.023 habitantes (Instituto de nutria que han dado origen a una floreciente
Nacional de Estadística y Censos de la República industria peletera con prendas de piel y cuero de
Argentina [Indec], 2010). Las actividades princi- gran calidad (Zapata, 2011).
pales del municipio se concentran en la actividad
FIGURA 2.
Localización del área de estudio.
Fuente: Elaboración propia
La laguna de Mar Chiquita es la mayor cuenca ce- y los Bañados del Río Dulce se encuentran en pro-
rrada de Latinoamérica, con una extensión de más ceso de ser transformados en el Parque Nacional
de 6.000 km2, declarada por la provincia de Córdo- Ansenuza, lo que la convertiría en el área natural
ba en el año 1976 como Refugio de Vida Silvestre protegida más grande del país. Asimismo, la par-
Depresión Salina de los Bañados del Río Dulce y ticularidad del paisaje, la variedad de aves (más
Laguna Mar Chiquita (Decreto nº 4906/76). Lue- de 300 especies) y las saludables propiedades de
go, en el año 1994, como Reserva Natural de Uso la zona se presentan como un enclave único en la
región, en el que confluye una gran diversidad de
Múltiple Bañados del Río Dulce y Laguna de Mar
patrimonio natural y cultural que han definido el
Chiquita (Decreto nº 3115/94), y en el año 2002
perfil turístico de la localidad (Leiva, 2014).
como Sitio Ramsar “Bañados del Río Dulce y
Laguna Mar Chiquita” (Bucher, Coria, Curto & La laguna ha moldeado no solo el paisaje y la fi-
Lima, 2006). Actualmente la laguna Mar Chiquita sonomía de la región, sino las estrategias de sub-
Cartografía social como recurso metodológico para el análisis patrimonial. Experiencias de mapeo en Miramar (Córdoba, Argentina) 133
sistencias de las poblaciones humanas. Las varia- En los últimos años, este equipo de investigación
ciones hidrológicas han sido frecuentes durante al y extensión ha ido incursionado en talleres de CS
menos los últimos 20.000 años, alternando fases que se han realizado en San Carlos Minas en el
frías y secas con húmedas y cálidas (Piovano, año 2011 (departamento de Minas, Córdoba) y
Ariztegui, Córdoba, Cioccale & Sylvestre, 2009). en Miramar en 2012 (departamento de San Jus-
A lo largo de estas fases húmedas la ciudad ha su- to, Córdoba) (Aichino, De Carli, Zabala & Fabra,
frido tres grandes inundaciones que han afectado 2013; Zabala, Fabra, Aichino & de Carli, 2016),
al entramado urbano (en 1958, 1977 y 2003). La localidades en donde se habían realizado tareas de
más grave de ellas se remonta al año 1977, cuando rescates arqueológicos. Desde un planteamiento
quedaron sepultadas bajo las aguas de la laguna participativo, se fomentó el intercambio de sabe-
37 manzanas del radio urbano y se perdieron más res, promoviendo así espacios de diálogo en rela-
de sesenta establecimientos comerciales, edificios ción con los patrimonios locales, el modo en que
públicos y 168 casas de familia (Zapata, 2011). se conciben y sus políticas de conservación (Aichi-
no et al., 2012).
Fue el espacio desde el que empezamos a relacio- En una primera instancia llevamos a cabo el ta-
narnos con la comunidad local, y además cedieron ller Diagnóstico Patrimonial Participativo en el
su sala de usos múltiples para el desarrollo de va- MCNAM, que contó con la participación de 10
rios de los talleres realizados. asistentes (8 mujeres y 2 hombres). Se trabajó
sobre el concepto de patrimonio y patrimonio
El ciclo de talleres “El patrimonio arqueológico de
arqueológico a partir de una serie de preguntas
Miramar a través de la cartografía social (Córdoba,
disparadoras. En un segundo momento realiza-
Argentina)”, constó de cinco sesiones de mapeo
mos una versión adaptada de un sociograma, una
colectivo a lo largo de dos meses (marzo y abril
técnica que buscó visibilizar las relaciones entre
de 2017) en las que participaron 73 personas. Los
los diferentes agentes claves (grupos de alto po-
participantes de los talleres fueron en su mayoría
der, población organizada y población no organi-
población adulta, con un 70% de individuos feme-
zada) (Jiménez, Vela, Ramírez & García, 2013).
ninos, a excepción del segundo taller de Mapeo al
La adaptación de esta técnica fue denominada
Paso, en donde participaron niños y jóvenes, aun-
cultugrama porque se agregó la variable patrimo-
que estuvieron abiertos a todo público.
nio, es decir que la finalidad de la actividad fue
El trabajo desarrollado en el ciclo, sumado a otras dilucidar el entramado de las relaciones de los
técnicas etnográficas como entrevistas, grupos de diversos grupos sociales con el patrimonio local.
discusión y observación participante, permitieron Este ejercicio de exploración también permitió
entablar una relación de cercanía con la comuni- ajustar y reorientar los siguientes talleres a partir
dad local y se llegó a establecer lazos de confianza de los desafíos particulares surgidos de este ma-
con algunos de los participantes más allá del ámbi- peo inicial, donde se detectaron los actores claves
to de los talleres, por ejemplo, en eventos locales, en la gestión del patrimonio local, tanto del ám-
actos patrios, comidas informales e incluso activi- bito administrativo como del tejido organizativo
dades deportivas y recreativas. local. De esta forma, la Cooperativa Eléctrica y
de Servicios Públicos Miramar Ltda. (que tiene
Durante el ciclo asumimos un rol de facilitadores a su cargo el Museo Fotográfico Dante Marchetti
en el proceso de construcción de nuevos saberes y
y el Museo Capilla San Antonio, primera capilla
los participantes pasaron a ser los protagonistas de
croata de la provincia de Córdoba) y el Museo de
este proceso, lo cual propició espacios de empo-
Ciencias Naturales Aníbal Montes surgen como
deramiento comunal. Se abordó la realidad local
las instituciones relacionadas con la protección,
desde una perspectiva integral e integradora, sin
la gestión y la conservación del patrimonio (ver
imponer nuestra visión del paisaje y alejándonos
Figuras 3a y 3b). Para nuestra sorpresa, ninguna
de la figura del investigador como poseedores del
es una institución estatal.
saber, en el entendimiento de que estos procesos
cartográficos deben ser concebidos y vividos como El segundo taller realizado fue el de Mapeando
procesos permanentes de formación y aprendizaje. al Paso: construimos el mapa de Miramar, para
Esto fue factible porque no somos oriundas ni ha- lo cual se empleó la técnica del mapeo en distin-
bitamos en la localidad, entonces el lugar, de algún tos espacios de la ciudad previamente elegidos.
modo, nos es extraño. El taller se extendió por cuatro días y contó con
Cartografía social como recurso metodológico para el análisis patrimonial. Experiencias de mapeo en Miramar (Córdoba, Argentina) 135
la participación de 46 personas (21 miramarenses los pictogramas se tomó como referencia el Ma-
y 25 turistas) de diferentes grupos etarios, desde nual de mapeo colectivo de Ares y Risler (2013),
los 10 años a los 77 años. Se desarrolló en sitios y diseñamos una serie de pictogramas, antes del
neurálgicos de la ciudad como la plaza principal trabajo de campo, que pudieran dar cuenta de las
(Plaza de las Américas, esquina calle Libertad y relaciones de asociatividad o conflicto en torno a
Buenos Aires) y el paseo de la costanera (a la vera la arqueología, la comunidad y el patrimonio. Por
de laguna de Mar Chiquita), que fueron los pun- ejemplo, pictogramas que representaban basura-
tos elegidos debido al alto tránsito de peatones y les, contaminación, destrucción del patrimonio,
la visibilidad que poseen, además de su cercanía patrimonio abandonado, bioreservas naturales y
con otros puntos importantes de la ciudad: en el ecoturismo (ver Figura 3c). Esto fue posible por
caso de la plaza principal, se encuentra frente a nuestro conocimiento previo de la ciudad.
la terminal de colectivos y a unos cien metros del
Esta fue la única actividad que incluyó la parti-
MCNAM.
cipación de turistas, pero esta particularidad fue
Se usaron pictogramas en un mapa de la ciudad buscada, ya que se pretendía comparar las per-
de Miramar (tamaño A2) ya impreso en follete- cepciones de los turistas en relación con el patri-
ría oficial de la Oficina de Turismo, con el fin de monio arqueológico de Miramar con la opinión
(re)imaginar el territorio normalizado y crear un de quienes habitan y transitan el territorio local
nuevo mapa alterno, alejado de la visión estan- cotidianamente. Miramar es un destino turístico
darizada de la ciudad. Si bien cada pictograma de la provincia de Córdoba desde comienzos del
tenía un epígrafe sugerido para la actividad, se siglo XX, que se hizo “famoso” por sus aguas
contemplaba que se pudieran combinar dos o más curativas para dolencias óseas. Esta provincia no
pictogramas para crear una nueva significación, tiene salida al mar, por eso esta laguna también es
permitiendo así un ambiente de trabajo colabo- una oferta de veraneo (ver Figura 3d).
rativo, abierto y reflexivo. Para la confección de
FIGURA 3.
Talleres Diagnóstico Patrimonial
Participativo y Mapeando
al Paso: a. Participantes del
taller Diagnóstico Patrimonial
Participativo; b. Mapas
conceptuales sobre patrimonio
y patrimonio arqueológico y
cultugramas resultantes del
taller Diagnóstico Patrimonial
Participativo; c. Mesa de mapeo
del taller Mapeando al Paso:
construimos el mapa de Miramar;
d. Participantes del taller
Mapeando al Paso
Fuente: Elaboración propia.
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136 Revista Perspectiva Geográfica
Algunos temas que siguieron a la actividad fue la participación de 10 asistentes, todas mujeres adul-
señalización del uso de cuatriciclos a la vera de tas, y se trabajó en mapas temporales para realizar
la laguna, lo que implicó hace unos años la des- un ejercicio de reflexión temporal colectiva. Nos
trucción de restos arqueológicos y del patrimonio centramos en dos escenarios temporales: presente
natural). Además, se plasmaron los recuerdos de (permite mirar la situación actual, cómo viven su
lo que se perdió en la última gran inundación de la presente, pero a la vez posibilita reflexionar sobre
ciudad, ese patrimonio perdido y abandonado; en el pasado y las transformaciones del territorio y la
cambio, el mapa creado por los turistas se centró en comunidad) y futuro (qué queremos para Miramar,
las actividades turísticas más típicas (avistamiento qué representa los deseos de la comunidad para el
de flamencos y visitas al Hotel Gran Viena, entre día de mañana). La creación y la construcción de
otras), sin dar cuenta del gran valor de la biodiver- los mapas patrimoniales fue realizada en afiches
sidad que alberga la laguna (como las 329 especies blancos con el fin de que los participantes mate-
de aves) o del valor arqueológico que existe en la rializaran su territorio de modo creativo y como
zona de Miramar o Mar Chiquita. lo perciben. Se debatió al interior de cada grupo
sobre los elementos que se querían señalizar, lo
El siguiente taller desarrollado se tituló “La car-
cual dio lugar a un espectro de opiniones, voces y
tografía comunitaria como herramienta para la
saberes que quedaron plasmados en los mapas (ver
co-construcción del patrimonio local” y fue lleva-
Figuras 4a y 4b).
do a cabo en el MCNAM. El taller contó con la
FIGURA 4.
Taller “La cartografía comunitaria como herramienta para la co-construcción del patrimonio
local”: a. Mapa presente de Miramar; b. Mapa futuro de Miramar
Fuente: Elaboración propia.
En el mapa del presente los hitos principales se el mapa del futuro quedó expresado ese deseo de
marcaron al rededor de la laguna, lo que vuelve a un turismo respetuoso con el medio natural, que
reforzar la idea de que la laguna ha moldeado los vuelva a las raíces de la actividad turística en Mi-
modos en que se desenvuelve la comunidad, y en ramar en torno a un turismo de salud y naturaleza.
Cartografía social como recurso metodológico para el análisis patrimonial. Experiencias de mapeo en Miramar (Córdoba, Argentina) 137
Otro aspecto muy importante en este mapa fue tes esos lugares que ahora se encuentran bajo las
el de rescatar las zonas inundadas de la ciudad a aguas de la laguna.
través de cartelería, que muestre cómo eran an-
FIGURA 5.
Recorrido de la Deriva
desde el punto A (sitio
arqueológico Ex Camping
Municipal) al punto B
(sitio histórico Hotel Gran
Viena)
Fuente: Elaboración propia a
partir de imagen satelital de
Google Earth.
El tercer taller se denominó “La Deriva aplicada (ver Figura 5), a la vez que se intercambiaban
al estudio de la gestión patrimonial: cartografías con ellos preguntas e impresiones con el fin de
mentales en Miramar (Córdoba)” y participaron sistematizar los primeros sentimientos que tie-
cuatro mujeres11. Llevamos a cabo una deriva, nen sobre el territorio que habitan.
técnica usada en el diagnóstico rural participa-
Este recorrido fue guiado en parte por las parti-
tivo que plantea una práctica de conocimiento e
cipantes mientras creaban espacios de debate so-
interacción a partir de un recorrido por el espacio
bre temas observados en el terreno y compartían
habitado, sea este una ciudad o un espacio rural,
historias y recuerdos de los lugares visitados (ver
siguiendo lógicas no habituales, ya sean estas
Figura 6a). Lo vivido y lo registrado fotográfica-
azarosas o construidas (Paez i Blanch, 2014).
mente durante la Deriva fue plasmado en un mapa
Para pensar el recorrido mantuvimos conversa-
que permitió la construcción de los paisajes ar-
ciones con Hugo Giraudo, guía del MCNAM y
quetípicos del lugar visitado a partir de los relatos
gran conocedor de la zona, que permitieron con-
visuales de los participantes. La puesta en común
figurar el recorrido inicial de la Deriva, que con-
de la Deriva y la construcción del mapa a partir
sistió en caminar por sitios históricos y zonas ar-
de los relatos visuales fueron desarrolladas en el
queológicas del lugar12 con gente de la localidad
MCNAM (ver Figura 6b). Cabe aclarar que debido
a la extensión de la actividad y por problemas de aguas, situación que se prolonga por toda la costa
disponibilidad de algunos de los participantes la sur de la gran laguna de Mar Chiquita. Las parti-
segunda parte del taller no pudo ser realizada ese cipantes recalcaron: “Todos los lugares que reco-
mismo día y se concretó tres días más tarde, cuan- rrimos poseen valor patrimonial porque acá está
do podían asistir todos. nuestra historia. Porque conociendo nuestro pasa-
do integramos (valoramos) el presente y nos pro-
Con la Deriva se consiguió redescubrir el territorio yectamos a futuro con conocimiento de lo que vi-
y acercar ese patrimonio arqueológico oculto y, en vimos” (E. A. Bianciotti, comunicación personal,
algunos casos, perdido por la subida de los niveles 6 de mayo de 2017). Además, el tema del turismo
de la laguna que ha ocasionado que varios sitios natural volvió a surgir, ya que desean “que el turis-
arqueológicos actualmente se encuentren bajo las ta conozca y valore el lugar”.
FIGURA 6.
Taller “La Deriva aplicada al estudio de la gestión patrimonial: cartografías mentales en Miramar (Córdoba)”:
a. Participantes del taller; b. Mapa de los paisajes arquetípicos de Miramar y material de apoyo
Fuente: Elaboración propia.
ción no son opuestos sino partes de un teó como un espacio fundamental de devolución y
mismo proceso de conocimiento social diálogo con la comunidad, en el entendimiento de
(Holy, 1984). que, como investigadores sociales, debemos gene-
rar espacios que potencien y fomenten el acceso
Las instancias de evaluación estuvieron presentes
de la ciudadanía a su patrimonio cultural y a los
en todos los talleres a través de la diana de evalua-
estudios que devienen del mismo (ver Figura 7b).
ción, que es un sistema de evaluación participativa
inmediato y muy visual (Díaz Escalera, 2012). Se Esta actividad finalizó con una ficha de evaluación
evaluaron cuatro aspectos: metodología (equili- en la que pretendimos plasmar y sistematizar la
brio de teoría y práctica), ambiente de participa- experiencia (positiva o negativa) de la comunidad
ción, aplicación práctica de los contenidos abor- con el ciclo de talleres. Evaluamos cinco criterios:
dados y valoración general (ver Figura 7a). Para 1) claridad con la que se abordaron las temáticas,
nosotros fue muy importante esta instancia porque 2) distribución y uso del tiempo, 3) instancias
los talleres siempre fueron pensados desde la re- de participación y debate, 4) utilidad práctica de
flexividad, en donde los participantes y los facili- los temas discutidos y 5) si la actividad posibili-
tadores co-construyen aprendizajes y contenidos a tó reflexionar sobre el patrimonio de Miramar.
lo largo de las cinco sesiones que conformaron el El sistema de valoración se basaba en una escala
ciclo, ya que las metodologías y las técnicas de la de 0-2, donde 0 era totalmente en desacuerdo, 1
investigación participativa requieren de una rein- parcialmente de acuerdo y 2 totalmente de acuer-
terpretación permanente, que permita ajustar las do. Como este taller no tuvo un gran número de
prácticas a las coyunturas y particularidades de
asistentes (3 participantes), se acercó la ficha a los
cada proceso de investigación.
participantes de los talleres anteriores que no pu-
Por último, desarrollamos una sesión de devolu- dieron asistir a la sesión de devolución. En líneas
ción: “¿Por qué dijimos lo que dijimos?”, en don- generales, visualizamos una aceptación positiva de
de se expusieron todos los mapas creados en los las actividades y el deseo de repetir ese tipo de ta-
diferentes talleres. Esta última actividad se plan- lleres participativos.
FIGURA 7.
Instancias de evaluación
de los talleres: a. Diana
de evaluación del taller
Diagnóstico Patrimonial
Participativo; b. Sesión de
devolución: socialización
de la cartografía
generada en los talleres
Diagnóstico Patrimonial
Participativo (izquierda)
y Mapeando al Paso
(derecha)
Fuente: Elaboración propia
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patrimonios, en particular el patrimonio natural de la laguna, que ha ocasionado que varios sitios
representado por la gran laguna de Mar Chiquita, arqueológicos actualmente se encuentren bajo las
que es muy valioso para los miramarenses. Enton- aguas, situación que se prolonga por toda la costa
ces fue importante no restringir las miradas a un sur de la gran laguna de Mar Chiquita.
solo patrimonio, sino dejar que se dialogara sobre
Al mismo tiempo, a través de los mapeos fue-
todos los patrimonios con los que se identificaban,
ron resurgiendo memorias y significados siempre
lo que nos permitió una visión más transversal de
las construcciones en torno al patrimonio cultural arraigados a la laguna, que si bien hoy en Miramar
de Miramar. También se tuvo presente que la CS se potencia principalmente como recurso turístico,
como propuesta teórica-metodológica, particular- para los miramarenses es mucho más que eso. Ella
mente para los estudios de gestión patrimonial, guarda el recuerdo de lo perdido, lo que no se ve,
es un campo de indagación con un recorrido in- pero que siempre está presente en el imaginario de
cipiente, de poco más de una década, y que debe quienes allí viven. En relación con el patrimonio
seguir configurando tanto su corpus teórico como arqueológico, en la mayoría de los mapas creados
sus prácticas para fortalecer sus procedimientos, se encontraba invisibilizado, aunque tuvimos cons-
fundamentos y posibilidades. tancia por las entrevistas y las charlas informales
de que los miramarenses tenían conocimiento de
Con nuestro trabajo de campo pudimos comprobar los vestigios hallados en la localidad y los alrede-
que el empleo de diferentes mapeos fue esencial dores. El patrimonio histórico reciente tuvo más
para generar una perspectiva ampliada y procesual peso en las representaciones patrimoniales plas-
de las problemáticas abordadas, en tanto que es madas en los mapas. Otro asunto que incidió en
muy difícil poblar en un solo mapa todas las rela- este aspecto es que los materiales recuperados en
ciones o temas que configuran el territorio y el cen- Miramar se encuentran albergados en el MCNAM,
trarnos en una sola técnica nos llevaría a fragmen- pero la mayoría de ellos no se exhiben por pro-
tar más esa realidad territorial. Los mapas surgidos blemas de espacio. Por eso es un patrimonio que
del ciclo de talleres de CS ofrecieron una alterna- no se encuentra tan presente, sin embargo, en el
tiva para que las comunidades puedan construir un recorrido de la Deriva, cuando a través del mate-
diagnóstico territorial de la vivencia comunitaria. rial de apoyo se mostraron fotos de algunas piezas
El taller de Diagnóstico Participativo Patrimonial arqueológicas halladas, estas suscitaron curiosidad
permitió empezar a visibilizar los agentes locales, y deseos en las participantes de poder tener, en un
a la vez que se generaron grupos de reflexión y dis- futuro, un mejor acceso a estas.
cusión en relación con el patrimonio local. Por su
parte, en el taller de Mapeo al Paso se crearon dos Sumado a esto, a partir de los mapeos realizados
mapas muy distintos y el realizado por los lugare- se pudo vislumbrar que la resiliencia es la carac-
ños expuso y visibilizó problemas locales en torno terística con la que podemos definir a los mirama-
a la gestión de los patrimonios locales. Por último, renses, una comunidad que se ha erigido una y otra
con la Deriva se consiguió redescubrir el territorio vez, siempre desde el apego y con un respeto sin-
y acercar ese patrimonio arqueológico oculto, y en gular por la laguna, ya que no conciben Miramar
algunos casos perdido por la subida de los niveles sin ella y forma parte indisoluble de la percepción
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de su paisaje cultural. Esto quedó plasmado a lo poderar a la comunidad sobre las potencialidades
largo de los talleres realizados, por ejemplo, en el y amenazas naturales de su territorio ante proyec-
Diagnóstico Patrimonial Participativo, cuando se tos que puedan implicar un cambio profundo en el
preguntó sobre qué identificaban como patrimonio espacio habitado. A través de los mapas creados
local, la laguna estuvo presente como elemento tendimos puentes para abrir nuevos mecanismos
patrimonial en los dos grupos. En el caso de los de participación ciudadana en temas relativos a la
participantes del grupo 1 de este taller, cuando se planificación del territorio y la gestión patrimonial,
les preguntó qué consideraban como patrimonio, permitiendo así a la comunidad lograr una mayor
expresaron: “Lugares físicos, naturales, que nos autonomía e incidencia para participar en futuros
identifican, que hacen parte de la historia y que de- procesos de desarrollo que se implementen en su
bemos conocer para transmitir”. territorio, ya que en los talleres se hizo hincapié de
la falta de políticas y sobre todo de recursos econó-
A su vez, si bien esta metodología ayudó a empo-
micos para implementar una gestión patrimonial
derar a los participantes, es importante destacar
desde metodologías participativas. Toda esta situa-
que al principio fue difícil generar espacios en
ción provoca falta de motivación y compromiso en
donde la gente se sintiera cómoda y con las herra-
la sociedad en general a causa de la escasa promo-
mientas necesarias para involucrarse en el mapa.
ción de estas políticas desde el ámbito de las ins-
La complejidad de ciertas técnicas dificulta la to-
tituciones locales. Como se expresó en el taller de
tal implicación de los participantes que no estén
cartografía comunitaria: “A lo mejor no es solo la
familiarizados con esta metodología y eso im-
falta de interés, sino que al no haber promoción y
plica también un proceso de autodescubrimiento
capacitaciones las personas no participan”, y exis-
por parte de ellos, para que se reconozcan como
te “falta de incentivo para que trabajemos comuni-
agentes válidos para generar conocimiento y libe-
tariamente” (participantes del grupo 1).
rar voces no escuchadas previamente. En algunas
actividades como el taller de Mapeo al Paso, por Finalmente, a través de esta experiencia pudimos
ejemplo, muchas personas no creían que tuvie- vislumbrar la utilidad social que tiene el saber car-
ran algo para decir o compartir, por eso nosotros, tográfico local como herramienta de enunciación,
como facilitadores del proceso, debimos generar sistematización y reflexión sobre el territorio lo-
un ambiente de confianza para evitar estas situa- cal, que permite conocer la realidad territorial a
ciones y abrir vías de diálogo horizontales con partir de las narrativas comunitarias y reafirma la
los participantes. Este aspecto fue clave durante pertenencia a un territorio. Pero resulta esencial
los mapeos realizados, ya que permitió que los que estos saberes no solo se queden en un plano
participantes pudieran transmitir, sin sentirse de análisis académico, sino que puedan tener una
coaccionados, sus visiones y opiniones sobre la real incidencia en otras esferas sociales y políti-
situación actual que está atravesando la localidad cas, abriendo caminos a otras (re)apropiaciones
en relación con el creciente turismo o la próxima del territorio y nuevas políticas públicas de ges-
declaración de parque nacional. tión patrimonial desde una visión integral. En este
contexto surgió la propuesta de Mirapedia, una en-
De este modo, por medio de la CS se pretendió em-
ciclopedia participativa, que se basa en el recurso
Cartografía social como recurso metodológico para el análisis patrimonial. Experiencias de mapeo en Miramar (Córdoba, Argentina) 143
wiki, sobre los patrimonios de Miramar (Córdoba, desde las miradas de los miramarenses. Así, el
Argentina), que busca la creación de espacios de mapeo colectivo se presenta como el medio alter-
apropiación colectiva del conocimiento local para nativo para la puesta en valor, la activación y la
ofrecer versiones alternativas a los discursos do- recuperación de los bienes comunes existentes en
minantes desde una cartografía participativa (Mar- el territorio.
tin Silva, 2017). Este proyecto fue presentado en
la Escuela Primaria Jerónimo Luis de Cabrera y en
el MCNAM, y ha tenido apoyo y una aceptación Agradecimientos
positiva por parte de la comunidad local13.
Agradecemos a los guías Hugo Giraudo y Anabela
Es por eso por lo que, con el trabajo llevado a cabo Kaffer, y al presidente de la Asociación de Ami-
y las propuestas que se encuentran todavía en vía gos del Museo de la Región de Ansenuza “Aníbal
de desarrollo (como Mirapedia), se pretendió con- Montes”, Juan José Scienza, por la ayuda brinda-
tribuir a la puesta en valor del territorio, tanto de da durante nuestro trabajo de campo. Un especial
los espacios naturales como de los culturales, que agradecimiento a Julieta Bellis, integrante del Pro-
sirva para la toma de conciencia ciudadana y para grama de Arqueología Pública (UNC) por la cola-
visibilizar la propia evolución histórica del terri- boración en el desarrollo de algunos de los talleres
torio de Miramar de Ansenuza y sus patrimonios de mapeo colectivo. Por último, agradecemos a
todos los miramarenses que tuvieron la predispo-
sición de compartir sus saberes sobre los patrimo-
13 La propuesta de Mirapedia suscitó mucha curiosidad, a
tal punto que fuimos invitados a dar una charla sobre el nios de Miramar.
uso de las wikis en la construcción del conocimiento en el
Instituto Superior de Formación Docente Santa Teresita en
Balnearia, localidad ubicada a 12 km al sur de Miramar de
Ansenuza.
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Dennis-Javier Vásconez-Vaca1
Recepción:
15 de noviembre de 2018
Evaluación:
Para citar este artículo: Vásconez-Vaca, D-J. (2019). El territorio habitado. 8 de julio de 2019
Parkour, motricidades y afectos en la ciudad de Quito.
Aprobación:
Perspectiva Geográfica, 24(2), 151-172. doi: 10.19053/01233769.8844
20 de agosto de 2019
Resumen
El presente artículo es una reflexión sobre movimiento corporal y afectividades en la
ciudad de Quito, a través de una observación profunda y una larga reflexión sobre es-
tos temas desde la óptica del parkour, práctica motriz dedicada a recorrer los espacios
urbanos de la forma más fluida y eficaz posible por medio únicamente del cuerpo. A
través de la experiencia de aprendizaje y práctica del parkour, entre las actividades del
colectivo Étre Fort, este estudio indaga en las transformaciones que conlleva el ejerci-
cio de esta disciplina sobre la ciudad, su producción espacial y su territorio habitado,
a la vez que reflexiona sobre los elementos afectivos que surgen en dicha práctica y
su papel en estas transformaciones.
Dennis-Javier Vásconez-Vaca
Abstract
This article is a reflection on body movement and affections in the city of Quito.
These matters are deeply observed and carefully considered from the perspective of
parkour, a motor activity in which practitioners move through urban spaces using
their own bodies in the fastest and most effective way possible. Through the expe-
rience of learning and practicing parkour, among the activities of the Étre Fort
collective, this study inquires into the transformations caused by this discipline in
the city, its spatial production and inhabited territory, while pondering the affective
elements arising from this practice and their role in such transformations.
Resumo
O presente artigo é uma reflexão sobre o movimento corporal e as afetividades na ci-
dade de Quito, através de uma observação profunda e uma longa reflexão sobre essas
questões a partir da perspectiva do parkour, prática motora dedicada a percorrer os
espaços urbanos da maneira mais fluida e eficaz possível somente por meio do corpo.
Através da experiência de aprendizagem e prática do parkour, entre as atividades do
coletivo Étre Fort, este estudo investiga nas transformações envolvidas no exercício
dessa disciplina sobre a cidade, sua produção espacial e seu território habitado,
refletindo ao mesmo tempo sobre os elementos afetivos que surgem em dita prática e
seu papel nessas transformações.
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(1997) ubica entre la mitad de los siglos XIX y Sin embargo, el habitante encuentra modos, que
XX, lapso correspondiente a lo que llama la “revo- proceden de su movimiento corporal, de expresar
lución urbana” (p. 341). su subjetividad frente a este panorama. Así lo se-
ñala De Certeau (2007), quien plantea que el tran-
Progresivamente, este avance del paradigma urba-
seúnte de a pie produce la ciudad habitada median-
no moderno genera un clima de movimiento mar-
te sus prácticas del andar, a través de las cuales el
cado por la rapidez, la eficiencia y la individuali-
peatón halla formas de enunciarse a sí mismo por
dad, en donde el sujeto se ve cada vez más aislado
medio de su movimiento.
de su experiencia sensorial y, consecuentemente,
mermado en su nivel de participación al momento Estas prácticas del andar generan elementos como
de trasladarse a través de la urbe (Sennett, 1997). atajos, conexión de diversos puntos y varias otras
El movimiento en las ciudades ha adquirido una formas en las que, a través de su movimiento, el
concepción marcada por estos ejes centrales orien- peatón produce el espacio urbano desde su propia
tados hacia lo productivo. subjetividad (De Certeau, 2007). En este rumbo, el
parkour implica un escenario en donde se extrapo-
Este paradigma se conceptualiza recurrentemente
lan esas prácticas del andar hacia el extremo de sus
como la movilidad urbana, una forma de movili-
posibilidades.
zación propia de las ciudades cuyo rasgo principal
es la procura de un sistema eficiente y sostenible Trabajos como los de Scarnatto y Díaz, en La Pla-
(Banco Mundial, 2002). La producción del espacio ta, o el de Schargorodsky, en Avellaneda, demues-
urbano frecuentemente procura favorecer una mo- tran que el parkour ha trascendido las fronteras de
vilidad individualizada, acelerada y eficiente para su origen parisino y se ha diversificado en nume-
los parámetros productivos de la ciudad. La plani- rosos contextos al rededor del mundo, como en el
ficación urbana busca “disminuir los tiempos de caso de Argentina. En este escenario, la práctica
viaje” y “mejorar las conexiones al hacerlas más tiene que lidiar con las fronteras y estructuraciones
eficientes”, mientras que el tiempo invertido por espaciales propias de su medio local, y todas las
los habitantes en los medios de transporte masivos tensiones que esto implica.
es “considerado como tiempo muerto” (Jirón e Itu-
rra, 2011, p. 47). Scarnatto y Díaz (2010) destacan la forma en que
los practicantes acumulan experiencias que se su-
Esto hace del espacio una herramienta tecnológica man, en un aprendizaje que fomenta su autosupe-
a nivel social y político, es decir, un apéndice de ración y se torna en “capital cultural hecho cuer-
la estructura social que establece una configura- po” (Scarnatto & Díaz, 2010, p. 10). En el caso de
ción panóptica en la ciudad (De Certeau, 2007), Avellaneda (Schargorodsky, 2015), se destacan los
destinada a vigilar y determinar las acciones per- mecanismos que desarrollan los practicantes para
mitidas para el sujeto, en este caso, las formas de desanclar estos códigos estrictamente entablados
movimiento legítimas en el espacio urbano. De y generar sus propios hábitos o mecanismos de
este estructuración derivan una serie de libretos y movilización que, a su vez, convergen con otros
guiones (Leyden Rotawisky, 2013) respecto de lo actores sociales en el mismo espacio, frente a los
que el espacio permite o no hacer. cuales pugnan por legitimar su práctica.
El territorio habitado. Parkour, motricidades y afectos en la ciudad de Quito 153
Todas estas regulaciones y tensiones que se dan en vidualización, anonimato e intercambio funcional
disputa por el uso permitido revelan una tenden- tan celebrado en algún momento” (Imilan Ojeda
cia en el espacio público de la urbe, que limita su et al., 2015, p. 90).
apropiación desde la subjetividad. Hay formas cla-
Esto deriva en una visión del habitante que se
ras y normalizadas de movilizarse por el espacio
limita al territorio en donde reside o permanece
público, porque este no es reivindicable de forma
prolongadamente, la unidad discreta de análi-
permanente o susceptible de apropiación por parte
sis espacial, como pudiera ser el barrio, ejemplo
del individuo (Goffman, 1979).
por excelencia del territorio cuyas inmediaciones
Los espacios públicos se configuran como esce- definen las prácticas que configuran su identidad
narios de circulación donde las prácticas no per- como sujeto habitante (Imilan Ojeda et al., 2015).
manecen y la ocupación no se prolonga indefini-
Sin embargo, la movilidad no solo es un medio ac-
damente, en una forma de espacialidad que Marc
cesorio para los fines productivos de la urbe, pues
Augé (2001) denomina no lugar. Este no lugar,
el territorio habitado se construye también a través
caracterizado por la transitoriedad de las prácticas
de la movilidad. “Un aspecto que explica la im-
en él desarrolladas, tiene sus raíces conceptuales
portancia de la movilidad es la gran influencia que
en la perspectiva de Michel De Certeau (2007),
tiene en la vida cotidiana de las personas, puesto
para quien este espacio no localizado es producido
que sus vidas no se detienen al moverse” (Imilan
a través del movimiento, y existe porque se prac-
Ojeda et al., 2015, p. 48). La movilidad abarca una
tica y mientras se practica. Se hace por medio del
infinidad de prácticas fundamentales en la vida del
andar, que se produce al transitarlo y que existe
sujeto habitante. Por lo tanto, el territorio habitado
mientras se transita. Más que un lugar, un espacio
se extiende hacia todas estas prácticas y formas de
que constituye fundamentalmente un hacer (Del-
espacialidad que produce a través de la movilidad.
gado, 1999).
Para De Certeau (2007), la ciudad habitada se
En oposición, De Certeau plantea el territorio
produce a través de las prácticas del andar, en
como un espacio que permanece, una zona deli-
donde el peatón se enuncia como individuo más
mitada que una comunidad ocupa de manera pro-
allá de las “construcciones visuales, panópticas o
longada y a la que defiende de amenazas externas
teóricas” (De Certeau, 2007, p. 105) de la ciudad
(Delgado, 1999). Un espacio en donde las prácti-
y halla formas de enunciarse a sí mismo a través
cas permanecen y que, como territorio en donde se
de su movimiento corporal. Alicia Lindón (2009)
habita, es reivindicable como un bien susceptible
describe este fenómeno más allá de la categoría
de posesión a modo permanente (Goffman, 1979).
de peatón, desde el concepto que denomina sujeto
Esta noción de territorialidad tiende a dividir el cuerpo.
espacio urbano en “unidades espaciales discre-
Este concepto plantea al habitante como un sujeto
tas, delimitadas” (Imilan Ojeda, Jirón Martínez &
cuyo movimiento se hace desde el cuerpo en todo
Iturra Muñoz, 2015, p. 90) en las cuales se busca,
momento. Un sujeto que es corporal en general, no
desde la mirada antropológica, “rescatar o deve-
solo cuando su cuerpo es el principal medio mo-
lar formas que se resisten a los procesos de indi-
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triz, sino en todas sus prácticas de movilidad. Este de movilidad que lo producen, un espacio que “no
habitante corporal genera diversas formas de espa- es ni anterior ni posterior a las prácticas, sino parte
cialidad al movilizarse por la ciudad, formas que de ellas mismas” (Imilan Ojeda et al., 2015).
son más transitorias, practicadas, que no delimitan
Este espacio generado a partir de la movilidad y
un determinado espacio permanentemente, pero
sus prácticas subyacentes ofrece un nueva perspec-
que se reproducen en el espacio urbano a través de
tiva de ciudad habitada, una “ciudad movimiento”
la movilidad cotidiana.
(Lindón, 2017) en donde la espacialidad no se li-
Jirón e Iturra (2011) plantean, entre estas formas mita a la localización del lugar en un punto fijo.
de espacialidad, los “lugares móviles” y los “lu- Este espacio se vuelve corpóreo, “se hace cuerpo
gares transientes”. Los primeros se refieren a los en el habitante, pero a la vez se transforma en una
espacios que se utilizan como medios de movi- extensión de este” (Imilan Ojeda et al., 2015) a tra-
lización, como buses, trenes y demás medios de vés de la interacción móvil con el espacio.
transporte, y las formas de espacialidad que se
En otras palabras, el espacio se corporiza en las
elaboran en su uso cotidiano. Los segundos son
interacciones móviles, es un espacio corpóreo en
lugares “de tránsito y transición” para el habitan-
donde los objetos, las estructuras y los demás ele-
te, que se caracterizan como “espacios fijos a tra-
mentos materiales allí presentes participan acti-
vés de los cuales ocurre movilidad intensa, y son
vamente de los procesos políticos y sociales que
dotados de importancia por conveniencia, ocio,
se sostienen sobre ese espacio (Lindón, 2009).
distracción, socialización y recreación” (Jirón &
Por lo tanto, en las prácticas de movilidad, el
Iturra, 2011, p. 47).
habitante establece interrelaciones corpóreas, no
Tanto al interior de los medios de transporte como solo en, sino con el espacio urbano. El espacio se
en los lugares de paso que se transita en la movili- produce a través de “mediaciones sensibles con
zación cotidiana, el habitante desarrolla una larga las que se comunican los sujetos y sus entornos”,
serie de prácticas que le son de alguna forma pro- y se torna en un “espacio vivido, experimentado
ductivas, y que espacializan ese lugar transitorio en el sentido más fenomenológico” (Imilan Ojeda
en donde se movilizan (Jirón e Iturra, 2011). Tanto et al., 2015, p. 92).
leer, escuchar radio en un bus o aprovechar la ac-
Este sentido fenomenológico hace referencia al
tividad comercial de una estación de metro para
amplio espectro de elementos perceptivos o sen-
interactuar son prácticas anexas a la movilidad,
sitivos que atraviesan esa experiencia del espacio,
que espacializan y dotan de sentido estos lugares
que permiten al sujeto cuerpo conocer el espacio e
transitorios que se recorren de forma cotidiana (Ji-
interactuar con él. Todos estos elementos definen
rón & Iturra, 2011).
la dimensión del sujeto cuerpo, caracterizada por
Todos estos lugares, tanto móviles como transien- el ámbito sensible desde la acepción más amplia
tes, pasan a ser parte del territorio habitado en la de este término, es decir, lo sensible como percep-
ciudad. El espacio urbano, como territorio habita- tivo así como a nivel emotivo.
do, se pasa a comprender a partir de las prácticas
El territorio habitado. Parkour, motricidades y afectos en la ciudad de Quito 155
En este sentido, la relación corpórea que sostie- el sujeto sentimiento que allí se impregna. La ex-
nen sujetos y espacios viene mediada por todas periencia de cada espacio concreto genera en el
esas sensaciones que despierta la experiencia habitante sentimientos que influyen sobre la forma
del espacio, las cuales incluyen no solo las per- y la frecuencia en que se moviliza por allí.
cepciones, sino, además, las emociones. Estas
Las emociones, por tanto, tienen relación directa
últimas representan un elemento cada vez más
con la acción. Una definición clara sobre el papel
atendido en el estudio del espacio. Para algunos
de las emociones en esta relación es la noción de
autores, las emociones, de hecho, juegan un rol
afectos que plantea Leyden Rotawisky: se definen
central en las relaciones espaciales tanto como
como modificaciones corporales que pasan por lo
en cualquier otra relación humana, pues “el
perceptivo a nivel sensible, que “no se distinguen
mundo se vive y se constituye a través de las
entre emotivos y somáticos” (2015, p. 207), y que
emociones” (Pile, 2009, p. 6).
son capaces de potenciar, limitar o modificar de
Desde la geografía emocional que propone Steve alguna forma la capacidad de acción del sujeto
Pile (2009), esas emociones son localizables en (Leyden Rotawisky, 2013).
el cuerpo, en las relaciones entre cuerpos. Lindón
En este caso, esa acción es fundamentalmente mo-
(2009) plantea una noción similar, pues afirma que
triz, y las modificaciones proceden de esta interac-
el sujeto cuerpo coexiste con el sujeto sentimien-
ción entre habitantes y espacio que se da a nivel
to, una dimensión que siempre está presente en la
corporal, esa experiencia del espacio que es el mo-
intencionalidad motriz del sujeto cuerpo y que se
vimiento. De este modo, las emociones a indagar
tiñe sobre los espacios en la medida en que el ha-
en este análisis pasan por la experiencia corporal
bitante los atraviesa.
del sujeto, entendida como este amplio espectro
Esto significa que las emociones tienen una inci- sensible que abarca lo emotivo y lo sensitivo, en
dencia clave en las formas en que se produce la donde “el cuerpo, lo somático, toma una nueva di-
ciudad movimiento. Las prácticas motrices están mensión” (Imilan Ojeda et al., 2015), en la cual se
no solo teñidas de emociones, son guiadas por es- pueden rastrear vestigios de esos afectos que pro-
tas. Las emociones no solo producen una interpre- duce el espacio en el habitante que lo experimenta.
tación discursiva o representacional del espacio,
Por otro lado, estos afectos no solo dejan sus hue-
sino que inciden sobre las distintas formas en que
llas rastreables en el cuerpo, sino que atraviesan
el habitante produce ese espacio al moverse por él
y transforman a quienes afectan hasta generar
y, consecuentemente, sobre las posibilidades y ca-
devenires (Leyden Rotawisky, 2013). En el caso
pacidades de dicho habitante para practicar unos u
del parkour y los afectos que lo rodean, Leyden
otros espacios de formas determinadas.
Rotawisky (2013) define ese devenir como un pro-
Lindón (2009) plantea dos escenarios emocionales ceso de contaminación en el cual practicantes y
básicos: la topofilia, ligada al apego por los espa- espacio se generan mutaciones hasta transformar
cios, y la topofobia, relacionada con el rechazo y sus identidades respectivas, lo cual nos lleva a la
la repulsión por ellos. Ambos implican una forma pregunta central a tratar en este artículo: cómo es-
diferente de practicar un respectivo espacio según tos intercambios afectivos presentes en la práctica
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del parkour transforman el territorio urbano que se Estas técnicas se aplican de forma consecuente con
habita corporal y emocionalmente, comprendien- cada faceta del trabajo de campo al que correspon-
do ese territorio como un hacer, como ese que se den. La primera de estas, desarrollada entre enero
hace al movilizarse de un punto a otro. De forma y abril de 2018, corresponde a una observación
más sucinta, cómo transforman esos intercambios participante como aprendiz de la experiencia, con
afectivos, presentes en el parkour, el territorio ha- énfasis hacia la corporalidad que se desarrolla a
bitado a través de las prácticas motrices. través de la práctica, en lo que Leyden Rotawis-
ky (2013) denomina el conocimiento incorporado
subyacente en esta disciplina.
3. Metodología
Esto implicó la participación continua en los talle-
Esta investigación fue realizada mediante una me- res de parkour permanentes dictados por Étre Fort
todología cualitativa, que conjuga algunas técnicas en el Parque Urbano Cumandá (Figura 1), ubicado
de estudio en una triangulación de perspectivas: la en la avenida 24 de Mayo, a las faldas del Paneci-
observación del propio investigador, la recopila- llo, cerro conocido como el vértice que separa el
ción y el análisis de datos desde los recursos de la norte y el sur de la ciudad. El grupo denomina este
antropología visual y, finalmente, los criterios de espacio permanente del parque Escuela de Movi-
varios miembros del colectivo que participaron del miento.
proceso de campo.
FIGURA 1.
Ubicación del Parque Urbano
Cumandá.
Fuente: Google My Maps.
Luego de la familiarización con los talleres, el pro- para que los asistentes puedan culminar con sus
ceso avanzó hacia la actividad del colectivo que actividades escolares o laborales y sumarse al re-
más llamativa resulta para la investigación: los corrido.
recorridos nocturnos. Estos tienen una duración
Su característica fundamental, no obstante, es el
aproximada de dos horas y media y abarcan dis-
uso de la ciudad, de sus espacios de uso cotidiano,
tancias entre los cinco y los siete kilómetros. Son
para la práctica. Esto hace de los recorridos noc-
posteriores al taller, y se desarrollan en la noche
El territorio habitado. Parkour, motricidades y afectos en la ciudad de Quito 157
turnos el principal escenario de observación, pues Cumandá, pero, en lugar de regresar, avanza hacia
permiten apreciar los intercambios afectivos que el norte, a través de la lluvia. El sexto recorrido se
genera el parkour en el territorio propiamente ur- aleja significativamente hacia el norte de Cumandá
bano, fuera de los lindes del espacio predispuesto y abarca un terreno sorpresivamente menos irregu-
para el aprendizaje. lar que el resto de rutas.
En este rumbo, la segunda etapa de investigación, Este registro se materializa en un insumo vital para
llevada a cabo entre abril y mayo de 2018, se in- este artículo, un recurso que figura en lo que Sarah
volucra en los recorridos nocturnos mediante el Pink (2006) denomina hipermedia, concepto que
recurso de la filmación, ampliamente discutido surge de las narrativas multimedia de la era digital.
desde la antropología visual. El video tiene aquí En este caso, la edición y el procesamiento del vi-
el propósito de ser una puerta hacia el cuerpo y deo se combinan con la reconstrucción geográfica
el movimiento, a las relaciones entre cuerpos que de los recorridos a través de la aplicación cartográ-
se tejen entre practicantes y espacio por medio fica de Google para elaborar un relato que conjuga
del movimiento, pues más allá de la mera reco- narrativas de varios medios digitales.
pilación de datos enunciados o verbalizados, este
Este procesos se concreta en un mapa realizado
recurso tiene una extensa gama de posibilidades
mediante Google Maps, en el cual se detallan las
como un participante más del proceso de campo,
seis rutas que componen el registro y se marcan los
con capacidad de acción y movimiento (MacDou-
puntos de mayor densidad motriz, a la vez que se
gall, 2006).
incluye una secuencia de video que corresponde al
Bajo este rumbo, durante la investigación se re- respectivo punto. Este material permite contrastar
gistraron en video seis recorridos nocturnos, cada los puntos recorridos desde la lógica del espacio
uno con sus datos particularmente relevantes y su ocupado, en este caso, geolocalizado en el mapa,
importancia contextual en la realidad investigada, frente al que se produce en la práctica mediante
los cuales suman aproximadamente 38 kilómetros el movimiento, de cuya experiencia queda cierto
y se extienden hacia los cuatro puntos cardinales registro vivencial en el video.
respecto al Parque Cumandá, punto de partida en
Este registro, desde los diversos planos y movi-
casi todos los recorridos.
mientos de cámara, presenta rastros de los afectos
Los dos primeros se abren hacia el noroeste y no- que subyacen en esos movimientos, localizables
reste del parque respectivamente. En determinado en los gestos o expresiones particulares de la ac-
punto, hacen un giro y regresan hacia el sur para ción motriz, en esa comunicación o expresividad
terminar exactamente en el mismo punto, el par- que se exterioriza desde el cuerpo de los partici-
que del barrio Villaflora, detrás del Panecillo. La pantes al movilizarse, “que se escapa a la repre-
tercera y la cuarta ruta exploran el sector de San sentación discursiva” (Imilan Ojeda et al., 2015)
José de Monjas, asentado en una loma al nores- y se acerca más a la corporeidad (Lindón, 2017),
te del Cumandá, y explora sus hitos verticales en esa cualidad del sujeto cuerpo de expresar algo al
ambos sentidos. El quinto recorre varias zonas que momento mismo de moverse.
se topan con el primer recorrido, al noroeste del
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De este modo, la experiencia del investigador se comparar, contrastar, profundizar y expandir los
referencia con los elementos que revelan estos re- diversos hallazgos y los descubrimientos princi-
cursos investigativos multimedia respecto al es- pales que arroja el proceso investigativo. Los más
pacio como representación, así como respecto a importantes se detallan en la sección siguiente.
la experiencia que tienen los distintos participan-
tes. A esto se suma un tercer vértice de triangu-
lación, que corresponde a la perspectiva de esos 4. Resultados, los
participantes.
microescenarios territoriales del
Esta perspectiva se recoge mediante una serie de trazador
entrevistas realizadas en junio de 2018 con varios
de los participantes más recurrentes en el proceso El proceso de aprendizaje en Étre Fort estuvo
de campo. En primer lugar, una entrevista de cam- siempre impregnado de una idea clave: no se trata
po realizada a seis de los asistentes en un posterior de aprender técnicas especiales para moverse, sino
séptimo recorrido nocturno, en donde los partici- de recuperar las capacidades motrices del cuerpo,
pantes hablan de los afectos y las dificultades que desde las más básicas hasta los movimientos gran-
inciden en su práctica, tanto en ese recorrido con- des y vistosos. Si bien no todos tienen las mismas
creto como en los anteriormente realizados. capacidades, cualquier persona es susceptible de
explorar sus distintas habilidades motrices desde
En segundo lugar, una entrevista más amplia y con el propio cuerpo, y esa experiencia propia se trans-
más participantes realizada como videoprovoca- forma en un conocimiento respetuoso de los rit-
ción, técnica de investigación cuyo sentido y uti- mos y los límites individuales.
lidad radica en su capacidad de generar criterios e
“invocar la memoria más allá de comentarios con- Bajo esa propuesta, otro de los elementos fun-
textuales” (Tapias Hernández, 2012, p. 68), desde damentales en este aprendizaje es el de la explo-
una mirada retrospectiva sobre lo que se hizo en ración. En este grupo, el perfeccionamiento de
el proceso. la técnica o técnicas específicas de la disciplina
queda relegado a un segundo plano respecto a la
Esta entrevista fue realizada con un importante nú- exploración de cada participante de sus propias
mero de miembros del colectivo que participaron habilidades.
activa y regularmente en el desarrollo de la inves-
tigación. Los asistentes visualizaron un montaje Si bien el parkour tiene sus técnicas específicas,
preliminar de las rutas recopiladas en video y luego aplicadas en los diversos movimientos que utiliza,
compartieron, algunos como respuesta a las pregun- el sentido de su aprendizaje no radica en habituar
tas, otros más espontáneamente, sus criterios, con- estas técnicas hasta su aplicación instintiva o au-
ceptos e interpretaciones tanto del video como de tomática, sino en desarrollar conciencia de lo que
las ideas subyacentes en la práctica del grupo. pasa en el cuerpo durante cada movimiento, de
modo que esa técnica se pueda aplicar a distintas
De este modo, todos los recursos investigativos medidas, escenarios y complejidades espaciales de
dibujan vértices de triangulación que permiten diversa índole.
El territorio habitado. Parkour, motricidades y afectos en la ciudad de Quito 159
No consiste en mejorar la ejecución del movi- hacia un salto para después arrepentirse y recoger
miento hacia una maniobra cada vez más impe- los pies en el último momento.
cable, como sucede, por ejemplo, en la gimnasia
Los talleres buscan explorar esos límites que di-
olímpica, o incluso en ciertas ramas del parkour
buja el miedo y pulir las habilidades motrices para
que apuestan por su espectacularidad. Se trata,
poder dominarlos, en un proceso que acumula una
más bien, de perfeccionar la capacidad de acoplar
memoria muscular. No obstante, esta experiencia
los diversos movimientos o habilidades que se co-
nocen a cualquier escenario espacial para poder que se acumula no representa una certeza, sino una
moverse por él con soltura fluida. referencia de las capacidades, que se pone a prueba
en el espacio propiamente urbano a través de los
En esa adaptabilidad a múltiples escenarios apare- recorridos nocturnos.
cen los primeros fenómenos afectivos importantes
para la investigación. Por ejemplo, para muchos En este escenario, la ciudad se torna, como dice
de los nuevos resultaba difícil cambiar el brazo o Thrift (2008, p. 171), en “una vorágine de afec-
la pierna de apoyo de izquierda a derecha, incluso tos”. Las dificultades propias del espacio crecen
en los movimientos más simples. Una distancia exponencialmente, tanto en tamaño y dimensión
previamente sorteada con un salto se volvía más como en complejidad. La influencia de los afec-
difícil cuando se le agregaba un pequeño obstácu- tos que provoca este espacio recorrido se acentúa
lo en medio. mucho más claramente en los participantes. Mu-
chos puntos ralentizan notoriamente el ritmo del
Todas estas situaciones revelaron paulatinamente recorrido, por la duda y dificultad que suscitan, y
uno de los escenarios afectivos más recurrentes e varios otros llegan a disuadir a varios participantes
importantes en esta práctica: el miedo, asociado de realizar ciertos movimientos.
a otros similares como la duda y la inseguridad.
Al examinar este miedo, resultó particularmente Con esta observación surge uno de los conceptos
interesante examinar de dónde procedía y cómo se centrales de esta investigación: la barrera afecti-
manifestaba. En ocasiones, provenía de una expe- va, un obstáculo que surge de las percepciones que
riencia previa poco o nada habitual, como cambiar adquiere el trazador al experimentar el espacio en
la mano o el pie de apoyo usual. En otras, procedía que se moviliza y que dificulta o incluso disuade al
de alguna complejidad propia del espacio, como practicante de realizar movimientos que, muchas
el riesgo de impactar sobre el obstáculo en medio veces, le son teóricamente posibles por su capaci-
del salto. dad o son similares a los movimientos realizados
previamente en el contexto del taller.
La observación participante reveló que estos afec-
tos generaban consecuencias en las acciones mo- En varios puntos de los recorridos se pueden apre-
trices de los participantes. Muchas veces el miedo ciar estas barreras. Una potencial caída vertical en
disuadía a los participantes de intentar una ma- medio impide a muchos realizar un salto cuya dis-
niobra, incluso luego de meditarlo un buen rato, tancia parecía dominada en el taller. Una superficie
tratando de convencerse de que lo pueden hacer. llena de salientes y agarres propicios para trepar
En otros casos, algunos participantes se lanzaban se vuelve más difícil conforme más alto se ascien-
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de. Mientras la altura relativamente segura queda sino como habitante de la urbe. Se modifica su
atrás, las percepciones del participante merman su capacidad para movilizarse hacia más espacios y
seguridad en el propio movimiento y ralentizan, si más amplias dimensiones, es decir, para habitar
no paralizan, su desplazamiento. corporal y emocionalmente un territorio urbano
más extenso y diverso en complejidades. Al mis-
Frente a esto, en la práctica del parkour, el trazador
mo tiempo, estas transformaciones se materializan
desarrolla sus habilidades motrices hasta lograr los
sobre el territorio, principalmente sobre el tinte
movimientos que le permiten recorrer ese espacio.
emocional que se dibuja, por medio del movimien-
Progresivamente supera estas barreras afectivas a
to, en el espacio atravesado.
través del cuerpo y genera un devenir o mutación,
que aquí viene definido como ganancia afectiva, la Este tinte emocional que deja el trazador sobre el
cual se alimenta progresivamente de estos logros espacio al moverse por él se relaciona con el con-
hasta transformar la identidad del habitante en uno cepto de microescenarios territoriales del sujeto
capaz de conquistar las barreras afectivas. sentimiento (Lindón, 2009). Este planteamien-
to esboza algunos escenarios en donde el sujeto
En la ganancia afectiva se hallan frecuentemente
sentimiento se devela en la práctica espacial que
afectos de tinte positivo, que aumentan la capaci-
desarrollar el habitante. De entre los escenarios
dad de acción, como la confianza, la satisfacción
que menciona Lindón en el planteamiento de este
ante el logro del movimiento y, en muchas oca-
concepto, el que mejor se acomoda al análisis del
siones, el disfrute que se vive en el hacer colecti-
parkour es el de conquista, es decir, el que brota de
vo del grupo, como señalan los participantes en la
“la apropiación del lugar” (Lindón, 2009, p. 15).
videoprovocación. Sin embargo, esto no significa
disipar el miedo, ya que este, como señala Camilo, En este escenario particular, la localización del su-
líder de la agrupación, en realidad nunca desapare- jeto cuerpo en ese espacio representa en sí misma
ce. Aunque se lleven años practicando, lo único se una conquista. No busca tanto discutir la discur-
hace es aprender a controlarlo. sividad preestablecida en el espacio ni desarrollar
En otras palabras, la ganancia afectiva también im- en él una práctica tecnificada previamente o dotar-
plica aprender a lidiar con el miedo, a sentirlo de lo de una nueva estética o discurso, sino llegar o
tal forma y a tal nivel que el trazador es capaz de ubicarse en ese punto del espacio “precisamente
transformar su connotación típicamente negativa y porque la localización constituye en sí misma un
reductora de la capacidad de acción hasta volverlo logro” (Lindón, 2009, p. 15).
un playmate (Saville, 2008). A través de la ganan-
La práctica de Étre Fort lleva de frente hacia va-
cia afectiva, el practicante genera conquistas mo-
rios ejemplos de este escenario territorial. El llegar
trices sobre el territorio y supera en el trayecto no
a puntos abrumadoramente altos o tan intrincados
solo los obstáculos materiales o las restricciones
que parecen imposibles para un desplazamiento
sociales, sino, además, las barreras afectivas que
plenamente corporal implica una conquista del
se levantan sobre el espacio a raíz del miedo.
espacio, no solo motriz, sino también afectiva,
Estas transformaciones tienen su implicación en el de modo tal que a su paso tiñen el terreno de esta
practicante no solo como aficionado del parkour, afectividad que transforma ese terreno en territorio
El territorio habitado. Parkour, motricidades y afectos en la ciudad de Quito 161
ganado, susceptible de tránsito, no pese a, sino a La primera de todas las ganancias afectivas es la
través de ese miedo que estos espacios provocan. que surge de romper esa posición inerte. Radica en
esa conciencia que adquiere el practicante al dis-
Este territorio conquistado puede entonces lla-
ponerse a romper sus límites y alcanzar paulatina-
marse también territorio ganado, al asociarlo a la
mente los resultados que persigue. Esa capacidad
ganancia afectiva. Sin embargo, al ser un espacio
de convencerse a sí mismo de que se es capaz de
transitado, que se construye al practicarse, no es
afrontar los esfuerzos requeridos para completar
precisamente un territorio permanente, sino que se
los desafíos, aun dentro de las propias limitacio-
volatiliza en el tiempo y se modifica permanente-
nes, pero afuera de la zona de confort.
mente. Así mismo, las habilidades motrices del tra-
zador, al ser un sujeto fenomenológico siempre en Bajo esta perspectiva, el primer escenario terri-
construcción, están bajo constante actualización y torial es el que se describe por los límites y los
crecen en varias direcciones, por lo que este terri- contornos que dibuja la capacidad de esfuerzo que
torio ganado se produce y reproduce permanente- tiene el practicante para movilizarse desde su cuer-
mente a través del accionar motriz del practicante. po. No tanto desde una distancia calculada como
el máximo teórico de sus capacidades corporales,
Aunque este territorio no se fija o emplaza en el es-
sino en relación con la dimensión o la cantidad de
pacio, los trazadores dejan sus vestigios al habitar
movimiento que esté dispuesto a esforzarse por re-
corporal y emocionalmente este territorio urbano.
correr.
Estos vestigios son rastreables y observables a tra-
vés de mecanismos como el video y el mapeo de En ese sentido, la barrera afectiva tiende a endu-
los puntos de alta densidad motriz, de cuyo análisis recerse no solo entre mayor es la distancia, sino
derivan elementos para evidenciar esa transforma- principalmente en tanto mayor es el esfuerzo que
ción territorial y localizarla en las relaciones entre requiere su recorrido. Sobre esas limitaciones, el
cuerpos que sostienen trazadores y espacio. practicante de parkour genera ciertas ganancias
a través de su constancia y su crecimiento en la
4.1. El esfuerzo, la primera barrera práctica, que le permiten reconocer sus propios lo-
gros y notar cómo se expanden los límites de sus
Uno de los elementos centrales en la enseñanza, capacidades. Estos se describen en la videoprovo-
entre los mismos principios que guían la práctica cación como hitos y medallas que cada practicante
particular de Étre Fort, es lo que Camilo denomina va colgando en el cúmulo de sus experiencias, para
la cultura del esfuerzo. Esa determinación que im- ponerlas a prueba en cada nuevo desafío.
plica saber, y sobre todo reconocer, que el esfuerzo
es el único camino para ver resultados, para cual- No son, por tanto, escenarios territoriales que se
quier practicante. Esto plantea una primera barrera puedan medir o escalar con exactitud, pero al exa-
sumamente clara, en la cual varios miembros son minar los datos generales que arroja cada recorrido
enfáticos al repetir que el primer gran obstáculo a aparecen algunos elementos que permiten caracte-
superar es el confort. Salir de la zona de confort es rizar este escenario. Entre estos datos, se puede ver
la única vía para superar las limitaciones y alcan- la longitud de los tramos y contrastarla con la can-
zar los objetivos que te propones. tidad de movimiento que se registra en cada uno
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para relacionar esa cantidad de movimiento con el talmente los tres puntos que desprenden la mayor
esfuerzo que requieren. densidad motriz, tanto en sentido ascendente como
descendente. Si los comparamos con los tramos
En este sentido, las rutas 3 y 4 (Figura 2), por ejem- más lineales y planos del trayecto vemos que su
plo, abarcan al rededor de seis kilómetros en am- longitud es bastante corta, pero el movimiento que
bos casos y recorren una trayectoria muy similar. requieren es mucho más variado y complejo, por
Sin embargo, en todo ese trayecto son fundamen- lo que demandan mucho más esfuerzo.
FIGURA 2.
Rutas 3 y 4, de izquierda a derecha, con sus puntos desplegados.
Fuente: Vásconez Vaca (2018). Cartografía 1. Territorio emocional ganado.
Así, la ruta 6 (Figura 3) marca un recorrido apro- la disposición espacial se complejizan y presentan
ximado muy cercano a los siete kilómetros y no centros de movimiento más amplios y diversos
es tan prolífica en puntos marcados como la ruta que los que presenta la ruta 6, la cual recorre un
1 (Figura 3), que tiene cerca de medio kilómetro área visiblemente menos irregular. Estos espacios
menos, o como la ruta 5 (Figura 3), que tiene un presentes en las rutas 1 y 6 requieren mayor es-
kilómetro menos. Estas dos últimas atraviesan va- fuerzo en tanto que, sin implicar mayor distancia,
rios sectores en común, localizados al noroeste del generan más movimiento.
Parque Cumandá. En estas áreas, el mobiliario y
FIGURA 3.
De izquierda a derecha, rutas 1, 5 y 6, con sus puntos desplegados.
Fuente: Cartografía 1. Territorio emocional ganado.
El territorio habitado. Parkour, motricidades y afectos en la ciudad de Quito 163
De estas comparaciones se puede extraer la inci- no ser esencialmente difícil, pero el espacio que se
dencia que tiene la irregularidad vertical del terre- atraviesa con ese movimiento dibuja un profundo
no quiteño en la producción de su espacio y las for- riesgo para el practicante. Por ejemplo, equilibrar
mas de movilidad que se generan sobre este. Casi sobre una superficie a gran altura, saltar entre dos
todos los puntos marcados denotan un trayecto as- puntos con una larga caída en vertical de por me-
cendente o descendente, de modo que la movilidad dio o descender desde un punto alto por una pared
se desarrolla en las condiciones que dictan estas sin muchas opciones de agarre. Todas estas situa-
características del terreno. ciones implican habilidades motrices y formas de
desplazamiento distintas, pero tienen en común
En estos espacios se genera una especie particular
una configuración espacial que las dificulta y un
de lugares transientes en estructuras como puentes
riesgo sumamente peligroso en caso de fallar en la
peatonales o escalinatas, espacios con alta movili-
ejecución del movimiento.
dad que tienen esta peculiaridad de permitir el tra-
yecto solamente al cuerpo, y que generan un pasa- En este escenario, la ganancia afectiva viene de
je directo entre dos puntos del espacio a diferente la cenestesia o percepción propia que se adquiere,
altura. En ellos se condensa la distancia y se traza la capacidad de asimilar en esa memoria muscu-
una vía directa sobre esta característica del terreno, lar una percepción mucho más amplia del propio
pero se permite el movimiento solamente al cuer- cuerpo y todas las partes involucradas en su movi-
po, lo cual implica un esfuerzo inherente que brota miento, cada una en su función. De esta capacidad
de este. surge la habilidad de aplicar los conocimientos
motrices aun a pesar de los fuertes afectos que ge-
A ese respecto, el esfuerzo que se pretende evitar
nera el espacio al presentar una dificultad tan pe-
desde el confort, o que se considera como tiem-
ligrosa.
po muerto, se convierte aquí en una ganancia que
permite expandir la capacidad del habitante para Esto permite conquistar el territorio de más com-
alcanzar un territorio cada vez más extenso e in- plejo alcance y asequibilidad para el sujeto cuerpo.
trincado por medio de su movilidad afectiva. Per- Llegar a puntos donde, para otros, el cuerpo sería
mite conquistar no solo un terreno más amplio en un medio motriz insuficiente, y tener la capacidad
cuanto a su extensión, sino en cuanto a formas y de trasladarse por allí, aunque no sea lo cotidia-
libretos de movilidad, en donde se pueden com- no. Es decir, si bien no será un punto de traslados
binar diversos esfuerzos en determinados puntos diarios o recurrentes, si la circunstancia o el deseo
para obtener mayor despliegue y conquistar más del habitante lo requieren, el llegar a este punto
territorio. por medio del cuerpo deja de ser un propósito utó-
pico, la superficie deja de ser infranqueable y el
4.2. Barreras afectivas por alto habitante, aun intimidado, es capaz de controlar su
riesgo percepción y usar su miedo para volver posible el
traslado por ese punto del espacio.
Esta categoría grafica claramente la noción de con-
quista del espacio desde la mera presencia en este. Un claro ejemplo de esto lo vemos en el punto de-
En este tipo de escenarios, el movimiento puede nominado túnel de San Roque, en la ruta 5 (Figura
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4) de la cartografía que complementa este artículo. riesgo, sobre todo la larga distancia entre el punto
Aquí, si bien la superficie es plana y no resulta di- de salida y de llegada del salto, así como la consi-
fícil equilibrarse sobre ella, el desafío está en do- derable altura a la que se desarrolla el movimien-
minar los afectos que produce el tener una larga y to, que si bien podría no ser potencialmente fatal,
posiblemente fatal caída vertical hacia la izquier- como en el caso anterior, sí representa un riesgo,
da, por donde los vehículos fluyen recurrentemen- cuando menos, de lesiones peligrosas.
te a la salida del túnel.
Un ejemplo más a destacar es el punto calle Isidro
(Figura 6) de la ruta 1, un descenso a través de
una alta pared lisa dividida en paneles cuadrados.
Aquí no solo la altura representa un claro riesgo,
sino que, además, la forma de la pared brinda po-
cos puntos de apoyo, lo que dificulta controlar el
desplazamiento en descenso, el cual, además, se
da de espaldas al punto de destino, lo que dibuja
un riesgo de caer de espaldas varios metros en ver-
tical: un escenario potencialmente muy peligroso.
FIGURA 5.
El salto de Jeff, distancia lateral y descenso vertical.
Fuente: Cartografía 1. Territorio emocional ganado.
Estos espacios generan una fuerte barrera afectiva Esto da cuenta del alcance que puede tener la pre-
por lo desagradable de las experiencias sensoriales cariedad de estos espacios. Muchos de ellos caen
que allí se tienen. El más claro ejemplo de estos es- en una espiral de deterioro en la cual se vuelven
cenarios fue hallado en el punto Pedro Fermín Ce- indeseables o repulsivos para el grueso de los ha-
vallos y Chile, en la ruta 2 (Vásconez Vaca, 2018), bitantes, y se los excluye de las prácticas de mo-
en donde inmediatamente resalta la presencia de vilidad. Se deja de usar ese espacio debido a su
una rata muerta en las inmediaciones del muro a deterioro, y, consecuentemente, se le entrega al
escalar, cuyo olor despunta entre los varios facto- deterioro: un callejón sin salida aparente.
res de precariedad que dificultan el trayecto.
Ante esto, el quehacer de Étre Fort genera una for-
ma interesante de ganancia afectiva, que Camilo
describe como un reciclaje de los espacios. Cami-
lo considera que, al trazar por estos espacios, los
miembros del grupo los reutilizan de una forma
nueva respecto a su uso cotidiano, pues, lejos de su
diseño original, se usan a diario más como baño o
basurero, y les devuelven su sentido de movimien-
to al subvertir el libreto motriz que allí se dibuja.
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su connotación social imperante, sino mucho más cidades también es una forma de ganancia sobre
en tanto lo vuelve a practicar y vuelve a generar el territorio, pues nos hace comprender que no es
espacialidad por medio de prácticas motrices que el movimiento en sí el que permite esa conquista,
se involucran con estos espacios. sino la capacidad de moverse a través de ese espa-
cio desde las capacidades del propio ser.
4.4. Barreras afectivas que surgen
En ese sentido, el caer deriva también en una ha-
del propio cuerpo
bilidad, en tanto el movimiento no se acaba. En-
El sujeto cuerpo, como ser fenomenológico, se tre los episodios recogidos por el documental, se
mueve entre la percepción, la intuición y la con- pueden observar algunas caídas en donde parte del
ciencia; está en permanente construcción, abierto e ingrediente es saber responder ante el suceso. La
ilimitado (Lindón, 2017). Por lo tanto, la realidad más destacada, es la caída que sufre Kat, practi-
corporal del trazador está, así como sus habilida- cante de Étre Fort, en el punto Manuel Quiroga y
des, en permanente transformación. Es así que su Mideros de la ruta 5 (Vásconez Vaca, 2018). En
capacidad de acción motriz en el espacio no solo este trayecto, ella logró, como dicen los miembros
depende del nivel de sus habilidades, sino también del grupo, salvar la caída, es decir, generar una re-
de las condiciones que presenta el cuerpo al mo- acción para evitar un impacto directo o un daño
mento de realizar cada desplazamiento, las cuales significativo.
se ven modificadas según factores como el desgas-
te y el esfuerzo previos, elementos somáticos que
se tornan en afectos y pasan a formar una barrera.
Otro de los casos ocurre en el punto Parque Mato- cada vez, sino varias en simultáneo. El espacio
velle de la ruta 2, en donde, al subir un muro alto se experimenta de forma polidimensional y los
y difícil, uno de los asistentes pierde el agarre y se varios aspectos que se perciben pueden generar
desprende del muro para caer directo y de lleno diversas barreras afectivas en un mismo trayecto
sobre el camarógrafo (Figura 9). Episodio que en- o en una determinada producción motriz del res-
durece, pero no finaliza el recorrido nocturno para pectivo espacio.
ninguno de los dos, pues la secuencia cierra con
En una mirada más profunda, se puede concluir
una toma, desde la cima del muro, en la que este
que la conquista de esas barreras afectivas abre
mismo participante se repone y supera finalmente
las puertas para una movilidad más participativa
este ascenso.
en la que el trazador, como habitante de la ciudad,
De esta situación también surge una ganancia afec- adquiere mayor capacidad de acción política en
tiva, pues lo que arroja la experiencia no radica el espacio urbano. Esa capacidad de acción surge
tanto en el movimiento incompleto, que se podría de un empoderamiento emocional del habitante,
considerar, en otra óptica, como un fracaso, sino quien al transformar afectivamente su identidad a
en la capacidad de reacción que se halla frente a través de la práctica se siente con mayor capacidad
la eventualidad de la caída. El caer no es tanto un de movilizarse por la ciudad, de diversas formas y
fallo como otra forma de moverse en el espacio, de con varios recursos, trazando sus propios libretos
redibujar el miedo, en principio paralizante, en un de movilidad, construyendo sus propias prácticas
movimiento que finalmente permite atravesar ese de habitar motriz.
espacio, conquistarlo desde la mera presencia del
Ese empoderamiento emocional incentiva la capa-
cuerpo en ese tramo.
cidad de acción. En el trazador, esta capacidad se
El sentido final no es hacerlo para que alguien transforma en acción política por cuanto involucra
lo vea ni demostrar que se puede hacer el movi- esas habilidades para habitar la urbe, en la pugna
miento, sino llegar a ese lugar o desplazarse por no por significar, connotar o representar el espacio
ese tramo del espacio. Es por ello que, ante una de determinada forma, sino por practicarlo y repro-
barrera afectiva como el cansancio o el daño de ducirlo a través de la movilidad. Esta movilidad
un golpe previo, la conquista emocional deriva en toma postura respecto a ciertas situaciones concre-
comprender el propio ritmo y condiciones, lo que tas. Rechaza el confort y opta por el cultivo y la
lleva finalmente, con otros recursos tal vez menos valoración de los distintos esfuerzos que llevan al
espectaculares, pero efectivos, finalmente, a con- crecimiento. Pierde en comodidad, seguridad y efi-
quistar ese espacio o trayecto. ciencia, para ganar en libertad, autodeterminación
y capacidad de decisión al momento de practicar el
espacio cotidiano, el que se vive día a día.
5. Conclusiones
Entre los horizontes políticos que expande esta
Una de las primeras conclusiones en aparecer es capacidad de acción, uno sumamente importante,
que estas barreras afectivas no aparecen de for- que se abre a discusión, es el de la accesibilidad,
ma única y exacta en cada espacio, no se dan una la forma en que esta capacidad de acción pone al
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alcance del cuerpo espacios que de otra forma se- Esto no quiere decir que el trazador de Étre Fort
rían inaccesibles. La discusión por el acceso, des- puede prescindir del sistema de transporte urbano
de la planificación territorial y la “geografía de la y movilizarse solo a base de parkour, pero sí im-
accesibilidad” (Gutiérrez, 2010), procura generar plica que todo ese aprendizaje, experiencia y con-
acceso desde la producción del espacio y busca quista emocional deben transcender ese escenario
mecanismos para satisfacer las necesidades de los de la práctica recreativa y convertirse en parte de
habitantes de acceder a bienes y servicios, pero la experiencia cotidiana de la ciudad. En este sen-
debería implicar generar acceso hacia el espacio tido, como conclusión final, se puede señalar que
urbano desde la propia capacidad del habitante.
existe un sentido crítico, o más precisamente, una
Esta enseñanza de Étre Fort pone ese planteamien- marcada postura de compromiso político que sub-
to en discusión, una discusión que se explora en la yace en la propuesta de este colectivo.
ciudad con cada recorrido. ¿Qué tanto lejos puede
Esta visión no solo se aleja de cualquier noción
llevar al habitante esta exploración motriz respecto
de competencia, sino que apuesta por trascender
a las fronteras de accesibilidad impresas en la pro-
el sentido deportivo de una práctica predominan-
ducción del espacio? La propuesta del colectivo
temente atlética para convertirla, según el mismo
invita a ver la movilidad y el movimiento como
una cuestión social esencial, presente en todos los Camilo, en una práctica comunitaria y una cues-
días de nuestra vida, que se puede explorar y mejo- tión social. Una manera de convertir el movimien-
rar no solo para practicar un deporte, sino para ela- to corporal en una forma curiosa, pero genuina, de
borar mejor el movimiento que día a día se vive en movilización social, rupturista y transgresora de
la ciudad. Se pueden encontrar soluciones a esos los esquemas preconcebidos, que lejos de conten-
problemas de acceso o de movilidad también des- tarse con el reconocimiento y la difusión altamente
de uno como habitante, desde la apropiación del espectacular, se torna en una práctica de habitar.
espacio por medio de la acción motriz.
El territorio habitado. Parkour, motricidades y afectos en la ciudad de Quito 169
Referencias
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Dennis-Javier Vásconez-Vaca
Thrift, N. (2008). Non representational theory. Space, politics, affect. New York:
Routledge.
Versión 2019
Arbitraje
Los artículos son evaluados, inicialmente, por el equipo editorial; en esta pri-
mera etapa se determina la pertinencia de la temática y la calidad editorial
del artículo. Finalizada esta evaluación, las contribuciones son sometidas a
172 Revista Perspectiva Geográfica
Una vez que los documentos son aceptados, se entiende que el autor o autores
ceden a la revista Perspectiva Geográfica los derechos patrimoniales, esto
quiere decir que autorizan la publicación del artículo en cualquier formato o
medio. Estos se divulgarán en directorios, bases de datos y sistemas de ind-
exación. La publicación y la evaluación de los artículos no tiene ningún tipo
de remuneración.
Aspectos formales
Estructura
Página titular
Texto
Figuras y tablas
(Prats, 2005)
(Prats, 2005a)
Libro
Capítulo de libro
Artículo de revista
Tesis
Vol. 24 N.º 1
enero - junio de 2019
pp. 171 - 186
176 Revista Perspectiva Geográfica
In the journal original and unpublished research, reflection and review arti-
cles, which referred to the spatiality of social, economic, political, cultural
and natural phenomena, from different perspectives and theoretical approa-
ches are published. It also welcomes studies on technical and methodological
proper tasks of geographers, as well as applied geography works in the fields
of geomatics, spatial planning and frontier research.
Arbitration
The papers are assessed initially by the editorial board. In this first stage the
rele- vance of the theme and the editorial quality of the article is determined.
After this evaluation, the contributions are subject to arbitration in the form
of double-blind, so that confidentiality and anonymity of both authors and
referees, and fairness in the arbitration is ensured.
The editorial board selects national and international referees, for their life-
time of research related to the topic of the papers, who do not belong to the
Graduate Studies in Geography-EPG.
The referees are responsible for assessing the formal, methodological and
con- ceptual aspects of each article in order to ensure scientific rigor. These
may re- commend: a) to publish the paper, b) return the article to the author
to apply
suggested corrections c) reject the paper for publication. Should one referee
re- commend the publication and the other one rejects it, the evaluation will
seek a third party to resolve the tie. If the manuscript is recommended for pu-
blication with corrections, once done by the author, this would be sent back to
the referee for verification. When arbitration results are obtained, the Editorial
Board informs the author about the decision on the paper and the steps to be
followed, according to the results. The Journal Editorial Board reserves the
right of publication. This process takes on average six months. However, this
period may be affected by the availability of referees and other factors that
impact on the treatment of the articles.
Once the documents are accepted, it is understood that the author or authors
will yield the economic rights to the journal Geographic Perspective, i.e., to
authorize the publication of the paper in any format or medium. This will be
published in directories, databases and indexing systems. The publication of
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of 3 cm, in Times New Roman, 12 font; length should not exceed 20 pages.
The file must be sent in .docx format, via email.
Structure
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information:
Title page
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contact information of the author (name, last degree obtained and institution
that granted, institutional affiliation, e-mail, project title and research group
from which the
Text
contain a summary of the main results and the contribution to the problem
solution) and references.
For words in languages other than Spanish, italics must be used. In the case
of fi- gures, thousands are separated by points, and decimals by commas. For
example: 1.202,7.
Years do not have point because they are not ciphers. Figures with integers
up to fifteen are written in words (e.g. one, two, three,etc.). The following
abbreviations should be used, if applicable.
Sub and superscript should be used as appropriate. A space between the num-
ber and the symbol or abbreviation must be applied.
All illustrations, including photos, diagrams, maps and graphs, are called and
referenced as figures. Both tables and figures should be cited in the text and
numbered in order of appearance. The title of the figures shall be at the bo-
ttom thereof, and the title of tables at the top. The maps shall contain at least:
title, date, legend, coordinate system, scale, north and data source or author.
Tables and figures should be located closest to the reference given in the text;
they should focus on the margins and have a resolution that permits adequate
reproduction, considering that the sheet size is 24 x 17 cm approximately.
Upon acceptance of the manuscript, each figure must be submitted in a se-
parated folder, using JPG, TIFF or GIF (greater than 400 dpi) formats. Excel
figures will be delivered independent of that software.
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letter should be added to identify which reference is made. Examples:
(Prats, 2005)
(Prats, 2005a)
Book
Book chapter
Journal paper
Thesis
Arbitragem
Os artigos são avaliados, inicialmente, pela equipe editorial; nesta primeira
etapa se determina a pertinência da temática e a qualidade editorial doartigo.
Finalizada esta avaliação, as contribuições são submetidas a arbitragem na
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Uma vez que os documentos são aceitos, se entende que o autor ou autores
cede(m) a revista Perspectiva Geográfica os direitos patrimoniais, isto quer
dizer que autorizam a publicação do artigo em qualquer formato ou meio.
Este sserão divulgados em diretórios, bases de dados e sistemas de indexação.
A publicação e a avaliação dos artigos não tem nenhum tipo de renumeração
Aspectos Formais.
Estrutura
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Texto
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Figuras e tabelas
(Prats, 2005)
(Prats, 2005a)
Livro
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Artigo de revista
Tese
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Revista del Programa de Estudios de Posgrado en Geografía
Editorial