Las 4 A Criterios para Identificar Las Buenas Prácticas
Las 4 A Criterios para Identificar Las Buenas Prácticas
Las 4 A Criterios para Identificar Las Buenas Prácticas
educación
Rosa María Torres
Identificar, documentar y difundir buenas prácticas - también llamadas ‘exitosas’,
‘efectivas’, ‘ejemplares’, ‘destacadas’, ‘inspiradoras’, etc. - es un pedido
generalizado en el campo de la educación.
Algunas experiencias se repiten en todos lados; son también las que suelen ocupar
los boxes (recuadros insertos) en informes nacionales e internacionales. Al inicio
eran sobre todo experiencias vinculadas a la educación formal; cada vez más, los
bancos de buenas prácticas se amplían a la educación no-formal y a la de jóvenes
y adultos.
Frente a este vacío y a esta necesidad, vengo planteando usar las 4 As propuestas
para verificar el cumplimiento del derecho a la educación - asequibilidad
(disponibilidad), accesibilidad, adaptabilidad y aceptabilidad - como criterios que
ayuden a identificar si estamos frente a una buena práctica educativa. (Los términos
originales en inglés son availability, accessibility, adaptability, acceptability.
Traducimos availability como disponibilidad, un término más corriente y
comprensible que asequibilidad, que es el que se viene usando en muchas
traducciones al español a fin de mantener las ‘4 A’).
Sostengo que las 4 A pueden ser criterios útiles para identificar y desarrollar buenas
prácticas educativas tanto en el ámbito escolar como fuera de éste. Permiten ir más
allá de la información usual centrada en la oferta - presupuesto, costos, matrícula,
retención, infraestructura, distribución de materiales y equipos, introducción de
innovaciones, uso de tecnologías, aplicación de pruebas, etc. - y tener en cuenta el
indispensable punto de vista de la demanda: los educandos, sus expectativas, sus
condiciones, sus contextos.
(Asequibilidad) Disponibilidad
Accesibilidad
Adaptabilidad
La adaptabilidad tiene que ver tanto con la diferencia como con la desigualdad.
Responder a la diversidad implica una oferta flexible y diversificada, que responde
a las diferencias individuales y colectivas, lo que es condición para la eficacia de
cualquier intervención educativa. Responder a la desigualdad implica
adicionalmente el desafío de la equidad, dando más y mejor a quienes menos tienen
a fin de compensar las desventajas de su situación de partida. Políticas, programas,
estrategias y metas homogéneas, iguales para todos, refuerzan la inequidad en
lugar de reducirla.
Los desafíos más grandes de adaptabilidad suelen darse en las zonas rurales
(dispersión de la población, distancias, pobreza, precariedad, trabajo extenuante, a
menudo falta de servicios básicos como agua potable o energía eléctrica, etc.), los
grupos indígenas (lenguas y culturas no-hegemónicas, fuerte subordinación de la
mujer en muchas comunidades y culturas, etc.), poblaciones móviles (trabajadores
migrantes, sin tierra, sin casa; población desplazada por conflictos armados o
desastres naturales, etc.), grupos altamente heterogéneos (en términos de edad,
nivel educativo, lenguas, culturas, etc.) y grupos con necesidades especiales,
quienes requieren condiciones, estrategias y materiales específicos. La
combinación de varias de estas características hace tanto más complicada la
atención diferenciada.
Aceptabilidad
La aceptabilidad se ubica del lado de las personas y grupos a quienes está dirigida
la oferta educativa y tiene que ver fundamentalmente con su satisfacción. Aquí
radica la prueba de fuego de políticas y programas. Tanto la relevancia (‘para qué’)
como la pertinencia (‘para quién’) de la oferta educativa constituyen aspectos
centrales de la calidad de la educación y de su potencial transformador.
Para muchas mujeres, sobre todo amas de casa, el tiempo de la clase significa la
posibilidad de escapar por un rato del hogar y de la rutina cotidiana. Para muchos
jóvenes, el centro educativo puede constituir una experiencia rehabilitadora
después de haber pasado por una experiencia escolar maltratante y traumática.
Para muchos participantes, especialmente hombres, ir a una escuela a estudiar es
algo que les incomoda, pues se sienten tratados como niños y expuestos
públicamente, por lo que prefieren a menudo aprender en sus propias casas o en
lugares menos visibles.