1-Cronologia de Los Reyes Hasta Joas

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Un estudio cronológico de los reyes de Judá

desde el tiempo de Roboam hasta Joás y sus


contemporáneos del reino de Israel

Federico Salvador Wadsworth


0. Contenido

0. Contenido ................................................................................................................................... 2
1. Introducción General ................................................................................................................... 3
2. Estructura del Tratado de Cronología ........................................................................................... 3
3. Mapa General de Tratados .......................................................................................................... 5
4. Mapa del Tratado ........................................................................................................................ 6
5. Diagrama de la Cronología .......................................................................................................... 7
6. Propósito del Tratado .................................................................................................................. 8
7. Desarrollo del tema ..................................................................................................................... 8
7.1. Enfoque general ............................................................................................................... 8
7.2. Base de la Cronología ...................................................................................................... 9
7.3. Cronología.......................................................................................................................22
7.4. Conclusiones ...................................................................................................................23
8. Material complementario.............................................................................................................23
8.1. Aparentes discrepancias y el calendario ...........................................................................23
8.2. El año de ascensión ........................................................................................................26
8.3. Decadencia egipcia .........................................................................................................27
8.4. El imperio asirio ...............................................................................................................29
8.5. Fenicia ............................................................................................................................34
8.6. Los estados sirios ............................................................................................................35

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1. Introducción General

La búsqueda del conocimiento de Dios y su propósito para el hombre constituye la más apasionante de las
aventuras que la mente humana pueda proponerse. El reto de encontrar en el libro sagrado aquel hilo de oro del
plan de salvación recompensará al estudioso, que podrá comprender la majestuosidad del esfuerzo de Aquél que
“no escatimó ni a su propio hijo” (Romanos 8: 32).

El conjunto de tratados sobre cronología bíblica, del que usted tiene en sus manos uno de los estudios, ha
sido preparado para proveer al miembro laico de la Iglesia Adventista del Séptimo Día del conocimiento requerido
para enseñar a otros acerca de cómo crecer “en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”
(2 Pedro 3: 18) así como para “presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande
razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3: 15).

El autor es miembro regular de la Iglesia Adventista del Séptimo Día desde 1977, anciano de iglesia desde
1979, esposo, padre y abuelo, con el gozo de tener a toda su familia en “la fe que ha sido una vez dada a los
santos” (Judas 1: 3) y que además suscribe totalmente las 28 doctrinas oficiales de la misma.

Reitero que estos tratados han sido preparados para el


miembro de Iglesia, por lo que deberá graduar la dosis de
conocimiento que deba transmitir a aquellos que se encuentren
interesados en conocer a Jesús, a quien el profeta llama el “Deseado
de todas las gentes” (Hageo 2: 7).

Por eso, al mismo tiempo, hemos querido también incluir


material complementario a la cronología que esperamos le permita
ampliar sus actuales conocimientos, así como estar preparado para
profundizar en “cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles” (1
Pedro 1: 12). Su habilidad para introducir estos subtemas en armonía
con los conceptos centrales es clave para favorecer la transferencia
del conocimiento que usted y yo nos proponemos.

Dado que el conocimiento de nuestro Dios y sus propósitos


estarán, por la obra y gracia del Espíritu Santo, siempre en pleno
desarrollo, podrá encontrarse regularmente con actualizaciones de
cada tratado (vea la fecha aa.mm.dd que acompaña al nombre del
archivo). Estas actualizaciones, por supuesto, también corregirán
algunas de las fallas humanas que puedan haber pasado inadvertidas
para el autor. Por otro lado, su bien intencionado propósito de
ayudarnos a mejorar estos temas será siempre bienvenido.

2. Estructura del Tratado de Cronología

Al inicio de cada tratado le presentaremos la estructura general del conjunto de estos utilizando un diagrama
de bloques numerado, llamado Mapa General de Tratados. Este gráfico (que aparece en la subsiguiente página)
le permitirá ver dónde encaja el tratado que tiene en sus manos en relación con los otros temas. Para facilitar su
ubicación además de la numeración, este estará marcado en color diferente de los demás. Coleccione los temas,
actualícelos y ordénelos en esta secuencia si le parece útil a su propio desarrollo del conocimiento.

Los números en cada bloque establecen simultáneamente el orden de creación de estos tratados y la
dependencia lógica también entre ellos. Los bloques del número 70 en adelante representan, a su vez, un conjunto
de tratados sobre dicho tema. Los he agrupado en 6 grandes temas:

a. Religiones comparadas Serie 70.nn


b. Cronologías Serie 75.nn
c. Armonías de los Evangelios Serie 80.nn
d. Genealogías Serie 85.nn
e. Biografías bíblicas Serie 90.nn
f. Historia Serie 95.nn

La lectura de estos temas le dará el marco referencial para entender los tratados más temáticos. Estos otros
temas tienen su propia estructura que guardará relación con la aquí mencionada.

Luego del diagrama del conjunto, encontrará usted un diagrama de bloques del estudio propiamente dicho,
llamado Mapa del Tratado, donde podrá notar lo siguiente:

a. Cada bloque del diagrama indica el versículo o versículos de referencia en la parte inferior y una
breve frase que corresponde con la lógica de su inclusión en el tema.

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b. Notará que hay algunos bloques, con versículos de color diferente, que hacen referencia a
parábolas que ayudan a entender el tema central.
c. Otros bloques, que no contienen versículos, exponen asuntos que podría usted tocar cuando
presente el estudio; asuntos que poseen un trasfondo histórico, geográfico, científico, técnico,
entre otros. Usted encontrará en este estudio alguna información que le ayudará a exponer sobre
estos conceptos.
d. Estos dos tipos de bloques no necesariamente están incluidos en todos los estudios.
e. Las flechas indican la secuencia lógica en la que el autor piensa que estos temas deben ser
presentados. La secuencia está establecida de izquierda a derecha y de arriba a abajo. Sin
embargo, su propia iniciativa y conocimiento de las necesidades de sus oyentes le pueden marcar
una ruta diferente. Déjese guiar en oración por Aquél que no puede errar.

Luego del mapa mencionado, encontrará usted uno o más diagramas de cronología que se tratarán en este
estudio.

Al finalizar esta fase gráfica usted encontrará el estudio en detalle, que seguirá hasta donde sea posible, la
estructura del diagrama de bloques. Algunos materiales complementarios al estudio se incluirán al final. Le
recomiendo que los lea con anticipación para encontrar el momento exacto para incluirlos en su exposición.

Hasta donde me ha sido posible he presentado la fuente de algunos de estos temas para que pueda
extender su comprensión revisándolos. No pretendo conocer todo lo que estas fuentes tratan sobre el tema, por lo
que lo aliento a profundizar y comentarme cómo mejorar este contenido. He incluido algunas imágenes halladas
en Internet para hacer más amena su lectura, espero le agraden.

La fase escrita del estudio contendrá:

a. Acápites por los subtemas principales.


b. Citas Bíblicas (en color rojo).
c. Citas del Espíritu de Profecía (en color verde).
d. Citas de libros o artículos de diversos autores, destinadas a ampliar su conocimiento sobre el tema
(en color azul).
e. Comentarios de las citas mencionadas; en algunos casos estos se presentarán antes de la cita,
como anticipando la declaración, mientras que en otras se ubicarán después como confirmación del
concepto que se sostiene (en color negro).
f. Mapas, cronogramas, genealogías y otros diagramas cuando corresponda a la exposición del tema.
g. Material complementario agrupado en un acápite que ayuda a comprender algunos de los aspectos
que podrían surgir al tratar el tema central con otras personas. No todos los temas contienen
necesariamente este material.

Cuando no se indique lo contrario las citas de la Santa Biblia corresponden a la versión Reina-Valera 1960,
mi favorita. Alguna vez incluiré otras versiones para comparar o ampliar la comprensión de un texto.

Cuando usted desarrolle un estudio bíblico sobre este tema con personas que no pertenecen a la Iglesia le
recomiendo que use la sección correspondiente al estudio (con los versos incluidos en el diagrama de bloques) sin
presentar las declaraciones del Espíritu de Profecía. Comente los materiales complementarios conforme surjan en
la exposición, así como en la fase de preguntas y respuestas.

He preparado también un archivo que incluye todos los diagramas de bloques de los tratados de manera
que le sirvan de ayuda memoria cuando presente el tema. También he creado un archivo con una copia de todos
los contenidos de los tratados de manera que pueda revisarlos sin abrir cada uno de los documentos, en caso esté
buscando un subtema específico.

Permítame, como hasta ahora, que durante el estudio me dirija a usted en forma personal. Creo que así es
como nuestro Salvador hablaba con aquellos a quienes amaba y deseaba salvar. Seguramente usted hará lo
propio con aquellos que le escuchen con este propósito.

Este es un material gratuito que seguramente ha llegado hasta usted por alguien que lo aprecia y desea
que conozca aún más a Jesús y su maravilloso plan de salvación. Difúndalo de la misma manera, ya que “de gracia
recibisteis, dad de gracia” (Mateo 10: 8).

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3. Mapa General de Tratados

05 30 31
50 51 52
El Espíritu Los dones El don de
Las 7 iglesias Los 7 sellos Las 7 trompetas
Santo espirituales lenguas

32 47 49 53
48 55
El Don de La estatua de El carnero y el El cuerno
Las 4 Bestias El Anticristo
Profecía Nabucodonosor macho cabrío pequeño

33 56
54
Profecías Las 70
Los 1260 años
mesiánicas semanas

57 60 61
59 62
El juicio La Apostasía El Tiempo
El sellamiento El milenio
investigador final de Angustia

16 18 58 40
02 04 15 17
Muerte La Segunda Los libros La Gran
La Divinidad El Hijo La Encarnación La Resurrección
Vicaria Venida del cielo Comisión

13 19 41
El Ángel Señales de la Historia
de Jehová Segunda Venida de la IASD

42
03 14 34 35
Organización
El Padre El Amor La Redención La Conversión
Eclesiástica

29 36 43
09 37 38 39
Los libros Justificación Disciplina
El Pecado Santificación El Bautismo La Iglesia
apócrifos por la fe Eclesiástica

06 08 44
01 10
La Ley El origen Diezmo &
La Santa Biblia La Muerte
de Dios del pecado Ofrendas

28
26 27 45
Posesión
Los Ángeles Espiritismo El matrimonio
demoníaca

25 46
07 24
La Cena Estilo Cristiano
El Sábado La Adoración
del Señor de Vida

12
La Oración

63
11 20
La tierra
La creación El diluvio
nueva

21 22 23
El Santuario Nuestro Sumo La ley
Celestial Sacerdote ceremonial

70 80 90
75 85 95
Religiones Armonía de los Biografías
Cronología Genealogía Historia
Comparadas Evangelios Bíblicas

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4. Mapa del Tratado

Muerte de Corregencia
Salomón, de Joram
Roboam rey en Judá

2 Cró 9: 30, 31 2 Rey 8: 16, 17

Muerte de Muerte de
División Asa Josafat
Roboam, Abías,
del reino rey de Judá rey de Judá
Abías rey Asa rey

1 Rey 12: 1-20 2 Cró 12: 13-16 1 Rey 15: 1-8 1 Rey 15: 9-13 1 Rey 22: 41, 42

Muerte de Muerte de Muerte de


Aparentes Joás
Ocozías, Joram, Josafat,
discrepancias rey en Judá
Atalía reina Ocozías rey Joram rey
y el calendario
2 Rey 11: 21 2 Rey 11: 1-3 2 Rey 8: 24 1 Rey 15: 1-8

Muerte de Rebelión de
Jeroboam I, Zimri,
Nadab rey Omri rey

1 Rey 14: 19, 20 1 Rey 16: 8-20

Baasa destruye Profecía


Profecía contra
El año de la estirpe de contra Baasa,
Jeroboam
ascensión Jeroboam Ela rey

1 Rey 14: 7-11 1 Rey 15: 25-34 1 Rey 16: 1-8

Joram, hermano Muerte de


Reinado Ocozías Tibni también
de Ocozías, Omri,
de Jehú rey en Israel reina
rey en Israel Acab rey

2 Rey 10: 36 2 Rey 3: 1-3 1 Rey 22: 51-53 1 Rey 16: 28-34 1 Rey 16: 21-23

Decadencia El imperio Los estados


Fenicia
egipcia asirio sirios

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5. Diagrama de la Cronología

Cronología de los Reyes hasta Joás


Era AC: Antes de Cristo
1040 1020 1000 980 960 940 920 900 880 860 840 820 800 780

Roboam 41 17

Abiam 3

Asa 41

Josafat 32 3 22
Judá

Joram 26 6 8

Ocozías (1 año) 22

Atalía 6

Joás 7 40

Jeroboam I 21

Nadab (2 años)

Baasa 24

Ela (2 años)

Zimri (7 días)
Israel

Omri 12

Tibni 5

Acab 22

Ocozías (2 años )

Joram 12

Jehú 28

1040 1020 1000 980 960 940 920 900 880 860 840 820 800 780
Palestina 926 AC
Inicio del templo

Qarqar 853 AC

Exterminio de
Sisac, Faraón

Sisac, invade

Jehú 841 AC
Batalla de
950 AC
966 AC

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6. Propósito del Tratado

El propósito del tratado es el siguiente:

a. Establecer los principales acontecimientos de las monarquías de Judá e Israel.


b. Relacionar a los personajes claves de ambas monarquías en algunas etapas turbulentas,
especialmente en el caso de Israel.
c. Enfocar históricamente las monarquías en relación con los imperios o pueblos con los coexistieron.
d. Mostrar el deterioro espiritual que ambos reinos sufrieron, aunque la caída en la apostasía del reino
del norte fue mayor.

7. Desarrollo del tema

7.1. Enfoque general

La división de los reinos de Judá e Israel en tiempos de Roboam, hijo de Salomón había quedado
establecida. Dios mismo, por los pecados de Salomón (de los que finalmente se arrepintió en la ancianidad)
había decidido la separación o
división de los reinos. La
división significó que quedara
al sur el Reino de Judá (que
incluía además a la tribu de
Benjamín) y las otras diez
tribus (recordad que la tribu de
José se había dividido en dos:
Efraín y Manasés, quedando la
tribu de Leví dedicada al
sacerdocio y el santuario) al
norte.

La ubicación geográfica
de los reinos establecía ya una
diferencia que se notaría a
futuro. Ver mapa del momento
de la división. Mientras que al
sur el otrora gigante, el imperio
egipcio se debilitaba, al norte
el imperio asirio y los sirios
eran enemigos más temibles.
Estos enemigos jugarían un rol
determinante en la historia de
Israel. El norte aun aguardaba
la aparición del imperio
neobabilónico que significaría
luego la desaparición del reino
del sur. Existirían otros actores
secundarios sobre la costa; al
sur oeste los filisteos y al
noroeste los fenicios, junto con
otros ya conocidos enemigos
de Israel, tales como los
idumeos, moabitas y amonitas.

Trataremos en esta
cronología el periodo que va
del 931 al 835 AC, que incluye
los reinados del sur y del norte
desde Roboam hasta Joás y de Jeroboam hasta Jehú (respectivamente); aunque de los últimos reyes
mencionados solamente el comienzo de sus reinados. Este punto será la bisagra con las cronologías de
los reyes hasta el final de ambos reinos que ofreceremos en otros tratados.

Volviendo al periodo que nos ocupa, mientras que una sola dinastía (la davídica, aunque con un
intento más o menos fructífero de usurpación) reinaría en el sur, en el norte habría una sucesión violenta
de dinastías (cinco en total hasta Jehú) alguna extraordinariamente efímera. En buena parte esta diferencia
estaría marcada por un más rápido deterioro que se experimentaría en el reino del norte por el pecado de
Jeroboam I, al establecer dos centros de adoración de becerros representando supuestamente a Jehová
en Bethel (casi en la frontera con el reino del sur) y Dan en el extremo norte. Este alejamiento de la voluntad

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de Dios provocaría una debilidad que favorecería la entrada de la idolatría de los pueblos vecinos, en
especial de los fenicios durante la dinastía de Omri. Trataremos, sin embargo, de ofrecer una visión histórica
de los reinos y sus principales vicisitudes sin olvidar el componente religioso que explica la existencia de
Israel como un todo, en aquel tiempo, como remanente de Dios.

7.2. Base de la Cronología

El inicio de la monarquía apenas pudo mantener unido a Israel durante tres reyes: Saúl, David (que
tuvo un gobierno paralelo con Is-boset) y Salomón, durante un periodo de casi 120 años. La muerte de
Salomón llevaría al trono a su hijo Roboam, cuyo carácter poco formado para un hombre de 41 años lo
llevaría a producir la ruptura de la unidad del reino.

Reinó Salomón en Jerusalén sobre todo Israel cuarenta años. Y durmió Salomón con sus
padres, y lo sepultaron en la ciudad de David su padre; y reinó en su lugar Roboam su hijo.
2 Crónicas 9: 30, 31

Hijo de Salomón y de su esposa amonita Naama. Comenzó a reinar a los 41 años como
primer rey del reino sureño de Judá, después de la división del reino (1 Reyes 11: 43; 14: 21). Reinó
17 años (cerca del 931-cerca del 913 AC). Al ascender al trono se reunieron representantes de toda
la nación en Siquem, la ciudad más céntrica de Israel para coronar al nuevo rey. Sin embargo,
conducidos por Jeroboam, primero exigieron que se aliviaran las cargas públicas. Roboam prometió
dar su respuesta a los tres días, y entretanto buscó consejo de los ancianos, quienes lo animaron a
otorgar los justificados pedidos del pueblo, pero aceptó el consejo de los jóvenes criados con él,
quienes le sugirieron que no hiciera caso a los reclamos. Desafió a los peticionantes al declarar que
los castigaría con “escorpiones” en lugar de látigos como había
hecho su padre. Como resultado, todas las tribus que estaban
al norte y al este se separaron de la casa de David y pusieron
como rey a Jeroboam. Roboam trató de hacer volver a las tribus
enviando a Adoniram, el encargado de los trabajos forzados
como mediador. Este hombre, sin embargo, aparentemente por
causa del odio violento hacia él, fue inmediatamente asesinado.
Recién entonces reconoció Roboam la seriedad de la situación,
y volvió a Jerusalén para prepararse para una guerra contra
Jeroboam, con el fin de obligar a las tribus rebeldes a someterse
por la fuerza, y sólo desistió cuando el profeta Semaías en
nombre de Dios le prohibió realizar su plan (1 Reyes 11: 43-12:
24; 2 Crónicas 9: 31-11: 4). A pesar de ello, durante el reinado
de Roboam hubo acciones de guerra entre los dos países años
más tarde (1 Reyes 14: 30).

En el quinto año de Roboam, el faraón Sisac (Sheshonk


I, el primer rey de la dinastía XXII de Egipto), aprovechando la
división del reino de Salomón, invadió Palestina para reconstruir
el perdido imperio asiático de Egipto. Sisac tomó muchas de las
ciudades fortificadas de Judá, conquistó Jerusalén y se llevó los
tesoros acumulados durante los reinados de David y de
Salomón (1 Reyes 14: 25-28; 2 Crónicas 12: 1-9). Roboam
volvió a fortificar ciudades claves de su país para reforzar sus
defensas contra peligros externos (2 Crónicas 11: 5-12).

El carácter de Roboam muestra que heredó rasgos buenos y malos de su padre. Obedeció
al profeta Semaías al abstenerse de luchar contra Jeroboam (1 Reyes 12: 24; 2 Crónicas 11: 4); se
humilló ante Dios en el momento de la invasión de Sisac (2 Crónicas 12: 6, 12); recibió en su
territorio a los sacerdotes y levitas que fueron expulsados del reino del norte cuando Jeroboam
introdujo la adoración del becerro en Betel y Dan (11: 11-17). Sin embargo, después de haber servido
a Jehová durante tres años (versículo 17), “hizo lo malo” (12: 14) al permitir que se construyeran
lugares altos paganos, toleró ritos inmorales y adoró a dioses extranjeros (1 Reyes 14: 22-24).
Roboam tuvo 18 esposas, 60 concubinas, 28 hijos y 60 hijas (2 Crónicas 11: 21).
Diccionario Bíblico Adventista, Roboam

Al ascender al trono Roboam, hijo de Salomón, se desencadenaron los acontecimientos que


desembocarían en lo que ya Dios mediante el profeta Ahías de Silo había anunciado, que daría a Jeroboam
diez tribus cuando el reino de Salomón terminase, cosa que efectivamente ocurrió. La actitud insolente y
prepotente de Roboam para responder al pueblo, que anhelaba una reducción de la pesada carga que su
padre había impuesto, solamente precipitó lo que Dios había definido por la apostasía de Salomón.

Roboam fue a Siquem, porque todo Israel había venido a Siquem para hacerle rey. Y
aconteció que cuando lo oyó Jeroboam hijo de Nabat, que aún estaba en Egipto, adonde había huido

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de delante del rey Salomón, y habitaba en Egipto, enviaron a llamarle. Vino, pues, Jeroboam, y toda
la congregación de Israel, y hablaron a Roboam, diciendo: Tu padre agravó nuestro yugo, mas ahora
disminuye tú algo de la dura servidumbre de tu padre, y del yugo pesado que puso sobre nosotros,
y te serviremos. Y él les dijo: Idos, y de aquí a tres días volved a mí. Y el pueblo se fue. Entonces el
rey Roboam pidió consejo de los ancianos que habían estado delante de Salomón su padre cuando
vivía, y dijo: ¿Cómo aconsejáis vosotros que responda a este pueblo? Y ellos le hablaron diciendo:
Si tú fueres hoy siervo de este pueblo y lo sirvieres, y respondiéndoles buenas palabras les hablares,
ellos te servirán para siempre. Pero él dejó el consejo que los ancianos le habían dado, y pidió
consejo de los jóvenes que se habían criado con él, y estaban delante de él. Y les dijo: ¿Cómo
aconsejáis vosotros que respondamos a este pueblo, que me ha hablado diciendo: Disminuye algo
del yugo que tu padre puso sobre nosotros? Entonces los jóvenes que se habían criado con él le
respondieron diciendo: Así hablarás a este pueblo que te ha dicho estas palabras: Tu padre agravó
nuestro yugo, mas tú disminúyenos algo; así les hablarás: El menor dedo de los míos es más grueso
que los lomos de mi padre. Ahora, pues, mi padre os cargó de pesado yugo, mas yo añadiré a
vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, mas yo os castigaré con escorpiones. Al tercer día
vino Jeroboam con todo el pueblo a Roboam, según el rey lo había mandado, diciendo: Volved a mí
al tercer día. Y el rey respondió al pueblo duramente, dejando el consejo que los ancianos le habían
dado; y les habló conforme al consejo de los jóvenes, diciendo: Mi padre agravó vuestro yugo, pero
yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, mas yo os castigaré con escorpiones. Y
no oyó el rey al pueblo; porque era designio de Jehová para confirmar la palabra que Jehová había
hablado por medio de Ahías silonita a Jeroboam hijo de Nabat. Cuando todo el pueblo vio que el rey
no les había oído, le respondió estas palabras, diciendo: ¿Qué parte tenemos nosotros con David?
No tenemos heredad en el hijo de Isaí. ¡Israel, a tus tiendas! ¡Provee ahora en tu casa, David!
Entonces Israel se fue a sus tiendas. Pero reinó Roboam sobre los hijos de Israel que moraban en
las ciudades de Judá. Y el rey Roboam envió a Adoram, que estaba sobre los tributos; pero lo
apedreó todo Israel, y murió. Entonces el rey Roboam se apresuró a subirse en un carro y huir a
Jerusalén. Así se apartó Israel de la casa de David hasta hoy. Y aconteció que oyendo todo Israel
que Jeroboam había vuelto, enviaron a llamarle a la congregación, y le hicieron rey sobre todo Israel,
sin quedar tribu alguna que siguiese la casa de David, sino sólo la tribu de Judá.
1 Reyes 12: 1-20

La división de los reinos ocurrió entonces el año 931 AC, apenas 119 años después de que Saúl
asumiera el trono y se convirtiera en el primer rey de Israel. El reino del norte quedó en manos de Jeroboam,
que antes había sido perseguido por Salomón y había huido a Egipto pues el rey pretendió matarlo cuando
complotó contra él. El profeta Ahías, en tiempos ya del reinado de Salomón, le había prometido que reinaría
sobre 10 de las 12 tribus, a causa del alejamiento de Salomón de los principios que Dios había dado a su
pueblo. Siga la cronología en base al diagrama del acápite 5.

Nombre del primer rey del reino norteño de


Israel, a quien generalmente se llama Jeroboam I
(cerca del 931-cerca del 910 AC). Era un efraimita
de Sereda, hijo de Nabat y de Zerúa (1 Reyes 11:
26). Mientras era jefe de una compañía
constructora durante la edificación de Milo, en
Jerusalén… el profeta Ahías de Silo le dijo que
sería rey sobre 10 tribus de Israel (versículos 27-
39). Jeroboam no era hombre de esperar con
paciencia, en circunstancias semejantes, que Dios
pusiera en marcha sus planes de darle el reino
prometido. En cambio, habría comenzado
enseguida a complotar contra Salomón (versículo
27). Cuando se descubrió su plan, Salomón intentó
matarlo, pero huyó a Egipto (versículo 40). Allí
encontró refugio con el faraón Sisac, fundador de
la dinastía XXII, quien habría interrumpido la
política de amistad de sus predecesores hacia
Salomón. Cuando a Jeroboam le llegó la noticia de
su muerte y de que el nuevo rey de Israel sería
coronado en Siquem, regresó a Palestina (12: 1-3).
De inmediato fue el vocero del pueblo y exigió una
promesa de Roboam, el hijo de Salomón, de que la
carga pública fuera aliviada (versículos 3-5). Pero Roboam, descarriado por el necio consejo de
consejeros inexpertos, rehusó atender las justas reclamaciones del pueblo. Como resultado, las 10
tribus del norte declararon su independencia de la casa de David y proclamaron a Jeroboam como
su rey (versículos 6-20).

Este inmediatamente tomó drásticas medidas para impedir que los dos reinos se volvieran a
unir. Fundó dos nuevos templos: uno en Dan, en la frontera norte del país; y otro en Bet-el, en la

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frontera sur, no muy lejos del camino principal hacia Jerusalén. En ambos lugares puso imágenes
de terneros o becerros como símbolos visibles del culto a Yahweh (1 Reyes 12: 26-30).

En su proclama que invitaba al pueblo a adorar en esos lugares, Jeroboam repitió como un
eco las palabras que Aarón había pronunciado en el monte Sinaí para reunir al pueblo para la
adoración del becerro de oro (cf. 1 Reyes 12: 28 con Exodo 32: 4). Este culto, probable imitación
del rendido por los cananeos a Él, bajo la imagen de un buey, llegó a ser el “pecado de Jeroboam”,
que fue seguido prácticamente por cada gobernante del territorio del norte (1 Reyes 15: 26, 34; 16:
19; 22: 52; etc.). También designó como sacerdotes a hombres que no eran de la tribu de Leví, y
ordenó que las principales fiestas se celebrasen durante el octavo mes en vez del séptimo, como se
hacía en Judá (12: 31, 32). También parece haber puesto el día de Año Nuevo en la primavera, que
en Judá se celebraba en el otoño; y haber adoptado la forma egipcia de computar los años de los
reyes -el sistema “sin año de ascensión” al trono- para ser diferente de los reyes de Judá (que según
parece contaban sus años de acuerdo con el sistema “con año de ascensión” al trono). Con estas
medidas esperaba alinear las 10 tribus del reino del sur y establecer una brecha permanente e
irreparable entre las dos naciones. En eso tuvo éxito, pero trajo la maldición de Dios sobre sí mismo
y sobre su pueblo. Un anónimo “hombre de Dios” de Judá lo reprendió severamente por sus actos
(13: 1-6), como también lo hizo Ahías, que había
predicho el establecimiento de su reinado (14: 6-
18)…

Parece que Jeroboam eligió y fortificó


Siquem como primera capital de su reino. Más
tarde se mudó a Penuel, en la Transjordania (1
Reyes 12: 25), tal vez cuando ocurrió la invasión
de Sisac… y edificó allí. Finalmente se
estableció en Tirsa, al noreste de Siquem, la que
fue su capital y residencia real (14: 17). Esta
ciudad siguió siendo la capital de Israel hasta el
tiempo del rey Omri (16: 23). La intervención
divina impidió el estallido de una guerra
inmediata entre el norte, que se separó, y Judá
(1 Reyes 12: 21-24; 2 Crónicas 11: 1-4); sin
embargo, debieron haber ocurrido repetidos
choques militares entre los reinos, ya que “hubo
guerra entre Roboam y Jeroboam todos los días”
(1 Reyes 14: 30; cf. 15: 6), y también “entre
Abiam [Abías] y Jeroboam” (1 Reyes 15: 7; 2
Crónicas 13: 3-20). En estas guerras Jeroboam
perdió temporalmente las ciudades meridionales
de Jeshana, Efrón y aun el nuevo templo de Bet-
el (2 Crónicas 13: 19).

Israel también sufrió la invasión del


faraón Sisac en el quinto año después de
separarse de Judá. La Biblia no dice nada
acerca de ella (1 Reyes 14: 25, 26; 2 Crónicas
12: 2-4), pero las inscripciones de victoria de Sisac en las paredes del templo de Karnak mencionan
ciudades bien conocidas del reino de Jeroboam entre los lugares conquistados: Taanac, Sunem,
Rehob, Mahanim, Meguido… Esta no era una jactancia hueca, porque un fragmento de un
monumento recordativo de la victoria con el nombre de Sisac fue descubierto durante las
excavaciones en Meguido. Sisac pudo haber pensado que la debilidad política de Palestina, creada
por la guerra civil entre el norte y el sur, le facilitaría reconstruir el imperio egipcio en Asia, perdido
desde la era de Amarna. Uno de los hijos de Jeroboam murió en su infancia (1 Reyes 14: 1, 17);
otro, Nadab, siguió a su padre en el trono de Israel (versículos 20).
Diccionario Bíblico Adventista, Jeroboam

De Roboam, que había vivido instruido por una madre amonita y viendo la vida desordenada de su
padre no se podía esperar mucho. Aunque no entró en abierta rebeldía como otros reyes su fracaso es
evidente. Si bien su padre se arrepintió de su mal proceder no pudo borrar el efecto que su vida generó en
su hijo. Aun cuando recibió la orden de evitar la guerra con sus hermanos separados el registro sagrado
nos dice que hubo contienda entre Israel y Judá durante el reinado de Roboam. Abiam (también llamado
Abías) sucedió a su padre Roboam en el trono de Judá.

Fortalecido, pues, Roboam, reinó en Jerusalén; y era Roboam de cuarenta y un años cuando
comenzó a reinar, y diecisiete años reinó en Jerusalén, ciudad que escogió Jehová de todas las
tribus de Israel para poner en ella su nombre. Y el nombre de la madre de Roboam fue Naama
amonita. E hizo lo malo, porque no dispuso su corazón para buscar a Jehová. Las cosas de Roboam,

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primeras y postreras, ¿no están escritas en los libros del profeta Semaías y del vidente Iddo, en el
registro de las familias? Y entre Roboam y Jeroboam hubo guerra constante. Y durmió Roboam con
sus padres, y fue sepultado en la ciudad de David; y reinó en su lugar Abías su hijo.
2 Crónicas 12: 13-16

La cronología comparativa de los reyes de Judá e Israel puede concatenarse con las declaraciones
cruzadas en las que se especifica (como en el caso de la cita siguiente) que un rey de uno de los reinos
empezó a gobernar en un año determinado de un rey del otro. Podemos decir en base a este tipo de
declaraciones que Jeroboam I, rey de Israel, gobernó en los periodos de Roboam, Abiam y Asa, reyes de
Judá. Veamos algo sobre Abiam. Note que por lo general, se menciona la duración de su reinado como de
3 años, lo que puede significar más de 2 años calendario y menos de 4, y puede o no estar afectada esta
duración por el efecto del concepto del año de ascensión, que explicaremos en el material complementario.

En el año dieciocho del rey Jeroboam hijo de Nabat, Abiam comenzó a reinar sobre Judá, y
reinó tres años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Maaca, hija de Abisalom. Y anduvo en
todos los pecados que su padre había cometido antes de él; y no fue su corazón perfecto con Jehová
su Dios, como el corazón de David su padre. Mas por amor a David, Jehová su Dios le dio lámpara
en Jerusalén, levantando a su hijo después de él, y sosteniendo a Jerusalén; por cuanto David había
hecho lo recto ante los ojos de Jehová, y de ninguna cosa que le mandase se había apartado en
todos los días de su vida, salvo en lo tocante a Urías heteo. Y hubo guerra entre Roboam, y
Jeroboam todos los días de su vida. Los demás hechos de Abiam, y todo lo que hizo, ¿no está
escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? Y hubo guerra entre Abiam y Jeroboam. Y
durmió Abiam con sus padres, y lo sepultaron en la ciudad de David; y reinó Asa su hijo en su lugar.
1 Reyes 15: 1-8

Como en el caso de su padre, Abiam no se alejó de los pecados de su progenitor y mantuvo un


estado de guerra con el reino de Israel. Considerando la edad de Roboam al subir al trono (41 años) y sus
17 años de reinado, es posible que Abiam haya sido más joven que el momento en que su padre tomó el
trono, por lo que debe haber muerto relativamente joven, después de reinar sólo 3 años, alrededor de los
40 años.

Segundo rey de Judá después de Salomón, llamado Abiam por el autor de Reyes (1 Crónicas
3: 10; 2 Crónicas 11: 20, 22; 12: 16; 13: 1-14: 1; Mateo 1: 7). Fue hijo de Roboam y gobernó Judá
por 3 años (cerca del 913 - cerca del 911 AC; cf. 2 Crónicas 13: 2 con 1 Reyes 15: 1, 9 por
discrepancias en los años). Por parte de su madre era descendiente de Absalón (15: 2). Siguió la
maldad de su padre y también la guerra contra Jeroboam I (versículos 3, 6, 7); en cierta batalla,
porque “se apoyaban en Jehová”, pudo infligir una severa derrota a Israel (2 Crónicas 13: 3-20).
Tuvo 14 esposas, 22 hijos y 16 hijas (versículo 21). Su biografía fue escrita por el profeta lddo
(versículo 22). La aparente contradicción en cuanto a la madre de Abías (cf. 1 Reyes 15: 2 con 2
Crónicas 13: 2) se explica generalmente diciendo que “Maaca, hija de Abisalom” o Absalón, fue en
realidad la nieta, no la hija, de Absalón. La palabra hebrea traducida por “hija” también se puede
referir a cualquier descendiente femenino, no importa cuán remoto sea.
Diccionario Bíblico Adventista, Abías

Cuando estaba por finalizar el reinado de Jeroboam I (y su vida), Asa sucedió en el trono de Judá a
su padre Abiam. A diferencia de su padre fue (desde el punto de vista espiritual) un gran rey. Aunque, como
cualquiera de nosotros, no fue perfecto durante su vida puede decirse que “hizo lo recto ante los ojos de
Jehová, como David su padre”. Debe haber sido bastante joven al empezar a gobernar (tal vez de unos 20
años), contando que su padre debe haber muerto cerca de los 40 años de edad. Tomando en cuenta que
Asa reinó 41 años (el más largo de los reinados de esta cronología y segundo después de Manasés, hijo
de Ezequías entre todos los reyes de Judá e Israel) por lo que su muerte debe haber acontecido cuando
tenía unos 60 y pocos años. Sufrió de una mal a los pies en los últimos años de su reinado y permitió la
corregencia de su hijo Josafat en los 3 últimos años.

En el año veinte de Jeroboam rey de Israel, Asa comenzó a reinar sobre Judá. Y reinó
cuarenta y un años en Jerusalén; el nombre de su madre fue Maaca, hija de Abisalom. Asa hizo lo
recto ante los ojos de Jehová, como David su padre. Porque quitó del país a los sodomitas, y quitó
todos los ídolos que sus padres habían hecho. También privó a su madre Maaca de ser reina madre,
porque había hecho un ídolo de Asera. Además deshizo Asa el ídolo de su madre, y lo quemó junto
al torrente de Cedrón.
1 Reyes 15: 9-13

Tercer rey del reino sureño de Judá. Reinó 41 años (cerca del 911-cerca del 869 AC). Fue
un buen soberano, e hizo grandes esfuerzos para purificar la religión de su pueblo. Quitó a su
“madre” Maaca (en realidad era su abuela, “adoptada” como madre por conveniencia política; 1
Reyes 15: 2, 8, 10) del cargo de reina madre porque había hecho una imagen de Asera. Asa
destruyó no sólo esta imagen, sino también los ídolos de sus predecesores y todos los altares
extraños y las imágenes del sol. Limpió el país de los hombres que practicaban la prostitución cúltica
y muchos lugares altos. Sin embargo, la gente siguió usando los restantes lugares altos para la

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adoración (1 Reyes 15: 9-14; 2 Crónicas 14: 1-5; 15: 16, 17). Los primeros 10 años de su reinado
fueron pacíficos, y se usaron para reforzar las fortificaciones del país y el ejército (2 Crónicas 14: 1,
6-8). Gracias a ello estuvo listo para rechazar la invasión de Zera y su gran hueste de africanos
(etíopes; versículos 9-15). En el 15º año de su reinado, con la ayuda del profeta Azarías, hijo de
Obed, llevó a cabo una gran reforma religiosa. Reedificó el altar de los holocaustos en el templo y
estimuló a mucha gente a renovar su pacto con Dios (15: 1-15). En el 36º año de su reinado
(probablemente el año 36 después de la división del reino) Baasa de Israel invadió Benjamín y
comenzó a fortificar Rama sobre la ruta principal desde Jerusalén al norte, bloqueando así la salida
norte de Judá. Como le pareció que no tenía fuerzas suficientes para afrontar la amenaza de Baasa,
Asa ofreció a Ben-hadad I de Damasco un enorme tributo como incentivo para atacar Israel. Ben-
hadad aceptó la oferta y obligó a Baasa a retirarse de Rama. Entonces Asa tomó los materiales de
construcción que había dejado Baasa en Rama y con ellos construyó Geba y Mizpa (1 Reyes 15:
16-22; 2 Crónicas 16: 1-6). A Dios le desagradó que Asa buscara ayuda extranjera, por lo que envió
a Hanani, su profeta, para reprender al rey. Asa rechazó este mensaje y encarceló a Hanani.
También maltrató a otros súbditos bien intencionados durante la última parte de su reinado (16: 7-
10). Los años finales de su reinado estuvieron señalados por un gran sufrimiento a causa de un mal
en sus pies. Durante ese período, aparentemente permitió que su hijo Josafat actuara como
corregente y tuviera a su cargo los deberes administrativos. Asa fue sepultado en una tumba que
había preparado para sí en Jerusalén (1 Reyes 15: 23; 2 Crónicas 16: 12-14). Se lo menciona en
la genealogía de Cristo (Mateo 1: 7, 8).
Diccionario Bíblico Adventista, Asa

Durante el segundo año de reinado de Asa en Judá, murió Jeroboam I, rey de Israel, después de 22
años como soberano del reino del norte. Aunque no es posible fechar el primer encuentro de Jeroboam con
el profeta Ahías, puede suponerse que esto ocurrió durante la etapa de apostasía de Salomón, cuando ya
Jeroboam era un contratista de Salomón, por lo que debe haber tenido unos 40 años cuando empezó a
gobernar y un poco más de 62 cuando murió. Aunque Dios le había ofrecido que su dinastía perduraría si
era fiel, su pecado con los becerros y su terquedad a pesar de la reconvención de los profetas haría que su
dinastía despareciera en tiempos del reinado de su hijo.

Los demás hechos de Jeroboam, las guerras que hizo, y cómo reinó, todo está escrito en el
libro de las historias de los reyes de Israel. El tiempo que reinó Jeroboam fue de veintidós años; y
habiendo dormido con sus padres, reinó en su lugar Nadab su hijo.
1 Reyes 14: 19, 20

Nadab, hijo de Jeroboam I, reinó menos de dos años y fue asesinado por un usurpador, Baasa que
se proclamó rey. Poco se dice de Nadab, excepto que no se alejó de los pecados de su padre.

Hijo y sucesor de Jeroboam I, y el segundo rey del reino norteño de Israel (1 Reyes 14: 20).
Reinó menos de 2 años (cerca del 910-909 AC) y siguió a su padre en sus malos caminos (1 Reyes
15: 25, 26). Mientras sitiaba Gibetón, que en ese tiempo pertenecía a los filisteos, fue muerto por
Baasa, el que luego usurpó el trono y posteriormente exterminó a todos los parientes de la casa de
Jeroboam (versículos 27-30). Esta masacre cumplió la profecía de Ahías con respecto de este rey
(14: 10, 11).
Diccionario Bíblico Adventista, Nadab

Dios había anunciado ya el castigo de la casa de Jeroboam mediante el profeta Ahías, el mismo que
le había anunciado que sería rey. Las palabras que dijo Ahías a la mujer de Jeroboam que fue a buscarlo
porque su hijo Abías enfermó, son terribles. El hijo tampoco sobrevivió, pero fue el único que fue sepultado.

Ve y di a Jeroboam: Así dijo Jehová Dios de Israel: Por cuanto yo te levanté de en medio del
pueblo, y te hice príncipe sobre mi pueblo Israel, y rompí el reino de la casa de David y te lo entregué
a ti; y tú no has sido como David mi siervo, que guardó mis mandamientos y anduvo en pos de mí
con todo su corazón, haciendo solamente lo recto delante de mis ojos, sino que hiciste lo malo sobre
todos los que han sido antes de ti, pues fuiste y te hiciste dioses ajenos e imágenes de fundición
para enojarme, y a mí me echaste tras tus espaldas; por tanto, he aquí que yo traigo mal sobre la
casa de Jeroboam, y destruiré de Jeroboam todo varón, así el siervo como el libre en Israel; y barreré
la posteridad de la casa de Jeroboam como se barre el estiércol, hasta que sea acabada. El que
muera de los de Jeroboam en la ciudad, lo comerán los perros, y el que muera en el campo, lo
comerán las aves del cielo; porque Jehová lo ha dicho.
1 Reyes 14: 7-11

Lamentablemente esto aconteció en el segundo año de Nadab y toda la simiente de Jeroboam fue
destruida por el usurpador Baasa. Terminaba así la primera dinastía del reino de Israel… luego de apenas
24 años.

Nadab hijo de Jeroboam comenzó a reinar sobre Israel en el segundo año de Asa rey de
Judá; y reinó sobre Israel dos años. E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, andando en el camino
de su padre, y en los pecados con que hizo pecar a Israel. Y Baasa hijo de Ahías, el cual era de la

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casa de Isacar, conspiró contra él, y lo hirió Baasa en Gibetón, que era de los filisteos; porque Nadab
y todo Israel tenían sitiado a Gibetón. Lo mató, pues, Baasa en el tercer año de Asa rey de Judá, y
reinó en lugar suyo. Y cuando él vino al reino, mató a toda la casa de Jeroboam, sin dejar alma
viviente de los de Jeroboam, hasta raerla, conforme a la palabra que Jehová habló por su siervo
Ahías silonita; por los pecados que Jeroboam había cometido, y con los cuales hizo pecar a Israel;
y por su provocación con que provocó a enojo a Jehová Dios de Israel. Los demás hechos de Nadab,
y todo lo que hizo, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel? Y hubo
guerra entre Asa y Baasa rey de Israel, todo el tiempo de ambos. En el tercer año de Asa rey de
Judá, comenzó a reinar Baasa hijo de Ahías sobre todo Israel en Tirsa; y reinó veinticuatro años. E
hizo lo malo ante los ojos de Jehová, y anduvo en el camino de Jeroboam, y en su pecado con que
hizo pecar a Israel.
1 Reyes 15: 25-34

Baasa pasó a la historia fundamentalmente por su traición y su crimen al exterminar a toda la casa
de Jeroboam. Poco se puede reseñar de su vida o contribución al engrandecimiento del reino del norte. A
pesar de tener un largo reinado recibió la condenación de Dios y se repitió para él y su casa la sentencia
que él había cumplido con Jeroboam.

Tercer soberano del reino norteño de Israel. Reinó 24 años (cerca del 909 - cerca del 886
AC). Era hijo de Ahías, de la tribu de Isacar, y se apoderó del trono al asesinar al rey Nadab durante
el sitio de la ciudad filistea de Gibetón (1 Reyes 15: 27, 28). Su reinado estuvo señalado por la
maldad (versículo 34) y por una guerra continua contra el reino del sur (versículo 32). Uno de los
primeros actos de su gobierno fue exterminar a todos los demás parientes de Jeroboam I,
cumpliendo así la predicción de Ahías (versículos 29 ,30; 14: 10, 11). Su intento de fortalecer Rama,
como baluarte militar dentro del territorio de Judá, fracasó cuando Asa de Judá contrato a Ben-hadad
I de Damasco contra él (1 Reyes 15: 16-21; 2 Crónicas 16: 1-6). El profeta Jehú predijo el exterminio
de la dinastía de Baasa (1 Reyes 16: 1-4).
Diccionario Bíblico Adventista, Baasa

Y vino palabra de Jehová a Jehú hijo de Hanani contra Baasa, diciendo: Por cuanto yo te
levanté del polvo y te puse por príncipe sobre mi pueblo Israel, y has andado en el camino de
Jeroboam, y has hecho pecar a mi pueblo Israel, provocándome a ira con tus pecados; he aquí yo
barreré la posteridad de Baasa, y la posteridad de su casa; y pondré su casa como la casa de
Jeroboam hijo de Nabat. El que de Baasa fuere muerto en la ciudad, lo comerán los perros; y el que
de él fuere muerto en el campo, lo comerán las aves del cielo. Los demás hechos de Baasa, y las
cosas que hizo, y su poderío, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?
Y durmió Baasa con sus padres, y fue sepultado en Tirsa, y reinó en su lugar Ela su hijo. Pero la
palabra de Jehová por el profeta Jehú hijo de Hanani había sido contra Baasa y también contra su
casa, con motivo de todo lo malo que hizo ante los ojos de Jehová, provocándole a ira con las obras
de sus manos, para que fuese hecha como la casa de Jeroboam; y porque la había destruido. En el
año veintiséis de Asa rey de Judá comenzó a reinar Ela hijo de Baasa sobre Israel en Tirsa; y reinó
dos años.
1 Reyes 16: 1-8

Ela, hijo de Baasa reinó 2 años y murió a manos de un usurpador, Zimri. Este último eliminó a toda
la descendencia de Baasa tal como había profetizado Jehú, hijo de Hanani. Terminaba, otra vez
sangrientamente, la breve dinastía de Baasa, apenas 26 años después, mientras que la dinastía davídica
continuaba y continuaría hasta el final del reino de Judá. Quisiera que recuerde que todos estos reyes de
Judá, descendientes de David, forman parte de la genealogía de Jesús.

Cuarto rey del reino norteño de Israel (886-885 AC). Fue muerto por Zimri, un comandante
de sus carros de guerra (1 Reyes 16: 6, 8-10), en cumplimiento de la predicción del profeta Jehú
acerca de Baasa, padre de Ela (versículos 1-4).
Diccionario Bíblico Adventista, Ela

En el año veintiséis de Asa rey de Judá comenzó a reinar Ela hijo de Baasa sobre Israel en
Tirsa; y reinó dos años. Y conspiró contra él su siervo Zimri, comandante de la mitad de los carros.
Y estando él en Tirsa, bebiendo y embriagado en casa de Arsa su mayordomo en Tirsa, vino Zimri
y lo hirió y lo mató, en el año veintisiete de Asa rey de Judá; y reinó en lugar suyo. Y luego que llegó
a reinar y estuvo sentado en su trono, mató a toda la casa de Baasa, sin dejar en ella varón, ni
parientes ni amigos. Así exterminó Zimri a toda la casa de Baasa, conforme a la palabra que Jehová
había proferido contra Baasa por medio del profeta Jehú, por todos los pecados de Baasa y los
pecados de Ela su hijo, con los cuales ellos pecaron e hicieron pecar a Israel, provocando a enojo
con sus vanidades a Jehová Dios de Israel. Los demás hechos de Ela, y todo lo que hizo, ¿no está
todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel? En el año veintisiete de Asa rey de
Judá, comenzó a reinar Zimri, y reinó siete días en Tirsa; y el pueblo había acampado contra Gibetón,
ciudad de los filisteos. Y el pueblo que estaba en el campamento oyó decir: Zimri ha conspirado, y
ha dado muerte al rey. Entonces todo Israel puso aquel mismo día por rey sobre Israel a Omri,

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general del ejército, en el campo de batalla. Y subió Omri de Gibetón, y con él todo Israel, y sitiaron
a Tirsa. Mas viendo Zimri tomada la ciudad, se metió en el palacio de la casa real, y prendió fuego
a la casa consigo; y así murió, por los pecados que había cometido, haciendo lo malo ante los ojos
de Jehová, y andando en los caminos de Jeroboam, y en su pecado que cometió, haciendo pecar a
Israel. El resto de los hechos de Zimri, y la conspiración que hizo, ¿no está todo escrito en el libro
de las crónicas de los reyes de Israel?
1 Reyes 16: 8-20

Zimri fue el más efímero de los reyes de Israel, apenas 7 días, pues Omri comandante del Ejército
en el sitio de Gibetón se alzó en armas y Zimri se suicidó, incendiando el palacio. Triste final de un
conspirador… a manos de otro. Con Zimri termina (y claro… casi ni comenzó) la tercera dinastía del reino
de Israel. La que se iniciaba, la cuarta, sería una de las más largas e importantes por su influencia en el
destino final del reino del norte.

Quinto rey del reino norteño de Israel. Reinó sólo 7 días (cerca del 885 AC). Era comandante
de la mitad de los carros cuando complotó contra el rey y le dio muerte en Tirsa. Usurpó el trono y
exterminó a toda la familia de su predecesor, con lo que se cumplió la profecía que le hizo a Baasa
el profeta Jehú (1 Reyes 16: 9-15). Cuando las noticias de las acciones de Zimri llegaron hasta el
ejército que estaba sitiando Gibetón, proclamaron rey a su comandante Omri, e inmediatamente
marcharon contra Zimri en Tirsa. Tomaron la ciudad después de un corto asedio, y Zimri se suicidó
incendiando el palacio y quedándose adentro (versículos 15-20). Algunos comentaristas lo han
identificado con [otro] Zimri [descendiente del rey Saúl por medio de Jonatán] (1 Crónicas 8: 36; 9:
42), con la idea de que él quería que el reino volviera a la casa de Saúl.
Diccionario Bíblico Adventista, Zimri

Sin embargo, el camino de Omri hacia el trono parece no haber sido tan fácil pues parte del pueblo
(parece que una parte menor en todo caso) siguió a Tibni, de manera que hubo durante unos cinco años
dos reyes en Israel. No se sabe a qué se debió la muerte de Tibni, pero luego el reino quedó consolidado
bajo Omri. Los versos siguientes parecen indicar que hubo una contienda entre ambos bandos (“el pueblo
que seguía a Omri pudo más que el que seguía a Tibni”), de la que salió victorioso Omri.

Entonces el pueblo de Israel fue dividido en dos partes: la mitad del pueblo seguía a Tibni
hijo de Ginat para hacerlo rey, y la otra mitad seguía a Omri. Mas el pueblo que seguía a Omri pudo
más que el que seguía a Tibni hijo de Ginat; y Tibni murió, y Omri fue rey. En el año treinta y uno de
Asa rey de Judá, comenzó a reinar Omri sobre Israel, y reinó doce años; en Tirsa reinó seis años.
1 Reyes 16: 21-23

Hijo de Ginat; por varios años (cerca del 885 - cerca del 880 AC) fue reconocido por una parte
del pueblo como rey de Israel, mientras el resto seguía a Omri. Pero murió no se sabe cómo, y Omri
se convirtió en el único dirigente de Israel (1 Reyes 16: 21, 22).
Diccionario Bíblico Adventista, Tibni

A pesar que la dinastía de Omri no fue precisamente un ejemplo de fidelidad a Dios, no podemos
dejar de reconocer sus dotes de estadista pues, además de establecer a Samaria como la capital, desarrolló
el reino del norte (labor que fue continuada por Acab, su hijo) y basta decir que existen importantes
referencias históricas que llaman a Israel “la tierra de Omri”.

Sexto rey del reino norteño de Israel (cerca del 885 - cerca del 874 AC) y fundador de una
poderosa dinastía que reinó unos 44 años (cerca del 885 - 841 AC), un quinto de la duración del
reino. Antes de ser rey, Omri era comandante del ejército de Ela. Estaba luchando contra los filisteos
en Gibetón cuando Zimri -un oficial de los carros del rey- asesinó a Ela y usurpó el trono. Cuando
esta noticia llegó al ejército, inmediatamente proclamaron rey a Omri y marcharon contra Zimri en
Tirsa, la capital. Este reconoció que no podría mantenerse el trono contra las fuerzas de Omri y se
suicidó: su reinado fue de sólo 7 días (1 Reyes 16: 8-10, 15-20). Sin embargo, el nuevo rey tuvo que
luchar más de 4 años contra Tibni, otro pretendiente al trono que tenía muchos seguidores, antes
de gobernar como único soberano. El reinado de Omri fue de gran importancia política. Mudó su
capital a Samaria (1 Reyes 16: 24), una ubicación de mayor importancia estratégica que Tirsa. Al
escoger un lugar totalmente deshabitado, que no tenía historia ni tradición, Omri reveló gran
sabiduría política e hizo por Israel lo que David había hecho por Judá al elegir a Jerusalén. Subyugó
a Moab, como lo atestigua la Piedra Moabita del rey Mesa… La inscripción dice, en parte: “Omri, rey
de Israel, había oprimido a Moab durante muchos días, porque Quemos estaba enojado con su
tierra... Y Omri había ocupado la tierra de Medeba, e (Israel) vivió en ella sus días y en la mitad de
los días de su hijo, 40 años”. Que la conquista de Moab fue una empresa fructífera se ve por el
tributo que Moab pagó a su hijo Acab. Ascendió, probablemente cada año, a 100.000 corderos y la
lana de 100.000 carneros (2 Reyes 3: 4). Con sus vecinos fenicios, Omri estableció relaciones
cordiales y coronó esas relaciones con el casamiento de su hijo Acab con Jezabel, la hija de Et-baal,
rey de Tiro (“rey de los sidonios” en 1 Reyes 16: 31), de acuerdo con la costumbre de la época. El
resultado de esta alianza con los fenicios fue la introducción del culto de Baal y Asera en Israel hasta
niveles desconocidos (versículos 32, 33). No se sabe mucho de las relaciones de Omri con los sirios

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de Damasco, excepto que otorgó concesiones económicas a Damasco y permitió que mercaderes
sirios tuviera bazares en Samaria (1 Reyes 20: 34). Tampoco se sabe si eso fue un acuerdo
puramente económico o una concesión después de una derrota militar. No hay evidencias de
choques con los asirios, pero los siguientes 150 años de los registros de éstos se refieren a Israel
como a la “tierra de Omri”, o “la casa de Omri”. Aun llaman a Jehú, el exterminador de su dinastía,
un “hijo de Omri”. Su personalidad, su éxito político, o sus empresas comerciales parecen haberle
ganado cierta fama ante los ojos de sus contemporáneos y de generaciones posteriores. En vista
de ello, debe ser considerado como uno de los reyes más notables de Israel, aunque la Biblia sólo
le dedica poco espacio, notando que “hizo lo malo ante los ojos de Jehová”, aún “peor que todos los
que habían reinado antes de él” (1 Reyes 16: 25…).
Diccionario Bíblico Adventista, Omri

El testimonio de la Escritura es que Omri fue aún peor que los reyes que le antecedieron. Puede
afirmarse que el nivel espiritual de Israel iba en rápido descenso. Tal vez su peor error fue la vinculación
con los sidonios mediante una alianza matrimonial y el consecuente ingreso de la idolátrica religión fenicia.

Y Omri durmió con sus padres, y fue sepultado en Samaria, y reinó en lugar suyo Acab su
hijo. Comenzó a reinar Acab hijo de Omri sobre Israel el año treinta y ocho de Asa rey de Judá. Y
reinó Acab hijo de Omri sobre Israel en Samaria veintidós años. Y Acab hijo de Omri hizo lo malo
ante los ojos de Jehová, más que todos los que reinaron antes de él. Porque le fue ligera cosa andar
en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, y tomó por mujer a Jezabel, hija de Et-baal rey de los
sidonios, y fue y sirvió a Baal, y lo adoró. E hizo altar a Baal, en el templo de Baal que él edificó en
Samaria. Hizo también Acab una imagen de Asera, haciendo así Acab más que todos los reyes de
Israel que reinaron antes que él, para provocar la ira de Jehová Dios de Israel. En su tiempo Hiel de
Bet-el reedificó a Jericó. A precio de la vida de Abiram su primogénito echó el cimiento, y a precio
de la vida de Segub su hijo menor puso sus puertas, conforme a la palabra que Jehová había hablado
por Josué hijo de Nun.
1 Reyes 16: 28-34

Su hijo Acab tuvo el reinado más largo de la cuarta dinastía (no consideramos a Tibni en este
cómputo) y es probablemente el rey de Israel al que la Santa Biblia dedica un mayor porción, en especial
debido a la aparición del profeta Elías. Haríamos bien en estudiar este periodo de Israel, pues además del
rico contenido histórico y espiritual, tiene una gran importancia desde el punto de vista escatológico.

Octavo rey (si se incluye a Tibni) del reino norteño de Israel, e hijo y sucesor de Omri. Reinó
22 años (874-853 AC). Se casó con Jezabel (1 Reyes 16: 31). Dirigente militar poderoso, mantuvo
en sujeción a los moabitas (2 Reyes 3: 4, 5; Piedra Moabita, línea 8). Vivió en términos amistosos
con los fenicios y mantuvo la paz con Judá, cuyo príncipe heredero se casó con Atalía (2 Reyes 8:
18, 26). Derrotó a los sirios 2 veces, y tuvo el ejército más numeroso de todas las naciones que
estaban entre Asiria y Egipto. Cuando Ben-adad II de Damasco y aliados sitiaron Samaria, Acab los
rechazó (1 Reyes 20: 1-21) y un año más tarde les infligió una derrota aún mayor en la batalla de
Afec (versículos 22-30); también capturó a Ben-adad. Acab, sin embargo, se mostró neciamente
magnánimo y le conservó la vida; más aún, lo liberó. Ben-adad prometió devolver ciertas ciudades
que su padre había conquistado de Omri, padre de Acab, o como piensan algunos, de Baasa (15:
18-22), y también hizo concesiones económicas al permitir que mercaderes israelitas abrieran
negocios en los bazares de Damasco (20: 31-34 DHH).

Cuando los asirios bajo Salmanasar III amenazaron destruir la independencia de los
pequeños estados de Siria y Palestina, se formó una coalición de 12 naciones bajo el liderazgo de
Damasco para enfrentar al enemigo común. Las inscripciones de Salmanasar muestran que, de los
ejércitos aliados, Acab (llamado Ahabbu mat Sir'ilâ, “Acab el israelita”) tenía la mayor fuerza en
carros (2.000, de un total de 3.940) y una infantería de 10.000 soldados (de un total de 60.000). La
batalla (que no se menciona en la Biblia) ocurrió en Qarqar, sobre el Orontes en la Siria central, en
el 6º año de Salmanasar, que puede ser datado con bastante certeza como el 853 AC. El registro
de la participación de Acab en esta batalla provee el sincronismo más temprano entre las historias
bíblica y secular…

Aunque los aliados no obtuvieron una victoria decisiva, los asirios fueron obligados a
retroceder y dejar Siria sin conquistarla por el momento. Tan pronto se eliminó la amenaza común,
se rompió la alianza y siguieron las antiguas disputas que existían entre las pequeñas naciones de
Siria y Palestina. Acab se dispuso de inmediato a tomar la ciudad de Ramot de Galaad, que estaba
en manos de los arameos de Siria desde hacía algún tiempo. En la batalla por esa ciudad fue
mortalmente herido (1 Reyes 22: 2-36). Su cuerpo fue llevado a Samaria para recibir sepultura y,
como había predicho el Señor mediante Elías (21: 19), los perros lamieron la sangre de Acab que
había manchado su carro (22: 38). El próspero reinado de Acab y sus conexiones amistosas con los
fenicios trajo mucha riqueza a su país, permitiéndole ocuparse extensamente de construcciones,
señaladas en la Biblia con unas pocas palabras (1 Reyes 22: 39), pero confirmadas por las
excavaciones en Samaria. Las ruinas de la ciudad indican que Acab construyó su palacio junto al de

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Omri y en parte sobre él, y que hizo decorar su residencia con placas de marfil hermosamente
talladas por las que, evidentemente, se lo llegó a conocer como el Palacio de Marfil de Acab. De
acuerdo con 1 Reyes 21: 1 también había un palacio real en Jezreel…

Aunque gozó de gran éxito militar y político, Acab fue débil en asuntos religiosos. “Hizo lo
malo ante los ojos de Jehová, más que todos los que reinaron antes que él” (1 Reyes 16: 30).
Permitió que su esposa pagana introdujera el culto a Baal y a Asera, y que persiguiera a los
adoradores del Dios de Israel. Parece que Acab se consideraba un adorador de Jehová, puesto que
consultó varias veces a los profetas de Jehová (20: 13, 14, 22, 28; 22: 8, 16), y dio por lo menos a
tres de sus hijos nombres que contenían parte del nombre divino Yahweh: Ocozías, Joram y Atalía.
También cooperó en la realización de la confrontación entre Elías y los profetas de Baal, y no interfirió
cuando Elías ordenó que esos sacerdotes fueran muertos (18: 16-45). Toleró una reprensión del
profeta por su necia magnanimidad hacia Ben-
adad (20: 35-43) y mostró tristeza por el
asesinato de Nabot instigado por Jezabel (21:
27-29), por el cual el profeta lo tuvo por
responsable.
Diccionario Bíblico Adventista, Acab

Esta sucesión de reyes de Israel desde el final


del reinado de Jeroboam I, pasando por Nadab, Baasa,
Ela, Zimri, Omri y el inicio del reinado de Acab cae
dentro del buen reinado de 41 años de Asa en Judá. Vea
el diagrama. Asa había colocado, como señalamos
líneas arriba, a su hijo Josafat como corregente en los
últimos años de su reinado y finalmente descansó.

Josafat es uno de los pocos reyes de este


periodo de los que tenemos información sobre su edad
al acceder al trono. Dada la duración del reinado de Asa
y la edad de Josafat al sucederle es posible notar que
habría nacido cuando su padre tenía unos 26 años.
Josafat reinaría en Judá mientras Acab, Ocozías y
Joram lo hacían en el reino del norte. Josafat fue un
buen rey, continuó las reformas espirituales de su padre.
A pesar de aliarse militarmente con la estirpe de Omri
supo mantener la espiritualidad de su nación.

Josafat hijo de Asa comenzó a reinar


sobre Judá en el cuarto año de Acab rey de
Israel. Era Josafat de treinta y cinco años cuando
comenzó a reinar, y reinó veinticinco años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Azuba hija de
Silhi.
1 Reyes 22: 41, 42

Cuarto rey del reino sureño de Judá. Reinó 25 años (cerca del 872 - cerca del 848 AC; 2
Reyes 8: 16; cf. 1: 17; 2 Crónicas 20: 31). Hay razones para creer que estuvo asociado con su
padre Asa (Mateo 1: 8) en el trono durante los últimos años del reinado de éste, pues Asa sufría de
los pies. A su vez, el hijo de Josafat, Joram, fue corregente en el trono hacia el fin del reinado de su
padre. Josafat reinó sólo unos 17 años [22 años según nuestros cálculos]. Se lo describe como un
buen rey, que no sirvió a dioses extranjeros, aunque muchos de sus súbditos todavía adoraban en
los lugares altos, que no habían sido eliminados (1 Reyes 22: 43; 2 Crónicas 17: 3). En su tercer
año envió príncipes, levitas y sacerdotes por todo Judá para enseñar al pueblo los principios de la
Ley de Dios (2 Crónicas 17: 7-9), y Dios lo bendijo por esta causa. Pudo hacer las paces con Israel
y también ganar el respeto y el favor de las naciones vecinas, algunas de las cuales le enviaron
regalos (1 Reyes 22: 44; 2 Crónicas 17: 11). Fue lamentable que relacionara su casa con la de
Omri de Israel, al tomar a Atalía, la idólatra hija de Acab, como esposa para su hijo (2 Reyes 8: 18)…

Mientras visitaba a Acab después de la batalla de Qarqar (853 AC), Josafat fue incitado por
el rey israelita a ayudarlo en una campaña para reconquistar Ramot de Galaad de los sirios. La
campaña fracasó y en la batalla Acab fue mortalmente herido, pero Josafat escapó (1 Reyes 22: 1-
38; 2 Crónicas 18: 1-34). La confraternización de Josafat con el malvado rey de Israel fue
severamente reprendida por el profeta Jehú, hijo de Hanani (2 Crónicas 19: 1, 2). Al volver del norte,
Josafat continuó las reformas religiosas y judiciales iniciadas por su padre (1 Reyes 22: 46; 2
Crónicas 17: 6). También instituyó un cuerpo judicial en Jerusalén para actuar como suprema corte
del país (2 Crónicas 19: 4-11).

Más tarde, durante su reinado, los amonitas, moabitas y edomitas se unieron para invadir
Judá desde el sur. Josafat buscó a Dios pidiendo liberación y el Señor atendió su oración. Los

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enemigos empezaron a pelear entre sí y en una sangrienta lucha se destruyeron mutuamente, hasta
el punto que “ninguno” escapó (2 Crónicas 20: 1-30). Fue probablemente este desastre lo que le
dio a Josafat acceso al fuerte edomita de Ezión-geber, aparentemente no ocupado por Judá desde
el tiempo de Salomón. Ocozías de Israel se unió a él en una empresa para construir navíos con fines
comerciales. Pero los barcos naufragaron, presumiblemente por una tempestad. Ocozías parece
haber sugerido un segundo intento, pero Josafat no aceptó la idea, porque había sido reprendido
por el profeta Eliezer por haberse unido con el malvado rey de Israel (1 Reyes 22: 48, 49; 2 Crónicas
20: 35-37). Más tarde, se alió con Joram, otro hijo de Acab, en una campaña contra Moab, que tuvo
cierto éxito (2 Reyes 3: 4-27). Josafat fue sepultado en las tumbas reales de Jerusalén (2 Crónicas
21: 1).
Diccionario Bíblico Adventista, Josafat

Mientras Josafat reinaba en Judá, ascendió al trono del norte Ocozías, hijo de Acab. Igual que su
padre su maldad fue evidente y reinó menos de dos años y murió muy joven, probablemente por debajo de
los 30 años, tuvo que dejar el trono a su hermano menor Joram, pues no tenía hijo.

Ocozías hijo de Acab comenzó a reinar sobre Israel en Samaria, el año diecisiete de Josafat
rey de Judá; y reinó dos años sobre Israel. E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, y anduvo en el
camino de su padre, y en el camino de su madre, y en el camino de Jeroboam hijo de Nabat, que
hizo pecar a Israel; porque sirvió a Baal, y lo adoró, y provocó a ira a Jehová Dios de Israel, conforme
a todas las cosas que había hecho su padre.
1 Reyes 22: 51-53

Noveno rey del reino norteño de Israel (si se incluye a Tibni). Ocozías siguió a su padre Acab
en el trono y reinó menos de 2 años (cerca del 853 - 852 AC). Es extraño que no se mencione por
nombre a su madre, probablemente Jezabel. En armonía con la tradición familiar, “hizo lo malo ante
los ojos de Jehová” y sirvió a los baales (1 Reyes 22: 40, 51-53). Se unió con Josafat, rey de Judá,
en la construcción de una flota de barcos que debía salir para Ofir en busca de oro. Los barcos
naufragaron en Ezión-geber sobre el Golfo de Aqaba, quizás en una de las peligrosas tormentas que
allí se originan repentinamente. Parece que Ocozías propuso un segundo intento, pero Josafat lo
rechazó después de haber sido advertido por el profeta en contra de unirse con el malvado rey de
Israel (1 Reyes 22: 48, 49; 2 Crónicas 20: 35-37). La rebelión de Moab parece haber ocurrido
durante su reinado, pero nada se hizo para obligar a ese país a volver a la sumisión (2 Reyes 1: 1).
Ocozías se enfermó seriamente cuando “cayó por la ventana de una sala” de su palacio. Cuando
envió mensajeros a Baalzebub, dios de Ecrón, para pedir sanamiento, sus hombres fueron
interceptados por Elías, quien los envió de regreso con el mensaje de que el rey moriría por sus
heridas (versículos 2-4). Como murió sin hijos, el trono pasó a su hermano Joram (versículo 17).
Diccionario Bíblico Adventista, Ocozías

Su hermano Joram también reinó mientras Josafat era rey en Judá. Aunque eliminó el culto a Baal
que se había establecido no corrigió la adoración idolátrica que había establecido Jeroboam. Joram fue el
último de la dinastía de Omri. Reinó 12 años y fue contemporáneo del rey Joram de Judá (no hay que
confundir a ambos), que sucedió a Josafat.

Joram hijo de Acab comenzó a reinar en Samaria sobre Israel el año dieciocho de Josafat rey
de Judá; y reinó doce años. E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, aunque no como su padre y su
madre; porque quitó las estatuas de Baal que su padre había hecho. Pero se entregó a los pecados
de Jeroboam hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel, y no se apartó de ellos.
2 Reyes 3: 1-3

Décimo rey del reino norteño de Israel (si se incluye a Tibni en la lista; 2 Reyes 8: 16, 25;
etc.). Joram fue hijo de Acab y Jezabel (8: 28; 9: 22), y sucedió a su hermano mayor, Ocozías (1
Reyes 22: 40; 2 Reyes 1: 17), como último rey de la dinastía de Omri. Reinó durante 12 años (2
Reyes 3: 1; cerca del 852 - 841 AC). Fue un poco menos idólatra que su padre y quitó las estatuas
de Baal (versículo 2), aunque la adoración del dios parece haber seguido hasta el tiempo de Jehú,
aunque en una forma menos oficial (10: 18-28). Cuando el rey moabita Mesa se rebeló contra Israel,
después de la muerte de Acab, Joram intentó volverlo a la sujeción anterior. Para su empresa reclutó
la ayuda de Josafat de Judá y la del rey de Edom. Los ejércitos de los tres reyes marcharon hacia
Moab a través de Edom, intentando atacar a Moab desde el sur. Casi perecieron de sed en el
desierto del sur, pero por medio de Eliseo se les proveyó milagrosamente de agua. La campaña tuvo
éxito en las etapas iniciales, y la capital del rey Mesa, Kir-hareset, fue sitiada. Cuando una salida de
los sitiados moabitas no produjo alivio, el desesperado rey moabita sacrificó a su hijo primogénito
sobre el muro de la ciudad. Poco después, por alguna razón desconocida, los ejércitos aliados
levantaron el sitio y retornaron (2 Reyes 3: 1-27). La Piedra Moabita del rey Mesa trata de este
período y contiene mucha información adicional.

Joram fue el rey a quien probablemente Ben-adad II de Damasco envió a su comandante


Naamán para ser sanado de la lepra (2 Reyes 5: 1-7); el rey no identificado a quien Eliseo reveló
los movimientos del ejército sirio; y quien alimentó a los soldados enemigos y los envió de regreso

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desarmados a Siria después de haber sido heridos de ceguera en Dotán por la oración de Eliseo (6:
8-23). Probablemente también fue el rey que, durante el sitio de Samaria, culpó al profeta por el
sufrimiento del pueblo (versículos 24-33). La ciudad experimentó una liberación inesperada como
había predicho Eliseo (7: 1-20). La vida llena de incidentes de Joram llegó a un fin trágico. Recibió
heridas en Ramot de Galaad en una guerra contra los sirios, y mientras se recuperaba en Jezreel
fue asesinado por Jehú, el comandante de su ejército, que usurpó el trono de Israel (9: 14-28). En
ese momento estaba Ocozías de Judá con Joram, que también fue herido mortalmente por Jehú.
Diccionario Bíblico Adventista, Joram

A la muerte de Josafat, reinó Joram en Judá (no confundir con Joram, rey de Israel con quien fue
contemporáneo). Joram había sido ya corregente con su padre unos 5 o 6 años. El comportamiento de
Joram cuando accedió al trono fue terrible; mató a sus hermanos y a otros príncipes, probablemente por su
temor a que compitieran por el trono en el futuro. Es muy posible que Joram ya estuviera siendo influenciado
por Atalía, su esposa, hija del impío Acab, rey de Israel. Reinó solamente 8 años y cuando murió no recibió
los honores correspondientes de ser enterrado en las tumbas reales.

En el quinto año de Joram hijo de Acab, rey de Israel, y siendo Josafat rey de Judá, comenzó
a reinar Joram hijo de Josafat, rey de Judá. De treinta y dos años era cuando comenzó a reinar, y
ocho años reinó en Jerusalén.
2 Reyes 8: 16, 17

Y durmió Josafat con sus padres, y fue sepultado con ellos en la ciudad de David su padre;
y en su lugar reinó Joram su hijo.
1 Reyes 22: 50

Quinto rey del reino sureño de Judá. Los datos cronológicos de la Biblia (1 Reyes 22: 42; 2
Reyes 1: 17; 3: 1) indican que Joram estuvo asociado con su padre Josafat en el trono (unos 5 o 6
años; cerca del 854 - cerca del 848 AC) antes de ser el único gobernante. Reinó menos de 8 años
(2 Crónicas 21: 5; cerca del 848 - cerca del 841 AC). Se casó con Atalía, una hija de Acab, y la
acompañó en la adoración de Baal, como su suegro había seguido a Jezabel (2 Reyes 8: 18, 26; 2
Crónicas 21: 6, 11). Después de la muerte de su padre, Joram asesinó a sus hermanos y a otros
príncipes de Judá (2 Crónicas 21: 1-4). Su maldad no pasó sin castigo, porque cayeron sobre él
una calamidad tras otra, como Elías se lo había predicho (versículos 12-15). Primero se rebelaron
los edomitas, que, aunque Joram pudo derrotarlos, permanecieron independientes (2 Reyes 8: 20-
22; 2 Crónicas 21: 8-10). Así Judá perdió las minas de cobre de Edom y la ciudad de Ezión-geber
con su puerto. Luego se rebeló Libna (2 Reyes 8: 22; 2 Crónicas 21: 10); y durante una invasión
de los filisteos y tribus del noroeste de Arabia, Jerusalén fue saqueada, así como también el palacio,
y el harem real con todos sus hijos, excepto los menores, fueron llevados cautivos (2 Crónicas 21:
16, 17; 22: 1). Finalmente, una enfermedad intestinal incurable lo atormentó durante los 2 últimos
años de su vida (21: 18, 19). Murió sin ser lamentado y fue sepultado en Jerusalén, pero no en las
tumbas reales (versículos 20).
Diccionario Bíblico Adventista, Joram

La temprana muerte de Joram, rey de Judá, a los 40 años de edad dejó el reino en manos de
Ocozías, su hijo mayor, de 22 años, nacido cuando su padre tendría unos 17 años. Por la alianza que se
había formado con la casa de Omri, Ocozías pereció un año después junto con Joram, rey de Israel cuando
Jehú se rebeló contra este último y lo depuso y mató.

Y durmió Joram con sus padres, y fue sepultado con ellos en la ciudad de David; y reinó en
lugar suyo Ocozías, su hijo.
2 Reyes 8: 24

Sexto rey del reino sureño de Judá; reinó menos de un año (cerca del 841 AC; 2 Reyes 8:
26; 2 Crónicas 22: 1-4…) En 2 Crónicas 21: 17 se lo llama Joacaz. Ocozías fue el hijo menor
[probablemente error de escritura del documento citado] de Joram y Atalía, y siguió a su padre en lo
malo. Llegó al trono a los 22 años. Se
unió con su tío Joram de Israel para
pelear contra Hazael de Damasco en
Ramot de Galaad; Joram fue herido
en batalla y se fue a Jezreel para
recuperarse. Mientras estaba allí,
Ocozías lo visitó (2 Reyes 8: 28. 29;
2 Crónicas 22: 5, 6), y durante su
estancia en Jezreel se produjo la
rebelión de Jehú. Al llegar a Jezreel,
el aspirante al trono mató a Joram;
Ocozías huyó, pero fue mortalmente
herido y su cuerpo fue llevado a
Jerusalén para su sepultura (2 Reyes

Reyes hasta Joás Federico Salvador Wadsworth Página 19 de 36


9: 27-29; 2 Crónicas 22: 7-9). Después de su muerte, Atalía mató a sus herederos (excepto al niño
Joás, que fue escondido) y tomó el trono (2 Reyes 11: 1-3). En 2 Reyes 10: 13, 14 se habla de la
muerte de los hermanos de Ocozías (donde “hermanos” significaría:

a. “hermanos reales”, pues Ocozías nació cuando su padre tenía sólo 18 años [cf. 2 Reyes 8:
17, 26; 10: 14; 2 Crónicas 22: 1];
b. “parientes cercanos”, pues la cifra incluiría sobrinos y primos). En 2 Crónicas 22: 8, un pasaje
paralelo, el autor lo narraría en términos concretos.
Diccionario Bíblico Adventista, Ocozías

La muerte de Ocozías, rey de Judá, ocurrida en simultáneo con la muerte de Joram, rey de Israel,
dejó descabezadas ambas monarquías. En Israel se terminaba la poderosa dinastía de Omri, la cuarta
desde la fundación del reino, y empezaba la dinastía de Jehú, la quinta consecuentemente. Mientras tanto
en Judá una especie de interregno (una interrupción en la normal sucesión de los monarcas) surgía con la
usurpación de Atalía, madre de Ocozías e hija de Acab y Jezabel, de la que nos ocuparemos un poco más
adelante.

Jehú, a pesar de la violencia que implicó la toma del reino, fue nombrado por Dios mismo como rey
a través de uno de los jóvenes ayudantes del profeta Eliseo. Jehú se convierte en el impetuoso héroe de
una exitosa revuelta que implicaría una reforma en Israel, que lamentablemente no se consolidó ni se
profundizó lo suficiente, aunque exterminó el culto a Baal que había introducido Jezabel como esposa de
Acab. Su reforma no se extendió además a la eliminación de los becerros de Bethel y Dan, por lo que el
“pecado de Jeroboam” permaneció. A pesar de esto Dios permitió que su dinastía permaneciera durante 4
generaciones. Nos ocuparemos un poco más de Jehú en la siguiente cronología.

El tiempo que reinó Jehú sobre Israel en Samaria fue de veintiocho años.
2 Reyes 10: 36

Undécimo rey del reino norteño de Israel (si se incluye a Tibni en el cómputo). Reinó 28 años
(cerca del 841 - cerca del 814 AC) y fue uno de los fundadores de la dinastía que reinó más tiempo
y con más poder en Israel. Era hijo de Josafat (no el rey de Judá) y nieto de Nimsi (1 Reyes 19: 16;
2 Reyes 9: 2). Fue oficial del ejército de Acab y Joram, y se destacaba como un impetuoso conductor
de carros de guerra (2 Reyes 9: 20). Mientras estaba sitiando la ciudad de Ramot de Galaad fue
ungido por uno de los ayudantes de
Eliseo como rey para suceder a
Acab (1 Reyes 19: 16; 2 Reyes 9:
1-10). Apoyado por sus colegas,
inmediatamente viajó a Jezreel,
donde el rey Joram se estaba
recuperando de heridas recibidas
en Ramot de Galaad. Al llegar allí,
Jehú lo mató (2 Reyes 9: 11-26) e
hirió mortalmente a Ocozías, rey de
Judá, que estaba visitando a Joram
(versículo 27). También mató a
Jezabel, la reina madre de Israel
(versículos 30-37), a 70 príncipes
de la casa de Acab (10: 1-11) y a
42 parientes cercanos de Ocozías,
de Judá (2 Reyes 10: 12-14; 2
Crónicas 22: 8; cf. Oseas 1: 4).
Después que exterminó la casa de
Acab (que había introducido el
culto de Baal en Israel), se volvió contra sus adoradores en general. Astutamente se proclamó un
ardiente seguidor de Baal e invitó a todos los hombres y mujeres del mismo espíritu que se reunieran
en el templo del dios. Cuando la multitud estuvo reunida y adorando, ordenó a sus soldados que
mataran a cuantos estaban en el templo. El edificio fue entonces profanado y convertido en letrina
(2 Reyes 10: 18-29). Porque Jehú había sido fiel en el exterminio del culto de Baal, el Señor le
prometió que su dinastía continuaría por 4 generaciones más (versículo 30). Sin embargo, no
destruyó el culto del becerro que había instituido Jeroboam, y por ello fue responsable de la
continuación de la idolatría en Israel (versículos 29, 31).

Durante el año en que Jehú ascendió al trono (841/40 AC) el rey Salmanasar III, de Asiria,
invadió Siria, y Jehú consideró prudente salir a recibirlo con tributos, como un vasallo, antes que ser
su enemigo. Esta sumisión de Jehú está registrada en el famoso Obelisco Negro que Layard
encontró entre las ruinas de Nimrûd (la Cala bíblica), y que ahora está en el Museo Británico… en
uno de sus lados tiene la única representación pictórica contemporánea de un rey hebreo.
Salmanasar III fue seguido por reyes débiles, circunstancia que dio a Hazael, rey de Damasco, la

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oportunidad de volverse contra Israel. Por cuanto Jehú no fue lo suficientemente fuerte como para
detener a los arameos, le quitaron todos los territorios al este del Jordán (2 Reyes 10: 32, 33; cf.
Amós 1: 3).
Diccionario Bíblico Adventista, Jehú

La muerte de Ocozías en Judá produjo un acontecimiento inesperado. Atalía, madre de Ocozías,


hizo matar a toda la descendencia de su hijo, aunque escapó uno de ellos el pequeño Joás de apenas un
año de edad. Sobreponiéndonos a lo repulsivo que resulta que una abuela asesine a sus nietos,
intentaremos analizar el trasfondo de esto. El Mesías debía venir de la casa de David, por lo que Satanás
intentó, al matar a todos los hijos del rey, que esto no fuera posible. Dios actuó para preservar al pequeño
Joás. Es interesante notar que a pesar que Ocozías tenía unos 23 años a morir, ya tenía aparentemente
una numerosa descendencia, probablemente en varias esposas, como solía ocurrir en esos tiempos.

Cuando Atalía madre de Ocozías vio que su hijo era muerto, se levantó y destruyó toda la
descendencia real. Pero Josaba hija del rey Joram, hermana de Ocozías, tomó a Joás hijo de
Ocozías y lo sacó furtivamente de entre los hijos del rey a quienes estaban matando, y lo ocultó de
Atalía, a él y a su ama, en la cámara de dormir, y en esta forma no lo mataron. Y estuvo con ella
escondido en la casa de Jehová seis años; y Atalía fue reina sobre el país.
2 Reyes 11: 1-3

Esposa del rey Joram de Judá, hija de Acab y nieta de Omri (2 Reyes 8: 18, 26; 2 Crónicas
21: 6; 22: 2), la única reina que gobernó en la historia hebrea del Antiguo Testamento. Usurpó el
trono cuando Jehú de Israel mató a su hijo Ocozías (841 AC). Para consolidar su posición hizo matar
a todos los descendientes de su hijo. Sin embargo, sin que ella lo supiera, Joás, un hijo muy pequeño
de Ocozías, escapó de la masacre y fue escondido por Josaba (Josabet), la esposa del sumo
sacerdote Joiada (2 Reyes 11: 1, 2; 2 Crónicas 22: 10, 11). Como se había criado en la casa idólatra
de Acab y Jezabel, Atalía introdujo la adoración de Baal en Judá (2 Reyes 11: 18; 2 Crónicas 23:
17). En el 7º año de su reinado (835 AC), durante una insurrección contra ella, Atalía fue asesinada
y el niño Joás fue coronado (2 Reyes 11: 3-16; 2 Crónicas 22: 12; 23: 1-16).
Diccionario Bíblico Adventista, Atalía

El interregno provocado por la usurpación de Atalía duró 6 años. Su final ocurrió cuando el pequeño
Joás de sólo 7 años fue entronizado y Atalía fue ejecutada por sus crímenes. Trataremos más sobre Joás
en la siguiente cronología de los reyes.

Era Joás de siete años cuando comenzó a reinar.


2 Reyes 11: 21

Octavo gobernante del reino sureño de Judá. Reinó 40 años (cerca del 835 - cerca del 796
AC). En el 841 AC, cuando apenas era un niño, su padre Ocozías fue asesinado por el rey Jehú de
Israel. Entonces Atalía, la madre de Ocozías se apoderó del trono después de asesinar a todos los
hijos de Ocozías menos un hijo pequeño, que fue salvado sólo porque la hermana de su padre,
Josaba, esposa del sumo
sacerdote Joiada, lo sacó
furtivamente y lo ocultó (2 Reyes
11: 1-3; 2 Crónicas 22: 10-12).
En el 7º año del reinado de
Atalía, Joiada presentó al joven
príncipe a los oficiales del
ejército y consiguió su apoyo
para destronar a Atalía y poner
como rey a Joás. Bajo la
protección del ejército se puso
en marcha el plan y el niño fue
proclamado rey en el templo.
Atalía, atraída por las
aclamaciones, se dirigió a ese
lugar, pero luego fue muerta (2
Reyes 11: 4-16; 2 Crónicas 23:
1-15).

Joiada se puso de
inmediato a restaurar la
adoración de Dios y a destruir el templo de Baal. Cuando el joven rey llegó a la adultez, reparó el
templo, que ya tenía unos 150 años de existencia, pero dejó que los lugares altos continuaran como
lugares de adoración (2 Reyes 11: 17-12: 16; 2 Crónicas 23: 16-24: 16). Sin embargo, después de
la muerte de Joiada, el rey cambió considerablemente y llegó a adorar a Asera y otros ídolos.

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Reprendido por el hijo de su protector, Zacarías, ordenó que lo apedrearan (2 Crónicas 24: 17-22;
cf. Lucas 11: 51). También sufrió una seria derrota militar cuando Hazael de Damasco invadió Judá
después de tomar la ciudad filistea de Gat. Pudo tranquilizar a los arameos entregándoles todos los
tesoros del palacio y del templo (2 Reyes 12: 17, 18; 2 Crónicas 24: 23, 24). Poco después de su
derrota fue asesinado en su cama por dos de sus propios cortesanos (2 Reyes 12: 20, 21; 2
Crónicas 24: 25, 26). Fue enterrado en la ciudad de David, pero no en las tumbas reales. Su hijo
Amasías lo sucedió en el trono.
Diccionario Bíblico Adventista, Joás

7.3. Cronología

Si creamos, en base a estos relatos, una tabla de los periodos claves desde Roboam hasta Joás en
el Reino de Judá (parte superior del cuadro) y de Jeroboam I a Jehú en el Reino de Israel, podemos
encontrar la información resumida en el siguiente cuadro.

Año AC de Año AC de
Personajes del periodo Duración inicio final
Roboam, antes de ser rey 41 972 931
Roboam, rey 17 931 914
Abiam, rey 3 914 911
Asa, rey 41 911 869
Josafat, antes de ser rey 32 904 872
Josafat, corregente 3 872 869
Josafat, rey 22 869 848
Joram, antes de ser rey 26 880 854
Joram, corregente 6 854 848
Joram, rey 8 848 841
Ocozías, antes de ser rey 22 863 841
Ocozías, rey 1 841 841
Atalía 6 841 835
Joás, antes de ser rey 7 842 835
Joás, rey 40 835 796
Jeroboam, rey 21 931 910
Nadab, rey 2 910 909
Baasa, rey 24 909 886
Ela, rey 2 886 885
Zimri, rey 0 885 885
Omri, rey 12 885 874
Tibni, rey 5 885 880
Acab, rey 22 874 853
Ocozías, rey 2 853 852
Joram, rey 12 852 841
Jehú, rey 28 841 814

Habrá notado que la cronología está definida en base a la era AC (antes de Cristo) que se entiende
basada en el año histórico del nacimiento de Jesús (aunque realmente no nació dicho año histórico, cosa
que trataremos en otra oportunidad). Quisiera, como siempre, hacer algunas observaciones que relativizan
las fechas que usamos en esta cronología:

a. La duración de los periodos está aproximada al año.


b. Como no se mencionan, por otro lado, las fracciones de años, los errores pueden acumularse por
exceso o por defecto, o pueden anularse entre sí. Esto tiene un efecto menor sobre el diagrama que
no tiene mucha precisión para periodos muy pequeños, tomando en cuenta que hay reyes que
apenas gobernaron uno o dos años.
c. Los números marcados en rojo corresponden a estimaciones que se explican en la cronología, pero
que podrían tener un mayor margen (aunque aún poco importante) de error. Su potencial variación
no afectaría, sin embargo, las conclusiones fundamentales de esta cronología.

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d. Algunos eventos históricamente fechables permiten organizar alrededor de ellos otros periodos con
una menor precisión histórica (en cuanto a la fecha de ocurrencia y no de si realmente acontecieron).

7.4. Conclusiones

La cronología de este periodo nos permite extraer las siguientes conclusiones:

1. El reino de Judá desde Roboam (931 AC) hasta el inicio del reinado de Joás (835 AC) tuvo 90 años
de una sola dinastía (que continuaría con Joás) y 6 años de interregno bajo Atalía, para un total de
96 años.
2. El reino de Israel desde Jeroboam I (931 AC) hasta el inicio del reinado de Jehú (841 AC) tuvo en
90 años cuatro dinastías (con Jehú se inicia la quinta). Las dinastías fueron:

 Jeroboam, Nadab (931-909 AC), 22 años


 Baasa, Ela (909-885 AC), 24 años
 Zimri, 7 días
 Omri (hubo una división temporal del reino bajo 2 reyes, el otro fue Tibni), Acab, Ocozías,
Joram (885-841 AC), 44 años.

3. La más longeva de este periodo, y también la más importante para el desarrollo de Israel, fue la
dinastía de Omri, que llegó a emparentar con el reino de Judá.
4. El más largo reinado en Judá fue el de Asa con 41 años.
5. El más corto reinado en Judá fue el de Ocozías con 1 año.
6. El más largo reinado en Israel fue el de Baasa con 24 años.
7. El más corto reinado en Israel fue el de Zimri con 7 días.
8. En Judá reinaron 6 reyes con un interregno de 6 años con Atalía.
9. En Israel reinaron 9 reyes con un momento donde existieron 2 reyes en simultáneo, Tibni en el
tiempo de Omri.
10. Las casas reales de Judá e Israel estuvieron emparentadas cuando Joram, rey de Judá se casó con
Atalía, hija de Acab, rey de Israel, y Jezabel.
11. Hubieron 4 sucesiones violentas en Israel (todos ocurrieron en los cambios de dinastía, y
lamentablemente incluyeron la destrucción de toda la estirpe real anterior) y solamente una
infructuosa en Judá a manos de Atalía, que intentó hacer lo mismo, es decir destruir a toda la familia
real para consolidarse en el trono.
12. Hubieron 2 corregencias registradas en Judá: Josafat y Joram con sus padres: Asa y Josafat
respectivamente. La duración de las corregencias fueron de 3 y 6 años respectivamente.
13. No se registran corregencias en Israel.

8. Material complementario

8.1. Aparentes discrepancias y el calendario

Como en toda cronología de etapas históricamente antiguas, es posible que existan algunas
discrepancias en las fechas de ocurrencia de determinados eventos (ascensión al trono, batallas, u otros
acontecimientos importantes como corregencias). Algunas de estas discrepancias son aparentes pues
están causadas por distintos métodos para contar el tiempo. Nos enfocaremos en este acápite en el efecto
calendario y las corregencias y en el siguiente acápite sobre el llamado año de ascensión.

Además del Diccionario Bíblico Adventista y el Comentario Bíblico Adventista utilizaremos una obra
muy documentada que trata sobre este tema, que le recomiendo leer integralmente dado que la citaremos
sólo parcialmente en este tratado. Primero, veamos algo sobre las discrepancias que podrían percibirse
para todo el periodo de los reyes (no solamente de la etapa que estamos detallando en esta cronología) y
luego intentaremos encontrar las razones por las que en muchos casos o en todos las discrepancias son
más bien aparentes.

Los libros de los Reyes y los de Crónicas dan todo un caudal de datos cronológicos de los
reyes hebreos posteriores a Salomón, que ocuparon los tronos de Israel, el reino que se separó de
los herederos de la corona de David, y de Judá, los portadores de aquella corona, descendientes
dinásticos de David y Salomón. El sistema cronológico de los libros mencionados, sobre todo el de
los libros de Reyes, pone en relación los datos cronológicos de ambas naciones, de modo que
cuando un rey ascendía al trono de una nación, se suele hacer constar un sincronismo con un año
del reinado del monarca del otro país. Además, se hace constar, por supuesto, el número de años
que reinó cada rey. Así, por ejemplo, en 2 Reyes 13: 1, se dice que en “el año veintitrés de Joás hijo
de Ocozías, rey de Judá, comenzó a reinar Joacaz hijo de Jehú sobre Israel en Samaria; y reinó
diecisiete años”. Y sobre Amasías de Judá puede leerse en 2 Reyes 14: 1-2 que en “el año segundo
de Joás hijo de Joacaz rey de Israel, comenzó a reinar Amasías hijo de Joás rey de Judá. Cuando
comenzó a reinar era de veinticinco años, y veintinueve años reinó en Jerusalén”. También puede

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ocurrir que los cronistas hiciesen constar el número de años que un gobernante concreto sobrevivió
a un rey determinado del otro país. Eso es lo que ocurre en el pasaje de 2 Reyes 14: 17: “Y Amasías
hijo de Joás, rey de Judá, vivió después de la muerte de Joás hijo de Joacaz, rey de Israel, quince
años”.

Tal cantidad de datos parece proporcionar una base más que suficiente para la confección
de un esquema cronológico preciso. Sin embargo, como ya se ha avanzado, cuando las cifras
bíblicas se analizan cuidadosamente y se comparan entre sí, parecen estar en continua
contradicción mutua…

Una de las dificultades que aparece con más frecuencia consiste en que los sincronismos
dados para señalar el comienzo del reinado de un monarca determinado y el de su sucesor parecen
no cuadrar con la cifra dada para la duración del reinado del primero. Así, 1 Reyes 15: 25 indica que
Nadab de Israel comenzó a reinar en el segundo año de Asá, rey de Judá, y solo tres versículos más
tarde, en 1 Reyes 15: 28, se dice que el propio Nadab murió en el año tercero del mismo Asá de
Judá. Estos datos implicarían que aquel rey gobernó durante un año, o aún menos. Sin embargo, el
primer versículo de los mencionados dice explícitamente que reinó dos años. Otro ejemplo del mismo
tipo de discrepancia se encuentra entre Basá de Israel y el rey Asá de Judá, anteriormente
mencionado. Según 1 Reyes 15: 33, Basá de Israel comenzó a reinar en el tercer año de Asá, y
murió, de acuerdo a 1 Reyes 16: 8, en el vigésimo sexto año del mismo rey de Judá. Ello supondría,
lógicamente, un reinado de veintitrés años, pero, de nuevo, según el primero de los dos versículos
señalados, Basá reinó veinticuatro años. De modo similar, 1 Reyes 16: 23 indica que Omrí de Israel
comenzó su reinado en el año trigésimo primero de Asá y que reinó doce años, pero, según 1 Reyes
16: 29, Omrí fue sucedido por su hijo Acab en el año trigésimo octavo de Asá, lo cual implicaría que
Omrí solo reinó siete años.

En otras ocasiones, parece haber conflictos en cuanto a la fecha en que un monarca


determinado comenzó su reinado. Así, según 2 Reyes 3: 1, Joram de Israel comenzó su reinado en
el año decimoctavo de Josafat de Judá, pero, y esto resulta desconcertante, 2 Reyes 1: 17 afirma
que su gobierno se inició en el año segundo de Joram de Judá, hijo de Josafat. Del mismo modo, 2
Reyes 8: 25 indica que Ocozías de Judá inició su reinado en el duodécimo año de Joram de Israel,
pero 2 Reyes 9: 29 señala que comenzó a reinar en el undécimo año del mismo Joram.

Del texto bíblico podría incluso llegar a concluirse que dos reyes se precedieron mutuamente.
Según 2 Reyes 1: 17, Joram de Israel comenzó su reinado en el segundo año de Joram de Judá,
pero, sorprendentemente, según 2 Reyes 8: 16, Joram de Judá comenzó el suyo en el quinto año
de Joram de Israel.

Otro punto de dificultad es la medición de épocas determinadas en ambos países. Una de


tales épocas o periodos comienza con la llegada al poder en Israel de Jehú y en Judá de Atalía, una
vez que Jehú hubiera dado muerte de manera prácticamente simultánea a Joram de Israel y a
Ocozías de Judá, según el relato de 2 Reyes 9: 23-27. Esta época finaliza al término de los cincuenta
y dos años de Azarías de Judá, momento en el que Peka mató a Pekahyá de Israel y reinó en su
lugar, según el relato de 2 Reyes 15: 25-27. Desde Jehú a Pekahyá reinaron en Israel ocho reyes,
mientras que, en el mismo periodo, reinaron en Judá solamente cuatro, de Atalía a Azarías. En Israel,
según los datos de los escritos bíblicos, habrían pasado 28 años del reinado de Jehú, 17 del de
Joacaz, 16 más bajo Joás, 41 de los tiempos de Jeroboam II, y luego los reinados más breves de
Zacarías (6 meses), Salum (1 mes), Menahem (10 años) y Pekahyá (2 años), lo cual haría un total
de 114 años y 7 meses. En Judá, por otra parte, habrían transcurrido, en primer lugar, los 7 años de
la reina Atalía, 40 más bajo Joás, el auténtico heredero de la corona, cuyos derechos habían sido
usurpados por Atalía, seguidos por los 29 de Amasías, y, por último, los 52 de Azarías, con lo que
el tiempo transcurrido en Judá entre los mismos acontecimientos antes medidos según el cómputo
de Israel sería de 128 años.
Eduardo Martínez Rancaño, Cronología de la Monarquía Hebrea, 17-19

Es importante notar que en Judá e Israel, a raíz de los cambios que introdujo Jeroboam I (con el
objeto de diferenciarse de Judá tanto en lo religioso como lo civil) los años se contaban desde fechas
diferentes. Mientras que en Judá se iniciaba en el mes de Tishri en Israel lo hacían desde el mes de Nisán,
esto es, mientas uno empezaba en la primavera (del hemisferio norte se entiende) el otro empezaba en el
otoño. Vea un comentario sobre el enfoque de Thiele (Edwin Thiele, The Mysterious Numbers of the Hebrew
Kings) considerado uno de los mejores especialistas sobre el uso de dos calendarios distintos en Judá e
Israel.

Uno de los grandes méritos de Thiele fue aplicar consistentemente las anteriores
consideraciones en cuanto a los calendarios antiguos al problema de las contradicciones en la
cronología de los reyes hebreos. Él se percató de que muchas de esas contradicciones eran solo
aparentes si se tenía la precaución de diferenciar los años julianos (que comienzan en enero) de los
hebreos civiles, que comenzaban en otoño, y de los babilonios y hebreos religiosos, que

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comenzaban en primavera. Buena parte de las discrepancias podían, en efecto, disiparse si se
admitía que los reyes de Judá siguieron adhiriéndose al antiguo calendario civil hebreo, mientras
que los reyes de Israel, por razones políticas quizás, adoptaron un calendario civil que, como el
babilonio, comenzaba en primavera. Él propone el siguiente gráfico [donde hemos nombrado uno
de ellos como año religioso para diferenciarlo del año civil] para hacer más sencilla la comprensión
del problema:

Hoy Año Juliano Año Juliano Año Juliano

Reino de Israel Año Religioso Judío Año Religioso Judío Año Religioso Judío

Reino de Judá Año Civil Judío Año Civil Judío Año Civil Judío

Nisán Tishri

Como puede apreciarse fácilmente, un año en Israel se extendería desde la primavera de un


año juliano hasta la primavera del año juliano siguiente, mientras que un año en Judá abarcaría el
lapso comprendido entre el otoño de un año juliano y el otoño del año siguiente. Del mismo modo,
un año en Israel abarcaba meses de dos años en Judá, y viceversa. Por ello, la única manera precisa
de indicar años de reinado para los reyes del Antiguo Cercano Oriente es utilizar una notación doble
como 864/863 AC, a no ser que se disponga de alguna indicación que permita una mayor precisión,
como, por ejemplo, la indicación de un mes concreto o una estación del año, o bien alguna indicación
de tipo astronómico.
Eduardo Martínez Rancaño, Cronología de la Monarquía Hebrea, 22

Como se consideraba que el ciclo de las estaciones comenzaba en otoño con el retorno de
las lluvias vivificadoras, la idea básica del año nuevo parece haberse centrado en el otoño. Por eso
era inevitable que se considerase que el año civil comenzaba en Tishri, aunque los meses siempre
se contaban a partir de Nisán. La importancia de Nisán radica en el hecho de que toda la
coordinación del calendario con las estaciones era determinada por la ubicación del primer mes en
el tiempo de la cosecha de la cebada. Era lógico llamar primero al mes que seguía al 13º intercalado,
porque de esa manera la sucesión de los números nunca se interrumpía. Pero el realce que se daba
al 1º de Tishri, como principal comienzo del año, resalta por el sonar de las trompetas, los sacrificios
especiales, que sobrepasaban a los del 1º de Nisán, y por la relación de ese día con el día de juicio.
Comentario Bíblico Adventista, Tomo II, 113

En tiempos de los reyes hebreos se acostumbraba designar los años enumerándolos en serie
a través del reinado de cada rey diferente. Los acontecimientos estaban fechados con la siguiente
fórmula: “El día XX del mes XX del año XX del rey“. Existe la evidencia de que estos años de reinado
se computaban a partir del otoño, quizá desde el 1º de Tishri, en el reino hebreo unido (durante el
reinado de Salomón), y posteriormente en el reino de Judá, en tiempos de Josías. Por otra parte, en
el reino de Israel, al norte, parece haberse usado el año comenzado en primavera para computar
los años… El cómputo de Israel no está indicado directamente en la narración bíblica, pero parece
deducirse en forma razonable de los sincronismos entre los reinados sucesivos de los reyes de los
dos reinados, según lo registran los libros de los Reyes.

Inmediatamente después del cautiverio hay pruebas poco concluyentes de que se


computaban los años de reinado a partir de la primavera, según la costumbre babilónica, pero
cuando se restableció la comunidad judía y se reavivó el espíritu nacional bajo Esdras y Nehemías,
encontramos una evidencia directa de que el año de reinado se computaba a partir del otoño… Los
años de reinado usados para fechar los acontecimientos eran computados como lo habían sido bajo
el reinado de Judá, pero usándose el nombre de los reyes persas, de quienes eran súbditos entonces
los judíos…
Comentario Bíblico Adventista, Tomo II, 113, 114

Otra fuente de aparente distorsión es que en algunos casos el tiempo de corregencia se incorpora
al tiempo de gobierno de un rey, por lo que los sincronismos entre un reino y otro pueden parecer confusos
para el lector no informado de este concepto.

En algunos casos, el registro especifica directamente la corregencia de un rey con su


predecesor por cierto número de años. Por ejemplo, cuando Uzías (Azarías) enfermó de lepra, su
hijo Jotam gobernó por varios años antes de la muerte de Uzías (2 Reyes 15: 5); por ello el reinado
de Jotam con su padre -su corregencia- comenzó algún tiempo antes de suceder a su padre como
único gobernante. En otros casos, el registro no nos dice qué ocurrió, pero los datos cronológicos

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con respecto a la duración de los reinados o los sincronismos entre los reinos de Judá e Israel
muestran claramente que debió haber habido una corregencia. Por ejemplo, se nos dice que Joram
de Judá comenzó a reinar en el 5º año de Joram de Israel (2 Reyes 8: 16). Esto parecería implicar
que subió al trono unos 5 años más tarde que Joram de Israel. Sin embargo, también se nos dice
que Joram de Israel comenzó a reinar en el 18º año de Josafat (2 Reyes 3: 1) o el 2º año de Joram
de Judá (1: 17). Esto parecería implicar que Joram de Judá subió al trono un año antes que Joram
de Israel. Parecería, además, que fue el comienzo de una corregencia con su padre, puesto que
Josafat reinó más de 18 años. Por tanto, la supuesta contradicción entre el comienzo del reinado de
Joram un año antes y 5 años después de Joram de Israel queda resuelta. Obviamente, Joram de
Judá comenzó a reinar con su padre el año antes que Joram de Israel ascendiera al trono, y
entonces, en el 5º año de éste murió Josafat y su hijo Joram de Judá comenzó a reinar como único
rey. Estos textos muestran una cosa más: si Josafat murió en el 5º año de Joram de Israel, su último
año no fue su 25º sino su 22º. Por lo tanto, para contar 25 años de su reinado (1 Reyes 22: 42),
tenemos que suponer que gobernó 22 años después de su padre Asa, pero 25 años contando una
corregencia de 3 años con su padre. De este modo podemos decir que los sincronismos y la longitud
del reinado de Josafat exigen que lleguemos a la conclusión de que tuvo una corregencia al
comienzo, con su padre Asa, y una al terminar, con su hijo Joram.

Hay otros ejemplos más, De este modo, las aparentes inconsistencias de los registros de los
reyes se pueden explicar razonablemente bien, mientras que muchas discrepancias aparentes de
un año se pueden resolver por medio de la diferencia entre los 2 reinos de Israel y de Judá en 2
sentidos:

1. Los 2 métodos de numerar los años de los reinados…


2. Los 2 comienzos del año hebreo…

En consecuencia, los que antes fueron escépticos ahora aceptan cada vez más como historia
confiable las declaraciones acerca del tiempo en los libros de Reyes y de Crónicas.
Diccionario Bíblico Adventista, Cronología

8.2. El año de ascensión

Mientras que algunos pueblos contaban los años de reinado desde el inicio del mismo, otros
consideraban el primer año como el año de ascensión al trono o año ascensional, por lo que el siguiente
año se consideraba como el primero. Este año, en cualquiera de los casos se consideraba desde el
momento de la coronación hasta el fin del año civil, por lo que no necesariamente constaba de 12 meses,
sino por lo general una fracción variable del año.

Otra de las aportaciones hechas por Thiele a la problemática que estamos considerando es
la dilucidación de qué sistema de cómputo seguían los escribas hebreos para denominar los años
de reinado de sus soberanos. Él se expresa del siguiente modo:

“Cuando un monarca comenzaba su reinado, ¿consideraría primer año de su reinado aquel


en que llegaba al trono, o daría tal denominación al año que comenzaba en el siguiente día de año
nuevo? En los tiempos antiguos algunas naciones siguieron el primero de estos métodos y otras el
segundo. Cuando un rey denominaba primer año oficial al que comenzaba con el primer día de año
nuevo posterior a su llegada al trono, llamaba año ascensional a la porción última del año en que
llegó al trono. Esto es lo que se denomina cómputo con año de ascenso al trono o datación no
inclusiva. Pero si llamaba primer año oficial a aquel en que llegaba al trono, tal cosa puede
denominarse cómputo sin año de ascensión o datación inclusiva”.

Nuevamente, puede aclararse mejor este concepto mediante un sencillo esquema:

Sin año ascensional Año 1 Año 2 Año 3

Año de
Con año ascensional Año 1 Año 2
Ascensión

Se puede ver con facilidad que todo esto tiene muy importantes repercusiones desde el punto
de visto cronológico, y constituye el primer paso hacia una clarificación de los problemas
presentados...

Las observaciones hasta aquí expuestas bastan por sí solas para explicar un buen número
de las aparentes discrepancias que existen entre los distintos datos aportados por los cronistas
hebreos. Sin que pasemos a precisiones por el momento, es fácil ver que, si recordamos que Israel
utilizaba el sistema de cómputo sin año ascensional, no caeremos en el error de atribuir un año

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suplementario a cada uno de sus reyes, y podremos entonces elaborar un esquema cronológico que
guarde una relación con los reinados de Judá. Del mismo modo, si recordamos que el año empezaba
en estaciones distintas en cada uno de los dos reinos, podremos constatar que, a veces, ésa es la
base imprescindible para comprender cómo un rey que gobernó 22 años es quien media entre su
antecesor y su sucesor, separados, en realidad por solo 21 años.
Eduardo Martínez Rancaño, Cronología de la Monarquía Hebrea, 23, 24

Por lo tanto, en caso que un rey que sucediera a otro casi al final del año civil y muriera durante el
comienzo del siguiente año civil podría decirse que gobernó 2 años, si su cómputo fuera sin año de
ascensión, o un año si el cómputo fuera con año de ascensión, a pesar de haber gobernado unos pocos
meses en realidad.

En este caso hipotético, de acuerdo a nuestra forma de contar los años, habría reinado dentro de un
solo año del calendario juliano.

8.3. Decadencia egipcia

El primer periodo de los reyes, del que nos ocupamos en este tratado, coincide con la decadencia
del otrora más grande imperio: el egipcio. Decadencia además que no se detendría, siempre hablando en
forma comparativa al esplendor anterior. La decadencia se debería también a la aparición del imperio asirio
y luego del imperio neobabilónico. Dentro del periodo que estamos tratando destaca el Faraón Sisac
(Sheshonk en la Biblia) por su campaña militar poco después de la división de los reinos (vea el mapa de
la página siguiente) que fue un intento de recuperar las posesiones asiáticas de Egipto. Un intento que no
pudo sostenerse en el tiempo pues le siguieron faraones débiles.

La XX dinastía de ramésidas débiles terminó alrededor de 1085 AC. Tanis, en el delta oriental,
permaneció como centro político. Allí Smendes, cuyo origen es oscuro, consiguió hacerse rey,
mientras que Heri-Hor, el sumo sacerdote de Amón, se proclamó rey de Tebas, capital anterior del
Alto Egipto. Los dos reyes rivales tuvieron poco poder político, y el nivel cultural de Egipto decayó
rápidamente. Aunque un nieto de Heri-Hor se casó con una hija de un rey de Tanis, no se logró la
unidad política. Es evidente la depresión del poder político de Egipto durante este período por el
trato que recibió Wenamón en su misión a Biblos, como ya se ha visto. Uno de los últimos reyes de
esta dinastía fue probablemente el suegro egipcio de Salomón (1 Reyes 3: 1).

Se desconoce cómo se efectuó el cambio de la XXI dinastía a la XXII. El primer rey de la


nueva dinastía, Sheshonk (o Sheshonq), el Sisac bíblico, era un comandante del ejército libio, y
puede haber usurpado el trono alrededor del 950 AC. Durante la última parte del gobierno de la XIX
dinastía y principios de la XX, muchísimos libios habían sido llevados a Egipto como prisioneros de
guerra. No pocos actuaron entonces como soldados en las guerras de Ramsés III contra los pueblos
del mar. Sirvieron a varios reyes como mercenarios. Algunos alcanzaron honores y ejercieron
cargos, como por ejemplo, una familia de Heracleópolis en el norte del Alto Egipto, varios de cuyos
miembros sirvieron como oficiales del ejército y otros llegaron a ser gobernadores de ciudades y
distritos egipcios.

Cuando Sheshonk llegó al trono, pudo deshacerse de la dinastía sacerdotal de Tebas;


nombró a uno de sus propios hijos sumo sacerdote de Amón, y ligó así nuevamente a Tebas, el
centro religioso, con la monarquía y logró la unidad política de Egipto. El nuevo rey se ocupó durante
varios años en restaurar el orden en el país, y tuvo cierta medida de éxito.

Tan pronto como logró el dominio de Egipto, Sheshonk volvió su atención al Asia, donde hizo
grandes esfuerzos para reconstruir el imperio anterior. En este empeño le favoreció la muerte del
rey Salomón y la división del reino de Israel en dos Estados rivales. En 1 Reyes 14: 25, 26 y 2
Crónicas 12: 2-4 se describe brevemente la campaña palestina de Sheshonk en el quinto año de
Roboam. Los egipcios sitiaron y saquearon muchas ciudades judías e israelitas, entre ellas la rica
ciudad de Jerusalén, de donde los tesoros de Salomón fueron llevados a Egipto. Sheshonk levantó
estelas de victoria en Palestina. Se halló un fragmento de una de ellas en Meguido, y en las
excavaciones de Biblos fue desenterrada una estatua del rey. Cuando Sheshonk regresó a Egipto,
celebró su triunfo e hizo grabar una lista de ciudades conquistadas en una de las paredes del gran
templo de Amón en Karnak, donde alrededor de 100 nombres de ciudades palestinas han escapado
a las fuerzas destructivas de la naturaleza y del hombre durante los últimos tres milenios. Entre éstos
hallamos nombres tan bien conocidos como Taanac, Meguido, Bet-seán, Mahanaim, Gabaón,
Bethorón, Ajalón y otros. Aunque la campaña tuvo un éxito momentáneo, Sheshonk no pudo
mantener su poder en Asia e imponerle su voluntad en forma permanente. El esfuerzo hecho por
reorganizar el imperio asiático fue un fracaso. Egipto carecía de su fuerza anterior y se había
convertido definitivamente en un poder de segunda categoría. La ubicación de las tumbas de los
reyes de la XXI a la XXIII dinastías era desconocida hasta que el Profesor P. Montet, excavador
francés de las ruinas de Tanis, descubrió en esta ciudad algunas tumbas reales de la XXI y la XXII

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dinastías. Había tumbas intactas; sin embargo, no contenían tesoros tan fabulosos como la tumba
de Tutankamón, aunque se descubrieron en ellas algunos hermosos objetos de oro y plata. Un
magnífico brazalete de oro de la tumba del nieto de Sheshonk lleva una inscripción que dice que le
fue dado por su abuelo. Puede ser que haya sido hecho con el oro que llegó a manos de Sheshonk

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de los tesoros del rey Salomón. La tumba de Sheshonk I no ha sido descubierta aún. Puede contener
valiosa información respecto de su campaña asiática.

Los sucesores de Sheshonk, de la XXII dinastía, como también de la XXIII, probablemente


todos libios, fueron reyes débiles. Los 15 reyes de las dos dinastías reinaron durante unos 200 años
(cerca del 950-750 AC), pero Egipto era una mera sombra de lo que había sido. No desempeñaba
un papel en la política mundial ni produjo ninguna obra arquitectónica o artística comparable con las
de épocas anteriores. Su verdadera condición es caracterizada en forma adecuada poco después
por el Rabsaces, el comandante asirio del ejército de Senaquerib que dijo literalmente a los soldados
de Ezequías: “He aquí que confías en este báculo de caña cascada, en Egipto, en el cual si alguno
se apoyare, se le entrará por la mano y la traspasará. Tal es Faraón rey de Egipto para todos los
que en él confían” (2 Reyes 18: 21). Aunque su declaración se refería en verdad al Egipto de la XXIV
dinastía, no hay palabras que pudieran describir mejor la debilidad política de las dinastías libias.
Comentario Bíblico Adventista, Tomo II, 52, 53

8.4. El imperio asirio

Mientras Egipto decaía, un nuevo poder surgía en el horizonte histórico, lo temibles asirios. Es
conveniente para extender el telón de fondo de esta primera fase de los reyes, presentar el origen de este
pueblo, algunos datos sobre su religión y en especial un recuento de los líderes de este imperio temido por
todos, poder que causaría más adelante la caída del reino de Israel en el 722 AC; asunto que está fuera de
los límites del presente tratado y que dejaremos para el siguiente. Incluimos más adelante un mapa del
imperio en la primera mitad del Siglo IX donde se trata de las campañas militares de dos grandes reyes
asirios: Asurnasirpal II (884-859 AC), y Salmanasar III (859-824 AC).

El período del imperio asirio sólo es un episodio en la larga historia de este mundo, pero para
el estudiante de la Biblia es de gran importancia debido al papel decisivo de Asiria en la historia de
los reinos de Israel y Judá. Esta importancia es evidente por el hecho de que Asiria y su pueblo son
mencionados unas 150 veces en las Escrituras. Seis ilustres reyes asirios son mencionados por
nombre en la Biblia, y los nombres de 10 reyes hebreos -6 de Israel y 4 de Judá- aparecen en las
inscripciones reales asirias. Más aún, el hecho de que el reino de Israel llegara a su triste fin por
obra de las crueles manos asirias, y que Judá casi compartiera la suerte de Israel, debiera ser razón
suficiente para hacer un cuidadoso estudio de la historia asiria. Esta enumeración de los
entrelazamientos que hubo entre la historia sagrada y la profana en el período del imperio asirio,
muestra con claridad cuán importante es conocer la historia de aquella nación para comprender
correctamente los acontecimientos que sucedieron durante el período de los reyes hebreos.

El país de Asiria estaba situado en la parte superior del Tigris, al norte del Pequeño Zab, uno
de los tributarios orientales del Tigris. Por lo tanto, Asiria se extendía en una dirección noroccidental
por unos 120 km a lo largo del río Tigris. Los asirios trasladaron su capital de un lugar a otro varias
veces durante su historia. Asur, la capital más antigua, no estaba lejos del Pequeño Zab, y se hallaba
sobre la ribera occidental del Tigris. A corta distancia, hacia el norte, estaba Kar-Tukulti-Ninurta,
fundada por el rey cuyo nombre llevaba, Tukulti-Ninurta. En la confluencia del Gran Zab y del Tigris
estaba Cala, llamada ahora Nimrud, y más al norte Nínive, la más grande y famosa de las ciudades
asirias. Esta capital, a unos 80 km de Asur, era de forma rectangular, con murallas de una longitud
aproximada de 12 km y con 15 puertas. A pocos kilómetros hacia el norte de Nínive estaba la capital
de Sargón II, Dur Sarrukin, llamada ahora Jorsabad.

Los asirios eran acadios semíticos, estrechamente vinculados con los babilonios en raza,
idioma y civilización. Eran numéricamente una nación pequeña, pero se distinguieron como
negociantes ambiciosos, guerreros osados y valerosos, y también como dirigentes políticos y
estadistas prudentes, aunque despiadados.

Asiria era pedregosa, y estaba cerca de montañas donde podían cortarse buenas piedras;
por lo tanto, se usó mucha piedra para la construcción de edificios públicos monumentales, tales
como palacios y templos. Los asirios se convirtieron en maestros en el trabajo en piedra, como lo
demuestran muchas losas que revisten las paredes de sus palacios y templos. Sin embargo, este
arte resalta más gracias a los toros o leones alados de cabeza humana, que estaban a cada lado de
las puertas de la ciudad y del palacio. Cada uno estaba tallado en un bloque de piedra y pesaba
unas 40 toneladas. El arte de tallar la piedra no sólo era practicado al hacer relieves y esculturas
monumentales, sino también en el grabado de objetos menores como sellos cilíndricos. Estos
demuestran gran habilidad manual.

Religión asiria

La religión de los asirios era similar a la de los babilonios, con quienes estaban emparentados
racialmente. En realidad, adoptaron y adoraron muchas deidades babilónicas como, por ejemplo,
Marduk, Ishtar, Tammuz y otras. El dios principal era Asur, antiguo dios local de la ciudad que llevaba

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su nombre. Era descrito como un sol alado que protegía y guiaba al rey, su siervo principal, pero
también era adorado bajo el símbolo de un árbol que representaba la fertilidad. Era visible también
la influencia de otras naciones en la religión asiria. De esta forma algunos pueblos, tales como los
amorreos, obtuvieron poder sobre los asirios durante la primera mitad del segundo milenio. Así
fueron reconocidos los dioses Dagán y Adad. Otros conquistadores de Asiria, como los hurrios
indoeuropeos de Mitani, dejaron tras sí sus conceptos religiosos. De ahí que hallemos en la religión
asiria muy poco que sea puramente nacional y mucho tomado de otras culturas.

En Asiria el rey no era dios, como el faraón en Egipto, ni representante del dios, como en
Sumeria; era el sumo sacerdote y general de Asur, y llevaba a cabo los deseos y campañas militares
de su dios, a quien rendía cuenta periódicamente del fiel cumplimiento de sus deberes por medio de
“cartas al dios”, algunas de las cuales se han conservado hasta el presente.

Cronología asiria

Los asirios inventaron un método para designar los años el que, en forma modificada, fue
seguido más tarde por griegos y romanos. Encumbrados signatarios, incluso el rey, eran nombrados
una vez durante su vida para servir durante un año como limmu, cargo honorario que no requería la
realización de ningún deber sino sólo el de dar su nombre al año en el cual era limmu. El equivalente
español del limmu asirio es la palabra epónimo. De ahí que las listas cronológicas que contienen los
nombres de los limmu son llamadas cánones epónimos. Estas listas son de gran valor para
reconstruir la cronología de Asiria, particularmente la del período de 900 a 650 AC…

Asiria antes de Tiglat-pileser I (hasta cerca del 1112 AC)

Los príncipes de Asur habían sido vasallos de las dinastías reinantes del sur de Mesopotamia,
cuando Illushuma (cerca del 1850 AC), en el período de las dinastías de Isin y Larsa… se
independizó y logró extender su poder sobre grandes regiones que previamente habían pertenecido
a sus señores. Su hijo Erishum (cerca del 1825 AC), y más aún su bisnieto Sargón I (cerca del 1780
AC), parecen haber acariciado la idea de dominar el mundo. Esto puede inferirse del nombre de
Sargón, que imita el del gran héroe y fundador del imperio de Akkad, y también por su programa de
expansión política. El éxito de sus campañas militares fortaleció a la joven nación independiente y
extendió su territorio. Se iniciaron relaciones comerciales con países extranjeros, y se establecieron
colonias y puestos de intercambio. Por medio de los archivos de algunas colonias del Asia Menor
(las así llamadas tablillas de Capadocia), se ha obtenido abundante información acerca del alcance
de las actividades comerciales de los asirios.

Con todo, el corto período de independencia de Asiria terminó poco después de la muerte de
Sargón I. Se interrumpieron las relaciones comerciales con el Asia Menor, y Asiria misma llegó a ser
una manzana de la discordia entre dos poderes que surgían: los elamitas y los amorreos. El amorreo
Samshi-Adad I (cerca del 1749-1717 AC), que pretendió que su padre había sido rey de Asur, logró
hacerse rey de Asiria. Como su gran contemporáneo Hammurabi, rey amorreo de Babilonia, Samshi-
Adad hizo planes para ser el único gobernante de Mesopotamia, como lo revelan sus títulos, de los
cuales “rey del universo” es el más significativo. Conquistó la gran ciudad de Mari sobre el Éufrates
y nombró a su hijo rey de la misma. Una estela de la victoria hallada en la ciudad asiria de Mardín
revela, además, que también extendió su poder sobre el norte de Siria. Cuando murió, desapareció
el opositor más poderoso de Hammurabi. Su hijo y sus posteriores descendientes no pudieron
continuar su política, y Asiria degeneró una vez más hasta llegar a ser un poder de segunda
categoría. No es seguro si Hammurabi y sus sucesores ejercieron alguna vez soberanía sobre Asiria.

Después llegaron los hurrios de Mitani, que invadieron Asirla y la hicieron parte de su imperio.
Los reyes asirios mencionados en las listas de reyes de este período no pueden haber sido más que
vasallos. Eriba-Adad (cerca del 1390-1364 AC) comenzó su reinado como vasallo de Mitani y se
autodenominó príncipe sacerdotal de Asur. Después de la muerte de Tushratta y el
desmoronamiento de Mitani, nuevamente llegó a ser rey libre e independiente.

Asur-ubalit I (1364-1328 AC), hijo de Eriba-Adad, procuró engrandecer una vez más el poder
de Asiria. Fue contemporáneo del rey revolucionario egipcio Iknatón. En verdad, se han hallado dos
de las cartas de Asur-ubalit a dicho faraón en la colección de Amarna. En la primera se autodenomina
meramente rey de la tierra de Asur; pero en la segunda se auto designa hermano del faraón. Con
esto pretende ser un gran rey que ha tomado en la política mundial el lugar anteriormente ocupado
por el rey de Mitani. Asur-ubalit era un gobernante enérgico y sabía cómo alcanzar sus metas. Ocupó
la parte superior de Mesopotamia hasta Carquemis, y obligó a la Babilonia cosea a reconocer su
supremacía sobre la Mesopotamia meridional.

Pero fue preciso que la obra de Asur-ubalit fuese repetida varias veces por sus sucesores
antes de que el poder de Asiria sobre toda la Mesopotamia fuese reconocido aun en un grado
limitado. De ahí que leamos en los anales reales de reyes sucesivos, que llevaron a cabo campañas

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militares contra Hanigalbat, nombre con el cual se conoció posteriormente la tierra de Mitani.
También lucharon contra los hititas del oeste que eran más poderosos. La fortuna de la guerra no
siempre favoreció a los asirios, quienes a menudo perdieron territorios que habían ganado mediante
costosas campañas. Sin embargo, estas guerras continuas parecen haber fortalecido el espíritu
bélico del pueblo de Asiria, numéricamente pequeño, y le ganaron el respeto de otras grandes
naciones. Como resultado, los reyes de los hititas, Egipto y Babilonia, finalmente fueron obligados a
reconocer al pequeño rey de Asur como su “hermano”, en reconocimiento de su pretensión de ser
un gran rey. Así el siglo XIII vio a tres grandes reyes asirios, Adad-nirari I, Salmanasar I y Tukulti-
Ninurta l.

Adad-nirari I (cerca del 1306-1274 AC), del cual se conocen largas inscripciones, fue un gran
conquistador. Derrotó a Babilonia y estableció una nueva frontera meridional para Asiria que
incorporaba la región de Kirkuk. Luchó contra los guteos y lulupeos de los montes Zagros, e invadió
todo Hanigalbat, destruyó su capital y construyó allí un palacio asirio.

Salmanasar I (cerca del 1274-1244 AC) prácticamente repitió las campañas de su padre, y
también derrotó a ocho reyes aliados de la tierra de Urarti (llamada más tarde Urartu), región armenia
que rodeaba el lago Van, y en tiempos posteriores convertida en uno de los enemigos más temidos
de Asiria. Adad-nirari fundó la ciudad de Cala y trasladó la capital desde Asur a la nueva ciudad.

El siguiente rey, Tukulti-Ninurta I (cerca del 1244-1207 AC), quien nuevamente trasladó la
capital a una nueva ubicación, Kar-Tukulti-Ninurta, era sumamente irascible y fanático. Se convirtió
en el primer rey guerrero asirio cuyos despiadados métodos bélicos son bien conocidos por
informaciones del período imperial posterior. Registros históricos detallados informan de sus
campañas contra Subartu en el norte de Mesopotamia, las tierras Nahiri de Urartu, donde afirma
haber derrotado a 43 reyes locales, los guteos y elamitas en las montañas orientales, los ahlamu
(protoarameos) del desierto y los babilonios. Capturó al rey babilonio y llevó, de Babilonia a Asur, la
estatua sagrada de Marduk. Sin embargo, su reinado sobre Babilonia fue de corta duración porque
los babilonios, apoyados por los elamitas, sacudieron el yugo asirio poco después de la captura de
su ciudad.

El fin de Tukulti-Ninurta señala la conclusión del primer período de las conquistas asirias, que
ya había durado aproximadamente un siglo. Asiria decayó entonces gobernada por una serie de
reyes insignificantes. No hay indicaciones de que los pueblos del mar, que en esta época sometieron
al imperio hitita e invadieron a Siria, tuvieran algo que ver con este período de debilidad asiria, que
corresponde mayormente con el siglo XII AC.

Tiglat-pileser I y tiempos posteriores (1113-933 AC)

El ideal asirio de dominación mundial halló un digno paladín en la persona de Tiglat-pileser I


(1113-1074 AC). Es evidente que los asirios nunca perdieron de vista este ideal, perseguido
insistentemente desde el siglo XIV hasta el VII, siempre (que las circunstancias fueron favorables.
Durante los primeros años de su reinado, Tiglat-pileser comenzó a restablecer el imperio anterior de
Tukulti-Ninurta l. Informó de sus realizaciones en los ahora famosos documentos (que depositó en
el fundamento del templo de Anu y Adad, en Asur, que fueron usados en 1857 para comprobar que
la ciencia incipiente de la asiriología había llegado a su mayoría de edad. Copias de estos textos
fueron entonces dadas a cuatro eruditos que, independiente y correctamente, tradujeron cada una
de ellas, comprobando así que el enigma de la escritura cuneiforme había sido resuelto…

El rey llevó a cabo campañas en las tierras septentrionales de Nabiri; luego se dirigió contra
los muskhi, que recientemente habían avanzado hacia el oriente desde el Asia Menor. Finalmente
llegó hasta el mar Negro, y también obligó a Malatia de Hanigalbat a pagar tributo. Después de
completar sus campañas septentrionales se volvió hacia el sur, tomo las ciudades babilónicas de
Dur-Kurigalzu, Sippar, Babilonia y Opis, pero permitió que los vencidos babilonios retuvieran cierto
grado de independencia.

Cuando Tiglat-pileser invadió a Siria a fin de cortar cedros del Líbano para sus edificios, le
pagaron tributo los príncipes sirios y fenicios, entre ellos los de Sidón y Biblos. Sin embargo, Tiro,
confiando en su isla inexpugnable, se negó a hacerlo. Arvad invitó al rey a hacer un viaje por el
Mediterráneo, donde dio caza a un monstruo marino. Hasta el faraón de Egipto cautelosamente
envió dádivas al poderoso monarca asirio, entre ellas un cocodrilo, que el rey exhibió públicamente
en Asur. Con todo, a Tiglat-pileser le resultó difícil resistir la presión de los arameos, que venían
contra él en oleadas sucesivas.

Este rey asirlo fue un verdadero constructor del imperio, y su reino fue por lo menos igual en
importancia a los de los hititas o egipcios de épocas anteriores. Pero hubo una gran diferencia entre
los imperios anteriores y el nuevo. En los imperios anteriores los vasallos habían sido considerados
como seres humanos, y con frecuencia se demostraba cierta generosidad para con los enemigos

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vencidos. Pero los asirios tenían un solo propósito: someter todas las naciones al poder de su dios
Asur. Por lo tanto, daban a elegir a sus enemigos entre la sumisión incondicional o la aniquilación.

Los arameos, contenidos por el genio militar de Tiglat-pileser, resultaron demasiado fuertes
para sus sucesores. Aquéllos no hallaron resistencia en Babilonia, y se infiltraron más y más en las
regiones que los asirios habían reclamado como suyas. Durante casi un siglo y medio después de
la muerte de Tiglat-pileser, Asiria fue presionada hasta quedar reducida a su región original sobre el
Tigris y desempeñó el papel de un poder secundario, mientras que los arameos proseguían su
conquista de Siria y del norte de Mesopotamia y fundaban numerosas ciudades-estados. Mientras
tanto, las tribus arameas del sur, mejor conocidas como caldeos, tomaron a Babilonia y formaron
una dinastía que, aunque interrumpida frecuentemente por los asirios durante los siglos siguientes,
permaneció intacta hasta mediados del siglo VI AC.

La resurrección de Asiria desde Asurdán II hasta Salmanasar III (933-824 AC)

Surgió otro poderoso rey asirio en la persona de Asurdán II (933-912 AC). Como digno
descendiente de Tiglat-pileser I, en primer lugar reorganizó las fuerzas militares y económicas de
Asiria, y luego comenzó la reconquista de las partes arameas de Mesopotamia. Los anales reales
cuentan cómo los reyes asirios llevaban anualmente sus ejércitos hacia el norte y el noroeste. Los
cinco siguientes reyes: Asurdán II, Adad-nirari II (910-889 AC), Tukulti-Ninurta II (889-884 AC),
Asurnasirpal II (884-859 AC), y Salmanasar III (859-824 AC), cada uno hijo de su predecesor,
parecen haber estado poseídos por un solo deseo, a saber, la derrota de los arameos y la
reconquista de su territorio.

Tal vez ningún otro siglo de la antigüedad vio tanto derramamiento de sangre como el IX, y
en ninguna otra parte se sacrificaron tantas vidas como en el norte de Mesopotamia y Siria durante
el reinado de los cinco reyes ya mencionados. Casi nunca han sido firmados y quebrantados los
tratados con tanta frecuencia como en este período. Los habitantes de las naciones sometidas, que
repetidas veces fueron testigos de la muerte de sus seres amados y la destrucción de sus hogares
y campos, parecen haber considerado las frecuentes expediciones asirias como plagas ordenadas
divinamente (ver Isaías 10: 5), mientras que los reyes asirios por su parte parecen haber creído que
era su deber sagrado el reprimir con fuego y espada las continuas rebeliones de sus súbditos.

Habiendo conquistado la tierra de Hanigalbat, incluso su capital Nisibis, Adad-nirari II rompió


con la costumbre de exigir un tributo anual y convirtió el país en provincia asiria. Cuando Asurnasirpal
II reconquistó este territorio después de una nueva revuelta, lo hizo con una crueldad tan inhumana
que nunca fue posible que hubiera una nueva rebelión en esta región. Tuvo éxito en extender los
límites del imperio hasta darle aproximadamente la misma extensión que tuvo en tiempos de Tiglat-
pileser I. Pero había una importante diferencia: Asiria era gobernada ahora con mano férrea, y la
misericordia era desconocida dondequiera ejerciese su poder Asurnasirpal. El imperio fue dividido
en provincias regidas por gobernadores asirios. Las provincias consistían en distritos organizados
que tenían por centro a las ciudades. Las poblaciones de estas provincias eran oprimidas por los
cobradores de tributos, hasta el punto que vivían con un solo propósito: el de pagar tributos a fin de
satisfacer la sed insaciable del monarca asirio.

Salmanasar III, que ascendió al trono a una edad avanzada en 859 AC, no sólo supo cómo
mantener intacto el imperio de su padre, sino que también tuvo éxito en extenderlo a nuevas
regiones. Fue el primer rey asirio que se relacionó con el pequeño reino de Israel. Este había crecido
hasta ser un reino de tamaño respetable durante el reinado de David y Salomón, cuando Asiria y
Egipto estaban demasiado débiles para impedir ese crecimiento. Pero el cisma del reino hebreo en
dos Estados después de la muerte de Salomón (931/930 AC) coincidió con la resurrección del poder
asirio cuando Asurdán II ascendió al trono en 933 AC, y los asirios se volvieron codiciosos hacia el
oeste. Sin embargo, mientras la lucha se dirigiese sólo contra los Estados del norte de Mesopotamia,
Israel no tendría mucho que temer del poderoso Estado ubicado sobre el Tigris; pero a medida que
el peligro de invasión llegaba cada vez más cerca con cada nuevo rey y cada nueva expansión del
imperio asirio, los reyes de Israel deben haberse sentido más y más alarmados. Finalmente Israel
fue arrastrado al conflicto como también lo fue Judá.

No se sabe si Acab, mencionado como uno de los aliados que luchó contra Salmanasar III
en Qarqar (Karkar) en 853 AC, participó en la alianza contra Asiria por su propia voluntad o si fue
obligado a hacerlo por Damasco (Siria)… De allí en adelante, las inscripciones asirias mencionan a
los reyes israelitas con bastante frecuencia. Durante los 130 años siguientes hubo muchos conflictos
de interés entre los dos poderes, hasta que el reino de Israel siguió el ejemplo de otros Estados
sirios y palestinos convirtiéndose en una provincia asiria.

Sería desviarse demasiado seguir a Salmanasar III en sus numerosas campañas, de las
cuales existen buenos registros en palabras y láminas. Sin embargo, es necesario dar un corto
bosquejo de sus hazañas militares a fin de comprender la situación política del Asia occidental en

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tiempos de los profetas Elías y Eliseo. El rey asirio primero conquistó a Til-Barsip, capital del
poderoso Estado arameo de Bit-Adini en la parte superior del Éufrates. La población fue deportada
a Asiria, y colonos asirios fueron trasladados a la región. Til-Barsip fue reconstruida y llamada
“castillo de Salmanasar”. De ahí en adelante esta ciudad llegó a ser la sede y el punto de partida de
varias campañas contra ciudades-estados de Cilicia y Siria, cuya conquista abrió las minas de plata
de los montes Tauro y los bosques de los montes Amano a los asirios, codiciosos de tierras.

En Siria una coalición de doce príncipes -entre ellos Acab de Israel- enfrentaron a Salmanasar
en Qarqar en 853 AC. Adadidri, el bíblico Ben-adad de Damasco, era el dirigente de la coalición.
Aunque el rey de Asiria pretendió con palabras altisonantes haber ganado una gran victoria, no pudo
ocultar el hecho de que su primer encuentro con sus oponentes sirios terminó en el mejor de los
casos en un empate, y quizá hasta en una victoria de los aliados. Sin embargo, Salmanasar no se
olvidó de su objetivo, y en 848 AC hizo un segundo esfuerzo prácticamente contra la misma coalición.
Nuevamente los aliados lo rechazaron, y aun su tercera campaña no fue un éxito rotundo. Cuando
Hazael sucedió a Adadidri en el trono de Damasco, el rey asirio marchó hasta la capital de Hazael y
destruyó sus jardines de palmeras, pero no pudo tomar la ciudad. Jehú, de Israel, que había
usurpado el trono y no estaba listo para luchar, creyó prudente pagar tributo. Este hecho está
representado en el famoso obelisco negro de Salmanasar, que fue hallado en Cala y está ahora en
el Museo Británico. El rey asirio llegó hasta el Mediterráneo junto al río del Perro, cerca de Beirut,
avanzando así más al sur que cualquiera de sus predecesores. Allí hizo esculpir en relieve su retrato
en la roca.

Salmanasar III también ganó algo de territorio hacia el norte y llegó hasta las fuentes del
Tigris, donde ofreció sacrificios. Pero no atacó al fuerte reino de Urartu que, bajo el reinado de Sardur
I, estaba resuelto a permanecer independiente. Más tarde, Salmanasar entró en la política babilónica

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en una ocasión en que dos hermanos se disputaban el trono. Permitió que Babilonia retuviese su
independencia, pero puso de relieve el poder asirio ante el pueblo de la baja Mesopotamia al marchar
hasta el golfo Pérsico y aceptar por el camino tributo de oro, marfil y pieles de elefantes de la región
ubicada al sur de Babilonia, incluyendo el importante Estado arameo de Bit-jakin. La fama y el temor
de Asiria habían llegado a ser tan grandes, que se le abrieron todas las puertas al rey. Pocas veces
se obtuvo un éxito tan grande con tan poco esfuerzo.

Durante la mayor parte de su reinado, que duró más de 30 años, Salmanasar disfrutó de la
fiel colaboración de su comandante en jefe (tartán) Daián-asur. Sin embargo, durante sus últimos
años estalló una grave revuelta de los gobernadores, lo cual destruyó la obra de su vida. Desde allí
en adelante, hasta su muerte en 824 AC, apenas pudo mantener su posición en Cala. No son claras
las razones de esa revuelta, encabezada por uno de los hijos de Salmanasar, pero se basaban en
el descontento provocado por la decisión del viejo rey en cuanto a su sucesor, o en su política exterior
o doméstica.
Comentario Bíblico Adventista, Tomo II, 55-61

8.5. Fenicia

Los fenicios ocuparon, desde la invasión de los pueblos del mar (fines del siglo XIII), la franja costera
norte, limítrofe con el reino de Israel y con los sirios. La relación de la dinastía de Omri (matrimonio de Acab
y Jezabel) hace importante analizar a este pueblo pagano cuya religión resultó tan influyente durante esta
dinastía.

Aunque no se la menciona por este nombre en el Antiguo Testamento, Fenicia se relacionó


mucho con los hebreos, y la historia de este país tiene cierta importancia para el estudiante de la
Biblia, que frecuentemente encuentra mencionadas ciudades fenicias tales como Tiro, Sidón,
Sarepta, Gebal (Biblos) y Arvad.

El territorio de Fenicia abarcaba la angosta faja costera de Siria al norte de la bahía de Acre
y entre los montes Líbano y el Mediterráneo. Consiste en una cantidad de pequeñas llanuras donde
las montañas se alejan del mar, cada una de las cuales estaba dominada por una ciudad marítima.
La llanura costera varía en anchura desde unos 800 m hasta casi 5 km. Sin embargo, en algunos
lugares, como en Nahr-el-Kelb el río del Perro, al norte de Beirut, las montañas descienden en forma
escarpada hacia el mar, de manera que el camino debe ser cortado en la roca. Antiguamente se
edificaban las ciudades en islas rocosas cerca de la costa como Tiro y Arvad- o sobre la costa donde
la tierra que penetra en el mar forma pequeñas bahías en lo que es, en su mayor parte, una línea
costera recta como con Trípoli y Biblos. El país era bien regado por una cantidad de ríos que bajaban
de los montes Líbano, que en los tiempos antiguos estaban cubiertos de tupidos bosques de cedros
y otras coníferas. Fenicia era rica en cereales, frutas y vino, y como principal exportadora de madera
de cedro de las montañas y de los productos del interior de Siria, se convirtió en el centro comercial
del mundo antiguo.

El nombre griego del país, Fenicia, tiene que ver con una de sus principales exportaciones,
una anilina de color púrpura llamada fóinix, “púrpura”, o “carmesí”. Sin embargo, los habitantes se
llamaban a sí mismos Kena'ani, es decir, cananeos, y su tierra la denominaban Canaán, lo que está
de acuerdo con Génesis 10: 15-19, donde se da una lista de los habitantes de varias ciudades
fenicias como descendientes de Canaán.

No hay suficiente material arqueológico para formar una historia completa de Fenicia, y su
historia más remota está completamente envuelta en la oscuridad. Sin embargo, una de las ciudades
fenicias -Biblos- aparece en registros egipcios del tercer milenio como una ciudad importante en la
exportación de madera de cedro. Excavaciones realizadas en Biblos han demostrado que hubo una
fuerte influencia egipcia en tiempos del antiguo reino (egipcio). Los tirios de tiempos posteriores
tenían una tradición según la cual su ciudad había sido fundada en 2750 AC, y los sidonios
pretendían que su ciudad era aún más antigua. La primera alusión a estos importantes puertos del
sur de Fenicia se halla en los registros de la XVIII dinastía de Egipto, cuando los reyes del valle del
Nilo dominaron toda Fenicia. Sin embargo, el hecho que los fenicios tuvieran que pagar tributo a
Egipto y debieran tolerar una guarnición egipcia en sus ciudades no afectó materialmente su poderío
económico. Su comercio exterior parece haber florecido, y sus agentes se hallaban en Chipre, en
las costas del Asia Menor y en el mar Egeo. Hacía fines del segundo milenio extendieron su esfera
de influencia económica y enviaron barcos a Sicilia, Cerdeña, el norte del África y España. Más tarde
se fundaron colonias permanentes en países distantes. De estas colonias, Cartago llegó a ser la
más famosa. Llegó a ser tan poderosa que en tiempos de Roma osó desafiar su política imperial.
Tartessos, en España, el punto más distante de influencia fenicia, fue uno de los varios lugares
llamados “Tarsis” -o “fundición”-, hasta donde viajaban las “naves de Tarsis” (Salmos 48: 7…).

Hasta fines del segundo milenio AC Sidón había ocupado el lugar más importante entre los
puertos fenicios, pero durante el primer milenio Tiro tomó la delantera y la mantuvo durante muchos

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siglos. Parece que Fenicia nunca elaboró un gobierno unificado que controlase todo el país, sino
que cada ciudad grande tenía su propio gobernante cuyo control se extendía a las comunidades
adyacentes más pequeñas.

Se conoce una cantidad de gobernantes de Biblos gracias a inscripciones halladas durante


las excavaciones hechas en dicha ciudad, pero después de mediados del segundo milenio AC el
papel político de Biblos parece haber sido a lo sumo secundario. Hiram es el primer gobernante de
Tiro cuyo nombre se conoce. Era contemporáneo de David y Salomón, y colaboró en la construcción
del templo de Jerusalén. También sus marineros participaron con los de Salomón en expediciones
a Ofir.

Uno de los sucesores posteriores de Hiram fue Et-baal, padre de Jezabel, la infame esposa
de Acab. Había sido sacerdote de Astarté antes de llegar a ser rey de Tiro, lo que puede explicar el
celo de su hija por la religión de su tierra natal, aun después de llegar a ser reina de Israel. Durante
el reinado de Et-baal comenzó una ardua lucha con Asiria, país que a partir del siglo IX AC procuró
someter una a una todas las tierras que se hallaban hacia el oeste. De ahí que, en la batalla de
Qarqar en 853 AC, hallemos al rey de la ciudad fenicia de Arvad con 200 soldados en la coalición
contra Salmanasar III. Sin embargo, la mayoría de las otras ciudades fenicias convinieron en pagar
tributo. Así, por un tiempo mantuvieron cierta independencia y continuaron sin molestias su lucrativo
comercio de ultramar.

Un episodio importante en la historia fenicia fue la lucha de Tiro contra Salmanasar V y


Sargón II en tiempos del rey Ezequías de Judá. Tiro fue sitiada durante cinco años y gravemente
perjudicada. Parece que la ciudad se vio finalmente obligada a rendirse y una vez más fue hecha
tributario. Pero Tiro se rebeló de nuevo en tiempos de Senaquerib y fue sitiada sin éxito. Sin
embargo, cuando Sidón siguió el ejemplo de Tiro y se rebeló contra Esar-hadón, éste la tomó y
destruyó (678 AC). Tiro permaneció independiente durante unos pocos años más, pero al fin
Asurbanipal la obligó a volver al redil de Asiria.

Cuando el decadente imperio asirio fue reemplazado por el neobabilónico, Tiro aprovechó las
dificultades políticas del período de transición, se declaró independiente y rehusó enviar tributos a
Babilonia. Como resultado, Nabucodonosor se vio obligado a usar la fuerza contra la ciudad. Durante
trece años sitió a Tiro antes de que ésta se rindiese. Nabucodonosor permitió que su rey
permaneciese en el trono, pero nombró un alto comisionado babilonio para proteger los intereses
del imperio.
Comentario Bíblico Adventista, Tomo II, 69-71

8.6. Los estados sirios

Hemos hecho también referencia a la región de Siria, ocupada por pueblos de origen amorreo y
también, en las etapas más cercanas al periodo que aquí tratamos, por arameos. Aunque como
mencionamos el término sirio está más relacionado más a un concepto geográfico que a uno étnico, la
rivalidad con Israel en esta época hace importante conocer un poco acerca de ellos.

El nombre Siria es un término geográfico que designa una región cuya extensión ha variado
de tiempo en tiempo. La Siria actual no incluye todo lo que fue conocido como Siria en tiempos
antiguos, y se extiende a otras regiones que nunca antes se consideraron parte de ella. En tiempos
de Roma se daba el nombre de Siria a todo el territorio que va desde el Éufrates en el norte hasta
el mar Rojo en el sur. En otras épocas se consideraba a Palestina como país aparte, y se incluían
[en Siria] partes del norte y del centro de Mesopotamia. Con todo, hablando en términos generales,
el nombre geográfico Siria designa una región limitada al este por el gran desierto sirio, al oeste por
el Mediterráneo, al norte por los montes Tauro y al sur por Palestina. La frontera entre Siria y
Palestina es aproximadamente una línea recta que va desde el mar al norte de Acre hasta el Jordán
al norte de las Aguas de Merom.

Esta región es atravesada por dos cordilleras que corren de norte a sur. En la cordillera
occidental se destaca, en el norte, el Jebel Akra (1.650 m); y en el sur, el Líbano, que se eleva a
más de 3.000 m. La cordillera oriental, llamada el Antilíbano, a la cual pertenece el monte Hermón,
alcanza alturas hasta de unos 3.000 m. Entre las dos cordilleras se extiende un valle altiplánico de
19 km de ancho, llamado ahora Beqa', “la hendidura”, con sus dos ríos, el Litani, que fluye hacia el
sur, y el Orontes, hacia el norte. Ambos ríos se desvían finalmente hacia el oeste y desembocan en
el Mediterráneo. Varios arroyos fluyen hacia el oriente desde la cordillera del Antilíbano e irrigan
varios oasis del desierto sirio, de los cuales Damasco, con su región circundante de huertas, es el
más rico y más grande.

Puesto que las montañas aislaban del resto de Siria a la región costera de Fenicia, su historia
es algo distinta de la historia de la región interior… De modo que, políticamente, Siria estuvo formada
esencialmente por ciudades- estados que florecieron en torno a oasis tales como los de Damasco y

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Alepo, y otros como Cades, Qatna, Hamat, o Alalaj (Tell 'Atshânah), sobre las orillas de ríos
interiores. Todos estos últimos estaban próximos al Orontes. La típica cultura siria de tiempos
posteriores se halla también en la parte superior de la Mesopotamia, en la región que en el segundo
milenio fue conocida como reino de Mitani.

Como en el caso de Fenicia, poco se sabe de la historia de esta región antes de mediados
del segundo milenio. Sin embargo, textos egipcios y babilonios de la primera mitad de dicho milenio
AC, mencionan ocasionalmente a los gobernantes de las ciudades de Siria, y por sus nombres
sabemos que eran amorreos, como lo fueron la mayoría de los gobernantes del Asia occidental
desde 2200-1500 AC. Los hicsos, que avanzaron hasta Egipto en el siglo XVIII, pasaron a través de
Siria en camino al valle del Nilo y tomaron posesión de ciertas ciudades importantes, por ejemplo
Qatna, fortificándolas de una manera típicamente hicsa con macizos baluartes de tierra.

En el siglo XVI Tutmosis III conquistó toda Siria, que permaneció bajo el dominio egipcio
durante casi un siglo. Sin embargo, durante el reinado de Amenhotep III e Iknatón, algunos de los
gobernantes aborígenes que estaban sometidos aprovecharon la debilidad de Egipto y se hicieron
independientes. El más fuerte de estos Estados rebeldes fue Amurru, del cual sabemos mucho por
las Cartas de Amarna y los registros hititas de la época. En tiempos de la XIX dinastía surgió un
nuevo poder rival por la posesión de Siria, el de los hititas, con el resultado de que Siria se convirtió
frecuentemente en campo de batalla donde se encontraron las dos fuerzas opositoras. Con la
aparición de los pueblos del mar hacia fines del siglo XIII AC, los hititas desaparecieron de la historia
como nación, pero los restos que quedaron retuvieron la posesión de algunas ciudades sirias tales
como Hamat y Carquemis, y conservaron la cultura hitita durante varios siglos.

En esa época, los arameos, que habían vivido en las llanuras del norte de Mesopotamia
durante muchos siglos, se trasladaron hacia el sur y fundaron -o se apoderaron de- una cantidad de
fuertes ciudades-estados, de las cuales Damasco y Zeba (al norte de Damasco) llegaron a ser las
más poderosas. Por esta razón, a partir de la época de David los registros bíblicos mencionan con
frecuencia a estos dos Estados. David pudo mantenerlos en sujeción, pero recuperaron su
independencia durante el reinado de Salomón o inmediatamente después de su muerte. Desde
entonces en adelante, los Estados sirios fueron enemigos del reino de Israel, con el resultado de
que Israel riñó numerosas guerras contra los sirios, especialmente contra Damasco…

A partir del siglo IX los Estados sirios compartieron la suerte de otras naciones del Asia
occidental codiciadas por los reyes de Asiria. Durante dos siglos una campaña asiria tras otra se
dirigió contra uno o más de estos Estados arameos de Siria para asegurar un caudal constante de
tributo, hasta que Tiglat-pileser III inició la política de trasplantar las naciones conquistadas a distritos
remotos del imperio, en un esfuerzo por sustituir la conciencia nacional por lealtad al imperio asirio.
De ahí que una ciudad-estado tras otra desapareciera bajo el ataque implacable de la maquinaria
bélica asiria. Finalmente, en 732 AC, entre las últimas cayó Damasco, que entonces se convirtió en
provincia de Asiria.

La caída de Damasco señaló la desaparición de la cultura siria característica de esa región


que, en una forma algo cambiada, se perpetuó durante un tiempo como cultura mundial. El idioma
arameo se extendió con la dispersión de la población siria, y dos siglos después de la caída de
Damasco llegó a ser un medio de comunicación, hablado o por lo menos entendido, desde la frontera
meridional de Egipto a través de la Media Luna de las Tierras Fértiles y Persia, y aun hasta el límite
occidental de la India. Aunque los sirios nunca habían constituido una unidad política ni habían
podido extender su dominio sobre extensas regiones del mundo, su idioma conquistó al mundo en
una forma algo similar a la del griego unos siglos más tarde.
Comentario Bíblico Adventista, Tomo II, 71-73

Dios le bendiga.

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