El Prototipo - Jacobo Girnberg
El Prototipo - Jacobo Girnberg
El Prototipo - Jacobo Girnberg
Jacobo Grinberg-Zylberbaum
Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de este libro sin autor‐
ización por escrito del autor, a excepción de citas periodísticas o criticas, en las
que deberá otorgarse el debido crédito. El autor agradece a Jose Luis Guerrero
y a su obra; Flor y Canto del Nacimiento de México, por su inspiración y
conocimiento y por haber extraido de la misma numerosas citas.
ISBN: 968-6022-12-0
1990
El pasatiempo favorito de Nicolo Barbius Jonio lll era reproducir, a escala, los
diferentes mecanismos capaces de movimiento que el hombre había
inventado. Los pocos altos ejecutivos de la Corporación que habIan visita do
su oficina, decían que en grandes anaqueles guardaBa reliquias prodigiosas
de motores de diverso origen y
II
La tercera vez, para asistir al entierro de sus propios hijos. Tanto dolor lo había
fortalecido y ahora no sentía lastima de nada ni de nadie. Esa tarde, con su Es‐
tado Mayor decidiría si seguir o no con la invasión. Los Estados Unidos habían
anunciado, en la mañana, que de no retirarse utilizarían armamento nuclear.
¡Que nos destruyan! les diría a sus Generales, pero no nos rendiremos. Sabía
que querían asesinarlo; siempre lo había adivinado y en cuanto lograba alguna
confirmación de sus sospechas; por minima que fuese, mandaba fusilar al cul‐
pable. Se habla preparado bien para la reunión y quizás los generales recibiri‐
an una sorpresa... quizás.
III
Augusto había reconocido tres seriales claras desde el inicio del proyecto.
Cuando él y Pedro su ayudante decidieron utilizar la luz laser, se percataron de
la necesidad de registrar la posibilidad de mínimas desviaciones de su trayec‐
toria. Armaron un complicado aparato lleno de espejos pero fracasaron. En‐
tonces fueron al Departamento de Optica del Centro de instrumentos, tocaron
la primera puerta que encontraron y penetraron a una oficina en la que dos téc‐
nicos discutían precisamente lo mismo que venían a plantear. Esa fue la
primera señal. La segunda fue Petra. Augusto la había conocido dos años
antes y se asombró de su sensibilidad. Era una chica ciega de nacimiento que
decía ser capaz de comunicarse con seres de otros planetas. Augusto le
planteó su idea y Petra le confesó que estaba recibiendo información acerca
de cómo extraer energía directamente de la matriz del espacio-tiempo, la Lat‐
tice. La tercera señal estaba ligada a la crisis del Golfo. Era claro que de tener
éxito sería necesario proteger el descubrimiento para que no se hiciera mal
uso del mismo. Augusto había encendido distraídamente la radio, mientras
pensaba en ello, y escuchó, asombrado, una entrevista acerca de los proced‐
imientos universitarios de protección de invenciones. Toda la economía del
Planeta estaba basada en la utilización del petróleo. Los intentos de
aprovechamiento de la energía solar eran todavía muy primitivos y la fuerza nu‐
clear representaba enormes peligros. El éxito de un sistema de
aprovechamiento directo de la Lattice no iba a gustarle nada a las compañías
de petróleo ni a los consorcios automovilísticos. Los Arabes eran incluso ca‐
paces de mandar asesinar a cualquiera que amenazara su riqueza
No era claro como le venían las ideas a Augusto. Este tenía la impresión que
existía un plan Supramental que lo dirigió sin su conciencia ni voluntad. Ese
plan habia decidido utilizarlo como herramienta para resolver problemas y aho‐
ra el problema era nada menos que lograr sustituir los medios usuales de ob‐
tención de energía por algo limpio, inextinguible y poderoso.
IV
—Mal, muy mal y me temo que no podré apoyarte si usas armas atómicas. Es
más, te pido que pospongas tu decisión y me des tiempo de fortalecerme para
poder ayudarte pero por otros medios.
—¿Qué medios?
—Anuncia que estás a punto de destruirlos pero que hablaste conmigo y que
yo te pedí no hacerlo sino hasta después de que hable con Sidem. Esto lo obli‐
gará a aceptar la entrevista.
a sus cráneos. Cada vez que uno de los mediums detectaba un "ser", se lo
tragaba de un bocanazo y el cuidador le pedía su nombre mostrándole la pal‐
ma de su mano derecha—¡ve, observa el camino de la luz!,—le decia con
fuerza. El médium se sacudía y por fin mencionaba un nombre. Augusto había
anotado 176 nombres en grandes listas que guardaba en un anaquel de una
repisa.
A los dos días, Augusto no lo pudo tolerar. Sintió que con la muerte del gallo,
algo terrible le iba a suceder a su hija. Tomó su pequeña motocicleta y viajó
hacia el bosque. Destapó el agujero y dejó libre al gallo quien confundió el
atardecer con la madrugada y empezó a cantar para después salir huyendo,
mientras se oían unos estruendos extraños en el cielo despejado. Durante dos
años Augusto le ocultó al Chamán su acción pero éste adivinó la maniobra de
salvamento y le advirtió
Entonces Blanca decidió que el lugar era encantador apropiadísimo para dar
cursos de meditación Convencio a Augusto de construir una sala de medita‐
ción la qué acabó aumentado las deudas que la construccion de la barda y la
cocina habían iniciado.
Ahora no solamente la angustia de la energía vertiginosa lo atormentaba sino
los acreedores que le exigían pagar los materiales de construccion y la mano
de obra.
VII
Nicolo Barbius Jonio III tenía otro pasatiempo pero éste lo mantenía en el may‐
or de los secretos. Había el tablecido un fondo filantrópico que se ocupaba de
rescatar a niñas huérfanas africanas. Estas eran enviadas un centro de desar‐
rollo que se había establecido en Madagascar, lugar en donde Nicolo poseía
una residencia veraniega. Durante dos meses en el año, visitaba la isla se
pasaba las tardes observando los juegos de las
niñas Escogía dos o tres y las invitaba a pasear en su yate. Todos se disfraza‐
ban; Nicolo de peluquero de barriada las niñas desnudas y pintarrajeadas se
sentaban en sillones de barbero y abrían sus piernas mientras él les rasuraba
el vello púbico.
VIII
Sidem fue recibido como un héroe después de la firma del Tratado de Moscú.
El Ministerio de Propaganda de su pais (dirigido por un refugiado Nazi alumno
directo de Goebels) habla logrado convencer a la población qué Hasam habia
obtenido una gran victoria diplomática y eso aumentó su poder considerable‐
mente. Si cualquier General de su Estado Mayor habla abrigado el deseo dé
derrocarlo, ahora esa idea debia apartarla totalmente de su mente ante la
sospecha de que Sidem pudiera adivinarla a través de algún gesto incon‐
sciente. Pero ello no era necesario ni útil. El Dictador habla sido informado, por
su servicio secreto, que dos Generales se habian aprovechado del bloqueo
Occidental negociando con pertrechos y que otro más había intentado estable‐
cer contacto con los ingleses para preparar una sublevación en su contra. Pre‐
cisamente a estos tres saludó el caudillo y Presidente de la República con
mayor efusividad pero en su mirada hubo un reflejo de odio y venganza al ex‐
tenderles la mano. Después, todos se sentaron alrededor de una mesa cuad‐
rangular y Hasam empezó a hablar.
Además quiero nuestra presencia en todos y cada uno de los yacimientos y re‐
finerías de petróleo del Oriente Medio.
Después de un silencio tenso y con chispas que parecian salir de sus ojos, Si‐
dem señaló a los 3 Generales que lo habían traicionado.—En premio a su
valentia quiero otorgarles una especial condecoración. —Sudorosos, los tres
Generales se levantaron de sus asientos. IX
Cuando el profesor Weinstein abandono la oficina de Nicolo, éste se preparó
para recibir a sus colaboradores. - Saludó, a cada uno, preguntándole por su
familia y después los invitó a pasar a su oficina. Los que nunca la habían visita‐
do no pudieron contener su admiración y uno de ellos exclamó en voz alta que
aquello era increíble. Nicolo lo volteó a ver y le sonrió. Después tomó la pal‐
abra. Les dijo que la crisis que recién habían atravezado los había enriquecido
considerablemente pero que el optimismo no debia hacerles olvidar que todo
era un aviso. Los Directivos se miraron asombrados y Nicolo continuó; la era
del petróleo está por concluir. Las reservas no duraran mas de 50 años y debe‐
mos encontrar alguna alternativa; un medio de obtener energía efectiva, limpia
y barata que no sea nuclear ni tampoco solar. He decidido crear un nuevo Insti‐
tuto encargado de resolver el problema Quiero que contraten a las mentes mas
avanzadas en el campo. Yo mismo dirigiré los trabajos.
-¡me pude ver en un espejo!,—le decía con entusiasmo platiqué con varios
amigos y después viajé al Amazonas.
para experimentar con ese tipo de sueños. Después de varias semanas, llega‐
ban a contarle las más inverosimiles experiencias. Le decían que lograban en‐
contrarse (varios de ellos) dentro de un sueño lúcido compartido y que juntos
exploraban la región o participaban en experimentos comunes.—Lo que más
nos gusta, le decían con una mirada picaresca, es que hagamos lo que hag‐
amos no existen consecuencias. Durante el seminario de los viernes, a Augus‐
to se le ocurrió la idea. Mirando fijamente a Pedro, le pidió que en un sueño lú‐
cido creara un laboratorio y que en él, investigara la posibilidad de extraer en‐
ergía directamente de la Lattice. Pedro accedió a hacerlo. XI
Es una esponjosa luna que todo lo llena. Sin huecos se repite en todas las di‐
mensiones y de pronto, en ella, se intenta inscribir una estrella. El mar calmo y
cremoso se lo impide. Nada nuevo puede incorporársele y si lo hace es de‐
spués de cientos de intentos ejecutados por una fuerte personalidad. Las lunas
se oponen, cubren la estrella tratando de volverla luna hasta que, en un des‐
cuido, la forma se infiltra quisquillosa y furtiva, apenas notada y a todas las lu‐
nas cambia. Ninguna lo nota tras la lucha. Es necesario el tiempo para que la
mezcla sedimente; sólo así pasa desapercibida. A partir de ese momento todos
hablan de la nueva estrella y si no hablan la aceptan y si no la aceptan en sus
sueños aparece. Se multiplica y reproduce porque la ley de la cremosa nata así
lo estipula. Acontece de la misma forma con cualquier pensamiento novedoso.
Es primero rechazado porque no calza, amenaza el orden establecido. Pero si
se insiste, poco a poco se infiltra hallando la raíz de la Conciencia hasta que
entonces a todos pertenece. Nadie se da cuenta. Únicamente el promotor se
asombra del hechizo porque lo que antes se rechazaba ahora se abraza y
acepta como propio. Así se avanza y se procede, así la historia es escrita.
Parece azar o accidente de una mente originó y nueva pero aún detrás de ella
algo otorga y guía y atrae hacia sí el movimiento, pausado, oscilante, temeroso
pero cierto y seguro.
Habia oido hablar de Nicolo Barbius Jonio lll pero jamás pensó que alguien así
pudiese escribirle y menos en los términos en los que lo hacia. En forma direc‐
ta y sin preámbulos, Nicolo le ofrecía la dirección del proyecto para buscar for‐
mas alternativas de energía y le pedía renunciar a todas sus obligaciones con
la Universo dad para incorporarse a su Corporación.
Augusto guardó la carta con una mezcla de satisfacción y enfado. Había solici‐
tado la cita con el Rector para pedirle fondos para la investigación y esperaba
una respuesta favorable. El periodo de sedimentación no había sido muy largo
y la respuesta de la Mente Colectiva era esa carta, pensó
ensimismado, asombrado por la certeza y poder con el que hablaba pero al es‐
cuchar la última afirmación no pudo contener una estruendosa carcajada. Su
anfitrión lo vio saliéndole destellos de sus ojos - ¿es que no se siente capaz de
hacerlo? - le dijo con ironía—. Necesito, le contestó
dándose cuenta qu quien estaba frente a él no podía ser tratado como un sim‐
ple subordinado.—De acuerdo, pero necesito un Prototipo lo más pronto posi‐
ble.
XIV
Sidem sólo recordaba una ocasión en la que se habla sentido totalmente satis‐
fecho y fue cuando supo que el era el hombre más poderoso de su país. Nadie
se atrevía a contradecirlo y toda palabra suya era considerada absoluta. Pero
el gusto no le había durado mucho. Siempre había alguien que se le oponía de
una u otra forma. Él no deseaba llegar a extremos pero el hecho de que no se
comprendiera que lo único que deseaba era el bien común resultaba intolera‐
ble. Por ello, los disidentes debían desaparecer, esfumarse de la tierra y aún
nulificarse en el otro mundo. Esa era la única forma sensata, de proceder. En
ese momento, recordó lo
que había hecho con los 3 Generales traidores. Durante su ejecución les habí‐
an tomado un video que Sidem guardaba celosamente en un anaquel y que
gustaba ver en momentos de reflexión como éste. Se levantó de su sillón, pren‐
dió el aparato reproductor y esperó a que aparecieran las primeras escenas
mientras se jalaba su bigote. Había ordenado que los caparan sin anestesia
pero cuidando que no se desangraran. A los tres días, las heridas habían em‐
pezado a infectarse y en medio de terribles dolores los habían colgado utilizan‐
do delgadas cuerdas de acero como sogas. La ejecución había sido pública
como enseñanza de lo que le sucedería a cualquiera que osara contradecirlo y
traicionarlo. Sentía dentro de sí una fuerza extraña que a medida que pasaba
el tiempo se fortalecía. Suponía que provenia del amor que su pueblo tenía por
él y por haber permanecido durante tantos meses en la Conciencia de todos
los habitantes del Planeta. No importaba que los Occidentales no entendieran
su grandeza. Bastaba con el hecho de que sus mentes se hubiesen unificado
en su persona. Por supuesto que tal poder no era azaroso; se lo merecia y ade‐
más poseía la fuerza suficiente como para manejarlo.
Una vez a la semana se reunía con los científicos y estos le informaban de los
avances en la clonación. Cuando era necesario, se dejaba extraer sangre o
cortar u pnedazo de piel para los experimentos. Aquello comprobaba su amor
hacia el pueblo a prueba de cualquier sacrificio de su parte.
La última vez le habían informado que una de las mujeres había empezado a
mostrar claros signos de embarazo y Sidem la había premiado con regalos y
una visita personal para felicitarla por el acontecimiento. Pero ahora necesita‐
ba pensar en una nueva estrategia. Su grandeza debía ser reconocida en todo
el Planeta y la mejor forma de lograrlo era adquiriendo más poder. Apretó un
pequeño interruptor y su guardia person penetró al aposento. Sidem le dio ór‐
denes para permitirel l paso de los Generales de su Estado Mayor que lo es‐
peraban afuera. XV
XVIII
Una cosa era haber ordenado un alerta general y un preparación para apuntar
los misiles hacia todos los pozos petroleros del Medio Oriente y otra cumplir la
amenaza. Entre la orden y su realización existía un universo de posibilidades
que Sidem no era capaz de abarcar a pesar de su astucia. Aunque lo deseaba
con ardor, no todo dependía de él. Sabia que el Pentágono se había ya dado
cuenta de sus intenciones y que el Presidente Americano tendría que haber
sido informado. Seguramente recibirla algún aviso y dependiendo de su tono
sabría qué
hacer. Lo que los Norteamericana no sabían era que en cada pozo y desde ha‐
cía 3 meses se encontraban oficiales suyos disfrazados como técnicos y desta‐
camentos infiltrados entre los trabajadores. Bastaba una orden suya para de‐
struirlo todo y el Occidenteno podía ya abrigar dudas acerca de que lo haría si
era necesario. Sidem se preparó para esperar noticias en la forma más placen‐
tera posible. Llamó a Fatulah, su amante favorita, cerró
las puertas del Bunker y le pidió que danzara frente a él. XIX
Siendo un hombre piadoso y con una fe a toda prueba, le dijo a Dios que si
acaso su vida peligraba solo aceptaria ser salvado por El y por nadie más. El
agua comenzó a penetrar a su casa y tuvo que subirse a la azotea. Seguia
lloviendo y a pesar de encontrarse a varios metros sobre el nivel de la calle,
sus piernas desaparecieron cubiertas por la corriente. En ese momento, apare‐
cio una lancha con un destacamento de salvamento
XX
Las noticias decían que después de 6 meses de calma, Sidem Hasam había
lanzado una proclamación advirtiendo que destruiria todos los pozos
petroleros del Medio Oriente si Israel no se retiraba inmediatamente de los ter‐
ritorios ocupados para permitir el establecimiento de un Estado Palestino
soberano e independiente.
Los territorios a los que se refería incluían todas las tierras conquistadas du‐
rante la Guerra de Independencia del Estado Judío. Pero la advertencia no era
solamente para Occidente.
El Dictador afirmaba haber sido electo para guiar a todos los pueblos Musul‐
manes y por ello exigía una declaración inmediata de la Liga Arabe recono‐
ciéndole como su líder supremo.
demostraban que tenia razon Las noticias también afirmaban que el Premier
Sovietico y el Presidente de los Estados Unidos se reunirian al día siguiente y
asistirían, en persona, al pleno del Consejo de Seguridad de la ONU para
tomar decisiones ante las amenazas de Sidem. XXI
estás diciendo?, - le contestó molesto Mijail—, yo tengo una visión mucho mas
global que tú y de ninguna manera estoy contento con lo que sucede. Es nece‐
sario dar una respuesta definitiva a esa bestia salvaje aunque tengo que admi‐
tir que tiene razón al pedir el establecimiento de un Estado Palestino.—Pero no
te das cuenta Mijail,—le contestó George-, que su propuesta no surge de un
deseo genuino de hacer justicia a los Palestinos. Quiere convertirse en un nue‐
vo Mahoma y su maniobra es puramente política. Además, ni los propios
Arabes aceptan su liderazgo. El rey de Arabia Saudita me informó en la mañ‐
ana que nunca se someterá ni aceptará a Sidem como guía. No lo considera
calificado y lo mismo opinan los líderes religiosos del Islam. Sidem necesita el
apoyo de las masas Palestinas y tiene una deuda de gratitud con Arafat por
haberlo apoyado hace 6 meses.—Es cierto aceptó Mijail pero te olvidas que
tiene de su parte todo el pueblo Jordano y no me extrañaria que tambien al
Sirio.
—En fin, lo importante es pararlo de una vez por todas pero la pregunta es
cómo y cuando.
XXII
XXIII
Mijail, en sí mismo, se sentía bien y lo que más le gustaba era entretenerse con
consideraciones que otros calificarían de ingenuas. Por ejemplo, después de
soportar interminables horas escuchando a los delegados de las Repúblicas
Soviéticas defender sus intereses locales, de pronto, se asombraba de que el
ser humano tuviese el don de la palabra y le intrigaba saber de donde y a trav‐
és de qué mecanismos misteriosos se hilaban las frases. Cada quién poseía
una forma particular de expresión; una individualidad única cuyo origen era tan
misterioso como el hecho de poseer dos brazos y veinte dedos. Lo más obvio
era lo más inexplicable y Mijail se extrañaba de la inhabilidad de sus colegas
para notarlo. Cuando él mismo hablaba, siempre había un testigo preguntán‐
dose acerca del origen primario de las ideas que expresaba. Ese origen pare‐
cía ser simple e indivisible. Era su yo o su mismidad pero si alguien se pregunt‐
aba (tal y cómo él lo hacía) cómo a partir de tal núcleo se activaba una discurso
coherente y dilatado no había más que asombrarse del portento.
El Rabino sabía que la Kabbalah afirmaba que los seres más avanzados tení‐
an inscritas una o más letras hebreas en la frente y Mijail...
La quinta noche, Augusto soñó con tumbas; estaban en todos lados pero dividi‐
das en dos secciones. Por un lado la Cristiana llena de cruces e imágenes de
santos y por la otra, la Judía repleta de símbolos abstractos, estrellas de David
e inscripciones hebreas. Acostado en medio de dos tumbas Judías y cerca de
un Tabernáculo adornado con filigranas tejidas sobre un terciopelo
avinagrado, el cuidador de los terrenos de la montaña dormitaba.
XXVI
XXVII
El límite máximo parecía no ser mayor del 89%. Por lo menos eso indicaban las
gráficas que Augusto había preparado para la reunión. Más allá de esa cifra, el
cerebro humano perdió toda especificidad hemisférica. Alguien habia rozado el
90% de correlación interhemisférica pero no habia querido volver a los labora‐
torios.
Decía que la experiencia lo había atemorizado a tal grado que por nada del
mundo deseaba repetirla. Un grupo de 10 voluntarios habían permanecido
constantes dé rante 6 sesiones consecutivas por arriba del 80% y con ellos se
inició la segunda fase del experimento. Un proyector láser se había acoplado
con un instrumento de alta precisión,
XXVIII
Nicolo se sentía tan furioso que temía que su corazón explotara. Ante él y sobre
su escritorio tenía una nota escrita por uno de sus espías industriales en la que
se afirmaba que uno de los investigadores de su Corporacion, habia violado el
secreto profesional y facilitado información confidencial a un Consorcio Core‐
ano interesado en el desarrollo de un medio alternativo de obtencion de ener‐
gía. Todas las evidencias señalaban a Pedro como responsable. Envió un Fax
urgente a Augusto citandolo a una reunión programada para realizarse dentro
de unos minutos. Aquello era el colmo; había invertido más de 600 millones de
dólares en el proyecto y Pedro en un acto de total irresponsabilidad y traición
habia regalado todo el esfuerzo a los Coreanos. Sabia que Augusto era amigo
maestro y protector de Pedro y por lo tanto debia tener cuidado con sus pal‐
abras pero la furia lo encendía y lo que menos podía hacer era refrenarla.
Cuando tuvo a Augusto enfrente, lo saludó con frialdad y sin decir palabra le
extendió la nota y puso mucha atención en las reacciones de éste al leerla. Au‐
gusto manifestó sorpresa y desconcierto y se quedó pensativo mientras Nicolo
lo miraba fijamente. Por fin, apretó la labios y asintió con la cabeza.
¿Está de acuerdo?
XXIX
Tal y como jo temía Augusto, Pedro no aceptó lo que aquél le decía. Estaba en‐
amorado y no podía creer que no era correspondido; menos aún que la única
motivación de su "amada" había sido el utilizarlo para obtener información. Au‐
gusto le mostró la evidencia y vio como las pupilas de Pedro se dilataron
enormemente cuando las pruebas que oía se volvieron abrumadoras. Lo con‐
venció de regresar a México, ir al mar, meditar y olvidarse de todo el asunto por
unos meses. Le prometio que lo recibiría de nuevo al concluir ese periodo. Pe‐
dro acabo aceptando y el propio Augusto lo llevo al aeropuerto y lo despidió
con un fuerte abrazo. En el camino de regreso, a Augusto le intrigó algo el mis‐
mo había mencionado durante su conversacion con Nicolo. Le había dicho que
el mecanismo debía ser independiente del cerebro humano como si no hubiera
otra alternativa. ¿Pero era realmente así?. Sus Ingenieros Electrónicos se man‐
tenían ocupados tratando de desarrollar un sistema informacional convergente.
La idea consistía en interconectar varios módulos de procesamiento de datos
de tal forma que cada nivel de los mismos algoritmizara la información del pre‐
vio. De esta manera, al final de una cadena de 6 u 8 pasos, el último contenía
en forma hiperconcentrada, la información de todo el conjunto. Esa información
era luego trasladada a un sistema de modulación de frecuencias y una onda
acarreadora conectada con una antena parabólica, enfocaba los algoritmos
electrónicos en una porción del Espacio. El sistema había fracasado porque
independientemente del tipo de información con la cual se alimentaba, no
hubo ningún incremento de temperatura en la zona del Espacio que se enfoca‐
ba. Despué habían hecho lo mismo pero hasta con 12 sistemas independi‐
entes y enfocados en el mismo punto. Habian logrado algún efecto pero
cualquier horno de microondas lo hacía mejor y con menos gasto de energía.
No parecía existir un sustituto del cerebro humano y la idea de entrenar a suje‐
tos para lograr el efecto deseado era sólo defendible para una etapa de experi‐
mentación pero no para un uso generalizado. El hombre no podía usarse como
si fuese una máquina productora de energía. Eso atentaba en contra de la dig‐
nidad humana
¿Acaso no era lo mismo que sucedía cuando un aviador piloteaba una nave o
un mecánico utilizaba su torno?. Ambos debian concentrar su mente en su tra‐
bajo y utilizarla para coordinar sus instrumentos mecánicos. ¡Aquello no era
degradante ni inhumano sino una actividad sana y constructiva! ¿Porqué no
pensar en algo similar en donde el cerebro humano pudiera participar en forma
directa?. Más aún, si lo que se requería era una elevada coherencia cerebral,
esa participación podria incluso ser beneficiosa para el desarrollo humano.
XXX
Uno de los monjes se había vuelto famoso porque la NASA, enterada de su ca‐
pacidad para permanecer en un estado latente, lo había invitado para entrenar
a los astronautas en el difícil arte de utilizar la menor cantidad de oxígeno du‐
rante periodos que llegaban a durar horas. Augusto había obtenido esa infor‐
maron de la Agencia Espacial Norteamericana y estaba en la India a fin de en‐
trevistarse con el Yogui. Intuía que obtiendria información valiosa para el
proyecto.
El patio central del Ashram era un espectáculo lleno de vida en donde vacas
enormes caminaban plácidas y sin ser molestadas a lado de monjes con túni‐
cas, uno que otro extranjero tocando el tambor y colas de renunciantes es‐
perando ser alimentados con las sobras de cocina. Debajo de un árbol una chi‐
ca hermosisima se hallaba rodeada de admiradores. Les enseñaba a tejer col‐
lares y brazaletes utilizando hilos de todos
A los funerales del gran Rabino asistieron cientos de miles de sus devotos
seguidores. La ciudad de Nueva York se paralizó debido a las inmensas
aglomeraciones de Hasidim que lo acompañaron al cementerio Judio. El Rabi‐
no fue depositado en la tierra cubierto con una simple manta y dentro de un
ataúd de madera de cedro, rústico y sin barnizar. Su hijo mayor recitó la ora‐
ción fúnebre después de rasgarse sus ropas en señal de duelo. Él quedaba
como heredero y guía del linaje y en el momento en el cual lanzo unas piedras
sobre el ataúd recordó los últimos instantes de la vida de su padre. Lo había
llamado cerca de su lecho de muerte y pedido que acercara su cabeza a la
suya. Parecía querer decir un nombre pero no podía. El hijo era capaz de sentir
el esfuerzo inmenso que hacía su padre y simultáneamente la lucha que se de‐
sarrollaba en su interior. Parecía que al mismo tiempo que deseaba pronunciar
una palabra, dudaba de hacerlo. El hijo oía la respiración agitada de su padre
moribundo y trataba de entender. El Rabino pronunció la letra M pero no logró
completar el nombre y murió.
XXXII
Fuera de sus clases en la madrugada, Augusto tenía todo el tiempo libre para
pensar, caminar por los bosques que rodeaban Rishikesh o sumergirse en el
Ganges helado en las horas de la tarde cuando la atmósfera se caldeaba hasta
alcanzar los 40° centígrados. En un cuaderno, anotaba sus ideas y pensamien‐
tos y el contenido de sus sueños. Le intrigaba mucho la relación entre las es‐
feras que había soñado, su carga eléctrica y el hilo superconductor que las in‐
terconectaba. No
Sentado en una orilla del Ganges y viendo las pequeñas olas que se formaban
en su interfase con la arena, Augusto de pronto, entendió la relación. Era clar‐
isima y acorde con la Mecanica Cuantica. Entre dos superficies metálicas car‐
gadas con electricidad se producían deformaciones de la Lattice. Las esferas
de sus sueños y las de las videncias de Petra representaban ese mecanismo.
El cerebro y sus Campos Neuronales eran los superconductores que estable‐
cían y modulaban la conexión con las esferas. Pero para lograr actuar como un
superconductor perfecto y restablecer la conexión, uno debía morirse a si mis‐
mo como en el sueño con Don Simón. Esa muerte del yo era lo que enseñaba
el Yoga.
XXXIII
Afuera nevaba y un viento suave mecía las copas de los pinos y siseaba al
atravezar sus ramas. Dentro de la cabaña, Augusto y Blanca abrazados sobre
un sillón, observaban el fuego brillante y las chispas que despedían los leños
de la chimenea.
Blanca estaba ávida por oir las aventuras de Augusto en la India y él por con‐
társelas. Había aprendido tantas cosas que no sabia por donde comenzar su
relato. La miró a los ojos y comenzó a hablar:—En Rishikesh aprendí a recono‐
cer mis propios estados y a controlar mi mente. Podía concentrar mi atención
en un tema u objeto hasta por 30 minutos sin distraerme o divagar. Me volvi un
experto en una técnica de conocimiento directo denominada Samyama con la
cual uno puede pe netrar el significado de cualquier ser u objeto conociendolo
en su interior. Pero lo que yo estaba buscando, una técnica apropiada para lo‐
grar un manejo generalizado del sistema no la pude encontrar allí. Un Sadhu
de larga barba y túnica anaranjada me reveló que en el sur de la India existía
XXXIV
Ahora Augusto era el que estaba furioso. Se lo dijo a Nicolo cuando estuvo
frente a él. No toleraría ni una vez más la intromisión de Nicolo en su vida pri‐
vada. Se sentía perseguido por él y presionado hasta un limite que no podía
tolerar. Sabia que aquello era una carrera en contra del tiempo y que los Core‐
anos casi los habian alcanzado pero después de todo, lo que estaba en juego
era un sistema que solucionaría los problemas de energia de todos y que
acabaría con la contaminación y el deterioro Planetario y no una empresa par‐
ticular cuyo ubico objetivo era enriquecer a unos cuantos o darles poder sobre
los demás.
Nicolo no podía creer lo que estaba escuchando. Era inconcebible que alguien
que trabajara para él pudiera decir aquello. Eso demostraba una total falta de
solidaridad, una verdadera traición a los principios más sagrados de la ética
empresarial.
meses se sintió deprimido y herido nor los acontecimientos pero pronto comen‐
zo a recuperarse y decidio seguir solo con el proyecto.
CAPITULO II
1502
Las actividades del mercado central se habían inicIado 2 horas antes y los mer‐
caderes acomodaban las verduras, los frutales y las piedras preciosas sobre
grandes y relucientes hojas de plátano. Cargando un bulto en su espalda,
Cuauhtémoc caminaba abrumado por el peso. Descendía de una familia noble
emparentada con el Gran Tlatoani y precisamente por ello todas las madru‐
gadas, mucho antes de que saliera el sol, debía ir al mercado a realizar labores
pesadas, conocer el sufrimiento y mezclarse con las clases más bajas como
parte de su educación y entrenamiento. Estaba destinado a convertirse en un
gran líder y por ello debía olvidarse de si mismo. El lo sabia, se lo habian dicho
y advertido tantas veces que ya era parte de él, a pesar de su corta edad.
Habia aprendido a no quejarse y se vela compensado por lo que aprendía.
Todo, aquí en la tierra es un reflejo del Cosmos y la misión del hombre es co‐
laborar con el funcionamiento del Universo. Se acercó al comerciante en ver‐
duras y descargó su bulto, mientras pensaba lo anterior. II
Los habían entrenado desde pequeños para ese trabajo y eran tan sensibles
que lograban detectar la aparición de un cometa muchos meses antes de que
se hiciese visible. Las explosiones solares eran reconocidos por ellos así como
cualquier cambio que ocurría en las disposiciones estelares de todos los con‐
fines del Universo. Pero lo que ahora sentían no correspondía a nada
conocido. Parecía provenir de la misma tierra como un presagio de acontec‐
imientos futuros de gran magnitud.
Quetzalcoatl.
las manos sobre la gran herida que había hecho pidió que se cerrara. Esta así
lo hizo ante los ojos asombrados de los niños y del Gran Tlatoani. El anciano
fue levantado en vilo y colocado en el suelo. En esa noche, la misma interven‐
ción se realizó con 12 enfermos, mujeres y hombres y al amanecer, después
de haber reposado durante varias horas, todos se levantaron y saludaron al
sol. Moctezuma descendió la escalinata del templo, orgulloso del alcance y
poderío de la ciencia Azteca.
VII
años confirmaban que un gran cambio estaba por ocurrir. En 1508, Tlahuixcal‐
pantecutli, la Estrella de la Mañana se había opuesto al Sol en pleno día en lu‐
gar de anunciar su nacimiento. Incluso lo había manchado levemente con un
punto negro. Un año después " . . . como a media noche, media hora más o
menos, vino uno de los guardias y dijo que, hacia la parte de oriente, había vis‐
to salir humo que espesaba, y estaba tan blanco que relumbraba y daba tanta
claridad que parecía medio día, y que puntualmente más iba creciendo que ve‐
nía igual casi con el cielo desde la Tierra, que parecía que venía andando
como un gran gigante blanco. . . hasta que amaneció, y entonces se fue desha‐
ciendo poco a poco hasta consumirse en nada".
". . .perderse en todos nuestros señorios, y esto será con permisión del Señor
de las alturas, del día, de la noche y del ayer. De lo cual todo has de ser testigo
y lo has de ver, y en tu tiempo a de suceder. . . " Por si fuera poco, un año de‐
spués apareció un cometa " . . .parecian tres estrellas juntas que corrían a la
par muy encendidas, y llevaban muy grandes colas; partieron de hacia el occi‐
dente y corrieron de hacia el oriente; iban echando centellas de si: de que la
gente las vio comenzaron a dar gritos, y sonó grandisimo ruido en toda la co‐
marca". Eran los augurios y las señales del retorno de Quetzalcoatl y Moctezu‐
ma sabia que eso significaba que el reino de Huitzilopochtli terminaria puesto
que el Señor de la Guerra ocupaba su puesto dirigente sólo por vía provisional,
mientras no se presentara el legitimo dueño del Anáhuac y de Me-xi-co; Quet‐
zalcoatl.
Para él, el Gran Tlatoani, eso significarla dejar de ser Gobernador y someterse
a la "Serpiente Emplumada". Pero esto último no era lo que lo preocupaba. Al
contrario, él era más que un político o aún un guerrero, un sacerdote y nada le
esperanzaba más que ver alverdadero Quetzalcoatl ocupando el lugar que le
correspondla. Además, ¡Que gran honor servirlo!
usurpador. Debía estar seguro, esperar y poner a prueba al que vendría a fin
de estar cierto. Habia otra cuestión que inquietaba al Gran Tlatoani. Quetzal‐
coatl se oponía a los sacrificios humanos y en cambio Hluitzilopochtli los auspi‐
ciaba.
A todos los niños del Anáhuac se les asignaba un entrenamiento especifico de‐
pendiendo de su día de nacimiento. La mayoría serían educados para volverse
guerreros otros; sacerdotes de los diferentes dioses del panteón Azteca. Pero
el alcance de cada uno lo tendría que demostrar por sí mismo ganando lugares
en la jerarquía ascendente de la sociedad que culminaba en el Gran Tlatoani.
Grandes personajes hablan surgido en la historia de los Aztecas pero uno so‐
bresalió por arriba de los demás; Tlacaelel. El fue responsable de un discurso
que represento el verdadero inicio del Imperio y toda la grandeza Azteca sub‐
secuente se le debía a él. Cuauhtémoc lo sabia y también estaba consciente
de que el hecho de estar estudiando toda la gama de conocimientos de los
Aztecas, era un reconocimiento a su talento y una probable elección futura
como Gran Tlatoani. Pero esto ultimo era muy incierto y nadie osaba pensar en
ello.
Lo que sí era claro era que por su entrenamiento y dedicación había comenza‐
do a sentir al Espíritu de Me-xi-co. Lo reconocía en cada nopal, en todas las
nubes y en los humeantes volcanes Popocatepetl e Iztlacihuatl que adornaban
el Valle del Anáhuac. Era obvio y siempre presente pero oscilaba dependiendo
de los acontecimientos. Después de grandes victorias guerreras, ese Espíritu
alcanzaba proporciones enormes que casi se podían palpar en el aire fresco
del Altiplano. Los pueblos que los Aztecas conquistaban conservaban su liber‐
tad y sólo mediante un tributo anual demostraban estar sometidos aceptando la
superioridad Mexica. Por lo demás, conservaban sus propias costumbres,
leyes y dioses. Estos últimos eran integrados dentro el pueblo Azteca en los
templos ya existentes. Esa operación expandia el Espiritu de Me-xi-co. La dom‐
inación de una raza por otra era un concepto ajeno al espíritu Azteca y aún la
idea de raza les era extraño. La realidad era sobrenatural y la vida humana
tenia importancia sólo cuando contribuía al orden del Universo. La vida y la
muerte no eran más que parte de un ciclo infinito en el cual todos participaban.
Cuauhtémoc sabia que los ciclos eran también colectivos y que él y su pueblo
estaban a punto de terminar uno y de iniciar otro. Cuando cumplió
Se hizo un silencio total apenas interrumpido por las doncellas y sirvientes que
traían bebidas y frutas exóticas para los grandes dignatarios. Nadie osaba
hablar y todos reflexionaban acerca de lo dicho por Moctezuma. Se había nota‐
do un ligero temblor en su voz, quizá causado por la emoción ante la magnitud
de los eventos que había relatado y las perspectivas que habria para su
pueblo.
Cuauhtémoc tomó la palabra. Todos lo conocían o habían oído hablar de él y a
pesar de su juventud lo respetaban. Se decía que en su afán de conocimientos
había asimilado todas las corrientes sacerdotales, los manejos guerreros y las
artes mágicas y adivinatorias. Existía el rumor, no confirmado, que un anciano
sacerdote Tolteca escondido en algún bosque cercano a Tenochtitlán le trans‐
mitía la sabiduría de ese pueblo ancestral tan admirado por los propios
Aztecas. Pero nadie había visto al supuesto sabio y puesto que los Toltecas
habían desaparecido hacia mucho tiempo, los rumores no se tomaban muy en
serio. Cuauhtémoc se adelantó, hizo una reverencia profunda y le preguntó al
Gran Tlatoani lo que a todos inquietaba -¿Cómo estar absolutamente seguros
de que es Quetzalcoatl?, aunque en verdad todo coincide también hay aspec‐
tos que hacen dudar. Dicen los informantes que han estado cerca de los visi‐
tantes que su olor es fétido y nauseabundo; que no se soporta y todos sabe‐
mos lo que indican los olores abominables; representan daños mágicos. pres‐
encias del inframundo. Dicen tambien que los blancos barbados preguntan
Constantemente acerca de la cantidad de oro que poseemos. Parecen ser
atraídos por el excremento de los dioses en gran medida y eso no es congru‐
ente con su supuesta calidad.
XI
No sabía su edad pero a juzgar por sus arrugas y por el brillo y profundidad de
sus ojos, debía de tener más de 100 años. Nunca había conocido a alguien así,
ni siquiera el Sumo Sacerdote de Tezcatlipoca se le igualaba en sabiduría y
videncia. Estar junto a Yacatl era como estar al lado del mismo Ometeotl per‐
sonificado. Casi no hablaban pero bastaba su cercanía para que el cuerpo y la
mente de Cuauhtémoc se fortificaran. En esta ocasión, Cuauhtémoc iba a
romper el silencio de todos los encuentros previos. Se acercó a la cueva y dis‐
tinguió el color naranja de los leños encendidos de una hoguera que Yacatl
había hecho. Se introdujo a la cueva y se sentó a su lado.
Mira, —le ordenó—, observa como todo esta entrelazado. Cuauhtémoc obser‐
vó con atención las hojas que tapizaban el piso del bosque, la luz que atravez‐
aba las ramas y hojas de los árboles y los helechos que abundaban en esa
temporada de lluvias. Creyó divisar una especie de telaraña translúcida e ilu‐
minada por la luz del Sol.
Se fijó en la frente de Yacatl y vio dos grandes manojos de hilos que se aleja‐
ban penetrando la tierra y el cielo. Yacatl sonrió satisfecho cuando advirtió que
Cuauhtémoc "veía" igual que como él lo hacía. Le enseñó a distinguir las em‐
anaciones del interior de su cuerpo y las conexiones que establecían con las
del exterior. Le mostró como la alineación de bandas definidas creaban la real‐
idad y lo instruyó para cambiar su enfoque. El mundo, le dijo Yacatl , es más
misterioso de lo que creemos y éstas son sus lineas; nos conectan y más llá del
gran lago existen otros hombres y distintas civilizaciones. El Anáhuac está a
punto de ser injertado por una de ellas pero la operación necesaria para lo‐
grarlo será muy dolorosa y durara más de 500 años en sanar. Del otro lado del
mundo existen hombres como tu y yo, capaces de ver las lineas del mundo tal y
como lo hacemos ahora. Ellos son morenos y tienen los ojos rasgados; nos
ayudarán; así lo han prometido. Pero es necesario comprender algo,—
Lo único que deseaba era morir no solamente porque eso lo liberarla del yugo
de la carne y lo elevarla hacía la libertad sino porque su sacrificio era nece‐
sario para lograr preservar el Espiritu del Me-xi-co que él encarnaba. El aire
olia terriblemente mal y las orillas del lago estaban sucias y rojizas. Faltaban
unos cuantos pasos más para terminar y de pronto todo su universo conocido
se le vino encima. Los recuerdos afloraban a su conciencia como llagas
hirvientes:
''Mientras Moctezuma se convencía cada vez mas que los invasores eran Quet‐
zalcoatl, Cuahtémoc organizaba un plan de acción. En el mayor de los
secretos, convoco a los jóvenes más destacados de todas las tradiciones y los
llevó al bosque para que conocieran a Yacatl. Este los instruyó en los misterios
de la ciencia de los Toltecas hasta que todos fueron capaces de
"ver" las líneas de! mundo. Algunos los más aventajados, lograron inclusive
Controlar la alineación de emanaciones y reconocieron (en la red que todo lo
conectaba) las señales y los mensajes de los seres de ojos rasgados.
había permitido.
"Señor nuestro:
Te has fatigado,
tus sustitutos.
Moctecuzomatzin el viejo,
Axayácatl,
Tizoc,
Ahuizotl,
Bajo su espalda,
bajo su abrigo
de sus postreros".
"Ojalá uno de ellos estuviera viendo, viera con asombro lo que yo ahora
no lo veo en sueños,
en tu rostro. . . "
estaba yo angustiado:
entre nieblas".
los reyes
en tu sitial,
que habrías de venir acá. . . "
ya tú llegaste,
"Llega a tu tierra,
ven y descansa;
da refrigerio a tu cuerpo".
señores nuestros'.
Nadie, convencido de que era el mismo Quetzalcoati que regresaba para recla‐
mar su lugar hubiera hecho otra cosa. Pero Cortés no supo que ya era dueño
de Me-xi-co y que lo que le correspondía hacer era dejar en libertad a los
Aztecas exigiéndoles tributo como demostración de su superioridad. Eso era lo
que los Aztecas hacían con sus pueblos conquistados y eso era lo que espera‐
ban. Pero Cortés no era Quetzalcoatl y por ello no actuó en correspondencia
con lo que se creía de él. En lugar de ello, se dedicó a acumular el excremento
de los dioses no importándole nada más."
Cuauhtémoc vio los ojos de Cortés; éstos relucían con malicia y orgullo de
vencedor. Reconoció en sus profundidades la misma casta del que brillaba
como el Sol por su blancura de piel y cabellos; Pedro de Alvarado Apreto los
dientes para no insultar a Cortés y su cara no mostro ninguna señal de enojo
aunque dentro de él vid las escenas de la masacre del Templo Mayor; las
cabezas cercenadas de los nobles, los intestinos abiertos de los
sabios todos ellos asesinados sin poderse defender, sin armas y solo por la
codicia de aquel oro que estos seres valoraban por encima de la dignidad hu‐
mana y de la misma vida. El pueblo se había sublevado y Moctezuma había
muerto herido de una pedrada mientras desde el balcón de su cautiverio roga‐
ba a los Aztecas por calma y paz." Cuauhtémoc acercó su mano a su cuchillo y
el séquito de Cortés tensó sus músculos ante lo que consideraban era una
amenaza en contra de su Capitán. Pero Cuauhtémoc los calmó con un gesto y
entregó la empuñadura al español pidiéndole que lo matara. Cortés no enten‐
dió el mensaje y su traductora, la Malinche se lo explicó. Faltaban pocos se‐
gundos para completar la ceremonia de sacrificio y Cuauhtémoc se preparó
para recibir el cuchillo dentro de su cuerpo:
y honor, y no nos
CAPITULO III
1531
No existe nada más terrible que la pérdida total del significado. Durante los 10
años a partir de la consumacion de la Conquista, el pueblo Azteca vio con hor‐
ror como los españoles destruían sus templos, sustituían sus dioses por otros,
marcaban con hierro candente a sus hijos, mujeres y madres, violaban a sus
doncellas y cual sementales enloquecidos fecundaban a miles de Indias las
que daban a luz a crios desconocidos de padre y destinados a vivir en el aban‐
dono y la pobreza. No solamente Moctezuma había creído que los españoles
eran Quetzalcoatl; millones de indios tenían la esperanza que los vencedores
del Imperio Azteca los liberarían del vasallaje que los guerreros Mexicas les
habían impuesto pero pronto se desilusionaron, fueron marcados con hierros al
rojo vivo y tratados como esclavos; enviados a las minas y manipulados peor
que animales en la reconstrucción de la Ciudad de México.
Por razones banales los mastines de los españoles los destrozaban vivos y si
alguno se oponía a la dominación blanca era quemado vivo o mutilado. Pueb‐
los enteros decidieron dejar de tener relaciones Sexuales para no traer al mun‐
do niños que sufrieran lo que ellos estaban padeciendo. Las doncellas Indias
eran tratadas peor que prostitutas y pronto los pueblos indios se dieron cuenta
que no sólo los barbados no eran dioses sino que actuaban peor que demoni‐
os. Columnas enteras de mujeres eran encadenadas del cuello para sostener
grandes pesos y si alguna de ellas desfallecía le era Cortada la cabeza para
evitar que hubiera una lentificacion en el traslado de metales o materiales de
construccion. Si una mujer que sostenía un peso y al mismo tiempo cargaba a
un hijo recién nacido no soportaba el peso, le era arrebatado y muerto el hijo
para no detener el trabajo.
"El que está vestido de rojo", Tlallichcatl; "El que cubre la tierra de algodón",
Teyocoyani; "Creador de los hombres", Tlogue-Nahuague;
II
En el siglo VIII D.C., el Budismo había sido llevado al Tibet por Padmasambha‐
va y a partir de ese periodo tuvo tiempo más que suficiente para aclimatarse a
la cultura del pais; mágica y llena de colorido. En las grandes y elevadas cimas
de las montañas nevadas florecían los monasterios y los Lamas, alegres y
espontáneos estudiaban desde pequeños en ellos. Sin embargo, cada linaje
seguía su propia dirección, muchas veces oponiéndose a la de sus vecinos.
Inumerables sectas florecían simultanearnente con los conflictos y las luchas
de poder entre ellas.
Era una labor titánica pero empezaba a rendir frutos. Uno de los más significa‐
tivos fue la construcción del monasterio de Ganden en un gigantesco complejo
con más de 300 edificios que podian albergar a miles de adeptos. Lama Je
Tsong-Kha-pa estaba orgulloso de haberlo logrado y educaba a sus monjes
con todo celo y de la manera más estricta pues sabia que de ellos dependía el
futuro espiritual de la nación Tibetana. El segundo Dalai Lama, dirigia la orden
de los bonetes amarillos (Dgelugs-pa) creada por Lama de Thsong-Kha-pa
100 años antes. Era un ser extraordinariamente sensible y famoso por sus per‐
cepciones y por su afan de continuar la unificación Tibetana. Él mismo recorda‐
ba lo que habia sucedido hacía más de 10 ahos. . .
Mientras luchaba para crear una estrategia de unificación y en una de sus
meditaciones nocturnas, había escuchado una llamada penetrante de auxilio.
Provenia del otro extremo del mundo y era enviada por gente parecida a él y
con grandes dotes.
Para unificar una nación era necesario encontrar los puntos comunes y las sin‐
ergias de las aparentemente opuestas tendencias. Luego, hallar un medio para
hacer visibles tales sinergias y por último asegurarse de que sería conocida
por todos. La técnica Tibetana más efectiva para lograrlo era el plasmar, en
una imagen, todos los componentes detectados y después internalizarlos a
través de la visualización. Se lo propuso a Yacatl y éste aceptó pero no serían
conocidos los elementos y las sinergias sino hasta dentro de mas de 10 años y
en ese periodo nada se podía hacer. Serian 10 años terribles pero necesarios
para que se empezaran a manifestar los elementos y matices de fusión de la
nueva raza necesarios para crear la imagen. III
Yacatl habia muerto hacia la mitad de los 10 años. El segundo Dalai Lama lo
había acompañado durante su suplicio. Los salvajes barbados lo hablan en‐
contrado en su cueva mientras meditaba y alli mismo lo habían
La imagen hablaba por sí misma y sintetizaba todas las creencias del pueblo
Azteca mostrándolas juntas en el nuevo ser que era el producto de las dos
razas enfrentadas.
Era una obra maestra de la ciencia Tibetana y como todas las imágenes de los
Budas representaba lo más sublime del Ser. Pero no era una imagen Tibetana;
era la deidad tuletar del nuevo México, Ometeotl encarnado y el futuro ideal de
la nueva raza. Lo que seguia era esperar el momento y lugar apropiado para
mostrarla y eso implicaba una verdadera hazaña no sólo de visualización sino
de materialización. El segundo Dalai Lama se internó en los misterios de su
tradicion y logro maestría en sus tecnicas secretas.
En 1531, Juan Diego, un indio de espíritu noble oyó una voz mientras camina‐
ba por el cerro del Tepeyac. Era invierno y todo estaba seco y helado. Sabia
que transitaba por la morada de Coatlicue Tonatzin la cuna de Huitzilopchtli.
Oyo una voz que lo amaba. Se acerco al lugar de donde procedía el sonido y
vio una imagen resplandeciente y maravillosa que le habló en perfecto
Nahuatl; en impecable "Tecpillatolli" el hablar noble: Nehuatl—(yo soy) —In
Nizenguizca — (la enteramente) —Zemicac— (por siempre) — Ichpochtli —(vir‐
gen)— Santa Maria In Inatzin—(Santa María madre de) —In Huel Nelli —(el
bien verdadero) —Teotl Dios— (Dios)— In Ipalnemohuani— (Señor por quien
vive)—In Teyocoyani —(Creador de los Hombres)— In Tlogue Nahuague—
(Sehor del Cerca y del Junto, "Aquel
cabe quien está todo") —In Ilhuicahua In Tlaltipague —(Señor del Cielo y de la
Tierra)".
Le dijo que era la madre de Ometeotl, que habla venido para proteger a los in‐
dios, amarlos y cuidarlos y que deseaba que en ese lugar le construyesen un
Templo. Le pidió que fuese a dar noticia al Obispo para que él se cargara de
hacerlo.
Juan Diego obedeció pero no fue creido. Regreso dar la mala nueva y la
madre de Ometeotl lo llamó de nuevo y otra vez le pidió ir a ver al Obispo. Juan
Diego accedió pero con los mismos resultados que antes. El Obispo pedia
señales concretas de la aparición. Entonces Ometeotl le pidió a Juan Diego
recoger las rosas de todos colores que increiblemente crecian allí, frescas en la
punta del cerro helado y seco. El las colocó en su
"Amoxtli" su manto rústico de hilos extraídos del maguey y se las llevó al Obis‐
po. Al dejar caer las flores; sobre el Amoxtli apareció inscrita y perfecta la ima‐
gen. El Obispo mandó construir un Templo a la nombrarla
"Virgen de Guadalupe".
VI
Tal y como lo habían previsto el segundo Dalai Lama y Yacatl, la imagen fue
entendida por el indio en todos sus símbolos y se convirtió en su salvaguarda
espiritual. Miles de indígenas venían a admirarla a su Templo y todos leyeron
en el nuevo códice el misterio de la continuidad.
CAPITULI IV
1723
años de edad. Pero no murió de viejo sino asesinado por los españoles. Dejó
un gran numero de discipulos de los cuales sólo 5 sobrevivieron a los conquis‐
tadores y sus atrocidades. Eran los más fuertes y los mas preparados. Su pro‐
pio linaje descendia de uno de ellos; Teocatl. El, a su vez tuvo 15 discípulos los
cuales fueron entrenados con el máximo rigor tanto por u maestro como por las
circunstancias. De acuerdo con Teocatl, la persecución de los españoles y su
tiranta era una gran bendición puesto que lo obligaban a él y a los que lo sigu‐
ieron a alcanzar los más altos niveles de impecabilidad o de lo contrario ser
exterminados. A partir de Teocatl, todos los Nahuales de su linaje n nombres
hispanizados a fin de pasar desapercibidos. Asi, él habla escogido llamarse
Nestor pero su verdadero nombre nadie lo sabia a excepción de sus discipulo
mas avanzado; el nuevo Nahual que se encargaría del linaje a partir de su
paso al "otro mundo". No moriría como el resto de los hombres sino que atrav‐
esarla la frontera entre dos mundos consciente y voluntariamente. Su cuerpo
desaparecería sin dejar rastro alguno y alli en la inmensidad adquiriria la liber‐
tad total y estaria en opción de reunirse con todos los Nahules que lo habian
antecedido. El hombre que se aproximaba se habia acercado tanto que ya se
podian distinguir sus rasgos con facilidad. El Nahual Néstor entornó los ojos y
vio la parte central del huevo luminoso de su visitante y lo encontró intacto. De‐
spués, analizó el rango de sus emanaciones y constató, asombrado, que la
mayoría brillaban con luz propia. Aquel hombre conocia los secretos de la bru‐
jeria y tenia mucha experiencia en el control y manejo de su enfoque.
Et bosque estaba deshabitado y por primera vez no le miedo hablar con Dios
en voz alta, rezar en hebreo y acticar su Kabbalah abiertamente. A los 15 dias
sintió a presencia y en sus sueños se pudo comunicar con ella. Era un indio
muy anciano y le mostraba un paraje desertico y una montaña. En la cima de la
misma habia alguien esperandolo. El indio le dijo que con esa persona podia
hablar sin temor y ademas continuar su aprendizaje. Todas las noches soñó lo
mismo y el último día de su retiro echó a andar en la dirección que el indio le
habia indicado. Caminó 3
meses sin detenerse hasta que penetró al desierto y pudo ver la montaña. En
la cima habia alguien y supo que era la persona de sus sueños. Se acerco a el
y fue invitado a sentarse a su lado. III
A partir de ese momento, cada uno le enseñó al otro lo que sabía. Aarón le ex‐
plicó el origen del Universo se gún la Kabbalah. La "Luz Divina del Sin-Final" lo
ocupaba todo en una Unidad perfecta y cuando el Creador decidió, restringió
su luz en una zona e hizo penetrar una emanacion en el hueco que habia for‐
mado. A partir de ese momento, el tiempo y el espacio fueron creados y con el‐
los todas las manifestaciones conocidas. La "Luz" del "Sin-Final" sigue perme‐
ándolo todo pero depende de la pureza del hombre el acercarse a ella. Cuan‐
do lo logra, adquiere las mismas cualidades de Dios; se une a si mismo y se
convierte en un receptáculo adecuado para recibir la "Luz" en una máxima cer‐
canía con el Creador. Este se encuentra en todo lugar y en toda cosa y en sí
mismo es la Unidad perfecta.
Junto a un gran precipicio, Néstor se lanzo al vacío y regreso. sin daños; ante
el asombro de Aarón quien le rogó le enseñara la forma de hacerlo. Aarón
aprendió a manejar su cuerpo de ensueño adquiriendo maestría en el manten‐
imiento de la Conciencia durante el sueño y Néstor conoció las técnicas Kab‐
balisticas para insuflar vida en las rocas y manejar, a voluntad, los elementos.
La energía que desarrollaban juntos era de tanta magnitud que toda la región
en la que vivian comenzó a brillar en las noches y a atraer discípulos que se
establecieron a vivir con ellos. Veinte años después de su primer encuentro,
toda una comunidad se formó a su alrededor y en ella, el conocimiento nuevo
fluía y se desarrollaba. Un verdadero oasis repleto de significado y verdades
comenzó a palpitar con una vitalidad y empuje nunca antes vistos. El Espiritu
de Me-xi-co renació alli entre la ruina y el desastre del resto de la Nueva Es‐
paña.
CAPITULO V
1995
La guerra había estallado cuatro años antes y Sidem Hasam fue derrotado de‐
spués de sangrientas batallas. El mundo exigió una solución al problema
Palestino para evitar nuevos derramamientos de sangre. En una Conferencia
Internacional para la paz en Medio Oriente, Israel cedió parte de los territorios
ocupados a los Palestinos a cambio de un Tratado de Paz. II
Si unos años antes, el mundo había sido testigo de la caída del Socialismo
Real, ahora el descontento de la población derivado del control del mercado
por la economia Yanqui, se vislumbraba como el inicio de la caida del Capital‐
ismo, incapaz de resolver los problemas de desigualdad. Los grupos con in‐
tereses Espirituales que habilan surgido en el Planeta a partir de 1968 se multi‐
plicaban por doquier. Miles de comunidades autosuficientes se comenzaron a
crear. Sus ideales no eran consumistas sino de liberación con respecto al sis‐
tema capitalista y de retorno hacia condiciones de vida mas naturales y
guiadas por la búsqueda Espiritual. En este sentido y en México, una extraña
pero poderosa afinidad entre los Lamas del Tibet y los mexicanos se mani‐
festaba en múltiples contactos. El más espectacular habla reunido a 50,000
personas en las Piramides de
La visita del XIV Dalai Lama a México y una Ceremonia Ecuménica que este
había presidido en la Catedral de México fortalecieron la búsqueda espiritual
que día a dia se volvió cada vez más intensa. IV
Los Coreanos, por su parte, hablan decidido utilizar el motor que tambien de‐
sarrollaban, en la construcción de automóviles y también estaban preparán‐
dose para una demostración de su primer Prototipo; un vehículo impulsado con
un sistema de captación directa de energia de la Lattice. V
CAPITULO VI
2025
A los 75 anos de edad, Augusto empezó a perder la vista, Blanca habIa falleci‐
do 5 aÑos antes y a partir de ese momento él dejo de tener interes por la cien‐
cia. Su hija mayor lo cuidaba mientras se sentaba, durante horas, inmóvil y
pensativo. a rememorar todo lo que había vivido. Le habian otorgado el premio
Nóbel un año antes de la muerte de su esposa, en reconocimiento por su tra‐
bajo con la Lattice. Todavía recordaba su discurso de aceptación. En él, había
hecho un análisis de la historia de su descubrimiento, desde la idea inicial has‐
ta su aplicación a nivel generalizado.
II
La aguja le hacia daño pero no tenia ya fuerzas para gritar. En ocasiones pens‐
aba que era un error querer alargar mas su vida. Después de todo tenía 95
años y ya había vivido sufiente... más que suficiente. Pero no podía aceptar de‐
saparecer sobretodo después de haber construido un Imperio gigantesco.
Ojala hubiera tenido un hijo a quien heredarlo pero sabía que era estéril y
ninguna medicina lo había ayudado a volverse fértil. Por lo tanto. la única solu‐
ción eran esas inyecciones atroces de hormonas y sustancias
rejuvenecedoras. El dolor amaino un poco y Nicolo supo que la sustancia ya
circulaba por sus venas. Había pedido una dosis doble porque necesitaba es‐
tar más fuerte que nunca para resistir el viaje y sobretodo la entrevista con Au‐
gusto.
-En ocasiones uno no sabe por qué hace ciertas cosas pero una voz interior
ordena y no se le puede ofrecer resistencia, pensó Nicolo al sentirse más vig‐
oroso. Las sustancias estaban surtiendo su efecto. La medicina del siglo XXI es
maravillosa, siguió pensando; seguramente yo ya estaria bajo tierra desde
hace 10 años si no fuera por ella IV
Tambien era delicioso conversar con los jovenes me xicanos, tan entusiastas y
curiosos por conocerse a si mismos, y aquello no era fácil, sobretodo en un
pueblo que tenía inscritos en sus genes tantas odiseas y tantas formas de ex‐
perimentar y sentir.
Se había rescatado gran parte de la sabiduría de la antigüedad y las nuevas
generaciones intentaban adaptarlas a su forma de vida, ultramoderna y en un
Planeta que ya no tenía fronteras. Pero el mexicano seguía siéndolo y a donde
fuese siempre era reconocido por su espíritu chispeante, atrevido y al mismo
tiempo tierno y centrado en lo humano. Mientras pensaba en eso súbitamente
una idea brilló en la mente de Augusto, una idea extraña que apuntó en un pa‐
pel que guardó en un bolsillo de su pantalón.
Durante la cena, Augusto notó la inquietud de su hija. Parecía querer decir algo
pero no se atrevía. Dos veces dejó caer los cubiertos y al servir la sopa le tem‐
blaban las manos. ¿Qué sucede?, le preguntó curioso. Ella se aclaró la gar‐
ganta y le leyó un mensaje de Nicolo pidiendo una entrevista con él. No supe
que contestarle y no me he atrevido a preguntarte.
—Contestale, —le pidió a su hija—, Que necesito saber el motivo que lo impul‐
sa a verme y que en base a él decidire si acepto o no. VI
VII
VIII
Anochecía y los dos ancianos seguían sentados, uno frente al otro y hablaban.
Llevaban varias horas haciéndolo y la curiosidad de la hija de Augusto fue
mayor que su prudencia. Salió de la casa y saludando a Nicolo lo invitó a
cenar. Este negó con un movimiento de cabeza. Estaban por terminar y debía
retirarse a descansar. Lo esperaba una junta urgente y además no acostum‐
braba cenar.
Nicolo lo entendió después de varias horas, espero que tú no seas tan lenta.
hace mas de cinco siglos surgió en este país un nuevo ser humano, producto
de la unión de dos razas. Fue uno de los acontecimientos mas espectaculares
de la historia de la humanidad; ¡la creación de una nueva raza!. Fue, en reali‐
dad, un injerto hecho en la sangre indígena pero con tal brusquedad y falta de
cuidado que la herida provocada se ha tardado mas de 500 años en sanar y
florecer. El mexicano actual, con toda su belleza y espiritualidad es el ver‐
dadero Prototipo, ¿ahora entiendes?.
Claro, contestó ella, eso es obvio ¿pero de eso hablaron horas enteras Nicolo y
tú?.
—Para ti es obvio, sonrió Augusto, porque tú eres una de las flores pero para
Nicolo resultó una revelación complicada y demasiado sutil para su mente tan
racional y apegada a lo utilitario. Pero al final lo comprendió, lo que hicimos
con el Prototipo del motor de la Lattice fue un juego de niños comparado con el
verdadero Prototipo.
. Me dijo que estaba insatisfecho con su vida, que no se sentia feliz a pesar de
haber logrado todo lo que soño. . . que no era suficiente o que habia errado el
camino.
ella dándole una palmada traviesa por tenerla tan obligada. Augusto río como
un niño antes de contestarle.
Los Chamanes de Mexico. II Misticismo Indigena. Alpa Corral. Mexico 1987 Los
Chamanes de Mexlco. III Pachita, INPEC. México 1989
Mexico 1988
Distribuidor Exclusivo Colofón, S.A. Pitágoras 1143 C.P. 03100 México, D.F
EL PROTOTIPO
Jacobo Grinberg-Zylberbaum
Esta es una novela inspirada en la situación del Golfo Pérsico. El mundo re‐
quiere de un sistema energético alterno capaz de sustituir el petróleo y el Pro‐
totipo es la solución. El Prototipo no utiliza energía solar ni nuclear sino que ex‐
trae fuerza y calor directamente de la estructura básica del espacio; la Lattice
del Espacio-Tiempo. Sin embargo el verdadero Prototipo no es una máquina
sino el producto de una transformación colosal de la raza humana. I.N.P.E.C.
Instituto Nacional para el Estudio de la Conciencia