Cali, Ciudad Abierta - Katia González Martínez PDF
Cali, Ciudad Abierta - Katia González Martínez PDF
Cali, Ciudad Abierta - Katia González Martínez PDF
PB 1
Katia González Martínez
Ministerio de Cultura
República de Colombia
2 3
A la memoria de Arturo Alape (q.e.p.d.),
por nuestros sueños vividos
A mi hijo Nicolás
In memoriam
Carlos Mayolo
Fernell Franco
Hernán Nicholls
Nicolás Buenaventura
Phanor León
Pilar Villamizar
4 5
Procuremos inventar pasiones nuevas o reproducir Página 2: VI Juegos
las viejas con pareja intensidad. Panamericanos, Piscinas Olímpicas
José Lezama Lima de la Unidad deportiva San
Fernando. En un segundo plano,
la calle quinta con carrera 34; al
fondo, en la loma, el barrio Tejares
El camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría. de San Fernando. Foto: Carlos
William Blake Caicedo, cortesía del fotógrafo.
6 7
11 Prólogo
15 Introducción
10 11
más atrás y continuidades un poco más adelante de la década enfocada:
los setenta.
12 13
punto de vista de los personajes marginados. Los cineastas pertenecían al
mismo grupo que cultivaba su cinefilia en el Cine Club de Cali.
Ramiro Arbeláez
Introducción
En ese contexto surgieron mis primeras inquietudes por hacer una investi-
gación como la que presento hoy, y también se despertó el interés de Alape
por escribir una novela histórica sobre la Cali de los años cincuenta, una
saga que complementaría su primera novela Noche de pájaros (1984), y que
sería un testimonio de la ciudad en plena ebullición luego de la Explosión
de Cali de 1956, las huelgas obreras, la caída del General Rojas Pinilla, el
movimiento social y cultural del Instituto Popular de Cultura, la invasión de
tierras; pero también un testimonio de la vida en medio del bolero, el dan-
zón y el pachuco bailarín. Alape hizo algunas entrevistas en su último año 1 El escritor mexicano Carlos
Monsiváis asegura que una «época
de vida —con la colaboración de Luis Alberto Díaz—, y juntos conocimos de oro» es un momento que «no
diversos personajes que rememoraron la época, pero no alcanzó a escribir le provoca envidia al presente»
nada. Las historias se las llevó a ese largo viaje sin regreso. (2005, 51).
14 15
En mi caso, los artistas escogidos para esta investigación —Carlos
Mayolo y Luis Ospina, el grupo que se congregó alrededor de Ciudad Solar
y Ever Astudillo— pertenecen a una generación cuya mirada fue testigo
de la transformación urbana de Cali. En las artes plásticas, críticos e
historiadores del arte en Colombia de los años setenta como Eduardo
Serrano Rueda, Marta Traba, Miguel González, Darío Ruiz, Germán
Rubiano Caballero o Álvaro Medina advirtieron cómo en la provincia
colombiana, en especial Cali y Medellín, surgía una tendencia gráfica
—que a veces encasillaron en el hiperrealismo o el fotorrealismo— cuyo
referente era la fotografía y que develaba el entorno barrial o marginal
urbano. Lo que se deduce de estos textos y de los aportes del libro de
Carmen María Jaramillo titulado Fisuras del arte moderno en Colombia
(2012) es que hubo en aquel entonces una generación de artistas como
Miguel Ángel Rojas, Oscar Muñoz, María de la Paz Jaramillo, Saturnino
Ramírez, Ever Astudillo y Oscar Jaramillo, que coincidieron en su interés
por explorar la ciudad nocturna y recóndita de bares, prostíbulos y billa-
res, como lo demuestra la autora:
Pero, ¿por qué se dio esta coincidencia entre ámbitos artísticos tan
diferentes como la literatura, el dibujo, la fotografía y el documental?,
¿cómo surgió esa mirada crítica que indagaba otras realidades sociales
y culturales de la ciudad que terminaría convirtiendo a Cali en motivo de
investigaciones estéticas? Una respuesta que planteo, como tesis de la
investigación, es que un activador de ese interés por la ciudad fue la cine-
filia —una convergencia entre las tres perspectivas que escogí para la
investigación—, entendida no solo como la afición o pasión desbordada
por ver cine, sino en la actitud ávida de conocer y que llevó a convertir esa
afición en una escuela que contribuiría a formar un ojo.
16 17
su ojo aguzado, formado por la cinefilia, y su actitud como mirones
errantes (los llamados mirantes), les permitió develar otras realidades.
A la mirada urbana subyace el acto de apropiación, que significa en
este contexto sumergirse en una realidad, conocerla y removerla para
hacerla propia. Como señala el historiador del arte James Elkins: «No
existe el mirar sin la idea del usar, poseer, volver a poseer, adueñarse,
asegurarse, apropiarse, conservar, recordar y conmemorar, festejar,
tomar prestado y robar» (2001, 24).
El terreno de la investigación
Esta investigación, como he dicho, surgió en medio de apasionadas ter-
tulias y discusiones que buscaban comprender por qué la ciudad que el
poeta Eduardo Carranza definió como «un sueño atravesado por un río»,
ya no era un sueño y su río vivía en profunda agonía. Para eso me interesó
situarme en los años setenta y en unas obras donde Cali es la protago-
nista. Decidí ahondar en los intereses de quienes tomaron la ciudad como
tema de representación, y que de cierta manera dan cuenta tanto del
fenómeno observado como del observador agudo que penetró diversas
realidades urbanas.
[…] el paradigma del historiador distanciado y objetivo, que analiza las fuentes por
lo que dicen, da lugar a un historiador/autor involucrado en el mismo proceso que
reconstruye, por medio del análisis de cómo sus fuentes reconstruyen el ficticio
objeto de su deseo, y como él o ella a su vez, dialoga con y pone en diálogo aquellas
fuentes y referentes en su propia escritura. La intención de objetividad se recon-
ceptualiza, entonces, como una suma de subjetividades, en un constante proceso
dialógico de búsqueda de semejanzas y diferencias. (Cordero 2008)
18 19
Uno de los libros de Carlo Ginzburg que ha sido fuente de reflexión para
mis intereses sobre la escritura histórica ha sido El queso y los gusanos:
el cosmos, según un molinero del siglo XVI (1976), obra célebre de la
microhistoria, sobre un representante de las clases populares que sin este
trabajo probablemente hubiera quedado en el anonimato. Ginzburg en el
mismo relato histórico, una suerte de crónica, va dando pistas sobre el
proceso de investigación, arma la historia a partir de una polifonía de
voces, menciona carencias documentales o señala hipótesis afortuna-
das o infortunadas; de esta forma el autor va revelando su papel como
constructor del relato y su narrativa rompe con cualquier convención his-
toriográfica, pues el libro se lee como una novela; en resumen, Ginzburg
explica de qué manera la escritura puede descubrir el qué y el cómo de la
investigación. 5
20 21
Alberto Díaz, y Función de gala: historia de los teatros de cine y del cine
en Cali (2002) de Pakiko Ordóñez.
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autobiográficos, que aunados logran crear un tándem de voces: Mamá
qué hago: Vida secreta de un director de cine (2002) y La vida de mi cine y
mi televisión (2008) de Carlos Mayolo; y de Luis Ospina: Palabras al viento:
mis sobras completas (2007), y Oiga/vea: sonidos e imágenes de Luis
Ospina, una compilación de artículos, entrevistas y ensayos sobre la vida
y obra de Ospina, realizada por el profesor Ramiro Arbeláez (2011) para
otorgarle a Ospina el título de doctor Honoris Causa en Comunicación
Social de la Universidad del Valle en el 2008.
Agradecimientos
Este aparte quiero dedicarlo a todas aquellas personas que apoyaron
en distintos momentos esta investigación en Cali y Bogotá. Quiero dar
el más especial agradecimiento a quienes en estas ciudades me brinda-
ron horas de su tiempo para compartir sus experiencias con la Cali de
entonces, motivo suficiente para animar conversaciones. La producción
artística, crítica y cinematográfica, los testimonios, los archivos, así como
mi experiencia de estar en Cali, fueron el motor que impulsó siempre esta
investigación. Por esa razón deseo agradecer a Ever Astudillo, Miguel
González, Hernando Guerrero, Carlos Mayolo (q.e.p.d.), Pakiko Ordóñez y
Luis Ospina, por su generosidad y disposición para involucrarse con este
proyecto que habla de una época de sus vidas.
Los viajes los aproveché también para la discusión sobre los últimos
hallazgos, para contrastar opiniones y miradas. En este sentido deseo
expresar un profundo agradecimiento a Ramiro Arbeláez, por su
24 25
permanente asesoría, generosidad y acompañamiento, y por las excep-
cionales conversaciones que ayudaron a darle cuerpo a la investigación.
En ese sentido debo reconocer que las entrevistas con el cineasta Carlos
Mayolo que hice en compañía de Arturo Alape (entre 2005 y 2006) y
Hernán Nicholls (2007) fueron trascendentales, pues nunca pensé que
esos encuentros serían los últimos. Algo muy similar sucedió con la
entrevista que realizó Arturo Alape a Fernell Franco, la cual acabó siendo
la última en la vida del fotógrafo, pues ocho días después sobrevino su
muerte en Cali. Después de esa entrevista, Alape tomó la decisión de que
el personaje principal de su próxima novela sería un fotógrafo encarnado
en la figura de Fernell Franco; idea que tampoco se concretó, pues a los
diez meses moriría Alape.
26 27
A las familias Ruiz y Rodríguez Borda por acogerme en casa durante estos
años de investigación.
28 29
Cali, años sesenta: Fotografía del artículo «Las
mejores frases del Festival de
el inconformismo
Vanguardia», Cromos, 9 de agosto
de 1965, págs. 14 y 15. Archivo de la
revista Cromos.
Cali ha recibido varios apelativos a lo largo del siglo pasado que han mar-
cado el devenir de la ciudad. Recibió el nombre de «Cali, ciudad deportiva
de Colombia» al haber acogido la celebración de eventos deportivos del
país, el primero de ellos en 1928, cuando se llevaron a cabo los I Juegos
Atléticos Nacionales. Luego, el nombre de «Cali, capital cultural de
Colombia» por los festivales de arte de los años sesenta; y a raíz de la rea-
lización de los VI Juegos Panamericanos de 1971 mereció la categoría de
«Cali, ciudad de América». En los años ochenta se ganó el mote de «Cali,
capital mundial de la salsa», porque se decía que no existía otro lugar
donde se bailara tanto este ritmo; y en esos mismos años, por la creciente
producción cinematográfica, los protagonistas del propio movimiento
cinéfilo, echando mano de los juegos de palabras que los caracterizaban,
decidieron llamarla «Caliwood».
32 33
investigación que empecé en 2005 para mis estudios de maestría reveló Vista de la ciudad desde el
unos procesos de gran complejidad sobre la mirada urbana de los artis- Teatro al Aire Libre Los Cristales,
Festival de Arte de Cali, ca. 1961,
tas. Las obras y los archivos fueron enriqueciendo las perspectivas de Cali. Foto: archivo de Fanny Mikey.
análisis sobre esas dos ciudades y evidenció la emergencia de una mirada
crítica sobre Cali.
34 35
Esta mirada, como lo señala Graciela Carnevale refiriéndose a la ciudad Grupo de Artistas de Vanguardia,
de Rosario en Argentina, permite cuestionar «la conducta colonizada que Tucumán Arde, campaña publi-
citaria (afiche convocando a la I
muchas veces adoptamos acríticamente cuando tomábamos a la capital Bienal de Arte de Vanguardia), 1968,
como el espejismo a donde queríamos llegar» (Carnevale 2013). Rosario, Argentina. Archivo Graciela
Carnevale.
En la investigación Cali, ciudad abierta. Arte y cinefilia en los años
setenta, el contexto político y social de la ciudad adquiere gran relevan-
cia debido a que está conectado con las obras y sus intenciones. No es
en absoluto un mero marco académico, es un subtexto que encuentro en
las obras. Gracias a esto fue que, durante el proceso, me convencí de la
urgencia de realizar cruces, diálogos o estudios paralelos críticos entre
distintas regiones de Colombia. A mi modo de ver, un diálogo histórico
entre Cali y Medellín o Cali y Barranquilla, además de arrojar diversas lec-
turas de las regiones, resulta por completo urgente, pues todo pareciera
indicar que los lenguajes internacionales de la neovanguardia circularon
más por las regiones que por el centro, debido al papel que jugaron los
eventos artísticos que conectaban lo local con lo global. En el proceso me
he convencido también de un reto aún mayor: poner a dialogar a Cali con
otras regiones latinoamericanas como por ejemplo Rosario, Valparaíso o
Tijuana, con el fin de armar otro mapa continental que conecte historias
regionales que sucedieron por fuera de los centros capitales. La presente
investigación es entonces justamente un aporte a la valoración crítica de
los contextos regionales en la línea de estos retos.
36 37
folclore tropicalista, indigenista y populista, haciéndose unas doscientas Texto de Carlos Mayolo y Luis
películas de supuesta recuperación popular, pero que ya fueron cataloga- Ospina para la divulgación del
documental Agarrando pueblo
das a su debido tiempo como el género de la pornomiseria» (1982, 14). En en el Festival Internacional de
este aparte Mayolo se refiere al boom de cortometrajes para sobreprecio Oberhausen, 1979, Alemania
que se valió de la miseria para mercadearla dentro y fuera del país. 3 Su Federal. Archivo de Luis Ospina.
película Agarrando pueblo (1978), codirigida con Luis Ospina, es precisa-
mente una crítica a ese manoseo pornomiserable 4 y cuestiona el método
de trabajo de los realizadores que se lucraron con la pobreza.
38 39
—entre ellos, extranjeros que conformaron colonias como la japonesa, Plegable del Primer Festival
italiana, alemana y norteamericana, producto de la llegada de varias de Arte de Vanguardia, 1965, Cali.
Archivo de Pedro Alcántara Herrán.
multinacionales—. En el caso de Franco, que trabajó como mensajero
en el estudio de fotografía Arte Italia, sus fronteras se ampliaron, ya que
—afirma— «sabía de otras culturas y de otras historias por el cine, que
a través del contacto con los extranjeros se me hicieron más cercanas»
(Franco citado por Iovino 2004, 46). 5 El Instituto se crea en 1947 bajo
el nombre Instituto Municipal de
Una de mis inquietudes sobre los años sesenta en Cali ha sido indagar Cultura Popular. Como se cita en la
página web de IPC: «Álvaro Valencia
por el momento en que irrumpe el uso de la palabra vanguardia, en una
y otros intelectuales demócratas,
escena artística que los propios artistas consideran «provinciana». La por motivos políticos frente a la
ciudad contaba con dos instituciones educativas no formales, el Instituto derrota liberal del año 46 y por
Popular de Cultura (IPC) 5 y la Escuela Departamental de Bellas Artes. 6 generosidad ideológica, idearon
En esta ciudad, que apenas llegaba a los quinientos mil habitantes al la creación del Instituto Municipal
de Cultura Popular. Al fin y al cabo,
inicio de la década, se congregaron artistas e intelectuales alrededor de
en ese momento la cultura era un
dos espacios surgidos en los años cincuenta: el Club Cultural La Tertulia motivo de atracción electoral para
—antecedente del actual Museo de Arte Moderno la Tertulia—, creado los sectores progresistas del partido
en 1957 para las artes, el cine y el debate; y El Taller (abierto en 1955), un liberal en lucha con la derecha
lugar de reunión y confluencia de dos vertientes artísticas: la abstracta gobernante y con un Partido
Comunista que, por entonces, tenía
de Jan Bartelsman y María Thereza Negreiros, artistas inmigrantes de simpatizantes entre los escritores
Holanda y Brasil, y la figurativa, de los hermanos Lucy y Hernando Tejada. y artistas revolucionarios o, por lo
menos de vanguardia». Véase la
La propuesta de análisis que establezco sobre la irrupción de la idea de información institucional del IPC
en www.institutopopulardecultura.
vanguardia en Cali tiene tres ejes: 1) como respuesta crítica a la época de
edu.co.
la Violencia en Colombia, 2) como alternativa crítica al Festival de Arte de
Cali, y 3) como un modo de recoger la influencia de medios de circulación 6 Antonio María Valencia, direc-
transnacional como las revistas, que fueron los vehículos de difusión tor de la Escuela de Música o
tanto de escritos, poesía y prosa, como de un mensaje solidario con la Conservatorio de Cali, propuso
crear una Escuela Departamental
Revolución cubana.
de Bellas Artes. Ello se hizo rea-
lidad cuando en 1936 se expidió
En el ámbito artístico de Cali el uso de la categoría vanguardia por parte un acuerdo gubernamental que
del grupo nadaísta está ligado a una actitud contestataria y de fuerte cedía un lote del barrio Centenario
ruptura con la tradición, el lugareñismo 7 y cierto convencionalismo que para este proyecto. Valencia hizo
gestiones y consiguió los recursos
representaba el Festival de Arte de Cali (FAC), por ejemplo, al incorporar
para la construcción del edificio
en su programación conciertos de música clásica, teatro de la drama- donde funcionarían las escuelas
turgia clásica y muestras del folclor nacional. En sus primeras ediciones, de música, pintura y escultura, que
el Festival de Arte de Vanguardia (FAV) activó un programa contracultu- finalmente inauguró en 1939 (véase
González 2005).
ral que removió los anclajes de la tradición y abrió las puertas a otros
lenguajes del teatro, que por entonces exploraban el director Santiago 7 Expresión usada por Gonzalo
García, la literatura nadaísta y la nueva figuración americana de Pedro Arango para referirse al
Alcántara Herrán y Norman Mejía, fundamentalmente. provincianismo.
40 41
La resonante aparición de la publicación La Violencia en Colombia (1962), Plegable del Segundo Festival
del sociólogo Orlando Fals Borda, el abogado Eduardo Umaña Luna y de Arte de Vanguardia, 1966, Cali.
Archivo de Pedro Alcántara Herrán.
monseñor Germán Guzmán, significó una especie de manifiesto de la
sociedad colombiana, pues se constituyó en el gran testimonio de la
época, y convirtió la violencia en tema de opinión pública al generar una
gran controversia. Fue una revelación que le retiró la venda de los ojos a
muchos; y entre esos muchos estaban, por supuesto, los artistas. El libro
denunciaba a las élites gobernantes por el desangre que había vivido
el país desde los años cuarenta con el recrudecimiento de la violencia
bipartidista. En evidente concordancia, dentro del segundo Festival de
Arte de Vanguardia, los ejes de las actividades fueron tanto la Violencia
como la figura de Camilo Torres —sacerdote, cofundador de la Facultad
de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia y guerrillero del
ELN que había muerto en combate—.
42 43
precepto fue el no sometimiento a ningún precepto, y vio la libertad como Artículo «Genio y figura en el
el valor esencial del arte. Festival de Arte de Vanguardia.
En Cali los nadaístas hicieron tolda
aparte» de Gonzalo Arango, Cromos,
Al año de haber escrito el manifiesto, cuando vivía ya en Bogotá, Arango 16 de agosto de 1965, págs. 26-27.
dio una conferencia en Cali y luego con el grupo que se reunió ese día, ter- Archivo revista Cromos.
minó creando el nadaísmo en 1959. 10 Años después un grupo de nadaís-
tas organizó el FAV, conformado por el artista Pedro Alcántara Herrán
y los poetas Jotamario Arbeláez y Elmo Valencia, el Monje loco, quienes
trabajaron con la complicidad de Jesús Ordóñez, el director de la Librería
Nacional. Ellos crearon en 1965 el Festival de Arte de Vanguardia 11 como
10 En cabeza de Jotamario Arbeláez,
contra respuesta al «festival oficial», como le llamaban entonces al FAC.
Diego León Giraldo, Ducardo
Ante los ojos de Arango, el oficial, «sin ser reaccionario ni academizante» Hinestrosa, Alfredo Sánchez y Elmo
promovía la cultura con un poco de convencionalismo, en cambio, el de Valencia. De este grupo, Sánchez y
vanguardia «estimula y representa el arte de avanzada, se propone fina- Giraldo se encargarían de la difu-
lidades revolucionarias de orden estético y social, orientado a un cambio sión de los escritos nadaístas por la
prensa local en su recién fundado
fundamental en la sociedad y en el hombre mismo» (1966, 72). El Festival
Esquirla, el suplemento literario del
de Vanguardia fue más una alternativa a la institucionalidad-festival que diario liberal El Crisol.
una contraposición; según Arango, no era tanto una «disidencia solita-
ria», sino más bien «una adhesión solidaria», pues el FAC sí había logrado 11 El Primer Festival de Arte de
propiciar espacios de encuentro y un momento de apertura a la región Vanguardia se realizó entre el 16
de junio y 1° de julio de 1965. El
latinoamericana. programa incluyó montajes teatra-
les de Santiago García; lectura de
Pedro Alcántara Herrán, entonces militante del Partido Comunista poemas de Eduardo Escobar; cine
Colombiano (PCC), activó una discusión sobre el compromiso del artista de Sergei Eisenstein y Robert Wiene
programado por Jaime Vásquez;
en el ámbito artístico y político. En pleno auge del FAV, por ejemplo,
y las conferencias: «La cultura
en una entrevista, declaró: «Vanguardia es arte combativo, arte de de la incultura en Colombia» de
transición» (La Patria 1966, 7). Cuando Herrán habla de «transición» se Marta Traba; «El nadaísmo a la luz
refiere al periodo histórico signado por la violencia que según él exigía de las explosiones» de Jotamario
un arte comprometido con la realidad y una toma de distancia frente Arbeláez; «El streap tease de lo
prohibido» de Gonzalo Arango con
a la «libertad abstracta». Su posición encarnaba una clara ruptura con
fondo de música electrónica de
las corrientes de figuración formalista y abstractas que representaban Elmo Valencia. El 1° de julio de 1965
Fernando Botero, Édgar Negret, Alejandro Obregón, Eduardo Ramírez se dio cierre al evento con la mesa
Villamizar y los artistas inmigrantes en Cali. En el segundo FAV, uno de redonda «Consejo de guerra verbal
los actos centrales sería la exposición «Testimonios» de Pedro Alcántara al arte contemporáneo» a cargo
de Gonzalo Arango, Elmo Valencia,
Herrán, Carlos Granada y Augusto Rendón, compuesta por pinturas,
Jotamario, Norman Mejía, Eduardo
grabados y dibujos que sintetizaban tres postulados principales de la Escobar, Pedro Alcántara Herrán
década del sesenta: el arte testimonial vinculado al conflicto social y Santiago García. En la Galería
colombiano, el realismo o «la nueva figuración americana» y el compro- de arte de la Librería Nacional se
miso con la vorágine de su tiempo. expusieron pinturas, dibujos y obje-
tos de Mejía y Alcántara Herrán,
como consta en el afiche plegable
El Festival de Arte de Cali fue lo más cercano a crear una institucionalidad divulgativo (Primer Festival de Arte
del arte y la cultura. Según la información recogida en prensa, un festival de Vanguardia 1965).
44 45
alcanzaba a programar alrededor de cien espectáculos, entre pagos y Arriba: Fanny Mikey, Pedro I.
gratuitos, en diez días. Por ese impacto social del festival se le daría el Martínez (actor del TEC), Néstor
Sanclemente (director de la Escuela
mote a Cali de «capital cultural de Colombia», y se la convierte en una de Bellas Artes) y Carlos Humberto
ciudad paradigmática, pues convocaba cada año artistas nacionales e Morales (Gobernador del Valle del
internacionales, obras de teatro, danzas, el ballet de Giovanni Brinati, 12 Cauca), 1962, Cali. Abajo: Maritza
conciertos, exposiciones, concursos de artes plásticas, cine, recitales y Uribe de Urdinola, Martha Hoyos y
Fanny Mikey en el Club Cultural La
conferencias. En su conjunto, esta serie de actividades representan una
Tertulia, ca. 1964, Cali. Archivo de
apuesta al fomento del arte y la cultura por entonces sin parangón en Fanny Mikey.
el país, y una estrategia de recepción de las obras de la cultura clásica y
moderna casi por igual.
En un extenso artículo crítico para La Nueva Prensa, Marta Traba cues- 12 Bailarín y coreógrafo italiano
radicado en Cali de 1956 a 1968,
tionaba justamente la recepción de una serie de exposiciones que veía el
luego en los setenta regresaría a la
público sin discriminación alguna; y aunque dijo valorar un pop fresco, ciudad por una corta temporada.
como el de Alberto Gutiérrez, María Thereza Negreiros o Hernando Tejada Fue director del ballet de la Escuela
en la cuarta edición del festival, se ensañó contra, según ella, las malas Departamental de Bellas Artes y
junto con Luz Stella Rey de Romero,
tradiciones de la pintura colombiana —refiriéndose a ciertos árboles
profesora y futura gestora cultural,
genealógicos que ella veía, las malas herencias que se reciben en la contribuirían a la profesionali-
cultura subdesarrollada, por ejemplo, de Ignacio Gómez Jaramillo (en su zación del ballet en Cali (véase
condición de mal pintor) a Carlos Granada (ídem)—. El liderazgo de Romero Rey 2013).
46 47
Fanny Mikey al frente de la institución-festival fue indiscutible. Traba lo Dibujos del artista mexicano
traduce sintetizándolo en una frase: «[el] Festival de Arte de Cali es Fanny Felipe Ehrenberg sobre la muerte
del Che Guevara, en la revista El
Mikey»; lo que a su vez le permite afirmar que en Iberoamérica no hay Corno Emplumado, n.° 25, enero
organizaciones sino personas, y estas se mimetizan tanto que las organi- de 1968, México, págs. 116-117.
zaciones «las alimentan con un dinamismo heroico» (Traba 1964, 48) y al Biblioteca Luis Ángel Arango.
final logran contagiar a quienes están a su alrededor.
48 49
del libro y titularon su exposición El libro inútil. Luego quemaron las Dibujo de Álvaro Barrios en la
obras junto a periódicos como El Tiempo, Occidente y El País. Estas revista El Corno Emplumado, n.° 20,
octubre de 1966, México, pág. 85.
acciones públicas, como lo sostiene Jotamario Arbeláez, inspiradas en Biblioteca Luis Ángel Arango.
los «actos pánicos» de Fernando Arrabal y Alejandro Jodorowsky, eran
hechos efímeros que escandalizaban, gestos que mostraban su acti-
tud anárquica ante la sacralización y conmemoración de la tradición.
En la programación de esta segunda edición, además de la exposición
«Testimonios», proyectaron el documental Camilo Torres (1966) de Diego
León Giraldo, cortometrajes del documentalista Luis Ernesto Arocha y la
película experimental María (1965) del pintor Enrique Grau.
50 51
En una conversación electrónica que sostuve con Margaret Randall, Carátula de la revista Nadaísmo.
cofundadora de El Corno, me aseguró que su revista era un quiebre frente La revista del cambio mental, n.° 7,
vol. II, 1971, Bogotá.
a las formas artísticas dominantes:
52 53
Alcántara Herrán, por ejemplo, sostiene que gracias a El Corno su obra se Vista desde el río Cali al Puente
dio a conocer en Estados Unidos y que su viaje a México fue producto de Ortiz, el hotel Alférez Real y los
edificios Zaccour, la Compañía
estas relaciones. Colombiana de Tabaco y Garcés,
ca. 1971, Cali. Foto: Fernell Franco,
cortesía de la Fundación Fernell
En las postrimerías de los sesenta, Cali ganó la sede de los VI Juegos
Franco.
Panamericanos (compitiendo por ella con Santiago de Chile y San Louis-
Missouri en 1967); al año siguiente, en el marco del VIII Festival de Arte
de Cali, la ciudad recibió el edificio actual del Museo de Arte Moderno La
Tertulia, 16 inaugurado con el Salón Austral de Pintura, Dibujo y Grabado,
una gestión en cabeza de Maritza Uribe de Urdinola, Gloria Delgado y
Martha Hoyos. Después de su corta experiencia en el nadaísmo, Alcántara
conformó la junta asesora de La Tertulia y desde allí promovió la reali-
zación de la Exposición Panamericana de Artes Gráficas en el marco del
décimo y último FAC (19-28 de noviembre de 1970), como una contribución
a los VI Juegos Panamericanos. Un año después, la exposición se con-
vertiría en la primera Bienal Americana de Artes Gráficas (1971), evento 16 El edificio fue diseñado por el
arquitecto Manuel Lago en el anti-
continental de gran incidencia en el auge del dibujo y el grabado en
guo Charco del Burro.
Latinoamérica. Por esta, entre otras razones, Alcántara devino un gestor
fundamental en el auge del grabado desde lo ideológico y lo empresa- 17 El Club se vino a menos a finales
rial; y es evidente cómo las redes transnacionales del grabado que se de los años ochenta, lo vendieron
en el 2006 y al año siguiente fue
evidencian en la época se lograron construir a partir de la amistad que él
demolido.
entabló con el grabador puertorriqueño Lorenzo Homar.
18 Como Barney lo ha señalado, la
En ese marco, el precipitado tránsito que Cali experimentó de villorrio a demolición del Alférez Real, obra de
metrópoli produjo transformaciones urbanas que en un proceso incon- estilo republicado francés, fue inne-
cesaria y prueba de eso es que no se
tenible haría desaparecer, años después, lugares emblemáticos para la
construyó ninguna edificación, solo
ciudadanía como el Club San Fernando. 17 Entre finales de los sesenta y hasta los años noventa se decidió
principios de los setenta, bajo la consigna de convertir a Cali en una ciu- crear una plazoleta que llamaron el
dad nueva para los Juegos Panamericanos, con la fe puesta en el progreso Parque de los Poetas.
y lo nuevo, como veremos, se demolieron entre otros edificios: el Batallón
19 En Cali se creó animadversión
de Infantería Pichincha, el Palacio de San Francisco y el Hotel Alférez
contra el general Rojas Pinilla luego
Real que, según el arquitecto Benjamín Barney, eran piezas claves de su de su alocución del 9 de agosto de
historia. 18 Finalizando el siglo pasado, la especulación inmobiliaria y el 1956 cuando responsabilizó de los
lavado de dinero de los años ochenta y noventa conllevarían la destruc- hechos trágicos a quienes se reu-
ción del patrimonio en zonas tradicionales de la ciudad para construir nían en Sitges y Benidorm por azu-
zar la violencia. Rojas se refería en
edificaciones bajo el sonado boom de la «arquitectura mafiosa». concreto a Alberto Lleras Camargo y
Laureano Gómez, quienes firmaron
en España el Pacto de Benidorm,
Volviendo a los setenta, es claro que el proceso de transformación urbana
el 24 de julio de 1956, para derribar
producto del magno evento deportivo tiene, sin embargo, otro ante- la dictadura y reemplazarla por un
cendente fundamental en la historia de la ciudad: la Explosión de Cali régimen de coalición denominado
del 7 de agosto de 1956. 19 Considerada la más grande tragedia del Cali Frente Nacional (Alape 2006, 7).
54 55
moderno, la hasta hoy impune e inexplicable explosión, produjo grandes Fernell Franco, sin título, ca.
cambios urbanísticos: en el barrio llamado Aguasblancas 20 levantaron 1971, Cali. Foto: cortesía de la
Fundación Fernell Franco.
casas prefabricadas de zinc para los damnificados, en un sector que bau-
tizaron «Villa Lata»; y se construyó el primer edificio multifamiliar (frente
a Chipichape) llamado Unidad Residencial República de Venezuela,
por donación del gobierno del general Marcos Pérez Jiménez, entonces
dictador del vecino país. Este proyecto arquitectónico —como lo sostiene
Vásquez Benítez (2001, 235)— permitió la expansión de Cali hacia el norte
por los lados de Yumbo.
Los artistas de los setenta, hijos de los festivales, son entonces testigos
de la violencia urbana, la transformación de villorrio a ciudad, la explo-
sión demográfica, la industrialización que incide en el paso acelerado de
una sociedad rural a una urbana (de provincia 21 a ciudad intermedia).
Al igual que en otras ciudades colombianas y latinoamericanas, en Cali se
aceleró el proceso de modernización de modo notable en los años setenta.
La ciudad naciente será la que acoja la producción artística de la que se
denominaría luego «generación urbana» de Cali, reconocida por la obra de
artistas y fotógrafos como Oscar Muñoz, Fernell Franco y Ever Astudillo.
Como espero mostrar en detalle a lo largo de los capítulos que siguen, los
artistas asumen una posición crítica frente a su propia realidad. El dibujo,
la fotografía, la literatura y el documental son indicios de la existencia
de una ciudad que atrapó el interés de los artistas de los setenta y que se
fue desvaneciendo en los ochenta, como lo refleja el documental Adiós
a Cali (1990) de Luis Ospina, quedando como único vestigio crítico de ella
la propia obra. La generación que motivó esta investigación tiene como
rasgo común el cine. La cinefilia formó un público especializado y creó la
idea de una provincia universal, que se conectaba con las imágenes del
mundo. El movimiento cinéfilo da origen a una mirada urbana, tesis que 20 Como lo señala el historia-
sostengo a lo largo de este libro. En el documental Oiga vea (1972) de los dor Edgar Vásquez, el barrio
cineastas Carlos Mayolo y Luis Ospina, y en los dibujos de Ever Astudillo de Aguasblancas (1957) y el Distrito de
Aguablanca (creado a principios de
los setenta, Cali es la motivación para realizar una inmersión en lo urbano
los años ochenta) son dos sectores
que a la final termina siendo un proceso de investigación estética y crítica. distintos de la ciudad.
Ciudad Solar, espacio alternativo y punto de encuentro para una genera-
ción de artistas e intelectuales caleños, es el espacio de búsqueda, expe- 21 Según Carlos Monsiváis una pro-
rimentación y formación en donde la casa solar era Cali, «la gran ciudad vincia corresponde a una población
de 200.000 a 300.000 habitantes y
universal», como reza el texto «Un mensaje solar» de Hernando Guerrero
una ciudad intermedia de 800.000 a
(1972, 10). Con esta generación, Cali se fue configurando como una expre- 1.000.000 de habitantes (Monsiváis
sión contestataria, experimental, lúdica y crítica. 2006, 378).
56 57
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58 59
Oiga vea: un zoom out Jaime Aparicio, atleta colombiano
ganador de la primera edición de
panamericano
los Juegos de 1951, porta el fuego
en la inauguración del evento
deportivo, imagen tomada del libro
Cali Panamericana. Memoria de los
VI Juegos Panamericanos de 1971
del Comité Organizador de los VI
Juegos Panamericanos, vol. I, 1971,
Cali, pág. 183.
62 63
pública ante las huelgas obreras y las protestas de estudiantes. Todos Artículo «Oiga vea» de Andrés
estos hechos marcarían el transcurrir del decenio. Caicedo en la revista Ojo al cine,
n.° 1, Ediciones Aquelarre, 1974, Cali.
Archivo de Álvaro Castillo.
El plano secuencia del documental con que abro este capítulo sintetiza
un malestar y hace patente la división social. Los directores, Mayolo y
Ospina, se sitúan al mismo nivel de los aficionados o ciudadanos margi-
nados del evento que ven las competencias desde lejos o tras las rejas.
El tema del documental es como una ventana por la que se entrevé ese
contexto de ciudad y las vidas de los dos jóvenes directores, cuyo trabajo
documental y cinematográfico apostó por la memoria y la resignificación
cultural de Cali.
La película es muy pícara, muy irónica. Tiene un tipo de cámara muy interesante que
yo hacía en esa época, la llamaba toma dialéctica: casi siempre, en la misma toma,
partía de un tema para llegar a otro, no cortaba pues era una toma autónoma. Hay
un plano, un ejemplo preciso de lo que digo: la nadadora se tira del trampolín y
luego aparece la gente que no ha podido entrar al estadio. Ese plano, por ejemplo,
se usó completo. (Mayolo 2005)
64 65
de filmar las competencias se vieron enfrentados a una exigencia con la Fotogramas del documental
que no contaban: debían tener una acreditación del Comité Organizador Oiga vea (1972) de Carlos Mayolo
y Luis Ospina. Foto: archivo de Luis
para filmar en los escenarios deportivos. En Bogotá ya habían filmado el Ospina.
desfile inaugural de los Juegos transmitido en unos televisores en vitrinas
de almacén. Esos momentos previos al rodaje fueron narrados por Andrés
Caicedo, amigo de los directores, en el mismo artículo:
66 67
Sin duda el artículo de Caicedo, por su extenso análisis, es un obligado Mapa publicado en el libro Cali
referente para emprender cualquier estudio sobre el documental Oiga solicita la sede de los VI Juegos
Panamericanos editado por el
vea. Sin perder de vista los ejes propuestos por el autor, y a partir de una Comité Pro-Sede, Carvajal, 1967, Cali.
segmentación del documental en tres partes, propongo una lectura de la
Cali del año 71 basada en: 1) la película Cali, ciudad de América, 2) los VI
Juegos Panamericanos y el auge modernizador de la ciudad, y 3) el movi-
miento estudiantil de 1971.
68 69
La edición sonora crea otra narrativa que marca el tono irónico y antiso- Artículo publicado en El
lemne que el documental asume hacia el evento. «Colombia acoge con Tiempo, 25 de julio de 1971, sección
deportes, pág. 17. Biblioteca de
amistad sincera a los deportistas del hemisferio porque su vivificante la Fundación Gilberto Alzate
ejemplo de disciplina, de carácter y de lealtad refleja los valores y la ener- Avendaño.
gía creadora de este mundo nuevo», es el discurso en la voz del presidente
Pastrana, que nuevamente se deja oír para maridarlo con un reconocido
tema de Richie Ray y Bobby Cruz: Amparo Arrebato le llaman /
siempre
que la ven pasar / esa negra tiene fama
de Colombia a Panamá.
/ Amparo
enreda a los hombres
y los sabe controlar / Amparo Arrebato le llaman,
la
negra más popular. Y aquí hacen su aparición los deportistas extranjeros
en un momento de total desprevención.
70 71
a la América porque Cuba es el primer territorio libre de América, ¡Viva Fotograma del documental VI
Cuba socialista!». 7 Entre un equipo de producción del Instituto Cubano Juegos Panamericanos, del Instituto
Cubano del Arte e Industria
del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), vemos al realizador de cine Cinematográficos, dirigido por Jorge
Jorge Fraga, que justo se encontraba filmando el decisivo encuentro. Fraga et ál, documental 40 min,
Mayolo y Ospina se acercan a la camioneta donde se transportan, y tras 1971, Cuba.
entrevistarlos se despiden cantando mientras suenan los estuches de
sus equipos: «Los cubanos ni se rinden ni se venden…». Este equipo fue el
encargado de realizar el documental VI Juegos Panamericanos (1971) del
ICAIC, donde presentan en un acto público al entonces primer ministro y
comandante en jefe, Fidel Castro, y a unos deportistas cubanos ganado-
res de preseas doradas y de plata. 8 El cortometraje es un claro síntoma
del clima de la Guerra Fría, pues los cubanos rinden homenaje a sus
deportistas y celebran la derrota de los estadounidenses en los deportes
que han sido históricamente fuertes del país anglosajón: la gimnasia
artística masculina, esgrima, lucha grecorromana, tiro, boxeo, baloncesto
masculino y béisbol. En su alocución, Castro hace una gran demostración
de orgullo patrio por haber logrado quebrantar el monopolio deportivo
de los Estados Unidos y lo que denomina «ese sentido de inferioridad que
crearon en nuestros países latinoamericanos —que, anuncia orgulloso—
va siendo destruido de una manera avasalladora y será un día total-
mente liquidado por esfuerzo de nuestro país y de los demás países de
América Latina». (Discurso de Castro en Fraga et ál. 1971).
72 73
la Revolución, es el instrumento de la educación, de la cultura, del deporte, de los Artículo «Cali ciudad de
valores humanos, de los valores espirituales, es el instrumento del hombre. (Castro América», de Alfonso Prieto, en el
en Fraga et ál. 1971) Dominical de El País, 20 de febrero
de 1972, Cali.
En Oiga vea, el equipo del ICAIC se aleja en la camioneta que porta la
bandera cubana y para reforzar la escena, se contrapone un primer plano
de la bandera de Estados Unidos representada en una pegatina que porta
el vidrio de un carro y un fragmento de su himno nacional. Ospina pre-
gunta «¿Qué cree usted que es el cine oficial?», y de inmediato se observa la
cámara y el auxiliar de camarógrafo Jaime Alexandrovich con una cami-
seta estampada que dice «cine oficial». Mientras se escucha una respuesta
en off, lo observamos midiendo la luz en un improvisado set de filmación
sobre una camioneta; como custodio de la escena, vemos también a un
policía militar. Ospina se acerca entonces al uniformado, que porta un fusil
a su espalda, varios curiosos los rodean, y le pregunta: «¿Qué quiere decir
eso de cine oficial?», el hombre niega con su cabeza, no sabe qué decir.
74 75
Las personas que portan la camiseta «cine oficial» forman parte del Arriba: Andrés Caicedo y Carlos
equipo de producción del documental Cali, ciudad de América, película Mayolo en el rodaje de Oiga vea.
Abajo: Carlos Mayolo, 1971, Cali.
oficial de los VI Juegos Panamericanos realizada en 35 mm, a color, por Foto: archivo de Luis Ospina.
Diego León Giraldo (1972) bajo la producción ejecutiva de Martha Hoyos
de Borrero. 10 A la fecha no se sabe el paradero de la película, todo parece
indicar que ya no existe el laboratorio Filmolaboratorios, donde debió
quedar la matriz de la cinta. La Cineteca Nacional de México no tiene
información al respecto, y aún no se sabe quién puede guardar una copia
completa de las pocas que llegaron entonces al país.
76 77
en eso se ha debido gastar en los barrios, etc. Sino más bien, de cómo el gobierno Cartel del documental Oiga vea,
mueve todo un aparato de alienación con el deporte así como lo hace con el festival modelo estándar para escribir la
de arte, etc., de cómo ponen a funcionar una máquina publicitaria para encarretar la fecha y hora de las proyecciones,
gente con eso. Hay que tratar de crear la conciencia de que los están manipulando (en 1972, Cali. Archivo de Luis Ospina.
secuencia de medios de comunicación, información, cine, teve, etc) alejar a la gente de
los problemas concretos (que lo prueban las entrevistas). Yo creo que en la secuencia
inicial debe recalcarse sobre esto. Cómo se escogió a Cali para eso y cómo era nece-
sario hacer olvidar todos los problemas. Analfabetismo, desempleo, a la clase media,
evasión, etc. En el folleto anarco debe haber datos. (Mayolo ca. 1972a, [2])
[…] OIGA VEA! Ya tuvo su estreno aquí en la U. Tuvo un éxito grandísimo a pesar de
que es toda en español. Yo no estaba muy contento con ella hasta que la vi junto
con el público. Quedó mucho más larga de lo que esperábamos. Dura casi media
hora. El montaje me tomó casi cinco meses pues el material que filmamos (solo
una hora) fue muy difícil de editar. Además se me hizo más importante plantear el
problema político claramente que hacer una película «estéticamente perfecta». La
verdadera prueba para OIGA VEA! será ante un público colombiano. Apenas corte
el negativo y tenga una copia la mandaré para allá. El miércoles entrante me han
invitado a mostrarla en una clase de cine del tercer mundo, también para la Semana
de la Raza, y para un festival organizado por estudiantes extranjeros aquí en la U.
Más tarde iré a Berkeley a ver si puedo vender una copia a una compañía distribui-
dora de películas del tercer mundo. OIGA VEA! es el cine en pelota. (Ospina 1972, [1-2])
78 79
los niveles de densidad del color y su posible deterioro. Teníamos un plan riguroso Fotogramas de los últimos
de filmación, pero no había un guión posible. El margen de riesgo era altísimo […]. diez minutos del documental Cali,
(Giraldo 1991, 38) ciudad de América de Diego León
Giraldo, Comité Organizador de los
VI Juegos Panamericanos, 1972, Cali.
Los textos del largometraje Cali, ciudad de América fueron escritos por
Archivo de José Urbano.
el periodista y político Alfonso Bonilla Aragón, quien estaba convencido
de que el documental, que emulaba la película Olimpiada en México de
Alberto Isaac, sería el testimonio que tendrían las futuras generaciones
de cómo Cali cumplió el reto trazado. Su aspiración no se cumplió. Lo
paradójico de esta historia es que Oiga vea, la versión no oficial y de
contrainformación de los Panamericanos, se ha convertido en testimonio
de ese pasado, parafraseando a Bonilla Aragón, cuando Cali a empellones
cumplió el reto trazado (véase Comité Organizador 1971, 265).
Las dos latas contenían los mismos diez y últimos minutos de Cali, ciudad
de América, fragmento que finalmente logré ver en la Cinemateca del
Museo La Tertulia gracias a los buenos oficios de C., José Urbano, Ramiro
Arbeláez, Eugenio Jaramillo y Erwin Palomino. 14 En este corte se presentan
apartes de las competencias deportivas y la clausura de los Panamericanos
en el Estadio Pascual Guerrero. Una competencia de equitación da inicio
a este segmento del documental; los saltos ecuestres bajo el recurso del
slow motion se alargan en la toma, permitiendo apreciar la sincroniza-
ción del caballo y el jinete en el salto de obstáculos. La secuencia remata
con la premiación y entrega de medallas. Luego vemos que en el salto de
garrocha utilizan el mismo efecto para enfatizar los movimientos en el aire
y cómo el atleta logra superar la barra o fracasar en su intento. El estadou- 13 Gracias a la colaboración de C.
nidense Jan Johnson recibe una especial atención: una secuencia muestra y de José Urbano, el último rollo de
su preparación antes del momento decisivo; el atleta se dirige hacia la Cali, ciudad de América pasará a ser
colchoneta, mira el listón transversal, mide su gran altura con la pértiga parte de la Fundación Patrimonio
Fílmico Colombiano.
(todo lo cual crea una gran expectativa), corre, salta y logra batir el registro
panamericano quedándose con la presea dorada. Esta parte se enlaza 14 Los dos últimos, director y opera-
con el partido de baloncesto femenino en el Gimnasio El Pueblo, cuartos dor de cine, respectivamente, de la
de final entre Brasil y Cuba. La alegría de las brasileñas por su triunfo, se Cinemateca de La Tertulia.
80 81
alterna con las imágenes de las delegaciones deportivas en la clausura de Cartel de presentación de los
los Panamericanos. Se anuncia en seguida la competición de baloncesto documentales Oiga vea, de Carlos
Mayolo y Luis Ospina, y TEC de
masculino Brasil-Cuba, irrumpen fuegos artificiales en el cielo caleño, y con Pedro Rey en Ciudad Solar, 1972,
los brasileños bailando al ritmo de samba en el desfile de cierre va conclu- Cali. Archivo de Luis Ospina.
yendo la cinta, mientras se escuchan estas palabras en off:
Arriadas las banderas, la juventud se entrega al júbilo, pero sobre la noche del
Valle las luces indican para que en 1975 nos desplacemos a Chile a los VII Juegos
Panamericanos, y mientras tanto el fuego panamericano comienza a extinguirse.
Era una llama al viento y el viento la apagó. (Giraldo 1972) 15
82 83
boxeador Calixto Pérez y el atleta Álvaro Mejía ([1972] 1991, 155). Las imá- Artículo «La pantalla mayor»
genes quedan por lo pronto solo registradas en el papel, pues 80 minutos de Lisandro Duque Naranjo, en
El Espectador, 6 de octubre de
aún continúan perdidos, sin conocer su paradero. 1972, Bogotá. Biblioteca Fundación
Gilberto Alzate Avendaño.
En la Cinemateca Distrital se produjo una suerte de mano a mano entre
los dos documentales de los VI Juegos Panamericanos que estimuló una
columna de opinión del crítico de cine Lisandro Duque, donde cotejó las dos
cintas y criticó el tratamiento que Giraldo dio al largometraje. En «La panta-
lla mayor» del diario El Espectador, Duque señala que Oiga vea «se esparce
como cadaverina y boicotea la fiesta de los panamericanos» y destaca
cómo pone en tela de juicio la ostentación de los juegos en la voz de los pro-
pios habitantes de la ciudad capital del deporte. En cambio, a Cali, ciudad
de América la consideró como un mero noticiero deportivo, criticó la exal-
tación de los estereotipos caleños y los aspectos superfluos del certamen;
y como si quisiera excusar a su director, concluye que a Giraldo le debieron
poner una especie de «cinturón de castidad» pues entre atletas, rompimien-
tos de marcas y trucos de montaje, el documental no llega a interpretar los
17 Además de estos dos, se pro-
«sucesos humanísimos que fue la Cali del año 71» (Duque 1972, 2B). 17 dujo el cortometraje documental
Juegos Panamericanos, regatas en
Cuando Oiga vea se estrenó en Ciudad Solar, en la sección del Cine Club Cartagena (1971) dirigido por Álvaro
de Cali llamada Cine Subterráneo, 18 se proyectó durante cinco días junto Cepeda Samudio, con fotografía
de Guillermo Angulo y montaje de
con el documental de Pedro Rey sobre la gira por Europa del grupo Teatro Luis Ernesto Arocha; que registraba
Experimental de Cali (TEC). El suplemento Esquirla difundió la película con la competencia de regatas que no
dos apartes de la columna de opinión de Lisandro Duque ya mencionada pudo realizarse en Cali.
y otro de Hernando Salcedo. Allí se promocionó el documental como una
18 Una alternativa para ver cine
producción de Ciudad Solar; con todo, Guerrero, su director, precisó para
en 16 mm que Andrés Caicedo y
esta investigación que el hecho de que los directores hubieran realizado Hernando Guerrero crearon con el
esta mención fue más que nada un gesto generoso y solidario de Mayolo fin de brindar una programación
y Ospina, para darle visibilidad a este espacio alternativo creado el año alterna a la sabatina del teatro San
anterior. La estrategia surtió efecto, pues en este suplemento se destacó Fernando, como se verá en el tercer
capítulo.
que la película había cumplido uno de los objetivos trazados por Ciudad
Solar al empeñarse en descubrir «la úlcera que muy secretamente le 19 Mayolo y Ospina filmaron como
habían cubierto a la ciudad durante aquellos acontecimientos» (Esquirla epílogo esta proyección —aunque
1972, 10). Antes de Ciudad Solar, Oiga Vea se proyectó en agosto de 1972 no se incluyó en la versión final de
en la casa de la familia Urbano, 19 que para aquel entonces quedaba en Oiga vea— y entrevistaron a los
Urbano. En la transcripción de la
el barrio Cristobal Colón y luego, en un barrio próximo, El Guabal, gracias
entrevista, Alcides reconoce que el
a la programación de Marcos Torres. documental sirvió para contrarres-
tar la ausencia de prensa, radio y
cine, y desmentir la información
Las noticias sobre la primera proyección al público capitalino las recibió que se aparentaba sobre el país y
Luis Ospina, en palabras del mismo Mayolo luego de conocer el resultado el certamen internacional (véase
de la edición. Le escribe desde Bogotá: Ospina, ca. 1972a, [4]).
84 85
[…] Es increíble el camello que hiciste, la película quedó verracamente bien tejida. Jorge Eliécer, Marlene, Rubby, Luz
Cuando la vi por primera vez vi cómo se habían plasmado las ideas que tuvimos Mila y José Urbano en la carretilla;
aquí más la cantidad de ondas que vos le sacaste. Fue un trabajo muy chévere. La Alcides Urbano en la yegua Asoma,
gente se la soda en canti, a excepción de una partecita del tren 2a parte que yo creo 1967, El Guabal, Cali. Foto: archivo
que reitera un poco y quizás distrae al espectador para lo que sigue. Tengo ganas de de José Urbano.
peluquiarle ese poquito pues con Carlos Duque hicimos una copia para video tape
y le quitamos ese poquito y quedó como más fluida (Carlos Duque está feliz con ella
se la muestra a todo el mundo).
A Rochaiz [20] le pareció muy buena y nos dijo [que] la proyectáramos en Saint
Tropez invitamos unos periodistas y la cosa funcionó muy bien aunque no fueron
los hace bulla. También fue Diego León (esa película de él es una mierda completa,
absolutamente estúpida). […]
[…] Oiga vea se la dejé en Tabogo a los del Paco [Partido Comunista] ellos la distribu-
yen lo mismo el grupo de Sebas [Ospina]. Probablemente la manden a Leipzig.
La cosa por aquí está jodida.
A Carlos Álvarez lo encanaron dizque por contactos con el ELN y le van a meter 2
años, Gabriela Samper, también cayó en la redada y según parecen los van a joder.
Yo estaba un poco mosca con Oiga vea pues la película es antimilitarista y esos HP
están muy alborotados. (Mayolo ca. 1972b, [1-3])
su padre, Alcides Urbano, quien entonces trabajaba como vigilante en la 21 Persona que utiliza un vehículo
Alcaldía de Cali, era un sindicalista comunista, invasor de barrios, cuyo de tracción animal para hacer aca-
ingreso completaba con el oficio de carretillero. 21 rreos como forma de trabajo.
86 87
La cinta hace un primer plano a la cámara fotográfica de fuelle que Jorge Arriba: Antonio, José y Luz Mila
Urbano tiene en sus manos. Ese recurso, ya mencionado por Ospina, para Urbano, y Manuel Andrade. Abajo:
casa de Lola Montes, 1971, El
encontrar una sincronía, les hacía bajar el encuadre a las manos y, en Guabal, Cali. Fotos: archivo de José
varios casos, en estas estaba el oficio, aquello que completaba la voz. Urbano.
Alcides Urbano, el padre, muestra las fotografías de la inundación del
barrio en el mes de marzo, cuando el agua alcanzó una altura de 1,50 m.
Las imágenes documentan esta realidad social, muy distante del períme-
tro panamericano. Jorge Urbano explica a continuación cómo los barrios
circunvecinos, como San Judas Tadeo, Unión y Santo Domingo, sufrían las
inundaciones desde hacía años producto del caño de aguas negras y el río
Cañaveralejo. La cámara de Mayolo, desde ese caño o canal de la muerte,
como lo llaman en el barrio, nos ubica en la ciudad: un zoom in junta dos
realidades, la del oriente y la del sur; El Guabal con el Gimnasio El Pueblo,
que se ve a lo lejos mimetizado en el paisaje como si fuera una montaña
más. «Se le ha puesto el canal de la muerte porque los niños vienen y se
tiran a bañarse y de ahí salen ahoga’os», dice Luis Alfonso Londoño, 22 un
habitante del barrio. Y aunque el caudal que vemos está bajo, explica que
este se desborda debido a los otros canales que desembocan en él.
88 89
La realidad de estas dos ciudades es un aspecto que estructura la narra- Fotogramas del documental
tiva documental de Oiga vea: los directores muestran la ciudad que se Oiga vea de Carlos Mayolo y Luis
Ospina, 1972, Cali. Archivo de Luis
adecuó a las justas deportivas; y por otra parte, el sector periférico donde Ospina.
se padecían inundaciones provocadas por el desborde de los ríos y el pre-
cario sistema de alcantarillado. La cámara hace desde el tren un paneo
a la pobreza: vías sin pavimentar, casas a medio terminar, arquitectura
popular con una visión rural. «¿Qué clase de gente monta en el tren?»,
Ospina interpela a su entrevistado, a quien deja sin mucho argumento:
«Ese tren únicamente es… para transportar muchachos». Se muestra un
tren con sobrecupo, una diversión para los pequeños y una opción de
movilidad para los adultos. Unos niños denuncian el abuso de autoridad
de los policías ferroviarios y se contrapuntean dos respuestas a una
misma pregunta: «¿Ha habido accidentes?», pregunta Ospina, «No, hasta
ahora no hemos tenido accidentes que lamentar», responde un policía.
Nuevamente se hace la misma pregunta a un habitante del barrio y Luis
Alfonso Londoño responde: «Bastantes. En mi concepto yo he visto más
de siete niños estropeados que se tiran sin ninguna técnica». Ante estas
opiniones opuestas, Andrés Caicedo señalará en su artículo: «Si ambos
mienten, el espectador tendrá que escoger en todo caso la mentira que
le parezca más creativa, también por eso de que exagerar es la mejor 23 «Caliwood», capítulo VII de la
manera de combatir» (1974, 54). serie documental Cali: ayer, hoy y
mañana (Ospina 1995), 25 min.
El ferrocarril y el cinematógrafo fueron signos de la modernización social
24 El investigador y crítico de cine
y cultural en Cali, pues expandieron los límites estrechos del villorrio y
Pedro Adrián Zuluaga comenta que
acercaron el mundo a su realidad. Estas innovaciones tecnológicas traían años antes se realizó un largome-
consigo ideas de desarrollo económico y progreso, y la capacidad organi- traje en Bogotá, pero, ante las dudas
zacional que requerían semejantes empresas. El Ferrocarril del Pacífico, sobre sus características reales, se
que unía el puerto de Buenaventura con Cali, se comenzó a construir en ha reconocido a María de Máximo
Calvo y Alfredo del Diestro como el
1872 y el proceso duró 43 años debido a varias suspensiones. En 1915 llegó
primer largometraje de cine silente
el ferrocarril hasta Cali, un hito fundamental en la historia de la ciudad. en Colombia. Esa primera película
Esta obra de ingeniería activó las importaciones, los procesos de inmigra- es El drama del 15 de octubre
ción y la modernización de varios renglones de la industria vallecaucana. (1915) producida por los italianos
La primera filmación en Colombia de que se tiene noticias en prensa se Francesco y Vincenzo Di Domenico,
quienes habían creado una sociedad
hizo en Cali, en 1899; y como lo señala Jorge Nieto, 23 fue un material
cinematográfica en la capital con el
documental con vistas de la ciudad que no gustó mucho al público. El objetivo de exhibir y producir cine.
historiador Hernando Martínez Pardo, en su Historia del cine colombiano La película es una «reconstrucción
(1978, 46), afirmó que el primer largometraje de ficción realizado en el país del asesinato del líder liberal Rafael
Uribe Uribe, ocurrido un año antes,
con gran acogida del público se hizo en el Valle del Cauca, María (1922) de
protagonizada por los propios
los españoles Máximo Calvo y Alfredo del Diestro (película basada en la asesinos, los artesanos Leovigildo
ya mencionada novela, de Jorge Isaacs) de la cual hoy solo se conservan Galarza y Jesús Carvajal» (véase
cuatro tomas y un total de 25 segundos. 24 Zuluaga 2013, 354).
90 91
—¿Usted practica algún deporte? —le pregunta Ospina a Jorge Urbano. Artículo «Cali, ciudad nueva»
—Sí, la natación —responde el hombre. en el diario Occidente, 2 de agosto
—¿En dónde la practica? de 1971, Cali, pág. 32. Biblioteca
—En los ríos porque aquí no hay, las piscinas son para los que puedan pagar, inclu- Departamental Jorge Garcés
sive las piscinas oficiales del gobierno como son las de los gimnasios, ahí es pa’l rico, Borrero.
pa’l que pueda pagar y pagarse el transporte, pero para el pueblo no hay piscinas
públicas.
(Ospina y Mayolo 1972)
92 93
de Cali era la misma de ciudades como São Paulo, Los Ángeles y Caracas Aviso publicado en la pri-
(Bonilla 1962, 8). mera plana del diario El País, 6
de julio de 1971, Cali. Biblioteca
Departamental Jorge Garcés
Desde que Cali ganó la sede de los VI Juegos Panamericanos en 1967 Borrero.
hasta su realización, corrieron tres alcaldías: Luis Emilio Sardi (1966-1968),
Marino Rengifo Salcedo (1968-1970) y Carlos Holguín Sardi (1970-1972); lo
mismo que los últimos dos periodos presidenciales del Frente Nacional:
Carlos Lleras Restrepo (1966-1970) y Misael Pastrana Borrero (1970-1974). 27
En la alcaldía de Holguín recayó buena parte de la ejecución de las obras
urbanas bajo el plan «Cali ciudad nueva», una apuesta modernizadora
cuya motivación explicó en un reportaje publicado en la prensa local:
En su alcaldía recurrió al lema «Por Cali, con amor» para frenar la falta
de civismo, el pesimismo y la indisciplina social que, según él, se habían
apoderado de la ciudadanía. El discurso cívico y civilizador que promo-
vieron la administración pública y las élites de la ciudad estaba enfocado
en una idea higiénica y ornamental del espacio público. Se conformó un
27 A Misael Pastrana Borrero lo
Comité de Embellecimiento —encargado entre otras cosas de hacer un cubría un manto de duda por el
censo de las «fealdades» de la ciudad—, realizar campañas en medios supuesto fraude en las elecciones
como cuñas radiales con los lemas: «Barra hacia adentro», «Sea cordial con del 19 de abril de 1970, cuando esa
todo el que nos visite» o «Encierre su lote y desenmalécelo». Se convocó noche el pueblo colombiano se
acostó con la noticia de la victoria
una «Operación lavado y maquillaje de Cali» para el arreglo de andenes,
del general Gustavo Rojas Pinilla y
fachadas y antejardines con el fin de «recibir con la cara limpia» a las dele- se levantó con la de Pastrana como
gaciones de deportistas. 28 En la primera plana de los diarios se anunció presidente.
que su gobierno agotaría todos los esfuerzos por contrarrestar el «aspecto
28 «Los caleños asearon la ciudad.
de aldea o de feria» durante la realización del certamen internacional, por
Sus habitantes oyeron el llamado
esa razón prohibía entre otras cosas las casetas, fritanguerías, espectácu- de las autoridades», tituló el diario
los populares y las ventas ambulantes por fuera de la zona señalada por la El País una nota de prensa del 19 de
administración municipal (El País 1971a, 1). julio (véase El País 1971b).
94 95
Tan contundente fue la campaña que los realizadores cubanos del ICAIC Plano publicado en el libro Cali
lo comentaron en off en su documental: solicita la sede de los VI Juegos
Panamericanos editado por el
Comité Pro-Sede, Carvajal, 1967, Cali.
Cali, tercera ciudad de Colombia, cambia su rostro para los Juegos Panamericanos.
Para los Juegos Panamericanos la policía recogió a mendigos, maleantes, prostitu-
tas en control de salud y de paso a dirigentes del movimiento estudiantil universi-
tario. Y a Cali fueron para los Juegos Panamericanos miles de hombres de la policía
regular, policía militar, policía secreta, soldados, carabineros, etc. etc. etc. (1971)
96 97
enfrentamientos, y el despojo violento de la tierra hizo crecer el latifun- Hotel Intercontinental,
dio. La expansión periférica de la ciudad sobre áreas donde siglos atrás imagen tomada del libro Cali
Panamericana. Memoria de los
existieron haciendas, se produjo a efecto de estos desplazamientos VI Juegos Panamericanos de 1971
forzados, y por la migración interna en busca de mejores opciones de del Comité Organizador de los VI
trabajo en los periodos de mayor industrialización. Cali tuvo dos momen- Juegos Panamericanos, vol. I, 1971,
tos críticos, uno de auge y otro de desaceleración económica, caracteri- Cali, pág. 102.
zados por la instalación de capital extranjero en el área metropolitana
Cali-Yumbo: el momento de auge industrial, entre 1945 y 1958, se debió al
establecimiento de diversas multinacionales en la zona, las cuales fueron
consolidando este sector como el polo industrial y la zona más contami-
nada del país. 30 La desaceleración, que sobreviene entre 1958 y 1970, se
dio por la baja de precios del café, que logró atenuarse durante los años
sesenta con el comercio de azúcar (Vásquez 2001, 262). El Valle del Cauca
se convirtió en reserva azucarera colombiana cuando, en 1962, Estados
Unidos le asignó al país una importante cuota, pues la asignada a Cuba
había sido suspendida en tanto el país siguiera dominado por el comu-
nismo. En dicho periodo, visto en perspectiva, confluyen una acelerada
urbanización, el desarrollo industrial con capital extranjero y la violencia
política en la ciudad.
98 99
el inventario de obras de la alcaldía Holguín, que el presidente Misael Folleto La otra cara de los
Pastrana inauguró en días previos al certamen, no se relacionó una serie Juegos, la otra cara de Cali, 1971,
Cali. Archivo de Luis Ospina.
de demoliciones de edificios públicos —demoliciones que el arquitecto
Benjamín Barney ha sido categórico en decir que fueron innecesarias—;
se trata de decisiones políticas y administrativas que arrasaron con
parte del patrimonio urbano. Entre las demoliciones que hoy se siguen
lamentando se encuentran, por ejemplo, el edificio del Batallón Pichincha
(1906-1968) de estilo morisco con fachada de ladrillo a la vista, todo un
emblema de la ciudad, echado por tierra en 1968 para construir en su lugar
un edificio moderno del Centro Administrativo Municipal (CAM), y el anti-
guo Palacio de San Francisco (edificio de la antigua Gobernación del Valle),
cuya sede fue reemplazada por el actual edificio en la plazoleta de San
Francisco, inaugurado en 1969.
100 101
La tan anhelada hora cero de los VI Juegos Panamericanos se registró Artículo «Grandes lineamientos
cuando el atleta colombiano Jaime Aparicio encendió el pebetero en el sobre la primera bienal pana-
mericana» de Miguel González,
Estadio Pascual Guerrero, el 30 de julio de 1971, ese fue el arranque sim- Occidente, 8 de agosto de 1971, Cali,
bólico de la gran ciudad. 31 Ese fuego se había encendido en México, en pág. 6. Biblioteca Departamental
el cerro de La Estrella, y lo había recibido Marino Rengifo (presidente del Jorge Garcés Borrero.
Comité Organizador de los Juegos y Gobernador del Valle) de manos del pre-
sidente mexicano Luis Echeverría Álvarez. Luego, cuando llegó a Colombia, 31 Aparicio fue el primer colom-
el fuego recorrió un largo trayecto hasta arribar a Cali el día anterior de biano en conquistar una medalla
de oro panamericana, en la primera
la inauguración. 32 Ciudad de México se había convertido en la primera
edición de los juegos, realizada en
ciudad latinoamericana en ser sede de juegos olímpicos gracias a las Buenos Aires en 1951.
gestiones del dirigente deportivo mexicano José de Jesús Clark, quien fue
presidente de la Odepa 33 y apoyó la postulación de Cali; 34 Alfonso Bonilla 32 Al llegar a Colombia, el fuego
panamericano recorrió las ciuda-
Aragón menciona que «él era partidario de que se estimulara a las ciuda-
des de San Andrés, Santa Marta,
des que carecían de estadios y coliseos precisamente para que los Juegos Barranquilla, Cartagena, Sincelejo,
los construyeran» (Bonilla en Comité Organizador 1971, 58). Montería, Caucasia, Yarumal,
Medellín, Riosucio, Manizales,
El Comité Organizador estuvo a cargo también de los Panamericanos Fresno, Honda, Villeta, Bogotá,
Girardot, Ibagué, Armenia, Pereira,
Culturales, siguiendo los pasos de Ciudad de México, que sumó a sus
Cartago, Tuluá, Buga y Palmira.
olimpiadas una programación cultural. En 1970 se realizó la Exposición
Panamericana de Artes Gráficas, en el marco del X Festival de Arte de 33 Organización Deportiva
Cali, evento auspiciado por la empresa Cartón de Colombia e ideado por Panamericana creada en 1955, que
las directivas del Museo de Arte Moderno La Tertulia y Pedro Alcántara reúne los comités olímpicos nacio-
nales del continente americano. En
Herrán, artista que hacía parte de su junta asesora. En 1971 este evento
la asamblea de la Odepa se selec-
se convirtió en la primera Bienal Americana de Artes Gráficas, 35 certa- ciona la ciudad sede de los Juegos.
men continental que contribuyó al auge del dibujo y el grabado —los
cuales se tornarían en los lenguajes de la vanguardia latinoamericana— 34 En Winnipeg (Canadá), para-
y que se inauguró en la sala subterránea del nuevo edificio del Museo La lelamente a los V Juegos de 1967,
se celebró la Asamblea de la
Tertulia. Las bienales conectaron al país con las corrientes artísticas del
Odepa donde Cali le ganó la sede
continente; y en ese sentido Cali y Medellín se convirtieron en epicentros a Santiago de Chile y San Luis
de recepción de la vanguardia, activando la circulación internacional y el (Missouri, EE. UU.). El Comité Pro-
encuentro de lenguajes contemporáneos. Sede editó el libro Cali, ciudad de
América. Cali solicita la sede de los
VI Juegos Panamericanos (1967),
La programación cultural de los VI Juegos Panamericanos estuvo a cargo donde sustenta en detalle la aspira-
de Martha Hoyos de Borrero y Amparo Sinisterra de Carvajal. La intención ción de Cali como sede.
era presentar durante dos años una actividad en lo posible por cada país
participante en los Juegos, exposiciones artísticas en La Tertulia, obras 35 Días antes de inaugurarse los
Juegos circuló la noticia que el
de teatro, conciertos, películas, danzas folclóricas, ballet y conferencias
evento deportivo se había divor-
—como la que dictó el crítico de arte argentino Jorge Romero Brest en la ciado de la Bienal porque no habían
Universidad San Buenaventura cuando quedaba en el centro de Cali, o la utilizado el logo ni la palabra pana-
del crítico cubano Galaor Carbonell—. mericana en su nombre.
102 103
La iconografía de los Juegos se inmortalizó en estampillas, monedas, Dibujo de Enrique Grau,
afiches y avisos publicitarios que en muchos casos llamaban al civismo. imagen tomada del libro Cali
Panamericana. Memoria de los VI
El Comité Organizador invitó a los artistas Enrique Grau, Pedro Alcántara Juegos Panamericanos de 1971 del
Herrán, Luciano Jaramillo, María Thereza Negreiros, Alejandro Obregón, Comité Organizador de los VI Juegos
Omar Rayo, Augusto Rivera, Juan Antonio Roda y Lucy Tejada a realizar Panamericanos, vol. I, 1971, Cali,
pinturas y dibujos que se reprodujeron para los huéspedes del certamen. pág. 93.
Sin duda los VI Juegos Panamericanos significaron para Cali pasar de ser
un pueblo grande a algo parecido a una ciudad. Como lo anotó Alfonso
Bonilla Aragón (1971, 15), fue una apuesta por un cambio de imagen, la
renovación y ordenamiento de la ciudad pero, ¿a qué precio? ¿Acaso no
primó el interés político y económico sobre el patrimonio ambiental y
arquitectónico de la ciudad? ¿Acaso no podía dialogar el patrimonio
social y cultural con la modernización de la ciudad y era necesario que
una causa de orden transnacional acelerara un cambio urbanístico (que
no contemplaba la particularidad del territorio, la riqueza natural, el
clima, el pasado, la tradición, etc.) en una ciudad donde no estaba garan-
tizado el acceso de los mínimos servicios básicos para una buena porción
de la población? A la postre, fueron los artistas y cineastas quienes logra-
ron analizar críticamente en los años setenta esos cambios de la ciudad;
sus obras son la clara evidencia del lugar crítico donde se situaron y una
forma de atajar la desmemoria —que es, a fin de cuentas, lo que motiva
la presente investigación—.
Detrás de estas puertas quedan los distanciamientos, los antagonismos, las dis-
crepancias, los egoísmos. Aquí solo hay campo y espacio para la generosidad. Es el
deporte el gran escenario popular moderno, en el que se reconoce afortunadamente
sin repliegues a cada ser como un hermano, igual en dignidad, y aun cuales fueren
su raza, su país, su lengua, sus creencias. Es por antonomasia una actividad inspi-
rada en la tolerancia, la bondad y la comprensión, lo que hace que se identifique en
acción y en pensamiento con la paz, que es el anhelo esencial de la unidad y de la
solidaridad humana. (Pastrana en Ospina y Mayolo 1972)
104 105
Transcurre una secuencia mientras la gente intenta ver algo a través Portada de la revista Ojo al cine,
de las rejas, se aprecia el Gimnasio El Pueblo, Siloé al fondo y el Estadio n.° 1, Ediciones Aquelarre, 1974, Cali.
Archivo de Álvaro Castillo.
Pascual Guerrero. Los televisores que transmiten en Bogotá la inau-
guración en las tomas realizadas significan una reja más, finalmente
un distanciamiento más que refuerza las palabras del Presidente.
En off escuchamos a Alcides Urbano, sindicalista, padre de la familia
de El Guabal, hablando del perjuicio que han significado los Juegos
Panamericanos para los obreros, a quienes les habían prometido un rea-
juste salarial y por el certamen se los han embolatado. Luis Ospina apro-
vecha ese malestar que expresa su respuesta para preguntarle: «¿Quién
se va a beneficiar con esto?», y Urbano ofrece su opinión:
En esto vemos nosotros que lo que trata el Gobierno colombiano es aparentar ante
las naciones americanas o suramericanas para decir que aquí hay libertad, que aquí
hay amplitud, bonanza. Y eso no es cierto, porque los Juegos en primer lugar se han
hecho en estado de sitio, con todos los problemas estudiantiles; se han hecho con
todos los problemas de paros, represiones oficiales… entonces eso es una pura farsa.
(Urbano en Ospina y Mayolo 1972)
Esta respuesta advierte una situación crítica e irregular que bien vale la
pena indagar. Lo cierto es que cuando Ospina interroga a la gente sobre
el costo de los Juegos Panamericanos no hay consenso, la cifra oscila
entre cien y más de mil millones de pesos, y la mayoría coincide en que
ese dinero proviene del pueblo colombiano. Nuevamente un paneo del
rostro a las manos del interpelado en cada caso nos habla un poco más
del personaje; del embolador o de quien ofrece el servicio de su máquina
de escribir, ciudadanos desprevenidos al margen de la fiesta paname-
ricana. Estas opiniones se enlazan con la proyección (y el sonido del
proyector) de una panorámica de la ciudad: los «faraónicos» escenarios
deportivos de la Unidad Deportiva San Fernando con el Estadio Pascual
Guerrero; la Unidad Deportiva Alberto Galindo con el Gimnasio El Pueblo,
el Gimnasio Evangelista Mora, la Unidad Deportiva José de Jesús Clark y
en la sede del diamante de béisbol se funde con el sonido con una caja
registradora mientras avanzan las imágenes del estadio, algunos prime-
ros planos del Gimnasio El Pueblo y, como cierre, el logo panamericano.
Al final de la secuencia un par de hombres pintan una valla cuyo texto
confirma la visión de los entrevistados: «Pasados los Panamericanos, Cali
seguirá progresando con su comprobado civismo. Pague cumplidamente
sus impuestos municipales».
106 107
mujer que sonríe expresivamente al sentirse filmada; su imagen queda con- Primera plana con las noticias
gelada mientras escuchamos nuevamente la marcha de John Philip Sousa de los acontecimientos del 26 de
febrero en el diario El Crisol, 27
que poco a poco se va distorsionando. Lisandro Duque la describe así: de febrero de 1971, Cali. Centro de
Documentación Regional del Banco
La escena final, una dama caleñísima y más pobre para dónde, con una sonrisa soli- de la República.
taria y demente —La Gioconda del subdesarrollo— y el consecuente sonido musical
fermentándose, descomponiéndose, hiere y enfría los panamericanos tuétanos de
los espectadores. (Duque 1972, 2B)
Alcides Urbano plantea una realidad del evento deportivo que sin duda
incita a indagar un poco más. El año 71 es una fecha de sorprendentes
coincidencias que ameritaría un estudio integral que analice las circuns-
tancias de la ciudad desde un cruce de realidades que entreteja el ámbito
político, social, artístico, cultural, deportivo, urbano. En un repaso a esos 36 Los estudiantes declararon
días, encontramos que en los primeros meses del año se ve subvertido el huelga general a partir del 8 de
febrero de 1971 y exigieron la renun-
orden público, producto de las protestas sociales que reflejaban el males-
cia del rector de la Universidad del
tar social que seguía prevaleciendo con el cuarto gobierno del Frente Valle, Alfonso Ocampo Londoño.
Nacional, situación que fue perdiendo protagonismo en los medios con la Ellos habían pedido una mayor
antesala de los VI Juegos Panamericanos: participación, para su colectividad
y también la de los profesores, en
El 26 de febrero prendimos la ciudad de la Quince para arriba, la tropa en todas la elección del decano de Ciencias
partes, vi matar muchachos a bala, niñas a bolillo, a Guillermito Tejada lo mata- Sociales y Economía; solicitud que
ron a culata, eso no se olvida. Que di piedra y me contestaron con metralla. Que finalmente no fue atendida por el
cuando hubo que correr corrí como nadie en Cali. Que no hay caso, mi conciencia Consejo Superior Universitario. Eso
es la tranquilidad en pasta, por eso soy yo el que siempre tira la primera piedra. generó una disconformidad frente
(Caicedo 1999, 72) a las directivas, en particular con
el autoritarismo del rector que
desconoció uno de los nombres de
Este fragmento de la novela corta de Andrés Caicedo, El atravesado, la terna de elegibles, el de Bernardo
escrita en 1971, relata un enfrentamiento violento que sucedió en el García, e impuso otro candidato,
barrio San Fernando, en los alrededores de la Universidad del Valle. Ese Julio Mendoza, quien no cumplía
convulso mes de febrero —«no se olvida»— el itinerario de los hechos con los requisitos exigidos para el
cargo. El rector no admitió a García
que llevaron a la revuelta fue recogido por la prensa de izquierda, en Voz
por considerarlo comunista y un
Proletaria (1971, 7), y más recientemente en la investigación del profesor activista político que se había pro-
Luis Aurelio Ordóñez de la Univalle. Un paro estudiantil en la Universidad, nunciado en contra del accionar de
a finales de enero, terminó siendo días después todo un movimiento las fundaciones norteamericanas
en la institución. Días después blo-
huelguístico con repercusiones nacionales; una protesta que apoyaban
quearon la rectoría, salió el rector
otros sectores sociales como el magisterio, trabajadores —colegios como de manera forzada y se decretó la
el Santa Librada, el INEM y otros—. 36 La huelga invitaba a tomarse los huelga indefinida (véase Ordóñez
espacios públicos. En las marchas y mítines los estudiantes denunciaban 2011, 90-94).
108 109
la dominación de los planes norteamericanos en el sistema educativo Titulares de los diarios El Crisol,
nacional (y en ese sentido la Univalle era un modelo para Suramérica), El País y Occidente, febrero de 1971,
abril y mayo de 1972, Cali. Centro
una injerencia que en tiempos de Guerra Fría se interpretaba como una de Documentación Regional del
estrategia política para dar continuidad y arraigar el desarrollo capita- Banco de la República y Biblioteca
lista, es decir, la educación al servicio del capital. 37 Departamental Jorge Garcés
Borrero.
La oposición al modelo capitalista tan fuerte en esta época, se puede
explicar en palabras de Herbert Marcuse, a raíz de unas conferencias que
dictó en la Universidad Libre de Berlín en 1967:
Es una oposición contra todo el llamado way of life de este sistema; una
oposición contra la presión, contra la presión omnipresente del sistema que,
mediante una productividad represiva y destructiva, lo degrada todo, en forma
cada vez más inhumana —todo es mercancía, mercancía cuyas compra y venta
constituyen el sustento y el contenido de la vida— y es una oposición contra el
terror fuera de la metrópoli. Esta oposición al sistema ha sido desencadenada
primero por el movimiento a favor de los derechos civiles y, luego, por la guerra
de Vietnam. (Marcuse 1969, 46)
110 111
que las del 26 de febrero fueron las primeras tiradas, no solo por mí sino por los Primera plana del diario
demás estudiantes participantes en el movimiento del 71. Hasta ese día todas las Occidente, 27 de febrero de 1971,
manifestaciones habían sido pacíficas y no reprimidas. En la retirada, se forma una Cali. Biblioteca Departamental
enorme y airada manifestación que baja hacia la calle Quinta pasando frente al tea- Jorge Garcés Borrero.
tro San Fernando, tirando piedra a diestra y siniestra, varios compañeros nos coge-
mos de la mano frente al teatro para que no le rompieran las cristaleras (intento
inútil, claro está). Después vino la rebelión espontánea en varios barrios populares
con otros muertos (nunca se supo exactamente cuántos, pero hubo más de quince
en la ciudad), el toque de queda a las dos de la tarde, la renuncia del rector Ocampo,
y el inicio de una clandestinidad muy peculiar: abierta, desafiante y sin peligro de
muerte. (Vivas 2000/2001, 6)
112 113
conflicto social. Los hechos de ese día quedaron plasmados en El titiritero Poema «26 de febrero» atribuido
(1977), la novela de Gustavo Álvarez Gardeazábal, y en un tono de pro- a Enrique Buenaventura, suple-
mento Esquirla del diario El Crisol,
testa en los poemas 26 de febrero, uno de Eutiquio Leal publicado en Voz 27 de enero de 1974, Cali, pág. 9.
Proletaria y otro atribuido por Hernando Guerrero al director de teatro Centro de Documentación Regional
Enrique Buenaventura, publicado en El Crisol. Cuando se inauguraron los del Banco de la República.
VI Juegos Panamericanos. La Univalle sumaba cinco meses de cierre. Tras
el paro y revuelta estudiantil del 26 de febrero, en otras ciudades del país
se dieron protestas de estudiantes que trajeron como consecuencia la
suspensión del semestre académico. Alentados por el triunfo estudiantil
de la Universidad Santiago de Cali, que había logrado obtener el cogo-
bierno en la institución, el movimiento reclamaba la plena autonomía
académica, administrativa y financiera, y reivindicaba la participación
democrática de estudiantes y profesores en la elección de cargos directi-
vos y en la definición de las políticas universitarias. Entre las exigencias
de los estudiantes de la Univalle, como lo señaló Edgar Vásquez, testigo de
excepción de esos hechos, estaban:
Ese rechazo rotundo del imperialismo norteamericano que caracterizó 40 Los Cuerpos de Paz (Peace
el discurso del movimiento estudiantil era una reacción ante la presen- Corps) fueron creados en 1961
por el presidente John F. Kennedy,
cia de los Cuerpos de Paz en la Universidad, y contra las fundaciones en tiempos de la Alianza para el
Rockefeller, Ford, Kellogg, y todo aquello que significara inversión extran- Progreso, para promover la paz y la
jera, como la del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que había fir- amistad a través del voluntariado.
mado un jugoso contrato para la construcción de la Ciudad Universitaria Estaban conformados por jóvenes
norteamericanos voluntarios, en
Meléndez. Por eso entre los propósitos del movimiento de la Univalle se
muchos casos universitarios, que
estableció la «denuncia de la penetración cultural del imperialismo, su trabajaban en salud, educación,
presencia y acción en la ciencia y la cultura», 39 y se exigió la desvincula- construcción, negocios y agricul-
ción de la Fundación para la Educación Superior (FES), la entidad creada tura en países en vía de desarrollo.
durante la rectoría de Alfonso Ocampo Londoño (1966-1971) para el con- En Colombia estuvieron hasta 1981
(valga decir que en el 2010, durante
trol de sus recursos económicos.
el Gobierno de Álvaro Uribe, se
reactivó el programa para trabajar
Los estudiantes protestaron puntualmente contra la presencia de los en educación). La labor de estos
Cuerpos de Paz 40 en la Univalle, contra la universidad «neocolonial», jóvenes generó por entonces suspi-
como se decía entonces. Los voluntarios norteamericanos que se forma- cacias en grupos de izquierda, pues
esta forma de intervencionismo
ban rápidamente en la institución, demandaban tiempo docente y prio-
tenía como objetivo movilizar jóve-
ridades que iban en detrimento de la dedicación curricular. Luis Aurelio nes que combatieran la propaga-
Ordóñez, profesor de la Universidad del Valle y quien ha escrito sobre la ción del comunismo.
114 115
historia de la Universidad del Valle y su movimiento estudiantil, plantea Página internacional del diario
que la gestación del movimiento estudiantil de 1971 se dio a partir de la Occidente, 15 de junio de 1965, Cali,
pág. 6. Biblioteca Departamental
toma del Departamento de Sociología —que fungía como coordinador Jorge Garcés Borrero.
de los cursos a dichos voluntarios—, el día 11 de septiembre de 1968. Los
estudiantes anunciaron que solo saldrían de allí hasta que se fueran
los Cuerpos de Paz de la universidad; en medio de la toma quemaron la
bandera de los EE. UU. y varios ejemplares del periódico El País (véase
Ordóñez 2007, 98). Después de la salida de los Cuerpos de Paz, hecho que
se recibió como un triunfo colectivo, en los tres siguientes años se fortale-
cieron los consejos estudiantiles y el Comité Ejecutivo de la Federación de
Estudiantes de la Universidad del Valle (CEFEUV).
116 117
estudiantil definió este momento como un punto de transición entre dos Primera plana del diario
épocas, pues la rebelión golpeó el corazón de la sociedad autoritaria de Occidente, 12 de junio de 1965, Cali.
Biblioteca Departamental Jorge
posguerra con una generación que decidió no esperar. Entonar We want Garcés Borrero.
the world and we want it now / now / now! era la gran ambición, y un
cómplice de esto fue Jim Morrison con su «When the Music's Over» (1967).
Una imagen que sintetiza esa actitud rebelde frente a lo establecido es
el instante que capta el fotógrafo francés Gilles Caron: la actitud burlona
de Dany El Rojo (Daniel Cohn-Bendit) que con su sonrisa cínica y provoca-
dora —signo de la emancipación irreverente— reta al policía francés
—signo de autoritarismo reaccionario— ubicado frente a la Sorbona.
El punto álgido del pensamiento libre se dio en los sesenta, cuando la gente todo
lo hizo por happiness, por dicha, por placer. […] Acogíamos todo tipo de ideas en
contra del statu quo, era parte del conocimiento y la felicidad. Buscamos la feli-
cidad a través de la curiosidad. […] El método era la diversidad de opiniones: The
Rolling Stones, The Beatles, el movimiento Beat, nuevas religiones más sabias, el
ácido y las drogas que transformaban la conciencia normal por una más percep-
tiva y apacible. (2005)
118 119
Gustavo Vivas, los hechos que estaban ocurriendo en varias latitudes Ilustración de Judith Márquez
motivaban las tertulias: en el libro Cardos como flores de
Clemente Airó, ediciones Espiral,
1955, Bogotá. Biblioteca Luis Ángel
Con los medios más limitados que había, los canales de información eran muy
Arango.
variados y activos: gente que viajaba o leía mucho, que venía y decía o inven-
taba. Nosotros teníamos noticias extensas e intensas de lo que estaba pasando.
Acontecimientos, por ejemplo, como el de la matanza en México, días antes de los
Juegos Olímpicos de 1968 o, más tarde, el sangriento golpe de Pinochet contra el
presidente constitucional de Chile, Salvador Allende, nos podían convocar toda una
noche a hablar del tema a gritos bebiendo aguardiente. (Vivas 2000/2001, 9)
120 121
los estudiantes contra la dictadura y la instalaron en ese mismo año con Reproducción del afiche en
la ayuda de la comunidad en el barrio Alberto Lleras Camargo (Comuna homenaje al estudiante Tuto
González realizado por Hernando
20), que gracias a los vecinos aún permanece en pie en una de sus lomas. Guerrero y Pakiko Ordóñez, parti-
cipantes en la Primera Bienal de
En este misma dirección es de resaltar cómo en los setenta la gráfica Artes Gráficas de Cali, El Crisol, 15
política fue un decisivo medio de denuncia de los atropellos de la fuerza de agosto de 1971, Cali. Centro de
Documentación Regional del Banco
pública contra el movimiento estudiantil del 71 y la muerte de estudian-
de la República.
tes. Para analizar esta influencia basta mirar el catálogo de la I Bienal
Americana de Artes Gráficas y notar la confluencia de estos temas en
las obras de Carlos Granada, Umberto Giangrandi, Clemencia Lucena,
Hernando Guerrero y Pakiko Ordóñez, quienes en suma rinden home-
naje a los sucesos de febrero y marzo del 71. La obra gráfica de Lucena
Colombia, febrero 1971 realmente fue un trabajo colectivo realizado
junto con Diego Arango y Nirma Zárate, una suerte de periódico mural
de contrainformación, donde el rostro de Édgar Mejía encabeza la lista
de víctimas de las sucesivas revueltas. La imagen de Tuto González y su
poema Miren, que había escrito el día anterior a su muerte, se utilizó en
el afiche del mismo nombre elaborado por Guerrero y Ordóñez cuando
Ciudad Solar se preparaba a abrir sus puertas en el barrio La Merced. Este
poema sería utilizado luego en otra pieza gráfica realizada por Taller 4
Rojo, 43 cuyo texto simboliza la represión estudiantil durante el gobierno
de Misael Pastrana Borrero.
Carlos Mayolo y Luis Ospina vivieron el clima de esta época que desde los
sesenta produjo la aparición de un gran movimiento juvenil que reivindi-
caba derechos civiles, se solidarizaba con causas ajenas y redefinía el rol
social y revolucionario del estudiante. Ellos forman parte de una genera-
ción entre cuyos eslabones claves está el cine. Para la época la escuela
de cine eran los cineclubes, una formación que implicaba a un tiempo 43 Colectivo de artistas de la
década del setenta confor-
exhibir las cintas, escribir y publicar sobre cine y hacer cine. La cinefilia
mado por Diego Arango, Nirma
fue la forma de conectarse con las imágenes del mundo e ir formando Zárate, Umberto Giangrandi,
una actitud para acercarse o inmiscuirse en la ciudad; Cali se fue dejando Carlos Granada, Jorge Mora y
ver en las pantallas, en un collage de imágenes que hoy significan una Fabio Rodríguez Amaya, quienes
representación política del pasado de la ciudad. La casualidad de su emprendieron un activismo gráfico
y político mediante el uso de la
encuentro cuando eran unos niños tiene que ver con un hito histórico en
fotoserigrafía y la escuela de for-
la ciudad, la Explosión de Cali de 1956, un referente ineludible de lo que mación gráfica dirigida a diferentes
fue la violencia política y urbana. movimientos sociales.
122 123
Mayolo y Ospina: historias cruzadas Jaime Acosta, Luis Ospina,
Carlos Mayolo, Ute Broll y Eduardo
en Calicalabozo Carvajal por la Plaza de Cayzedo,
rodaje del documental Cali de
película, 1972, Cali. Foto: archivo de
Oiga vea marca el inicio de un trabajo en tándem entre Carlos Mayolo y Eduardo Carvajal.
Luis Ospina y también, sin proponérselo, marca un derrotero, un punto
de inicio, a la mirada urbana que identificó la obra de artistas visuales
de la Cali de los setenta como Fernell Franco o Ever Astudillo, y que signi-
ficó una toma de conciencia crítica sobre la ciudad que rápidamente se
estaba masificando y urbanizando. Oiga vea fue un quiebre a la supuesta
«modernización urbana», pues devela algunas zonas de la ciudad que iban
quedando relegadas de los planes de desarrollo y para las que, en algunos
casos, el destino indefectible fue la ruina o la desaparición. Esa mirada
los llevó a recorrer, reconocer y representar su propio lugar, poniendo en
primer plano la ciudad al margen de esos cambios modernizadores.
124 125
en coautoría; de Mayolo Cali, cálido, calidoscopio (1985); y de Ospina En Luis Ospina, Carlos Mayolo y
busca de «María» (1985), Andrés Caicedo: unos pocos buenos amigos (1986), Eduardo Carvajal en el rodaje del
documental Cali de película, 1972,
Antonio María Valencia: música en cámara (1987), Ojo y vista: peligra la Cali. foto: archivo de Eduardo
vida del artista (1987), Arte-sano cuadra a cuadra (1988), Fotofijaciones: Carvajal.
retrato hablado de Eduardo Carvajal (1989), Adiós a Cali (1990), Cámara
ardiente (1990-1991), y Al pie (1991), Al pelo (1991), A la carrera (1991) —sobre
el oficio de lustrabotas, peluqueros y taxistas en Cali, respectivamente—;
culminando con y la serie de diez capítulos Cali: ayer, hoy y mañana (1995).
Sobre esta serie documental dice Ospina:
[…] fue como un ajuste de cuentas con mi ciudad, en el que pude plasmar mi relación
de amor y odio con Cali, una ciudad que había sufrido tantos cambios que yo ya no
la reconocía y en la cual me sentía como un extraño. Cali, que para mí siempre había
sido una fuente continua de inspiración, se había convertido ahora en un paraíso per-
dido que tenía que atrapar antes de que se me escapara de las manos. (Ospina 2008)
[…] era casi imposible no dejarse permear por Latinoamérica, a pesar de la poca
información, lo poco expresiva. Por eso empezó esa curiosidad por nosotros mismos,
la izquierda, el conocernos como teoría del conocimiento, sin información, desbara-
tados y en pedazos disímiles. (Mayolo 2008, 63)
Luis Ospina plantea por su parte cómo, en vista de que «esa época era
muy politizada, entonces era la realidad inmediata lo que se debía cap-
tar» (1993, 117). En el caso de Oiga vea, la estructura del documental esta-
blece una representación política de la ciudad que provoca una inserción
en ese pasado; que se propone hurgar en esa realidad viéndola a través
del ojo del cine.
126 127
lo mejor de la producción latinoamericana; como la revista Cine Cubano Texto escrito por Luis Ospina
que informaba de nuevos planteamientos o análisis cinematográficos, y y Carlos Mayolo con motivo de la
première de la película en el cine
destacó textos claves para la época, entre otros: Hacia un cine imperfecto Action République en París, 1978.
(1969) y Cine y revolución (1971) del cineasta cubano Julio García Espinosa; Archivo de Luis Ospina.
El cine político y el mito de las superestructuras (1971) de Pío Baldelli; el
ensayo «Revisión crítica del cine brasilero» (1963) de Glauber Rocha; y
los manifiestos: «Eztetyka del hambre» (1965) de Glauber Rocha y «Hacia
un tercer cine», de los directores argentinos Fernando Solanas y Octavio
Getino —este último escrito después de realizar la película La hora de los
hornos (1968)—.
Toda Latinoamérica gritaba unas maneras de ser, la tercera opción, el tercer cine,
La hora de los hornos, la realidad como si nunca se hubiera visto, la cámara estre-
nando otros pobres después del neorrealismo. Pobres sin Zavatini, sin Pratolini.
Hacer un nuevo neorrealismo, pero no el que más pueblo agarre, lo justifique como
tema y lo haga mercancía. Hay una presencia mediatizada por el amo de la cámara.
Siempre seremos filmados. Y lo peor: por nosotros mismos. (Mayolo 2008, 63)
Sin embargo en una carta que le dirigió a Luis Ospina en abril de 1972,
le comentó su encuentro con las películas del neorrealismo italiano:
128 129
en el trasfondo, para lo cual se requería mirar primero las cosas como son Teatro Bolívar fotografiado en
y luego como deberían ser. los años cincuenta. Fue demolido
y allí se construyó un edificio de
15 pisos donde funcionó el correo
La crisis general del sistema económico-social y el intervencionismo de de Avianca entre los años setenta
Estados Unidos en Latinoamérica motivó el compromiso de artistas como y noventa. Foto: archivo de Luis
el cineasta brasilero Glauber Rocha, quien planteó en el «Manifiesto Ospina.
Eztetyka del hambre», que nuestra pobreza es comprendida pero nunca
sentida por los observadores coloniales:
Fue así —dice Ospina— como conocí las aventuras de Stewart Granger en
Scaramouche, las acrobacias de Burt Lancaster y su carnal, el sordomudo Nick
Cravat, en El pirata hidalgo, y los westerns con Buster Crabbe. Gracias al cinéma de
papá aprendí a querer a Gary Cooper y a reírme con Cantinflas. (2007, 32)
Esta cinefilia precoz se nutrió además de las funciones dobles a las que
asistía con la empleada del servicio doméstico de turno, con la que iba
a teatros de Cali como el Aristi, el Bolívar, el Cervantes o el Colón. En
contraste, la iniciación cinéfila de Mayolo surgió entre juegos y conver-
saciones sobre cine mudo con su padre Jorge Mayolo, donde manipulaba
instrumentos ópticos como el teodolito o los prismáticos, para producir
imágenes y musicalizarlas como si fueran películas.
130 131
estadounidenses, por eso «siempre andaba con gringos». Mayolo y Ospina Luis Ospina en el rodaje de su
estudiaron en varios colegios de Cali pero no coincidieron en ninguno. Tras primera película Vía cerrada, 1964,
Cali. La foto de la derecha apareció
haber sido expulsado del Colegio Berchmans «por sostener malas conver- publicada en la revista Caligari
saciones», a los 16 años, Ospina viajó a Boston a continuar sus estudios (1982). Foto y archivo de Hernando
de secundaria en Chauncy Hall. Un año antes había realizado Vía cerrada Guerrero.
(1964), un corto de su adolescencia que rodó en el cementerio de la finca
de sus abuelos y donde cuenta la historia de un joven aburrido que sale
a ver la ciudad, toma un tren, se baja en esta finca y llega al cementerio
donde se encuentra con una tumba que lleva su nombre. En este primerí-
simo proyecto cinematográfico, Ospina contó con la colaboración de su
amigo Hernando Guerrero. En el caso de Mayolo, por indisciplinado —por
dinamitar los inodoros del baño— lo expulsaron de varios colegios de Cali y
terminó interno en Bogotá en la Academia Ramírez, donde fue compañero
del futuro poeta Harold Alvarado Tenorio.
El emperador Nerón quemaba a Roma. Peter Ustinov hacía uno de los más
grandes papeles de maldad en la historia del cine. Nosotros, ni cortos ni perezo-
sos, fuimos a encender la loma que quedaba al lado de nuestras casas. Tuvieron
que llamar a los bomberos. Encontraron muñecos quemados. Nunca se supo que
fuimos nosotros. (2008, 41)
132 133
eran incendiados como a soplos de viento. Caían las casas, de un piso, dos pisos; las Explosión de Cali del 7 de agosto
casas iban desapareciendo y como recuadro quedaba de aquellos pueblos, humo de 1956, Cali. Foto: Agustín Otero
huyendo, cenizas finales sin enterrar. Así desaparecieron Betania, lo hicieron con La Navarro, archivo de José Agustín
Tulia y con La Primavera. A Ceilán lo quemaron vivo, solo que gracias a la lluvia de Otero.
la mañana siguiente algunas casas estaban en pie, en una desigual batalla entre el
fuego y la madera. (Alape 1987, 9)
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señaló entonces que las investigaciones nunca arrojaron resultados con- Explosión de Cali del 7 de agosto
cretos sobre los responsables del hecho; el número de víctimas alcanzó de 1956, Cali. Foto: Agustín Otero
Navarro, archivo de José Agustín
las 2.500, a las que se sumaron miles de damnificados. Los bares, cafés, Otero.
teatros y hoteles vecinos a la Estación quedaron reducidos a escombros
y el estallido abrió un cráter de 50 metros de diámetro por 8 de profundi-
dad (2006, 16).
Mayolo y yo éramos vecinos cuando yo tenía ocho años; después lo dejé de ver
mucho tiempo, hasta un día en que me lo encontré en una proyección que hizo
Jaime Vásquez de El gabinete del doctor Caligari y esa fue la primera vez que habla-
mos de cine. Yo tenía en esa época como trece años y ambos teníamos la idea de
que algún día íbamos a hacer cine. (Ospina 1977, 32)
136 137
de California, que se conoce como la UCLA, y allí hice tres años y terminé en 1972. Luis Ospina, Carlos Mayolo y
Yo estuve en una etapa muy privilegiada, digámoslo así, que fue desde el año 68 Eduardo Carvajal en la calle 12, cen-
hasta el 72: en los Estados Unidos había todo un movimiento muy grande, político, tro de Cali, rodaje del documental
contracultural. Estaban los hippies, estaba la revolución de la droga, la psicodelia, Cali de película, 1972, Cali. Archivo
la lucha de minorías norteamericanas como los chicanos... Entonces había mucho de Eduardo Carvajal.
movimiento con el que uno se podía identificar así no fuera norteamericano.
(Ospina 1993, 114)
138 139
mostraban retrospectivas de Bergman, Kurosawa, Fellini y demás directores del Carlos Mayolo, ca. 1968, Cali.
momento. Mis condiscípulos creían que estaba loco porque salía en medio de una Foto y archivo de Hernando
tormenta de nieve y cruzaba la ciudad de un extremo a otro para ver una recón- Guerrero.
dita película. Llegaron a mis manos las primeras ediciones en inglés de Cahiers du
cinéma, editadas por Andrew Sarris, y descubrí la política de los autores cuando
todo el mundo quería ser autor de la política. (2007, 34)
Con la idea de que el cineclub era la universidad del cine, Mayolo empren-
dió varios proyectos en el segundo lustro de los años sesenta. «Existía la
teoría de que el cine colombiano iba a salir de los cineclubes, que eran
la única manera de aprender cine» (Mayolo 2005); una idea que posible-
mente alentó la creación del cineclub universitario, cuando estudiaba
Derecho en la Universidad Santiago de Cali. Junto con Jaime Vásquez y el
director del TEC, Enrique Buenaventura, Mayolo creó el Cine-Estudio 35,
que funcionó en la Sala Antonio María Valencia del Conservatorio de Cali.
Para adquirir los equipos, una cámara de 16 mm y un proyector, Mayolo
invitó a la actriz de teatro Patricia Ariza a realizar en Cali el desfile de
modas futurista del año 2000 que había presentado en Bogotá, con la
colaboración de pintores famosos en el diseño del vestuario.
140 141
Yo, con mi pantalla de tres metros por dos, tenía que llevarla en carretilla con Fotografía tomada durante el
caballo. Me sentía comunista y veía las cintas con ellos. Aprendí a sentir el agra- rodaje de El basuro, documental
decimiento de los obreros, que con sus manos callosas me despedían después de sobre el basurero de Cali realizado
cada proyección. A veces los detectives se llevaban el proyector. Los obreros lo por Arturo Alape, Carlos Mayolo,
rescataban y yo seguía distribuyendo entre ellos películas cubanas, checas o de Juan José Vejarano y Hernando
la Cinemateca Colombiana de Hernando Salcedo Silva; era un acontecimiento y González, ca. 1968, Cali. Foto: Carlos
cobraba lo de una lata de sardinas y un pan. (2008, 64) Mayolo, archivo de Hernando
Guerrero.
Por esa época, Mayolo, Hernando González, Juan José Vejarano y Arturo
Alape, militantes del PCC, se lanzaron a filmar un corto sobre el basurero
de Cali, titulado El basuro:
[…] comíamos arroz con moscas y descubrí que esa gente puede encontrar la luna en
la basura. Múltiples imágenes de la gente con los gallinazos. Como banda sonora le
puse la Sinfonía del Nuevo Mundo, de Dvorak. La película era atroz, parecía una gue-
rra entre la miseria y la supuesta cultura. La mandé a Cuba para que la terminaran.
Santiago Álvarez, el gran cineasta cubano, usó algunos planos. (Mayolo 2002, 124)
142 143
un afán de ser muy exhaustivo, decía que el cine era el único arte en el Aviso publicitario de la agencia de
que uno lo podía conocer todo si se lo proponía, porque era un arte que Hernán Nicholls con fotografía de
Fernell Franco. Foto: cortesía de la
tenía menos de cien años» (Ospina 1993, 115). Fundación Fernell Franco.
144 145
que asimilé para mis películas veinte años después. Me enseñó el tempo» Fotogramas del documental
(2008, 72). Conversaba con él sobre cine francés a partir de la proyección Monserrate de Carlos Mayolo
y Jorge Silva en «Ojo a Mayolo.
de clásicos que el propio Mayolo conseguía en la Embajada de Francia: Homenaje a Carlos Mayolo (1945-
«Él me traducía y yo asimilaba toda su cinesífilis. Se dedicó a enseñarme 2007)», serie Audiovisual vallecau-
el cine que sabía». Con esta productora realizó los documentales Quinta cano, Alcaldía de Cali, Universidad
de Bolívar (1969) e Iglesia de San Ignacio (1970). del Valle y Lugar a dudas, Cali, 2008.
146 147
En entrevista Mayolo manifiesta dos preceptos casi religiosos presentes Luis Ospina, Carlos Mayolo y
desde estas primeras incursiones en la dirección y edición cinematográ- Eduardo Carvajal en la colina de
San Antonio, en el rodaje del docu-
fica: no recurrir al narrador en off para explicar la imagen, y no corres- mental Cali de película, 1972, Cali.
ponder imagen y sonido para que así el espectador dimensione la imagen Foto: archivo de Eduardo Carvajal.
por deducción irónica. Sus complejas contradicciones políticas y sociales
se develan por la mirada curiosa de este par de jóvenes que descubren la
ciudad dentro de la ciudad. En ello puede verse cómo, en suma, la cinefilia
en Mayolo y Ospina provoca una peculiar manera de mirar, interpretar,
significar y representar la ciudad:
Desde la niñez, Cali es la ciudad que me dio el equilibrio, haciéndome sentir que
vivía en un lugar que me parecía bonito. Aunque no era una ciudad del todo tradi-
cional, porque se hizo en el siglo XX, todo el mundo se sentía cercano al otro por el
clima, las ceibas, la brisa, los árboles, el olor de las cadmias en el barrio Granada, la
luz, los farallones, los ríos, el placer del agua, los paseos, los ingenios azucareros.
El plano valle entre cordillera y cordillera, inmenso y pródigo, olía a tierra fértil
cuando lo araban, olía a cañaduzal, los ingenios olían y la piel olía. Una ciudad que
me dio libertad desde chiquito; bueno, no le llamo libertad pero sí desenvolvimiento.
Era una ciudad plácida…era un paraíso. Yo me crié en un paraíso y de eso soy cons-
ciente. […] Todo eso te va haciendo amante de la ciudad y si vos eres amante de la
ciudad, le decís algún piropo. (Mayolo 2005)
148 149
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150 151
Ciudad Solar: Hernando Guerrero, Pakiko
Ordóñez, sin identificar, Carlos
Solo hasta los primeros años del 2000 tuve conocimiento de la existencia
de Ciudad Solar, un espacio alternativo de los setenta en Cali. Primero
fue en el 2004, en la televisión colombiana a través de un capítulo de la
serie Plástica: Arte contemporáneo en Colombia, realizado por El Vicio
Producciones para el canal Señal Colombia. Luego por los libros Volverse
aire —sobre la obra de Oscar Muñoz— y Fernell Franco. Otro documento,
de la crítica y curadora de arte María Iovino; 1 quien sin duda contribuyó
a visibilizar el nombre de Ciudad Solar en escritos del campo de las artes
plásticas y visuales. El documental de Luis Ospina Andrés Caicedo: unos
pocos buenos amigos (1986), que conocí muchos años después, fue muy *«Que no accedas a los tejemane-
revelador en parte por el testimonio de su director, Hernando Guerrero. jes de la celebridad. Si dejas obra,
A esta lista debo agregar, por último, una mención en el libro Apuntes muere tranquilo, confiando en unos
para una historia del arte en el Valle del Cauca durante el siglo XX de pocos buenos amigos» (Caicedo
1977, 185).
Miguel González (2005a). Todos estos documentos, en suma, constituye-
ron los primeros indicios que corroboraban que en el centro histórico de 1 En sus libros sobre estos dos
Cali hubo una casa, punto de encuentro para una generación de artistas artistas (del 2003 y 2004, respecti-
jóvenes caleños. vamente), María Iovino hace una
mención de Ciudad Solar basada en
testimonios y destaca que en esta
No pocas veces pasé frente a la fachada de esa casa sin tener idea de las experiencia se lee la influencia de
historias que aún la mantenían en pie. El interés por conocer más detalles las revoluciones culturales de los
de esta historia motivó un viaje a Cali, en el 2005, para ubicar y entrevistar años sesenta.
154 155
a quienes fundaron la Corporación Ciudad Solar: Hernando Guerrero 2 Julia Correa (actriz del TEC),
(Bogotá, 1948), Francisco Pakiko Ordóñez 3 (Bucaramanga, 1949) y Miguel Roberto Arcelux (escenógrafo
argentino), Daniel Romero Lozano
González 4 (Cali, 1950). Como resultado de este primer acercamiento (pintor), Fanny Mikey (actriz, direc-
quedó claro un hecho: en realidad hubo dos ciudades solares pero los tora del Festival de Arte de Cali),
anteriores libros solo hacían mención de una, la de los primeros dos años. Luz Stella Rey de Romero (profesora
El proyecto colectivo tuvo dos etapas consecutivas en sedes distintas; y de ballet), Luis Carlos Figueroa
(compositor) y Giovanni Brinati
esta precisión, de entrada, planteaba una pregunta sobre las razones de
(coreógrafo, director de la Escuela
esa invisibilidad o falta de reconocimiento de la segunda etapa, y a la vez, de Ballet de Bellas Artes) en el Club
imponía otro objetivo a la investigación: buscar unos rasgos distintivos y Cultural La Tertulia, ca. 1964-1965,
particulares para cada una de las experiencias. Cali. Foto: archivo de Luz Stella Rey.
156 157
hito de su generación, dirigido por Andrés Caicedo —escritor, cinéfilo, Izquierda: persona sin identifi-
melómano y crítico de cine que por su obra literaria y muerte se convertiría car, José Cardona Hoyos (dirigente
del PCC), Phanor León y Hernando
en todo un mito para los jóvenes de distintas generaciones— y del otro, Guerrero de espaldas, frente a la
por Miguel González, quien inició su carrera como curador de arte en fachada de Ciudad Solar, sede La
Ciudad Solar a sus veinte años, y gracias a esta labor se labró un nom- Merced, ca. 1971-1972, Cali. Foto:
bre en el medio artístico de Cali y de Colombia. En la sala de exposición archivo de Hernando Guerrero.
Derecha: Phanor León y detrás,
a su cargo presentó artistas de la escena de los sesenta que se estaban
Juan Fernando Ordóñez en Ciudad
abriendo campo en el ámbito internacional y con gran visión expuso Solar, sede El Peñón, 1973, Cali. Foto
nombres nuevos como Oscar Muñoz, hoy uno de los artistas contempo- y archivo de Pakiko Ordóñez.
ráneos colombianos con más proyección en el exterior; y Fernell Franco,
reconocido fotógrafo que retrató la ciudad de Cali desde los ámbitos
populares, cuya obra, ha despertado el interés de museos y coleccionis-
tas internacionales. Sin embargo, el cuadro estaría incompleto si no se
reconociera que la trascendencia de Ciudad Solar también se le debe al
propio Guerrero, quien fue su gestor y probó ser un visionario al fundar
esta iniciativa que, vista a través del tiempo, es el antecedente de los
espacios artísticos que hoy se denominan independientes o «autogestio-
nados». Él fue un eslabón de varias decisiones que convirtieron a Ciudad
Solar en una especie de laboratorio de creación y gestión; y una de ellas
fue conseguir que su familia le cediera una de sus casas. La generosidad
y complicidad de su madre, Marina Quintero de Guerrero, permitió que se
conformara una comunidad de «unos pocos buenos amigos».
158 159
segunda fase hasta que la falta de recursos económicos condujo al cierre Anuncio de Ciudad Solar
definitivo del proyecto. publicado en El Crisol, 1 de agosto
de 1971, pág. 9, Cali. Centro de
Documentación Regional del Banco
Este tercer capítulo está dedicado a Ciudad Solar, epicentro de la for- de la República.
mación cinéfila, no solo por la presencia de Andrés Caicedo, un gestor
fundamental de la cultura cinéfila en Cali, sino también por el espíritu del
lugar, que lograba convocar a estos jóvenes alrededor de la plástica, del
ver y el quehacer del cine. A partir de la investigación reconstruí cronoló-
gicamente las actividades de las dos etapas y los roles de sus participan-
tes; todos ellos representantes de una generación netamente urbana en
Cali, nacidos en los años cuarenta y principios de los cincuenta del siglo
pasado, es decir, que vivieron el tránsito de villorrio a ciudad.
Sin duda Ciudad Solar fue una alternativa que respondía a la carencia de
espacios para el arte en Cali y a la manera de operar del único museo
de arte en la ciudad. El lugar tuvo los rasgos distintivos propios de los
espacios de circulación contemporáneos cuando se proclaman autóno-
mos o independientes. Ciudad Solar fue una contracultura frente a lo
establecido, una alternativa para el encuentro, la acción, la formación y
la producción de conocimiento, porque en ese momento «había mucha
pasión por cambiar el mundo, por ser actuales y por entender la ciudad y
el país» (Fernell Franco citado en Iovino 2004, 81).
La marcha de las ideas está determinada por la marcha de las cosas… O sea que el
trabajo cultural depende fundamentalmente del desarrollo de la sociedad y está
160 161
ligada a su desenvolvimiento, es un acto recíproco; el deber del artista es interpretar Eduardo Carvajal, sin identificar
los sentimientos y la realidad de su pueblo. Buscar la forma de llegar a ellos, remo- y Pakiko Ordóñez en Ciudad Solar,
ver su conciencia y abrirles panorama. La Merced, ca. 1971-1972, Cali. Foto:
El arte tiene la capacidad de ampliar el nivel crítico y receptivo. archivo de Pakiko Ordóñez.
La Ciudad Solar es un centro aglutinante, encaminada a encontrar formas directas y Segundo piso de Ciudad Solar,
efectivas de comunicación. La Merced, 2008. Foto: Katia
González M.
Acumular energía, fuerzas solares que irradien y cubran extensos campos. Nos aglu-
tinamos y unificamos objetivos fundamentales y trabajamos en pos de eso.
Se trabaja con las manos, se moldea la figura, se recrea el barro, el cuero, se buscan
nuevas formas en el taller artesanal, el dibujo, el afiche, la calcomanía. Son también
nuevas formas de comunicación que producimos.
Así la Ciudad Solar, es Cali, es la gran ciudad universal que busca llevar su mensaje
de lucha y optimismo a cada persona. (Guerrero 1972, 10)
162 163
de mediar. Presentó a Hernando como el gestor del gran hito cultural Miguel González en Ciudad Solar,
de la década del setenta, le habló que en esa casa habían vivido impor- La Merced, ca. 1972, Cali. Foto y
archivo de Pakiko Ordóñez.
tantes personalidades de la cultura en Cali; pero el hombre ni se inmutó.
Semejantes razones de orden histórico no lograron convencerlo; se man- Almacén de artesanías, primer
tuvo en su posición. No nos conocía, esa era su única razón. Insistimos, pero piso de Ciudad Solar, La Merced,
el hombre no cedió; en un momento del fuerte tire y afloje se resolvió el ca. 1971-1972, Cali. Foto: archivo de
Pakiko Ordóñez.
impase con algo que, aunque no beneficiaba mis necesidades investigati-
vas, sí era sensato para el guardián de la casa: solo entraría yo. Guerrero, el Zaguán de la casa solar, inau-
guía, se quedaría afuera. Entonces y solo entonces se abrió la puerta. guración de la exposición «Dibujos
morbosos» de Oscar Muñoz,
En el primer piso, a cada lado del zaguán de baldosa de cemento tipo 1971, Cali. Foto: archivo de Pakiko
Ordóñez.
mosaico, se encontraban dos espacios cerrados que no pude ver por temor
del hombre a que me cayera un pedazo de techo. Al lado izquierdo que-
daba la Galería de Arte, un espacio de tres cuartos intercomunicados, a
cargo de Miguel González y que luego, tras su salida, quedaría en manos de
Hernando Guerrero y Álvaro Herrera. Al lado derecho, frente a la galería, la
sala artesanal que organizaron la ecuatoriana Mirtha García y Hernando
Guerrero. El zaguán desembocaba en el patio central, desde donde se
ingresaba a la habitación que tenía el boliviano Willy Coronel Campos,
que apodaban Bolivia. Este patio era la sede del Cine Subterráneo donde
proyectaron películas en 16 mm, como Oiga vea de Carlos Mayolo y Luis
Ospina. Una semiderruida escalera de madera que arrancaba en el patio
conducía a la segunda planta. Fue una gran prueba de equilibrio subir esos
destrozados escalones, los mismos escalones que subió el hermano de
Miguel Ángel —interpretado por el actor del TEC Guillermo Piedrahita—
cargando un proyector de cine en la película inconclusa Angelita y Miguel
Ángel (1971) de Andrés Caicedo y Carlos Mayolo.
164 165
tras su salida ocupó Andrés Caicedo; otro, que utilizaron por poco tiempo Hernando Guerrero y Pakiko
Pilar Villamizar (Cali, 1956-2013) y Pakiko Ordóñez —cuando nació su hija Ordóñez, fundadores de Ciudad
Solar, ca. 1971, Cali. Foto: archivo de
Satiana vivieron en otro lugar—; y al lado, un pequeño espacio que fun- Pakiko Ordóñez.
cionó como comedor. Esta ala remataba con una cocina completamente
a la vista cuyo tablado hoy está carcomido y desvencijado, y en la otra Pakiko Ordóñez, Eduardo
ala, la oriental, estaban el baño y el laboratorio de fotografía. Carvajal, Ricardo Cortázar, Gertjan
Bartelsman y Hernando Guerrero
en Ciudad Solar, La Merced, ca.
1971-1972, Cali. Foto: archivo de
Una generación Pakiko Ordóñez.
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mártires, dos muertes tempranas que sucedieron en plena lucha armada Primera plana del diario
de sus ideales: la de Camilo Torres (1929-1966), sacerdote, catedrático y Occidente, 1 de junio de 1968, Cali.
Biblioteca Departamental Jorge
cofundador de la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional de Garcés Borrero.
Colombia, y la de Ernesto Che Guevara (1928-1967), ideólogo y coman-
dante de la Revolución cubana. Ambos alcanzaron el estatus de héroes
o íconos políticos al dar su vida por causas sociales, convencidos de que
era posible una sociedad igualitaria. Era un tiempo marcado por los
movimientos y acontecimientos alrededor del Mayo del 68 y de los Black
Panthers en Estados Unidos; cuando predominaba el activismo de los
jóvenes, una capa social emergente protagonista del movimiento estu-
diantil, y expresiones sociales y culturales como las comunas, los aluci-
nógenos, el LSD, la revolución sexual —love is free—, la contracultura,
la moda (se produjeron más pantalones que faldas); y el rock, que trajo
consigo músicos y bandas emblemáticas como Janis Joplin, Bob Dylan,
Jimi Hendrix, los Beatles, los Doors y los Rolling Stones. De esa autonomía
cultural de los jóvenes se alimentó Ciudad Solar, que entre lo político y lo
cultural, hallaba espacio para el uso recreativo de las drogas.
«A partir de Mayo del 68, los jóvenes éramos dueños del mundo», dice
Mayolo (2005) con el orgullo que debió representar ser joven en ese enton-
ces. Los movimientos sociales del 68 contribuyeron a construir un sujeto
juvenil crítico, con libertad de cuestionar abiertamente cualquier tipo de
institucionalidad fundada en principios de autoridad. Los clamores juve-
niles pretendían poner en jaque las relaciones de poder aparentemente
intocables de la familia, la escuela, la universidad, la policía o el gobierno.
Los jóvenes se apropiaron de las calles; que devinieron su escenario polí-
tico de protesta por excelencia, tal cual sucedió con aquellos manifestan-
tes que se movilizaban por entonces en diferentes ciudades del mundo
contra la guerra de Vietnam.
Guerrero asevera que el gran error fue mezclar la convivencia con la crea-
ción en un ambiente tan politizado; además de lo que implicaba asumir
la manutención, manejar los roles y la toma de decisiones. Con todo, es
evidente que las actividades colectivas lograron influir a sus integrantes.
Para Carlos Mayolo, que en ese entonces vivía en Bogotá, cada viaje a Cali
representaba un reencuentro con los de Ciudad Solar:
168 169
De hecho la casa sirvió de refugio para los estudiantes que participaban Documento oficial que esta-
en las pedreas cuando se enfrentaban los manifestantes estudiantiles 11 blece la personería jurídica de
Ciudad Solar. Archivo de Hernando
y la policía; o era posada para muchos hippies o mochileros que en esos Guerrero.
tiempos recorrían Suramérica echando dedo y con guitarra al hombro.
Y fue sitio de reunión para los actores del TEC, vecinos del lugar, con
quienes compartían rumbas, sancochos y pusandaos. Ciudad Solar hacía
parte de un circuito de arte, cultura y política que muchos recuerdan por
su cercanía con la Universidad Santiago de Cali y el TEC.
figuran como: 1. Creación y fomento de las artes gráficas, 2. Sala perma- 13 Creación, circulación, formación,
nente de exposiciones, 3. Difusión y estudio de nuestros valores cultu- investigación y apropiación de las
rales, 4. Sala permanente de espectáculos (teatro, poesía, literatura, artes.
170 171
conferencias, concursos, mesas redondas, seminarios), 5. Creación de un Carta de Hernando Guerrero diri-
cineclub, 6. Creación de un laboratorio de fotografía y cinematografía gida a Luis Ospina, 5 de abril de 1971,
[pág. 1], Cali. Archivo de Luis Ospina.
experimental, y 7. Fundación de una revista (véase Guerrero 1971, 1). Se
crearon dos organismos decisorios: la junta directiva y la asamblea gene- 14 Entre otros nombres: Simón
ral compuesta por un grupo de socios; y para el funcionamiento interno Alexandrovich, Gertjan Bartelsman,
de la casa se nombraron unas comisiones: Artes gráficas; Artesanías y Enrique Buenaventura, Andrés
precolombinas; Documentación y publicaciones; Cine y fotografía; y Caicedo, José Cardona Hoyos,
Germán Cobo, Fernando Cruz
Programación y propaganda.
Kronfly, Carlos Duque, Peter
Eggen, Álvaro Escobar Navia,
Una lista de nombres entre fundadores, socios, colaboradores y bene- Líber Fernández, Fernell Franco,
factores 14 respaldó la creación de la corporación: escritores, cinéfilos, Guillermo Franco, Mario Gordillo,
cineastas, literatos, fotógrafos, políticos, profesores universitarios, ami- Marina Guerrero, Pura Guerrero,
Armando Holguín, Phanor León,
gos, familiares y mujeres representantes de la institucionalidad cultural de Carlos Mayolo, Édgar Negret, Hernán
Cali, como Susana López, 15 Maritza Uribe de Urdinola, Gloria Delgado 16 Nicholls, Juan Fernando Ordóñez,
y Amparo Sinisterra de Carvajal 17. Sus firmas se consiguieron por la Luis Ospina, Octavio Paz (Cali), Jana
mediación de Miguel González. Plevac, Fabián Ramírez, Alberto
Rodríguez, Alfredo Sánchez, Álvaro
Thomas, Alejandro Valencia y Diego
Cuando se formalizó el espacio, Guerrero contaba con 23 años de edad, Vélez. Según el documento en papel
Pakiko con 22, y Miguel González con 21. La idea estaba tan clara que los sellado, «Comunidad de socios
estatutos, el Mensaje solar y la carta que le envió Guerrero a Luis Ospina, fundadores de Ciudad Solar —lista
el 5 de abril de 1971 a Los Ángeles, muestran la conexión y coherencia de general—» (Guerrero 1971, 1-3).
172 173
desarrollar el cineclubismo obrero, como en efecto lo hicieron Mayolo Carta de Hernando Guerrero
y Pakiko. Todo esto fue formando su mirada crítica de la realidad y una dirigida a Luis Ospina, 5 de abril de
1971, [pág. 2], Cali. Archivo de Luis
inmersión en la ciudad que los alentó a romper con las imposiciones de Ospina.
su clase social. Los atrajo la cultura popular de la zona de tolerancia,
los aguaelulos, la rumba caleña del Honka Monka, Escalinata o Séptimo
Cielo, para descubrir que era posible, como señala Mayolo:
[…] dejar a Nat King Cole, a Elvis Presley y las big bands por estos camajanes que
nos enseñaron a movernos con otro ritmo. No sabíamos nada. Todo era de putas y
de bailarines que flotaban. Con los amigos malandros empezamos a observar estos
bailes, cómo se bailaba y cómo existía toda una vida de la noche mucho mejor y
más armónica que nuestras fiesticas de burgueses. (2002, 102)
174 175
[…] Miguelito González se fue de su casa, se fue a vivir con nosotros; Andrés Caicedo Carátulas de la revista Juventa
rompió con mamá Nelly… que le costó mucho. Andrés también tuvo su cuarto. Fuera (1965) con una obra de Enrique
de eso la gente transeúnte. Entonces entre arreglar la casa —la teníamos que reparar, Grau y del primer número de
prácticamente todo el trabajo lo hacíamos nosotros, de pintura, de refacción, Vanguarda-5 (1966) con un dibujo
de todas esas cosas—, la cotidianidad —el mercado, la cocina, los amigos, la bacanería, de Pedro Alcántara Herrán, ambas
las visitas— y los objetivos, pues nos dispersamos mucho, perdimos mucho tiempo en publicaciones dirigidas por
peleas, problemas y conflictos. La convivencia, como buen matrimonio y un matrimo- Hernando Guerrero. Archivo de
nio así, colectivo, pues genera muchos problemas. (Guerrero 1994) Carlos Dussán.
Un joven a la Vanguarda
En manos de Guerrero Ciudad Solar tenía buenas perspectivas. A sus
23 años ya era conocido por ser un novel editor y fundador de revistas. 20 Este congreso reunió un impor-
Siendo estudiante del Colegio Hispanoamericano con apenas diecisiete tante grupo de escritores, entre
quienes se encontraban Alejo
años, creó la revista Juventa (1965) donde, gracias a la colaboración de
Carpentier, Nicolás Guillén, Ángel
Diego León Giraldo —quien fue alumno de Camilo Torres—, consiguió Rama, Juan Rulfo, João Guimarães
publicar un grabado del pintor Enrique Grau en carátula, y textos del pro- Rosa, Salvador Garmendia, Mario
pio Giraldo y de Gonzalo Arango donde declara su única «fe en la ¡nada!». Benedetti, Roberto Fernández
Al año siguiente, mientras cursaba el último año del bachillerato en el Retamar, Thiago de Mello, Juan
Carlos Onetti, Gabriel García
Colegio Nuestra Señora del Pilar, creó Vanguarda (1966-1967), una revista
Márquez, Fernando Charry Lara y
política y literaria. Fungiendo como director, diseñador y diagramador, Manuel Zapata Olivella.
Guerrero consiguió publicar textos y poemas que rápidamente desperta-
ron el interés de editores de revistas latinoamericanas. De ahí que haya 21 Publicó, entre otros, poemas
revolucionarios de Pablo Neruda
tenido intercambio epistolar con Margaret Randall, coeditora de El Corno
y el vietnamita ToHuu; textos lite-
Emplumado (México), Thelma Nava del Pájaro Cascabel (México), y revis- rarios de Umberto Valverde, Oscar
tas como Cormorán y Delfín. Revista planetaria de poesía (Buenos Aires), Collazos, Luis Fayad; poemas de
Casa de las Américas (desde 1960), el semanario Marcha (Montevideo), Roberto Fernández Retamar (Cuba),
y el grupo El Techo de la Ballena (Caracas, 1961-1969), entre otros. Thelma Nava (México), Fayad Jamís
(Cuba-México), Nicolás Guillén
La circulación de estas revistas creó una red transnacional que conectó
(Cuba); un entremés de Enrique
diferentes países con la vanguardia poética y gráfica en Latinoamérica. Buenaventura, un monólogo de
Producto de sus relaciones editoriales, y por invitación de Randall y Nava, Carlos José Reyes, un texto inédito y
Guerrero asistió al Segundo Congreso Latinoamericano de Escritores póstumo de Camilo Torres titulado
en Ciudad de México, Guanajuato y Guadalajara (México, del 15 al 25 de «Posibilidad de la izquierda en
Colombia», y la conferencia «Yo
marzo de 1967); un evento de repercusión continental, pues lograría reu-
elegí la libertad» que dio Marta
nir en pleno y por última vez al boom latinoamericano. 20 Traba en la Librería Nacional,
durante el Festival de Arte de
Guerrero editó solo cuatro números de Vanguarda y publicó textos que Vanguardia. Las colaboraciones
fueron primicia tratándose de una revista juvenil. 21 En esta empresa internacionales se debían, por un
lado, a la relación con Casa de las
siempre contó con la asesoría de Pedro Alcántara Herrán, quien ilustró
Américas de Cuba y, por otro, a los
el cuarto y último número. Este número publicaba la declaración de un contactos que hizo en el Congreso
grupo de escritores reunidos en el Congreso de México que se habían de Escritores en México.
176 177
negado a participar de la creación de una gran comunidad latinoameri- Cartel diseñado por Hernando
cana de escritores, porque «no se puede pretender —dice el comunicado— Guerrero en contra de Gonzalo
Arango y el nadaísmo pegado en
que un escritor de izquierda integre la misma comunidad con otro con la Universidad Santiago de Cali, ca.
militancia pro-imperialista, o comprometido con las oligarquías nacio- 1968-1969, Cali. Foto y archivo de
nales, u [hace caso] omiso frente a los desmanes del enemigo» (VV. AA. Hernando Guerrero.
1967, 49). Entre los escritores que firmaron este documento figuran: Mario
Benedetti, Alejo Carpentier, Thiago de Mello, Roberto Fernández Retamar,
Salvador Garmendia, Nicolás Guillén, Augusto Monterroso, Ángel Rama y,
por Colombia, únicamente Hernando Guerrero.
En las postrimerías de los años sesenta, Guerrero hizo una acción impul-
siva que refleja el politizado ambiente de la época; y donde es evidente
en especial el recelo que producían las acciones irreverentes de Gonzalo
Arango y el grupo nadaísta en Cali: redactó y diagramó un cartel en
contra del escritor. Carlos Mayolo lo apoyó con la impresión y en las
calles pegaron este aviso que planteaba su posición de entonces frente al
nadaísmo (véase cartel a izquierda).
178 179
la Universidad del Valle, y en plena represión, esta pieza gráfica le daba Cartel de Andrés Caicedo cuyo
color político a la frase «Agúzate que te están velando». Años después el texto apareció publicado en su
novela ¡Qué viva la música!, ca.
escritor reprodujo en ¡Que viva la música! (1977, 134), donde Rubén, perso- 1970. Foto: Katia González M.,
naje literario, era el encargado de imprimirlo cada diciembre y pegarlo en archivo de Luis Ospina.
las calles (véase cartel a izquierda).
180 181
de películas memorables del Caliwood y de cineastas como Camila Lorenzo Homar y Pedro
Loboguerrero, Víctor Gaviria y Barbet Schroeder; el punto de inicio de Alcántara Herrán, 1972. San Juan,
Puerto Rico. Foto: Max Toro. Archivo
su carrera fue justamente Angelita y Miguel Ángel de Andrés Caicedo y vertical de la Biblioteca Luis Ángel
Carlos Mayolo. Con sus series fotográficas inmortalizó personajes como Arango.
Caicedo y con su cámara de video escudriñó durante los rodajes el tras
escena de las películas. Este grupo de trabajo en el laboratorio siguió José Omar Valencia (directivo de
Fedetav), Pedro Alcántara Herrán
compartiendo proyectos comunes de corto y largometraje, colaboracio-
(hablando sobre la independencia
nes como la del corto Cuentas claras, chocolate espeso (1981) dirigido por de Puerto Rico), Alfonso López Vélez
Carlos Mayolo y Fernando Vélez, y fotografía de Gertjan Bartelsman. (presidente de la Casa de la Amistad
con los Pueblos), José Cardona
Hernando Guerrero fue un activo diseñador y diagramador: se encargó Hoyos (miembro del Secretariado
Nacional del Partido Comunista
del diseño de invitaciones a las exposiciones, los carteles y pases del
Colombiano); Lorenzo Homar y el
Cine Club de Cali que, según cuenta, imprimía en screen en la imprenta Dr. Copete, abogado, 1976, Cali.
La Linterna; y también diagramó la revista Aquelarre, 23 revista bimen- Foto: archivo de Pedro Alcántara
sual de arte, literatura y arquitectura, creada en 1971 por Carlos Arturo Herrán.
Jaramillo, Juan Fernando García y Jaime Acosta, estudiantes de arquitec-
tura de la Universidad del Valle. Ciudad Solar fungió como coeditora del
segundo y último número, cuando Guerrero asumió la codirección tras 23 Carlos Duque diseñó la carátula
la muerte accidental de García, en 1973. En esta edición se le rindió un del primer número (octubre a
homenaje publicando sus textos y dibujos; también se publicó una primi- noviembre de 1971) y publicaron
textos de Lovecraft, Gustavo
cia «El tiempo de la ciénaga», cuento de Andrés Caicedo, y se reprodujo un Álvarez Gardeazábal, Julio Cortázar
texto muy leído en la época: «Estructuras sociales y procesos de urbaniza- y Jorge Luis Borges.
ción», del sociólogo español Manuel Castells.
24 La amistad de Phanor León y
Alcántara Herrán los llevaría luego
El taller de serigrafía de Ciudad Solar, a cargo de Phanor León (Cali, 1944-
a fundar a finales de los setenta, la
2006), fue un espacio más de aprendizaje, exploración y edición de piezas Corporación Prográfica (1977-1987),
de gráfica sindical, como por ejemplo los carteles para la Federación de un taller de artes gráficas donde
Trabajadores del Valle (Fedetav). León hace parte de esta generación de editaron, entre otros portafolios, el
artistas urbanos de Cali, con una obra de dibujo y grabado que estuvo Graficario de la lucha popular en
Colombia (1977), Cuba-Colombia,
marcada por la neofiguración expresionista, la cotidianidad de pasaje-
raíces comunes (1978) y Alcántara
ros de bus o deportistas en plena acción, que representaba como figuras evoca a Martí (1979).
espectrales. En el grupo de Ciudad Solar, León fue uno de los pocos de
extracción popular. Estudió en la Escuela Departamental de Bellas Artes 25 En 1960 viajó a Italia donde
(1960-1965) y fue militante del PCC y luego de la Unión Patriótica en los inicia estudios en Ciencia Política
que abandona para inscribirse en
años ochenta. Gracias a las gestiones de Alcántara, obtuvo una beca para
la Academia Nacional de Bellas
estudiar algo tan específico como técnicas clásicas de litografía (1979- Artes de Roma. En 1963 se gradúa
1980) en Lodz y Varsovia (Polonia). 24 y regresa a Colombia. Obtuvo
distinciones como el Premio Gubbio
Es necesario comprender que en el ámbito de la gráfica de Cali, dos per- (Italia, 1962), el premio de dibujo en
el XVII Salón de Artistas Nacionales
sonalidades influyeron a los artistas que se iniciaban en este lenguaje: (Bogotá, 1965) y el Premio de dibujo
Pedro Alcántara Herrán 25 (Cali, 1942) y Lorenzo Homar (San Juan, Puerto en la Bienal Latinoamericana de
Rico, 1913-2004). Como creador y gestor, Alcántara Herrán sería una figura Dibujo y Grabado (Caracas, 1967).
182 183
central en el auge del grabado en la escena artística nacional y regional Plegable del Encuentro arte-
de los setenta, y un eslabón en Latinoamérica, al promover la circulación sanal en Ciudad Solar, La Merced,
1971, Cali. Archivo de Miguel
de grabados colombianos por países del bloque socialista y, a su vez, González.
de exposiciones de estos países en Colombia —con los que no se tenía
relación diplomática a consecuencia de la Guerra Fría—. Alcántara Herrán
conoció al maestro de maestros, Lorenzo Homar, cuando expuso unos
dibujos y monotipos en la Galería El Morro (San Juan) en 1970 y participó
en la Primera Bienal de San Juan del Grabado Latinoamericano. Bajo su
tutela, se inició en la técnica de la serigrafía y en el método de trabajo
del puertorriqueño, que también aprendería Phanor León. Alcántara,
participó además en la junta organizadora de la I Bienal de Artes Gráficas
de Cali, probando ser un activo líder de las artes gráficas. Gracias a sus
gestiones y con el apoyo de Maritza Uribe de Urdinola y Gloria Delgado,
en 1972 el Museo de Arte Moderno La Tertulia invitó a Homar a exponer,
iniciar un programa de portafolios y dictar un taller a un grupo de artis-
tas, entre ellos Enrique Grau, León y el propio Guerrero. Por su labor peda-
gógica, a Lorenzo Homar se le ha considerado el impulsor de la técnica
serigráfica y de su profesionalización en Colombia.
Desde los sesenta, Pedro Alcántara era visto como un destacado dibujante
gracias a las exposiciones y los festivales de arte de vanguardia que orga-
nizó con el grupo nadaísta de Cali. La cercanía de su taller con la casa solar
y su participación política en el PCC terminó siendo una figura influyente
para los jóvenes de Ciudad Solar —Pakiko, Guerrero y Phanor— tan jóvenes
como él. Eran momentos en que confluía de forma decidida la gráfica con
la militancia política y el compromiso del artista; la posición política del
artista evidenció aspectos que marcaron los años sesenta.
184 185
«Si crees que podés convivir de frescura con Hernando y Mirtha pues venite Hernando Guerrero, Pakiko
a vivir a Ciudad Solar; acá de todos modos se come, para comer el Cine Club Ordóñez, Eduardo Carvajal y
Carlos Mayolo en el laboratorio
da», así animaba Andrés Caicedo a Mayolo a sumarse a esta comunidad en de fotografía de Ciudad Solar, La
una carta que le envió desde Cali a Bogotá en 1972 (véase Caicedo 2007b, Merced, ca. 1971-1972, Cali. Foto:
21). El aporte desinteresado y solidario de Caicedo, quien daba parte del Juan Fernando Ordóñez. Archivo de
producido de la taquilla de Cine Club de Cali para el mercado semanal, per- Pakiko Ordóñez.
mitió la manutención de esa cotidianidad colectiva. Ramiro Arbeláez 27
continuó con esta contribución mientras Caicedo permaneció en los
Estados Unidos hasta que finalmente el espacio de reunión del cine pasó
a la casa de Luis Ospina, en 1973.
La serie de nombres que surgen de este breve recuento deja en claro que
en Ciudad Solar no se conformó un grupo homogéneo que realizara las
tareas logísticas y a la vez participara de las actividades e hiciera uso
de los espacios. Visto en perspectiva, se evidencian en cambio varios
grupos y personajes que contribuyeron con el trabajo colectivo. Al frente
de la puesta en marcha del espacio y la logística diaria y doméstica
hubo un primer grupo: Willy Coronel, Mirtha García, Miguel González,
Hernando Guerrero, Álvaro Herrera, Phanor León, Mariela Mena, Pakiko
Ordóñez, Astrid Orozco y Fabián Ramírez. Otro grupo hizo de Ciudad
Solar un laboratorio de exploración fotográfica y participó en proyectos
editoriales o cinematográficos, principalmente: Jaime Acosta, Gertjan
Bartelsman, Eduardo Carvajal, Carlos Jaramillo, Juan Fernando Ordóñez,
Astrid Orozco, Fabián Ramírez, Pilar Villamizar y los hermanos Diego
y Fernando Vélez. Ramiro Arbeláez y Luis Ospina se vincularon al Cine
Club de Cali en 1973, cuando Andrés Caicedo viajó a Estados Unidos.
Ricardo Cortázar colaboró con el dibujo de la fachada que circuló como
imagen gráfica de Ciudad Solar. Alfredo Sánchez, director de Esquirla. 27 Historiador de cine y profesor de
la Universidad del Valle, Arbeláez
La Berraquera —del diario El Crisol— contribuyó con la divulgación de (Cali, 1952) codirigió el Cine Club de
las actividades artísticas desde este suplemento literario. Carlos Mayolo Cali y fue miembro fundador de la
donó los equipos y utensilios del laboratorio de fotografía y participó revista Ojo al cine.
186 187
como codirector de la película Angelita y Miguel Ángel con Andrés Anuncio de prensa en El Crisol
Caicedo. Y en medio de tantos visitantes estaban otros residentes de la sobre la presentación del libro
Pensamientos de un hombre
casa: el loro Pandurria, Rope y Toga. 28 llegado el invierno, de Harold
Alvarado Tenorio, en Ciudad Solar,
La Merced, 14 de julio de 1972,
pág. 9. Centro de Documentación
Un Borges apócrifo Regional del Banco de la República.
Los editores, que sabían que era falso el texto, vendieron ese día más pró- 28 Perro y gato nombrados al vesre
logos que libros. Alvarado contaría luego que el prólogo lo hizo a partir (al revés), forma común de hablar
de frases y usando arquetipos de algunas reseñas de poemas escritos entre algunos integrantes de la casa.
188 189
por Borges que publicó la revista argentina Sur, fundada por la escritora Gloria Delgado, Miguel González
Victoria Ocampo. y Maritza Uribe de Urdinola en
la exposición Actitudes plurales,
Museo de Arte Moderno La Tertulia,
1983, Cali. Foto: archivo de Miguel
curatorial
Como ya se mencionó, Miguel González y Andrés Caicedo fueron deter-
minantes para que el nombre Ciudad Solar trascendiera no solo en el
tiempo sino en el ámbito local. Caicedo, un mito que a veces precede su
literatura y crítica de cine, aún sigue cautivando diversas generaciones
de jóvenes que han visto en él su alter ego, tanto en Colombia como en
otros países, producto de las ediciones internacionales de su novela
¡Que viva la música!
190 191
del Valle, y desde finales de los años setenta como curador del Museo de Miguel González en la exposición
Arte Moderno La Tertulia. del artista Jaime Rendón, Ciudad
Solar, La Merced, 1972, Cali. Foto y
archivo de Pakiko Ordóñez.
Desde el apartamento de Miguel González se ve la fachada de la primera
sede de Ciudad Solar y en las paredes cuelgan unas obras expuestas en la
que fuera su galería de arte. Miguel González realizó en total once expo-
siciones, entre julio de 1971 y agosto de 1972, y fungió como director de la
galería al encargarse de la selección de artistas, programación y produc-
ción logística de las exposiciones; además escribió artículos críticos para
los medios impresos, invitó a críticos de arte e intelectuales a escribir
textos para los impresos de divulgación de cada exposición, y gestionó
recursos para los montajes e inauguraciones. Hernando Guerrero dise-
ñaba las invitaciones y folletos; Mariela Mena 29 y Astrid Orozco 30 se
encargaban del cuidado de la sala y la atención al público.
192 193
[…] se hizo una exposición pensando en artistas colombianos que hubieran repre- Invitaciones a la inauguración
sentado al país en eventos internacionales como la Bienal de París, la Bienal de São de Ciudad Solar (a varias exposi-
Paulo y la Bienal de Venecia, o que hubieran realizado exposiciones individuales en ciones y al lanzamiento del libro
el exterior como en el caso de Negret. (González 2006) de poemas de Harold Alvarado
Tenorio) diseñadas por Hernando
Guerrero. Archivo de Miguel
Beatriz González había sido nombrada delegada oficial a la Bienal de
González.
São Paulo; Santiago Cárdenas y Álvaro Barrios representarían al país en
la Bienal de París. Ya al umbral de los setenta, este grupo apuntalaba los
postulados de la vanguardia de los años sesenta en Colombia.
Miren
miren ese soldado
armado hasta los dientes
194 195
miren Inauguración de la exposición
miren la metralla reluciente «Prostitutas» de Fernell Franco en
y en espera de transformar su silencio Ciudad Solar, La Merced, 1972, Cali.
en carcajada de muerte Foto y archivo de Pakiko Ordóñez.
miren.
Miguel González fue ganando prestigio con cada una de las exposiciones
que hacía, en las que promocionó lenguajes que cobraban preponderan-
cia entonces, como el dibujo, el grabado y la fotografía; y fue contando
con la presencia de artistas que circulaban en las galerías de Bogotá y el
exterior. Entre los diferentes ciclos logró reunir un grupo bastante diverso,
como se constata en estas once muestras:
196 197
original. Muñoz dice que eran «unos dibujos en madera, una especie de Oscar Muñoz en la inauguración
trampa al ojo. Eran unas figuras grotescas, gordas, fofas, con celulitis. de su exposición «Dibujos morbo-
sos» en Ciudad Solar, La Merced,
No tenían nada de erótico, eran muy desmesuradas» (Muñoz 2007). La 1971. Foto y archivo de Pakiko
trampa al ojo se refiere a que sobrepone un sostén o un liguero a los Ordóñez.
dibujos creando una ilusión óptica. Estos dibujos surgieron en el contexto
de la academia pero más como una provocación, señala Muñoz, que
«estaba saturado de estudiar la figura humana durante cinco años en
Bellas Artes, de acuerdo con el canon clásico. Me sentía en una camisa de
fuerza» (2007). Ocho años después, Muñoz le manifiesta a Miguel González
que lo más valioso de esa etapa fue:
conocer […] a los que estaban alrededor o formando parte de Ciudad Solar.
A Andrés Caicedo le regalé un dibujo que a él le gustaba mucho (no se vendió nada
en esa muestra y le di la obra que Andrés apreciaba). Te conocí a vos [refiriéndose
a González], a Hernando Guerrero, a Poncho (Luis Ospina) con quienes de alguna
manera tuve que ver después en mi vida. (González 1979a)
Oscar Muñoz reconoce que al crear el espacio tuvo como referentes lati-
noamericanos a Teor/ética en San José (Costa Rica), pero también estuvo
presente la experiencia de Ciudad Solar. Para él, Lugar a dudas tiene una
conexión con ese espíritu de entonces y con esas condiciones logísticas
y humanas que permitieron congregar diversos intereses. En el 2009,
Lugar a dudas propició un encuentro de historias siendo el anfitrión de
una mesa redonda sobre Ciudad Solar donde sus fundadores —Guerrero,
198 199
González y Ordóñez, el moderador Ramiro Arbeláez y yo, en ese momento Hernán Nicholls (arriba) y
con la investigación en curso— logramos hilvanar esta historia ante un Nicolás Buenaventura (abajo), en
la inauguración de la exposición
público curioso. Este evento complementaba la exposición que realizó «Prostitutas» de Fernell Franco en
Miguel González en la antigua galería de arte de Ciudad Solar y que Ciudad Solar, La Merced, 1972. Fotos
hizo parte de uno de los ejes planteados por los curadores del 41° Salón y archivo de Pakiko Ordóñez.
Nacional de Artistas: Wilson Díaz, José Horacio Martínez, Oscar Muñoz,
Victoria Noorthoorn y Bernardo Ortiz.
Fernell Franco (Versalles, Cauca, 1942 - Cali, 2006) expuso en dos oca-
siones en Ciudad Solar, en la primera etapa de Ciudad Solar presentó
«Prostitutas» (1972), una muestra polémica que con el tiempo se ha
convertido en la más emblemática de este espacio; y luego lo hizo en El
Peñón, en 1976, en una colectiva de fotógrafos. Cuando expuso allí por
primera vez, Franco era un reconocido fotorreportero y se desempeñaba
como fotógrafo de la agencia Nicholls Publicidad. Esta serie fotográfica
fue tomada en el barrio La Pilota del puerto de Buenaventura, un lugar
de prostitución ya venido a menos desde finales de la década del sesenta.
En entrevista con Miguel González, siete años después, Franco cuenta las
circunstancias que antecedieron a las fotografías:
Franco deseaba hacer cine pero, por los costos y la labor tan quijotesca
que le hubiera implicado, decidió quedarse en la fotografía. Cuando tomó
las fotografías con una cámara Leica se propuso concluir el trabajo con
un audiovisual; por eso grabó las voces de las mujeres en la cotidianidad
de La Pilota. En la exposición precisamente deseaba ocupar el espacio
de la galería con ese sonido tratando de explorar la simultaneidad de la
imagen y el audio. Al final no se logró: solo se expusieron las fotos que
mostraban secuencias de espacios interiores donde la actitud despreve-
nida de las mujeres las acercaba al espectador. Para el afiche escogieron
una fotografía que se compone de varias franjas que tienen diferen-
tes tiempos de exposición. En la secuencia, el cuerpo de la mujer se va
200 201
desvaneciendo mientras su cara permanece intacta. El tono sepia origi- Afiche de la exposición
nal de la foto es producido por el uso de reveladores «cansados» para ese «Prostitutas» de Fernell Franco,
diseño de Carlos Duque y texto de
fin (González 2006), un detalle que hace la foto única e irrepetible. Hernán Nicholls, 1972, Cali. Foto:
archivo de Miguel González.
Fernell Franco y Carlos Duque se formaron en la escuela de Hernán
Nicholls, personaje que revolucionó los preceptos publicitarios en
Colombia. Su empresa, Nicholls Publicidad, otro epicentro de artistas y
publicistas, fue un bastión vanguardista que en los años sesenta inno-
vaba ese campo con temas urbanos. Para la exposición, Duque diseñó el
afiche y, como lo menciona el publicista:
Ese click se refiere al texto que escribió Nicholls y que hizo parte de esta
pieza gráfica (véase el afiche).
202 203
artículo «¿Por qué no has venido a ver a Fernell?», en el cual se dirige en Plegable de la exposición
segunda persona al lector y en un tono pedagógico, como si fuera el guía «Prostitutas» de Fernell Franco,
texto de Nicolás Buenaventura,
de sala, trata de acercarlo al mundo que presenta el artista en sus imáge- intelectual y político colombiano,
nes. De paso, aprovecha la oportunidad para hacerle un recuento sobre el 1972, Cali. Archivo de Miguel
acto de censura a Buenaventura: González.
El afiche, por lo tanto, me parece tan bueno como peligroso, y es por el texto, que
nada tiene que hacer, que en definitiva atropella la exposición. Pero afortunada-
mente hay otro texto, el de Nicolás Buenaventura, que también tiene su historia.
Este lo repartimos a la entrada y es un poco extenso; se lo tituló «Sobre la prostitu-
ción» (prostitución entre comillas, porque en el fondo se plantea el problema del
producido estético como forma de responder a una sociedad y sus problemas).
Este escrito sí se acerca a Fernell y su fotografía y puede guiar mucho al espectador.
Lo llevé al periódico para que fuera más público, pero por una de esas aberraciones
incomprensibles de las publicaciones de provincia, el artículo fue vetado, porque
Nicolás es comunista y su pensamiento iba contra el sistema capitalista de produc-
ción; como si el comunismo fuera una lepra o algo parecido, o como si el sistema
capitalista de producción fuera tan eficaz que ya nos hubiera sacado del subdesa-
rrollo intelectual, económico y también físico en que nos encontramos sumergidos.
(González 1972)
204 205
su análisis, le resultan un contrapeso a los tamaños «apocalípticos» de Jorge Madriñán, sin título, 1971,
los ópticos y los minimalistas norteamericanos. lápiz y crayola sobre papel, 60 x
100 cm. Foto: archivo de Miguel
González.
En Ciudad Solar se expusieron dibujos de Jorge Madriñán, Oscar Muñoz,
Francisco Rocca, Jaime Rendón, Ned Truss y una muestra en homenaje a
Manuel Cardona por su reciente suicidio. Truss, artista nacido en Nueva
York en 1939, había llegado a Bogotá en 1968 después de recorrer varios
países europeos. A través de Eduardo Serrano, director en ese entonces
de Belarca, se logró la exposición «Ned Truss. Made in USA» en Ciudad
Solar, para la que el propio Serrano escribió el texto del plegable. Jorge
Madriñán fue un destacado artista que en los sesenta se había procla-
mado artista pop con una obra titulada Carmen la violenta (1964), pero
en Ciudad Solar expuso luego una serie de crayolas de espacios laberín-
ticos y surreales.
206 207
realizadas en Cali: la «Exposición Panamericana de Artes Gráficas» (1970), Pedro Alcántara Herrán, de la
y la I Bienal Americana de Artes Gráficas (1971). serie Testimonios, 1966, tinta sobre
papel, 70 x 50 cm. Foto: Mónika
Herrán.
En los grabados de estos artistas prolifera la figuración política, como
es evidente en los trabajos de Arango y Zárate (Taller 4 Rojo), Herrán,
Giangrandi, Rendón y Quijano. La gráfica testimonial o de denuncia social
de entonces en el país vino muy influenciada por la publicación de La
Violencia en Colombia. Estudio de un proceso social (1962). Un antece-
dente importante del impacto de este libro sucedió en el II Festival de Arte
de Vanguardia (1966), cuando Alcántara Herrán, Rendón y Carlos Granada
expusieron la serie Los testimonios compuesta de pinturas, dibujos y
grabados que denunciaban la violencia oficial; en el plegable del evento
anunciaron la muestra con citas y fotos del libro que recogían la voz del
testigo de excepción. En ese entonces, la política y poética del papel fue-
ron el manifiesto de la realidad (véase pág. 42 de este mismo libro).
Miguel González, sin embargo, ha anunciado a los amigos de su galería que ella
acaso no pueda sobrevivir, la lucha interna de las fracciones de izquierda pretende
desplazarlo por no haberse comprometido con ningún grupo. Problemas de los
independientes. (Hasell 1972)
208 209
asistentes, en algo más que las diversiones o la revolución intelectual. Y a fe que Artículo de Maritza Uribe de
lo está logrando. En pocos meses su galería tiene ya prestigio y un nombre. Y las Urdinola donde destaca la labor
nuevas figuras, dónde exponer y darse a conocer, con lo cual realiza una importantí- de Miguel González en Ciudad
sima labor. (Uribe de Urdinola 1972) Solar, Occidente, 28 de julio de 1972.
Archivo de Miguel González.
Las reacciones ante la individualización de la gestión de Ciudad Solar en
cabeza de González no se hicieron esperar. Al interior de la casa se produ-
jeron discusiones y, al final, Guerrero y Mayolo presionaron su retiro:
Tuvimos que sacar a Miguel de la galería, cada vez adquiría más poder y se nos
quiso trepar encima. Me consideraba su mecenas, se sacaba propaganda en el
periódico a nivel individual, despreciando el trabajo de todos y además menos-
preciándonos. Puede que no hagamos una galería con figuras de renombre, pero
nos interesa más promocionar gente joven, meterse más por el lado de las artes
gráficas. […]. Hemos integrado una junta asesora con Alcántara y Fanor León [sic],
muchachos del conservatorio, etc. Mayolo fue de los que más presionó para trabajar
en LCS [la Ciudad Solar] y sacar a Miguel, pero a la hora de la verdad no sale con
nada. […]. Vamos a remodelar la galería. Ponerle ladrillo y alisar las paredes para
que se vea una nueva imagen cuando la gente vuelva otra vez. (Guerrero 1972b)
A pesar de lo prometido, los medios publicitarios ignoraron este hecho cultural, más
interesados en reinas, toreros, fiestas, crímenes y políticos. Pese a ello, y a la época
en que se reabrió la sala, hubo una aceptable asistencia el viernes pasado, conclu-
yendo con una fiesta que se prolongó hasta las tres de la madrugada.
210 211
Luis Paz, Cecilia Delgado, Alfredo Guerrero y Martha Rodríguez son los expositores. Invitación de la exposición
Igualmente se destaca la original tarjeta navideña diseñada para esta ocasión, con Grabados de la Unión Soviética
el logo, un dibujo de Juan Fernando García y otro de Cortázar que muestra la sede, y en Ciudad Solar, La Merced, mayo
un poema del mismo García. (Herrera 1972) de 1973, Cali. Archivo de Hernando
Guerrero.
La galería de arte reanudó labores con la muestra de cuatro jóvenes
34 La Casa de la Amistad con los
artistas citados, que habían participado en el Salón de Artistas Jóvenes Pueblos surgió como una necesidad
del Museo La Tertulia. El artículo de Esquirla. La Berraquera titulado del PCC de Cali de crear institutos
«Interpretación a la obra de Cecilia Delgado y Luis Paz» (1973), destaca en como los que existían en los países
Paz el lenguaje formal de clichés, lemas publicitarios y logotipos —como del bloque socialista y así lograr
un vínculo con países con los que
la Alianza para el Progreso— con los que el artista hace una denuncia a la
Colombia no tenía relaciones
condición neocolonial del país. Por otro lado, menciona que la obra de diplomáticas —p. e. Cuba—. La
Cecilia Delgado realizada a partir de imágenes publicitarias plantea una fundaron Pedro Alcántara Herrán y
crítica a la sociedad de consumo y sus falsas expectativas de felicidad. Germán Cobo, entre otros, y contó
Un común denominador entre estos artistas fue entonces la violencia con un grupo directivo del PCC en
1971. En Cali se reprodujo la idea
capitalista, que se refleja en la producción innecesaria de cosas puestas
como un mecanismo en apariencia
al alcance del ser humano. suprapartidista, al que invitaban
«personalidades democráticas»
Las exposiciones de grabados de países socialistas se lograron por la que a su vez convocaban personas
mediación de Pedro Alcántara Herrán y la Casa de la Amistad con los que les interesaran políticamente.
Al principio desarrollaban sus
Pueblos, un organismo de intercambio internacional para la difusión de
actividades en diversas casas y en
la realidad sociocultural y las ideas del bloque socialista. 34 Entre 1972 y sitios como Fedetav o la Sociedad
1973 tuvieron lugar las siguientes muestras: de Mejoras Públicas. Consiguieron
su primera sede en 1977, gracias
a la Corporación Prográfica que
• «Cecilia Delgado, Alfredo Guerrero, Luis Paz y Marta Rodríguez»
les cedió una parte de su espacio,
(diciembre de 1972). donde construyeron un teatro para
• «Édgar Álvarez y Helio Salcedo» (febrero de 1973). realizar eventos que difundían la
• «Dibujos de Félix Ángel» (marzo de 1973). cultura de países socialistas: confe-
• «Grabados soviéticos» (mayo de 1973). rencias, ciclos de cine, exposiciones,
recitales y muestras gastronómicas.
• «Exposición de Carlos Alberto López-CALA» (agosto de 1973).
Cuando Prográfica se trasladó, la
• «Grabados de la República Democrática Alemana» (septiembre Casa utilizó toda la edificación y se
de 1973). habilitaron espacios para clases de
• «Dibujos de Renán Darío Arango» (septiembre de 1973). ruso. Una vez hubo ganado autono-
• «Héctor Fabio Oviedo, Ernesto Buzzi y Miguel Castillo» (1973). 35 mía económica y reconocimiento
por sus propias actividades y por
las comisiones que recibía por la
Hernando Guerrero decidió asistir junto con una nutrida delegación reserva de viajes a países socia-
colombiana al X Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, listas, a principios de los ochenta,
un gran evento que congregaba a jóvenes socialistas de todas partes fue objeto de un atentado con una
del mundo para dialogar sobre la paz y los derechos de los oprimidos, bomba que destruyó las instalacio-
nes y perdió su sede.
y para promover el intercambio cultural. El festival tendría lugar en
Berlín-RDA en el verano de 1973, de modo que, con el fin de recaudar los 35 Los tres artistas eran profesores
fondos necesarios para el viaje, en Ciudad Solar vendieron calcomanías de la Escuela de Bellas Artes de Cali.
212 213
de imágenes del realismo socialista impresas en el taller de serigrafía. Carta de Hernando Guerrero a
Con esos recursos y con el apoyo familiar, Guerrero emprendió en julio su madre, Marina Quintero, 1973,
Berlín-RDA. Archivo de Hernando
camino hacia Europa. El evento despertaba una gran ebullición de Guerrero.
ánimos e ilusiones entre los jóvenes que luchaban por una sociedad
distinta por entonces. Guerrero le escribía a su madre (1973) que la sola
inauguración era como imaginarse la de los Juegos Panamericanos al
cubo. Contaba cómo ciertas delegaciones avivaban más el sentimiento
solidario y antiimperialista de los asistentes, como fue el caso con la
vietnamita, los jóvenes chilenos del partido Unidad Popular de Salvador
Allende (en ese momento aún en el poder presidencial) y la delegación
cubana. Varias canciones populares se asumían como himnos del
festival, símbolos de la fraternidad y la esperanza global, entre ellas,
Guantanamera y Venceremos, del grupo chileno Inti-Illimani. Una de las
personalidades invitadas y símbolo de la lucha por los derechos civiles
fue Angela Davis, activista política del Partido Comunista estadouni-
dense, cuya figura había impulsado un gran movimiento de protesta,
Free Angela, por su arresto injustificado de 16 meses.
[…] Otra cosa que me preocupa demasiado es Ciudad Solar, madre, yo he puesto en
esa casa todos mis ideales, además todas las posibilidades de lo que a mí me gusta
se concretan allí, no quiero que [de] ninguna manera les vayan a quitar la casa,
eso fue algo que todos me prometieron y hasta que yo no decidiera, no tomarían
ninguna actitud, es algo que quiero mucho y al cual le dediqué mucho tiempo y
sacrificio para que de pronto se vaya a venir todo abajo, entiende madre. Sería muy
doloroso y me resentiría mucho más, los compañeros parecen haber dado muestra
de mejorar las cosas, están trabajando inclusive, están en capacidad de pagar un
arriendo, por qué no aceptan esto? O si no por lo menos esperen a que regrese yo.
Para mí Ciudad Solar es fundamental, es casi todo, creo que es la obra de mi vida y
tengo que luchar para sacarla adelante, además convertirla en un medio de subsis-
tencia y de realización individual y colectiva […] (Guerrero 1973)
214 215
ganaba trabajando en la agencia de viajes «Jóvenes sin fronteras». Carlos Palau (director de cine),
En París se dedicó a practicar el deporte de su generación: el cine. Además Viljot Sjöman (director de cine)
y Luis Ospina en el Festival de
de ver películas, muchas películas, inició estudios de cine en la Sorbonne Benalmádena, 1977, España. Foto y
Nouvelle —que no culminaría—. Años después se reencontraría con Luis archivo de Hernando Guerrero.
Ospina y Carlos Palau, con quienes asistiría a festivales de cine como
el de Benalmádena (España, 1977) y el de Cannes (Francia, 1978), (véase
Guerrero y Ospina 1978).
Diez años después Ciudad Solar se creció en perspectiva histórica por la gente
que la formó y por la imagen que quedó en Cali. Son varios los errores: estábamos
jóvenes; sin exagerar mezclamos el trabajo cultural y artístico con la cotidianidad,
216 217
la vida familiar y la cuestión económica. En ese sentido nos equivocamos, pero no Andrés Caicedo y Carlos Mayolo
teníamos otra opción, estábamos descubriendo el mundo, la sexualidad, el arte y en el rodaje de la película Angelita
la ciudad. La independencia era inevitable. En cuanto a la consolidación de la sede y Miguel Ángel en Ciudad Solar, La
hubo incomprensión por parte de la familia, que no creyeron que el proyecto podía Merced, 1971, Cali. Foto: Eduardo
madurar si yo estaba ausente. (Guerrero en Díaz 1994) Carvajal.
El Cine Club de Cali fue un proyecto liderado por Andrés Caicedo. Ciudad
Solar lo apoyó entre 1971 y 1973, sobre todo gracias a la amistad entre
Guerrero y Caicedo. La cinefilia en Caicedo no solo se entiende como una
obsesión y un camino de erudición en el cine, sino como ligada a su capa-
cidad para gestionar todo un plan de circulación y publicación, que logró
movilizar a otros jóvenes como él a ver la realidad a través del cine.
Unos meses antes de que se fuera Guerrero a Europa, Caicedo viajó a los
Estados Unidos, exactamente a Houston y Los Ángeles, con sus dos guio-
nes de largomatraje: La sombra sobre Innsmouth y La estirpe sin nombre,
como lo señala Luis Ospina. Mientras Caicedo permaneció en el exterior,
la dirección del Cine Club recayó en Ramiro Arbeláez, amigo y actor de
sus obras de teatro, y Luis Ospina, «un joven que venía de estudiar cine
en Los Ángeles, y era por lo tanto un interlocutor que estaba a la altura
de Andrés, como no lo estábamos nosotros», afirma Arbeláez (Teatro
Matacandelas 1994, 13).
Llegaré sin nada de dinero, sin casa, a seguir viviendo con mis padres, que ya no me
interesan en su comportamiento, y a altercar con la gente de la Ciudad Solar a la
que he sentido, en pensamientos horrorosos, como una presión contraria que no me
deja escribir, cuando no puedo. (Caicedo 2007a [ca. 1973], 60)
218 219
Hernando Guerrero ya se había ido, por lo tanto la desvinculación del Andrés Caicedo, Jaime Acosta,
Cine Club de Ciudad Solar fue inmediata, el nuevo centro de operaciones Fabián Ramírez y Pilar Villamizar
durante el rodaje de la película
terminó siendo la casa de Luis Ospina. Angelita y Miguel Ángel, 1971,
Cali. Foto: archivo de Hernando
Caicedo logró gestar una cultura en torno al cine en la ciudad, gracias a Guerrero.
que puso su propia cinefilia al servicio del público y de sus lectores. Su
motivación por saberlo todo sobre cine lo condujo a crear cineclubes, a
compartir con el público las películas que quería ver, a escribir crítica de
cine en diarios como Occidente, El Crisol y El Pueblo, mantener un inter-
cambio epistolar con críticos de cine, editar boletines analíticos de las
películas y codirigir la revista Ojo al cine. Su irrefrenable melomanía y
erudición en el tema quedó plasmada en novelas, cuentos, críticas, repor-
tajes, obras teatrales, monólogos, guiones de cine, apuntes, cartas y en su
película inconclusa Angelita y Miguel Ángel. A los veinticinco años, justo
el día que recibió la edición de su novela ¡Que viva la música!, cumplió
su cita con la muerte. Luego el público descubriría al autor —germen del
vampirismo— y con ello vendrían ediciones de trabajos aún no publica-
dos, documentales, compilaciones de crítica de cine y cartas; y, más tarde,
tesis académicas en universidades colombianas y del exterior, montajes
de teatro, exposiciones, traducciones de ¡Que viva la música! al inglés,
francés, alemán e italiano; así como la adaptación cinematográfica de la
novela. Todo esto ha contribuido a la construcción del mito, y por ende
también al de Ciudad Solar.
220 221
La sección del Cine Club llamada «Cine Subterráneo», creada por Guerrero Tarjeta de programación del
y Caicedo, programaba funciones los viernes y sábados en la casa solar, a Cine Club de Cali, ciclo Cine Rojo
(tiro y retiro), noviembre y diciembre
las ocho de la noche, que iban ampliando el horizonte de los cinéfilos en de 1973. Archivo de Pakiko Ordóñez.
formación con películas en formato de 16 mm. Este formato de circula-
ción no comercial estaba en auge en Colombia y en Latinoamérica (como
lo explica el historiador Ramiro Arbeláez 1999, 21), pues representaba
una opción asequible, ante las altas exigencias de producción del cine
de 35 mm, para acercarse a una realidad social y mostrar su cara oculta.
En esa línea se encontraban documentales que se proyectaron en Cine
Subterráneo: Oiga vea de Carlos Mayolo y Luis Ospina, Viene el hombre
(1973), 36 Camilo Torres (1966) de Diego León Giraldo, La hora de los hornos
(1968) de Fernando Solanas y Octavio Getino, y Chircales (1966-1972) de
Marta Rodríguez y Jorge Silva, entre otros.
Nos vemos en el «San Fercho», era la consigna. Este santo y seña significaba que el
Cine Club de Cali tenía sus puertas abiertas y existía la garantía de descubrir, cada
semana, una nueva, grata e inesperada experiencia con la pantalla. A la entrada del
teatro, un portero con notable parecido a Christopher Lee, recogía las contraseñas
y un colaborador repartía tarjeticas con la programación mensual. Una vez cruzado
el umbral, la música estallaba en la cabeza de los espectadores. Como en una
discoteca de mediodía, los Rolling Stones, Ricardo Ray, Héctor Lavoe, Pete el Conde
Rodríguez, se combinaban con Bernard Herrmann o cualquier otro compositor
de bandas sonoras de cine, recibiendo a un público conformado por intelectuales
varios, hippies trasnochados, teatreros escépticos, pandilleros saboteadores, mari-
huaneros incondicionales, niñas de colegios bien, madres de familia desprevenidas 36 En sus memorias Carlos Mayolo
o precoces adolescentes. (Romero y Ospina 1999, 159) declara que este documental de
dirección y producción colectiva
Este ritual del público exigía un intenso ritmo de trabajo y una actitud era una «canción revolucionaria
pasional por el cine para seleccionar y conseguir las películas, editar los con imágenes de carácter social,
manifestaciones y frases de
plegables o folletos de la semana, diseñar los carteles y pases de cortesía la guerrilla. Es el ejemplo más
(tarea particular de Guerrero), pegar los carteles en sitios claves y escribir esquemático de cine panfletario y
los comentarios de las películas, que eran leídos antes de cada función. esquemático» (2002).
222 223
En el Cine Club de Cali primaba el cine de autor, pero también el redescubrimiento Segundo boletín Ojo al cine,
del cine europeo, norteamericano y latinoamericano con la ayuda de la revista primera y última página, 1972, Cali.
peruana Hablemos de Cine y de Cahiers du Cinéma, que leíamos indirectamente a Foto: archivo de Ramiro Arbeláez.
través de la primera. (Arbeláez 2005)
Caicedo era un convencido de que la sala de proyección era un espacio de 37 En ese entonces, Ramiro Arbeláez
era estudiante de Historia; con el
formación irremplazable. En una entrevista en donde hace un balance del
tiempo, su formación académica,
Cineclub del TEC, manifiesta: su experiencia como director de la
Cinemateca de La Tertulia y la labor
A mí me parece que las películas que se alcanzaron a exhibir son de importancia docente en la Universidad del Valle,
fundamental para alguien que haya estado realmente interesado en el cine, que además de sus artículos, ponencias
no lo tenga como un medio de arribismo cultural sino que sienta, que crea que su e investigaciones, lo convertirían
formación, las cosas que sabe de la vida están íntimamente relacionadas con ese en un gran contribuyente del
particular y agradable estado de ánimo que produce el cine, el acto de la proyec- rescate de la historia del Cine Club,
ción, de la oscuridad, todo eso. (Occidente 1971b, 14) la revista Ojo al cine y, en general,
del campo del cine en el Valle del
El público del Cine Club era básicamente juvenil. 38 Eran sobre todo Cauca.
estudiantes de bachillerato y universidad, así como galladas populares
38 Entre muchos otros jóvenes,
de entonces: Marquetalia o El Triángulo. El espectador del San Fernando sabemos por el documental de Luis
terminó siendo sujeto de análisis en la ponencia «Especificidad del cine» Ospina Andrés Caicedo: Unos pocos
(Caicedo 2007c) que elaboró Caicedo junto con Ramiro Arbeláez, Carlos buenos amigos que por allí pasaron
Mayolo y Luis Ospina, en 1973, para el primer congreso del Centro de Oscar Campo, Alfonso Echeverri,
Carlos Pineda, Carlos Tofiño, los
Investigación y Documentación Artística Bertolt Brecht (CIDAB) realizado
hermanos Clarisol, Paloma y
en el auditorio de la Facultad de Economía de la Universidad del Valle. 39 Guillermo Lemos.
En este espacio de discusión de corte trotskista, quedaron esbozadas
unas ideas sobre la caracterización socio-cultural del público asistente a 39 Ramiro Arbeláez aclara que
las salas de cine y la repercusión del séptimo arte hasta ese entonces. Por el texto fue producto de las
discusiones de los cuatro pero fue
eso se preguntaron si el público era consciente de la influencia que ejerce redactado por Andrés Caicedo, por
el cine desde lo moral y lo ideológico, teniendo en cuenta que era el pasa- eso las mayores contribuciones son
tiempo más económico, donde podían confluir analfabetas e intelectuales. de su autoría.
224 225
El Cine Club de Cali programó lo más representativo de la Muestra de Fotogramas de la película
Cine Colombiano 1950-1973 que había realizado la Cinemateca Distrital, Angelita y Miguel Ángel, 1971,
Jaime Acosta (Miguel Ángel) y
en Bogotá, entre agosto y septiembre de 1973; esto estimuló el primer Guillermo Piedrahita (hermano de
número de la revista Ojo al cine, que saldría en julio de 1974, con un Miguel Ángel), tomas realizadas en
equipo editorial compuesto por Ramiro Arbeláez, Caicedo, Mayolo y Ciudad Solar, La Merced, extraídas
Ospina. Así le presentó Caicedo el nuevo proyecto de su generación al crí- del documental de Luis Ospina,
Andrés Caicedo: unos pocos bue-
tico de cine y poeta peruano Juan Bullita, en una carta de octubre de 1973:
nos amigos (1986).
[…] Encuentro que por fin hay la posibilidad de publicar una revista especializada.
Hay cuatro personas que escriben, hay un fondo del Cine Club, hay una financiación.
Así pues, que estoy trabajando en eso. La revista se llamará Ojo al cine y el primer
número saldrá en enero del 74. (Caicedo 2007b, 51)
Ese interés por la circulación del cine nacional motivó una serie de artícu-
los y entrevistas para destacar películas y directores, y un repaso crítico
al cine colombiano realizada por Arbeláez y Mayolo, donde hacen un
exhaustivo análisis de los años sesenta y marcan hitos como el de Carlos
Álvarez, pionero del cine marginal. Sobre esa labor crítica y sobre las fun-
ciones del equipo editorial, Arbeláez anota:
40 La producción estuvo a cargo
El crítico con más oficio era Caicedo; la abundante información que Ospina siempre de Mayolo y Simón Alexandrovich
manejó le permitió tener papel protagónico en las entrevistas; [con] Mayolo y y en el reparto de la película: Pilar
Arbeláez nos dedicamos a hacer historia y crítica del cine colombiano. Villamizar (Angelita), Jaime Acosta
El contenido era discutido y decidido en equipo, y luego se repartían responsabilida- (Miguel Ángel), Líber Fernández
des e invitaciones a críticos nacionales o internacionales. Los principales colabo- (mamá de Angelita), Ute Broll
radores fueron los españoles Miguel Marías, Ramón Font y Segismundo Molist, (mamá de Miguel Ángel), Fabián
reforzados por los peruanos Isaac León Frías y Juan M. Bullita. El último número fue Ramírez (Jesús, el proletario), Astrid
responsabilidad de Caicedo y Patricia Restrepo, quien se había integrado al equipo Orozco (Amparo, novia del proleta-
desde el tercer número. (Arbeláez 1999, 23) rio), Guillermo Piedrahita (hermano
de Miguel Ángel) y Andrés Caicedo
(policía). La fotografía fue realizada
El primer film de ficción de Andrés Caicedo y Carlos Mayolo, Angelita y
por Carlos Mayolo, Manfred Hirsch
Miguel Ángel —basado en el cuento de Caicedo del mismo título— contó (las tomas con sonido) y Enrique
con el apoyo de Ciudad Solar. 40 Andrés Caicedo vivía en la casa solar, Forero. Eduardo Carvajal hizo la
en la habitación que había dejado Miguel González tras su salida. Allí fotofija por casualidad: «[…] el
escogió los roles principales, Jaime Acosta y Pilar Villamizar, que contaba primer día cargué el trípode pero
al segundo día, cuando me vieron
entonces con 15 años de edad. Acosta había sido actor de Caicedo, junto
tomando fotos me ofrecieron ser
con Ramiro Arbeláez, cuando estaban en el colegio y luego en el Tesca, el fotógrafo de la película. Esa fue la
Teatro Estudiantil de Cali. La película, filmada en 16 mm, no se terminó primera vez que hice fotofija para
de rodar por desacuerdos en el desenlace: la cinta narraba una historia una película» (Carvajal 2008).
de amor de dos jóvenes burgueses como la concibió Caicedo, y Mayolo
41 Véase la carta que le dirige
introdujo escenas documentales con una pareja de jóvenes proletarios,
Caicedo a Miguel González desde
de modo que, al final, hubo un choque de dos concepciones, que Caicedo Houston, el 25 de agosto de 1973,
interpretó como una lucha entre generaciones. 41 publicada en Caicedo 2007b, 44-49.
226 227
Luis Ospina recuerda los diferentes montajes que tuvo esta película: De izquierda a derecha, atrás:
«hubo uno que hicieron Andrés Caicedo y Carlos Mayolo pero que no le José Eddier Gómez y Henry Ortiz.
Adelante: Pakiko Ordóñez, Álvaro
gustó del todo a Caicedo. Luego, un par de años después, Andrés me pidió García, María Eugenia Sánchez,
que le ayudara a sacar cosas de ese montaje, sobre todo la parte más Marco Tulio Aguilera Garramuño,
documental y proletaria que le había introducido Mayolo a la película» Horacio Benavides y sin identificar,
(Ospina 2012). En 1986, Luis Ospina rescató la memoria de su amigo y a excepción de Ordóñez, escritores
en formación integrantes del grupo
reconstruyó Angelita y Miguel Ángel en el documental Andrés Caicedo:
Punto Rojo en Cali, Ciudad Solar,
unos pocos buenos amigos (1986). De esta forma trascendería su con- sede El Peñón, ca. 1975, Cali. Foto:
signa: «Si dejas obra muere tranquilo, confiando en unos pocos buenos Juan Fernando Ordóñez. Archivo de
amigos». Por último —agrega Ospina— «hubo un tercer montaje que yo le Pakiko Ordóñez.
hice cuando creé una versión de 25 minutos en 1991» (2012).
228 229
Ciudad Solar, el punto rojo de El Peñón Phanor León en el taller de
serigrafía (arriba); Juan Fernando
Ordóñez y Gertjan Bartelsman en
Lo que sucedería en los años siguientes permite ver cómo las experiencias el laboratorio de fotografía (abajo),
en ambas etapas de Ciudad Solar fueron bien distintas. El grupo se reorga- Ciudad Solar, El Peñón. Fotos y
archivo de Pakiko Ordóñez.
nizó y quienes quedaron al frente de la casa solar optaron por volverla un
espacio de trabajo y de formación. Uno de los aspectos más destacables
de este segundo periodo es que el grupo no dejó acabar el proyecto, y en
cambio le brindó un segundo aire en unas condiciones bien distintas: nin-
guno de sus integrantes viviría en la casa y debían asumir los gastos bási-
cos del arriendo; además, en este periodo se marcó una clara línea política
de izquierda, y en algunos se notó una posición dogmática socialista.
230 231
• «Exposición de pintura y carteles cinematográficos de la República Carátula de la revista Tiro al
Checa», en el marco de Semana Cultural de la República Socialista de blanco, 1975, del grupo Punto
Rojo de Cali, en donde publican el
Checoslovaquia (julio de 1974). grabado de Phanor León, Pasajeros
• «Delirio de las monjas muertas», Juan Antonio Roda (octubre de 1974). (1975), Ciudad Solar, El Peñón, Cali.
• «Gerardo Caballero» (s.f.). Archivo de Luis Alberto Díaz.
• «Grabados de Lorenzo Homar» (s.f.).
• «Nicolás Lozano (Colombia), Antonio Tasconi (Uruguay), y Marco
Antonio Massa, Luis Cortés y Mario Lozano (Chile)» (1975).
• «Fotografías de Gertjan Bartelsman, Plinio Carvajal, Fernell Franco,
Pakiko y Juan Fernando Ordóñez» (1976).
232 233
en Cali, Pakiko Ordóñez y Omar Díaz cumplieron esta labor. En asocio Izquierda: Gertjan Bartelsman,
con Ciudad Solar, al año siguiente editaron el libro de poemas Los monó- Los pasajeros, 1978, Cali. Foto: cor-
tesía del artista. Derecha:Phanor
logos, de Édgar Arenas (1974), y se fundó en Cali un grupo Punto Rojo. En León, Pasajeros, 1975, serigrafía,
esa oportunidad se realizaron encuentros de escritores en Ciudad Solar; 56 x 45 cm. Foto: cortesía de Stella
Arturo Alape, Isaías Peña, Eutiquio Leal y los hermanos Jairo y José Ramón González.
Mercado dictaron una serie de talleres a los que asistieron, entre otros
noveles escritores, Marco Tulio Aguilera Garramuño y Horacio Benavides.
En 1975, Ciudad Solar y Punto Rojo (Cali) se unieron para coeditar la
revista Tiro al blanco, revista de arte y literatura, que alcanzó apenas un
primer número y en cuya carátula se publicó un grabado de Phanor León.
234 235
a tener más contacto con la realidad del pueblo— surge entonces la serie Persona sin identificar, Jaime
Pasajeros y buses de Bartelsman. Garrido, Phanor León, Gertjan
Bartelsman y Pakiko Ordóñez en
Ciudad Solar, El Peñón, 1977, Cali.
Sabemos que León viajó en 1976 a Europa a participar en el Simposio Foto: Juan Fernando Ordóñez.
Intergraphiken Berlín (antigua RDA) y para marzo del año siguiente murió Archivo de Pakiko Ordóñez.
Juan Fernando Ordóñez en un accidente de tránsito, una semana des-
pués del deceso de Andrés Caicedo. Esta fue la razón de que la dueña de
la casa decidiera cancelar el contrato de arrendamiento. Cuando murió,
Juan Fernando venía dedicándose a la docencia y las labores de Ciudad
Solar, y por la experiencia que tuvo allí había terminado trabajando la
fotografía y realizando audiovisuales con su hermano Pakiko, como fue el
caso de Reportaje con el pueblo (1976).
236 237
Dicen que actualmente la casa de La Merced está en venta. En el primer Carátula del primer y único
piso ha vivido Alicia Wilches, una inquilina que ha logrado cambiarle el número de la revista Caligari, 1982,
publicación de la Fundación Ciudad
aspecto y restituirle su capacidad para ser habitada. La segunda planta Solar, Cali.
sigue en un estado crónico de deterioro.
Ciudad Solar fue un proyecto que a todas luces abrió las puertas a una
generación de jóvenes que creyó en otras opciones de formación, en
su capacidad para modificar el curso de sus vidas y construir un centro
común rico en experiencias. En esa vida comunitaria o colectiva fue posi-
ble tanto el encuentro de ideas como los desacuerdos, las ideologías polí-
ticas y una forma organizada de asumir los compromisos. En total fueron
seis años y medio de formación cinéfila, artística y política. Más que una
decisión por crear un colectivo, Ciudad Solar fue un desafío generacional
para la creación y el aprendizaje mutuo, una estación en ese camino para
congregar las inquietudes, intereses y la inconformidad de unos jóvenes
con el orden establecido. Esta subcultura que prendió motores en 1971
fue capaz de crear unas condiciones visionarias para activar en ellos mis-
mos y en los otros, una forma colectiva y colaborativa de trabajo.
238 239
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240 241
Ever Astudillo: Barrio Saavedra Galindo, ca. 1972,
Cali. Foto: Ever Astudillo.
En mis dibujos son recurrentes ciertos temas, por ejemplo, trabajé la noche por
varias décadas y los personajes anónimos. En una época apareció más la presencia
arquitectónica, el lugar urbano; luego le di más importancia a los personajes de la
calle. […] Me gustaría mostrarles unas fotografías… (Astudillo 2006)
Cuando Ever Astudillo se levantó y subió por las fotos de la Cali de enton-
ces, timbró el teléfono. El tiempo se pasó muy rápido, pensé; llevábamos
más de hora y media escuchando sus historias de niñez, cine y ciudad.
Me acompañaban aquella tarde del 2 de enero del 2006, Arturo Alape,
Hernando Guerrero y Luis Alberto Díaz. A los pocos minutos, Ever, con el
rostro consternado por el desconcierto, nos comunicó la noticia: acaba de
morir Fernell Franco…
Ever Astudillo, Fernell Franco y Oscar Muñoz hacen parte de una genera-
ción de artistas llamada urbana, que en los setenta coincidieron en su
forma de introducirse en la ciudad para convertirla en eje temático de
sus dibujos y fotografías. La arquitectura popular e industrial, las edifi-
caciones en tránsito hacia la ruina o su desaparición, la atmósfera de
ciudad envuelta en tinieblas y la vida en inquilinatos fueron temáticas
que abordaron en una época en la que Cali vivía un proceso acelerado de
transformación urbana; y Cali terminó siendo un leitmotiv para artistas,
literatos y cineastas.
244 245
En 1979 expusieron por primera vez los tres artistas juntos. El Museo de Exposición «Ever Astudillo
Arte Moderno La Tertulia organizó la exposición «Ever Astudillo dibujos, dibujos, Fernell Franco fotografías y
Oscar Muñoz dibujos», 1979, Museo
Fernell Franco fotografías y Oscar Muñoz dibujos», todas piezas que de Arte Moderno La Tertulia, Cali.
referían fundamentalmente a la ciudad de Cali, y una serie de fotogra- Foto: Fernell Franco, cortesía de la
fías a Buenaventura, pero bien podrían aludir a cualquier otra ciudad Fundación Fernell Franco.
latinoamericana. De la muestra se concluye que el dibujo y la fotografía
en blanco y negro fueron lenguajes que terminaron por testimoniar ese
ámbito urbano y social caleño hoy en destrucción o sencillamente en el
olvido; y ese testimonio, producto de la inmersión en la ciudad, quedó
plasmado en documentos fotográficos que sirvieron de tránsito a la
figuración realista. Fernell Franco, en una entrevista para esta exposición,
concedida al crítico de arte Miguel González, opinó sobre la muestra:
Los tres trabajamos algo muy similar. Es el mismo tema visto de formas diferentes.
El paisaje de Astudillo es muy bello, es su mundo y él lo conoce muy bien. Ha vivido
todo eso. Muñoz es un tipo muy sensible que quiere vivir todas las cosas que le
gustan. (Franco citado en González 1979b, 7)
En esta muestra colectiva por primera vez se podían apreciar estos tres
puntos de vista coincidentes que mostraban la cuadra, la calle, persona-
jes noctámbulos, lugares habitados, interiores de inquilinatos, prostitutas
en Buenaventura; además del montaje expositivo, que lograba crear una
atmósfera particular en la sala alterna del Museo de Arte Moderno La
Tertulia, ubicada al lado de la Cinemateca. Ever Astudillo expuso dibujos
de las series De la noche y De la calle; Fernell Franco, fotografías de las
series Prostitutas, Bicicletas e Interiores 1 y, Oscar Muñoz dibujos de la
serie Interiores.
246 247
conectaba la exposición con el exterior, y en otro costado una cartelera Exposición «Ever Astudillo
de cine con fotofijas de películas mexicanas, de aquellas que los teatros dibujos, Fernell Franco fotografías
y Oscar Muñoz dibujos» en el Museo
exhibían a la entrada en vitrinas tapizadas con terciopelo rojo. Para com- de Arte Moderno La Tertulia, 1979.
pletar el montaje, al ingreso, sobre la pared exterior, pusieron un aviso Foto: Fernell Franco, cortesía de la
titilante de neón con los nombres de los tres artistas. Fundación Fernell Franco.
Sí creo que para los dos (Oscar y yo), muchas cosas se contaminaron en nuestro
encuentro. Cuando uno está tan cercano a otro es imposible que no surjan influen-
cias, pero lo enriquecedor es que desde siempre cada cual tuvo un camino propio.
Mi ojo estaba en la cámara y el de Oscar en el dibujo. De esa manera, simultánea-
mente, cada cual trabajó su serie Interiores. (Franco citado en Iovino 2004, 82)
La zona de tolerancia era una zona brava ubicada alrededor de la galería [plaza de
mercado] central caracterizada por los inquilinatos y la delincuencia. Con Oscar
Muñoz y Fernell Franco hicimos muchas fotos cazando inquilinatos. Me interesaban
esos sitios porque eran sucios, sin luz, con los patios tapados. Por el claroscuro le
di un gran valor fotográfico. Eran casas grandes donde vivían entre quince y veinte
familias. Oscar, Fernell y yo andábamos juntos porque eran lugares peligrosos. Para
fotografiar estos lugares hablábamos con el dueño, que para sobrevivir convertía su
casa en inquilinato. Hoy la zona de la calle 15 hacia abajo por Fray Damián está en
peores condiciones. (Carvajal 2008)
248 249
personajes representados. Serrano afirma de entrada que el auge del Carátula y páginas interiores
dibujo durante los setenta se debió al influjo de las tres ediciones de la del catálogo de la exposición «Ever
Astudillo dibujos, Fernell Franco
Bienal de Artes Gráficas del Museo de Arte Moderno La Tertulia, y resalta fotografías y Oscar Muñoz dibujos»,
en los dibujos de Ever Astudillo la penumbra de los barrios cuando cae la 1979, Museo de Arte Moderno La
noche y las gevas 2 y camajanes, 3 personajes que han aparecido en su Tertulia, Cali.
obra habitando los lugares; generando, sostiene Serrano, una mezcla de
misterio, testimonio y salsa. Miguel González se percata de la personali-
dad de Fernell Franco, un artista fotógrafo que trabaja en silencio y con
emotividad furtiva; menciona que sus series evocan una gran soledad y
una gama de comportamientos existenciales. Para el aparte dedicado a
Oscar Muñoz, el catálogo incluye un fragmento del texto «Oscar Muñoz:
del erotismo al hacinamiento tugurial» del libro Procesos del arte en
Colombia, de Álvaro Medina (1978, 551-564), donde el crítico exalta su
dominio del claroscuro y una gran verosimilitud a la hora de representar
los ambientes interiores. Los cuartos de viejos caserones dibujados por
Muñoz le evocan la época de apogeo de esas construcciones, cuando
prósperos latifundistas y comerciantes eran sus propietarios, a comien-
zos del siglo XX.
Esta exposición marcó un punto crucial en las vidas de los tres artistas.
Por un lado, se volvieron muy amigos y, por otro, fue como un punto de
inflexión para sus obras. En el caso de Muñoz, este momento representó
la culminación de una etapa y el inicio de un periodo de introspección
y búsqueda más experimental en su proceso de creación, que lo llevaría
a transformar la materialidad tradicional del dibujo; en los dibujos de
Astudillo, por su parte, cobraron mayor protagonismo los personajes
urbanos, así como las siluetas y retratos de seres anónimos; Fernell
Franco continuó plasmando la ciudad de Cali y su deterioro arquitectó-
nico, pero justamente las huellas de esa destrucción le permitieron pen-
sar plásticamente la fotografía e intervenirla de tal manera que pareciera
grabado o pintura.
250 251
los años sesenta. En efecto, en cierta oportunidad en 1979 sostuvo, en la «Ever Astudillo. De la memoria
citada entrevista con Hernando Guerrero para el Semanario de El Pueblo, urbana», exposición retrospectiva
en las salas de exposición del
que en una primera etapa sus dibujos se basaban en fotografías de su Centro Cultural Comfandi (arriba)
entorno barrial, y que luego iría abandonando esta práctica para basarse y el Centro Cultural de Cali (abajo),
en su propio archivo mental de recuerdos. 2006, Cali. Fotos: Katia González M.
Aquí aparece el cine como medio tenazmente marcante en nuestra formación visual
(al menos la mía) pues captura una realidad también vivida, pero revirtiéndola con
más intensidad que la vida misma. (Astudillo 1988, 6)
252 253
cómo desde el encuadre Astudillo va determinando la composición de los Folleto de la muestra fotográ-
futuros dibujos: fica «Ever Astudillo. De la memoria
urbana», realizada en Lugar a
dudas, del 8 de septiembre al 30 de
Las fotografías de Ever Astudillo, que inicialmente fueron un medio del artista para
octubre de 2006, Cali.
realizar sus grandes paisajes de superficies de grafito sobre papel, son en sí una
poética y valiosa producción de un proceso creativo. En ellas se hace evidente tanto
su preocupación por los encuadres —grandes áreas de cielo blanco atravesadas por
las líneas de las cuerdas de la electricidad—, como por una particular atmósfera
crepuscular tan distante, y distinta, de las celebradas tardes caleñas. Escenas con
gente del barrio frente a las carteleras de sus cines o en primer plano agrupados
en la esquina donde convergen las líneas de una perspectiva horizontal. Verlas nos
produce la extrañeza del encuentro con unos espacios familiares que desapare-
cieron sin nosotros advertirlo; o advertir unos espacios que, aunque nos parezcan
familiares, nunca conocimos. (Muñoz 2006, 2)
254 255
Un trayecto por seis dibujos Arriba: casa del artista Ever
Astudillo en el barrio Saavedra
Galindo, carrera 15 con calle 29,
En cada cuadro más que una anécdota, o una descripción «urbana» ca. 1973, Cali. Foto: Ever Astudillo.
hay toda una experiencia anterior, un riesgo frente a la vida. Abajo: vista actual de la carrera 15
E. A. con calle 29, 2013, Cali. Foto: Lorna
Biermann.
Hasta hace un par de décadas, en la esquina de la calle 27b con carrera
15 del barrio Saavedra Galindo de Cali, se alzaba la casa paterna del
artista Ever Astudillo Delgado. Lo que antes fuera la sala comedor de su
casa hoy está ocupado por la escalera del puente peatonal de la carrera
15, y en el lugar donde alguna vez hubo un patio vemos una robusta pal-
mera en una matera de cemento. En esa esquina permanecí un rato com-
partiendo la estupefacción con los convocados a la cita: Ever Astudillo, y
los documentalistas Claudia Borda y Adolfo Cardona.
256 257
En la obra Fachada (barrio Saavedra Galindo), de 1979, Astudillo dividió Ever Astudillo, Fachada (Barrio
el pliego de papel en dos para dibujar la misma escena en planos de Saavedra Galindo), 1979, grafito
sobre papel, 100 x 70 cm. Foto: Otto
composición yuxtapuestos: uno general y otro medio; recurso que había Moll, cortesía del atista.
empleado años atrás en otro dibujo, Lugares (barrio Obrero) de 1975.
En la parte superior se ve un conjunto diverso de casas del Saavedra
Galindo, barrio del nororiente de Cali cercano a la paralela del ferroca-
rril. El estilo de una de ellas, ubicada al lado del poste de luz, resulta una
apropiación popular del art déco, evidente en el remate de la fachada y
sus formas angulares, los vanos con celosías y los decorados rectos que
fungen como dinteles. En este sector, surgido en 1942, se nota cómo se
popularizó este estilo producto de la influencia de la arquitectura de los
barrios del noroeste.
En los setenta, Ever Astudillo fotografió por varios años su entorno más
cotidiano; conoció desde niño los cines, griles, cabarés y prostíbulos, pues
pasaba por allí cuando iba y venía de la escuela primaria. El burdel de
doña Adela fue uno de esos lugares que conoció mientras esperaba el
pago de las costuras que hacía su mamá: «Era una casa modesta, pero yo
quedaba deslumbrado con las arañas de cristal y los edredones de pelu-
che; todo era exagerado. Recuerdo que el lugar olía a ambientadores que
258 259
seguro eran importados» (Astudillo 2006). En ese ámbito, se familiarizó Barrio Saavedra Galindo, carrera
con la vida de coperas, prostitutas, chulos y camajanes: «[…] por mi casa 15 con calle 29, ca. 1973, Cali. Foto:
Ever Astudillo, cortesía del atista.
era muy tenaz. Era una zona caliente porque cerca de allí quedaban bur-
deles y cantinas como Blanco y Rojo, y Gato Negro, y conocíamos todos
los apodos de las peladas que allí trabajaban» (2006).
—¿Qué hay dentro?—, pregunté. Nos arrimamos varios niños para ver su conte-
nido. El canasto pesaba mucho, lo arrastramos hasta el poste de luz porque estaba
enzunchado con papeles y trapos. Lo destapamos y para nuestra sorpresa allí des-
cubrimos unos brazos, manos, unos pedazos de pie y una cabeza […] (2006)
Sus padres llegaron a Cali a abrirse paso y formar familia. Gilma Delgado
nacida en Timbío, Cauca, era ama de casa y costurera; y su padre,
260 261
Ricaurte Astudillo, venía de Popayán. De esta unión nacieron: Doris Stella, Ever Astudillo, Cuadra I (La 15),
Leyda Alcira, Ever y Amanda. Su padre trabajó en el Cauca en una granja 1976, grafito sobre papel, 50 x 70 cm.
Foto: Otto Moll, cortesía del atista.
agropecuaria; luego, cuando llegó a Cali, se abrió paso en lo que fuera:
primero como laminador y después, gracias a sus contactos con el gremio
de los transportadores, consiguió un bus que conducía con un hermano.
Mis tíos Pacho y Óscar, hermanos de mi papá, eran muy buenos bailadores de la
música de Celia Cruz y la Sonora Matancera y en las noches se iban a Juanchito en el
bus de mi papá. Mi hermana y yo íbamos con ellos porque necesitaban que alguien les
cuidara el bus mientras ellos bailaban, pero nosotros nos bajábamos del bus y termi-
nábamos cerca de la pista para ver bailar, a partir de esta experiencia aprendimos a
bailar. Una noche, una mujer llegó a una rocola a poner discos, vestía una blusa como
de nylon, se veía muy chic con los labios pintados de rojo, era lindísima esa mujer.
Alguien me vio y me gritó: —¡Venga pa’cá, esas son putas!—. Cuando regresé a la casa
dije: —¡Uy mamá, usted tiene que pintarse como las putas!—. (Astudillo 2006)
[es ese] momento entre la noche y la aurora cuando la mayoría de la gente muere,
cuando el sueño es más profundo, cuando las pesadillas son más reales, cuando
los insomnes se ven acosados por sus mayores temores, cuando los fantasmas y los
demonios son más poderosos. (Bergman 1968)
262 263
En Cali la fuerza del sol y de la luz hacen que uno entienda la importancia y la Primera plana del diario Relator,
verdad de la sombra en hechos tan simples como puede ser cambiar de acera para 10 de mayo de 1957, Cali. Centro de
descansar del sol. Aquí siempre hay que estar adaptando los ojos al contraste, bien Documentación Regional del Banco
sea de la luz a la oscuridad o de la oscuridad a la luz. (Iovino 2004, 88) de la República.
[…] uno de sus hábitos era sacar un bafle por la ventana y poner la música para
toda la cuadra. Era una maravilla, pues daba pie a que la gente se pusiera en otro
ambiente y en otro estado de ánimo. Así comencé a oír infinidad de temas afroanti-
llanos, boleros y la Sonora Matancera que tanto me ha marcado. (Bejarano 1988)
Recuerdo muy bien la rocola del Solitario y su movimiento de luces. Había una
greca gigantesca con un águila encima y atrás estaba la barra con gran cantidad
de acetatos en los estantes. Con la revuelta del diez de mayo de 1957 esos lugares se
me esfumaron, pues todo lo que era de Caracolina había que saquearlo o destro-
zarlo. La gente enardecida tiraba cajas de acetatos al aire. El diez de mayo se sintió
mucho en este barrio porque era una vía arteria, aunque en ese momento estuviera
destapada. (Astudillo 2006)
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Recuerdo el rostro desencajado de Caracolina, vendedor de pomadas en los mercados Kiss me, motel temático en el
del Valle, pájaro y asesino en las noches de la ciudad, cuando un grupo de hombres barrio Saavedra Galindo, diagonal
lo sacan a la fuerza a la calle, lo arrastran de los brazos; la multitud patea con odio a la antigua casa del artista Ever
su cuerpo, le da la vuelta por la cuadra; Caracolina clama por su vida, la cobardía Astudillo. Foto: Lorna Biermann.
le brota por los ojos, está indefenso, no tiene armas en las manos. Otro grupo de
hombres saca de la casa un baúl de madera, lo abren y botan al aire una fortuna en
billetes; la muchedumbre pide que quemen el dinero, los hombres prenden la hoguera
y al grito de la consigna «¡Abajo la dictadura, somos libres!», los billetes son devorados
por las llamas; cuando la pequeña multitud da la vuelta a la cuadra con el cuerpo de
Caracolina, el hombre ha dejado de existir por la terrible golpiza. (Alape 2006, 77)
El pueblo caleño asaltó al SIC, [6] cueva oficial de los pájaros, le dio libertad a los
presos políticos; fue hasta el Batallón Pichincha e hizo lo mismo; se dirigió al Diario
del Pacífico y destruyó sus máquinas, incendió el edificio, en un claro señalamiento
y protesta contra quienes habían sido los azuzadores de la violencia. (Alape 1987, 9)
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persona como yo, sin abolengo y criada en la plaza de mercado. Lo hice Artículo del diario El País sobre
como un regalo para Cali y se me volvió un problema» (2009). 7 el galardón recibido en la II Bienal
Americana de Artes Gráficas del
Museo de Arte Moderno La Tertulia,
Mientras observábamos este Kitsch Me, Ever atinó a decir: «Mi casa des- 20 de octubre de 1973. Archivo
apareció, fue arrasada». La familia Astudillo Delgado tuvo que vender su vertical de la Biblioteca Luis Ángel
casa a la municipalidad por la construcción de los puentes de la carrera Arango.
15 en los años noventa. Cuando se graduó en 1968 recibió los galardo-
nes del III Salón Estudiantil SENA y el Primer Salón Nacional de Artistas
Jóvenes organizado por la Universidad de Antioquia. A los dos años de
recibir el título universitario, un comentario favorable de Juan Calzadilla,
crítico de arte venezolano, jurado del XXI Salón de Artistas Nacionales
(1970), impulsó las primeras exploraciones del novel artista:
Creo que vale la pena detenerse ante las obras de Ever Astudillo, cuidadosamente
ejecutadas, y en particular en la marcada con el número uno, para la cual el pintor
ha llenado un fondo con letreros muy significativos, con caracteres antiguos; en
todo lo cual intuyo una manera gráfica (que Astudillo asocia con las cintas de video
y computación) que puede ser explotada por el artista con éxito. (Calzadilla 1970, 2b)
Después de estas obras, Astudillo exploró las formas abstractas sin mayo-
res expectativas ni desarrollo. Quizá, por eso, las esferas simétricas que
dibujó a lápiz no persuadieron al jurado de la I Bienal Americana de Artes
Gráficas de Cali. En 1973, a los 25 años de edad, dejó la casa del Saavedra
Galindo para trasladarse a Popayán como profesor del programa de Artes
Plásticas de la Universidad del Cauca.
La primera vez que lo entrevisté, esa tarde de enero del 2006, estaba recién
pensionado. Por sus comentarios, percibí el descanso y el júbilo que le
debía producir dejar atrás más de treinta años como profesor universitario.
Le pregunté sobre su nueva etapa como pensionado, no dudó un segundo
y respondió que le iba a dedicar tiempo a su obra y a lo más inminente:
la retrospectiva de septiembre en varios espacios de exposición en Cali.
De todas maneras reconoció que durante su vida dedicada a la docencia
jamás dejó de hacer obra, pero no la hizo con el ritmo que él hubiera
querido. La dedicación horaria a la universidad, las clases, las reuniones y
trabajos de grado le absorbieron mucho tiempo; los compromisos con la
institución en Popayán le impedían permanecer en Cali y esa circunstancia 7 «A las mujeres les gusta arriba»
lo aisló del ambiente artístico caleño y también de la capital. Recordó que fue el modo en que tituló la revista
el día viernes dictaba clase con una maleta de viaje, tan pronto terminaba Semana esta breve entrevista a
la jornada académica salía corriendo hacia Cali y solía regresar a Popayán Humberto Villegas (2009, 14), «el
empresario que está enfrentado
el lunes por la mañana. Casi tres horas de viaje por carretera lo apartaban
con la Alcaldía de Cali por poner
de su entorno social. La luz de la ciudad y el ambiente popular de Popayán una gigantesca escultura en la
no se equiparaban al de Cali. azotea de su motel».
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En ese primer año en Popayán, Astudillo recibió la noticia de dos impor- Catálogo de la II Bienal
tantes galardones: el premio en dibujo en la II Bienal Americana de Artes Americana de Artes Gráficas del
Museo de Arte Moderno La Tertulia,
Gráficas de Cali (octubre de 1973) con la obra Composición n.° 4; y una beca carátula y página interior con la
de trabajo en el XXIV Salón Nacional de Artistas (Bogotá, noviembre 9 al 30 obra Composición N.° 4 de Ever
de 1973) con Dibujo n.° 10 y n.° 11. En ambas obras se observa un plano gene- Astudillo.
ral de una cuadra de barrio y en la parte inferior, planos yuxtapuestos con
formas menos descriptivas: una remite a la silueta bien definida de un hom-
bre y la otra, a un Homo, una forma que venía trabajando anteriormente y
que recuerda la anécdota de su infancia con el canasto enzunchado.
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[S]u familia, decente y honorable, pertenece a la clase media caleña, pero tal como Ever Astudillo y Eduardo Serrano
lo revelan sus apellidos —Astudillo Delgado— tiene raíces en Popayán, sin que Rueda, ca. 1976, Bogotá. Foto:
ningún pariente lejano ni cercano haya figurado nunca por el mundo de las letras o Miguel Ángel Rojas, archivo de Ever
las artes. (Jiménez de Niño 1973) Astudillo.
Era usual que Ever Astudillo elaborara composiciones en las que yuxta-
ponía dos planos distintos de un mismo paisaje urbano. En ese entonces,
como no existía una amplia oferta de materiales artísticos, 8 procurando
obtener unos formatos más grandes recurría a unir dos pliegos de papel.
El crítico de arte Eduardo Serrano Rueda se percató de este hecho; en
«La consagración de un nombre nuevo», uno de los primeros artículos
dedicado a su obra y publicado por El Tiempo el 19 de febrero de 1974,
comentó acerca de este recurso técnico:
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hubiera vivido, me encarretaba la cuadra de mi barrio, la posada, la calle, la casa Fotografía de la obra John de
como cascarón. (Astudillo 2006) Charles Chuck Close, 1971-1972,
acrílico sobre lienzo, 254 x 228,5 cm,
Foto: Kunstbibliothek-Staatliche
En los primeros años de los setenta, varios hechos determinaron un cre-
Museen de Berlín, tomada del
ciente interés por el realismo, una palabra que ha etiquetado varias ten- libro Documenta 5: Befragung der
dencias desde el siglo XIX y el XX. La historiadora del arte y teórica Linda Realität, Bildwelten heute, Kassel:
Nochlin, especialista en Gustave Courbet, realizó en 1968 la exposición Verlag Documenta, 1972.
Realism Now en Vassar College Art Gallery (NYC) con artistas de la talla de
Alex Katz, Alfred Leslie y Philip Pearlstein; y en 1971 publicó Realism, un
estudio que contribuyó a darle mayor relieve a este movimiento histórico
francés del siglo XIX, dominante entre 1840 y 1880. Según Nochlin, aún a
mediados del siglo XX se sentían los ecos del giro de Courbet al dirigir su
mirada hacia los temas cotidianos. La autora aduce que el propósito de
este movimiento «consistió en brindar una representación verídica, obje-
tiva e imparcial del mundo real, basada en una observación meticulosa
de la vida del momento» (Nochlin 1991, 11). Para los realistas de entonces,
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vida cotidiana y urbana. Como asiduo espectador de cine mexicano de la Ever Astudillo, Cine Lux, 1979,
época dorada, construyó un realismo cotidiano: grafito sobre papel, 100 x 70 cm.
Foto: Otto Moll, cortesía del artista.
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por esas calles, por esos sitios que siempre me han gustado, sitios que Germán Valdés Tin Tan y
nunca he sentido miedo al penetrarlos, por eso los pinto» (Guerrero Yolanda Montes Tongolele, en la
película Chucho El remendado de
1979, 6). La silueta difusa del hombre que aparece en primer plano en Gilberto Martínez Solares, México,
los dibujos de Astudillo es un testigo urbano, un mirante —como él lo Producciones Mier y Brooks, 1951.
denominó—, un mirón y errante caleño o un observador participante que Foto: Colección de la Filmoteca
se sitúa en un lugar del cuadro como si fuera un espectador en la sala de UNAM.
cine. El mirante observa y a su vez es observado por otro. Astudillo, como
un etnógrafo urbano, inviste sus dibujos de una atmósfera que solo es
realizable mediante el dibujo.
A través del cine hice unos viajes maravillosos. Al comienzo no vi más que cine
mexicano, pero aún así esos dramas intensísimos y esas historias exageradas de
abusos de la pobreza que estaban en el guión de esas películas me mostraron que
había otro país, que siendo distinto era igual al nuestro. Creo que por esa razón el
cine mexicano era tan popular: la gente de los barrios pobres se sentía plenamente
identificada con esas películas que tocaban esa forma latinoamericana de la vida.
Lo hacían con otra música, con otro acento y con otras formas, pero era muy similar
a la cotidianidad de nuestros barrios y de nuestros pueblos. (2004, 31)
278 279
Alrededor de mis cuadros siempre ronda lejanamente una radiopatrulla; quiero Ever Astudillo, Mi barcito, 1978,
decir que ilustro una atmósfera ilícita y peligrosa, la que se vive en aquella Cali de grafito sobre papel, 100 x 70 cm.
mi infancia, con una arquitectura de los treinta, fachadas con arabescos, balcones Foto: Otto Moll, cortesía del artista.
con rombos y calados rígidos y austeros… Es la misma arquitectura de los cines de
mi infancia, de un Belalcázar, un Avenida, un Sucre, el Imperio, son esos pesados
volúmenes y la complicidad que nos brinda la oscuridad de una sala de cine, las que
ilustran mi obra. (Guerrero 1979, 6)
Hacia las cuatro de la tarde llegamos al parque del barrio Obrero. Ever me
advierte que los alrededores de la carrera 10 son inseguros por la cercanía
de «la olla» del barrio Sucre y El Calvario, una zona con evidente deterioro
arquitectónico y social. Nos detenemos en la esquina sur del parque, frente
a La Matraca, un bailadero de tango, bolero, foxtrot y salsa, y allí justa-
mente intercambiamos experiencias. Varios años atrás, en el 2005, conocí
por primera vez este lugar en compañía de Arturo Alape. Me atrajeron las
paredes llenas de fotografías de famosos tangueros, afiches y carteles,
una especie de mural del recuerdo. Esa noche, Leyda Santa, propietaria del
lugar, bailarina y erudita tanguera, nos recibió al son del bolero: Cantando
quiero decirte lo que me gusta de ti / las cosas que me enamoran y te
hacen dueña de mí / tu frente, tus cabellos y tu rítmico andar / el dulce
sortilegio de tu mirar…
Las parejas «tiraban paso»; la entrada del lugar estaba a reventar, pues
los vecinos del barrio se agolpaban para ver bailar a los viejos bailarines
que con elegancia y suavidad deslizaban a sus parejas. Esa noche observé
a un bailarín en especial, vestía traje con corbata, pañuelo en el bolsillo,
sombrero y zapatos de dos colores, era don Arcesio Valencia, un bailarín
de tango y bolero ya próximo a sus cien años de edad, cuya fotografía
forma parte del gran mural.
[U]n barcito nada elegante que rápidamente se convirtió en la sede del sector intelec-
tual y rumbero de la generación del medio siglo que militaba en los grupos políticos
de izquierda. Estudiantes y profesores de la Universidad del Valle (en San Fernando)
y de la Santiago de Cali eran la base de la clientela. Hasta allí se trasladaban las
discrepancias ideológicas y las rencillas entre grupos que soñaban con la renovación
socialista, teniendo como fondo una guaracha de la Sonora Matancera. (1992, 412)
11 El nombre real de este lugar
era La Habana Club, pero se dio a
La música de Benny Moré era lo más cercano a la Revolución cubana; conocer como el Bar de William por
todo un símbolo que despertaba la solidaridad por la causa socialista. el nombre de su Dj.
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El baile fue un fenómeno de barrio, los ritmos cubanos como el mambo, Ever Astudillo, Lugares (barrio
aprendidos en las películas mexicanas, desafiaban a los bailarines a Obrero), 1975, grafito sobre papel,
100 x 120 cm. Foto: Otto Moll, corte-
lucirse en la pista, era indispensable llevar la pinta y bailar bien. Germán sía del artista.
Valdés Tin Tan (protagonista, entre otros filmes, de El rey del barrio de
1949) y Adalberto Martínez Resortes, influyeron a una gran generación de
rumberos caleños; los dos bailaban con gran soltura y acrobacia, como se
vería años después con el boogaloo. El interés de Astudillo por los barrios
populares surgió también del gusto por la música y el baile popular de
domingo por la tarde. Ever los recuerda así:
Eran unos bailes bastante particulares. El que se destacaba era alguien que bailaba
muy bien. Era la moda de los pantalones bota campana y ropa apretada. Era una
cosa cargada de violencia, porque a las seis de la tarde, cuando se acababa el baile,
empezaban a tirar piedra si la calle era destapada y si no lo era, se agarraban a
golpes. (Astudillo 2006)
Alejandro Ulloa subraya que en los barrios era característico alquilar una
casa para hacer el baile de cuota los sábados por la noche y el aguaelulo
el domingo por la tarde. Para garantizar la mejor rumba, se competía con
el mejor sonido, la mejor música o la más reciente adquisición. En su libro,
Ulloa explica que los aguaelulos no siempre fueron sitios de rumba pací-
fica para el disfrute comunitario: con el tiempo se convirtieron en lugares
de disputa de galladas de distintos barrios.
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entre la rumba, la «música del otro lado» —la pachanga—, el fútbol y Artículo «No salgas de tu
el lumpen. En uno de sus cuentos, «Domingo sonoro», Valverde narra barrio. Entrevista a Ever Astudillo»
de Hernando Guerrero, en: El
una escena en la que un grupo de muchachos se dirige a un aguaelulo y Semanario: La revista de El Pueblo,
describe un sector del barrio: Cali, 21 de octubre de 1979, pág. 6.
Vamos bajando, van descendiendo por las calles sin pavimento del barrio, atravesa-
mos las casas bajas de bahareque, con fachadas simples y mal pintadas, caminos
lentos y pretenciosos. Tratábamos de impresionar a primera vista, el sudor surgía de
los rostros, y nos apurábamos en secarnos con nuestros limpios pañuelos blancos;
era el domingo y el calor; iban al baile, vamos a bailar. (Valverde 1979, 149)
Con el tiempo sería éste uno de los barrios más populares y representativos de la
ciudad («la capital de Cali») epicentro clave para la recepción de la música afrocu-
bana de vieja guardia al comenzar la década del cuarenta, o incluso desde antes,
cuando al decretarse la zona de tolerancia entre sus predios era posible oír allí la
música que no se escuchaba en otras partes. (1992, 303)
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Cuando realizó Teatro Belalcázar Astudillo era un consagrado nom-
bre nuevo. Pero, ¿qué implicaba ser un nombre nuevo en 1975? Serrano
Rueda, siendo director de la Galería Belarca, había realizado tres años
atrás la exposición Nombres nuevos en el arte de Colombia con artistas
menores de treinta años, para el Museo de Arte de Moderno de Bogotá
(marzo de 1972). El «nombre nuevo» estaba relacionado con la etiqueta
de artista joven, y esto justamente es motivo de análisis del galerista en
el texto «¿Arte joven?» publicado en el catálogo. La expresión «artista
joven» —dice el autor— hace referencia a la edad del artista, en cambio
«arte joven» puede entenderse como novedad y dinamismo, o falta de
profundidad y de taller; es decir, es un arte que no necesariamente lo
producen los artistas jóvenes. Y deja abierta una pregunta: ¿el cambio de
concepción del arte debe estar en manos de las nuevas generaciones o
del nuevo público? Justamente con aguzada mirada de galerista, Serrano
se dedicó a circular la obra de artistas jóvenes y de distintas regiones,
todos ellos parte de una generación que sería protagónica en la escena
artística de los setenta: Antonio Caro (Bogotá, 1950), Alfredo Guerrero
(Cartagena, 1936), María de la Paz Jaramillo (Manizales, 1948), Oscar
Jaramillo (Medellín, 1947), Javier Restrepo (Medellín, 1943), Miguel Ángel
Rojas (Girardot, 1946) y al mismo Ever Astudillo.
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otros. Su labor generó amores y odios por incidir estratégicamente en el Ever Astudillo, Teatro Belalcázar,
mercado del arte. 1975, grafito sobre papel, 100 x 120
cm. Colección del Museo de Arte
Moderno La Tertulia. Foto: Otto
La provincia como polo de desarrollo cultural era un aspecto a destacar Moll, cortesía del artista.
en el discurso de los críticos de arte radicados en Bogotá; ese es el caso
de Serrano Rueda, quien adujera que gracias a los medios de comuni-
cación se conocían los logros artísticos en diferentes lugares del país, y
que a partir de los estudios de la sociología del arte se reconocía cómo
«las diferencias culturales inevitablemente cuentan en la expresión
artística» (Serrano 1974b, 1). El curador le apostó a la promoción de
una generación emergente de artistas de Barranquilla, Cali y Medellín,
ciudades que en esa época gozaban de visibilidad en el concierto
nacional, sobre todo por los eventos artísticos de carácter internacional
y el impacto del proceso de modernización urbana. En 1974 realizó la
exposición «Barranquilla, Cali y Medellín»; en su presentación del catá-
logo, en líneas generales, puso de manifiesto ciertos intereses comunes
entre los artistas: la experimentación, la preocupación por lo social y la
importancia de lo popular.
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«La provincia desapareció —dice Traba—, desapareció como visión Teatro Belalcázar, carrera 10
estrecha, comportamiento acomplejado e ignorancia del medio exterior. entre calles 20 y 21, ca. 1974. Foto:
Ever Astudillo.
Ha sido reemplazada por el orgullo de la región, apoyado en el análisis
de los recursos culturales propios» (1b). Este análisis rescata la idea de
provincia que presentó en el ensayo «La cultura de la resistencia». En los
setenta, arguye, los artistas en Colombia «se deciden por la provincia, el
subdesarrollo, la temática local, el desprecio frontal por la universidad, el
rechazo de las modas, el orgullo por la identidad» (Traba 1984 [1973], 329).
Pues, como lo sostiene Hans Magnus Enzensberger —a quien cita Traba
sin mencionar la fuente—, «la provincia está en todas partes, porque el
centro del mundo no se encuentra en lugar alguno […]» (329).
El lugar que alguna vez ocupó el edificio del teatro Belalcázar —la
carrera 10 con calle 21, en el barrio Obrero— es ahora una estación de
gasolina; su entorno es una zona de comercio de partes de carro. En ese
lugar nos fue casi imposible imaginar el punto de vista del mirante. Teatro
Belalcázar (véase pág. 286) es uno de sus dibujos más conocidos y hace
parte de la colección de arte del Museo de Arte Moderno La Tertulia. La
construcción está dibujada sobre dos pliegos de papel y, en primer plano,
el mirante es representado con más detalle. Astudillo traslada al papel el
mismo punto de vista fotográfico del mirante y la composición del dibujo
es resultado de su experiencia con la cámara. Una caminata habitual con
el artista, como lo recuerda su amigo arqueólogo Héctor Llanos (ambos
asiduos espectadores del Cine Club de Cali), significaba «recorrer aquellos
teatros que consideraba maravillosos. Yo era estudiante de arquitectura
de la Universidad del Valle y tenía cámara fotográfica, entonces tomába-
mos fotos que después se relacionaron con sus dibujos» (Llanos 2008).
La actitud del creador frente al lenguaje debe ser la actitud del enamorado.
Una actitud de fidelidad y, al mismo tiempo, de falta de respeto al objeto amado.
Veneración y transgresión. El escritor debe amar el lenguaje pero debe tener el valor
de transgredirlo. (1994, 347)
290 291
Esa veneración por la imagen fotográfica o cinematográfica lo llevó a Bárbara Gil y Emilio Tuero en la
reconocer un mundo barrial; fue un punto de partida para luego transgre- película Quinto patio de Raphael
J. Sevilla, México, Producciones
dirla por la ficción del lugar, sin abandonar la actitud del testigo ocular que Argel, 1950. Foto: Colección de la
observa las zonas lumpescas y más cotidianas para el propio Astudillo. Filmoteca UNAM.
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recinto del cine, el teatro de barrio; historias que luego se ampliaron con Arriba: Teatro María Luisa,
el Cine Club de Cali. A través de Ecran, revista chilena de cine y su sección carrera 15 con calle 31 y Teatro
Avenida, carrera 1 con calle 19.
Mexicomentarios, lograba actualizarse Astudillo con los últimos estre- Abajo: Teatro Imperio, calle 19 entre
nos. Era notoria la mexicanidad que los caleños habían apropiado de carreras 16 y 17, ca. 1974, Cali. Foto:
las películas; de hecho, el cine de ese país permeó indiscutiblemente el Ever Astudillo, cortesía del artista.
lenguaje cotidiano y la pinta de los bailarines.
Astudillo tiene claro que la gente de Cali se identificaba con ciertas actitudes y
comportamientos de los protagonistas de las películas mexicanas y que expresiones
usuales en esas cintas como «la chota» para referirse a las radiopatrullas u «ojo al
parche» para alertar sobre el grupo, fueron ampliamente adoptadas en los barrios
populares y utilizadas profusamente por las galladas de los años sesenta y setenta.
(Serrano 2006, 8)
La moda del pachuco que conoció Astudillo se expandió a través del cine
mexicano a lo largo de los años cincuenta en sectores sociales populares
de la ciudad, con un entorno que entrecruzaba el fútbol, la música y el
baile. La indumentaria era semejante a la de Tin Tan, el pachuco mayor,
interpretado por el actor mexicano Germán Valdés. Un legendario baila-
rín de Cali, Oscar Victoria El Tosco, recuerda esta época:
Yo era muy conocido en los bailaderos de Cali, sobre todo me conocían en la zona
de tolerancia. Donde hubiera un bailadero ahí estaba. En la época de Tin Tan y
Resortes cogimos la moda del pachuco y vestíamos con pantalón de bota angosta
y ancho en la rodilla, saco largo hasta las rodillas con pañuelo blanco en el bolsillo
y una cadenita colgando de la pretina. A veces usábamos el vestido con corbatín
o corbata. Muchas veces me puse sombrero al estilo Tin Tan. La camisa era de ter-
lenka, una tela barata que se estiraba muy bueno a la hora de bailar. Nos echába-
mos glostora en el pelo porque era brillante y permitía hacernos la mota, al estilo
Elvis Presley. (Victoria 2006)
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de Elvis Presley; de los mexicanos apropia el uso del saco largo y pantalón Ever Astudillo, De la noche, 1985,
bombacho al mejor estilo de Tin Tan; y de los cubanos los zapatos de dos lápiz sobre papel, 100 x 120 cm. Foto:
Otto Moll, cortesía del artista.
colores. Ulloa concluye afirmando que este pachuco representó primero
a la generación de los años treinta y luego activaría la salsa en Cali entre
los años sesenta y ochenta. Dámaso Pérez Prado le hizo un homenaje
con el tema musical Pachuco bailarín (1953) y mi generación, en los años
noventa, cantó Pachuco del grupo mexicano la Maldita vecindad y Los
hijos del quinto patio.
[...] está cargada, como todas las creaciones populares, de una pluralidad de
significados. […] [En sí] los «pachucos» son bandas de jóvenes, generalmente de
origen mexicano, que viven en las ciudades del sur y que se singularizan tanto
por su vestimenta como por su conducta y su lenguaje. […] la novedad del traje
reside en su exageración. El pachuco lleva la moda a sus últimas consecuencias y
la vuelve estética. Ahora bien, uno de los principios que rigen la moda norteame-
ricana es la comodidad: al volver estético el traje corriente, el pachuco lo vuelve
«impráctico». Niega así los principios mismos en que su modelo se inspira. De ahí
su agresividad. (1994)
De este modo, Paz asegura que la actitud agresiva del pachuco se debe a
que defiende su «voluntad de no-ser», producto de negar tanto la socie-
dad de la cual procede como la norteamericana que lo acoge.
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orgullo ser camaján, salir pintoso y atravesar la ciudad embambado y encamaja- Ever Astudillo, Esquina Calle 15
nado. El camaján viene de las películas cubanas o méxico-cubanas en que actuaban (día), 1979, grafito sobre papel, 120
camajanes. El camaján invadió a Cali con su actitud. Salían a la calle para que los x 140 cm. Foto: Otto Moll, cortesía
vieran vestidos de camaján. Fue parte de la cultura caleña tanto el camaján como del artista.
el pachuco. Esa época fue particular porque las fotografías de la gente vestida a lo
pachuco se veían como deformes, era un vestido arrebatado. Las sirvientas fueron
las que me enseñaron la música tropical y las rancheras. En Cali había emisoras
exclusivas de camajanería y pachucada. Emisoras populares con diez programas
diarios de la Sonora Matancera para matancerómanos. (Mayolo 2005)
La zona era el barrio Sucre, la calle 19, de la carrera 15 a la 8. A finales de los cin-
cuenta decidieron acabar con eso porque era un peligro para la ciudad, pero siem-
pre fue olla, sigue siendo olla y lo seguirá siendo. El barrio Sucre es peligrosísimo.
Cuando acabaron con la zona de tolerancia esa zona se extendió por toda la 15
hasta abajo. Cuando digo hasta abajo es de la carrera 15 con 15 hasta la carrera
15 con 45; el Teatro María Luisa estaba en la 30. Eso hizo que se agruparan muchos
negocios en la noche cerca al teatro. (2006)
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puertorriqueña en la cultura de la pobreza: San Juan y New York (1971 Ever Astudillo, Coronó, 1979,
[1969]). A partir de estas historias de vida, Lewis hace una interpretación grafito sobre papel, 120 x120 cm.
Foto: Otto Moll, cortesía del artista.
de la vida urbana y los sectores populares de Ciudad de México y Puerto
Rico. El autor compartió la cotidianidad y la rutina de las familias, y
escribió desde la voz autobiográfica de sus miembros; y fue esta acción
participante la que terminó reafirmando en Astudillo la voz que expresa
su obra y su ciudad, desde el sector por donde circulan las rutas urbanas
Blanco y Negro o Papagayo.
300 301
Referencias
Alape, Arturo. 1987. «Cali: La historia del miedo cotidiano y Lewis, Oscar. 1971. La vida. Una familia puertorriqueña en la
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302 303
Fuentes
complementarias
de la investigación
El presente listado recoge las fuentes que no fueron referen- Buenaventura, Nicolás. 1972. «El arte de Beatriz González»,
ciadas en los capítulos y que ameritan ser mencionadas pues en: Esquirla, suplemento literario de El Crisol, 7 de mayo. Cali.
contribuyeron al engranaje de la investigación. Cabe desta- Buenaventura, Nicolás. 1972. «Fotografía-Arte», en: Esquirla,
car que se revisaron diversos artículos, además de los aquí suplemento literario de El Crisol, 26 de marzo. Cali.
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Índice alfabético
A Ackerman, Moritz: 117
Acosta, Jaime: 26, 125, 183, 187, 221, 225, 227
Atcon, Rudolph: 111
Atlas Mnemosyne (1924-1929): 21
Acto de fe (1970): 143 Autorretrato dormido (1971): 143
Adiós a Cali (1990): 21, 57, 127, 131 Azcona, Antonio: 187
Agarrando pueblo (1978): 39, 89
Aguilera Garramuño, Marco Tulio: 229, 233, 235
A la carrera (1991): 127
B Baeza, Carlos: 237
Barney, Benjamín: 26, 55, 101
Alameda (barrio): 257 Barranquilla: 37, 103, 191, 287, 289
Alape, Arturo: 15, 27, 121, 133, 135, 143, 233, 235, 245, 265, 281 «Barranquilla, Cali y Medellín» (1974): 289
Alexandrovich, Jaime: 75 Barrio Obrero: 255, 257, 259, 281, 283, 285, 291, 297
Alexandrovich, Simón: 26, 125, 173, 227 Barrios, Álvaro: 23, 51, 53, 191, 193, 195, 197, 287
Al pelo (1991): 127 Barrios, Dolores: 87
Al pie (1991): 127 Bartelsman, Gertjan: 26, 167, 173, 181, 183, 187, 231, 233,
Alvarado Tenorio, Harold: 133, 189, 195 235, 237, 239
Álvarez, Carlos: 87, 227 Bartelsman, Jan: 41, 157, 231
Álvarez, Édgar: 213 Batallón de Infantería Pichincha: 55, 75, 99, 101, 267
Álvarez, Santiago: 143, 147 Bejarano, Álvaro: 26, 189
Álvarez Gardeazábal, Gustavo: 115, 183 Bejarano, Guillermo: 21, 26
Andrés Caicedo: unos pocos buenos amigos (1986): 21, Benavides, Horacio: 229, 233, 235
127, 155, 225, 227, 229 Benedetti, Mario: 177, 179
Ángel, Félix: 22, 213 Benjamín Herrera (barrio): 245, 257
Angelita y Miguel Ángel (1971): 165, 183, 189, 193, 219, 221, Bergman, Ingmar: 17, 141, 263
227, 229 Bernal, María Elena: 231
Antonio María Valencia: música en cámara (1987): 21, 127 Betania (corregimiento de Bolívar, Valle del Cauca):
Aparicio, Jaime: 63, 103 133, 135
Aquelarre (revista, Cali, 1971-1973): 7, 183 Bienal Americana de Artes Gráficas: 18, 37, 55, 63, 103,
Arango, Diego: 123, 197, 207, 209 123, 185, 195, 209, 251, 269, 271
Arango, Gonzalo: 41, 43, 45, 47, 49, 51, 53, 177, 179 Bienal Iberoamericana de Pintura Coltejer: 22, 37
Arango, Renán Darío: 213 Bogotá: 25, 37, 45, 65, 67, 77, 83, 85, 91, 103, 107, 133, 139, 141,
Arbeláez, Jotamario: 26, 45, 49, 51, 53 145, 147, 169, 171, 187, 191, 197, 207, 227, 233, 235, 273, 289
Arbeláez, Ramiro: 14, 24, 25, 28, 65, 81, 187, 201, 219, 223, Bongue, Nils: 157
225, 227, 229, 239 Bonilla Aragón, Alfonso: 77, 81, 83, 93, 103, 105, 189
Arenas, Carlos: 77 Borges, Jorge Luis: 183, 189, 191
Arenas, Édgar: 235 Borrero, María Clara: 21, 26
Ariza, Patricia: 141 Botero, Fernando: 45
Arocha, Luis Ernesto: 51, 85 Brinati, Giovanni: 47, 157
Arrabal, Fernando: 51 Broll, Ute: 125, 227
Art déco: 259, 277, 291 Buenaventura, Enrique: 115, 141, 143, 145, 173, 177, 221
Arte-sano cuadra a cuadra (1988): 127 Buenaventura, Nicolás: 25, 26, 157, 195, 201, 203, 205
Asociación para la Promoción de las Artes (Proartes): Buenaventura (Valle del Cauca): 39, 91, 97, 135, 201, 247
35, 163, 171, 173 Buga (Valle del Cauca): 97, 103, 135
Astaire, Fred: 295 Bullita, Juan: 227
Astudillo, Ever: 16, 17, 18, 22, 23, 24, 25, 26, 57, 125, 217, 245, Buñuel, Luis: 17, 129, 279, 293
247, 249, 251, 253, 255, 257, 259, 261, 263, 265, 267, 269, 271, Bursztyn, Feliza: 193, 197
273, 275, 277, 279, 281, 283, 285, 287, 289, 291, 293, 295, 297, Buzzi, Ernesto: 157, 185, 197, 213, 231
299, 301
Astudillo, Ricaurte: 263
C Caballero, Gerardo: 233
Caballero, Luis: 157, 289
Cineclub de La Tertulia: 157
Cineclub del TEC: 221, 225
Cahiers du cinéma (revista, Francia, 1951-): 141, 225 Cine Cubano (revista, Cuba, 1960-): 129
Caicedo, Andrés: 17, 33, 65, 67, 69, 75, 77, 85, 91, 109, 113, Cinemateca de la Tertulia: 81, 225, 229, 247
143, 159, 161, 165, 167, 173, 177, 179, 181, 183, 187, 189, 191, Cinemateca Distrital: 83, 85, 227
199, 219, 221, 223, 225, 227, 229, 231, 237 Cinéma vérité: 17
Caicedo, Carlos: 26 Cine Subterráneo: 85, 165, 223
Calderón Schrader, Camilo: 23, 77, 83, 271 Ciudad Solar: 7, 13, 16, 17, 18, 24, 26, 27, 57, 63, 71, 83, 85,
Cali: ayer, hoy y mañana (1995): 21, 91, 127 123, 155, 157, 159, 161, 163, 165, 167, 169, 171, 173, 175, 177,
Cali, cálido, calidoscopio (1985): 21, 127 181, 183, 185, 187, 189, 191, 193, 195, 197, 199, 201, 203, 205,
Cali, ciudad de América (1972): 23, 27, 69, 77, 79, 81, 83, 85 207, 209, 211, 213, 215, 217, 219, 221, 223, 227, 229, 231, 233,
Cali de película (1973): 125, 127, 139, 149 235, 237, 239
Caligari: cine y fotografía (revista, Cali, 1982): 133, 237, 239 Ciudad Solar (documental, 1994): 21, 163
Caliwood: 21, 33, 91, 183 Clark, José de Jesús: 69, 99, 103, 107
Calvo, Máximo: 91 Club Campestre: 105
Calzadilla, Juan: 269 Club Cultural La Tertulia: 13, 41, 47, 157
Cámara ardiente (1990-1991): 127 Club San Fernando: 55
Camilo Torres (documental, 1966): 51, 79, 223 Cohn-Bendit, Daniel: 117, 119
Camnitzer, Luis: 275 Colegio Berchmans: 133
Campanella, Tommaso: 181 Colegio de Nuestra Señora del Pilar: 173, 177
Campo, Oscar: 21, 26, 225 Colegio de Santa Librada: 109, 121
Caracolina: 265, 267 Colegio Hispanoamericano: 177
Carbonell, Galaor: 103, 287 Compañía de Fomento Cinematográfico (Focine): 39
Cárdenas, Santiago: 193, 195, 197 Congreso Latinoamericano de Escritores (México, 1967):
Cardona, Manuel: 197, 207 177
Carmina, Rosa: 279 Cordero Reiman, Karen: 19
Carne de tu carne (1983): 137, 229 Cormorán y Delfín. Revista planetaria de poesía
Carnevale, Graciela: 27, 37 (Argentina, 1963-1973): 177
Caro, Antonio: 287, 289 Coronel Campos, Willy: 165, 171, 175, 187
Carpentier, Alejo: 177, 179 Corrida (1965): 145
Cartago (Valle del Cauca): 39, 97, 103, 261 Cortázar, Julio: 183
Cartón de Colombia: 99, 103, 145, 187 Cortázar, Ricardo: 167, 187, 213
Carvajal, Eduardo (La Rata): 26, 89, 125, 127, 139, 149, 163, Cortés, Tito: 299
167, 181, 187, 219, 227, 249 Cristóbal Colón (barrio): 83, 85
Carvajal, Plinio: 233, 235 Cromos (revista, Bogotá, 1916-): 33, 45, 51
Casa de la Amistad con los Pueblos: 183, 213, 233 Cruz, Bobby: 71
Casa de las Américas: 177, 179 Cruz, Rosalía: 157
Casa de las Américas (revista, Cuba, 1960-): 177, 179 Cuba: 71, 73, 81, 83, 99, 143, 213
Castañeda, Alfredo: 121 Cuéllar, Lila: 157
Castillo, Miguel: 213 Cuerpos de Paz: 13, 115, 117
Castro, Fidel: 43, 73, 117
Ceilán (Valle del Cauca): 133, 135
Cementos del Valle: 141
D Davis, Angela: 215
Delgado, Cecilia: 213
Centenario (barrio): 41, 133, 137, 255 Delgado, Gilma: 261
Centro Administrativo Municipal (CAM): 99, 101 Delgado, Gloria: 55, 173, 185, 191
Centro de Arte Actual de Pereira: 37 Diario del Pacífico (diario, Cali, 1925-1957): 267
Centro de Investigación y Documentación Artística Díaz, Omar: 233, 235
Bertolt Brecht (CIDAB): 225 Díaz Martínez, Luis Alberto: 15, 22, 26, 27, 163, 175, 217,
Cerro de las Tres Cruces: 133, 237 239, 245
Chircales (1966-1972): 223 Diestro, Alfredo del: 91
Cine Club de Cali: 14, 17, 18, 26, 63, 65, 85, 143, 157, 159, 183, Doglioni Publicidad: 187
187, 219, 221, 223, 225, 227, 229, 291, 295 Donneys, Vicky: 117
308 309
Duque, Carlos: 26, 69, 87, 145, 173, 183, 187, 195, 203
Duque, Lisandro: 39, 85, 109
F Faccio, Gino: 157
Federación de Estudiantes de la Universidad del Valle
Durero, Alberto: 53 (FEUV): 115, 117, 119
Federación de Trabajadores del Valle del Cauca
E Echevarría Barrientos, Raúl: 205
Echeverría Álvarez, Luis: 103
(Fedetav): 141, 183, 213
Fellini, Federico: 17, 141, 143
Eco Contemporánea (revista, Argentina, 1961-1969): 53 Fernández, Líber: 173, 227
Ecran (revista, Chile, 1930-1969): 295 Fernández Retamar, Roberto: 177, 179
Eggen, Peter: 173, 247 Fernell Franco: escritura de luces y sombras (1995): 21
Ehrenberg, Felipe: 49, 53 Ferrocarril del Pacífico: 69, 91
Eisenstein, Sergei: 45, 141, 147, 221, 237 Festival de Arte de Cali (1961-1970): 35, 41, 45, 47, 49, 51, 55,
El acorazado de Potemkin (1925): 141 79, 103, 157, 167
El basuro (1968): 143 Festival de Arte de Vanguardia (1965-1969): 33, 35, 41, 43,
El Bogotazo: 121 45, 47, 49, 51, 79, 167, 177, 209
El Calvario (barrio): 281 Festival de Benalmádena: 217
El Corno Emplumado / The Plumed Corn (revista, Festival de Cannes: 217
México, 1962-1969): 49, 51, 53, 55, 177 Festival Estudiantil de Artes: 35
El Crisol (diario, Cali, 1932-1980): 45, 109, 111, 115, 123, 161, Filmolaboratorios S. A.: 77
167, 187, 189, 193, 205, 211, 221, 231 Font, Ramón: 227
El Dovio (Valle del Cauca): 133 Fotofijaciones: retrato hablado de Eduardo Carvajal
El Espectador (diario, Bogotá, 1911-): 85 (1989): 127, 181
El gabinete del doctor Caligari (1920): 137 Fraga, Jorge: 73
El Guabal (barrio): 67, 73, 83, 85, 87, 89, 93, 107 Franco, Fernell: 17, 22, 25, 26, 27, 39, 55, 57, 77, 113, 125, 145,
Elkins, James: 18 155, 159, 173, 187, 197, 201, 203, 205, 217, 233, 235, 237, 245,
El País (diario, Cali, segunda época 1950-): 51, 75, 95, 97, 247, 249, 251, 263, 273, 279
111, 117, 145, 205, 231, 233, 269 Función de gala: historia de los teatros de cine y del
El Peñón (barrio): 24, 159, 201, 229, 231, 233, 237 cine en Cali (2002): 22, 157
El Pueblo (diario, Cali, 1975-1986 / 2012-): 217, 221, 253, 285
El rey del barrio (1949): 283, 293
El Taller: 41, 157
G Galería Belarca: 191, 207, 287
Galería del Club de Ejecutivos: 191
El Tiempo (diario, Bogotá, 1911-): 51, 71, 271, 273, 289 Galería La Oficina: 37, 191
En busca de «María» (1985): 21, 127 Galindo Herrera, Alberto: 93, 99, 107
Escobar, Eduardo: 45 Gamba, Eduardo: 157
Escobar Navia, Álvaro: 173, 187, 233 García, Bernardo: 109
Escobar Navia, Rodrigo: 89 García Márquez, Gabriel: 177, 217
Escuela Departamental de Bellas Artes: 22, 41, 47, 93, 183, García, Juan Fernando: 183, 213
193, 197, 199, 213, 237, 255, 261 García, Mirtha: 26, 27, 165, 175, 185, 187, 239
Esmeraldas (Ecuador): 175 García, Santiago: 41, 45, 143, 145
Esquirla (semanario): 45, 85, 115, 161, 187, 193, 213, 231 Garmendia, Salvador: 177, 179
Estadio Pascual Guerrero: 81, 99, 103, 107 Garrido, Jaime: 235, 237
Estados Unidos: 43, 49, 55, 73, 75, 77, 99, 117, 131, 137, 139, Gavaldón, Roberto: 293
167, 169, 187, 219, 251 Gaviria, Víctor: 183
Estrada, Lucas: 77 Getino, Octavio: 129, 141, 223
«Ever Astudillo. De la memoria urbana» (2006): 22, 253, Giangrandi, Umberto: 123, 197, 207, 209
255, 283 Gigante (1956): 139
«Ever Astudillo dibujos, Fernell Franco fotografías y Gil, Aníbal: 231
Oscar Muñoz dibujos» (1979): 18, 247, 249, 251 Gimnasio El Pueblo: 81, 89, 99, 107
Explosión de Cali: 13, 15, 26, 55, 57, 123, 133, 135, 137, 229 Ginzburg, Carlo: 19, 20
Exposición Panamericana de Artes Gráficas: 55, 103, 209 Giraldo, Diego León: 45, 51, 77, 79, 81, 83, 85, 177, 223
Godard, Jean-Luc: 221
Gómez, Cristina: 231
Gómez, Domingo: 75 Iriarte, María Elvira: 287
Gómez Jaramillo, Ignacio: 47, 121 Isaac, Alberto: 81
Gómez Sicre, José: 51 Isaacs, Jorge: 49, 69, 91
Góngora, Leonel: 193, 197
González, Beatriz: 157, 193, 195, 197, 207 J Jalisco (Édgar Mejía Vargas): 111, 113, 121, 123
González, Camilo: 117, 121 Jamundí (Valle del Cauca): 135
González, Gregorio: 145 Jaramillo, Carlos Arturo: 183, 187
González, Hernando: 143 Jaramillo, Carmen María: 16, 22, 23, 28, 277
González, Miguel: 16, 22, 23, 24, 25, 26, 103, 155, 157, 159, Jaramillo, Luciano: 105
165, 171, 173, 177, 185, 187, 191, 193, 197, 199, 201, 203, 205, Jaramillo, María de la Paz: 16, 287, 289
207, 209, 211, 221, 227, 239, 247, 249, 251, 287 Jaramillo, Oscar: 16, 287, 289
González, Sergio: 187 Jaramillo Escobar, Jaime (X-504): 53
Granada, Carlos: 45, 47, 123, 209 Jiménez, Carlos: 117
Grau, Enrique: 51, 79, 105, 157, 177, 185 Jiménez de Niño, Gilma: 271
Greenberg, Clement: 275 Jodorowsky, Alejandro: 51
Grupo El Techo de la Ballena (Caracas, 1961-1969): 53, 177 Jodorowsky, Raquel: 49, 51
Grupo Punto Rojo (Bogotá, creado en 1973): 229, 233, 235 Johnson, Jan: 81
Guacarí (Valle del Cauca): 39, 255 José Javier Jorge (Álvaro Medina): 53
Guerra de Vietnam: 111, 119, 169 Juventa (revista, Cali, 1965): 177
Guerra Fría: 49, 73, 111, 185, 275 Juventud Comunista Colombiana (JUCO): 121, 173
Guerrero, Alfredo: 213, 287
Guerrero, Hernando: 24, 25, 26, 57, 71, 85, 115, 123, 133, 139,
141, 155, 157, 159, 161, 163, 165, 167, 169, 171, 173, 175, 177,
K Kennedy, John F.: 115, 117
Korporaal, Giovanni: 77
179, 181, 183, 185, 187, 191, 193, 195, 199, 211, 213, 215, 217, Kurosawa, Akira: 141
219, 221, 223, 225, 231, 237, 239, 245, 253, 285
Guerrero, María Teresa: 23
Guevara, Che: 49, 117, 169
L La Cumbre (Valle del Cauca): 217
Ladrón de bicicletas (1948): 129
Guillén, Nicolás: 177, 179 Lago, Manuel: 55
Gutiérrez, Alberto: 47, 233 La hora del lobo (1968): 263
Gutiérrez, Uriel: 121 La hora de los hornos (1968): 129, 141, 223
La Merced (barrio, Buenaventura): 24, 27, 123, 155, 159,
H Handler, Mario: 147 161, 163, 165, 167, 175, 185, 187, 189, 193, 197, 199, 201, 213,
Han matado a Tongolele (1948): 293 219, 227, 233, 239
Herrán, Pedro Alcántara: 26, 41, 45, 49, 53, 55, 103, 105, 141, La Nueva Prensa (semanario y luego diario, Bogotá,
177, 183, 185, 197, 207, 209, 211, 213 1961-1967): 47, 51
Herrera, Álvaro: 159, 165, 187, 193, 211, 231 La Patria (diario, Manizales, 1921-): 45
Herrera Barona, Jorge: 77, 83, 150 La Pilota (barrio, Buenaventura): 201
Hinestrosa, Ducardo: 45 La Primavera (corregimiento de Bolívar, Valle del
Holguín Sardi, Carlos: 93, 95, 97, 101 Cauca): 133, 135
Homar, Lorenzo: 55, 183, 185, 233 La Tulia (corregimiento de Bolívar, Valle del Cauca):
Hopper, Edward: 273 133, 135
Hotel Alférez Real: 55 La Violencia en Colombia. Estudio de un proceso
Hotel Aristi: 47 social (1962): 43, 209
Hoyos, Kitty de: 293 Leal, Eutiquio: 115, 233, 235
Hoyos, Martha: 47, 55, 77, 83, 103 León Frías, Isaac: 227
León, Phanor: 155, 159, 165, 173, 183, 185, 187, 211, 231, 233,
I Iglesia de San Ignacio (1970): 147
Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos
235, 237
Lewis, Oscar: 89, 299, 301
(ICAIC): 73, 75, 97 Ley del sobreprecio: 39
Instituto Popular de Cultura (IPC): 15, 41 Librería Nacional: 45, 47, 177
Iovino, María: 22, 155, 279 Llanos, Héctor: 26, 291
310 311
Loboguerrero, Camila: 183 Moré, Benny: 281
Londoño, Luis Alfonso: 89, 91 Muñoz, Oscar: 16, 18, 22, 26, 35, 57, 155, 159, 165, 197, 199,
López, Carlos Alberto: 213 201, 207, 217, 245, 247, 249, 251, 253, 277, 289
López, Pepito: 299 Museo de Arte Moderno de Bogotá: 22, 51, 191, 287, 289
López Dueñas, Susana: 173 Museo de Arte Moderno de Medellín: 191
«Los novísimos colombianos» (1977): 23, 289 Museo de Arte Moderno La Tertulia: 18, 37, 41, 47, 55, 103,
Los olvidados (1950): 129, 293 157, 173, 185, 191, 193, 195, 205, 229, 247, 249, 251, 269, 271,
Lozano, Fabio: 181, 187, 195 287, 291
Lucena, Clemencia: 123, 277
Lugar a dudas: 17, 25, 147, 199, 253, 255
N Nadaísmo: 43, 45, 51, 53, 55, 79, 179
Nadaísmo 70, revista americana de vanguardia
M Macho, Victorio: 69 (Bogotá, 1970-1971): 53
Madriñán, Jorge: 197, 207 Nava, Thelma: 177
Manifiesto nadaísta: 43, 45 Negreiros, María Thereza: 41, 47, 105, 157
Manuelita (ingenio azucarero): 43, 141 Negret, Édgar: 45, 121, 173, 193, 195, 197, 209
Marcha (semanario uruguayo, 1939-1974): 177 Negret, Gerardo: 157
Marcuse, Herbert: 111 Neorrealismo italiano: 16, 39, 129, 255, 277
María (1867), novela de Jorge Isaacs: 49, 69 Nicholls, Hernán: 25, 26, 27, 125, 145, 173, 187, 201, 203
María (1922), película de Máximo Calvo y Alfredo Nicholls Publicidad: 77, 187, 201, 203
del Diestro: 91 Nieto, Jorge: 21, 91, 229
María (1965), película de Enrique Grau: 51, 79 Niño, Jesús: 157
Marías, Miguel: 227 Nochlin, Linda: 275
Marín, Carlos: 225 Nueva Ola francesa: 17, 137
Márquez, Judith: 121
Martínez, Pedro I.: 47
Martínez Pardo, Hernando: 91
O Obregón, Alejandro: 45, 105, 121, 157
Ocampo Londoño, Alfonso: 109, 113, 115, 117
Mayo del 68: 117, 169 Occidente (diario, Cali, 1961-): 51, 93, 103, 111, 113, 117,
Mayolo, Carlos: 16, 17, 21, 23, 24, 25, 27, 37, 39, 57, 63, 65, 67, 119, 169, 191, 203, 205, 209, 211, 221
71, 73, 77, 79, 83, 85, 89, 91, 101, 119, 123, 125, 127, 129, 131, Oiga vea (1972): 17, 23, 57, 63, 65, 67, 69, 75, 77, 79, 81, 83, 85,
133, 135, 137, 139, 141, 143, 145, 147, 149, 155, 165, 169, 173, 87, 91, 93, 109, 125, 127, 143, 147, 165, 223
175, 179, 181, 183, 187, 211, 219, 223, 225, 227, 229, 297 Ojo al cine (revista, Cali, 1974-1976): 65, 107, 109, 187, 221,
Mayolo, Jorge: 131 225, 227, 229
Medellín: 16, 22, 37, 43, 103, 191, 289 Ojo y vista: peligra la vida del artista (1987): 127
Medina, Álvaro: 16, 23, 49, 53, 233, 249, 251, 287, 289 Olimpiada en México (1969): 77, 81
Medina, Cuauhtémoc: 51 Ordóñez, Jesús: 45
Mejía, Norman: 41, 45, 49 Ordóñez, Juan Fernando: 159, 173, 187, 229, 231, 233, 235, 237
Mello, Thiago de: 177, 179 Ordóñez, Luis Aurelio: 22, 27, 109, 115
Mena, Mariela: 26, 167, 187, 193 Ordóñez, Pakiko: 22, 24, 25, 26, 123, 155, 157, 159, 163, 165,
Mercado, Jairo: 233, 235 167, 171, 173, 175, 181, 185, 187, 193, 195, 197, 199, 201, 211,
Mercado, José Ramón: 233, 235 215, 229, 231, 233, 235, 237, 239
México: 27, 55, 69, 77, 83, 103, 113, 121, 177, 189, 277, 293, Orozco, Astrid: 187, 193, 227
299, 301 Ospina, Eduardo: 131
Mikey, Fanny: 27, 47, 49, 51, 157 Ospina, Luis: 16, 17, 21, 23, 24, 25, 26, 39, 57, 63, 65, 67, 73, 75,
Mirante en cuadro I (1988): 21 77, 79, 83, 85, 87, 89, 91, 93, 107, 123, 125, 127, 129, 131, 133,
Mizrachi, Sally: 199 135, 137, 139, 143, 149, 155, 165, 173, 175, 187, 199, 217, 219,
Molist, Segismundo: 227 221, 223, 225, 227, 229, 237, 239
Mondragón, Sergio: 49 Ospina, Sebastián: 87
Monsalve, Margarita: 231 Oviedo, Fabio: 197, 213
Monserrate (1971): 147
Monsiváis, Carlos: 15, 17, 57, 279
Monterroso, Augusto: 179
P Pachuco: 15, 295, 297, 299
Pacífico: 39, 69, 83
Mora, Jorge: 123 Pájaro Cascabel (revista, México, 1962-1968): 177
Palacio de San Francisco: 55, 101 Restrepo, Javier: 287
Palau, Carlos: 39, 217 Restrepo de Agudelo, Rita: 271
Palmira (Valle del Cauca): 43, 97, 103, 135 Revolución cubana: 41, 43, 51, 127, 169, 179, 281
Pance (corregimiento de Cali): 93 Rey, Pedro: 83, 85
Partido Comunista Colombiano (PCC): 41, 45, 87, 127, 139, Rey de Romero, Luz Stella: 26, 27, 47, 157
141, 143, 159, 183, 185, 203, 213 Reynoso, Antonio: 77
Pastrana Borrero, Misael: 67, 69, 71, 95, 101, 105, 113, 123 Río Cali: 55, 93
Pava, Arturo de la: 225 Río Cauca: 89
Paz, Luis: 213 Riopaila (ingenio azucarero): 43
Paz, Octavio: 291, 297 Rivera, Augusto: 105, 231
Peña, Isaías: 233, 235 Rocca, Francisco: 185, 197, 207
Pérez Prado, Dámaso: 297 Rocha, Glauber: 129, 131
Piedrahita, Guillermo: 165, 227 Rochaix, Juan Leopoldo: 87
Pini, Ivonne: 23 Roda, Juan Antonio: 105, 197, 207, 233
Pino, Luis Fernando: 235, 237 Rodríguez, Marta (artista): 18, 213
Planas (Vichada): 53 Rodríguez, Marta (documentalista): 223
Plaza de Cayzedo: 69, 111, 125, 167 Rodríguez Amaya, Fabio: 123
Plaza de toros Cañaveralejo: 47, 99 Rogers, Ginger: 295
Pons, María Antonieta: 279 Rojas, Carlos: 193, 197
Popayán (Cauca): 39, 69, 121, 195, 257, 263, 269, 271, 273 Rojas, Miguel Ángel: 16, 273, 277, 287
Presley, Elvis: 175, 295, 297 Rojas Pinilla, Gustavo: 13, 15, 55, 95, 121, 265, 267
Primer Salón de Artes Plásticas (1972): 271 Roldán, Diego: 117
Primer Salón de Artistas Jóvenes del Museo La Tertulia Roma, ciudad abierta (1945): 16
(1972): 213 Romero Lozano, Daniel: 157, 197
Primer Salón Grancolombiano de Pintura (1963): 35 Romero Rey, Sandro: 26, 27, 28, 127, 223, 229, 237
Primer Salón Panamericano de Pintura (1965): 35 Rosé, Robert: 145
Pudovkin, Vsévolod: 237 Rossellini, Roberto: 16
Puente Ortiz: 55, 71, 167 Rubiano Caballero, Germán: 16, 195, 273, 287
Punto Rojo (revista, Bogotá, 1974-1976): 233 Ruiz, Darío: 16, 287
Ruiz, Gustavo: 117
Q Quijano, Alfonso: 197, 207
Quinta de Bolívar (1969): 147
Quintero de Guerrero, Marina: 159, 215
S Saavedra Galindo (barrio): 24, 245, 255, 257, 259, 261, 267,
269, 283
Quinto Patio (1950): 293 Sáenz, Jaime: 77
Quito (Ecuador): 175 Salcedo, Bernardo: 271
Salcedo, Helio: 213
R Rama, Ángel: 177, 179
Ramírez, Fabián: 173, 187, 221, 227
Salcedo Silva, Hernando: 85, 143
Salón Austral de Pintura, Dibujo y Grabado (1968): 55
Ramírez, Saturnino: 16, 277, 289 Salón Bolivariano de Pintura: 35
Ramírez Villamizar, Eduardo: 45 Salón de Pintura y Escultura (1964): 35
Randall, Margaret: 27, 49, 53, 177 Salón Nacional de Artistas: 23, 183, 201, 247, 269, 271
Ravassa, Gerardo: 197 Sánchez, Alfredo: 45, 173, 187
Ray, Richie: 71, 147 Sánchez, Luis Alfredo: 39
Rayo, Omar: 53, 105, 193, 197 Sánchez, María Eugenia: 229, 233
Realismo: 17, 45, 49, 129, 215, 251, 253, 273, 275, 277, 289, 293 Sánchez, Ricardo: 117
Rebelde sin causa (1955): 139 Sanclemente, Néstor: 47
Rebetez, René: 77 San Fernando (barrio): 5, 99, 107, 109, 111, 133, 281
Relator (diario, Cali, 1915-1960): 135, 265 San Judas Tadeo (barrio): 89
Rendón, Augusto: 45, 197, 207 San Louis (Missouri, EE.UU.): 55
Rendón, Jaime: 193, 197, 207 San Nicolás (barrio): 257, 281, 285
Resortes (Adalberto Martínez): 279, 283, 295 Santa Mónica (barrio): 191
Restrepo, Alonso: 187 Santander de Quilichao (Cauca): 135, 185
312 313
Santiago de Chile (Chile): 55, 83, 103, 173 Tin Tan (Germán Valdés): 279, 283, 293, 295, 297
Santo Domingo (barrio): 89 Tiro al blanco (revista, Cali, 1975): 233, 235
Santo (El Enmascarado de Plata): 17, 277 Tongolele (Yolanda Montes): 279, 297
Santos, Daniel: 75, 265, 295, 299 Toro, Hernán: 175
Satizábal, Phanor: 155, 201 Torres, Camilo: 43, 79, 169, 177
Schroeder, Barbet: 183 Torres, Marcos: 73, 85
Secretaría de Cultura y Turismo de Cali: 22, 65, 163 Traba, Marta: 12, 16, 22, 23, 37, 45, 47, 49, 51, 139, 177, 205,
Serrano Rueda, Eduardo: 16, 22, 23, 27, 191, 207, 249, 251, 287, 289, 291
253, 271, 273, 287, 289, 297 Truss, Ned: 197, 207
Sevilla, Ninón: 279 Tuero, Emilio: 293
Sevilla, Raphael J.: 293 Tuluá (Valle del Cauca): 39, 103
Sevilla (Valle del Cauca): 39 Tumaco (Nariño): 175
Sica, Vittorio de: 129 Tuto González (Carlos Augusto González): 121, 123, 195
Sierra, Alberto: 191, 287
Siloé (barrio): 107, 233
Silva, Jorge: 147, 223
U Ulloa, Alejandro: 22, 281, 283, 285, 295, 297
Una experiencia (1971): 147
Sinisterra de Carvajal, Amparo: 35, 103, 173 Unión (barrio): 89
Soberbia (1942): 141 Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM):
Solanas, Fernando: 129, 223 27, 299
Sonora Matancera: 263, 265, 281, 299 Universidad de California (UCLA): 77, 125, 137, 139, 141, 143
Sousa, John Philip: 69, 109 Universidad del Cauca: 121, 257, 269
Squirru, Rafael: 49 Universidad del Valle: 21, 24, 25, 71, 99, 109, 111, 113, 115,
Sucre (barrio): 281, 285, 299 117, 119, 121, 147, 175, 181, 183, 187, 189, 191, 193, 223, 225,
Suramérica: 39, 107, 111, 171, 173 253, 281, 291
Szeemann, Harald: 275 Universidad Jorge Tadeo Lozano: 23, 271
Universidad Nacional de Colombia: 18, 19, 43, 79, 169, 289
T Taller 4 Rojo: 123, 197, 209
Taller de Investigación Cinematográfica (TIC): 237
Universidad Santiago de Cali: 115, 117, 139, 141, 171, 173,
175, 179
Tarkovski, Andréi: 221 Urbano, Alcides: 85, 87, 89, 107, 109
Teatro al aire libre Los Cristales: 35, 47 Urbano, Jorge Eliécer: 87, 89, 93
Teatro Alameda: 221 Urbano, José: 26, 27, 73, 81, 87, 89
Teatro Aristi: 131 Uribe de Urdinola, Maritza: 47, 55, 157, 173, 185, 191,
Teatro Belalcázar: 255, 281, 287, 291 209, 211
Teatro Bolívar: 131
Teatro Cervantes: 131
Teatro Colón: 131
V Valencia, Álvaro Pío: 41
Valencia, Antonio María: 41, 173
Teatro Embajador: 83 Valencia, Elmo (el Monje Loco): 45, 49
Teatro Escuela de Cali: 167, 261 Valle del Cauca: 35, 39, 47, 83, 91, 97, 99, 133, 135, 149, 171,
Teatro Experimental de Cali (TEC): 13, 47, 83, 85, 141, 143, 217, 225, 255, 267
157, 163, 165, 167, 171 Valverde, Umberto: 27, 177, 283, 285
Teatro Libia: 277 Vanguarda (revista, Cali, 1966-1967): 177
Teatro María Luisa: 257, 277, 295, 299 Vanguardia: 12, 23, 33, 35, 41, 51, 53, 103, 167, 177, 195, 271,
Teatro Mariscal Sucre: 293 289
Teatro Municipal: 47, 163, 173 Varela, Mariana: 277, 289
Teatro Palermo: 293 Vásquez, Elsa: 229
Teatro San Fernando: 85, 113, 221, 223, 225, 229 Vásquez, Jaime: 45, 137, 141, 157
Teatro San Nicolás: 293 Vásquez, María Mercedes: 225
Tejada, Hernando: 41, 47, 157, 185, 193, 197 Vásquez Benítez, Édgar: 22, 57, 89, 101, 115, 257, 285
Tejada, Lucy: 105, 121, 157, 185, 231 Vejarano, Juan José: 143
Teor/ética (San José, Costa Rica): 199 Velasco, Nydia: 131
«Testimonios» (1966): 45, 51 Velasco de Guerrero, Julia Emma: 187
Vélez, Diego: 155, 173, 181, 187
Vélez, Fernando: 113, 181, 183, 187
Versalles (barrio): 133
Versalles (Valle del Cauca): 39
Vertov, Dziga: 147, 237
Vía cerrada (1964): 133
Victoria, Oscar El Tosco: 295
Viene el hombre (1973): 223
Vigo, Edgardo: 53
VI Juegos Panamericanos: 5, 13, 18, 23, 33, 55, 63, 65, 69, 71,
73, 77, 81, 83, 85, 87, 89, 93, 95, 97, 99, 101, 103, 105, 107, 109,
115, 195, 215, 257
VI Juegos Panamericanos (documental, 1971): 73
Villamizar, Pilar: 27, 167, 187, 221, 227
Villegas, Humberto: 267, 269
Villegas, Nelson: 27, 235, 237, 239
Vivas, Gustavo Adolfo: 111, 117, 121
Voz Proletaria (semanario, Bogotá, 1963-): 109, 115
314 315
Cali, ciudad abierta.
Arte y cinefilia en los años
setenta
Proyecto ganador de la Beca de publicaciones artísticas, Presidente de la República
Convocatoria de Estímulos 2012 Juan Manuel Santos Calderón
© del texto: Katia González Martínez, 2012
© de la edición: Ministerio de Cultura, República de Colombia, Ministra de Cultura
2012 Mariana Garcés Córdoba
© del documental Oiga vea: Luis Ospina, 1972
Viceministra de Cultura
ISBN: 978-958-99295-8-2 María Claudia López Sorzano
Ministerio de Cultura
República de Colombia