Lejeune PDF
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RILCE
REVISTA DE FILOLOGÍA HISPÁNICA
PAMPLONA. ESPAÑA / FUNDADA EN 1985 POR JESÚS CAÑEDO E IGNACIO ARELLANO
ISSN: 0213-2370 / 2012 / VOLUMEN 28.1 / ENERO - JUNIO
Identidad y representación
en el discurso autobiográfico
EDITORAS
M.a PILAR SAIZ CERREDA
ROSALÍA BAENA
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RILCE
REVISTA DE FILOLOGÍA HISPÁNICA
2012 / VOLUMEN 28.1 / ENERO - JUNIO / ISSN: 0213-2370
INTRODUCCIÓN
M.ª Pilar SAIZ CERREDA
Identidad y representación en el discurso autobiográfico 8-17
DOCUMENTOS
Georges GUSDORF
La autenticidad 18-48
ENTREVISTA
M.ª Pilar SAIZ CERREDA
Tres preguntas a Philippe Lejeune 49-56
RETAZOS AUTO/BIOGRÁFICOS
Anna CABALLÉ
‘Pasé la mañana escribiendo’: el diario de Zenobia Camprubí (1937-1956) 57-73
Antonio MORENO
Las confesiones discretas: el refugio literario de la intimidad 74-81
Philippe LEJEUNE
De la autobiografía al diario: historia de una deriva 82-88
ARTÍCULOS
Íñigo BARBANCHO
La autobiografía del ‘agotamiento’: perspectivas teóricas y
prácticas de la relación entre la Weltanschauung postmoderna
y el género autobiográfico 89-105
Efrén CUEVAS
El cine autobiográfico en España: una panorámica 106-25
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Gabriel INSAUSTI
Los espejos de Cernuda: su relación con Salinas a la luz de los epistolarios 143-67
Luigi PATRUNO
Escribir al regreso: sobre Notas en vivo (sep-oct. 1982) de Juan José Saer 185-202
Oswaldo ZAVALA
La síntesis y su trascendencia: Sergio Pitol, la escritura autobiográfica
y el fin del occidentalismo 257-72
RESEÑAS / REVIEWS
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De la autobiografía al diario:
historia de una deriva1
PHILIPPE LEJEUNE
Universidad Paris-XIII
Association pour l'Autobiographie (APA)
La Grenette, 10 rue Amédée-Bonnet
01500 Ambérieu-en-Bugey (Francia) RECIBIDO: OCTUBRE DE 2010
[email protected] ACEPTADO: NOVIEMBRE DE 2010
P
aul Valéry decía: “no hay teoría que no sea un fragmento, cuidadosa-
mente preparado, de una autobiografía” (236).2 ¡Y sobre todo cuando se
trata de una teoría de la autobiografía! En líneas generales y resumiendo
mucho: aunque desde los 15 años llevo escribiendo mi diario, sin embargo tu-
vieron que pasar muchos años, cumplidos los 31 (1969), hasta poder centrar
mi investigación en lo que me interesaba: la autobiografía. En la universidad
francesa de la época, este tema no resultaba muy popular, y el terreno (con la
única excepción de dos artículos de Georges Gusdorf y de Jean Starobinski)
estaba prácticamente virgen. Mi carrera investigadora, mi vida como investi-
gador, puede dividirse en dos períodos: de 1969 a 1986, me centré exclusiva-
mente en la autobiografía; después, desde 1987 hasta la actualidad, me he de-
cantado cada vez más por el estudio de los diarios.
La autobiografía y el diario son dos prácticas y dos formas opuestas y
complementarias al mismo tiempo: lo ideal sería llegar a combinarlas. Mi his-
toria personal es la de un joven diarista que terminó por coger una terrible
manía a su diario y lo abandonó después, ya que soñaba con una autobiogra-
fía bien construida, original y seductora. Después mi historia se convierte en
la de un autobiógrafo que llega a la madurez de su vida y descubre los artificios
y debilidades de la identidad narrativa, lo que le lleva a echar la mirada hacia
atrás y volver al primer amor, esta vez tratando de infundir a la práctica del
diario las virtudes de la autobiografía a la vez que trata de evitar las trampas
de ésta. Detrás de obras cultas, podemos encontrar por tanto todo un juego
de pasiones personales y el largo aprendizaje de una frágil cordura. No hay
que escribir una autobiografía, sino escribir el diario de las autobiografías de
uno. Precisamente uno de mis problemas es que el éxito del Pacto autobiográ-
fico (1975) ha fijado, afirmado e inmovilizado mi imagen de “poético”, de te-
órico de la poética; es cierto, lo he sido, lo sigo siendo pero no soy solo esto.
Al contar mi propia historia personal, me gustaría volver a ser yo mismo, re-
cuperar el movimiento y la multiplicidad.
Cuando se deja un país, al ir alejándose es cuando mejor se pueden ver
sus accidentes geográficos. En los años 90, al dejar la autobiografía por el dia-
rio, traté de hacer un retrato de mi trabajo. Pude distinguir lo que no había
cambiado nunca, los rasgos permanentes, y lo que había cambiado, los rasgos
móviles. Trabajé en este retrato durante 10 años y lo más sorprendente es que
¡el mismo retrato ha ido cambiando! Por eso voy a transmitir simplemente el
resultado al que llegué hacia el año 2002.
Pude identificar cinco rasgos fijos, que al mismo tiempo que son caracte-
rísticas de metodología, por llamarlo de alguna forma, son también rasgos de
carácter. Los voy a designar a través de verbos en infinitivo. Son los siguientes:
Hasta aquí lo relativo a los rasgos fijos. En cuanto a los rasgos móviles, han
ido cambiando. He podido identificar los siguientes:
1. “Interdisciplinarizar” (palabra horrible). La autobiografía coquetea con
Notas
Obras citadas