REDRUM - Francisco Ide
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Hasta ahí bien. La parte risible viene cuando te das cuenta de que en el traspaso
mental desde una realidad a otra ―cuando el personaje recibe a su huésped,
digamos―, el cambio que opera es tan mínimo como una modificación en la forma
de mirar o de gesticular. De pronto Brian está conversando con Miriam y Miriam
detecta que Brian ya no es Brian “¿Joshua?”, pregunta. Ahora los ojos de sus ojos
ven. Literalmente: ahora los ojos verdaderos ven a través de los otros ojos,
artificiales. He ahí la joya. Me duele que un poema que amo se haya vuelto risible,
pero en el fondo lo prefiero en su versión humorística. Es la misma bajada a
realidad que con los pájaros. No hay en esto nada más trascendente que la
observación de un absurdo, un aire fresco, una risa tonta. Por eso nada en un
poema es tan relevante fuera del momento previo a su escritura, un estado de
organización mental en que nuestra conciencia se vuelve una especie de crisol de
asociaciones conceptuales, rítmicas, imágenes, sensaciones y en algunos casos
incluso precogniciones. El fantasma anterior a la realización del poema. Un estado
previo al raciocinio organizado que luego es el texto, estado parecido quizás a la
concepción del duende de la que habla Lorca, donde la visión de un algo que
conecta con una naturaleza cualquiera te sitúa en un momento de suspensión
temporal (similar a la idea de la muerte). De alguna manera, creo, el poema
realizado (en tanto forma, en tanto lenguaje) traiciona eso que hace que la
contemplación de la naturaleza (o de un evento o de una idea) active en nosotros
la comprensión de algo intraducible. Después de ese momento desprovisto de
manipulaciones, en su versión más intuitiva y vital, el poema (su energía) ―creo
yo― se acaba. Su realización más interesante está en el terreno de lo psíquico, de
lo privado. La mirada propia está sobrevalorada cuando se fija en cuestiones que
atentan contra las cosas que podrían sencillamente no decirse.
Te ofrezco dos salidas: la mirada del perro o el olor de los limones (suponiendo
que quieres que esta primavera, tan irregular, que se aferra como koala a lo
inestable o como el diablo mismo a la materia, no se acabe nunca. Suponiendo que
esta forma de mirar es una inteligencia verdadera). Cosas simples y duraderas.
Traspaso inalámbrico de la mirada. Casa del poema y refugio de la mente.