Baruc y Epistola de Jeremias Apocrifo
Baruc y Epistola de Jeremias Apocrifo
Baruc y Epistola de Jeremias Apocrifo
1-5)
1
1
Y éstas las palabras del libro que escribió Baruc, hijo de Nerías, hijo de Maasías, hijo de Asadías, hijo
de Helcías, en Babilonia,2 en el año el quinto, en siete del mes, en el tiempo que tomaron los caldeos a
Jerusalén y quemáronla en fuego. 3 Y leyó Baruc las palabras de este libro, en orejas de Jeconías, hijo
de Joaquín, rey de Judá, y en orejas de todo el pueblo, de los que venían al libro, 4 y en orejas de los
poderosos e hijos de los reyes, y en orejas de los ancianos, y en orejas de todo el pueblo de pequeño a
grande, de todos los que habitaban en Babilonia sobre el río Sodi.5 Y lloraban, y ayunaban y oraban
ante el Señor;6 y juntaban dinero, según que de cada uno podía la mano; 7 y enviaron a Jerusalén cerca
de Joaquín, hijo de Helcías, hijo de Salom, el sacerdote y cerca de los sacerdotes y cerca de todo el
pueblo, los hallados, con él en Jerusalén; 8 al tomar él los vasos de casa del Señor, los sacados del
templo, para devolver a tierra de Judá, el diez de Siván: vasos argénteos que había hecho Sedecías, hijo
de Josías, rey de Judá; 9 después de trasladar Nabucodonosor, rey de Babilonia, a Jeconías y los
príncipes, y los cautivos, y los poderosos y el pueblo de la tierra, desde Jerusalén, y le llevó a
Babilonia.10 Y dijeron: «He aquí os hemos enviado dinero; y comprad con el dinero holocaustos y por
el pecado, y olíbano; y haced maná y ofreced sobre el altar del Señor, nuestro Dios; 11 y orad por la
vida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en pro de la vida de Baltasar, su hijo, para que sean los
días de ellos como los días del cielo sobre la tierra. 12 Y os dará el Señor fuerza e iluminará vuestros
ojos; y viviremos bajo la sombra de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y bajo la sombra de Baltasar,
hijo suyo, y les serviremos días muchos, y hallaremos gracia delante de ellos.13 Y orad por nosotros al
Señor, nuestro Dios; pues hemos pecado al Señor, nuestro Dios; y no se ha apartado el furor del Señor,
y su ira de nosotros, hasta este día. 14 Y leeréis este libro que os hemos enviado para recitar en casa del
Señor, en día de fiesta y en días de ocasión;15 y diréis: «Al Señor, nuestro Dios, la justicia, y a nosotros
confusión de rostros; como este día», a hombre de Judá y a los habitantes de Jerusalén;16 y a los reyes
nuestros y a los príncipes nuestros, y a los sacerdotes nuestros y a los profetas nuestros y a los padres
nuestros,17 que hemos pecado ante el Señor,18 y desobedecídole; y no oído la voz del Señor, nuestro
Dios, para andar con los preceptos del Señor, que dio, a nuestra faz;19 desde el día que sacó el Señor a
nuestros padres de tierra de Egipto, y hasta este día hemos sido inobedientes con el Señor, nuestro
Dios; y descuidábamos oír su voz.20 Y apegáronsenos los males y la maldición que ordenó el Señor a
Moisés, niño suyo, en el día que sacó a nuestros padres de tierra de Egipto, para darnos tierra, manando
leche y miel; como este día.21 Y no hemos oído la voz del Señor, nuestro Dios, según todas las palabras
de los profetas que ha enviado a nosotros;22 y nos hemos ido cada uno en pensamiento de su corazón, el
malo, a obrar para dioses otros, a hacer lo malo a ojos del Señor, nuestro Dios.
2
1
Y ha estatuido el Señor su palabra que habló sobre nos y sobre nuestros jueces que han juzgado a
Israel, y sobre nuestros reyes, y sobre nuestros príncipes, y sobre los hombres de Israel y Judá:2de traer
sobre nos males grandes; que no se han hecho debajo de todo el cielo; según que hizo en Jerusalén,
según lo escrito en la ley de Moisés;3 de comer nosotros hombre carnes de su hijo, y hombre carnes de
su hija.4 Y dioles maniatados a todos los reinos, los en contorno nuestro en oprobio e intransitable en
todos los pueblos los en contorno; donde los dispersó, el Señor, allí.5 Y fueron vueltos abajo, y no
arriba; pues hemos pecado al Señor, nuestro Dios, no oyendo su voz.6 Al Señor, nuestro Dios, la
justicia, y a nosotros y nuestros padres la confusión de los rostros; como este día.7 Lo que habló el
Señor sobre nos: todos estos males que han venido sobre nosotros.8 Y no hemos deprecado el rostro del
Señor, para volver cada uno de los pensares del corazón de ellos, el malo.9 Y veló el Señor sobre los
males, y trajo el Señor sobre nosotros; que justo, el Señor, en todas sus obras que nos mandó.10 Y no
hemos oído su voz, para andar con los preceptos del Señor que dio a faz de nosotros.11 Y ahora, Señor,
Dios de Israel, que condujiste tu pueblo de tierra de Egipto en mano fuerte, en señales y en prodigios, y
en fuerza grande y brazo excelso; y te hiciste nombre; como este día;12 hemos pecado, prevaricado,
agraviado, Señor, nuestro Dios, en todas tus justificaciones.13 Apártese tu furor de nosotros; pues
hemos quedado pocos en las gentes donde nos has dispersado, allí.14 Escucha, Señor, nuestra oración y
nuestra súplica, y líbranos, por ti, y danos gracia a faz de los que nos han trasladado;15 para que sepa
toda la tierra que tú, Señor, el Dios nuestro; que tu nombre ha sido invocado sobre Israel y sobre su
linaje.16 Señor, mira de la casa, la santa tuya, y contémplanos; inclina, Señor tu oreja y oye.17 Abre tus
ojos y ve que no los muertos en el infierno, cuyo espíritu de ellos ha sido tomado de las entrañas de
ellos, darán gloria y justificación al Señor;18 sino que el alma la contristada hasta la grandeza; —lo que
anda inclinado y enfermo; y los ojos desfallecientes y el alma, la hambrienta, daránte gloria y
justificación, Señor.19 Porque no sobre las justificaciones de nuestros padres y de nuestros reyes,
nosotros fundamos la misericordia ante tu faz, Señor, nuestro Dios;20 pues has lanzado tu furor y tu ira
contra nosotros; según has hablado en mano de tus niños, los profetas:21 Así dijo el Señor: «Inclinad
vuestro hombro, y trabajad para el rey de Babilonia; y asentaos sobre la tierra que he dado a vuestros
padres;22 y, si no oyereis la voz del Señor: de trabajar para el rey de Babilonia;23 desfallecer haré, de
ciudades de Judá y fuera de Jerusalén, voz de alegría, y voz de regocijo, voz de novio y voz de novia; y
será toda la tierra en intransitable por los habitantes.»24 Y no hemos oído tu voz de trabajar para el rey
de Babilonia; y has estatuido tus palabras que hablaste en manos de tus niños, los profetas: de quien
serían sacados los huesos de nuestros reyes y los huesos de nuestros padres, de su lugar.25 Y he aquí
arrojados están al ardor del día y a la escarcha de la noche; y murieron en trabajos malos, en hambre, y
en espada y en lanzamiento.26 Y has puesto la casa donde fue invocado tu nombre sobre ella como este
día, por maldad de casa de Israel y casa de Judá.27 Y has hecho con nosotros, Señor, Dios nuestro,
según toda tu benignidad y según toda tu conmiseración, la grande;28 según lo que hablaste en mano de
tu niño, Moisés, en día que le mandaste escribir tu ley, ante los hijos de Israel, diciendo:29 «Si no
oyereis mi voz, en verdad este enjambre, el grande, el mucho, se tornará pequeño, en las gentes donde
los dispersaré, allí.30 Pues conozco que no me oirán, no; porque pueblo duro de cerviz es. Y se
convertirán a su corazón en tierra de su transmigración;31 y conocerán que yo, el Señor, el Dios de
ellos. Y les dará corazón y orejas oyentes,32 y me alabarán en tierra de su transmigración, y
rememorarán mi nombre;33 y se volverán de su espalda, la dura, y de sus malas obras; pues
rememorarán el camino de sus padres, de los que pecaron ante el Señor.34 Y los volveré a la tierra que
juré a sus padres, a Abrahán, y a Isaac y a Jacob; y se enseñorearán de ella; y los multiplicaré, y no
minorarán, no;35 estatuiréles testamento eterno: de serles yo Dios; y ellos me serán mi pueblo; y no
moveré ya a mi pueblo de Israel de la tierra que les di.
3
1
Señor Omnipotente, el Dios de Israel, alma en angustias y espíritu desalentado clama a ti.2 Oye,
Señor, y apiádate que hemos pecado delante de ti;3 que tú, sentado por siglo, y nosotros pereciendo por
el siglo.4 Señor Omnipotente, el Dios de Israel, oye ahora la oración de los muertos de Israel y los hijos
de los que pecaron ante ti; que no oyeron la voz de su Dios; y adhirieron a nosotros los males.5 No te
acuerdes de injusticias de nuestros padres, sino acuérdate de tu mano y tu nombre en este tiempo;6 pues
tú, Señor, el Dios nuestro; y te loaremos, Señor.7 Pues, por esto has dado tu temor en nuestro corazón y
porque invoquemos tu nombre; y te loaremos en nuestra transmigración; pues hemos apartado de
nuestro corazón toda la injusticia de nuestros padres los que han pecado ante ti.8 Henos aquí hoy en
nuestra transmigración donde nos has dispersado, allí, para oprobio y para maldición y para culpa, por
todas las injusticias de nuestros padres, los que se apartaron del Señor, nuestro Dios.9 Oye Israel,
mandamientos de vida; advertid a [para] saber prudencia.10 ¿Qué es Israel? ¿Qué, el que en tierra de
los enemigos estés? Te has envejecido en tierra extraña;11 manchado te has con los muertos; contado
has sido con los que al infierno;12 has abandonado la fuente de la sabiduría.13 En el camino de Dios si
hubieras andado, habitaras en paz por el siglo.14 Aprende dónde hay prudencia, dónde hay fuerza;
dónde hay entendimiento: para que conozcas a la vez dónde hay longevidad y vida; dónde hay luz de
ojos y paz.15 ¿Quién ha hallado el lugar de ella? y ¿quién ha entrado en sus tesoros?16 ¿Dónde están los
príncipes de las gentes y los dominadores de las bestias, las sobre la tierra;17 los que en las aves del
cielo jugaban, y la plata atesoraban, y el oro en que confían hombres, y no hay término de la
adquisición de ellos?18 Pues los que la plata labran y se acuitan y no hay invención de las labores de
ellos;19 desaparecieron y al infierno bajaron, y otros surgieron en su lugar.20 Jóvenes vieron luz y
habitaron sobre la tierra; pero camino de saber no conocieron;21 ni entendieron sendas de él, ni lo
cogieron; los hijos de ellos del camino de ellos lejos estuvieron;22 ni fue oído en Canaán ni visto en
Temán.23 Y los hijos de Agar, los que investigan la prudencia, los sobre la tierra, los mercaderes de
Merrán y Temán; y los fabulistas y los investigadores de la inteligencia; —pero camino de sabiduría no
conocieron ni se acordaron de sus sendas.24 ¡Oh, Israel, cuán grande es la casa de Dios, e ingente el
lugar de su posesión!25 Grande y no tiene fin, excelso e inmensurable.26 Allí fueron los gigantes los
renombrados, al principio nacidos, enormes, sabedores de guerra.27 No a éstos eligió Dios, ni camino de
saber les dio;28 y perecieron por no tener prudencia; perecieron por su inconsideración.29 ¿Quién ha
ascendido al cielo y cogídola, y traídola de las nubes?30 ¿Quién ha atravesado allende la mar, y
halládola; y la traerá por oro selecto?31 No hay quien conozca su camino, ni quien excogite su senda.32
Empero el que lo sabe todo, la conoce; la halló por su inteligencia; el que dispuso la tierra por el
sempiterno tiempo, la llenó de bestias cuadrúpedas;33 el que envía la luz y va; llamóla, y le obedeció
con temblor;34 y las estrellas resplandecieron en sus puestos, y alegráronse;35 las llamó y dijeron:
«Henos aquí»; resplandecieron con alegría al que las hizo.36 Este, nuestro Dios; no se contará a otro,
con él.37 Halló todo camino de saber, y diolo a Jacob, niño suyo y a Israel, amado suyo.38 Después de
esto, sobre la tierra aparecióse, y entre los hombres conversó.»
4
1
Este es el libro de los preceptos de Dios, y de la ley, la que es por el siglo; todos los que la guardan, a
vida, pero los que la dejan, morirán.2 Conviértete, Jacob, y cógela; encamínate al esplendor, ante la
lumbre de ella.3 No des a otro tu gloria y la tuya a gente extraña.4 Felices somos, Israel, que lo grato de
Dios conocido nos es.5 Confiad, pueblo mío, memorial de Israel.6 Vendidos habéis sido a las gentes, no
en perdición; y por airar vosotros a Dios, habéis sido entregados a los adversarios.7 Pues irritasteis a
vuestro Hacedor, sacrificando a demonios, y no a Dios;8 olvidasteis al que os nutrió: a Dios eterno;
contristasteis ya también a vuestra nodriza: Jerusalén.9 Pues vio venir sobre vosotros la ira de Dios; y
dijo: Oíd, los habitadores de Sión: sobre mí trajo Dios pesar grande.10 Pues he visto la cautividad de
mis hijos e hijas, la que trajo sobre ellos al Eterno.11 Que les he criado con alegría y despedídoles con
llanto y pesadumbre.12 Nadie regocíjese por mí, la viuda y abandonada de muchos, yermada he sido por
los pecados de mis hijos; por cuanto han declinado de la ley de Dios;13 y sus justificaciones no
conocieron, ni anduvieron caminos de mandamientos de Dios, ni senderos de disciplina, en justicia de
él subieron.14 Vengan las vecinas de Sión; y recordad el cautiverio de mis hijos e hijas, el que trajo
sobre ellos el Eterno.15 Pues trajo sobre ellos gente de lejos, gente desvergonzada y de otra lengua; pues
no respetaron anciano ni de párvulo se apiadaron;16 y lleváronse los queridos de la viuda; y de las hijas
a la solitaria, yermaron.17 Y yo ¿qué poderosa para ayudaros?18 Pues el que trajo los males, os librará de
mano de vuestros enemigos.19 Caminad, hijos, caminad; que yo he sido dejada yerma.20 Heme
desvestido la estola de la paz, y vestídome el saco de mi suplicación; clamaré al Eterno en los días
míos.21 Confiad, hijos, vocead a Dios, y os librará de dominación, de mano de enemigos.22 Que yo he
esperado, del Eterno vuestra salud; y me ha venido gozo del santo por la misericordia que os vendrá en
breve del Eterno, salvador nuestro.23 Que os he despedido, con pesar y llanto; y os me devolverá Dios,
con regocijo y alegría, por el siglo.24 Pues, así como ahora han visto las vecinas de Sión vuestro
cautiverio, así verán en breve la de vuestro Dios, salud; que os sobrevendrá con gloria grande y fulgor
del Eterno.25 Hijos, longanimad la ira de Dios, sobrevenida a vosotros; te ha perseguido el enemigo; y
verás su perdición en breve; y sobre las cervices de ellos pasarás.26 Los regalados míos anduvieron vías
ásperas; fueron llevados, cual rebaño arrebatado por enemigos.27 Confiad, hijos, y vocead a Dios; pues
habrá de vosotros memoria por el que os llevó.28 Pues, así como vino vuestro pensamiento a desviaros
de Dios, os decuplicaréis, volviéndoos a buscarle.29 Pues, el que trajo sobre vosotros los males, traerá
sobre vosotros la eterna alegría, con vuestra salud.30 Confía, Jerusalén; te consolará el que te ha
nombrado.31 Míseros, los que te han maltratado y gozádose en tu ruina.32 ¡Míseras las ciudades a que
han servido tus hijos! ¡Mísera la que ha recibido a tus hijos!33 Pues, así como se gozó en tu ruina, y se
alegró de tu caída, así se entristecerá en su propia desolación.34 Y arrebataré su alborozo del mucho
pueblo y su jactancia en luto.35 Que fuego sobrevendrále, del Eterno, por días largos; y habitada será
por demonios mucho tiempo.36 Mira en torno al oriente, Jerusalén, y ve la alegría, la que de Dios te
viene.37 He aquí vienen tus hijos que despediste; vienen reunidos, desde oriente a occidente, por la
palabra del Santo, gozosos por la de Dios gloria.
5
1
Desvístete, Jerusalén, la estola de tu luto y de tu vejación; y revístete el decoro el de la de Dios gloria,
por el siglo.2 Envuélvete en la doble veste de la de Dios justicia; pon la mitra en tu cabeza, de la gloria
la sempiterna.3 Pues Dios mostrará a la bajo el cielo toda el esplendor tuyo.4 Que llamado será tu
nombre por Dios, por el siglo: «Paz de justicia y gloria de piedad.»5 Levántate, Jerusalén, y ponte en la
celsitud, y mira al oriente y ve reunidos tus hijos, desde el sol occidente hasta el oriente, por la palabra
del Santo, gozosos por la de Dios memoria.6 Pues, salieron de ti infantes llevados por enemigos; pero
los trae Dios a ti alzados con gloria, como trono de reino.7 Pues ha determinado Dios humillar todo
monte excelso; y alturas continuas y valles llenar a nivel de la tierra; para que camine Israel
seguramente por la de Dios gloria.8 Y han sombreado también las selvas y todo leño de fragancia a
Israel, por mandato de Dios.9 Pues conducirá Dios a Israel, con alegría, por la luz de su gloria, con
misericordia y justicia, la de él.
EPÍSTOLA DE JEREMÍAS (Baruc cap. 6)
[6]
Copia de la epístola que envió Jeremías a los que habían de ser llevados cautivos a Babel, por el rey de
los babilonios, para anunciarles, según se le mandó por Dios.1 Por vuestros pecados que habéis pecado
ante Dios, seréis llevados a Babel cautivos por Nabucodonosor, rey de los babilonios.2 Entrando, pues,
en Babel, estaréis allí años muchos y tiempo largo, hasta generaciones siete; después de esto os
reduciré acá, en paz.3 Y ahora veréis en Babel dioses argénteos, y áureos y lígneos, sobre hombros
llevados, manifestando temor a las gentes.4 Guardaos, pues, de que también vosotros, asemejándoos a
los alienígenas os asemejéis; y temor os coja de ellos;5 viendo turba delante y detrás de ellos
adorándolos; y decid con el pensamiento: «A ti se ha de adorar, Dominador.»6 Que mi ángel con vos
es; y él buscando vuestras almas.7 Pues la lengua de ellos bien pulida está por artífice, y ella, dorada y
plateada; pero mentidos son, y no pueden hablar.8 Y, cual para doncella ataviosa, tomando oro,
aderezan coronas sobre las cabezas de sus dioses;9 y sucede también que, quitando los sacerdotes a sus
dioses, oro y plata ellos mismos gastan; y darán de ellos también a las bajo el techo rameras.10 Y los
adornan cual a hombres, con vestiduras: dioses argénteos y dioses áureos y lígneos. Pero éstos no se
libran de moho y polilla, 11 vestidos ellos de veste purpúrea. Limpian el rostro de ellos, por el de la
casa polvo; que hay mucho sobre ellos.12 Y cetro tiene, como hombre juez de región; quien al que
contra él peca, no matará.13 Y tiene daga en la diestra y segur, y a sí mismo de guerra y ladrones no se
librará.14 De donde conocidos son que no son dioses; no les temáis, pues.15 Porque, así como vaso de
hombre quebrado, inútil se hace; tales son los dioses de ellos, colocados ellos en las casas.16 Sus ojos
llenos están de polvo de los pies de los entrantes.17 Y, así como a algún agraviador de rey han sido
circunvalados los atrios, como a muerte conducido; las casas de ellos resguardan los sacerdotes con
puertas y cerraduras y cerrojos; para que por ladrones no sean despojados.18 Lámparas encienden, y
más que para sí mismos, de las que ninguna pueden ver.19 Es ciertamente así como viga de las de la
casa; y los corazones de ellos, dicen, son lamidos que, desde la tierra los reptiles los van carcomiendo a
ellos y sus vestidos, no sienten. 20 Negra tienen la faz, del humo, el de la casa.21 Sobre el cuerpo de
ellos y la cabeza revuelan murciélagos, golondrinas, y los pájaros, y así también los gatos.22 Por donde
conoceréis que no son dioses; no les temáis, pues.23 Que el oro de que están revestidos para
hermosura, si alguien no limpiare el moho, no brillarán, no; ni cuando se les fundió, sintieron.24 En
todo precio se les ha comprado; en los cuales no hay espíritu.25 Sin pies, en hombros son llevados,
manifestando su deshonor a los hombres; y avergonzados también son los que les sirven; por esto: que,
si por ventura sobre la tierra cayeren, no por sí mismos se han de levantar;26 ni, si alguien recto lo
pusiere, de por sí se moverá; ni, si se inclinare, no se enderezará, no; sino que, tal como a muertos los
dones les son presentados.27 Y las hostias de ellos, vendiendo los sacerdotes, de ellas abusan;
igualmente también las mujeres, de ellas conservando, ni a pobre ni a desvalido no participan; las
hostias, de ellos, la separada y puérpera tocan.28 Conociendo, pues, por esto, que no son dioses, no los
temáis.29 Porque ¿de dónde han sido llamados dioses? ¿por qué mujeres ofrendan a dioses argénteos, y
áureos y lígneos;30
y en las casas de ellos los sacerdotes sentados están, teniendo las túnicas rasgadas, y las cabezas y las
barbas rapadas, cuyas cabezas descubiertas están?31 Y rugen voceando delante de sus dioses, como
algunos en festín de muertos.32 Del vestuario de ellos quitando los sacerdotes, vestirán a sus mujeres y
pequeños;33 ni, si mal reciben de alguno, ni si bien, podrán retribuir; ni constituir rey pueden, ni
quitar.34 Igualmente, ni riqueza, ni bronce en modo alguno pueden dar; si alguno voto votándoles no
pagare, no reclamarán, no;35 de muerte al hombre no librarán, no; ni al más débil, del fuerte salvarán,
no;36 a hombre ciego la vista no restituirán, no; en necesidad estando un hombre, no librarán, no;37 de
viuda no se lastimarán, no; ni a huérfano bien harán.38 A las del monte piedras semejantes son los
lígneos, y los dorados y los plateados; y los que les sirven confundidos serán.39 ¿Cómo, pues, creíble o
decible que ellos son dioses?40 Cuando, fuera de esto hasta los mismos caldeos los deshonran; los que,
al ver a un mudo que no puede hablar, llevándolo a Bel, piden que hable, como si fuese poderoso él
mismo para sentir;41 y no pueden ellos mismos, comprendiendo, abandonarlos; pues sentimiento no
tienen.42 Y las mujeres, ceñidas de cuerdas, en los caminos están sentadas incensando el salvado;43
y, cuando alguna de ellas tirada por alguno de los transeúntes, durmiere, a la vecina insulta; porque no
fue apreciada así como ella misma; ni la cuerda de ella fue rota.44 Todo lo que se les hace, es falso.
¿Cómo pues, creíble o decible que ellos son dioses?45 Por artífices y aurífices han sido fabricados:
nada más serán sino lo que quieren los artífices que ellos sean.46 Y los mismos que los fabrican, no son
longevos, no; pues ¿cómo lo ha de ser lo por ellos fabricado?47 Pues han dejado mentira y oprobio a
los venideros.48 Que, cuando viniere sobre ellos guerra y males, deliberan consigo los sacerdotes
dónde ocultarse juntamente con ellos.49 ¿Cómo, pues, dejar de sentir que no son dioses, los que ni se
salvan a sí mismos de guerra, ni de males?50 Pues, siendo lígneos, y dorados y plateados, se conocerá,
después de esto, que son falsos; a las gentes todas y a los reyes manifiesto será que no son dioses; sino
obras de manos de hombres, y ninguna de Dios obra en ellos hay.51 ¿En qué, por tanto cognoscible es
que no son dioses?52 Pues rey de región no suscitarán, no; ni lluvia a hombre no darán, no;53 y juicio
no juzgarán, no, de sí mismos; y no librarán, no, de agravio, impotentes como son; pues cual cuervos
en medio del cielo y de la tierra.54 Porque, cuando cayere en casa de dioses lígneos, o dorados o
plateados, fuego; sus sacerdotes ciertamente huirán y se salvarán; ellos, empero, como vigas, en medio
se quemarán;55 y a rey y a enemigos no afrontarán, no.56 ¿Cómo, pues concebible o creíble que son
dioses?57 Ni de ladrones, ni de bandidos se defenderán, no, dioses lígneos y plateados y dorados; de
quienes los fuertes quitan de en torno el oro y la plata; y la vestimenta la que los rodea iránse, teniendo;
ni a sí mismos no se auxiliarán, no.58 Por manera que, mejor es ser rey mostrando su hombría o vaso
en casa provechoso del que usará el dueño, que los falsos dioses, o también puerta en casa salvando, lo
que en ella hay, que los falsos dioses; y lígnea columna en casas reales, que los falsos dioses.59 Pues,
ciertamente, sol y luna y astros, siendo esplendorosos y enviados para utilidad, dóciles son.60
Igualmente también el relámpago, cuando apareciere, vistoso es; y lo mismo también el viento en toda
región sopla;61 y a las nubes, cuando fuere mandado por Dios andar por sobre toda la tierra —cumplen
lo mandado; y el fuego enviado desde arriba a consumir montes y bosques, hace lo ordenado;62 pero
éstos ni por las formas ni por las fuerzas a ellos semejantes son.63 Por donde, ni creíble ni decible que
son ellos dioses, no siendo poderosos ellos ni juicio a juzgar, ni bien a hacer a hombres.64 Conociendo,
pues, que no son dioses, no les temáis.65 Pues ni a reyes no maldecirán, no, no bendecirán, no.66
Y señales, entre gentes, en el cielo no mostrarán, no; ni como el sol esplenderán; ni alumbrarán, como
luna.67 Las bestias son mejores que ellos, las que pueden, huyendo, resguardo procurarse.68 Por
ninguna, pues, manera es para nosotros manifiesto que son dioses; por lo cual no los temáis.69 Que así
como en pepinar un espantajo nada guarda; así sus dioses son, lígneos, dorado y plateados.70 Del
mismo modo que también en una huerta con espinar, en que todo pájaro se sienta; y de igual suerte que
a un muerto lanzado a tinieblas; son semejantes sus dioses lígneos y dorados y plateados.71 También
de la púrpura y del fulgor, el sobre ellos pudriéndose, conoceráse que no son dioses; y ellos mismos al
último serán carcomidos, y serán oprobio de la región.72 Mejor, pues, al hombre justo, que no tiene
ídolos; porque estará lejos de oprobio.