La Iglesia Como Agente de Transformacion
La Iglesia Como Agente de Transformacion
La Iglesia Como Agente de Transformacion
integral y el discernimiento
comunitario
Nancy Bedford
2 Sobre la misión entendida como missio Dei, ver también David J. Bosch,
Misión en transformación. Cambios de paradigma en la teología de la misión,
Libros desafío, Grand Rapids, 2000 [original inglés: 1991], pp. 475ss.
3 El siguiente párrafo está influenciado por una conversación con Andrew
Walls, misionólogo escocés y conocedor del África, en la que él planteó la
importancia del texto en cuestión para la teología actual de la misión.
a. Pentecostalidad
b. Ecumenicidad
3. Ubicuidad
4. Inclusividad
La inclusividad es la contraparte misional de la
apostolicidad eclesial. Esta inclusividad tiene dos niveles
de sentido. En primer lugar, la misión —para ser
verdaderamente integral— incluye todo lo que tiene que
ver con la vida humana y hasta cósmica. No hay átomo ni
constelación que esté fuera del interés y el amor del Dios
trino y de su misión de recreación y regeneración; su
pasión es la vida humana en todas sus facetas. En este
sentido debemos hacer propia la consigna de J. Wesley:
"El mundo es mi parroquia". No se trata de un lema
colonialista ni imperialista sino de la conciencia de la
profunda interrelación de toda la vida de este planeta y su
inserción en la dinámica redentora de Dios, en la cual
cada uno de nosotros puede participar. El segundo nivel
de sentido es la inclusividad misional desde una
perspectiva de género: esto se relaciona directamente
con la apostolicidad porque mujeres y varones fueron
testigos de la resurrección de Jesucristo y encomendados
a vivir y anunciar la buena nueva de la Pascua. La misión
no puede basarse sobre los fundamentos apostólicos si
no incluye el envío de varones y mujeres hombro a
hombro, de manera igualitaria.12 No se trata, pues, de un
detalle menor, sino de la voluntad de dejar atrás un
pecado estructural que ha dañado profundamente a la
iglesia de Jesucristo casi desde su comienzo. Un
proyecto misionero que no impulsa explícitamente el trato
igualitario entre varones y mujeres pierde continuidad con
el proyecto de envío iniciado con la comisión pascual de
María Magdalena.
3. Hacia una comprensión integral del
discernimiento: el aporte de la perspectiva de
género al círculo hermenéutico
Espíritu
Santo, fuente
de vitalidad
Experiencia y
Comprensión
Del mundo
Hermenéutica
De la
Sospecha
Práctica pastoral
Como espacio
Oración
De verificación
Ambigüedad de las
instituciones
eclesiales
a. Lectio
18
Estoy parafraseando las ideas de James McClendon en el primer capítulo de su
magistral Ethics: Systematic Theology, Volume I, Nashville, Abindgon Press, 1986,
sobre todo en las pp. 27-41.
b. Meditatio
La meditación sobre lo leído va de la mano de la lectura.
Se trata de la ruminatio, del "masticar" y rumiar sobre lo
derivado de la lectio hasta que se va cristalizando un
"saber y entender" (jue, si bien es provisorio, señala
caminos para el andar. En la comunidad de fe, esta
meditatio va de la mano del diálogo y la conversación.
Hablar del sermón en el almuerzo familiar después del
culto del domingo es una manera de hacer meditatio;
cuando dialogamos con un niño acerca de la historia
bíblica que le hemos leído, también estamos haciendo
meditatio; cuando algo ( le ocurre en la calle nos trae a la
mente el pasaje que leímos en la mañana, es parte de
nuestro "rumiar". Podría decirse que, antes que
meditación transcendental, esta meditatio cristiana es una
meditación inmanente al accionar diario de los cristianos y
con la misión al envío integral.
A la vez, al dejar tiempo para la meditatio chocamos
con la realidad de nuestro contexto diferente, el cual nos
constriñe con nuevas preguntas y perspectivas desde las
cuales encarar la lectio. La meditación uve también como
escucha activa del Espíritu de Dios, por lo que está ligada
íntimamente a la oración.
c. Oratio
La oración nace de la meditación sobre el texto, pero
también subyace y precede a la lectura personal y
comunitaria de la Biblia y de la realidad. No se trata de
una actividad de emergencia, a la que se recurre cuando
falla todo lo demás, sino de un diálogo con Dios que
pertenece al centro mismo de la vida del cristiano. La
consigna es vivir en conversación con Dios.19 Esa
conversación a veces se torna una plegaria, una
acusación, un reclamo, un pedido o un grito de angustia y
de dolor; otras veces trasunta agradecimiento y la paz
que supera toda comprensión. Cuando Dios parece
callar, o el dolor o la angustia nos superan y no nos
sentimos capaces siquiera de articular una oración, se
torna especialmente importante la dimensión comunitaria
de la oración, pues nuestros hermanos y hermanas oran
por nosotros y con nosotros. Este es otro de los motivos
por los cuales el seguimiento de Jesús —y por tanto la
misión cristiana— no es el acto heroico de un individuo,
sino un acto comunitario.20 La oración es una
conversación que fluye naturalmente a partir de la
experiencia de confianza en Dios, pero también es una
práctica que se nos enseña desde la oración modelo de
Jesús en el Padrenuestro, desde los pedidos insistentes
por la sanidad de
19
La frase es de Dorothee Sólle y se encuentra en su ensayo "Gebet",
en Atheistisch an Gott glauben, Walter-Verlag, Olten, 1968 (sexta edición,
109-117): 113.
20
Cabe agregar que la consigna atribuida a Próspero de Aquitania, por
la que "la ley de la oración funda la ley de la creencia" (/ex orandi, /ex
credendi) es válida también para el discernimiento de los caminos por los
cuales se ha de responder en fidelidad al envío de Dios. La oración es
d. Tentatio