67% encontró este documento útil (3 votos)
708 vistas24 páginas

Historia de Derecho Hondureño Tarea 5

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1/ 24

Abogado: Ada Funez

Asignatura: Historia del derecho Hondureño


(Online)

Tarea#3 segundo parcial

Alumna: Lourdes Valladares


Cuenta# 211063098

Fecha 14/11/18

Historia del derecho Hondureño 1


Índice

Objetivos _____________________________________________________________________3
Introducción___________________________________________________________________ 4
Metodologia de la investigación____________________________________________________ 5
Resumen Ejecutivo_____________________________________________________________ 6
Desarrollo de la información
Definicion de unión iglesia-Estado__________________________________________________ 7
Definicion Estado Laico, Confecional y aconteció al_____________________________________7
Definicion de libertad de culto _____________________________________________________ 7
Concepto de libertad de religion____________________________________________________8
Concepto de libertad de conciencia _________________________________________________8
Forma en que estuvo unida la iglesia y el estado durante el tiempo de la colonia
española en Centroamérica y en que documentos se evidencia tal unión_____________________9
Como se maneja el tema de la unión entre la iglesia y el estado en el acta de independencia de
Centroamérica_________________________________________________________________ 9
Argumentos jurídicos e históricos (de la historia universal) para la separación de los asuntos de la
iglesia y el Estado_____________________________________________________________ 10
Explicar en la historia del Estado de Honduras ha habido unión de la iglesia y el Estado________14
Revisar todas las constituciones que ha tenido Honduras y explicar, si en algunas (as) ha habido
unión entre la iglesia y el Estado___________________________________________________16
Investigar qué presidente de la Repúblicade Honduras trabajo por la separación de la iglesia y el
Estado en Honduras y de qué forma lo hizo (forma legal)________________________________17
Contenido de la Declaración Universal de Derechos Humanos y otros tratados internacionales
sobre la Libertad de Religión______________________________________________________19
Explicar si los derechos de los cuales ha estudiado en el desarrollo de esta tarea son de primera,
segunda o tercera generación____________________________________________________ 21
Conclusiones_________________________________________________________________ 23
Bibliografia___________________________________________________________________ 23
Anexos______________________________________________________________________ 24

Historia del derecho Hondureño 2


Objetivos

v Definir la unión iglesia estado, las relaciones que los llevaron a tal unión y entender porque
se inició tal unión.

v Definición y comprender lo que es un Estado Laico, Estado confesional, Estado


aconfesional sus difererencia y que comprende cada uno.

v Definir libertad deculto, libertad de religión y libertad de conciencia y explicar cómo


surgieron estos conceptos y su importancia

v Explicar y comprender los motivos que llevaron a la separación de la Iglesia con el estado.

v Escudriñar la historia de las constituciones Hondureñas en cuales existió unión Iglesia y


Estado y en cuales se separó la Iglesia del Estado.

v Investigar sobre el contenido de la Declaración Universal de Derechos Humanos y otros


tratados internacionales sobre la Libertad de Religión

Historia del derecho Hondureño 3


Metodología De La Investigación

La metodología de la investigación es documental ya que para llevar a cabo el siguiente trabajo


recurrí a libros de texto, investigaciones documentadas, acta de independencia 1821, Historia de
la constitución Hondureña, declaración universal de los derechos humanos etc.

Historia del derecho Hondureño 4


Introduccion

Para un Estado que fue alguna vez Católico y en unión con la Iglesia declarar una separación
sobre la base de que ha cesado de ser Católico es una acción que en materia de derecho objetivo
no tiene sustento; pues en verdad objetiva el deber del pueblo sería recuperar su fe perdida, si
realmente la ha perdido, o vivir conforme a ella si en realidad no estuviera perdida.
Pero en la suposición que lo esencial de los residentes de un Estado se haya transformado de
Católicos en no Católicos, no ya por una pretensión hipócrita, sino de total buena fe una condición
más fácil de suponer que de que se realice el Estado a través de errada conciencia puede
procurar la separación sin falta subjetiva, con tal de que la separación se efectúe sin la sumaria
disolución de contratos existentes, sin la violación de derechos conferidos de la Iglesia o sus
miembros. Puede hacerse de paso notar, que en las recientes instancias de separación en
Francia y Portugal, la ruptura de una condición de unión existente entre la Iglesia y el Estado, ha
sido conducida con violación de derechos y contratos naturales y positivos, y ha resultado, como
se buscó, en un intento de completo sometimiento, en materias de religión, de la Iglesia y de
todos los sujetos civiles, a la tiranía de las administraciones que se mofan de toda religión.

Pero también los gobiernos que se pliegan a las presiones de las jerarquías religiosas tratan de
justificar ese principio de colaboración o cooperación. Unas veces aluden a la función social que
cumplen las religiones, en el sentido genérico atribuible a toda institución u organización social en
la que participan un número determinado de ciudadanos, subrayando su más que discutible papel
en la “cohesión social” (para otros, más bien de división y segregación), por no hablar de quienes
aún les reservan un lugar privilegiado en la preservación de los “valores morales”. Como después
aclararemos, no todo lo que es social (como parte de la sociedad o que tiene una dimensión
social) debe tener por ello carácter público o estatal.

Historia del derecho Hondureño 5


Resumen Ejecutivo

La libertad de conciencia, que paralelamente venía siendo reivindicada en el marco de las


disputas religiosas (por ej., Pierre Bayle, a propósito de la persecución de los hugonotes), se
convierte entonces en un derecho fundamental extensible a todos al margen del carácter de las
personales creencias o ideas. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de
1789, la recoge como libertad de pensamiento, opinión y expresión, porque el respeto a la
conciencia personal queda en nada si no contempla su manifestación pública. Hecho histórico
trascendental, puesto que, teniendo la libertad de conciencia fundamento en la propia
racionalidad de los individuos humanos, su reconocimiento como derecho dentro de una sociedad
articulada en forma de Estado democrático (marco jurídico para garantizar derechos y deberes
comunes) se convierte en requisito imprescindible para su ejercicio y expresión.

La separación entre Estado e iglesias no es biunívoca (no se da entre dos poderes iguales e
independientes en un mismo plano), pues el primero integra a la totalidad de la ciudadanía,
mientras que toda organización religiosa tiene carácter particular, por mucho que a lo largo de los
siglos y para justificar un tratamiento de privilegio, la Iglesia Católica se haya definido a sí misma
como “sociedad completa y perfecta”

Sea en nombre de intereses espirituales o abiertamente materiales, iglesias y poderes


económicos empeñados en apropiarse de lo público, confluyen en la destrucción del espacio en
que es posible el ejercicio real y no meramente formal de los derechos democráticos. A no ser
que nos conformemos con una posición puramente ideológica, el movimiento laicista no puede
asistir indiferente, y menos ser connivente con esta alarmante pérdida de espacio público estatal
y la paralela dislocación de la sociedad civil, que dejan cada vez menos margen para el desarrollo
efectivo de libertades y derechos.

Historia del derecho Hondureño 6


Definición de unión Iglesia–Estado
Hay cierta confusión en la mente del público acerca del significado de la unión de la Iglesia y el
Estado. La idea esencial de tal unión es la condición de los asuntos en los que un Estado
reconoce su relación natural y sobre natural con la Iglesia, profesa la Fe, y practica el culto de la
Iglesia, la protege, no dicta leyes que la hieran, mientras que, en caso de necesidad y a su
instancia toma todas medidas civiles justas y necesarias para procurar el objetivo Divinamente
señalado de la Iglesia en la medida que todas ellas hacen al objetivo esencial del propio Estado,
la felicidad temporal de los ciudadanos. Que este es en principio la normal y éticamente
apropiada condición para un verdadero Estado Católico debería ser evidente partiendo de las
obligaciones religiosas del Estado Católico como arriba se manifestara. Que en la práctica haya
en el pasado obrado el mal sobre ambos, la Iglesia y el Estado, es un efecto accidental
consecuente de la fragilidad y las pasiones de los instrumentos humanos que se encontraban
entonces dirigiendo la Iglesia, o el Estado, o ambos. Como un intento parcial de asegurarse
contra las consecuencias de tal mal, la Iglesia ha establecido por siglos concordatos con Estados
Católicos; pero ni aún estos han podido salvar siempre la situación. Porque los concordatos,
como todo otro acuerdo, aunque es firme en principios, en la práctica son sólo tan fuertes cuanto
concienzudos aquellos cuya obligación es observarlos. La inconciencia puede destruirlos a placer.
Entre la Iglesia y los Estados no-Cristianos o Cristianos pero no-Católicos, se espera una
condición de separación, significando una condición de indiferencia del Estado hacia la Iglesia, ya
que están faltando los fundamentos de las obligaciones específicas involucradas en la unión. Tal
separación sería criminal para un Estado Católico, como ignorancia de la sagrada obligación del
Estado.

Parece una necesidad práctica en tiempos malignos, cuando la unidad de la fe está faltando tan
ampliamente, y un modus vivendi que, si se lleva sinceramente, parece producir poco daño al
derecho objetivo como puede esperarse en la condición de conciencias sinceramente diferentes
en materia de derechos establecidos por la Ley Positiva Divina, que en Estados cuya
personalidad esta hecha constitucionalmente de todo tipo de fe religiosa, muchas de ellas
sinceras en su diversidad, debería haber una abstención gubernamental de cualquier culto o
profesión de creencia denominacional específica, y una protección general y aliento a los
individuos en la práctica de la religión de acuerdo con sus propios principios religiosos, dentro de
los límites de la Ley Natural, o de la aceptación general del Cristianismo.
Las teorías opuestas a la posición Católica sobre la verdadera relación entre la Iglesia y el Estado
son triples, difiriendo en la amplitud de la negación del derecho eclesiástico.

Definición de Estado Laico, Estado confesional, Estado aconfesional


En términos muy sencillos, un Estado laico es aquel en el que existe independencia y autonomía
entre el Estado y las iglesias, lo cual implica que este es neutral en materia religiosa, es decir, que
no apoya ni otorga privilegios a una o varias iglesias en particular. En términos estrictos, en un
Estado laico las creencias religiosas no influyen sobre la política nacional pero esto es mucho
más difícil de lograr en la realidad.

Por su parte, un Estado confesional es aquel en que adopta oficialmente una religión, por
ejemplo, a través de su Constitución Política. Esta es una práctica que cada vez es menos común
en América Latina.

Estado aconfesional Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en
cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes
relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones

Definir libertad deculto, libertad de religión y libertad de conciencia y explicar cómo


surgieron estos conceptos y su importancia
La libertad de culto es la posibilidad de celebrar ritos y ceremonias de adoración de la divinidad
en la que se cree, dentro del templo propio de cada religión. La libertad religiosa es la posibilidad

Historia del derecho Hondureño 7


de pensar, actuar y seguir los preceptos religiosos, entre los cuales se encuentran las formas
rituales y de celebración en las que se adora a la divinidad
La libertad de culto es mucho más restrictiva, limitándose a las formas de adoración dentro de un
templo. La libertad religiosa va más allá, incluso la libertad de tener una vida basada
completamente en creencias religiosas. El cambio y la diferencia de significado no son pequeños,
y pueden entenderse fácilmente al ver el tema de forma esquemática en dos escenarios.
El creyente acude a su templo de acuerdo con los preceptos de su religión, donde realiza los
ritos y las ceremonias de esa religión, sin que nadie obstruya ese comportamiento. Además, el
creyente tiene la libertad de gobernar su vida con los principios que su religión ordena, y que ella
acepta libremente.
Es decir, la persona dentro y fuera de su templo actúa voluntariamente siguiendo las reglas de su
religión. La persona creyente va a su templo de acuerdo con los preceptos de su religión, de
manera idéntica al escenario anterior, donde realizan las ceremonias y los ritos de esa religión y
sin que nadie obstruya esa libertad.
Sin embargo, fuera de ese templo, la persona ya no tiene la libertad de gobernar su vida de
acuerdo con los mandatos de su religión; si es necesario, está legalmente obligado a actuar de
manera contraria a lo que sus creencias lo obligarían. Los dos escenarios presentan situaciones
radicalmente diferentes: la libertad de culto es una situación extremadamente limitada que la
libertad religiosa.
Para concluir, la libertad religiosa es amplia e incluye los actos libres decididos en
conciencia por la persona, de acuerdo con sus creencias religiosas. En cambio, la libertad de
culto se limita a la realización de ceremonias y ritos religiosos dentro de un templo, y cuando
la persona abandona el templo, la ley puede obligarlo a actuar en contra de su conciencia.
Después de releer lo anterior, creo que es necesario agregar una idea; es muy posible y aterrador
que los ciudadanos comunes no entiendan la libertad de conciencia y piensen que es razonable
que, por ejemplo, un médico esté legalmente obligado a realizar abortos contra su conciencia. En
cierto modo, lo que significa el cambio de la libertad religiosa a la libertad de culto es la pérdida de
la libertad de conciencia.

Concepto de libertad religion


La libertad religiosa es el derecho que tiene una persona de poseer la fe que desee, o ser ateo o
agnóstico, como creencia interior, y por lo tanto sin poder ser restringida; pero es también la
facultad de exteriorizar esos sentimientos religiosos, cuando se los tiene, mediante el culto, que
cada religión tiene previstos, y estos actos de culto son los que permiten la ingerencia del Estado
para regularlos. En algunos casos, esos límites se imponen por motivos fundados, por ejemplo si
afectan el orden público, la moral, la seguridad o los derechos de otros, pero en otros casos, la
prohibición de ciertos cultos, obedece a razones discriminatorias.
La libertad religiosa fue una de las principales preocupaciones del Estado liberal que surgió luego
de la Revolución Francesa de 1789, para independizar al poder temporal del espiritual, frente a la
tradicional postura de la iglesia vinculada al poder, y a la educación religiosa en las escuelas
públicas. Esto último fue una larga lucha, que aún subsiste en muchos casos.
La intolerancia religiosa motivó luchas sangrientas entre moros y cristianos, católicos y
protestantes, persecuciones a judíos que se extremaron durante el nazismo, que incluyó también
a los Testigos de Jehová, etcétera, es por ello que el anhelo de la libertad religiosa, si bien se ha
plasmado en la mayoría de las constituciones de occidente, y en el Derecho Internacional, suele
verse en la práctica limitado por actos discriminatorios e incluso ser objeto de atentados.
La religión es en general impuesta al individuo por mandato familiar, pero la libertad que posee
como persona, le permite poder cambiarla o no adoptar ninguna cuando sea mayor.

Libertad de conciencia
Es el derecho de todo ser humano de decidir creer o no creer ejerciendo su voluntad en forma
libre y responsable; es su libertad de adorar o no adorar a Dios segun los dictados de su propia
conciencia, libre de toda coerción.

Historia del derecho Hondureño 8


Tiene que ver con la capacidad del ser humano de tomar resoluciones religiosas íntimas. La lc
exige el derecho de todo ser humano a que se respeten sus convicciones en materia religiosa.
Esto implica la igualdad ante la ley, no sólo de las diversas manifestaciones de la fe cristiana, sino
también de otras religiones o convicciones religiosas.
El principio sustenta también el derecho de toda persona a no creer ni seguir una determinada
práctica religiosa. Nadie debe ser presionado por creer o no, o para creer o no. (Ver libertad
religiosa).

Explicar de qué forma estuvo unida la iglesia y el estado durante el tiempo de la colonia
española en Centroamérica y en que documentos se evidencia tal unión.
La Iglesia durante la Colonia
Desde los comienzos de la época de la Conquista. La institución religiosa tuvo un papel muy
importante en la colonización americana. Los Reyes Católicos y sus sucesores estuvieron
obligados a promover la evangelización y constituyeron un Patronato Real sobre la Iglesia, por el
que se aseguraba la retribución (remuneración) del clero, la construcción de iglesias, catedrales,
conventos y hospitales. El clero también percibía en muchos casos el tributo del indígena y
disponía de haciendas trabajadas mediante encomendados, esclavos indígenas o asalariados.
Por la bula Inter Caetera de 1493, el papa Alejandro VI delimitó el área de influencia que cada
reino podía reclamar al otro, con una línea de polo a polo situada 100 leguas al oeste de las
Azores.
Gracias a la célebre bula del papa Paulo III Sublimis Deus de 1537 que declara a los indígenas
hombres con todos los efectos y capacidades de cristianos, hubo un gran contraste entre la
colonización española, la anglosajona y francesa en América. [2] En el Imperio Español la unidad
social se concebía a través de la unidad de la Fe de la Iglesia católica.

se hizo con el apoyo de la reina Isabel y del Cardenal Cisneros y así, tras la toma de Granada, se
comenzaron a redactar los acuerdos, llamados Capitulaciones de Santa Fe, por las que los reyes
concedían a Colón el título de almirante, el de virrey y gobernador de las tierras por descubrir y la
décima parte de los beneficios obtenidos por la nueva ruta.
Leyes de las Indias de 1680, Ley 2º Tit. 1º Libro VI). En 1556 Felipe II reiteró esta Real Cédula de
su abuelo.
Uno de los críticos más famosos del sistema de encomiendas fue Fray Bartolomé de las Casas,
cuya obra más representativa es la Brevísima relación de la destrucción de las Indias. Las críticas
de algunos sectores de la Iglesia al sistema de encomienda son consideradas por algunos como
el origen de la llamada "Leyenda negra española".
Pero, no es solamente la extensión que adquiere la Iglesia, ni su organización, lo que debe excitar
nuestro asombro, sino el modo como realiza su alta y doble misión, de carácter civil y religioso á
la vez; de orden religioso, por la propagación del Evangelio, la conversión de los indios, y su
organización interior; en el orden temporal y político, ayudando constantemente al Poder Civil en
el cumplimiento de su misión, facilitándole medios, suavizando los rozamientos que se
presentaban entre con- quistadores é indígenas, prestando al Estado sus mejores hombres para
la gobernación de aquellos países y conservando en cuanto fue posible para bien de los
españoles, la raza india, pobre y flaca, que al fin y á la postre había de desaparecer por el
contacto y la mezcla con otras razas superiores

Explicar cómo se maneja el tema de la unión entre la iglesia y el estado en el acta de


independencia de Centroamérica.
Acta de independencia 1821
10º.- Que la religión Católica, que hemos profesado en los siglos anteriores y profesaremos en lo
sucesivo se conserve pura e inalterable, manteniendo vivo el espíritu de religiosidad que ha
distinguido siempre a Guatemala, respetando a los ministros eclesiásticos, seculares y regulares,
y protegiéndoles en sus personas y propiedades.
11º.- Que se pase oficio a los dignos prelados de las Comunidades religiosas para que
cooperando a la paz y al sosiego, que es la primera necesidad de los pueblos cuando pasan de

Historia del derecho Hondureño 9


un gobierno a otro, dispongan que sus individuos exhorten a la fraternidad y concordia a los que
estando unidos en el sentimiento general de independencia, deben estarlo también en todo lo
demás, sofocando pasiones individuales que dividen los ánimos y producen funestas
consecuencias.

a. Valoración personal del estudiante de las resoluciones contenidas en el acta de


independencia de Centroamérica y que contienen aspectos de unión entre a iglesia y el
Estado colonial.
La iglesia católica tenía un papel político muy importante en los acontecimientos y el texto le
asegura el monopolio de esta fe, los cargos ocupados y, además, a los ministros eclesiásticos
seculares y regulares les garantiza protección “en sus personas y propiedades”, y se les da la
tarea política de sofocar la pasión independentista del pueblo para que no se dividan los ánimos y
no se produzcan “funestas consecuencias”.
En esta parte, el texto llega a ser perverso y antipopular y nos muestra el miedo profundo que se
le tenía al pueblo independentista, al que había que controlar mediante la fuerza y el trabajo
ideológico de la iglesia católica. Lo que sigue en el documento hasta el número 18 es el protocolo
de la ocasión. Hay que hacer notar que en el número 13, Gabino Gaínza debía publicar un
manifiesto informativo de lo que se había hecho, pero sin una fecha concreta para hacerlo.

Argumentos jurídicos e históricos (de la historia universal) para la separación de los


asuntos de la iglesia y el Estado
El principio de separación entre Iglesia y Estado (corolario de la independencia entre
Estado y sociedad civil)
Los fundamentos del laicismo no se circunscriben a la mera libertad de conciencia, pues, siendo
éste un derecho individual fundamental, cobra su justa dimensión, a la par de otros derechos
democráticos, en referencia al concepto republicano del Estado y al carácter universal de la
condición de ciudadanía. Sólo si existe un espacio público que corresponde a todos (res pública),
en el que nos situamos en un mismo plano en tanto que ciudadanos libres e iguales, es posible
garantizar los derechos comunes, sin privilegios ni discriminación en función de las muchas
particularidades e identidades que nos diferencian a los individuos desde cualquier otra
perspectiva.
Esta consideración previa nos lleva a una delimitación precisa de la esfera de lo público y la
esfera de lo privado. De ahí surge una primera exigencia, la de preservar materialmente el
espacio público -por ser de todos- libre de cualquier tentativa de apropiación particular. En
reciprocidad, desde ese ámbito de lo público, regido por leyes válidas por igual para todos y para
cada uno, se debe garantizar el respeto al ámbito de lo personal y el ejercicio efectivo de los
derechos individuales. La confusión entre lo público y lo privado, más frecuente de lo deseable, es
fuente continua de todo tipo de abusos y atropellos, en detrimento de la igualdad de trato y
condiciones legales que fundamentan la convivencia dentro de una misma comunidad política (el
laos griego).
El fondo del tema no es trivial: desde el punto de vista que aquí nos interesa, hace al caso de una
correcta comprensión del principio de separación entre Estado e Iglesia (esencial para una
posición laicista) y, por extensión, de la recíproca independencia entre el Estado y las múltiples
entidades que integran la sociedad civil (esencial para la concepción de un estado democrático).
Sin pretender agotar un tema tan polifacético, quisiera hacer una modesta contribución a un
debate que no es nuevo en el movimiento laicista, pero que es preciso clarificar para una
orientación adecuada en la lucha por un Estado laico.

Separación estricta o colaboración


Soberanía popular y Estado de Derecho
Aunque a día de hoy la influencia de distintas confesiones religiosas, no sólo social sino también
política, sigue manifestándose en tratos de favor y acuerdos de privilegio incluso con gobiernos
que se pretenden democráticos, las teorías que defienden la separación rigurosa entre Estado y
organizaciones religiosas tienen ya una larga historia. Tras siglos de supremacía de la autoridad

Historia del derecho Hondureño 10


de la Iglesia (en el marco de la Cristiandad) y la supeditación del poder temporal al religioso bajo
el fin común de “establecer el reino de Dios en la Tierra”, los Estados Modernos se van
configurando, no sin graves conflictos y contradicciones, sobre la afirmación de su independencia
con respecto a cualquier otro poder concurrente. Se abre paso la teoría, defendida entre otros por
Maquiavelo en su obra EL Príncipe (1513), de que el Estado tiene sus propios medios y fines (el
bien común, como ya había definido antiguamente Aristóteles), distintos y separados de los que
conciernen a la Iglesia (la salvación de las almas). Lo cual no impidió que continuara el mutuo
apoyo de conveniencia entre el trono y el altar, el confesionalismo explícito de muchos estados, o
la mutación de algunos de ellos -a partir de la expansión de la Reforma y las guerras de religión-
en pluriconfesionales (reconocimiento estatal de las distintas confesiones en presencia).
Los tratadistas políticos posteriores (Hobbes, Locke, Hume, Rousseau, Montesquieu,…), al situar
la soberanía popular y el “contrato social” como únicas fuentes de legitimidad para todo poder
civil, suministran las bases ideológicas en que se sustentarán las revoluciones liberales de los
siglos XVIII y XIX. La soberanía de la nación, que toma su mejor expresión en la Revolución
Francesa, reclama para sí y en exclusiva las competencias que hacen referencia a los derechos y
deberes de todos los ciudadanos sin distinción, proclamando su autonomía y preeminencia con
respecto a cualquier otro poder, a la vez que restituye al dominio público los bienes y espacios
usurpados ancestralmente por instituciones privadas (monarquía, nobleza, clero,…). De ahí su
confrontación con la Iglesia, que nunca ha renunciado a su antiguo papel tutelar, no sólo sobre la
moral y conciencia de los individuos, sino sobre el propio Estado y sus leyes.
Resulta obvio, tanto en las declaraciones de la jerarquía eclesiástica como en su comportamiento
práctico, que tales libertades nunca han sido aceptadas por la Iglesia. De hecho, no ha suscrito la
Declaración Universal de Derechos Humanos. Tampoco se ha resignado a perder el control
sobre la educación, monopolizado por ella durante siglos, en tanto se considera instrumento
esencial para la formación de la conciencia moral y comprensión de nuestro mundo. De ahí que,
frente a la terca resistencia presentada por los sectores clericales más reacios a perder antiguos
privilegios, el Estado republicano reclama como competencia propia garantizar en un plano de
igualdad los derechos universales de los ciudadanos. Entre ellos, y a modo de ejemplo, el de la
educación a través de la Escuela Pública, que como tal ha de ser también laica.
Todo estado que se reclame como Democrático y de Derecho, no puede tener otros fundamentos
que el de soberanía popular (que rechaza la injerencia de cualquier poder ajeno) y el de
ciudadanía (que nos constituye en sujetos de iguales derechos y deberes).

Ciudadanía: distinción entre esfera pública y privada


Las connotaciones de igualdad y universalidad que integra el nuevo concepto de ciudadanía
definen el ámbito de lo público y común (participación política, seguridad, educación, salud,…),
cuya provisión y preservación competen al Estado y a sus instituciones. Pues los derechos
individuales quedan vaciados de contenido sin las condiciones legales y materiales que los hacen
posibles. Es en ese espacio compartido, donde se hace prevalecer la igualdad de todos a título de
simples ciudadanos, en el que las particulares diferencias de origen, etnia, sexo, ideología, etc. no
son tenidas en cuenta, porque no pueden ser fuente de privilegio ni discriminación.
Paralelamente, la esfera de lo privado (libertad de pensamiento y acción) debe contar también
con las garantías del Estado de que no se vea menoscabada. De ahí se deriva la distinción entre
las cuestiones sometidas al derecho público y las que lo están al derecho privado, por más que
sea una institución estatal, pero independiente del resto de poderes (los tribunales de justicia),
quien deba garantizar el ejercicio y cumplimiento de ambos.
Esta delimitación de campos, entre lo público y lo privado, es la base sobre la que se fundamenta
el Estado Laico, el que integra al conjunto de los ciudadanos en una misma comunidad de
convivencia, que no admite trato desigual por razones de creencias o convicciones ideológicas, a
la vez que no interfiere en aquellos aspectos que hacen referencia a la libertad y particularidades
de los individuos (pensamiento, creencias, derecho a la intimidad y a la propia identidad,…). Para
garantizar lo uno y lo otro, el Estado está obligado a rechazar la injerencia de lo privado en lo
público, entendida como la imposición de intereses materiales o ideológicos particulares en el
espacio de lo universal y del interés general.

Historia del derecho Hondureño 11


Esa separación entre lo público y lo privado, y en referencia al terreno concreto de las creencias
religiosas, es lo que ha venido a definir, en su justa acepción, la aconfesionalidad, neutralidad o
laicidad del Estado. Éste, que es de todos, no profesa religión alguna (cuestión de conciencia y
por tanto algo privado) o, si se quiere, ninguna confesión religiosa puede tener carácter estatal ni
invadir el marco común que atañe al conjunto de los ciudadanos. A la vez, el Estado no entra ni
se pronuncia sobre cuestiones estrictamente religiosas u otro tipo de convicciones personales.
Es preciso señalar que esta separación entre Estado e iglesias no es biunívoca (no se da entre
dos poderes iguales e independientes en un mismo plano), pues el primero integra a la totalidad
de la ciudadanía, mientras que toda organización religiosa tiene carácter particular, por mucho
que a lo largo de los siglos -y para justificar un tratamiento de privilegio-, la Iglesia Católica se
haya definido a sí misma como “sociedad completa y perfecta”. En tanto que asociación de
carácter privado de individuos que profesan unas mismas convicciones o creencias, debe
someterse como cualquier otra al marco jurídico común democráticamente establecido y no gozar
de un estatus diferenciado.

El equívoco de la “colaboración” entre Estado e Iglesia


Sin embargo, el empeño de las distintas iglesias y confesiones en mantener prerrogativas del
pasado y la debilidad de muchos gobiernos ante sus presiones, hace que persistan situaciones
contrarias a los principios de un Estado de Derecho y Democrático. Por más que hoy se quiera
desviar la atención cínicamente a los que son o se propugnan como estados islámicos, aún
existen en la misma Unión Europea estados confesionales que se autodefinen como anglicano,
luterano u ortodoxo. Incluso dentro de los que se declaran constitucionalmente como
aconfesionales, no son pocos los estados que mantienen relaciones privilegiadas con las
confesiones consideradas “mayoritarias”, especialmente con la Iglesia Católica, a través de
acuerdos y concordatos. Donde el pluralismo religioso es un hecho, la aconfesionalidad formal,
lejos de derivar en estados plenamente laicos, se ve negada con el reconocimiento institucional,
financiación y colaboración con las distintas confesiones.
El “principio de cooperación” ambigua reformulación de las antiguas relaciones a la que ahora
se acoge la Iglesia obligada por las circunstancias- está recogido también en el artículo 16.3 de
nuestra Constitución. Dicho principio, enarbolado hoy por las distintas confesiones, establece o
permite establecer, mediante acuerdos que lo desarrollan, ciertos privilegios de las confesiones
religiosas y obligaciones de los gobiernos para con ellas (distintas forma de financiación,
exenciones fiscales, presencia en las instituciones públicas,…), que contradicen palmariamente el
principio democrático de la separación entre Estado e Iglesia.
Algunos se escudan en sutilezas alegando que la Constitución define un estado aconfesional
pero no laico, entendiendo lo primero en un sentido restrictivo (no hay religión oficial del Estado),
pero sin las consecuencias legales y prácticas que conlleva la plena laicidad. En todo caso, por
encima de la letra de la propia Constitución, está la vigencia admitida por todos los gobiernos de
la “Transición democrática” (hasta hoy) de acuerdos internacionales como el Concordato de 1953
y los Acuerdos con la Santa Sede de 1979, que reconocen derechos en el ámbito nacional a un
poder fáctico internacional (sólo por aberrante distorsión puede considerarse al Vaticano como
estado al uso). En ellos se amparan relaciones de evidente confesionalidad, así como la
escandalosa financiación pública de la Iglesia, algo que incluso los tibios liberales del siglo XIX le
negaron tras proceder a la desamortización de sus bienes.

Los sectores clericales pretenden justificar el supuesto derecho a contar con la “colaboración” del
Estado invocando el concepto de laicidad positiva, abierta o inclusiva (el Estado no tiene
confesión alguna, pero contribuye al mantenimiento de todas, permite su presencia e influencia en
el espacio de lo público y les dispensa cierto trato de favor en consideración al carácter peculiar
de su labor). Oponen ese concepto tergiversado al laicismo o laicidad a secas (estricta
separación), que tachan de agresivos o fundamentalistas. Intencionadamente pretenden confundir
la libertad de culto y el derecho a manifestar públicamente las creencias personales con su
intromisión en las instituciones públicas o estatales, la participación de éstas en las actividades
confesionales e incluso la exigencia de contribuir a su promoción.

Historia del derecho Hondureño 12


Hace referencia al pluralismo, así de impreciso, que el Estado no sólo estaría obligado a
garantizar sino también a promover. La sociedad es plural en sus múltiples manifestaciones
(lenguas, etnias, culturas, tradiciones, ideas y creencias, agrupaciones en torno a intereses y
aficiones)

La mutua independencia entre el Estado y la sociedad civil


Dos ámbitos a no confundir dentro de una democracia
Al igual que la libertad religiosa no es sino una concreción particular del derecho universal a la
libertad de conciencia, la separación entre Iglesia y Estado, sin obviar su especial relevancia
histórica, no deja de ser también una derivación del principio democrático más general que regula
las relaciones entre Estado y sociedad civil: su mutua independencia, tanto para preservar la
esfera de lo público respecto a la injerencia de intereses particulares, como para preservar la
libertad de los individuos y sus libres opciones asociativas de una posible invasión totalitaria del
Estado (o de quienes se lo apropian).
Efectivamente, la delimitación de las competencias del Estado en relación a los derechos y
deberes que conciernen al conjunto de los ciudadanos conforma la parte sustancial de toda Carta
Magna o Constitución Democrática y debe ser un principio rector de sus posteriores desarrollos
legales. En función de su universalidad, el Estado está obligado a garantizarlos a todos por igual.
Ninguno de esos derechos y deberes, que integran lo que suele definirse como “interés general”,
pueden verse sometidos a restricción, privilegio o discriminación, en función de intereses o
posiciones ideológicas particulares, ni siquiera si son mayoritarias (los derechos individuales no
están sometidos a votación, pues son considerados como derechos naturales). Pero, a su vez, el
Estado no puede extralimitarse en sus competencias violentando las libertades individuales, entre
las que figura no sólo la libertad de pensamiento y expresión sino también la libre asociación para
cualquier fin lícito. El cuerpo social es mucho más amplio y rico en expresiones que los
organismos de exclusivo carácter estatal. Y eso es lo que trata de establecer cualquier tipo de
asociación en los respectivos estatutos al definir sus fines y los medios de que se dota para
llevarlos a cabo. La mutua independencia entre el Estado y las organizaciones de la sociedad civil
implica que ninguno de ellos utilice los medios del otro para sus propios fines. Y esto vale, con
mayor rigor si cabe, en lo que hace a los recursos económicos.
No se trata de que Estado y sociedad civil se solapen o sustituyan en sus funciones, sino de que
cada cual cumpla las suyas propias, que son distintas en una democracia. La integración directa o
indirecta de las instituciones civiles en el aparato de Estado es lo que define a un estado
totalitario, por más que muchas de ellas se sientan cómodas y persigan incluso esa integración.
La ofensiva privatizadora del espacio público
Curiosamente, en ese totalitarismo y confusión de ámbitos confluyen hoy dos tendencias
aparentemente opuestas pero que coexisten amigablemente en las políticas neocons
predominantes en nuestro mundo globalizado.
Una de ellas, la hasta ahora denunciada, es el clericalismo ancestral y la intrínseca
vocación “católica” (en el sentido de imponer universalmente sus creencias) que caracteriza a
todas las confesiones religiosas, tratando de utilizar los poderes públicos y su fuerza coactiva
para fines proselitistas. De ahí que no cejen en su empeño, aun en una sociedad crecientemente
secularizada, por “reconquistar” (Benedicto XVI dixit) el terreno perdido aliándose con los sectores
políticos y sociales más retardatarios.
La otra es la ofensiva ultraliberal que, al propugnar cada vez menos Estado (“Estado
mínimo”), (soberanía popular, participación y control ciudadano del Estado para el ejercicio
efectivo de los derechos y libertades comunes). Ahora son los “mercados” (eufemismo para
designar a los poderes económicos fuera de todo control democrático) quienes, reeditando un
“clericalismo” de nuevo cuño y apariencia laica, dictan la política a seguir por esos estados
debilitados que, no obstante, se convierten en férreos transmisores y ejecutores de sus
directrices.

Historia del derecho Hondureño 13


Desde esta perspectiva más general (la mutua independencia entre instituciones del estado e
instituciones de la sociedad civil, la preservación del ámbito público como condición
imprescindible para el desarrollo de los derechos democráticos universales), el laicismo puede
situar de forma más ajustada el corolario de la separación entre Estado e Iglesia.
Los creyentes honestos, que quieren preservar su intimidad y su derecho a dar testimonio de la fe
que profesan, deben estar interesados, al mismo nivel que los adeptos a otras creencias o
convicciones, en defender su autonomía evitando toda confusión entre el plano político (que
comparten con todos sus conciudadanos) y el religioso (que pertenece a la conciencia personal y
en todo caso sólo comparten con los de iguales creencias).
El Estado, en nombre de un falso “interés general”, invade y coarta las libertades individuales que,
para conservar la legitimidad de su origen, debería proteger. De ahí que el Estado laico, en su
celo por deslindar el ámbito público y el privado para salvaguardia de ambos, es el único que se
ajusta a los postulados de un Estado democrático.

Implicaciones de los principios laicos y democráticos


La separación Iglesia/Estado como principio constitucional de derecho.
El respeto a la libertad de conciencia de todos, remite ante todo a un estatuto jurídico y político de
carácter principista y general, irreductible por tanto a consideraciones de tipo psicológico o
sociológico.

Al margen de circunstancias sociológicas y de los sentimientos personales, previo a cualquier


casuística, está el principio de derecho de la separación entre Estado e iglesias, la preservación
del ámbito común frente a cualquier apropiación de carácter particular, lo que exige entre otras
cosas la neutralidad religiosa e ideológica de las instituciones, espacios y actos públicos. Allí
donde la invocación en exclusiva a la libertad de conciencia, desde la mera subjetividad de los
individuos, podría no ser determinante, el concepto republicano de estado y de ciudadanía (lo
relativo a la res pública y los derechos en ella fundados) seguiría exigiendo la separación jurídica
estricta de las esferas pública y privada, incluyendo en ésta las convicciones y creencias
personales.

Cargos institucionales y actos confesionales


Más claridad existe dentro del movimiento laicista acerca de las implicaciones de la neutralidad
exigida en el comportamiento de las instituciones, aunque sea justamente el aspecto menos
respetado en la práctica cotidiana. Los cargos públicos, cualquiera que sea el procedimiento por
el que llegan a ocuparlos, representan en el ejercicio de sus funciones al conjunto de los
ciudadanos. Tales funciones no pueden ir más allá de gestionar lo público y común. Fuera de ese
ámbito gozan de los mismos derechos individuales que el resto (por ejemplo, expresar y practicar
sus creencias religiosas).
Lo que es válido para las confesiones religiosas lo es también para cualquier otra entidad de
carácter privado. De ahí la sensibilidad ciudadana ante los hechos de corrupción política. La hay
cuando se hace un uso partidista de los cargos públicos o se utilizan las instituciones de todos
para provecho de intereses particulares, al margen de las leyes y normas comunes que exigen
igualdad de trato para todos los ciudadanos con independencia de sus ideas y adscripción
política.

Explicar si en la historia del Estado de Honduras ha habido unión de la iglesia y el Estado


La Constitución de la República establece la libertad de culto y un Estado laico. El Estado y la
Iglesia no tienen funciones entre sí, y por tanto, la Iglesia no puede participar de los asuntos del
Estado. En la práctica, esto jamás ha sucedido, y la Iglesia sigue tan cercana al poder político
como en el pasado por lo menos en América Latina, desde otros escenarios y con un discurso
comedido y agazapado. Honduras no es un Estado laico.
Cuando El Pulso lo abordó sobre este tema, el abogado Gabriel Nasser Rodríguez expresó:
«El Estado, en este caso los gobiernos o el gobernante de turno, deben cumplir y hacer cumplir la
leyes de la República, tal como lo demanda la Constitución, pero en Honduras el Estado laico no

Historia del derecho Hondureño 14


ha podido consolidarse no sólo por la debilidad de los gobernante en el asunto, sino porque la
sociedad misma es una sociedad profundamente religiosa. Por ello, los políticos entienden que
asumir una postura antirreligiosa (en este caso anticristiana) no sólo sería políticamente
incorrecto para nuestro contexto, también sería fatal para la imagen pública del gobierno mismo,
pues, en una sociedad tradicionalmente religiosa, la liberta de culto y el laicismo aún son temas
tabú. En síntesis, el Estado laico no existe porque la clase política sigue utilizando la idea de Dios
en su beneficio, y lo hace invocando públicamente la fe cristiana para contar con la simpatía de la
sociedad, que aprecia a un gobernante que pregona su misma fe».
«Los cimientos de la constitución del Estado laico se ubican en los procesos revolucionarios a
partir de la Revolución Francesa y del influjo del pensamiento Ilustrado del siglo XVIII, que
postulaban los ideales de igualdad, libertad y fraternidad, así como el desmantelamiento de los
privilegios que consagraban beneficios solamente a la aristocracia y al clero durante el
denominado “Antiguo Régimen”... En el caso de Centroamérica y Honduras, esas políticas
públicas se empezaron a aplicar a partir del proceso de la “República Federal” de Francisco
Morazán (1830-1838), cuando el gobierno respaldó las demandas liberales que se habían
promulgado por decretos desde 1824, y que reconocían la necesidad de aprobar la separación
entre el Estado y la Iglesia, y al mismo tiempo impulsar la libertad de cultos[1]».
A pesar de los intentos morazanistas, la separación de la Iglesia y el Estado hondureño sólo
ocurrió en el gobierno de la Reforma, cuya gestión determinó la definitiva separación del clero de
los asuntos de la gobernanza civil que concernían al gobierno y a la clase política. Los gobiernos
de la Reforma (1876-1891) establecieron que la clase sacerdotal debía ocuparse de la formación
ética, espiritual y moral de los pobladores, y que por tanto debían dejar las responsabilidades
económicas, cívicas y civiles a la administración pública.
El proceso resultaba lógico. Un Estado cuya sociedad era resultado de la multiplicidad de etnias,
leguas, culturas y tradiciones, no podía vivir bajo el sometimiento de un credo definido e impuesto
por la Corona española durante la Conquista y la Colonia. Por supuesto, la injerencia de la Iglesia
en las actividades del Estado (la Provincia) durante la Colonia, tenía dos motivos principales: el
ejercicio de control social que la Iglesia había implantado desde la Edad Media a través de la fe y
la fidelidad al Dios; y la protección de las prebendas y cuantiosos beneficios económicos que
recibía, y que le convertían en una institución con poderes supremos.
La Iglesia disfrutó de los mayores beneficio económicos, casi hasta finales de la primera mitad del
siglo XIX, cuando el Estado hondureño inició unja lenta transformación de la administración
pública y una especie de prematura modernización del Estado, con presidentes como Coronado
Chávez (la Universidad), Juan Nepumuceno Lindo, Santos Guardiola, José María Medina, quien
sentó las grandes bases sobre las que se instalaría el gobierno reformista de Soto y Rosa.
Aunque todos ellos eran hombres religiosos, fueron comprendiendo que para la mejor
funcionalidad de los gobiernos, era necesaria la implementación de políticas y leyes modernas,
que no consideran el papel político de la Iglesia.
Estamos ante la impasividad política y social, y bajo la predominancia de un Estado religioso,
cristiano y muchos casos teocrático. Pero la búsqueda del Estado laico, así como la construcción
de los procesos de laicidad no sólo ha dejado de florecer en Honduras, también lo a hecho en
toda América latina.
En Centroamérica sigue predominado la tendencia cristiana (protestantes y católicos), con un
incremento del 29% de los evangélicos en los últimos veinte años, y en detrimento de la religión
católica. Guatemala y Honduras siguen siendo las naciones del istmo como mayor religiosidad.
Todo ello demuestra el porqué de la no consolidación del laicismo del Estado.
La aparente división entre Iglesia y Estado se acabó radicalmente con la inauguración del
gobierno de Porfirio Lobo a inicios del 2010, pues el discurso nacionalista de “Unidad Nacional”
echó mano del enorme poder de convocatoria y convencimiento con los que aun cuenta la Iglesia
hondureña. Esta vez, no obstante, el acercamiento del gobierno no era exclusivo con la iglesia
católica, ahora se sumaban las filas de las denominaciones protestantes. El gobierno, sucesor del
gobierno de facto de Roberto Micheletti, urgía de la capacidad de la Iglesia para agrupar personas
para un objetivo común: la unidad de una nación radicalmente dividida por el golpe de Estado de
junio del 2009.

Historia del derecho Hondureño 15


Revisar todas las constituciones que ha tenido Honduras y explicar, si en algunas (as) ha
habido unión entre la iglesia y el Estado.
Honduras desarrolla su primera constitución con bases laicas en 1880 en la que el estado prohíbe
a los ministros religiosos ejercer cargos públicos y en donde se fomenta y protege la instrucción
laica en todos los niveles educativos, pero no es sino hasta 1924 en donde el estado se declara y
oficializa la separación entre la iglesia y el estado mediante la constitución de 1924. Con la
separación entre Iglesia y Estado, se obtuvo la nula injerencia de cualquier organización o
confesión religiosa en el gobierno del mismo, ya sea en el ejecutivo, en el legislativo o en el
judicial y se ha evitado el desvío de dinero a cúpulas religiosas, así como el proselitismo político
utilizando a las religiones. Desde entonces, Honduras ha formado parte de otros 140 estados
laicos, incluidos Estados Unidos de América, Brasil, Alemania, Inglaterra, Italia, India, Japón,
Rusia y China.
Honduras católica
Desde tiempos precolombinos cada grupo étnico tenía su propia religión, entre éstas se
encontraban la religión maya, además de las religiones religión Chorotega, Lenca y Pech y con la
colonización española llegó también el cristianimo.
Constitución de 1825
Artículo principal: Constitución del Estado de Honduras de 1825
En la primera constitución de Honduras, de 1825 se declara al cristianismo católico como la
religión oficial del Estado en los artículos 5, 6 y 7.
ARTÍCULO 5: El Estado de Honduras profesa, y profesará, siempre, inviolablemente la religión
cristiana, apostólica, romana, sin permitir mezcla de otra alguna.
ARTÍCULO 6: El Estado la protegerá con leyes sabias y justas; y no consentirá, se hagan
alteraciones en la disciplina eclesiástica, sin consultar a la Silla Apostólica.
ARTÍCULO 7: Todo ciudadano, y principalmente los que ejercen jurisdicción, velarán sobre las
observancia de los artículos anteriores. Las leyes designarán las penas que merecen los
infractores.
La Constitución llegó a tener un carácter eminentemente liberal. Al igual que la Constitución de
los Estados Unidos, fijaba los derechos fundamentales y eliminaba los privilegios de la Iglesia
Católica. Es notable la abolición de la esclavitud, décadas antes que lo hicieran Rusia en 1861 y
los Estados Unidos en 1863.
Entre otros, se puede señalar el establecimiento de derechos que gozarían prisioneros y
acusados en espera de sentencia, el respeto a la privacidad de los ciudadanos, determinando que
solo podían decomisarse como prueba los papeles personales en caso de traición a la patria y
que su publicación era imprescindible para constatar la verdad.

Los gobiernos de Francisco Morazán entre 27 de noviembre de 1827 al 7 de marzo de 1829 y


también entre el 2 de diciembre de 1829 al 28 de julio de 1830, fueron sumamente laicos debido a
la condición liberal, masónica, antímonarquico y anticlerigal del general Morazán. En dichos
gobiernos se eliminaron los privilegios a la Iglesia Católica, la abolición del diezmo[1] de parte del
gobierno y se realizó la separación del Estado y la Iglesia.[2] Se prohibió el establecimiento de las
Órdenes Religiosas, en Honduras y después en toda Centroamérica, El Salvador lo haría hasta
1862 y en Nicaragua hasta 1881.[3]
En 1831, Morazán y el gobernador Mariano Gálvez supervisaron la construcción de escuelas y
carreteras, promulgarón políticas de libre comercio; fue invitado el capital extranjero y los
inmigrantes; se permitió el divorcio secular y la libertad de expresión; se pusieron a disposición
las tierras públicas para la expansión de la cochinilla; fue separada la Iglesia del Estado; los
diezmos fueron abolidos;[4] se proclamó la libertad de religión; los bienes eclesiásticos fueron
confiscados, se suprimieron las órdenes religiosas, y se le retiró a la iglesia el control que tenía
sobre la educación, entre otras políticas.
Con la implementación de estas medidas revolucionarias, Morazán se convirtió según el escritor
Adalberto Santana en el primer mandatario de América Latina que aplicó a su gestión un

Historia del derecho Hondureño 16


pensamiento liberal. Ello asestó un duro golpe al corazón de la oligarquía guatemalteca. Pero
más importante aún, se despojó al clero español de sus privilegios y redujo su poder.
Constitución de 1831
La iglesia católica se mantiene como religion del estado en la constitución de 1831, expresado:
Artículo 7: La religión del Estado es la Católica, Apostólica, Romana con exclusión del ejercicio
público de cualesquiera otra. Defenderla y sostenerla es un deber del Estado.
Constitución de 1839
En 1839 se mantiene al catolicismo como religión del estado, expresado en su artículo 16, en la
que se aceptan y protegen además otras religiones:
Artículo 16: La religión del Estado es la Católica, Apostólica y Romana. El ejercicio público de
ésta y de las demás que vengan a establecerse en el país, será protegido por el Gobierno.
Constitución de 1848
La constitución de 1848 prohíbe a cualquier poder público o autoridad intervenir en otras
religiones de caracter privado:
Artículo 16: La religión del Estado será la Cristiana, Católica, Apostólica Romana, con exclusión
del ejercicio público de cualquiera otra. Sus altos Poderes la protegerán con leyes sabias, pero ni
éstos ni autoridad alguna tendrán intervención ninguna en el ejercicio privado de las otras que se
establezcan en el país, si éstas no tendiesen a deprimir la dominante y el orden público.
Constitución de 1865
Es similar, la resolución en cuanto a la religión en la Constitución emitida en 1848.
Artículo 8: La Religión de la república es la Cristiana, Católica, Apostólica, Romana, con exclusión
del ejercicio público de cualquiera otra. El Gobierno la protege; pero ni éste ni autoridad alguna
tendrán intervención en el ejercicio privado de las otras que se establezcan en el país, si éstas no
tienden a deprimir la dominante y a alterar el orden público.
Constitución de 1876
Es similar a la de 1848 y 1865, pero además se permitir el ejercicio público de otros cultos, esta
fue la última constitución de Honduras en la que Honduras fue un estado confesional:
Artículo 7: La Religión de la República es la cristiana católica, apostólica, romana, con exclusión
del ejercicio público de cualquiera otra. El Gobierno la protege; pero ni éste, ni autoridad alguna
tendrán intervención en el ejercicio privado de otras que se establezcan en el país si éstas no
tienden a deprimir la dominante y alterar el orden público. El Congreso ordinario podrá permitir el
ejercicio público de otros cultos, cuando la conveniencia social lo demande.
Aún aí, con el laicismo constitucional imperante en Honduras, Marco Aurelio Soto, comicionó en
1878 al ilustrísimo Padre Antonio R. Vallejo para que realizará un trabajo educativo para la
nación, Vallejo escribió el Compendio de la historia social y política de Honduras.[5] obra
referente e histórica que marco el sistema educativo de la Reforma de Soto

Investigar qué presidente de la Repúblicade Honduras trabajo por la separación de la


iglesia y el Estado en Honduras y de qué forma lo hizo (forma legal)
La constitución de Honduras de 1880 es la primera en la que la iglesia católica ya no es religión
oficial del Estado y en la que la nación hondureña deja de tener una creencia religiosa oficial;
pero, además se prohíbe a los ministros religiosos ejercer cargos públicos, además inicia una era
en donde la educación en Honduras pasa a ser laica.
Artículo 10: Todos los hondureños podrán desempeñar cargos públicos, sin requerirse más
condición que la de su idoneidad. Los Ministros de las diversas sociedades religiosas no podrán
ejercer cargos públicos.
Artículo 13: DERECHO PÚBLICO DIFERIDO A LOS EXTRANJEROS: Sus contratos
matrimoniales no pueden ser invalidados por no estar de conformidad con los religiosos de
cualquiera creencia si estuviesen legalmente celebrados.
Artículo 24: El Estado tiene el primordial deber de fomentar y proteger la instrucción pública en
sus diversos ramos: la instrucción primaria es obligatoria laica y gratuita. Será también laica la
instrucción media u superior. Ningún Ministro de una sociedad religiosa podrá dirigir
establecimientos de enseñanza sostenidos por el Estado.

Historia del derecho Hondureño 17


Constitución de Honduras de 1894
Esta Constitución netamente liberal, emitida durante el gobierno de Policarpo Bonilla, establece lo
siguiente:
Artículo 55. No podrá someterse el estado civil de las personas a una creencia religiosa
determinada.
Artículo 56. La emisión del pensamiento por la palabra hablada o escrita, es libre, y la ley no
podrá restringirla. Tampoco podrá impedir la circulación de los impresos nacionales y extranjeros.
Los delitos cometidos por medio de la prensa, serán previamente calificados por un jurado.
Artículo 57. Se garantiza la libre enseñanza. La que se costee con fondos públicos será laica, y la
primaria será además gratuita, obligatoria y subvenida por el Estado. La ley reglamentará la
enseñanza sin restringir su libertad, ni la independencia de los profesores.
Artículo 58. Se garantiza la libertad de reunión sin armas, y la de asociación para cualquier objeto
lícito. Se prohíbe el establecimiento de toda clase de asociaciones monásticas.
Artículo 62. Son prohibidas las vinculaciones, y toda institución en favor de establecimientos
religiosos.
Artículo 65. Ante la ley no hay fueros ni privilegios personales. Los ministros de las diversas
sociedades religiosas no podrán ejercer cargos públicos.'
Constitución de Honduras de 1904
Esta Constitución fue emitida durante una administración conservadora y resuelve lo siguiente:
Artículo 46: Se garantiza el libre ejercicio de todas las religiones, sin más límite que el trazado por
la moral y el orden público.
Artículo 47. Los actos constitutivos del estado civil de las personas son de la exclusiva
competencia de los funcionarios y autoridades del orden civil, en los términos prevenidos por la
ley.
Artículo 48. La emisión del pensamiento por la palabra hablada o escrita, es libre, salvo los casos
en que ataque la moral, la honra, se provoque algún delito o se perturbe el orden social.
Artículo 49. Se garantiza la libre enseñanza. La que se costee con fondos públicos será laica, y la
primaria será además gratuita, obligatoria y subvenida por el Estado. La ley reglamentará la
enseñanza sin restringir su libertad, ni la independencia de los profesores.
Artículo 54. Son prohibidas las vinculaciones, y toda institución en favor de establecimientos
religiosos.
Es en la constitución de 1924 emitida durante el gobierno militar del general Vicente Tosta
Carrasco se oficilaliza la separación de la iglesia y del estado y se prohíben todas las
subvenciones a instituciones religiosas:
Artículo 53- Se garantiza el libre ejercicio de todas las religiones que no contraríen las leyes del
país. La iglesia está separada del Estado, el cual no podrá dar subvenciones, en caso alguno,
para ningún culto.
Artículo 54.- No podrá someterse el estado civil de las personas a una creencia religiosa
determinada.
Artículo 56.- Se garantiza la libre enseñanza. La que se costee con fondos públicos será laica, y
la primaria será además gratuita, obligatoria y subvenida por el Estado. La ley reglamentará la
enseñanza sin restringir su libertad, ni la independencia de los profesores
Artículo 61.- Son prohibidas las vinculaciones, y toda institución en favor de establecimientos
religiosos.
Artículo 64.- Los ministros de las diversas religiones no podrán ejercer cargos públicos.
Constitución de Honduras de 1936
Emitida durante el regimén dictatorial del Doctor y general don Tiburcio Carias Andino, en la cual
se expresa lo siguiente:
Artículo 57.- La iglesia está separada del estado. Se garantiza el libre ejercicio de todas las
religiones que no se opongan a las leyes del país. Se prohíbe dar subvenciones para cultos o
enseñanza religiosa.
Artículo 58.- Ningún acto religioso servirá para establecer el estado civil de las personas.

Historia del derecho Hondureño 18


Artículo 60.- Se garantiza la libertad de enseñar. La enseñanza sostenida con fondos públicos
será laica, y la primaria será, además gratuita, obligatoria, costeada por los Municipios y
subvenida por el Estado.
Artículo 65.- Son prohibidas las vinculaciones y toda institución en favor de establecimientos
religiosos.
Artículo 71.- Los Ministros de las diversas religiones no podrán ejercer cargos públicos.
Constitución de Honduras de 1957
En la constitución de 1957 emitida durante el gobierno liberal del Doctor Ramón Villeda Morales la
iglesia y el estado continúan separadas, pero se elimina dicho artículo en esta constitución,
quedando solamente este:
Artículo 95.- Los Ministros de las diversas religiones no podrán ejercer cargos públicos de
elección popular.
Constitución de Honduras de 1965
Emitida durante el gobierno militar-democrático del General Oswaldo López Arellano, es similiar a
la de 1957, en cuanto al laicismo:
Artículo 87.- Se garantiza el libre ejercicio de todas las religiones y cultos sin preeminencia
alguna, siempre que no contravengan las leyes y el orden público.
Los Ministros de las diversas religiones no podrán ejercer cargos públicos ni hacer en ninguna
forma propaganda política, invocando motivos de religión o valiéndose, como medio para tal fin,
de las creencias religiosas del pueblo.
Artículo 113.- Las actas o documentos religiosos únicamente servirán para establecer el estado
civil de las personas como pruebas de carácter supletorio debidamente justificado.
Constitución de Honduras de 1982 Es similar a la de 1957.
Artículo 77. Se garantiza el libre ejercicio de todas las religiones y cultos sin preeminencia alguna,
siempre que no contravengan las leyes y el orden público.
Los ministros de las diversas religiones, no podrán ejercer cargos públicos ni hacer en ninguna
forma propaganda política, invocando motivos de religión o valiéndose, como medio para tal fin,
de las creencias religiosas del pueblo.
Prohibición de proselitismo político a los ministros religiosos
En el artículo 87 de la constitución de 1965 se establece: Los Ministros de las diversas religiones
no podrán ejercer cargos públicos ni hacer en ninguna forma propaganda política, invocando
motivos de religión o valiéndose, como medio para tal fin, de las creencias religiosas del pueblo.
En el artículo 77 de la constitución de 1982 se establece: Los ministros de las diversas religiones,
no podrán ejercer cargos públicos ni hacer en ninguna forma propaganda política, invocando
motivos de religión o valiéndose, como medio para tal fin, de las creencias religiosas del pueblo.

Contenido de la Declaración Universal de Derechos Humanos y otros tratados


internacionales sobre la Libertad de Religión
Considerando que uno de los principios fundamentales de la Carta de las Naciones Unidas es el
de la dignidad e igualdad propias de todos los seres humanos, y que todos los Estados Miembros
se han comprometido a tomar medidas conjuntas y separadamente, en cooperación con la
Organización de las Naciones Unidas, para promover y estimular el respeto universal y efectivo
de los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos, sin distinción de raza, sexo,
idioma ni religión,
Considerando que en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en los Pactos
internacionales de derechos humanos se proclaman los principios de no discriminación y de
igualdad ante la ley y el derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia, de religión o de
convicciones,
Considerando que el desprecio y la violación de los derechos humanos y las libertades
fundamentales, en particular el derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia, de religión o
de cualesquiera convicciones, han causado directa o indirectamente guerras y grandes
sufrimientos a la humanidad, especialmente en los casos en que sirven de medio de injerencia
extranjera en los asuntos internos de otros Estados y equivalen a instigar el odio entre los pueblos
y las naciones,

Historia del derecho Hondureño 19


Considerando que la religión o las convicciones, para quien las profesa, constituyen uno de los
elementos fundamentales de su concepción de la vida y que, por tanto, la libertad de religión o de
convicciones debe ser íntegramente respetada y garantizada,
Considerando que es esencial promover la comprensión, la tolerancia y el respeto en las
cuestiones relacionadas con la libertad de religión y de convicciones y asegurar que no se acepte
el uso de la religión o las convicciones con fines incompatibles con la Carta, con otros
instrumentos pertinentes de las Naciones Unidas y con los propósitos y principios de la presente
Declaración,
Convencida de que la libertad de religión o de convicciones debe contribuir también a la
realización de los objetivos de paz mundial, justicia social y amistad entre los pueblos y a la
eliminación de las ideologías o prácticas del colonialismo y de la discriminación racial,
Tomando nota con satisfacción de que, con los auspicios de las Naciones Unidas y de los
organismos especializados, se han aprobado varias convenciones, y de que algunas de ellas ya
han entrado en vigor, para la eliminación de diversas formas de discriminación,
Preocupada por las manifestaciones de intolerancia y por la existencia de discriminación en las
esferas de la religión o las convicciones que aún se advierten en algunos lugares del mundo,
Decidida a adoptar todas las medidas necesarias para la rápida eliminación de dicha intolerancia
en todas sus formas y manifestaciones y para prevenir y combatir la discriminación por motivos
de religión o convicciones, Proclama la presente Declaración sobre la eliminación de todas las
formas de intolerancia y discriminación fundadas en la religión o las convicciones:
Artículo 1
1. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. Este
derecho incluye la libertad de tener una religión o cualesquiera convicciones de su elección, así
como la libertad de manifestar su religión o sus convicciones individual o colectivamente, tanto en
público como en privado, mediante el culto, la observancia, la práctica y la enseñanza.
2. Nadie será objeto de coacción que pueda menoscabar su libertad de tener una religión o
convicciones de su elección.
3. La libertad de manifestar la propia religión o las propias convicciones estará sujeta únicamente
a las limitaciones que prescriba la ley y que sean necesarias para proteger la seguridad, el orden,
la salud o la moral públicos o los derechos y libertades fundamentales de los demás.
Artículo 2
1. Nadie será objeto de discriminación por motivos de religión o convicciones por parte de ningún
Estado, institución, grupo de personas o particulares.
2. A los efectos de la presente Declaración, se entiende por "intolerancia y discriminación
basadas en la religión o las convicciones" toda distinción, exclusión, restricción o preferencia
fundada en la religión o en las convicciones y cuyo fin o efecto sea la abolición o el menoscabo
del reconocimiento, el goce o el ejercicio en pie de igualdad de los derechos humanos y las
libertades fundamentales.
Artículo 3- La discriminación entre los seres humanos por motivos de religión o convicciones
constituye una ofensa a la dignidad humana y una negación de los principios de la Carta de las
Naciones Unidas, y debe ser condenada como una violación de los derechos humanos y las
libertades fundamentales proclamados en la Declaración Universal de Derechos Humanos y
enunciados detalladamente en los Pactos internacionales de derechos humanos, y como un
obstáculo para las relaciones amistosas y pacíficas entre las naciones.
Artículo 4
1. Todos los Estados adoptarán medidas eficaces para prevenir y eliminar toda discriminación por
motivos de religión o convicciones en el reconocimiento, el ejercicio y el goce de los derechos
humanos y de las libertades fundamentales en todas las esferas de la vida civil, económica,
política, social y cultural.
2. Todos los Estados harán todos los esfuerzos necesarios por promulgar o derogar leyes, según
el caso, a fin de prohibir toda discriminación de ese tipo y por tomar las medidas adecuadas para
combatir la intolerancia por motivos de religión o convicciones en la materia.
Artículo 5

Historia del derecho Hondureño 20


1. Los padres o, en su caso, los tutores legales del niño tendrán el derecho de organizar la vida
dentro de la familia de conformidad con su religión o sus convicciones y habida cuenta de la
educación moral en que crean que debe educarse al niño.
2. Todo niño gozará del derecho a tener acceso a educación en materia de religión o
convicciones conforme con los deseos de sus padres o, en su caso, sus tutores legales, y no se
le obligará a instruirse en una religión o convicciones contra los deseos de sus padres o tutores
legales, sirviendo de principio rector el interés superior del niño.
3. El niño estará protegido de cualquier forma de discriminación por motivos de religión o
convicciones. Se le educará en un espíritu de comprensión, tolerancia, amistad entre los pueblos,
paz y hermandad universal, respeto de la libertad de religión o de convicciones de los demás y en
la plena conciencia de que su energía y sus talentos deben dedicarse al servicio de la humanidad.
4. Cuando un niño no se halle bajo la tutela de sus padres ni de sus tutores legales, se tomarán
debidamente en consideración los deseos expresados por aquéllos o cualquier otra prueba que
se haya obtenido de sus deseos en materia de religión o de convicciones, sirviendo de principio
rector el interés superior del niño.
5. La práctica de la religión o convicciones en que se educa a un niño no deberá perjudicar su
salud física o mental ni su desarrollo integral teniendo en cuenta el párrafo 3 del artículo 1 de la
presente Declaración.
Artículo 6- De conformidad con el artículo 1 de la presente Declaración y sin perjuicio de lo
dispuesto en el párrafo 3 del artículo 1, el derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia, de
religión o de convicciones comprenderá, en particular, las libertades siguientes:
a) La de practicar el culto o de celebrar reuniones en relación con la religión o las convicciones, y
de fundar y mantener lugares para esos fines;
b) La de fundar y mantener instituciones de beneficencia o humanitarias adecuadas;
c) La de confeccionar, adquirir y utilizar en cantidad suficiente los artículos y materiales
necesarios para los ritos o costumbres de una religión o convicción;
d) La de escribir, publicar y difundir publicaciones pertinentes en esas esferas;
e) La de enseñar la religión o las convicciones en lugares aptos para esos fines;
f) La de solicitar y recibir contribuciones voluntarias financieras y de otro tipo de particulares e
instituciones;
g) La de capacitar, nombrar, elegir y designar por sucesión los dirigentes que correspondan
según las necesidades y normas de cualquier religión o convicción;
h) La de observar días de descanso y de celebrar festividades y ceremonias de conformidad con
los preceptos de una religión o convicción;
i) La de establecer y mantener comunicaciones con individuos y comunidades acerca de
cuestiones de religión o convicciones en el ámbito nacional y en el internacional.
Artículo 7- Los derechos y libertades enunciados en la presente Declaración se concederán en la
legislación nacional de manera tal que todos puedan disfrutar de ellos en la práctica.
Artículo 8- Nada de lo dispuesto en la presente Declaración se entenderá en el sentido de que
restrinja o derogue ninguno de los derechos definidos en la Declaración Universal de Derechos
Humanos y en los Pactos internacionales.

Explicar si los derechos de los cuales ha estudiado en el desarrollo de


esta tarea son de primera, segunda o tercera generación.
Las tres categorías de derechos encontramos en el reciente trabajo realizado explicados a
continuación : Primera generación: Derechos individuales y políticos (Siglo XVIII) Surgieron como
respuesta a los reclamos que motivaron los principales movimientos revolucionarios de finales del
siglo XVIII en occidente. Imponen al Estado el deber de abstenerse de interferir en el ejercicio y
pleno goce de estos derechos por parte del ser humano. Debe limitarse a garantizar el libre goce
de estos derechos, organizando la fuerza pública y creando mecanismos judiciales que los
protejan.

Historia del derecho Hondureño 21


Segunda generación: Derechos sociales
La constituyen los derechos económicos, sociales y culturales, incorporados en la Declaración de
1948, debido a los cuales, el Estado de Derecho pasa a una etapa superior, es decir, a un Estado
Social de Derecho.
De ahí el surgimiento del constitucionalismo social que enfrenta la exigencia de que los derechos
sociales y económicos, descritos en las normas constitucionales, sean realmente accesibles y
disfrutables. Se demanda un Estado de Bienestar que implemente acciones, programas y
estrategias, a fin de lograr que las personas los gocen de manera efectiva
Tercera generación :Por su parte, la tercera generación de derechos, surgida en la doctrina en los
años 1980, se vincula con la solidaridad. Los unifica su incidencia en la vida de todos, a escala
universal, por lo que precisan para su realización una serie de esfuerzos y cooperaciones en un
nivel planetario. Normalmente se incluyen en ella derechos heterogéneos como el derecho a la
paz, a la calidad de vida o las garantías frente a la manipulación genética, aunque diferentes
juristas asocian estos derechos a otras generaciones: por ejemplo, mientras que para Vallespín
Pérez la protección contra la manipulación genética sería un derecho de cuarta generación, para
Roberto González Álvarez es una manifestación, ante nuevas amenazas, de derechos de primera
generación como el derecho a la vida, la libertad y la integridad física. Este grupo fue promovido a
partir de los ochenta para incentivar el progreso social y elevar el nivel de vida de todos los
pueblo.

Historia del derecho Hondureño 22


Conclusion

v En conclusión, la libertad religiosa incluye la libertad de conciencia y su expresión,


mientras que la libertad de culto excluye la libertad de conciencia, la diferencia es enorme.
v No es solamente la extensión que adquiere la Iglesia, ni su organización, lo que debe
excitar nuestro asombro, sino el modo como realiza su alta y doble misión, de carácter civil
y religioso á la vez; de orden religioso, por la propagación del Evangelio, la conversión de
los indios, y su organización interior; en el orden temporal y político, ayudando
constantemente al Poder Civil en el cumplimiento de su misión, facilitándole medios,
suavizando los rozamientos que se presentaban entre con- quistadores é indígenas,
prestando al Estado sus mejores hombres para la gobernación de aquellos países
v Una correcta comprensión del principio de separación entre Estado e Iglesia (esencial para
una posición laicista) y, por extensión, de la recíproca independencia entre el Estado y las
múltiples entidades que integran la sociedad civil (esencial para la concepción de un
estado democrático).
v El pluralismo religioso es un hecho, la aconfesionalidad formal, lejos de derivar en estados
plenamente laicos, se ve negada con el reconocimiento institucional, financiación y
colaboración con las distintas confesiones.
v La iglesia católica tenía un papel político muy importante en los acontecimientos y el texto
le asegura el monopolio de esta fe, los cargos ocupados y, además, a los ministros
eclesiásticos seculares y regulares les garantiza protección “en sus personas y
propiedades”, y se les da la tarea política de sofocar la pasión independentista del pueblo
para que no se dividan los ánimos y no se produzcan “funestas consecuencias”.
v separación entre Estado e iglesias no es biunívoca (no se da entre dos poderes iguales e
independientes en un mismo plano), pues el primero integra a la totalidad de la ciudadanía,
mientras que toda organización religiosa tiene carácter particular, por mucho que a lo largo
de los siglos -y para justificar un tratamiento de privilegio-, la Iglesia Católica se haya
definido a sí misma como “sociedad completa y perfecta”
v Lejos de confundirse con posiciones antirreligiosas viscerales, el laicismo aparece así
como el auténtico defensor de los valores republicanos (preservación de la res publica o
espacio común de ciudadanía), los de una sociedad democrática e integradora, donde
todos los individuos y colectivos se pueden sentir respetados en su particularidad en un
marco de convivencia como ciudadanos con iguales derechos, sin peligro de que los
propios puedan verse atropellados por la superior fuerza de otros.
v La constitución de 1982 establece Prohibición de proselitismo político a los ministros
religiosos
v La libertad de religión o de convicciones debe contribuir también a la realización de los
objetivos de paz mundial, justicia social y amistad entre los pueblos y a la eliminación de
las ideologías o prácticas del colonialismo y de la discriminación racial.

Bibliografia
Martínez, José Francisco. Historia constitucional de Honduras Editor: Tegucigalpa, Honduras
Banco Central de Honduras 1979
Acta de Independencia 1821
https://laicismo.org/honduras-un-estado-laico/
Declaración universal de los derechos Humanos
Blanco Juan Ramón es Licenciado en Derecho, Las tres generaciones de derechos, socio
fundador del Instituto de Derechos Humanos.


Historia del derecho Hondureño 23


Anexos

Historia del derecho Hondureño 24

También podría gustarte