Wismairy Norteamericano

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Instituto Técnico Superior Comunitario

(ITSC)

Asignatura:
Historia Social Dominicana

Tema:

La Ocupación Militar Norteamericana de 1916


Participante:
Wismary Serrata

  Matricula:
2020-0203

Fecha:
16 de Marzo del 2020,
República Dominicana
Tarea: Ocupación militar norteamericana de 1916

Estimados,

Luego de consultar los textos: Historia Critica Dominicana del autor


Juan Francisco Martínez Almanzar en las páginas de 386 a 405.
Fundamentos de Historia Social Dominicana de los autores: Nelson E.
Diaz y Silverio González. Historia del Pueblo Dominicana de Franklin
Franco Pichardo en las páginas 397 a 412.

Realizar un análisis comparativo sobre la ocupación militar


norteamericana de 1916.

Después proceda a grabar y arrastrar o subir archivo.

La primera ocupación estadounidense de República Dominicana se produjo


entre 1916 y 1924. Fue una de las
numerosas intervenciones en América realizadas por las fuerzas
militares estadounidenses. El 13 de mayo de 1916,
el contraalmirante William Banks Caperton obligó al secretario de Guerra
de la República Dominicana Desiderio Arias, quien había ocupado el cargo
durante el gobierno de Juan Isidro Jimenes Pereyra, a abandonar Santo
Domingo bajo la amenaza de realizar un bombardeo naval a la ciudad.

Por renuncia del presidente don Juan Isidro Jimenes quedó acéfalo en 1916
el Gobierno dominicano, y el cónsul general en Puerto Rico, sintiendo
deshechos los vínculos que lo subordinaron al viejo caudillo liberal, salió
hacia Santo Domingo. En Londres, con motivo de «la Gran Guerra» 1914-
1918 la tonelada de guayacán de… tal grosor, ascendía a precio cuantioso
que no había tenido nunca. Al término de la licencia, el cónsul pensaba no
volver a Puerto Rico.
La zona productora del guayacán excelente era la de Trujín, dilatada selva
del departamento de Enriquillo, en cuyas cabrias y a orillas del lago los
adolescentes solían embelesarse contemplando lotes y ringleras de la
madera preciosa.

En la imaginación las toneladas se le estaban decuplicando. No volvería al


consulado de mezquino sueldo. El territorio de la Nación estaba ocupado
militarmente por tropa extranjera, pero solo hasta que se efectuara «la libre
selección de un presidente». Si es válido un compromiso particular ante
notario, de indubitable valor, superior a juramento, era, tenía que ser, la
promesa pública del representante de un imperio a nombre de su gobierno.

Desintegrados los cuerpos armados existentes, dieron paso a la Guardia


Nacional que tendría el monopolio de la fuerza. Se procedió al desarme
general de la población y a la liquidación de las bandas armadas.
Originándose la resistencia, más en el Este, de grupos irregulares señalados
por el interventor como gavilleros o bandidos.

En la Guardia, un Trujillo ingresante como segundo teniente en 1919 hizo


carrera hasta convertirse en su comandante en jefe. Abriéndose camino
hacia el poder político e imponiéndose durante tres décadas. Se instauró un
sistema de mensura y registro de la propiedad inmobiliaria mediante la Ley
de Registro de Tierras de 1920. Su aplicación durante la depresión que
afectó a la industria azucarera en los 20, facilitó la concentración de la
propiedad a favor de las empresas americanas.

Fue el capítulo de los desalojos, el avance del capitalismo corporativo que


movió la pluma de Moscoso Puello en Cañas y bueyes, la de Manuel
Amiama en El terrateniente y dio alas al canto épico de Pedro Mir en Hay
un país en el mundo.
Se impulsó la educación en las áreas rurales (85% de la población), con
mejoras salariales y se construyeron planteles en algunas ciudades
siguiendo diseños del Sur de EEUU, como la Escuela Brasil en San Carlos.

El Código Sanitario de 1920 reguló la práctica médica y farmacéutica, el


control epidemiológico y el saneamiento ambiental. Surgieron la Secretaría
de Sanidad, el Laboratorio Nacional y las escuelas de enfermería. Dos
nuevos hospitales y un leprocomio, renovándose otros cinco: de 100 a 450
camas. Los marines dejaron una red vial moderna, enlazando regiones
antes comunicadas por el tráfico de cabotaje y las líneas férreas del Cibao.
Con las carreteras vino el automóvil y el trabajador haitiano, importado por
Obras Públicas y los ingenios. Agregaron puentes, depósitos aduanales y
otras infraestructuras. Una polémica reforma arancelaria y mejoras
burocráticas.

La literatura sobre la Ocupación no ha sido abundante. The Americans in


Santo Domingo (1928) es el clásico, de la autoría de Melvin M. Knight,
encomendado ese estudio por el American Fund for Public Service, parte
de una serie acerca del papel de las inversiones de EEUU en el exterior.

De allí saldrían Nuestra Colonia de Cuba de Leland Jenks y Nuestros


Bancos en Bolivia de Margaret Marsh. Primeras monografías sobre el
“imperialismo económico”. Publicado en 1939 por la Universidad de
Santo Domingo, Los Americanos en Santo Domingo permaneció sin
parangón. Hasta que el historiador Bruce J. Calder culminó su tesis sobre la
Ocupación, editada por la U. de Texas: The Impact of Intervention (1984).
Que presenta un balance más equilibrado de la gestión del gobierno militar.
Afirmando que buena parte de sus ejecutorias se inspiraba en la ideología
progresista, en boga en EEUU, que preconizaba reformas económicas y
sociales con sentido de equidad.

Calder relativiza la leyenda negra sobre la Ocupación, alentada por el


enfoque radical de Melvin Knight, el nacionalismo de nuestros
intelectuales de los años 20 y el maniqueísmo marxista o neo marxista en la
joven generación de estudiosos de las ciencias sociales, proclive a ver
intencionalidad maquiavélica en todos los actos del consignado
imperialismo. Existen tres ediciones en español de esta obra, la última de
2014 por cuenta de la Academia Dominicana de la Historia: El Impacto de
la Intervención. La República Dominicana durante la ocupación
norteamericana de 1916-1924.

Contemporánea a la Ocupación, Los yanquis en Santo Domingo (1929) está


escrita en esmerada prosa modernista por Max Henríquez Ureña, Secretario
de la Presidencia del efímero gobierno de su padre Pancho, a quien
acompañara en su campaña por América Latina, EEUU y Europa para
reclamar la restitución de la soberanía. Es un cuidadoso relato
documentado de los hechos que antecedieron a la intervención.

Por el lado académico dominicano, como un meritorio estudio


comprensivo, figura la obra del sociólogo Wilfredo Lozano La dominación
imperialista en la República Dominicana, 1900-1930, que se concentra en
los cambios estructurales que la intervención provocara en la economía.
Publicada por la UASD en 1976, con prólogo de José del Castillo, la
Comisión de Efemérides Patrias tiene en carpeta su reedición con motivo
del Centenario de la Intervención del 16.

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