CITOMEGALOVIRUS

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CITOMEGALOVIRUS

El citomegalovirus (CMV) es un virus de baja contagiosidad perteneciente a la familia


Herpesviridae. Es el principal responsable de la morbimortalidad infantil de origen
congénito. La infección es muy frecuente, cursa de modo asintomático en la mayoría de
las ocasiones y su importancia radica en la potencial gravedad cuando afecta a neonatos
e inmunodeprimidos. El 4% de los recién nacidos sintomáticos y el 90% sufren secuelas
[ CITATION CNa11 \l 12298 ].

Vías de transmisión

Infección congénita: La infección congénita es sinónimo de transmisión intrauterina o


transplacentaria. La transmisión intrauterina ocurre solo en un tercio de las embarazadas
con primoinfección.

Infección perinatal: La transmisión ocurre por contacto con secreciones genitales de la


madre durante el parto o a través de la lactancia materna.

Infección posnatal: Se ha recuperado CMV de saliva en juguetes de guarderías, por lo


que se postula que la saliva puede ser una vía de transmisión en niños.

Transfusiones sanguíneas: CMV puede estar


presente en la sangre de donantes sanos, en
estado latente en monocitos y reactivarse al
transfundirse a otro paciente. La infección se
puede transmitir, aunque no se ha podido
identificar hasta la fecha los donantes de alto
riesgo de transmisión [ CITATION Sar14 \l 12298 ].

Patogénesis

El contacto directo con un caso positivo inicia la infección. El virus se excreta por la
leche materna, saliva y orina. El citomegalovirus (CMV) se replica en glándulas
salivales y células renales, lo que a menudo produce la fusión celular en células gigantes
multinucleadas. El CMV suele persistir en estos tejidos, con eliminación crónica del
virus.

La infección por CMV induce la formación de anticuerpos específicos IgM, IgA e IgG,
que aparecen casi a la vez que la excreción del virus por saliva y orina. Los anticuerpos
tipo IgM pueden persistir durante 2-8 meses en situaciones normales, mientras que los
IgA pueden ser detectables hasta 1 año después. En pacientes inmunodeprimidos, la
producción de IgM puede no darse a valores detectables [ CITATION Fun20 \l 12298 ].

Manifestaciones clínicas

La intensidad del proceso de la enfermedad es muy variable en la infección congénita.


Ésta se presenta de 2 formas fundamentales: la forma asintomática, que puede producir
secuelas neurológicas, y más adelante hepatoesplenomeglia, trombocitopenia,
coriorretinitis y raras secuelas neurológicas; y por último, la forma grave, frecuente en
los prematuros, en las que se encuentran, los síntomas anteriores y el íctero. Las
criaturas nacidas con enfermedad grave, no mortal, tienen típicamente poco peso al
nacer y sufren fiebre. Del 10 al 30 % de los lactantes con infección CMV congénita,
sintomática, morirán en los primeros meses de vida. Sin embargo, cabe señalar que
pueden nacer niños sanos de madres infectadas.

Infección perinatal

La transmisión ocurre por contacto con secreciones genitales de la madre durante el


parto o a través de la lactancia materna. La presencia de CMV en la leche materna
constituye una ruta de transmisión por sí sola, ya que no se ha demostrado transmisión
en niños de madres infectadas alimentados con leche de formula.

Infección en inmunodeprimidos

En este grupo de pacientes se pueden dar tanto infecciones primarias como recurrencias.
La gravedad de la infección por CMV en inmunodeprimidos está directamente
relacionada con el grado de inmunosupresión. Los pacientes con recuento muy bajo de
linfocitos CD4+ presentarán cuadros más graves. Lo más frecuente es que se presente
solo con fiebre, que se resolverá en pocos días. Cuando esta va acompañada de
leucopenia y viremia se le conoce como síndrome por CMV.

Infección congénita

CMV es la causa más frecuente de infección congénita en los países desarrollados, con
una prevalencia en torno al 0,6 %. La inmunidad natural materna proporciona una
protección del 69% frente a infección congénita. De los niños infectados
congénitamente, aproximadamente solo un 10% presentará una infección sintomática.
Las manifestaciones clínicas van desde
crecimiento retardado intrauterino,
hepatoesplenomegalia, coriorretinitis,
trombocitopenia, encefalitis y microcefalia. La
presencia de calcificaciones periventriculares
es un hallazgo típico de las pruebas de imagen
en los casos graves. Algunos están tan
gravemente afectados al nacimiento que mueren durante la infancia (0,5%). Los
supervivientes que presentan microcefalia o alteraciones del sistema nervioso central
tienen un elevado riesgo de desarrollar graves secuelas neurológicas, déficits cognitivos
y motores, y afectación visual y auditiva [ CITATION Sar14 \l 12298 ].

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