9-Intervencion y Cultura PDF

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#4 La ciudadanía cultural como

enfoque para políticas de


inclusión
Una propuesta para jóvenes del barrio barcelonés del Raval

Ricard Zapata‐Barrero

GRITIM­UPF Policy Series

January 2016
La ciudadanía cultural como
enfoque para políticas de
inclusión: una propuesta para
jóvenes del barrio barcelonés
del Raval

Ricard Zapata-Barrero

GRITIM-UPF Policy Series


#4 – January 2016
Edited by:

Grup de Recerca Interdisciplinari sobre Immigració


Departament de Ciències Polítiques i Socials
Universitat Pompeu Fabra
Carrer Ramon Trias-Fargas, 25-27
08005 – Barcelona (Spain)
[email protected]
www.upf.edu/gritim

Coordination of the publishing process and copy-editing:


Núria Franco-Guillén

Suggested citation:
Zapata-Barrero, R (2016) La ciudadanía cultural como enfoque para
políticas de inclusión: una propuesta para jóvenes del barrio
barcelonés del Raval Barcelona: GRITIM-UPF Policy Series, no. 4
[Free access: http://www.upf.edu/gritim/_pdf/ps4.pdf]

Barcelona, January 2016


Agradecimientos

Este informe ha sido un encargo de la Asociación Salud y Familia


en el marco del Programa ENTRE IGUALES y en su producción
han sido decisivas las aportaciones de los miembros del "Grupo de
Trabajo para la Integración Socioeducativa de los Jóvenes hijos e
hijas de la inmigración en el barrio del Raval" auspiciado por la
Fundació ACSAR y la Asociación Salud y Familia. A todos los
participantes del Grupo que figuran a continuación, mi más sincero
agradecimiento. Igualmente a tres investigadores del GRITIM-UPF
que han hecho una lectura pausada y crítica antes de su publicación:
Núria Franco-Guillén, Gema Rubio Carbonero y Siresa López
Berengueres:

• Mercè Amor, Representante de l’Associació Intercultural Diàlegs


de Dona
• Iolanda Fresnillo, Directora de la Fundació Tot Raval
• Alexandra Bozonet, Representante de l’Associació de Joves TEB
• Xavier Martínez-Celorrio, Profesor de Sociología de la
Educación y del Estudio de la Universidad de Barcelona.
• Ana Lucía Olivos, Responsable del Proyecto "Ciudadanía activa:
Promoviendo la participación política de los jóvenes inmigrantes"
(ACCESS).
• Antoni Llobet, Director General de Centros Públicos del
Departament d’Ensenyament de la Generalitat de Catalunya.
• Mohamed El Amrani, Periodista y Premio Fundació Príncep de
Girona.
• Elvira Méndez, Directora General de la Asociación Salud y
Familia.
• Carles Campuzano, Presidente de la Fundació ACSAR.
• Núria Ramon, Directora de la Fundació ACSAR.

Entidades promotoras:

Entidad financiadora: Con el apoyo de:

i
Resumen ejecutivo

El objetivo básico de este Informe es definir un enfoque de ciudadanía


cultural susceptible de ser aplicado a la población joven inmigrante del
barrio del Raval en Barcelona, incluyendo al final una serie de
recomendaciones destinadas a las administraciones y a las entidades
sociales. Identificamos dos instituciones básicas tradicionales que
sustentan el proceso complejo de socialización: la escuela y la familia.
Consideraremos que la franja de tiempo de regreso a casa, que va de la
escuela a la familia es un espacio clave de intervención política y social.
Los espacios públicos culturales de interacción de esta población serán
considerados como espacios de sociabilidad. Asimismo consideramos la
cultura como un medio básico de expresión de los jóvenes y, por lo tanto,
un canal clave para articular estratégicamente este fomento de interacción.
Potenciar el vínculo de los jóvenes con la cultura será, pues, el medio
central para delimitar el enfoque de ciudadanía cultural.

Pero, ¿Por qué la cultura es un recurso estratégico que requiere atención


política y social? ¿Por qué la participación cultural es importante en la
formación de la ciudadanía en los jóvenes? La respuesta es porque el
capital cultural contribuye al capital social (confianza y cohesión), y esta
adquisición de capital es fundamental para la ciudadanía cultural,
especialmente si se considera que las actividades culturales son un
componente de socialización y de formación de la ciudadanía,
especialmente en contextos de riesgo de exclusión social. Uno de los
argumentos que articula las recomendaciones finales es que para crear este
sistema de Ciudadanía Cultural es necesario trabajar una estructura de
oportunidades culturales. También que una de las bases de la
participación es que tanto los jóvenes y sus familias, como las entidades
del barrio y las administraciones que trabajan en el barrio tengan una
cultura de la diversidad, basada en el principio que la diversidad es una
ventaja que fomenta la innovación, la creatividad, el sentimiento de
identidad residencial, y el desarrollo del barrio. Asimismo, una de las
estrategias para fomentar esta cultura de la diversidad es la
interculturalidad, basada en la idea de que la interacción positiva reduce
los estereotipos y los prejuicios, y fomenta la información y el
conocimiento mutuo.

Esperamos que este informe sirva de estímulo para promover discusiones


y ayude a generar criterios para proyectos culturales en barrios donde los
espacios públicos a veces en lugar de ser espacios culturales de interacción,
pueden generar incertidumbres, conflictos generacionales, y riesgos de
exclusión social.

ii
Contenidos

Resumen ejecutivo ii

Introducción: definiendo el enfoque de la ciudadanía cultural


de este Informe 1

1. Contexto institucional y socio-económico: definiendo


objetivos para el fomento de la ciudadanía cultural 4

2. Principales componentes conceptuales de una gramática


de la ciudadanía cultural: ¿Por qué la cultura es un recurso
estratégico que requiere atención política y social? ¿Por qué la
participación cultural es importante? 8

3. Fundamentos de una política que fomente la ciudadanía


cultural, con especial enfoque hacia la población joven del
Raval 13

4. La cultura es un vehículo para el fomento de la ciudadanía


y la democracia, una herramienta para la inclusión en
sociedades diversas 19

5. Aplicación Marco Conceptual y Recomendaciones 23

Referencias 35

iii
Ricard Zapata-Barrero

Introducción: definiendo el enfoque de la ciudadanía cultural de


este Informe

El objetivo básico de este Informe es definir un enfoque de


ciudadanía cultural susceptible de ser aplicado a la población joven
inmigrante del Raval, incluyendo al final una serie de
recomendaciones destinadas a las administraciones y a las entidades
sociales. La población joven será considerada como un sector no
votante, en proceso de socialización, de redefinición identitaria y de
formación en la ciudadanía, así como en proceso de emancipación.
Identificamos dos instituciones básicas tradicionales que sustentan
este proceso complejo: la escuela y la familia. Consideraremos que
la franja de tiempo de regreso a casa, que va de la escuela a la
familia, es decir desde que un joven sale de la escuela hasta que
vuelve a su casa, es un espacio clave de intervención política y social
(procedente de la administración o directamente de la sociedad).
Asimismo consideramos la cultura como un medio básico de
expresión de los jóvenes y, por lo tanto, un canal clave para
articular estratégicamente esta propuesta pública. Como bien
público, la cultura es inicialmente tratada como canal de
comunicación de los jóvenes e instrumento para hacer valer su
identidad en proceso de construcción y su sentimiento de
pertenencia al barrio. Potenciar el vínculo de los jóvenes con la
cultura será, pues, el medio central para delimitar el enfoque de
ciudadanía cultural.

Tras esta propuesta se encuentra un mapa conceptual innovador


que trataremos de presentar en la primera parte, con conceptos
claves como “cohesión”, “pertenencia”, “democracia”,
participación”, “cultura”, “interculturalidad”, e “identidad
residencial”. Como se trata de una mapa conceptual, lo que nos
interesará no será únicamente presentar las definiciones de cada
concepto, sino concretar bien cómo se operacionaliza cada uno a

1
La ciudadanía cultural como enfoque para políticas de inclusión: una propuesta
para jóvenes del barrio barcelonés del Raval

través de sus interconexiones con los otros, formando un todo


comprensivo e integral. En la segunda parte abordaremos
específicamente la orientación de acciones sociales y políticas en el
Raval. En esta segunda sección nos importará básicamente
presentar criterios de aplicación, entendiendo que este Informe se
dirige tanto a las administraciones públicas encargadas de facilitar
políticas que fomenten la ciudadanía cultural, como a las entidades
sociales que trabajan directamente con proyectos para reducir los
riesgos de exclusión de los jóvenes de Raval.

No debemos olvidar el contexto del Raval, que más allá de las cifras
concretas, es un espacio territorial donde se vinculan dos
dimensiones: la desigualdad socio-económica, y la desigualdad de
derechos y de reconocimiento de la diversidad, y donde los riesgos
de exclusión y los conflictos que se derivan tienen una connotación
que va más allá de una lectura de clase social, sino que intervienen
factores relacionados con la diversidad (religión, color de la piel,
forma de vestir, incluso acento y el olor de la comida). Es decir,
con diferencias basadas en otras características que tienden a separar
en grupos pre-sociales a las personas, aunque éstas no se
identifiquen con dichos grupos (se presentan como si fueran
grupos “naturales”, y no construidos socialmente, como por
ejemplo el grupo de pakistaníes, el grupo de africanos).

Vamos a ver que el enfoque de la ciudadanía cultural invita a aplicar


la estrategia intercultural, que implica apoyar la interacción para
transformar zonas de potencial conflicto en áreas de contacto
positivo. El objetivo fundamental de esta intervención debe ser
doble. En primer lugar, un objetivo re-activo, de reducción de los
conflictos sociales, ya que se supone que la diversidad “sin
intervención política ni social” tiene un potencial conflictivo y
puede convertirse en un factor explicativo de la desigualdad social,
que incremente (en lugar de reducir) la separación de los jóvenes
entre sí, y la dificultad inherente al contexto del barrio que les

2
Ricard Zapata-Barrero

expulse del espacio público compartido, hasta llegar a la formación


de bandas bajo el criterio de su identidad nacional. En segundo
lugar, un objetivo pro-activo, en el sentido de proporcionar, a
través de la intervención sobre las capacidades de los jóvenes, una
mayor autonomía cultural y empoderarlos para que contribuyan a
la cultura popular del barrio y desarrollen sus competencias
artísticas y creativas. Cabe precisar que el conflicto al que nos
referimos no sólo significa disturbios sociales, sino que es una
noción que abarca el racismo en general, la pobreza y la exclusión
social. Sin duda estos dos objetivos se pueden alcanzar por medio
de la promoción de la participación social y la incorporación de los
inmigrantes jóvenes en las principales redes sociales culturales del
barrio, fomentando el contacto intercultural.

Tras este argumento se esconde lo que podemos considerar como la


principal tesis de este informe, directamente relacionado con el
enfoque de la ciudadanía cultural. Esta tesis puede considerarse
como una respuesta a las dos preguntas conceptuales básicas que la
primera parte intentará contestar: a saber, ¿Por qué la cultura es un
recurso estratégico que requiere atención política y social? ¿Por qué
la participación cultural es importante? La respuesta es, y aquí la
tesis de este informe, porque el capital cultural contribuye al capital
social, y esta adquisición de capital es fundamental para la
ciudadanía cultural, especialmente si se considera que las actividades
culturales son un componente de socialización y de formación en la
ciudadanía para los jóvenes.

Somos conscientes que este informe va a suponer un ejercicio de


sacudida de conceptos asumidos en el debate sobre inmigración y
en muchos implícitos que legitiman intervenciones tanto sociales
como políticas. En este sentido, en este informe vamos a considerar
la cultura, al ser aplicada en el espacio público, como un factor de
socialización inter-relacional que será fundamental para la
propuesta de aplicación que haremos para la población joven

3
La ciudadanía cultural como enfoque para políticas de inclusión: una propuesta
para jóvenes del barrio barcelonés del Raval

inmigrante del Raval. La cultura ligada a la estrategia intercultural


que ya sigue la ciudad de Barcelona (R. Zapata-Barrero y G. Rubio-
Carbonero, ed. 2016, R. Zapata, 2015b), se percibe entonces como
una vía de comunicación entre los jóvenes en contextos de
diversidad. La cultura no es algo excepcional, sino substancial para
la formación de la identidad y el fomento del sentimiento de
pertenencia de los jóvenes. Forma parte integral de la vida cotidiana
del joven (para muchos está situada en primer lugar, tras la escuela
y la familia, en el orden de intereses personales)y es la principal
fuerza motriz que dinamiza los procesos de formación ciudadana, a
través del juego, del deporte, y actividades artísticas culturales
diversas.

Los espacios públicos culturales de interacción de esta población


serán considerados como espacios de sociabilidad, pensado en los
jóvenes que viven en los barrios y barrios desde que salen de la
escuela y van a sus casas. Desde el punto de vista del enfoque de
este Informe, esto se lleva a cabo con políticas culturales destinadas
a los jóvenes que fomenten las relaciones interpersonales entre
personas de origen diferente. Este espacio público de socialización
se convierte incluso en factor de formación de la ciudadanía cuando
se aplica en ciudadanos jóvenes que no tienen todavía la edad de
votar, especialmente en las actividades que realizan desde que salen
de la escuela hasta que llegan a casa, y los fines de semana, cuando
no tienen escuela.

1. Contexto institucional y socio-económico: definiendo


objetivos para el fomento de la ciudadanía cultural

La incorporación de la diversidad cómo principio rector de la


cultura y la cultura como política de la diversidad es una etapa
todavía por construir en Barcelona. Es un hecho que las políticas
culturales han sido las grandes olvidadas en el debate sobre la
gestión de la diversidad, no se ha pensado en la dimensión

4
Ricard Zapata-Barrero

socializadora, de fomento de la cohesión y de refuerzo de la


ciudadanía, que supone la cultura al debatir la acomodación de la
diversidad en contextos socioeconómicamente más desfavorecidos.

Desde el punto de vista político público, este Informe busca


comprometer a la administración local con la cultura para aplicar
sus estrategias de interculturalidad (promoción de la interacción
entre personas de orígenes diferentes) como un eje de fomento de la
cohesión. Este marco institucional busca visibilizar la dimensión
social(izadora) de la cultura, y se inserta en el debate que defiende
una concepción positiva de la diversidad (la diversidad entendida
como un recurso y bien público, como una oportunidad), siempre
respetando los valores democráticos y de derechos humanos de
nuestra sociedad (véanse los diferentes trabajos de R. Zapata-
Barrero y G. Pinyol, eds. 2013; R. Zapata-Barrero, ed. 2015b).

Es un hecho evidente también que apenas existen canales de


contacto institucionalizados entre los que gestionan la cultura y los
que gestionan la inmigración en Barcelona, a pesar de que tienen
muchos espacios de comunicación y horizontes compartidos. Este
Informe puede interpretarse también como un argumento que
justifica la necesidad de fomentar este encuentro y trabajo conjunto.
Incluso buscará recomendar al final la necesidad de planificar un
Plan de Acción que vincule Cultura y Diversidad en Barcelona
(hecho ya señalado por R. Zapata-Barrero, 2014, en su estudio de
las festividades de Barcelona).

El sedimento básico que conforma esta propuesta de enfoque


político público y social es el convencimiento que la cultura es
quizás uno de los canales de comunicación entre los ciudadanos que
ha sido menos explorado, a pesar de ser una política fundamental
para promover la cohesión en contextos donde se mezclan dos
dimensiones básicas de la desigualdad: la desigualdad socio-
económica y las que se relacionan con la diferencia de derechos y de

5
La ciudadanía cultural como enfoque para políticas de inclusión: una propuesta
para jóvenes del barrio barcelonés del Raval

reconocimiento de la diversidad que aporta una población tan


heterogénea como es la inmigrante. En este Informe se quiere
defender la cultura como medio para fomentar la interacción y
promover la cohesión en barrios y distritos con un fuerte
componente de inmigración y riesgo de exclusión, especialmente en
la población joven, no votante, que ocupa el espacio público de la
ciudad para sus actividades sociales, familiares y de ocio.

Este Informe puede ayudar a dar resultados al cambio de ciclo


económico que desde el 2008 está provocando cambios de hábitos,
de mentalidades y de actitudes. Después de una etapa de
crecimiento notable en el número de inmigrantes, nos encontramos
ante un nuevo ciclo migratorio, donde la prioridad de acogida deja
paso a la prioridad de acomodación de la diversidad, como bien
indica el Pla d’Immigració de Barcelona (2012-2015). Los nuevos
perfiles de la inmigración, jóvenes y de segunda generación, que
tienen identidades múltiples, transnacionales, hacen que puedan ser
vistos cómo potenciales generadores de innovación y creatividad
cultural. Estas nuevas situaciones de diversidad requieren
intervención política y social para gestionar sus dinámicas, sus
relaciones, y especialmente contribuir a fomentar un contexto de
oportunidades para todas las expresiones culturales.

En tiempos de crisis financiera y crecientes diferencias económicas


entre las personas, el interés político en socializar al ciudadano en
una cultura pública de la diversidad puede verse reducido. Este
contexto puede incluso ser un argumento para justificar la
necesidad de “vender” la cultura económicamente, que ha sido vista
como un gasto público durante los seis años de crisis económica.
En este Informe, exploramos el papel de la cultura como una
inversión en la promoción de la cohesión en un contexto turbulento
donde se mezclan cuestiones sociales y económicos con temas de
diversidad derivados de la presencia de inmigrantes. De entrada,
vamos a considerar la cultura como una inversión pública en la

6
Ricard Zapata-Barrero

formación de la ciudadanía, especialmente cuando las circunstancias


sociales aumentan el riesgo de perder derechos sociales, de
‘promover’ la exclusión social de los inmigrantes y, en pocas
palabras, de devaluar la ciudadanía; y con mucho más motivo en
población joven inmigrante o ciudadana inmigrante que todavía no
tiene edad para votar.

El interés en el estudio de la ciudadanía cultural en contextos de


diversidad surge del debate emergente sobre la mejor estrategia
política para acomodar la diversidad después de un diagnóstico
crítico de la estrategia multicultural, que fundamenta políticas
especificas, y tiene una concepción de la cultura basada en la
nacionalidad y en la pertenecía a un grupo y una identidad nacional,
incluso a un territorio (R. Zapata-Barrero, 2015a). De ahí que en
este informe se defienda la estrategia intercultural como enfoque
más apropiado para aplicar la ciudadanía cultural. También se
deriva de la preocupación perenne de asegurar la cohesión y el
principio de igualdad en todas la áreas de una sociedad que tiende a
tener una población en crecimiento (como los inmigrantes y los
ciudadanos de origen inmigrante) con un conjunto diferenciado de
derechos y / o de identidades culturales (religión, lengua, prácticas
culturales). En este marco de discusión, la ciudadanía cultural se
convierte también en una categoría práctica de trabajo.

Cuando vinculamos la ciudadanía con la cultura, queremos prestar


atención a los medios apropiados para desarrollar la ciudadanía.
‘Ciudadanía cultural’, se refiere entonces a la utilización de los
recursos culturales adecuados para fomentar la ciudadanía.

Las consideraciones sobre la ciudadanía cultural a menudo giran en


torno a la relación entre los ciudadanos y las instituciones que

7
La ciudadanía cultural como enfoque para políticas de inclusión: una propuesta
para jóvenes del barrio barcelonés del Raval

permiten el acceso a la cultura.1 La premisa básica que orienta estos


debates es que detrás de los programas de política cultural, hay
siempre una concepción asumida de ciudadanía. Al introducir el
foco de atención sobre la ciudadanía dentro del vínculo entre
política cultural y diversidad, asumimos que los programas de
política cultural favorecen una noción de ciudadanía que merece ser
fomentada, especialmente en espacios públicos entendidos como
espacios de socialización para los jóvenes.

En este informe emplearemos entonces la noción de ciudadanía


cultural, como concepto estratégico para articular el nexo entre
diversidad y política cultural, y luego propondremos un marco
práctico de aplicación en la población joven del barrio del Raval.

2. Principales componentes conceptuales de una gramática


de la ciudadanía cultural: ¿Por qué la cultura es un
recurso estratégico que requiere atención política y social?
¿Por qué la participación cultural es importante?

En esta sección nos interesa presentar lo que vamos a denominar


una gramática de la ciudadanía cultural en el que la cultura se
encuentra con la ciudadanía y la ciudadanía se encuentra con la
cultura, pero también en el que la diversidad se encuentra con la
cultura y la ciudadanía. A este encuentro vienen otros conceptos
claves, como son democracia, cohesión, participación, inclusión,
interculturalismo, y socialización.

Este mapa conceptual se ordenará mediante la tesis principal del


Informe, a saber que el apoyo de la cultural favorece el capital
cultural, que a su vez, es un factor facilitador de capital social. Con
esto respondo ya directamente a las dos preguntas fundamentales:
¿Por qué la cultura es un recurso estratégico que requiere atención

1
Véase por ejemplo B. Turner (2001), los estudios de ciudadanía y la relevancia política de
este concepto y su monitorización en C. Andrew, et al.,( eds. 2005).

8
Ricard Zapata-Barrero

política y social?, ¿por qué la participación cultural es importante?


La respuesta es porque favorece la cohesión, el capital social y la
ciudadanía cultural, y porque puede dotar a los jóvenes de
capacidades para su desarrollo personal y fomentar su sentimiento
de pertenencia y de identidad residencial (entendemos de identidad
del lugar donde uno reside, el barrio). La siguiente pregunta, más
práctica, es cómo se consigue esto, y en este punto nos
cuestionamos por los medios: la respuesta aquí es fomentando un
espacio público intercultural, que también deberemos definir.

Capital cultural como factor facilitador de capital social: Cómo lo


cultural contribuye a la cohesión

Desde Tocqueville, se asume que es a través de la interacción en


contextos de asociaciones voluntarias que las personas adquieren las
competencias necesarias para la participación democrática y
virtudes cívicas como la confianza, el respeto y el reconocimiento.
Ésta es la base del capital social, que en contextos de diversidad
actúa como factor vinculante (bonding) dentro de grupos
diferentes, tendiendo puentes entre grupos y personas. Este
concepto procedente de Bourdieu (1979) y de Putnam (1993, 2007)
se ha extendido en muchos ámbitos de las ciencias sociales, hasta
llegar a convencer a las administraciones públicas y las entidades
sociales para buscar los recursos públicos necesarios para que las
personas tengan capital social.

El capital cultural como factor que facilita el capital social, es una de


las ideas fuerza del enfoque de la ciudadanía cultural que estamos
proponiendo. Me baso de hecho en algunos estudios que señalan el
papel que el capital cultural puede desempeñar en la construcción
de la ciudadanía cultural, y algunos examinan incluso la relación
entre el capital social y cultural, como premisa en la hipótesis de
que el capital cultural puede influenciar el capital social (Bennett,
2001a; Murray, 2005). En un sentido amplio, el debate gira en torno
al consumo de bienes y servicios culturales. El capital cultural está
vinculado a la concepción de Bourdieu (1979) de habitus, es decir,
“el aprovisionamiento del gusto” o “consumo de las formas
culturales específicas que marcan las personas como miembros de

9
La ciudadanía cultural como enfoque para políticas de inclusión: una propuesta
para jóvenes del barrio barcelonés del Raval

clases específicas”. Sharon Jeannotte (2005, pp. 125-126), por


ejemplo, emplea la categorización de Bourdieu de capital cultural al
distinguir tres elementos básicos: (i) capital incorporado (o habitus),
el sistema de disposiciones duraderas que forman el carácter de un
individuo y guían sus acciones y gustos; (ii) el capital objetivado,
los medios de expresión cultural, como la pintura, la escritura y la
danza, que son simbólicamente transmisibles a otros, y (iii) el
capital institucionalizado, las acreditaciones académicas que
establecen el valor del titular de una cualificación determinada. En
términos amplios, lo que aquí sostenemos es que el fomento de la
cultura contribuye a la cohesión (en sentido social y político, como
enseguida veremos) o dicho en términos más académicos, que el
capital cultural fomenta capital social.

El eje impulsor de la cohesión en contextos de diversidad es el


menos explorado en el debate actual. En este punto defendemos
que la cohesión no solo se consigue con medios políticos sociales,
sino también políticos que no podemos obviar. Distinguimos, así,
una dimensión social (convivencia y paz social) y política
(sentimiento de pertenencia y de identidad al territorio de
residencia) de la cohesión. La identidad con el barrio es la primera
identidad fuerte en el joven, y por lo tanto la forma en cómo se
gesta puede determinar las expectativas de vida del mismo joven.

El marco inicial de reflexión es que esta categoría social y política


ha sido pensada para contextos homogéneos sociales y nacionales, y
requiere actualmente una revisión para poder aplicarse en contextos
de diversidad. Trabajar proyectos culturales en contextos de
diversidad y de desigualdad socio-económica implica fomentar la
cohesión en estos dos sentidos, el social y el político. Que la
diversidad plantea retos a la cohesión es una hipótesis de partida ya
aceptada por la literatura, pero poco explorada desde el punto de
vista del papel que puede jugar la aplicación de un enfoque
intercultural en las políticas culturales. Desde este punto de vista,
trabajar con el enfoque de la ciudadanía cultural significa tener
como objetivo compartido la cohesión en la ciudad y en el barrio.

10
Ricard Zapata-Barrero

Al examinar el vínculo entre ciudadanía, cultura y diversidad, la


cultura es vista inicialmente como un canal que permite la
interacción entre los ciudadanos, fomentando la cohesión e
inclusión de la diversidad. En este sentido, la política cultural
desempeña la función de reforzar la ciudadanía. En este papel
comunicativo, de fomentar puentes de contacto y vínculos, de
ofrecer un espacio social y de socialización, la cultura es un
componente de la ciudadanía cultural, puesto que, como el
paradigma intercultural, promueve la dimensión de la cultura como
factor de desarrollo y percibe la diversidad como una ventaja y
oportunidad precisamente para fomentar el desarrollo personal,
social e incluso económico.

Canal para la cohesión y el capital social: fomento de un espacio


público intercultural

De ahí que otro concepto clave de este enfoque sea el del espacio
público intercultural (véase libro editado por R. Zapata-Barrero, ed.
2015b). Una premisa compartida por los que protagonizan el
debate sobre interculturalidad estos últimos años es que se trata de
una política que interviene en las dinámicas de diversidad existentes
con el fin de promover la interacción positiva (R. Zapata-Barrero y
G. Pinyol, eds. 2013). El objetivo a medio plazo es reducir el
espacio para la formación de estereotipos y prejuicios y promover
el conocimiento mutuo, como base para conseguir la inclusión y la
cohesión. Esta intervención se efectúa o bien para reforzar espacios
públicos de interacción ya existentes, o bien para promover nuevos
espacios públicos de interacción previamente inexistentes. En todos
los casos el espacio público se considera como un espacio de
socialización en la ciudadanía, y la interculturalidad se presenta
como una forma de gestión del espacio público en la ciudad.2

2
Véase el sugerente capítulo de P. Wood (2015), o el trabajo comparativo entre
Badalona y Hospitalet de Llobregat de F. Burchianti y J.C. Triviño (2015).
Igualmente enfocado en la estrategia antirumores, el trabajo de D. de Torres et.
al. (2015).

11
La ciudadanía cultural como enfoque para políticas de inclusión: una propuesta
para jóvenes del barrio barcelonés del Raval

Este Informe quiere, pues, proponer un enfoque de política pública


y social donde se conceptúa el espacio público como área básica de
implementación de políticas interculturales destinadas a los jóvenes
usando la cultura como medio básico de comunicación. El espacio
público intercultural es percibido como un elemento central en la
creación de intercambio cultural y la interacción entre los
ciudadanos. Es visto como un aliado de la cohesión, ya que permite
el contacto entre las diferentes comunidades de una manera muy
natural, casi incidentalmente cuando se trata de compartir
actividades culturales de interés mutuo. Es una aproximación a la
diversidad totalmente contraria a la división de la sociedad en
comunidades y grupos culturales separados, o que considere el
criterio de la diferencia nacional como eje para promover
actividades sociales y culturales. Hace suya la clásica hipótesis del
contacto de Allport (1954), que, en términos generales, afirma que
el contacto reduce los prejuicios y promueve la formación de
conocimiento, y que ha recogido T. Cantle (2012) como marco
teórico de su propuesta de cohesión intercultural. La
interculturalidad aquí puede ser vista como una política
proteccionista contra otras lógicas “invasoras” en el ámbito
público, o incluso contra los comportamientos racistas o xenófobos
(R. Zapata-Barrero, ed. 2015a).

En este informe se busca también promover una reflexión sobre los


mecanismos necesarios para incorporar la estrategia de la
interculturalidad en políticas culturales. Esto implica identificar los
factores facilitadores y las restricciones que existen para seguir este
enfoque en el marco de las políticas culturales actuales (perspectiva
top-down del Informe), y cómo, a pesar de estas restricciones
institucionales, socialmente la ciudadanía misma construye
proyectos interculturales, usando la cultura como medio de
expresión para fomentar la cohesión (perspectiva bottom-up del
Informe). Esto es, nos interesa tanto identificar iniciativas que usan
la cultura como medio de interacción entre los jóvenes en los
espacios públicos del barrio (que proceden de la misma ciudadanía
y de la red de asociaciones existente, y que interesa políticamente
apoyar y reforzar), como las que se identifican como ausentes (y
que haría falta crear desde una planificación política cultural).

12
Ricard Zapata-Barrero

3. Fundamentos de una política que fomente la ciudadanía


cultural, con especial enfoque hacia la población joven del
Raval

Antes de abordar el vínculo entre cultura y ciudadanía es necesario


entrar en la noción de cultura, que quizás requiere de una especial
precisión para evitar posteriores confusiones, cuando la
consideremos como un componente (olvidado) de la ciudadanía.

Generalmente, desde los estudios de la inmigración y de la


ciudadanía, se han abordado diferentes políticas públicas para
analizar procesos de integración en el trabajo, la educación, la
vivienda, y otras políticas públicas y sociales. Las políticas
culturales han sido las grandes olvidadas. Y cuando se ha hablado
de política cultural como política de gestión de la diversidad, el
paradigma dominante ha sido el multiculturalismo, o la percepción
del inmigrante como portador de su cultura nacional. Desde este
prisma, la noción de cultura es estrecha, y se vincula a la
nacionalidad, a la identidad nacional, y al territorio, al lugar de
origen. La identidad cultural de la persona se vincula a su lugar de
origen, y no de residencia. En este marco conceptual de la cultura se
ha producido la mayoría de los debates en torno a la gestión de la
diversidad y de las identidades nacionales. Incluso se ha debatido el
vínculo entre cultura nacional y derecho, y se ha fomentado el
debate multicultural enfocado básicamente en la necesidad de
reconocimiento de los derechos culturales de los inmigrantes en
nuestra sociedad, derechos culturales diferenciados que quizás
requieren también políticas diferenciadas específicas. Esta es la base
de la ciudadana multicultural como paradigma dominante durante
estas dos últimas décadas.

Lo que aquí estamos defendiendo es otra noción de cultura, que


procede básicamente de los estudios culturales. Una noción de
cultura relacionada con la actividad artística y creativa, como
capacidad personal de desarrollo de un universo simbólico y
creativo a través de las artes y de actividades culturales populares.

13
La ciudadanía cultural como enfoque para políticas de inclusión: una propuesta
para jóvenes del barrio barcelonés del Raval

De hecho aquí también defendemos la tesis que la cultura popular


es quizás mucho más permeable a la diversidad que la cultura más
elitista, consumida por un público más reducido, coincidente
generalmente con niveles socioeconómicos y educativos más altos.
La cultura popular es cultura de la vida del barrio, mucho más cara
a cara, que se hace entre nombres propios.

Sin obviamente negar la importancia del reconocimiento de la


cultura nacional de los inmigrantes, lo que aquí vamos a usar es, por
lo tanto, una noción más amplia de cultura. De este modo nos
alejamos de la concepción de la cultura inmigrante, como sus fiestas
y tradiciones nacionales, sus celebraciones relacionadas con su
religión, sus prácticas tradicionales y nacionales. Incluso la
consideración misma del inmigrante como una identidad separada
de la condición de ciudadano. Muy lejos estamos todavía de
superar la concepción de la cultura que se expresa en museos
etnográficos, como folklorismo mono-cultural de origen, que
reproduce la cultura nacional que impera en el país de origen, sin
atender quizás a su diversidad interna también, sin atender a los
regímenes políticos que la sustentan, y quizás asumiendo vínculos
que nos provocan confusiones, como el vinculo entre nacionalidad
y religión. El implícito de “dime de qué nacionalidad eres y te diré
de qué religión eres” es un error conceptual que quizás podría
evitar muchos malentendidos políticos y sociales, incluso categorías
erróneas estadísticas, y que retroalimenta quizás unos estereotipos
y prejuicios de nuestra forma de conceptuar la misma diversidad.
Quizás sea ahora cada vez más inadecuado considerar a jóvenes
marroquís como musulmanes si ellos tienen una relación con la
religión como cualquier otro joven que ha crecido en el barrio.
Creo que no todo el mundo aceptaría ser identificado como
cristiana porque se es identificado como catalán. Esta es quizás la
máxima paradoja que ha provocado el paradigma de ciudadanía
multicultural: el haber vinculado cultura, nacionalidad, religión (e
incluso añadiría en muchos casos, territorio) en un sistema de
implicación mutua que invita más a una visión conservadora de la
cultura que progresista.

14
Ricard Zapata-Barrero

En este sentido amplio de cultura, vamos también a diferenciar dos


conceptos de cultura, una más social y popular, que es la que
produce y consume la ciudadanía sin ninguna intención profesional,
sino como ocio, como medio de socialización, de interacción en el
barrio; la segunda es la más profesional, y aquí podríamos entrar en
la categoría del inmigrante artista, que quizás ha sido obviado
también en los debates de integración. Los inmigrantes artistas
tienen también dificultades para poder entrar en la vida cultural y
en la política cultural de la ciudad. Este nuevo sentido de la cultura
enfatiza el hecho de que los inmigrantes no son sólo portadores
culturales de sus propias tradiciones nacionales, sino que también
pueden desarrollar actividades artísticas y creativas (música, teatro,
pintura, o cualquier expresión artística) con un gran potencial
innovador y creativo que hay que fomentar siguiendo la perspectiva
de que la diversidad es una ventaja y una oportunidad para el
desarrollo. Sin intención de entrar en esta dimensión más social,
suponemos que los inmigrantes, como los propios artistas,
probablemente migran con la esperanza de seguir su carrera
artística y tener la oportunidad de expresar sus capacidades en
nuestra ciudad. Algo que tal vez es más difícil o simplemente
imposible en su país de origen. La mayoría de ellos probablemente
se encuentra en estos momentos trabajando en tareas ajenas a su
profesión artística.

Aquí nos centraremos en el inmigrante joven que vive en el Raval,


que sale de la escuela y que antes de llegar a su domicilio, tiene un
espacio de tiempo que debe ocupar, con sus amigos o sus familias.
Este espacio temporal requiere de un espacio público, que también
puede extenderse al fin de semana, como tiempo no-escolar. Sin
apoyo social ni político la política cultural que se haga será una
política que evite la exclusión y fomente la ciudadanía cultural. El
joven inmigrante puede ser tanto consumidor como productor de la
cultura popular que se hace en su propio barrio, sin necesidad de
tener que desplazarse a otro barrio o al centro de la ciudad. En este
sentido la actividad cultural es también un factor que favorece la
pertenencia al lugar de residencia, al lugar donde los jóvenes
desarrollan sus actividades en el espacio público del barrio. No es
una actividad que retroalimenta su identidad de origen o del origen

15
La ciudadanía cultural como enfoque para políticas de inclusión: una propuesta
para jóvenes del barrio barcelonés del Raval

de sus padres, sino la del propio barrio que se puede quizás


extender a la ciudad. La función que la cultura fomenta el
sentimiento de pertenencia al barrio es uno de los factores clave de
la ciudadanía cultural.

En este sentido se vinculan dos dimensiones importantes de la


cultura: la función de identidad residencial (identidad del lugar de
residencia, del barrio) y la función social. Esto significa que la
promoción de la cultura contribuye a la formación de una identidad
colectiva al nivel territorial donde se desarrolla, como en el caso que
nos ocupa, la identidad del barrio. El fomento de la cultura también
puede jugar un papel clave de cohesión social, fomentando espacios
de encuentros en lugar de exclusión, y evitando o rompiendo el
potencial aislamiento de la población con mayor riesgo de
exclusión.

Hablamos también de democratización de la cultura, que significa


la aplicación del principio de igualdad en la actividad cultural del
joven inmigrante, tanto como productor, como gestor, y como
consumidor, aunque quizás en estas tres prácticas culturales, el
principio de igualdad tiene un significado diferente cuando se
aplica. Esquemáticamente, esta aplicación tridimensional de la
democratización de la cultura puede ilustrarse como sigue:

Consumidor de la cultura

JOVEN

Gestor, planificador de la Productor, creador de la


cultura cultura

Gráfico 1. Tres dimensiones de la democratización de la cultura

16
Ricard Zapata-Barrero

Como productor hablamos aquí de la participación y oportunidades


del joven inmigrante de ofrecer también sus capacidades de hacer
cultura en las diferentes programaciones culturales del barrio y a
través de los diferentes canales asociativos del barrio, de los centros
cívicos y asociaciones de vecinos, y de la red de entidades culturales
del barrio en general, en la elaboración de las fiestas mayores y en
las fiestas que se organizan en el espacio público (véase estudio
exploratorio de G. Rubio-Carbonero, 2016). Como gestor, ya no
hablamos del joven inmigrante como “hacedor de cultura”, sino
quizás como promotor de la cultura del barrio, participando en su
planificación y programación, interviniendo en su implementación.
Finalmente como consumidor, hablamos de acceso a las actividades
culturales del barrio, y por lo tanto hablamos de razones que
limitan la participación del inmigrante en el consumo de las
actividades culturales. Estos tres ejes de participación son
diferentes, pero todas se engloban en la noción de democratización
de la cultura y en la participación y la representación, como las dos
funciones básicas de aplicación de la igualdad. Esto es importante
ya que la aplicación de la igualdad democrática en esta concepción
de la cultura que estamos delimitando se determina a través de la
igualdad en la participación y en la representatividad (como
productor, gestor y/o consumidor de la cultura del barrio).
También cabe decir que esta ciudadanía cultural considera al joven
inmigrante como actor y no como un simple ente pasivo apto
únicamente para recibir de las entidades sociales y políticas
asistencia y ayuda “humanitaria”.

La pregunta quizás capciosa (pero lícita si queremos que el Informe


tenga una dosis de pragmatismo, y sea viable como enfoque a tener
en cuenta por la administración pública y los proyectos de las
entidades sociales) es el lugar que juega la cultura como factor
generativo de la pertenencia al barrio. Esto quizás se distancia de la
concepción tradicional de pertenencia a una nación o nacionalidad.
La premisa es que quizás el inmigrante adquiere antes sentimiento
de pertenencia a la ciudad que a la nación donde reside. Esto se
debe principalmente porque la pertenencia está ligada al éxito y al
bienestar, a la calidad de vida más cotidiana e inmediata. Aquí
hablamos de que si bien el sentimiento de pertenencia en el

17
La ciudadanía cultural como enfoque para políticas de inclusión: una propuesta
para jóvenes del barrio barcelonés del Raval

inmigrante se genera muchas veces a través de su éxito en la


integración laboral o en la interacción en la escuela, a través de la
cultura, entendida como actividad y práctica artística y creativa, se
genera un sentimiento de pertenencia al grupo, a la comunidad de
ciudadanos, como se expresa el Plan de Barcelona 2012-2015, que
no necesariamente pasa por los canales tradicionales de
nacionalidad.

Si existe un enfoque propio de la cultura que estamos siguiendo,


éste procede básicamente de las instituciones internacionales como
la Unesco, quién insiste desde sus inicios en que la cultura es un
factor de desarrollo en las sociedades, precisando siempre que este
desarrollo es tanto económico, como social y personal. En efecto, la
Unesco ha sido la primera institución internacional que ha
defendido un enfoque de desarrollo de la cultura. Existen tres
documentos pioneros que configuran este enfoque: el primero es el
Informe de la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo, titulado
"Nuestra diversidad creativa" (1996), seguido por el Plan de Acción
adoptado por la Conferencia Intergubernamental sobre Políticas
Culturales para el Desarrollo (Estocolmo, 1998). Por último,
tenemos la Declaración de la Unesco sobre la Diversidad Cultural
(2001). Vemos que sólo muy recientemente la comunidad
internacional ha contribuido a la aparición de un clima favorable
para la creatividad de todos, convirtiendo la cultura en un factor de
desarrollo. Como dice la Declaración, la promoción de la
diversidad está directamente vinculada a la consecución de una
convivencia armónica y pacífica, a través del respeto de los derechos
humanos, la promoción del diálogo intercultural y la lucha contra el
racismo, por la defensa de la diversidad creativa y la multiplicidad
de las expresiones culturales mediante el patrimonio cultural
intangible. Esta perspectiva de las organizaciones internacionales se
ha desplazado en los últimos años a una perspectiva más local, con
la Agenda 21 de la cultura siendo una de las iniciativas
paradigmáticas. La aplicación de este enfoque de la cultura como
factor de desarrollo se vincula muy bien con la concepción que
tiene de la diversidad el paradigma intercultural, la diversidad como
ventaja. Esto es la idea de que la diversidad no debe ser concebida

18
Ricard Zapata-Barrero

como un factor de desventaja en la sociedad, sino como una


oportunidad para la innovación y la creatividad.

Aquí quizás empecemos a delinear el enfoque intercultural como el


enfoque más apropiado para implementar esta noción de cultura
como actividad y práctica artística y creativa de los jóvenes
inmigrantes del Raval. El enfoque intercultural se vincula con la
perspectiva de la cultura como factor de desarrollo y de innovación
en un contexto donde se mezcla diversidad con desigualdad socio-
económica y riesgos de exclusión. En efecto, una de las
características del paradigma intercultural (frente al multicultural)
es una concepción abierta e individual de la cultura, que permita al
inmigrante ser el mismo agente de su identidad, sin que su origen ni
nacimiento se le imponga sin su consentimiento. Esta idea básica es
fundamental, puesto que está en la base de la concepción de la
cultura como vehículo para la interacción. En este sentido, la
cultura se convierte, al ser aplicada en el espacio público, en un
espacio de socialización y de relaciones que será fundamental para
la propuesta de aplicación que haremos en la población joven
inmigrante del Raval.

4. La cultura es un vehículo para el fomento de la


ciudadanía y la democracia, una herramienta para la
inclusión en sociedades diversas

Nos falta fundamentar un último vínculo: la cultura como factor de


promoción de la ciudadanía y de la democracia. En primer lugar, y
siguiendo la distinción analítica de la ciudadanía de Marshall, esto
es el argumento que la ciudadanía es el conjunto de derechos civiles,
políticos y sociales, existe una literatura que con razón también
quiere añadir los derechos culturales. Esto tiene una implicación
que va más allá de la teoría. Los derechos culturales son los grandes
olvidados en las teorías de ciudadanía. Defender el rango de
derecho que tiene la cultura, significa que puede convertirse en un
factor de reivindicación cuando uno estima que no lo tiene, y que la
cultura debe ser tratada, entonces, con los mismos parámetros
democráticos de igualdad que los derechos sociales, políticos y
cívicos, asegurando su distribución equitativa entre la población,

19
La ciudadanía cultural como enfoque para políticas de inclusión: una propuesta
para jóvenes del barrio barcelonés del Raval

siguiendo la igualdad de tratamiento y de oportunidades. Esto


también significa que estamos rompiendo con las visiones elitistas y
profesionales de la cultura, y penetramos en el debate que considera
la cultura como factor de cohesión social y de identidad colectiva
vinculada al lugar de residencia más que al de origen. Entramos,
aquí, en la comprensión de la cultura a través de la subcultura, la
cultura popular e incluso la micro-cultura tratándose de un barrio
como el Raval, vamos más allá de la visión de la cultura como una
industria y una mercancía, y la tratamos más bien como capital
público (capital cultural) y como un bien público (un bien cultural)
que debe garantizarse y distribuirse por parte de las instituciones
públicas y promoverse a través de las prácticas sociales.

Se discute críticamente la cultura pensada por una élite cultural, y


por lo tanto la cultura como sinónimo de una determinada clase
social o una franja poblacional. En el momento en que se empieza a
vincular cultura en su función social, se inicia un debate sobre la
democracia y la ciudadanía cultural (Stanley, 2005; Zapata-Barrero,
2010). Para algunos autores esta ciudadanía cultura se ha producido
en términos de accesibilidad, pero no sólo hay que medir la
accesibilidad a la cultura, sino también la producción y la
representatividad. Si la sociedad es diversa, debido principalmente a
la presencia de inmigrantes, la producción cultural también tendría
que ser diversa. La diversidad tiene que tener un efecto sobre la
producción cultural. Las instituciones tienen que combinar cultura
y diversidad para asegurar el principio de igualdad y equidad; es
decir, conseguir tanto la accesibilidad a la cultura como que todo el
mundo tenga los medios necesarios para desarrollar sus capacidades
culturales, nuevas formas de interpretación, danza, música, teatro,
etc.

No es casual que la cultura haya sido inicialmente considerada


como factor de fomento de la ciudadanía en áreas de pobreza y de
exclusión. La producción de la ciudadanía ha aparecido en la agenda
de la política cultural tan solo recientemente, con el trabajo de R.
Rosaldo (1999), quien empleó la noción para describir las iniciativas
de los ciudadanos al promocionar los espacios culturales en áreas de
pobreza y, de una manera muy fundamental, con el trabajo de otros

20
Ricard Zapata-Barrero

que han destacado el debate democrático e identitario del que se


compone. 3 Se trataría, pues, inicialmente de reconsiderar el enfoque
de R. Rosaldo (1999) para ser aplicado en áreas donde la cohesión
se encuentra en riesgo, donde se mezclan aspectos
socioeconómicos con los que se derivan de la diversidad debido a la
fuerte presencia de inmigración. En este punto se aplica y adquiere
sentido la tesis que articula todo este Informe en términos de
capital: el capital cultural (recursos que tiene la persona para
expresar su capacidad artística y creativa) influencia el capital social
(recursos que tiene la persona para interaccionar con otras).

La cultura como derecho y capital, como bien distribuible que debe


seguir con rigor los parámetros de la igualdad democrática, es la
base de la ciudadanía cultural. También aquí podemos insistir en
que la defensa de la ciudadanía cultural se convierte en una defensa
de la sociedad democrática, y que el enfoque de la ciudadanía
cultural nos permite identificar factores nuevos de desigualdad
relacionados con las prácticas culturales. La ciudadanía cultural es
un campo en el que los derechos de acceso a la producción,
distribución y consumo de la cultura se convierten en un campo de
lucha y conflicto.

Desde este prisma podemos articular un concepto de ciudadanía


cultural en el sentido de que la cultura puede convertirse en una
forma de aumentar la participación de los jóvenes inmigrantes en
actividades sociales. Sin embargo, hay que decir que la ciudadanía
cultural no debe convertirse en un medio para fingir su inclusión en
una comunidad cuando en realidad los inmigrantes y sus
descendientes están excluidos de la ciudadanía política y social. La
ciudadanía cultural puede considerarse como un medio para
alcanzar el objetivo de adquirir otros estatus de ciudadanía. Esta es
la base para considerarla "como herramienta que favorece la
inclusión".

3
Véase entre otros, T. Miller (2002), D. Chaney (2002), G. Delanty (2002), C. Mercer
(2002), C. Andrew et al. (eds. 2005), N. Couldry (2006), R. Zapata-Barrero (2010, 2015a).

21
La ciudadanía cultural como enfoque para políticas de inclusión: una propuesta
para jóvenes del barrio barcelonés del Raval

El significado de la inclusión apunta aquí a la promoción de la


participación de los inmigrantes en las prácticas culturales - ya sea
directamente, a través de mediadores culturales específicos o a
través de las redes existentes en la sociedad civil (por ejemplo, a
través de las asociaciones de vecinos, comerciantes, deportes, etc.).
En términos generales se define como un conjunto de actividades
para realizar y utilizar productos culturales, bienes y procesos que
refuercen la ciudadanía. De hecho la participación cultural es un
derecho reconocido en el artículo 27 de la Declaración Universal de
Derechos Humanos, cuando se establece "el derecho a participar en
la vida cultural de la comunidad como un derecho humano básico".
Aquí, los problemas surgen en el debate sobre la forma de
cartografiar la participación cultural, en términos de medir el
acceso a las actividades culturales. Inicialmente, la participación se
pensó en términos de modos de consumo y el uso de bienes y
actividades culturales. Algunos estudiosos sugieren que hay tres
categorías de participación: creadores, audiencias y gerentes (Moore
2003). Por tanto, la participación implica lo creativo y lo
productivo, el acceso y la audiencia, y los procesos de gestión y
toma de decisiones. Por último, y como colofón para cerrar esta
parte más conceptual del Informe, podemos mencionar el trabajo
que Bennett (2001, pp. 62-63) hizo para el Consejo de Europa, que
une diversidad y política cultural cuando afirma que

“cuatro principios son de suma importancia en el desarrollo


de un vocabulario revisado de la ciudadanía. i. El primero
consiste en el derecho a la igualdad de oportunidades para
participar en toda la gama de actividades que constituyen el
campo de la cultura en la sociedad en cuestión; ii. El segundo
consiste en el derecho de todos los miembros de la sociedad
a estar provistos de los medios culturales para el
funcionamiento efectivo dentro de esa sociedad sin
necesidad de cambiar sus lealtades culturales, afiliaciones o
identidades; iii. El tercero consiste en la obligación de los
gobiernos y otras autoridades de nutrir las fuentes de la
diversidad a través de mecanismos imaginativos, alcanzados
a través de la consulta, para el sostenimiento y desarrollo de
las diferentes culturas que están activas dentro de las

22
Ricard Zapata-Barrero

poblaciones de las que son responsables; iv. El cuarto se


refiere a la obligación de una promoción de la diversidad que
intente establecer interacciones entre culturas diferenciadas,
en lugar de desarrollarlas como enclaves separados, como el
mejor medio para transformar la base sobre la cual se
forman las identidades culturales en formas que favorezcan
una dinámica continua por la diversidad.”

5. Aplicación Marco Conceptual y Recomendaciones

Hablamos de aplicar el enfoque de la ciudadanía cultural a la


población joven del Raval. Metodológicamente, hemos discutido la
parte teórica de este informe y pedido a las entidades participantes
en el proyecto el diagnóstico de la situación actual (véase la lista al
principio), identificar los factores facilitadores y limitadores que
existen para seguir este enfoque en el marco de las políticas
culturales actuales, y cómo, a pesar de estas restricciones,
socialmente la población joven misma construye proyectos usando
la cultura como medio de expresión para fomentar la cohesión.

Recordamos que estamos hablando de la población joven


inmigrante o ciudadana de origen inmigrante. Igualmente nos
referimos a la franja horaria que va desde que salen de la escuela y
van a sus domicilios, incluyendo también los fines de semana. Es un
momento vital, puesto que es el momento donde los jóvenes
también salen de los dos espacios tradicionales de poder y de
socialización: la escuela y la familia. La cultura es uno de los
principales medios de comunicación entre ellos, es donde se
produce más la exclusión de los jóvenes, y para nosotros, un
espacio decisivo de socialización y formación de la ciudadanía
cultural.

La población joven es especialmente vulnerable y son los que


potencialmente necesitan más recursos para enfrentarse a los riesgos
de exclusión y de desigualdad que tienen, especialmente en
contextos de difícil situación socio-económica. Si consideramos la
cultura en su función de fomento de la ciudadanía, esta formación
debe empezar desde joven, especialmente en periodos donde

23
La ciudadanía cultural como enfoque para políticas de inclusión: una propuesta
para jóvenes del barrio barcelonés del Raval

comienzan a tener una vida autónoma, donde empiezan a tener


consciencia de sus capacidades y sus límites físicos y mentales, y
donde descubren también sus dependencias hacia entornos sociales
y otros compañeros/ras. Es un momento clave para ayudarles a su
proceso de emancipación.

La actuación a través de proyectos culturales es más relevante así en


espacios donde quizás la exclusión es más probable. El argumento
principal para buscar medios prácticos de implementación de la
ciudadanía cultural es, recordamos, que el fomento del capital
cultural implica fomento de capital social (cohesión política y social,
confianza). Asumimos igualmente que al aplicarse este enfoque
como fundamento de proyectos de intervención, se está intentando
fomentar una intervención no asistencial ni que suponga
tutorización. La cultura no es un servicio social, ni únicamente un
bien de consumo. Como luego señalaremos este modelo consumista
es objeto de crítica por parte de todas las entidades participantes.

También creo que es bueno retener la triple vertiente de la


ciudadanía cultural al aplicarlo a los jóvenes: que los jóvenes
inmigrantes sean tanto productores, como gestores y consumidores
de la oferta cultural. Esto es especialmente importante en esta
población que no ha tenido muchas oportunidad desde que la
sociedad la promueva como sujeto y no como objeto de cultura. De
ahí que esta triple dimensión pueda darse conjuntamente o por
separado, a saber, que se fomenten proyectos culturales donde los
jóvenes planifican, producen y consumen la cultura, o bien por
separado.

Ante este panorama, es necesaria para el barrio del Raval la


propuesta de fomentar una cultura: (1) que favorezca la creación de
un sentimiento de identidad residencial (por encima de otras
identidades), (2) que se oriente hacia el fomento de la ciudadanía y
sobre todo hacia acciones no asistenciales(menos tutorizadas), (3)
donde se creen espacios que hagan posible la relación entre jóvenes
de diferentes ,orígenes y culturas pero con el sentimiento de
pertenecer todos al mismo barrio, (4) con intereses comunes y con
ganas de ser ellos mismos los “productores y gestores” de otra

24
Ricard Zapata-Barrero

cultura. Sin embargo no hay que olvidar que los diferentes centros
cívicos, asociaciones de vecinos, la red de entidades sociales y
culturales del barrio, los centros educativos, todos aquellos que
organizan las actividades en el espacio público deben acabar con la
práctica, bastante generalizada, de puertas adentro. Han de ser las
entidades primero las que deben transmitir “sentimiento de barrio”
por encima de otros intereses, y sobre todo tampoco olvidar la
composición del Raval: gente joven, hijos e hijas de padres
inmigrados, originarios de culturas con un concepto de espacio
público quizás diferente al nuestro (Wood, 2015). El trabajo en
familias es tan importante como el trabajo con los jóvenes.

Según el marco teórico que lo sustenta, esta aplicación debe


también fomentar espacios de sociabilidad como espacios de
formación de la ciudadanía (entendida conforme a las dos funciones
básicas de la cultura: en el sentido de pertenencia a la identidad del
barrio, y como cohesión social). Quizás es necesario otro informe
de diagnóstico de las prácticas ya existentes. Esto es identificar
iniciativas concretas que usa la cultura como medio de interacción
entre los jóvenes en los espacios públicos del barrio, que proceden
de la misma ciudadanía y de redes de asociaciones existentes, y que
interesa políticamente apoyar y reforzar; así como las que se
identifican como ausentes, y que haría falta crear desde una
planificación política cultural, que fomenten puentes y vínculos
entre inmigrantes y no inmigrantes en riesgo de exclusión.

1) Premisas: criterios significativos de diferenciación para


fundamentar una planificación estratégica

Para empezar, nos interesa determinar como premisas cuáles son


los espacios de sociabilidad relevantes donde los jóvenes
interactúan a través de la cultura. Sabemos que existen espacios
formales e informales de ocio, de deporte, de juegos, incluyendo los
canales de acceso que tienen los jóvenes a los bienes culturales que
ofrecen las administraciones (cine, teatro, danza, museos, música,
pintura, etc.). Espacios donde interactúan con amigos, con la
familia. Estos criterios de diferenciación pueden ayudar a hacer un

25
La ciudadanía cultural como enfoque para políticas de inclusión: una propuesta
para jóvenes del barrio barcelonés del Raval

diagnóstico y a orientar propuestas y acciones para una


planificación estratégica.

• Fomentar espacios sociales mainstream:


espacios existentes generales
(para todos los jóvenes, independientemente de la
nacionalidad), en lugar de espacios únicamente pensados para
la población inmigrante.
• Distinguir entre espacios formales ofrecidos por
la administración local (dentro de su programación de barrio,
como programa anual o bien circunstancial)
y espacios informales creados por la misma sociedad civil del
Raval (por ejemplo, grupo de jóvenes que van al cine y luego
comentan la película).
• Distinguir espacios dirigidos a la familia y que permite
interacción entre familias, y otros únicamente dirigidos a
amigos y jóvenes de edad similar.
• Diferenciar tipología de actuaciones: las que forman parte de
la programación anual del barrio (fiesta mayor, por ejemplo),
o aquellas que son puntuales (un concierto por algún grupo
del barrio), las que son abiertas a toda la población o más
exclusivas para los jóvenes.
• Diferenciar las prácticas que se hacen en espacios públicos
abiertos (no existe puerta de entrada, ni se hace en un edificio)
y cerrados (dentro de un local, por ejemplo).
• Distinguir las actividades que fomentan prácticas culturales
individuales (skate, por ejemplo) y colectivas (criquet, por
ejemplo).

2) Enfoque para aplicar la ciudadanía cultural: estructura de


oportunidades culturales

Uno de los enfoques que se infieren de los debates que hemos


tenido es que para crear un sistema de Ciudadanía Cultural en el
que el Capital Cultural genere Capital Social (confianza y
cohesión) es necesario trabajar con un enfoque de estructura de

26
Ricard Zapata-Barrero

oportunidades culturales. También que una de las bases de la


participación es que tanto los jóvenes y sus familias, como las
entidades del barrio y las administraciones que trabajan en el barrio
tengan una cultura de la diversidad, basada en el principio que la
diversidad, siendo esta una ventaja que fomenta la innovación, la
creatividad y el desarrollo del barrio. Igualmente que una de las
estrategias para fomentar esta cultura de la diversidad es la
interculturalidad, basada en la idea de que la interacción positiva
reduce los estereotipos y los prejuicios, y fomenta la información y
el conocimiento mutuo.

Además se incorporan como actores importantes la escuela y la


familia, siendo agentes facilitadores/limitadores de la participación
de los jóvenes en el espacio público a través de la cultura.

Antes de pasar a enumerar las principales recomendaciones,


destacamos unos vínculos consolidados y asumidos, y que de
alguna forma son argumentos fuerza que conforman las
recomendaciones que proponemos:
1) Más participación de los jóvenes en el espacio público fomenta
su sentimiento de pertenencia e identidad del barrio. Pero esto
no supone que los jóvenes quieran ser productores de la cultura
del barrio.
2) Más actividad en red de los jóvenes genera una mayor voluntad
de pasar de consumidor a productor de cultura.
3) El fomento de las relaciones de jóvenes, vecinos y familia con
agentes sociales facilita la participación
4) La estrategia intercultural en prácticas culturales fomenta una
cultura de la diversidad

1. Bases para crear una estructura de oportunidades

Para crear las bases de una estructura de oportunidades de


participación cultural de los jóvenes y de fomento de una cultura de
la diversidad se requiere fomentar un sistema de interacción entre
tres pilares básicos de socialización: la Escuela, el Espacio Público y
las Familias (véase Gráfico 1).

27
La ciudadanía cultural como enfoque para políticas de inclusión: una propuesta
para jóvenes del barrio barcelonés del Raval

Escuela

Espacio
Familia
Público

Gráfico 2: Sistema de interacción entre tres pilares de socialización

• Promover espacios, oportunidades e iniciativas culturales que


fomenten la interacción entre los pilares de socialización y entre
los jóvenes de procedencia diversa, incluidos los jóvenes
autóctonos.
• Fomentar iniciativas culturales colaborativas entre la red de
entidades sociales de tal forma que a lo largo de un ciclo de
actividades culturales, los/as jóvenes puedan combinar el
consumo con la producción cultural (cine fórum, concursos de
pintura o música, coros y actuaciones para las familias).
• La estabilidad estructural ayuda a crear un espacio de
motivación para la participación de los jóvenes: es necesaria una
estabilidad estructural para poder trabajar procesos
participativos con jóvenes. Por este motivo se valora muy
negativamente los cambios constantes en los planes de estudio
en la educación formal y el sistema de trabajo por proyectos /
subvenciones en las entidades que operan fuera de la escuela.
Estos modelos estructurales no tienen en cuenta las realidades
cambiantes del entorno y los procesos de larga duración en la
educación en valores y para la ciudadanía.
• Las Escuelas necesitan abrirse al barrio, a los vecinos, familias y
otros agentes sociales del barrio, y salir de su sistema tan
cerrado y estructurado al proponer proyectos culturales aislados
de la vida del barrio.
• Familias: pueden ser agentes limitadores y facilitadores. Pueden
limitar por motivos culturales de procedencia o económicos y
educativos. También hay que considerar que las familias no

28
Ricard Zapata-Barrero

siempre son estables, sino que pueden acumular problemas que


trasladan a sus hijos reduciéndoles el espacio público o bien
permitiéndole sin ningún referente socializador ni educativo.
Las familias también son agentes de la participación cultural de
los jóvenes en el espacio público invitándoles a incorporarse con
criterios de formación y de desarrollo de sus capacidades
creativas.

2. La comunicación y la planificación favorece la identidad en el


barrio

• Crear un espacio de comunicación entre jóvenes y entidades para


identificar necesidades culturales del barrio: crear un espacio de
participación y de consulta periódico promovido por entidades
para recoger las necesidades y recomendaciones de los jóvenes
en materia de cultura.
• Crear canales de comunicación y planificación conjuntas entre
las direcciones de inmigración y de cultura, incluso con la
intención de planificar un Plan estratégico que vincule Cultura y
Diversidad en Barcelona.
• La oferta de actividades en el barrio también fomenta la
identidad: rechazar rasgos culturales como el individualismo, la
fractura entre vecinos y la formación de grupos cerrados, los
mensajes de violencia y de exclusión como rasgos identitarios
del barrio. El joven no debe sentirse del barrio en base a valores
negativos sino lo contrario: debe identificarse con el barrio a
través de valores positivos que ellos mismos deben fomentar a
través de actividades culturales.
• Fomentar la planificación anual de actividades extraescolares
entre escuelas y redes asociativas del barrio. Para entrar en el
espacio de la escuela y hacer actividades compartidas en espacios
extra-escolares, se deben planificar anualmente las acciones,
respetando la estrategia curricular de los centros, y no como en
muchas ocasiones improvisando o planeando actividades
circunstanciales, según la opinión de algunos participantes al
grupo de discusión. Esta última forma de trabajar no permite

29
La ciudadanía cultural como enfoque para políticas de inclusión: una propuesta
para jóvenes del barrio barcelonés del Raval

tener en cuenta la realidad cambiante, las problemáticas y


oportunidades que surgen en el día a día de los jóvenes y de la
comunidad. Se deberían fortalecer los vínculos entre actividades
culturales fuera y dentro de la escuela.
• La importancia del fomento de una red cultural:
• Fomentar relaciones en red entre jóvenes, entre familias y
entre jóvenes y familias
• Fomentar proyectos culturales conjuntos entre entidades
sociales y asociaciones de inmigrantes.
• Implicar a las familias inmigrantes en proyectos culturales de
los jóvenes.
• Promover el intercambio y el encuentro de los jóvenes con
otros colectivos, movimientos, realidades y entidades
sociales de Barcelona, para analizar, interpretar y discutir
sobre hechos de la actualidad y temáticas sociales específicas,
donde ellos y ellas han hecho explícito su interés o
preocupación.
• Volver a trabajar con la lógica de los planes de entorno que se
hacía anteriormente en el barrio, donde la gestión administrativa
iba más allá de maximizar y centralizar recursos, invirtiendo en
el concepto de entorno educador, y la ciudad como espacio de
aprendizaje.

3. Relaciones con las instituciones y actores sociales

• En la administración local, no existen relaciones formales inter-


departamentales entre los responsables públicos que se encargan
de políticas culturales, políticas de juventud, políticas de la
mujer, políticas educativas y políticas de inmigración. Cada uno
de estos sectores mantiene su propia agenda y orientación sin
vínculos estratégicos comunes.
• Aunque existe una voluntad explícita de confluencia, existen
pocas relaciones entre entidades del barrio que trabajan
igualmente políticas culturales, jóvenes, educación e
inmigración.
• Los jóvenes conocen bien el barrio y se mueven sobre todo
hacia los recursos que les ofrecen actividades y servicios de su
interés (fútbol, refuerzo escolar, deberes, etc.) desde una

30
Ricard Zapata-Barrero

perspectiva de agente-consumidor-de-cultura, sin que haya una


implicación real en la comunidad. Muchas veces aprovechan la
existencia de un amplio abanico de entidades para hacer 'lo que
quieren' y cambiar de recursos cuando encuentran alguna
dificultad.

4. El trabajo en red favorece la participación y el compromiso


• Mediante el trabajo en red la juventud se familiariza con los
diferentes agentes del barrio y los acerca a su realidad. Desde el
trabajo que hacen las entidades del barrio, se constata que los
jóvenes que van a espacios de trabajo y reuniones como “Taula
Jove”, proyecto Itaka, etc., y se hacen partícipes en el proceso
de construcción de las actividades, se empoderan y tienen más
ganas de colaborar.
• Se detecta que los jóvenes que tienen un mayor 'seguimiento' y
que viven el trabajo en red que se hace en el barrio (fiestas
mayores, Festival Cultural Arrabales, Ravaltostada, fiesta de
Sant Jordi, etc.) identifican rápido la presencia de los diferentes
profesionales en el barrio, y cómo se coordinan con una mirada
global del barrio y de trabajo hacia la mejora de su barrio. Estos
son los jóvenes más comprometidos con la comunidad y más
dispuestos a proponer, participar y llevar a cabo actividades
como productores de cultura.
• El trabajo en red de las entidades sociales inmigrantes y
autóctonas favorece la interacción y el trabajo entre jóvenes
autóctonos y de origen inmigrante: cuando los jóvenes (y el resto
de vecinos) reconocen los técnicos, el personal de las entidades y
escuelas y los ven trabajar conjuntamente, viven el trabajo en
red en primera mano. Más allá de sentirse apoyados e
incrementar su confianza en el sistema, ven un incremento en la
posibilidad de negociar y llevar a cabo sus propuestas.

5. Espacio Público como espacio de socialización

• Espacio público como espacio de interacción y de participación:


o En general, se considera que los espacios públicos existentes
en el barrio no favorecen la práctica de la ciudadanía cultural
de los jóvenes. Éstos tienen pocos espacios y oportunidades

31
La ciudadanía cultural como enfoque para políticas de inclusión: una propuesta
para jóvenes del barrio barcelonés del Raval

de interacción y, en términos generales, hacen vidas


separadas y paralelas.
o La población inmigrante en general no participa en
actividades culturales puntuales organizadas por las
entidades del barrio, tienen pocas posibilidades de
socialización mediante la realización de actividades
culturales, tanto las asociadas a las culturas de origen y que
se celebran en Barcelona, como otras actividades culturales
de tipo artístico y creativo asociadas a la cultura urbana
cosmopolita.
o Hay sectores de la población inmigrante que tienen
dificultades para usar el espacio público, y van de la escuela
al espacio doméstico, especialmente las chicas de origen
magrebí y pakistaní.
o Las actividades deportivas en general, el futbol en particular,
son uno de los entornos de socialización más frecuentados
por jóvenes varones de diversos orígenes.
o El espacio público es donde se genera sentimiento de
pertenencia e identidad del barrio. Muy a menudo los
jóvenes expresan que son del barrio, en lugar de decir que
son españoles, catalanes o pakistaníes.
• Espacio público abierto y atractivo para jóvenes y familias:
o Es necesario fomentar prácticas en el espacio público que
sean atractivas para todas las condiciones y sensibilidades de
los jóvenes y también de sus familias. Un espacio público
percibido como “inseguro” por las familias puede generar
rechazo y prohibición familiar. Es preciso que las familias
perciban que son espacios de creatividad y de socialización,
donde se realizan actividades culturales que fomentan el
crecimiento positivo de los/as jóvenes. Hacer un espacio
público atractivo, digno y seguro puede atraer a aquellos
jóvenes que no lo utilizan.
o No todos los jóvenes utilizan el espacio público. Hay
limitaciones importantes para las mujeres de ciertas
nacionalidades vinculadas a creencias religiosas, cuando
éstos son mixtos, etc.
o Hay espacios públicos ocupados por ciertos perfiles de
jóvenes que excluyen otros.

32
Ricard Zapata-Barrero

6. El enfoque principal para fomentar la ciudadanía cultural es la


estrategia intercultural
• Fomentar la interacción entre familias de origen inmigrante y
nacionales para fomentar identidades múltiples como un
beneficio: fomentar una cultura de la diversidad.
• Promover una dinámica continua de construcción de la cultura
de la diversidad entre las familias de orígenes diversos y las
familias autóctonas que permita visualizar como una riqueza
que los/as jóvenes tengan ocasiones de desarrollar identidades
múltiples (por ejemplo un joven puede identificarse como
pakistaní, jugador de futbol y bailador de rap) o una chica
puede identificarse como latina, amante de la gimnasia y
locutora de radio etc.
• Fomentar la interacción entre jóvenes autóctonos y de origen
inmigrante sin que ello implique que enfrentamientos con sus
familias.
• Fomentar desde las entidades sociales espacios de interacción de
jóvenes autóctonos y jóvenes de diversos orígenes donde se lleven
a cabo actividades creativas, artísticas y de ocio que no
amenacen frontalmente las lealtades culturales de las familias.
• Una buena campaña de difusión de actividades y ofertas de
prácticas culturales facilita el contacto e inspira la creatividad.
Son factores facilitadores: (1) la permanente difusión de
diferentes actividades culturales, como herramienta de
transmisión, creando espacios experimentales, donde los jóvenes
son los principales protagonistas; (2) la mejora de los canales de
comunicación entre instituciones culturales del barrio con la
escuelas e institutos a través de mesas de trabajo existentes
(Taula Jove, Xafir); (3) la comunicación debería hacerse con
fines de estudio y mediante el profesorado y no con agentes más
lejanos que vienen del consorcio de educación pero que
desconocen de forma directa las realidades del barrio.

7. Factores que limitan el fomento de la ciudadanía cultural


• El modelo consumista de cultura genera distancia entre jóvenes y
creatividad cultural, y fomenta un joven pasivo y una concepción
de la cultura como bien de consumo y de servicio. El modelo

33
La ciudadanía cultural como enfoque para políticas de inclusión: una propuesta
para jóvenes del barrio barcelonés del Raval

consumista de cultura dominante impide que el joven tenga la


percepción ideal del concepto de cultura como forma de vida,
expresión y creación, como agente capaz de contribuir a la
cultura del barrio, en lugar de agente pasivo y consumidor.
Cuando se ofrecen a los ciudadanos actividades culturales, de
ocio y otros, se enfocan como un servicio donde van a consumir
un producto. Es importante que sean partícipes y que se
involucren en todo el proceso de construcción de los espacios
que quieren y de dinamización de los mismos. No debe
promoverse un enfoque de oferta cultural como un servicio y un
bien de consumo, sino como un espacio de participación y de
implicación en la configuración del producto cultural e incluso
de su dinamización.
• La falta de espacios y ofertas culturales disminuye el capital
cultural. Debe promoverse la oferta de actividades y espacios
donde se fomente una cultura artística: pintura, música, danza,
escritura y lectura creativa, etc.
• Déficit de estructura oportunidades para fomentar interacciones
que tienen tanto las familias autóctonas como las de orígenes
diversos, lo que limita que se establezcan interacciones entre
ellas y que desarrollen experiencias de conocimiento mutuo. Si
se favorecieran actividades familiares interculturales donde
participaran los progenitores, disminuiría el miedo y el prejuicio
respecto a la movilidad de sus hijos/as en el barrio y su
implicación en actividades culturales urbanas.
• Los espacios virtuales de participación crean frustración y
rechazo. Imponer la participación de los jóvenes en eventos
donde no se da salida a sus propuestas, o donde el proceso
participativo acaba siendo sólo virtual sin ningún efecto
práctico, acaba frustrando a los jóvenes.
• Igualmente la consulta sobre las actividades que se quieren hacer
y el consumo de las mismas, centrándose siempre en actividades
de ocio sin objetivos más profundos que permitan al joven
sentirse protagonista de su barrio y agente de cambio que
innova e incide en la realidad.

34
Ricard Zapata-Barrero

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Interculturalidad y política cultural, Editorial Bellaterra

38
El objetivo básico de este Informe es definir un enfoque de
ciudadanía cultural susceptible de ser aplicado a la población joven
(de origen inmigrante o no) del barrio del Raval en Barcelona,
incluyendo al final una serie de recomendaciones destinadas a las
administraciones y a las entidades sociales. El argumento que
articulará las propuestas es que el capital cultural contribuye al
capital social (confianza y cohesión), y que su promoción a través
de proyectos interculturales es fundamental, especialmente si se
considera que las actividades culturales son un componente de
socialización, de definición de identidad residencial, de
fomento de una cultura de la diversidad, y de formación
de la ciudadanía. Esperamos que este Informe sirva de
estimulo para promover discusiones entre agentes
sociales y administrativos, y ayude a generar criterios
que fundamenten proyectos culturales en barrios donde
los espacios públicos pueden generar conflictos y riesgos
de exclusión social.

GRITIM-UPF Policy Series

GRITIM-UPF Policy Series aims at disseminating outcomes of


studies contributing on the making public policies. The objective
is to contribute to the research/policy nexus with a series that can
be both a common ground for reseracher, policy makers,
stakeholders and representaives of civil society committed to the
management of immigration and diversity.

GRITIM-UPF (Interdisciplinary Research Group on


Immigration) is a multi-departmental group at Universitat
Pompeu Fabra made up of researchers from different disciplines
who are interested in aspects of innovation in research and
management of change processes arising from human mobility
and immigration. The group's main objectives are to promote
theoretical and applied research related to political and social
agendas.

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