Misiones Jesuíticas en América
Misiones Jesuíticas en América
Misiones Jesuíticas en América
Introducción
En el año 1534 el español San Ignacio de Loyola, junto a Pedro Fabro, Juan Coduri,
Pascasio Broët y Claudio Jayo, el Diego Laínez, Francisco Javier, Claudio Jayo,
Alfonso Salmerón, Simão Rodrígues y Nicolás de Bobadilla, fundan en Roma la
compañía de Jesús, una orden religiosa de clérigos regulares de carácter apostólico y
sacerdotal, cuya finalidad, según el documento fundacional de la orden (1540), es “la
salvación y perfección de los prójimos”.
Luego de un inicio marcado por intentos fallidos a mediados del siglo XVII el modelo
misionero ya estaba bien establecido en una buena parte de América, sin embargo,
tuvieron que continuar enfrentando la oposición de algunos sectores de la Iglesia
católica y los bandos de cazadores de esclavos, que aprisionaban a los indígenas para
someterlos a trabajos forzados dentro de la economía colonial de explotación.
Los jesuitas aprendían las lenguas y rasgos culturales de los indígenas para aplicarlos en
la evangelización y de esta forma llamar su atención y esparcir sus ideales. Las misiones
eran en gran medida auto-suficientes, tenían una completa infraestructura
administrativa, económica y cultural que funcionaba en un régimen comunitario, donde
los nativos fueron educados en la fe cristiana y enseñados a crear arte con elevado grado
de sofisticación, pero siempre siguiendo el modelo europeo. Así poco a poco las
reducciones se fueron convirtiendo en centros de vida comunal y los indígenas
adquirían diversas técnicas artesanales.
En este orden de ideas se entiende que una de las grandes técnicas para el acercamiento
hacia los indígenas era la enseñanza de la educación musical, la escritura y la
construcción de instrumentos musicales de una sorprendente calidad.
Los misioneros eran conscientes del papel que estos músicos indígenas y su música
cumplían dentro del culto religioso, porque era especialmente en estas festividades en
donde se involucraba a toda la población logrando gran influencia sobre ella, facilitando
así el proceso evangelizador.
Conclusión
Encontré interesantes varios temas relacionados con el tópico del presente ensayo, uno
de ellos fue la habilidad innata de los indígenas para hacer arte y cómo los jesuitas
constantemente muestran su asombro. Otro tema que ciertamente me sorprendió fue el
poder que tienen las artes para influir sobre el proceder humano e inclusive para
adoctrinar pueblos enteros, ya que, al ser una habilidad primitiva del ser humano, se
pueden comunicar ideas por medio de ellas sin necesariamente hablar el mismo idioma.