Oscar Terán Facundo y Alberdi
Oscar Terán Facundo y Alberdi
Oscar Terán Facundo y Alberdi
¿Cuáles son los obstáculos para la institucionalización de un orden político liberal? ¿Cómo hacer
ante el caos de las guerras civiles, para efectivamente instalar un orden que inscriba a la Argentina
en el camino del progreso político y económico? Estas son algunas de las preguntas centrales que
recorren el itinerario de ideas de la generación del 37. Este movimiento intelectual es considerado
como el primero en hallarse animado por un propósito claro de interpretación de la realidad
nacional. Tras la búsqueda de un proceso de construcción de la identidad nacional, su recorrido se
extenderá desde las reuniones iniciales en el salón literario para 1837, hasta la década del 80
cuando su hegemonía cultural se vea desplazada por otras tendencias intelectuales. Su colocación
estético-ideológica comenzó por ser rayana al romanticismo europeo francés. Este movimiento
puede ser comprendido por su contraste con la ilustración. Si hallamos en el ideario ilustrado, una
exaltación de la razón según el modelo de la ciencia física, para el romanticismo, el eje conductor
de las ideas son los fenómenos que justamente no resultan bien iluminadas por el ámbito de la
racionalidad ilustrada. De este modo cobra relieve, el interés por todos aquellos aspectos de la
conducta humana que exceden lo racional: emociones, imaginación, instinto, percepciones
sensoriales, subjetividades, excepcionalidades. En suma, hay en esta corriente un interés por
todo lo no convencional y no intelectivo. A continuación, algunos rasgos de esta corriente de
pensamiento.
Romanticismo rasgos
-rechazo por todo lo tranquilizador y dominable para el sujeto. Aprecio por lo sobrecogedor,
complejo y confuso.
-acento en los usos y costumbres de cada Nación. Las importaciones culturales deben adaptarse a
las idiosincrasias locales y las leyes deben adecuarse a las particularidades de la cultura nacional.
La generación del 37 a partir de esto elabora su crítica al partido unitario. Dirá que estos son pura
razón y teoría europea; no miran la realidad americana.
-historicismo romántico: cada nación tiene un destino, cada una es un fin en sí mismo . Ninguna
nación vale más que otra. Cada una es una totalidad en sí misma y está igualmente cerca de Dios.
Generación del 37
Son herederos e hijos del proyecto educativo rivadaviano. Reciben su formación académica en
un establecimiento laico y estatal: el colegio de ciencias morales de Buenos Aires . Comienzan sus
reuniones en el Salón literario (librería de Marcos Sastre).
Al adoptar ante el régimen rosista una activa política de oposición deben exiliarse. La mayoría
regresa al país recién en 1852 luego de la batalla de Caseros. Durante el período de guerra civil el
país estaba fuertemente dividido en bandos opuestos: plebe vs gente principal; ilustrados vs
ignorantes; campo vs ciudad; provincias vs capital; democracia vs aristocracia y monarquía.
El Facundo fue escrito en 1845 en formato folletín. Cada capítulo fue apareciendo en el diario
chileno El Progreso. En aquél entonces Sarmiento vive exiliado en Chile escapando del régimen
rosista que gobierna a Buenos Aires. Este ensayo es una defensa política del sanjuanino contra
Rosas, quien había enviado a un emisario especial al país trasandino para descalificarlo. El motor
principal del texto es por lo tanto político. No es un tratado científico, ni académico aunque haya
elementos en él que lo acerquen a ese tono. Pasó a la posteridad como libro fundamental del SXIX
no debido a su carácter político, sino más bien por su estructura de ensayo de interpretación
histórico-social sobre nuestro país.
La caracterización del Facundo como ensayo responde a la variedad de géneros que el texto
reúne. Es una mezcla de narración novelada y biografía histórica que incluye al mismo tiempo un
estudio histórico y social del país, junto con observaciones sobre nuestro medio geográfico y
cultural. El éxito del libro radica principalmente en que supo implantar de modo perdurable en el
imaginario argentino, una serie de tópicos para pensar nuestra realidad. El objetivo de Sarmiento
es lograr explicar lo que él considera nuestro enigma nacional: ¿Por qué fracasó la revolución?
¿Por qué una revolución que nació en vistas a realizar la libertad, culminó en el despotismo del
tirano Rosas? El sanjuanino busca aportar un sentido unificador a los acontecimientos vividos por
el país, un hilo interpretativo que sea capaz de dar cuenta de la tiranía rosista como el lamentable
resultado finalmente alcanzado.
Dado que el impulso inicial que motiva la producción del texto es netamente político, debe
considerarse que el autor está buscando de parte de sus lectores consenso y apoyo a su postura.
La presencia de esta lucha política de fondo conduce a Sarmiento a construir verosimilitud en su
relato y para ello emplea toda clase de imágenes y símbolos potentes que pretenden gestar
convencimiento. Este empleo de recursos no implica el exclusivo uso de las argumentaciones
lógicas. También aparecerán en el texto, argumentaciones por la estética de tipo romántica que
buscan construir credibilidad apelando a la sensibilidad del lector. Es en este tono que será
descripto el territorio pampeano y sus fenómenos naturales.
Civilización y barbarie: los dos términos del subtítulo del texto están unidos por la conjunción y.
Lo que Sarmiento quiere expresar con ello es que lo que caracteriza a la Argentina es la
interpenetración, la fricción y encuentro entre estos dos elementos. Aunque por momentos
puedan aparecer en la escritura claramente distinguidos en dicotomías excluyentes, estos no
deben pensarse por separado a la hora de comprender los fenómenos nacionales, y en especial a
la hora de pensarlo a Rosas. Éste es una síntesis de ambos.
El título del libro alude al caudillo riojano Facundo Quiroga. El libro toma a éste y construye un
tipo, una personificación a partir del personaje histórico y sus rasgos principales como caudillo.
Facundo es un género que representa más que un caso singular. Representa una parte de la
realidad nacional. Es una de las tendencias nacionales, un conjunto de creencias, necesidades,
hábitos y preocupaciones del país y parte de su población. Esto Sarmiento lo toma a partir de la
teoría romántica de los héroes o de los hombres representativos: un grande hombre expresa una
era, una época a partir de su persona. Entremezclada a su vez con esta noción, se nos presenta
también como rasgo romántico el concepto de expresivismo holístico: determinados fenómenos
dan cuenta de una época y una cultura entera. Desde esta perspectiva, si se comprende el
fenómeno particular, la parte, se comprende el todo.
Hay una contradicción fuerte entre el código ideológico romántico y la descalificación que
Sarmiento hace de la barbarie ya que en esta corriente lo instintivo y pasional resulta
mayormente valorado. De los dos términos del binomio, civilización y barbarie, es la primera la
que posee el valor axiológico más elevado. La historia es un curso lineal desde el salvajismo hacia
la civilización. Es un proceso el que conduce a lo civilizado, un progreso y un perfeccionamiento
continuo. La civilización es vista como un movimiento ininterrumpido que se da más allá de las
diferencias nacionales. Es universal, trasciende a las culturas particulares. Cuando Sarmiento habla
de alcanzarla adquiere un tono prescriptivo y moral. La ciudad es en el texto el asiento natural de
lo civilizado y el espíritu republicano. Con éste último concepto se alude a la entrega voluntaria
que cada ciudadano particular realiza de su energía privada en aras del bien público. Civilización
es igual a ideas liberales, espíritu europeo, formas constitucionales, imperio de la ley, minoría
culta racional, la movilidad del ferrocarril, la ciudad y la ciencia. Barbarie es lo americano,
colonial, hispánico, absolutista, despótico, instintivo, ignorante, estático y tradicional. Son las
masas populares y el caudillaje. Lo civilizado a su vez se vincula con el cultivo de la tierra y el
comercio, puesto que ambas actividades exigen dulcificación de las costumbres y trabajo
continuo. Mientras tanto la actividad ganadera es igual a barbarie para Sarmiento.
On ne tue point les idees (a los hombres se degüella; a las ideas no): esta traducción de la frase
hecha por Sarmiento en el comienzo del libro es excelente porque no es literal. La misma está
localizada, nacionalizada a partir de la utilización del término degüello. La frase es escrita por el
propio sanjuanino en los baños del Zonda, mientras huye hacia Chile en un escape del régimen
despótico rosista. Con esta autodescripción y con esta acción, Sarmiento se posiciona en el texto
como un letrado civilizado, un hermeneuta bilingüe conocedor de los signos. Con este dominio
interpretativo que se contrapone a la ignorancia de los incapaces de leer la frase, Sarmiento se
ubica a distancia de la plebe en términos simbólicos Se presenta como un Edipo; alguien capaz de
descifrar el enigma Rosas, la efigie Argentina que trae males a la patria.
Facundo pretende ser un libro de la civilización pero su personaje principal es un bárbaro. Este
está descripto con fascinación, admiración y consistencia literaria. ¿Pero hay una superación de la
barbarie en el texto? ¿Hay una síntesis que permita la solución dialéctica del cruce entre
civilización y barbarie? En este ensayo no. Sin embargo, leyendo Recuerdos de provincia, la figura
sintética pareciera ser el propio Sarmiento. En éste último, el sanjuanino se coloca a una distancia
superadora tanto de la tradición federal como de la unitaria. Esto lo logra indicando que él es
como el Dios bifronte Jano: mira al mismo tiempo al pasado y al futuro, a la colonia y al porvenir.
Los unitarios están volcados al futuro mientras los federales viven recordando el pasado. Esta
condición completa de Sarmiento frente a las otras opciones políticas lo vuelve un héroe de la
civilización capaz de recuperar lo rescatable de nuestro pasado bárbaro y de apuntar hacia el
progreso y el orden civilizatorio futuro.
Desarrollo
Teoría del medio: Sarmiento comienza el libro describiendo el escenario geográfico del país. Lo
hace bajo un tono científico y racional que sin embargo no esquiva el uso de ciertos giros poéticos
de tipo romántico. Iniciar con una interpretación racional del medio tiene el sentido de dar cuenta
de la aparición del caudillismo y de la barbarie en este territorio. Es responder a la pregunta: ¿Por
qué en esta región del mundo se da el fenómeno bárbaro? En un momento la descripción se
detiene en la pampa. Es allí en donde Sarmiento toma la decisión de decir que la Argentina es la
pampa. Esta es descripta como una llanura infinita y vacía. Es un vacío de habitantes, sentido y
civilización; es completamente inhóspita para la generación de lazo social. La principal actividad
desarrollada allí, es la cría extensiva de ganado al modo pastoril que Sarmiento considera
bárbaro y atrasado. Lo más preocupante de este territorio es la escasez de sociabilidad externa
al ámbito familiar. La única instancia de este tipo es la pulpería: el lugar de los vicios y la falta de
virtud. De allí surge un tipo humano especial: el gaucho. Este tiene 4 especies: el cantor, el
rastreador, el baqueano y el gaucho malo. Éste último es para Sarmiento enteramente negativo.
Quiroga es un exponente del gaucho malo. Es una bestia humana que carece de todo cálculo
racional. Es un guerrero, un comandante de campaña y caudillo de masas rurales, dotado de un
carácter impulsivo, enérgico, irracional y potente.
Durante la estancia de Facundo en Buenos Aires, éste se civiliza en parte. Con este señalamiento
Sarmiento insiste nuevamente en la importancia del medio como elemento condicionante de los
hombres. Sin embargo, su muerte llega con su retorno al salvajismo: muere en Barranca Yaco
asesinado bajo la ley del gaucho malo; conduciéndose alocadamente hacia su muerte sin
miramientos.
Luego del capítulo en el que muere Quiroga, Sarmiento agrega un último episodio de su ensayo,
en el que presenta su programa político: libertad de prensa, inmigración, libre navegación de los
ríos, nacionalización de las rentas de aduana, educación pública, gobierno representativo, respeto
de la vida, propiedad privada y religión como elemento de moralización pública. Es un programa
liberal basado en ideas ilustradas, y poco distinto a los programas tradicionales de la elite política e
intelectual argentina de aquel entonces. A la hora entonces de proponer un modelo de país, el
formato romántico del texto resulta abandonado y en su lugar se privilegia el legado ilustrado.
Con esto se comprueba otro rasgo extra de la generación del 37: romanticismo de los medios e
iluminismo de los fines. Los objetivos y los valores a alcanzar son ilustrados. El romanticismo
opera como una herramienta conceptual para entender la realidad local y sus particularidades.
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Ahora bien, a diferencia de Facundo, Rosas agrega a las cualidades instintivas y pasionales del
primero la capacidad de cálculo racional. Es un híbrido que mezcla los dos elementos del
binomio. Para Sarmiento es preferible el puro instinto de Facundo antes que la frialdad racional y
calculadora de Rosas. Este último persigue fines bárbaros y emplea la razón como herramienta
para realizar el mal. No es puro impulso como lo era el riojano, quien por su condición instintiva no
llegaba a conocer sus límites, ni a construir asentamientos en los territorios que ocupaba. Rosas en
cambio, construye una hegemonía, impone un orden, aunque el mismo es autoritario e incapaz de
engendrar civilización y progreso. La condición contradictoria y propia de un Oxímoron es la que le
permite al tirano bonaerense gestar una cierta unificación, reducir la anarquía y centralizar el
poder en el país.
Hay en el texto una tensión permanente entre el discurso científico y político. Oscila entre un
registro y el otro. Desde el costado político, se insistirá en la necesidad de que la voluntad
intervenga en el curso de los sucesos y transforme la realidad. Desde la mirada científica, abunda
el tono providencialista con el que se afirma que más allá de los sujetos intervinientes, las leyes de
la historia indican que vamos camino a la construcción de una Nación civilizada. Sarmiento insiste
en que este camino será posible si la sapiencia de su generación logra sumarse a la espada
victoriosa y transformar al país. Cree a su vez que eso es lo que ha venido faltando hasta el año
1845 en el que escribe.
Facundo fue escrito especialmente para la élite: pares intelectuales y clases dirigentes
argentina y chilena. También está en parte escrito para el público europeo. Señal de ello es que
el ideal de texto que tiene en mente a la hora de su producción es “La democracia en América” de
Alexis de Tocqueville. En ese sentido, estaba buscando ofrecerle a la inteligencia europea un texto
idiosincrático, único, capaz de presentar una realidad específica y americana para la que el
diccionario del viejo continente resulte escueto. Sarmiento busca traducir las especificidades
irreductibles de nuestro país a la mirada culta europea.
El libro tuvo una buena recepción en Francia pero fue en cambio recibido pesimamente por sus
compañeros de generación. Estos le señalan a Sarmiento que la pampa que él describe no es la
real, que no conoce a los gauchos y que subestima al país. Quizás gran parte de las críticas que
recibió de parte de estos, se deban a las fuertes impugnaciones a la figura del unitario que se
vierten en el libro. Principalmente aquella que apunta a la incapacidad de estos para ver la
realidad americana.
De sus viajes a Europa cambió su mirada del viejo continente, al que considera repleto de
inequidades sociales. Frente a eso, va a señalar que la Argentina posee espíritu democrático y un
igualitarismo notablemente extendido en todas las capas sociales. Le preocupa el desorden de
nuestro país, en especial en lo que refiere a las discusiones políticas y los eventos públicos.
Su propuesta política va a insistir en la construcción de una sociedad sin excesos, igualitaria y con
virtud republicana, en la que la población voluntariamente participa de la cosa pública, discute los
intereses nacionales y se siente parte de la prosperidad de la Nación. Su programa nacional se
basa en gran parte en la democracia agraria de los Estados Unidos pero sin el lastre de la
esclavitud. Reparto equitativo de la tierra, participación republicana en la política y educación
pública serán los tres pilares fundamentales de su propuesta. De estos, tan sólo el último se
realizará plenamente. La apropiación latifundista y la república restrictiva impedirán la realización
de los otros dos objetivos. Finalmente para su proyecto político apuesta por gestar una mezcla
entre el activismo estatal y la iniciativa de la sociedad civil. Para que esta conjunción resulte
equilibrada y productiva es central para el autor cierto espíritu heroico en la población, cierta
tonalidad arrojada, libre y racional, capaz de hacer productivos a los hombres y evitar tanto la
barbarie como el excesivo peso del Estado que solo convierte al ser humano en un preso
disciplinado.
Alberdi al igual que Sarmiento emprende su vocación intelectual influenciado por los faros del
romanticismo y especialmente en su caso del liberalismo. Se formó en el colegio de Ciencias
Morales de la ciudad de Buenos Aires y es un temprano iniciador de las reuniones en el Salón
literario.
En 1837 escribe Fragmento preliminar al estudio del derecho. En aquel texto se observa una
adscripción al romanticismo en la que al igual que Sarmiento, también se hacen presentes las
tensiones y ambigüedades. Va a insistir aquí en la necesidad de que las leyes de un país
dialoguen con las costumbres locales y pondrá el acento en que estas no sean una vana y ciega
imposición. Destaca que en la Argentina, a diferencia de Francia, se ha efectuado una revolución
sin pensamiento y sin teoría, vertida exclusivamente en el terreno de las armas y los hechos. Este
es el camino inverso al recorrido en el país galo. Interpreta de este corolario que el tiempo de los
guerreros ha finalizado y por consiguiente ha comenzado la hora de los intelectuales, entre los
cuales está el mismo. Completar la revolución en el plano de las ideas es una misión
fundamental para él y todo su grupo intelectual de pertenencia.
La mala disposición del Restaurador a escuchar los consejos del círculo intelectual, junto con la
radicalización del contexto político, lo lleva a Alberdi a exiliarse en Montevideo y a ejercer una
activa oposición contra el gobernador de Buenos Aires. Desde allí promoverá la Alianza con
Francia y apoyará la campaña de Lavalle contra Rosas. También señala que en términos
intelectuales América debe promover el desarrollo de filosofía aplicada y política, y no detenerse a
reflexionar en vaguedades metafísicas y gnoseológicas. El momento de América para Alberdi es de
ejercicio de la libertad, de puesta en práctica de todas aquellas ideas que Europa ya pensó. Con
esta indicación se está señalando en clave autóctona y romántica, cuál es el rol de nuestro país.
Luego del fracaso de la campaña de Lavalle, Alberdi se exilia nuevamente. Esta vez parte primero
rumbo a Europa, y más tarde se asienta en Chile en donde permanecerá largo tiempo. La marca
definitiva de su vida será ésta: haber vivido más tiempo en el extranjero que en su propio país, aun
cuando jamás dejó de pensar y escribir sobre éste.
En la escritura de Las Bases, elaborada en Chile para 1852, la propuesta consiste en responder
a dos preguntas centrales a través de las cuales cree encontrar Alberdi la manera de edificar un
proyecto fundacional capaz de introducir al país en la modernidad. Estas dos preguntas son 1)
cómo generar hábitos civilizados 2) Cómo construir el poder en el suelo nacional.
Respecto a la segunda pregunta atendida por la escritura de Las Bases, cómo construir
autoridad o poder político efectivo en todo el país, Alberdi formulará lo que ha sido denominado
como autoritarismo progresista o liberalismo conservador. Este consiste básicamente en ser
progresista en lo económico y social pero conservador en lo político. Con esto se busca controlar a
las masas, evitar su injerencia en la escena política y pública (DISTITNO SARMIENTO, QUE ERA
MÁS DEMOCRATIZANTE) Las reflexiones van en este sentido en correlación con los fenómenos y
las preocupaciones europeas experimentadas por los sectores liberales ante los acontecimientos
de 1848. La cuestión de fondo es cómo conciliar libertad e igualdad. El objetivo es conceder
libertad en el plano económico y social, mientras al mismo tiempo se restringe la libertad en el
plano político para las masas. Con eso se impide que el sector mayoritario e ignorante de la
población pueda ejercer el derecho de elegir a sus representantes. El temor es que la plebe
entronice una opción política que destruya el reconocimiento a la propiedad privada y atente
contra las libertades individuales de los sujetos. En vistas a proteger las libertades individuales de
la totalidad de la población se evita instaurar el régimen de la dictadura de la mayoría. No se
reconoce la igualdad en el ejercicio de los derechos políticos, se restringe el ejercicio democrático
para evitar que las masas opten por un camino equivocado y nocivo para las libertades personales.
Esta búsqueda de conciliar liberalismo y democracia será siempre pensada y repensada por
Alberdi. Éste apelará a una visión gradualista de construcción de la ciudadanía. La idea es que la
democracia resulte un fruto postrero, una conquista de la ciudadanía luego de haber recorrido
toda una serie de etapas previas de formación civilizatoria. Cree que los individuos deben
transitar una etapa exclusivamente productora y económica, luego una social, para finalmente
arribar a la instancia política y plena. Cree que la Argentina de entonces no está en condiciones de
instalar el sufragio universal y que por lo tanto se encuentra en la etapa económico-social. Esta
etapa es denominada por Alberdi como la república posible. El espacio de la sociedad civil está
abierto y reconocido pero no así el de la ciudadanía política. El sistema se basa, en términos
concretos, en una élite que tutela a las masas y decide por ella. La educación por las cosas
difundida por la inmigración va a difundir progresivamente el cultivo civilizado entre la
población nativa, de tal modo que en una instancia futura se alcance el momento de la república
verdadera. En esta última se reconocerá el sufragio universal y los derechos políticos para el
conjunto de la población. La elite gobernante en todo este proceso debe por sobre todo
intervenir poco y dejar hacer. La nación no se gesta por creación oficial, ni por obra de los
gobiernos. Se logra permitiendo que las facultades se desenvuelvan por su propia vitalidad.
Otorgar libertades amplias en el seno de la sociedad civil es el camino indicado para evolucionar
(CITA RONALD REAGAN)
Alberdi pretende con su trabajo intelectual poner las bases y puntos de partida para la formación
de la Nación. Pretende a su vez que la clase dirigente no del brazo a torcer a la hora de llevar el
timón del país. El libro las Bases está dedicado justamente al general Urquiza en un intento de unir
la espada con la razón.
¿Cuál es el régimen político más adecuado para nuestro país? Alberdi sostiene que es la
república aristocrática u oligárquica. En ella, una minoría de la fuerza, del saber, el dinero y la
virtud, se autoerige en dirigencia tutelar auto-legitimada de una población pasiva, a la que
gestiona y conduce garantizándole libertades civiles, pero manteniéndole cerrada la puerta de
acceso a las libertades y la participación política. Dejar el sufragio en manos de los ignorantes, dirá
Alberdi, es entregar el país a la indigencia. Debe decirse que hasta la primera década del S XX, éste
fue el esquema relativamente exitoso que imperaba en la Argentina. La cuestión democrática en
todo ese tiempo, quedo siempre pendiente para el futuro. De este modo, Alberdi evidencia la
presencia de un clásico problema del liberalismo: las dificultades en conciliar libertad e igualdad
con el prioritario deseo liberal por mantener el orden.
Alberdi entiende que de primer momento hay que construir una república del interés y el
egoísmo privado. En ella, cada particular buscando su interés propio, contribuye sin saberlo al
bienestar público. Cree que de ese modo, las fuerzas objetivas de la economía y el equilibro del
mercado lograrán frenar las caóticas pasiones políticas y el faccionalismo. Es por la presencia de
estos elementos que no es posible aun edificar aquí una república de la virtud. No es el Estado y la
política como ejercicio activo constructor de ciudadanía lo que debe preponderar. Antes bien, el
eje ha de situarse en la economía, en una construcción que vaya de abajo hacia arriba. Fiel a Adam
Smith, se insistirá en mantener la autonomía de lo económico ante todo. La autonomía del
mercado y sus propias reglas de funcionamiento es vital: el sistema de producción, distribución y
consumo de los bienes económicos tiene su propia legalidad y debe ser respetada.
Las simpatías por el liberalismo inglés se extienden en Alberdi incluso hacia sus costumbres.
Insistirá en la casa inglesa y la contrapondrá a la francesa alegando que el estilo inglés resguarda a
la familia de las intromisiones constantes de la vida pública. La casa inglesa es cerrada, separada,
independiente y exclusiva a sus miembros. No hay intrusos, ni vida en las aceras, ni teatro, ni
parques. Con esta descripción, se está sin dudas exaltando la individualidad como factor
importante. Cada individuo debe auto-realizarse de forma autónoma e independiente sin factores
ajenos que lo perturben. Se presenta aquí una cierta tensión entre civismo e individualismo. En
resumen, Alberdi piensa que en los estadios iniciales de la República imperfecta, la economía es lo
central y se estructura ésta como el ámbito de los derechos universales.
Si para Sarmiento la nación se construye desde la sociedad y el estado, para Alberdi esta ha de
estructurarse desde la sociedad civil y el automatismo del mercado. Por este motivo es que en la
escritura de la constitución, éste privilegia a la moral del productor y al espontaneísmo económico
más que a la política. Sólo de este modo es posible mejorar a la sociedad y a través de ello mejorar
al poder. Alberdi entiende que pertenecer a una Nación es adherir a su Constitución o código
fundamental. Mediante las leyes fundamentales vertidas en ese texto, se regulan los derechos
naturales y universales: libertad, propiedad, seguridad, etc. No obstante, estos derechos no son
innatos, deben incorporarse en los individuos para construir la nación y modernizar al país. El
mercado laboral y el trabajo continuo son las herramientas más adecuadas para gestar esa
instrucción ciudadana.
Alberdi con el paso del tiempo va transformando su producción desde las posiciones románticas
iniciales, hacia el economicismo de Adam Smith. A partir de las Bases puede afirmarse que poco
queda de su época juvenil y romántica. Antes bien, encontramos en todos los principios que
privilegia, la abundancia de valores universales y la escasez de elementos idiosincráticos. Su
postura se vuelve entonces, propia de un nacionalismo constitucionalista e imitativo, basado en
tratar de reproducir las andaduras de los países civilizados para llegar al modelo común del
progreso universal. Hay sin embargo una sólida creencia que mantiene a Sarmiento y Alberdi
unidos: la confianza en la excepcionalidad Argentina y su gran destino. Ambos dos comparten
que en estos lares se está llevando adelante un proyecto de país original, destinado a incorporarse
al concierto mundial en una posición prominente. Una porción europea y progresista trasplantada
en el nuevo mundo con una casta de intelectuales que en el exilio encontraron la mejor formación
para dirigir al país. Esta imagen combinada con una relectura de Rosas en donde este aparece
como aquel que supo ordenar al país anárquico, terminan por armar un cuadro en el que con
seguridad se afirma que a la Argentina le esperan sus más bellos tiempos de ventura y
prosperidad.
Finalmente, otro rasgo diferenciador entre Sarmiento y Alberdi es su diferente mirada sobre
las causas del atraso en Argentina. Mientras el primero ubica el mal en la campaña, el segundo
señalará en Buenos Aires el verdadero cáncer de la nación. Esta última, al apoderarse
indebidamente de la renta aduanera nacional vive en la opulencia, y condena al resto del país a
residir en el atraso y las carencias continuas.