Ejercicios para Escritura

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/index.html

"Hay que leer kilómetros para escribir milímetros”,

Las descripciones: mostrar, no decir En el cuento, dada su naturaleza breve y concisa, las
descripciones deben ser precisas y eficaces, de modo que sirvan para imprimirle más vigor o
agilidad al relato. Para familiarizar a los participantes con el buen uso de este recurso, se les pide
que amplíen en uno o dos párrafos las siguientes imágenes y se les recuerda que eviten el uso de
lugares comunes (reiteraciones de imágenes que de tan frecuentadas han llegado a volverse fijas y
han terminado por perder su valor en el lenguaje literario): 128

| Guía para talleres de escritura creativa • relata

• Era la casa más abandonada y antiestética de la zona oeste de la ciudad. Mostrar ese abandono.

• Le pareció que ese pueblo que ahora contemplaba era por completo distinto al suyo. Comparar
uno y otro.

• El mellizo era un tipo que metía miedo. Hacer sentir ese miedo.

• Él la amaba por sobre todas las cosas. Señalar los actos que demuestran ese amor.

• La presencia del gato en el cuarto, lo que este hacía, se le tornó insoportable. Describir lo que
hace el gato. Betuel Bonilla (Neiva)

Tensión

Las historias, desde el comienzo y a medida que se desarrollan, plantean unas


preguntas: ¿Podrá el héroe alcanzar lo que quiere? ¿Obtendrá el amor de la
chica? ¿Conseguirá llegar a su destino? ¿Se salvará de la amenaza que se cierne
sobre él? ¿Triunfará sobre el antagonista? ¿Resolverá el caso que investiga?
Basta preguntarse por qué un determinado cuento es malo. No es malo por el
tema, porque en literatura no hay temas buenos ni temas malos, hay solamente un buen
o un mal tratamiento del tema. Tampoco es malo porque los personajes carecen de
interés, ya que hasta una piedra es interesante cuando de ella se ocupan un Henry
James o un Franz Kafka. Un cuento es malo cuando se lo escribe sin esa tensión que
debe manifestarse desde las primeras palabras o las primeras escenas.
Julio Cortázar, “Algunos aspectos del cuento”

La tensión narrativa es un recurso del que el escritor se sirve para plantear


una o varias preguntas que, desde las primeras líneas, sirvan de anzuelo para
atrapar al lector, y luego retrasar las respuestas, de modo que el lector se
mantenga interesado hasta el final.
Puedo decir que escribí el relato como si escribiera un poema: una línea; y otra
debajo; y otra más. Maravillosamente pronto vi la historia y supe que era mía, la única
por la que había esperado ponerme a escribir.
Me gusta hacerlo así cuando siento que una nueva historia me amenaza. Y siento
que de esa propia amenaza puede surgir el texto. En ella se contiene la tensión, el
sentimiento de que algo va a ocurrir, la certeza de que las cosas están como dormidas
y prestas a despertar; e incluso la sensación de que no puede surgir de ello una
historia. Pues esa tensión es parte fundamental de la historia, en tanto que las palabras
convenientemente unidas pueden irla desvelando, cobrando forma en el cuento. Y
también son importantes las cosas que dejamos fuera, pues aun desechándolas siguen
implícitas en la narración, en ese espacio bruñido (y a veces fragmentario e inestable)
que es sustrato de todas las cosas.
Raymond Carver, “Escribir un cuento”

Generar tensiones dentro de un texto no es nada fácil. Para conseguirlo el


escritor necesita oficio, práctica y cierta sensibilidad y agudeza que le permitan
saber qué informaciones debe guardarse y cuáles debe entregar y qué momento
es el preciso para hacerlo: es el arte de dosificar las informaciones.
Yo trato de mantener el amor profundo fuera de mis historias porque, una vez que
este tema en particular surge, es casi imposible hablar de otra cosa. Los lectores no
quieren oír hablar de otra cosa. Se enloquecen por el amor. Si un amante en una
historia consigue el amor verdadero ese es el final de la historia, incluso si la Tercera
Guerra Mundial está a punto de comenzar y el cielo está negro de platillos voladores.
Kurt Vonnegut, en “El arte de la ficción N.º 64”

Una vez el héroe de la historia alcanza lo que quiere, sea el amor o llegar a
su destino, vencer la amenaza, derrotar al antagonista o resolver el caso, la
historia termina. En el taller, el director y los demás participantes podrán guiar al
escritor para que logre generar tensiones y mantener la expectativa y el interés de
los lectores en su historia.
Ejercicios y ejemplos

 Describir una situación de la vida cotidiana donde ocurra una


complicación (el personaje necesita agarrar un taxi y empieza a llover; el
personaje tiene ganas de ir al baño y, como está en la calle, no encuentra dónde).
En este caso una madre amamanta a su hija mientras es presa del dolor:
Indecisa, tomó a la criatura entre sus brazos, la contempló y al cabo de unos
segundos pensó que era demasiado frágil e inocente como para negarle su leche.
Posando la boquita de su hija sobre el pezón, se llevó una mano al seno para presionar
y obligar la salida del líquido.
Un dolor punzante la petrificó, algo en su interior empezó a abrir camino, a
romperla, a separar sus fibras. Las primeras gotas emergieron con dificultad,
acompañadas de un exquisito olor a nata. La criatura se precipitó para atraparlas y
apretó su boca con fuerza y desesperación contra el orificio por donde brotaba el
líquido que su madre le proporcionaba.
Un vapor caliente recorrió la espina dorsal de Augusta cuando sintió la potente
succión de la niñita. Asustada, y obnubilada por el dolor, cerró los ojos y trató de
recobrar la tranquilidad pensando que aquello era señal de salud. Con cada succión el
dolor era más intenso y el olor más hostigante.
Mónica del Pilar Álvarez, “Augusta”, participante del Taller Liberatura, Ibagué,
Tolima

 Describir una situación donde se siente que algo extraño, miedoso o malo
va a pasar.
Era media noche cuando de repente se sintió una especie de temblor en el lago; la
balsa en la que vivíamos comenzó a moverse y el río empezó a hacer olas, los
gramalotes y los árboles se movían de lado a lado, en ese momento empezó a hacer
mucha brisa. Se sentía un ambiente muy extraño; las aves gritaban; los grillos hacían
sonidos, y lo mismo hacía el resto de los animales que había en el lago. Esto era una
señal de que algo iba a pasar: el agua del lago empezó a burbujear como si fuera una
olla hirviendo.
Alfonso Guerra, “La madre del lago y el río Amazonas”, participante del Taller en el
Establecimiento Penitenciario de Leticia, Amazonas

 Crear un deseo para el protagonista y diseñar tres obstáculos que se


sucedan de modo cronológico en el tiempo y le impidan alcanzar su deseo.

Narrador
Yo creo que es mejor que el autor intervenga lo menos posible en su obra.
Jorge Luis Borges, “Así escribo mis cuentos”
El autor es quien inventa y escribe la historia: la persona detrás del
entramado de la ficción, el ser humano sentado frente al computador. El narrador
es quien la cuenta: un personaje creado por el autor para relatar los hechos de la
historia.
El primer problema que debe resolver el autor de una novela es el siguiente:
“¿Quién va a contar la historia?”.
Mario Vargas Llosa,  Cartas a un joven novelista
El narrador en primera persona es más fácilmente identificado como
personaje puesto que vive dentro de la historia y tiene presencia en esa realidad
lo mismo que los demás personajes. Es tal vez el más claro y sencillo de armar,
pues –a menos que posea el don de la telepatía o la ubicuidad– tiene los mismos
atributos que la gente de la vida real y, como nosotros, solo puede contar lo que
presencia, le cuentan o supone y no puede sino interpretar los eventos de acuerdo
con su subjetividad.
Me gustaría que habláramos hoy del narrador, el personaje más importante de
todas las novelas (sin ninguna excepción) y del que, en cierta forma, dependen todos
los demás. Pero, ante todo, conviene disipar un malentendido muy frecuente que
consiste en identificar al narrador, a quien cuenta la historia, con el autor, el que la
escribe. Este es un gravísimo error, que cometen incluso muchos novelistas, que, por
haber decidido narrar sus historias en primera persona y utilizando deliberadamente
su propia biografía como tema, creen ser los narradores de sus ficciones. Se
equivocan. Un narrador es un ser hecho de palabras, no de carne y hueso como suelen
ser los autores; aquel vive solo en función de la novela que cuenta y mientras la cuenta
(los confines de la ficción son los de su existencia), en tanto que el autor tiene una vida
más rica y diversa, que antecede y sigue a la escritura de esa novela, y que ni siquiera
mientras la está escribiendo absorbe totalmente su vivir.
Mario Vargas Llosa, Cartas a un joven novelista
A diferencia del narrador en primera persona, los narradores en tercera
persona están afuera de la historia y no intervienen en los hechos. Sin embargo,
aun cuando no tengan presencia en la realidad de la historia y sean inmateriales e
invisibles para los otros personajes, también se construyen como personajes, pues
poseen unas características y atributos propios.
El narrador es siempre un personaje inventado, un ser de ficción, al igual que los
otros, aquellos a los que él “cuenta”, pero más importante que ellos, pues de la
manera como actúa –mostrándose u ocultándose, demorándose o precipitándose,
siendo explícito o elusivo, gárrulo o sobrio, juguetón o serio– depende que estos nos
persuadan de su verdad o nos disuadan de ella y nos parezcan títeres o caricaturas. La
conducta del narrador es determinante para la coherencia interna de una historia, la
que, a su vez, es factor esencial de su poder persuasivo.
Mario Vargas Llosa, Cartas a un joven novelista
Hay narradores en tercera persona que lo saben todo como Dios. Otros
tienen la facultad de leer los pensamientos de uno de los personajes, y respecto
de los demás solo pueden suponer lo que piensan y sienten a partir de sus gestos
y palabras, como hacemos nosotros, la gente del mundo real. Otros narradores
registran los hechos que ocurren ante ellos, desapasionadamente, sin hacer juicios
ni interpretaciones, del modo como lo haría una cámara de seguridad. Otros
tienen emociones y opiniones, están de parte de unos u otros personajes y asumen
una actitud definida sobre los hechos que narran.
El mejor cuento de Hemingway es “La corta y feliz vida de Francis Macomber”, y
es quizás uno de los mejores cuentos del mundo, pero es un cuento que tiene un error
imperdonable en un principiante: Hemingway nos dice qué piensa Macomber, qué
piensa Wilson, qué piensa la mujer, qué piensa el león, qué piensa el búfalo, y al final
nos hace una trampa: dice que no sabe si la mujer lo mató deliberadamente o por
accidente.
Gabriel García Márquez, en “Comadreo literario de cuatro horas con García
Márquez”
Aunque es menos común, en los textos literarios también se emplea el
narrador en segunda persona: ese que se dirige a otro personaje, como lo
hacemos en las cartas. Cualquiera que sea el narrador, una vez ha sido
establecido, el escritor debe someterse a él: dejar que sea él quien cuente la
historia de acuerdo con sus posibilidades y siguiendo sus propias reglas.
Ahora, más que la clasificación, el escritor debe tener presente la posición que
ocupará el narrador durante el desarrollo de la historia (algo parecido a la marcación
de los espacios para los personajes en una puesta teatral), si dentro o fuera de la
historia, si vivo o muerto, si solo o acompañado en la narración, si cederá o no la
palabra a otro narrador, si habrá uno o varios narradores. Desconocer estos factores
puede ocasionar el derrumbe de la novela o del cuento, o conducirnos a incoherencias
o a inconsistencias de la narración.
Isaías Peña, El universo de la creación narrativa

Ejercicios y ejemplos

 A partir de un relato con un narrador en primera persona (por ejemplo, El


túnel de Ernesto Sábato), escribir un texto con un narrador en primera persona.
Llega el sábado, mi hermana dijo que vendría. Le encargué jabón, una cobija y
por supuesto el dinero. Me dirijo hacia la reja, al otro lado están las visitas. Veo a mi
hermana atravesar el pasillo. La requisan. Una de las guardias le asigna una mesa.
Maritza pasa por mi lado. No olvides lo de las cajetillas, murmura. Se hace en un
rincón al lado de los guardias. Abren la puerta y me dejan pasar a la sala de visitas.
Nos abrazamos y le doy un beso en la frente. Qué gusto verte, sólo ha pasado una
semana y mira lo delgada que estás. Pero no te quedes ahí parada, me dice. Siéntate.
Nos tomamos de las manos. ¿Cómo está tomando mamá todo esto? ¿Sí ha hablado de
mí? Qué te digo, está bien, los primeros días lloró un poco, luego dejó de mencionarte.
Aprieto sus manos. Me lo esperaba, ella es una mujer fuerte, respiro hondo para
controlar los sollozos, no te preocupes, le digo, ya pasará, con el tiempo será más fácil.
Luisa Fernanda Pérez Bernal, “Costumbre”, participante del Taller Liberatura,
Ibagué, Tolima
 A partir de un relato con un narrador en segunda persona (por ejemplo,
“Usted se tendió a tu lado” de Julio Cortázar), escribir un texto con un narrador
en segunda persona.



 Lazos de familia
 Julio Cortázar

 Odian de tal manera a la tía Angustias que se
aprovechan hasta de las vacaciones para
hacérselo saber. Apenas la familia sale hacia
diversos rumbos turísticos, diluvio de tarjetas
postales en Agfacolor, en kodachrome, hasta en
blanco y negro si no hay otras a tiro, pero todas
sin excepción recubiertas de insultos. De Rosario,
de San Andrés de Giles, de Chivilcoy, de la
esquina de Chacabuco y Moreno, los carteros
cinco o seis veces por día a las puteadas, la tía
Angustias feliz. Ella no sale nunca de su casa, le
gusta quedarse en el patio, se pasa los días
recibiendo las tarjetas postales y está encantada.
 Modelos de tarjetas: «Salud, asquerosa, que te
parta un rayo, Gustavo». «Te escupo en el tejido,
Josefina». «Que el gato te seque a meadas los
malvones, tu hermanita». Y así consecutivamente.
 La tía Angustias se levanta temprano para atender
a los carteros y darles propinas. Lee las tarjetas,
admira las fotografías y vuelve a leer los saludos.
De noche saca su álbum de recuerdos y va
colocando con mucho cuidado la cosecha del día,
de manera que se puedan ver las vistas pero
también los saludos. «Pobres ángeles, cuántas
postales me mandan», piensa la tía Angustias,
«ésta con la vaquita, ésta con la iglesia, aquí el
lago Traful, aquí el ramo de flores», mirándolas
una a una enternecida y clavando alfileres en
cada postal, cosa de que no vayan a salirse del
álbum, aunque eso sí clavándolas siempre en las
firmas vaya a saber por qué.

Los mejor calzados


Luisa Valenzuela

Invasión de mendigos pero queda un consuelo: a


ninguno les faltan zapatos, zapatos sobran. Eso sí, en
ciertas oportunidades hay que quitárselo a alguna
pierna descuartizada que se encuentra entre los
matorrales y sólo sirve para calzar a un rengo. Pero
esto no ocurre a menudo, en general se encuentra el
cadáver completito con los dos zapatos intactos. En
cambio las ropas sí están inutilizadas. Suelen
presentar orificios de bala y manchas de sangre, o han
sido desgarradas a latigazos, o la picana eléctrica les
ha dejado unas quemaduras muy feas y difíciles de
ocultar. Por eso no contamos con la ropa, pero los
zapatos vienen chiche. Y en general se trata de
buenos zapatos que han sufrido poco uso porque a
sus propietarios no se les deja llegar demasiado lejos
en la vida. Apenas asoman la cabeza, apenas piensan
(y el pensar no deteriora los zapatos) ya está todo
cantado y les basta con dar unos pocos pasos para
que ellos les tronchen la carrera.
Es decir que zapatos encontramos, y como no
siempre son del número que se necesita, hemos
instalado en un baldío del Bajo un puestito de canje.
Cobramos muy contados pesos por el servicio: a un
mendigo no se le puede pedir mucho pero sí que
contribuya a pagar la yerba mate y algún bizcochito de
grasa. Sólo ganamos dinero de verdad cuando por fin
se logra alguna venta. A veces los familiares de los
muertos, enterados vaya uno a saber cómo de nuestra
existencia, se llegan hasta nosotros para rogarnos que
les vendamos los zapatos del finado si es que los
tenemos. Los zapatos son lo único que pueden
enterrar, los pobres, porque claro, jamás les permitirán
llevarse el cuerpo.
Es realmente lamentable que un buen par de
zapatos salga de circulación, pero de algo tenemos
que vivir también nosotros y además no podemos
negarnos a una obra de bien. El nuestro es un
verdadero apostolado y así lo entiende la policía que
nunca nos molesta mientras merodeamos por baldíos,
zanjones, descampados, bosquecitos y demás
rincones donde se puede ocultar algún cadáver. Bien
sabe la policía que es gracias a nosotros que esta
ciudad puede jactarse de ser la de los mendigos
mejores calzados del mundo.
Estos ejercicios los he ido recopilando o creando a través de los últimos treinta años. Ya no
recuerdo cuáles son míos, cuáles tomé de algún manual o cuáles inventamos entre todos en
un taller. Hecha la aclaración de que probablemente no me los he inventado todos, enumero
los siguientes:

 Una mujer con falda se baja del autobús. Tropieza, cae, se le ve la ropa interior, se
levanta rápidamente. Mira a su alrededor, avergonzada, porque hay mucha gente.
Capta la mirada sonriente de un hombre sentado en la parada. Narrar este incidente
en varios tonos radicalmente diferentes: coraje, tristeza, humor, erotismo, sátira, etc.
Objetivo: controlar el tono.
 Escribir una escena de muerte que sea sentimental, pero sin melodrama. Objetivo:
evitar el sentimentalismo barato.
 Entra una mujer a la oficina de un médico y habla con la secretaria. Contar la escena
de varias maneras diferentes, para caracterizar en cada ocasión a una mujer distinta:
maniática, depresiva, violenta, dócil, arrogante, etc. Objetivo: practicar
caracterización indirecta.
 Llega un autobús. Una mujer bella entra y se sienta. Comunicarle al lector que es
bellísima, pero sin decirlo directamente ni usar palabra la palabra “bella” ni
sinónimos. Objetivo: practicar subtexto.
 Redactar varias versiones de “La Cenicienta” (o cualquier cuento semejante) en
primera persona: desde la perspectiva de la Cenicienta, del príncipe, de la
madrastra, etc. Objetivo: practicar puntos de vista.
 Redactar varias versiones de “Caperucita Roja” (o cualquier cuento semejante) en
tercera persona, pero nunca comenzar por el principio. Empezar por la escena de la
cama, por el disparo del cazador, por la escena en que el lobo corre a la casa de la
abuela, etc. Objetivo: experimentar con estructuras.
 Oler un perfume con los ojos cerrados. Describir a la persona que lo usaría.
Objetivo: utilizar la sugestión.
 El escritor describirá en tercera persona un lugar específico en que fue muy feliz
durante su niñez. Objetivo: trabajar lo íntimo con objetividad.
 Sustituir las palabras en mayúsculas con palabras concretas: “La PERSONA
conducía su VEHÍCULO mientras comía (QUÉ COMÍA). De pronto vio el
ANIMAL en el medio de la VÍA. Desvió el VEHÍCULO y chocó contra un
OBSTÁCULO. Objetivo: evitar la narración abstracta.
 Contar la historia de un hombre armado y violento que encuentra a su mujer con
otro, en un hotel. Parece que sólo hay dos opciones: que la mate o que no la mate.
Buscar una tercera opción para finalizar el cuento. Objetivo: evadir lo predecible.

FIN

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