Ejercicios para Escritura
Ejercicios para Escritura
Ejercicios para Escritura
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Las descripciones: mostrar, no decir En el cuento, dada su naturaleza breve y concisa, las
descripciones deben ser precisas y eficaces, de modo que sirvan para imprimirle más vigor o
agilidad al relato. Para familiarizar a los participantes con el buen uso de este recurso, se les pide
que amplíen en uno o dos párrafos las siguientes imágenes y se les recuerda que eviten el uso de
lugares comunes (reiteraciones de imágenes que de tan frecuentadas han llegado a volverse fijas y
han terminado por perder su valor en el lenguaje literario): 128
• Era la casa más abandonada y antiestética de la zona oeste de la ciudad. Mostrar ese abandono.
• Le pareció que ese pueblo que ahora contemplaba era por completo distinto al suyo. Comparar
uno y otro.
• El mellizo era un tipo que metía miedo. Hacer sentir ese miedo.
• Él la amaba por sobre todas las cosas. Señalar los actos que demuestran ese amor.
• La presencia del gato en el cuarto, lo que este hacía, se le tornó insoportable. Describir lo que
hace el gato. Betuel Bonilla (Neiva)
Tensión
Una vez el héroe de la historia alcanza lo que quiere, sea el amor o llegar a
su destino, vencer la amenaza, derrotar al antagonista o resolver el caso, la
historia termina. En el taller, el director y los demás participantes podrán guiar al
escritor para que logre generar tensiones y mantener la expectativa y el interés de
los lectores en su historia.
Ejercicios y ejemplos
Describir una situación donde se siente que algo extraño, miedoso o malo
va a pasar.
Era media noche cuando de repente se sintió una especie de temblor en el lago; la
balsa en la que vivíamos comenzó a moverse y el río empezó a hacer olas, los
gramalotes y los árboles se movían de lado a lado, en ese momento empezó a hacer
mucha brisa. Se sentía un ambiente muy extraño; las aves gritaban; los grillos hacían
sonidos, y lo mismo hacía el resto de los animales que había en el lago. Esto era una
señal de que algo iba a pasar: el agua del lago empezó a burbujear como si fuera una
olla hirviendo.
Alfonso Guerra, “La madre del lago y el río Amazonas”, participante del Taller en el
Establecimiento Penitenciario de Leticia, Amazonas
Narrador
Yo creo que es mejor que el autor intervenga lo menos posible en su obra.
Jorge Luis Borges, “Así escribo mis cuentos”
El autor es quien inventa y escribe la historia: la persona detrás del
entramado de la ficción, el ser humano sentado frente al computador. El narrador
es quien la cuenta: un personaje creado por el autor para relatar los hechos de la
historia.
El primer problema que debe resolver el autor de una novela es el siguiente:
“¿Quién va a contar la historia?”.
Mario Vargas Llosa, Cartas a un joven novelista
El narrador en primera persona es más fácilmente identificado como
personaje puesto que vive dentro de la historia y tiene presencia en esa realidad
lo mismo que los demás personajes. Es tal vez el más claro y sencillo de armar,
pues –a menos que posea el don de la telepatía o la ubicuidad– tiene los mismos
atributos que la gente de la vida real y, como nosotros, solo puede contar lo que
presencia, le cuentan o supone y no puede sino interpretar los eventos de acuerdo
con su subjetividad.
Me gustaría que habláramos hoy del narrador, el personaje más importante de
todas las novelas (sin ninguna excepción) y del que, en cierta forma, dependen todos
los demás. Pero, ante todo, conviene disipar un malentendido muy frecuente que
consiste en identificar al narrador, a quien cuenta la historia, con el autor, el que la
escribe. Este es un gravísimo error, que cometen incluso muchos novelistas, que, por
haber decidido narrar sus historias en primera persona y utilizando deliberadamente
su propia biografía como tema, creen ser los narradores de sus ficciones. Se
equivocan. Un narrador es un ser hecho de palabras, no de carne y hueso como suelen
ser los autores; aquel vive solo en función de la novela que cuenta y mientras la cuenta
(los confines de la ficción son los de su existencia), en tanto que el autor tiene una vida
más rica y diversa, que antecede y sigue a la escritura de esa novela, y que ni siquiera
mientras la está escribiendo absorbe totalmente su vivir.
Mario Vargas Llosa, Cartas a un joven novelista
A diferencia del narrador en primera persona, los narradores en tercera
persona están afuera de la historia y no intervienen en los hechos. Sin embargo,
aun cuando no tengan presencia en la realidad de la historia y sean inmateriales e
invisibles para los otros personajes, también se construyen como personajes, pues
poseen unas características y atributos propios.
El narrador es siempre un personaje inventado, un ser de ficción, al igual que los
otros, aquellos a los que él “cuenta”, pero más importante que ellos, pues de la
manera como actúa –mostrándose u ocultándose, demorándose o precipitándose,
siendo explícito o elusivo, gárrulo o sobrio, juguetón o serio– depende que estos nos
persuadan de su verdad o nos disuadan de ella y nos parezcan títeres o caricaturas. La
conducta del narrador es determinante para la coherencia interna de una historia, la
que, a su vez, es factor esencial de su poder persuasivo.
Mario Vargas Llosa, Cartas a un joven novelista
Hay narradores en tercera persona que lo saben todo como Dios. Otros
tienen la facultad de leer los pensamientos de uno de los personajes, y respecto
de los demás solo pueden suponer lo que piensan y sienten a partir de sus gestos
y palabras, como hacemos nosotros, la gente del mundo real. Otros narradores
registran los hechos que ocurren ante ellos, desapasionadamente, sin hacer juicios
ni interpretaciones, del modo como lo haría una cámara de seguridad. Otros
tienen emociones y opiniones, están de parte de unos u otros personajes y asumen
una actitud definida sobre los hechos que narran.
El mejor cuento de Hemingway es “La corta y feliz vida de Francis Macomber”, y
es quizás uno de los mejores cuentos del mundo, pero es un cuento que tiene un error
imperdonable en un principiante: Hemingway nos dice qué piensa Macomber, qué
piensa Wilson, qué piensa la mujer, qué piensa el león, qué piensa el búfalo, y al final
nos hace una trampa: dice que no sabe si la mujer lo mató deliberadamente o por
accidente.
Gabriel García Márquez, en “Comadreo literario de cuatro horas con García
Márquez”
Aunque es menos común, en los textos literarios también se emplea el
narrador en segunda persona: ese que se dirige a otro personaje, como lo
hacemos en las cartas. Cualquiera que sea el narrador, una vez ha sido
establecido, el escritor debe someterse a él: dejar que sea él quien cuente la
historia de acuerdo con sus posibilidades y siguiendo sus propias reglas.
Ahora, más que la clasificación, el escritor debe tener presente la posición que
ocupará el narrador durante el desarrollo de la historia (algo parecido a la marcación
de los espacios para los personajes en una puesta teatral), si dentro o fuera de la
historia, si vivo o muerto, si solo o acompañado en la narración, si cederá o no la
palabra a otro narrador, si habrá uno o varios narradores. Desconocer estos factores
puede ocasionar el derrumbe de la novela o del cuento, o conducirnos a incoherencias
o a inconsistencias de la narración.
Isaías Peña, El universo de la creación narrativa
Ejercicios y ejemplos
Una mujer con falda se baja del autobús. Tropieza, cae, se le ve la ropa interior, se
levanta rápidamente. Mira a su alrededor, avergonzada, porque hay mucha gente.
Capta la mirada sonriente de un hombre sentado en la parada. Narrar este incidente
en varios tonos radicalmente diferentes: coraje, tristeza, humor, erotismo, sátira, etc.
Objetivo: controlar el tono.
Escribir una escena de muerte que sea sentimental, pero sin melodrama. Objetivo:
evitar el sentimentalismo barato.
Entra una mujer a la oficina de un médico y habla con la secretaria. Contar la escena
de varias maneras diferentes, para caracterizar en cada ocasión a una mujer distinta:
maniática, depresiva, violenta, dócil, arrogante, etc. Objetivo: practicar
caracterización indirecta.
Llega un autobús. Una mujer bella entra y se sienta. Comunicarle al lector que es
bellísima, pero sin decirlo directamente ni usar palabra la palabra “bella” ni
sinónimos. Objetivo: practicar subtexto.
Redactar varias versiones de “La Cenicienta” (o cualquier cuento semejante) en
primera persona: desde la perspectiva de la Cenicienta, del príncipe, de la
madrastra, etc. Objetivo: practicar puntos de vista.
Redactar varias versiones de “Caperucita Roja” (o cualquier cuento semejante) en
tercera persona, pero nunca comenzar por el principio. Empezar por la escena de la
cama, por el disparo del cazador, por la escena en que el lobo corre a la casa de la
abuela, etc. Objetivo: experimentar con estructuras.
Oler un perfume con los ojos cerrados. Describir a la persona que lo usaría.
Objetivo: utilizar la sugestión.
El escritor describirá en tercera persona un lugar específico en que fue muy feliz
durante su niñez. Objetivo: trabajar lo íntimo con objetividad.
Sustituir las palabras en mayúsculas con palabras concretas: “La PERSONA
conducía su VEHÍCULO mientras comía (QUÉ COMÍA). De pronto vio el
ANIMAL en el medio de la VÍA. Desvió el VEHÍCULO y chocó contra un
OBSTÁCULO. Objetivo: evitar la narración abstracta.
Contar la historia de un hombre armado y violento que encuentra a su mujer con
otro, en un hotel. Parece que sólo hay dos opciones: que la mate o que no la mate.
Buscar una tercera opción para finalizar el cuento. Objetivo: evadir lo predecible.
FIN