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Donde Estas Natrum Muriaticum Que No Te Puedo Encontrar

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¿DONDE ESTAS NATRUM MURIATICUM QUE NO TE


PUEDO ENCONTRAR?
Dra. Liliana Szabó (Argentina)

Entra un paciente que no me mira a los ojos, tiene expresión triste, me entero por su madre que
nunca puede olvidar una ofensa, que siempre habla de acontecimientos pasados, y para
completar esto refiere tener herpes labial a repetición y un terrible deseo de sal. Estoy feliz, como
lo estaría cualquier homeópata: caso resuelto, no puedo darle otro medicamento que no sea
Natrum Muriaticum.

Pero, ¿qué pasa cuando el caso no es tan claro, cuando el resentimiento no aparece, cuando el
niño es "aparentemente" feliz y ni siquiera tiene deseo de sal, y sin embargo necesita el mismo
medicamento para curarse?.

Natrum Muriaticum, como cualquier medicamento, tiene factores desencadenantes de su


cuadro clínico que le son propios. Lo más clásico es una pérdida afectiva, una traición, una ofensa,
una decepción. En los niños cuya esencia es capaz de responder a este maravilloso remedio,
puede suceder que por su corta vida aún no hayan tenido oportunidad de desarrollar el
resentimiento ni el "dwells" que nos servirían de orientación básica hacia determinado grupo de
remedios entre los que se incluye Natrum Muriaticum.
Veamos de qué forma podríamos llegar al diagnóstico, cómo comprender el lenguaje de un niño
que en realidad sí tiene tendencia a resentirse aunque no lo veamos claramente.

JUAN MANUEL, 2años: consulta por primera vez a los 4 meses por bronquiolitis reiterada desde
que recibió vacuna BCG a los 2O días de vida. Teniendo en cuenta: asma después de
vacunación, grasitud de cuero cabelludo, en un bebé tranquilo y gordito, prescribo Thuya con lo
que el niño mejora completamente el cuadro bronquial. Sigo prescribiendo este medicamento por
algunos cuadros virales banales, siempre con buena respuesta.
Pero a medida que va creciendo y transcurre el tiempo, empiezo a observar signos que me
preocupan: de ser un niño alegre y sonriente, pasa a estar serio y con el ceño fruncido, no es
afectuoso, transpira durante el sueño, es irritable y está mejor al aire libre. En la consulta no logro
hacerlo sonreír en ningún momento. Está metido en su mundo, no quiere conectarse conmigo ni
siquiera mediante el rechazo activo. Me cuenta la mamá que esa semana lo había dejado en una
Guardería unas pocas horas y al regresar estuvo un tiempo largo sin querer mirar a los padres.

Empiezo a considerar abandono y rencor. Surge que después de un reto se queda con bronca y
es difícil sacarlo de esa situación. Ante un cuadro agudo que no responde a Thuya prescribo
Lycopodium tomando en cuenta: transpiración de torso, posición genupectoral, deseo de aire libre,
irritable, ceño fruncido y temor a estar solo. Tuvo excelente respuesta.

Pero en sucesivas consultas sigue llamando la atención su aislamiento, su extrema seriedad y


un retardo en el desarrollo del lenguaje. Persiste el rencor y ¡oh! suerte empieza a robar el salero.
Vuelvo a estudiar a fondo la historia y descubro algunos datos interesantes: su madre estuvo
medicada durante el embarazo por gran depresión y angustia porque sentía que no iba a poder
llevar adelante el embarazo, no estaba preparada para otro hijo. En los meses en que se produjo
el cambio de humor de Juan Manuel, se había desencadenado una seria crisis de pareja con
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riesgo de separación de sus padres. Prescribo Natrum Muriaticum con el que sigue medicado
desde hace 7 meses, lográndose que haya dejado de hacer cuadros agudos febriles, mejoría de
su humor y avances en el lenguaje. Sea o no este el medicamento constitucional de este niño,
cosa que solo se puede comprobar con la futura evolución, es evidente que requirió
un tiempo para desarrollar síntomas que llevaran a su prescripción.

NATALIA, 5 años: es una niña que nació prematura, permaneciendo sus primeros 2 meses de
vida internada y con asistencia ventilatoria mecánica, siempre con trastornos respiratorios serios,
bronquilitis casi continua y disfonía congénita con episodios recurrentes de falso crup. La veo por
primera vez a los 2 años en un cuadro agudo en el que prescribo Phosporus sin gran resultado,
necesitando finalmente luego de pasar por varios medicamentos y consultas a otros colegas,
antibióticos por una bronconeumonía.
Esta niña sigue enfermándose reiteradamente, es celosa, tiene aversión a la leche, tendencia a
eczemas en pliegues, tímida, temerosa de los ruidos fuertes, secreción mucosa nasal permanente
al punto de que esto le impide ir a Jardín porque sus compañeros la cargan. Es prolija y
meticulosa. Transpira la espalda durmiendo, desea companía preferentemente de su padre. No
contesta nunca a mis preguntas, no puedo llegar a ella.
Pasó por Lycopodium, Pulsatilla, Sulphur y Calcárea Carbónica con resultados parciales en lo
físico y ningún cambio en lo mental.

Finalmente, a los 3 1/2 años, la madre se pone a llorar y me dice que no soporta más que su
hija la rechace. Nunca me había hablado de esto. Refiere que solo llama a su padre y nunca a su
madre. Esta actitud empieza desde que la mamá queda embarazada de su segundo hijo cuando
Natalia tenía 14 meses. Actualmente estaba embarazada otra vez de 3 meses.
Tomo en cuenta "trastornos por nacimiento de hermano", (rubro que habría que agregar al
repertorio), resentimiento, sumado a la actitud retraída, a su falta de comunicación conmigo, al
"abandono" sufrido en la incubadora los primeros 2 meses de vida, y prescribo Natrum Muriaticum.
Este remedio obra el verdadero milagro homeopático: en la siguiente consulta Natalia me da un
beso y me regala una flor que ella misma cortó para mí espontáneamente, ha vuelto a ser
afectuosa con su madre y mejoró muchísimo sus cuadros respiratorios crónicos. Luego se observa
que al nacer su tercer hermano, nueva dosis de Natrum M. mediante, no presenta más trastornos
que los normales para cualquier chico.

Esta historia muestra claramente cómo, a pesar del interrogatorio detallado, nunca había surgido
el síntoma clave del resentimiento, simplemente porque a la mamá la afectaba tanto que no era
capaz de expresar lo que le pasaba con su hija. En las consultas no me había llamado nunca la
atención porque siempre concurría el papá y si bien era evidente que Natalia se pegaba a él, esto
estaba justificado porque la mamá tenía al segundo hijo en brazos. Por otro lado, salvo la
mucosidad crónica y un deseo de pan que surgió en algún momento, revisando la historia no
encontré otros datos precisos que pudieran haberme conducido antes al medicamento correcto.

ANGELA, 12 años: Me consulta por primera vez a los 1O años por un cuadro agudo en el que
prescribo Pulsatilla, medicamento que había recibido previamente durante varios años, alternado
con Sulphur en alguna oportunidad en que no había respondido a Pulsatilla. Sigue repondiendo
bien a este medicamento en los cuadros agudos que son siempre el motivo de consulta.
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Finalmente decido citarla estando sana para tomarle una historia completa, ya que siempre me
venía a ver apurada y de urgencia. Es una niña tímida, dulce, transmite estar necesitada de afecto
y protección y sin embargo no está demasiado dispuesta a recibirlo. A pesar de aparentar una
personalidad típica de Pulsatilla, hay "algo" en ella que intuitivamente no me convence para seguir
con este medicamento. Tal vez es esa dificultad para comunicarme con lo profundo de su Ser,
como referí en las dos historias anteriores. Percibía una barrera entre ella y el mundo, y una
enorme fragilidad emocional y gran susceptibilidad y tendencia a ofenderse fácilmente.

En el interrogatorio surgen síntomas como el temor a los ladrones (que es necesario aclarar que
es completamente normal y común a esta edad por estar relacionado con fantasías de violación
propias de las adolescentes en su desarrollo puberal). De todos modos el síntoma era lo
suficientemente antiguo e intenso como para repertorizarlo.
Me cuenta que la música la hace llorar porque le provoca pensamientos tristes. Le duran mucho
los enojos. Aveces pide ayuda pero es imposible satisfacerlaporque nada le viene bien.
Meticulosa hasta el extremo de la perfección: no soporta que nada cambie de lugar, ni siquiera
que la mamá haga cambios en la posición de los muebles. Come sal gruesa. Es sucia, a pesar de
tener transpiración muy maloliente, no quiere bañarse. Es dócil, "como si no se animara a
manifestar rebeldía". Extremadamente compasiva con los animales, mucho más que con las
personas.

Teniendo en cuenta estos síntomas, sumado al hecho de ser hija de padres separados en
circunstancias de mucho dolor y peleas, más nueva pareja del padre y ahora nueva pareja de la
madre (a la que rechaza sistemáticamente sin motivo), prescribo Natrum Muriaticum,
medicamento que produjo en ella un cambio profundo de actitud hacia la vida: actualmente
convive con la pareja de su madre en perfecta armonía, sonríe mucho más a menudo, es capaz de
entablar un diálogo más abierto conmigo (aunque se percibe siempre una reserva de fondo) y ha
superado ampliamente su timidez con sus pares.
Como anécdota , surgió en una consulta que "cuando estoy viviendo algo lindo, me pongo triste
pensando en que luego lo voy a recordar con tristeza" (¿será un dwells anticipado?).

CONCLUSIONES: Natrum Muriaticum es un medicamento que los pediatras prescribimos


menos de lo necesario simplemente porque se necesita un desencadenante y un proceso para
poner en evidencia los síntoma clave que nos hacen pensar en él.
Podría comentar que es llamativa la sensación subjetiva que he tenido de no poder llegar
afectivamente a estos pacientes hasta después de darles su medicación, y sin embargo percibo
un intenso mundo afectivo y emocional en ellos. Son niños que rehúyen la mirada frontal, los enoja
que les haga preguntas muy directas, se encierran en su mundo pero no están felices como
Sulphur que aún aislado no tiene conflicto afectivo con el mundo. Sus castillos son tristes y
antiguos, y no los llevan a imaginar aventuras sino a recordarles lo que no fue, lo que les falta.
Tienen contacto muy cercano con los animales y expresan todo su afecto con ellos,
seguramente porque los animales les permiten conservar su reserva y no les exigen salir de ella
para conectarse afectivamente. Una de las mejores prescripciones para un niño que necesita
Natrum Muriaticum, además de su medicamento, es que le compren un animal con el que pueda
limpiar sus tristezas y poner de manifiesto su inmensa capacidad de cariño. Suele ser una
excelente "válvula de escape" para evitar enfermedades físicas.
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Tener siempre en cuenta las circunstancias en que el niño fue concebido, si era deseado el
embarazo o no. Hay historias en que el único desencadenante de su tristeza es un rechazo
durante el embarazo y aún un intento de aborto, a pesar de haber sido aceptado posteriormente.

Considerar las siguientes situaciones que si se relacionan con el comienzo de los síntomas,
orientan a este remedio: nacimiento de un hermano, muerte de una mascota querida, muerte de
un familiar o amigo cercanos, mudanza,
cambio de colegio en contra de su voluntad, separación de los padres, formación de nueva pareja
de alguno de los padres, etc.

Para concluír, quisiera reiterar un concepto que los pediatras tenemos incorporado como
fundamental: el niño es el resultado de la compleja interacción de la historia de su familia,
las circunstancias particulares de su nacimiento, sus características propias e individuales,
su medio familiar, su medio escolar. Por lo tanto no podemos limitarnos a darle únicamente un
medicamento homeopático, es imprescindible ejercer la docencia con sus padres en forma
terapéutica y preventiva, ya que los niños no vienen con manual de instrucciones bajo el brazo y
se aprende a ser padre siéndolo.

NATRUM MURIATICUM (clase)

Dice Paschero, que dado que todos los procesos biológicos se efectúan en un medio salino,
es probable que en algún momento de la vida de todas las personas se produzca una perturbación
del cloruro de sodio, especialmente en la niñez, pubertad y adolescencia, períodos en que hay
gran requerimiento de sales minerales.

Natrum muriaticum configura el cuadro tuberculínico, emaciado, falto de alegría, indiferente y


triste. Es indiferente (51,1), alternando con ansiedad e inquietud, al bienestar de otros, a
comer, a la companía cuando está en sociedad, a sus deberes, sin gozo, al placer, y a todo.

Sin embargo, pese a esta capa de aparente indiferencia, su fondo psíquico es de extrema
irascibilidad, (irritabilidad 57,2), con capacidad exaltada para la agresión, el enojo y el malhumor.
Se ofende con un chiste (aversión a los chistes19,3), no tolera la contradicción (18,3). Pero el
núcleo central de este medicamento es el resentimiento y si no logramos curar este síntoma,
podemos deducir que no es su remedio o hay interferencias para su acción.

Para que este resentimiento se manifieste hace falta un desencadenante. La frustración sufrida
puede ser real, sea por privación afectiva o por exceso de prohibiciones educativas por parte de
los padres. Si el niño no sufre ninguna de estas situaciones, aunque su constitución corresponda a
Natrum muriaticum, no podremos hallar resentimiento en él y esto puede desorientarnos para
indicar el remedio. Por eso, si bien en el adulto es básico encontrar este síntoma para prescribir
este remedio, en los niños puede faltar.
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Sin embargo, una observación precisa de la conducta del niño durante la consulta puede
arrojar datos interesantes y equivalentes. Por ejemplo, si hemos revisado al niño en contra de su
voluntad, luego no nos quiere saludar a pesar del lapso transcurrido entre la revisación y el final de
la consulta. También puede tener actitudes de rechazo con su madre ante un reto de ésta o una
negativa.

Otras veces, aún en niños muy pequeños, el síntoma es muy claro. Ej. Juan Manuel, de 8
meses, rechaza a su madre por varias horas cuando ésta lo va a buscar a la Guardería. No lo
hace los fines de semana en que se queda con él todo el tiempo. Natalia, de 4 años se niega a
que su madre la alce o la mime desde que nació su hermanito.

Recordemos que el resentimiento de Natrum M. suele tener la intensidad delodio 7O,2, y deseo
de venganza (único medicamento con 3 puntos). Esta es su respuesta reactiva ante las
frustraciones afectivas. Podemos diferenciarlo según Paschero con otros medicamentos que
reaccionan de diferente forma ante el mismo estímulo: Calcarea C.: reaccionará con miedo
apático, Pulsatilla lo hará con llanto y necesidad de dependencia, Silicea con apocamiento
obstinado, Sulphur con egoísmo irritable, Platina con altivez despectiva, Lycopodium con
formación reactiva de orgullo o con bondad para acomodar su insuficiencia, Hepar sulphurcon
feroz irritabilidad, Arsenicum con angustia e inquietud, Aurum con ansiedad de
conciencia, Phosphorus con miedo exaltado.

Lo que el niño que necesita Natrum M. reclama a sus padres no es que no lo han querido (no
figura en abandono) sino que no lo han comprendido. Necesita ser apoyado afectivamente en su
necesidad vital de autosuficiencia y autoestimación.

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