Muerte y Transfiguración. Silvio Maresca
Muerte y Transfiguración. Silvio Maresca
Muerte y Transfiguración. Silvio Maresca
Muerte y transfiguración |
La cuestión es, por un lado, si tal “superación” resulta algo tan simple, como a veces se
presenta, y por otro lado, las consecuencias que puede acarrear la liberación de la culpa
en quienes no están preparados para ello, es decir, la inmensa mayoría. Varias de estas
desobediencia confluyen. o -
desde el punto de vista de la dimensión “subjetiva” de la culpa. Aquí basta decir que en
Agustín = “La Ciudad de Dios”[la libre voluntad humana forma parte de la cadena de 7 A
las causas.
1.8) El cuerpo. Es importante observar que el pecado no es del cuerpo, sino del alma. La —
carne resulta buena, como todo lo que Dios ha creado. Esto nos lleva al tema del cuerpo
del paganismo tardío, así como algunas sectas cristianas heréticas. El mal
radica
1.b) La afirmación infinita. La valoración positiva del cuerpo en San Agustín se sigue
de su ontología que identifica al ser con la afirmación y con el bien. Sin embargo, el
abismo de la nada mantiene la distancia entre Dios y los otros entes; caso contrario,
isto no hubiera podido tener lugar. En lo real —en cuanto creado por Dios—, no hay
negación. La naturaleza humana se muestra corrupta no en cuanto creada por Dios —no
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Pues en cuanto naturaleza—, sino en cuanto pecaminosa, consecuencia del mal uso del
libre albedrío. No bay positividad o afirmación que se sostenga por sí misma, salvo
"Dios. Es más, Dios es el nombre para tal absoluta afirmación, no mancillada por
. negación alguna. Ser es afirmación (positividad pura), pero esa afirmación no
corresponde originariamente al hombre, sino que este goza de ella como don gratuito,
como gracia inmerecida.
retórico que era —en una época en que la retórica ya había sido confinada, en gran
medida, a la “literatura”—. Dios es poeta y no un geómetra afecto a la regla y el
compás:
1.c) Las dos muertes. El castigo por el pecado, por la culpa “objetiva”, es la corrupción
del cuerpo y, más determinadamente, la muerte, la primera muerte, la separación del
alma y del cuerpo. Instante inaprensible en su fugacidad, tal como el presente. O se está
todavía vivo o se está ya muerto. Ese instante inaprensible, el morir mismo, imposible
de experimentar y de representar en esta vida, se vuelve pena eterna que sufrirán los
Yoo.
gobernar el impulso sexual cuya objetivación son los Órganos aludidos. La vergúenza es
ante lo que escapa a los dictados de la voluntad, ante lo excéntrico.
que no hay apetito de qué avergonzarse? ¿Existe, entonces, desobediencia de uma parte a
otra? ¿Conflicto, subjetividad? ¿O “liberaciones”, consumo y drogas mediante, hemos
1.e) La paz, aliada del hedonismo. Para Agustín, la paz es valor supremo. De ahí que la
identifique con la felicidad o bienaventuranza propias de la vida eterna de ángeles y
santos. Impera en él un inocultable principio hedónico. No soporta la muerte, el dolor,
placer, ella implica necesariamente la vida eterna. Dicho así, resuena un eco de los
postulados de la razón práctica aunque, insistimos, en Agustín el hedonismo salta a la
vista, aun cuando se trate de un hedonismo ascético. El cristianismo absorbe y resume :-
en sí estoicismo, epicureismo y escepticismo bajo el primado de la fe, testimonio de la:
Nace la idea de un gobierno universal como única garantía de la paz, es decir, de una
se juega todo. Entre Dios y los otros, el abismo de la nada que afecta a lo creado en
angustia, forma como opera la nada en él. ¿Esto es así a partir del pecado o lo precede?
pecado y, por ende, de la individuación, que le equivale? ¿Causa del pecado? ¿El
pecado mismo? Aquí está el nudo de la cuestión, para mi todavía dificil
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“La Ciudad de Dios”. Los múltiples signos de agotamiento del paganismo son
indisimulables.
De todas las maneras en que esto pueda pensarse, es preciso hacer abandono de sí
(incluso como.cognoscente).
la nada.
Otra diferencia importante con los estoicos: no se trata de “eliminar” las pasiones, sino
de orientarlas según el bien, es decir, regirlas por una buena voluntad/ Nada de apatía,
entonces.
Sobran motivos para pensar que nada detestan más los filósofos que verse dominados
(por las pasiones, por ejemplo), la esclavitud. También Agustín, que, sin embargo, cede
la soberanía suprema a Dios. Agustín hace la experiencia de que la afirmación absoluta
lo trasciende; su fondo de nada le impide identificarse con ella. Eso sólo será
justamente, la que separa la intuición intelectual de su objeto, por más amorosa que se la
quiera. El hombre nunca será Dios.
escepticismo mediante la entrega incondicional en una confianza ciega. (Yo no sé, pero
en algún lugar hay un saber. No se renuncia en verdad a la omnipotencia —
Agustín se familiarizó con todas las corrientes filosóficas mencionadas no solo como
objetos de conocimiento, sino como experiencia existencial.
también?). :
Hasta allí, se había apostado locamente a la razón, por lo menos en filosofía, como
garantía de felicidad. Hacía rato que esa apuesta exhibía su fracaso. El escepticismo es
el humillante capítulo final. Tras el mismo objetivoJ1a felicidad, Agustín apuesta a la fe/
que quizá no sea otra cosa que la desesperación de la razón. A partir de allí, se empeña
en fustificar todo, aún lo más absurdo, poniendo-la razón al servicio de la autoridad
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(divina)/ Resulta de ello no sólo la subordinación de la razón, sino una suerte de
perversión gozosa de la misma que huele a venganza hacia ella.
En algo no se equivoca Agustín: la razón puede demostrar cualquier cosa, sobre todo,
quizá, con referencia al orden práctico; la razón es una puta, decía Lutero (la razón,
librada a sus propios medios, €s dialéctica, fácilmente erística; de ahí lo infructífero de
el paganismo, que atraviesa toda “La Ci de Dios”. Así como en la discusión con los
polémica con el paganismo apela en todo momento a la razón, como instrumento idóneo
frente a la superstición y la incoherencia. Frente a la religión pagana —Ccomo también
en otras ocasiones—, San Agustín adopta una postura inequívocamente iluminista, que
voluntad de verdad.
no aprueba. ¿Por qué? ¿Qué hay allí de malo? ¿Poca “funcionalidad”? (Tengamos en:
adoptado, etcétera.
Ahora bien, con el Juicio Final, San Agustín resacraliza cada gesto, conducta, proceder,
Discriminar las conductas, darle importancia a lo que'se hace u omite parece ser pues la
cuestión central. De ahí el papel destacado que Agustín confiere a las costumbres, en
definitiva, a la moral.
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Cabría preguntar si la decisión divina se plantea en términos de “juicio” debido al
contexto histórico-cultural del surgimiento del cristianismo, esto es, la importancia del
1.b) El cuidado de las costumbres. Agustín no sólo se interesa por las creencias, sino por
las prácticas: cultos, ritos, moral. En líneas generales, su filosofía y su teología
Se pronuncia duramente contra los poetas, contra el arte, contra la estetización del culto,
muerte como caso extremo de las miserias innumerables que aquejan al hombre. El otro
mundo significa una afirmación pura de la vida no perturbada por negación alguna, la
Agustín admite las variadas costumbres de los pueblos, pero subordinadas a la moral
ascética del cristianismo y en la medida en que no entren en colisión con ella.
1.0) El origen de los dioses paganos. Teoría de la enajenación. Los dioses paganos se
han generado sobre la base de hombres difuntos ilustres o'simples representaciones
plásticas, transfigurados por el demonio, que gusta ser objeto de culto, de cultos
abominables. Esto implica que los dioses existen —Agustín jamás lo niega—, puesto
demonios. De todas formas, se registra una oscura complicidad entre los hombres
e
redención del pecado ni recuperación de esencia alguna. Es inquebrantable y callada
fidelidad a aquello más entrañable de sí que jamás podría ser objeto de un saber.
Rehusarse a la exteriorización - o aunque más no fuera, a la enajenación - conduce