Valoracion Del Sentido de Identidad en El Espacio Urbano Arquitectonico
Valoracion Del Sentido de Identidad en El Espacio Urbano Arquitectonico
Valoracion Del Sentido de Identidad en El Espacio Urbano Arquitectonico
T3C02
VALORACIÓN DEL SENTIDO DE IDENTIDAD EN EL ESPACIO URBANO-
ARQUITECTÓNICO
Eliana Cárdenas
la valoración dialéctica de los procesos de cons‐
Valoración del sentido de identidad en el
trucción de la identidad y de la percepción de su
espacio urbano-arquitectónico
sentido en el espacio físico, a partir de la articula‐
La preocupación por la identidad latinoamerica-
ción de los significados como memoria histórica de
na ha sido constante en la historia de los pueblos
la sociedad y la posibilidad de cada generación pa‐
que forman esta entidad histórica y cultural. (...)
ra aportar en su momento elementos significativos.
Preocupación que será más honda y violenta
En este contexto, dilucidar cuál es la arquitectura y
cuando los hombres de esta América reclamen, y
la ciudad necesarias para Nuestra América, es uno
alcancen su emancipación política frente al colo-
de los retos a enfrentar en este siglo recién comen‐
niaje impuesto. Preocupación que será, a su vez,
zado.
la toma de conciencia de una situación cultural ori-
En 1994, alguien se preguntaba si América Lati‐
ginal, complicada y propia por lo que respecta a
na podía seguir sustentando su carácter de ʺperife‐
esta América.
riaʺ, arguyendo hechos como el de producir mayor
Leopoldo Zea, “El problema de la identi- cantidad de literatura que la ʺmadre patriaʺ, la pre‐
dad” cedencia en siete años de la Revolución Mexicana a
la Rusa, contar con las ciudades más grandes del
Mirarnos desde nosotros mismos
mundo, o la presencia exitosa cada vez mayor de
La valoración de los procesos de construcción
arquitectos nacidos acá en Estados Unidos o en
de la identidad ante la uniformatización impuesta
otros sitios del Primer Mundo.1 Pero no somos los
por la globalización, es un tema de indudable ac‐
latinoamericanos quienes hemos establecido esa
tualidad. Entre las manifestaciones humanas, el
diferenciación entre centro y periferia y si bien el
ambiente urbano‐arquitectónico constituye un fac‐
complejo de inferioridad que genera el subdesarro‐
tor básico en relación con el sentido de identidad
llo ha condicionado a algunos a menospreciarse a
percibido por las personas. Pero con frecuencia la
sí mismos o a sus compatriotas, no fue la propia
identidad en la arquitectura y los espacios urbanos
se aprecia esquemáticamente, al emplear códigos
del pasado, extraídos de su contexto histórico‐
temporal, actitud enfrentada a la copia mimética
1 Loomis, J.: "Other Americas, Other Architecture", Design
de modelos de los centros metropolitanos, como a Book Review, No. 32/33, The MIT Press, Cambridge, MA,
1994.
América Latina la que decidió discriminarse a sí tier lo apreció en Caracas durante los años cin‐
misma. cuenta: “Los latinoamericanos de mi generación
Los análisis que vienen intensificándose desde conocieron un raro destino (...): nacieron, crecieron,
hace ya más de tres décadas, encaminados a pro‐ maduraron, en función del concreto armado...”3
fundizar en la arquitectura y la ciudad latinoame‐ Es una ciudad artificial y antisustentable; una ima‐
ricanas con una óptica propia, deben continuar en gen reiterada en capitales y urbes importantes: el
la búsqueda de enfoques críticos más adecuados a incremento de las torres, primero hormigón, des‐
sus características, en función de las contingencias pués cristal espejo, en un proceso de ruptura sis‐
que han condicionado su evolución y las actuales, temático con la morfología y tipología del sitio.
hacia la búsqueda de soluciones válidas, es decir, Buenos Aires, Santiago de Chile, México, Caracas,
sustentables, que posibiliten el equilibrio entre tra‐ San Pablo, Río de Janeiro, La Paz, Quito..., han
diciones e innovaciones y enfrentar el futuro con convertido parte de la ciudad en marco de una ar‐
una visión más racional. quitectura despersonalizada; apenas reflectante de
El modo en que crece la ciudad y el ordena‐ lo que le rodea, pronto solo será espejo de sí mis‐
miento urbano están íntimamente vinculados al ma, y ello se extiende a ciudades intermedias y
concepto de desarrollo manejado en una sociedad menores. Pero no se trata únicamente de una rup‐
determinada. Diversos sectores del pensamiento tura con el contexto preexistente, sino de las impli‐
social en América Latina han cuestionado la vali‐ caciones en gasto energético de edificios millona‐
dez de las ideas económicas posteriores a la Se‐ rios en su concepción, construcción y explotación.
gunda Guerra Mundial, basadas en la posibilidad Imagen contrapuesta al ambiente descualificado
de alcanzar un desarrollo semejante al del capita‐ de los cinturones periféricos o de zonas tradiciona‐
lismo en los países centrales de Occidente a partir les, depreciadas por el hacinamiento, el deterioro,
de un proceso de sustitución de importaciones que el déficit de servicios. Es como un espejismo flo‐
ampliaría la capacidad productiva y el mercado in‐ tando en aguas de miseria.
terno. 2 Ello implicó una modernización de las es‐ Problemas originados en el proceso de conquis‐
tructuras productivas, con una repercusión evi‐ ta y colonización, que además de constituir un ge‐
dente en la infraestructura y estructura urbanas. El nocidio étnico y cultural,4 significó la acumulación
resultado fue un cambio de imagen en muchas de capital que daría lugar al sistema‐mundo capi‐
ciudades: se sustituye definitivamente la visión de talista indivisible de la explotación en tierras ame‐
la “ciudad colonial” por la “moderna”: Ya Carpen‐
3 Carpentier, A.: “Conciencia e identidad de América”, en Ra-
2 Es el pensamiento vinculado a la CEPAL: Ver: Cardoso, F.: zón de ser, Ed. Letras Cubanas, La Habana, 1980. p, pp 1 y 2.
“La originalidad de la copia: la CEPAL y la idea de desarrollo”, 4 Acosta, L.: Medio milenio: Esclavitud y ecocidio, antropofagia
Revista CEPAL, Naciones Unidas, Santiago de Chile, 1977. e identidad, Ed. UNEAC, La Habana, 1993, pp. 12-13.
ricanas. Es una situación impuesta por el desarro‐ nario de culturas autóctonas americanas, tendría
llo primermundista, a contrapelo de las reales nece‐ su lugar exacto.
sidades del territorio y de sus habitantes: Los ar‐ Cabría entonces preguntarse si es posible que
gumentos aducidos en favor del desarrollo con frente a la globalización, que sustituye el espacio
frecuencia han resultado falacias; solo una fachada de los lugares y de las gentes por el espacio de los
que oculta desastres inconfesables. Las contradic‐ flujos; por la conversión de las ciudades en puntos
ciones entre desarrollo y pobreza se agudizan, son nodales de la economía global –estableciéndose
producto de políticas sustentadas en intereses ego‐ una supeditación entre ciudades dependientes‐
ístas y si alguna vez estuvieron guiadas por la ciudades subordinadas‐ciudades globales–;8 ten‐
buena fe, esta era incongruente con la realidad. gan cabida temas como el de la identidad cultural
El pensamiento de vanguardia latinoamericano en el ambiente construido y su relación con la
pone en tela de juicio las ideas clásicas de progreso memoria histórica social en tanto factor importante
y desarrollo, reevaluando sus significados, no sólo para el ser humano, o soluciones alternativas, ba‐
porque al progreso se le ha despojado de su di‐ sadas en prácticas ancestrales, cuya “alteridad” se
mensión cultural 5 –humana–, en una sociedad re‐ manifiesta con más fuerza en el presente, al coexis‐
gida solo por parámetros cuantitativos –base del tir con tecnologías avanzadas provenientes del
orden económico de la globalización–, sino porque “primer mundo”, consumidas e implantadas (im‐
al concepto unidimensional del desarrollo corres‐ puestas o mimetizadas) al margen de las condicio‐
ponde a un enfoque eurocentrista y una moderni‐ nes socioeconómicas, ecológicas y culturales pre‐
dad ajena, asociados a discursos que usan las dife‐ dominantes en el contexto, donde las situaciones
rencias como jerarquía y la no universalidad de la son contradictorias: a veces, propuestas considera‐
epistemología derivada de las ciencias sociales das válidas basadas en tradiciones locales parecen
“científicamente objetivas”, para desde la óptica oponerse a los parámetros de calidad de vida ade‐
posoccidentalista plantearse una visión realmente cuada según patrones occidentales; comunidades
propia. 6 Ello implica incorporar una diversidad indígenas organizadas según estructuras socioeco‐
compleja donde la perspectiva de la dualidad par, nómicas tradicionales interactúan con instrumen‐
5 Subirats, E.: A cultura como espetáculo, Ed. Nobel, Sâo Pau- tad de Arquitectura, Urbanismo y Artes de la Universidad Ma-
lo, 1998, p. 37. yor de San Andrés, La Paz, Bolivia, 2002.
6 Ver: Schlosberg, J.: La crítica posoccidental y la modernidad, 8 Ortiz Macedo, E.: “Los efectos de la globalización”. Confe-
Ed. Abya Yala, Quito, 2004. rencia en el “III Encuentro Internacional Ciudad para Todos”,
7 Núñez, N.: "Currículum transdisciplinario: to be and not to be, Grupo para el Desarrollo Integral de la Capital, La Habana,
avances, dificultades, incertidumbres y complejidades", Facul- mayo de 1997.
propios modos de pensar, aprovechando el acceso sus tradiciones, se desenvuelven los intercambios
a Internet. más complejos de la multietnicidad y la multicul‐
El ambiente construido de América Latina es turalidad” y una heterogeneidad multitemporal
complejo y representativo al mismo tiempo de va‐ por la superposición de distintas etapas de desa‐
rias culturas: Hoy conviven en espacios yuxta‐ rrollo, por la contigüidad de construcciones y mo‐
puestos o superpuestos las poblaciones indígenas, dos de organizar el espacio iniciados en distintas
comunidades que justamente protestaron por la etapas históricas, ocurriendo procesos de hibrida‐
celebración del ʺdescubrimiento de Américaʺ, co‐ ción, conflictos y transacciones interculturales, que
mo si antes su ascendencia no hubiese alcanzado se multiplican precisamente “con la coexistencia
un desarrollo cultural que causó sorpresa a los de migrantes de zonas diversas del mismo país y
conquistadores; los habitantes negros o mestizos de otras sociedades” que “incorporan a las gran‐
que han trasmitido al resto de la población sus des ciudades lenguas, comportamientos y estruc‐
ritmos y prácticas culturales de origen africano; las turas espaciales surgidos en culturas diferentes.”
múltiples razas cuyas costumbres, mantenidas o Ello condiciona a su vez el “acercamiento súbito, y
diluidas en un mestizaje único son parte inconsútil a veces violento, entre lo moderno y lo arcaico.” Es
de Nuestra América; los campesinos, sosteniendo un crecimiento que en gran parte se ha producido
una economía agrícola cuyo valor se deprecia por de forma caótica, a partir “de intentos de supervi‐
día; las clases trabajadoras y medias, cuyas identi‐ vencia basados en la escasez, la expansión errática,
dades ven peligrar, en tanto con corren el riesgo de el uso depredador del suelo, el agua y el aire”, con
perder sus fuentes de sustento económico; y tam‐ la “persistencia de una diseminación generada por
bién los que sienten como suyos los edificios por‐ el estallido demográfico, la invasión popular o es‐
tadores de una imagen de alta tecnología, mimeti‐ peculativa del suelo, con formas poco democráti‐
zada de los centros metropolitanos. La arquitectu‐ cas de representación y administración del espacio
ra y la ciudad participan de esos extremos entre los urbano, débil regulación que aumenta “...la inse‐
cuales se debate la ʺlatinoamericanidadʺ. guridad y la injusticia.” 9
Canclini, al analizar los problemas a los que se Sin dudas, una salida sería valorar la posibili‐
enfrenta la antropología urbana, reseña varios de dad de esa mirada desde dentro que propone la
los conflictos territoriales y urbanos y su paralelo crítica posoccidental. Su traslado a la escala urbana
en el orden socioeconómico y cultural: en primer implicaría una propuesta hacia la sustentabilidad,
lugar, el hecho de que América Latina “...un seten‐ propuesta que además no puede estar desvincula‐
ta por ciento de las personas reside en conglome‐ da de una visión identitaria, concebida en términos
rados urbanos...”, expansión causada en gran me‐
dida por la migración de campesinos e indígenas
hacia las urbes, donde “...se reproducen y cambian
dialécticos. Por ello, en primer lugar es necesaria la nales del tema de la búsqueda de las raíces pro‐
evaluación de las diferentes circunstancias históri‐ pias, hace parecer como si ya se hubiera tornado
cas contribuyentes a conformar esos ambientes un lugar común. Sin embargo, a pesar de ejemplos
que se yuxtaponen, interpenetran, contraponen o válidos, la generalidad de la práctica arquitectóni‐
complementan, las formas de uso que hacen de ca actual está muy lejos de asumir esa actitud y en
ellos los diferentes sectores de la población, los los medios académicos el análisis de los factores
significados que le asignan, valorar los factores so‐ que convergerían para la formulación de una ar‐
cioeconómicos, políticos, tecnológicos, culturales quitectura propia (o apropiada) no está suficien‐
que deben integrarse en una propuesta sustentable temente consolidado. De otra parte, este tema pa‐
para la ciudad y la arquitectura, a la vez que cons‐ rece alcanzar dimensiones extraordinarias para los
tituyen los caminos necesarios para profundizar en latinoamericanos, tal vez porque no se ha logrado
el conocimiento de aquellos factores que intervie‐ superar por completo el trauma ocasionado por la
nen en la conformación del sentido de identidad conquista y colonización, al provocar la ruptura
respecto de nuestro ambiente edificado. Asimismo, del proceso de desarrollo de las culturas preexis‐
la definición de un ambiente capaz de reflejar la tentes. Como diría José Martí, ʺlos conquistadores
identidad cultural de un sitio debe considerar el robaron una página a la historia universalʺ; y es
diapasón de alternativas derivadas de las posibili‐ ese sentido de pérdida y, a la vez, la conciencia de
dades económicas, intereses y valores sociales, cul‐ formar parte de un producto nuevo, resultado de
turales e ideoestéticos de los grupos que actúan múltiples confluencias, mas no siempre expresado
como actores en la conformación de los espacios a plenitud por la dependencia de valores metropo‐
urbano‐arquitectónicos y del diferente tratamiento litanos, lo que incentiva la búsqueda de los factores
que estos reciben en función del tema del cual se contentivos de su identidad, o de su unidad o di‐
trate y de sus requerimientos específicos sociocul‐ versidad.
turales, económicos, de representatividad política Desde una óptica eurocentrista, la opinión ver‐
o social. tida ya hace tiempo por Chueca Goitia es reflejo de
otras repetidas al calor de la conmemoración del
El debate en torno a la identidad cultural
medio milenio del encuentro entre las culturas
En América Latina el debate acerca de la identi‐
americanas y europeas: la idea de la conquista co‐
dad cultural ha tenido una particular repercusión.
mo misión y de ahí el esfuerzo de unidad empren‐
La reiteración –sobre todo desde la segunda mitad
dido por ʺlas Españas”; así “...sobre ese vasto con‐
de los ochenta– en la agenda de varios foros regio‐
tinente (...),se levanta el solemne edificio de una
gigantesca unidad por encima y sustentando unas
nacionalidades, en general, adventicias, que tiene
9 García Canclini, N.: “Culturas urbanas de fin de siglo: la mi- más aparato administrativo que sustancia propia.
rada antropológica”, Vitrubius, mayo 2003.
Al respirar el clima de América (...), la impresión lencia ciega. Esto si es general, de manera que lle‐
que he sentido, absorbente y arrolladora, ha sido la gamos a la paradójica comprensión de que la uni‐
succión producida por una incontenible fuerza de dad latinoamericana está en su heterogeneidad, en
10
unidad. Con otra óptica, pero argumentando su diversidad irreductible en todos los niveles.12
igualmente la unidad, José Juan Arrom escribió Pero muchos de esos factores portadores de hete‐
que “Hispanoamérica es, ante todo, una variada rogeneidad definen niveles de homogeneidad, al
geografía en la cual vive y se afana una comuni‐ constituirse en desequilibrios presentes en todo el
dad de pueblos de insoslayable unidad cultural.” territorio. Común es también el mestizaje: El en‐
Y agrega la idea que formamos una sola comuni‐ cuentro de culturas iniciado hace medio milenio
dad cultural lo tenían tanto los colonizadores como trajo consigo una amalgama de razas y modos de
los libertadores, “que iban como San Martín, de la ser, un proceso de mestizaje aún activo, el cual,
Argentina a Chile, y de Chile a Perú, llamando en además de integrarse a partir de las matrices de las
sus proclamas a todos los habitantes ʺmis paisa‐ culturas originarias americanas, de las europeas y
nosʺ; o como Bolívar, cruzando ríos y escalando africanas, incorporaría otras sucesivas culturas e
sierras para libertar desde Venezuela hasta Boli‐ influencias, encontrando síntesis diversas en las di‐
via... o como Martí, el último de los libertadores, ferentes regiones de América Latina, tras los com‐
para quien del `río Bravo a la Patagonia somos un plejos procesos de etnogénesis, aculturación, trans‐
solo puebloʹ.” 11 culturación, asimilación, adaptación, reinterpreta‐
Briceño Guerrero, al contrario, sustentó que ción, transformación y a veces mimesis, de las di‐
mientras más se busca unidad, más se encuentra símiles influencias, conformando una cultura re‐
heterogeneidad, que penetra destructivamente la sultante ʺ...del primer encuentro registrado en la
conciencia de cada hombre, heterogeneidad que se historia entre tres razas que, como tales, no se
multiplica e intrinca con la llegada constante y cre‐ habían encontrado nunca: la blanca de Europa, la
ciente de nuevas influencias irreconciliables y dis‐ india de América... y la africana...; una simbiosis
persivas. Todo esto se traduce en inquietud e inse‐ monumental de tres razas de una importancia ex‐
guridad, en migraciones internas, en un hervir traordinaria por su riqueza y su posibilidad de
borbotante de tendencias contradictorias y poliva‐ aportaciones culturales y que habría de crear una
lentes, en movimientos políticos amorfos, en vio‐ civilización enteramente original.” 13 Uno de los
10 Chueca Goitia, F.: "Invariantes en la arquitectura hispanoa- 12 Briceño Guerrero, J. M.: "Unidad y diversidad de Latinoamé-
mericana", Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y rica", en La idea de América, UNESCO, La Habana, 1977, p.
Estéticas No. 7, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Univer- 10.
sidad Central de Venezuela, Caracas, abril de 1967, pp. 76-77. 13 Carpentier, A.: "La cultura de los pueblos que habitan en el
11 Arrom, J.J.: Certidumbre de América, La Habana, 1981, p. mar Caribe", en Anales del Caribe, No.1, La Habana, 1981, p.
215. 20.
aspectos de mayor significación se vincula con las identidad y de los múltiples cabos a entretejer para
ulteriores consecuencias de esos encuentros socio‐ sacarla a la luz en un contexto caracterizado por
culturales. Sin ser este un proceso del todo inédito una modernidad importada, supuestamente en re‐
en la historia de la humanidad, la dimensión de la tirada y una posmodernidad –también ajena–,
impronta colonialista en América, condicionó su frente a serios problemas de supervivencia. Es la
naturaleza insólita en cuanto a la magnitud de la necesidad de que se conformen expresiones con‐
transculturación, conformándose, como ya se hizo tentivas de nuestras propias formas de ser dentro
referencia, pueblos diversos de sus fuentes matri‐ de las diversidades que condicionan la multiplici‐
ciales: los pueblos testimonio, nuevos, o trasplan‐ dad de la identidad latinoamericana; además, el
14 carácter abierto de nuestras culturas no permite es‐
tados, según la denominación de Darcy Ribeiro.
Esto hace de América un territorio donde lo real tar de espaldas a las corrientes mundiales. Sin em‐
maravilloso se convierte en cotidiano y parece co‐ bargo, lo mejor de nuestras manifestaciones cultu‐
mo si ya no asombrara a sus habitantes, inmersos rales, y entre ellas, la arquitectura, ha sido resulta‐
desde siempre en un sincretismo difícil. do de la capacidad de reinterpretación creativa, de
Complejo contexto social y racial, donde la de‐ adecuación al medio y a requerimientos derivados
pendencia colonial y neocolonial ha impuesto tra‐ de las formas de ser y de pensar. Por ello es nece‐
bas al desarrollo de las sociedades nacidas de tales sario conocer aquellas constantes definitorias de la
procesos, marcando las contingencias históricas en identidad cultural en términos arquitectónicos y
las cuales tiene lugar la formación de las naciona‐ urbanísticos: las esencias pertinentes a un sitio, re‐
lidades y estableciendo las claves de lo que es hoy gión, o nación. Pero en nuestros pueblos esas esen‐
América. Por ello, aún hoy continúa siendo esen‐ cias no son exclusivas, sino compartidas por unos
cial la búsqueda de una identidad, no sólo cultural, y otros; no son estancas, sino susceptibles de modi‐
sino en todos los órdenes –más si se consideran las ficaciones enriquecedoras.
implicaciones del fenómeno de la globalización, Los niveles en que se aprecian en este debate
cuyos efectos en la destrucción de las formas pro‐ atañen esencialmente a si se puede considerar la
pias de ser de nuestros pueblos se aprecian cada existencia de una identidad latinoamericana en
vez con mayor fuerza–, como un objetivo a alcan‐ términos socioeconómicos y culturales, y si es po‐
zar con urgencia en el ámbito latinoamericano. Ese sible apreciar una ciudad y una arquitectura pro‐
objetivo, debería mostrarse con fuerza al iniciarse pias. En esa dirección, desde las primeras décadas
un nuevo milenio, con el entendimiento de la del siglo XX, varios arquitectos se propusieron
complejidad de los procesos que definirían tal buscar una expresión propia, en alternativas que
transitan desde la recuperación de elementos ar‐
de urbanización de las colonias europeas en Amé‐
rica –específicamente españolas– definido en el 15 Hardoy, J. E.: "El proceso de urbanización" en: Segre. R. et
al.: América Latina en su arquitectura, Ed. Siglo XXI, México,
transcurso de un siglo, ha marcado prácticamente 1975, p. 121.
16 Kubler, G.: "Ciudades y cultura en el período colonial en
América Latina", Boletín del Centro de Investigaciones Históri-
cas y Estéticas No. 1, Facultad de Arquitectura y Urbanismo,
Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1963.
de la desarticulación del territorio urbano latinoa‐ A escala de la arquitectura, los factores condi‐
17 cionantes portadores de desemejanzas fueron el
mericano y de los desequilibrios que se mantie‐
nen hasta nuestros días: centros urbanos relativa‐ clima o los materiales existentes en el sitio, los pro‐
mente dispersos dentro de un gran territorio, con‐ cesos económicos y socioculturales específicos; la
dicionando una fuerte polaridad ciudad‐campo; interpretación de los modelos más cercana a lo
una fuerte concentración de servicios en algunas académico o a lo popular de acuerdo con la impor‐
ciudades, casi siempre capitales, en detrimento del tancia de la ciudad, de los recursos de sus promo‐
otros factores más, entre ellos el proceso normativo ticularmente en los sistemas defensivo y religioso,
que tiene lugar en el territorio, a partir de las leyes o de proyectos provenientes de la metrópoli. En la
promulgadas por la corona. El resultado es el pre‐ vivienda es donde se produce el mayor nivel de
dominio de la cuadrícula que tiende a ser regular, adaptación de los modelos a las condiciones del si‐
político‐administrativo y militar, el religioso y los apropiadas, también en consonancia con las for‐
de los vecinos más importantes.19 También distin‐ mas de vida que se van desarrollando, 20 en va‐
guen la mayoría de las ciudades los elementos del riantes de la casa de patio de ascendencia romano‐
sistema defensivo, sobre todo en las ciudades ma‐ mudéjar, presente en toda iberoamérica.
rítimas caribeñas, y las iglesias que aportan la va‐ En esta discusión resulta esencial analizar las in‐
viviendas generalmente bajas. A ello se suma la ex‐ mo una ʺprovincializaciónʺ o extensión de la arqui‐
tensión de los modelos arquitectónicos y de ubica‐ tectura europea, particularmente ibérica por ciertos
ción de los edificios principales, marcando la ima‐ autores, como Walter Palm o Chueca Goitía, pero
pendentistas. Los proyectos que llegaban comple‐
tos de la metrópoli, el incremento de la presencia
de arquitectos e ingenieros militares europeos y la
la, Universidad de Santo Domingo, Ciudad Trujillo, 1955;
Chueca Goitia, F. Ob. cit.; Gasparini, G.: Ver: "Significado pre- formación de las Academias bajo dirección predi‐
sente de la arquitectura del pasado", en Segre, R. et al.: Améri-
lectamente francesa, contribuyeron en el siglo XIX,
ca Latina...Op. cit., pp. 143-169, así como los materiales sobre
el tema publicados por el autor, a finales de la década del se- a definir las estructuras arquitectónicas y urbanas
senta en el Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y
promovidas por los grupos gobernantes, exten‐
Estéticas, de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la
Universidad Central de Venezuela, Caracas; Buschiazzo, M.:
Historia de la arquitectura colonial en Iberoamérica, La Haba-
na, 1964.
22 Prat Puig, F.: El prebarroco en Cuba: Una escuela criolla de 24 Segre, R.: América Latina, fim de milénio: Raízes y perspec-
arquitectura morisca, La Habana, 1947. tivas de sua arquitectura, Ed. Studio Nobel, Sao Paulo, 1991.
23 Gutiérrez, R.: Ver: "Historia de una ruptura. La arquitectura
latinoamericana vista desde América", Arquitectura y Urbanis-
mo No. 2, La Habana, 1992, pp.9-18.
diéndose hasta cierta arquitectura popular, con La sustitución de la dependencia colonial en la
cambios de componentes de fachada –una suerte neocolonial tuvo entre sus consecuencias no haber
de ʺneoclasicizaciónʺ– de un hábitat que casi siem‐ asumido el carácter mestizo de la sociedad lati‐
pre mantiene la estructura tradicional, o sufre va‐ noamericana.27 La tendencia ʺindigenistaʺ y de in‐
riaciones debido a varios factores socioeconómicos. corporación de algunos ʺtiposʺ populares en la lite‐
El inicio de lo que sería la primera moderniza‐ ratura, y en pocos casos, en el teatro, la música y la
ción americana, condicionado por el nuevo conte‐ pintura, no maduraría sino en el siglo XX, y duran‐
nido de los intereses económicos, al crecer y diver‐ te el XIX no repercute en la arquitectura. Por tal ra‐
sificarse las inversiones extranjeras, se aprecia en el zón, si se niega la historia colonial, los ojos se diri‐
crecimiento acelerado de algunas ciudades: Hacia gen a actualizar las influencias europeas y no se
1800 la población de América Latina se estimaba vuelven al pasado prehispánico, y si alguna rela‐
en 19 millones de habitantes, en 1850 alrededor de ción hubo con él, provino de la propia academia
30 y las ciudades con más de 100 000 habitantes so‐ historicista, al incorporar, con una actitud pinto‐
lo eran cuatro; ya en 1900 la población alcanza 63 resquista, elementos ornamentales de las culturas
millones, con más de una docena de ciudades de precolombinos como parte de la fiesta eclecticis‐
más de 100 000 habitantes, que albergaban el 6,0% ta.28
de la población total. 26 La movilidad de la pobla‐ El siglo XIX es pues un momento de tránsito en
ción hacia las ciudades después de las luchas in‐ la evolución de las estructuras ambientales de
dependentistas y de la fuerte inmigración europea, América Latina, momento en que comienza un sa‐
son causas fundamentales de ese crecimiento. La cudimiento de la colonización, pero sin librarse de
disolución de las estructuras coloniales en las ciu‐ muchas de sus ataduras, algunas de las cuales se
dades importantes, el cambio de propiedad del refuerzan por la condición de neocolonia. Así al‐
suelo y los cambios en su uso que dinamizan la gunos aprecian que el siglo XIX, como momento
economía urbana, los nuevos ejes y urbanizaciones clave en la cristalización de las nacionalidades al
con una arquitectura a partir las influencias prove‐ producirse la independencia de Europa, es testigo
nientes de Europa, condicionan el surgimiento de
la nueva imagen urbana, antecedente de los proce‐
sos que tendrán lugar con el advenimiento del 26 Hardoy, J. E.: "El proceso de urbanización", Ob. cit., pp. 54 y
nuevo siglo. 55.
27 Una cuestión de vital importancia que no logró solución con
las nuevas repúblicas fue el problema de la población indígena
o el de la población negra en aquellas regiones donde tuvo una
presencia decisiva, con sus implicaciones económicas, socia-
25 Gutiérrez, R.: "Historia de una ruptura: La arquitectura lati- les, culturales. Incluso, son connotadas las posiciones de indi-
noamericana vista desde América", Arquitectura y Urbanismo, viduos como Sarmiento, promotor de una política inmigratoria
La Habana, No. 2, 1992, p. 15. de "blanqueamiento".
de expresiones propias. Otros, al contrario, ven en se alternan variantes que toman elementos de la
la negación de valores establecidos durante la eta‐ propia historia colonial, dando prioridad al siglo
pa colonial como reacción antihispánica, la pérdida XVIII, y las que van a buscar referencias a la arqui‐
de continuidad con una cultura apropiada ante las tectura hispana, especialmente andaluza. También
nuevas influencias europeas, de moda en ese mo‐ la revalorización de lo hispano o lo colonial estuvo
mento, que son asimiladas de modo indiscrimina‐ acompañada de la opción indigenista ya citada.31
do por las oligarquías nacionales. Como diría Mar‐ Aunque es un tipo de arquitectura que puede ser
tí, ʺYa no es Tenochtitlán... la que pasea en las pla‐ catalogada de superficial por asumir estos compo‐
zas de México,...es París quien pasea, refinado y ai‐ nentes de la cultura del pasado con un sentido pin‐
roso, por aquellas alamedas de follaje opulen‐ toresquista o historicista, representa un cambio en
to...ʺ 29 la aplicación de las normas academicistas, implica
La recuperación de componentes decorativos de en cierto modo el inicio de la relación entre la ar‐
la arquitectura colonial dentro del eclecticismo, tie‐ quitectura profesional y la vernácula y es un pri‐
ne varias fuente: una, cierta obsolescencia de los mer intento de búsqueda de raíces, al acercarse a
códigos clásicos o historicistas al perder su conte‐ los valores arquitectónicos de la historia propia.
nido de clase con la difusión de los códigos eclécti‐ Paralelamente, se produce un movimiento im‐
cos y ciertos sectores aristocráticos asumir los co‐ portante que abre la valorización de las particula‐
loniales como expresión de dignidad ancestral; ridades de la arquitectura colonial y prehispánica.
otra, de signo más progresista se vincula con la Un grupo de investigadores se da a la tarea de do‐
ideología de algunos sectores intelectuales que cumentar y clasificar estas arquitecturas. Entre los
buscan las raíces de la cultura americana; y final‐ más conocidos se pueden citar: Mario Buschiazzo,
mente, la debida a las relaciones de los países lati‐ Angel Guido, George Kubler, Ignacio Marquina,
noamericanos con Estados Unidos, en la medida Martín Noel, Erwin Walter Palm, Héctor Velarde,
en que este promueve un ʺacercamiento culturalʺ, Joaquín Weiss, quienes se pueden considerar fun‐
utilizando para sus inversiones en distintos luga‐ dadores de una historiografía de la arquitectura en
res de América Latina y el Caribe esos códigos, en América Latina. Sin dudas, se producirá una inter‐
una versión edulcorada procedente fundamental‐ relación entre los resultados de estos estudios y la
mente de California. 30 En los dos primeros casos utilización de elementos arquitectónicos del pasa‐
do.
28 Gutiérrez, R.: Arquitectura y urbanismo en Iberoamérica,
Ed. Cátedra, Madrid, 1983, p. 402.
29 Martí, J.: "Discurso en honor a México", en Obras comple-
tas, Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1975, T. VII, p. 66. 31 Varios pabellones de la Exposición de Sevilla de 1929 fue-
30 Segre, R.: La arquitectura moderna en América Latina, La ron una muestra de estas tendencias, como el pabellón neoco-
Habana, 1989, p. 31. lonial cubano o el de México en estilo neoazteca.
Desde mediados de la década del 20, la divul‐ palma cana; el diverso uso de materiales y colores
gación en América Latina de ideas del Movimiento de José Choy; la Universidad Libre del Medio
Moderno a través de revistas o por arquitectos que Ambiente o el Teatro de Arame de Domingos
visitan o provienen de Europa, no elimina el deba‐ Bongestabs; en fin un grupo de obras y arquitectos,
te en torno al rescate de los lenguajes nacionales: considerados paradigmáticos por unos u otros crí‐
neocolonial, neoazteca, neomaya o neoinca, pre‐ ticos, como expresivas de una identificación con
sente hasta los años 30 y 40, a cuyo término se ini‐ valores de la cultura de sus respectivas regiones.
cia realmente una reelaboración del repertorio Si bien en la arquitectura moderna en América
moderno en función de adecuarlo a condiciones se reconocen dos vertientes: la identificación del
locales, y las décadas 50 y 60 son tal vez las que nuevo repertorio con posiciones políticas progre‐
muestren un conjunto de obras representativas de sistas o su asimilación como una renovación estilís‐
esa reinterpretación. Ya no se trata de usar elemen‐ tica,32 los resultados desde el punto de vista del
tos decorativos de etapas pasadas, sino de hallar manejo de los códigos formales se caracterizan, en
soluciones adecuadas a las características del cli‐ los ejemplos citados y en muchos otros por la vita‐
ma, del aprovechamiento de la luz como recurso lidad expresiva, de manera que no es posible es‐
de diseño, de una relación física y simbólica con el cribir la historia del Movimiento Moderno al mar‐
paisaje circundante, de reinterpretar soluciones vá‐ gen de lo que sucedió en el subcontinente. El tér‐
lidas en cuanto al uso del color, de la volumetría mino modernidad apropiada 33 apunta precisa‐
tradicional en algunas regiones. En este camino se mente a ese proceso, que desborda la propia mo‐
mencionan con frecuencia las obras de arquitectos dernidad.
como Lucio Costa, el primer Niemeyer, Juan Oʹ‐ Los logros alcanzados en estas décadas abrirán
Gorman, Luis Barragán, Carlos Raúl Villanueva, sin dudas un espacio de afirmación a escala inter‐
Mario Romañach, Claudio Caveri, Ramírez Váz‐ nacional de la calidad de la arquitectura latinoa‐
quez, Eladio Dieste. Otros más recientes como mericana que busca esas relaciones con el contexto.
Abraham Zabludovsky, Teodoro González de Es un camino abierto también a la posibilidad de
León, Ricardo Legorreta, que interpretan de dife‐ asimilar las tendencias posmodernas, contextualis‐
rente forma a Barragán; Rogelio Salmona y su jus‐ tas o del denominado regionalismo crítico, apre‐
to equilibrio entre tradición y contemporaneidad; ciadas por algunos como válvula de escape frente
el empleo del ladrillo por su seguidor Banderas al esquematismo especulativo inherente a la exten‐
Vela; El colombiano Germán Samper; los aportes
de Lelé Figueiras o Fruto Vivas en una arquitectu‐
ra de amplia dimensión social; las búsquedas de 32 .Ibidem, p. 55.
Bruno Stagno por una arquitectura tropical; las 33 Fernández Cox, C.: "Hacia una modernidad apropiada: obs-
táculos y tareas internas", en Toca, A. (ed): Nueva arquitectura
propuestas de Oscar Imbert con el empleo de la
sión del “estilo internacional”. Sin dudas los crite‐ ríodo citado, y las propias contingencias de la prác‐
rios de Frampton –o de Alexander Tzonis y Liane tica arquitectónica de los sesenta, condicionan que
Lafaivre– sobre el regionalismo crítico,34 respon‐ ese momento sea testigo de nuevas ideas. Desde
den al imperativo de la crítica para calificar aque‐ Villagrán García, Enrico Tedeschi, o Max Cetto,
llas arquitecturas que no encajaban totalmente en hasta Damián Bayón, Francisco Bullrich, Marina
la línea evolutiva de las corrientes o modas inter‐ Waissman, Graziano Gasparini, Eugenio Pérez
nacionales. Las críticas que generó esta nueva cla‐ Montás, Alberto Saldarriaga Roa, Jorge Enrique
sificación por varios latinoamericanos y españoles, Hardoy; y una siguiente generación que en general
demuestran que la ʺperiferiaʺ se niega a seguir aca‐ enfoca la historia de la arquitectura con un sentido
tando las ʺetiquetasʺ impuestas por la cultura instrumental, con el objetivo de enjuiciar los pro‐
emanada de los centros metropolitanos. 35 blemas, no solo desde el punto de vista teórico, si‐
no con el propósito de propiciar su transforma‐
Las valoraciones acerca de la identidad
ción, de ella pueden citarse: Ramón Gutiérrez,
Aun cuando es evidente que el sentido de iden‐
Juan Molina y Vedia, Francisco Liernur, Alberto
tidad en la arquitectura se le entiende de manera
Petrina, Mariano Arana, Rafael López Rangel, An‐
muy diversa, la valoración de la producida en
tonio Toca, Ernesto Alva, Ramón Vargas Salguero,
América Latina con vistas a determinar sus parti‐
Roberto Segre, Fernando Salinas, Enrique Browne,
cularidades en relación con la de otros sitios, co‐
Ruth Verde, Marta Schteingart, Wiley Ludeña,
mienza a tomar fuerza y profundidad a partir de la
Cristian Fernández Cox, Silvia Arango y otros
década del sesenta, cuando una nueva hornada de
más.36
historiadores, críticos y teóricos de la arquitectura,
Uno de los temas que da lugar a fuertes debates
influidos por el Movimiento Moderno y las nuevas
es el que gira en torno a la validez de términos
direcciones en la crítica, estudian las manifestacio‐
como ʺbarroco americanoʺ, o ʺarquitectura mesti‐
nes latinoamericanas. Varios de ellos inician su la‐
zaʺ, en cierto modo centro de la agenda del con‐
bor teórica o historiográfica con antelación al pe‐
greso de historiadores de la arquitectura, realizado
en Caracas a fines de los sesenta, al tiempo que se
considera la posibilidad de buscar nuevas catego‐
en América Latina: presente y futuro, México, 1990; Browne, rías críticas que se adecuaran a las particularidades
E.: Otra arquitectura en América Latina, México, 1989.
34 Frampton, K.: "Towards a Critical Regionalism: Six Points for
an Architecture of Resistence", en Foster, H. (ed.): The Anti-
Aesthetic: Essays on Post-Modern Culture, New York, 1983,
pp.16- 30. 36 Para una visión más amplia de las vertientes de la crítica ver
35 Ver: de Solá-Morales, I.: "Identidad y diferencia. Regionali- Segre, R.: América Latina, fim de milenio..., pp. 12-26. Ver
zación versus regionalismo", en Memorias del Tercer Semina- además: Ramos, J.: "El debate teórico de la arquitectura lati-
rio de Arquitectura y Urbanismo de América Latina y el Caribe noamericana en los congresos internacionales", en: López
"Erwin Walter Palm", Universidad Nacional Pedro Henríquez Rangel R. y R. Segre: Ambiente y sociedad en América Latina
Ureña, Santo Domingo, 1997, pp. 41-51. contemporánea, Casa de Las Américas, La Habana, 1985.
de la arquitectura latinoamericana. La importancia mudéjar de lacerías y polígonos estrellados y la de
de este debate se debe a la primacía otorgada a esta los mayas o los incas.38
arquitectura como expresión de lo propio ameri‐ Para Gasparini es absurdo hablar de ʺbarroco
cano. Chueca Goitia, al aplicar a la arquitectura americanoʺ o de ʺsensibilidad indígenaʺ pues la
hispanoamericana, con dos décadas de diferencia, llamada arquitectura mestiza y popular no es más
el método empleado en Invariantes castizos de la ar‐ que ʺ...manifestaciones periféricas, que nunca su‐
quitectura española (1947), argumenta que ni la pre‐ peran el nivel de la expresión dialectal.ʺ No consi‐
hispánica, ni la del siglo XIX, ni la moderna son dera que exista después de la conquista, una arqui‐
representativas de la región: la primera por ser un tectura que pueda llamarse propia, pues se
fenómeno arqueológico, la segunda porque no tie‐ ʺ...pierde autonomía y se vuelve una manifestación
ne características propias, y la tercera por ʺ...su ca‐ de dependencia.ʺ, pues...lo que en definitiva marca
rácter, esencialmente internacional...ʺ y ʺ...la arqui‐ su fisonomía son las normas estéticas imperantes,
tectura que representa a Hispanoamérica en su y esas son las mismas para toda la América hispa‐
formidable unidad es la que se produjo en los si‐ na: las de Europa.ʺ 39 Según Petrina, ʺnuestro ba‐
glos XVI, y sobre todo, XVII y XVIII.ʺ Equipara rrocoʺ es ʺ...mestizo, indiano, en el cual la voluntad
además la arquitectura española y la colonial his‐ de sobrevivencia de una raza atormentada se hace
panoamericana, conceptuando esta última como presente y disputa su lugar con la fuerza imprevis‐
ʺmás españolaʺ. Niega entonces la existencia de ta con que una raíz aérea agrieta las piedras y flo‐
una arquitectura mestiza, a la vez que identifica la rece entre ellas.ʺ Su conclusión acerca de la identi‐
sensibilidad de los pueblos indígenas con el mude‐ dad de la arquitectura latinoamericana se basa en
jarismo, que pasa a ser ʺuna constante, una inva‐ que es propia, en tanto constituye una ʺtransgre‐
37
rianteʺ en la hispanoamericana. Del mudejaris‐ sión de las normas. 40
mo se han hecho eco otros autores, como Prat Notable es que la mayor parte de estas opinio‐
Puig al analizar la arquitectura cubana, extendido nes tienen como eje central los aspectos de la ex‐
por Alicia García a la vivienda del Caribe y de presión arquitectónica, frente a cierta toma de con‐
otras áreas donde los vínculos con lo mudéjar es ciencia acerca de las contradicciones existentes en
mucho más patente, a diferencia de Chueca Goitía América Latina y de su reflejo en el territorio y en
que centra su análisis sobre todo en las iglesias. la arquitectura, planteadas ya por Fernando Sali‐
Bayón encuentra similitudes entre la decoración nas en 1963, en ocasión del el VI Congreso Mun‐
38 Bayón, D.: "L'Art de l'Amérique Latine. Essai de definition",
Diógenes, No. 43, Santiago de Chile, 1963, p. 109.
39 Gasparini, G.: Op. cit., pp. 150-151 y 167-168.
merosos encuentros en América Latina y el Caribe curioso que casi todos coinciden en un grupo se‐
que tienen como centro el tema de la identidad, en‐ mejante de arquitectos a la hora de definir la ima‐
tre ellos precisamente los Seminarios de Arquitec‐ gen de lo que sería para ellos una expresión de
tura Latinoamericana celebrados desde 1985 en di‐ ʺidentidadʺ. Difieren las perspectivas, por ejemplo,
ferentes países, incluyendo los que enfocan la re‐ de Fruto Vivas, de Rodolfo Livingston, o Carlos
organización de Bienales de Arquitectura que, experimentar con tecnologías y posibilidades de
también han servido de marco para debates teóri‐ la arquitectura y, por tanto, el problema de la iden‐
cos. Los planteamientos formulados en estos deba‐ tidad ha asumido un sentido práctico, en función
nos de ellos dados a conocer en revistas latinoame‐ su parte, Segre, piensa que es exagerado la preten‐