Presentación Tarea de La Semana VIII
Presentación Tarea de La Semana VIII
Presentación Tarea de La Semana VIII
UAPA
Escuela:
Ciencias Jurídicas y Políticas
Carrera:
Licenciatura en Derecho
Participante:
Yanira Ysabel Ruiz Medina
[email protected]
Matricula:
201901821
Facilitador:
Ismelda García Gil
Asignatura:
Derecho Civil I
DER-203
Tema:
Los Cuasicontratos y el Cumplimiento de las Obligaciones
Fecha de entrega:
Lunes 18 de noviembre, 2019
INTRODUCCIÓN
En este trabajo abordaremos una de las fuentes involuntarias de las obligaciones como es el cuasi contrato,
así como también el cumplimiento voluntario y forzoso de las obligaciones, y la estipulación a favor de
terceros. También el tema relativo a la gestión de negocios ajenos, al cumplimiento de las obligaciones, lo
cual es muy relevante para encausar las demandas civiles.
Con el objetivo:
Ø De dominar las teorías relacionadas con la gestión de negocios ajenos, la estipulación a favor de
terceros, la acción oblicua y pauliana y aplicarla ante los tribunales civiles, en las asesorías o
defensas que brinda a sus clientes.
Ø Aplicar el cumplimiento voluntario y forzoso de los contratos ante los tribunales civiles en las defensas
que ejerce en representación de sus clientes para un mejor ejercicio profesional.
DEFINICIÓN DE CUASICONTRATOS
La gestión de negocios ajenos se puede definir como la acción de una persona que espontáneamente y sin
mandato alguno realiza uno o varios actos concernientes al patrimonio de un tercero. También cuando una
persona llamada gestor, sin haber sido encargado de ello, se ocupa de realizar algo en favor de otra
persona llamado el dueño.
De conformidad con lo previsto por los artículos 1373 y 1374 del Código Civil, el gestor asume las siguientes
obligaciones:
Ø Está obligado a continuar la gestión, aunque muera el dueño antes que el asunto se termine, hasta que el
heredero haya podido tomar su dirección.
Ø Está obligado a emplear en la gestión todos los cuidados de un buen padre de familia. Sin embargo, la
circunstancias que le hayan conducido a encargarse del negocio, puede autorizar al juez para que
modere los daños y perjuicios que puedan resultar por las faltas o negligencia del gestor.
Ø
OBLIGACIONES DEL DUEÑO.
A los términos del artículo 1375 del Código Civil, el dueño, cuyo negocio ha sido bien administrado, debe
cumplir los compromiso que el gestor haya hecho en su nombre, indemnizarle de todos los gastos que haya
contraído, y reembolsarle de todos los gastos que haya hecho siendo útiles y necesarios.
En la gestión de negocios ajenos el dueño del negocio está obligado a cumplir a un tercero. En el pago de lo
indebido accipiens se convierte en deudor de restituir una cosa indebidamente pagada. En el
enriquecimiento sin causa, el enriquecido se encuentra obligado en la medida de su enriquecimiento.
La gestión pude consistir en un acto jurídico realizado por el gestor, como sería concluir un contrato con un
contratista para la realización de reparaciones urgentes; o el médico general que llama a un especialista sin
la autorización del paciente.
También cuando un abogado está en la sala de un tribunal y se entera de que existe una demanda en
contra de una empresa o una persona física, y que no tiene representación, y asume la representación,
constituye una gestión de negocios ajenos.
PRUEBA DE LA GESTIÓN.
La prueba de la gestión depende de si trata de un acto jurídico o de un hecho jurídico. En el último caso,
todos los medios de pruebas legales son admisibles, pero cuando ella consiste en un acto jurídico es
preciso distinguir quien es la persona que invoca su existencia, ya que cuando el gestor o la persona con
quien haya tratado opone el acto de gestión, la prueba de ese acto se encuentra sometida al régimen
establecido por el artículo 1341 del código civil, es decir a la prueba escrita. Al contrario, si es el dueño del
negocio quien invoca el acto jurídico realizado por el gestor, la prueba puede ser aportada por todos los
medios, lo cual se justifica porque el dueño es un tercero en la conclusión del contrato.
Los efectos que produce la gestión de negocios ajenos como cuasicontrato, son el producir obligaciones
con cargo del dueño del negocio y con cargo al gestor. O sea que se crea un vínculo obligacional en
ausencia de todo acuerdo de voluntad.
Ø Inexistencia de la deuda;
Ø Error del solvens;
Ø El accipiens no debe haber destruido su título.
a) El solvens no era deudor y el accipiens no era acreedor. En la hipótesis de que la obligación haya sido
declarada nula o que haya sido revocado el testamento de donde ella nace. Si un heredero cumple
con un legado contenido en un testamento revocado, habría un pago de lo indebido.
b) El solvens era deudor pero el accipiens no era acreedor. Esto puede ocurrir cuando Juan, debiéndole
pagar a José, le paga pedro. También, cuando el heredero restituye por error, a una persona
diferente al depositante, una cosa de la que era depositario el de cujus.
c) El accipiens es acreedor y el solvens no es deudor. En esta hipótesis, la deuda existe pero a cargo de
otra persona. Es así como Juan paga a Pedro la deuda de José, creyendo pagar su propia deuda.
También cuando un coheredero, creyéndose obligado por la totalidad de la deuda, paga ésta; ha
pagado indebidamente en todo lo que excede de su propia parte. Para esto se exige que ese
coheredero desconozca la disposición del artículo 873 del Código Civil, que estipula la división del
artículo 873 del Código Civil, que prevé la división de las deudas hereditarias entre los herederos.
El artículo 1376 del Código Civil, prescribe que “El que recibe por equivocación o a sabiendas lo que se le
debe, está obligado a restituirlo a aquel de quien lo recibió indebidamente”.
De conformidad con el artículo 1377 del Código Civil, cuando una persona que se cree deudora por error,
ha pagado una deuda, tiene derecho a repetir contra el acreedor. Sin embargo, este derecho cesa en el
caso en que el acreedor ha suprimido su título por consecuencia del pago, salvo el recurso del que ha
pagado contra el verdadero deudor. La Suprema Corte de Justicia, ha resuelto que el demandante en
repetición debe probar, entre otras cosas que ha pagado por error. (S. C. J., 27 de junio de 1935, p. 218).
Si el accipiens accipiens ha destruido el título no tiene como probar que realmente era el deudor del solvens.
El artículo 1377 del Código Civil, prevé que el derecho del solvens cesa en el caso en que el acreedor ha
suprimido su título por consecuencia del pago, salvo el recurso del que ha pagado contra el verdadero
deudor.
La acción en repetición está vedada al solvens cuando el deudor desconoce la deuda; ya que si el verdadero
acreedor ha destruido su título, nada obsta para que su deudor lo provea de otro, o que se reconozca deudor
puro y simple de la obligación. También se exige que el accipiens haya actuado de buena fe al destruir su
título, en el entendido de que estaba recibiendo un pago regular. Si el accipiens es de mala fe no podría
quejarse por la destrucción de su título.
A los términos del artículo 1378 del Código Civil, si ha habido mala fe por parte del que ha recibido, está
obligado a restituir, no solo el capital, sino los intereses o frutos desde el día del pago.
De conformidad con lo previsto por el artículo 1379 del Código Civil, si lo recibido indebidamente fuere
inmueble o un mueble corporal, el que lo recibió está obligado a restituir el mismo objeto, si existe; o dar su
valor, si ha perecido o se ha deteriorado por culpa suya, es también responsable de su pérdida en caso
fortuito, si lo recibió de mala fe.
Si el accipiens es de buena fe, y ha vendido la cosa, no debe restituir sino el precio de la venta, según lo
establece el artículo 1380 del referido Código Civil. Asimismo, el artículo1381 del citado Código Civil, prevé
que aquél a quien se le ha restituido la cosa, debe abonar, aun al poseedor de mal fe, todos los gastos útiles
y necesarios que haya hecho para la conservación de ella.
La acción in rem verso, permite a aquel cuyo patrimonio se ha empobrecido a consecuencia de un sacrificio
o un hecho personal, y que no goza de ninguna acción para obtener lo que le pertenece o lo que es debido,
de hacerse indemnizar por aquél cuyo patrimonio se ha enriquecido injustamente, o sin causa legítima. Esta
regla jurídica consagrada de un modo constante por la jurisprudencia reposa sobre un principio eterno de
equidad y justicia que prohíbe enriquecerse en detrimento de otro.
La acción de in rem verso, es una acción de carácter subsidiario, que supone que una persona no tiene,
para obtener lo que pretende, ninguna acción procedente de un contrato o cuasicontrato, de un delito o
cuasidelito o de la ley. Estas exigencias se justifica plenamente, porque de lo contrario la acción de in rem
verso se convertiría en una acción de aplicación general que entraría en concurrencia, y hasta en conflicto
con la mayor parte de los demás medios de derecho y amenazara con destruir en sus cimientos el orden
jurídico imperante.
El ejercicio de la acción in rem verso supone que el demandante no posee, para obtener su pretensión, otra
acción derivada de un contrato o cuasi-contrato, de un delito o cuasidelito o de la ley, en razón de que no se
puede, por ese medio, destruir todo el sistema de reglamentación de la prueba. (Cas. 30 noviembre 1936,
Boletín Judicial No. 316, pág. 649).
Para poder ejercer esta acción es necesario que aquél que se prevale de ella no tenga ninguna otra acción
proveniente de un contrato, de un cuasi-contrato, de un delito o de un cuasi-delito. La acción in rem verso
no es admitida cuando está destinada a suplir otra vía de derecho inoperante a consecuencia de un
obstáculo jurídico. Destinada a completar el derecho, no puede reemplazar ninguna otra acción de derecho
común paralizada por falta de pruebas regulares. (Corte de Apelación de Santo Domingo, Sentencia Civil
No. 36, diciembre 6, 1927, Boletín Judicial Corte citada, No. 4, pág. 375, in-fine, 376, ab-initio. Consúltese,
Suprema Corte Justicia 1 de mayo 1901, Boletín Judicial No. 8 (cuarta época). Juzgado Sto. Dgo. 22 de
junio 1935).
El efecto principal que produce el enriquecimiento sin causa es que hace nacer una obligación a cargo del
enriquecido de restituirle al empobrecido en la medida de su enrique-cimiento. El demandante
(empobrecido) obtendrá una suma igual al monto del enriquecido realizado por el demandado
(enriquecido).
Existe una diferencia entre el enriquecimiento sin causa y el pago de lo indebido, pues mientras el
enriquecido solamente está obligado a restituir en la medida de su enriquecimiento, en el pago de lo
indebido el accipiens de mala fe está obligado más allá de su enriquecimiento.
Los cuasicontratos son definidos por el artículo 1371 del Código Civil, como los hechos puramente voluntarios
del hombre, de los cuales resulta un compromiso reciproco por ambas partes.
Existen dos cuasicontratos: La gestión de negocios ajenos y el pago de lo indebido, ya que el enriquecimiento
sin causa, es una creación de la jurisprudencia.
La gestión de negocios ajenos se puede definir como la acción de una persona que espontáneamente y sin
mandato alguno realiza uno o varios actos concernientes al patrimonio de un tercero.
Las obligaciones del gestor se encuentran en los artículos 1373 y 1374 del Código Civil, y el artículo 1375
especifica las obligaciones del dueño del negocio.
Pagar lo indebido consiste en pagar una prestación a la que no está obligado y sin que se tenga la intención
de pagar una deuda ajena. El pago de lo indebido constituye un cuasicontrato creador de obligaciones,
porque entre el accipiens y el solvens se crea un vínculo de donde resulta que el primero se convierte en
deudor del segundo y éste en acreedor del primero.
El enriquecimiento sin causa tiene su fundamento en la equidad. Generalmente ocurre cuando una persona
se enriquece sin que haya mediado una causa justa o legítima. Es así como una persona queda enriquecida
y otra empobrecida. El que se ha empobrecido se convierte en acreedor del enriquecido.
La forma más natural del cumplimiento de las obligaciones, es cuando el deudor voluntariamente ha decido
pagar la prestación debida. La obligación tiene como efecto normal, constreñir el deudor a efectuar la
prestación debida. El deudor debe cumplir lo pactado de manera voluntaria, ya que las obligaciones deben
llevarse a cabo de buena fe.
Los redactores del Código Civil dieron una importancia capital a la voluntad de las partes, al darle fuerza de
ley, a lo que las partes acuerden. Esto equivale a decir, que lo que las partes convienen tiene fuerza de ley
entre ellos, es como si el legislador lo estableciera. Tanto es así que el acreedor puede hasta renunciar a su
acreencia cuando lo estime útil, el es dueño absoluto de su crédito, puede demandar o no su cumplimiento.
Los causahabientes universales y a título universal, por recibir todo o parte del patrimonio dejado por el de
cujus (difunto), son continuadores jurídicos de éste, por comprender el patrimonio todas las obligaciones
activos y pasivos del difunto, el causahabiente universal o a título universal que acepta recibir el patrimonio, o
una parte de él, aceptan las obligaciones contenidas en dicho patrimonio.
El estipulante y el prometiente son las dos partes en el contrato por lo tanto entre ellos se producirán los
efectos normales de todo contrato. Tiene fuerza de ley entre ellos, y las obligaciones deben ser cumplidas
según los principios de la buena fe. A pesar de ello, un sector de la doctrina niega al estipulante el derecho de
accionar contra el prometiente, porque no es acreedor de éste, ni tiene interés. Sin embargo, esto no es cierto
en sentido absoluto, porque el prometiente se obligó para con el prometiente, a cumplir una prestación,
aunque en beneficio de una tercera persona, lo cual lo hace
acreedor del prometiente.
Desde el momento en que se formaliza el contrato entre el estipulante y el prometiente, el tercero beneficiario,
se convierte en acreedor del prometiente, se ha dicho que tiene una acción directa contra éste, sin necesidad
de recurrir al estipulante.
Hernández, P. (2017). Las Obligaciones. Santiago de los Caballeros: Talleres de Producciones UAPA.