Intervencion Psicológica en Adultos Mayores

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INTERVENCION PSICOLÓGICA EN ADULTOS MAYORES

La adultez mayor es la etapa del desarrollo de la personalidad que se inicia a partir de los 60
años de edad. Es conocida como vejez o envejecimiento. En su expresión individual se
caracteriza por la serie de modificaciones morfológicas, psicológicas, funcionales y bioquímicas
que origina el paso del tiempo sobre los seres vivos. Es un proceso dinámico, gradual, natural e
inevitable que comienza en el momento del nacimiento y se desarrolla a lo largo de la vida. Los
cambios observados en la manera de envejecer son también resultado de factores
psicosociales y no exclusivamente biológicos, pues la repercusión individual de la disminución
de las capacidades físicas con el avance de la edad aumenta los problemas de salud mental. En
los últimos años se ha generado un especial interés por conocer el bienestar de las personas
mayores, éste se debe principalmente al aumento de las expectativas de vida de la población
mayor en los países desarrollados. En América Latina existe una tendencia similar de
envejecimiento, la cual transforma la pirámide poblacional, haciendo que, de forma paulatina,
su base se estreche y amplíe su cúspide. Los avances tecnológicos y la transición demográfica,
facilitan hoy en día, un rápido incremento de la población de la tercera edad, que en nuestro
país corresponde a los mayores de 60 años y que en su conjunto conforman el 9,7% del total
de la población.

El crecimiento de la población adulta ha llevado a que diferentes ciencias de la salud se


preocupen por estudiar diversas variables de esta etapa del ciclo vital y contribuir al mejor
acercamiento integral del adulto mayor. En este sentido, la psicología es la principal ya que se
encarga del diseño de medidas fiables que permitan una evaluación y seguimiento de los
programas de intervención y que se preocupen por emplear estrategias que contribuyan al
cambio conductual y a la promoción y prevención de la enfermedad, optimizando el proceso
de adaptación con intervenciones que apunten a necesidades propias de la población y del
contexto familiar y social que lo rodea. Se puede observar que la mayoría de los estudios
dirigen sus objetivos a medir la eficacia de intervenciones psicológicas en relación con la salud
del adulto mayor, seguidas de investigaciones relacionadas con los cuidadores de estas
personas y de variables psicológicas como tal. El principal estudio realizado es la intensa
relación del adulto mayor con la depresión, en este sentido se propusieron programas con una
intervención cognitivo-conductual resulta efectiva; en este caso se logró un cambio en la
percepción de la calidad de vida, específicamente en lo relacionado con el área física,
psicológica y la autoestima. Es importante resaltar el estudio realizado por López y Rodríguez
(1999), quienes diseñaron una propuesta de intervención para ancianos deprimidos, y
encontraron que dicho programa permitió que el 80,9% de los adultos mayores que
participaron superaran su estado emocional, disminuyendo las ideas suicidas, mejorando las
relaciones familiares y construyendo redes de apoyo.

Aunado a lo anterior se debe implementar programas de intervención que no solo impliquen al


adulto mayor sino también a su contexto. Por tanto, el diseño de programas de intervención
debe considerar no solo los factores relacionados con el adulto mayor, tales como es su
historia personal, sino también las fuentes de apoyo y las necesidades propias de la población,
resaltando que la calidad de vida del mismo puede beneficiarse de la intervención sobre la
redes de apoyo, es decir, del entorno social próximo, familiares, profesionales encargados del
cuidado del adulto mayor, instituciones, vecindarios, voluntariados, entre otros. Por tanto, se
debe tener en cuenta que las intervenciones tenderán a ser más efectivas en la medida en que
se abarque al adulto mayor desde su integralidad, trabajando junto con otras disciplinas y
teniendo un amplio conocimiento y contextualización sobre estas personas; un programa de
intervención debe estar basado en indicadores biológicos, económicos, psicológicos y sociales
ya que las inconsistencias se deben a miradas subjetivas del adulto mayor.

En conclusión, dentro de las investigaciones realizadas sobre el adulto mayor se ha encontrado


que los programas de intervención no solo son necesarios, sino que han mostrado su
efectividad en las variables estudiadas, pues las herramientas psicológicas contribuyen al
“desarrollo y puesta en práctica de sistemas de evaluación y programas de intervención” para
hacer frente a los problemas comportamentales y psicológicos de los adultos mayores. Por
tanto, el psicólogo es el profesional idóneo, dotado del conocimiento y habilidades necesarias
para la elaboración de programas de intervención.

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