Padeció Bajo El Poder de Poncio Pilato, Fue Crucificado, Muerto y Sepultado

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CUARTO ARTÍCULO

PADECIÓ BAJO EL PODER DE PONCIO PILATO: FUE CRUCIFICADO, MUERTO Y SEPULTADO

¿Qué nos enseña? Este cuarto artículo del Credo, nos enseña que Jesucristo, para redimir al mundo
con su sangre preciosa, padeció bajo Poncio Pilato, murió en la Cruz y fue sepultado. Es decir, así
como es necesario que el cristiano crea en la encarnación del Hijo de Dios, así también es necesario
que crea en su pasión y en su muerte, porque, como dice San Gregorio: “De nada nos hubiera
servido su nacimiento, si no nos hubiera redimido”.

Empezaremos, entonces, a detallar algunos puntos importantes:

“Padeció”. Esta palabra expresa todas las penas que Jesucristo sufrió en su pasión. Y, ¿qué suplicio
padeció? El suplicio de la cruz, que era el más cruel de todos los suplicios. Y Dios quiso ser juzgado
bajo Poncio Pilato como ejemplo de humildad, pues en la Cruz no falta ningún ejemplo de virtud.
Entonces, aquí viene una pregunta: ¿No pudo Jesucristo librarse de las manos de los judíos y de
Pilato? La respuesta es sí, y lo afirma las Sagradas Escrituras en Mt 26, 53: “¿Piensas que no puedo
rogar a mi Padre, quien pondría a mi disposición inmediatamente más de doce legiones de
ángeles? Pero se sujetó voluntariamente a padecer y morir para salvarnos, porque así lo quería su
Padre Eterno; es decir, también fue ejemplo de obediencia: Rom 5, 19: “Como por la desobediencia
de un solo hombre fueron hechos pecadores muchos, así también serán hechos justos muchos por
la obediencia de uno solo”.

Aquí hay que mencionar algo importante: El hombre en el pecado original había ofendido a Dios,
pero hay que decir que el grado de ofensa corresponde al grado de dignidad. Y no hay nadie más
digno que Dios, pues es todo infinito. Así que la culpa del hombre por la ofensa a Dios era infinita y,
por lo tanto, era necesaria una reparación de valor infinito. Para esto, era necesario que ese alguien
sea hombre, para poder padecer y morir, ya que Dios como espíritu no puede morir; y que sea Dios,
para que sus padecimientos fuesen de valor infinito; por lo que, Jesucristo era el único que podía
pagar nuestras culpas. Así que aquí nos detenemos: ¿Murió Jesucristo en cuanto a Dios también? La
respuesta es no. Jesucristo sólo murió en cuanto al cuerpo. Ni su alma ni su divinidad podían morir.

Con esto, ya podemos responder a quienes nos puedan cuestionar: ¿Hubiera podido un ángel
salvarnos? Obviamente no, pues aunque sea un espíritu más digno que nosotros, sus méritos no
tendrían un valor infinito, pues no es Dios. Pero la pregunta que sí podemos hacernos es: ¿Era
necesario que Jesucristo padeciese tanto? Pues no, porque el menor de sus padecimientos hubiera
sido suficiente para nuestra redención, puesto que cualquiera acción suya es de valor infinito. Sin
embargo, quiso padecer tanto para satisfacer más a la divina justicia, para mostrarnos más su amor y
para inspirarnos sumo horror al pecado.

Entonces, cuando Jesucristo muere, la divinidad no se separó ni del cuerpo ni del alma, sino que
solamente el alma se separó del cuerpo. Por último, es necesario decir que Jesucristo en la Cruz rogó
por sus enemigos; dios a su misma Madre, María Santísima, por madre a su discípulo San Juan, y en
él, a todos nosotros; ofreció su muerte en sacrificio y satisfizo a la justicia de Dios por los pecados de
los hombres. Posteriormente, a la muerte de Jesús, se oscureció el sol, se estremeció la tierra, se
abrieron los sepulcros y muchos muertos resucitaron; en señal del tremendo sacrificio y lo que
sucedería con él después. Luego, Jesucristo fue sepultado en un sepulcro nuevo, cavado no lejos del
lugar donde le habían crucificado, que fue el monte Calvario.

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