Cuesta Fernandez
Cuesta Fernandez
Cuesta Fernandez
En esta selección tiene mucho que ver con un complejo proceso de decantación histórica
en virtud del cual el conocimiento generado en las instituciones académicas se derrama a
través de las escuelas y otras esferas de socialización contribuyendo a la desigual
apropiación del capital cultural entre las clases sociales. La teoría crítica social se vuelca
a la indagación de las condiciones en que se produce y distribuye el conocimiento en la
sociedad. He llamado ilusión epistemológica a la extendida ideología que desprecia los
factores sociohistoricos, de la génesis del conocimiento. Tiende a naturalizar las formas
de producción distribución y apropiación del conocimiento, ignorando algunas de las
aportaciones claves de la misma historia de la ciencia. El conocimiento en su forma actual
de disciplinas académicas es el resultado de una acción social en el tiempo, resultado, a
su vez, de la compleja trama de relaciones que se establecen entre cultura y poder social
(división del trabajo).
La historia de las disciplinas escolares figura como una parte sustantiva de la nueva
historiografía del currículum, que se caracteriza precisamente por el empleo de un
enfoque sociohistórico.
Las diferencias sustanciales entre los saberes científicos y las asignaturas del currículo
son el resultado de la distancia de significados sociales y culturales que establecen las
leyes de producción del conocimiento escolar.
Así pues la renovada historiografía del curiculum conlleva una superación d los objetos,
los métodos y los problemas tradicionales. Por lo tanto, el mosaico curricular de la escuela
capitalista no existe desde siempre, por el contrario, es la consecuencia de una selección
cultural en la que están implicados una multiplicidad de agentes sociales encargados de
definir la legitimidad del conocimiento escolar.
Pero en los textos visibles e incluso los textos vivos dicen una cosa y en las aulas
suceden otras. En efecto, el mundo de la historia enseñada, la historia escolar realmente
puesta en práctica a lo largo de estos años, nos devuelve en gran parte, la imagen de la
persistencia de la tradición. De ahí que los dictado de la historiografía mas modernizante
fueron eludidos en la práctica de enseñanza, que siguió anclada al código disciplinar
inventada en el siglo XIX. Así actuaron los fenómenos de alquimia y recontextualización a
los que nos referíamos al hablar de la especificidad de las materias escolares, de esos
cuerpos de conocimiento “imaginario” que son mas proclives a la sustitución de los
enunciados discursivos que a las metamorfosis radicales de las practicas docentes.
Una nueva enseñanza de la historia requiere una doble critica de la historia como
conocimiento académico y a la historia como materia de enseñanza. Implica romper el
conocimiento escolar dominante y proponer el estudio del pasado para dar explicación a
los problemas sociales relevantes en nuestro presente. Y es entonces cundo quizás la
historiografías y la historia escolar puedan buscar una nueva identidad.