El poema describe al autor observando el planeta Venus en el cielo nocturno desde un jardín. Compara a Venus con una reina oriental que espera a su amante bajo la luz de la luna o viaja en un palanquín. El autor le habla a Venus, expresando su deseo de dejar su cuerpo y volar hacia ella para besar sus labios de fuego y flotar en la luz que emana de su frente.
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El poema describe al autor observando el planeta Venus en el cielo nocturno desde un jardín. Compara a Venus con una reina oriental que espera a su amante bajo la luz de la luna o viaja en un palanquín. El autor le habla a Venus, expresando su deseo de dejar su cuerpo y volar hacia ella para besar sus labios de fuego y flotar en la luz que emana de su frente.
El poema describe al autor observando el planeta Venus en el cielo nocturno desde un jardín. Compara a Venus con una reina oriental que espera a su amante bajo la luz de la luna o viaja en un palanquín. El autor le habla a Venus, expresando su deseo de dejar su cuerpo y volar hacia ella para besar sus labios de fuego y flotar en la luz que emana de su frente.
El poema describe al autor observando el planeta Venus en el cielo nocturno desde un jardín. Compara a Venus con una reina oriental que espera a su amante bajo la luz de la luna o viaja en un palanquín. El autor le habla a Venus, expresando su deseo de dejar su cuerpo y volar hacia ella para besar sus labios de fuego y flotar en la luz que emana de su frente.
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VENUS
Rubén Darío
En la tranquila noche, mis nostalgias amargas sufría.
En busca de quietud bajé al fresco y callado jardín. En el obscuro cielo Venus bella temblando lucía, como incrustado en ébano un dorado y divino jazmín.
A mi alma enamorada, una reina oriental parecía,
que esperaba a su amante bajo el techo de su camarín, o que, llevada en hombros, la profunda extensión recorría, triunfante y luminosa, recostada sobre un palanquín.
« ¡Oh, reina rubia! ¿díjele?, mi alma quiere dejar su crisálida
y volar hacia ti, y tus labios de fuego besar; y flotar en el nimbo que derrama en tu frente luz pálida,
y en siderales éxtasis no dejarte un momento de amar».
El aire de la noche refrescaba la atmósfera cálida. Venus, desde el abismo, me miraba con triste mirar.