Curso de Teologia Moral Fundamental PDF
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Capítulo primero
MORAL Y ÉTICA.
Darío Martínez Morales - Roberto Solarte Rodríguez..
Moral
En un primer momento la moral surge como la pregunta por la rectitud de las
acciones. Cuándo nos interrogamos sobre nuestra actuación ¿Estaría bien lo
que hice? Cuando enjuiciamos el comportamiento de alguien, diciendo: "me
pareció injusto lo que hiciste". Cuando aludimos a las obligaciones, deberes, o
a ideales como lo justo o lo deseable, en frases como: " realmente, deberías
hacer esto"; en todos estos casos, se ponen en juego nuestras apreciaciones
sobre lo acertado o desacertado que resultan las acciones humanas. Estos
juicios e interrogantes sobre las diversas acciones apuntan a lo que
consideramos que está o no está bien realizar.
La pregunta por el bien está en el fondo de la problemática moral: ¿Qué está
bien hacer? Este interrogante, naturalmente, se lo formula un hombre
concreto, en un contexto sociocultural determinado y en unas circunstancias
históricas que son peculiares para él. Por tanto, la persona en cuestión se
pregunta sí su actuación pertenece a la clase de acciones aprobadas por regla
general en la comunidad en la que vive. Así las cosas, la acción moral es tal, si
está acorde con la práctica aceptada en un contexto. Lo moral es el conjunto
de normas aceptadas socialmente, que buscan armonizar la convivencia entre
los hombres de determinada comunidad. Los problemas morales, expresados
en juicios o preguntas sobre las actuaciones, se resuelven en la confrontación
con las prácticas comunitariamente aceptadas y propuestas como normas de
conducta. En consecuencia, la moral es un conjunto de normas que regulan las
conductas de los hombres en determinada sociedad.
Esta "reglamentación" moral se origina en las prácticas concretas que surgen
en una sociedad con miras a posibilitar la convivencia humana. Se quiere
llamar aquí la atención sobre este asunto: el plano de lo normativo, el deber-
ser o lo moral, tiene su génesis en prácticas nacidas en el mundo de la vida
cotidiana, el ser o la moralidad. Naturalmente, este código de conductas se
integrará en las costumbres y en la cultura de la sociedad que lo hizo posible.
Moral y moralidad interactúan en una relación que las implica
indisolublemente. Como moral en acción, la moralidad se recoge en el término
moral.
Es relevante insistir aquí en los hechos, pues la moral es creada por una
comunidad humana (tribu, clase, nación, sociedad, etc.), brota de sus
necesidades y se inscribe en un contexto histórico y cultural. Por tanto, toda
moral es relativa a una época histórica y a unas circunstancias sociales y
culturales bien precisas. El ser humano, al socializarse en determinado
contexto, hace suya cierta moral. Ya en el aprendizaje del lenguaje están
delineadas formas de vida que son, en este caso, directrices morales que el
individuo deberá a su medio y a su cultura. El ser humano existe en una
sociedad desde siempre y no podrá prescindir de ella a voluntad. Nadie
construye su moral de manera perfectamente íntima, ni porta una moral
privada, sino que ésta es el producto de sus vivencias en una sociedad que lo
llevan a conformar "cierta moral". El ambiente e influjo familiar, el grado de
educación, el entorno experiencial, delinearán determinada moral. La moral de
un ser humano concreto es hija de una situación contextual, también bastante
concreta. Aquí no existe remedio alguno. Pero esto no implica que el ser
humano en cuestión, debido a su experiencia existencial única, no se apropie
de su contexto de forma diversa a otros seres humanos y acabe
"interiorizando" una moral propia de sus contingencias. Se considera
importante llamar la atención sobre este punto, porque en su percepción radica
una importante diferencia entre lo moral y el derecho.
Es obvio, pero por ello no hay que dejar de decirlo, que la moral de una
sociedad está viva, esto es, que los cambios económicos, sociales, políticos,
culturales inciden sobre la moral considerando sus prácticas y normas
demasiado restrictivas o demasiado laxas. Existe un flujo y contra flujo entre
todas las instancias sociales y la moral. En este sentido, se sostienen prácticas
y códigos aceptados, o se resuelven los conflictos apelando a las prácticas más
tradicionales, o se transforman las reglas cuando se encuentran otras que
permiten prever mejores resultados.
Hasta aquí entonces, no tenemos más que lo moral presentado como diversas
costumbres y reglas de convivencia, que se encuentran interactuando desde
sus diversos contextos. Si quisiéramos plantearlo de otra forma, diríamos que
propiamente no existe "la moral" sino diversas moralidades en relaciones de
semejanzas y de conflictos. Quien quisiera sobrepasar este contextualismo
moral en búsqueda de una moral más global o de valoraciones más
universales, se encontraría con el problema del relativismo moral. Esto es, con
la carencia de un absoluto moral que rija como patrón las diversas
moralidades concretas. Aunque el patrimonio histórico - cultural humano ha
mostrado en su transcurrir la conquista de ciertos valores, de ciertas normas,
de ciertas prácticas que en diferentes sociedades perduran y no pierden su
vigencia, cabe la pregunta de sí esto da pie para consolidar un canon moral
universal que rompa dicho relativismo. Parece indiscutible describir el
panorama moral actual como abierto a la diversidad y el desacuerdo. Por otro
lado, resultaría interminable un posible debate entre los defensores de las
diversas morales, pues se carece, como ya anotamos, de un patrón moral que
pueda entrar a legislar entre tanta propuesta (nota 03). Si se persiste en
legitimar o fundamentar cierta moral sobre otra, este ejercicio propiamente ya
no compete a la moral, pero, ¿Será posible?
Ética
La moral se vive, pero también se puede pensar. Esto significa que el esfuerzo
por pensar el fenómeno moral que estamos llevando a cabo desde el aparte
anterior, es ya ético; esto es, moral pensada. Existe un cambio de nivel entre
moral y ética determinado por la reflexión. No es que la persona que viva la
moral no reflexione sobre sus actos, sino que la reflexión que identifica la
ética no es cualquiera. Es una reflexión de carácter filosófico. Reflexionar
filosóficamente sobre el asunto moral, significa preguntarse por la
racionalidad contenida en esa experiencia humana, significa hacer análisis del
lenguaje usado en este campo, significa explicar un tipo de experiencia. Para
algunos significa, en fin, fundamentar e intentar justificar cierto tipo de moral.
Lo que es cierto aquí, es que estamos en el campo de la teoría. La ética es
teoría moral, estudio filosófico de la moral, investigación desde las
coordenadas de la reflexión filosófica del tema moral.
Las ciencias de cualquier especialidad pueden asumir una investigación de lo
moral. Sin embargo, ello no es en sí propiamente "hacer ética". La
antropología, la psicología, la biología, la economía, la sociología, están en
condiciones de acceder a un estudio de la experiencia moral. Esto
efectivamente contribuye a enriquecer el bagaje teórico de cada disciplina,
pero no es propiamente ética. No obstante, las diversas explicaciones logradas
en el plano científico contribuirán, dirigirán y orientarán a diversas
investigaciones filosóficas sobre la moral. La ética no puede realizarse sino en
un continuo diálogo de disciplinas que versen sobre la moral, y de cara a la
experiencia moral que se vive en la sociedad que se intenta comprender.
Aunque el saber de la filosofía es distinto del saber científico, sólo una
filosofía que no de la espalda a otros saberes, entrará enriquecida al análisis
moral.
Teología Moral
La religión constata la experiencia humana de la creencia en Dios. Esto
significa, la religión busca delimitar el ámbito donde transcurren las
experiencias del hombre que lo relacionan con su tendencia hacia lo absoluto.
La creencia, fe, confianza en lo absoluto e incondicionado que habitualmente
se nombra como Dios, es lo que identifica un fenómeno religioso. Todas las
religiones suponen la confianza de sus miembros en este ser ultimo y
misterioso, y a partir de aquí buscan delimitar y orientar esta "experiencia
religiosa" que es constitutiva vital de esta esfera.
En nuestra cultura cristiana occidental, este tipo de teología tiene ya una larga
tradición que, en algún momento de la historia, fue la reflexión dominante y
que ahora constituye un elemento importante tanto para quienes, creyentes o
no creyentes, intentan hacer más transparente la experiencia moral.
NOTAS.
(NOTA 01). CLARKE, PAUL BARRY y LINZEY, ANDREW, Dictionary of Ethics,
Theology and Society, Routledge, New York, 1996, pp 307-320; HONDERICH, TED, editor
The Oxford Companion to Philosophy, Oxford University Press, Oxford, 1995, pp. 586-591;
BLACKBURN, SIMON, editor The Oxford Dictionary of Philosophy, Oxford University
Press, Oxford, 1994, p. 126.
(NOTA 02) TOULMIN, STEPHEN, El puesto de la razón en la Ética, Revista de Occidente,
Madrid, 1964, pp. 170-176
(NOTA 03). MACINTYRE, ALADAIR, Tras la virtud, Crítica, Barcelona, 1987, pp. 19-25.
(NOTA 04). CORTINA, ADELA, Ética mínima, Técnos, Madrid, 1989, pp. 29-38.
(NOTA 05). TOULMIN, STEPHEN, Op. cit., pp. 178-186.
(NOTA 06). FLECHA ANDRÉS, JOSÉ-ROMÁN, Teología moral fundamental, Biblioteca
de Autores Cristianos, Madrid, 1994, p. 15.