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EDUCACIÓN SEXUAL INTEGRAL

con perspectiva en
DIVERSIDAD FUNCIONAL

Prof. Silvina Peirano


[email protected]
Silvina Peirano
Profesora de educación especial. Especialista en sexualidad y diversidad funcional. Creadora de “Mitología de la sexualidad
especial” y “SEX Asistent”. Directora del “Centro Julia Pastrana - Espacio de sexualidad”. Co-creadora del curso “Orientador/ra
en sexualidad y diversidad funcional”. Docente ESI (Educación Sexual Integral) del Instituto Superior del Profesorado en Educación
Especial (CABA). Creadora del curso virtual: “Transformar la pasiòn en ideología”. Ex Directora del curso: “Sexualidad con perspectiva
en diversidad funcional” Centro Universitario del Gran Rosario (Rosario, Santa Fe). Ex-Capacitadora en Educación sexual integral;
Ministerio de Educación de la Nación. Disertante y conferencista nacional-internacional.
Página web I CV extenso I Blog
[email protected]
(0054-011) 4901-4783 (CABA. ARG)
15-5312-5600

"Ayer yo dije aquí que la sexualidad no se enseña. Y parece que hubo legítimamente algunas dudas a propósito de esto.
Yo quería decirles a ustedes que cuando yo hablo de que la sexualidad no se enseña, es la misma cosa que cuando digo
'nadie enseña lenguaje a nadie'. El lenguaje es una invención humana que se hace socialmente; nadie enseña, todos
adquieren el lenguaje, crean el lenguaje, lo que uno enseña al otro es la gramática; hasta la sintaxis en ciertas
dimensiones tampoco se enseña, porque la sintaxis de tu análisis es la forma cómo el pensar se estructura en el
discurso. Ahora lo que sí tú puedes hacer es desinhibir a las personas para que existan en su sexualidad que nadie les
enseñó. Lo que es viable, lo que es legítimo, lo que es posible es discutir incluso los límites, la ética de la sexualidad,
debatir críticamente".

"Hay que vivir la sexualidad que no se reduce apenas al sexo. La sexualidad tiene que ver con mi voz, tiene que ver con
mis gestos, tiene que ver con mis sueños, tiene que ver con mi fantasía, con mi deseo, y todo esto tiene que ver con el
sexo, pero es más que el sexo. Uno puede tener una sexualidad fantásticamente rica en la medida misma en que vuela
más alto que el sexo mismo. A veces el sexo que es una cosa fundamental termina por castrar la sexualidad, porque la
reduce de tal modo al sexo que la sexualidad disminuye, pierde un cierto horizonte de libertad, que envuelve el cuerpo
todo, no solamente una parte del cuerpo. En el sentido que yo dije uno no enseña sexualidad, pero uno debate, uno
discute, uno atesora, yo creo, y ayuda a atesorar el uso de la sexualidad. Uno puede extender la sexualidad hasta un
horizonte ahora impensable".

PAULO FREIRE.

DERECHOS y EDUCACIÓN
La educación sexual integral como un derecho

La propuesta/intención de la presente lectura consiste en dejar planteadas las bases de dos instancias imprescindibles
en relación a las sexualidades:
● Los Derechos Sexuales y/o Reproductivos como Derechos Humanos
● La Educación Sexual Integral como un Derecho;
siempre y para todas las personas a lo largo de sus biografías; en especial para aquellos colectivos mal llamados

?
“minoritarios” ; como continúa identificándose al que hace referencia a las personas con diversidad funcional. “Los
derechos humanos siempre están interrelacionados con otros derechos. En el caso de las PcD esta vinculación es
insoslayable dado que para poder hablar de derechos sexuales y reproductivos es necesario volver a mencionar
cuestiones básicas como la necesidad de tener garantizada la accesibilidad urbanística y arquitectónica, la accesibilidad
a la comunicación, el derecho al transporte, el derecho al trabajo, entre otras” (Sexualidad sin Barreras).

Desarrollaremos en primera instancia; nos detendremos en el desarrollo de los contenidos teóricos en torno a la
educación sexual integral que fundamentan y justifican este trabajo, atendiendo de manera específica a las realidades de
personas con diversidad funcional; para luego proponer recursos didácticos, propuestas y planes que pueden resultar de
interés al momento de emprender un acompañamiento desde el ámbito educativo.

En segunda instancia, el marco referencial de los Derechos Humanos, entendiendo y expresando claramente que los
derechos sexuales y reproductivos; así como el derecho a la educación sexual; son derechos humanos.

Pedagogía de la erótica: educación en sexualidad(es)


"Hay que admitir que lo "normal", en educación, es que la cosa «no funcione»: que el otro se resista, se esconda o se rebele. (...) Es
fuerte, entonces, la tentación de dejarse atrapar en un dilema infernal: excluir o enfrentarse (...).''(Meirieu, 1998; 73). "La educación
debe, eso sí, posibilitar que cada cual ocupe su puesto y se atreva a cambiarlo" (Meirieu, 1998; 81).

Podemos afirmar que la educación de las sexualidades sigue siendo una asignatura en muchas instancias pendiente,
más aún cuando se hace referencia a la sexualidad de las personas con diversidad funcional; y con ello sólo estaríamos
contribuyendo a mencionar la evidencia, y además a sostenerla donde hemos decidido acotarla: en las “asignaturas
pendientes por problemáticas”; justificando nuestra falta de compromiso respecto de éstas.

Iniciabamos las lecturas citando un diálogo de Paulo Freire, en el que sostiene la no poco movilizante y controvertida
pregunta respecto de si la sexualidad se enseña. Pensar la Educación Sexual Integral (ESI) no puede reducirse a
propuestas aisladas que suelen estar enfocadas a cubrir una demanda, problema o síntoma específico; en procura de
atender un tema clasificado como urgente, seleccionando una serie y graduación de contenidos que se consideran
“adaptados” a lo que podríamos llamar educación sexual especial; adjudicada a las personas con diversidad funcional,
dentro y fuera del ámbito educativo.
Plantearemos las perspectivas en Educación Sexual Integral en base a lo expresado por la UNESCO (2010-2014) que
define la Educación en Sexualidad en base a incluir la perspectiva de género, la interculturalidad o la
intergeneracionalidad en el desarrollo formativo, conceptos que propician la importancia de incluir la multiplicidad de
realidades humanas diferentes en el diseño de programas educativos sexuales que contemplen esas distintas
singularidades, a fin de no marginarlas. Así mismo, cabe señalar que pese a que en el caso de la UNESCO, la
“Educación en Sexualidad” se encuentra dentro del ámbito de la salud, a modo de prevención contra el VIH/Sida, sienta
unas bases mínimas imprescindibles para su desarrollo.

Sin embargo, no todxs tenemos este derecho reconocido de igual manera, por lo que considerar la Educación como un
Derecho Universal, no puede obviar el hecho educativo desde la diversidad que éste implica, y desde el concepto de
Educación inclusiva, tomando lo expresado en la Convención Internacional por los Derechos de las personas con
Discapacidad (Art. 24: Educación), a lo que sumaremos los aportes de Ley de Educación Sexual Integral (ESI);
Argentina, 2006.

La ESI debe ser un medio para encaminar los objetivos y propósitos en dirección a que todas las personas aprendan a
conocerse y a expresar su sexualidad de manera satisfactoria. Desde este marco, si propiciamos el educar y prestar
apoyos a la sexualidades de las personas con DF, dar respuesta a sus demandas, necesidades, deseos y motivaciones
en lo que a la vivencia de su sexualidad se refiere, plantearnos los mismos objetivos, “no puede ser de otro modo”;
prestando apoyos específicos e individualizados conforme a la diversidad de cada quien; con la frecuencia e intensidad
que se requiera, según su edad y según sus circunstancias. Aspectos como la autoderminación y el autocuidado, el
conocimiento y defensa de los derechos o la calidad y dignidad de vida, deben ser entendidos como parte imprescindible
de toda propuesta educativa; SIEMPRE sexual.

Propiciaremos; entonces:
.Educar EN sexualidad/es y no LA sexualidad, comprendiendo que el mundo y nuestras vidas (todas la vidas) resultarán
más vivibles y menos precarias, cuando podamos impregnarles la potencia que nos brinda la sexualidad a cada unx de
nosotrxs; como así el motor que supone la ética solidaria de encontrarnos y comprender/nos para romper el silencio;
constatando que toda educación es sexual y por ello -en sí misma- un acto de amorosidad.
.Una Educación Sexual Integral inclusiva, ampliada y de equidad; una Pedagogía Sexual abierta y responsable con las
realidades humanas no hegemónicas.
.Educar y educarnos en sexualidades, entendiendo a este intercambio como un proceso constante de enseñanza
aprendizaje, de aprender y de desaprender (comprender profundamente) cuál es el rol de un/una educadxr en
sexualidad: La ESI como un proceso a través del cual todas las personas implicadas en él educan y son educadas al
mismo tiempo.
.Centrarnos en el significado de la persona, ya que es importante basarse en su experiencia, sus necesidades, sus
descubrimientos y sus interrogantes. Las personas con DF tienen una experiencia de vida afectiva y sexual. Pueden y
deben tener varios aprendizajes relacionales, descubrir su cuerpo, estableciendo relaciones con otras personas (no
siempre de su mismo sexo), y construir una representación de sí mismas. Es imprescindible revalorizar toda esa
experiencia y el papel que han desempeñado los familias para responder a las preguntas e inquietudes (y falsas
creencias) de su hijo/a respecto a la sexualidad.
.La autoestima y bienestar: el objetivo de toda educación sexual es propiciar el “estar bien consigo mismxs”, en su cuerpo
y en sus relaciones con lxs otrxs.

La educación sexual suele plantearse en términos dicotómicos: ¿hay que informar al niñx o es preferible que cada unx se
entere por sus propios medios? y por ello: ¿a qué edad debe iniciarse la ESI?. ¿Es una responsabilidad de la escuela o
de las familias? y tantos otros interrogantes que pasan a acrecentar nuestro ya conocido espacio de las “no preguntas”, al
tiempo que validamos el silencio, como forma (tal vez la peor) de educación sexual.
Por ello, la educación sexual debe considerar diversos aspectos del individuo que procurará abordar de manera integral y
constante, considerando la pluridimensionalidad del hecho sexual humano. El término educación sexual implica
plasticidad y pluralidad, por lo que su enseñanza no puede reducirse a una charla aislada, sino que demanda un proceso
personal, familiar y social de participación activa, que comienza con el nacimiento mismo; y aún antes, por lo que siempre
es un buen momento para propiciar espacios de encuentro y reflexión. Nunca es tarde para repensar las prácticas: y
transformarlas.

En síntesis, la propuesta radica en incidir/nos en la importancia y la necesidad de producir perspectivas en ESI;


entendiendo a ésta como un derecho y una responsabilidad compartida desde los Estado, el ámbito profesional, las
familias, el institucional (organismos, administraciones, entidades del sector, otros), las sociedades todas; sin olvidar el
papel que les corresponde a las personas con DF como protagonistas de sus propias vidas.
Tal como afirma E. Amezúa: “...el sexo es un concepto y un valor. Como concepto, se estudia y se conoce; y como
valor, se desarrolla. O sea, una de esas cualidades que tiene todo ser humano por el hecho básico de ser sexuado.
La educación sexual es una de las formas de desarrollarlo, tal vez la mejor. De esa manera se puede aprender a valorar
y estimar el hecho de ser sexuados. Su principal fruto o resultado es organizar/se para amarse de las muchas formas
que ofrece la variedad de la misma condición humana”.

Educación sexual integral: ¿especial?


Podríamos coincidir la mayoría de nosotrxs, en que Todxs somos seres sexuales, y todxs necesitamos educación sexual:
¿pero cuál?, ¿qué tipo de educación sexual deseamos para nosotrxs mismxs, para nuestrxs hijxs y alumnxs y; en cuanto
a la temática que nos ocupa: ¿debe propiciarse una educación sexual específica para el colectivo de las personas
con diversidad funcional?.

En los últimos años parece observarse, aunque muy lentamente, un cambio en la actitud de algunas familias y
profesionales en torno a esta dimensión -en muchos países fundamentada por el marco de leyes o políticas públicas en
la materia- pero pese a los relativos avances, puede afirmarse que sigue existiendo un cierto miedo a plantear el tema,
tanto en el terreno profesional como en el ámbito de las familias.
En la historia de las actitudes sociales hacia las personas con DF, la sexualidad ha constituido significativamente un
elemento más de la marginación a la que han estado sometidas. La inclusión predicada, debe necesariamente considerar
la ESI como un elemento prioritario de atención. Si el entorno no facilita recursos para aproximarse de una manera
satisfactoria a la sexualidad, se está descuidando un área importante del desarrollo vital de las personas con DF,
generándose el efecto contrario al deseado ya que aumentan los factores de riesgo.

Existen, muchas razones que justifican la conveniencia y necesidad de iniciar intervenciones educativas y preventivas en
este terreno. Tal vez una de las primeras razones sea justamente esa, la de abrir camino, la de iniciar este tipo de tareas,
aunque puedan resultar molestas. ¿Por qué nos cuesta tanto implementar en la práctica aquellas nociones en las que
creemos tan fielmente desde nuestro discurso, en especial para quienes sostenemos como “discapacitados”?. Tal vez no
haya una única respuesta, ni ésta pueda darse desde un sólo marco conceptual.

Históricamente la NO educación sexual que se ha impuesto a las personas con DF, ha tenido como finalidad conseguir
que “no se despierte su impulso sexual”, de allí que o bien se prohíbe expresamente o se actúa como si no existiese. Sin
embargo, este negacionismo del hecho sexual es sólo en apariencia; porque el miedo está presente y surge con toda
intensidad cuando hay alguna situación que irrumpe y se considera relacionada con “los problemas” que acarrea la
sexualidad.

Si hiciésemos un análisis de las diversas situaciones que llevan a no iniciar algún tipo de intervención en ESI, podríamos
enunciar un mito que engloba al resto: Las personas con DF no necesitan educación sexual, por lo que el
analfabetismo sexual continúa siendo un obstáculo enorme para todas las personas, especialmente para quienes se
considera asexuadxs o poseedorxs de una sexualidad especial.

Los prejuicios sobre los que se basa la mitología en educación sexual y diversidad funcional; son:
.Las personas con DF no logran entender los conceptos o términos sexuales, acatar conductas o valores
sexuales socialmente aceptadas; no controlan sus impulsos.
.Incitación a conductas sexuales, desbordes, embarazos y abusos; o enfrentarlos con sus limitaciones en
materia sexual
.El temor a una eventual consecuencia: rechazo u oposición de los familias y grupos sociales y/o religiosos.
.Carencia de recursos teóricos y técnicos adecuados por parte de lxs docentes.
.Miedo a equivocarse, a no tener respuestas o no saber cuánta información brindar.
.La dificultad de abordar el tema por parte de familiares, docentes y profesionales de la salud debido, en parte; a
la gran confusión existente, el desconocimiento sobre la temática, la historia psicosexual personal, etc; y la falta
de consensos entre estxs.
.Temor a abusos sexuales.
.Falta de una normativa legal institucional que apoye, avale y promueva la educación sexual.
.Otros

Con mayor frecuencia que la que desearíamos; se suelen presentar las argumentaciones antes mencionadas, haciendo
eje tanto en la discapacidad (a modo de excusa); como en lo que podría llegar a ocurrir (por implementar la ESI; y nunca
por NO hacerlo). Dado que lxs niñxs o jóvenes con DF viven como cualquier otra persona en un mundo en el que la
sexualidad ocupa un lugar importante; corren el riesgo de sentirse excluídxs al comprobar que sólo el silencio y hasta el
misterio ocupan toda cuestión relativa a su sexualidad, pero no lxs involucra.

Comunicarse y abordar/verbalizar inquietudes relacionadas con la sexualidad, aumenta la comprensión y el


reconocimiento de sí mismx. No existe una asociación directa con la frecuencia de manifestaciones eróticas que cada
persona pueda tener. No tenemos la obligación de tener todas las respuestas, pero sí de responder, de no posponer ni
limitar la información. Una respuesta válida puede ser: “te he escuchado, ahora no tengo respuestas o no la sé, pero me
comprometo a averiguarla”. Se ha entendido a la educación sexual como una instancia de exposiciones
(adoctrinamiento) o de preguntas respuestas progresivas en el tiempo y espacio (por ello “la pregunta fuera de contexto,
no estamos hablando de ese tema, luego de clase te responderé, no es una pregunta para tu edad, etc.”) que se irán
afrontando cuando aparezcan. La sobrevaloración de las palabras hace que nos justifiquemos por no tener un lenguaje
adecuado (siempre los términos deben tener rigurosidad científica - por sobre el lenguaje de valores en negativo- lo que
no significa reprender el lenguaje que traen lxs alumnxs).

Así, no se debe limitar la educación sexual a su aspecto específico (comunmente asociado al concepto limitante de la
“discapacidad”), sino que habrá que extenderla y utilizarla como medio para favorecer la evolución de las personas con
DF hacia una madurez socio afectiva mucho más amplia, entendiendo que la educación sexual es una instancia
biográfica y no parte de lo que se ha llamado “educación para la vida”; como algo que acontecerá -en el mejor de los
casos- a partir de la adolescencia; con el advenimiento del sobrevalorado sexo genital o coital.

Resulta relevante; en ésta instancia, destacar una vez más el concepto por el cual la “discapacidad” no debe privar a
varones y mujeres del colectivo, del “derecho humano” de gozar de una sexualidad placentera y responsable
considerando la salud y la educación sexual, como parte vital e integral de su proceso de crecimiento y maduración.
No hay particularidades eróticas en las personas con DF más allá de la diversidad erótica humana, lo que sí se presentan
son particularidades que no debemos considerar como aspectos especiales a tener en cuenta (grado y tipo de
discapacidad) y sí como singularidades biográficas, que no son excusas necesarias y de impacto negativo para no
implementar una propuesta en ESI, ni mucho menos aún para autovivenciar las más variadas formas de expresión del
hecho sexual humano. No hay que esperar que la educación sexual logre una desaparición de las manifestaciones,
deseos o intereses sexuales (ni de la discapacidad)!.

Un adecuado programa de educación sexual brindado a personas con y sin DF, abarca no sólo la información biológica y
anatómica, sino información sobre sentimientos, comportamientos, autoimagen, valores y actitudes de vida. En
ocasiones -y como veremos en el desarrollo de las propuestas y planes en ESI- podrá resultar necesario realizar ciertas
adaptaciones y modificaciones; pero nada que una propuesta flexible e integral no demande; ni mucho menos
considerada como una quita de la calidad ni nivel educativo. Muchas de las perspectivas desde las que solemos trabajar
se basan en un profundo “adultomorfismo”, que evalúan la sexualidad y los planes educativos en dicha material, desde la
mirada del adulto; a esto -y en lo que a la DF se refiere- podríamos compararlo con una suerte de “normomorfismo”,
según el cual el desarrollo del discapacitado seguiría o debería seguir con un cierto retraso (¿cuál?) el esquema sexual
del niño normal. En ésta instancia, se nos presenta el siguiente interrogante: ¿cómo exigirles a las personas con DF ser
y comportarse como individuos sanos sexualmente en una sociedad insalubre en materia sexual?. La mejor manera de
conocer los sentimientos y necesidades de las personas con DF es recurrir a ellxs mismxs, ya que conforman la mejor
“fuente de información”.

Debido a la inhibición de familias, docentes y profesionales de la salud, muchas personas con DF no tienen las
demandadas “habilidades sociosexuales” adecuadas para desarrollar su propia sexualidad y relacionarse con otrxs. Por
ejemplo; muchas personas con diversidad intelectual, al estar controladas (sobreprotección) y no gozar de intimidad,
realizan algunos comportamientos sin inhibición y que, dada su evidencia, se consideran síntomas atribuibles a su
discapacidad. Seguramente, muchas personas con diversidad funcional presenten “deficiencias” en su sexualidad o en
su educación sexual, pero éste aspecto lo comparten con una amplia mayoría de personas sin diversidades funcionales;
pese a que en su caso; la vulneración de sus derechos a ser informadxs; se fundamenta igualmente en las
discapacidades y en las limitaciones que éstas suponen.

La primera responsabilidad de familias y profesionales es la de su propia formación: conocer y aceptar su propia


sexualidad, repensar sus supuestos y valores, implicarse como personas; varones y mujeres que deciden ser; con su
propia biografía sexual (“La reflexión sobre nosotrxs mismxs”, en ESI) y como todos estos aspectos influyen en los
encuentros educativos con sus alumnxs e hijxs. Las inquietudes de muchxs educadorxs respecto de la ESI, se alimentan
y sostienen en sus propios prejuicios y temores respecto de SU sexualidad, la que no están dispuestxs en general a
poner en tensión. En estos procesos, alivianar las tensiones o socializarlas a través del rol/poder educativo,suele tomar
diversas formas. No suponen, por ejemplo, las mismas controversias el hablar de salud sexual (en tanto prevención),
educación de la afectividad, para el amor o la familia; que plantear acciones desde la connotación que cada quien le
otorga al término “sexual”, ni menos aún hacerlo a través de propuestas que incluyan el deseo, el placer, la diversidad
sexual, los géneros y las autodeterminación.

Acordar sobre la necesidad de implementar propuestas de ESI y diversidad funcional no significa impartir educación
sexual sino brindarla, no sólo para prevenir/lxs de los factores negativos del sexo; sino fundamentalmente como fuente
acceso a la educación y la información de equitativo placer y autodescubrimiento. Los mejores proyectos o propuestas en
ESI, no suelen ser métodos acabados y estandarizados conforme a cada patología y grado, sino todo lo contrario.

Sergio Meresman, autor de Es parte de la vida; señala:


Descubrir que los niños con discapacidad cuentan con menos información y menos habilidades que sus pares
(hermanos, primos y compañeros de clase) solo por tener una discapacidad no fue una sorpresa, pero nos
permitió hacer visible y legítima la necesidad de promover que la educación sexual fuera inclusiva y adecuada a
ellos. Sobre todo, pues comprobamos también que la causa de esta brecha no está asociada a las
discapacidades (obviamente éstas no inhiben el deseo sexual) sino al tabú y al rechazo que deviene de nuestra
dificultad para reconocer y aceptar las diferencias.
La consecuencia directa es que casi nunca se ofrece educación sexual a los niños y adolescentes con
discapacidad. Tampoco se incluye a los jóvenes con discapacidades en campañas educativas y espacios donde
puedan re conocer sus sentimientos e intercambiar con otros sobre las consecuencias del amor o el valor del
placer en los proyectos de vida.

Las consecuencias inhibidoras y angustiantes de la segregación y el tabú reaparecen a menudo en la


experiencia clínica. Recientemente un paciente con discapacidad que está analizándose, me planteó con
angustia su necesidad de verificar o desmentir fantasías y fantasmas sexuales que creía eran perversos debido
al aislamiento y el silencio.
(...) Con el libro, que logramos dar el mensaje que buscábamos: la sexualidad y la discapacidad no son términos
excluyentes sino una “parte de la vida”, que es tan malo negar y reprimir, como edulcorar y disfrazar de manera
sensiblera o escabrosa”.

Lxs docentes de educación especial que realizan la planificación de una clase de educación sexual para un grupo de
personas con DF (al igual que cualquier otrx); se sumergen en un abismo lleno de incertidumbres. Lo primero que surge
es la necesidad de recurrir a lo ya hecho o a bibliografía pertinente; pero es allí en donde se ensancha el abismo. Los
libros de actividades que se suelen encontrar muy difícilmente se diferencien en líneas generales de los de jardín de
infantes. No existe un amplio y variado repertorio de recursos para trabajar en educación sexual con personas con DF, ni
mucho menos que se adapten a edades, intereses, compromiso intelectual, composición sociocultural, etc; y de allí
surge la pregunta: ¿se considera necesario y válido un campo de reflexión y producción propio en la educación especial?
¿Es necesario pensar recursos y metodologías propias de dicha área; que No sectoricen ni marginen en un gueto las
mal llamadas “necesidades especiales”?.

La respuesta es más que obvia, pero es aquí es donde comienzan a cruzarse las múltiples determinaciones: la dificultad
de pensar en lo diferente con status propio (con sus metas y métodos), y la imposibilidad en las condiciones dadas, que
lxs maestrxs puedan realizar una reflexión crítica sobre su práctica, produciendo material didáctico.... Muchas veces es
más fácil recortar actividades de libros infantiles, dando a lxs alumnxs un mensaje ambiguo, ya que para ciertas
conductas se les exige que se comporten como adulto, mientras para otras se les leen cuentos destinados a la primera
infancia.

Una visión global de la persona con DF y su educación, debería considerar la educación sexual. Esta es un derecho de
los educandos y debería ocupar un papel relevante en el conjunto de los esfuerzos educativos. Partamos de la base: la
educación sexual , no debe concebirse como una clase o un instante aislado del resto de actividades pedagógicas, tanto
en el marco de la educación especial, como fuera de ella. Nunca como hoy se han dado condiciones más favorables para
una educación sexual de calidad para las personas con DF. Cualquier proyecto pedagógico en este área debiera
apoyarse en una concepción amplia de la sexualidad, entendida en términos de relación.

Los contenidos de toda propuesta en educación sexual, deben ser presentados de manera significativas para las
personas a las que están dirigidos; y sean funcionales con su vida cotidiana. Hay que posibilitar y estimular la
participación de los y las alumnas, a través de sus preguntas, comentarios y del relato de sus propias situaciones vitales,
sin problematizar, sin mostrar extrañeza o sobresalto, sin dejar a medias ninguna pregunta ni respuesta. Por
consiguiente, se debe educar con y para el diálogo, en una escucha franca y abierta, que el alumnx debe sentir. El
educadxr debe evitar sustituir al alumnx con su propia interpretación, es decir, no debe imponer su propia perspectiva y
sus criterios. Hay que rechazar una actitud meramente moralizadora, que no provoca más que el bloqueo del diálogo y
de la apertura. Es fundamental utilizar un lenguaje claro y preciso, sin que éste deje de ser científico; no se deberá
desvalorizar los saberes previos de lxs alumnxs; respaldando el plano del lenguaje oral (abstracto), con material visual y
concreto: láminas, maquetas, imágenes, videos, etc, que puedan ver, tocar y explorar libremente.

Esperar que pregunten o anticiparnos?


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Situaciones que suelen plantearse en las Instituciones y en el ámbito familiar


“Todo lo que es insólito nos da miedo y todo lo insólito se vuelve tabú”.

En numerosas ocasiones, he realizado la misma pregunta a un auditorio de docentes (algunos de ellxs de la rama de
educación especial): ¿creen que toda conducta de lxs alumnxs demanda una intervención de nuestra parte? . A este
interrogante inicial, la mayoría de ellxs suelen responder afirmativamente, argumentando que si no lo hiciesen; cuál sería
su rol, entonces. Creo que a partir de la contrarespuesta de lxs docentes, podemos comenzar a desandar esto que
solemos denominar conductas desajustadas, conductas problemáticas a nivel sexual o conductas socialmente
desadaptadas de las personas con DF en materia sexual.

Por ello, iniciaremos este apartado recordando conceptos que ya hemos planteado: no es posible entender y evaluar la
sexualidad sólo a través de las conductas que observamos o que creemos observar y por ello: diagnosticar y prevenir
(prohibir). La “sintomatología en sexualidad y diversidad funcional” suele tener similares representaciones en la mayoría
de Instituciones educativas y dentro y fuera del ámbito familiar. Podríamos decir que los motivo de consulta/preocupación
toman las mismas formas arquetípicas en todas las instancias, con escasas o nulas posibilidades y perspectivas de
cambio, y hasta con cierto dejo de resignación y derrotismo.

Se suele atribuir a niñxs y jóvenes con DF, necesidades o intereses que nada tienen que ver con su realidad sexual.
Desde éste punto de vista, se observan sus gestos y actitudes en un marco de intencionalidad sexual, sin que ésta sea -
en todas las ocasiones- su intención primaria. Así como existen diversos comportamientos sexuales; existen DF que no
condicionan conductas o intereses en mayor o menor medida que lo hacen las diferentes lecturas familiares y sociales
que catalogan tales comportamientos como normales o anormales, de aceptables o inadaptados. Afirmaremos que la
magnitud de la DF, puede restringir el aprendizaje de un correcto comportamiento; pero no olvidaremos que también
puede ocurrir que nadie se haya ocupado de enseñarles o propiciar otro tipo de manifestaciones. Por lo demás, ciertos
comportamientos sexuales que pueden molestar a nivel social, no tienen en verdad el carácter de verdaderas
perversiones sexuales. Así la ausencia de pudor, puede dar lugar a que se juzgue como tendencias
exhibicionistas/voyeuristas (especialmente en personas con diversidad intelectual o psíquica), porque el niñx o
adolescente no percibe la diferencia entre el comportamiento tolerado en la familia o en la Institución a la cual concurre;
y el que se admite generalmente en el exterior y en el tránsito entre dichas instancias, fundamentalmente si cada espacio
tiene normas o conductas que exigen una nueva adaptación. Algunxs niñxs a lxs que se mantiene en una situación
infantilizante, que se besa y abraza como si se tratara de un bebé, no comprenden porque no han de manifestar de la
misma manera su afecto delante de extrañxs, o hacia lxs adultxs que aplican sobre ellxs (y sin consultarles) esas
mismas conductas.

.Manifestaciones Afectivos/Sexuales La autoestimulación -como ya lo hemos mencionado- y los juegos sexuales en la


etapa escolar son dos típicas manifestaciones sexuales ante las que lxs educadorxs debieran adoptar actitudes
permisivas y tolerantes, nunca prohibitivas; dentro del marco que hemos venido señalando. La aceptación de las mismas
es una buena prueba que se admite la sexualidad.
La mayor parte de lxs adolescentes, aprenden y ponen en práctica estas conductas que les permiten establecer
relaciones afectivo-sexuales en el ámbito educativo inicialmente; y en el grupo depares; posteriormente.
En muchas ocasiones las personas con DF no tienen otros ámbitos donde establecer relaciones con otras personas del
mismo sexo; o no. Sin embargo, a lxs menores con DF se les suele restringir una vez más cualquier experiencia de
aprendizaje en este campo, siempre por el miedo a lo que pueda pasar.
Las actitudes prohibitivas en este sentido, tienen por resultado el fin contrario al deseado, si se intenta extinguir la
conducta: sólo se consigue que se sigan practicando en secreto. Por el contrario, existen opiniones que tienden a
demostrar que los juegos sexuales tienen resultados positivos, que los primeros juegos en este sentido favorecen la
adaptación y la experiencia sexual en el camino hacia una vida sexual sana y equilibrada, sugiriendo con ello que tales
juegos deben estimularse como un preludio de una adolescencia y madurez saludables.
El criterio que debe establecerse sobre lo que puede hacerse o no en público, debe ser el criterio social. En definitiva,
podemos aceptar las conductas de amistad y de preferencia sexual y evitar aquellas conductas que impliquen una
búsqueda de excitación sexual explícita, bien por la intimidad de posturas adoptadas, o bien por manifestaciones
conductuales de inequívoco significado sexual. Este criterio social puede tener fronteras confusas y diferentes según las
personas, pero es fundamental para la convivencia y respeto de toda la comunidad educativa.

En la práctica, primero, debemos establecer unas normas claras y conocidas por todxs. La escuela no es el lugar de
expresión de determinadas conductas eróticas que pertenecen al ámbito privado. Por ejemplo, pueden existir conductas
que se pueden permitir durante el tiempo de ocio o descanso; y no durante actividades formativas.

Otro concepto imprescindible a trabajar desde los contenidos en ESI es la coeducación. Esto significa posicionarse
intersexualmente desde el ámbito escolar, integrando la representación convivencial de los sexos y no sólo la
superposición o yuxtaposición de los “dos sexos contrarios” en unas estructuras organizadas paralelamente, lo que
favorecerá el respeto, la diversidad y comprensión, la interdependencia; así como la prevención de violencias múltiples.
La coeducación reconoce la riqueza de las diferencias de los sexos desde su continuum, y exige del educadxr el
reconocimiento de la dignidad de los géneros como un valor intrínseco y genuino.

.El contacto corporal la exploración de su propio cuerpo es una parte importante y esperable en el desarrollo de lxs
niñxs, y este desarrollo comprende la exploración de otros cuerpos, entre los cuales se encuentra el de lxs familiares y el
de otrxs chicxs.
Muchxs docentes manifiestan que les es especialmente difícil plantear a las personas con DI, cuáles son las reglas
relacionadas con los contactos corporales, el afecto y los límites. Diversos factores contribuyen a que esto suceda. Las
personas con DI están acostumbradas y naturalizan el hecho de que se invada sus fronteras corporales,
espaciales y de intimidad, desde edades muy tempranas. Desde su nacimiento, las personas con DF están inmersas
en circunstancias que pueden ser diferentes de las del resto de la población. Los programas de intervención temprana
requieren normalmente que el niñx participe de terapias invasivas. Por ejemplo, el terapeuta físico manipula el tronco y
las piernas del niño, o el logopeda realiza formas de estimulación oral alrededor de la boca. Más allá del campo
terapéutico, la mayoría de las familias tanto como extrañxs, parecen tener una invasiva necesidad de pellizcar los
cachetes, pinchar en la barriguita, tirar de los lóbulos de las orejas, acariciar la cabeza o achuchar de manera
indiscriminada a estas personas porque "son tan cariñosos". Cuando lxs niñxs constatan que sus fronteras son
repetidamente violadas con este tipo de conductas -aunque que sea con las mejores intenciones; pierden el sentido de lo
que es apropiado, propio y del otrx e inevitablemente, empiezan a invadir el espacio de lxs demás.

.Mirar, observar relaciones sexuales adultas existe una natural y sana curiosidad por mirar el cuerpo de lxs demás y el
propio. Si se prohíbe esta conducta, sin mayores explicaciones o se la censura de manera agresiva, lo único que se
consigue, además de sobrevalorizar esa acción, es satisfacer la curiosidad, haciendo que el interés no desaparezca.

En el caso de la observación fortuita, debe adoptarse una actitud comprensiva y tolerante, explicando posteriormente que
es preciso respetar la intimidad, haciéndole ver al niñx que - en el caso de observar la relación de dos adultos- es una
manifestación sana, deseable y placentera, toda vez que es una conducta íntima y exclusiva de los padres, que debe
respetarse al igual que ellos respetan la suya, y que lo que estuvo mal es no haber golpeado la puerta; por ejemplo.

.Imitación de relaciones sexuales ya incluídas al momento de hablar de los juegos sexuales, aunque hay conductas
con una intencionalidad claramente coital o genital. Pueden darse frecuentemente entre hermanos/as, amigos/as, etc. No
tienen ningún tipo de trascendencia si son entendidas correctamente por el adulto.

.Debe respetarse el “no” de manera que para que una manifestación afectiva o sexual sea aceptada tiene que ser
consentida por todas las partes implicadas. El “no” debe ser respetado y no deben permitirse situaciones que puedan
tener contenidos más o menos claros de acoso o abuso.

Entendemos por abuso sexual el acto por el cual una persona impone su voluntad a otra, valiéndose para ello de una
mayor fuerza física, o superioridad intelectual o con algún tipo de chantaje emocional o de otro tipo, con objeto de
mantener algún tipo de relación sexual-erótica.

El abuso sexual es todo un tema por sí mismo, ya que engloba uno de los grandes miedos a los que se enfrentan los
padres (fundamentalmente de mujeres); y los directivos de las Instituciones.
Es frecuente el conocimiento de niños/as o jóvenes que fueron víctimas de abuso sexual, todos los cuales se encuentran
en inferioridad de condiciones físicas, emocionales y/o intelectuales, aprovechando el abusador esta condición de
superioridad. Se sabe que en la mayoría de los casos, el abusador es una persona conocida del medio familiar y/o
institucional, condición que propicia la manera de reiterar el abuso y de mantener a la víctima cómplice del silencio.
Sin embargo, el abuso sexual de adultos con DF no sólo es perpetrado por el personal que lo atiende, sino también por
familiares u otras personas con DF. El 56% de los casos confirmados de abuso sexual de adultos con DI implicó a
personal de servicio, familiares u otras personas pero en el 42% de los casos el perpetrador fue otro adulto con DI.

Existen numerosas creencias que sin duda facilitan, de alguna manera, que se produzcan estos hechos:
•Las personas con DF no son atractivas, y por tanto, nadie se interesa por ellas sexualmente, con lo que están a salvo de
sufrir abusos sexuales.
•Los abusos son difíciles de evitar, y no podemos hacer nada más que sobre/protegerlos o administrarles mètodos
anticonceptivos o esterilizaciones para evitar el embarazo.
•No comprenden ni sienten el daño, por lo que es menos grave.
•No pueden aprender nada sobre este tema.

Otros elementos que están influyendo son:


•Menor grado de autonomía, dependen más de los demás.
•Menor grado de discriminación, para darse cuenta de las intenciones del agresor.
•Menor capacidad de defensa, menor capacidad de negarse a hacer algo que no les gusta.
•Se les educa para confiar y depender de los adultos.
•Se les educa para que obedezcan a los adultos con formas de disciplina autoritaria, sin explicarles los motivos de las
normas.
•No tienen formación sobre sexualidad, es fácil que no lleguen a etiquetar un abuso sexual como tal.
•Están acostumbrados a que muchas personas accedan a su intimidad, a su cuerpo para ayudarles.
•Convivencia en centros donde existen personas de diferentes características, asimetría de edad y de capacidad.
•Escasas posibilidades de expresar su sexualidad.

La inmensa mayoría de menores con DF no han recibido nunca formación e ignoran casi todo sobre la sexualidad, por lo
que es más probable que no sepan lo que está pasando, cuando se inicia un abuso. Esta falta de información les puede
hacer más difícil comunicar el abuso que han sufrido e incluso lo lleguen a considerar como una conducta positiva hacia
ellos cuando el agresor lo consideran un amigo que les ofrece cariño y comprensión.

Para prevenir los abusos proponemos tener en cuenta los siguientes aspectos:
1. Conocimiento del cuerpo, respeto y cuidado del mismo; y reconocimiento del mismo como propio y cuyo acceso al
mismo depende de su voluntad.
2. Desarrollo del concepto de intimidad, tanto en los espacios, como en la corporeidad.
3. Identificar las emociones, los sentimientos.
4. Aprender a rechazar lo que no se desea. Establecer estrategias para decir “no”. Establecer conductas de protección,
de búsqueda de ayuda.
5. Creer en la autonomía, intentar explicar las normas, de cualquier tipo. Las personas con DF tienen opinión, pueden y
deben opinar. En definitiva, no desarrollamos una obediencia ciega en el adulto, sino una obediencia razonada, que les
vaya dotando de recursos para poder negarse a determinadas órdenes.
6. Trabajar la autoestima, y la autoimagen.
7. Aprender a respetar a otras personas y a que nos respeten.

Las personas con DF se hallan cuantitativa y cualitativamente mucho más expuestas a sucumbir como sujetos, al ser
pasibles de ser tomadas por los otros como objetos a cuidar, a rehabilitar, a adiestrar, a enseñar, a adaptar.
El mantener el silencio en el tiempo, acaba provocando que, respecto a lo sexual, las personas con DF vivan situaciones
de desventaja y de mayor vulnerabilidad y vulneración que el resto de las personas. Pues, generalmente, a esta falta de
información hay que sumarle, en muchas ocasiones, la ausencia de espacios y momentos de intimidad, limitaciones en
su desarrollo personal (a veces por sobreprotección), carencias para un adecuado desarrollo social (redes sociales
escasas y limitadas), dificultades en el desarrollo afectivo (ausencia de vínculos de apego y personas significativas o
referentes en sus vidas), entre otros aspectos.
El comportamiento sexual de las personas con DF, suele inquietar a menudo a la población, que en ellos cree ver un
peligro creciente de delitos sexuales. Los hechos se encargan de contradecir esta creencia, ya que es muy bajo el
número de agresores sexuales que presentan DF.

El abuso sexual es responsabilidad únicamente del adulto que lo realiza.

Procesos didácticos en sexualidad y diversidad funcional


Veamos un ejemplo que clarificará los conceptos anteriores: Juan tiene 18 años de edad, concurre a un taller protegido,
donde realiza tareas de armado de cepillos; la familia consultan si es necesario iniciarlo sexualmente ya que se masturba
diariamente. Esta situación les indica a ellos que su hijo necesita una “descarga fisiológica”. A Juan se le ha adjudicado
una edad mental aproximada de 8 o 9 años, y realiza actividades laborales asignadas de acuerdo a la misma. La
inquietud de sus familiares, es la de padres de un varón de 18 años con un desarrollo evolutivo; sin DI. ¿Prima en estas
familias la necesidad de acercar a su hijo a un patrón de conducta sexua “normal”, o atienden a una necesidad real?.

A diario, nos encontramos con discursos que creemos bien conocidos y fundados, que usamos como bandera a la hora
de justificar y dar cuenta de la tarea pedagógica (y no sólo en el ámbito educativo) en relación a las personas con DF.
Como profesionales, muchas veces defendemos desde el discurso la construcción de la subjetividad de quien
acompañamos, y alentamos su constitución. Hablamos de respeto, de autonomía, de facilitar espacios de decisión.
Hablamos de contenidos significativos, de saberes que habiliten para la vida cotidiana. Pero en las prácticas, este
discurso muchas veces se desvanece ante la presentación de ciertas actividades, actitudes, gestos, rótulos que
obstruyen ese proceso de construcción.

Uno de los objetivos fundamentales de la ESI, es ayudar a que cada persona adquiera conciencia de su propio cuerpo y
de sus movimientos emocionales, para poder escuchar sus deseos y ser responsable de sus relaciones. Pero: ¿cuál es
en éste proceso el rol, perfil y alcances de un docente y de la escuela?.

Permanentemente estaremos educando sexualmente, aún cuando no sea nuestro propósito, a través de actitudes,
conductas, prohibiciones, silencios, etc. dado que todxs somos modelos sexuales; por lo que resulta imprescindible
tenerlo claro. Si bien el rol docente y el controversial término de la vocación están en constante construcción; siguiendo la
línea de las afectaciones especiales atribuidas a todo lo que se relacione con la DF; resulta interesante mencionar
algunas de las representacione en torno a La vocación de un maestro especial: “Sí, somos maestros especiales,
porque para prestar servicio a personas con necesidades educativas diferentes tenemos que tener cualidades y
características especiales”, dice Eduardo Paspuel Cerna, rector del Instituto de Educación Especial de Ibarra. Quienes
aprenden en esta institución están rodeados de cuidados y el sistema que usan los maestros es diferente al de la
educación que todos conocemos. En el caso de los niños y jóvenes con necesidades especiales a pesar de estar en un
mismo grado, no todos requieren de los mismos conocimientos.
Dotes necesarios El maestro de educación especial debe tener dotes y aptitudes para enseñar. Hay que formarse en la
teoría y en la práctica pedagógica de personas con necesidades educativas especiales.Hay que tener amplios
conocimientos sobre psicología infantil y del adolescente. Brindar amor, cariño, confianza y seguridad. Ser solidario y
sensible al dolor humano. Gozar de una buena higiene y salud mental. Capacidad para adaptar los contenidos según las
capacidades de los alumnos”.

Mucho se ha escrito sobre el rol del docente, pero poco de las impregnaciones del docente como educadxr sexual, y
mucho menos como mujeres y varones y cómo estas identidades rígidas operan en roles de géneros dentro de la
escuela. Al respecto Alicia Fernández (2011) La sexualidad atrapada de la señorita maestra: una lectura
pedagógica del ser mujer, la corporeidad y el aprendizaje relata: “La maestra patricia es casada pero la llaman
“señorita”. El señor director es soltero, sin embargo no lo llaman “señorito”. Claro, los varones son señores siempre. las
mujeres en cambio, para ser señoras, tenemos que ser señoras de algún señor. Si no nos casamos somos señoras
chiquitas “señoritas”. Sólo al casarnos nos hacemos grandes y nos pueden llamar señoras.
Bueno, pero yo estaba hablando de la señorita Patricia, que también la llaman “Segunda madre”. Es madre, entonces,
pero madre virgen, porque ser madre soltera no es bien considerado dentro de la escuela”.
La Lic. Cristina Tania Fridman plantea uno de los temas fundamentales: la ideología del educador sexual: “El
problema es el lugar del educador sexual y ello va a estar vinculado a su ideología y al medio de su aparición.
¿Cuál será el lugar?. ¿En qué mercado fabricamos educadores sexuales?. El punto también es, ¿cuántos tipos de
educadores sexuales formamos a partir de la misma definición?...”
Permanentemente estaremos educando sexualmente, aún cuando no sea nuestro propósito, a través de actitudes,
conductas, prohibiciones, silencios, etc. dado que todxs somos modelos sexuales; por lo que resulta imprescindible
tenerlo claro.

Eduquémonos y eduquemos para una sola sexualidad: la humana; en sus ricas y diversas formas, donde todos
tengamos cabida sin distingo de fe, opción sexual, edad o etnia Una sexualidad sin rótulos que nos engloben,
descalifiquen ni limiten. Una sexualidad para un solo cuerpo que en todos los cuerpos y a través del placer; sea querido
y potenciado por todos los seres humanos.

PEDAGOGÍA ERÓTICA
Tomaremos el término “pedagogía de la erótica”, fuente de inspiración desde la obra de Miguel Escobar Guerrero;
Pedagogía erótica. Paulo Freire y El EZLN para referirnos a las formas de “hacer pedagogía” desde el apasionado
compromiso de concebir al otrx y sus posibilidades de subjetivarse en una propuesta que le permita -al decir de P.
Freire- apropiarse de las palabras para poder decir y decidir.

Dice Escobar Guerrero: “La Pedagogia erótica es una convocatoria al enamoramiento puesto en quien nos hace sentir
la pasión por vivir, por ser nosotras y nosotros mismos, con el otro, la otra; esa pasión en quien, por instantes parece
desconectarnos del mundo –curiosa paradoja de la psicosis, ¿verdad?– y nos entrega el placer de sentir y compartir
nuestra energía libidinosa: ese erotismo de Eros que no le tiene miedo a la fantasía sexual, que, por el contrario la deja
fluir para conocerla mejor y mejor manejarla, ética, moral y estéticamente. La ética, es un impulso a soñar, a llevar a la
práctica una moralidad erótica –en la dialéctica entre Eros y Tánatos– que nos permite gozar el placer de amar individual
y socialmente. Una moral que sabe, por ejemplo, que en los procesos educativos el deseo y la seducción que pueda
evocar el profesor y la profesora, debe engancharse a un conocimiento que dé sentido a la vida, a desvelarlo conociendo
esa energía erótica de Eros, en ocasiones atrapada por la agresión, por la ética Tanática. Deseo y seducción que nos
impulsa a hacernos dueños de nuestro futuro, rompiendo la individualidad que destruye la subjetividad: somos seres en
relación con el otro y la otra, con el mundo, con nosotros mismos, somos nosotricos como dicen las comunidades mayas
tojolabal y tzeltal. Por ello, en los procesos educativos la transmisión de conocimiento, como aprendí con Freire, debe ir
en la dirección de iluminar nuestra memoria y nuestra práctica educativa y social, sabiendo, por ejemplo, que las clases
opresoras, con todos los medios a su alcance, tapan, esconden, atacan el pensamiento anestesiándolo, para impedir
que descubramos, desvelemos, desocultemos, ese mundo de las relaciones de opresión, de la agresión en contra de la
mayor parte de la población mundial que, afortunadamente, no termina por someterse a sus designios de muerte y
destrucción.
En los procesos educativos es necesario buscar constantemente una relación dialéctica entre trasmisión de
conocimientos y creación de conocimientos para que quienes participan en el acto educativo puedan “ver” mejor su
realidad para mejor transformarla, transformándose a sí mismos de “animales racionales” en sujetos eróticos que
conocen su pulsión de vida y de muerte, Eros y Tánatos, en constante conflicto entre la aceptación de normas y su
transgresión; entre el ángel y la bestia.”

“GOZAR” DE NUESTROS DERECHOS


Punto de partida
Para dar inicio a este capítulo, presentaremos los principales derechos de carácter sexual; incluidos los reproductivos,
que se encuentran reconocidos por la legislación internacional referente a los Derechos Humanos y salvaguardados
tanto en documentos de las Naciones Unidas, como así en leyes nacionales e internacionales, entre las que cabe
destacar:
Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948); Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
(1976); Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1976); Convención Internacional
para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (1979); Convención sobre los
Derechos del Niño (1990), Declaración y Programa de Acción de la Conferencia Internacional de Derechos
Humanos, Viena (1993), Normas Uniformes sobre la Igualdad de Oportunidades de las Personas con
discapacidad (1993), Programa de Acción de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo, El Cairo
(1994), Programa de Acción de la IV Conferencia Mundial de la Mujer, Beijing-Pekín (1995), Convención
Internacional sobre los Derechos de las Personas con discapacidad (2006).

Dado que hablaremos de Derechos Humanos, relacionados con la sexualidad, se mencionará los Derechos Sexuales
-incluidos los Reproductivos, de más reciente conceptualización- como los mismos derechos humanos mencionados en
la Declaración Universal de los Derechos HUmanos (1948), donde se reconoce que todos los seres humanos nacen
libres e iguales en dignidad y derechos.

Los derechos sexuales y los derechos reproductivos están recogidos como derechos humanos fundamentales en los
tratados internacionales de la Conferencia de Población y Desarrollo (1994), en la Conferencia Mundial sobre las
Mujeres (1995) y en el XIII Congreso Mundial de sexología (1997).
La Declaración de los Derechos Sexuales de la WAS- tal como se mencionó- fue originalmente proclamada en el 13er.
Congreso Mundial de Sexología en Valencia, España 1997, posteriormente, en 1999, una revisión fue aprobada en Hong
Kong por la Asamblea General de WAS y luego reafirmada en la Declaración de WAS: "Salud Sexual para el Milenio"
(2008), y aprobada por el Consejo Consultivo de WAS en marzo de 2014.

La sexualidad y la reproducción son dos ámbitos de la actividad humana que determinan la vida y las identidades de las
personas, su estado de salud y el grado de bienestar individual y social. Por tanto, la existencia de derechos reconocidos
es una garantía para disfrutar plenamente de la sexualidad y tener una vida basada en el respeto a la dignidad, la libertad
y la autonomía de todas las personas.
Bajo el epígrafe de derechos sexuales y de derechos reproductivos se recogen los establecidos en la Declaración
Universal de Derechos Humanos. Así los derechos a: la igualdad, integridad, autonomía, a la libre decisión, educación,
información, a la privacidad, a la opinión y a la participación, se trasladan y desarrollan en el ámbito de la sexualidad y la
reproducción.
Los derechos sexuales se fundamentan en el derecho a disfrutar de una vida sexual satisfactoria y placentera en todo el
ciclo vital, libre de coerción y discriminación y respetuosa con la autonomía sexual de las personas. Implica garantizar la
salud sexual, entendida como un estado de bienestar físico, emocional, mental y social en relación a la sexualidad.

Los derechos reproductivos se basan en el reconocimiento y respeto a la capacidad de decidir libre y


responsablemente, sin discriminación, coerción o violencia, si se desea o no tener hijas e hijos. Supone garantizar la
salud reproductiva, entendida como un estado general de bienestar físico, emocional y social, y no de simple ausencia de
enfermedad o dolencia, en todos los aspectos relacionados con el sistema reproductivo así como sus funciones y
procesos.

A todos los derechos que de ellos se derivan son aplicables los siguientes principios:
Principio de universalidad Todas las personas, sin ningún tipo de discriminación, tienen el derecho a disfrutarlos
plenamente. Su ejercicio se debe guiar por el reconocimiento de la diversidad de circunstancias y condicionantes
existentes y de las desigualdades que generan. Garantizar su disfrute en condiciones de igualdad y dignidad requiere por
tanto partir de las situaciones y necesidades particulares, tanto individuales como colectivas. Esto constituye un
imperativo ético.
Principio de inalienabilidad Ninguna persona puede renunciar a ellos, y para que esto sea efectivo es necesario que
toda la población conozca estos derechos a través de las acciones informativas necesarias.
Principio de inviolabilidad personal De acuerdo con este principio nadie tiene derecho a abusar de la inviolabilidad
personal sexual de otro, imponiéndole su propia versión sobre qué es o qué no es erótico y sexual sin que ese otro
manifieste su consentimiento. Es posible dar el consentimiento y celebrar un contrato consensual sólo si se conocen en
su totalidad los términos del contrato y si nada se da por sentado. Sólo pueden conocerse en su totalidad, si el final está
significado por el principio.
Principio de interdependencia Todos los derechos están estrechamente relacionados de forma que, por un lado, el
pleno ejercicio de cada uno no es posible sin el desarrollo de los demás y, por otro, cada uno tiene un recorrido propio.

Tradicionalmente los derechos sexuales han quedado subsumidos en los reproductivos de forma que se han
invisibilizado las necesidades y derechos en relación a la sexualidad. De ahí la importancia de un tratamiento
diferenciado e interdependiente.

Por lo tanto, es indispensable que como sociedad toda creemos las condiciones dignas que propicien el respeto de los
siguientes derechos:
Derecho a la libertad sexual La libertad sexual abarca la posibilidad de las personas a expresar su sexualidad y excluye
todas las formas de coerción sexual, explotación y abuso en cualquier periodo y situación de la vida.
Derecho a la autonomía sexual, integridad sexual y seguridad del cuerpo sexual Incluye la capacidad de tomar
decisiones autónomas sobre la vida sexual dentro de un contexto de la propia ética personal y social. También incluye el
control y disfrute de nuestros cuerpos, libres de tortura, mutilación y violencia de cualquier tipo.
Derecho a la privacidad sexual Derecho a expresar las preferencias sexuales en la intimidad siempre que estas
conductas no interfieran en los derechos sexuales de otros.
Derecho a la equidad sexual Este derecho se refiere a oposición a todas las formas de discriminación, por razones de
sexo, género, orientación sexual, raza, clase social, religión o discapacidad física, psíquica o sensorial.
Derecho al placer sexual El placer sexual, incluyendo el autoerotismo, es una fuente de bienestar físico, psicológico,
intelectual y espiritual.
Derecho a la expresión sexual emocional La expresión sexual es más que el placer erótico en los actos sexuales.
Cada individuo tiene el derecho a expresar su sexualidad a través de la comunicación, el contacto, la expresión
emocional y el amor.
Derecho a la libre asociación sexual Significa la posibilidad de casarse o no, de divorciarse y establecer otros tipos de
asociaciones sexuales.
Derecho a tomar decisiones reproductivas libres y responsables Derecho a decidir sobre tener descendencia o no,
el número y el tiempo entre cada uno y el derecho al acceso a los métodos de la regulación de la fertilidad.
Derecho a la información basada en el conocimiento científico La información sexual debe ser generada a través de
un proceso científico, libre de presiones externas y difundido de forma apropiada en todos los niveles sociales.
Derecho a la educación sexual comprensiva Este es un proceso que dura toda la vida, desde el nacimiento y debería
involucrar a todas las instituciones sociales.
Derecho a la atención clínica de la salud sexual La atención clínica de la salud sexual debe estar disponible para la
prevención y el tratamiento de todos los problemas, preocupaciones y trastornos sexuales.
Con anterioridad a que fuera establecida la Declaración Universal de los Derechos Sexuales, se había establecido la
Carta de Derechos Sexuales de las Personas con Diversidad Funcional. Estos derechos se encuentran citados en el
libro: Sexualidad Humana (1987) de Masters, W. H., Johnson, V.E. & Kolodny, R.C. Otros textos establecen la referencia:
Chipouras, 1979 y Sha'ked, 1981; que expresa los siguientes puntos:

● Derecho a la expresión sexual


● Derecho a la intimidad
● Derecho a ser informadx sobre su sexualidad
● Derecho de acceso a los servicios de salud necesarios
● Derecho a escoger el estado civil que más le convenga
● Derecho a procrear o no
● Derecho a tomar decisiones que afectan la vida de cada persona
● Derecho a la oportunidad de desarrollar todo el potencial del individuo

La contrapartida de los derechos enunciados, está constituída por los mitos sostenidos en relación a la sexualidad de
varones y mujeres con diversidad funcional; ya abordados en el Módulo 1, de éste curso.

En este sentido; la Convención internacional de los derechos de las personas con discapacidad (2006), marca un
cambio profundo en la manera de entender la diversidad funcional como una cuestión de Derechos Humanos. En
relación a la temática que nos ocupa, incluye varios derechos relacionados con la sexualidad, cuya puntalización y
perspectiva mencionaremos en el desarrollo del presente capítulo.

Finalizando esta introducción al marco referencial de los derechos sexuales y reproductivos como DDHH universales;
mencionaremos lo dicho en el “Tratado de Medicina Sexual”, de Kolodny y colaboradores, donde se vierten las
siguientes recomendaciones a las personas con diversidad funcional:

● Un pene erecto no hace sólida una relación como tampoco una vagina húmeda
● La incontinencia urinaria no significa incompetencia en la respuesta sexual
● La ausencia de sensaciones no significa ausencia de sentimientos
● La imposibilidad de moverse no representa imposibilidad de sentir
● La presencia de deformidades no significa ausencia de deseo
● La dificultad para realizar el coito no significa incapacidad de disfrutarlo
● La pérdida de los genitales no representa la pérdida de la sexualidad

Y sumamos “Los Cinco derechos que tiene un ser humano”, de Virginia Satir:

● La libertad de ver y escuchar lo que realmente ocurre, en lugar de lo que debería ser, fue o será.
● La libertad de decir lo que uno siente o piensa, en lugar de lo que uno debería sentir y pensar.
● La libertad de sentir lo que uno siente, en lugar de lo que uno debería sentir.
● La libertad de pedir lo que uno quiere, en lugar de esperar el permiso para hacerlo.
● La libertad de correr riesgos por nuestra cuenta, en lugar de no arriesgarse y preferir lo “seguro”.
El ideario respecto de la sexualdiad en personas con diversidad funcional, se ajusta a lo que Michel Foucault llamaba
“puesta en discurso”, en tanto la “anormalidad” y la sexualidad están ambas sujetas a la “gubernamentalidad”. Mientras
que lxs teóricxs y activistas de la diversidad funcional proclaman cada vez más la importancia de reconocer y apoyar la
sexualidad del colectivo, los discursos como “técnicas polimórficas del poder”; “producen” efectos de verdad
( FOUCAULT, 1984, p. 60, 298). “La maquinaria del poder da forma a paradigmas y reglas sociales que fijan los límites
del comportamiento humano e incluso de la realidad. Tales discursos no necesitan ser explícitos; los silencios también
tienen poder. “El silencio mismo, lo que uno se niega a decir o tiene prohibido nombrar, es una parte esencial de las
estrategias que subyacen a los discursos y los impregnan” ( FOUCAULT, 1984, p. 300). Así, el no reconocer la
sexualidad en las personas con discapacidad es una forma de regularla”.La negociación de la sexualidad en la
Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad Schaaf; Marta

Para finalizar, mencionaremos como de vital importancia la responsabilidad y compromiso de los Estados parte; quienes
deben cumplir y adaptar sus normativas legales en procura del reconocimiento de estos derechos, partiendo de una
férrea base en materia de educación y salud sexual integral, así como facilitar los medios para la investigación y
desarrollo de programas.
Por tanto, los Estados tienen la obligación y sus ciudadanxs el derecho de exigir políticas públicas como instrumento, no
de control y normalización, sino como herramientas de autogestión y materialización de derechos ligados a la mejora en
las condiciones de vida y de realización democrática de la ciudadanía sexual del colectivo de personas con diversidad
funcional, tanto en el mapa estatal como internacional, sin olvidar -y especialmente en este marco- la relación entre las
esferas pública y privada.
Las personas con diversidad funcional tienen derecho a la sexualidad; pero: ¿a qué sexualidad?.
Tal parece que cualquier intento de conjugar los conceptos diversidad funcional-sexualidad nos siguen remitiendo a
miedos y barreras actitudinales que poco solemos cuestionarnos. Aún hoy existen lo que podríamos denominar
“desconocimientos justificados” en relación a las sexualidades de varones y mujeres con diversidad funcional, sostenidos
y validados por profesionales (que nunca se permitirían posicionarse en el campo del no saber, en relación a otros
aspectos de sus pacientes; que sí jerarquizan de importancia),familias y por las propias personas con diversidad
funcional; en muchas ocasiones más pre-ocupadxs por sus procesos biomédicos que por sus (propios) procesos de
sexuación.

“La sexualidad es importante para las personas y es una parte primordial de las vidas de estas” . Así formulado parece un
discurso que no admite mayores discusiones ni excepciones. Luego, en y desde el devenir mismo de la diversidad, estas
aseveraciones obvias comienzan a desvanecerse o perder rigor de derecho, cuando pretendemos aplicarlas; por
ejemplo, a las sexualidades de personas con graves diversidades intelectuales o físicas. Aquí, comienzan a operar las
criterios de opinión subjetivos, el famoso y repicante “YO creo/pienso”: lo que denominaremos Los derechos bajo el
prisma de las “opinoIDEOLOGÍAS. Las opiniones personales por sobre (o por fuera) del marco referencial de los
derechos, opacan y selectivizan las discusiones, acrecentando las segregaciones ya existentes.

Al respecto, podríamos mencionar dos puntos notables que fluctúan en las eternas dicotomías:
.La sexualidad en las personas con diversidad funcional percibida como una amenaza a otros a través de la supuesta
expresión de una hipersexualidad o agresión, o por lo menos como atributo perturbador de personas percibidas como
asexuadas (o forzadas a serlo) (SHILDRICK, 2007; TEPPER, 2000; LEYDEN, 2007); y
.Las personas con DF, en particular mujeres y niñxs, son descriptas como personas que requieren de una forma especial
de protección contra el abuso o la explotación sexual.

Para finalizar, resultan claves las palabras de E. Amezúa (“El sexo, historia de una idea,2003); quien señala: “La base de
los derechos u obligaciones no reside tanto en el allanamiento de las diferencias cuanto en la comprensión de las
diferencias por razón de sexo”.
DERECHO A ELEGIR
Siempre supuse que las campañas más urgentes por los derechos civiles de las personas con discapacidad eran aquellas que estamos llevando
adelante hoy: empleo, educación, vivienda, transporte, etc. ... Por primera vez estoy empezando a creer que la sexualidad, es el área que está por
encima de todas las demás y que ha sido soslayada, se encuentra en el núcleo central de todo aquello por lo que trabajamos... Uno no puede
acercarse más a la esencia del yo o de la convivencia entre personas que con la sexualidad, ¿no es cierto?
SHAKESPEARE, 2000.

La toma de decisiones sobre la sexualidad y reproducción, construye ciudadanías.


Tal como lo expresa María Landi Londoñoe, en el título de su obra; los Derechos sexuales y reproductivos:(son) los
más humanos de todos los derechos. La autora nos introduce maravillosamente al encuadre que deseamos plantear
en este apartado referente a El derecho a elegir: “Las personas de este planeta poseemos una capacidad sexual
inherente a nuestra condición, con variaciones individuales, por la cual no tenemos que pedir permiso, excusas,
autorizaciones ni perdones. Su ejercicio es decisión y responsabilidad de cada quien, en tanto no genere daño a otras/os
o al entorno; si la negamos por presiones o influencia ideológica, negaremos parte de nuestra humanidad. Debemos
aceptar que para poder ampliar el conocimiento de nuestra complejidad, es necesario incluir la sexualidad por ser un
elemento constitutivo de cuyo ejercicio se desprenden como efectos no sólo la misma especie, sino la alegría y deseos
de vivir. Es alarmante haber aprendido la renuncia sexual como un supuesto bien, tanto como la culpa por el placer
sensual, provenientes de patriarcalismos aún vigentes y de fanatismos institucionalizados”.

Así, la sexualidad continúa siendo considerada un tema periférico en los estudios sobre discapacidad, sin lograr aún su
puesta en valor; por lo que las aproximaciones a ésta son insuficientes o sesgadas desde los programas y las políticas
sociales.

Derechos positivos (libertad de) Derechos negativos (protección contra)


Aunque resulte curioso, y por ello de importancia de ser mencionado: con anterioridad a 1993, no se habían mencionado
los términos “sexual” o “sexualidad” en un documento internacional intergubernamental, salvo en un artículo de la
Convención sobre los Derechos del Niño, que establece la protección contra la explotación y el abuso sexual
(PETCHESKY, 2000).

Los derechos sexuales conforman el pilar fundamental para el ejercicio de la plena ciudadanía sexual y configuran la
toma de decisiones sobre la propia vida y el cuerpo, al tiempo que dignifican el derecho a la toma de decisiones en el
ámbito público de la sexualidad (elegir y ser elegidx- desear y ser deseadx), así como respecto a la reproducción.

Resulta de fundamental importancia señalar que cuando hablamos de los Derechos Sexuales, solemos hacerlo
centrándonos en aquellos que son negativos (Protección contra ITS, SIDA, violencia sexual y/o abusos, maltratos), sin
valorar adecuadamente los positivos (“Libertad de”.Derecho al placer y a la satisfacción sexual), especialmente en
relación a aquellas personas o colectivos que consideramos vulnerables. Esta representación “preventiva y temerosa” de
la sexualidad, se traduce en prácticas así mismo negativas de la salud sexual y reproductiva, dis-considerando los
aspectos positivo -y por ello placenteros- de la sexualidad.

BIBLIOGRAFÍA (NOTA en color azul: enlaces a textos y/o videos)


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MATERIALES ESI
Web Programa Nacional ESI
Ley 26.150 Educación sexual integral
Ley 21.150
Lineamientos curriculares
Cuadernillo NIVEL INICIAL
Cuadernillo NIVEL PRIMARIO
CUADERNILLO NIVEL SECUNDARIO 1 y 2
CUADERNILLO JÓVENES y ADULTOS
Formaciòn docente / Bibliografía de interés
Revista para charlar en Familia
Guía para el desarrollo de la ESI
Evaluación de acciones de capacitaciones del Programa Nacional de ESI
Educación Sexual Integral en la argentina. Voces desde la escuela
Bibliografía de interés
Porque las palabras no se las lleva el viento…Por un uso no sexista de la lengua
Marco normativo
Maltrato infantil. Orientaciones para actuar desde la escuela

EDUCACIÓN ESPECIAL
Cuadernillo “Es parte de la vida”
Libro Sexualidad sin barreras
Lámina sensibilización educación especial
Recreaciones auditivas de láminas ESI
Video: “Para charlar en familia” (en lengua de señas)
Video Formosa Educación especial/discapacidad intelectual
Video Lanús Educación especial/Escuela de ciegxs

OTROS RECURSOS
Guía Salud Sexual
Cuidate mujer
Cuentos para educar en familia
“Está bueno conversar”
La educación sexual en la primera infancia
La educación sexual de niños y niñas de 6 a 12 años
No le cuentes cuentos
Guía NO sexista: juegos y juguetes para la igualdad
25 cuentos sobre diversidad familiar
Experiencias para armar EDUCACIÓN SEXUAL Y DISCAPACIDAD
Sexualidades diversas Diversidad sexual y DI
Manual para alumno y alumna Educar en la diversidad afectivo-sexual desde la familia Cómo educar a favor de la igualdad de valor y contra la
violencia por motivos de orientación sexual e identidad de género
Dibujando la sexualidad en personas con discapacidad intelectual…
Guía para el desarrollo de la afectividad y de la sexualidad de las personas con discapacidad intelectual
Programa de educación sexual para personas con discapacidad mental
Fuente con enlace: Educación sexual integral, consideraciones para su abordaje

RECURSOS AUDIOVISUALES
El beso
Inocente
Entrevista Javier Romañach
Seis Sesiones de Sexo
Nacional 7
B. Preciado “La muerte de la clínica”
J. Butler “Cuerpos que todavía importan” “La vida humana”
Una habitación propia
Almas con sexo
Parada intermedia
Si sabes decir hello (1° parte)
Historia de la discapacidad a través del arte
Cinco mitos
Discapacidad y derechos
Amateur
Oh no! I am not (on the guest list)
Calmucos
Quién es perfecto?
Todo un mundo de capacidades

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